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3-RD-1091-2011

CONSEJO DE ESTADO
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

SECCIÓN TERCERA
SUBSECCIÓN C

Consejero ponente: ENRIQUE GIL BOTERO

Bogotá D.C., treinta y uno (31) de agosto de dos mil once (2011).

Radicación número: 05001-23-24-000-1993-01887-01 (21.414)

Actor: Cecilia Muñoz Ortiz y otros

Demandado: Nación-Ministerio de Defensa, Policía Nacional-

Asunto: Acción de reparación directa

Resuelve la Sala, el recurso de apelación interpuesto por la parte actora


contra la sentencia del 15 de mayo de 2001, proferida por la Sala Tercera de
Decisión, Sala de Descongestión del Tribunal Administrativo de Antioquia,
Caldas y Chocó, en la que se negaron las súplicas de la demanda.

I. ANTECEDENTES
1. En escrito presentado el 5 de noviembre de 1993, los señores José Ortiz Gómez
y Cecilia Muñoz de Ortiz, actuando en su nombre y en representación de los
menores Juan Pablo Ortiz y Nini Johanna Ortiz Muñoz; Yasmin y Nelson Ortiz
Muñoz, mediante apoderado judicial, solicitaron que se declarara patrimonialmente
responsable a la Nación-Ministerio de Defensa, Policía Nacional-, por la muerte de
su hijo y hermano, Joselito Ortiz Muñoz, ocurrida el 2 de diciembre de 1992, cuando
prestaba sus servicios como Agente de Policía en la ciudad de Medellín y una
bomba destruyó el vehículo en el que se desplazaba.

En consecuencia, solicitaron que se condenara a la demandada a pagar, por


concepto de perjuicios morales, la suma equivalente a 1000 gramos de oro,
para cada uno de los padres y 500 gramos para cada hermano.

En apoyatura de sus pretensiones, narraron que en la fecha y lugar citados, el


agente de policía Joselito Ortiz Muñoz prestaba sus servicios de vigilancia en los
alrededores del estadio Atanasio Girardot y cuando se disponía a regresar a la
estación de Belén, la patrulla en la que se desplazaba con sus compañeros, fue
atacada con una bomba explosiva causándole la muerte de forma inmediata.

2. La demanda fue admitida mediante auto del 17 de noviembre de 1993 y notificada


en debida forma a la parte demandada y al Ministerio Público.

3. El apoderado de la demandada señaló que por la condición de agente de policía


que ostentaba la víctima, debía asumir los riesgos propios del servicio, de allí que,
su muerte no le era imputable a la entidad.
4. En proveído del 9 de mayo de 1994 se decretaron las pruebas, y el 15 de
septiembre de 2000, se llevó a cabo la audiencia de conciliación, la cual fracasó
porque las partes no llegaron a ningún acuerdo. Así mismo, el Tribunal corrió
traslado para alegar de conclusión y rendir concepto.

5. En el término de traslado para presentar alegatos de conclusión, la parte actora


manifestó que el agente de policía fue expuesto a un riesgo mayor al que debía
soportar, por lo tanto, la entidad era responsable de su muerte.

Las demás partes guardaron silencio.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA.

El Tribunal en sentencia del 15 de mayo de 2001, negó las pretensiones de


la demanda, toda vez que las afirmaciones realizadas por los actores no
fueron sustentadas con material probatorio alguno.

III. TRÁMITE EN SEGUNDA INSTANCIA.

La parte demandante interpuso y sustentó recurso de apelación contra la sentencia.


Manifestó que en el proceso obraba prueba de la que se podía establecer que la
entidad demandada incurrió en una falla del servicio pues conocía con anterioridad
que se iba a perpetrar un atentado contra agentes de la institución, de allí que, la
muerte del policía Ortiz Muñoz le era imputable.
El recurso se concedió el 3 de julio de 2001 y se admitió el 23 de octubre
siguiente.

Durante el traslado común para presentar alegatos de conclusión, las partes


guardaron silencio.

IV. CONSIDERACIONES

Corresponde a la Sala decidir el recurso de apelación interpuesto por la parte


demandante contra la sentencia del 15 de mayo de 2001, proferida por la Sala
Tercera de Decisión, Sala de Descongestión del Tribunal Administrativo de
Antioquia, Caldas y Chocó.

Con fundamento en las pruebas que obran en el proceso, se encuentran


demostrados los siguientes hechos:

1. Conforme al registro civil de defunción, el agente de policía Joselito Ortiz


Muñoz, falleció el 3 de diciembre del 1992 (sic), y la causa principal de su
muerte fue un “choque traumático por artefacto explosivo” (Fol. 2 cuad. 2).

2. De acuerdo a las certificaciones de la Policía Metropolitana del Valle de


Aburrá y del Instituto Metropolitano de Salud de Medellín, la muerte del
agente Ortiz Muñoz, quien estaba adscrito a la estación de Belén al
momento de los hechos, ocurrió el 2 de diciembre de 1992, cuando un carro
bomba explotó en la carrera 70 con calle 44 y se encontraba realizando
actos del servicio (Fol. 9 y 10 cuad. 1).
3. Igualmente, obra en el proceso la minuta de vigilancia del 2 de diciembre
de 1992, día en que explotó el artefacto explosivo, en la que consta que el
agente de policía Joselito Ortiz Muñoz prestó sus servicios en esa fecha, y
donde además se consignó:

“CONSIGNAS:
“No descuidar en ningún momento la seguridad personal.
“Especial cuidado al atender los casos. Observar las medidas
precautelativas especialmente en los vehículos 914.
“(…)
“Intensificar búsqueda de camión 350 o 300 que está cargado de
dinamita.
“Ojo en las rectas vehiculares, utilizar vías alternas.
“Seguimiento personal constante.
“Buscar ubicación en los retenes…” (Fol. 40 y 41 vto. cuad. 1).

4. Asimismo, obran en el proceso unas declaraciones extrajuicio ante


Notario, las cuales no pueden ser valoradas por la Sala puesto que no fueron
recepcionadas con audiencia de la contraparte ni se ratificaron en el proceso
contencioso administrativo. En efecto, si bien se trata de unas declaraciones
rendidas por terceros, no cumplen los requisitos del testimonio, al no haber
sido rendidas bajo juramento.

5. Con los documentos relacionados, se da por acreditado el daño alegado


en la demanda, pues se demostró que Joselito Ortiz Muñoz murió en la fecha
y circunstancias anotadas, sin embargo, éste no le es imputable a la entidad
demandada, por las siguientes razones.

Del análisis del escaso acervo probatorio allegado al proceso, se puede


establecer que el occiso era agente de la policía adscrito a la estación de
Belén y que encontrándose en desarrollo de sus funciones, se activó un
artefacto explosivo que le causó la muerte a él y a otros compañeros.

Aun cuando no existen pruebas adicionales que detallen las circunstancias


que rodearon los hechos, de lo que no hay duda es que la víctima al
momento de su muerte era agente de policía, por lo tanto, es procedente
verificar el régimen de responsabilidad aplicable para los casos de daños
causados a miembros de la Fuerza Pública.

En anteriores oportunidades, esta Corporación manifestó al respecto:

“Es del caso dejar clara la distinción entre los soldados que prestan el
servicio militar obligatorio o conscriptos, -que a su vez pueden
diferenciarse entre soldados regulares, soldados bachilleres, auxiliares
de policía bachilleres o soldados campesinos- y, los voluntarios o
profesionales.

“Respecto de los primeros, la prestación obligatoria del servicio militar,


la impone el artículo 216 de la Constitución Política, por cuanto dispone
que todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando
las necesidades públicas lo exijan para defender la independencia
nacional y las instituciones públicas, sin que exista ninguna vinculación
laboral, por lo que se ven en la obligación de soportar una carga o deber
público de responsabilidad social que se conserva entre la sociedad civil
y el Estado, sin que deba verse per se como una vulneración de los
derechos de los conscriptos.

“Al respecto, la H. Corte Constitucional, dispuso1:

‘En los términos expuestos, no debe perderse de vista que, así como se han
entendido los condicionamientos y restricciones que imponen los derechos de
los demás y el orden jurídico -por lo cual tienen alcances y contenidos
1
Sentencia T-218/10 del 23 de marzo de 2010. C.P. Dr. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo
relativos-, también los deberes, las obligaciones y las cargas que
impone la vida en sociedad deben cumplirse en términos razonables y
proporcionales a los propósitos que les sirven de fundamento.

‘Conforme a esa línea de orientación, la prestación del servicio militar, si bien


es exigible a todos los nacionales, con las excepciones que la ley
consagra, debe someterse a los postulados constitucionales y legales, y
respetar los derechos fundamentales y las libertades básicas de los
llamados a filas.

‘Sin embargo, tampoco escapa a la consideración de esta Corte, que no hay


derechos que se contrapongan a deberes irrenunciables. Por ello, las
excepciones para prestar el servicio militar, o las causales para retirarse
de él, deben estar motivadas por el mismo interés general, el cual,
excepcionalmente, permite justificar la exoneración de una persona de
prestar el servicio militar, atendiendo siempre al bienestar colectivo y no al
interés particular.

‘Bajo tal perspectiva, el servicio militar obliga, prima facie, a todos, a partir de
dos consideraciones. Una primera, se encuentra estrechamente vinculada
con los deberes constitucionales de los gobernados, dada la imperiosa y
constante necesidad que de él se tiene para la efectiva defensa de la
patria; y, en cuanto hace a la segunda, se justifica en el ámbito de los
derechos, por la elemental aplicación del principio de igualdad ante la
ley’.

“El legislador, en uso de las facultades concedidas por la Constitución


Política al reglamentar el servicio militar, en el artículo 3 de la ley 48 de
1993, que gobierna el servicio de Reclutamiento y Movilización, dispuso
la obligatoriedad del mismo, al señalar que todos los colombianos están
obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan,
para defender la independencia nacional y las instituciones públicas,
con las prerrogativas y las exenciones que establece dicha Ley. Y, en el
artículo 10, impuso la obligación de definir la situación militar, al
establecer que todo varón colombiano está obligado a definir su
situación militar a partir de la fecha en que cumpla su mayoría de edad,
a excepción de los estudiantes de bachillerato, quienes lo harán cuando
obtengan su título de bachiller.

“El artículo 13 de la misma normativa, señaló y perfiló las modalidades


de prestación del servicio militar, así:

‘Artículo 13. Modalidades prestación de servicio militar obligatorio. El


Gobierno podrá establecer diferentes modalidades para atender la
obligación de la prestación del servicio militar obligatorio.

‘Continuarán rigiendo las modalidades actuales sobre la prestación del


servicio militar:

‘a. Como soldado regular, de 18 a 24 meses.

‘b. Como soldado bachiller, durante 12 meses.

‘c. Como auxiliar de policía bachiller, durante 12 meses.

‘d. Como soldado campesino, de 12 hasta 18 meses.’

“En el mismo sentido, el Decreto 2048 de 1993, por el cual se


reglamenta la mencionada ley 48 de 1993, en su artículo 8, dispuso:

‘Artículo 8. El servicio militar obligatorio podrá prestarse en el Ejército, la


Armada, la Fuerza Aérea y la Policía Nacional, en las siguientes formas y
modalidades.

‘a) Como soldado regular, de 18 a 24 meses;

‘b) Como soldado bachiller, durante 12 meses;

‘c) Como auxiliar de policía bachiller, durante 12 meses;

‘d) Como soldado campesino, de 12 hasta 18 meses, la calidad de campesino


la determinará el Comandante de la Unidad Táctica correspondiente.”
“De otro lado, respecto de los soldados voluntarios o profesionales,
definidos en el artículo 1° del Decreto 1793 de 2000, mediante el cual se
expide el Régimen de Carrera y Estatuto del Personal de Soldados
Profesionales de las Fuerzas Militares, como los varones entrenados y
capacitados con la finalidad principal de actuar en las unidades de
combate y apoyo de combate de las Fuerzas Militares, en la ejecución
de operaciones militares, para la conservación, el restablecimiento del
orden público y demás misiones que le sean asignadas; para éstos la
sujeción surge en virtud de una relación legal y reglamentaria
consolidada a través del correspondiente acto administrativo de
nombramiento y la consiguiente posesión del servidor, tal como lo
regula el artículo 3 de la misma normativa, así:

‘Artículo 3. Incorporación. La incorporación de los soldados profesionales a


las Fuerzas Militares de Colombia, se hará mediante nombramiento por orden
de personal de los respectivos Comandos de la Fuerza, atendiendo a las
necesidades de la fuerzas y a la planta de personal que haya sido
aprobada por el Gobierno Nacional.’

“Sobre el particular, el Decreto 1794 del 2000, establece el régimen


salarial y prestacional de carácter especial para el personal de soldados
profesionales de las Fuerzas Militares.

“Ahora bien, en relación con los títulos de imputación aplicables a los


daños causados a soldados conscriptos, la Sección Tercera de esta
Corporación, ha avalado la posibilidad de que sean, en primera medida,
aquellos de naturaleza objetiva, tales como el daño especial o el riesgo
excepcional, y, de otro lado, el de la falla del servicio, siempre y cuando
de los hechos y de las pruebas allegadas al proceso se encuentre
acreditada la misma.

“Al respecto, la jurisprudencia de la Sección, ha puntualizado2:

‘Atendiendo a las condiciones concretas en las que se produjo el hecho, la Sala


ha aplicado en la solución de los casos, los distintos regímenes de
2
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 30 de julio de 2008, exp. 18.725, M.P.
Ruth Stella Correa Palacio. Reiterada en sentencia del 15 de octubre de 2008, exp. 18586,
M.P. Enrique Gil Botero
responsabilidad. Así, ha decidido la responsabilidad del Estado bajo el régimen
de daño especial cuando el daño se produjo como consecuencia del
rompimiento de la igualdad frente a las cargas públicas 3; el de falla probada
cuando la irregularidad administrativa produjo el daño y, el de riesgo cuando
éste proviene o de la realización de actividades peligrosas o de la utilización de
artefactos que en su estructura son peligrosos 4; pero, en todo caso, ha
considerado que el daño no será imputable al Estado cuando se haya
producido por culpa exclusiva de la víctima, por fuerza mayor o por el hecho
exclusivo de un tercero, por rompimiento del nexo causal. En providencia de 2
de marzo de 2000, dijo la Sala:

‘...demostrada la existencia de un daño antijurídico causado a quien presta el


servicio militar, durante el mismo y en desarrollo de actividades propias de él,
puede concluirse que aquél es imputable al Estado. En efecto, dado el
carácter especial de esta situación, por las circunstancias antes anotadas, es
claro que corresponde al Estado la protección de los obligados a
prestar el servicio militar y la asunción de todos los riesgos que se creen
como consecuencia de la realización de las diferentes tareas que a
ellos se asignen. No será imputable al Estado el daño causado cuando éste
haya ocurrido por fuerza mayor o por el hecho exclusivo de un tercero o de la
3

?
En sentencia del 10 de agosto de 2005, exp: 16.205, la Sala al resolver la demanda
instaurada con el fin de obtener la indemnización de los perjuicios causados por las lesiones
sufridos por un soldado, quien en cumplimiento de la orden proferida por su superior
jerárquico, de realizar un registro de área en horas de la noche, al saltar un caño se cayó y
golpeó contra una piedra, consideró: “...la causación de los daños material, moral y a la vida
de relación tienen sustento, en este proceso, en el actuar de la Administración de
sometimiento del soldado conscripto a una carga mayor a la que estaba obligado a soportar,
cuando en el cumplimiento de la misión conferida a él por el Comandante del Escuadrón B de
Contraguerrillas de registro del área general del Municipio de Paz de Ariporo dentro del
servicio y con ocasión de él, se tropezó cayendo contra la maleza, lesionándose el ojo
derecho”.
4
En sentencia de 28 de abril de 2005, exp. 15.445, dijo la Sala: “En el tema de la
responsabilidad patrimonial del Estado la jurisprudencia ha aplicado varios títulos jurídicos de
imputación en relación a los conscriptos. Generalmente se acude al de daño especial cuando
el “daño” tiene su causa en el rompimiento de la igualdad frente a las cargas públicas. Sin
embargo cuando la causa de los daños se origina en otro tipo de hechos, según estos debe
aplicarse el de falla probada cuando la irregularidad administrativa produjo el daño y el de
riesgo cuando los conscriptos sufren daños con causa y por razón del servicio que provienen
o de la realización de actividades peligrosas o de la utilización de artefactos que en su
estructura son peligrosos...Ha partido de la regulación legal especial contemplada para la
Fuerza Pública y en especial para los conscriptos, y ha concluido que cuando las pruebas son
indicadoras de que los hechos ocurrieron por el riesgo a que fueron expuestos los
conscriptos no se requiere realizar valoración subjetiva de conducta del demandado; que sólo
es necesario demostrar: el ejercicio por parte del Estado de una actividad de riesgo en
desarrollo del servicio militar prestado -o por su destinación o por su estructura-; el daño
antijurídico; y el nexo de causalidad eficiente y determinante entre ese riesgo y el daño
causado al conscripto; y que el demandado sólo se exonera por causa extraña, es decir por
el hecho exclusivo del tercero o de la víctima y fuerza mayor”.
víctima, eventos cuya demostración corresponderá a la parte
demandada’5.

“En consecuencia, frente a los perjuicios ocasionados a soldados


regulares, conscriptos, en la medida que su voluntad se ve doblegada
por el imperium del Estado, al someterlos a la prestación de un servicio
que, no es nada distinto, a la imposición de una carga o un deber
público, es claro que la organización estatal debe responder bien porque
frente a ellos el daño provenga de i) un rompimiento de las cargas
públicas que no tenga la obligación jurídica de soportar; ii) de un riesgo
excepcional que desborda aquel al que normalmente estaría sometido, y
que puede tener origen en el riesgo actividad o en el riesgo de la cosa, o
iii) de una falla del servicio, a partir de la cual se produce el resultado
perjudicial.

“Diferente, a lo que ocurre con los soldados profesionales o voluntarios,


donde el título de imputación aplicable es el de falla en el servicio, que
se configura cuando a los mismos se les somete a un riesgo superior al
que normalmente deben soportar con ocasión de su actividad6.

“En efecto, la jurisprudencia de la Sección Tercera ha entendido que la


afectación de los derechos a la vida e integridad personal del militar
profesional es un riesgo propio del servicio que prestan en cumplimiento
de operaciones o misiones militares. Al Estado no se le puede atribuir
responsabilidad alguna por la concreción de esos riesgos, a menos que
se demuestre que el daño deviene de una falla del servicio, que consiste
en el sometimiento del soldado profesional a una carga mayor que la de
sus demás compañeros, con quienes desarrolló la misión
encomendada.”7

De lo anterior, se puede establecer que el personal que ingresa


voluntariamente a las Fuerzas Armadas, en virtud de una relación legal y
reglamentaria, asume los riesgos inherentes a su oficio, de allí que, para

5
Sentencia del 2 de marzo de 2000. Expediente 11.401. C.P. Alier Hernández Henríquez.
6
En concordancia ver: Sección Tercera, Sentencia del 23 de junio de 2010, Expediente:
19.426, C.P. Enrique Gil Botero y Sentencia del 31 de mayo de 2007, Expediente: 16.383,
C.P. Enrique Gil Botero.
7
Consejo de Estado, Sección Tercera, Subsección C, sentencia del 8 de junio de 2011,
expediente 20.168. C.P. Enrique Gil Botero
efectos de imputar daños al Estado por ese concepto, se debe demostrar la
ocurrencia de un riesgo mayor y anormal que excedieran la carga que
aquellos, voluntariamente, decidieron asumir, sin embargo, esto no se
acreditó en el presente caso.

Aún cuando el apelante señaló, que de lo consignado en la minuta de


vigilancia se podía establecer que la institución policial conocía con
anterioridad la posibilidad que se presentara un atentado terrorista y por esta
razón se configuraba una falla del servicio, se debe advertir que si bien es
cierto se indicó allí que se estaba buscando un camión cargado con
dinamita, no significa esta afirmación que se expuso al agente de policía a un
riesgo extraño, diferente, mayor o anormal que excediera su actividad de
defensa y seguridad del Estado, a la cual, se insiste, ingresó
voluntariamente.

De manera adicional, la Sección Tercera del Consejo de Estado al resolver


un proceso por estos mismos hechos, afirmó lo siguiente:

“En el evento sub – lite, se encuentra demostrado que los señores Luis
Andulfo Ortega Pabón y Luis Fernel Mendoza Botello, ingresaron
voluntariamente a la Policía Nacional como Auxiliares de Policía, siendo
posteriormente ascendidos al grado de Agentes Profesionales de la
Policía Nacional, de manera que al producirse su ingreso a la institución
en las condiciones anotadas, de manera libre y consiente asumieron los
riesgos connaturales de la profesión policial. La jurisprudencia de esta
Corporación ha señalado en reiteradas oportunidades que la realización
de dichos riesgos pueden afectar los derechos a la vida y la integridad
personal de quienes los asumen, al desarrollar actos propios del servicio
consistentes, por vía de ejemplo en la ejecución de labores de
inteligencia, de inspección, de seguridad, de vigilancia8, control de áreas
o patrullaje.
8
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia del 10
de junio de 2009, expediente No. 17.658
“Precisamente la fuerza pública en general y la Policía Nacional en
particular está instituida primordialmente para mantener las condiciones
necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas a
términos del artículo 218 de la Constitución Política y ello implica que en
cumplimiento de la función constitucional encomendada puedan
concretarse los riesgos contingentes, bien sea por el accionar de grupos
subversivos, delincuencia común, bandas emergentes etc., y en estos
eventos sólo tendrán derecho a exigir, como se dijo anteriormente, los
reconocimientos que previamente el ordenamiento ha dispuesto para
este tipo de servidores públicos que se someten a riesgos mayores y de
frecuente ocurrencia y según la prueba que obra en el proceso esos
reconocimientos fueron satisfechos por la entidad demandada (forfait
indemnizatorio y forfait pensional).

“El daño por cuya indemnización se demanda se concretó en la muerte


de los Agentes de la Policía y tuvo origen en uno de aquellos riesgos:
El ataque con un artefacto explosivo del cual fueron víctimas la noche
del día 2 de diciembre de 1992 el grupo de policiales que se
desplazaban hacia la estación de Belén constituye uno de los riesgos
propios de la profesión policial, pues personas al margen de la ley para
desestabilizar el orden social y crear un manto de zozobra entre los
integrantes del conglomerado recurren a hostigar a la fuerza pública,
bien sea para tratar de demostrar poderío a través del debilitamiento del
pie de fuerza pública o para cumplir los fines ilegales que pretenden
concretar y que pueden verse frustrados frente a la acción de la fuerza
legítima del Estado.

“Los anteriores razonamientos implican que los supuestos de la


demanda que, a juicio de la parte actora, son constitutivos de
responsabilidad civil extracontractual del Estado, no puedan
estructurarse dentro de las nociones jurídicas de riesgo excepcional o
daño especial, como pretende hacerlo la recurrente, porque los Agentes
de la Policía Nacional no fueron sometidos a riesgos extraños o
desconocidos que excedieran la carga que voluntariamente decidieron
asumir o riesgos mayores a los cuales se hallan avocados de manera
contingente los demás integrantes de la compañía que ostentan igual
posición, por las mismas razones no puede sostenerse que se haya
presentado una ruptura en la igualdad frente a las cargas públicas,
constitutiva de un daño especial, sencillamente porque la carga no
surgió como consecuencia de una imposición del Estado frente a la cual
el ciudadano se hubiera visto compelido a ceder en beneficio de un
interés general.”9

En este orden de ideas, es lógico concluir que se presenta una clara ausencia o
imposibilidad de imputación10, toda vez que el daño no es atribuible a conducta
alguna de la administración pública, por tal razón, se confirmará la sentencia
apelada.

En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, en Sala de lo Contencioso


Administrativo, Sección Tercera, Subsección C, administrando justicia en
nombre de la República de Colombia y por autoridad de la ley,

FALLA:

9
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 14 de abril de 2010, expediente 17645.
C.P. Myriam Guerrero de Escobar.
10
En la lógica tradicional, correspondería a la mal llamada ruptura del nexo causal, por la
configuración de una causa extraña, que en sentir de la más calificada doctrina es un
absurdo, pues la causalidad o existe o no existe, pero no se rompe. Al respecto Oriol Mir
Puigpelat señala “… un nexo causal existe o no existe, pero no se puede
interrumpir. La expresión “interrupción del nexo causal”, tan entendida en la
ciencia y la jurisprudencia administrativa de nuestro país, es, pues, incorrecta, y
está haciendo referencia, en realidad, a la interrupción (a la exclusión, mejor) de
la imputación…” (La responsabilidad Patrimonial de la Administración Sanitaria,
organización, imputación y causalidad. Primera edición, Ed. Civitas Madrid, 2000, Pág. 239.)
Primero: Confirmase la sentencia de 15 de mayo de 2001, proferida por la
Sala Tercera de Decisión, Sala de Descongestión del Tribunal Administrativo
de Antioquia, Caldas y Chocó.

Segundo. En firme esta providencia vuelva el expediente al Tribunal de origen.

Cópiese, Notifíquese y Cúmplase

Enrique Gil Botero Olga Valle de De la Hoz


Presidente de la Sala

Jaime Orlando Santofimio Gamboa

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