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Comenzaremos con Franz Boas ya que fue maestro de Eduard Sapir y que influencio
también algunas de sus teorías; Bronislaw Malinowski por otra parte, un poco menor que
Boas, es el que dejaremos al final de nuestro análisis, para así luego, concluir con una
mirada de estos tres maestros.
Nos aclara en “Raza, lenguaje y cultura” que la tentativa más típica de clasificación de
género humano ha sido hasta ese momento desde la anatomía y lingüística, es decir
siempre mirado desde una perspectiva racial y biologicista; estas no son categorizaciones
válidas para el teórico y nos aclara que existen numerosas propuestas que permiten una
mayor claridad frente a tanta contradicción y confusión que el observa para casi mediados
del S. XX. Nos deja en claro como primera acotación fundamental que el lenguaje y el tipo
de cultura no están estrecha, ni permanentemente ligados ( Boas, 1943, Pág.154).
Las migraciones son un punto importante para sostener esta teoría que propone una
condición mutable según el territorio al que se adscribe el individuo, este primer
escenario, si bien es cierto este puede tener un origen natal, no es este origen el que se
mantiene, si el territorio al cual pertenece muta y es otro el escenario con otro lenguaje, es
decir, el individue se adapta a las diferentes escenas en las cuales se desenvuelva,
adoptando características culturales del lugar donde se le adscriba. Igualmente un
segundo escenario es que hay pueblos, que si bien, es cierto no han experimentado
cambios considerables ni en mestizaje, ni en interacción cultural con otros pueblos,
cambiaron completamente su lenguaje y cultura, como los hay quienes han conservado
su lenguaje y cultura en el transcurso de su existencia. Boas propone un tercer escenario
el cual se compone de culturas que cambian pero no mutan su lenguaje, estas
observaciones demuestran que el tipo “anatómico”, el lenguaje y la cultura, no tienen el
mismo desenlace siempre, si no que, un pueblo puede permanecer constante en tipo y
lengua y mutar su cultura, o puede ser constante en tipo, pero cambiar idioma o puede
permanecer constante en idioma y transformar su cultura y tipo, entonces resulta
irrelevante y obvio considerar que las clasificaciones son para la humanidad “inútiles”,
pues estas características pueden conducir a diferentes resultados que no responden a
una clasificación esencial sino más bien a un tipo de representación que más tienen que
ver con las consanguinidad de los pueblos que no siempre coinciden con sus
vinculaciones y repertorios culturales (Boas, 1943. Pág.159).
La distribución de los idiomas da por entendido que no hubo un idioma primigenio sino
múltiples y que las personas son capaces en su biología de adoptar cualquiera de los
idiomas hablantes humanos al igual que la cultura a los cuales están adosados, dejando
en claro que toda la humanidad posee una unidad biológica y que es mucho mayor que
solo la lingüística. Esto nos permite comprender que el parentesco y sus relaciones
estrechas solo son representativos de la misma variedad de género humano, es decir que
la humanidad abarca un número de individues mucho más grande que las personas que
hablan idiomas que están emparentados, no existe una lengua madre común.
Boas considera que, sí tipo, idioma y cultura estuviera vinculado por origen, se entendería
que estos rasgos hubiesen avanzado de forma parecida, por no decir igual, en el mismo
periodo, lo cual no es así definitivamente, las representaciones de las culturas primigenias
se diferenciaron mucho antes del desarrollo de las formas de lenguaje que ahora
reconocemos como familias lingüísticas del mundo. Por consecuencia el idioma es
independiente de la “raza” y más aún respecto de la cultura, los puntos de vista que se le
aplican al lenguaje pueden aplicarse a los aspectos de la cultura, los inventos técnicos, la
organización social, el arte, la religión se desarrollaron del mismo modo y están orgánica
e indisolublemente vinculados dentro de ella.
El idioma no puede ser tratado como unidad, porque sus materiales fonéticos,
gramaticales y lexicográficos no están indisolublemente unidos, por tal razón idiomas
distintos pueden tornarse por asimilación semejantes, la historia fonética y lexicográfica
no están ligadas a la historia gramática (Boas, 1943. Pág.163), sino más bien están
unidas a las condiciones económicas geográficas de la cultura material.
Edwar Sapir (1884-1939) fue un antropólogo y lingüista estadounidense que frente a sus
estudios del lenguaje se sitúa como uno de los máximos exponentes de la Lingüística
Estructural y uno de los creadores de la Hipótesis Sapir-Whorf que consiste en averiguar
cómo un determinado idioma frente a sus estructuras gramaticales, su lenguaje y
vocabulario, establecen la perspectiva del mundo para el individue que lo habla, es decir,
que la lengua forma parte del pensamiento, a esto algunos teóricos le denominaron
relativismo lingüístico.
En el texto “El Lenguaje. Introducción a estudios del habla” publicado originalmente en
1921, nos propone que el lenguaje y el habla, facultad humana de comunicación, no es
meramente un reflejo natural de los instintos, sino más bien, una sofisticada forma de
adaptación a las circunstancias en las cuales nacemos, una tradición que se adopta en el
proceso de endoculturación y que sigue influyendo en el resto de la vida de la persona.
Como lo deja claro al inicio del primer capítulo, donde nos asegura :
“Es claro, desde luego, que en cierto sentido el individuo está Predestinado a hablar,
pero esto se debe a las circunstancias de que han nacido no sólo en medio de la
naturaleza, sino también en el seno de una sociedad que está segura y con toda razón de
hacerle adoptar sus tradiciones.” ( Sapir, 1921. Pág. 09)
Aunque no sea una facultad instintiva, el lenguaje es para Sapir antes que el
pensamiento. Al accionar el lenguaje le damos forma a las palabras y lo aprendemos de
igual forma a través de ellas. Si no tuviéramos lenguaje nos quedaríamos en el supuesto
de una mente sin poder realizar el acto de encontrar la forma de pensar. Desde sus
diversas manifestaciones, el lenguaje es el primero que aparece para dar forma al
pensamiento, facultad puramente humana. Para Sapir es imposible estudiar una cultura
solo con la observación, se hace esencial aprender y entender sus sistema de símbolos
particulares, conocer los códigos lingüísticos y sus símbolos asociados; él establece que
esta base teoría, debería ser la piedra angular de cualquier investigación social y cultural.
La capacidad humana de reconocer la realidad está sostenida por el lenguaje, es a través
del nombrarla, ya sea, con los órganos del habla o con símbolos en nuestra mente, que
logramos comprender el contexto de lo que nos rodea, esta percepción de la realidad en
gran medida y de manera inconsciente se debe a los hábitos lingüísticos que todo grupo
social posee. Las personas estamos sometidas a las reglas del lenguaje como a las
normas sociales que sostienen nuestros vínculos, no se puede vivir en una realidad como
la nuestra, sin entrar en contacto con el lenguaje. Lo “primitivo” sería en primer lugar el
lenguaje, Sapir se atreve a asegurar que el lenguaje es aún anterior a las manifestaciones
más rudimentarias de la cultura material y que estas manifestaciones no fueron posibles
hablando estrictamente, si no que el lenguaje fue un instrumento de la expresión y de la
significación que paulatinamente fue tomando forma (Sapir, 1921. Pág. 31).
La humanidad claramente se puede identificar como una especie capaz de comunicarse
mediante el lenguaje y de pensar, estas capacidades mucho más allá de ser instintivas,
son adoptadas, aprendidas y trabajadas por cada individue, coexistiendo una gracias a la
otra. Sapir es drástico al asegurar, que el hecho de que podamos pensar, es gracias a
que podemos hablar mediante el lenguaje que hemos adquirido, si no pudiéramos pensar
no podríamos comunicarnos como lo hacemos. Es imposible que un individue pueda
pensar sin usar el lenguaje, ni usar el lenguaje sin pensar, ambas cosas se presentan de
forma coexistente en nuestra comprensión de la realidad.
Ya adentrándonos en el segundo capítulo de su texto “Los Elementos del Habla” nos
introduce de lleno en la palabra como uno de las ideas centrales con las cuales se
practica el lenguaje, directamente el habla materia prima del lenguaje , la cual comprende
la lengua que es la forma fonética o sonora de la palabra, sistema auditivo del simbolismo
lingüístico (Sapir, 1921, Pág. 32), nos hace diferenciar la condición de sonido aislado y
palabra significante, dándonos a entender que el lenguaje es un edificio y los elementos
significantes son los ladrillos que lo componen, entonces los sonidos del habla serían
comparables con la arcilla de la cual están hechos los ladrillos (Sapir, 1921. Pág. 33), esta
metáfora tan hermosa del lenguaje deja algo muy claro con las interjecciones, pues muy
comúnmente se confunden estas expresiones fonéticas con lenguaje, claramente no son
gritos instintivos pero son fijaciones de sonidos naturales para referirnos a algunas cosas
a la hora de comunicarnos, cada idioma tiene diferencias en estos detalles que componen
el genio fonético particular en cada uno de ellos.
Una vez aclarado esto podemos volver para comprender bien el concepto que nos quiere
explicar con la palabra en sí y su raíz, Sapir propone que hay palabras que son
indivisibles en su estructura raíz como lo ejemplifica con la palabra del inglés “sing” que
no puede ser diseccionada ni analizada en partes, es un elemento radical pero la cual trae
muchos elementos subsidiarios como “sing-er”, como “sing-ing” y otras tantas más que
son de significados más abstractos o específicos en torno a la palabra “sing”, imponiendo
al concepto fundamental una limitación formal ( esta raíz no se puede conjugar por sí
sola). A estos componentes subsidiarios de la palabra lo denomina elemento gramatical o
afijo, el cual puede estar “soldado” a la palabra raíz antes o después.( Sapir, 1921. Pág.
34).
Cuando hablamos de explicar el concepto palabra se vuelve muy difícil su descripción
exacta, el primer impulso es describirlo como símbolo lingüístico, pero ya sabemos que
una definición así es una reducción simplista de algo mucho más complejo, pues la
palabra puede ser muchísimas cosas. La palabra para Sapir es una especie de material
moldeado que se impregna de todo el material conceptual del pensamiento dependiendo
del idioma al cual esté adscrita. Este elemento radical (raíz) y la oración componen las
unidades funcionales primarias del habla, el primero como un minimum que se abstrae y
la segunda como la estructuración del pensamiento unificado, las verdaderas unidades
formales del habla. Las palabras pueden identificarse como cualquiera de las dos
funciones primarias del habla, aunque la mayoría de la veces son el puente entre estas
dos unidades (Sapir, 1921. Pág. 41), cuando más interesados estamos en definir el
pensamiento única y exclusivamente como pensamiento, podemos reconocer lo útil que
es la palabra.
Sapir se pregunta ¿cuál es el criterio objetivo de la palabra?, el hablante y el oyente
“sienten” la palabra, eso es sabido, pero, ¿cómo se justifica ese sentir?, para Sapir la
función de la palabra no es esto último, sino más bien, entender que la palabra son
pedacitos pequeños que nos brindan la forma satisfactoria de referirnos a algo.
Reconoce que en ocasiones la palabra está añadida al “sentimiento” con ciertas
características fonéticas específicas, que se componen del acento del idioma hablado,
pero que no deben interpretarse como causantes de la experiencia psicológica de la
palabra, esto para Sapir responde no solo a la palabra, el pensamiento o el lenguaje sino
a múltiples factores muy específicos de cada individue, lo único que pueden hacer, nos
dice, es robustecer un sentimiento que exista ya por la razones específicas que puedan
darse en el contexto lingüístico que se exprese (Sapir, 1921. Pág. 44), sostiene así que el
lenguaje se establece en un plano Pre-racional, el mudo de las imágenes, que son la
materia primordial de los conceptos, el lenguaje se mueve en la dimensión de la
conciencia, a lo cual lo llama: el cuadro interminable y siempre cambiante de la realidad,
el mundo de las imágenes sujetas a un tiempo y espacio.
Las emociones por otra parte, en su conjunto son expresiones subjetivas que responden a
otras esferas del entendimiento, no directamente al lenguaje, que responde únicamente
como un medio de expresión de estas. Siendo para este teórico las Interjecciones un
punto de anclaje para dicho material de expresión.
Nos da por entender entonces que el deseo, el propósito, la emoción , son de carácter
individual y subjetivo donde carece del mismo significado para un otre, es decir, varía
entre los individues, sin negar con esto las tonalidades que estos rasgos le dan al
lenguaje, pues las emociones proponen una forma más efectiva de comunicación, y que
a la larga, excitan los sentidos, el lenguaje es prodigioso y desde lo más abstracto ,
desde lo más primario, de la unidad raíz, hasta las más sofisticadas formas de
comunicación, nos abren puertas que conectan con todas las dimensiones humanas,
partiendo de un principio: el pensamiento y la comprensión.
Al repasar los textos de Sapir, Boas y Malinowski podríamos llegar a comprender que
las categorías gramaticales en los que el lenguaje clasifica la realidad hace que nos
ajustemos a un modo concreto de pensar, razonar y percibir, todo esto unido a las
variantes cultura, territorio (geografía) y contexto comunicativo en la que nos vemos
sumergidos durante el proceso primario de crecimiento, es decir, nuestro lenguaje se
estructura sobre estrategias simbólicas interpretativas concretas, como una especie de
cadena que permite la comprensión o conciencia entre una memoria y un hecho concreto
en el presente. Pareciera ser entonces que la memoria y la percepción psicológica se ven
afectadas o influidas por la disponibilidad de las palabras, entonces la memoria y el
pensamiento abren una puerta que une estos tres textos, pues nos permiten entender
cómo el lenguaje es constituido por el pensamiento y la palabra que trabajan casi como
una unidad dentro del lenguaje. . este a su vez es cambiante según el ambiente
específico en donde se sitúe y los estímulos que reciba como nos lo plantea Boas, como
también la lectura que nos da Malinowski con la identificación del lenguaje y las
emociones pero que aun así se ve como un ente de acción, como si la palabra misma
fuera el motor de la acción, todo esto permite la comprensión amplia del lenguaje. Según
Sapir, la constitución del lenguaje es un elemento pre-racional que nos da el camino, la
ruta del pensamiento, la lengua nos entregó el pensamiento, es gracias a ella que se nos
permite pensar, “el lenguaje crea realidades”.
Bibliografía
Malinowski, B.,1964, “El problema del significado en las lenguas primitivas” Extraído de
“El Significado del Significado”, C.K. Ogden-I.A. Richards, Editorial Paidos, Buenos Aires.
1964.
Sapir E. , 1921, “El Lenguaje: introducción a los estudios del habla”, Fondo de Cultura
Económica, D.F., México, 1994.