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Jean-Jacques Rousseau

Nació en Ginebra Suiza el 28 de junio de 1712, su madre fallece luego


de darlo a luz quedo con su padre. Cuando tenía 10 años su padre se
tuvo que exiliar y lo deja con sus tíos paternos quienes lo crían. Fue
pupilo a la casa calvinista (sistema teológico protestante), a su regreso
trabajó de relojero y aprendió lo suficiente como para vivir de esto. A los
16 años, tutelado por una dama católica pudo continuar con su
educación. Se casó, tuvo 5 hijos. Tuvo amistad con los ilustrados, y fue
invitado a contribuir con artículos de música a la Enciclopedia de
D'Alembert y Diderot; este último lo impulsó a presentarse en 1750 al
concurso convocado por la Academia de Dijon, la cual otorgó el primer
premio a su Discurso sobre las ciencias y las artes, que marcó el inicio
de su fama.
En su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres,
escrito también para el concurso convocado en 1755 por la Academia de
Dijon, consideró que los hombres en estado natural son por
definición inocentes y felices, y que son la cultura y la civilización
las que imponen la desigualdad entre ellos (en especial a partir del
establecimiento de la propiedad) y acarrean la infelicidad.
Emilio o De la educación (1762) es una novela pedagógica, por la que
tuvo problemas con las autoridades parisinas, huye a Neuchâtel (ciudad
de Suiza), donde surgieron de nuevo conflictos con las autoridades
locales, por lo que en 1766 tuvo que refugiarse en Inglaterra.
A partir de entonces Rousseau cambió sin cesar de residencia, acosado
por una manía persecutoria que lo llevó finalmente de regreso a París
en 1770, donde transcurrieron los últimos años de su vida, en los que
redactó sus escritos autobiográficos.
Para él la libertad es un derecho innato y natural del hombre, para
asegurar esa libertad funda la institución del Estado dándole todo el
poder, ya que fuera de éste no hay derechos solo rige el poder, la fuerza,
la facticidad. Preocupado por la idea de soberanía popular escribe su
obra el contrato social en 1762, donde menciona que es necesario que
el pueblo se asocie para así proteger a las personas y a sus bienes. En
este contrato el hombre transfiere su derecho natural a la comunidad y
esta le otorga derechos civiles, quedando así subordinado a la voluntad
general, no a nadie en especial lo que lo convierte en verdadero
soberano. es absolutamente fundamental que esa enajenación sea de la
totalidad de los individuos, ya que ello garantizará que no se produzca
el predominio de ningún grupo de individuos sobre los demás, ya que
todos, en igual medida y proporción, han transferido la totalidad de su
fuerza natural. Si alguien o algo pudiera quedar sustraído de la idea del
pacto, se quebraría fatalmente la idea de igualdad y justicia que lo
soporta.
Esta voluntad general no es la suma de las voluntades particulares,
sino que la generalidad es un atributo que se opone a la idea de
singularidad. Es la libertad de todos en la comunidad políticamente
organizada.
Sus ideas políticas influyeron en gran medida en la Revolución Frances
(1789) y en el desarrollo de las teorías Republicanas.

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