El currículo de la lengua

en educación para niños

de 3 a 12 años
Fundamentos de la didáctica
CONTENIDO
1. Las competencias y la enseñanza de lengua.

2. La evaluación de la lengua.

3. La evaluación en educación infantil.

4. La evaluación en educación primaria.

5. La mediación como referente pedagógico

y didáctico.

6. La interacción e integración.

7. El desarrollo frente a la formación.

8. Individualidad frente a colectividad.

9. Principio de aplicación de conocimientos.

10. Bibliografía.
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Las competencias y la
enseñanza de lengua
Se ha mencionado anteriormente la importancia que ha
adquirido el enfoque por competencias en la educación
infantil y primaria. La enseñanza de la lengua, en relación
a este enfoque, se entiende como el desarrollo de la
competencia lingüística y la competencia comunicativa.
Así pues, la enseñanza de la lengua está orientada
en varias direcciones. Por un lado, se entiende que
la enseñanza de la lengua debe proporcionar una
competencia lingüística que permita desenvolverse en el
ámbito académico. Además de esto, las competencias
lingüísticas se entienden explícitamente como
herramientas o habilidades que permitirán al alumno
seguir aprendiendo el resto de su vida, una vez superada
la educación obligatoria.
En la propuesta de la Unión Europea que ha venido
definiendo el marco por competencias, se tratan
tres amplias categorías en las que se encuentran las
competencias:
1. Se cita la competencia relacionada con la capacidad
de usar de forma activa herramientas que sirvan para
la interacción con el entorno. Estas herramientas
incluyen las de tipo cultural como la lengua y deben
conocerse lo suficientemente bien como para
permitir al sujeto emplearlas de forma autónoma.
2. Se señala la capacidad interactiva. Esta capacidad
hace referencia a la necesidad de interactuar de
forma exitosa con personas de diferentes ámbitos.
3. Se cita la necesidad del individuo de actuar de
forma de autónoma. Es decir, se prevé la necesidad
de gestionar la propia vida, la toma de decisiones
y los propios actos. En estos puntos se enmarcan la
competencia comunicativa y lingüística junto a otras.
De hecho, el desarrollo de este marco ha dado lugar
a diferentes listados de competencias de las que
se pueden destacar algunas: una competencia en
comunicación lingüística, una competencia matemática,
una competencia de conocimiento (e interacción) con el
mundo físico, una competencia de aprender a aprender,
una competencia social y ciudadana, una competencia
de autonomía e iniciativa y, por último, una competencia
de creatividad y criterio artístico. Estas competencias se
utilizan como marco para la creación de unos principios
didácticos en relación a las diferentes materias.
Otro elemento sería comprender diferentes discursos
verbales o no verbales interpretándolos con actitud crítica,
y desarrollar la capacidad de aplicar la comprensión y la
interpretación a nuevas situaciones de comunicación que
tengan lugar en la vida académica y la actividad social
y cultural. A este planteamiento subyacen unas
competencias: En primer lugar, una competencia lingüística,
que permite acercarse al lenguaje desde su composición
externa, su estilo y a concebirlo como herramienta de
comunicación. Además, la comprensión fomenta el
desarrollo de estrategias de autonomía personales para la
compresión de textos. Por otro lado, estos conocimientos
se relacionan con la competencia ciudadana, ya que
permiten situarse en diversos contextos socioculturales.
En segundo lugar, utilizar la lengua en los procesos
de producción de contenidos orales y escritos para
relacionarse y participar en la vida social y cultural, desde
una actitud respetuosa y cooperativa. Además, se toma
conciencia de los propios sentimientos y actitudes para
controlar de manera efectiva la conducta. En esta idea
subyacen varias competencias:
• La competencia lingüística que afecta al propio
conocimiento del lenguaje en sentido práctico, es
decir, atendiendo a sus usos.
• La competencia que se ha definido como aprender
a aprender, en tanto que se desarrolla la capacidad
de adaptarse a los contextos, construir discursos
adecuados a las normas de convivencia con un
grado de reflexión sobre las mismas.
Por último, ya se ha defendido que el marco de las
competencias incide en la importancia de generar
saberes que trasciendan el aula. En términos prácticos,
esto se traduce en mayor empleo de la lengua en uso
real o pretendidamente real. Así pues, la enseñanza de
la lengua obliga a plantear situaciones comunicativas.
Estas situaciones comunicativas consisten en muestras
de lenguaje real procedente de algunos ámbitos de la vida
personal y social (cartas, mensajes, disculpas, invitaciones),
vida laboral (contratos, exposiciones orales, informes)
y demás, que constituyen el uso normal de la lengua en
sociedad. En definitiva, la enseñanza de la lengua, tanto
oral como escrita, debe satisfacer estos criterios mediante
la incorporación de muestras reales y ejercicios y tareas
que representen la realidad.
La evaluación de la lengua
En general, todos los diseños de programación
establecen una categoría observable que hace referencia
a los resultados o procesos beneficiosos y relacionados
con el aprendizaje. La evaluación necesita un material
que sea cuantificable, definir qué es este material
del que parte la evaluación no es tarea fácil. En los
diferentes enfoques o pedagogías de aprendizaje se ha
puesto el foco de la evaluación en diferentes aspectos.
Por ejemplo, los enfoques cognitivistas consideraban la
importancia del proceso de aprendizaje o análisis y en
definitiva de los procesos mentales, de ahí que esa fuera
la materia a evaluar.
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Por otro lado, se emplea frecuentemente el concepto de
evaluación formativa, es decir, el objetivo de la evaluación
no se limita a proporcionar una cuantificación sino
a servir para la orientación en el proceso de formación.
La evaluación es una herramienta para desarrollar una
conciencia sobre lo que se está aprendiendo y, por tanto,
aprenderlo mejor. Es por ello que la evaluación es también
una forma de aprendizaje. Este planteamiento, supone
un cambio respecto a la evaluación como elemento
burocrático para transformarse en un elemento que
favorece la conciencia de los procesos de aprendizaje
realizados y los sucesivos.
La evaluación en educación
infantil
La idiosincrasia de la educación infantil condiciona, en
gran medida, el tipo de evaluación y los mecanismos de
la misma a realizar en el área de lengua. La evaluación
pretende definir hasta qué punto los niños que terminan
o están cursando una educación infantil han alcanzado
los objetivos propuestos. En esta etapa educativa las
evaluaciones tienen un marcado carácter global, esto es,
no se presentan como compartimentadas en áreas del
conocimiento, sino que están relacionadas entre sí. Para
ello, suelen encontrarse tres instrumentos: (Tabla 1)
Las pruebas de Suelen realizarse mediante
observación preguntas orales o propuestas
de actividades que muestren el
grado de consecución de los
objetivos. El destinatario de estas
es el niño.
Las guías de Son instrumentos estandarizados
observación dirigidos al maestro que pretender
ofrecer una visión ordenada del
grado de consecución de los
objetivos.
Los Se dirigen tanto a los docentes
cuestionarios como a padres o cuidadores.
Tabla 1.
En el área curricular de la comunicación y la representación se
hace referencia a varios aspectos que están estrechamente
relacionados con el desarrollo, conocimiento y empleo
activo del lenguaje. Para empezar, se valora el empleo del
lenguaje como medio de comunicación con otros haciendo
referencia a que se emplee con diferentes contenidos,
en diferentes contextos. Se valora, por otro lado, el
interés y la capacidad para reconocer el lenguaje escrito,
diferenciándolo de otras formas de representación como
los pictogramas. En este sentido, se valora también la
capacidad para distinguir diferentes palabras, percibir sus
semejanzas y reconocer el significado de algunas que se
consideren particularmente significativas para el universo
del niño como el nombre, los sustantivos de parentesco
(papá, mamá) o las palabras de uso diario (perro, sol, etc.).
Para evaluar los puntos señalados se suele recurrir a
indicadores y los ítems, es decir, a los elementos que
componen los indicadores, por lo que un indicador puede
constar de uno o varios ítems.
Los indicadores descriptivos definen lo que se espera
observar en relación a los objetivos. Para evaluar la
capacidad de reconocer las formas escritas y diferenciar
unas formas escritas de otras y reconocer algunas
palabras significativas, se establecen los siguientes ítems:
• Es capaz de relacionar palabras e imágenes.
• Reconoce las diferencias y semejanzas entre unas
palabras y otras.
• Identifica palabras escritas de su entorno habitual.
• Utiliza algunos conocimientos convencionales del
sistema de la lengua escrita.
• Produce símbolos sencillos para trasmitir un
mensaje.
• Construye de forma escrita unas palabras a partir
de otras.
Por otro lado, sobre el empleo del lenguaje oral se
establece un indicador acompañado de varios ítems.
El indicador hace referencia al uso del lenguaje oral
de forma correcta y adaptada a las situaciones y los
interlocutores. Los ítems detallan su empleo de manera
más restringida, por ejemplo, habla con sus compañeros
en el juego simulado representado roles y situaciones.
Evoca y relata hechos y situaciones vividas. A la expresión
oral añade signos extralingüísticos para reforzar el
mensaje. Le gusta participar en las conversaciones que
se desarrollan en clase.
El cumplimiento de estos ítems puede analizarse de
varias maneras. Puede establecerse un criterio de sí/
no. Un criterio con escala numérica en referencia a la
frecuencia en que se cumplen, o un criterio con referencia
a la dificultad que le supone realizar los citados ítems.
En tanto que la evaluación tiene un carácter formativo,
como se ha señalado antes, los mecanismos de
evaluación son continuos. Además, los criterios de
evaluación están ajustado a los grupos de alumnos y van
acompañados de un registro ordenado de las actividades
realizadas en clase.
La evaluación en educación
primaria
La evaluación en educación primaria se presenta como
formativa y continua. Además de ello, se entiende que
debe tratarse de una evaluación integradora porque debe
atender a la diversidad en las aulas y aplicar criterios
con una relativa flexibilidad. Por otro lado, se trata de
una evaluación global por cuanto parte de analizar las
diferentes partes del proceso de aprendizaje.
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La evaluación se divide en tres fases:
1. Una evaluación inicial que permite definir el punto de
partida del alumnado, ya sean sus conocimientos
previos o sus actitudes. Esta permite definir el éxito
del aprendizaje ya que permite contrastar el nivel de
partida con el nivel alcanzado.
2. Una evaluación continua que se desarrolla a lo
largo del curso y que debe estar incluida en las
actividades que se realicen.
3. Una evaluación final que ha tenido gran importancia
en la tradición y que hace referencia a la valoración
de los conocimientos o aptitudes adquiridas al
concluir una unidad, apartado o curso completo. Esta
evaluación constituye una síntesis de los elementos
más relevantes cuyo conocimiento se mide.
En última instancia, la evaluación en educación primaria
debe delimitar si el grado de dominio de la materia
es suficiente como para permitir al estudiante seguir
desarrollando su proceso de aprendizaje con autonomía,
así como si le habilita a su desarrollo personal. Por ello,
no se debe confundir el concepto de evaluación con el
de calificación.
La aplicación del enfoque por competencias condiciona
que el material a evaluar haya estado presente de
forma activa y significativa en el desarrollo del curso.
Si la materia a evaluar es la capacidad para puntuar
correctamente un texto, esto debe haberse realizado en
el aula con relación a ejemplos reales.
La evaluación de la lengua en educación primaria, por
lo dicho, recurre frecuentemente a integrar habilidades
en una tarea relacionada con la realidad. Por ejemplo, la
lectura de un texto real, el comentario sobre la función
de algunos signos ortográficos o tipográficos, el análisis
de la función que pretende el texto, el comentario
sobre el significado de alguna frase o parte del mismo.
El comentario sobre las funciones que cumplen
determinadas frases (causales, concesivas…).
En definitiva, se trata de evaluar, por un lado, el
conocimiento de la lengua como sistema formal regido
por reglas convencionales y, por otra parte, analizar
el contenido del texto en sí. En el desarrollo de la
competencia lingüística y comunicativa se entrelaza el
desarrollo de un conocimiento cultural y literario. Dicho
conocimiento, partiendo una vez más del enfoque por
competencias, evalúa la capacidad para reconocer,
analizar y poner en relación muestras de la lengua con
un valor estético o sociocultural determinado.
La mediación como referente
pedagógico y didáctico
En la actualidad, el cambio de modelo y enfoque en la
educación tiene varias implicaciones. Quizás la más
relevante sea la concepción del estudiante como centro
del proceso educativo, hecho que provoca que haya
también un cambio en el rol del docente, tal y como
se analizado en diversos estudios desde los años 90.
Uno de los conceptos surgidos en este ámbito es la
mediación. Así, el docente deja de entenderse como
proveedor de conocimientos para entenderse como un
mediador, un punto intermedio entre el estudiante y los
contenidos. Esta mediación es, en definitiva, el proceso
de construcción de habilidades que permitan una
sucesiva y creciente autonomía.
La idea de mediación establece que el docente debe
proporcionar experiencias de aprendizaje, acercar las
representaciones de la realidad al alumno y seleccionar
aquellos elementos sobre los que se pueda fundar
el aprendizaje. Se debe, en este sentido, recordar
la concepción del aprendizaje como superación de
conflictos cognitivos. El rol del docente se de acompañar
en este proceso. Por ello, se puede afirmar que el docente
debe realizar tares más complejas que la de trasmitir
información.
La interacción e integración
En los principios y fundamentos de la enseñanza de
lengua está su empleo activo como herramienta de
comunicación, de expresión y de pensamiento. Esto
significa que su uso no puede disociarse de su enseñanza.
Así, la enseñanza de la lengua no puede limitarse a las
variantes cultas de la misma, sino que debe realizarse
con relación a su uso diario.
Las estrategias cooperativas constituyen, en este
sentido, una metodología didáctica de gran valor. Su
importancia está ampliamente avalada por estudios
clásicos y recientes, lo que significa que debe emplearse
estrategias cooperativas que favorezcan la interacción
entre los alumnos como mecanismo para que el
aprendizaje sea exitoso.
La interacción entre alumnos es el mecanismo que
favorece el desarrollo de las habilidades sociales y
lingüísticas. Estrategias educativas como los debates,
las narraciones, la enseñanza por parte de alumnos
conllevan un desarrollo cognitivo y una interiorización
del sistema formal de la lengua mucho mayor.
La educación infantil, por su lado, favorece mediante
juegos de roles, dinámicas de juego, o el establecimiento
de rutinas de saludo, despedida y con los momentos para
narraciones, la interacción realista entre los participantes.
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Por último, aunque en estrecha relación, se encuentra
la integración como valor propio de la escuela. Esta
estrecha relación entre ambos elementos nace de la
importancia de interactuar para tomar conciencia de la
pertenencia a una colectividad, aceptarse, reconocerse y
por tanto integrarse.
El desarrollo frente
a la formación
Uno de los aspectos ya mencionados hace referencia a
dos conceptos clave:
• La educación infantil y primaria, a diferencia de la
educación secundaria o los estadios educativos
superiores, tiene lugar en momentos clave del
desarrollo infantil. Es decir, el proceso educativo
acompaña al desarrollo del lenguaje, de los
procesos cognitivos, de las habilidades motoras
y de las habilidades sociales. En definitiva, al
desarrollo de las competencias.
• La educación ha tenido como foco la trasmisión
de unos conocimientos y una cultura. Por ello,
se plantea la existencia de una división entre la
educación como desarrollo o como formación.
En el enfoque por competencias y en los enfoques
constructivistas y cognitivistas, el papel fundamental de
la educación, y especialmente de la educación infantil
y primaria, no es tanto la trasmisión de unos conocimientos
como el provocar y favorecer el desarrollo. Las implicaciones
didácticas de este planteamiento son varias:
• En primer lugar, para cumplir con ello se debe
implicar al estudiante, considerarlo como parte
activa de su propio aprendizaje.
• Esto conlleva que se realicen actividades que
impliquen la búsqueda de información, la elaboración,
la reflexión o la aplicación el conocimiento.
• Así pues, primarán los problemas de solución
abierta frente a los de respuesta cerrada y los
ejercicios que impliquen la interacción o la
representación de situaciones reales frente a la
formación teórica, debiéndose crear entornos
de aprendizaje caracterizados por situaciones
o eventos representativos.
En definitiva, la educación parte de la necesidad
de favorecer el desarrollo, enseñar estrategias de
pensamiento, de escritura o lectura más que memorizar.
Se trata de un proceso que estimule los procesos
cognitivos y la autorregulación de los mismos.
Individualidad frente
a colectividad
Así como se trató la importancia de la interacción, la
educación entendida como motor del desarrollo debe
tener en cuenta la relación que establece el individuo con
el colectivo. Se puede afirmar que el desarrollo individual
necesita del colectivo para completarse, es decir, la
individualidad solo se completa en relación al colectivo.
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La educación pretende la trasmisión de una cultura y unos
valores convencionales, relacionados en consecuencia
con la colectividad en la que se ven inmersos los sujetos.
Por ello, junto al concepto de educación aparece el
de socialización. La socialización es, básicamente,
el proceso por el que el individuo se inserta en la
colectividad. Para ello, debe interiorizar unos valores,
formas de acción y de pensamiento. Escuela y familia
son los ámbitos por excelencia en los que ocurre este
proceso.
El ser humano nace con la capacidad de integrase en la
colectividad y es en este proceso donde la educación
debe hacer uso de estrategias y metodologías que
contribuyan a la consecución plena de esta capacidad.
Principio de aplicación
de conocimientos
Uno de los principios clave para que el aprendizaje sea
exitoso es el principio de aplicación de conocimientos.
Los contenidos, ya sean conocimientos, habilidades
o valores, deben enseñarse de tal modo que se pongan
en relación con la vida, el entorno y la realidad de los
estudiantes. Se trata, por tanto, de realizar un proceso
de aprendizaje y enseñanza que sea significativo
y aplicable. En este sentido, la lengua debe enseñarse de
tal modo que exista una apropiación de la misma.
En este sentido, se ha notado cómo el estudio de la
lengua se ha planteado en ocasiones como el estudio
de la lengua culta, pero, en realidad, la lengua es por
definición una interdisciplina que trasciende la propia
materia en que se estudia para afectar a otros campos
como el desarrollo del lenguaje y el desarrollo académico.
Por ello, resulta razonable pensar que el estudio de la
lengua debe hacerse de tal modo que se enfoque de una
manera explícitamente trasversal, es decir, poniéndolo
en relación con otras disciplinas.
En este sentido, las dinámicas escolares deben
relacionarse con la vida real y la realización de
exposiciones orales, el comentario de artículos
periodísticos, de textos reales o que imiten la realidad,
son estrategias clave. En gran medida, cualquier
conocimiento tiene una dimensión aplicable que
debe hacerse explícita en el diseño de los currículos
y plantearse de manera simultánea.
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