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La Fórmula “Vuoto”

Por Ernesto J. Ahuad

1. Introducción [arriba] - 

Aunque para medir y cuantificar el daño en las acciones donde se reclama un resarcimiento
con base en el derecho común existen diversos mecanismos, en el ámbito laboral ha sido
frecuente la aplicación de la denominada "fórmula Vuotto", desarrollada en un fallo de la
Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo del 16 de junio de 1978, recaído
en los autos "Vuoto, Dalmero c/AEGT Telefunken" (SD 36010).

Consiste en un mecanismo muy conocido y de buena confección lógica que supervivió a las
diferentes reformas (leyes 9688, 24.0128 y 24.557), y cuya utilización se extiende a los más
diversos ámbitos. Así, es una herramienta muy utilizada como parámetro en  gestiones
conciliatorias tanto en sede administrativa y judicial, ha sido integrada a distintos proyectos
de reforma legislativa de la controvertida LRT como modo de establecer las reparaciones
sistémicas, y -lo más importante- desde su creación comenzó a ser utilizada por la mayoría
de los jueces a la hora de fijar el monto de condena. Porque si bien no todos la aplican a
rajatabla, son muy pocos los que -antes de establecer el monto de condena- no se hacen la
obligada pregunta “¿Y cuánto da con ‘Vuoto’?”.

Como se recordará “Vuoto” consiste en una fórmula financiera que posibilita determinar un
Capital (C), que colocado a una tasa de interés compuesto (i), le permita al trabajador
damnificado retirar mensualmente un importe equivalente al desgaste del sueldo que
verosímilmente puede ocasionarle el porcentaje de incapacidad que detenta durante el
tiempo de vida que le resta hasta el momento de lograr el derecho a la jubilación (n),
momento en el cual el referido capital queda agotado por los retiros mensuales efectuados
hasta ese momento.

Aquí, el capital (C) es la incógnita que es necesario elucidar, puesto que es la base de la
indemnización por daño material que le será reconocida al infortunado. Precisamente, los
datos que permiten despejarla serán la remuneración anual (A), la cantidad de años que le
faltan a la víctima para cumplir 65 años (n), la tasa de interés compuesto anual del 6% (i) y
el porcentaje de incapacidad laboral.

En la fórmula que se analiza, el Valor Actual (Vn) se obtenía como sigue.

                         n                     n
                       V    =   1   /   (1   + i)

En consecuencia, y en mérito a lo expuesto, la fórmula comúnmente denominada "Vuoto"


era la siguiente:

                                      N
                       C = A x (1 - V) x 1 x % de incapacidad
                                                                         i

En el caso hipotético de un trabajador que cobre $ 1.200 mensuales, tenga 43 años al


momento del accidente y un 12% de incapacidad; (A=remuneración anual) será igual a
15.600 ($ 1.200 x 13), y como el damnificado tenía 43 años al momento del infortunio, el
valor (n) será igual a 22 (ello surge de restar dicha edad al número 65); y el valor
(Vn=Valor Actual) es 0,277505. Luego, el cociente 1 / (i) será siempre 16,666667, dado
que la tasa de interés a considerar será siempre la del 6% anual. (1 / 0,06) y la incapacidad
que detenta el trabajador, del orden del 12% de la T.O. Concluyendo, el capital que le
corresponderá al actor será igual a ($ 1.200 x 13) x (1-0,277505) x 16,666667 x 0,12. Ello
hace un total de $ 22.541,84.

2. La doctrina de la Corte en materia de cuantificación dineraria del daño material:


“Arostegui” [arriba] - 

Con relación a la cuantificación dineraria del daño material es doctrina repetida de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación que si lo que se busca es fijar una suma que permita
resarcir el daño caracterizado como pérdida de ganancia, es indispensable precisar la
entidad de ese daño, a fin de justificar la proporción entre el mismo y aquella
indemnización (conf. Fallos 285:55; 297:3O5; 3O9:1269, entre muchos otros más).

En orden a ello, una ecuación que cumplimente los requerimientos del Alto Tribunal en el
tema, debería tomar en consideración las condiciones específicas de la víctima, como ser su
edad, sexo, profesión, ingresos, tipo de dolencia y -primordialmente- grado de minusvalía
laborativa.

Si bien la fórmula "Vuoto", en ese sentido, consiguió -en muchos casos- un adecuado
resultado a los fines reparatorios requeridos toda vez que incluyó los parámetros que suelen
ser más trascendentes en la mayoría de los casos, lo cierto es que -hay que reconocerlo- se
imponían ciertos cambios en algunos de sus parámetros, dado que nada justificaba que
hubiese permanecido hierática a lo largo de las décadas. Esa circunstancia, sumada -acaso-
a una utilización “a rajatabla” por parte de algunos magistrados (no permitiéndose apartarse
de ella ante las particularidades del  caso concreto), contribuyó a que algunos jueces la
dejaran de lado, o pasase a ser considerada “un criterio o indicativo más”, o se la utilizase
como “brújula” -invisible- para fijar el monto de los resarcimientos.

Así llegamos a “Arostegui” (8/4/2008), un caso fallado originalmente por la Sala III
durante la vigencia del precedente “Gorosito” (1/2/2002) donde la Corte (en su anterior
composición) había impuesto en el tema -según algunos- “la doctrina de la comparación” .
La Sala III compara utilizando “Vuoto” como parámetro y rechaza la demanda,
concluyendo que las sumas que percibiría el actor en el marco de la LRT superaban las que
correspondían por el derecho común, por lo que no se daban los mencionados presupuestos
que justificarían la inconstitucionalidad solicitada en la demanda. La Corte revoca tal
pronunciamiento.

Los fundamentos del Alto Tribunal se centraron básicamente en cuatro pilares: 1) El escaso
monto de la renta, que además había incluido en su cálculo asignaciones familiares que se
dejarían de percibir con la mayoría de edad de los hijos del actor; 2) la forma de pago de la
indemnización (periódica y desmembrada), 3) que se hayan considerado
constitucionalmente válidos los arts. 1 y 39 de la LRT; 4) el carácter integral que debe
reunir la reparación, para contemplar todos los ámbitos de la vida y no sólo el laboral, “los
cuales ningún cálculo matemático, por más brillante que sea, puede contemplar”.
Es el último de los cuestionamientos el que será objeto de análisis, pues los restantes caen
dentro de las previsiones de la doctrina sentada en "Milone" (Fallos: 327:4607), o son
ajenos a lo medular de este comentario.

La Corte consideró que el fallo contenía “una ponderación de la realidad económica que
satisface sólo en apariencia el principio de la reparación integral, o no constituye una
derivación razonada del derecho vigente con arreglo a las constancias de la causa, u omite
el examen de circunstancias relevantes del litigio (Fallos: 299:125; 300:936 y 303:2010,
entre otros). En el sub examine se configuran estas excepciones por un triple orden de
razones que se relacionan, las dos primeras, con el juzgamiento de la reparación, tanto en el
ámbito de la LRT cuanto en el del Código Civil, y el tercero, con la preterición de un
extremo conducente para la debida decisión de la controversia”.

Así, entendió errado (“absolutamente inválido”) el método de sumar utilizado, pues lo hizo
adicionando -como si fueran valores actuales- cantidades monetarias que el trabajador
habría de percibir en diferentes períodos de tiempo, soslayando así el concepto mismo de
"valor actual" de las rentas futuras.  Continúa diciendo la Corte “Estas objeciones al
método seguido respecto de la LRT se robustecen aun más a poco que se advierta que el a
quo sí las habría tenido en cuenta al calcular el otro término de la comparación, esto es, la
indemnización del Código Civil de acuerdo al antes recordado criterio del caso "Vuoto".
Ello, por cierto, acredita con mayor evidencia la invalidez de haber sumado de manera
directa las rentas mensuales”.

Respecto de la utilización de la fórmula “Vuoto”, sostuvo que no era más que la tarifación
del daño material del derecho civil (“so color de restitutio in integrum, estimó el
resarcimiento por el daño material del derecho civil también mediante una tarifa”), distinta
en apariencia pero análoga en su esencia  “pues, al modo de lo que ocurre con ésta, sólo
atiende a la persona humana en su faz exclusivamente laboral”, o sea, mediante la
evaluación del perjuicio material sufrido en términos de disminución de la capacidad obrera
total y su repercusión en el salario que ganaba al momento de los hechos proyectado hacia
el resto de la vida laboral de aquélla.  Considera tal criterio de evaluación “reduccionista”,
y frontalmente opuesto al régimen jurídico que pretende aplicar (la reparación plena del
derecho común). Cita los fallos “Aquino” (21/9/2004) y “Díaz c/Vaspia” (7/3/2006) cuando
enuncian que “el valor de la vida humana no resulta apreciable tan sólo sobre la base de
criterios exclusivamente materiales", ya que no se trata “de medir en términos monetarios
la exclusiva capacidad económica de las víctimas, lo que vendría a instaurar una suerte de
justicia compensatoria de las indemnizaciones según el capital de aquéllas o según su
capacidad de producir bie¬nes económicos con el trabajo, puesto que las manifestaciones
del espíritu también integran el valor vital de los hombres”.
El Tribunal reitera además lo que venía ya expresando en diversos pronunciamientos
vinculados, en cuanto a que la incapacidad del trabajador le produce perjuicios a distintos
niveles (vida de relación, sus relaciones sociales, deportivas, artísticas, la pérdida de
chance, etc), que deben ser también objeto de reparación, al margen de lo que pueda
corresponder por el menoscabo de la actividad productiva y por el daño moral, pues la
integridad física en sí misma tiene un valor indemnizable. Respecto de las fórmulas y los
porcentajes de incapacidad, estableció la regla general de que no deben conformar pautas
estrictas que el juzgador deba seguir inevitablemente, aunque sí deba tenerlas en cuenta.

3. El fallo “Méndez” (o “Vuoto II”) [arriba] - 

El fallo “Mendez” resulta trascendente, por dos motivos: el primero de ellos es que recoge
las críticas de la Corte en “Arostegui” y readapta o aggiorna  la doctrina de “Vuoto”; el
segundo -el principal- es que lo hace sin claudicar el estandarte de la argumentación lógica
y la fundamentación del monto de condena sobre bases científicas. Esa es -considero- su
mayor virtud. Es este el dato que lo hace valioso y permite considerarlo un digno sucesor
de “Vuoto”. Porque -huelga decirlo- bien podría haberse elegido el camino fácil y renunciar
a toda fórmula (al menos formalmente).

Si bien es correcto lo que dice la Corte en “Arostegui” en cuanto a que para contemplar
todos los ámbitos de la vida y no sólo el laboral, no alcanza “ningún cálculo matemático,
por más brillante que sea”, lo cierto es que tampoco puede prescindirse de ellos, dado que
como bien señala Guibourg “si se pretende llevar a cabo un razonamiento cuyo resultado
sea un número (por ejemplo, una cantidad de dinero en concepto de resarcimiento
monetario), no hay modo alguno de llegar a ese resultado si no es por medio de un cálculo
matemático”.

La integralidad de la reparación como objetivo es loable, pero incluso un cálculo implícito


y subconsciente (“sin fórmulas”), no puede prescindir de lo racional. Las fórmulas
(“Vuoto”, “Vuoto II”, o cualquier otra) no hacen más que plasmar ese razonamiento en el
decisorio, con el fin de evitar la temida arbitrariedad. Citando el voto en “Méndez”: “Si se
desestimara incluso esta posibilidad teórica, la conclusión necesaria sería que la
determinación del resultado es puramente arbitraria. Y sin embargo, podría insistirse aún, la
propia arbitrariedad de un resultado numérico obedece siempre a alguna fórmula, aunque su
estructura y sus variables puedan juzgarse inconvenientes o injustificadas. Es posible, pues,
criticar una fórmula tanto por su estructura como por sus variables, elementos todos estos
que requieren una justificación ajena al propio cálculo; pero es literalmente imposible
prescindir de la aplicación de alguna fórmula cuyos elementos se juzguen debidamente
justificados”. En otras palabras: el juez tiene el deber de explicar como llega a los números
de condena, y eso se logra -necesariamente- a través de un cálculo.

En base a los lineamientos de “Arostegui”, la Sala III modifica algunos puntos de la


fórmula “Vuoto”, luego del examen pormenorizado de los tres segmentos del daño
resarcible (daño emergente, lucro cesante y daño moral; arts. 1078, 1083, y 1086 del
Código Civil):

- Respecto del uso del capital supuesto por la fórmula de referencia, recuerda que no tiene
otro objeto que facilitar el cálculo financiero del resarcimiento del daño en este particular
aspecto, y que el uso que se le de a esa suma es una elección personalísima de la víctima en
la que no es apropiado interferir.

- En lo que hace a la edad tope con la que se aplique la fórmula, introduce una modificación
elevandola de 65 a 75 años, teniendo en cuentra el fin de la “vida útil” de la víctima, y que
la presupuesta merma de salario que el trabajador sufra como consecuencia de su
incapacidad laboral se reflejará, en la etapa pasiva, en su haber previsional.

- Sobre la crítica de “Arostegui” acerca de la elección de las variables (“que la fórmula


congela el ingreso de la víctima”), teniendo en cuenta la aleatoriedad y el carácter
conjetural de cualquier elucrubración que pueda hacerse, toma en cuenta la edad, las
perspectivas de mejora y el riesgo de desempleo, para alcanzar la fórmula que sigue, de tal
modo que la disminución de la escala refleje la reducción de la probabilidad de mejoras
respecto de las opuestas, hasta el punto en el que pueda estimarse probable la estabilización
del ingreso.

Ingreso a computar = ingreso actual x 60 ./. edad (tope de 60 años)

- La tasa de interés empleada en la fórmula original (6% anual) es reemplazada por la que
la propia Corte adoptara en el fallo “Massa” (27/12/2006) para depósito de divisas, del 4%.
- Sobre el daño moral (la dimensión no económica del perjuicio padecido por la o las
víctimas), reafirma su carácter autónomo, inclusivo de la parte no económica del perjuicio,
la parte puramente humana, afectiva, y valorativa, que excede el estricto pretium doloris
pero no se asimila a los restantes segmentos del perjuicio.

De acuerdo con las explicaciones y modificaciones apuntadas, establece que el monto del
resarcimiento por daño material (lucro cesante) debe consistir en principio en una suma de
dinero tal que, puesta a un interés de 4% anual, permita -si el titular lo desea- un retiro
periódico y similar al que la incapacidad impide presuntivamente percibir, y se amortice en
el lapso estimado de vida útil de la víctima. Esto puede obtenerse mediante la siguiente
fórmula:

                                  n              n  


                   C = a x (1 – V ) x 1; donde v = ____1____
                                                                      n
                                                             i    (1 + i   )

a: representa el retiro por período (equivalente a la disminución salarial anual provocada


por la incapacidad)
n: el número de períodos (cantidad de años que restan al damnificado como expectativa de
vida)
i: el coeficiente de la tasa de interés en el período (0,04).

4. Concluyendo [arriba] - 

Desde su creación, la fórmula “Vuoto” ha constituido una herramienta de gran ayuda tanto
para profesionales y conciliadores, como para magistrados y proyectistas. Paradójicamente,
esta realidad no siempre se ha reflejado en acuerdos y pronunciamientos, que a la hora de
volcar los fundamentos del decisorio, suelen omitir reconocer haberse hecho la mentada
pregunta "¿Y cuanto daba con Vuoto..?"

Muchos proyectos -y más rumores- circulan en relación a la futura reforma de la LRT. La


única verdad es que reina la incertidumbre respecto del contenido del proyecto final de
modificación, aunque existen algunos comentarios recurrentes, siendo uno el tema de la
aplicación de la fórmula "Vuoto" para el cálculo de las indemnizaciones sistémicas por
accidentes y enfermedades profesionales.

Al respecto, cabe recordar que si bien la Corte en “Arostegui” ha considerado que no es una
buena pauta para establecer el monto de reparaciones integrales, parece inferirse del
pronunciamiento que sí se ajustaría a los parámetros de una reparación sistémica (al decir
de la Corte, “Vuotto” implica una tarifación del daño centrándose exclusivamente en la faz
laboral del sujeto), y es más beneficiosa que la actualmente vigente (LRT en su redacción
actual).

Mientras se sigue debatiendo la reforma -¿se sigue debatiendo la reforma o estamos


empantanados?- esta nueva fórmula (Vuoto II) como su predecesora (Vuoto), seguirá siendo
de ayuda inestimable. Lo reconozcamos o no.

Notas:

Artículo publicado en la Revista “Laboral” de la Sociedad Argentina de Derecho Laboral.


Año VII - Nº 30 - Junio - Julio 2006.

© Copyright: Revista “Laboral” de la Sociedad Argentina de Derecho Laboral

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