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Grandes conflictos europeos de los siglos XVII y XVIII

LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS (1618-1648)

Este conflicto tiene móviles políticos, religiosos y económicos, lo que demuestra su


extraordinaria complejidad. Su origen está en Bohemia, extendiéndose luego al Imperio
y a una parte de Europa, dirimiéndose la hegemonía en Europa de la Casa de Austria.

I. ORÍGENES DEL CONFLICTO.

La guerra se inicia en Bohemia en 1618. En 1612 Matías de Habsburgo sucede a su


hermano Rodolfo II primero como rey de Bohemia y luego como emperador, pero el
nuevo sucesor no tenía heredero directo, manteniéndose el problema sucesorio. Se llegó
a un acuerdo para que Fernando de Estiria, primo de Matías y católico intransigente,
le suceda, algo que inquieta a los protestantes checos tras lo acordado en la Carta de
Majestad (1609) con Rodolfo II (cierta tolerancia religiosa para con otras confesiones
que no fuese la católica).

En marzo de 1618 Matías ordena destruir una serie de templos construidos


ilegalmente, en su opinión, en dos ciudades de Bohemia. Una asamblea protestante se
dirige al emperador para mostrarle su malestar, pero este la declara ilegal. Algunos de
sus miembros, dirigidos por el conde de Thurn, rompen con los Habsburgo para
defender sus libertades políticas y religiosas, defenestrando a los dos lugartenientes
más odiados del emperador, Slawata y Martinic. Dejan claro que no tiene nada que ver
contra Matías, pero declaran depuestos a los defenestrados y lo sustituyen por un
directorio de treinta miembros, además de expulsar a los jesuitas. Matías no es capaz de
solucionar el problema y Fernando recluta tropas y penetra en Bohemia. La muerte de
Matías (1619) hace imposible la reconciliación.

Así, en 1619 los territorios de Corona de Bohemia (Bohemia, Moravia, Silesia y


Lusacia) deciden crear una confederación de estados independientes, negando la
autoridad de Fernando de Estiria y nombrando al elector palatino Federico V
(calvinista). Después Fernando sería elegido como emperador (Fernando II). El
incidente checo es el origen de la Guerra de los Treinta Años.

II. FASES DE LA GUERRA.

En su origen la guerra es alemana, pues Fernando II intenta establecer un Estado


centralizado y católico, generando malestar entre los príncipes alemanes, más aún los
protestantes. En 1621 expiraba la Tregua de los Doce Años, reanudándose la guerra en
los Países Bajos, intentando Olivares participar en la guerra para fortalecer la monarquía
de Felipe IV.

En el norte, daneses y suecos, ambos protestantes, quieren defender a sus hermanos de


la fe y alejar la amenaza que suponen los Habsburgo. En el caso francés, Richelieu y
Mazarino intentan mejorar la frontera francesa y detener el dominio de los Austria,
aliándose con los adversarios protestantes de los Habsburgo.

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En el conflicto los ejércitos estaban formados fundamentalmente por mercenarios,


dirigidos por un jefe militar que se encarga de reclutarlos. Así, sobresalen nombres
como los de Mansfeld, Brusnwick y Wallenstein.

II.1. La Guerra en el Imperio hasta 1635.

Federico V aceptó la corona de Bohemia, pero sólo contaba con el apoyo de Venecia y
el príncipe de Transilvania. En cambio, Fernando II contaba con el apoyo de Sajonia
(le promete Lusacia), Baviera y España (esta última envió 20.000 hombres al mando
de Espínola).

En 1620 tiene lugar la primera gran batalla (Montaña Blanca) en las inmediaciones de
Praga. Federico huye y se refugia en casa del elector de Brandemburgo, que acaba de

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pasarse del luteranismo al calvinismo. La represión en los territorios ocupados fue


intensa y se impulsaron medidas encaminadas a la centralización (germanización del
país, los estados pierden iniciativa legislativa, etc.) y declaran proscritos a los
calvinistas y expulsan a los luteranos. Además, un decreto de 1627 obliga a los
moravos y checos a que se conviertan al catolicismo o abandonen el país.

Pero Fernando II quiere vengarse del elector del Palatinado, sentenciando su destierro
del Imperio sin consultarlo con la Dieta, además de confiscar sus bienes y la pérdida
de la dignidad electoral (pasa a Baviera). Además, el Alto Palatinado se lo entrega a
Maximiliano de Baviera, mientras que la dirección del Bajo se la confía a los españoles
y los bávaros a partes iguales.

Ante el avance español en los Países Bajos y algunas zonas del Imperio, los príncipes
protestantes intentan reorganizarse y piden ayuda a Richelieu, que teme el dominio
Habsburgo.

El rey danés Cristian IV, príncipe del Imperio al ser duque de Holstein, quiere
aumentar el poder económico danés en el Mar del Norte y el Mar Báltico. Además,
intenta evitar que intervenga antes Gustavo Adolfo de Suecia. Las tropas imperiales
dirigidas por Wallenstein obtienen importantes victorias en Dessau (1626) y Lutter
(1626) sobre los daneses, que se ven obligados a replegarse ante una inminente invasión
del su reino. Ello obliga a Cristian IV a firmar la Paz de Lubeck (1629), conservando la
totalidad de sus posesiones a cambio de no participar en los asuntos alemanes.

También en 1629, Fernando II promulgó el Edicto de Restitución (1629) sin


consultarlo con la Dieta, por lo que los protestantes debían restituir, conforme a la
interpretación católica de la Paz de Augsburgo, todos los bienes secularizados desde
1552. Numerosas propiedades se transfieren a los católicos, además de intentar extirpar
el protestantismo del Imperio.

Ahora participará en el conflicto Gustavo Adolfo de Suecia, quien quiere defender el


luteranismo y extender el poderío sueco en la Europa del Norte. La diplomacia francesa
consigue firmar el Tratado de Bärwalde (1631) con Suecia, entregándole un millón de
liras al año a cambio de participar en los territorios alemanes con su ejército, pero
respetando el culto católico allí donde estuviera establecido (el rey francés lo era).

Gustavo Adolfo consigue la victoria de Breitenfeld y delega en el elector de Sajonia


(que se alineó ahora del lado sueco) la marcha sobre Viena, mientras que el “León del
Norte” se dirige a los estados católicos de la Alemania renana, entrando en Maguncia y
cruzando el Rhin, incumpliendo lo establecido en Bärwalde. En 1632 invade Baviera, y
en la batalla de Lützen (1632) fallece el monarca sueco; en 1634 las tropas suecas serán
derrotada en Nordlingen, lo que lleva a la defección del elector de Sajonia, firmando
los preliminares de Pirna (establece la reconciliación de los príncipes alemanes,
manteniendo lo establecido en la paz de Augsburgo, aunque con una serie de
restituciones).

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Mientras tanto, Olivares quería reforzar la presencia española en Renania, algo que
inquieta a Richelieu, quien ocupa Lorena y establece guarniciones militares en plazas
alsacianas. Además, firmará tratados de alianza con Provincias Unidas, Suecia y los
duques de Saboya.

II.2. La guerra de 1636 a 1642.

La hora de la intervención francesa había llegado, tomando como pretexto la toma de la


fortaleza de Tréveris por parte de los españoles, y la detención del príncipe elector, que
era neutral y estaba bajo protección francesa. De este modo, Luis XIII declaró la
guerra a Felipe IV en 1635, declarándosela el emperador a Francia un año más tarde.

Los primeros años son favorables a los Austrias, pero en 1637 fallece Fernando II y le
sucede su hijo Fernando III, que no mantendrá tanto vínculo con Madrid. La crisis de
1640 en España facilitó las victorias francesas de Arrás y Brisach. Richelieu firmó un
acuerdo con Portugal y envió tropas a Cataluña, que proclamó conde de Barcelona a
Luis XIII. Ello fue aprovechado para apoderarse de Perpiñán. En el imperio, las tropas
imperiales son derrotadas en la segunda batalla de Breitenfeld (1642).

II.3. El final de la guerra y la Paz de Westfalia.

Al morir Richelieu, Felipe IV organiza una expedición que pretendía llegar a París
desde los Países Bajos, pero los tercios son derrotados en la batalla de Rocroi (1643).
Las conferencias de paz se van a iniciar en 1644, reuniéndose en Münster los
representantes del emperador, de los príncipes y ciudades del Imperio, del rey de
España, del rey de Francia, de las Provincias Unidas, de los cantones suizos y de varios
estados italianos. En Osnabrück se debaten los asuntos relacionados son Suecia y el
Imperio.

Los tratados de Westfalia confirman el fracaso de las ambiciones de los Habsburgos


de Viena y la victoria francesa, pues imponen a Fernando III el mantenimiento de la
división religiosa y el debilitamiento de la autoridad imperial:

- Los calvinistas podrán disfrutar de todas las ventajas otorgadas a los luteranos
en la Paz de Augsburgo, además, los súbditos que no sigan la religión del
príncipe, puede practicar su culto en privado.
- Las restituciones realizadas en virtud del edicto de 1629 deben ser restituidas
por los católicos. El Papa declarará nulo lo acordado en Westalia.
- Se reconoció la independencia de las Provincias del Norte (Holanda)
- El poder de los príncipes se fortalece frente al emperador. Federico V recupera
la dignidad electoral y el Palatinado renano, mientras que el duque de Baviera
conserva su título y el Alto Palatinado. Sajonia conserva la Lusacia.
- Se estableció la libertad de navegación por el Rhin.
- Francia obtiene la mayor parte de Alsacia (salvo Estrasburgo y Mulhouse)
- Suecia recibió la Pomerania Occidental y parte de la Oriental con la
desembocadura del Oder, el puerto de Stettin y el arzobispado de Bremen. Estos

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territorios le son entregados como feudos del imperio, convirtiéndose el rey


sueco en un príncipe alemán con derecho a estar en la Dieta.

Pero la guerra franco-española continúa, aliándose los ingleses con Francia y


debilitando aún más a España en la batalla de las Dunas (1658). Las negociaciones de
paz se llevaron a cabo en la isla de los Faisanes entre Mazarino y Luis de Haro, quienes
firmarán la Paz de los Pirineos (1659), cediendo España a Francia Rosellón, Artois y
una serie de plazas fuertes desde Flandes a Luxemburgo.

GUERRA SUCESIÓN POLACA (1733-1738)

En 1733 fallece Augusto II, elector de Sajonia y rey de Polonia. La corona era electiva
y se posicionan dos candidatos:

- Estanislao Leszczynski que fue elegido treinta años antes rey de Polonia. Era
suegro del rey francés Luis XV y por ello candidato del partido francés
- Federico Augusto, hijo del difunto rey Augusto, nuevo elector de Sajonia, era
apoyado por Austria y Rusia, que desde 1725 se habían puesto de acuerdo para
mantener Polonia bajo su dominio (en 1732 habían diseñando un plan, de
acuerdo con Prusia, para repartirse Polonia).

Ante ello, Francia buscó aliados en Europa para luchar contra la Casa de Austria.
Además, el oro francés permitió que Estanislao I acudiera a Varsovia y fuese elegido
por la nobleza polaca (septiembre 1733). Entre los aliados franceses se encontraban
España (Tratado de El Escorial o primer pacto de familia, 1733, con la promesa de
Nápoles y Sicilia) y el Piamonte (prometió a Carlos Emanuel III del Piamonte el
Milanesado).

Pero algunos nobles polacos, hostiles a Estanislao acudieron a la zarina Ana y al


emperador Carlos VI, provocando que el nuevo rey se refugiara en Dantzig, mientras
que en octubre se proclamaba rey el candidato de rusos y austriacos con el nombre de
Augusto III. Tras ello, Luis XV declaró la guerra a Austria (alentado por su ministro
Chauvelin) por “la injuria que el emperador le había hecho en la persona de su suegro el
rey de Polonia”.

El desarrollo de la guerra llevó al abandono de Estanislao, quien tuvo que huir y dejar el
trono a su rival. Además, hubo numerosas operaciones en los territorios italianos y
alemanes (mariscal de Villars y mariscal de Berwick, respectivamente). Los imperiales
fueron derrotados en Parma y Guastalla, mientras que don Carlos, a la cabeza de las
tropas españolas, se apoderó de Nápoles y Sicilia.

En 1735 se iniciaron los preliminares de Viena que ponían fin a las hostilidades, pero la
paz definitiva se firmó en 1738 (Paz de Viena). En ella se establecía lo siguiente:

- El elector de Sajonia se confirmaba como rey de Polonia.


- Francia respetaría la Pragmática Sanción de Carlos VI.
- Carlos se convertía en rey de Nápoles y Sicilia.

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- Estanislao, suegro de Luis XV, recibiría el ducado de Lorena (antes posesión de


Francisco III, esposo de María Teresa de Austria) pero tras su muerte pasaría a
Francia. A cambio, Francisco III recibiría Toscana al fallecer el último de los
Médicis.

Por todo ello, Francia salió reforzada de la crisis bélica, y tal como señalaba Federico II,
rey de Prusia, con la Paz de Viena, el país galo actuó “como el árbitro de Europa”.

GUERRA DE SUCESIÓN AUSTRIACA (1740-1748)

Ese conflicto fue principalmente un asunto alemán que enfrentó a María Teresa con
los príncipes, sobre todo con Federico II de Prusia. No obstante, también supuso la
acción diplomática de Francia e Inglaterra en Europa Central.

La tensión entre España e Inglaterra fue en aumento debido al contrabando inglés y el


intento español de reducir los privilegios reconocidos en Utrecht, reflejado en el
incidente de la Oreja de Jenkins (1738).

La guerra parecía inevitable, pero Walpole trataba de impedirlo temiendo una


intervención francesa. Los grupos dirigentes ingleses veían amenazados sus intereses
por el progreso del comercio francés en las Antillas. Así, el empuje de la corriente
belicista llevó a Inglaterra a declarar la guerra a España, que sería apoyada por
Francia con dos escuadras en dirección a las Indias, esperando que en el continente
europeo se mantuviera la calma, pero no fue así.

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El ascenso de Federico de Prusia (1740) tras el fallecimiento de Federico Guillermo


(Rey Sargento), supondría el afianzamiento del reino, aprovechando el posible
desmembramiento de Austria, por lo que buscó el apoyo de Francia. En estas
circunstancias, la muerte del emperador Carlos VI y se inicia el conflicto, pues en
virtud de la Pragmática Sanción, Carlos dejaba sus Estados patrimoniales a su hija
María Teresa, apartando a sus dos sobrinas (Mª Josefa y Mª Amalia, hijas de José I),
cuyos maridos hicieron valer sus derechos (Augusto III elector de Sajonia y rey de
Polonia; Carlos Alberto, elector de Baviera).

En este contexto Federico II invadió Silesia (1740) sin previa declaración de guerra.
Francia en el Tratado de Viena aceptó la Pragmática Sanción, pero la presión de
sectores antiaustriacos (Belle Isle) en la corte llevó a Luis XV a apoyar a Carlos
Alberto de Baviera, esgrimiendo que Carlos VI no había designado a nadie como
sucesor. Belle Isle preparó una gran coalición antiaustriaca (Prusia, España, las dos
Sicilia, electores del Palatinado y Colonia) sin declarar la guerra oficialmente a María
Teresa hasta 1744.

La acción de las tropas franco-bávaras permitió que Carlos Alberto se coronase rey de
Bohemia y luego emperador (1742) como Carlos VII. Mientras tanto, Federico II
conquistó Silesia, a lo que se resignó María Teresa para dividir la coalición, favorecida
por el reconocimiento inglés de la Pragmática Sanción (que también había firmado
acuerdo defensivo con Prusia).

Las tropas inglesas derrotaron a los franceses en Dettingen (1743), que se


encontraban únicamente aliados con España, pues se produjo un acercamiento entre
Austria, Inglaterra, Sajonia, Piamonte-Cerdeña y Rusia. Ante la posible recuperación
austriaca y el control de Hannover por Inglaterra, el rey de Prusia negoció con Francia y
llegó a una alianza con Carlos VII y selló una alianza franco-prusiana. Ello hizo que
las tropas austriacas próximas a la frontera francesa tuvieran que regresar a Bohemia.
Así, se inició la segunda guerra de Silesia y la guerra de Sucesión Austriaca e
prolongó hasta 1748.

La muerte de Carlos VII (1745) llevó a Luis XV a apoyar al hijo de aquel, pero este
rechazó la oferta y quiso abandonar la alianza con Francia para acercarse a Austria.
Entonces decidieron apoyar la causa de Augusto III, elector de Sajonia y rey de Polonia,
nombrado emperador bajo el nombre de Francisco I. Estos síntomas de inestabilidad
fueron aprovechados por María Teresa, reacia a buscar una paz de compromiso.

En territorios italianos se produjeron algunas derrotas francesas, a lo que se unió el


abandono por Federico II de la alianza con Luis XV, manteniendo su dominio sobre
Silesia tras un acuerdo con Austria. Sin embargo, los franceses obtuvieron
importantes victoria en los Países Bajos (Fontenoy, 1745, Rocourt, 1746, y Lawfeld,
1747). Los ingleses consideraban necesario establecer la paz. A ello favoreció la muerte
de Felipe V, ocasión excelente para separar a España de Francia. Esta última también lo
deseaba, pues su situación financiera era delicada y los problemas marítimo-coloniales
se sucedían.

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La Paz de Aix-la-Chapelle o Aquisgrán (1748).

- María Teresa era reconocida emperatriz.


- Felipe, hijo de Felipe V, recibía los ducados de Parma y Piacenza
arrebatándoselos a María Teresa.
- Silesia pasa a Prusia.

Francia renunció a controlar los Países Bajos para evitar un conflicto con Inglaterra, lo
que provocó críticas en Francia, denunciando que la guerra únicamente había
beneficiado al rey prusiano, suponiendo un desgaste y endeudamiento excesivos para
los franceses.

El tratado de Aquisgrán no resolvió los grandes problemas europeos (rivalidad austro-


prusiana) ni las diferencias marítimas-coloniales que enfrentaban a Francia e Inglaterra.

GUERRA DE LOS SIETE AÑOS (1756-1763)

Tras el Tratado Aix-la-Chapelle se produjo un cambio de alianzas en el continente


europeo. Así, Francia se acercó a Austria e Inglaterra hizo lo propio con Prusia. El
resentimiento austriaco por la recuperación de Silesia hacia Prusia era evidente, a lo que
debemos sumar la creciente rivalidad comercial-colonial entre Francia e Inglaterra.

El inicio del conflicto se produce cuando Federico II atacó y ocupó Sajonia en agosto
de 1756, pasando luego a ocupar Bohemia. No obstante, esta primera fase de la guerra
fue favorable a los intereses de la coalición (Francia, Austria, Rusia, Suecia). Así, el
ejército inglés fue derrotado en el norte de los territorios alemanes en la batalla de
Kloster Seven (septiembre 1756), mientras que los prusianos eran atacados por suecos,
rusos y franceses.

Pero la descoordinación de los aliados permitió a los prusianos vencer en la batalla de


Roosbach (1757) frente a los franceses en el oeste, tras lo cual se volvió rápidamente
contra los austriacos y los venció en la batalla de Leuthen (1757). Estas dos victorias
demostraron la superioridad del ejército prusiano, a pesar de luchar en inferioridad
numérica. También lograron repeler el ataque ruso en la Prusia Oriental (batalla de
Zorndorf, 1758).

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Los franceses ya sólo se limitaron a luchar por Hannover, pero fueron nuevamente
derrotados en la batalla de Krefeld (1758) y desde entonces nunca pudieron volver a
tener la iniciativa en el conflicto. Por mar la lucha fue aún más decepcionante. Los
ingleses atacaron los puertos de Rochefort y Lorient, haciéndose con control del
Atlántico.

Nuevamente se produce un avance austro-ruso con la victoria en Kunesdorf (1759),


donde las tropas prusianas son derrotadas, llegando la vanguardia rusa hasta Berlín.
Pero los austriacos priorizaron en retomar el control de Silesia y no acompañaron en el
avance. Dicha descoordinación fue aprovechada nuevamente por Prusia, quien
además se benefició de la muerte de la zarina Isabel, enemiga encarnizada de Federico
II. El nuevo zar, Pedro III, de origen alemán y admirador de Federico, detuvo el avance
de sus tropas y empezó las negociaciones, devolviendo la Prusia Oriental. Igualmente,
Suecia abandonó el conflicto y restituyó Pomerania. A partir de entonces Prusia tenía
sólo un enemigo, Austria, cuyo ejército fue aplastado en Reichenbach (1762).

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Dicha guerra se cerró con dos tratados:

- En el Tratado de París (1763) se estableció el declive marítimo y continental


de Francia, pues de su imperio colonial no quedaba casi nada y tenía que
devolver Menorca a los ingleses.
- En el tratado de Hubertsburg (1763) se acordó que Silesia y el condado de
Glatz serían prusianos, y se devolvía Sajonia a su elector. Además, Federico II
se comprometía apoyar la causa del hijo de María Teresa al trono imperial.

REPARTOS DE POLONIA

A mediados del siglo XVIII Polonia era uno de los estados más extensos de Europa,
situada en la Gran Llanura Europea entre Rusia y los territorios alemanes, con población
mayoritariamente polaca católica, pero también alemana protestante y rusa ortodoxa.
Para mantenerlo cohesionado era necesario un poder fuerte, pero no era el caso.

El rey era elegido por los propietarios territoriales y carecía de poder efectivo. Además
había una Dieta que se reunía cada dos años y que resultaba ineficaz por la existencia
del “liberum veto”, por el que uno de sus miembros podía oponerse a cualquier acuerdo.
A ello se unía la lucha de clanes de grandes familias. Muchos pensaban que por todo
ello, Polonia estaba indefectiblemente condenada a desaparecer.

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A la muerte de Augusto III (1763) se inicia una grave crisis. Se postulan tres
candidatos:

- Estanislao Poniatowski, candidato de Catalina II de Rusia, quien además se


aseguró el apoyo prusiano para imponer al candidato.
- Javier de Sajonia, hermano de la mujer del Delfín, apoyado por el partido
sajón.
- El conde Banicki, candidato de los que preconizaban una candidatura nacional.

Finalmente, Estanislao Poniatowski fue elegido (1764) después de que las tropas rusas
hubieran invadido Polonia, convirtiéndola en una especie de protectorado.
Paralelamente los rusos se imponían al Imperio Otomano, provocando el recelo de
Prusia ante el fortalecimiento ruso. Por ello, Federico II propuso a Catalina II el
reparto de Polonia, pero para conseguirlo era necesario contar el beneplácito de
Austria (difícil por la pérdida reciente de Silesia).

No obstante, ello se produjo en el Primer Tratado de Reparto (San Petesburgo,


1772), donde se estableció lo siguiente:

- Catalina II obtenía la Rusia Blanca (actual Bielorrusia).


- Federico II el Emerland (al norte del Passarge) y la Prusia Occidental o
Pomerania polaca (salvo Torún y Dantzig)
- María Teresa obtuvo la Galitzia oriental y la pequeña Polonia, excepto
Cracovia.

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