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Pbro. José Ignacio Martínez Aurioles. T. B.

DOMINGO XXV DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO. Ciclo C


“NO PODEIS SERVIR A DIOS, Y AL DINERO”

Lee los textos detenidamente,


sigue el orden en que se proponen,
“deja que resuenen en tu corazón” ...
y después,
profundízalos con los comentarios...

Aclamación antes del Evangelio:


2 Co 8,9: Jesucristo siendo rico, se hizo pobre,
para enriquecernos con su pobreza
Evangelio:
Lc 16,1-13: No podéis servir a Dios, y al dinero
1ª Lectura:
Am 8,4-7: Contra los que obligan a los pobres a venderse
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Salmo responsorial:
Sal 112,1-2.4-6.7-8
Estribillo: Que alaben al Señor todos sus siervos
2ª Lectura:
1 Tm 2,1-8: Pidan a Dios por todos los hombres,
porque quiere que todos se salven
Antífona de la comunión:
Jn 10,14: Yo soy el Buen Pastor, dice el Señor, y conozco a mis
ovejas, y ellas me conocen a Mí
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Contexto celebrativo
El Señor que vino a salvarnos haciéndose hombre, y entregando su vida
por nuestra salvación, continúa su obra salvadora en nosotros, por medio de
su Iglesia que nos convoca, domingo a domingo, para participar en la
actualización de su Misterio Pascual, y ha experimentar su misión salvadora,
tal como la realizó en su primera venida, para que nosotros, en el hoy de
nuestra historia, podamos valorar, y hacer vida su enseñanza, fortalecidos
con el pan de su Palabra, y de la Eucaristía, que se nos ofrecen como Pan, y
Bebida de salvación.
En los domingos anteriores nos ha llamado a no buscar engrandecernos,
sino a humillarnos, como Él lo hizo, tomando el yugo de la entrega, el servicio,
y el amor a Él, y en Él, a los hermanos, sobre todo a los más necesitados. Esto
es tomar nuestra cruz, y seguirlo.
Nos pide, igualmente, no poner nuestro corazón en los bienes
materiales, y pasajeros, para poder seguirlo con verdadera libertad.
Seguimiento que no puede quedarse en buenas intenciones, sino que debe
manifestarse con nuestra entrega, generosa, y total.
El domingo pasado Jesús, puso en evidencia su proyecto de amor,
reconciliación y salvación, con las parábolas de la misericordia, reconociendo
el amor de Padre, que, en Jesús que hace suyos nuestros pecados, nos acoge,
y nos salva lleno de ternura, compasión, y perdón, para que, convertidos,
celebremos el banquete gozoso, y definitivo en la plenitud de los tiempos.
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En este domingo, nos pide ser buenos administradores de las gracias, y


dones que nos da, conscientes de que no podemos servir a Dios, y al dinero.

Aclamación
Como clave de lectura, que nos marca la línea celebrativa, y el sentido
de nuestro encuentro con Jesús, y que nos lleva a reconocer su presencia en
el Evangelio, y por lo que lo aclamamos, con la afirmación que hace el apóstol
Pablo, en la segunda carta a los Corintios: “Jesucristo, siendo rico, se hizo
pobre, para enriquecernos con su pobreza”.
Jesús asumió nuestra realidad, y naturaleza humana, se abajó, y humilló
para que nosotros pudiéramos compartir con Él, la verdadera riqueza, que no
dependerá del tener, y acaparar bienes materiales, sino del dar, y entregarnos
al servicio de los hermanos, en especial, de los más necesitados, no sólo en lo
material, sino, y, sobre todo, de la salvación que Él nos ofrece, que nos
conduce a su Reinado, y a la comunión con el Padre, fuente, y gracia de la
verdadera, única, y auténtica felicidad, fruto de saber administrar los bienes
que Él nos da para compartir con los que carecen de lo más necesario,
espiritual, y materialmente. Este texto hace resonar en nuestra mente, y en
nuestro corazón, otros textos, como: Flp 2,6-11; Mt 8,20; cfr. Mc 12,44.
Los corintios, que en otro tiempo se habían preocupado por hacer la
colecta, en favor de los judíos que pasaban escasez, y hambruna, ahora se
han olvidado de ellos, y ya no siguen auxiliando a los pobres de Jerusalem.
Llama la atención que el apóstol se refiera a estas aportaciones, con términos
como: comunión, bendición, servicio sagrado.
Como Iglesia, tenemos que buscar las formas, y los cómos, para hacernos
partícipes y servidores, de los más necesitados, sobre todo en las
circunstancias que estamos viviendo actualmente, con organizaciones,
formas, y medios para asistir a los hermanos que tienen mayores carencias, y
necesidades, material y espiritualmente. Esta será nuestra verdadera riqueza.
Con esta disposición, dejemos actuar al Espíritu Santo.

Evangelio
En el Evangelio que hoy se nos proclama, con la parábola del
administrador infiel, y mañoso, que, al ser descubierto por su amo, actúa
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astutamente, y busca como compensar sus infidelidades. Lo hará haciéndose


de “amigos”, robando, y cambiando sus deudas, para tener así quien lo reciba
en su casa, al ser despedido
Si el amo lo alaba, nos es por sus fechorías, sino por su astucia, que nos
sirve de ejemplo para ser astutos, no para el mal, sino para hacer el bien, y
saber administrar lo que el Señor pone en nuestras manos, para auxiliar, y
asistir a los más necesitados.
Esta actitud, nos librará de caer en la tentación de la ambición, y en
endiosamiento del dinero.
La riqueza, y los bienes, muchos o pocos, que Dios nos da, deben
servirnos para ganar amigos que nos reciban en la morada celestial.
El que es fiel en lo poco, lo será en lo mucho, pero el que no es fiel, y
honesto en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. Si no sabemos administrar
adecuadamente los bienes que el Señor da, cómo nos podrá confiar lo que sí
es nuestro, y nos espera en su gloria.
No se puede servir a dos señores, pues con los dos quedará mal.
Las grandes fortunas, frecuentemente están manchadas por alguna, o
algunas injusticias, o abusos, que también esclavizan, y separan de Dios. Por
eso Jesús nos pide justicia, solidaridad, honestidad, y el buen uso de los bienes
que pone en nuestras manos, para administrarlos en favor de los hermanos,
y en especial, de los más necesitados, y olvidados.

1ª Lectura
Para este domingo, la primera Lectura se toma nuevamente del profeta
Amós, es un oráculo contra los explotadores. Hace resonar lo que ya había
mencionado en 2,6-8, y 4,1 en los que confronta a los defraudadores, y
abusadores de los necesitados.
Después de las visiones del profeta, que se interrumpen para señalar
situaciones, y realidades concretas de los pudientes que oprimen, y buscan
formas para deshacerse de los pobres, y humildes. La fiesta por la luna nueva,
y del sábado, les impide continuar con sus negocios. Además, alteran las
medidas, suben los precios, y falsearán las balanzas, robando a sus hermanos.
Igualmente, compran al indefenso por dinero, y al pobre por un par de
sandalias, y venderán el salvado como trigo.
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Hechos concretos de esos abusos e injusticias, que provocan la ira de


Dios, quien jura por el honor de Jacob, que nunca olvidará lo que han hecho.
Esto provocará el castigo: obscuridad y duelo; y hambre que no podrán
saciar, de la Palabra de Dios. Fracasan de los que se apoyan en dioses falsos.
Este oráculo del profeta, es para nosotros una llamada de atención, que
debe motivarnos, y movernos para ser administradores honestos, y
generosos de los dones que recibimos de Dios.
Estas exigencias, nos son ocasionales, o circunstanciales, son una
llamada fuerte, y severa de parte de Dios, para que compartamos con Él, la
misericordia, y la ternura, hacia quienes están más desamparados.

Salmo responsorial
Nuestra respuesta a la Palabra que hemos escuchado, y que nos hace
experimentar el plan que Dios tiene para nosotros, encuentra nuestra
respuesta a su Palabra, con su misma Palabra, pues el Salmo responsorial, es
también Palabra de Dios. Hoy lo hacemos con el Sal 112.
Este salmo es un himno, con el que se inicia el “Pequeño Hallel”,
(pequeña alabanza), Sal 113-118, (112-117 en la Vulgata), y que era usado en
las fiestas judías.
Está conformado por tres secciones: a) Invitación para alabar al Señor,
vv. 1-3; b) Reconocimiento de la soberanía de Dios, vv. 4-6; y c) Cuidado del
Señor para con los pobres, vv. 7-9.
La invitación inicial para ensalzar, y alabar “el nombre” del Señor, sirve
de referencia para reconocer la trascendencia de Dios, que se abaja, vv. 4-6,
para levantar del polvo al desvalido, y del estiércol al pobre, y sentarlo con
los príncipes de su pueblo, y a la estéril, la hace madre de hijos, vv. 7-9, así
como su trascendencia, y la compasión para con los pobres, y necesitados.
Podemos enfatizar, y reconocer la oposición en cuanto a los “espacios”:
en los vv. 4-6, del cielo - a la tierra, y en 7-9, del polvo, y el estiércol, - a
sentarlo con los príncipes de su pueblo. El Señor que habita en los cielos, se
abaja para elevar a los desamparados, y necesitados.
Los vv. 7-9 manifiestan una similitud con 1 Sm 2,5.8, que servirán para
la respuesta de María, en el Magnificat, cfr. Lc 1,47-55. María canta la
grandeza de Dios, que se abaja para engrandecer a los pequeños y sencillos.
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Por eso respondemos: “Que alaben al Señor todos sus siervos”.


Usaremos en nuestra celebración, los vv. 1-2; 4-6; y 7-8. Expresamos con
ellos la alabanza al Señor, y a su Santo Nombre. Estando por encima de las
naciones, y reinando en las alturas, ¿quién como Él, que se inclina, y digna
abajarse para mirar cielo y tierra? Por eso levantará al desamparado, sacará
de la miseria al necesitado, para sentarlo con los príncipes de su pueblo.
De esta manera reconocemos que el Señor es nuestra verdadera
riqueza, y que, si nos entregamos y abandonamos en sus manos, tendremos
lo necesario para ser felices, sin necesidad de apegarnos a lo bienes de este
mundo, y actuar de manera injusta, y egoísta.

Segunda Lectura
Continuamos con la primera carta a Timoteo. Pablo extiende sus
instrucciones, pero ahora insiste en algunos puntos clave para el buen
funcionamiento de la comunidad. Por eso les recomienda hacer oración por
todos los hombres, pues Dios quiere su salvación.
Destaca el apóstol su certidumbre, y sano optimismo, así como su visión
ecuménica que debe superar segregaciones, intolerancias, y fanatismos.
Todo parece indicar que el cristianismo se va estableciendo en la sociedad,
grecorromana, y se va inculturando en las estructuras del imperio romano.
El v. 2 hacen referencia a Esd 6,10. El v. 6 afirma el designio salvador de
Dios es para todos los hombres, y para que lleguen al conocimiento pleno de
la verdad. Cristo es el único mediador entre Dios, y nosotros los hombres.
Siendo hombre, Él también se entregó como rescate por todos.
Pablo se presenta como testigo de la verdad, y que, a pesar de haber
sido perseguidor de la Iglesia, ha sido constituido como heraldo, apóstol, y
maestro de los gentiles, (paganos, no judíos), en la fe, y la verdad. Pide a toda
la comunidad que oren, elevando sus manos piadosas al cielo, sin ira, ni
discusiones, en la unidad y solidaridad.
La mediación de Cristo redentor de los, vv. 5-6, hacen resonar Jn 1,14-
18; 16,23; Rm 3,24; Hb 2,6-17. Este es el proyecto que tiene el Dios único, cfr.
1 Co 8,6; Ef 1,3-14, pues quiere que su salvación sea, y llegue a todos.
Asumamos con generosidad, y alegría el seguimiento de Jesús, viviendo
en nuestras parroquias esa unión, y fidelidad al Evangelio, en comunión con
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la Iglesia, tal como lo pedía el apóstol Pablo a Timoteo, para que lo hiciera
realidad en la comunidad de Éfeso, como él lo mismo hace.
De esa manera manifestaremos con hechos, que no se puede servir a
Dios, y también, servidores del dios “mammón”, el dios del dinero, la
ambición, y la avaricia. Esto es el camino que el Señor nos exige hoy.

Antífona de la comunión
Nutridos con la Palabra de Dios que hemos escuchado, Palabra que se
hace “Carne” en la Eucaristía, y que se nos ofrece como alimento, para que,
fortalecidos, y en la unión con Cristo superemos nuestros egoísmos y
ambiciones personales, para saber entregarnos, y compartir nuestros bienes
con los hermanos que viven limitaciones, e injusticias.
Por eso la antífona de la comunión no llama a volver los ojos a Jesús el
buen Pastor: “Yo soy el Buen Pastor, dice el Señor, y conozco a mis ovejas, y
ellas me conocen a Mí”.
Como ya lo hemos señalado anteriormente, “Yo soy” = YHWH, es el
nombre de Dios. Jesús por eso se autonombra como “Yo soy”, el Dios de
Abraham, de Isaac, y Jacob, el Dios de la Alianza, de Hēsēd, y el Émêt = del
amor, ternura, benevolencia…, y de la fidelidad, y firmeza en ese amor.
Este Dios del Amor, y la Fidelidad, que se manifiesta en Jesús, segunda
Persona de la Santa Trinidad, que se hace “carne”, cumpliendo los anuncios
del A.T., se revela como el Buen Pastor, el Pastor por excelencia, que da la
vida por sus ovejas, y establece con ellas: nosotros, una relación, íntima y
profunda, pues el “conocer”, como también los hemos señalado, indica el
adentrarse, y hacerse uno con la persona que es conocida. Es el encuentro, y
la comunión vital, íntima, y profunda entre Jesús, y cada uno de nosotros, si
es que queremos seguirlo, llenos de confianza, y fidelidad.
Por eso el acercarnos a la mesa del Señor, no es un acto rutinario, vacío,
e inoperante, es el encuentro: “comunión vital”, íntima, fecunda, y vivificante
con Él, que nos fortalece, nos renueva, y vivifica para seguirlo.

Respuesta en la vida
Vivir nuestra Eucaristía en este Domingo XXV del tiempo durante el año,
nos cuestiona, y llama a revalorar el sentido de lo que significa seguir a Jesús,
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con hechos concretos, y si le estamos dando rumbo a nuestra existencia


cotidiana, siempre con fidelidad a su Palabra.
Los problemas, y situaciones de nuestra vida, los cambios negativos en
nuestra sociedad, el crecimiento de abusos, e injusticias, etc. van
contaminando nuestra fe, y nuestra vida como discípulos de Jesús, van
haciéndonos perder el sentido de nuestro bautismo, y confirmación. Nos
conformamos así, con un “cristianismo light”, que se queda en un
cumplimento externo, superficial, pero ajeno a las realidades, y situaciones
que estamos viviendo como sociedad, y como Iglesia.
Ahora el Señor te invita a reflexionar, y reordenar tu vida en
conformidad con su Palabra, y con los designios de Dios, en tu vida cotidiana.
+ ¿Qué es lo que, de verdad marca, y da sentido a tu vida?
+ ¿Abusas, y te aprovechas de los pequeños, e indefensos, en tu familia,
en tu centro de trabajo, etc.? ¿te preocupas por ayudarlos a crecer como
personas, e hijos de Dios?
+ ¿Te dejas guiar, y sigues al Buen Pastor, motivas y acompañas a los
que te rodean, para que también lo sigan?
+ ¿Demuestras con hechos, que te importa la salvación de los que
comparten, y están a tu lado necesitando apoyo?
+ ¿Sabes alabar, y bendecir al Señor con tus obras?
El seguimiento de Jesús cuesta, nos exige conversión, y renovación
constante, pero no estamos solos, pues Jesús nos ama, y acompaña con el
don de su Espíritu, para que, con docilidad, y generosidad llevemos a cabo la
misión que nos ha confiado en este mundo.
Oración Colecta:
Oh Dios, que has hecho del amor a ti, y a los hermanos la plenitud de la
ley, concédenos cumplir tus mandamientos, y llegar así a la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo quien vive, y reina contigo, en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
A. M. D. G. Mq.
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