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"Beatas ustedes que por Jesús han pasado el mar

y recorrido un bello camino para poderse hacer más santas,


dispuestas a sostener el martirio".
(Lett. 9-6-1879)

Esta expresión de Madre Rosa que animó a las primeras Hijas de


Santa Ana en América, la podemos hacer nuestra, como dichas también a
nuestras primeras Hermanas que atravesaron el mar para continuar la Obra
de Dios en tierra Argentina.

En este tiempo tendremos mucho para hacer memoria de estos "90


años" de siembra, de trabajo fatigoso, unida a la esperanza y el gozo de
poder llegar a contemplar como la presencia de la Hija de Santa Ana poco a
poco se fue metiendo en la realidad de los más pequeños y los más pobres.

Junto con alegrarnos por la vida de cada Hermana que ha gastado su


vida por el Reino en la Familia de la Santa Madre, nos sentiremos
seguramente interpeladas en como afrontar el presente y como construir el
futuro.

"Bienaventuradas" nuestras primeras Hermanas que dejando todo,


pusieron pie en estas tierras y la recorrieron sin cansarse.

¡"Bienaventuradas" nosotras por tan grande herencia! Y que tenemos


el gran desafío de continuar la Obra de Dios, manifestando la misericordia
del Padre, encendiendo la esperanza en nuestro pueblo.

María de Luján, que acogió a las primeras Hijas de la Santa Ana, nos
ayude a vivir con creatividad nuestra maternidad en medio de nuestros
hermanos pobres y marginados, teniendo presente que las Hijas de Santa
Ana "proclaman con su vida que el mundo no puede ser transformado sino
con el Espíritu de las Bienaventuranzas" (Cost. Art. 42).
"Bienaventurados los pobres de espíritu,
pués de ellos es el Reino de los cielos"

Para entrar en la condición de los pobres "bienaventurados" es


necesario llegar a no considerar aquello que se posee como exclusivamente
propio, sólo esta actitud nos ayuda a estar disponibles, a compartir
generosamente aquello que somos y tenemos.
Podemos decir "bienaventurados son aquellos que deciden vivir
pobres, pues ellos tienen a Dios por Rey.”
Jesús llama a sus discípulos a una elección valiente que ayude a
eliminar las causas que provocan la pobreza. La decisión interior que
motiva la elección de la pobreza, nace de la experiencia del Amor al Señor
que se prolonga en generoso amor a los hermanos.
El haber conocido y experimentado la solicitud de Dios por sus hijos
nos empuja a decidir a vivir pobres, elección que se manifiesta de manera
tangible en la confianza en el Padre.
"Bienaventurados cuantos eligen compartir todo aquello que tienen,
porque Dios se ocupa de ellos.”

Lecturas:
- Fp. 2,6-11 ó 2Cor.
- Sal. 41 (40) 2-5
- Mt. 6,24-34 ; 13,22

Pobres en espíritu: son aquellos que son conscientes de la propia


pobreza espiritual: los humildes. El Espíritu: es nuestra capacidad para
discernir, decidir y elegir.
Pobres por el espíritu: es la elección existencial, consecuencia de una
libre decisión interior que nos hace entrar voluntariamente en la condición
del pobre. Es el Espíritu que nos empuja a obrar.
La realeza divina puede ser ejercitada solamente sobre cuantos
deciden voluntariamente ser pobres y se mantienen fieles a esta elección.
Los pobres por propia elección, están ya bajo la señoría de Dios, bajo
su activa paternidad. El toma en mano todo el cuidado de la humanidad.
Los "pobres de Yahvé" son los primeros que esperaban la intervención de
Dios. Dios es fiel. Él, es el primero en socorrer a "los pobres".
Nuestra condición humana es pobreza. Toda la humanidad en su
creaturalidad, está inmersa en el mundo, determinada, limitada y
dependiente.
Dios está fascinado de que nosotros seamos su criatura, totalmente
dependientes de El, porque "Él es nuestra riqueza".
"Bienaventurados aquellos que eligen libremente de auto-limitarse
para hacerse solidarios con los demás, porque propiamente ellos tienen a
Dios como Rey, como Padre.”

Reflexionemos:
- ¿Cómo vivimos nuestro ser de criaturas? ¿Nuestros límites?
- ¿Cómo manifestamos nuestra confianza en el Padre?
- ¿De qué nos cuesta aún despojarnos para que el Espíritu actúe en
nosotras y para qué podamos trabajar más libremente por el Reino?
- ¿Comunitariamente cómo podemos vivir mejor las actitudes que
nos caracterizan como "pobres"?

"Oh, santa pobreza, tanto amada de mi Esposo, es muy justo que


también yo la ame! (MM pag.101)
¡Oh! ¡Sí! No encuentro otra palabra más adapta para esta Pobreza
que el llamarla tesoro. Es necesario gustarla para saber decir alguna cosa
sobre su exquisitez. ¡Oh! todas las riquezas y las grandezas no se pueden
paragonar a la belleza y exquisitez de esta querida pobreza: sólo quien la
sabe gustar puede decir como es agradable" (TC p. 486-487)

Oración final: Señor Jesús, que te hiciste pobre para enriquecernos,


ayúdanos a abrirnos al impulso de tu Espíritu, para reconocer nuestra
creaturalidad y tu amorosa paternidad sobre cada una de nosotras y sobre
cada uno de tus hijos; para poder libremente optar por Vos y por tu Reino
por los siglos de los siglos. Amén.

"Bienaventurados los que lloran,


pues ellos serán consolados"

El pueblo hebreo expresaba este dolor a través del llanto, la ceniza y


el vestido de luto. Lloran porque les han quitado "a quien aman". Están
tristes, de luto y explotan en llanto, en lamentos y gestos de dolor. Es un
sufrimiento continuo.
"Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados.” Dios
suprimirá su situación y los llevará a su originalidad. "Yo soy tu
consolador" (Is.51,12a). La acción del "Consolador", caracteriza el obrar de
Dios; tiene como misión reforzar en el creyente cuanto dice y realiza de
bueno, haciéndolo capaz a su vez, de consolación para quienes se
encuentran en la aflicción.
Es una invitación para todos: un compromiso para eliminar las causas
del sufrimiento, para hacer cesar el mal, para reconstruir el bien que falta.
"Bienaventurados los oprimidos, porque serán liberados.”

Lecturas:
- Is. 49,13-19 ó 61,1-3 ó 40,1-2
- Sal. 126(125)
- Hech. 20,19-31 ó 2Cor.7,6

Cuando sufrimos las causas pueden ser externas o internas:


- externas: situación del país, la comunidad, la familia, la
parroquia, nuestras obras y servicios…
- internas: actitudes personales o de los demás que deseamos
fueran diferentes y que no alcanzamos a transformar.
Solo reconociendo nuestra pequeñez podemos confiar en Dios
nuestra aflicción porque sólo El puede ayudarnos a comprender las
situaciones y darnos la luz para colaborar para que sean transformadas.
Jesús llora por Jerusalén (Lc. 19,41) que no ha sido capaz de
reconocer el Mesías, sufre por la indiferencia y la dureza del corazón de su
generación (Mt11,12-19), llora por la muerte de su amigo Lázaro
(Gv.11,35). Pedro llora después de haber negado de conocer a Jesús
(Lc.22,62). Esto nos ayuda a ver que tantas situaciones afligen el corazón
de una persona o de un pueblo, y como Dios Consuela y restaura, y pide a
algunos ser instrumentos de consolación.

Reflexionemos:
- ¿A nosotras, qué nos aflige? ¿Qué nos hace llorar, o nos causa
dolor?
- ¿Qué situaciones despiertan en nosotras estas ansias de "correr" y
ofrecer nuestra capacidad de consolar? ¿Qué hacemos al
respecto?
"Mi Crucifijo! Dejándome sola y, como la esposa del Cantar de los
Cantares (cfr. Cant. 3,1-3), andaba girando por aquella selva buscándolo,
dando un paso adelante y otro atrás en el sendero. Todos los ramitos eran
secos y todos entrecruzados en signo de cruz.” (TC 51)
No tengas miedo: con tu talón frenarás todas aquellas bestias
feroces; las aguas te envolverán en sus ondas, pero victoriosa te
encontrarás sobre del monte.
- ¡Oh! por piedad, no me dejes.
El reprende a decir:
- Cuando serás sobre el monte, tendrás grandes consolaciones.
- ¡Dime! - rápidamente le dije - Otra consolación no quiero que
aquella de ver mi Señor.
- Me signó en la frente, y me dejó." (TC 407)

Oración final: Señor Jesús, Señor de la historia, que nos dejaste "el
Consolador" para restaurar nuestra vida y nuestra relación con el Padre y
los hermanos. Ayúdanos a mantener siempre abierto nuestros ojos y nuestro
corazón a la aflicción de tu pueblo y nuestras manos y pies para socorrerlos.
Que la desesperanza o la indiferencia no nos cierre a una respuesta
concreta. Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

"Bienaventurados los humildes,


pues ellos heredarán la tierra".

El hombre sin tierra "no existe". La tierra es Don de Dios. La tierra


fue dada a todos, a toda la humanidad. Se nos ha sido dada la libertad, la
autonomía. Heredar: recibir como herencia, como don.
"Bienaventurados los mansos, los marginados, porque recuperarán
su dignidad". "Bienaventurados los desheredados…los que están sometidos
u oprimidos por los prepotentes, Dios se hace garante.”
Ellos, despojados de todo (expropiados de su herencia) recibirán
como don la tierra. Heredarán una tierra: la restitución de la tierra restablece
al hombre en su condición de honor y dignidad. Esto se hace verdadero en
la conciencia de Israel, símbolo de independencia y libertad.

Lecturas:
- Nm. 12,3; Zc. 9,9; Sir. 10,14
- Sal. 37,11; 147,6; 149,4
- Mt.11,29; 20,28

El manso es aquel que se encuentra en una condición de no violencia:


- interior: cualidad moral de la persona humilde: mansa.
- exterior: estado social negativo. Es el humillado, el sometido, no
tiene nada: es "el Cordero".
La invitación es a hacer una elección precisa de servicio a favor del
próximo a imitación de quien siendo el "Maestro y Señor" (Jn.13, 13) en la
comunidad de los creyentes está como el que sirve (Lc. 22,27; 12, 37;
Mt.23,10-12).

Reflexionemos:
- ¿En qué consiste para nosotras ser humildes, mansas?
- ¿Cómo vivimos nuestra dignidad de mujer, de hijas de Dios?
- ¿Cómo ayudamos a recuperar la dignidad y el honor de nuestros
hermanos y hermanas?
"Hijita mía, por caridad seamos humildes; si no, nos humillará
Jesús. Sí, esto te lo puedo asegurar: un acto de vanagloria, rápidamente
Dios con su querida mano nos humilla al abismo de nuestra nada; un acto
de humildad y ahí que el querido Padre Eterno nos conforta, haciendo
resplandecer su obra.” (2Let. 150,8)

Oración final: Señor, Rey de la historia y de la humanidad, te damos


gracias porque con tu humildad y mansedumbre nos diste como herencia el
ser "hijos de Dios", nos diste la libertad y la dignidad de hijos. Ayúdanos
cada día a vivir siendo "tus siervas", para que nuestro servicio a nuestros
hermanos ayude a restablecer en cada uno el honor y la dignidad que vienen
de Ti. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,


pues ellos serán saciados"

La práctica de la justicia, jamás es abstracta; se traduce en el socorro


concreto de parte de Dios y de los hombres hacia los más pobres y
marginados. En el AT Yahvé es definido como Aquel que en la justicia
manifiesta su santidad. Dios restablece los derechos a los indefensos. "Dios,
hace justicia a los oprimidos, da el pan a los hambrientos" (Sal.146, 7). A
través del don generoso de la propia vida, los hambrientos y sedientos de
justicia, transmiten actitudes de paz en la sociedad y se hacen visibles de
aquella "paz en la justicia" deseada por Dios.

Lecturas:
- Dt. 10,18; Is. 33,5; Jer. 22,3
- Sal. 41,2-3
- Jn. 6,35 ó Jn. 4,19-18 ó Mt. 5,23-24

"Bienaventurados aquellos que viven por la justicia, pues ellos serán


satisfechos.” Justicia es lo mismo que decir fidelidad a la Voluntad de Dios.
Serán abundantemente saciados, satisfechos de Dios; el cual
satisfacerá plenamente sus exigencias de justicia. Esta hambre y sed de
justicia nos lleva a contemplar las diferentes situaciones o formas de
injusticia, y nos ponen delante de manera particular las dos
bienaventuranzas anteriores. Nos habla de armonía humana, que en las dos
anteriores falta. Es hambre y sed del designio de Dios, consecuencia de la
pobreza que se hizo elección. Pobreza que se transforma en vacío para ser
rellenado con la abundancia di Dios. "No solo de pan vive el hombre, sino
de toda Palabra que sale de la boca de Dios" (Mt. 4,21).
Hambre y sed de una realidad que en la comunidad es de importancia
vital. La carencia que sufren, no es de pan o de bebida, sino de justicia.
El acaparamiento de bienes, es la causa primera de la injusticia y es
absolutamente incompatible con la realidad del Reino de Dios.
El vocablo "justicia" indica tres actitudes diferentes: la justicia de
Dios, la justicia del Amor, la justicia social. La raíz, es la justicia de Dios,
El es el que nos hace justos.
La justicia social es: solidaridad, caridad…Actitudes por la cual el
hombre no busca la propia satisfacción o el propio interés sino lo sobrepone
al compromiso por la defensa de la vida y de la dignidad del hermano más
pobre.
Quien piensa solo saciarse a si mismo permanecerá siempre
hambriento (Lc.6,25). Es un reclamo a una vida auténtica para recuperar la
dignidad cada día sin cansarse. Estamos llamadas a tener hambre y sed de la
Voluntad de Dios. Cuando se es capaz de compartir aquello que se posee
para hacerlo don generoso a cuantos tienen necesidad, no sólo si satisface el
hambre, sino se crea abundancia "denles ustedes mismos de comer" (Mt.
14,16). Es una compartir continuo (Am. 8, 11).

Reflexionemos:
- ¿De qué tenemos hambre y sed?
- ¿Nuestra "saciedad" la encontramos en el Señor?
- ¿Cómo lo podemos descubrir a nivel personal y comunitario?

"Nuestra hija, tengo miedo ahora de aburrirte, hablándote siempre


en esta, de sufrir. Pero, ¿qué quieres? Cuando de eso comienzo a hablar,
en eso me paro a pensar, de eso gusto su dulzura, me pierdo, y no se salir
más, porque jamás encuentro de poderme saciar. ¡Ah! Bienaventuradas
aquellas ánimas que pueden saciarse; ellas ya gustan aquel néctar divino.
Que solo en la esencia del sufrir se encuentra.” (1Let. 181,5)

Oración final: Señor, Dios fiel, acrecienta en nosotras el hambre y


sed de justicia, hambre y sed de ver cumplido tu proyecto en nosotras y en
cada hermano, danos hambre y sed de tu Palabra, de tu Cuerpo y de tu
Sangre; para que alimentadas y fortalecidas por Vos nuestro compromiso
por la vida, muchas veces desechada, amenazada, se transforme en actitudes
concretas de solidaridad, paz y esperanza con quienes tenemos a nuestro
lado y con lo que están más lejos. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro
Señor. Amen.

"Bienaventurados los misericordiosos,


pues ellos recibirán misericordia”

Bienaventurados aquellos que están prontos para ayudar, porque


serán siempre ayudados por Dios. Bienaventurados aquellos que socorren,
porque ellos serán socorridos por Dios.
El comportamiento que nace de la elección por la pobreza: sólo quien
ha renunciado a acumular para sí, es siempre disponible a ayudar a cuantos
se encuentran en la necesidad.
Jesús "Sumo Sacerdote misericordioso", especificando que su
misericordia nace de la comprensión, de la compasión por la debilidad de
los hombres, se traduce concretamente en una ayuda gratuita y eficaz (Heb
4,16). Llora con aquellos que están en el dolor (Rm 12,15).

Lecturas:
- Sof 3,17
- Sal. 136 (135)
- Lc 10,30-37
Misericordioso es aquel que se hace débil con el débil. La
misericordia de Dios indica solidaridad. Dios se hace solidario con el
hombre, manifiesta su fidelidad a la Alianza con su Pueblo. La misericordia
de Dios es la característica que lo hace reconocible y expresa la acción
concreta con la cual el Señor no solo recupera el pueblo infiel, sino que lo
renueva en su amor.
La misericordia de Dios es "Amor con pasión", capacidad
inconmensurable compasión de Dios. Dios es Padre de las Misericordias:
no tiene límites. La misericordia es muy distinta de la piedad, es encontrar
el modo de ir en ayuda. Sólo quien es pobre será capaz de misericordia.
Nosotros le permitimos a Dios manifestar su misericordia. Dios
regala la vida a quien es capaz de misericordia. Somos llamados a hacer
visible la ternura de Dios, hacer regresar la vida.
Los misericordiosos son todos aquellos que ayudan a cuantos están
en dificultad a salir del estado de necesidad en la cual se encuentran;
actividad habitual, permanente que hace prontamente reconocible el
individuo como misericordioso. Es el comportamiento de quien
prontamente socorre cuantos están en la necesidad eliminando o aliviando
las causas del sufrimiento. La actividad del misericordiosos es fuente de
alegría, "quien hace obras de misericordia la cumple con alegría" (Rm12,8).
Las obras de misericordia (Mt 25,35-36) son el punto de partida para una
actividad que se extiende a todas aquellas actitudes que ayudan al hombre a
salir de situaciones difíciles. Una demostración de amor en su confronte.

Reflexionemos:
- ¿Cuál es el límite de mi amor?
- ¿Cómo se manifiesta nuestra donación materna?
- ¿Qué mueve a compasión nuestras entrañas?
- ¿Cómo lo expresamos?

"Dirás a mis queridas Hijas que las saludo y espero que en todas
Jesús habrá resucitado en sus corazones y le habrán hecho nuevos y
siempre vivos propósitos de amor y constancia de quererlo seguir, y lo
pondrán ciertamente en ejecución , porque, queridas mías, ustedes tienen
los medios para hacerse muy santas, y rápidamente santas.
Bienaventuradas ustedes, cuando vendrá aquel día, que podrán decir:
muero por haberme cansado mucho en las obras de caridad. Y ahora, estén
seguras que la querida Mamá S. Ana en las puertas del Paraíso estará
esperándolas para recibirlas bienaventuradas por una eternidad.” (1 Let.
11,5)

Oración final: Señor, Padre de las Misericordias que te conmueves


por cada uno de tus hijos que sufre en el cuerpo y en el espíritu, ayúdanos a
ensanchar nuestros horizontes para acoger con amor materno, lleno de
misericordia a cada hermano que se encuentra en el dolor, en el sufrimiento,
en estado de postergación. Que las situaciones no nos acostumbren al dolor,
a la indiferencia o al desánimo, más bien nos dé el coraje de arriesgar la
vida por nuestros hermanos más pequeños. Te lo pedimos a Ti, que vives y
reinas por los siglos de los siglos. Amen.

"Bienaventurados los limpios de corazón,


pues ellos verán a Dios"

Bienaventurados son los puros de corazón, los límpidos, los


transparentes porque vivirán en la intimidad de Dios. Ellos son los
familiares de Dios.
El Corazón en la cultura hebraica indica la parte más íntima del
hombre, el lugar del pensamiento, de la voluntad, de las funciones
intelectuales y por esto muchas veces es traducido como "mente"
La pureza del corazón se sitúa en la esfera más íntima de la persona,
la conciencia. Sólo conocida por Dios, allí donde nacen los proyectos que
delinean el comportamiento del hombre. Allí, se encuentran el hombre y
Dios, allí es donde Dios hace experimentar su intimidad.

Lecturas:
- 2 Cor. 5,13
- Sal. 24
- Mt. 5, 37

Bienaventurados aquellos que son sinceros, estarán siempre en la


presencia de Dios.
La pureza del corazón es consecuencia directa de la elección de la
pobreza. El rechazo de la idolatría, de la riqueza, nos permite elegir al Dios
Único y Verdadero.
La verdadera pureza, que nace del corazón se traduce en amor y se
manifiesta siempre, a través de actitudes que transmiten vida a quien no lo
posee en plenitud.
Para indicar la familiaridad y la intimidad que se tiene con Dios: estar
en su presencia y el deseo de hacer su voluntad (en el lenguaje ebreo), se
usa la expresión "ver el rostro de Dios". Es percibir, intuir, ver o leer la
realidad: intuyendo el paso de Dios. Jesús, manifiesta que la falsedad es lo
que obstaculiza la pureza del corazón.
Una transparencia permanente de vida, se expresa en la sinceridad de
la relación con los demás "sí, sí; no, no" (Mt. 5,37).
La fidelidad a este comportamiento nos regala la posibilidad de una
continua percepción de la presencia divina. Sólo quien es plenamente
sincero con si mismo, puede estar a servicio de los demás y contribuir al
crecimiento de la comunidad (2 Cor 5,13). Sólo esta actitud nos permite
experimentar constantemente la presencia de Jesús. (Mt 18,20)

Reflexionemos:
- ¿Cómo es nuestra relación con los demás?
- ¿Nos sentimos parte de la familia de Dios?
- ¿Cuáles son las actitudes que nos identifica como parte de la
familia de Dios?
- ¿En qué se nota esta pertenencia?

"Oh! ¡Bienaventurada aquella anima que llega a chiflar a su Dilecto,


el su Eterno todo! Dos esposos chiflados el uno del otro. Sucede que otro
pensamiento reina en ellos que es aquello de buscar de hacer cada cosa
que le gusta al amado; la esposa satisfacerá a su Dilecto Jesús, haciendo
todo por El y recibiendo cada cruz, y todavía, buscará siempre de aliviarlo
de aquella que le vendrá de otros apretada sobre el húmero. Y ¿que hará
este Soberano Esposo por su Dilecta? Joyas de que valor serán sus regalos,
que gustosos azucarillos, graciosos.” (1 Let. 247,9)

Oración final: Señor Jesús, que vives en relación profunda con el


Padre y no dudaste en manifestar ese amor a cada una de nosotras y a toda
la humanidad ayúdanos a vivir nuestras relaciones con transparencia,
sinceridad y sencillez, que nuestras actitudes sean reflejo de nuestra
capacidad de reconocerte y aceptarte en cada hermana/o que encontramos
cada día. Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

"Bienaventurados los que procuran la paz,


pues ellos serán llamados hijos de Dios”
Bienaventurados los que trabajan por la felicidad del hombre, el
Padre está con ellos.
Llamarse "hijo de Dios" es ser connaturales a Dios, ser generados por
El. Hombre de paz en la expresión hebraica es aquel que establece la
concordia entre los hombres mediante el amor y no con las armas del poder.
Paz: está unido a la seguridad. Estar sin preocupación, tener lo
suficiente, estar bien. Todo aquello que contribuye a hacer que la existencia
sea sana, armoniosa, segura, completa; en una palabra: la felicidad.

Lecturas:
- Is. 32,15-20
- Sal 85,9
- Gal,4,6-7

Bienaventurados los constructores, los artífices de paz, serán


reconocidos como hijos de Dios…porque Dios los reconocerá comos sus
hijos.
En el AT ser "hijo de Dios" no implica una participación a la
naturaleza divina, sino a la certeza de la protección de Dios. "Yo seré Padre
y ellos serán mis hijos" (2 Sam 7,14). "Serán llamados hijos del Dios
Viviente " (Os. 2,1)
En el NT referido a Jesús es la protección que el Padre asegura al
Hijo. Para el creyente es el Hijo del Padre, del Altísimo.
La actividad a favor de esta paz, está estrechamente legada al
concepto: Justicia. Justicia que nace de la opción contra la riqueza, el
prestigio y el poder expresada en la aceptación de la primera
bienaventuranza.
Fruto de la elección por la pobreza, el compromiso de los
constructores de paz, responde de hecho al proyecto de Dios sobre la
humanidad y manifiesta su voluntad salvífica hacia todos los hombres
"Dios los ha llamado a la Paz." (1 Cor 7,15; Dt 30,9)
La paternidad divina de Dios se transforma en realidad cuando el
hombre comienza a asemejarse al Padre en la práctica de un amor similar al
suyo. Cuántos se comprometen por la paz de los hombres se asemejan al
Padre porque colaboran con el Proyecto de Dios sobre la humanidad, que
consiste en permitir a cada hombre de alcanzar una condición de plena
felicidad.
Reflexionemos
- ¿Soy una mujer de paz? ¿En qué se nota? ¿Cómo lo demuestro?
- ¿En qué se asemeja mi Amor, al Amor de Dios por la
humanidad?
- ¿Cómo vivo mi condición de "hija de Dios"?

"Sólo Jesús puede dar a nuestro corazón resignación, paz y


consolación que el mundo no puede dar. (Attingendo alle fonti 159)
"Bienaventurada aquella anima que tiene Jesús en el corazón. El le
comunica la paz y la consolación aunque se encuentre en medio de las más
feroces batallas que puede tener con el mundo.” (Attingendo alle fonti 160)

Oración final: Padre, que en tu Hijo Jesucristo nos hiciste "tus hijos"
acrecienta en nosotras tu amor apasionado por la humanidad sedienta de
paz, de concordia, de felicidad. Ayúdanos a ser "mujeres de paz" dentro y
fuera de nuestras comunidades para que tu proyecto se cumpla en nosotras
y en cada uno de tus hijos. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.

"Bienaventurados aquellos que son perseguidos a causa de la justicia,


pues de ellos es el Reino de los Cielos."

Bienaventurados los perseguidos por su fidelidad al Evangelio,


porque Dios se encarga de ellos.
Ésta justicia es visible; es la causa y el motivo de la persecución. Es
una vida perseverante, un camino de fidelidad. Fiel al proyecto originario e
originante.
La persecución es la consecuencia inevitable de la elección hecha de
los "pobres-bienaventurados". Los seguidores de Jesús para asegurar el
bienestar del hombre, no temen poner a riesgo la propia existencia: "los
mandó como ovejas en medio de lobos" (Mt 10,16)

Lecturas:
- Sab 2,12-14
- Sal. 129 (128)
- Mt 16,24-25

Bienaventurados los perseguidos por su fidelidad, porque éstos


tienen a Dios por Rey.
La persecución se desencadena a causa de la fidelidad a la elección.
El reino de Dios se manifiesta solo sobre éstos. Porque "¿…que ventaja
tendrá el hombre si gana el mundo entero y después pierde la propia vida?"
(Mt 16,26) Jesús es nuestro modelo "si me han perseguido a mi, los
perseguirán también a ustedes" (Gv. 15,20)
"No tengan miedo de aquellos que matan el cuerpo, pero no tienen
poder para destruir la vida" (Mt 10,28)

Reflexionemos:
- ¿Qué entendemos por fidelidad al Evangelio?
- ¿En qué momentos "nuestra vida corre riesgo" a favor de
nuestros hermanos? ¿A causa del Reino?
- ¿Tenemos miedo "arriesgarnos" por los demás? ¿Por qué?

"Coraje que la Obra de Dios es grande, grandes deben ser sus


sufrimientos. Bienaventuradas ustedes que de estos forman parte, así un día
seremos en aquella beata residencia donde entran aquellos que supieron
llevar con Jesús la cruz. (2 Let. 118,5)
Me miró las manos y el terreno donde estaba la sangre y después me
dijo:
- Esto era necesario derramar para el bien, de ciertos campos que
tendrás que ordenar. Seca tus lágrimas y ven conmigo." (TC 486-487)

Oración final: Dios fiel, que cada día continuas a "jugarte" por la
felicidad del hombre abre nuestra mente, nuestro corazón para que tu
fidelidad nos dé el coraje, la valentía de "arriesgar nuestra vida" para
encontrarla en el rostro sufriente de nuestros hermanos y desde nuestra
pobreza podamos contribuir a tu Proyecto de justicia, de paz, de
solidaridad. A Tí que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

"Bienaventurados serán ustedes cuando los insulten y persigan


y digan todo genero de mal contra de Ustedes falsamente por causa mía.
Regocíjense porque su recompensa en los cielos es grande,
porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes."

Esta bienaventuranza que está en segunda persona, Jesús la dirige


únicamente a sus discípulos, y el rol viene igualado a la misión de los
profetas que no vienen jamás comprendidos, siempre están hostigados y
combatidos. "Yo les mando profetas… ustedes lo crucifican" (Mt 23,34)
Lecturas:
- Rom. 8,31.35-39
- Sal. 123 (122)
- Jn. 16,1-8

El discípulo sigue el camino nuevo, indicado por el Espíritu. Con su


vida propone un estilo original completamente diferente de los parámetros
de la sociedad en la que vive.
Mateo presenta tres grandes líneas:
- la persecución en nombre de Dios: Mt 10, 16-39; 23, 29-37;
24,9-13; porqué "vendrá la hora, en que quién los matará, creerá
dar culto a Dios"
- el discípulo - profeta : Mt 7,15.21-23; 10,41-42; 13,16-17
- la cruz : Mt 10,38; 16,24-26
Para Jesús el Padre no se limita a proteger a los hijos de la
persecución (Mt 5,10) sino que transforma paradosalmente lo mismo en
motivo de alegría y exultanza. Todo ocurre para bien de aquellos que ama
Dios.

Reflexionemos:
- ¿En qué se nota que nuestra vida consagrada es una profecía?
- ¿Qué diferencia existe entre nuestros parámetros y los que nos
propone la sociedad actual?
- ¿Cuál es el sentido de la cruz hoy en nuestro mundo? Y ¿para
mí?

"Si, Hija de Santa Ana, alegrémonos en medio de las tribulaciones,


nuestro único sostén y conforto. Ah! Bienaventurada aquella anima que
sabe alegrarse bien en las tribulaciones y con gusto y consolación recibe
las pruebas de la justicia divina. Este es el único medio para calmar
nuestra humanidad corrupta que está siempre pronta a rebelarse contra
los ofensores.” (1 Let. 89,2)

Oración final: Señor Jesucristo, Tú que haz compartido nuestra


humanidad, nos diste ejemplo de fidelidad a la verdad, y nos haz propuesto
un proyecto nuevo y distinto a nuestros esquemas; acrecienta en nosotros tu
Espíritu para que las dificultades que se interponen a tu Proyecto no nos
desanimen, ni se debilite nuestro testimonio; al contrario sintamos el gozo
de haber elegido ofrecer nuestra pequeñez, al servicio de tu Reino. Te lo
pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡FELICES USTEDES…!

Felices ustedes que anuncian el Evangelio,


aún donde parece desierto y hostil.
Felices ustedes porque gastan su vida,
por los pequeños.
Felices ustedes porque recogen aquello,
que la humanidad deja de lado.
Felices ustedes que se hacen signo de comunión,
en medio de la rivalidad y la división.
Felices ustedes que llenándose de la Misericordia del Padre,
se hacen Misericordia para los hermanos.
Felices ustedes que siembran esperanza,
donde todo parece perdido.

Felices ustedes …
Si mantienen la alegría y la frescura del Evangelio,
porque serán bienaventuradas en el Reino del Padre,
porque fueron:
consuelo para los afligidos,
fortaleza para los débiles,
paz para los enemigos,
hogar para los solitarios,
patria para los desheredados.

¡Felices ustedes…
Si en todo esto descubren al Cristo Pobre
y lo revisten con la ternura y la Misericordia de una madre!

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