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KARL MARX (1818-1883)

La formación del pensamiento de Marx estuvo influida, además de por el


materialismo de los hegelianos de izquierda, por su contacto con los socialistas
utópicos franceses (Fourier, Saint-Simon, Proudhom), sus lecturas de los
principales economistas ingleses (Adam Smith, Ricardo) y su continua actividad
periodística ligada a las luchas político-sociales de su tiempo.

La filosofía de Marx consiste en un análisis de la sociedad burguesa capitalista del


siglo XIX, surgida de la revolución industrial. Especialmente, de las contradicciones
que presenta su estructura económica: ha hecho aumentar de un modo sin
precedentes la riqueza social, y sin embargo la mayoría de la población se ha
empobrecido, apareciendo una nueva clase social: el proletariado (los
esclavos/trabajadores de la industria).

La alienación

Marx afirmó que, en el sistema económico burgués-capitalista, el hombre se halla


sujeto a tres tipos de alienación (política, religiosa y económica) y que es la
económica la que en última instancia determina la existencia de las otras dos:

a) Alienación política: consiste en que el hombre no reconoce a las instituciones


políticas del Estado como creación suya, sino que se alzan sobre Él como un poder
ajeno/extraño, y ello es consecuencia de que su funcionamiento esté siempre al
servicio de quienes dominan en el plano económico. Superar esta alienación pasa
por superar el dominio/explotación económica que unos hombres ejercen sobre
otros.

b) Alienación religiosa: consiste en que el hombre tampoco reconoce la religión


como creación suya, sino que la concibe como referida a una realidad superior,
ajena al hombre mismo. De ahí que los seres humanos acaben adorando y
subordinándose a sus propias criaturas religiosas: los dioses.

Para Marx, si el hombre se encuentra enajenado de sí mismo en la religión, es decir,

Filosofía 1
si el hombre ha proyectado fuera de sí sus más profundos anhelos de felicidad y de
ser hombre plenamente, es porque su situación terrenal/material incumple y frustra
continuamente tales aspiraciones, es decir, porque la vida humana se halla alienada
materialmente/económicamente. Por eso, según Marx, la superación de la
alienación religiosa sólo puede conseguirse a través de la superación de su causa
material, es decir, de la alienación económica.

c) Alienación económica: ya sabemos que para Marx el hombre realiza su esencia


humana a través del trabajo. Pues bien, en la sociedad capitalista, el trabajador es
desposeído/enajenado/alienado de la mayor parte de su trabajo y, por consiguiente,
de su propio ser hombre. En efecto, el trabajador no recibe el producto íntegro de
su trabajo, sino solo una parte - y pequeña - en forma de salario; el resto es la
plusvalía con la que el propietario de los medios de producción (=talleres, fábricas,
tierras, etc.) va formando el capital. El capital, por tanto, no es sino trabajo
alienado/enajenado al trabajador, el cual no lo reconoce como creación suya, es
decir, como producto de su trabajo, sino como un poder ajeno que le esclaviza.

El materialismo histórico

Es la teoría filosófica de Marx sobre la historia real= material de los hombres, es


decir, la historia de los sucesivos sistemas económicos de producción creados por
el hombre para asegurar su existencia. Fue expuesta de un modo conciso y breve
en el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política.

Sostiene que el modo de producción de la vida material es la base real que,


históricamente, condiciona el espíritu o conciencia de los hombres (que tengan
determinadas ideas, creencias, valores) y la estructura jurídico-política de la
sociedad (que se den determinadas instituciones políticas y determinadas leyes).
En el texto a comentar leemos: ‘‘No es la conciencia del hombre lo que determina
su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia’’. Y un
poco antes ha afirmado que la anatomía del ser social del hombre hay que buscarla
en la Economía.

Filosofía 2
FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900)

A partir de la segunda mitad del siglo XIX la filosofía se impregna de VITALISMO:


afirma que la Vida es la realidad fundamental, la dinámica fuerza primordial que es
principio de todo lo que existe o, al menos, el principio de la existencia humana. Y
los filósofos se proponen pensar la Vida, captarla en su lógica íntima, en su logos
esencial. Sin embargo, el pensamiento encuentra que esa realidad no es racional
(cuestionando la afirmación hegeliana de que todo lo real es racional) y, por tanto,
no se deja atrapar con conceptos lógicos, sino sólo ser asequible a la intuición
artística, a la metáfora o a la imagen simbólica (como fenómeno bello o terrible;
pues, como alguien ha dicho, lo bello es el comienzo de lo terrible que todavía
podemos soportar). Por ello, todas las corrientes filosóficas que surgen en esta
segunda mitad del siglo XIX están impregnadas en mayor o menor medida de
Irracionalismo.

La muerte de Dios

Con la expresión Dios ha muerto, Nietzsche alude al progresivo abandono de una


visión religiosa (cristiana) del mundo en la cultura europea. Es lo que se ha llamado
la secularización de la cultura, iniciada en el Renacimiento (antropocentrismo versus
teocentrismo medieval) y continuada en la Ilustración (crítica de la religión). A ello
también ha colaborado el desarrollo de las distintas Ciencias de la Naturaleza, las
cuales han permitido dar explicaciones de los fenómenos de la naturaleza que no
necesitan acudir al concurso de Dios.

La muerte de Dios es, para Nietzsche, el fin de un gran peso que ha tenido
esclavizado al hombre, una liberación. Pues Dios ha sido el vampiro de la vida.
Escribe Nietzsche: ‘‘En otro tiempo el delito contra Dios era el máximo delito, pero
Dios ha muerto y con Él han muerto también esos delincuentes. ¡Ahora lo más
horrible es delinquir contra la tierra!’’. Es decir, sólo la muerte de Dios hace posible
y necesario (Esta es la tarea moral del presente, según Nietzsche) construir nuevos
valores que pongan en el lugar del Cielo a la Tierra, a la Naturaleza, a la Vida,
valores propios del superhombre.

Filosofía 3
El Superhombre

Ante la mediocridad y el empequeñecimiento del hombre europeo, el superhombre


es la tarea de los nuevos filósofos. …estos han sentido una náusea profunda al
pensar hasta el final la posibilidad de la degeneración global del hombre en
completo animal de rebaño y, a la vez, han sentido también una nueva tarea.

El superhombre es el hombre futuro, la superación (utilizando un término de la


dialéctica hegeliana) del hombre actual. Un hombre para quien ‘‘el futuro es voluntad
suya…un hombre de mando…un espíritu libre…un jefe’’.

Alguien que llevaría a término la transvaloración de todos los valores, es decir, la


sustitución/inversión de los valores antivirales de la moral de esclavos por otros que
vayan a favor de la vida, de lo superior y de la tierra.

SÖREN AABYE KIERKEGAARD (1813–1855).

Habla de la angustia no desde un lugar de pasarlo mal, sino que analiza lo que
significa la existencia, el “estar aquí”. No estamos determinados desde lo racional,
ni desde lo biológico, sino que somos arrojados a este mundo con elementos y
circunstancias que no podemos controlar, que son imponderables.

Esto es lo que nos supone un peso en nuestra vida, que inevitablemente nos lleva
a la angustia. En esta vida necesitamos tomar decisiones, y estas decisiones nos
van a llevar a realizar ciertas actividades en detrimento de otras, pues no podemos
abarcar todo al mismo tiempo. Tomar ciertas decisiones nos obliga a renunciar a
otras actividades. Aquí nos encontramos con la angustia del devenir, con la angustia
del qué será de nosotros y de nuestro futuro, en un mundo en el que nos
encontramos vacíos y solos. Estas decisiones que debemos tomar son, por lo tanto,
importantes, lo que hace que nos dé miedo equivocarnos. De allí la famosa frase de
nuestro autor: «La angustia es el vértigo de la libertad».

Esta libertad, dice Kierkegaard, hay que aceptarla. Y también que la misma conlleva
un peso, en el sentido de la responsabilidad por esa misma libertad. Para disfrutar
de esta libertad hay que animarse a dar un salto, pero bien sabe Kierkegaard que
el vértigo que implica ese salto no es nada fácil. Debemos tomar decisiones y tener

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fe en el camino que hemos elegido y afrontar esta angustia de la libertad, aceptarla,
llevándola con nosotros.

Kierkegaard está buscando que vivamos una vida auténtica, aunque seguramente
incluirá angustia. Pero bien vale la pena llevar esa carga, antes de llevar una vida
inauténtica alejada de nuestro verdadero ser.

Filosofía 5

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