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cultural es penosa, agravada por la censura, la muerte o el exilio de muchas

personalidades culturales opuestas al régimen franquista. Muchas obras que en Europa


se publican, que influirán decisivamente en el pensamiento, aquí no se conocerán hasta
 
mucho tiempo después. En definitiva, sufrimos un gran retraso cultural, económico y
político.

1.2. Contexto años 50


El país presenta un cierto desarrollo, con nuestro ingreso en 1955 en la ONU y la
LA PoesÍa
llegada DE LOS
del Plan Marshall AÑOS
en 1953. 40 Yel aislamiento
Además termina … con nuestra apertura
diplomática, se establece en Madrid la embajada de EE. UU. y algunas más. Sin
embargo, las capas más desfavorecidas aún notan más el contraste con los más
pudientes.

2. La poesía de los años 40 se divide en arraigada, desarraigada y


social.
2.1. Poesía arraigada
La poesía arraigada fue un movimiento clasicista surgido a partir de 1940. La
Guerra Civil había causado que España se dividiera en dos bandos (los vencidos y los
vencedores). De la parte de los vencedores nació este tipo de poesía, de formas
tradicionales y búsqueda del equilibrio.
Sus autores tienen una visión luminosa y supuestamente coherente y ordenada del
mundo. Se autodenominan como la "juventud creadora", contraria a cualquier
enfoque negativo existencial del resto de la poesía existente en la época.
Son también llamados garcilasistas por la revista Garcilaso, que es donde publican y
porque vuelven sus ojos a Garcilaso de la Vega y otros poetas clásicos. Sus formas son
muy clásicas: sonetos, tercetos,... Sus temas se apoyan en sentimientos religiosos, en el
amor, la belleza de la vida...
Destacan varios autores que sufrirán un desengaño de dicho mundo, tales como
Dionisio Ridruejo, Leopoldo Panero o Luis Rosales. Éste último especialmente, que
dará un giro completo hacia una poesía más existencialista, con “La casa encendida”.
2.2. Poesía desarraigada
El movimiento contrario al tipo de poesía anterior fue el de la poesía desarraigada. El
crítico y poeta Dámaso Alonso la denominó así en contraposición a la poesía arraigada.
Esta corriente conectó desde el principio con la poesía impura de preguerra (Pablo
Neruda, Rafael Alberti, Miguel Hernández, los surrealistas) y surgió en la década de
1940 en torno a la revista Espadaña de León (1944-1951), capitaneada por los poetas
Victoriano Crémer (1906), Eugenio G. de Nora (1923) y Antonio González de Lama.
Se caracterizó por el desarraigo existencialista, la angustia vital, el nihilismo y el
vacío, sentimientos que vienen dados por distintas causas, pero la mayor sin duda la
traumática experiencia de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial.
Es una poesía rebelde, que supuso un gran revulsivo para toda la generación de poetas
que comenzó a publicar a partir de los últimos cuarenta y se oponía a la supuesta
armonía y quietud que mostraban revistas como Garcilaso. Los libros centrales son

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