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TEMA 1

TEORIA DE LOS VALORES

1.1 CONCEPTOS GENERALES

Es importante conocer como el hombre ha cambiado al momento de adquirir


los valores y fue mejorado su comportamiento a través de los años para que sea
una persona más sociable y sensible que era anteriores veces, gracias a estos
valores se puede estudiarlos a fondo para entenderlos y reflexionar a cada momento
de nuestras vidas para ser una personas más comprensivas y sensibles a las
necesidades de la comunidad y adaptarnos a los cambios de la sociedad que cada
vez es más intenso.

El desarrollo humano es un enfoque alternativo que trata de orientar las estrategias


y las políticas de desarrollo de un determinado país, enfatizando que su fin es la gente.
Las oportunidades que valoran los seres humanos son infinitas y cambian a través del
tiempo. Sin embargo, independientemente del nivel de desarrollo que tenga un país,
las tres oportunidades esenciales para la gente son:

 Disfrutar de una vida prolongada y saludable


 Adquirir conocimientos e información
 Tener acceso a recursos e ingresos suficientes para mantener un nivel de vida
decente.

Así, el objetivo básico del desarrollo humano es el de generar un ambiente


adecuado para que los seres humanos disfruten de una vida prolongada, saludable
y creativa. Esto lleva a anticipar que un país con rápido crecimiento económico y lento
desarrollo humano no logrará mantener su nivel de actividad económica y acelerar su
desarrollo humano.

Surge el imperativo de formar líderes centrados en valores, capaces de fomentar


una acción administrativa enfocada en relaciones de cooperación y centradas en la
credibilidad, orientando políticas públicas a la satisfacción de los intereses,
necesidades y expectativas de ese ciudadano como valor emergente que garantice la
construcción de consensos entre los actores involucrados.

Es necesario, por tanto, recordar que las organizaciones empresariales y no


empresariales se componen de personas; pero también que en ellas existe un
procedimiento aceptado, más o menos explícito, a través del cual se toman las
decisiones, de suerte que el responsable de las decisiones tomadas no es cada uno
de los miembros de la organización, sino ésta en su conjunto.

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De los viejos principios del taylorismo (Frederick Taylor y la administración científica
1911), los conceptos relativos al valor de las empresas han cambiado mucho. En el
entendido que la inversión y la tecnología
están disponibles para hacer rentable
una empresa e incrementar su
productividad (lo cual es
mayoritariamente cierto en
corporaciones significativas en el
comercio mundial), la pregunta por su
valor ya no se responde por los montos
de las ganancias como sería una
respuesta clásica, sino por la estabilidad
de sus vínculos con la comunidad con
la cual interactúa y por la calidad de vida de sus trabajadores y de la sociedad. La
armonía con esta comunidad y el desarrollo personal y en conjunto de los
trabajadores, definen ahora el valor de la empresa.

La armonía con la comunidad con la cual se vincula la empresa, establece la licencia


social para un trabajo estable. Por ello la empresa se obliga por lo legal y lo justo, la
producción sana y segura, la transmisión de tecnologías, el trabajo y crecimiento
conjunto, el respeto al medio ambiente más allá de las leyes, el respeto a la cultura,
la historia y las tradiciones, el apoyo a la creatividad individual y colectiva.

El desarrollo humano y personal y en conjunto de los trabajadores obliga a la empresa


a velar por sus necesidades básicas, a fomentar el arraigo con la comunidad, la familia
y los compañeros de trabajo, a alentar la integración social y ambiental que permita
su desarrollo como persona. Ahora no es extraño que una empresa organice y financie
clases para familiares de los trabajadores.

Pero el valor de la empresa también implica que los trabajadores desarrollen actitudes
acordes con su continua mejora en el conocimiento, como personas, buscando la
perfección, consultando al que sabe, siendo constante, practicando el orden, la
limpieza y disciplina, brindando consideraciones a las personas con las que interactúa,
respetando el medio ambiente, siendo líder antes que supervisor, comprometiéndose
con el total de la empresa.

Y como sucede en los tiempos de crisis, los mejores preparados sobrevivirán, los
menos creativos, los menos flexibles, los más atrasados perecerán. En el plano
organizacional, una empresa sin una agenda centrada en sus empleados carecerá del
vigor necesario para salir adelante con éxito. Los que sean capaces de "exprimir" la
felicidad de sus empleados, su talento individual y colectivo, sobrevivirán.

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1.1.1. Alcances y axiología.
Según su etimología, poseer valor significa ser merecedor, digno, estar vigoroso o
fuerte. Por ello, lo que tiene valor es apreciado por el hombre, deseado por sí
mismo o por su relación con otra cosa, por la utilidad que presta o por la satisfacción
de alguna necesidad. Si bien es un concepto antiguo, surgido en los campos de la
ética y las relaciones entre personas, las teorías sobre valor son relativamente
recientes. Planteado inicialmente en términos económicos, la teoría sobre el valor se
extiende a la ética, la estética, la política.

La teoría de los valores, es el campo de la filosofía que estudia la naturaleza de los


mismos. Los valores se entienden como entidades que existen en diferentes campos
de las relaciones humanas. Se expresan en forma de juicios de valor. Se trata de
enunciados que expresan actitudes (no hechos) de una persona ante otras u otras
cosas, e incluso ante alguna situación.

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Diferentes aspectos son discutidos y contemplados por la axiología en relación con la
naturaleza de los valores, tales como los siguientes:
 Trascendencia. Hay quienes piensan que los valores resultan ser entes que
están por encima del mundo sensible. También se les considera trascendentales,
en el sentido de ser una condición propia de la naturaleza humana.
 Fin o medio. Es aceptación común el adscribir un valor con el propósito de
obtener algo, especialmente por la interrelación humana y con otras cosas.
 Creer o saber. Seguimos la verdad de un valor a partir de un enunciado que
exprese razones, sin que necesariamente pueda demostrarse. Esto último
implicaría el saber.
 Creencia razonada. Creer racionalmente significa contar con razones para ello.
Puede expresarse a través de una argumentación.
 Argumentación. Es una deducción que se expresa a través del lenguaje en
forma razonada.

Las reflexiones en torno a la naturaleza de los valores se asocian al comportamiento


de las personas, pudiendo incluso individualizarse. En el caso de entes colectivos
(como instituciones o empresas), se puede considerar que adoptan un valor
determinado cuando el total de los integrantes lo ha asumido. Y cuando sus
acciones sean reveladoras de tal actitud.

El sentimiento es la capacidad de detectar un valor; sentir el valor; evaluar o apreciar.


No se trata de emociones psicológicas, sino de una dimensión fundamental del yo,
quien evalúa su propia relación con las cosas, el carácter de los seres que se dan en
el conocimiento. El sentimiento siente, no conoce, no elabora ideas, pero aprecia
el valor que se da en la experiencia.
Distingue entre positivo y negativo, agradable o repugnante, noble o vil, admirable o
deplorable, fuerte o débil, digno o indigno, etc., de cualquier cosa que se ofrezca en
la experiencia. El producto de este sentimiento es la captación de un valor, una
vivencia axiológica. El sentimiento del valor interviene en todo conocimiento. Lo dado
en la experiencia es percibido, por el sentimiento, como valor. Así como la inteligencia
percibe el significado de un ser, el sentimiento intuye el valor de éste. Valor y ser se
experimentan al mismo tiempo, pero son dos dimensiones de lo dado en la
experiencia y corresponden a dos facultades del yo.
El valor, en la experiencia, viene primero. Se trata, pues, de la dimensión fundamental
del yo y de su mismidad. Esta prioridad del valor debe ser aclarada.
Utilizaremos algunos ejemplos:
a) Si alguien me da un golpe en la cabeza, sin que yo lo vea venir, capto primero
lo desagradable, lo duro, lo malo del golpe antes de preguntarme: ¿qué es?
Capto un valor negativo. Esto sucede en todas las experiencias.
b) Veo este clavel rojo. Lo primero que percibo es el impacto del color, luego
pregunto: ¿qué flor es? Capto el valor estético.
c) Encuentro una persona querida: lo primero que siento es la alegría, antes
de preguntarme el qué o el cómo. Posiblemente no se ha reflexionado sobre
esta prioridad, pero se trata de un hecho experimental.

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Aun cuando se considerara que el valor y el ser vienen unidos, siempre habría
prioridad del valor en el sentido de importancia. Una experiencia que no tenga valor,
se olvida; la que vale, se graba. En realidad, ningún ser se da sin que posea
algún valor. Ser y valor son dos dimensiones de lo dado, de la vida.
Si partimos de nuestra experiencia personal, vemos que la vida antes de verse como
un ser se ve como un valor. Nuestra vida humana se ve como algo que corre, que
avanza, que conquista, que se realiza. Este proceso se da como una fuerza que rompe
barreras, que construye, que se apodera. Esto sucede en cada ser humano, en todas
sus circunstancias. Esta fuerza mueve, pesa, importa, vale; por eso se le denomina
valor. Esta energía que se desencadena, que busca, se multiplica y se afirma es el
primer valor. No decimos que es sólo valor. No negamos que sea algo, que pueda ser
conceptualizado. Sólo vemos que es valor y, como tal, mueve el proceso de la
vida: el valor se siente, arrastra, atrae, se desea.
Vivimos dentro del valor de la vida. Cada cual puede describir el proceso de su
propia vida en el valor. Utilicemos ejemplos obvios:
a) El niño recién nacido busca a la madre, se apodera de ella, llora si se aleja;
reconoce al padre. Se siente seguro con él. El muchacho se apodera de los
suyos, se apodera de un juguete, se encapricha con un deseo. Todo lo que lo
mueve es valor. Para el niño no hay seres, sólo valores.
b) El joven busca amistad, escoge sus compañeros, no quiere estar solo,
reconoce a su familia y la domina; tiene curiosidad y quiere saber. El joven se
rebela ante la autoridad, conquista amigos, se indigna en contra de la mentira,
quiere la verdad, discrimina, odia, desea.
c) Si alguien nos separa de lo que amamos, sentimos el desgarramiento; se
nos arranca un valor. Buscar una carrera, una ciencia, desarrollar una
habilidad estética, es un valor. Uno mismo es un valor de la vida.
d) El adulto busca la riqueza, la belleza, el amor; se esfuerza para conseguir fama
y poder. El adulto busca la acción, compara los valores. Planea lo que desea,
proyecta hacia el futuro las posibilidades de llegar a ser, rodearse de bienes,
de valores de toda clase. Antes de planear el futuro, se piensa en su valor. La
vida nos incorpora sus valores.
La fuerza de los valores que nos rodean, pone de relieve el valor de nuestro
propio poder, llegamos a ser hombres valiosos en la vida y nuestros valores
humanos son superiores, por el contraste de la mente y la conciencia con los
valores ciegos, anónimos y materiales de la vida.
Llegamos así a considerar el valor humano, como el máximo valor en la vida; y esta
apreciación es general para todo individuo humano: un ser que piensa, desea,
proyecta y ama. Es particular de cada uno y general de todos los hombres. Ser
superior de la vida no significa ser aparte de la vida, sino en la vida misma. Ningún
valor vale por sí, sino por la vida que lo produce pero, el valor humano como máxima
expresión de la vida, es el más precioso, el más profundo, el más general en su propio
ámbito. Ningún otro valor de la vida puede compararse con el valor humano. Entonces,
el precio de lo humano es más elevado que el precio de cualquier otro aspecto del
mundo
Hay otra razón importante para reconocer la diferencia entre el valor humano como tal
y el valor de las cosas. Esta es su conciencia. La conciencia humana es un valor que
alcanza a todo ser humano en cuanto humano y esto nos da la medida de lo humano

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en cuanto tal. Su apertura es infinita y el deseo de la conciencia es también infinito.
La dignidad de la conciencia humana fundamenta la libertad humana, como voluntad
de conquista de todos los valores del universo. Se llega, por tanto, a una definición
axiológica del valor humano: es conciencia, es inteligencia, es voluntad, es libertad,
es amor y verdad. Todo esto puede reducirse a una sola palabra: es lo humano y es
la dignidad humana.
Teóricamente hablando, el hombre vive de los valores y por los valores. La oposición
que a menudo se ha establecido entre conocimientos y valores, o inteligencia y
aprecio, no tiene sentido, ni validez, porque la inteligencia es ella misma un valor. No
se contraponen sino que se complementan: ser y valor. Sin duda, la inteligencia
ensancha el campo de los valores, pero es también cierto que la percepción de los
valores abre un nuevo campo de conocimientos y amplía el sentido de la vida. La
misma cosa que, en cuanto ser, se conoce con la inteligencia, con el sentimiento se
aprecia como valor. ¿Aprecia usted su carrera? Todos los contenidos de estudio de
su carrera son conocimientos; pero cada uno posee su propio valor y su adquisición
hace crecer su valor como persona humana.

Hasta ahora hemos tenido una visión general de la GPV (tema 1) en su función
genérica de absorber complejidad organizativa, orientar la visión estratégica y
aumentar el compromiso profesional. Y, para ello, hemos utilizado muchas veces el
término valor. Sin embargo, todavía no hemos definido qué se entiende realmente por
dicho concepto, lo cual es esencial para trabajar con él.

Por tanto podemos concluir que los valores son las cualidades o virtudes que tiene
una persona. Aquel que actúa en base a los valores, obra de forma justa y positiva
para sí mismo y para el entorno.

Los valores tienen una connotación positiva y guían el actuar de individuos o


grupos ya que definen la manera en la que una persona se relaciona consigo misma,
con un tercero y con el entorno (aquello que esta fuera de la organización
empresarial). Algunos de los valores más destacados son la responsabilidad, la
justicia, la lealtad y la paz.

1.2. TIPOS DE VALORES.


Los valores pueden ser de naturaleza muy distinta y pueden aceptarse por distintas
razones (históricas, culturales, etc.). Algunos de ellos son más o menos universales y
otros muy particulares de una cultura, región geográfica.

De hecho, los valores son casi siempre una construcción histórica. Se habla a
menudo de que en nuestra sociedad “se están perdiendo los valores”, cuando
realmente se quiere decir que se pierden los valores tradicionales, reemplazados,
claro está, por otros nuevos valores, nos guste o no.

Entendemos, pues, que los valores son siempre fruto de una interpretación humana.
Por otro lado, pueden ser de muchos tipos, dependiendo de a qué área de la vida
se refieran, o incluso de dónde proviene su legitimación en la cultura. A continuación
veremos cuáles son los tipos posibles de valores:

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Valores universales
A grandes rasgos algunos valores han tenido una aceptación por un amplio número
de culturas y sociedades. Los valores universales son el conjunto de normas que se
perciben como positivas y que rigen el comportamiento y la convivencia dentro
de una sociedad, en un momento determinado. Estos valores moldean los Derechos.

Estos valores están relacionados con los aspectos más básicos suelen hacer alusión
a los aspectos más básicos de la vida humana, como son la vida misma, la ausencia
de dolor, el bienestar, la libertad etc. Por eso se consideran universales a toda
la humanidad, pero por misma razón suelen ser difíciles de precisar y definir.

Valores personales
Por el contrario, los personales son aquellos valores que residen en cada persona,
o sea, que cada quien interpreta un poco a su manera y ejerce según su libre albedrío.
Muchos de ellos pueden coincidir con valores más universalmente aceptados,
pero que en ciertas circunstancias pueden tenerse en falta.

Por ejemplo, suele valorarse la honestidad, pero es prácticamente imposible vivir en


paz en sociedad diciendo siempre la verdad de lo que se piensa. Entonces existen las
“mentiras blancas” o las situaciones en las que mentir está justificado, como para
proteger a alguien, o para garantizar la supervivencia.

Valores familiares
Aquellos que suelen transmitirse en familia, es decir, que aprendemos en casa. Son
enseñados por nuestros padres y familiares. Suelen ser, también, los valores
tradicionales, o sea, los heredados de generaciones anteriores, lo cual significa
que pueden variar dependiendo de la cultura en que dicha familia se inserte.

Por ejemplo, en ciertas comunidades se tiene como un valor familiar el respeto y la


devoción por los ancestros, como ocurre en los hogares tradicionales de Japón.

Valores políticos
Se trata de aquellos que nos impone la sociedad en la que vivimos. A menudo
tienen que ver con su propio funcionamiento, o con el lugar que debemos ocupar
dentro de ella.

Son conductas como el patriotismo, por ejemplo, que se inculcan en la escuela y


en otras instituciones (fuerzas armadas) que poseen un plan formativo, no sólo en
conocimientos, sino también en valores cívicos, patrióticos, en definitiva, políticos.

Valores religiosos
Aquellos provenientes de la práctica puntual de algún tipo de religión o creencia,
especialmente aquellos que poseen instituciones que los respaldan, como las iglesias,
cultos, asambleas.

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El cristianismo, una de las principales religiones del mundo, posee su propia serie de
valores cristianos, como son los profesados por los 10 mandamientos: la obediencia
a los padres, la fe en Dios, el rechazo a las tentaciones “carnales”, el amor al prójimo
entre otros.

Valores éticos
Los valores vinculados con la ética son aquellos que se desprenden de una
profesión, un conocimiento o un poder. Regulan la buena utilización de un cierto
poder que la sociedad nos entrega.

Por ejemplo, la honestidad (contraria a la corrupción) es un valor que todos


anhelamos ver en nuestros políticos, aunque éstos en muchos casos se empeñen en
defraudarnos. La sinceridad, por otro lado, es una cualidad ética que apreciaremos
en un médico al que confiamos nuestra salud, particularmente en esta pandemia
mundial que estamos atravesando con COVID-19.

Valores morales
Los valores morales a menudo se confunden con los religiosos y con los familiares,
porque usualmente todos ellos tienen fronteras comunes, dictadas por la historia, la
cultura y la tradición. Sin embargo, entenderemos por valores morales aquellos que se
desprenden de dos nociones absolutas y difíciles de definir: el bien y el mal.

Como se sabe, estos son realmente puntos de vista respecto a las cosas, no
categorías definibles en términos universales. Por eso, la distinción entre qué es lo
“bueno” en la sociedad y qué es lo “malo” va cambiando en el tiempo, y
eventualmente se aceptan conductas que antes se consideraban “malas” o viceversa.

A continuación mostramos los valores más representativos:

 Responsabilidad. Capacidad de cumplir y respetar las obligaciones, acuerdos o


promesas.
 Respeto. Capacidad de aceptar la dignidad ajena.
 Justicia. Capacidad de dar a cada uno lo que le corresponde.
 Honestidad. Capacidad de comportarse y responder con sinceridad y justicia.
 Gratitud. Capacidad de reconocer el beneficio recibido.
 Perseverancia. Capacidad de continuar una labor a pesar de la fatiga o los
fracasos.
 Empatía. Capacidad de reconocer y aceptar las emociones y sentimientos de los
demás.
 Fidelidad. Capacidad de cumplir promesas y permanecer firme en los vínculos.
 Lealtad. Capacidad de mantenerse fiel a principios, personas o causas.
 Paciencia. Capacidad de hacer frente a los contratiempos con entereza.
 Tolerancia. Capacidad de aceptar las opiniones o puntos de vista ajenos.
 Sinceridad. Capacidad de decir y actuar según lo que se cree y piensa.
 Prudencia. Capacidad de actuar con justicia, coherencia y moderación.

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1.2.1. Importancia de los valores.

Como se mencionó anteriormente los valores son nociones fundamentales que nos
sirven de pauta para la formulación de nuestros objetivos y propósitos, y además nos
sirve de referencia para la toma de decisiones. Por tanto cada persona define su
comportamiento en cada uno de los campos de su vida.

Así, los valores de cada quien (una persona o una organización empresarial) se
reflejan en el tipo de acciones que lleva a cabo en la vida, y cuando son
compartidos por otros, crean una sensación de afinidad y de pertenencia que
perfectamente se puede traducir en la sinergia y la suma de voluntades. Esto último
es algo de mucha importancia para las empresas y organizaciones sin fines de lucro.

En resumen, los valores son importantes para la sociedad por lo siguiente:

 Permiten guiar la conducta humana en temas trascendentales, como qué es lo


bueno, lo malo, lo justo y lo injusto.
 Propician el sentido de comunidad, en la medida en que las personas con
valores similares tienden a agruparse, compartir cometidos y actuar de manera
conjunta.
 Al mismo tiempo, permiten la oposición: las personas con valores distintos
tienden a confrontarse entre sí y a ocupar lugares contrarios.
 Le brindan al trabajo un sentido trascendente, que lo vincula con algo más allá
de la producción misma y la obtención de un salario.
 Fomentan la empatía y la humanización de las relaciones sociales, en la medida
en que podemos contemplar los valores ajenos.
 Permiten la movilización de grandes sectores de la sociedad en caso de
situaciones críticas, como la ayuda a los desvalidos en catástrofes y desastres
naturales.
 Sostienen a una organización en su cauce justo, evitando que pierda su
cometido original frente a las ganancias o al éxito.

1.2.2. La jerarquía de los valores.

Existe una gran cantidad de valores como se observó anteriormente, pero pueden ser
ordenados dentro de una jerarquía que muestra la mayor o menor calidad e
importancia de dichos valores comparados entre sí. Es claro que no es igual lo material
que lo espiritual, lo grosero o lo intelectual, lo humano o lo divino, lo estético o lo moral.

Por lo tanto para en dicha clasificación se utiliza el criterio de que el valor será más
importante y ocupará una categoría superior frente a otros valores, en cuanto
perfeccione su comportamiento, experimente o se forme, su jerarquía irá cambiando
en el tiempo.

La importancia de una correcta jerarquía de valores reside, sobre todo, en la facilidad


que puede proporcionar para una eficaz orientación de la vida. Quien no tenga clara
la jerarquía de valores normalmente se encontrará perplejo frente a una decisión que
tenga que tomar.

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Con respecto al orden de los valores podemos utilizar ciertos criterios propuestos
por Max Scheler:

1. Duración: Es superior un valor que dure más que otro. Esto se refiere a la
duración del bien en donde está encarnado un valor
2. Divisibilidad: Es superior un valor cuanto menos pueda dividirse. Una obra de
arte no se puede dividir, en cambio los alimentos sí.
3. Fundamentación: Es superior el valor fundamentalmente con respecto al valor
fundamentado. Por ejemplo: la inteligencia fundamenta el conocimiento
científico.
4. Satisfacción: Es superior el valor que satisface más. No debe confundirse
satisfacción con placer, la satisfacción puede ser intelectual y espiritual.
5. Relatividad: Es superior el valor que se relaciona con los niveles superiores
del objeto o la persona que está complementado.

A partir de dichos criterios cada persona puede organizar su propia jerarquía de


valores. El máximo inconveniente consiste en la facilidad de ese orden. Ya que una
cosa es lo que un sujeto dice acerca d su jerarquía de valores y otra cosa es lo que
de hecho realiza a lo largo de su vida.

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1.2.3. Las tres dimensiones de la palabra valor.

Los valores son palabras, lamentablemente, en demasiadas ocasiones son sólo eso.
Sin embargo, no hay duda de que las palabras que se identifican como valores tienen
una especial potencia para dar sentido y encauzar los esfuerzos humanos, tanto
a nivel personal como a nivel organizacional.

Tres valores que realizan las empresas son:

1) El valor económico, todos los que hicieron aportes a la actividad productiva


reciben su compensación que les permitirá satisfacer sus necesidades.
2) El valor psicológico, los que participan del proceso productivo logran asimilar
el aprendizaje para la toma adecuada de decisiones que afectan a otros o a
ellos mismos de forma directa o indirecta,
3) El valor ético estratégico, se aduce al cambio que se produce en el interior
de las personas.

Los dos últimos valores son subjetivos pero su influencia es decisiva para la
generación del valor económico.

La palabra valor tiene en castellano y otras lenguas románticas tres diferentes


aceptaciones que resultan mutuamente complementarias para entender algo esencial
en este tema según el párrafo anterior. Estas tres acepciones hacen referencia la
dimensión ético-estratégica, económica y psicológica del término valor.

Dimensión ético- estratégica: Las elecciones preferenciales.


Los valores constituyen los aprendizajes estratégicos relativamente estables en el
tiempo de que una forma de actuar es mejor que su opuesta para conseguir que
nos salgan bien las cosas.

Los valores constituyen el núcleo de la libertad humana en cuanto que constituyen


elecciones deliberadas o preferencias estratégicas (largo plazo) por unos medios de
actuación frente a otros de cara a la supervivencia o vida buena de un determinado
sistema. Otros ejemplos de valores pueden ser la generación de riqueza (versus
ruina), la autonomía (versus dependencia), la felicidad (versus desgracia), la
honestidad (versus conducta fraudulenta) o el espíritu de cooperación en equipo
(versus individualismo).

Dimensión económica: La valía.


Desde una perspectiva económica, valor es también el alcance de la significación
o importancia de una cosa. En este sentido, los valores son criterios utilizados para
evaluar las cosas en cuanto a su relativo mérito, adecuación, escasez, precio o interés.
Por cosas entendemos personas, objetos, ideas, actos, sentimientos o hechos.

Desde el punto de vista del denominado Análisis de Valor, el término hace referencia
a la obtención de la máxima función de un producto o servicio para generar
satisfacción en su usuario con el mínimo costo posible:

𝐹𝑢𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠
𝑉𝑎𝑙𝑜𝑟=
𝐶𝑜𝑠𝑡𝑜𝑠

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Por supuesto, para que se produzca de añadir valor a un producto es preciso la
existencia de otros valores como la creatividad, la confianza en la empresa, el
compromiso, etc. De hecho, la mejora continua es una cuestión de valores.

Dimensión psicológica: La valentía.


El diccionario nos define la palabra valor como: cualidad moral que mueve a acometer
resueltamente grandes empresas y a afrontar sin miedo los peligros. Esta última
definición incluye los tres criterios de la definición de valor: ético-estratégico,
psicológico (arrojo o ausencia de miedo) y económico empresarial (conducta
emprendedora que asume riesgo).

Obviamente, un verdadero empresario (gerente general o director) debe tener valor


para afrontar el riesgo de plantear nuevas empresas, nuevos enfoques de gestión y,
por supuestos, nuevos productos o servicios. También puede afirmarse que la
orientación del esfuerzo mediante valores aumenta el valor o valentía de los individuos
y grupos. Los valores pueden estar más o menos desactivados. Cuando se activa o
hace consciente un valor es cuando se induce una conducta valiosa o incluso
valerosa.

La acepción más utilizada del concepto valor será la de elección estratégica de


un determinado principio de conducta, aunque también lo utilizaremos
indistintamente como algo que es valioso o incluso como algo que genera conductas
emprendedoras que asumen riesgo.

Finalmente, podemos expresar que los valores representan las convicciones básicas
de que un modo especifico de conducta o estado final es personal o socialmente
preferible a un modo de conducta o estado final de existencia opuesta o inversa.

1.3. DIFERENCIA ENTRE PRINCIPIOS Y VALORES.


Por lo general estas palabras van unidas por cuanto se relacionan entre sí, algunos
las definen como sinónimos y otros invierten su definición.
Cuando se habla comúnmente de principios y de valores, a menudo se confunden
ambas nociones, manejándolas como si fueran equivalentes. Pero estos términos no
son sinónimos, aunque se trate de elementos muy cercanos, vinculados al campo de
la ética.

Para distinguirlos, comencemos por comprender que los principios son normas o
reglas de carácter general y universal, destinadas a orientar la conducta humana
hacia el bienestar y el desarrollo. Se trata de proposiciones que contienen numerosas
aplicaciones prácticas, que se conocen también como “máximas” en el caso de que
sean de carácter subjetivo, y como leyes si en cambio son de naturaleza objetiva.

Los PRINCIPIOS son reglas o NORMAS DE CONDUCTA de carácter intrínseco


desarrolladas por una persona ateniéndose a sus instintos morales básicos
aprendidos en la familia o en la sociedad en que interactúa. Se escucha a menudo la
expresión "YO tengo Principios", "esa persona es de Principios", "Mis Principios no
me lo permiten", etc. Es un sello personal que distingue a la gente y por el cual es
reconocida su manera de actuar en concordancia con lo aceptado por la sociedad.
Cuando una persona hace gala o tiene principios, en ocasiones se puede conocer con
anticipación cómo será su comportamiento o conducta ante una situación. Una

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persona de principios se le reconoce sus fuertes creencias y férreas convicciones que
a veces es erróneamente confundida con rigidez o intolerancia.

Los principios se consideran, normalmente, inmutables a través del tiempo. Cambiar


los principios, para muchos, es como cambiar de moral, como ser incoherente en la
vida. Cuando se está hablando de estos principios, se entiende como tales, entre otras
cosas, la dignidad de la persona, el respeto a la palabra dada, la integridad, la
honestidad, la lealtad, el respeto la vida, procurar hacer el bien, amar la patria, etc.

En esa enumeración hay cosas que en realidad corresponden a lo que llamamos


valores (honestidad, lealtad...) y otras que más propiamente las colocaríamos al nivel
de los principios o normas básicas naturales (procurar hacer el bien, respetar la
vida...), porque tienen un carácter más fundamental.

Quien llama principios a aquellos valores es porque les está asignando ese carácter,
les está dando una validez especial, por encima de circunstancias variables.

En cambio, los valores son conceptos, cualidades o atributos que son percibidos
como positivos o deseables en el marco de una cultura, sociedad o grupo humano
organizado. Ello se debe a que se trata de valoraciones, o sea, formas de juzgar o
interpretar determinadas situaciones o conceptos desde un punto de vista moral o
ético.. Así, es posible hablar de valores de diverso tipo: sociales, religiosos,
intelectuales, empresariales, cívicos, humanos, etcétera.

El VALOR puede ser mirado como un ideal deseable (civismo, generosidad...), sin
referirlo a nadie en concreto, pero el valor que interesa realmente es el que se
incorpora a la vida, no el que se queda en la aspiración, en el deseo, en el ideal
general.

“El valor es un bien descubierto y elegido en forma libre y consciente, que busca ser
realizado por la persona”. Ella expresa muy bien su condición de bien deseable, su
dimensión subjetiva y su carácter práctico.

Valores hay para todos los gustos y de todos los tipos: sensibles, económicos,
estéticos, humanos, espirituales, sociales, religiosos, etc. Unos son más subjetivos
(estéticos por ejemplo) y otros más objetivos (económicos) pero en realidad el valor
no prescinde de su carácter subjetivo porque es algo propio del ser humano (los
animales no tienen valores) y no puede dejar de tener un nexo con los principios
externos al hombre, que dan consistencia a los valores.

El valor siempre cualifica o determina concretamente pero no se reduce a ser un


sustantivo (lealtad) o un adjetivo (generoso) o un símbolo (el fuego). El valor tiene que
ver directamente con la conducta humana. Ayuda a estructurarla y a transformarla en
la medida en que es algo vivido, reflejado en las acciones personales. Se puede decir
que cuando muchas personas viven los mismos valores, esos valores compartidos se
viven corporativa o socialmente. Pero su raíz más íntima sigue siendo la práctica
individual de los mismos.

Todos los seres humanos poseemos valores, aunque estos puedan no ser los
mismos, y nos regimos por un conjunto de principios que pueden o no ser conscientes
y expresos. Estos dos factores son los que rigen la vida en sociedad.

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Por un lado, los principios norman la conducta y operan sobre los individuos
tengan o no conciencia de ellos; y por otro lado, los valores específicos sirven de
ancla a dichos principios en cada aspecto puntual de la vida de las personas.

1.3.1. Valores y antivalores.

Los valores presentan siempre dos lados o caras de la moneda: la cara afirmativa,
positiva -la propia de los valores, a secas-, o la cara negativa, que podemos llamar
antivalor o contravalor, que es su antípoda: generosidad versus egoísmo,
amor versus odio, lealtad versus traición.

Lo contrario a los valores son los antivalores, ya que estos últimos son actitudes
negativas que van en contra de algún valor porque promueven un accionar
inadecuado o peligroso.

Todos tenemos valores y todos buscamos realizar nuevos valores y fortalecer los que
ya tenemos. Como también es cierto que tenemos antivalores que nos arrastran hacia
abajo y hay que combatirlos con el ejercicio de los valores y con la formación de
hábitos estables de buen obrar (virtudes personales). Por eso los valores, como la
vida misma y como el desarrollo personal, son algo dinámico y cambiante No siempre
poseo los mismos valores. Hay valores que antes no eran reconocidos como tales,
por ejemplo el respeto al medio ambiente, pero su principio básico (la naturaleza como
ámbito esencial del hombre) ya existía.

Los valores son realidades dinámicas, no estáticas o inamovibles. Por ejemplo el


cambio, la flexibilidad y la negociación son valores dinámicos que se oponen al
inmovilismo, a la resistencia o al enfrentamiento o ruptura. Tienen más vigencia y
fuerza los valores personalizados, como el trabajo, la creatividad o el compromiso,
que simplemente singularizados, como ocurre con el rango de una persona en una
empresa, con el éxito o el logro individual.

Mientras los valores guían de forma positiva el obrar de un individuo, los


antivalores van en contra de aquello que es bueno para la persona o la sociedad
en su conjunto, marcan las actitudes negativas de una persona o grupo de personas
(o una organización) frente a las reglas sociales aceptadas.

Algunos ejemplos de antivalores son: la irresponsabilidad, la intolerancia, la


impaciencia, la injusticia, la infidelidad, la deshonestidad, la incoherencia, el egoísmo,
la discriminación, el egoísmo, la esclavitud, la guerra, la improductividad, la
impuntualidad, la indiferencia, la inequidad, la mentira, el odio, la soberbia entre otros.

1.3.2. Diversas formas de alcanzar el bien.

La VIRTUD es la encarnación operativa del valor. No se trata ya de ideales deseables


o de bienes atractivos que yo puedo hacer realidad a través de acciones aisladas entre
sí o esporádicas en mi conducta. La virtud le da estabilidad al valor y hace que su
vivencia se prolongue en el tiempo. Hoy en día se toman, a veces como sinónimos o
se piensa que hablar de valores es un discurso más universal que hablar de virtudes.
Lo cierto es que la vida ética del hombre no se reduce a la afirmación de los valores

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sino que necesita de la virtud. No todo valor, pues, es una virtud. Por ejemplo el
amor o la calidad son valores pero no virtudes personales. Las virtudes se conciben
como hábitos o disposiciones estables, que convienen a las posibilidades que hay en
la persona de obrar–que permanece en ella, es acción inmanente, a diferencia del
hacer que no se interioriza–. Cuando hablamos de una persona generosa nos
referimos al modo habitual de vivir el valor de la generosidad, a su disposición de dar
y darse a los demás. La virtud permite obrar con mayor facilidad, buscar más
eficientemente la excelencia en la vida personal y la operatividad de los valores a nivel
corporativo o social. La virtud ayuda a vencer resistencias instintivas, emocionales o
ambientales, a romper la indiferencia frente a los valores. No basta con respetar los
principios o las normas ante las cuales nos sentimos obligados y que en cierta manera
se nos imponen desde fuera. El conocimiento en sí es un valor, pero puede ser usado
para hacer bien o para hacer mal. La virtud sólo puede dirigirse al bien. Y tiene
como el valor, una cara subjetiva como proceso psicológico individual, y una objetiva
en cuanto se presentan las virtudes como la inspiración o incluso como normas
básicas para la conducta, no impuestas desde fuera sino desencadenadas desde
dentro.

El campo de los valores es más amplio que el de las virtudes. No todos los valores se
convierten en virtudes personales. Como ya se dijo, en el lenguaje común se toman
como sinónimos y muchos valores llevan el mismo nombre de las virtudes (sinceridad,
prudencia, fidelidad, etc. Después puede hablarse de virtudes humanas en general,
que mantienen una relación con las virtudes antes citadas: excelencia, alegría,
responsabilidad, amistad, generosidad, flexibilidad, solidaridad, orden, comprensión,
fe, credibilidad, laboriosidad constancia, creatividad, diligencia, esperanza, optimismo,
honestidad, humildad, integridad, naturalidad, civismo, sencillez, respeto, serenidad,
tolerancia, simpatía, sociabilidad, valentía, autenticidad, confianza, etc.

Ahora bien, dependiendo de las sociedades y de la época en que se sitúan, la escala


de valores puede variar. Nosotros en este momento podemos dar una valoración
diferente a la que tienen otros países o culturas. En cuanto a tiempo, también han ido
cambiando las percepciones.

Cuando los valores personales muestran neta correspondencia con valores


empresariales que son sistemáticamente comunicados, profusamente conocidos y
generosamente compartidos, resultará más fácil que acciones individuales inducidas
por vectores de la cultura empresarial, finalmente se manifiesten y coordinen, para
apoyar el logro de metas operacionales, de mercado y de negocios, necesarias para
justificar la viabilidad a largo plazo de la empresa, que afronta un entorno de negocios
tan cambiante y competitivo, como el actual.

Cuando opera la sinergia entre la acción individual y el marco normativo que la


promueve y justifica, comenzarán a surgir colaboradores comprometidos con una
empresa a la que sienten como propia. Son personas cuyo aporte, implicación y
compromiso, se potencia gracias a la identificación con valores empresariales que
refuerzan su orgullo y sentido de pertenencia a la organización.

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1.4. LOS VALORES ÉTICOS, ¿SON FINES O SON SIMPLEMENTE MEDIOS?

Muchas veces se confunden los valores en general con los valores éticos, los cuales
no son, más ni menos, que medios adecuados para conseguir nuestras finalidades. Al
hablar de valores es de gran importancia diferenciar entre valores que podemos
denominar finales y valores de tipo instrumental (operativos). Los valores
instrumentales son modos de conducta adecuados o necesarios para llegar a
conseguir nuestras finalidades o valores existenciales.

Por ejemplo, la honestidad puede considerarse un valor ético-instrumental para


conseguir una de las finalidades existenciales más valiosas por la mayoría de
personas: llegar a ser feliz.

Según algunos estudios revelan que el número de valores finales que las personas
dicen habitualmente poseer no son más de una docena, el número de valores
instrumentales es más elevado, aunque no llega al centenar.

No existe necesariamente una correspondencia puntual entre valores finales e


instrumentales: un modo de conducta puede ser instrumental para el logro de varios
fines existenciales a la vez. Así, por ejemplo, la conducta respetuosa con los demás
es un modo de conducta o costumbre que puede servir para diversos fines, tales como
la justicia social, para la felicidad o incluso para la obtención de riqueza.

Hay algo que debemos tomar en cuenta: cuando a un valor meramente instrumental
se le atribuye un valor extraordinario, pasa a ser percibido como final por su poseedor.
Esto es lo que ocurre en determinados casos con valores instrumentales tales como
el dinero, la belleza o con la forma física, que pueden llegar a ser vividos como valores
existenciales en el caso de avaros o de personas obsesionadas con el cultivo de la
apariencia física.

A continuación se detalla los tipos de valores:

VALORES FINALES (Objetivos existenciales)


Valores personales Vivir, felicidad, salud, familia, éxito o
¿Qué es para usted lo más importante realización personal, tener prestigio,
en la vida? bienestar material, sabiduría, amor.
Valores ético-sociales Paz, supervivencia ecológica del
¿Qué quiere usted para el mundo? planeta, justicia social, etc.

VALORES INSTRUMENTALES (Medios operativos para alcanzar los valores


finales)
Valores ético-morales Honestidad, educación con los demás,
¿Cómo cree que hay que comportarse sinceridad, responsabilidad, lealtad,
con quienes le rodean? solidaridad, confianza mutua, respeto,
etc.
Valores de competencia Cultura, dinero, imaginación, lógica,
¿Qué cree que hay que tener para poder buena forma física, inteligencia, belleza,
competir en la vida? capacidad de ahorro, constancia,
flexibilidad, trabajo en equipo, etc.

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La idea de ética no está relacionada con el contexto religioso o cultural en general en
el que se produce, sino que hace referencia a algún tipo de ley natural. Los valores
éticos son estructuras de nuestro pensamiento que mantenemos pre configuradas en
nuestro cerebro como especie humana de cara a nuestra supervivencia.

A modo de ejemplo, comportarse honestamente conlleva el sentimiento de que se


está actuando moralmente, mientras que comportarse creativamente conlleva el
sentimiento de que se está actuando de forma competente.

También hay que tener en cuenta que una persona puede experimentar conflicto entre
dos valores morales (por ejemplo, comportarse honestamente con alguien y a la vez
no hacerle daño) entre dos valores de competencia (por ejemplo, ser imaginativo y
lógico a la vez) o entre un valor moral y un valor de competencia (por ejemplo, actuar
de forma respetuosa y a la vez ser crítico).

1.4.1. ¿Todos los valores valen lo mismo?

La escala de valores visto anteriormente es la jerarquización y priorización de valores


según su importancia relativa. La importancia que atribuimos a los diferentes valores
se va reajustando a lo largo de la vida según nuestras experiencias, nuestras
reflexiones y las persuasiones sociales que nos acaban influyendo.

El atributo de intensidad especifica qué tan importante. Cuando clasificamos los


valores de un individuo en términos de su intensidad, obtenemos el sistema de valores
de esa persona.

Es difícil mantener que los valores sustentados por las personas, dentro de su propia
escala de priorización relativa, sean unos mejores que otros en términos absolutos
universales. La clasificación entre valores finales e instrumentales tampoco permite
efectuar dicha diferencia. Así, es difícil afirmar que la imaginación sea un valor mejor
que la honestidad o que la paz en el mundo sea mejor que la salud. En todo caso, ¿en
base a qué?

1.5. DE LAS CREENCIAS A LAS CONDUCTAS PASANDO POR LOS VALORES.

Existen tres términos propios de la psicología social y estrechamente relacionados con


los valores cuya comprensión y correcta ubicación secuencial es necesaria para la
comprensión y aplicación de la Gestión por Valores (GPV).

1.5.1. ¿Qué son las creencias?

Una acepción común de las creencias es la de supuestos de veracidad ligados a


contextos religiosos. Sin embargo, de un modo genérico, las creencias son estructuras
de pensamiento, elaboradas y arraigadas a lo largo del aprendizaje, que sirven para
explicarnos la realidad y que preceden a la configuración de los valores.

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Resultados

Conductas

Actitudes Experiencias
de
Normas aprendizaje

Valores

Creencias

Secuencia entre creencias y resultados

Por ejemplo, estar persuadido o creer que “no tener tiempo es digno de éxito en la
vida” contribuye a sustentar el valor del trabajo intenso. La creencia de que “la calidad
tiene costo elevado” conduce a consolidar la calidad como valor.

La relación entre creencias y valores es sumamente estrecha; el desaprendizaje de


creencias es esencial para replantear valores, cambiar conductas e influir
positivamente sobre los resultados de la empresa (ver la anterior figura).

Creencias a mantener si se quiere fracasar en el siglo XXI.

Cambiar es, fundamentalmente, desaprender y cambiar creencias que fueron dadas


por válidas en el pasado, cuando la empresa tenía otros clientes, otros empleados,
otras tecnologías y sobre todo otros entornos, como por ejemplos:

 El cambio es un peligro
 El conocimiento está arriba
 Hay que ser racional y no exteriorizar emociones
 Mi tiempo es más importante que el de los demás
 El interés por las personas genera más gastos que beneficios
 El trabajo en equipo es difícil y consume demasiado tiempo
 A los empleados no se les paga para pensar
 Cuando se detecta un error, lo que hay que hacer es buscar al responsable
para reprenderlo
 Es peligroso detectar errores y exponerlo en voz alta
 La honestidad es algo ingenuo si una empresa desea sobrevivir
 Los recursos de capital son más escasos que loos recursos humanos
 El mejor criterio para promocionar a un directivo es el de que no haya generado
problemas a lo largo de su gestión anterior
 Cuantos más subordinados tenga un jefe, más importante es.

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 La misión de una empresa de éxito es ganar dinero, todo lo demás son
tonterías.

1.5.2. ¿Qué son las normas?

Los valores juegan un papel especial en la formación de normas o reglas del juego.
Los valores nos dicen lo que es ético, bueno, válido, competitivo, adecuado, hermoso
o deseable, y se van generando y reforzando a lo largo de la vida. Los valores pueden
mantenerse a nivel individual. Sin embargo, las normas emergen de las interacciones
grupales. Las normas son reglas de conductas consensuadas, mientras que los
valores son criterios para evaluar y aceptar o rechazar normas. Además, el
incumplimiento de normas puede comportar sanciones externas, mientras que el
incumplimiento de valores puede comportar sentimientos de culpabilidad y sanciones
internas.

Las organizaciones necesitan consensuar reflexivamente los valores operativos


básicos a partir de los cuales emerge su sistema de normas y sus objetivos. Así, es
sumamente frecuente observar cómo los conflictos de valores se traducen en la
existencia de normas y conductas contradictorias.

1.5.3. ¿Qué son las actitudes?

Muchas veces se utiliza equivocadamente el concepto de cambio de actitudes para


referirse al cambio de otras cosas: al cambio de valores tales como el compromiso, al
cambio de conductas como la falta de puntualidad o al cambio de creencias tales como
que es peligroso detectar errores y exponerlos en voz alta. Esto es en gran parte
debido a que el concepto de actitud ha sido muy popularizado, sobre todo por los
mismos investigadores en el terreno de la psicología social, quienes típicamente han
encontrado más fácil medir actitudes que valores.

Una actitud es consecuencia de los valores y normas que la preceden, y es una


tendencia evaluadora –ya sea positiva o negativa- con respecto a personas, hechos o
cosas. Las actitudes reflejan cómo nos sentimos con respecto a algo o a alguien y
predicen nuestra tendencia a actuar de una determinada manera.

Por ejemplo, podemos tener una actitud positiva con respecto a un determinado
trabajo y dedicarnos a él con entusiasmo (conducta) como consecuencia de que nos
proporciona la posibilidad de poner en práctica un determinado valor (por ejemplo, la
creatividad), el cual se sustenta, a su vez, en determinadas creencias (por ejemplo,
es necesario que seamos creativos para poder continuar en el mercado). Para
modificar conductas, más que pretender cambiar directamente actitudes, lo que hay
que hacer es modificar los valores y creencias que las preceden.

Ejemplo:
En todo esfuerzo de adaptación (estrés) el organismo se activa para poder afrontar la
situación, ya sea luchando o huyendo, produciéndose unos cambios fisiológicos. Un
cierto grado de estrés es necesario para mantenerse vivo, activo y capaz de afrontar
variables del entorno interpretadas como retos positivos. Por el contrario el estrés
perjudicial o distrés tarta adaptarse a una situación interpretada como amenaza y que
no va seguido de percepción de logro y desactivación.

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La relación básica entre creencias, valores y conductas tiene una ejemplificación muy
clara en un tema pocas veces tratado en el mundo de la empresa a nivel formal: el
estrés profesional.

El estrés profesional constituye hoy día una preocupación creciente en los países
desarrollados, en los que un gran número de personas es cada vez más consciente
de que su calidad de vida depende en gran parte de las condiciones de trabajo. (ver
el siguiente cuadro).

Columna A Columna B
- Hay que controlar a toda - Hay que pensar “esto es lo mejor
costa el mayor número de que puedo estar haciendo en este
cosas en el menor tiempo momento”, todo lo que se pueda.
CREENCIAS posible. - Hay que equilibrar la energía
- El trabajo es primero dedicada al trabajo, a la familia y
- Si no eres agresivo, no te a uno mismo.
respetan. - Hay que saber disfrutar por el
- No tener tiempo es signo de trabajo bien hecho.
éxito.
- Rapidez, puntualidad. - Buen ambiente de trabajo
VALORES - Alta implicación en el - Amabilidad
trabajo. - Amistad
- Logro profesional - Disfrutar en el trabajo.
- Dinero - Buena forma física
- Signos de estatus social
- Conducta estresante pre - Conducta favorecedora del
CONDUCTAS disponente a la percepción bienestar emocional y la salud.
de incontralabilidad y a la
enfermedad.

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