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Por
Adrián Pignatelli
12 de Septiembre de 2019 - Infobae
Luego de casi de dos meses de navegación por el Atlántico, el 9 de marzo de 1812 llegó al
puerto de Buenos Aires la fragata inglesa George Canning. Traía a bordo a muchos
personajes que harían historia en América. Entre ellos estaba José de San Martín, quien
entonces no se imaginaba que seis meses después estaría casado. Pero no todo sería
color de rosa.
San Martín ya traía en carpeta sus planes libertadores. Pero en Buenos Aires, de la
que se había ido cuando tenía 6 años, era un perfecto desconocido. El que le abrió la
puerta de la sociedad porteña a ese morocho de fuerte acento español, circunspecto,
reservado y hasta un tanto desconfiado, fue Carlos María de Alvear, quien había llegado
con él y con quien compartía los mismos planes.
Compromiso roto
Claro que San Martín no se las hizo fácil. En una cena en lo de los Escalada en pleno
noviazgo, cuando vio que su edecán había sido enviado a comer a la cocina junto a los
sirvientes se levantó y fue a comer con él.
En enero del año siguiente, San Martín, al mando de 125 hombres, partió hacia Santa Fe
con la misión de proteger sus costas ya que escuadrillas españolas remontaban el Paraná
asolando a las poblaciones ribereñas. En febrero, el Regimiento de Granaderos a
Caballo tendría su bautismo de fuego en San Lorenzo. Durante 1813, la pareja vivió en
Buenos Aires hasta que San Martín debió partir a Tucumán a hacerse cargo del Ejército del
Norte. Por sus problemas de salud, debió alojarse en una estancia en Córdoba para
recuperarse.
Mientras tanto, Remedios continuaba en Buenos Aires.
Volverían a verse a fines de 1814 en Mendoza, cuando San Martín fue nombrado
gobernador intendente de Cuyo. Vivían en una casa que el Cabildo había alquilado a la
familia Delgado. El solar está ubicado en la calle Corrientes 343, ocupado por años por un
taller mecánico. Trabajos arqueológicos realizados allí dieron con los pisos originales y
el lugar, debidamente preservado, abrió como museo.
En esa casa nació el 24 de agosto de 1816 su hija Mercedes Tomasa. Remedios era la
simpática anfitriona de las recepciones que ofrecía su marido.
Ese mismo mes, San Martín envió a su esposa y a su pequeña hija de regreso a Buenos
Aires. La frágil salud de Remedios, afectada de tisis, se había agravado por el
embarazo y el parto. Tan preocupante era su salud que hasta viajó con un ataúd, por si
pasaba lo peor.
Existen versiones que sostienen que infidelidades de su esposa con oficiales subalternos de
su propio marido motivaron el alejamiento. Y que Jesusa, la criada de Remedios, se había
quedado en Mendoza y habría tenido un hijo con su patrón.
En abril de 1819 San Martín le escribió a su amigo O'Higgins: "Remedios partió hacia
Buenos Aires, pues este país no le probaba. Aquí me tiene usted hecho un viudo".
Recién el 20 de noviembre de ese año San Martín partió hacia Buenos Aires, ciudad en la
que ingresó sin sobresaltos.
El 4 de diciembre fue a la casa de sus suegros. Antonio José Escalada había fallecido en
1821 siendo presidente de la Junta de Representantes. Permaneció en la ciudad tres meses.
Antes de partir, hizo grabar una placa que se colocó en la tumba de su esposa. Ella rezaba:
"Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del general San Martín".
San Martín ya tenía decidido partir junto a su pequeña hija, Mercedes, a Europa. De nada le
sirvieron a su suegra los esfuerzos que hizo para que no se llevase a Mercedes, que era su
única compañía.
Ya arribado al viejo continente le diría a su amigo Tocornal que "cada día me felicito más y
más de mi determinación de haberla conducido a Europa y arrancado del lado de doña
Tomasa; esta amable señora con el excesivo cariño que le tenía me la había resabiado en
términos que era un diablotín".
"Un hijo es un don del cielo, que sólo los padres pueden valorar y que tan poderosamente
contribuye a la felicidad de nuestra vejez", aseguró en una de sus comunicaciones.