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La camisa del hombre feliz

La camisa del hombre feliz es una adaptación teatral del cuento del mismo título,
escrito por León Tolstói.
El tema, obvio por su título, es la eterna y humana búsqueda de la felicidad. Y es
que, como dice uno de los personajes de la obra, la felicidad aparece donde menos
esperamos encontrarla.
La camisa del hombre feliz
Autor: José Luis García
(Las cortinas del teatro están cerradas, quedando oculto el escenario).
(Entran los dos Presentadores, uno es alto y delgado, y el otro bajo y regordete).
PRESENTADOR 1.-
Estamos en los tiempos de Carlota Castaña.
PRESENTADOR 2.-
En el País de los Alcornoques Felices.
P1.-
Donde reina Antipasto I, llamado el Grande.
P2.-
Es el más grande porque es el hombre más gordo del reino.
P1.-
Pero se ha puesto enfermo; malo, malísimo. Y el Consejero ha convocado a los
mejores doctores del reino.
P1.-
Nosotros nos vamos, para no molestar a su majestad Antipasto I.
AMBOS.-
-¡El Grande!
(Salen ambos).
(Se abren las cortinas. En una cama, y tumbado en ella, está Antipasto I. Entran dos
Doctores y el Consejero).
DOCTOR 1.-
No hay remedio a su mal.
DOCTOR 2.-
No ha servido nada de lo que hemos probado.
D1.-
El Rey se muere.
CONSEJERO.-
-¿Pero qué decís?
D2.-
Que la palma, que la casca; que se va a criar malvas.
REY.-
(Desde su cama, como en un sueño).
Nunca me han gustado las malvas.
D1.-
Nos vamos para no molestar.
D2.-
A su majestad, Antipasto I.
PRESENTADORES.-
(Que asoman por un extremo).
-¡El Grande!
(Salen los Presentadores y los Doctores).
CONSEJERO.-
Esto es un desastre.
(Entran los dos Presentadores).
P1.-
-¿Sabe usted que habla solo?
CONSEJERO.-
Es normal. El rey está peor cada día y ningún doctor haya solución.
P2.-
Anímese, que acaba de llegar un médico chino que todo lo sabe.
(Entra el Médico Chino y se dirige hacia el Consejero).
CHINO.-
(Trae consigo una gran aguja, con la que pincha al Consejero, que grita).
Este hombre está nervioso.
P1.-
(Que señala al Rey).
El enfermo es ese otro.
CHINO.-
Vaya… Pero ese tiene muy mala cara.
(Se acerca hasta la cama).
P2.-
Tengo la sensación de que esto no lo arregla ni el médico chino.
CHINO.-
(Pincha con la aguja en la cabeza del Rey, que no se queja).
Su mal no está en la cabeza. Tiene cabeza de madera.
P1.-
Como Pinocho.
CHINO.-
(Que pincha al Rey a la altura del corazón, y tampoco se queja).
Del corazón no es. Tiene corazón de corcho.
P2.-
Como mi abuelo.
CHINO.-
(Pincha al rey, y el enfermo grita como loco).
Su mal está en el estómago. Mucho ha comido y poco ha trabajado.
CONSEJERO.-
-¿Hay remedio?
CHINO.-
Que lo aten a un arado y que durante tres días tire de él, de sol a sol.
CONSEJERO.-
Eso es imposible. Él es el rey, Antipasto I.
PRESENTADORES.-
(Al mismo tiempo).
-¡El Grande!
CHINO.-
Entonces, debe seguir una dieta estricta, a base de verdura y algas de la China.
CONSEJERO.-
Eso también es imposible. Como rey, siempre debe ser “El Grande”•.
CHINO.-
-¡Uhm!
(Vuelve a pinchar al Rey y su majestad vuelve a gritar).
Grita como cochino.
CONSEJERO.-
Muy limpio no ha sido nunca.
CHINO.-
-¡Uhm! Hay una solución. Debe llevar durante tres días la camisa de un hombre
feliz. Sólo así sanará.
P1.-
-¿Un hombre feliz?
CONSEJERO.-
-¿Y dónde encontrarlo?
CHINO.-
-¿No es este el país de los Alcornoques Felices?
CONSEJERO.-
Eso es. Los alcornoques son felices, pero no sus habitantes.
P2.-
Es que el rey se ha comido la riqueza y la felicidad del país.
CHINO.-
No encuentro otra solución.
P1.-
Buscaremos al hombre feliz.
P2.-
Y lo traeremos, aunque no quiera.
(Salen ambos).
CHINO.-
Vaya… Antipasto I el Gordo.
CONSEJERO.-
El Grande, -¡es el Rey!
CHINO.-
Si no aparece esa camisa, lo será por poco tiempo.
P1.-
(Que entra).
Lo hemos encontrado.
CHINO.-
-¿Al hombre feliz?
CONSEJERO.-
-¿Dónde lo habéis encontrado?
(Entran el Presentador 2 y el Hombre Feliz, que viene cubierto con una manta).
FELIZ.-
Vivo en una cueva.
CONSEJERO.-
-¿Cómo puedes ser feliz si vives en una cueva?
FELIZ.-
Porque no deseo otra ni temo perder en la que vivo.
CONSEJERO.-
-¿Pero dónde encuentras tu felicidad?
FELIZ.-
Dentro de mí mismo.
CONSEJERO.-
-¡Venga esa camisa!
P1.-
Hay un ligero problema.
(Quita la manta que cubre al Hombre Feliz y vemos que éste no tiene camisa).
CONSEJERO.-
-¡Válgame el cielo!
(Durante un instante, todos miran al hombre sin camisa).
CHINO.-
Veo una solución…
CONSEJERO.-
-¡Habla!
CHINO.-
El Hombre Feliz puede ser el nuevo rey del País de los Alcornoques Felices. -¿Qué
mejor rey que aquel que ha encontrado la felicidad dentro de sí mismo?
CONSEJERO.-
-¿Y Antipasto?
CHINO.-
Dejará de ser rey, y en lugar de grande, será gordo y entonces podrá hacer dieta.
P2.-
Ganamos todos.
FELIZ.-
Pero yo no deseo ser rey.
P1.-
-¿Ni siquiera para hacer feliz a un pueblo infeliz?
FELIZ.-
En tal caso, sí quiero.
CONSEJERO.-
Debo preparar la coronación.
(Sale acompañado del Hombre Feliz).
CHINO.-
Y yo la dieta de Antipasto.
(Sale).
P1.-
Y así acaba este cuento sobre la felicidad.
P2.-
Y es que la felicidad aparece donde menos esperamos encontrarla.
(Salen ambos. Se cierran las cortinas).
FIN

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