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Theoros

Teoría proviene de la palabra griega Theoros (theo, vista; horos, ver) que se podría traducir
como ver dos veces, volver a ver, o también como contemplar.

Para los antiguos filósofos naturales la teoría quería decir, ver más allá, captar lo esencial
de la realidad. Platón decía por ejemplo que la teoría se diferenciaba de la opinión (el saber
vulgar) porque la teoría representaba directamente a las ideas primigenias de la realidad.

Para la ciencia el concepto de teoría es muy distinto. Después de Kant, en un mundo casi
totalmente inaprensible, lleno de variantes, de matices, de sesgos y de desorden. La ciencia
busca encontrar un orden (no el orden, algún orden) para que en determinadas situaciones,
bajo ciertas variables y con un único enfoque un trozo de materia se comporte de forma
predecible y obediente. En ese inestable camino a la verdad, surgen verdades menores,
verdades de bolsillo que hasta no poder rebatirlas, o por funcionar esquemáticamente bien
la tomamos como enunciados verdaderos, y la ciencia las llama teoría.

Un buen científico como un buen poeta, nunca está persuadido de lo que ve, o de lo que
cree ver, por más que uno mire y vuelva a mirar. Aunque la vista llegue a la contemplación.
Aunque piense y todos sus métodos de comprobación lo den como válido el científico no
puede afirmar categóricamente que eso que él contempla, que esa teoría que él afirma, no
sea oportunamente refutada, o modificada a través del tiempo. Fernando Sirtori

Fragmento Frankenstein o el moderno prometeo (Mary Shelley)

Los antiguos maestros de la ciencia prometían imposibles y no consiguieron nada. Los


maestros modernos prometen muy poco. Saben que los metales no pueden transmutarse y
que el elixir de la vida es solo una quimera. Pero estos filósofos, cuyas manos parecen
hechas solo para escarbar en la suciedad y cuyos ojos parecen solo destinados a
escudriñar en el microscopio o en el crisol, en realidad han conseguido milagros. Penetran
en los recónditos escondrijos de la Naturaleza y muestran cómo opera en esos lugares
secretos. Han ascendido a los cielos y han descubierto cómo circula la sangre y la
naturaleza del aire que respiramos. Han adquirido nuevos y casi ilimitados poderes: pueden
dominar los truenos del cielo, simular un terremoto, e incluso imitar el mundo invisible con
sus propias sombras.

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