Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
a Presión Positiva
PSIS − PAD
RV =
RVEN
La PSIS es la presión que puede medirse mediante un catéter arterial tras un paro cardíaco y se
asume como representativa de la presión capilar promedio de la circulación sistémica.
Representa la relación entre el volumen del compartimiento intravascular (determinado por el
tono vasoconstrictor) y su contenido (la volemia). De este modo, la reducción del tono vascular
(como ocurre en el inicio del shock distributivo) o la disminución de la volemia (como en la
deshidratación, la formación de un tercer espacio o la hemorragia) llevan a una reducción de la
PSIS, con la consiguiente disminución del RV y del gasto cardíaco.
Los vasos sanguíneos en la circulación pulmonar pueden dividirse en dos grandes grupos: los
vasos alveolares y los extra-alveolares. Los primeros están representados por capilares,
arteriolas y vénulas imbuidos en la pared alveolar. Están expuestos en forma muy marcada a la
presión del espacio aéreo. Los segundos son arterias y venas de mayor calibre que transitan
por los septos interacinares y están rodeados de presión pleural.
Puede considerarse al corazón como una cámara de presión dentro de otra cámara de presión
(el tórax). Durante la contracción ventricular, el principal determinante del stress parietal
ventricular (postcarga ventricular), es el gradiente de presión que la contracción debe generar
entre su cara interna vascular y su cara externa pericárdica.
La precarga del sistema ventricular (PCV) está determinada por la longitud de las fibras
miocárdicas a fin de diástole (antes de la contracción). El volumen de fin de diástole (VFD)
depende de dos elementos independientes. Por un lado, la presión de fin de diástole (PFD). Por
otro, la distensibilidad ventricular (Dist) que determina el volumen ventricular de fin de diástole
para una presión de fin de diástole:
En ocasiones se ha hecho distinción entre los efectos del incremento de la presión intratorácica
y los efectos del incremento del volumen pulmonar sobre la función cardiovascular. En la
medida que volumen pulmonar y presión intratorácica se encuentran muy relacionadas, esta
diferenciación es en general banal. La excepción más notable a esto está dada por este punto:
aún cuando el incremento de la presión intratorácica producido sea discreto, el aumento de
volumen pulmonar puede restringir en sí mismo el llenado ventricular por limitación del espacio
disponible para le mismo.
Disminución de la contractilidad
Las grandes excursiones de volumen pulmonares (más que la insuflación sostenida), se han
relacionado con reducciones en el tono simpático y, consecuentemente, descensos de la
frecuencia cardiaca y la contractilidad miocárdica. La trascendencia clínica de estos hechos no
ha sido claramente establecida.
Interdependencia ventricular
Los ventrículos derecho e izquierdo comparten el septo interventricular. Toda vez que
secundariamente a un aumento de la postcarga o a una reducción de la contractilidad aumente
el volumen de fin de sístole de un ventrículo, el septum se desplaza hacia el otro ventrículo
limitando su distensibilidad.
El incremento de las resistencias pulmonares, reduce el eyectado del VD y aumenta su
volumen de fin de sístole. De esta forma la precarga del VI se ve afectada por dos
mecanismos. En primer lugar, el gasto del VD es el retorno venoso del VI porque ambos
sistemas se encuentran colocados en serie (Figura 4). En segundo lugar, la reducción de la
distensibilidad del VI hace que para una presión dada disminuya el volumen de fin de diástole.
Los dos mecanismos concurren para generar una marcada reducción del gasto del VI. Como
mecanismo compensador, la caída del gasto cardíaco incrementa el tono simpático. Además
del aumento de las resistencias periféricas que ayuda al mantenimiento de la presión arterial,
se produce una disminución de la capacitancia venosa que incrementa la PSIS, mejora el
retorno venoso y limita la magnitud del problema.
Cuando la ventilación minuto se encuentra fija, el aumento del gasto cardíaco incrementa la
admisión venosa y el shunt y su caída acrecienta el espacio muerto (Figura 5).
La caída del gasto cardíaco presenta un problema adicional. Conjuntamente con la disminución
de la perfusión pulmonar, se produce una reducción de la perfusión periférica. Esto representa
una caída de la disponibilidad tisular de Oxígeno (DO2). Dentro de un amplio rango de valores
de DO2, el consumo de Oxígeno (VO2) se mantiene constante mediante un aumento de la tasa
de extracción tisular (ERO2). La consecuencia de esto es que el contenido de oxígeno de la
sangre que retorna al ventrículo derecho baja progresivamente con el descenso del gasto
cardíaco (Figura 6).
En presencia de un intercambio gaseoso normal, esto no representa un problema:
independientemente del contenido de Oxígeno de la sangre venosa, el paso por la circulación
pulmonar lo eleva hasta los niveles normales de contenido arterial. Pero cuando aumentan los
niveles de admisión venosa/shunt (normalmente muy bajos), la caída del contenido venoso de
Oxígeno tiene un impacto profundo sobre oxigenación de la sangre arterial (Figura 7).
El soporte hemodinámico del paciente requiere la restauración del retorno venoso mediante un
incremento de la presión sistémica media. Para esto, el paciente realiza un balance positivo de
fluidos que mejora el gasto cardíaco. Esto, sumado a la disminución de la fracción de shunt por
el uso de PEEP y disminución de la admisión venosa y el espacio muerto por la puesta en
marcha de los mecanismos de vasoconstricción hipoxémica y broncoconstricción hipocápnica,
hacen del deterioro de la oxigenación un fenómeno en general transitorio.
Aún cuando fue claramente expresada medio siglo antes, la relación volumen-tensión del
corazón es mejor conocida por los trabajos de Otto Frank entre 1895 y 1898 y de Ernest
Starling entre 1912 y 1914.
La ley de Frank-Starling dice que dentro de un rango fisiológico el corazón tiende a eyectar la
totalidad del volumen recibido. Esta relación, sin embargo, no es lineal. La Figura 8 muestra
que la pendiente se reduce a mayores volúmenes de fin de diástole, haciendo al gasto cardíaco
menos dependiente de la precarga. De esta forma, los pacientes hipovolémicos, en la parte
mas empinada de la curva de Frank-Starling, deberían presentar cambios del gasto cardíaco
más marcados para un mismo cambio del retorno venoso.
Con este fundamento, varios autores evaluaron índices derivados de los trazados de presión
arterial durante la ventilación mecánica para predecir la respuesta a volumen en pacientes con
soporte ventilatorio a presión positiva y el impacto del incremento de las presiones en la vía
aérea sobre la función cardiovascular.
A lo largo del ciclo respiratorio, se produce una oscilación de la presión arterial y de la presión
del pulso (la presión diastólica tiene un cambio menos marcado que la presión sistólica) en fase
con el cambio de la presión en la vía aérea. La presión del pulso (la diferencia entre la sistólica
y la diastólica) está determinada por el volumen sistólico y la distensibilidad arterial. Asumiendo
que no hay cambios en la distensibilidad vascular ni en la contractilidad cardiaca, el monitoreo
de los cambios en la presión del pulso a lo largo del ciclo respiratorio es un monitoreo del
impacto que sobre el gasto cardíaco tienen los cambios en la precarga (Figura 9). Michard y
col. encontraron que los pacientes con cambios de la presión del pulso superiores al 13% de la
presión del pulso media (aquellos en la parte más empinada de la curva de Frank-Starling) se
beneficiaban de la expansión con volumen, mientras que los que mostraban menor variabilidad
(en la parte más plana de la curva) no lo hacían (sensibilidad y especificidad ≈95%).
Podría esperarse que la mayor reducción del shunt determinara la mejor oxigenación y, por
tanto ambos objetivos representaran sólo uno. Sin embargo, en virtud de las interacciones
cardiopulmonares ambas estrategias suelen requerir diferentes niveles de PEEP. El agregado
de PEEP, incrementa los volúmenes pulmonares y la presión intratorácica media. Sobre todo
en pacientes con hipovolemia manifiesta o subclínica, esto puede derivar en una marcada
caída del gasto cardíaco, la disponibilidad tisular de Oxígeno y la consecuente caída del
contenido venoso de oxígeno secundaria al aumento de la extracción periférica. Si persiste una
fracción de shunt considerable, esto puede significar una peor oxigenación arterial.
Entendiendo la interrelación entre los sistemas respiratorio y cardiovascular los dos objetivos
pueden volver a ser uno solo: si un paciente no tolera unos determinados niveles de PEEP que
han sido elegidos para minimizar el daño pulmonar, antes que la reducción del nivel de PEEP
puede necesita una expansión con volumen.
Pies de Figura
La figura muestra una representación esquemática del sistema cardiovascular. Como puede
verse, dos bombas generadoras de presión se encuentran colocadas en serie de manera que
el efluente de una es el afluente de la otra. Las bombas no actúan por lo tanto de manera
independiente. El aumento de la presión intratorácica tiene dos consecuencias primarias: una
disminución del retorno venoso hacia el VD (disminución de la precarga) y un aumento de las
resistencias vasculares pulmonares (poscarga del VD). Esto reduce el eyectado del VD,
determinando una caída del retorno venoso al VI (precarga del VI). Si el incremento de las
resistencias vasculares pulmonares predomina sobre la caída del retorno venoso, puede
reducirse la fracción de eyección del VD y aumentar su volumen de fin de sístole. Dado que
ambos ventrículos comparten el septo interventricular, el aumento del volumen del VD ocasiona
un desplazamiento del tabique hacia la izquierda, reduciendo la distensibilidad del VI y,
consecuentemente, su precarga (volumen de fin de diástole) para un mismo nivel de presión de
fin de diástole (véase en el marco de las figuras 2 y 3; más detalles en el texto).
En un rango muy amplio de disponibilidades de Oxígeno (DO2), los tejido logran mantener su
consumo de Oxígeno (VO2) constante. Esto se logra mediante un incremento de la extracción
tisular del gas (ERO2). La consecuencia directa es una caída de la saturación venosa de
Oxígeno (SVO2).
Figura 7. Shunt
En presencia de shunt verdadero, una parte del eyectado del VD pasa a la circulación
sistémica sin haber tenido contacto con las áreas de intercambio gaseoso del pulmón. Esto
impacta sobre el contenido arterial de Oxígeno. La magnitud de la hipoxemia resultante,
depende de dos elementos: la fracción de sangre que circula a través de las áreas de shunt
(fracción de shunt) y el contenido de Oxígeno de esa sangre. Cómo este último depende
fundamentalmente de la SVO2, resulta fácil entender cómo situaciones que disminuyan el
contenido venoso de Oxígeno (secundariamente a un aumento de la ERO2, cómo la desincronía
paciente-ventilador, la fiebre, las convulsiones, etc.) producen hipoxemia en pacientes con
shunt verdadero (y/o regiones con relaciones V/Q muy bajas) (Véase en el marco de la figura 6;
más detalles en el texto).
Figura 8. Determinantes del retorno venoso
La figura muestra la relación existente entre la presión en la aurícula derecha (PAD), la presión
sistémica media (PSIS) y el retorno venoso (RV). Como puede verse, para una determinada PAD,
el RV está determinado por PSIS y para una PSIS dada, el RV depende de la PAD. Suponiendo
que el paciente se encuentre en el punto “A” durante la ventilación espontánea, el inicio de la
ventilación mecánica incrementa la PAD llevándolo al punto “B” con la consiguiente disminución
del RV que acarreará una reducción más o menos marcada del gasto cardíaco (en función de
que ponga o no al paciente en una posición crítica de la curva de función ventricular, véase el
texto y la figura 9). La expansión con volumen eleva la PSIS y reestablece el RV (punto “C”). La
discontinuación de la ventilación mecánica, vuelve la PAD a sus niveles previos aumentando el
RV (Punto “D”). En pacientes con una limitación de la función cardiaca, esto puede ocasionar
fallo de bomba. Para evitar esto, puede establecerse una estrategia en la que la PAD se reduzca
en forma progresiva (mediante una reducción lenta de la presión en la vía aérea), al tiempo que
se realiza un balance negativo de fluidos destinado a normalizar la PSIS (flecha discontínua).
La relación existente entre gasto cardíaco y volumen de fin de diástole del ventrículo (curva de
Frank-Starling) no es lineal. El gasto cardíaco es particularmente susceptible a las variaciones
de la precarga en la parte más empinada de la curva. Obsérvese el marcado cambio en el
gasto cardíaco que genera el mismo cambio de volumen de fin de diástole (o el mismo cambio
en el retorno venoso) en dos pacientes teóricos A y B.
El dibujo representa los cambios en el trazado de presión arterial en función de los cambios de
la presión en la vía aérea. Estos cambios han sido utilizados para predecir la respuesta a una
expansión con fluidos de pacientes con ventilación a presión positiva. Entre los índices
evaluados se encuentran la variación de la presión sistólica, el máximo ascenso (deltaUp) y el
máximo descenso (deltaDown) de la presión sistólica con respecto a la presión sistólica
durante la apnea y la variación de la presión del pulso. Este último índice parece mostrar los
mejores resultados (véase en el marco de la figura 8).
A
Compliancia Arterial
Postcarga Volumen Sistólico
Resistencia Arterial
Volumen Minuto
Cardíaco
Frecuencia Cardíaca
Resistencia Vascular
A B
Resistencia Vascular Pulmonar
CRF CPT
Volumen Pulmonar
Espiración
Inspiración (espontánea)
AI
VD VI
AD
VC Ao
V/Q > 1 V/Q = 1 V/Q < 1
Ventilación
Perfusión
V/Q
VO2
SVO2
ERO2
DO2
PiO2
VM
PAO2
O2 CO2 N2
PCO2
Shunt PVO2
PVO2 PaO2
RV
PSIS Alta
D
PSIS Normal
A C
PSIS Baja
B
0 PAD
Espiración Inspiración Inspiración
(con diafragma) (sin diafragma)
Gasto Cardíaco
A B
PArt PSMAX
PPMAX PSMIN
PPMIN