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Mathieu, que era músico y no educador logró dejar huella en la vida de aquellos
muchachos ayudándolos a sacar lo mejor de sí mismos, utilizando métodos erróneos
para muchos, como el director Rachin, pero al final dieron mejores resultados que los
métodos empleados por él y sus otros docentes. Mathieu, desarrolla una gran habilidad
para establecer un proceso de enseñanza en los niños y adolescentes rebeldes que se
negaban a ser sacados del hueco en el que estaban ya que solo se les enseñaba a
tener miedo y no a respetar. Él les enseñó que había otras opciones en la vida, que se
pueden hacer cosas diferentes y disfrutar lo que se hace. Al principio no fue fácil
convencerlos, pero con su empeño de hacer algo útil por estos muchachos, les enseñó
valores, respeto y consideración hacia los otros, no a través de los medios tradicionales
utilizados anteriormente por otros docentes sino a través de la realidad.
“Los tiernos secretos y las situaciones cómicas que le suceden a este grupo de niños
con mala fama e indisciplinados, que luchan por salir adelante en un mundo autoritario
de reglas, transgresiones y castigos”.
A pesar de que los jóvenes en el reformatorio no estaban allí internos por su buen
comportamiento el trato que tan cruel que allí recibían tampoco lo merecían, ya que
eran niños y las muchas de las conductas eran típicas de niños de sus edades. El
maltrato lo generaba el director en su mayoría al ser una persona que más allá de no
tener vocación no le interesaba para nada lo que hacía y descargaba una gran ira y
frustración en los estudiantes como si ellos fuesen los culpables del camino que él
eligió.
Con el profesor Mathieu empieza un cambio de métodos, estrategias. Las técnicas
empleadas para enseñar la música, no sólo consiguen el aprendizaje de los jóvenes,
sino que además que sus vidas se orienten hacia nuevos caminos.
Es una película en la que se encuentra un director sin vocación que implanta este
principio manteniendo una figura dictadora tanto ante los estudiantes como ante su
personal ya que él se encuentra sobre todos ellos.
Esto quiere decir que no todos los problemas de comunicación se resuelven con
cambios técnicos, procedimientos de trabajo, de estructura de la organización, entre
otros. Si se parte del hecho de que en la década de los 30 predominaba en la
industria las estructuras piramidales, evidentemente que las comunicaciones
internas debían seguir los canales formales de la estructura. Este tipo de situación
tiende a coartar la iniciativa del individuo en solucionar problemas de carácter
técnico relacionados con sus habilidades y experticias profesionales, componente
elemental en las organizaciones para transmitir conocimientos, especialmente el
tácito, el cual en una estructura jerárquica es difícil de transmitir al resto de la
organización, debido a que, tal y como lo plantea Semler el ansia de normas y la
necesidad de innovación son incompatibles.