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Introducción
Conceptos introductorios
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El linfocito B o T que reconoció un antígeno se activa, sufre un proceso
denominado expansión clonal y genera una progenie compuesta de miles de células
con idéntica especificidad para ese antígeno. Al expandirse, una fracción mayoritaria
de los integrantes del clon mediarán funciones efectoras que harán frente al
patógeno. Una fracción menor se diferenciará a células de memoria, las cuales
pueden permanecer por años y permiten en el futuro una respuesta rápida y eficiente
frente a una re-exposición al mismo patógeno.
Inmunidad Innata
Barreras Naturales
- Piel: la epidermis provee una barrera continua, porque los desmosomas, aseguran la
adherencia entre las células impidiendo espacios libres. Es muy importante la
integridad de la capa de queratina o córnea. Sus alteraciones por heridas,
quemaduras o enfermedades exfoliativas facilitan la penetración de agentes
potencialmente patógenos a través de ellas. La secreción ácida de sus glándulas tiene
una función bactericida, eliminando así a los patógenos que colonizan la piel, siendo
conveniente el uso de jabones ácidos, sobre todo en patologías como acné, eczemas y
dermatitis del pañal donde la humedad local actúa como factor agravante. En los pies,
la piel seca impide la adherencia bacteriana; la sudoración y el calzado que los
contiene, son factores predisponentes de micosis ungueales. Por la humedad,
especialmente en ancianos y personas con déficit circulatorio, los espacios
interdigitales pueden ser la puerta de entrada de diversos patógenos. Los detergentes
y exfoliantes usados por profesionales como médicos, enfermeras, laboratoristas,
lavanderas, cocineras, curtidores, ordeñadores, que tienen repetidos contactos y
lavados de manos, pueden obrar macerando la piel, conduciendo a lesiones crónicas.
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Las venopunturas, canalizaciones y los procedimientos invasivos, practicados sin los
correctos cuidados también pueden facilitar una infección.
- Las vías urinarias: tienen un flujo constante de orina y es así que se van limpiando
mecánicamente, no permitiendo la fijación de las bacterias en los epitelios. La
presencia de malformaciones, tumores, cálculos, prolapso vaginal, hipertrofia de
próstata o una relajación de la musculatura lisa, como sucede durante el embarazo, o
por trastornos neurológicos congénitos o adquiridos, disminuye los movimientos de
lavado, facilitando la adhesión de los gérmenes.
- pH ácido: la acidez gástrica es una importante barrera para detener infecciones que
se contraen por ingestión. Los antiácidos facilitan las infecciones intestinales
provocadas por inóculos bacterianos de alimentos contaminados. La acidez del medio
vaginal, dada por la presencia de bacilos de Döderlein, protege la infección de esta
mucosa, durante la época fértil de las mujeres. En la menopausia baja el nivel
hormonal lo que permite la colonización por otras bacterias, apareciendo una
vaginosis bacteriana, como consecuencia de la deprivación hormonal.
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En los mecanismos destinados a eliminar al patógeno, que se desencadenan
luego de este reconocimiento, participan células efectoras y proteínas séricas. Las
células fagocitan las bacterias, producen proteínas solubles (citoquinas), destruyen
células infectadas por virus, o liberan moléculas que dañan la cubierta de los
parásitos grandes que no pueden ser fagocitados. Las proteínas séricas (entre las que
se encuentra el sistema complemento y los interferones de tipo I y II) ayudan a las
células efectoras marcando a los patógenos, ejercen una acción directa sobre los
mismos, inducen activación celular o estados antivirales. Dependiendo de cuál sea el
patógeno que esté involucrado actuarán distintos tipos de células y moléculas
efectoras.
Un ejemplo de cómo la inmunidad innata puede eliminar una infección es lo
que ocurre cuando un niño que anda en patineta se cae en una acera de algún parque.
Cuando el niño llega a su casa la madre le lava las magulladuras para eliminar la
suciedad y los patógenos que pudieran encontrarse. De las bacterias que pueden
haber quedado, algunas comienzan a dividirse e inician una infección. Las células y
proteínas de los tejidos lesionados detectan la presencia de estas bacterias. Las
citoquinas producidas por algunas células interactúan con otras células para activar
la repuesta innata. El efecto global de esta respuesta es inducir un estado de
inflamación. Este concepto es muy antiguo y posee cuatro signos característicos:
calor, dolor, rubor y tumor. Estos síntomas que todos hemos experimentado alguna
vez no se deben a la infección sino a la respuesta que pone en marcha el sistema
inmune frente a ella.
CITOQUINAS: son proteínas secretadas por las células como forma de enviar
señales a otras células y regular su actividad; muchas se denominan
interleuquinas. Actúan sobre células que tengan receptores para ellas. Pueden
actuar sobre la misma célula que la produce (acción autócrina), sobre células
cercanas (acción parácrina) o sobre células alejadas (acción endócrina).
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Dentro de las células que participan en la respuesta inmune innata
encontramos:
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vecinas no infectadas. El de tipo II (Interferón γ), producido por las NK y los LT,
tiene como función principal la activación de macrófagos.
- Proteínas de fase aguda: son sintetizadas en el hígado. Su producción se
incrementa en forma rápida entre 6 y 48 horas después de la infección. Dentro de
estas proteínas encontramos: factores de la coagulación (fibrinógeno, protrombina,
plasminógeno), componentes del sistema complemento, proteína C reactiva, y
compuestos antioxidantes, entre otros.
- Citoquinas pro-inflamatorias: producidas por los macrófagos. Dentro de las más
destacadas tenemos a la IL-1, IL-6 y el TNF- α (factor de necrosis tumoral α), que
inducen una respuesta inflamatoria local y sistémica (aumento de la temperatura
corporal, síntesis de proteínas de fase aguda, incremento en la producción de
neutrófilos).
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que ellos son capaces de reconocer. Las células que activan por primera vez a
cualquiera de estos dos tipos de linfocitos son las células dendríticas mieloides.
Los LT colaboradores producen citoquinas que ayudan a la activación o
regulación de otros tipos celulares y los LT citotóxicos son claves para eliminar
células infectadas por virus u otros patógenos intracelulares.
Los LB se diferencian a células productoras de inmunoglobulinas o
anticuerpos. Estas células se llaman células plasmáticas o plasmocitos. En muchos
casos los LB deben recibir la ayuda de los LT colaboradores para lograr esta
diferenciación. Las células plasmáticas pueden ser de corta vida o de larga vida. Estas
últimas se ubican principalmente en médula ósea y producen anticuerpos toda la vida
del individuo, contribuyendo, junto con las células de memoria, a la memoria
inmunológica.
Existen cinco clases de anticuerpos o inmunoglobulinas, cada una de las cuales
cumple un rol particular en la respuesta inmune:
- IgG: forma parte del receptor para el antígeno en los LB que ya fueron
activados y en la mayoría de los LB de memoria. Se produce luego de la IgM. El
80 % de los anticuerpos secretados es IgG. Es capaz de atravesar placenta y
también se encuentra en la leche materna, de ahí su importancia en la inmunidad
del recién nacido.
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se llama neutralización. Los efectos de las toxinas también pueden evitarse si un
anticuerpo se une a ellas. La IgG facilita la fagocitosis y la destrucción de
microorganismos extracelulares y toxinas por los fagocitos (neutrófilos y
macrófagos). Estas células poseen receptores capaces de unir IgG. Una bacteria
recubierta por IgG es más fácilmente fagocitada. Este mecanismo se denomina
opsonización. La opsonización también puede producirse gracias a la acción del
complemento. Tanto la IgM como la IgG unidas a los antígenos pueden activar este
sistema y generar moléculas que recubran al patógeno. Los macrófagos poseen
receptores para estas moléculas del complemento, lo que facilita la fagocitosis del
patógeno.
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Conclusión
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vasculares, participan de manera activa, durante el tráfico leucocitario y promueven
la extravasación de las células a los tejidos inflamados.
Si la respuesta innata no logra eliminar al patógeno se desencadena el segundo
sistema efector: la respuesta adaptativa o adquirida. La exquisita especificidad es
una de las características de esta respuesta. El sistema inmune adaptativo está
integrado por células dotadas de receptores de alta especificidad, los linfocitos T y B,
capaces de reconocer un amplio espectro de determinantes antigénicos. La activación
clonal de los linfocitos B conduce a su diferenciación en células plasmáticas,
productoras de anticuerpos, responsables de la Inmunidad Humoral. Por otra parte,
la expansión de los linfocitos T culmina con la generación de células efectoras
responsables de la Inmunidad Celular.
Una característica de las respuestas inmunes humorales y celulares es la
capacidad de responder a una infección posterior con el mismo antígeno de forma
más rápida y eficiente; esta propiedad se denomina memoria inmunológica.
El sistema inmune tiene la capacidad de discriminar entre aquello que le es
propio y lo que no lo es. De esta manera los linfocitos de un individuo, son capaces de
reconocer los antígenos propios. La auto-tolerancia es un proceso de aprendizaje que
se lleva a cabo durante la maduración de los linfocitos en los órganos linfoides
primarios e involucra la participación de los receptores antigénicos, presentes en la
superficie de estas células y las moléculas propias.
Bibliografía
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