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Los espacios rurales se caracterizan por una baja densidad de población y

un uso del suelo que  se relaciona con el aprovechamiento directo de los recursos
naturales, para producir  principalmente alimentos y materias primas.
La relación entre los elementos naturales y aquellos creados por la sociedad, así como
su  distribución en el territorio, dan origen a diferentes paisajes rurales tradicionales:
agrícolas,  ganaderos, mineros o forestales. Los cambios en cada una de estas
actividades económicas, ha  pautado la transformación de los espacios rurales a través
del tiempo.
Los cambios en el nivel y calidad de vida de las personas, junto al crecimiento de la
población,  exigen una mayor disponibilidad de alimentos y provocan un incremento en
la demanda de  materias primas, para la elaboración de productos. Como respuesta a
estos requerimientos de la  sociedad, el territorio destinado a las actividades económicas
rurales se amplía, generando en  algunos casos una “competencia” entre ellas, por el uso
del suelo. Otra opción para cubrir el  aumento de la demanda, es maximizar el
rendimiento de la producción por unidad de superficie,
para lo cual se incorporan nuevos insumos, técnicas, maquinaria y tecnología, al mismo
tiempo  que se impulsan y desarrollan investigaciones específicas, destinadas al sector.
El volumen de alimentos y materias primas que se produce en el mundo continúa en
aumento,  pero no siempre se valora el impacto ambiental que provocan las actividades
económicas que los  originan y en algunos casos el deterioro ya es irreversible.
En las últimas décadas han surgido usos no tradicionales del suelo rural: parques solares
o eólicos  para generar energía, estancias turísticas, chacras para fiestas o eventos,
instalación de polos  logísticos o pequeños núcleos de viviendas para quienes buscan
una vida más tranquila y natural.

El espacio urbano es el espacio propio de una ciudad, esto es, de un


agrupamiento poblacional de alta densidad. El mismo se caracteriza por tener
una infraestructura como para que este elevado número de gente pueda
desenvolverse armoniosamente en su vida cotidiana. Por otra parte, el espacio
urbano es el epicentro de determinado tipo de actividades económicas que se
distinguen considerablemente de las propias de un medio rural. El espacio
urbano tiene un tipo de paisaje específico y un tipo de previsión en su trazado
que guarda relación con la necesidad de administrar eficientemente los
recursos ante la relevancia poblacional que se considera.
El concepto de ciudad se deriva tanto de la cantidad de población estimada
como del hecho de que la mayoría de la misma se ocupa en actividades
distintas del sector primario. Así, por ejemplo, difícilmente se podría hacer
referencia a una ciudad si el sesenta por ciento de sus habitantes se dedicara a
la agricultura o la ganadería. Es por ello que en general suele decirse que en
las ciudades las actividades económicas preponderantes se relacionan
principalmente con el área de servicios y la generación de bienes con alto valor
agregado. El espacio urbano tiene un tipo de organización que suele reflejar
este tipo de circunstancia, recortando enormemente la existencia de espacios
abiertos. Así, el paisaje típico es el de un abarrotamiento de edificios o casas,
siendo la ciudad cruzada por grandes avenidas que conectan los puntos más
habitados.
El espacio urbano no debe entenderse como una
mera invención moderna, puede hablarse de éste también en la antigüedad.
Como hoy, en esos tiempos las ciudades eran áreas con alta densidad
poblacional, áreas que se encontraban rodeadas por murallas que las
protegían de ataques exteriores. En estas ciudades tenía lugar el comercio de
lo que se producía en su interior y en zonas aledañas, circunstancia por la que
se disponía de un espacio determinado para que la gente intercambiara sus
productos, espacio que solía estar en alguna de las entradas de la ciudad o en
una plaza central.
Como se ha sugerido, una de las características del espacio urbano es la
infraestructura que permite la apacible convivencia de enormes cantidades de
personas. Además de ésta, es necesaria una red de servicios que posibiliten la
actividad económica. Es así como podemos hacer referencia a redes cloacales,
distribución de energía, distintos medios de transporte, etc. Todas estas
variantes son necesarias a la hora de referencia al espacio que se deriva de
una gran urbe.

El territorio de Venezuela está formado por 1.075.945 km²; el territorio insular (islas),
que abarcan 1.270 km²; el espacio aéreo y submarino en el mar territorial suman 71.295
km² al territorio general, la zona contigua (22.224 km²), la zona económica exclusiva
(348.176 km² de extensión marina que incluyen la zona contigua), la plataforma continental
(que corresponde al fondo marino, hasta la extensión de la zona económica exclusiva) y
las aguas interiores, históricas y vitales. Visto así, el territorio (continental y marítimo) de
Venezuela abarca 916 445 km², ya que, de las áreas marinas y submarinas, solamente el
mar territorial suma extensión al territorio, aun cuando en todas ellas el Estado ejerce
soberanía. Venezuela reclama la soberanía de 159 542 km² que componen la Guayana
Esequiba, que actualmente es administrada por Guyana.

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