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Didácticas de la Lengua y la Literatura

Yuliana Andrea López Campo

¿Cómo enseñar lengua propia?

A lo largo del tiempo, en el ámbito educativo y más específicamente en el pedagógico, ha


estado presente el interrogante frente a ¿Cómo enseñar la lengua materna? En nuestro caso
particular, el español. Si bien se han producido investigaciones y planteamientos que han
intentado dar respuesta a este paradigma de la educación; podría decirse que aún hoy en día el
camino pareciese incierto. El debate circunda entre qué enseñar y cómo hacerlo de manera
que se lleve a cabo un proceso de enseñanza-aprendizaje íntegro y significativo. En este
sentido, y con base a lo que hemos analizado y estudiado en el espacio académico de
Didáctica de la Lengua y la Literatura; planteare a continuación algunos aspectos que a mi
parecer resultan importantes al momento de enseñar lengua materna en las aulas.

En un primer momento, es relevante reconocer qué valor tiene el lenguaje hoy en día en
los espacios educativos, específicamente en los salones de clase. Y es que podríamos decir
que la lengua se asume únicamente como una asignatura escolar, ligada a la adquisición de
normas y códigos lingüísticos, que a su vez presuponen un enfoque formalista de los procesos
de enseñanza-aprendizaje. Al respecto Cassany (1998) menciona que por lo general en el
aula la lengua se toma como el estudio de un conjunto de reglas ortográficas, de procesos de
análisis sintácticos, de listas de palabras clasificables según determinados criterios, entre
muchos otros aspectos de esta misma línea, lo cual conlleva a que muy pocas veces sea vista
como un elemento poderoso para la comunicación y para la construcción no solo del sujeto
sino también de su entorno.

Lo mencionado anteriormente, nos lleva a tener en cuenta que si bien no estamos donde
queremos o deberíamos estar en cuanto a la enseñanza de la lengua propia; a lo largo de la
historia se han planteado enfoques desde los cuales se ha buscado mejorar estos procesos
desde la práctica pedagógica. Cómo lo estudiamos en clase, podríamos mencionar tres
grandes enfoques: tradicional, formalista y comunicativo. Si bien el avance desde los
planteamientos tradicionalista pasando por el formalista hasta el comunicativo; han
presentado aportes en pro de mejorar la enseñanza y aprendizaje de la lengua propia pareciese
que el sistema educativo no brinda a los estudiantes las herramientas necesarias para
desarrollarse en esta área de manera íntegra. En este sentido ¿Quién tiene la responsabilidad
frente a esta problemática? ¿Solo es cuestión de la escuela?

Culpar a alguien o incluso culpar a todo el sistema educativo resulta un poco paradójico.
Podría decirse que “Formar lectores no es solo patrimonio de la escuela ni solo de los
maestros, sino que es de todos, de toda la comunidad y en ese sentido las familias tienen una
corresponsabilidad muy importante” (Cassany, 2022, 9:50). Ser conscientes que los niños
que ingresan a sus primeras etapas de formación ya vienen con un bagaje lingüístico y con
determinadas estructuras establecidas resulta fundamental al momento de querer abordar un
proceso de enseñanza-aprendizaje. La familia, el entorno, su grupo social más cercano forma
parte de esos primeros pasos que los niños dan en el lenguaje y que por supuesto presupone
un aspecto imprescindible en la continuidad de ese proceso.

Lo anterior denota que efectivamente la responsabilidad recae sobre la comunidad en


general, pero que la escuela al mismo tiempo juega un papel imprescindible en el desarrollo
del lenguaje. Y al hablar de la escuela es necesario plantear el rol del maestro, ya que es el
agente que acompaña y guía todo el proceso de aprendizaje. A pesar de esto, Cassany (1998)
menciona que: “Muchos maestros con años de experiencia a sus espaldas viven aún de lo que
aprendieron en las escuelas de magisterio, o siguen al pie de la letra los libros de texto que
han utilizado siempre, sin hacer demasiado caso de las novedades ni de los nuevos
planteamientos didácticos” pg.12. Y es algo muy común y con lo que probablemente muchos
de nosotros tuvimos que convivir durante nuestra época escolar.

Sin embargo por otro lado, los maestros también son víctimas de un sistema educativo que
a lo largo de la historia, a pesar de los avances en cuanto a metodologías, recursos y enfoques,
ha estado marcado por un corte tradicionalista que pareciese no abandonar del todo los
procesos que se llevan a cabo en las aulas. Y es que “venimos de una educación muy
tradicionalista; la educación es muy conservadora” (Cassany, 2022, 4:40) ¿Pero por qué nos
resulta tan difícil dejar atrás practicas pedagógicas que no responden a las necesidades
actuales de nuestros estudiantes?
Y es que no basta solo con enseñar las bases lingüísticas en la escuela, se requiere de unos
conocimientos pedagógicos que orienten de manera adecuada los procesos lingüísticos.
Teniendo en cuenta lo anterior, es necesario un enfoque que primeramente reconozca el valor
social del lenguaje y su importancia para la vida de un individuo y segundo que atienda a las
necesidades de los estudiantes. Al respecto Santiago (2005) menciona que el enfoque
comunicativo se basa en una concepción discursiva en la que la lengua se asume como
instrumento de comunicación que posibilita la interacción entre los miembros de una
comunidad y que a su vez representa el eje de la vida social. Posicionando a la lengua como
un elemento constructor de la realidad. Así mismo, es necesario un enfoque en el cual los
estudiantes sean el centro del proceso. Santiago (2005) destaca el enfoque comunicativo y su
incidencia en los procesos constructivistas de enseñanza-aprendizaje; en los cuales el sujeto
construye y reconstruye sus conocimientos a partir de la interacción con el medio.

Este enfoque va ligado a poner énfasis en conocimientos previos, en llevar a cabo un


aprendizaje significativo que le permita al niño hacer uso de lo que sabe en distintos contextos
y modalidades. Está en busca de que lo que los estudiantes aprendan les sirva para la vida,
tanto en lo personal, emocional y social. Así como también procura la adquisición epistémica
de la lengua, mediante la cual el individuo es capaz de pensar por sí mismo de manera crítica.
Lo cual a largo plazo va a representar una estrategia para defenderse y adaptarse a las
diferentes esferas de la vida. Por otro lado, reconocer la infinidad de herramientas y recursos
didácticos que la actualidad nos ofrece es muy importante. La tecnología, la literatura, los
medios de comunicación, los materiales auténticos y la transversalidad son una buena opción
al momento de plantear qué se quiere lograr en estos procesos lingüísticos.

A modo de conclusión, considero que lo más importante a tener cuenta al momento de


enseñar lengua propia es reconocer que la actualidad exige competencias comunicativas que
le permitan al estudiante integrarse en la sociedad. Así como también, ser conscientes que los
estudiantes y sus necesidades son lo primero, y que de acuerdo a sus contextos, intereses y
necesidades se deben plantear los objetivos en pro de un verdadero proceso de aprendizaje. Es
la labor del maestro ahondar en las diversas posibilidades que tenemos a nuestro alcancé y
hacer del aula un espacio de interacción y construcción del pensamiento que promueva
conocimientos útiles y significativos.
Referencias

Cassany, D., Luna. M., Sanz. G. (2008). Enseñar Lengua.

Santiago, A. (2005). Pedagogía de la Lengua. Praxis.

Tekman Education. (2022, 17 de febrero). Enseñar provocando: estrategias de escritura y

lectura crítica, con Daniel Cassany. [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?


v=cRQRV58xBGc

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