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CONTENIDO
3/ SENSACIONES
Amaya Michelena (España)
6/ LA BELLA DURMIENTE DEL
ÓMNIBUS
Maximiliano Sacristán (Argentina)
9/ DOS Y UNO
Andrea Pereira (Uruguay)
12/ CARNE
Jaime C. Torres (Colombia)
15/LA PASAJERA
DESCONOCIDA
José Álvarez (Estados Unidos)
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“L
a soledad elegida es un blanco, consulto en el móvil la
paraíso”, dicen mis aplicación de Imizwa en esta ciudad.
amigas casadas, Ahí está el código y el número. Pulso
cargadas de hijos, con aspecto la tecla verde. Doy la dirección y
cansado. Sí, puede ser un paraíso, cuelgo. Siempre es la misma rutina.
cuando me dedico mimos a mí misma, Me visto y bajo al lobby. La
cuando me compro ropa o paso unos limusina no tarda en llegar. Me
días en mi resort favorito de Saint acomodo, descorcho la botella y me
Barth. Pero mi trabajo me obliga a sirvo una copa. Tras los cristales
pasar muchas noches lejos de casa, tintados, la ciudad se ve hermosa.
en hoteles tan parecidos unos a otros Quince minutos después el vehículo
que nunca sé muy bien en qué ciudad se detiene ante la verja exterior de una
estoy. Por los ventanales de la suite, mansión rodeada por un imponente
siempre una vista parecida: jardín. El camino está bordeado de
rascacielos iluminados, un reguero de grandes árboles e iluminado por
coches, las personas como antorchas. La casa, de estilo
hormiguitas regresando a casa, el
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neoclásico, se eleva sobre una colina y arrebata el bolso. Me dejo llevar. Son
queda lo bastante alejada de la calle las reglas del juego. Dos metros más
como para pasar desapercibida. adelante, otras manos me quitan los
Abandono el coche y un lacayo zapatos de tacón y siento un enorme
enmascarado me invita a pasar. alivio al caminar descalza tras tantas
horas subida sobre los stilettos.
La americana salta por los aires
cuando otros dedos me la quitan.
Empiezo a sentir calor. La
temperatura se eleva. El perfume es
un poco mareante, intenso, afrutado.
La música cada vez más fuerte. “¡Oh!”
No puedo evitar una exclamación de
sorpresa cuando mi blusa desaparece
y me detengo un instante, acosada
por varios pares de manos anónimas
que terminan de desnudarme por
completo. El sujetador, la tanga, la
En el hall se escucha una cadenita que colgaba de mi cuello, los
melodía que podría ser árabe. Muy
pendientes, una horquilla que
sensual. Alrededor de la estancia sólo sujetaba mi peinado.
se ven ocho paredes negras. Un
octógono débilmente iluminado donde
se respira un aroma dulzón y
especiado. En cada una de las
paredes hay una puerta. Todos los
pomos son diferentes y tienen una
leyenda. Las recorro despacio,
disfrutando del momento de
expectación. Un cosquilleo de
emoción me eriza la piel. “Nos
perdemos en el desierto” reza la que
está a mi derecha; “Las mil y una
noches” es la segunda; “Dulces licores Como un coche recién cepillado
y manjares”, “Una noche desafiante”; en el lavadero automático, esas
“La jaima del placer”; “Atrévete a lo manos cálidas en las que me veo
prohibido”; “Nunca podrás obligada a depositar toda mi
olvidarlo”… La octava es la puerta de confianza, me dejan tal como llegué al
salida, por la que acabo de llegar. mundo.
Todo me resulta tentador, pero elijo la Mi piel, mis uñas y mi pelo son
cuarta, la que tengo enfrente. El pomo mis únicos vestidos. Ahora me siento
tiene forma de manzana. ¿La fruta libre. Y pura. Como criatura de la
prohibida? Lo giro con cautela y abro. naturaleza. Ya no falta nada,
Sólo hay oscuridad. Unas diminutas centímetros, para alcanzar la
luces led señalan el camino en el siguiente puerta. Al otro lado está la
suelo. Desde el fondo del pasillo me música, noto la vibración. Se abre
llega el eco de la música de una fiesta.
Intento relajar los hombros,
prepararme mentalmente. De pronto
una mano surge de la pared y me
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C
uando él subió, ella ya de cerrar los ojos. ¿Pensabas darme
había ocupado el asiento las buenas noches, pero te
vecino. Se fijó en su boleto arrepentiste a tiempo? Te comprendo:
y le hizo notar que debían enrocar a pesar de la cercanía seguimos
ubicaciones. Ella, desde abajo, le siendo dos perfectos extraños. Te
regaló una sonrisa tristona. Con un imité en el gesto para que quedáramos
hábil movimiento de caderas se pasó a paralelos en nuestra horizontalidad
la poltrona de al lado y se quedó común. Pero pasaron las horas y de a
mirando por la ventanilla la vida de la poco tu sonambulismo te fue
estación terminal. Mientras él se acercando a mí. Cruzaste la frontera
demoraba acomodando su bolso en el de mi apoyabrazos y te instalaste
compartimiento superior pudo aquí, en mi costado. ¿Debí haberte
observarla sin disimulo. Imaginó que despertado? “Señorita, por favor,
ese pelo azabache y largo hasta su sepárese un poco que me incomoda.
cintura olería a humus fresco. En sus ¿No nota un rigor vitae que viene
ojos verdes y ovales había un no sé subiendo?”. De ninguna manera: soy
qué de felina. un ciudadano bien educado que
El ritmo del motor ahora es gracias al control mental puede, como
monótono, un zumbido que los arrulla cualquier varón respetable, asfixiar la
para compensar la extrañeza de urgencia feliz de allá abajo.
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M
i vida con Mónica era
buena. Nos conocimos
en la secundaria, yo era
el mejor en deportes, ella la más
popular. Nos casamos a los
diecinueve, nacieron los mellizos y
éramos algo así como felices.
Facundo se fue a vivir con la
novia a los veinte, y Lucas que
siempre hace lo que haga su hermano
se mudó, solo, pero también se fue de
casa. El día que los mellizos hicieron
Dos y uno su nido Mónica me puso su anillo
sobre la mano y me dijo que era hora
por Andrea Pereira
de un cambio, estaba en la mitad de
su vida, y todo lo que había sido era
ser madre.
Le pedí una oportunidad, al
principio ella estaba decidida, pero
insistí tanto que aceptó intentarlo. Me
explicó que necesitaba conocer el
mundo, tener experiencias, quizá
estudiar, entonces se me ocurrió que
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Carne
carnicería. Jugar con cuchillos es
cosa de hombres, decía. De no haber
por Jaime Hernán Cortés Torres sido por su machismo y mi falta de
atributos, nunca hubiera conocido a
Remo.
R
emo no sabía cuántas Enamorarme de él fue fácil, era
amantes tenía. Para él, el hombre por el que una mujer deja a
las mujeres eran un su esposo, su trabajo y sus principios.
pasatiempo; era yo quien le llevaba la Una sabía que el tipo era de los que no
cuenta. Acostumbraba asignar las se enamoraba, pero al tenerlo cerca,
citas con nombres claves para facilitar una termina por ceder a sus encantos.
el cálculo, lo hacía dejándome llevar La marcada diferencia entre el
por el parecido que las pacientes dedo índice y anular, pronosticaba lo
tenían con alguna estrella del cine que escondía en la entrepierna. Una
porno que veía mi padre. La profesora se entregaba, aunque supiera que era
de los jueves era Ginger Lynn; la una res que iba directo al matadero.
esposa del dueño de la constructora En el fondo, los seres humanos no
era Marilyn Chambers; y la somos más que carne buscando algo
instructora de yoga no podía ser otra de placer. Todos los días salimos del
que Janine Lindemulder. No era difícil frigorífico con la esperanza de acabar
encontrar un nombre en ese catálogo servidos en la mesa de un buen
de mujeres con las que los hombres se prospecto. No es que le reproche su
había masturbado alguna vez. promiscuidad, reconozco que mi
Una asistente sabe más cosas única frustración es no haber estado
del jefe que la esposa, pero sabe aún en su lista.
más cuando es fea, porque hace parte Ver trabajar a Remo con las
del mobiliario… y las paredes lo herramientas dentales me traía
escuchan todo. La señora me eligió, recuerdos de la niñez. Verlo usar la
hoja de bisturí sobre las encías de
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alguna de sus amantes, era como ver carne, pero nunca puesta en la
a mi padre con su victorinox de 8 parrilla.
pulgadas desprendiendo un buen Sólo la esposa engañada me
trozo de carne del lomo de una res. hacía sentir algo de consuelo. Lo odié
Remo era un hombre sin escrúpulos, por eso, nada más duro que estar
pasaba con total naturalidad del enamorada de alguien que no puede
taladro dental y la sangre del verte.
escupidero, a la práctica de la “unión Las mujeres somos una
del perro” del Kama Sutra, con la máquina de acumular resentimientos,
paciente de turno. Al principio, todo no olvidamos nada, siempre estamos
eso me despertaba una fascinación trabajando en la construcción de una
infantil, como cuando una descubre torre de malos recuerdos. Sólo una
que ha sido el fruto de un momento de mujer enamorada puede pasar del
placer, que todo se trata de sexo y no amor al odio con una cadena completa
de amor. Sentir los gemidos detrás del de evidencias. Después de que la
drywall, imaginar las posturas, la esposa se enteró de la infidelidad, se
mezcla del olor del desinfectante y el puso como loca. Yo le conté lo de
semen de Remo, verlo salir con el Remo porque también me sentía
miembro todavía duro marcado en el engañada y quería joderlo. No me
pantalón, me hacía sentir como la imaginé que a la señora no le bastaría
espectadora de una película porno. Al el divorcio ni dejarlo en la calle. Ella
principio, era un juego solitario en el era médica y conocía de drogas.
que salía mojada al terminar la Pónganse a pensar, yo que iba a saber
jornada. Espiaba esos encuentros sin de benzodiacepinas o cosas de esas
saber que con cada amante me hacía para doblegar a un hombre. Ella llegó
daño. Después de un tiempo, cada al consultorio con una botella de vino,
mujer, el olor de cada flujo vaginal que como si fueran a celebrar algo y se
tuve que remover con proclinic, me dejó manosear por Remo, como una
hacía sentir humillada. Ahí estaba yo, de esas cualquiera que iban a
siempre esperando, viendo pasar la consulta. La escuché ordenarle que
no se viniera, amenazó con pegarle,
decía que ella se merecía
más que un polvo a la
carrera. No podía saberse
si hacían el amor o
peleaban. Al final, ella lo
maldijo varias veces
porque se había venido
muy rápido y se quedaron
callados. Unos diez
minutos después, entré al
consultorio porque sabía
que la cosa no andaba
bien y lo encontré
amarrado a la silla. Remo
estaba desnudo, como si
estuviera listo para una
sesión de bondage.
Todavía tenía el miembro
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erecto, pero ella ya se había puesto la trapo en la boca para que se callara,
ropa. La señora estaba paralizada, lo que iba a saber ella que tenía
tenía ahí derrotado, pero no sabía qué desinfectante y que empeoraría las
hacer con él. ¿Cuántas?, me preguntó cosas.
con rabia, pero fue la cantidad lo que Eso fue lo que pasó señor
realmente la enfureció. Yo no le agente, lo de descuartizarlo fue para
insinué nada, ella fue la que preguntó poder meterlo en el frigorífico donde lo
si era capaz de quitarle las bolas; y yo encontraron. No fue sevicia como
sabía, porque mi papá me había ustedes dicen, él ya estaba muerto.
enseñado a capar marranos. Le digo Fue fácil, ya le dije que tengo cierta
que ella ni siquiera lo dudó. Me pasó habilidad con los cuchillos y para
el bisturí y se lo hice como a un entonces Remo no era más que carne■
animal de engorde.
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E
Una vez completadas las
staba tenso. De vez en
instrucciones de un par de azafatas,
cuando se levantaba a
ambos se acomodaron para intentar
caminar por la sala del
descansar. No demoraron en
aeropuerto donde esperaba la salida
comenzar a escuchar, todavía lejanos,
del vuelo que lo llevaría a celebrar con
los murmullos de las personas y las
su esposa su primer aniversario. De
azafatas mezclados con el sonido de
pronto, se escuchó el primer aviso.
líquidos y hielos y cartuchitos de
Feliz y más relajado, entregó su pase
cacahuates. Al llegar junto a ellos, la
de abordar en la entrada del pasillo
joven pidió una copa de vino blanco, y
correspondiente.
él la acompañó con una de tinto,
El trayecto le resultó en extremo
pagando por ambas. Eso provocó la
difícil. Su asiento estaba en la última
demorada presentación: “Muchas
hilera, la que descansa en las paredes
gracias por su amabilidad. Mi nombre
de los sanitarios. Los tres asientos a
es Diana”. La respuesta no se hizo
su derecha y los dos a su izquierda
esperar: “Encantado, Diana; el mío es
estaban aún desocupados. Le habían
Lucas”. Ella le lanzó una sonrisa
asignado el de la izquierda que daba
sensual que aumentó el grado de
al pasillo y en él se acomodó después
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Lunario
rizos caen sobre tus torneados
hombros y susurro a tu oído lo
por Marco Luis Patiño indecible. Juveniles cuerpos cuyas
sombras son las que se palpan, las
que se muerden, las que se tragan y
I.- Luna llena se empalman, a sabiendas que allá
D
anza noctámbula entre afuera ha llegado la mañana. Una,
dos en inesperado dos, tres y más, aunque nunca
encuentro. De suficientes, las citas se suceden, para
improvisado montaje. Coreografía entonces prolongar el adiós que
instantánea, que no respeta principio nunca pude darte...quizá porque otra
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E
l hidráulico sonido de las lo grande que eran sus miembros a
puertas plegándose una diferencia de los de los demás. Con los
contra otra fue la señal dedos ásperos sacó el celular del
que les permitió subir al colectivo. bolsillo y abrió el reproductor. La
Rafael con un movimiento veloz apoyó música comenzó a sonar al tiempo
su tarjeta plástica sobre el lector y que el colectivo volvía a cargar
pagó el boleto. Repetía la transacción pasajeros. La escena subía el ritmo a
a diario, dos veces al día. De forma la par que Rafael conseguía asiento,
natural había calculado la altura y exactamente en el medio de los cinco
distancia a la cual se ubicaba la asientos del fondo del transporte. Le
máquina y el tiempo que demoraba en disgustaba esa ubicación, pero aún
cobrar el pasaje. Caminó a través del más le disgustaba viajar parado.
pasillo angosto y fue directo hacia el El nuevo pasajero caminó con
fondo. Ya no conseguía asiento puesto decisión pisando firme el colectivo y se
que, llegaban todos ocupados, pero paró frente a Rafael. Los auriculares
sabía que encontraría mayor reposaban sobre la cabeza,
comodidad estando parando al fondo sujetándose con fuerza a sus oídos y
que adelante. abrazando el rubio cráneo del
Abrió el cierre de su mochila, muchacho con las almohadillas
desató los auriculares y los conectó al negras. Movía sus labios con rapidez
celular, mientras dejaba caer la sin emitir sonido, imitando la letra de
mochila entre sus pies. La voz del la canción que escuchaba. Rafael no
periodista comenzó a sonar en sus le quitó la vista ni un segundo. Lo
oídos, como si una voz dentro de la observaba concentrado, con los ojos
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abiertos. Su corazón iba aún más era la ubicación exacta donde podía
rápido que la canción que reproducía dejar flotar su imaginación. Lejos
su celular. Si el joven rubio volteaba habían quedado los pensamientos de
su cabeza Rafael la agachaba al futbolistas famosos, de sus
instante con vergüenza. Temía que, compañeros derrochando
por algún motivo inexplicable y sin masculinidad toxica y violenta, ya no
sentido el muchacho desconocido recordaba con exactitud cuáles eran
pudiera leerle la mente y saber lo que las quejas que el patrón blandió a los
pensaba en ese momento. Temía que gritos hoy por la tarde. Rafael y el
pudiera ver las imágenes mentales de joven habían despegado ya lejos de la
Rafael besando su cuello delgado, tierra montados en un proyectil de
tomándolo por los brazos en un placer y goce, directo hacía un plano,
abrazo inquebrantable y, acariciando donde sólo ellos podían acceder
con deseo su entrepierna, comenzar a mediante el roce de las carnes
desnudarlo lentamente. humanas, tan apabulladas y
Rafael se sentía con suerte de su violentadas por el día a día y los
ubicación. Podía observar humanos con temor que se mueven
completamente al muchacho. Tenía con odio. La cabeza no paraba de
un plano detallado de sus blancas recrear escenarios perfectos donde
zapatillas nike, el ajustado pantalón reinan nada más que el regocijo del
negro y el ancho buzo gris con sexo sin ataduras ni dolores. Frenó de
capucha. El observante se tomó su golpe. El colectivo abrió sus puertas
tiempo en la mochila que colgaba de traseras y con una relajada actitud el
su espalda: Verde con llaveros desconocido pasajero descendió por
enganchados. Una frase en inglés los macizos escalones del colectivo.
estampada en el centro superior que Rafael exhaló con fuerzas por la nariz,
Rafael desconocía el significado. volvió a sacar su celular del pantalón
Subió un poco más la mirada y su y cambió la música, necesitaba
enfoque pasó a ser el rostro: El cabello escuchar algo más relajado para
rubio y largo arriba en conjunto con realizar el final del viaje. Las personas
un rapado negro y prolijo a los lados. a sus lados ya habían bajado, decidió
Las cejas eran pobladas pero moverse junto a la ventanilla. Apoyó
detalladas, colgadas sobre unos la cabeza con relajación, cerró los ojos
serenos ojos claros. y volvió a sumergirse en sus
El obrero siguió bajando su pensamientos, privados y
mirada por el rostro del pasajero de encantadores■
pie. Una nariz algo puntiaguda en el
centro del rostro sostenía un pequeño Pablo "Paul" Medina (Buenos
aro de metal plateado entre ambos Aires, Argentina 1995) Aficionado por
orificios nasales. Un poco de vello la escritura desde temprana edad,
facial rodeaba su boca roja, de ganó el concurso de cuentos de la
tamaño mediano y un poco más universidad de Hurlingham con el
ancha de lo normal. Rafael no tendría cuento "Falla de mecanismos". Se
estos detalles desde los asientos de a formó en el área de guion para
dos personas, no los imaginaría historietas e incursionó en guion para
siquiera en los asientos de adelante y audiovisuales en el cortometraje
se privaría de ellos desde cualquiera "Apofenia".
de los asientos a los costados del https://www.instagram.com/_lengua
suyo. El asiento del medio del fondo debrujo/
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Topless
frescos. Más allá, una señora mayor
extiende una lona y se sienta sobre
por Sonia Concari ella; sus senos marrones, como todo
su cuerpo, se apoyan sobre el vientre
ancho mientras ojea una revista.
E
l sol la abraza, incluso Ella se descubre atraída por esa
bajo su panamá. En anatomía que comparte. Se relaja y se
contacto con su pelo, la tiende sobre la toalla después de
paja toquilla se tiñe de rojo en una sacarse el corpiño del bikini■
circunferencia nítida. De vez en
cuando, la brisa que llega desde el Sonia Concari (Río Cuarto,
Mediterráneo alivia el bochorno y le Argentina, 1952). Doctora en Física,
hace disfrutar en plenitud de esa se ha formado como educadora en la
playa ancha, moteada de sombrillas, universidad pública y como escritora
esteras y cuerpos. en talleres de Rosario, donde reside.
Algunos de esos cuerpos Ha colaborado en revistas de México,
persiguen el bronceado ideal, otros, se Estados Unidos y Argentina. Ha sido
enfrascan en lecturas que lo cotidiano finalista y recibido diversas
relegó al verano; y unos pocos, menciones por su trabajo en
entrelazados en parejas amorosas, certámenes literarios y sus obras han
yacen sobre la arena. Muchos sólo sido publicadas en varias antologías.
están, se dejan estar. El resto, se https://www.facebook.com/son
entretiene en juegos de pelota. ia.concari.5
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L
e llegó la pubertad, esa flor
incolora, que cosquillea sin
saber por qué; la flor que
perfuma de noche y día en perfecta
armonía y que descontinúa los afanes
de jugar con lodo fabricando pasteles
incomibles; de jugar a vestir a las
muñecas, de jugar saltando la reata y
gritando cantatas con rimas
monótonas. Le llegó la pubertad sin
que nadie le avisara que llegaría, fue
como una visita desconcertante que la
pintó de rojo cuando la luna nueva se
escondió. Miró su ropa, el rojo ya
estaba ahí cuando ella lo notó y se dio
a la tarea de asombrarse, de llorar y
de no saber qué hacer. Su llanto fue
silencioso porque la apenaba el vivir;
la flor aquí?
—Mamá, estoy muy enferma –
por Hugolina G. Finck y dijo Gisela abriendo la puerta y
Pastrana mostrando sus ropas.
—Aaahhh, vamos… bueno, esa
no es una enfermedad, lo que sucede
es que ya te convertiste en señorita y
ahora lo primero que debes hacer es
lavar lo que manchaste porque es eso
lo que hacemos las verdaderas
mujeres, lavar y más lavar, te traeré el
jabón adecuado y también ropa
limpia; además te enseñaré a usar las
toallas sanitarias.
Fue todo, ni un abrazo, ninguna
felicitación, sólo la noticia escueta de
que ahora, ya no era una personita
perteneciente a la niñez. Después de
dar sus instrucciones, la mamá
añadió:
—Eso te pasará cada mes.
Deberás llevar un calendario, anotar
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tus días y enseñármelo para controlar madrugada soñó con un gusanito que
tu salud. horadaba una manzana y despertó
—Acabas de decir que estoy titiritando de miedo; manzana y
sana. gusanito eran una pesadilla tan
—Sí, pero si esto no acurre cada espantosa, que toda la mañana la
veintiocho días es que no estás sana y hicieron sufrir.
deberé llevarte con el doctor. A partir de entonces se refugiaba
Sin más, la madre se marchó en la plática de Victoria y esta
dejando a Gisela desconcertada, adolescente, se dejaba admirar.
llorosa y lavando manchas de sangre Un año después Gisela conoció a
que casi eran imposible de Susett en la secundaria… Susset, la
desaparecer. reina de la belleza, la coronada como
la mejor declamadora y oradora de
todo el colegio.
Susset miraba a Gisela con tanta
ternura que Gisela no podía menos
que dejarse mirar; era una mirada que
recorría el cuerpo de Gisela
deteniéndose en los prominentes
senos, casi puntiagudos, de los cuales
Gisela estaba orgullosa, ella bien
sabía que eran un símbolo femenino y
que ella poseía el mejor par de todas
las jovencitas del colegio, de la
colonia… quizás ella tenía el torso
más exquisito y elegante que
cualquiera a quién se le comparara.
Una tarde, cuando ya el colegio
Fue por eso, quizás, o quizá por estaba casi vacío, Susset se allegó a
todo lo demás, que Gisela se refugió Gisela y le dijo:
en la plática con su amiga Victoria, —¿Quieres pasear conmigo por
dos años mayor que ella; la señorita allá en el parque de enfrente?
más versada en esas cuestiones —Sí, claro que sí, hace mucho
femeninas. Después de darle muchos que quiero platicar contigo. –Dijo
nombres técnicos como vagina, Gisela sintiendo que era dichosa.
trompas de falopio, ovocitos y demás Llegaron al parque y lo que
enredos, Victoria le aclaró que nunca, menos hicieron fue platicar; subieron
jamás se dejara tocar, porque podría al kiosco que en esas horas
embarazarse, o sea, encargar un niño, vespertinas no tenía personas y
un molesto y cagón personaje que comenzaron a acariciarse con la
arruinaría su vida, toda su vida sería mirada; pronto se abrazaron y
destruida a partir de los tocamientos, pasando sus manos la una por el
como le había sucedido a Alicia la que cuerpo de la otra, sintieron por vez
vivía por allá y a Teresa, esa que ya no primera la emoción de las hormonas
asiste a la escuela porque se dejó alebrestadas, esas que obnubilan los
tocar por el primo de su amiga Rosa.
Gisela cada vez se asustaba más,
mucho más, ahora su vida estaba
llena de pánicos y cuando llegó la
noche casi no pudo dormir; en la
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Ámame como
habitación, intima, sensual, risueña y
extrovertida como siempre, me
atormenta cada minuto desde hace
te amo mucho tiempo.
Jamás le insinué que me gusta,
por Mario Meriano ella tampoco tuvo un gesto hacia mí
que me indujera a pensar que siente
S
algo más allá de esta eterna y
abía lo que quería, me extraordinaria amistad que nos une
destruía la idea de pensar desde hace tantos años.
que era un historia He salido con algunos chicos,
imposible, somos amigas desde la ella también, ambas tuvimos nuestras
infancia, hicimos la primaria, la pequeñas historias adolescentes en
secundaria, ahora se acerca el su momento, pero ya con dieciocho
momento en el que cada una de años cumplidos sé que la situación es
nosotras debe acudir a la universidad cada vez más compleja, por suerte hay
y me atormenta la certeza de que en el mundo un masivo movimiento
pueda irse lejos, puede ser Buenos que apoyaría mi decisión, más allá del
Aires, serían trescientos kilómetros, posible trauma que cause en ambas
no es muy lejos, lo sé, pero no verla familias nuestra relación.
todos los días me derretiría el alma Pero, ¿de qué estoy hablando?
poco a poco. Saber que puede mirar a ¿Es tal el amor que siento por ella que
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somos amigas, las mejores, desde además es su mejor amiga desde hace
hace muchos años, pero son tantos, muchos años. Le rozaría la pierna
que arruinaría mi vida si doy un paso suavemente con mis dedos y dejaría
en falso haciéndole saber que la amo que mi lengua húmeda tocara el
más allá de nuestra relación de pequeño lóbulo de su oreja, para que
amistad. Quizás ella me quiera como crea que fue sin intención, entonces
amiga, nunca tuvo ninguna historia quizás se estremezca y su piel
con una chica, lo sé. ¿Qué me hace comience a brotarse con puntitos de
pensar en la posibilidad de que no se escalofrío; eso confirmaría en mí que
escandalice ante una situación siente algo ante esa cercanía sensual
diferente a la actual? Por otro lado, y atrevida, quizás lo intente esta
ella sabe que yo jamás estuve con una tarde, arriesgo muchos años de
chica, aunque muchas veces hemos amistad, lo sé, pero no dejaré que este
hablado del tema y le he dicho que yo tormento consuma mi vida. La amo
lo haría, para saber que se siente y como no amé a nadie desde que tengo
ella se sonroja y me da golpecitos en razón y ahora estamos por
el hombro con cierta timidez ante tan separarnos, no me permitiría pasar
absurda situación. ¿Debería pensar un instante de mi vida sin sus manos
entonces que besarla repentinamente y su risa a mi lado, esta tarde cuando
sería una mala idea? Teniéndola estemos en mi habitación, como todas
frente a mí, me acercaría, le las tardes, lo intentaré.
susurraría al oído mi deseo por su
cuerpo esbelto y firme, por sus pechos *******
jóvenes, vírgenes y sus pezones Estamos solas, mis padres
endurecidos debido al temor de duermen, hablamos de temas
sentirse amada por una mujer, que banales, como la mayoría de las veces,
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es verano y hace calor. Hoy vino a de pasión. Ella deja caer su cabeza
verme con su vestido corto que me hasta posarla en mí, sus labios se
vuelve loca de pasión, derrite mis juntan lentamente y diviso que se está
entrañas y doblega mis ganas de su mordiendo el labio inferior; ante su
piel, quizás no se dé cuenta lo que gesto, aparto mi lengua de su lóbulo
provoca en mí al vestir tan sensual, mojado por mi boca y su reacción
aunque pensándolo bien, muchas nos remueve los cimientos de mi vida,
vestimos así en verano, pero ella es siento que todo se desvanece ante mí,
diferente, por ella siento que se tiemblo y sufro, no sé cuánto tiempo
estremecen mis piernas, mi corazón pasa hasta que se gira y sin mediar
late a un ritmo desesperado cuando la palabra, me besa suave. Tierna, como
veo. El vestido deja a la vista parte de su esencia lo indica, su lengua entra
sus hermosos senos, redondos, lenta en mi boca y recorre cada parte
tiernos, suaves; sus pezones están de mí, llega a lo más profundo de mi
erectos porque acaba de entrar del ser, se separa y me dice que siempre
calor agobiante del exterior al fresco me amó, en silencio, con temor y
que el aire acondicionado imprime en dolor, entonces las dos derramamos
la habitación. Entonces me turbo lágrimas de alegría y suavemente
imaginado en mis labios esos pechos posamos nuestras manos en nuestras
carnosos y jóvenes, hermosos y temerosas y temblorosas piernas y
calientes; se cruza de piernas ante mí lentamente exploramos nuestros
y siento que su piel se eriza por la deseos genuinos y gemimos. Suave,
frescura del ambiente, estoy a punto noto que tampoco lleva ropa interior,
de explotar de amor y deseo, ¿cómo me dice que cuando está conmigo
aguanto estas ganas irrefrenables de nunca la usa, que esperaba este
besarla hasta el cansancio? ¿Cómo momento desde hace mucho tiempo y
reprimo este deseo húmedo, que mi nos entregamos al placer de sabernos
cuerpo adquiere cada vez que la tengo amadas mutuamente, húmedas,
cerca? temblorosas, ardientes, deseosas una
He decidido no ponerme ropa de la otra, comenzamos a vivir al fin,
interior. Entonces le digo que le quiero el amor de nuestras vidas■
contar un secreto; en ese instante ella
sonríe con sus hermosos labios y me Mario Alberto Meriano: Facebook:
envuelve en una pasión difícil de Mario Meriano — Instagram:
contener, deja su lengua entre sus Merianomario
labios solícita de besos, imagino su
lengua en mis partes más íntimas y no
soporto la inquietud, me remuevo y
me acerco, lenta, respiro suave en su
oído y le susurro que su vestido le
queda de maravillas, que deseo su
cuerpo, que desde hace muchos años
la celo de cualquier persona que se
acerca, lo hago en silencio, sufriendo
la situación; le susurro que la amo
más que a nada ni a nadie en el
mundo, y quisiera sentir su piel en la
mía, que su sensualidad me
atormenta y su sexualidad me derrite
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El padrastro
Bailamos, nos divertimos, sabedores
que él estaba, en esa otra dimensión,
a nuestro lado. Únicamente, al lanzar
“medio” gay las cenizas al océano, al quedar
desierta la urna funeraria, volando
por Luis Ezquerra Escudero sus recuerdos, lloré de querencia.
Y mi madre no ha dejado de ser
la que era. Vitalista, de “carpe diem”.
E
n el comedor, decorado La quiero, pero es latosa. No me
con cuadros loando los reclama que haga de báculo en que
desnudos, me encuentro apoyarse. No es de apoyaturas, se las
atado a mi móvil, un iPod 4, arregla por su cuenta. Y, sin embargo,
intercambiando con los amigotes esas me agobia con sus necesidades
realidades de mujeres desnudas, maternales. Acude, entra, me mira,
pícaras y reclamando placer; y mi me repasa, duda, tose con los nervios
novia en un wasap privado, en la cara. Y se sincera, lo suelta, me
preguntando qué hago. Mi madre, hace participe: ¡TIENE NOVIO!
irrumpe, con esos tics de decirme una Su voz, poco convincente,
noticia importante. titubea. ¿Qué problema hay? Me
alegró por ella. ¿Qué esperaba…?
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apremio, ¿ahora sales del armario? —Menos mal, era una chica.
Tras la muerte de papá. ¿Y estos Perdí dos kilos hasta que me la
años? ¿Cómo no me di cuenta? presentaste. Su voz, un poco de
—Bueno, cariño. Tu padre era machote ¿no?
muy hablador. Y muy fantasioso, no
veas... No puedo, me supera. ¿De qué
¿Qué…? ¿Qué está largando mi va? Se lía con un hombre medio gay.
madre? Se habrá fumado un porro. Defiende las fantasías sexuales de
Que mi padre…, ¿está diciendo lo que estos, y ahora… Mi novia es de voz
creo? Soy consciente, era cariñoso y ronca, no es muy comunicativa, yo la
cercano. Conectaba conmigo suplo, nos complementamos a la
fácilmente. Amigo y padre, es difícil. perfección. Carnal, directa y repleta
¡Mierda…! Es lo que creo… de ganas, yo aporto el romanticismo y
¡Oh, Dios! ¡Que me devuelvan a la imaginación. Nos compenetramos
mi madre! Alguien que me la devuelva. adecuadamente. Y mi madre, me
¡Por favor! fastidia, ¿qué se piensa?
Me ha salido rana, una conversa, —Mamá, su voz es ronca. ¿Qué
una progre de las nuevas comunas pretendes decir…?
urbanas. Me dice que “hay que correr —¿Qué puedo decir, cariño? Tu
con los tiempos”. Se me escapa por la padre era un gran hombre, y un gran
boca: amante, y estoy segura que, de tal
—¿Es un consejo, mamá? Si mi palo, tal astilla. Pero…, ¡menos mal
padre era medio gay, ¿tú qué eras?, que era una chica!■
¿qué eres?, medio lesbiana, bollera,
devoradora de hombres. Joder, ¿estás Luis Ezquerra Escudero
grabando algún programa de estos (Barcelona, España, 1960) Jurista de
chorras? profesión. Autor de libros y artículos
No se conforma, pasa al ataque. jurídicos, cofundador con otro
—No seas tan duro, que yo también he compañero de las Jornadas
tenido mis dudas contigo. CultuUGT, ámbito de Catalunya,
¿A qué viene esto? Me trae a dedicado a poetas y escritores. Autor
colación cuando estuvo en Génova. del poemario erótico: Íntimos y
Llamó a casa y le contestó una voz Tocamientos. Editorial Letrame.
ronca. Deja caer. “Uf, cariño, nunca www.facebook.com/LeedeCaspe
he hiperventilado tanto, me ahogaba.
Mi hijo acostado con un chico. ¡No,
por favor…!” Me disparo, visceral:
—¡Era una chica, mamá! ¿Y
cómo sabes que nos acostamos?
Pregunta tonta, el teléfono de la
habitación de matrimonio tiene un
sonido raro, y se trata de mi madre.
Su sexto sentido maternal no ha
decaído por tunearse con estas
nuevas corrientes. ¿Qué podíamos
estar haciendo, mi novia y yo, en la
habitación de matrimonio? Prosigue,
implacable:
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C
uando entré, la oficina no trabajo convertidos en sumisos. Él se
era la oficina. Cómo había ganado con esfuerzo y tesón el
explicarlo, sabía que era puesto de favorito. Un complemento
la oficina porque podía ver en perfecto.
panorámico las luces de Akita. Sin Me encontré con la mirada
embargo, el equipo de música transparente y arrolladora de Feli,
encendido sonando, más las imágenes siempre cautivadora y voraz.
Conectamos desde el primer momento
que nos vimos aquella mañana en
la que la entrevisté para el puesto
de asistente administrativa.
Ahora, meses después, en este
lugar idílico continuábamos
mirándonos con la misma
intensidad.
Desnúdate, le grité con
autoridad y desasosiego.
Ella lo hizo despacio, con la
intención de provocar placer al
destapar con sutileza cada parte
de su hermoso cuerpo voluptuoso.
Cuando ya no quedaba ropa,
disfruté con alevosía cada parte de
su piel. Sentí degollante la
presencia de Carlos, su novio,
aproveché para chillarle:
—Desnúdate y ponte de
rodillas frente a Feli. Quiero que
lamas con decisión y pasión cada
uno de los dedos de sus pies, sube
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—“No
me frente al mostrador, un morocho
esperen divino esperaba ser atendido. Su
para cuerpo atlético le daba una forma
cenar. No sé a que hora vuelvo”, me perfecta a su remera blanca.
despedí de mi esposo y de mis dos Sus jeans realzaban una cola
pequeñas hijas. para comérsela toda. Era un
—“Buenas noches, doctora. bombonazo, y yo tenía antojo de
¿Otra vez tiene que trabajar de comer chocolate.
noche?” -saludó el baboso del quinto Sentí que algo instintivo se
piso-. Podía sentir su lujuria despertaba en mí, era fuego que hacia
impregnarse en mi cuerpo como un brasas de mis preceptos morales.
perfume hediondo y barato. ¡Qué tipo Esta vez, el piso se me movió,
más repugnante! como si estuviera en ese juego “Rock
—“Si, el deber me llama. Saludos and Samba”, creo que así se llama, no
a su esposa” -dije parca, no quería sé, hace mucho tiempo que no voy al
darle conversación. parque de diversiones.
Subí a mi blanco corcel, un Bmw Parecía una adolescente
330i y salí al galope del garaje. excitada en su primera cita. No podía
distinguir el cable rojo del cable negro
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para desactivar aquel explosivo. ¿Esto vital, poderosa. Era una leona en
provocará daltonismo, también? me plena cacería.
pregunté. El gruñido del portón oxidado se
Busqué esconderme en el perdió en la muda oscuridad de la
celular, envié mensajes, incluso a noche, ni siquiera los perros del barrio
contactos poco frecuentes, pero al se molestaron en contestarle. Los
levantar mi mirada caí en sus abismos restos del viejo frigorífico de la familia
negros. Estaba perdida. olían a húmeda dejadez, propia de un
Él me guiñó un ojo y me tiró un nicho cuyo nombre se ha olvidado en
beso, la partida de truco había el tiempo.
comenzado. Una lámpara, única habitante de
Respondí con una caída de ojos paredes descascaradas por la
y una sonrisa; sin embargo, ninguno desolación, mostraba el camino a las
se movía de su lugar. Yo no iría hasta oficinas, cuyo estado de conservación
él, aunque me moría de ganas. El muy era una barricada contra el avance de
tonto, parecía conformarse con ese las hordas decadentes del deterioro.
jugueteo infantil de caritas y miradas. El sofá del despacho principal
Entonces, jugué mi última carta. nos esperaba con los brazos abiertos,
Pagué la cuenta y al retirarme lo invité viejo confidente de secretos
a seguir mi sensual bamboleo de inconfesables, tan negros como su
caderas; eso provocó una crisis piel.
edípica al cuidacoches, que pedía a
gritos por su mamita querida.
Mis pasos resonaban fuertes por
la acera, rebotaban en cada puerta y
ventana de la cuadra, hasta que una
voz joven los detuvo:
—Hola… ¿No tienes miedo de
caminar sola a esta hora?
—Bueno, ahora no.
—¿Quieres que te alcance a
algún lado? Prometo portarme bien.
—¿Sólo bien?
Reímos cómplices, no hacía falta
más palabras. Acordamos ir en su
moto a un lugar discreto que propuse
para la ocasión.
Matías era un joven futbolista,
recién fichado por Defensor. Venia del
interior del país. Soñaba con jugar en
las ligas europeas y sacar a su familia
de la pobreza.
Aquella confesión me llevó
abrazarlo fuerte, porque parecía
buena persona.
Mi corazón latía tan rápido
como esa moto; estaba fuera de Nos desnudamos entre cervezas
control, no iba a parar, me sentía y besos. Mis manos no dejaban de
acariciar a Matías, parecía un dios
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El cuarto
abrió con suavidad.
Se ufana consigo mismo por los
secretos que guarda, los reserva
de al lado golosamente y no los comparte.
Tampoco establece relación alguna
por Francisco J. P. Guillot con los demás, aparte de lo
estrictamente indispensable, por eso
N
sus goces son tan intensos. Entrar
o soporta la proximidad subrepticiamente al cuarto número
de las mujeres; cuando trece para espiar el cuarto vecino es
alguna rebasa el cerco uno de sus mejores secretos. Lo
que tiende alrededor, toda su piel disfruta hasta el éxtasis.
arde, se incendia, sus vellos se erizan Desde que entró a trabajar al
como los de un gato enfurecido. Ellas hotel le vino repentinamente la idea.
los perciben, suelen mirarlo
asombradas, otras huyen de él.
Siempre es igual, por eso disfruta
viéndolas de lejos, sin que lo vean a
él, para no despertar su enojo.
Esa tarde estaba terminando
de hacer el balance en los libros
cuando a través del cristal de su
cubículo vio llegar una pareja. Se
acercaron al mostrador y salió para
atenderlos. Algún detalle sutil en el
hombre le molestó, quizá el gesto
de decisión con el que pidió un
cuarto. En sus ojos se percibía el
brillo del que está acostumbrado a
imponerse. Estuvo a punto de
decirle que el hotel estaba lleno,
pero se detuvo cuando vio la
expresión de ella. Flotaba inasible,
embriagada en sí misma. Admiró
su largo cabello estallante de luz,
las piernas blancas, bien
torneadas, herméticas.
Puso la llave en el mostrador.
Los vio entrar al elevador y esperó
a que se apagara la luz de dicho
ascensor que marcaba el piso en el
que se encontraba el cuarto
alquilado. Echó en su bolsa otra
llave, buscó quien lo sustituyera en
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Forma
impregna a la obra, entonces, las
manos en sus senos, la piel de su
cuello, su cabello, sus caderas, su
y pasión sexo, cada parte de su cuerpo encierra
una sensación distinta que puede
por Jimmy Castro dejar impregnada en el trabajo.
Siempre pensó que su éxito venía de
L
los sentimientos que podía transmitir
a alfarera, sentada frente a través de su arte, cuestión que la
al torno, coloca las manos hacía rodearse de mucha privacidad,
sobre el papelón mientras tanta que podía desvestirse por
éste gira, paseándolas suavemente de completo y acariciar con su cuerpo
arriba abajo, abriendo sus dedos para desnudo todos los rincones de la obra
sentir la humedad y la textura de la que creaba.
pasta cuando rueda sobre sí misma. Su piel era delicada, como si
Ella siempre se ha sentido hubiese sido trabajada por las manos
atraída por esa experiencia desde su de un excelente escultor; manos como
comienzo en la adolescencia, incluso
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L
a encontré en el tren
camino de Sevilla.
Entonces tardaba una
eternidad en llegar a destino. Iba a
cuidar a mis padres. Era de noche y
viajaba con una señora mayor y dos
niños.
Aparte había tres viajeros más.
El asiento a mi lado estaba vacío. Ella
estaba a mi izquierda, al lado de una
señora de edad incierta. Creo que la
acompañaba. Era verano. Llevaba un
En aquel
vestido vaporoso y tenía los pies
descalzos, recogidos bajo las piernas.
Sentada a lo indio. Se rompió el
viejo tren silencio y hablamos de mil cosas de
las que sólo se habla cuando tienes el
por Manuel Serrano. tiempo necesario y el espacio es
reducido.
Al cabo de un rato caímos en la
cuenta de que el resto del
compartimento dormía. Bajamos el
tono para no despertarlos. Seguro que
la mujer le hubiera dicho que no
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El peso
esfuerzo para alcanzar el amor
extremo para los dos.
—Sabías que lo deseaba como tú
del agua y esperaba...
—Necesitaba sentirte más cerca.
por Javier Aragüés Puebla Te dejaba que me besaras sin medida,
hasta perder el control de mi mente.
E
Un leve gesto hacía que te situaras a
l baño estaba en la última mi espalda y entonces me abrazabas;
habitación del largo yo te dejaba hacerlo y te pedía que
pasillo; el plato de la apoyaras tus labios en mi nuca.
ducha vacío. Corrió la cortina y las —Yo sabía lo que pretendías al
anillas de plástico se deslizaron con sentir tu pecho firme. Lentamente,
dificultad. Ella introdujo primero un paseaba mis labios sin apenas rozarte
pie, después el rezagado y entró de y bastaba con insinuar la intención
puntillas. Sin dejar de mirar el brazo para que suspiraras.
metálico, abrió el grifo y resonaron las
cañerías hasta que el agua asomó. Un
chorro abundante de agua muy
caliente cayó sobre su espalda. Se
apartó. Alargó la mano y giró la llave
del agua fría. Puso las yemas de los
dedos en el chorro y colocó su cuerpo
desnudo bajo la ducha. Las paredes
se impregnaron de vapor. Se apoyó en
el ángulo que formaban y cerró los
ojos. Vencida por el peso del agua,
deslizó su espalda por la superficie
empapada hasta llegar a sentarse.
—¡Como esperaba este
momento! Sentía el peso del agua muy
caliente, sobre mi espalda y a ti, entre
mis sueños y deseos, a mi lado para
siempre.
—Creía que te habías olvidado y
no me reclamabas.
—No podría dejar de hacerlo,
porque siempre estás presente.
Dudaba si evocarte era un hábito, una
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¡Y el día llego!
Nacía diciembre con
su mejor luna, y los
planetas se
alinearon para
ellas...
En un claro
campo del mundo,
la noche las
encontró ardiendo.
Andrea,
segura y valiente,
fue topada por un
torbellino. Esas
ganas que Maira
guardaba, la invadieron de iniciativa.
Sin cohibirse veloz le dio un beso, y
palpó sus caderas hirviendo. Con su
lengua feroz penetró hasta el más
Prohibido escondido pasaje, descubriendo
sabores y aromas con los que ya
por Johana Peraza soñaba hacía tiempo.
Cabalgando a ritmo y destiempo,
recorrieron sus pechos fogosos; y
M
ientras Maira lidiaba aquellas pieles antes erizadas, muy de
con su pésima rutina y prisa se fueron humedeciendo.
con un esposo que Incontrolables, sus cuerpos
doblaba su edad, planeaba ese gozando y sus vientres mojados
encuentro que tanto deseaba, gimiendo, estallaron en placeres
dibujando a diario en su mente el cohibidos, y millones de orgasmos
cuerpo voluptuoso de Andrea, e prohibidos acabaron la noche
imaginando sus manos delineando anhelada. No hubo culpas ni
hasta el más profundo rincón... remordimientos.
Su condición de novata no la El secreto no dio resultado,
hacía titubear, segura de su deseo, asumieron que no era pecado, que el
esperaba ese día… ansiosa. amor no responde razones, él se
Andrea, aprovechándose de su asume y no pide perdones■
calidad de jefa, desfilaba una y otra
vez frente a ella, invitándola con la Yohana Peraza: policía de
mirada, provocando sus ganas, profesión, viuda, madre de dos hijos.
jugando en ventaja con su Soy principiante, y mi sueño escribir
experiencia, pero Maira aun envuelta un libro, al cual estoy preparando.
en miedos y preguntas, no se inhibía Participo en concursos por internet, y
un instante. éste es el primero en que resulto
Así pasaban las horas laborales, seleccionada, por lo que estoy muy
agigantando las ansías que ambas emocionada.
compartían, sin decirlo, sin mediar
palabras, sólo sintiendo.
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Saturno
por Cristina Fasulino
O
diaba el olor a cloro en
mis manos, pero el
cliente se había
adelantado diez minutos y no me dio
tiempo a ponerme crema humectante,
ni siquiera unas gotas de perfume.
Cuando entró, sentí su aliento a
tabaco que sugería un paladar seco y
una lengua ávida de rozar lo húmedo.
El lugar estaba destinado a la
soledad; viejo, oscuro y laberíntico. Y
el cliente tenía, probablemente, el
mismo destino; caminaba con las
solapas de su abrigo levantadas para
cubrir una cabeza demasiado grande
y los desproporcionados rasgos de su
rostro. Intenté reprimir cualquier Dior, vestidos de madrina, tules, un té
expresión o gesto de desagrado con edulcorante para la señora, el tajo
mientras lo guiaba por las con el largo exacto para mostrar hasta
habitaciones. donde es correcto y decente.
Saturno devora a su hijo, El cliente abrió la puerta del
recordé de pronto la pintura de Goya. baño con dificultad. Sus manos eran
Era tan repulsiva como el cliente y el enormes, todo su cuerpo parecía
lugar. Sin embargo, Goya comió frente sufrir la misma deformidad. Lo
a ella, cada día, hasta el final de su imaginaba sujetando torpemente una
vida. Era posible naturalizar el horror. cuchara, o acariciando una espalda
Los clientes solían llamar, decir con brusquedad.
su nombre (a veces mentían), pedir lo —Suficiente –dijo y sacó un par
que necesitaban, y, por último, de billetes de su bolsillo. Extendió la
regatear el precio. Éste, en cambio, mano, ofreciéndomelos. —Por el
apenas había pronunciado palabra, tiempo que le hice perder. Y también
por eso no sabía a qué atenerme. Mi por su esmero en la limpieza.
experiencia allí era reducida, sólo seis Miré el dinero desconcertada.
meses percibiendo perfumes baratos y Tenía razón, me había esmerado para
olor a humedad. que el departamento luciera mejor,
Durante quince años había pero mostrar propiedades era mi
trabajado como costurera en la trabajo en la inmobiliaria. Él no debía
Maison Agnés, donde era darme una propina, no debía
indispensable ser pulcra y ordenada. humillarme porque mis manos olían a
Extrañaba aquella rutina; polleras cloro. Con un tono de voz
largas, pruebas por la tarde, azul irreconocible, dije:
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—Yo valgo mucho más que esa inevitable, casi normal a esa altura de
plata. los acontecimientos.
Al instante me arrepentí. No Él me besó suave, tímidamente.
tendría que haber dicho “yo”, sino “mi Sentí el gusto a tabaco y pude
tiempo” o “mi trabajo”. Por primera empapar su boca seca con la mía.
vez, el hombre se fijó en mí. Y Juntos bajamos al piso donde
entonces sentí que podía comenzamos a desprendernos la ropa,
atravesarme. Me desnudó con su y sus grandes manos me exploraron
mirada y sentí un frío que me hizo con la curiosidad de un iniciado.
temblar. Pensé en el peligro; estaba Había algo de fatalidad en ese acto;
sola con un extraño, lejos de otras quería exorcizar el asco que me
miradas, fuera del tiempo. producía, y sentía que sólo podía
Él abrió su billetera, sacó más lograrlo en un encuentro íntimo.
dinero, todo lo que tenía, y me lo De pronto, en el reflejo de una
ofreció. Me quedé perpleja, sin atinar ventana, me vi abrazada por Saturno
a nada. Súbitamente, comprendí que quería devorarme. Manoteé
todo; qué mujer podía amar a ese desesperada la cartera que había
hombre, a ese monstruo. Él dejado junto a mi ropa. Saqué la tijera
necesitaba intimidad, aunque más no de costura y me desprendí,
fuera en ese lugar inmundo y con una alejándome de su cuerpo. Lo miré
desconocida. desencajada, amenazándolo con ella.
El monstruo también me miró y
permanecimos así, en silencio,
segundos, minutos, como midiendo
fuerzas.
Los colores eran manchas,
contrastes, los olores mareaban hasta
asfixiar, todo el mundo era ese
departamento, y mis sentidos ya no
soportaban la curiosidad de
experimentar su ser.
Él extendió sus brazos
llamándome. Semidesnuda, arrojé la
tijera al piso y me dejé devorar■
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C
También hay hadas cariñosas que
uando llega la navidad,
cumplen caprichosos deseos,
pensamos en adornar la
disfrazándose para jugar a la
casa, comprar el árbol,
escuelita, princesas vestidas de
cenar con la familia; y cuando
encajes finos, muñecas Barbie para
crecemos, olvidamos algo, soñar,
caballeros para vestir y desvestir a su
fantasear. Los adultos también
gusto; súper héroes y villanos vestidos
pueden jugar y fantasear, sólo que lo
de plástico y látex, para que luchen
olvidan cuando crecen. Las
cuerpo a cuerpo, hay unos con partes
obligaciones en el trabajo y en la
que se estiran.
familia nos presionan tanto, que no da
Pueden jugar a ser las princesas
tiempo de escapar a la fantasía y jugar
prisioneras, que desean ser salvadas
con la imaginación, pero tratemos de
por el príncipe con la espada en mano,
darnos un tiempo, para jugar con
o invertir los roles.
nosotros mismos, una época ideal
Nos trae recuerdos que
será siempre en navidad. La navidad,
queremos revivir, como les gustaría
siempre será una época mágica, llena
volver a ser bebes, incluyendo cuando
de recuerdos, tradiciones, fantasías,
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