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María de Luján, que acogió a las primeras Hijas de la Santa Ana, nos
ayude a vivir con creatividad nuestra maternidad en medio de nuestros
hermanos pobres y marginados, teniendo presente que las Hijas de Santa
Ana "proclaman con su vida que el mundo no puede ser transformado sino
con el Espíritu de las Bienaventuranzas" (Cost. Art. 42).
"Bienaventurados los pobres de espíritu,
pués de ellos es el Reino de los cielos"
Lecturas:
- Fp. 2,6-11 ó 2Cor.
- Sal. 41 (40) 2-5
- Mt. 6,24-34 ; 13,22
Reflexionemos:
- ¿Cómo vivimos nuestro ser de criaturas? ¿Nuestros límites?
- ¿Cómo manifestamos nuestra confianza en el Padre?
- ¿De qué nos cuesta aún despojarnos para que el Espíritu actúe en
nosotras y para qué podamos trabajar más libremente por el Reino?
- ¿Comunitariamente cómo podemos vivir mejor las actitudes que
nos caracterizan como "pobres"?
Lecturas:
- Is. 49,13-19 ó 61,1-3 ó 40,1-2
- Sal. 126(125)
- Hech. 20,19-31 ó 2Cor.7,6
Reflexionemos:
- ¿A nosotras, qué nos aflige? ¿Qué nos hace llorar, o nos causa
dolor?
- ¿Qué situaciones despiertan en nosotras estas ansias de "correr" y
ofrecer nuestra capacidad de consolar? ¿Qué hacemos al
respecto?
"Mi Crucifijo! Dejándome sola y, como la esposa del Cantar de los
Cantares (cfr. Cant. 3,1-3), andaba girando por aquella selva buscándolo,
dando un paso adelante y otro atrás en el sendero. Todos los ramitos eran
secos y todos entrecruzados en signo de cruz.” (TC 51)
No tengas miedo: con tu talón frenarás todas aquellas bestias
feroces; las aguas te envolverán en sus ondas, pero victoriosa te
encontrarás sobre del monte.
- ¡Oh! por piedad, no me dejes.
El reprende a decir:
- Cuando serás sobre el monte, tendrás grandes consolaciones.
- ¡Dime! - rápidamente le dije - Otra consolación no quiero que
aquella de ver mi Señor.
- Me signó en la frente, y me dejó." (TC 407)
Oración final: Señor Jesús, Señor de la historia, que nos dejaste "el
Consolador" para restaurar nuestra vida y nuestra relación con el Padre y
los hermanos. Ayúdanos a mantener siempre abierto nuestros ojos y nuestro
corazón a la aflicción de tu pueblo y nuestras manos y pies para socorrerlos.
Que la desesperanza o la indiferencia no nos cierre a una respuesta
concreta. Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Lecturas:
- Nm. 12,3; Zc. 9,9; Sir. 10,14
- Sal. 37,11; 147,6; 149,4
- Mt.11,29; 20,28
Reflexionemos:
- ¿En qué consiste para nosotras ser humildes, mansas?
- ¿Cómo vivimos nuestra dignidad de mujer, de hijas de Dios?
- ¿Cómo ayudamos a recuperar la dignidad y el honor de nuestros
hermanos y hermanas?
"Hijita mía, por caridad seamos humildes; si no, nos humillará
Jesús. Sí, esto te lo puedo asegurar: un acto de vanagloria, rápidamente
Dios con su querida mano nos humilla al abismo de nuestra nada; un acto
de humildad y ahí que el querido Padre Eterno nos conforta, haciendo
resplandecer su obra.” (2Let. 150,8)
Lecturas:
- Dt. 10,18; Is. 33,5; Jer. 22,3
- Sal. 41,2-3
- Jn. 6,35 ó Jn. 4,19-18 ó Mt. 5,23-24
Reflexionemos:
- ¿De qué tenemos hambre y sed?
- ¿Nuestra "saciedad" la encontramos en el Señor?
- ¿Cómo lo podemos descubrir a nivel personal y comunitario?
Lecturas:
- Sof 3,17
- Sal. 136 (135)
- Lc 10,30-37
Misericordioso es aquel que se hace débil con el débil. La
misericordia de Dios indica solidaridad. Dios se hace solidario con el
hombre, manifiesta su fidelidad a la Alianza con su Pueblo. La misericordia
de Dios es la característica que lo hace reconocible y expresa la acción
concreta con la cual el Señor no solo recupera el pueblo infiel, sino que lo
renueva en su amor.
La misericordia de Dios es "Amor con pasión", capacidad
inconmensurable compasión de Dios. Dios es Padre de las Misericordias:
no tiene límites. La misericordia es muy distinta de la piedad, es encontrar
el modo de ir en ayuda. Sólo quien es pobre será capaz de misericordia.
Nosotros le permitimos a Dios manifestar su misericordia. Dios
regala la vida a quien es capaz de misericordia. Somos llamados a hacer
visible la ternura de Dios, hacer regresar la vida.
Los misericordiosos son todos aquellos que ayudan a cuantos están
en dificultad a salir del estado de necesidad en la cual se encuentran;
actividad habitual, permanente que hace prontamente reconocible el
individuo como misericordioso. Es el comportamiento de quien
prontamente socorre cuantos están en la necesidad eliminando o aliviando
las causas del sufrimiento. La actividad del misericordiosos es fuente de
alegría, "quien hace obras de misericordia la cumple con alegría" (Rm12,8).
Las obras de misericordia (Mt 25,35-36) son el punto de partida para una
actividad que se extiende a todas aquellas actitudes que ayudan al hombre a
salir de situaciones difíciles. Una demostración de amor en su confronte.
Reflexionemos:
- ¿Cuál es el límite de mi amor?
- ¿Cómo se manifiesta nuestra donación materna?
- ¿Qué mueve a compasión nuestras entrañas?
- ¿Cómo lo expresamos?
"Dirás a mis queridas Hijas que las saludo y espero que en todas
Jesús habrá resucitado en sus corazones y le habrán hecho nuevos y
siempre vivos propósitos de amor y constancia de quererlo seguir, y lo
pondrán ciertamente en ejecución , porque, queridas mías, ustedes tienen
los medios para hacerse muy santas, y rápidamente santas.
Bienaventuradas ustedes, cuando vendrá aquel día, que podrán decir:
muero por haberme cansado mucho en las obras de caridad. Y ahora, estén
seguras que la querida Mamá S. Ana en las puertas del Paraíso estará
esperándolas para recibirlas bienaventuradas por una eternidad.” (1 Let.
11,5)
Lecturas:
- 2 Cor. 5,13
- Sal. 24
- Mt. 5, 37
Reflexionemos:
- ¿Cómo es nuestra relación con los demás?
- ¿Nos sentimos parte de la familia de Dios?
- ¿Cuáles son las actitudes que nos identifica como parte de la
familia de Dios?
- ¿En qué se nota esta pertenencia?
Lecturas:
- Is. 32,15-20
- Sal 85,9
- Gal,4,6-7
Oración final: Padre, que en tu Hijo Jesucristo nos hiciste "tus hijos"
acrecienta en nosotras tu amor apasionado por la humanidad sedienta de
paz, de concordia, de felicidad. Ayúdanos a ser "mujeres de paz" dentro y
fuera de nuestras comunidades para que tu proyecto se cumpla en nosotras
y en cada uno de tus hijos. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
Lecturas:
- Sab 2,12-14
- Sal. 129 (128)
- Mt 16,24-25
Reflexionemos:
- ¿Qué entendemos por fidelidad al Evangelio?
- ¿En qué momentos "nuestra vida corre riesgo" a favor de
nuestros hermanos? ¿A causa del Reino?
- ¿Tenemos miedo "arriesgarnos" por los demás? ¿Por qué?
Oración final: Dios fiel, que cada día continuas a "jugarte" por la
felicidad del hombre abre nuestra mente, nuestro corazón para que tu
fidelidad nos dé el coraje, la valentía de "arriesgar nuestra vida" para
encontrarla en el rostro sufriente de nuestros hermanos y desde nuestra
pobreza podamos contribuir a tu Proyecto de justicia, de paz, de
solidaridad. A Tí que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Reflexionemos:
- ¿En qué se nota que nuestra vida consagrada es una profecía?
- ¿Qué diferencia existe entre nuestros parámetros y los que nos
propone la sociedad actual?
- ¿Cuál es el sentido de la cruz hoy en nuestro mundo? Y ¿para
mí?
¡FELICES USTEDES…!
Felices ustedes …
Si mantienen la alegría y la frescura del Evangelio,
porque serán bienaventuradas en el Reino del Padre,
porque fueron:
consuelo para los afligidos,
fortaleza para los débiles,
paz para los enemigos,
hogar para los solitarios,
patria para los desheredados.
¡Felices ustedes…
Si en todo esto descubren al Cristo Pobre
y lo revisten con la ternura y la Misericordia de una madre!