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La Cultura en antropología

E.B. Tylor: «Civilización o cultura es esa totalidad compleja que incluye conocimiento,
creencias, arte, derecho, costumbres y cualesquiera otras actitudes o hábitos
adquiridos por el ser humano como miembro de la sociedad». Costumbres, relaciones
parentales, estructuras políticas y económicas, urbanismo, medios
de alimentación, salubridad, mitos, creencias y relaciones de los grupos humanos con
el ecosistema. La religión (o fenomenología de la religión) como un elemento común a
todas las culturas: el hecho religioso. La cultura legitimada, es decir, la literatura, el
arte, la historia, etc.; y la cultura, que es la que tiene que ver con las formas de
actuación y de vida de una comunidad, con la idiosincrasia de un país, que se
representa mediante comportamientos, actitudes, hábitos y costumbres propios de los
nativos de una cultura. Aquellos aspectos de la cultura que se ven reflejados en el
empleo de unos determinados esquemas lingüísticos, formas o estructuras. Ejemplos
serían las fórmulas de tratamiento en español, el empleo del plural de modestia, la
determinación en el uso del indicativo o del subjuntivo dependiendo no de cuestiones
normativas sino de que se quiera transmitir un contenido semántico u otro, etc.

Las estructuras lingüísticas y, en especial, el léxico que se vinculan a determinadas


actuaciones y situaciones culturales de comunicación. Formas de esta variante de
cultura serían las frases hechas, los modismos, los refranes y el vocabulario que se
utiliza, por ejemplo, en un funeral, en un cumpleaños, en la correspondencia
comercial, al hablar de arquitectura, de poesía, de acontecimientos bélicos en la
historia de un país, etc.

Edward Sapir (1884-1939) de origen


alemán, vivió desde los 5 años en
Estados Unidos. Fue discípulo de
Franz Boas (1858-1942). Ambos,
antropólogos y lingüistas, se dedicaron
al estudio de lenguas y culturas de
poblaciones indígenas de América del
Norte.
Siguiendo esta línea de estudios Sapir
fue uno de los representantes del
descriptivismo norteamericano. Su
trabajo "El lenguaje", cuya primera
edición en inglés data de 1921, es
considerado uno de los 5 o 6 tratados
fundamentales de lingüística de la
primera mitad del siglo XX.

Según Boas, la aparición de distinciones léxicas podía tener una motivación cultural.
Para Sapir, si una lengua codificaba una experiencia particular del mundo, su uso
podría predisponer a los hablantes a ver el mundo de acuerdo con la experiencia
codificada en ella. Creyó que la lengua era una condición imprescindible en el
desarrollo de la cultura. Criticó cualquier intento de clasificar algunas lenguas como
primitivas o limitadas. Dijo: “de todos los aspectos de la cultura, el lenguaje fue el
primero que evolucionó hacia formas desarrolladas y que su perfección esencial es
condición necesaria para el desarrollo global de la cultura (Sapir, 1933:155). Tenía
fascinación por la lógica interna de cada sistema lingüístico, la noción de fonema, las
lenguas tienen su propia lógica interna. La individualidad en la cultura. Veía la cultura
como un juego simbólico entre individuos y sociedad.

Sapir dijo que la lengua es un método puramente humano y no instintivo, para la


comunicación de ideas, emociones, y deseos, por medio de símbolos producidos
voluntariamente. En este sentido entiende que el lenguaje resulta de un proceso
meramente cultural y social. Dice que en cierto sentido el hombre está predestinado a
hablar, pero no tanto como para caminar. Y esto se debe gracias a que ha nacido
dentro de una sociedad, con una cultura determinada. Si no hay cultura, el hombre
tarde o temprano aprenderá a caminar, pero no así a hablar, a comunicar ideas.
Si alejamos a un niño recién nacido de su medio, y lo ponemos en otro totalmente
distinto... desarrollará la habilidad de caminar tal como lo hubiera hecho en el otro
entorno, pero su habla será totalmente distinta a la de su ambiente primitivo.

El habla es una actividad humana que varía sin límites precisos dentro de los
diferentes grupos sociales, y esto se da porque es una herencia puramente histórica
del grupo que se venía dando durante determinado período de tiempo.
Para él el habla es un método puramente humano, no instintivo, ya que es adquirido
culturalmente. Para llegar al lenguaje tiene que haber un pacto entre partes. La lengua
sirve para la comunicación de ideas, emociones y deseos por medio de símbolos
producidos voluntariamente.

No hay que cometer el error de identificar nuestras interjecciones convencionales (Oh,


Ah) con los gritos instintivos en sí mismos. Esas interjecciones no son más que
fijaciones convencionales de sonidos naturales. Por eso difieren en los distintos
idiomas, aunque a la vez tienen semejanzas y por eso se puede decir que vienen de
una fuente en común. Culturalmente se las puede considerar como parte integrante
del habla.

Formado en la tradición de los neogramáticos, inició posteriormente, bajo la influencia


del etnólogo F. Boas, un profundo estudio sobre las lenguas amerindias. La
descripción de dichas lenguas le condujo, a partir de 1925, a la necesidad de aislar la
noción de fonema, lo que lo apartó de los trabajos de F. de Saussure y del círculo
lingüístico de Praga. Propuso una nueva tipología de las lenguas basada en la
consideración de datos formales, y estudió los problemas de fonología, morfología y
semántica, y la psicología en relación con la lengua y la cultura. Su concepción de que
el lenguaje es inseparable del pensamiento, al cual condiciona, le llevó a afirmar que
toda lengua es una «representación simbólica de la realidad sensible» (teoría conocida
como hipótesis de Sapir-Whorf), por lo que la concepción del mundo de un pueblo
determinado es consecuencia de su lenguaje.

La descripción lingüística detallada y la convicción de que las lenguas constituyen una


herramienta fundamental no sólo para favorecer el trabajo de campo sino también para
el estudio de la cultura; especialmente porque las categorías y reglas de la lengua
serían principalmente inconscientes, con lo que no estarían sujetas a racionalizaciones
secundarias (Boas, 1911b). El trabajo de Sapir dio forma a los esfuerzos constantes
que bajo su influencia se realizaron para relacionar lengua con cultura. En resumen, la
tendencia favorece el aislamiento de la lengua como objeto autónomo de estudio. Ha
sido alrededor de esa separación que la lingüística moderna evolucionó como
disciplina.

Desde la perspectiva de Sapir la palabra “lenguaje” involucra la práctica de las


lenguas. Así lo destaca en su definición: "El lenguaje es un método exclusivamente
humano, no instintivo, de comunicar ideas, emociones y deseos por medio de un
sistema de símbolos, ante todo auditivos, producido de manera deliberada" (Sapir
1966:14). Sapir distingue el proceso de adquisición del habla del proceso de caminar.
Caminar -dice- es una función instintiva, biológica, mientras que el habla es una
función no instintiva, adquirida, cultural. El hombre está predestinado a hablar porque
ha nacido en una sociedad. Para Sapir: "El habla varía sin límites precisos, en los
distintos grupos sociales porque es una herencia puramente histórica del grupo, es
producto de un hábito social, mantenido desde largo tiempo" (Sapir 1966: 10). El
lenguaje es para Sapir la faceta exterior del pensamiento, pero considera que en la
práctica cotidiana no se puede pensar ni razonar sin necesidad de palabras, el
lenguaje es el molde del pensamiento.

Considera que el estudio científico de una cultura no puede prescindir de las


informaciones que proporciona un estudio lingüístico ya que los modelos culturales de
una civilización están inscriptos en la lengua que la expresa. Afirma que es un error
imaginar que se pueden percibir las características de una cultura por la simple
observación, sin recurrir al simbolismo lingüístico que hace inteligibles esas
características a la sociedad. Para Sapir la percepción de la realidad está mediatizada
por el lenguaje, la percepción de la realidad está en gran parte fundada
inconscientemente en los hábitos lingüísticos del grupo. Los hombres están sometidos,
en gran medida, a las exigencias de la lengua particular que constituye el medio de
expresión de la sociedad a la cual pertenecen, es inexacto creer que se puede entrar
en contacto con la realidad sin recurrir al lenguaje y que este no es sino un
instrumento que nos permite resolver problemas específicos de comunicación o de
reflexión. No existen dos lenguas suficientemente semejantes como para que se las
pueda considerar como representantes de una misma realidad social. Los mundos en
los que viven las diferentes sociedades son mundos distintos y no el mismo mundo
con diferentes etiquetas. Si se trazan -dice Sapir- al azar, líneas de formas diferentes,
nuestra percepción las repartirá en cierto número de categorías: curvas, derechas, en
zig-zag, etc. porque los términos lingüísticos nos sugieren esta clasificación. Esto es
porque que los hábitos lingüísticos de nuestra comunidad favorecen ciertas elecciones
de interpretación (Sapir 1968).

El lenguaje como "guía simbólica de la cultura"

Es incontestable - dice Sapir- que a medida que el estudio de los problemas más
fundamentales de las culturas humana, y del comportamiento social se profundice, el
conocimiento de los mecanismos lingüísticos – sincrónicos y diacrónicos- revestirá una
importancia creciente. Desde este punto de vista, considera al lenguaje como "guía
simbólica de la cultura". Para Sapir, tanto como al etnólogo, la lingüística interesa al
sociólogo. La sociología se interesa necesariamente por la significación simbólica de
las diferencias lingüísticas que se manifiestan en las grandes comunidades. Las
particularidades de pronunciación, los argots, las terminologías profesionales, son
símbolos de las formas de organización de la sociedad y de las actitudes individuales y
sociales. Sapir plantea, de esta forma, la validez de los estudios etnolingüísticos no
sólo para comunidades pequeñas de tradición oral, sino también para las sociedades
complejas.

Sapir todavía no se decide en cuanto a la relación de prioridad entre pensamiento y


lenguaje y señala al mismo tiempo su universalidad y su diversidad portentosa.
Muchas veces se ha planteado la cuestión de si sería posible el pensamiento sin el
habla y también la cuestión de si el habla y el pensamiento no serán otra cosa que dos
facetas del mismo proceso psíquico.

Es muy probable […] que el lenguaje sea un instrumento destinado originalmente a


empleos inferiores al plano conceptual, y que el pensamiento no haya surgido sino
más tarde, como una interpretación refinada de su contenido. En otras palabras, el
producto va creciendo al mismo tiempo que el instrumento, y quizás, en su génesis y
en su práctica cotidiana, el pensamiento no sea concebible sin el lenguaje. El lenguaje
es una guía a la “realidad social”. Los seres humanos no viven solos en el mundo
objetivo, ni tampoco están solos en el mundo de la actividad social. Dependen mucho
de la lengua particular que se ha convertido en medio de expresión de su sociedad.

Es una ilusión pensar que uno se ajusta a la realidad sin la utilización del lenguaje y
que el lenguaje no es más que un medio incidental para solucionar problemas
específicos de comunicación o reflexión. La realidad es que el “mundo real” está
amplia e inconscientemente conformado según los hábitos lingüísticos de un grupo
determinado. Ningunas dos lenguas son suficientemente similares para considerar que
representan la misma realidad social. Los mundos en los que viven diferentes
sociedades son mundos distintos, y no meramente el mismo mundo con diferentes
etiquetas agregadas. […] Vemos, escuchamos y obtenemos experiencia como lo
hacemos, principalmente porque los hábitos lingüísticos de nuestra comunidad nos
predisponen hacia ciertas clases de interpretación. […] Desde este punto de vista
podemos pensar que el lenguaje es la vía simbólica a la cultura (Sapir 1929: p. 129 de
Collected works).

La hipótesis de Sapir-Whorf es una de las más destacadas en el Relativismo


Lingüístico. Básicamente postula que la lengua materna determina o al menos
influencia en el pensamiento y en la cultura. Por esto, los individuos monolingües de
una cultura tienen una forma particular de percibir el mundo diferente a la de los
individuos de otras culturas. Hay dos tendencias en la hipótesis, la fuerte y la débil. La
fuerte indica que la lengua determina completamente el entendimiento de lo que
percibe. La débil propone que la lengua influye la manera en que el hablante entiende
lo que percibe. En lo que se refiere a la hipótesis fuerte, ésta indica que la lengua
determina completamente la manera en la que el hablante conceptualiza, memoriza y
clasifica la realidad que percibe. Sin embargo ha sido refutada muchas veces. En lo
que se refiere a la hipótesis débil, ha conseguido una relativa aceptación. Ésta no
indica una determinación del entendimiento. La versión débil propone que la lengua
influye en la manera en que el hablante conceptualiza, memoriza y clasifica la realidad
que percibe.

Algunas veces las lenguas siguen siendo identificadas con sus gramáticas a pesar de
que aquellos que trabajan bajo el segundo o el tercer paradigma se han esforzado en
mostrar que "la lengua" es bastante más que eso. Los investigadores continúan
apoyándose en la metodología inicial, empleando, por ejemplo, la recolección o las
notas manuscritas de los intercambios verbales que presencia el investigador a pesar
de la evidencia de que no podemos confiar en lo que un participante relata literalmente
sobre lo que fue dicho o hecho en una ocasión dada sin tener registro en audio o en
video (sonido e imagen) de la interacción. Continúan empleando la observación a
simple vista y las notas manuscritas como su principal método de recolección de
datos. La parte etnográfica de la ecuación sigue siendo la clave para el estudio de
ambas, lengua y cultura, si bien con discutibles nuevas herramientas conceptuales
tales como ideología, narrativa, e identidad.

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