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- LA FUNCIÓN PÚBLICA
El purismo liberal alegaba en contra del riesgo de la apropiación del poder por un
funcionario inamovible. Además, en una época en que no había financiación pública para la
actividad política ni apenas partidos políticos, los empleos públicos eran la única forma de
recompensar a los que apoyaban a los ganadores de las elecciones, lo que también era
incompatible con empleos permanentes. En el sistema liberal ideal no hay pues necesidad de
regular el empleo público ya que los funcionarios son nombrados y despedidos por la simple
voluntad de quien ostenta la competencia para ello.
Ante esta situación hay que determinar cuáles fueron las causas de la aceptación
progresiva a lo largo del siglo XIX de un modelo de función pública que llevó a un funcionariado
inamovible, siendo varias las causas que favorecieron esta evolución.
Por otro lado, contar con una sólida y eficiente burocracia era un factor imprescindible
para la implantación de una administración moderna, de ahí que se impusiera el realismo y los
liberales acabaran aceptando la necesidad y legitimación de una burocracia seleccionada en
función del mérito y con vocación de permanencia.
Otra de las causas de esta evolución fue la necesidad de contar con un funcionariado
permanente y profesionalizado, exigencia funcional del Estado moderno e instrumento
imprescindible para atender el funcionamiento regular de los servicios públicos, idea ya expuesta
por Napoleón o Talleyrand.
Con el paso del tiempo, el sistema de función pública se justificará también por la
capacidad de la burocracia profesional para neutralizar políticamente a la Administración frente al
riesgo de apropiación por los partidos políticos a que conducía inexorablemente el modelo
liberal.
No obstante, hay que tener en cuenta aspectos como la deficiente distribución del
personal entre Administraciones y también dentro de estas. Así como que el número de
funcionarios es asimismo una consecuencia de la exigencia social de la calidad del servicio o de
la función pública que se exige a las Administraciones (sanidad, seguridad o educación).
Por otro lado, desde el punto de vista formal, las bases del régimen estatutario de los
funcionarios serán definidas por una norma con rango de ley, si bien cabe la posibilidad de la
intervención excepcional del reglamento a la hora de completar y desarrollar aspectos que
previamente han sido declarados básicos por una ley.
Desde un punto de vista material, las bases del Estado han regulado de manera más
extensa e intensa los aspectos relativos a la relación de servicio 3 que la relación orgánica, que
presenta una regulación mucho más escueta 4.
3.3.- Descentralización
3.4.- Laboralización
El TC tiró por la calle del medio (STC 99/1987) y al tiempo que legitimaba al personal
laboral en la Función Pública, afirmó la existencia, ya no de una reserva constitucional a favor de
los funcionarios, sino de una opción constitucional preferencial por estos. Este será uno de los
problemas estructurales de la Función Pública española el adecuado deslinde entre funcionarios
y laborales, la identificación de sus funciones y puestos respectivos y las contaminaciones
mutuas de sus regímenes respectivos.
3.5.- Precarización
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Se entiende que concurren causas económicas cuando se produzca en las mismas una situación de
insuficiencia presupuestaria sobrevenida o persistente para la financiación de los servicios públicos
correspondientes. En todo caso, se entenderá que la insuficiencia presupuestaria es persistente si se
produce durante 3 trimestre consecutivos. Por otro lado, se entenderá que existen causas técnicas
cuando se produzcan cambios en el ámbito de los medios o instrumentos de la prestación del servicio
público de que se trate, y causas organizativas cuando se produzcan cambios en los sistemas y métodos
de trabajo del personal adscrito al servicio público.
Por otro lado, en lo que respecta a la precariedad en el seno de las clases de personal,
nos encontramos con figuras inherentemente temporales, como los funcionarios interinos, el
personal eventual y los contratos laborales temporales. El abuso de este tipo de contratación ha
dado lugar a que el TJUE se haya pronunciado en una reciente sentencia de 14 de septiembre
de 2016 que viene a condenar esta práctica por considerarla contraria a la Directiva 1999/70
sobre trabajo de duración determinada y anunciando un proceso de consolidación de puestos
ocupados por interinos o laborales temporales especialmente en el ámbito sanitario y educativo.
3.6.- Politización
Los esfuerzos teóricos por hacer de la Función Pública una institución lo más autónoma
posible respecto a la política se han visto definitivamente desmentidos en la práctica, lo cual se
observa en la ampliación progresiva del espacio político en las Administraciones Publicas. A la
siempre imprecisa delimitación de los órganos políticos en los organigramas administrativos se
suma la definitiva carta de naturaleza que ha obtenido el personal eventual, ajeno a los principios
de mérito y capacidad.
Evidentemente, resulta muy problemático configurar por completo una Función Pública
sobre la base de criterios técnicos, reglados o automáticos, pero la expansión de lo político en
las Administraciones Públicas ha venido a distorsionar los poderes discrecionales, así como los
principios generales y los conceptos jurídicos indeterminados que pueblan la normativa, a los
que se dota de contenidos circunstanciales según conveniencia de quien los aplica 7.
La breve legislación básica del Estado ha contribuido a ello desde 2007, así como la
confusión del sistema de competencias y de fuentes, dando como resultado una Función Pública
sumamente heterogénea en razón de las distintas Administraciones Públicas que la hace
estructuralmente poco manejable, que responde con dificultad y rapidez a situaciones de crisis.
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Tal es el caso del principio de mérito y capacidad que puede ser aplicado a conveniencia por Tribunales
nombrados por responsables políticos y conforme a bases y criterios que bordean en ocasiones la
legalidad.
3.7.- Patrimonialización
Pero sin duda el fenómeno más grave es la pérdida del sentido de la neutralidad de los
funcionarios públicos, justificada por aislar y garantizar jurídicamente el desempeño de las
funciones públicas con objetividad e imparcialidad y que en los últimos tiempos se produce
porque la privilegiada situación jurídica que le proporciona a los funcionarios el régimen
funcionarial, les permite zambullirse en el fragor de la lucha política, participando en contiendas
electorales y terciando en la lucha de partidos mediante escritos, artículos, opiniones o
actuaciones inequívocas de oposición.
3.8.- Sindicalización
Los sindicatos son asociaciones que defienden los intereses de sus afiliados y, en el
caso de las Administración Pública, de todos los funcionarios. Como hemos visto, los intereses
de los funcionarios no se identifican necesariamente con los intereses públicos, de ahí que el
papel de los sindicatos de funcionarios no deje de ser complejo.
Sea como fuere, los sindicatos han terminado por asumir un protagonismo extraordinario
en la Función Pública, con instrumentos tales como la huelga o la negociación colectiva.
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Naturaleza del vínculo entre la Administración y el funcionario, la determinación unilateral de las
condiciones de empleo, la fijación unilateral de las condiciones organizativas de prestación de servicios y
funciones públicas, la inserción de la relación de servicio en una estructura jerárquica que permite la
dirección y organización del trabajo, etc.
3.9.- Nuevas técnicas de gestión
Además, como estas técnicas y el lenguaje utilizado son completamente novedoso tanto
para las propias Administraciones Públicas como para los políticos electos, no encontramos con
que el diseño de estos sistemas científicos de gestión de recursos humanos debe ser
externalizado en consultoras especializadas o especialistas consultores que se dedican a
asesorar a las Administraciones, a las que venden soluciones imposibles de gestionar por ellas,
para lo cual contratan nuevamente a esas consultoras de cara a esa gestión o a la formación del
personal.
Ahora bien, con el desarrollo del capitalismo a lo largo del siglo XX comenzaron a surgir
extraordinarias empresas cuya ciencia organizativa, se vino a servir de los principios y
experiencias propias de los Estados porque necesitan contar con un personal fijo que se
dedicase en cuerpo y alma al servicio de la empresa. En este sentido, en todos los países
económicamente desarrollados y desde luego en las empresas multinacionales se van creando
una división de los empleados en categorías que permiten expectativas de mejora funcional y
retributiva a través de ascensos, empleados que por otra parte gozan prácticamente de la misma
estabilidad o inamovilidad en el empleo que los funcionarios públicos 9
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El ejemplo más antonomástico es el de la empresa o corporación japonesa, la Kaisha, que se ajustó
muy estrechamente a los principios propios del modelo de función pública más típico o cerrado de las
carreras militar y civil en los países occidentales. En particular, el máximo exponente de este sistema de
carrera en las grandes empresas japonesas lo constituye la rigurosa aplicación del principio de
antigüedad para la asignación de responsabilidad y de retribuciones.