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Vice Rectoría General

CHARLA A AJCU/DACE CONFERENCE


UCA, 16 Marzo 2006.

El Año Jubilar jesuita 2006

1 Sean todas y todos Uds. bienvenidos a Nicaragua. ¡Bienvenidos a la UCA!...


Me han pedido, dentro de este encuentro de Universidades jesuitas, hablar sobre los jubileos
jesuitas 2006. Tratamos de unirnos al homenaje que en todas las obras apostólicas de la Compañía
se celebra este año. Como ya todos sabemos, celebramos, unido, un triple aniversario:

2
 El nacimiento de San Francisco Javier, el 7 de Abril de 1506 en el castillo de Javier,
Navarra, en España.
 El nacimiento también del Beato Pedro Fabro, el 13 de abril de 1506 en Villaret, Saboya,
Francia.
 La muerte de Ignacio de Loyola en la madrugada del 31 de julio de 1556 en Roma.

3 Se suele decir que la pedagogía jesuita abusa de las ideas y desarrolla poco la imaginación.
Aquí vamos a hablar de imágenes. Una buena imagen, se dice, vale más que mil palabras.
4 A partir de las imágenes que tenemos en nuestras manos voy a compartir con Uds. algunas
ideas sobre estos aniversarios y nuestra tarea como jesuitas, laicos y laicas en una Universidad
jesuita. Estas dos imágenes, aunque distanciadas por el tiempo, guardan una estrecha relación. Les
invito a que observen, la viveza de los gestos, la fuerza de sus movimientos, la delicadeza de las
expresiones y los matices de sus colores.

1. EL ICONO DE RUBLEV.

5 Hablemos primero del icono que tenemos a la izquierda. Se trata del Icono de la Trinidad de
Rublev. El cuadro data aproximadamente de 1411 y se encuentra actualmente en la galería
Tetriakov de Moscú. Un aceite reparador ha cubierto los colores; pero los ha diluido y
ensombrecido, pese a que el cuadro fue restaurado en 1918.

6 Su autor fue un monje artista ruso del siglo XV del que se hizo una película en los años 60,
Andrei Rublev. Pintó este cuadro en memoria de un santo, Sergio de Radonega, venerado por el
pueblo de Rusia por haber luchado a favor de la unidad de Rusia en un tiempo de divisiones
feudales y por eso estaba originalmente en el Monasterio de San Sergio, en Zagorsk; hoy se
encuentra en la Galería Tetriakov de Moscú. Según el autor anónimo de Las vidas de los Santos
rusos, Rúblev murió el 29 de Enero de 1430 y fue enterrado en el Monasterio Andronikov de Moscú.

7En primera instancia el cuatro representa la escena que se nos narra en Génesis 18: tres
personajes se presentan a la puerta de la tienda de Abrahán y Sara sentados en su tienda, al pie de

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la encina de Mambré que los invita a compartir con él un banquete. Como todo huésped judío, se
lavan los pies al entrar en la casa y por eso los tres personajes están descalzos. Los tres huéspedes
hablaron a Abrahán y Sara del nacimiento inesperado del hijo de la promesa, Isaac.

Pero además la teología cristiana de Oriente siempre ha identificado a esos tres personajes con la
Trinidad. Por eso los personajes son también presencia de Dios y llevan alas, porque en Oriente,
como en la Escritura, los ángeles son la presencia de Dios. Un solo Dios y tres personas iguales y a
la vez diferentes como decía el dogma cristológico de los primeros concilios de Oriente. 8
Están
ubicados por el orden en que se nombran en el Credo: el Padre a la izquierda, luego el Hijo y el
Espíritu a la derecha. Los tres personajes llevan en su mano un cetro, símbolo de la majestad
divina. El personaje central, el Hijo, resalta por el contraste de los dos colores azul y rojo. 9
Está
mirando a su derecha hacia el otro ángel, el Padre, que está en reposo, erguido, vestido con un
manto que transparenta más el azul de su túnica. 10
La tercera figura, a nuestra derecha, está
cortada por el bastón que sostiene en su mano izquierda. Representa al Espíritu y es la más
femenina y dulce en sus trazos, tal vez porque el Espíritu, ruah, en las lenguas semíticas es una
palabra femenina. La mano derecha parece como que se apoya en la mesa para levantarse. Ahora
la túnica azul está cubierta por un manto casi verde.

11 Hay como tristeza en los ojos del Padre que alza su mirada hacia el Hijo. Como que le está
haciendo al Hijo la pregunta de Isaías 6, 8 “¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?”. 12
El Hijo,
en el centro, como que escucha atentamente y baja humilde y dispuesto su rostro para responder:
“Aquí me tienes, mándame ir a mí”.

Los iconos rusos se diferencian de los bizantinos 13


por la mayor gama de colores utilizados.
Aquí el azul de las túnicas refleja la divinidad. La divinidad se muestra evidente en el Padre,
mientras que en el Hijo, el del centro, se cubre del rojo de la sangre del sacrificio y el verde del
Espíritu se identifica con el color del suelo porque el Espíritu es el que da vida a la naturaleza, al
hombre y al mundo.

14 En la parte posterior, aunque muy deteriorados se ven tres dibujos. Una casa, un árbol y una
montaña. Son los símbolos de la presencia de Dios en la Escritura: La casa, con un altar de
sacrificios delante, es la casa de Abrahám, el lugar de su descendencia, el domicilio de Dios en la
historia; tiene torres indican que él es el patriarca de un inmenso pueblo, más numeroso que las
estrellas del cielo, que las arenas del mar. El árbol es la encina de Mambré, también el árbol de la
vida del Génesis del que, según la tradición se había extraído la madera de la cruz. Y la montaña es
el lugar de la Ley: la antigua, en el Sinaí y la nueva, en el sermón del Monte.

O sea este trasfondo es una representación simbólica que trata de abarcar toda la historia de la
salvación. En medio de todos estos símbolos se nos ha anunciado el proyecto de Dios a los
hombres del Antiguo y del nuevo Testamento.

15 Si seguimos mirando veremos que la disposición conjunta, unida de los tres personajes es
circular, gracias a la inclinación de los tres rostros. La disposición circular es la que hace que el
cuadro como que se mueva, que los tres personajes se comuniquen, aunque no parecen hablar
nada. Más propiamente, más que un círculo sería 16
un octógono, uniendo los ocho vértices de las
figuras. Ocho en referencia al 8º día que es el primero de la nueva creación inaugurada con la
Resurrección. La Creación es un banquete, una Eucaristía a la que somos invitados. El mensaje
probablemente es que Dios es circularidad, comunicación fraternidad, relación. Y ese mensaje es

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importante en el momento en que Rublev pinta: Rusia atraviesa una de las guerras internas más
crueles de su historia, precisamente por la división del territorio nacional entre diversos reinos
feudales que no pueden hacer frente a la invasión de los tártaros. Como que la imagen invita a los
espectadores a unirnos para un proyecto común. Lo que Rublev propone es la armonía entre la
Iglesia rusa, el Estado y el pueblo.

17 En el centro está la mesa y en su frente un rectángulo, símbolo de la concepción de la época


de la tierra como un rectángulo organizado según los cuatro puntos cardinales. Sobre la mesa, en el
centro del octógono, hay una sola copa compartida y en ella, si pudiéramos aumentar el dibujo,
veríamos que se puede ver la cabeza de un novillo tierno sacrificado, el que Abrahán ofreció a los
huéspedes, símbolo de Jesús mismo que lo está señalándola con los dedos abiertos, como
diciéndonos que Él es el Cordero del Padre.

18 Otro elemento importante es la parte inferior del cuadro. Rublev ciertamente era capaz de
pintar la perspectiva, y sin embargo, si se fijan, verán que la línea de la perspectiva está rota en ese
primer plano. Como que las rodillas de los personajes de adelante se montan sobre la mesa para
dejar abierto como un campo. Abierto no sólo a la mirada, sino a la participación. Como que nos
están invitando a los espectadores a introducirnos en el cuadro, en la mesa, en el banquete, a
participar en el proyecto de Dios, en la Eucaristía de este mundo. Todos, sin que nadie quede
excluido.

19 Pero además, si se fijan, pareciera como si la mesa estuviera inclinada. Todo el conjunto de
las imágenes están como descendiendo, porque el Hijo, el del centro va a descender, va a bajar al
mundo, a la historia. Es la kénosis, el abajamiento de Cristo que se hizo uno de nosotros. Por eso el
cuello de su túnica está como recogido, en disposición de emprender un camino.

Podemos concluir esta contemplación con las palabras de Abrahán: “Te ruego, Señor que no
pases adelante sin detenerte en casa de tu siervo”. Y Dios que le responde: “Volveré a visitarte”.

2. EL ICONO DEL P. DRANCE.

20 Me he detenido en los detalles de este primer icono porque sin ellos no se puede entender el
segundo que es obra de un jesuita, George W. Drance, dramaturgo y profesor de arte escénico en
la Universidad de Fordham, Nueva York. Además trabaja con católicos norteamericanos de rito
ortodoxo. Él icono quiere construir una explicación de la vida de estos tres jesuitas cuyos
aniversarios celebramos este año. Pero esta explicación vincula a nuestros compañeros con la
historia de Dios y con su proyecto expresado por Rublev.

21 Los tres personajes comparten una mesa en este cuadro. En la realidad compartieron una
habitación en el Colegio de Santa Bárbara de París en 1529 cuando realizaban sus estudios en la
Universidad de París. Compartíamos la misma mesa y la misma bolsa”, escribirá Fabro en su Diario
espiritual. Compartieron sueños, proyectos e ideales, y sobre todo, su amistad. Llegaron a tener los
mismos deseos y el mismo querer. Y este año comparten un aniversario.

A la izquierda de la escena se encuentra 22


Ignacio de Loyola. Es sin duda al que más
conocemos. Como en el icono de la Trinidad, el proceso de movimiento del cuadro comienza desde
esa área. Ignacio alza la mirada al entorno como haciendo una invitación a los demás personajes
del icono y a nosotros que lo miramos. Sus manos están alzadas. Como que está proponiendo algo.

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Podríamos imaginar que lo que Ignacio más nos propone es lo que fue su experiencia personal más
honda: la apasionada búsqueda de la voluntad de Dios.
23 Ese podría ser como el resumen central de su vida a la hora de la muerte. Fue un poco el hilo
conductor que le llevó a hacerse peregrino desde la salida de la casa familiar de Loyola, cuyo
edificio aparece en la parte posterior, detrás de él, hasta la casa de Roma conde murió en 1565.

24 En este aniversario de su muerte como que somos invitados a un proyecto central Buscar
siempre la voluntad de Dios. Esas tres preguntas de Ignacio: “Qué he hecho por Cristo, que hago,
qué debo hacer”. Es el final repetitivo de la mayoría de las cartas que Ignacio escribió: “Termino a
Dios rogando que su santa voluntad siempre conozcamos y aquella enteramente la cumplamos”…
No es tan fácil conocer siempre qué es lo que quiere Dios que hagamos. Pero eso es el abc de la
espiritualidad de Ignacio. La espiritualidad de Ignacio no es para quien ya cree haber encontrado la
verdad sino para quien la busca, para quien se pone en camino.

25En el centro, Francisco Javier. Ignacio lo conoció en París. Su mirada está puesta en Ignacio
pero a la vez elevada. Javier es el hombre de los grandes deseos. 26 Primero fueron sus grandes
deseos de triunfar como excelente estudiante, o como campeón de altura de la Universidad. Más
tarde el deseo de anunciar el Evangelio en los grandes imperios de Oriente.

27 En 11 años partiendo de Goa, donde hoy reposan sus restos, recorrió la costa de la India,
Indostán, Sri Lanka, el Japón, las Malacas y murió a las puertas de China, a sólo 100 kilómetros de
Hong Kong. 28 Por eso en el icono del P. Drance, sus manos están sobre el globo de la tierra y
concretamente sobre China que era el gran sueño a cuyas puertas murió.

29 Javier nos enseña que la espiritualidad de Ignacio no se mira a sí misma; mira al mundo, la
historia; dialoga con la culturas y los problemas de los hombres de hoy. 30 Trata de ser una
respuesta para las grandes interrogantes de las culturas: el sentido de la vida y de la muerte, el
amor, la construcción de un mundo más justo. Javier se esforzaba por conocer la lengua y
costumbres de los pueblos que conocía. 31 En la India se vestía como un paria para acercarse a
los pobres; en el Japón, como un sabio para lograr el apoyo de la Corte. 32
Antes de lanzarse a la
aventura de China, se puso a aprender el mandarín. La misión le movilizaba, le hacía abrirse a
nuevas culturas, proyectos e ilusiones.

33 Por último, a nuestra derecha se ubica Fabro. Pedro Fabro fue uno de los primeros jesuitas.
Era de origen francés; había nacido en plenos Alpes franceses, en la Saboya. Educado al calor de
una familia unida y cristiana, deseó desde muy joven dedicarse a la vida sacerdotal y por eso fue a
la Universidad de París a estudiar. 34 Allá, en el Colegio de Santa Bárbara estaba cuando llegó
Ignacio, con quien compartió la habitación. Ayudó a repasar a Ignacio en sus estudios de filosofía y
recibió la posibilidad de salir de sus dudas y oscuridades interiores. 35
Me orientó, dice en su
Diario, en las cosas espirituales, mostrándome la manera de crecer en el conocimiento de la
voluntad divina y de mi propia voluntad". 36
En el icono aparece revestido con los ornamentos
sacerdotales porque fue el primer sacerdote del grupo fundador. Por eso y por su gran capacidad
para acompañar a quienes hacían los Ejercicios, cuyo libre tiene en las manos, Ignacio le llamó
“Hermano mayor de todos”.

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37 Fabro no ha llegado a ser santo; sólo alcanzó el título de Beato, pese a los esfuerzos por
lograr la canonización. Siempre se ha dicho que es porque nunca pudieron demostrarle un milagro.
Tal vez el milagro mayor de su vida reside justamente en esa sencillez con la que colaboró a
constituir el primer grupo de compañeros. En ausencia de Ignacio era el que les aglutinaba, desde
su humildad. Él redactó las actas de las reuniones grupales, presidió la Eucaristía en los primeros
votos de Montmartre y a él le tocó la ardua labor de comenzar el establecimiento de la Compañía en
España. Como hombre de diálogo que era, fue enviado a participar en Alemania en varios
encuentros entre católicos y protestantes en Worms y Ratisbona. Ignacio que veía en él al hombre
del diálogo y de la relación humana deseaba que asistiera al Concilio de Trento donde se hablaría
sobre la Reforma protestante, pero la muerte alcanzó a Fabro en Roma el 1 de agosto de 1546.

38 Fabro con el rostro sencillo, su cabeza inclinada nos invita a hacernos hombres y mujeres
capaces de trabajar en grupo, de compartir proyectos comunes. Eso supone una disciplina de
sentirnos equipo, rescatar y valorar lo mejor de cada uno sin fijarnos tanto en sus fallos, una mística
de discreción, de colaboración, de buscar los últimos puestos más que el éxito personal, de sumar
en la construcción de la fraternidad. El trabajo en grupo que quiere marcar las obras jesuitas supone
un modelo nuevo de liderazgo cercano, de testimonio de presencia y capacidad de unir e integrar la
diversidad de esfuerzos. En las obras jesuitas, todos valoramos el trabajo en equipo, pero también
sabemos que el trabajo en grupo supone una mística y una abnegación que no son fáciles. El estilo
sencillo y colaborador de Fabro entre los primeros jesuitas nos invita a madurar en esta mística del
trabajo en equipo.

39En la parte posterior, a la izquierda se vislumbran:


 La fachada del Colegio Romano instituido en 1551 por Ignacio de Loyola en una
modesta sede que en 1553 obtuvo la facultad de conferir grados académicos en filosofía
y teología. 40El Papa Gregorio XIII, cuyo apoyo se recuerda en el nombre de
Universidad Gregoriana, se ocupó de construir una sede más apropiada en la actual
Plaza del Colegio Romano y por eso hoy se llama Universidad Gregoriana. 41
Desde
entonces, el trabajo educativo se convirtió en una de las tareas claves de los jesuitas
"Hablando en general, -dirá Ignacio,- hay dos maneras de ayudar a los prójimos:
42una en los colegios con la educación de la juventud en letras, doctrina y vida
cristiana; la otra a todos con sermones y confesiones y los otros medios conforme a
nuestro modo ordinario de proceder."

 43 En el otro extremo se ve la fachada de la Iglesia del Gesú, en Roma, construida


por Giacomo della Porta. 44Junto a ella vivió y murió Ignacio y pronto se convirtió
como en la iglesia estándar de los jesuitas y de la contra Reforma. 45Tanto que hasta
en las reducciones jesuitas repitieron el modelo arquitectónico de esa iglesia barroca.

 46 En el medio, como el árbol del icono de Rublev aparece un árbol de la vegetación


japonesa, que asemeja a la figura de los bonsáis y recuerda el paso de Javier por el
Japón donde entró el primer joven asiático a la Compañía de Jesús. También las olas
de un mar embravecido que sin duda tratan de recordar los viajes de Javier a las Indias.
Del otro lado las montañas nevadas de los Alpes. En ellas nació Fabro. Eran las que
separaban Italia de Alemania. Fabro debió atravesarlas varias veces en sus idas y
venidas a participar en los diálogos con los protestantes.

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Como que este trasfondo del icono, con sus imágenes resume el modelo de trabajo propio de las
obras jesuíticas: Para ser presencia de Dios al lado de los hombres y mujeres de todos los tiempos
será importantes tres tareas: la educación de la juventud, el diálogo con las culturas, y el trabajo
pastoral directo, la evangelización.

47 En una de sus visitas a Centroamérica, alguien preguntó a nuestro superior general, el P.


Kolvenbach, cómo oraba él. Kolvenbach que había vivido tantos años el Líbano, le respondió que
como él era oriental, oraba con los iconos. O sea, le dijo el jesuita, Ud pasa el tiempo mirando un
icono. No, le dijo el P. General, eso es lo que hacen Uds. los occidentales. En Oriente es al revés;
orar es dejarse mirar por el icono. De hecho cuando se sacan en las procesiones se ubican adelante
y volteando el cuadro para que todos los que van detrás lo vayan mirando.

48 Por eso mirando estos iconos nos preguntamos qué nos dice a nosotros como laicos y
jesuitas que trabajamos en instituciones educativas, pastorales y sociales de la Compañía.

49 Tal vez Rublev, nos invita a ser familia; Drance, además, nos llama a ser familia ignaciana.
Grupo, en la diversidad, círculo como pintaría Rublev, capaces de crear espacios abiertos de
participación y de encuentro, porque toda comunidad cristiana es como un icono de la Trinidad.
Pero también, con Rublev somos invitados a descender, a abajarnos, a meterse en la realidad de
nuestro país, en sus alegrías y tristezas, en sus esperanzas y búsquedas, llenos de esperanza,
asumiendo la Misión que cada uno de nosotros tenemos en las diversas obras en las que
trabajamos. Ignacio nos evoca la necesidad permanente de discernir, de ser nómadas. Javier nos
invita a poner nuestras manos en el mundo no sólo para contemplarlo, sino para transformarlo.
Fabro nos anima a crecer en la mística de la fraternidad, ir crear redes, vínculos entre nosotros

50 En el relato bíblico, Abraham suplicó a los tres personajes que le visitaban que
permanecieran con él. “Te ruego, Señor que no pases adelante sin detenerte en casa de tu siervo”.
Tal vez este Jubileo es un buen tiempo para dejarnos visitar por la vida de nuestros hermanos
jesuitas cuyo aniversario celebramos.

Muchas gracias.

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