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Mariana Pineda

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Para otros usos de este término, véase Mariana Pineda (desambiguación).
Mariana Pineda
1855, Historia de la milicia nacional, desde su creación hasta nuestros días,
Mariana Pineda (cropped).jpg
Información personal
Nombre de nacimiento Mariana Rafaela Gila Judas Tadea Francisca de Paula Benita
Bernarda Cecilia de Pineda Muñoz
Nacimiento 1 de septiembre de 1804
Granada (España)
Fallecimiento 26 de mayo de 1831 (26 años)
Granada (España)
Causa de muerte Garrote vil Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Española
Familia
Padres María de los Dolores Muñoz Bueno
Mariano de Pineda Ramírez
Cónyuge Manuel Peralta Valle (1819-1822)
Hijos José María (1820), Úrsula María (1821) y Luisa (1829)1
Información profesional
Ocupación Revolucionaria Ver y modificar los datos en Wikidata
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Mariana Pineda Muñoz (Granada, 1 de septiembre de 1804-Granada, 26 de mayo de 1831)
fue una liberal española del siglo xix ejecutada en la Década Ominosa, durante el
reinado de Fernando VII.

Índice
1 Biografía
2 El proceso contra Mariana Pineda (1831)
2.1 La detención
2.2 El juicio
2.3 La ejecución
3 Sepultura
4 Memoria histórica
5 Obras literarias sobre Mariana Pineda
6 Obras musicales sobre Mariana Pineda
7 Mariana Pineda en televisión
8 Véase también
9 Referencias
10 Bibliografía
11 Enlaces externos
Biografía
Era hija de Mariano de Pineda y Ramírez, capitán de navío de Granada y caballero de
la Orden de Calatrava, que nunca llegó a casarse por motivos que se desconocen con
María de los Dolores Muñoz y Bueno, de Lucena, mucho más joven y de menor condición
que él. La pareja tuvo una primera hija en Sevilla, donde residió un tiempo, pero
falleció al poco de nacer, y después de trasladarse a Granada, donde vivieron en
casas separadas, tuvieron una segunda hija, que fue Mariana. Después del
nacimiento, la madre y la hija se fueron a vivir a la casa del padre, don Mariano,
quien unos meses más tarde, a causa de la enfermedad crónica que padecía, firmó un
documento por el cual otorgaba a la madre todos los derechos sobre la hija. Pero al
poco tiempo don Mariano denunció a su pareja por haberse apropiado de ciertos
bienes puestos a nombre de su hija y María Dolores huyó de la casa común con la
niña, siendo detenida y obligada a devolver a la niña a su padre el 12 de noviembre
de 1805. Tras la muerte de don Mariano, Mariana pasó a la tutela de un hermano de
aquel, que era ciego, soltero y tenía cuarenta y siete años. Sin embargo, tras
casarse con una mujer mucho más joven que él, traspasó sus responsabilidades de
tutor a unos jóvenes dependientes suyos, José de Mesa y Úrsula de la Presa, a cuyo
cargo quedó la niña a lo largo de su infancia.2

Cuando murió su tutor este legó a su propia hija parte de los bienes que le
correspondían a Mariana por herencia de su padre, por lo que tuvo que pleitear
durante toda su vida para que le fueran devueltos, aunque al parecer nunca lo
consiguió —en 1828 hay constancia de que todavía mantenía un pleito para recuperar
un viñedo heredado de su padre—.3

Se casó cuando tenía quince años con Manuel de Peralta y Valle, once años mayor que
ella y que acababa de abandonar el ejército —no se sabe de qué vivía—. La boda se
celebró en octubre de 1819 de forma «sigilosa», en palabras de su principal
biógrafa Antonina Rodrigo, debido a la condición de hija ilegítima de Mariana. En
marzo del año siguiente dio a luz a un niño, José María, y en mayo de 1821 a una
niña, Úrsula María. Dos años después, en agosto de 1822, falleció su esposo dejando
a su viuda de dieciocho años con dos hijos pequeños. Al parecer fue en esos años de
su matrimonio, que coinciden con el Trienio Liberal, cuando Mariana se adhirió a la
causa liberal y tras la nueva restauración del absolutismo por Fernando VII en
1823, ya viuda acogió en su casa a liberales perseguidos. En esos círculos conoció
al militar de brillante expediente Casimiro Brodett y Carbone, con el que estuvo a
punto de casarse pero el matrimonio se frustró porque Brodett no consiguió la
preceptiva dispensa real a causa de su filiación liberal y quedó «impurificado»
viéndose obligado a abandonar el ejército, marchándose a continuación a Cuba.
Mariana, por su parte, durante los dos años siguientes desapareció de Granada y se
ignora dónde estuvo y lo que hizo durante ese tiempo.4

Cuando volvió a Granada ayudó a un primo suyo, Fernando Álvarez de Sotomayor


Ramírez, a escapar de la cárcel donde cumplía condena desde 1827 por haber
participado en diversas conspiraciones liberales organizadas por los exiliados de
Gibraltar. La estratagema de la que se valió para liberar a su primo en 1828 fue
introducir unos hábitos en la cárcel y entregárselos a Fernando, que disfrazado de
fraile salió de la prisión sin mayores dificultades porque, como había observado
Mariana, los muchos clérigos que entraban y salían del establecimiento nunca eran
controlados por los guardias. Se refugió inicialmente en casa de Mariana y cuando
fue a buscarlo allí el alcalde del crimen de Granada Ramón Pedrosa Andrade ya se
encontraba en Gibraltar.5 Pasó a formar parte de la leyenda de Mariana Pineda que
mantuvo una relación sentimental con su primo, pero no existe ninguna prueba. Lo
que sí está demostrado es que tras su vuelta tuvo como amante al abogado José de la
Peña, de veintiocho años, y que según su biógrafa Antonina Rodrigo, citada por
Carlos Serrano, posiblemente estuvo unido a Mariana «por un matrimonio secreto de
los llamados de “conciencia”, celebrado en la iglesia de Santa Ana». De ese enlace
nacería en enero de 1829 una niña a la que Mariana reconoció como hija natural a
pesar de que no vivieran juntas, aunque no así José de la Peña, que esperó a 1836
para «adoptarla», a 1846 para reconocerla como hija y a 1852 a reconocerla como
heredera.6

En alguna otra ocasión también atrajo la atención del alcalde del crimen Pedrosa a
causa de la denuncia presentada contra ella por un tal Romero Tejada por unas
supuestas conexiones con los «anarquistas» -que era el nombre que entonces también
utilizaban los absolutistas para referirse a los revolucionarios liberales— de
Gibraltar. Más grave fue el caso en que se vio envuelto su fiel criado Antonio
Buriel —que había servido a las órdenes de Rafael del Riego— que fue detenido por
Pedrosa por haber llevado cartas comprometedoras y que le valieron a Mariana verse
confinada en su casa. El caso nunca llegó a juzgarse aunque Mariana en prevención
ya había solicitado los servicios del abogado José María Escalera.7 La
investigación en los archivos policiales ha demostrado que la policía granadina
estaba convencida de que Mariana Pineda estaba directa o indirectamente implicada
en los preliminares de una insurrección y que su criado Antonio Buriel «tenía
preparada una docena de hombres decididos para lanzarlos a la calle».8
Retrato de Francisco Calomarde, por Luis de la Cruz y Ríos (copia de Vicente
López).
La policía absolutista del ministro Francisco Calomarde estaba alerta desde que
supo que el general José María Torrijos, que junto con el general Francisco Espoz y
Mina, era el líder de los liberales exiliados, había llegado a Gibraltar a
principios de septiembre de 1830. De hecho la primera tentativa de insurrección
antiabsolutista tuvo lugar en enero de 1831 cuando Torrijos y su grupo intentó
marchar sobre La Línea de la Concepción desde Gibraltar, con el objetivo de
alcanzar Algeciras. Unas semanas más tarde, sin que se sepa si tuvieron una
relación directa con Torrijos, un grupo de liberales acabó con la vida del
gobernador de Cádiz, lo que fue interpretado equivocadamente por la guarnición de
San Fernando para iniciar un levantamiento que resultó un fracaso, al mismo tiempo
que desde el Campo de Gibraltar había salido un grupo de unos 200 hombres que
recorrieron la Serranía de Ronda hasta que fueron capturados por los Voluntarios
realistas. Estos movimientos parecían indicar que se estaba preparando un
levantamiento generalizado por toda Andalucía que estaría encabezado por Torrijos y
por Espoz y Mina, y coordinado desde Madrid por Salustiano de Olózaga. Se llegó a
fijar la fecha del 20 de marzo de 1831 para el levantamiento, pero la policía de
Calomarde, estaba al tanto de los preparativos —algunos de sus agentes se
encontraban en Gibraltar siguiendo a Torrijos y a su grupo— y lograron desbaratar
el intento.9 Dos días antes de la fecha prevista para el levantamiento Mariana
Pineda fue detenida en su casa de Granada.

El proceso contra Mariana Pineda (1831)


La detención

Retrato de Mariana Pineda. Grabado del año 1862 de Isidoro Lozano en el


ayuntamiento de Granada.
El 18 de marzo de 1831 la policía al mando del alcalde del crimen Pedrosa irrumpió
en su domicilio, el número 6 de la casa 77 de la calle del Águila en Granada, y al
encontrarse «dentro de la casa que habitaba doña Mariana Pineda, cabeza o principal
de ella» una «bandera, señal indubitada del alzamiento que se forjaba» fue
«aprehendida... teniéndosela legalmente... por autora del horroroso delito», según
el relato del fiscal que presentó en el juicio al que fue sometida.10 Según Carlos
Serrano, las condiciones en que se encontró la «bandera» en casa de Mariana «hacen
sospechar que la introdujo en ella algún agente manipulado por la policía, sin duda
una de las propias bordadoras del Albaicín a quien ella tenía encomendado el
trabajo y que, descubierta o denunciada, se habría visto más o menos obligada a
introducir el famoso pendón en su casa para que pudiera ser «descubierto» luego
allí y sirviera de base para la acusación».11

De momento fue confinada en su propio domicilio, bajo la custodia de un guardia, de


donde escapó tres días después aprovechado un descuido del vigilante disfrazada de
anciana, pero el guardia logró alcanzarla en la calle y Mariana le rogó que no la
denunciara y para tratar de ablandarle le propuso que le acompañara en la huida.
Este hecho sería utilizado por el fiscal para imputarle un supuesto segundo delito,
además del de preparar un alzamiento contra «la soberanía del Rey N.S.», el de
«haber emprendido su fuga de la prisión que le fue constituida en su casa»,
tratando de «seducir o cohechar al dependiente que la custodiaba y que le dio
alcance en su fuga, diciendo a este que la dejara, ofreciéndole que se fuese con
ella y le haría feliz». A causa de este intento de fuga fue recluida en la cárcel
de mujeres de mala vida del convento de las Arrecogidas Santa María Egipcíaca.12

Hoy parece claro que las autoridades absolutistas, dada su condición de mujer, no
la consideraban uno de los dirigentes de la conjura liberal que creían que estaba
en marcha en Granada —de hecho en ninguno en los pronunciamientos liberales del
final del reinado de Fernando VII hubo mujeres directamente implicadas—, sino que
la detuvieron para que denunciara a sus cómplices, verdaderas cabezas de la
conspiración en la que ella sería nada más que una comparsa. Prueba de ello sería
que Pedrosa, el jefe de la policía de Granada, estaba habilitado para indultarla
incluso después del juicio si aceptaba declarar sobre sus cómplices, cosa a la que
ella se negó hasta el final —una firmeza que por otro lado no había mostrado su
primo Fernando Álvarez de Sotomayor, a quien Mariana había ayudado a escapar de la
cárcel, que informó a las autoridades absolutistas de las actividades del grupo de
José María Torrijos en Gibraltar a cambio del indulto—.

Por otro lado se especuló que la detención y la condena a muerte de Mariana se


debía al despecho sufrido por el alcalde del crimen Ramón Pedrosa que estaría
enamorado de ella. Esta teoría la expuso veladamente durante el juicio su abogado
defensor al referirse a «ciertos acontecimientos y circunstancias fatales» que
habían hecho que a la referida [Mariana] «se la tenga por algunos en un concepto»
que no merecía, entre las que se encontraba «no haber accedido a pretensiones de
otros sujetos» quienes «no sería extraño que se hayan propuesto llevar su
resentimiento y venganza hasta el extremo de arruinarla». Mucho más explícitas
fueron las coplas que circularon por la ciudad, y que perduraron mucho tiempo, como
esta:13
Granada triste está
Porque Mariana Pineda
A la horca va
Porque Pedrosa y los suyos
Sus verdugos son,
Y esta ha sido su venganza
Porque Mariana de Pineda
su amor no le dio
Del supuesto enamoramiento de Pedrosa por Mariana no hay prueba alguna, aunque sí
se puede afirmar que el alcalde del crimen de Granada se tomó el proceso como un
asunto personal, presionándola para que delatara a sus supuestos cómplices, todo
ello reforzado por el hecho de que Pedrosa había recibido del ministro de Gracia y
Justicia Calomarde plenos poderes para investigar todas las «conspiraciones» que se
produjeran en Granada, lo que le concedía un derecho de vida o muerte sobre los
encausados puesto que nadie podía interferir en sus decisiones. Así tres semanas
después de la detención de Mariana la administración de Justicia de Granada decidió
que su causa pasara a las manos de Pedrosa.14

El juicio

Reconstrucción hipotética de la «bandera» que supuestamente estaría bordando


Mariana Pineda y que motivó su detención, juicio y ejecución
El expediente penal de Mariana Pineda fue robado a principios del siglo xx, aunque
afortunadamente las piezas más importantes de este —la acusación del fiscal y el
alegato del abogado defensor— habían sido reproducidos en un libro publicado en
1836, tras la muerte de Fernando VII, por su primer biógrafo y uno de su amantes,
el abogado José de la Peña y Aguayo. Por esos documentos sabemos que la base de la
acusación era haber encontrado en su casa «el signo más decisivo y terminante de un
alzamiento contra la soberanía del Rey N.S. y su gobierno monárquico y paternal».
El «signo» consistía en:15

tres letreros escritos con encarnado en papel al parecer de marquilla, que dicen:
el uno, Igualdad; Libertad, el otro, y el tercero, Ley, y 13 letras cortadas de
papel marquilla, y son L, I, T, A, D, Y, G, V, A, D, J, E, J,, todas mayúsculas, [y
un] tafetán morado del ancho de dos paños y largo algo más de dos varas y tercia
con un triángulo verde en medio, y en un lado de él, bordadas de carmesí, las
letras mayúsculas B, E y embastada de cartón, una R; en otro lado de él, también
bordadas de carmesí, las letras mayúsculas, A, L, y a medio bordar, una D; y en las
orillas del largo de dicho tafetán, como en medio de él, dos pedazos de vando
embastado... [todo lo cual tenía] la forma de una bandera que sirviese de señal o
alarma para un Gobierno revolucionario
Con esta prueba —una supuesta bandera a medio bordar y en las que estaban esbozadas
las palabras de un posible lema— el fiscal le imputó el delito de rebelión contra
el orden y el monarca, que según el reciente decreto de Fernando VII de 1 de
octubre del año anterior estaba castigado con la pena de muerte, según lo
establecido en su artículo 7º:16
Toda maquinación en el interior del reino para actos de rebeldía contra mi
autoridad soberana o suscitar conmociones populares que lleguen a manifestarse por
actos preparatorios de su ejecución, será castigada en los autores y cómplices con
la pena de muerte
Como era de esperar la defensa se basó en desmontar la «prueba» que constituía la
supuesta «bandera», primero cuestionando que fuera tal, basándose en el propio
informe de la policía que hablaba de un paño montado en unos bastidores no de una
bandera, y en segundo lugar que la supuesta bandera fuera «revolucionaria»,
aduciendo que en realidad se trataba de una enseña destinada la masonería —«el
emblema del triángulo verde fijado en su centro demuestra que su destino era más
bien para adorno de alguna logia francmasónica»— y como las mujeres no podían
pertenecer a la masonería su defendida estaba libre de culpa, o como mucho solo
podía ser condenada a una corta pena de prisión por complicidad con masones, una
«secta» prohibida.17 El defensor estaba en lo cierto porque en España no hubo
logias masónicas femeninas hasta mucho más tarde, a finales del siglo xix d. C., y
porque efectivamente, como lo ha corroborado un experto en el tema, citado por
Carlos Serrano, «el triángulo donde aparece el lema Libertad, Igualdad, Ley
corresponde indiscutiblemente a divisa masónica, desde 1746. Los colores morado y
verde, durante el siglo xix d. C., corresponden al grado 22 de la masonería, es
decir, al de Caballero de la Real Hacha según el rito escocés antiguo».18

Así pues, según Carlos Serrano, «la argumentación del abogado defensor es muy
probable que sea la que más se acerque a la verdad de lo que efectivamente había
sido la actuación de Mariana en los primeros meses del fatídico año de 1831: estar
en contacto con masones y prepararles algunos distintivos para sus logias». Sin
embargo los masones «a su vez indudablemente se relacionaban, cuando no se
confundían, con los grupos de conspiradores liberales que estaban tramando en esos
meses un levantamiento generalizado por todo el sur andaluz», por lo que «Mariana
estaba efectivamente relacionada con esa revolución que con tanto ahínco la policía
de Fernando VII y de Calomarde intentaba prevenir en torno a 1830».19

La ejecución

Cuadro de Juan Antonio Vera Calvo de 1862 que muestra a Mariana Pineda en capilla,
antes de ser llevada al cadalso
A pesar de la convincente defensa que hizo su abogado, Mariana Pineda fue condenada
a muerte. El día de su ejecución al parecer había preparada una operación destinada
a liberarla durante el trayecto que conducía del convento de las Arrecogidas Santa
María Egipcíaca, donde había permanecido internada, hasta el Campo del Triunfo
donde estaba montada la cruz, pero por motivos desconocidos no tuvo lugar. Así que
nada impidió que fuera ejecutada el 26 de mayo de 1831, a los veintiséis años de
edad.20

Mariana Pineda en el patíbulo


Se cuenta que mantuvo su dignidad hasta la hora de prepararse para la ejecución
negándose a que le quitasen las ligas para no «ir al patíbulo con las medias
caídas».10

Su ejecución pretendió castigar la causa de los liberales, lo que la convirtió en


una mártir para estos y en un símbolo popular de la lucha contra la falta de
libertades, a consecuencia de lo cual llegó a convertirse en personaje principal de
varias piezas dramáticas, poemas y ensayos.
Sepultura
Los restos de Mariana de Pineda fueron inhumados en el cementerio de Almengor,
lugar próximo al de ajusticiamiento, situado junto al río Beiro, frente a la que en
el siglo xx fue Prisión Provincial de Granada. En 1836 fueron exhumados y
depositados sucesivamente en la basílica de la Virgen de las Angustias, en capilla
del oratorio de la casa consistorial y en la iglesia del Sagrario, entre 1844 y
1854. El 9 de septiembre de este último año se volvieron a exhumar, colocándose la
urna de nuevo en dependencias municipales. Finalmente, en 1856, los restos de
Mariana de Pineda fueron depositados en la cripta de la catedral de Granada,21
donde permanecen, bajo una sencilla lápida, con el siguiente epitafio:
† D.O.M. Ad perpetuam memoriam. Reliquiæ mortales Marianæ a Pineda, quam, sæva
morte, percussit tyrannus, Granatæ septimo kalendas junii, anni millesimi
octogentesimi trigesimi primi. Requiescat in pace. Patria grata ejus memoriam
colit. Anno M.DCCCLVI.22
Memoria histórica

Monumento a Mariana Pineda en el lugar en el que fue ejecutada (actual Plaza de la


Libertad de Granada). La inscripción en el monumento reza así:

«En 26 de mayo de 1831 fue sacrificada en este sitio destinado al suplicio de los
criminales la joven doña Mariana Pineda porque anhelaba la libertad de su patria.
El Ayuntamiento Constitucional y la Audiencia Territorial dispusieron en 1840 que
en memoria de tan ilustre víctima se colocase en este lugar el Sagrado Signo de
nuestra Santa Religion y que no se volviesen a hacer ejecuciones de justicia en
el.»
Tras el triunfo de la revolución liberal española, Mariana Pineda fue convertida en
una heroína de la causa de la libertad, y de su figura se ocuparon numerosos
autores en cuyas obras «predomina la glorificación de la combatiente por la causa
política, de la luchadora por la libertad, pero también de la víctima inocente de
la represión y del absolutismo. En este último punto, la condición femenina de
Mariana es usada como un agravante... (“Sólo esclavos cobardes podían / inmolar a
una débil mujer”, dice uno de los muchos poemas escritos en su honor, recopilados
por Antonina Rodrigo)».23 Un grupo de diputados granadinos pidieron a las Cortes
que el «nombre de la célebre heroína Doña Mariana Pineda se inscriba en el salón de
ellas, en premio de su civismo y amor a la libertad» y que se pasara una pensión a
sus hijos.23

Durante el reinado de Isabel II, el interés por ella decayó. Fue redescubierta con
el advenimiento del Sexenio Democrático y, sobre todo, con la Primera República
Española, que erigió en su memoria un monumento público en 1873 en Granada. Con la
Restauración regresó al olvido para ser de nuevo reconocida y exaltada su persona
durante la Segunda República. En mayo de 1931, apenas un mes después de haberse
producido su proclamación, la República celebró el centenario de la ejecución de
Mariana Pineda mediante una serie de honores militares establecidos en un decreto
del Gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora a propuesta del
ministro de la Guerra, Manuel Azaña.24 Más tarde, el gobierno republicano aprobó la
emisión de un sello de Correos con su efigie.25

En la recuperación de la memoria histórica de Mariana Pineda en las décadas de 1920


y 1930 jugó un papel esencial el socialista Fernando de los Ríos, que fue ministro
de Justicia en el gobierno provisional, y que desde 1911 había sido catedrático en
Granada. Él fue el que al parecer despertó en su amigo el poeta Federico García
Lorca el interés por una figura entonces olvidada y que le llevó a escribir en 1925
la obra de teatro Mariana Pineda. Romance popular en tres estampas que después de
superar ciertos problemas con la Dictadura de Primo de Rivera pudo estrenarse dos
años más tarde, en 1927.26 En la obra Lorca huye del mito liberal y lo que muestra
en su lugar, según Carlos Serrano, «es su inconformidad histórica, su imposibilidad
íntima de avenirse al absolutismo fernandino, los resortes de su rebelión privada
que la lleva al suplicio público».27

En la actualidad, tanto la plaza en la que fue ejecutada como la cruz que fue
erigida en su memoria, suelen ser objeto de actos vandálicos con pintadas que
muestran símbolos y consignas antisistema.28

Obras literarias sobre Mariana Pineda


Francisco Villanueva y Madrid, El heroísmo de una señora ó la tiranía en su fuerza.
Drama histórico original en cuatro actos dedicado a la inmortal Mariana Pineda,
víctima por la libertad en Granada. Reinado de Fernando VII, y Ministerio de
Calomarde. Lisboa: Na Impr. De J. M. R. e Castro, Rua Formosa, 67, 1837.
Francisco de Paula Lasso de la Vega, Mariana Pineda. Drama en cuatro actos, 1838.
Federico García Lorca, Mariana Pineda, 1925.
José Martín Recuerda, Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca, 1970.
José Ramón Fernández Domínguez, Mariana, 1991.
Antonio Carvajal, Mariana en sombras, 2002.
Isabel Pisano, El Papiro de Sept, 2009
Obras musicales sobre Mariana Pineda
Alberto García Demestres, Mariana en sombras, 2001. Ópera con libretto de Antonio
Carvajal.
Mariana Pineda en televisión
«Mariana Pineda», episodio de la serie Paisaje con figuras producida por RTVE con
guion de Antonio Gala, dirección de Antonio Betancourt e interpretado por Blanca
Estrada,29 se emitió el 13 de diciembre de 1976.30
Proceso a Mariana Pineda (1984), de Rafael Moreno Alba, serie de RTVE protagonizada
por Pepa Flores, Germán Cobos, Juanjo Puigcorbé, Carlos Larrañaga, etc.
Véase también
Premio Mariana Pineda a la Igualdad entre Mujeres y Hombres
Referencias
«Mariana de Pineda: el personaje histórico».
Serrano, 2000, pp. 110-111.
Serrano, 2000, pp. 111-112.
Serrano, 2000, pp. 112-113.
Serrano, 2000, pp. 108-109.
Serrano, 2000, pp. 113-114.
Serrano, 2000, p. 109.
Serrano, 2000, p. 106.
Serrano, 2000, p. 107.
Serrano, 2000, p. 120.
Serrano, 2000, p. 108.
Serrano, 2000, pp. 114-115.
Serrano, 2000, pp. 116-117.
Serrano, 2000, pp. 115-117.
Serrano, 2000, pp. 101-102.
Serrano, 2000, p. 102-103.
Serrano, 2000, p. 103.
Serrano, 2000, pp. 103-104.
Serrano, 2000, pp. 105-106.
Serrano, 2000, p. 115.
Rodrigo, 2004, pp. 148, 194 y ss.
«Datos y fechas. Siglo xix d. C.». Catedral de Granada. Consultado el 3 de marzo
de 2013.
Serrano, 2000, p. 121.
«Decreto de 9 de mayo de 1931 dando instrucciones para conmemorar el primer
centenario de la muerte de doña Mariana Pineda y Muñoz» (PDF). Gaceta de Madrid 270
(129): 619. 9 de mayo de 1931. Consultado el 9 de enero de 2015. Serrano, 2000, p.
122 cita a Antonina Rodrigo cuando dice que en el Decreto se afirmaba que dicho
centenario «era la primera fecha histórica» que celebraba la República. Sin
embargo, en el texto publicado por la Gaceta no aparece dicha afirmación.
Serrano, 2000, pp. 121-122.
Serrano, 2000, p. 122.
Serrano, 2000, p. 123.
Huertas, Ángeles (2 de noviembre de 2006). «San ldefonso, en manos de los
gamberros del ‘spray’».
«Blanca Estrada». Blanco y Negro. 1 de enero de 1977. p. 16. Consultado el 22 de
marzo de 2011.
«Mini-noticias». ABC. 8 de diciembre de 1976. p. 110. Consultado el 3 de marzo de
2013.
Bibliografía
Rodrigo, Antonina (1997). Mariana Pineda, heroína de la libertad. Madrid: Compañía
Literaria.
— (2004). Mariana de Pineda: la lucha de una mujer revolucionaria contra la tiranía
absolutista. Madrid: La Esfera de los Libros.
Serrano, Carlos (2000). «Mariana Pineda (1804-1831). Mujer, sexo y heroísmo». En
Burdiel, Isabel; Pérez Ledesma, Manuel, eds. Liberales, agitadores y conspiradores.
Biografías heterodoxas del siglo xix d. C. Madrid: Espasa Calpe. pp. 99-126. ISBN
84-239-6048-X.
Enlaces externos
Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Mariana Pineda.
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Mariana Pineda.
«Mariana Pineda simboliza ya la libertad en toda la UE», Diario de León (10 de
octubre de 2006).
«Mariana Pineda Federico García Lorca», Obra de Teatro
Universo Lorca | Federico García Lorca y su vinculación con Granada. (Diputación de
Granada)
Documentos RNE - «Mariana Pineda, la fuerza del silencio» (audio)
Mariana Pineda: Romance popular en tres estampas, guion de la obra teatral.
«Mariana de Pineda». Rodrigo, Antonina. Los Andaluces. Número 30.
Proceso a Mariana Pineda (1984), serie de RTVE dirigida por Rafael Moreno Alba y
protagonizada por Pepa Flores.
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