Está en la página 1de 89

LA TÍA SOFI

Y LOS OTROS CUENTOS


2 WALDINA MEJÍA

LA TíA SOFI
Y LOS OTROS CUENTOS

Waldina Mejía
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 3

808 Mejía, Waldina


M479 La Tía Sofi y los otros
. Cuentos. / Waldina Mejía- 3ª ed. .
. – Tegucigalpa: Los Dos Hermanos.
. 2009
. p.

. ISBN 99926-30-36-1

. 1.- CUENTO

3ra. Edición, Marzo del 2009

© Waldina Mejia Medina.


Telfax: 226-5229
E-mail: waldina _poesia@yahoo.com

Lic. en Lingüística. Lic. En Orientación Educativa.


Máster en Literatura Centro Americana.

Otros libros: POESÍA: “El Amor y sus Iras”.


“Catorce Sonetos con Estrambote”.

Diseño de Carátula: Edit. Universitaria


(de la primera edición).

Trabajo Técnico:
Diagramación del texto: Glenda Suazo
Impresión: Santiago Pineda.
4 WALDINA MEJÍA

Presentación

En el panorama de la Literatura Hondureña, el género cuentístico


ha sido ampliamente cultivado, desde Froylán Turcios, que nos legó
la extensa colección "Cuentos del amor y de la muerte", pasando las
extraordinarias narraciones de Arturo Martínez Galindo y la prolija
generación de los regionalistas, hasta las innovaciones de Julio
Escoto, Eduardo Bähr y Roberto Castillo, entre muchos nombres
más. Sin embargo, en este nuevo milenio, resultan escasos los
nombres masculinos para ejemplificar los exponentes del género y
resaltan los nombres de jóvenes escritoras, como María Eugenia
Ramos con "Una Cierta Nostalgia", Rocío Tábora con
"Guardarropa" y Waldina Mejía con La Tía Sofi y los otros
Cuentos.

Para referirme a esta obra, debo confesar que me resulta fácil y


difícil a la vez. Difícil porque luego de varios años de amistad con
Waldina, pues solo deseo decir lo más lindo de su trabajo como
escritora, haciendo caso omiso de la condición de imparcialidad que
se le pide al crítico. Pero precisamente aquí es donde el asunto se
vuelve fácil, porque a pesar de mi joven experiencia en la
apreciación literaria, no dudo de la calidad que estas páginas
artísticas contienen, así que no creo que la más acendrada crítica
pueda obviar sus méritos en el futuro.

Tanto como lectora aficionada y como docente, me he sentido más


que complacida –incluso sorprendida– al presenciar la forma en que
el estudiante promedio sucumbe al encanto del texto, condición que
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 5

toda buena narración debe poseer para capturar no solo la atención


del lector, sino su alma, o como recomendará Cortázar, para
noquear al lector.

Por eso es fácil hablarles de esta obra, porque La Tía Sofi y los
otros Cuentos está llena de virtudes literarias así como de
arriesgadas incursiones, mismas que denotan el decidido esfuerzo
en dominar el oficio por parte de su creadora.

Al decir virtudes me refiero al extraordinario verismo con que se


presentan los niveles de lenguaje para cada personaje sin caer en lo
artificial. Lo anterior se demuestra en la facilidad con que se puede
reconocer el estereotipo en historia, por ejemplo cuando leemos los
siguientes fragmentos: “Mira que la música está buena y esta
juquita está tan rica que bien nos quedamos aquí hasta tarde;
además, la mesera nos está atendiendo muy bien con esas boquitas
escogidas que nos está trayendo”; “¿Ves? Hoy estoy como triste.
¡Qué me importan a mí los estirones de pellejo, si estoy bien con
mis hijos y mi negocio! Aunque, por el puro chisme, me gustaría
saber cómo le va a la Dorita…”; “Mala leche, ¿aquella es la nave?,
¿no está en la mierda grande? Hay dos cabrones allí, ¿me
esperan? Cojo otra calle, y soplo como nunca, hasta llegar al
trabajo. […] Me hago el pendejo, trompa socada: esa nave que
huyó es de chafa o pistudo, no quiero pedos”

En las descripciones, se revela la habilidad en el manejo de la


técnica cinematográfica en detalles que también revelan la
psicología del personaje: “Sory, guapa aún a sus cuarenta años,
sacó entonces fuerzas de su delgadez blanca y rubia, tomó un sorbo
de té de la lujosa taza de porcelana, se sonó delicadamente la nariz
aguileña con su pañuelo de seda, estrujó sus lágrimas con el dorso
6 WALDINA MEJÍA

de sus bien cuidadas manos, sin miedo a que estropeara su


maquillaje especial […] Y Sory se irguió dejando notar su figura
esbelta y sus senos altos y duros, recién operados”, o bien se
escribe en un estilo que colinda con las descripciones naturalistas:
“Mirá, la verdad es que yo también me preocupé: eso de usar la
sangre de los prisioneros especiales como colorante en la fábrica
de teja y ladrillo planchado que el hombre tenía, sólo para decir
que no era cierto que estaban desaparecidos, era innecesario,
costoso y además peligroso, pues había que trasladar "los drones
de pintura" hasta allá y nos podían descubrir”. No puedo dejar de
destacar en este último cómo se muestra el rampante cinismo
deshumanizado de la mentalidad militar.

Dentro de la tradición de la literatura realista, este conocimiento de


la naturaleza humana es manejado con solvencia por la autora: nos
encontramos ante damas de sociedad, ejecutivos, maridos infieles y
esposas vengativas, empleadas domésticas, meseros, amas de casa,
empleados públicos, en fin, Waldina los conoce bien, están allí
fielmente denunciados. En la página queda develada su compleja
psicología humana, con la misma dolorosa ternura con que un padre
castiga a su hijo aunque sufra por dentro al verlo llorar.

Por otra parte, con una explícita intención didáctica, la obra es un


derroche técnico en diseños narrativos, formas elocutivas, manejo
de ambientes, tramas, etc. Así, los docentes de literatura contamos
con un claro ejemplo de diseño circular en el cuento “Maiquito,
alias Miguel”, el uso de la técnica epistolar en “Heliodora”, o el
predominio del diálogo en “Dora Corazón”, y por supuesto el
diseño mosaico en el texto “Tres en uno” además de su existencia al
considerar todos los cuentos en su conjunto. En fin nada más
práctico y efectivo para el aprendizaje del género narrativo y de
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 7

cómo se escribe un buen cuento.

La unidad estructural y temática de los cuentos demuestra también


una suerte ingenio en el manejo de la de técnica narrativa, muy bien
lograda. Siendo así que, como en lo mejor de nuestra literatura
hispanoamericana, el lector es retado a engarzar los componentes
de una red de acontecimientos que son parte de una historia nuclear.
La autora desgaja pistas, conexiones, desconexiones entre uno y
otro cuento, con lo cual hace partícipe al lector en la construcción
de esa macro historia unificadora.

En este sentido, la titulación no se escapa al entramado de signos


claves para comprender el lugar de cada texto en la red general de
cuentos. Títulos irónicos (Dora Corazón) o paródicos (Bisnes ar
Bisnes), o simplemente directos como etiquetas de una galería de
personajes, misma que resulta ser una alegoría de la sociedad
hondureña, particularmente de un momento histórico que se
enmarca en la década de los '80 s. Por ello, Waldina participa de la
relajación democrática que se vivió –y vive– en los años
finiseculares de los '90s, y toma la palabra para lanzar su propia
denuncia, no solo de la corrupción y la represión paramilitar, sino
que de la degradación humana. Quizá esto le reste posibilidades de
ganar posteridad al libro, pero se une al grupo de obras literarias
que testimonian la realidad histórica de nuestro país. Es una obra
tan verosímil tanto por las inconfundibles alusiones históricas,
como por el predominio de la narración en primera persona en
todos los textos, lo que nos hace imaginar al lector como un
detective que va escuchando las confesiones de todos los
implicados en un horrendo crimen: el asesinato colectivo de la
virtud, desde el funcionario público o militar que mantiene en
secreto sus maniobras hasta Los Desconocidos, los anónimos que
8 WALDINA MEJÍA

prefieren "hacerse de la vista gorda" porque no ven más allá del


bienestar de su nariz. De ahí que La Tía Sofi y los otros Cuentos
se constituya en exacta radiografía de la nueva época posmoderna,
a pesar de su especificidad geográfica y temporal.

Creo que por esa unidad temática que mencionaba antes, en esta
obra se estaba incubando el proyecto de una novela. En otras
palabras, sin lugar a dudas y aunque sea lugar común decirlo, esta
colección de cuentos que Waldina nos obsequia es apenas la punta
del iceberg, y seguramente nos dará otras sorpresas de este camino
que con tan buen suceso inicia a andar.

Confío en que estas líneas hayan logrado demostrar que este trabajo
literario de Waldina Mejía resulta de suma utilidad para ser
incorporado en el quehacer docente. En el encontramos el
compromiso artístico por crear una obra de calidad, calidad que no
se sacrifica ante el imperativo de facilitar un uso didáctico.
Además, sirvan también para darle la bienvenida a Waldina ya que
con esta obra de cuentos –y las de poesía–, gana con justo mérito su
carta de ciudadanía en la historia literaria de Honduras.

Delia María Fajardo


Tegucigalpa, 6 de septiembre de 2001.
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 9

MAIQUITO, ALIAS MIGUEL

El pobre Maiquito estaba preso. Nada habían podido


hacer por él. Ya habían hablado con todos los jueces amigos,
con todos los militares amigos, con todos los políticos... Y
estaba preso en la penitenciaría, con todos los presos ordinarios,
en medio de asesinos y ladrones... ¡ni siquiera habían logrado
que lo retuvieran en los cuarteles, como a los jueces y los
militares! ¡Pobre Máicol!: preso por homicidio.
“Si sólo fuera por intento de robo...” —le habían dicho—,
pero la tonta muchacha ésa se resistió al robo de su auto del año
y a Máicol se le fue el tiro... aunque Máicol le dijo en secreto
que fue su amigo, el que huyó a tiempo... de todos modos, para
qué iba a declarar Máicol en contra de su amigo si ya sabían que
estaba bien protegido por el papá... y lo dejó sólo con la muerta
y la gente y la policía que, de mala suerte, andaba cerca y no
tardó por el ruido del disparo... para empeorarla más, la
muchacha era hija de un diplomático importante...
La tía Mery daba vueltas en su auto y en su cabeza. Ya
lo habían intentado todo, y —como le había explicado su amigo
el abogado Pepe, el que salvó a aquel extranjero que se refugió
aquí y que estaba acusado por los Iunáit Steits de narcotráfico—
hubiera sido posible hacer el juicio, condenarlo, dejar que
10 WALDINA MEJÍA

pasara un tiempo, y luego apelar y sacarlo —igualito al


compadre, que cuando era coronel lo condenaron por la muerte
de aquella muchacha y luego lo declararon inocente—. Pero
pura mala suerte que eso pasara precisamente cuando el país
tenía esa demanda internacional y el Gobierno necesitaba
demostrar que aquí se aplicaba la Ley y se respetaban los
derechos humanos... por eso, en el juicio de apelación, se
confirmó la sentencia. Y como ya tenía el antecedente, que no
pudo probarse, de ser sospechoso de lo de la muchacha
universitaria violada y muerta cerca de la finca de la familia, los
noticieros se dieron gusto... Y aunque esta vez pagaron más
entre abogados, periodistas y mordidas, nada habían podido
hacer, apenitas cambiar la acusación de asesinato a homicidio.
Es que era cierto lo que le había dicho su primo, el Ministro:
“Que la coyuntura política internacional no permitía ayudarle,
que bien podía decirse que Máicol estaba preso por razones
políticas”. Aunque así fuera, su tía Mery haría otro intento...
Distraída como iba, casi no vio la luz roja. Frenó
bruscamente. Deberían haber calles sin semáforos para gente
como ella, ¡cómo atrasaban! Y autopistas lindas como en los
Iunáits, sin sucio y sin indios andrajosos pidiendo... Sonrió al
recordar a Máicol cuando pequeñito, miedoso y prendido de la
falda roja de su mamá, que en paz descanse. Y gracias a Dios
que Sofi estaba muerta, porque se hubiera muerto por la tristeza
y la pena de ver a su querido hijo preso. ¡Cómo habría gozado a
Máicol ya más grande, jugando a los ladrones y policías con
aquellas armas de juguete que le trajo Pedro de Maiami,
aquéllas que tiraban unas balas como de esponja, que de todos
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 11

modos dolían, bien que se acordaba! ¡Cómo chillaban los


perros de la calle cuando Máicol les daba con el rifle de
balines!... Y lo contento que estaba con él su padrino, el
General, cuando le enseñó a tirar con las armas especiales que
tenía en su finca. Es que Maiquito siempre tuvo buena puntería;
pero era un buen niño, nunca, por ejemplo, le disparó a la
perrita Lulú y al siamés comprado en Niuyork; y sólo una vez
le disparó al hijo del guardián del chalet de la playa, pero Pedro
le pagó la curación y les dio dinero... Y todas las gracias que
hizo de adolescente, como aquella vez que estrelló la moto y les
dio un susto pensando que se había matado; pero no, sólo les
había hecho una broma... ¡Y qué bien hablaba inglés! Por lo
menos en eso sí había aprovechado la bilingual eduqueshion de
la best scul del país...
Sí, tía Mery tenía que hacer otro intento, por Maiquito y
porque bien sabía que todas sus amistades estaban hablando de
ella y de su familia y algunas hasta la estaban evitando, aunque
todos le dijeran que qué lástima, que qué injusticia, que pobre
Maiquito, que iban a hablar con los amigos... Hasta Pedro, que
pasaba por encima de todo con tal de hacer dinero, estaba
descorazonado. ¡Ella no podía creer que se diera por vencido!;
sólo porque “el diplomático estaba moviendo cuerdas para que
le investigaran un negocio...” ¡Y qué importaba!, había que
arriesgarse por el bien de Máicol. Pero si Pedro, que era su
padre, se había dado por vencido, ella NO, porque era como su
madre después de la muerte de Sofi. Ella tenía que hacer otro
intento; ¿por qué Pedro le había dicho que no hiciera eso, que
no fuera tonta, que hasta se iban a reír de ella? Había que
12 WALDINA MEJÍA

intentarlo todo, todo... además, era verdad que, como le había


dicho el Ministro, Máicol era un preso político...
La tía Mery dejó de dar vueltas. Ya totalmente decidida,
entró al parqueo privado más cercano; escrutó por el retrovisor
panorámico, su maquillaje, su peinado, su atuendo —aún seguía
muy guapa—; renovó su exquisito perfume; bajó de su elegante
auto deportivo y se dirigió, a hacer la denuncia sobre el pobre
Máicol, a la Oficina no Gubernamental de los Derechos
Humanos.
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 13

LA TÍA SOFI

Usted me dice que le cuente de tía Sofi, porque siempre la


menciono cuando vengo a las citas con usted. Yo quería ser
como mi tía Sofi: ella era linda, lindísima: tenía la piel muy
blanca con un pelo negro y brillante que le caía en ondas
naturales sobre los hombros y unos ojazos verde profundo en
medio de unas pestañas también negras y espesas; boca
pequeña y linda, con labios gruesos, no delgaditos como las
gringas; y el cuerpo... yo que la vi desnuda, le digo que era
precioso. No se me olvida en el ataúd, su cara flaca y larga, su
piel seca, sus ojos hundidos y con ojeras, pero linda todavía. Y
mi primo Miguel, el hijo de tía Sofi, llorando a todo llorar, y su
papá, el señor Pedro, con los ojos aguados a pesar de lo que
hizo tía Sofi. Y nosotros igual, porque nosotros también la
queríamos mucho.
La queríamos, casi casi era nuestra hermana mayor, porque
mi mamá la terminó de criar como pudo cuando mi abuela se
murió y mi abuelo no les daba ni para comer... Tía Sofia del
Carmen era la más joven y también la más linda de todas las
tías. Cuando vivía con nosotros le llovían los pretendientes y
había buenos y con pisto también. Una vez se le juntaron cinco
14 WALDINA MEJÍA

la misma tarde, y nosotros, espiando detrás de la puerta,


viéndola tan campante atendiendo a todos como que si nada...
Participaba y ganaba en todos los concursos de novias de
belleza y hasta se metió al concurso de “miss” de la ciudad.
Como yo era la mayor, me contaba de sus novios y de sus
pretendientes y me enseñaba cómo caminar y cómo pintarme y
me regaló mi primer brasier; luego, cuando pudo volver a la
casa, me enseñaba cómo coquetear; y cuando tuve mi primer
novio en el colegio, fue tía Sofi quien me aconsejó y me dijo
que hacer. Eso sí, mi mamá nunca se enteró de todo esto,
porque nos habría regañado a las dos.
Cuando tía Sofi se fue de la casa, mi mamá se enojó
muchísimo y dijo que así era la familia de desagradecida y que
la tonta ni siquiera había terminado de estudiar y otro montón
de cosas que mejor ni digo... Tampoco a mí me dijo por qué se
fue, y me hizo mucha falta pues yo tenía como doce años y era
mi mejor amiga. Lueguito resultó que tenía marido, el señor
Pedro, que era casado, y mi mamá no volvió a dejar que entrara
en la casa hasta como un año y pico después, cuando la perdonó
—mi mamá siempre perdonó a sus hermanos, hasta al tío bolo
que llegó una noche a insultarla y gritarle a la casa que no los
ayudaba y que para eso ella era la que tenía pisto y mi papá le
tuvo que dar un par de cachetadas y mandarlo a volar— y por
eso no sé por qué no me perdona a mí... Tía estaría conmigo...
ella me ayudaba siempre; a mi segundo novio lo dejé rápido,
por consejo de ella, cuando le conté que me había pedido “la
prueba”; me dijo que yo estaba aún muy joven y que me
esperara, que no fuera a meter las patas como ella. Y lo dejé.
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 15

Pero fue la primera vez que me pareció que tía Sofi no era feliz
con don Pedro.
Pues el señor Pedro nunca nos dio confianza y sólo lo
conocí hasta el velorio de tía Sofi, pero le puso una casa linda
hasta con piscina en una colonia de las caras, y tenía
trabajadoras y un carro precioso con todo y chofer. Y hasta un
perro y un gato finos que le costaron más de dos mil cada uno y
que le vendió la hermana de don Pedro, doña Mery, con la que
se llevaba súper y hasta hablaban mal de la esposa de don
Pedro. Todos mis hermanos querían también a mi tía porque
nos mandaba a traer con el chofer para ir a bañarnos a la piscina
y a comer cosas riquísimas en su casa, aprovechando que don
Pedro no estaba, y nos contaba del dineral que gastaba en esto y
aquello porque don Pedro le daba de todo y la llevaba de viaje a
las Bahamas, a Cancún, a Maiami y a donde quisiera.
Pero cuando salió embarazada de Miguel —Máicol, como
le decía ella— ya no pudieron viajar tanto porque no le vieran
la panza y después por la crianza de mi primo, aunque
contrataron una enfermera para que lo cuidara cuando era
chiquito. Lo que ahora me pregunto es por qué no abortó,
porque me parece que eso era lo que quería don Pedro... tal vez
mi tía pensó que así obtendría más del panzón del tata... pero
ella misma me dijo una vez que los hijos sólo amarran a los
hombres buenos... a lo mejor por eso empezaron a llevarse un
poco mal, pero la verdad es que no sé por qué mi tía se metió
con aquel fulano que hasta pobre era, porque tía Sofi siempre
dijo que ella quería tener pisto y que sólo se iba a casar con un
rico para arriba, y yo pensaba que por eso estaba muy contenta
16 WALDINA MEJÍA

con don Pedro. Y cuando el cachudo de don Pedro se dio


cuenta, ¡chaz!, le dio un cortón salvaje, aunque después nos
dimos cuenta de que él tenía más amantes, le dio un cortón
salvaje: la sacó de la casa, le quitó todo y sólo le daba para la
comida y el alquiler de una casita en un barrio peor que el de
nosotros, y por Máicol, porque para ella nada de nada. Y el
fulano, cuando mi tía quedó así, pues se perdió del mapa.
Ya no volvimos a ver a tía Sofi. Ella ya no quería venir,
creo que le daba vergüenza ya no poder contarnos de sus gastos
y viajes y que la mirara a pata algún conocido de su vida de
rica; pues entonces no sé por qué no fue ni al centro de salud,
que le quedaba cerca, cuando le agarró aquella infección de
riñones y se quedó en su casa, hasta que los vecinos nos
avisaron que Máicol lloraba y lloraba. Mi mamá se fue
disparada para allá y era que tía ya no se levantaba ni para darle
de comer a Máicol. Entonces la llevó al hospital público, pero
ya no pudieron salvarla porque la infección se le había regado
por todo el cuerpo. Ahora dirían que a lo mejor agarró SIDA,
pero entonces poco se oía de esta enfermedad...
Y nunca se me olvida en el ataúd, su cara flaca y larga, su
piel seca, sus ojos hundidos y con ojeras, pero linda todavía. Y
mi primo Miguel llorando a todo llorar, y nosotros igual, porque
nosotros también la queríamos mucho... A Máicol no lo
volvimos a ver, don Pedro se lo llevó en cuanto acabó el
entierro; pero dicen que se encargó de él doña Mery, porque le
dio pesar que ese niño tan lindo y zarco fuera a parar a saber
dónde. Ya debe estar bien grande... Yo lloré mucho en el
entierro y lloro siempre que me acuerdo de ella, especialmente
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 17

ahora que soy yo la que a lo mejor me muero también de


“septicemia”, como le dijeron a mi mamá. Tal vez por eso
menciono más de la cuenta a tía Sofi, aunque, la verdad, la
quise mucho... si ella estuviera viva a lo mejor me habría
aconsejado y no estaría yo aquí, muriéndome tan joven...
18 WALDINA MEJÍA

DON PEDRO

—Mirá que la música está buena y esta juquita está tan rica
que bien nos quedamos aquí hasta tarde; además, la mesera nos
está atendiendo muy bien con esas boquitas escogidas que nos
está trayendo. Si te quedás más, te voy a dar gusto y te voy a
contar completa la historia de don Pedro, que yo me sé desde
cipote, porque nosotros vivíamos frente al terrenos donde él
instaló su fábrica. Y con esta juquita tan sabrosa tal vez me
acuerdo del nombre del muchacho y del viejo...
—Pues hombre, Foncho, dale viaje —contesté. Yo no
necesitaba nada para quedarme a seguirla en ese local del
bulevar en donde estábamos y las cervezas ya tomadas eran
suficientes para que no me importara la cara larga de mi mujer
al volver a casa. La ranchera de moda, que me gustaba,
resonaba al fondo; una muchacha guapa del grupo de la mesa
del frente me miraba de reojo y, además, al fin y al cabo
cazador de historias, sospechaba que en ésa de mi gordulento
amigo de juerga, podía haber algo de interesante.
Foncho se empinó su botella y en tres largos sorbos bebió
hasta la mitad; entornó sus ojitos de ratón trasnochado y miope,
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 19

limpió su boca y bigote con el dorso de la mano y, con esa


mueca de satisfacción que sólo nos sale bien a los bolos,
empezó:
—Don Pedro era bravo. Trataba mal a sus trabajadores, los
despedía por cualquier cosa, los contrataba sólo por dos meses
para que no tuvieran derecho a seguro, a vacaciones ni a nada.
Y ni mascarillas les daba para los que trabajaban encimados a
las calderas apestosas donde se mezclaban los químicos. Y el
que era mansito, pues tenía chance de que lo contrataran otra
vez. Desde cipote miraba yo frente a la fábrica las filas de gente
buscando trabajo, o renegando o hasta llorando a los que corrían
cada dos meses sin qué ni para qué. ¡Quien hubiera dicho que
yo terminaría trabajando allí, en la fábrica que odiaba porque
todas las noches echaba aquel humaral horrible que nos hacía
toser y nos enfermaba a todos, y aquella cosa espumosa,
amarillenta y como ácida que echaba a la quebrada, en la que ya
no nos pudimos volver a bañar y menos sacar sardinas, porque
se murieron todas con todo y bumbulunes, chinches y
cucarachas de agua.
—¿Y es que es tan viejo don Pedro? —interrumpí,
sospechando algún desliz del cerebro alcoholizado de mi amigo.
Mientras, observé que se habían ocupado dos mesas más; ya
estorbaban el murmullo y los gritos y carcajadas ocasionales de
las conversaciones ajenas; uno de la mesa del frente había
sacado una pistolota y la mostraba muy orondo a sus amigos;
yo, me puse atento por si a ese loco le daba por demostrar cómo
se usaba y, de paso, atisbaba los reojos de la muchacha. Luego
de tomar otros dos tragos, los ojitos de ratón anteojudo y
20 WALDINA MEJÍA

cariancho me enfocaron con sorna y, riendo, me dijo:


—No, hombre, entendé que te estoy platicando de don
Pedro el viejo, porque el hijo de él, don Pedro Junior, mejoró
muchísimo los sueldos de los empleados intermedios y
superiores, y aunque no paren de hablar esos sindicatos sobre la
violación de los derechos laborales allí, yo no puedo quejarme y
tampoco mis compañeros de oficina. Pedro amplió la fábrica y
diversificó la producción; además invirtió en otros rubros y
consiguió muy buenos chances y contratos con su primo,
cuando fue Presidente del país, ¿te acordás, no?, aunque antes
siempre conseguía buenos chances con los otros parientes
metidos a política... y es que, la verdad, esos sí que son
inteligentes: ¿te has fijado que los de la misma familia están
metidos en todos los partidos?, así, gane quien gane las
elecciones, la familia siempre está en la burra. Aunque eso de
nada les sirvió cuando mataron a don Pedro...
Foncho acabó su cerveza en dos sorbos más y me apuntó
con sus ratonados ojos como para saber el efecto de su pausa
precisamente allí. Yo, atento y expectante, ni abrí la boca.
—Cómo lo mataron me contó mi mamá, que todavía no
había sacado yo del barrio apestoso frente a la fábrica. Sin que
nadie lo esperara, un día que don Pedro salió a pie a putear unos
obreros, un campesino viejo y caitudo le metió tres tiros a
quemarropa; y aunque te rías, sólo el último resultó de muerte:
uno en la pierna, otro en el estómago y otro derechito al corazón
pasando por el pulmón derecho —Foncho gesticulaba y hacía
ademanes de una pistola disparándose y de una bala cruzando el
espacio e impactando en su mano izquierda—. Y ahí nomás
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 21

quedó Don Pedro, frente a la fábrica, tendido en su propia


sangre, la que lavaron al día siguiente y fue a teñir el agua de la
quebrada. Porque no sé si ya te conté que la quebrada se pasó
como tres semanas con el agua anaranjada y no amarilla, como
siempre.
Esto me pareció invento de mi amigo, que no contaba una
historia sin meterle por lo menos una perra ligera, pero no dije
nada y él siguió:
—Por eso es que don Pedro Junior siempre anda con
guardaespaldas y no sale así nomás como salía su papá, pues
nunca se sabe que puede pasar con esos obreros que despiden
por haraganes o protestones, que nunca agradecen que se les
quite el hambre dándoles un trabajo que pueden hacer otro
montón como ellos... Pero ya se nos acabó la tanda y ahora
pidamos de esas boquitas de pollo frito y una sopita de
cangrejo, a ver si está tan buena como la de la otra vez.
Me tocaba a mí invitar, así que pedí lo justo. Le hicimos
sus cumplidos a la mesera y volvió a traernos con rapidez las
cervecitas y buena boca y a limpiarnos la mesa. Sólo hasta que
Foncho se tomó sus tres grandes sorbos, pregunté:
—Bueno, ¿y de dónde salió ese viejo?
—Ah, pues el viejo resultó ser el tata de un pobre
muchacho empleado de contador, que don Pedro acusó de
sacarle un dinero. Eran como diez mil pesos, pero de dónde los
va a sacar un perito mercantil en este tiempo y menos en aquél.
El muchacho juró y rejuró y hasta lloró que él no había robado
nada y que le preguntaran mejor al jefe de seguridad de ese
entonces —uno que años después resultó ladrón y asesino y
22 WALDINA MEJÍA

hasta secuestrador, si es que te acordás de aquella pariente de


don Pedro que secuestraron, un caso que fue muy sonado en las
noticias y en el que se movió tanto la policía que a los tres días
los tenían presos y confesados—. Pues volviendo con el
muchacho, don Pedro lo sacó a patadas de la fábrica y le dio
tres días para devolver el dinero, pero al tercer día lo hallaron
bien muerto, con las venas cortadas en el cuarto que alquilaba
en el mismo barrio. Aunque algunos sospecharon asesinato
—se dijo que en esa noche lo visitó un fulano—, en los
periódicos dijeron que se suicidó por lo del pisto. El tata, en sus
declaraciones, dijo llorando que don Pedro lo había matado con
su acusación injusta, porque su hijo era muy honrado como él le
había enseñado, y que a eso se había venido a la ciudad, a
vengar a su hijo, y que por eso había esperado todo ese tiempo
frente a la fábrica; que ya estaba hecho y que no se arrepentía...
¡Quién iba a imaginar que alguien tan pobre anduviera una
pistola camiseada! —Y Foncho sorbió su otra mitad de cerveza
y, riendo con sus ojitos acuosos y ya un poco perdidos, me dijo:
—Estas boquitas cada vez van más buenas. Vos, nos
pedimos la otra, ¿no? Y tal vez con ésa me acuerdo de cómo
putas se llamaban el muchacho y el viejo, que sin duda se
pudrió en la cárcel, si es que antes no lo mataron allá adentro
por algún encargo.
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 23

HELIODORA

Tecugapán, D.C. 3 de marzo de...

Querida Carmen:

Espero que estés requetebién. ¡Qué bueno que me estás


escribiendo seguido, porque se siente bien que los amigos se
acuerden de uno, especialmente si uno está así, sola y triste, vos
sabés por qué.

Pues por lo mismo, me he estado acordando de los


compañeros del colegio. ¿Te acordás de la tal Dorita? No sé si
te acordás que se llamaba de verdad Heliodora, porque ella se
cambiaba el nombre, aunque por algún respeto a su mamá, se
dejaba la mitad del nombre original con el añadido de
“Elizabeth”, de modo que se hacía llamar “Liz”, “Lisbeth” o de
perdida “Bethy”. Por fregarla, las compañeras del curso le
decíamos “Doraliz”, y con nada de imaginación le pusimos
“Desliz”. ¿Ya te acordaste de ella?
24 WALDINA MEJÍA

Pues Dorita, tan, tan bonita no era, pero tenía un cuerpazo


y la belleza de dieciocho años sin cumplir, y además se
mantenía bien arreglada y pintada, como debía hacer toda
estudiante de secretariado, y más del bilingüe, aunque no
tuviera suficiente para comer decente. Pues sacaba las clases
con más pena que gloria, como la mayoría, pero, “para
compensar”, como ella decía, caminaba y se sentaba de un
modo que siempre llamaba la atención, y que a lo mejor hasta
era natural en ella, porque yo traté de aprenderle el modo y no
me salió igual, aunque practiqué bastante.
Pues al graduarnos, yo seguí estudiando, o eso intenté
durante un tiempo, pero ya sabés que me enamoré, salí preñada
y me tuve que casar e ir a vivir de arrimada a mi suegra, que no
me quería y me hizo la vida de palitos. Son tiempos en los que
no quiero ni pensar. De Desliz sólo supe dos años después, una
ex compañera —¿te acordás de Mildred?—, a quien miraba
ocasionalmente, me pasó el chisme: que lueguito halló trabajo
en una empresa y que, como estaba bien buena, el patrón se la
consiguió; que cuando la sacó preñada, la mujer del patrón se
dio cuenta y entre ella y él la hicieron abortar. Y que para más
se quedó sin trabajo.
Pues ya te imaginás mi susto cuando, como siete u ocho
años después, la encontré en las páginas sociales, lindísima y
casándose con un pistudo. Casi no la reconocí porque ni los
nombres eran iguales: la noticia decía que “la guapísima
señorita Lisbeth Michelle, conocida empresaria de esta ciudad,
contrajo sagradas nupcias con el elegante y joven caballero
Pedro Junior, hijo predilecto de una de las familias más queridas
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 25

en los círculos de la “jai laif” de la ciudad” y etcétera... ya ni


me acuerdo de los apellidos... Y como si supieran que me estaba
muriendo de curiosidad, dos páginas después aparecía un
reportaje de ella como empresaria. Decía que con un pequeño
capital había empezado a importar cosas pequeñas de los
Estados Unidos, y que había puesto una tienda de regalos, que
también vendía al por mayor en la ciudad y luego a nivel
nacional. Que le había ido muy bien con su venta de regalitos,
“ya que nadie había traído su tipo de mercancía”, que había
incursionado en otras áreas como los bienes raíces y otros
negocios y que, en fin, había sido aceptada entre los altos
círculos sociales. Pues sí: tenía pisto, sabía inglés y era bonita.
Lo metida, me imagino que lo fue aprendiendo en el camino.
Supongo que mejoró el poco inglés que aprendimos en el
colegio, y eso le sirvió para sus tratos en los Estados y con los
ricos de por aquí. Pero lo que yo quiero saber es cómo
consiguió ese “pequeño capital”, si era más pelada que yo. Me
imagino varios modos y el primero es que le hayan pagado por
cerrar el pico con eso del aborto; mas para saber si eso es cierto
va a estar difícil. Pero ya me hubiera gustado a mí tener ese
pequeño capital: no me habría costado tanto salir adelante con
mi negocio de venta de quesos, y vos bien sabés que empecé
revendiendo pedacitos. Y no me va mal, he criado a mis tres
hijos sin ayuda del tata y con honradez; compré mi casa,
tenemos hasta para pequeños gustos... Pero es que a veces se
siente como que la vida es injusta con una, porque yo era más
bonita y más inteligente que la tal Heliodora, y vos no me has
visto últimamente y ni te imaginás cómo estoy de arruinada y
26 WALDINA MEJÍA

fea, gorda y bofa, y sólo me acuerdo de la foto de la Desliz, tan


linda en su traje de novia, y blanco, como si tal, y me imagino
que después de tantos años, ya se habrá mandado a hacer sus
estirones de pellejo y todas esos lujos que las viejas con pisto se
pueden dar.

¿Ves? Hoy estoy como triste. ¡Qué me importan a mí los


estirones de pellejo, si estoy bien con mis hijos y mi negocio y
hasta pretendientes tengo! Aunque, por el puro chisme, me
gustaría saber cómo le va a la Dorita: si tiene cachos, si no
tiene, si está feliz o infeliz... Muchas veces, salen mejores estas
historias que las telenovelas movidas... Así, si te enterás de
algo, me pasás el chisme.

Bueno, hasta la próxima. Te quiere y recuerda:

Perla Sarahí
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 27

DORA CORAZÓN

—Mirá, vos sos mi mejor amiga y por eso te voy a contar


algo que te puede ayudar en el problema que estás pasando
ahorita. Algo que no le he contado a nadie —y Lisbeth miró
fijamente a su amiga Sory, quien hipeaba y lagrimeaba sin
contenerse—. Pero dejá de llorar, porque podés hacer lo mismo
que hice yo con una amante de mi marido, pero para eso tenés
que tener la cabeza fría y si no podés controlarte, mejor ni te
cuento...
Sory, guapa aún a sus cuarenta años, sacó entonces fuerzas
de su delgadez blanca y rubia, tomó un sorbo de té de la lujosa
taza de porcelana, se sonó delicadamente la nariz aguileña con
su pañuelo de seda, estrujó sus lágrimas con el dorso de sus
bien cuidadas manos, sin miedo a que se estropeara su
maquillaje especial, y dijo:
—¿Creés que eso pueda servirme a mí también? —y atajó
otro hipo con otro sorbo.
—¡Claro que sí! —le dio fuerzas Lisbeth— Decís que es
una muchacha joven y linda, como de veinte años. Ésas saben
cómo atraer hombres y cómo mover bien el culo; pero ni se
28 WALDINA MEJÍA

imaginan otras cosas que yo tuve que aprender en la vida, cosas


que me empezó a enseñar la ex mujer de mi primer patrón,
aquel que te conté que me enamoró y que me botó cuando la
mujer se dio cuenta...
—Pero es que no es la primera vez... —intentó repetirse
Sory, mostrándole otra vez las fotos que le había entregado el
tipo que contrató; pero Lis, que no estaba como para escuchar
tanto, manoteó la mesa de cristal labrado y la interrumpió
enérgica:
—¡Y no será la última, may díer! ¿Creés que yo no sé que
Pedro no desperdicia ningún “buen culo”, como ellos dicen,
que se le ponga a mano? El problema tuyo es que naciste con
dinero, protegida por tu familia, y ya prácticamente definido
con quiénes de los muchachos de tu círculo te podías casar.
Cuando estudiaste en los Iunait, te echaste tu cana al aire; pero
nunca tuviste que pelear por algo, ya todo lo tenías, sólo tenías
que telefonear a papi... Yo tuve que abrirme campo, trabajando
mucho, pero también con trucos, trucos de hembra también,
Sory, así que te digo que no importa ninguna amante accidental,
pero cuando ya les ponen casa y de lo mejor, allí hay que tener
cuidado porque hasta te pueden quitar el marido si no actuás
bien. Acordate si no de Ada Giza, que la dejó Jorge por la
amante, sin pisto y para redondear, hasta los hijos se terminaron
yendo con el “papi Yoye” porque Ada no les podía pagar los
gustos...
Sory se tragó lo de “llamar a papi” porque sabía que no era
con mala intención; y sí, a lo mejor la experiencia de su amiga
le podía ayudar en ese problema, antes de que se dieran cuenta
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 29

las demás señoras y empezaran a adornarle los cuernos. Por eso


sólo preguntó:
—¿Y que me recomendás entonces? —y contuvo otra
lágrima.
—En primer lugar, nada de escándalos, ni caras largas, ni
reclamos. Tenés que ser siempre una mujer atenta y amorosa,
no darle excusas para dejarla a una, aunque te dé asco saber que
viene de donde la amante. Allí sólo nos queda esperar que por
lo menos usen condón... el problema es que cuando ya les
ponen casa, se creen que son los únicos y se descuidan...
Lisbeth vio la alarma en los ojos azules de Sory, la tranquilizó:
—Normalmente son los únicos, especialmente en estas
muchachas que se enamoran del pisto y la buena vida, pues no
están dispuestas a arriesgarla así nomás. Pero si mucho te
preocupa, podés fingir una enfermedad vaginal, aunque eso es
más peligroso porque entonces tendrá pretexto para visitarla
más a ella; entonces tenés que actuar rápido —y endureció la
mirada de aún lindos ojos negros y perfectamente delineados.
—¿Pero qué debo hacer? —casi lloriqueó Sory.
—Mirá, te voy a contar lo que hice yo, a ver si te sirve.
¿Cómo es que se llama la fulana?, ¿Judith, dijiste? Pues la mía
se llamaba Sofía, Sofía del Carmen no sé qué. Se llamaba,
porque ya se murió. No sin antes hacer la gracia de tenerle un
hijo a Pedro, ¿o de dónde creés que salió ese tal Maiquito que
está criando Mery, mi queridísima y metiche cuñada menor?
Como nunca me quiso porque Pedro no se casó con una de sus
amigas, las que estaban predeterminadas para él, como vos y tu
marido, la puritana ésa se hizo “amiguísima” de la tal Sofi y
30 WALDINA MEJÍA

hasta apañaba a Pedro... ¡por algo sigue soltera, ojalá se muerda


y se envenene sola! Y de esto ya pasan de los diez años! ¿Te
imaginás el dolor y mi orgullo ardido por aquello? Vos sos más
calmada que yo, pero yo estaba como leona herida, como dicen;
pero disimulé, me tragué la cólera y me puse a pensar que
hacer. Sabía que enfrentar a Pedro era peor, porque si hay
hombre burro en este mundo, es ése. Cuando se le mete algo, ni
con fuego lo apartás, y es así en los negocios, pero también en
todo y hay que sabérselo llevar. Yo soy un ejemplo: se casó
conmigo contra la opinión de toda la familia. Nunca hará caso a
una orden directa o que lo parezca, por un lado, y por otro,
hubiera gozado mucho y me hubiera despreciado si yo le
hubiera hecho reclamos o ruegos...
—¿Y qué hiciste? —se desesperó Sory.
—Pensar, pensar, hasta que me saltó la idea: yo tenía un
amigo de mis tiempos de soltera, un chulo, un vividor; pero no
de putas sino de señoras con pisto, de ésas que se van a calmar
la soledad a los bares y centros nocturnos caros y que así pagan
sus gustos. En uno de esos lugares lo conocí. Mi amigo era, y
es, guapísimo: alto, trigueño, buen cuerpo, muy bien vestido,
muy varonil, y, lo mejor, sabe tratar a las mujeres: es dulce y
suave o fuerte e imponente, según el caso. Yo le aprendí
muchas cosas, pero no nos enredamos porque andábamos en el
mismo negocio: él cazando presas ocasionales; yo, buscando
una definitiva. Y con esa confianza, lo llamé: le encargué el
trabajo, le ofrecí una muy buena cantidad, además de los
“gastos de funcionamiento”, a cambio de unas fotos
comprometedoras de ella con él. Y mi amigo, encantado
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 31

cuando conoció a la tal Sofi, porque además era un trabajo


agradable, pues, la verdad, la tal Sofi era un culito
requetebueno, y eso que ya estaba parida.
—¿Y entonces? —empujó Sory con la mirada iluminada,
aunque aún un poco húmeda.
—Lo más difícil fue organizar los encuentros
aparentemente casuales para que la Sofi conociera al galán, y
sin la mirada vigilante de las dos trabajadoras y el chofer que le
había puesto mi amoroso marido; pero para eso mi amigo se las
pinta muy bien. Luego, darles cancha: debíamos ir Pedro y yo
a los Iunait por unos negocios y lo convencí de que lleváramos
los hijos y fuéramos a Maiami, Disney y las Bahamas,
aprovechando las vacaciones de la jai scul. Con casi dos meses
de tiempo, la mosquita muerta no se aguantó la tentación de
darse un gustazo, que después de estar con el calvo y panzón de
mi marido, hasta la comprendo perfectamente. Y vos sabés,
cuando las mujeres queremos, sobran modos y ocasiones. Si
hasta siguieron viéndose después de nuestro regreso, y yo
totalmente inocente y amorosa como siempre. Ni se imagina
Pedro que yo fui quien le envió por correo a su oficina aquellas
fotos maravillosas que me proporcionó mi amigo. Lo único que
me da pesar es no haberle podido ver la cara que habrá puesto al
verlas, pero capaz me reventaba la cólera que venía disimulando
muy bien. Y santo remedio: la cortó, la corrió y no ha vuelto
nunca a ponerle casa a ninguna. Yo soy su catedral y para las
otras sólo hay candela. Lo único malo fue recoger al hijito,
pero fue mi cuñadita Mery, porque Pedro lo iba a dar en
adopción. Y, de todos modos, el pendejito ése no tiene la culpa
32 WALDINA MEJÍA

de nada.
—¿Y cuándo llamamos a tu amigo? —preguntó radiante
Sory.
—Ahorita si querés, por ahí tengo el teléfono y debe estar
descansando de la noche de “trabajo”. Y si no puede, que nos
recomiende uno más joven, para poner loquita a la Judith.
—¡Of curs!, pero... ¿y la venganza? —Y Sory se irguió
dejando notar su figura esbelta y sus senos altos y duros, recién
operados.
—Aquí sería una estupidez, en este país es demasiado el
riesgo. Pero vámonos en unas vacaciones a Niuyork; allí sé
dónde se consiguen de primera calidad.
Y ambas amigas se abrazaron emocionadas. Luego, con
diligencia, Lisbeth telefoneó a su amigo; Sory, ya consolada y
feliz, a su agencia de viajes.
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 33

PISTO ES PISTO

Vos querés saber por qué prendo estas candelas cada


quince días en este rincón: son para mi abuela, para que por lo
menos la pasen al purgatorio y no se esté en el infierno con
aquel grito horrible reventándole los oídos y aquellos ojos
callándola por los siglos de los siglos...
Yo ya te he contado de ella —murió un año antes de
conocernos—, y también de Doña María, que era dueña de la
casona junto a la alcaldía, a quien le aprendí lo de “Pisto es
pisto”, pues siempre lo decía —que Dios se apiade de ella—.
Doña María, la abuela materna de Pedro, la que dicen los
chismes que era hija de aquel turco zarco y alto que pasó por el
pueblo y no del tata que la crió, por aquellos ojotes pestañudos
y entre verdes y amarillos que tenía doña María, aquellos ojotes
y boca gruesa y sensual con la que atrapó a aquel comerciante;
bueno, con sus ojotes y con el caserón paterno en el centro del
pueblo donde instaló la tienda. Te acordás que el caserón llegó a
ser herencia sólo de ella cuando la crecida del río se llevó a su
hermana menor, la única que quedaba de todos entre la peste y
las montoneras de aquel tiempo. Sí, aquella crecida famosa que
34 WALDINA MEJÍA

contaban las abuelas, que se llevó dos líneas de casas que


estaban cerca del río y que por eso en mucho tiempo nadie
volvió a construir allí hasta que vino gente de otro lado, que no
se sabía lo de la inundación.
Y era jodida. De allí sacó la platita y propiedades que se
dividieron los ocho hijos que tuvo. Ya divididos no era tanto,
pero era mucho más de lo que muchos han tenido en la vida.
De allí el papá de Pedro sacó parte del inicio para su fábrica y
sus negocios y no como otros que empezaron de cero, a puro
pulmón. Era jodida: no fiaba y vendía caro, prestaba con prenda
y con intereses altos; el que no podía pagar se podía quedar
hasta sin casa, que para eso era amiga con la autoridad... “Pisto
es pisto” decía cuando se quedaba con algo de alguien; y era
brava, y decidida, cuando se le metía algo para hacer pisto,
hacía lo que fuera hasta lograrlo. Y el nieto que más sacó el
modito fue Pedro, “hijo de tigre...”, porque eso era, una tigra:
siendo ya una viejita tullida, todavía tenía la fuerza y la bravura
que le salía por todos lados cuando estaba joven; por algo se le
murió el marido a los diez años de casados...
Por eso es que me ha dado por acordarme de algo que me
contó mi abuela en secreto, cuando yo estaba muchachón, y
que no le hice caso pensando en que era otro de los chismes
que se decía de doña María, y menos en ese momento en que
me gustaba Mariíta, sí, la hermana menor de Pedro, una de la
nietas que se venían a pasar las vacaciones con la abuela
María; pero ahora, ya viejo, me acuerdo clarito, como me lo
contó, y hasta “siento el aguacero chorriando por mi cuerpo y
metiéndose hasta debajo de la enagua, y oigo los gritos de los
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 35

hombres entre esa tremenda tronazón del río cuando tratan de


salvar a la gente que se la lleva la crecida, y miro los pedazos
de techo y los palos y las gallinas y las vacas y los árboles que
se van de guindo y aquellos niños llorando y gritando por
ayuda encaramados en un árbol que pasa por el merito centro
de la corriente y unas patas de gente que se asoman un ratito
por los remolinos y otro cuerpo con un trapo colorado más
allá y los vivos que nadan y se junden y muchos no güelven a
salir y en las orías, los muchachos y los cipotes viendo como
alelados y los hombres tirando mecates para que se agarrara
algún cristiano y el puente que tiembla con un gran palo que
choca y salen de güida todos, y se cae el puente y el aguacero
dele que dele y no nos deja ver quien se va con todo y puente
y quien se salva, y en eso, el empujón y el grito agudo y largo
cerquita del oído y la hermana de María ya va corriente abajo
y María gritando “¡se resbaló, se resbaló!”, y corre de arriba
para abajo pero me voltea a ver amenazante por un ratito y
nadie puede ir a ayudar a la muchacha porque todos corremos
por miedo a la corriente y al puente que se cae y los otros
gritos de los que se están ahogando... pero te juro por ésta
que yo vi el empujón y Dios me libre y me perdone por callar,
porque tuve miedo y porque quién iba a creer que una
muchacha de ojos tan bonitos era capaz de semejante
pecado...” y mi abuela se santiguaba y se santiguaba porque
ella nunca lo dijo y, ahora que ya estoy viejo, entiendo el
miedo de sus ojos y por eso rezo unos rosarios y le prendo
cada quince días unas candelas para ver si la deja de
martirizar ese grito horrible que le reventaba los oídos en sus
36 WALDINA MEJÍA

pesadillas y, aunque sea, la pasan al purgatorio, para que ya


no esté con doña María, callándola con los ojos por los siglos
de los siglos...
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 37

LA TÍA MERY

Ya tía Mery pasa de los treinta y tantos y no da visos de


casarse. ¡Y tan guapa y elegante, y tan buena y tan querida! Sus
ayudas a los orfanatos y a los clubes de señoras siempre salen
en las páginas sociales de los periódicos. ¡Si es como una leidi
Di en chiquito! Sólo es que sepan ganársela y ahí nomás saca la
chequera y da el pisto. Por algo es heredera de todos los
negocios que dejó su papá y que siguió su hermano, Pedro
Junior, quien diversificó la inversión inicial y que nunca les deja
de dar la parte que les toca; hasta a Quique se lo manda allá a
Europa —aunque a Quiquito le dio por “progresista” en sus
tiempos de estudiante y decía que la familia, especialmente
Pedro, era “un vil explotador”, “una escoria histórica”, tal vez
sólo para ver cómo no deja de vivir muy bien con el dinero
“manchado por la explotación del hombre por el hombre” y el
“latrocinio del erario público”—. Pero para saber de Quique
tienen que esperar cuento aparte, pues éste es el turno de la tía
Mery.
Al principio, cuando Mery empezó la maña de regalar
cheques, Pedro se puso bravo pues bien dijo que como a la
muchachita no le costaba hacer el pisto, nada le costaba botarlo.
38 WALDINA MEJÍA

Pero luego vio que no era tan tonta como parecía y que siempre
se aseguraba buena publicidad y lo mencionaba a él y a la
familia cuando convenía, así que había allí algo de ganancia. Y
como de todos modos da estrictamente el dinero de ella y no se
mete para nada con la parte de los demás, ni mucho menos con
las empresas propias de él, pues es cosa suya. Además, ya se
sabe que Mery es la hermana preferida y que hasta le está
criando un hijo natural, el famoso Máicol, por cierto un
muchacho guapísimo. Tan guapo que allí andan diciendo —la
lengua execrable de la gente— que por algo lo está criando
Pues no sé bien qué contar primero. Como no se sabe en qué
va a parar, ni siquiera se puede escribir un cuento completo. La
tía Mery se vuelve elusiva porque aunque parezca la más pan
sin sal de toda la familia, es en realidad un personaje muy
complejo, que no logro entender bien. No entiendo, por
ejemplo, cómo siendo tan puritana fue cómplice activa de Pedro
Junior en su aventura amorosa más larga, con Sofia del Carmen,
la mamá de Maiquito. Porque aunque bien se sabe que no se
lleva nada bien con la esposa de Pedro, me consta que de
verdad es puritana y que se sonroja toda cuando hablan de sexo
sin las debidas discreciones. Y en una persona con los viajes, el
pisto y educación de la tía, no es muy lógico que no sea más
suelta en estas cosas tan comunes y tan abiertas en nuestros
días.
Lo cierto es que desde chiquita tenía tendencia a chupacirios.
Tiene la culpa en parte la mamá, doña María de Jesús, que sí era
muy religiosa y que además se refugiaba en la Iglesia para
consolarse de todas la infelicidades que le dio de gratis don
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 39

Pedro, el viejo, que era más mujeriego que el propio hijo. Doña
María nunca se quejó pues, al fin buena hija de su tiempo, le
inculcaron que la mujer tenía que aguantarlo todo con tal de
mantener el matrimonio. Como Mery era la última, anduvo
más tiempo con la mamá, quien tampoco la soltaba para nada,
pues también se refugiaba en Mery porque especialmente de
ella cosechaba la pocas satisfacciones que le dio su matrimonio.
Por algo se llaman igual. De allí aprendió todos los códigos de
la Iglesia y de los iglesieros, que no es lo mismo. Y no hay
como ella para organizar los velorios y misas con los mejores
rezos, cantos y curas; otra de las cualidades por la que es tan
apreciada en su nivel social. Y es que es amiga del meritito
Obispo...
Cuando creció un poco, doña María también la hizo
confidente y se desahogaba con ella todo lo que le hacía don
Pedro. Y carga secretos que Pedro Junior ni sospecha... cosas
terribles y aún peores en la mente de una tierna y sensible
adolescente. Empero —disculpen, por favor— hay cosas que
no puedo contarles porque entonces Mery nunca me
perdonaría; y así como es ella, que cuando se le mete una idea
no ceja hasta realizarla, es muy capaz de conseguir un permiso
especial y venirme a tirar de la cobija cuando se muera. Y con
lo friolenta que soy, es un riesgo que no voy a tomar.
A lo mejor de allí sacó Mery otra de sus cosas raras, porque
ella se relaciona a la perfección en sociedad y alterna con
muchos tipos de hombres sin ninguna dificultad. Pero si
alguno se le acercaba con intenciones amorosas, Mery lo
alejaba cortés pero firme, y no había perseverancia que ganara.
40 WALDINA MEJÍA

Y hablo en pasado pues ya no se le acerca nadie, por su muy


bien ganada fama y porque de todos modos, ya no hay solteros
como para ella en ningún lugar.
Aunque ahora recuerdo que cuando joven sí tuvo un
pretendiente que le duró: Francisco. Pedro Junior se lo
presentó y le dijo que lo tratara amistosamente pues, así
como iba, llegaría a ser muy importante en las Fuerzas
Armadas y le convenía a la familia amigos como ésos. Y es
cierto que llegó a ser “el hombre fuerte” de la institución y
concentró un enorme poder en el tiempo más negro de la
“doctrina de la seguridad nacional” en la que se destruyeron
sindicatos y otros grupos de presión social con golpes,
balas, asesinatos y desapariciones —tiempo en que le fue
muy bien a la familia—, hasta que se le pasó la mano con
los mismos colegas y entre ellos y la embajada se lo bajaron
del puesto. Quiénes se lo bajaron de veras, unos años
después, ya retirado y convertido a no sé cual religión, nunca
se supo con certeza. Y más le vale que se haya arrepentido
de veras, porque él y sus secuaces debían mucha gente;
aunque, digo yo, que si uno se arrepiente de verdad, hace
algo por resarcir las barbaridades que antes hizo, como, en
este caso, por lo menos ayudar a encontrar los
desaparecidos... pero qué tenía en la cabeza el General, no lo
podemos saber. Tampoco sabemos si Mery sintió en algo su
muerte, pues para entonces su historia de amor era ya
bastante vieja.
Pienso que a Mery le gustaron de Francisco esa fuerza, esa
decisión, esa forma de tratarla pidiendo con cortesía pero con
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 41

firmeza, esa ignorancia del protocolo de los ricos, esa mezcla


exótica de ordinario con fino (en verdad, más de ordinario).
“Este sí es un hombre”, se dijo la inexperta Mery,
acostumbrada a muchos mariconcitos o patanes educadísimos y
disimulados de su círculo de conocidos y amistades. Y se dejó
llevar por los vericuetos de un cortejo prohibido por la clase
social, pero, por lo mismo, nuevo y excitante, que poco a poco
la iba envolviendo en los espléndidos celajes del reino ignorado
y maravilloso del amor...
Pero... ¡un momento!, pues ya estoy narrando como en
estilo de revista de modas; cosa que no quiero, por lo pronto,
que digan de mí. Así que, brincando los detalles del cortejo, lo
que se sabe es que eso se acabó de tajo la primera noche que la
bellísima y seductora Mery salió con el firme y preciso coronel
Francisco, no muy guapo (ni modo, con esa mezcla racial),
pero alto y varonil con ese uniforme que le sentaba requetebien
(la panzota, la echó después) y la camioneta de lujo del ejército,
asignada a su uso personal. Por allí andan diciendo que
después de un buen rato en el naigt club más caro, ella aceptó
tomarse otra copa en el apartamento de él... pero nunca
sabremos que pasó allí en verdad, pues de esto Mery jamás
soltará palabra.
Desde allí, la relación entre ellos fue fría, pero siempre muy
cortés, tal como correspondía a los intereses de la familia. Se
siguieron viendo porque Francisco y Pedro siguieron siendo
muy amigos; tanto, que acabó siendo el padrino de Máicol, o
sea, compadre de Mery.
Otra cosa rara que tiene Mery es que le gusta más aquí
42 WALDINA MEJÍA

que los Iunait, cuando, soltera y rica como es, podría vivir
allá en la casa de la familia en Maiami o en Europa, como
Quique, o donde quiera, y a lo mejor conseguir allí algún
hombre de ver. Pero ella sigue viviendo aquí, tal vez porque
aquí puede hacer sin problemas toda su obra social y de vez
en cuando algún negocio fácil y lucrativo gracias a todos sus
contactos personales y familiares.
Por ejemplo, el negociazo aquel de la arborización de la
ciudad. Su amiga Susy aprovechó muy bien cualquier
oportunidad que le salió o rebuscó cuando su esposo fue
Presidente del país. Como está de moda un ecologismo del
aspecto, superficial como toda moda, alguien le dio a Susy
la idea de lanzar la campaña de sembrar árboles como parte
de su imagen publicitaria. Y astuta como es, revendió los
arbolitos que a su vez le revendió en parte la tía Mery con
una ganancia de cien a ciento cincuenta por ciento de una
enorme venta total. Con aquello de las licitaciones, me
imagino que por algo se calienta la silla de la Presidencia de
la República...
Y como está criando a Máicol desde chiquito, tiene la
satisfacción de la maternidad más pura y espiritual sin la
condena de un hombre. ¡Ah!, ¡Máicol!, ¡ese guapísimo
muchacho blanco y zarco que le dejó Sofía del Carmen!
Mery lo mira y remira, le compra la ropa más cara, las
mejores vacaciones, las escuelas más exclusivas... y es
inteligentísimo, aunque no sea buen estudiante. Su mismo
tío Miguel se ganó esa beca súper y ahora trabaja en ese
instituto científico europeo ¿Y no dicen que muchos genios,
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 43

como Ainstain, han sido malos alumnos?...


Y Máicol tiene su carácter fuerte desde niño, al fin, hijo de
su padre. Si hallara un hombre parecido a Maiqui, se casaría
sin pensarlo. Hasta encontró una explicación de por qué Dios
llamó a su lado a Sofía, siendo tan joven y linda, porque no se
merecía tanto a pesar de que ornamentó la calva de Pedro;
pues si no fuera por Máicol, Mery se sentiría incompleta y
solitaria, y por eso lo quiere y consiente tanto. Y por él, en
honor a él, ayuda a los orfanatos estatales, incluso en el tiempo
en que su amiga Susy los descuidó y les desvió las donaciones
internacionales a su cuenta personal. Porque sentirse madre es
una de las pocas satisfacciones verdaderas que la vida le depara
a una mujer... Y por eso vale la pena sufrir todas las que le ha
hecho sufrir Maiqui.
¡Ah, la tía Mery!, ¡todo un personaje: linda, elegante,
soltera, rica y de tan buenos sentimientos!... Si me permitiera
acercármele más, conocerla más!... Pero se puede dar cuenta
de que estoy siendo infidente, así que mejor me callo. Porque,
muerta, al fin sólo puede tirarme de la cobija; pero vivita y
coleando como está, bien es capaz de, por lo menos, sacarme
mis trapitos al sol, y sin mostrar la mano, a través de los
chismes de los periódicos .
44 WALDINA MEJÍA

EL COMPADRE CHICO

Mirá, Chepe, ahora que ya está muerto Francisco, “El


Generalísimo”, pienso que tal vez alguno se anima a hablar. Y
pensar que yo le tenía aprecio a Chico, si hasta compartimos
mujer... Pero con la jodedera esa de las violaciones me le
aparté de las juergas sexuales, y a tiempo, porque ¿te acordás
de aquel clavo y medio que tuvo por una estudiante que
apareció asesinadada y ya comida de zopes en una cuneta
cerca de la ciudad? Nunca supe si fue él o no —para qué
preguntar— pero con el grupito que eran, todos pudieron ser.
Y para eso tenemos poder, para usarlo, así que al final salió
limpito; desde allí hizo sus cosas con mas cuidado y siguió
tranquilamente su carrera militar hasta hacerse no sólo el Jefe
de las Fuerzas Armadas, sino el hombre que ha concentrado
más poder en todo la historia de la Institución.
Para ese tiempo, aquí en confianza, la mera verdad es que el
hombre ya estaba cometiendo varios abusos intolerables para
toda nuestra generación. Comenzó aparentemente en forma
inocente, enviando a los que más podríamos oponernos a él a
recibir cursos y profesionalizaciones en Chile, Uruguay,
Argentina y Estados Unidos... Pero eso no fue el comienzo:
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 45

había colocado en puestos claves a incondicionales que


cumplían cualquiera de sus órdenes, incluso a escondidas del
Alto Mando que, como vos sabés, es colegiado entre todos los
jefes de todas las fuerzas; maniobró y con el apoyo de la
Embajada, desplazó al Alto Mando y comenzó a actuar por su
cuenta. Nuestros asesores nada dijeron pues era necesaria en
aquel tiempo una política de mano dura, pues no queríamos que
los problemas internos de los países vecinos nos infestaran.
Más bien nosotros los ayudábamos contra las guerrillas para
que no hubiera necesidad de mandar fuerzas desde el norte que,
como sabés, es a veces difícil por la pantalla política de alguna
gente de allá.
Pero sí se le estaba pasando la mano, pues sus métodos
fueron causando un creciente número de denuncias
internacionales, aunque aquí poco se supiera. Por ejemplo,
cuando yo salí del país definitivamente y envié un documento a
todos los medios de comunicación con mi oposición clara y
ciertas denuncias, ustedes no lo publicaron todo, pero sí fue
muy sonada mi baja deshonrosa y todo tipo de acusaciones
contra mi honestidad, integridad, buenas intenciones y negocios
que yo tengo. Las denuncias internacionales francamente
importaban poco o nada y la cosa pudo haber seguido así, pues
aquí se estaba logrando la tranquilidad y el orden social
imprescindible para el mantenimiento del control de toda el
área; pero al hombre comenzó a manifestar signos de locura.
Yo empecé a sospechar de su sano juicio cuando me dijo
que era necesario relevar del mando a dos compañeros de
nuestra generación “porque eran comunistas”, cuando en los
46 WALDINA MEJÍA

puestos que ellos tenía debían hablar y alternar con comisiones


de sindicatos y todo eso, aunque sólo fuera para ganar tiempo.
Uno de las cosas que primero se aprenden en los cursos
actuales es a eso, a recibir la gente si no hay más remedio y dar
así una imagen de apertura muy sana para la Institución. Ellos
decían que sí, que se iba a hacer todo lo posible por encontrar a
las personas extraviadas, que probablemente se habían ido a
otros países a “estudiar”; que si estaban seguros de la
información, que como podían asegurar que los captores eran
de las Fuerzas Armadas si andaban de civil, que cualquiera
podía andar en un carro sin placas y conseguir armas oficiales
por lo bajo; y por allí se iban. Por eso yo le dije que no, que
cómo se le ocurría que eran comunistas, que eso debía
soportarlo todo aquél que tuviera ese puesto, pero él los relevó
y envió a cursos de especialización al exterior.
Por esto y otras cositas que no te puedo contar, nos
reunimos varios miembros de la generación y comenzamos a
tomar medidas de protección y de recuperación de los mandos
perdidos. La mayoría de oficiales jóvenes estarían a nuestro
favor cuando se evidenciara que el hombre no pensaba soltar
nada y dejarle lugar a las nuevas generaciones cuando fuera el
momento. Sólo debíamos esperar.
Por lo pronto, yo logré infiltrar a un oficial de mi confianza
en los grupos especiales que él había creado para combatir la
subversión, por si alguna vez estos grupos pudieran recibir
órdenes contra nosotros. Sólo en ese momento debía
comunicarse. Pero el idiota de Násar se comunicó antes,
porque, a pesar de todos los cursos recibidos en Argentina y
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 47

Chile y de estar acostumbrado a todas las maniobras


contrainsurgentes, se asustó. Mirá, la verdad es que yo también
me preocupé: eso de usar la sangre de los prisioneros
especiales como colorante en la fábrica de teja y ladrillo
planchado que el hombre tenía, sólo para decir que no era
cierto que estaban desaparecidos, era innecesario, costoso y
peligroso, pues había que trasladar los “drones de pintura”
hasta allá y nos podían descubrir.
Me di cuenta del grado de locura al que el hombre había
llegado, de que ya no tenía ningún límite, del peligro en que yo
estaba. Násar me consiguió las pruebas necesarias y me las
llevé cuando Chico me envió al curso a México y desde allí
viajé secretamente a Estados Unidos para que se dieran cuenta
de que el hombre ya no era de fiar. Con mi baja deshonrosa no
me dañó en lo absoluto y más bien me dio la publicidad que
necesitaba a nivel internacional. La verdad es que Násar me
salvó, pues con todas esas pruebas en la mano salvé mi
reputación, mi carrera, mi familia y mis negocios, pues ya no
pudo atacarme puesto allá, mucho menos físicamente.
Lástima que no volví a ver a Násar. A saber, tal vez sea que
uno se hace más religioso cuando va para viejo, pero estuvo
muy bien que exhumaran sus restos de esa fosa clandestina,
aunque sea después de tantos años, y les dieran cristiana
sepultura. Así Násar se enteró de las buenas noticias allá en el
infierno —pues ya tiempos lo habían desaparecido y asesinado
cuando a Chico lo reventaron de un bazucazo con todo y carro
blindado con guardaespaldas— y tampoco te puedo decir
quien lo mató. Al final, sigue siendo el mismo problema: si
48 WALDINA MEJÍA

dentro de las Fuerzas Armadas no nos cuidamos entre nosotros


mismos, ¿entonces quién? La solidez de la Institución se viene
abajo y eso no se puede permitir.
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 49

LOS DESCONOCIDOS

Voy a mi chamba de lavaplatos; rápido, llegaré tarde,


me va a joder el jefe. A punto estoy de cruzar la calle cuando
oigo un grito y un disparo. ¿Aquí, tan cerca del bulevar lleno
de negocios? Miro: un chavo blancote apuntando a una tipa en
un carro nuevo, la tipa quieta sobre el timón y con sangre, el
chavo gritando: ¡Imbécil, estúpida! y oigo detrasito de mí un
arrancón y una nave pasa soplada, me tapo la ficha, el blanco
grita: ¡Pendejo, marica, no me dejés hijueputa!, pero se oye allí
nomás la sirena de policía y yo también me las pelo por otro
lado.
Mala leche, ¿aquélla es la nave?, ¿no está en la mierda
grande? Hay dos cabrones allí, ¿me esperan? Cojo otra calle, y
soplo como nunca, hasta llegar al trabajo. Están todos locos,
asomándose por las ventanas, hasta el jefe. “¿No oíste, no
viste?”, me preguntan. “Vengo corriendo por tarde”, digo,
“¿qué pasó?” Me hago el pendejo, trompa socada: esa nave
que huyó es de chafa o pistudo, no quiero pedos. “¿Voy a
ver?”, me hago. El jefe me grita: “¡Llegás cinco minutos tarde
y querés irte! Te voy a correr, pendejo!” Esta vez me alegra
que éste sea un hijueputa. Sí, mi ruca me va a putear, pero
50 WALDINA MEJÍA

mejor me voy hoy mismo, porque ésos de la nave me van a


buscar por aquí y pueden conocerme la pinta. “Deme el sueldo
pendiente y me voy”, le golilleo. El cabrón del jefe brinca;
según él, lo iba a rogar: que no, que no, que ocupo el puesto,
¡qué mierda! Me gusta la cara que pone. Te jodí, ¿verdad? No
te lo esperabas. Y le digo, ya suavecito: “Sí, jefe, mi vieja está
enferma, me urge el pisto”. Ya no va a tenerme para joderme
porque soy mansito. Se va a hallar otro tonto, pero yo ya no.
De todos modos me quedaré hasta mediodía. No vaya a
ser que aún me anden buscando...
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 51

HOJA DE SERVICIO

–Ya se me hacía conocido ese hombrón rubio en las


fotos de los soldados gringos que torturaban a los prisioneros
en Irak en la cárcel Abu Ghraib de Bagdad, que están en
internet esas fotos, tan macabras por verdaderas. Otro de los
escándalo del ejército gringo, en el 2004... Salen también
otras gracias como los abusos de Guantánamo y las directrices
de los superiores para “presionar” a los presos... Fui a
confesar sutilmente Mery y ahora estoy segura: ese marin
rubio de espaldas es Maiquito. Encontró dónde sacar su
violencia y hasta que le paguen y lo llamen “héroe” y no
asesino, como aquí cuando mató a la muchacha y a saber a
cuántos más... ¡Ay, Maiquito!... yo no lo vi, pero ya sé por
qué anduvo aquí, de “licencia” en el 2005…
–Ya vas –me increpó divertido mi esposo, los dos
conversando acostados en nuestra cama, otra mañana
tranquila de domingo–. Como sos chismosa, y estudiosa de la
literatura, te gustan las historias, y así de carnosas mejor! Pero
contame qué estás imaginando...
–Pues ojalá fuera imaginación –repuse molesta. Tomé
52 WALDINA MEJÍA

mi compu portátil de la mesita de noche, la encendí y busqué


en gugle y allí están las horrendas fotos–. ¡Caramba! –
reaccioné– ¡estoy perdiendo mi ironía y sorna que me ayuda a
soportar tantas terribles verdades! Y es que tener
prácticamente en la familia a un tipo así, no es gracia, y peor
si anda impune por ahí, como pasa con los asesinos con
permisos de los poderosos. ¿Te imaginás cómo es el alma y
mente de un torturador que se hace fotografiar todo sonriente
junto a sus víctimas machacadas? O eso es parte de la
tortura... Pero este horror resultó bueno, porque sin esas fotos
publicadas, no se habría demostrado esa otra infamia más, que
sin duda siguen sucediendo en todo el mundo...
–Bueno, pero mejor volvé a tu sorna o ni yo lo
soportaré. Y así puedo ser el abogado del diablo de tu historia
sin que entrés en histeria…
–¡Chistoso! –le enseñé los dientes en mueca de risa–.
Pero bien: mirá: aquí tengo una foto que él mandó a Mery
cuando se graduó en los cuerpos especiales de la Iu Es Army,
y mirá la forma del cuerpo, la cabeza y orejas de este chafa
atroz que aparece de espaldas orinando a los prisioneros
obligados a apilarse desnudos en posiciones pornográficas, o
al lado de esa bonita soldada monstruosa Lynndie, que se
burla de ellos, como su esposo Charles. Y ese otro que está
sobre eso cuerpos desnudos, aún vivos, sangrantes y
machacados...
–Sí, tienen la misma complexión y forma de orejas ¿y?
–Que tiene sentido: que en la gringolia, su medio
hermano Charlie, hijo menor de Lisbeth, que trabaja en el
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 53

consulado de Miami, más otros conectes con los empresarios


y políticos de allá, por petición de la tía Mery, le arregló la
visa y la entrada al ejército gringo.
–Como si los gringos no le hubieran investigado sus
antecedentes…
–¿Cuáles antecedentes? Si se cambió el nombre aquí y
rapidísimo, pasaporte y todo, con el abogado Pepe y los otros
conectes de la familia. Allí hasta Lisbeth estuvo de acuerdo
para que el “protegido de Mery” e hijo natural de Pedro no
reclamara ninguna herencia por ahí. Suficiente con todo lo
que le ha dado y le dejará Mery…
–Ajá. ¿y la carceleada?
–Héctor, es secreto a voces: con no sé qué maniobra
legal, de la que tenemos más tristes ejemplos en este país –
recordá un famoso “naipe” de cartas de libertad–, cuando el
padre diplomático de la asesinada ya no estaba en el país, lo
declararon inocente, pasado el escándalo y unos cuántos años
en la cárcel; en la cual, en vez de corregirse, claro es, refinó
sus tendencias violentas y abusivas… que por cierto, por algo
se lleva muy bien con su medio hermano Edy, hijo de tigre,
nada más que éste es “respetable empresario del país”…
–Bueno, pero esos trances los gringos lo averiguan…
–Pues sí. ¿Y no creés que un muchacho con esas
tendencias es precisamente lo que necesitan para sus cuerpos
especiales? Por eso lo aceptaron, con la garantía de poder usar
sus “cualidades” a su antojo en el ejército. Pues como si no
supieras que en nombre del “american´s pipol” (que ni cuenta
se da de tantos abusos y maniobras), y esa especial
54 WALDINA MEJÍA

“democracia” de ellos, con que se atribuyen el derecho de


usar o apropiarse de los recursos del mundo en cuaquier país
y usan la fuerza para obtenerlos cometiendo abusos y
tropelías en todo el mundo. O patrocinan dictadores locales
incondicionales de distinta envergadura: el compadre Chico,
Somoza, Trujillo, Stroesner, Pinochet, ... Aunque algunos se
les rebelan, mirá a Saddam Hussein y el Sha de Irán mismo...,
porque se les rebelaron y se metieron con el otro lado, es que
los invadieron los gringos. Porque si no, podían seguir
enriqueciéndose con la sangre de sus pueblos, mientras los
gringos tuvieran sus buena parte. Pero los “leales”, siguen
añales expoliando los países y la gente. Mirá cuántos lleva el
“presidente” de Guinea Ecuatorial, y hasta lo reciben en la
ONU como la gran cosa...
–¡Ay, no, si te metés en todo eso no terminamos hoy.
Volvé a Maiquito. Además, los otros tampoco son blancas
palomitas… como los talibanes…
–Sí, es que es de malo a malo, o, mejor dicho, de peor
a peor… terroristas todos… mas tiendo a creer que el
invadido es el que se defiende. Pero volviendo a Maiqui, ya sé
porqué anduvo aquí, de “licencia” en el 2005. Por la presión
mundial, el Depto. de Defensa, dice hasta la Wikipedia,
“expulsó a 17 soldados y oficiales del servicio (...). Entre
mayo del 2004 y septiembre del 2005, siete soldados fueron
condenados en una corte marcial y sentenciados a prisión,
rebajados de rango y dados de baja del servicio en forma
deshonrosa...”; por supuesto, ningún oficial, pues resultó que
“los soldados actuaron por propia iniciativa y nada sabían sus
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 55

superiores”
–¡Jah! –les tocó a esos siete de chivo expiatorio…
–Pero en Avisora.com y muchas fuentes, la soldada
Harman, una de las soldadas condenadas, dijo que su
unidad recibía órdenes de oficiales de inteligencia militar a
cargo de la prisión de Abu Ghraib y de personas contratadas
para realizar los interrogatorios. La oficial es la soldado que
aparece sonriendo detrás de un montón de prisioneros
iraquíes desnudos apilados en forma de pirámide, en una foto
muy publicada por la prensa mundial...” Además, el Comité
Internacional de la Cruz Roj, dijo que los casos de maltratos
a prisioneros iraquíes bajo custodia de Estados Unidos en
Irak no son aislados, sino que fueron parte de un patrón de
abuso sistemático...
–¿Y Maiqui qué con eso?
–Que es uno de los 17 expulsados. Y a esta altura, para
no perder su “entrenamiento”, lo integraron en otro cuerpo
especial los mismos gringos, o es un mercenario que trabaja
con el dictador o mafioso que le pague más.
–Muy coherentes suposiciones. ¿Pruebas?
–Sólo sé que ahora se llama Charles y le manda a
Mery postales de distintas partes del mundo en que está “en
servicio”, porque no quiere perder el contacto, velando la
herencia. Las he visto.
–¡Jah! Bueno, ya tenés un cuento completo. Escribilo
y publicalo.
–¿Estás loco? Mery y la familia jamás me lo
perdonarían, aunque le cambie los nombres. Y si uso
56 WALDINA MEJÍA

seudónimo, desgraciadamente terminarían averiguando quién


hizo la publicación…
–¿Y entonces?
–Pues entonces, esta es una historia de cama para vos,
como Sherezade y el Sultán, pero en las cien mil y una noches
de la ignominia.
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 57

EL RATA

No sé porqué le gusta este estanco de barrio al que acaba


de traerme mi amigo de juerga, pudiéndonos ir al bulevar, a
chupar lo mismo, aunque caro; pero viendo de paso culitos
bonitos. Y es que Foncho como que va de mal en peor, y yo no
sé qué le está pasando. O tal vez sí...
—¿No te dije?: este chupadero es tranquilo— y Foncho
asienta pesadamente su gordulencia en el banco de madera y
señala el local con apenas un par de borrachos pobres en una
esquina.
Cierto que es un estanco amplio, con suficiente espacio
entre las mesas, extraño para el estatus, y —aún más extraño—
limpio, con sus pisos de madera bien barridos y sus mesas sin
pegostres y humedades sospechosas. Algo así como a medio
camino entre estanco y restaurante. O tal vez sólo será lo
tempranero de la noche y de que es jueves. Los colgantes de
paste de cerro del artesón, que semiesconden las tejas
telarañosas, no están del todo mal. Sin duda sustituyen las tiras
retorcidas y mosqueadas de papel crepé. Los bancos y las
mesas son de buena factura y sólidos, pesados, hechos para el
58 WALDINA MEJÍA

oficio de sostener bolos en equilibrios imposibles. La luz sucia


de los bombillos tiene la intensidad exacta. La rocola de a
tostones suena bastante decente con la canción llorona de moda,
coreada por el par de borrachos de la esquina. Las fotos de
cantantes mexicanos son las que deben ser. Las mujeres
semidesnudas de los afiches y calendarios están rebuenas, en
esas poses siempre provocativas; pero la mesera está flaca y
pasadita de años. Recuerdo la linda muchacha que me
encorrientó la vez anterior, en aquel restaurante del bulevar...
Resignado, me siento también. Tal vez sólo es que aún
no me he echado ni una en todo el día, y me falta el encanto de
la vida que presta el nunca bien afamado guaro. Eso es: estoy
seco. En cambio, a Foncho ya me lo hallé con sus tragos y los
ojos y sonrisa ya tenían ese brillo característico. Para apurar el
encanto, no pido cerveza, como siempre, sino que ordeno un par
de octavos bien servidos.
Notando mi desajuste, Foncho me dice:
—Aquí rinde más el pisto y es buena la boca —y agrega
sin vueltas: ¿Te sabés la que hizo el Gobierno en Europa, para
las peticiones de ayuda por el desastre natural que jodió todo el
país?
—¿Otra más? —contesto yo, dándole cancha a su
locuacidad, a veces infidente.
—Otra de la larga lista de usufructos y abusos de los
ordeñadores del país.
Vaya, anda filosófico Foncho con eso de usufructos y
ordeños —pienso con sorna—. ¿De cuando acá a éste le
importa un pito el latrocinio que sufre el Estado? Aunque tal
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 59

vez es un modo de mi amigo de hacerme sentir cómodo, pues él


sabe que a mí sí me importa. Foncho sigue:
—Yo no he leído el documento, pero don Pedro anda
muy contento. Para la reconstrucción, pidieron préstamos para
el Estado y, oí bien, donaciones para la empresa privada. Do-
na-cio-nes. ¿Y a quién va a distribuir esas donaciones? Tienen
que ayudar a la pequeña empresa porque si no, no les dan nada,
pero apuesto a que los ricos industriales bien conectados, como
don Pedro, conseguirán su buena tajada —y Foncho saca esa
risa que hace saltar sus ojos de ratón detrás de sus anteojos de
culo de botella—. ¿No te acordás de otro montón de cosas
parecidas?: Pisto gratis obtenido a través del Gobierno y a costa
de la gente.
Por mi mente desfilan algunos nombres de escándalos
sonados, ¿Cuántos otros nunca se han descubierto? Pero replico
a Foncho, para jalarle la lengua:
—¿Y cómo justifican, ante los organismos
internacionales, préstamos para el Estado y donaciones para
ellos? El Estado debe reconstruir escuelas, hospitales,
carreteras, centros de salud, cosas que se saben que no producen
“rentabilidad”, por lo que no puede pagarse de allí los
préstamos; en cambio la empresa privada, por lo menos la
mediana y la grande, sí pueden pagar cuotas hasta con
intereses...
—NO SÉ —me interrumpe Foncho, enfatizando—,
pero algo se les ocurrirá. Este patrón mío, don Pedro, se las
sabe todas, todas. Y como él, otro montón. Si por algo el
Presidente del país es su pariente. Pero si les dieran el pisto, no
60 WALDINA MEJÍA

hay para adonde, es que los tales organismos sólo son coyotes
de la misma loma —y otra vez desgrana sobre la mesa su risa
ratonil.
Foncho sigue sobre el tema; pero yo no tengo muchas
ganas de hablar en serio, sino de relajarme, luego de un día de
trabajo tenso y agotador. Grito a la mesera:
—¡Muchacha! ¿Y los octavos?
Sí que es lenta la niña, siendo tan escasos los clientes.
Pero entonces me fijo que está ida, oyendo los piropos chuscos
de los de la esquina. Frunzo el ceño.
—Pero ya vas a ver la boca —me repite Foncho,
clavándome sus ojos saltones y divertidos a través de sus cubot
—La lista es larga y no importa el color del gobierno,
azul, rojo, verde, morado... ¿Te acordás del Pichetazo, en 1997?
La garduña de pisto estatal y municipal repartido sin licitación
con el conque de tener encima los tales juegos
centroamericanos y no tener el complejo deportivo listo? Los
que estaban bien conectados, consiguieron sus buenos
contratos, hinchados, por supuesto. ¿Y unos años antes, lo del
Fondo de Ajuste Petrolero, inventado supuestamente para
acolchonar los trancazos de las subidas internacionales del
crudo? ¿Cuándo fue? En el 92. Te acordás que el Gobierno
siguiente de entonces denunció en el 93 que no había nada de
los cientos de millones acumulados de nuestros pagos de
combustible?...
Al fin la mesera trae los octavos, bien servidos, como
había prometido Foncho. Yo tomo de un trago casi todo el mío,
pues, aparte de la sed, ya siento envidia del encantamiento
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 61

imbécil de Foncho con sus tragos bien puestos. El ardor de la


garganta cede rápidamente al calorcito y al ansiado relajamiento
del guaro en la sangre. Tal vez mi mujer está en lo cierto, tal
vez estoy perdiendo el control, tal vez me estoy haciendo
alcohólico, como sin duda lo es Foncho. Tal vez por eso lo
busco, porque es un seguro acompañante para chupar, porque
yo sé que chupa a diario...
“¡Aaah!”, suelto, degustando el sabor en mi boca. Mi
mujer exagera. ¿Qué de malo tiene este tierno bienestar que
empieza a invadirme? La sopita está buena, y yo no he
cenado...
—¡Otra igual! —grito a la mesera. Foncho aprueba
carcajeando y dejando escapar unas gotas del octubrino por
entre sus grandes dientes frontales, debajo de sus bigote hirsuto.
—¡Cuidado! —le advierto fingiendo enojo—, es pecado
botar el guaro!
—Sí —carcajea Foncho—, más ahora que ya no hay
control de precios de la gasolina y de nada y el cheque rinde
menos. Pero como yo quiero chupar más, me vengo aquí
cuando no ando mucho pisto. ¡Si hubiera sido uno de esos
benditos del petrolazo! Dicen que antes del cambio de
Gobierno, sacaban del Banco Central el dinero de ese “pocito”
en carretillas... ¡Eso me hubiera gustado verlo!
—Y más difrutarlo —puyo yo, mientras me empino el
otro octubre sin miramientos.
—¿Y por qué no? —brinca Foncho, mostrando sus
grandes dientes frontales, disparejos de los otros—. Mirá, con
eso de la inmunidad de los altos funcionarios públicos, ¿a
62 WALDINA MEJÍA

cuántos de los implicados en eso han metido al bote; o en el


Pichetazo, o en el Chinazo, o el Lechazo, o el Plazazo?; mirá
que el gran ex funcionario metido en esto volvió después de
andar prófugo tanto tiempo, y sólo le pusieron una fianza
mierda!
Foncho se empina su octubre y come una de las
enchiladitas de frijoles. Yo me siento muy bien, blandito, como
quería.
—Mirá —prosigue Foncho— los del negociazo del 90
a 93 de venderle la nacionalidad a tanto chino, libres porque los
de la fiscalía se durmieron en hacer las apelaciones. Y uno,
siempre mal pensado, piensa: ¿se durmieron o se pistearon?... Y
en ese mismo Gobierno, ¿te acordás del carrazo?
—Claro que me acuerdo —le confirmo—. Aquel
montón de carros de lujo importados desde Italia, sin pagar los
impuestos debidos, que se estuvieron un tiempal en las bodegas
de la portuaria. Yo no podía creer cuando oí las noticias finales:
devolvieron los carros, pero no salió ni un nombre responsable;
o sea que los carros se vinieron solitos por todo el mar. En
cambio, el embajador de Italia de entonces sí pagó sus patos
porque su Gobierno lo quitó del puesto... y aquí nada... o sea
que allí deben andar enredados pero grandísimas pailas, tal
como se rumora...
No sabía que Foncho también es bueno para las fechas,
pues se sabe hasta los años de los escándalos. Pero yo me estoy
poniendo tenso por la plática. Yo no quiero pensar, sólo
embrutecerme con el guaro; trato de cambiar el tema:
—Aquí no hay volados. Aquella vez, ¿te acordás?, casi
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 63

hago un conecte, si no hubiera sido que vos...


—Sí, hombre, disculpame. ¡Par'eso son los amigos:
pa'ayudarse y pa'joderse!... ¿Te acordás, en el Gobierno
anterior al de “El Pocito”, que los campesinos metieron la
iniciativa al Congreso Nacional para que les condonaran las
deudas contraídas con el entonces BANADESA? Pues nada
cortitos, los “padres de la patria” ampliaron la lista de
perdonados a un montón de militares y empresarios y
palanqueados que de plano no podían alegar pobreza... Allí mi
patrón se sacó unas deudas de sus haciendas del interior, sin
más ni más...
—Sí, oí las denuncias sobre eso, entonces los diputados
vendepatrias lo aprobaron rapidísimo, pues cuando algo les
conviene...
—¡Vieras todas las mañas que he aprendido en mi
trabajo de contador con don Pedro, la forma en que suavecito se
quita los impuestos y no paga las cuentas de miles de luz y
agua, la de sobornos que prácticamente están en el presupuesto
de sus empresas como gastos de funcionamiento! Me tiene
turulato lo que hizo con la famosa CONADI, de la que ya no
habla nadie, pero que está pendiente saber quiénes se robaron
todos esos millones...
Por lo visto, hoy Foncho anda monotemático. Me
resigno por segunda vez en la noche. Tal vez, por lo menos,
tiene algo interesante que decir, así que impulso la indiscreción
de Foncho, a la vez que, para ayudarlo, pido el siguiente
octubre:
—Aah, sí, la CONADI, pero eso fue como en los
64 WALDINA MEJÍA

setentas. ¿Cómo sabés de eso?


—No te digo, pendejo, que he aprendido en mi trabajo?
—Foncho comienza a hablar lento y renqueado por el alcohol,
pero sigue siendo coherente—. Esa piñata empezó en el 74 y
duró varios años. Es un caso de libro de texto: don Pedro, era
aún don Pedro el viejo, pidió tantos millones de la Corporación
Nacional de Inversiones, (cuyo dinero era, otra vez, deuda
estatal para estimular la producción), y puso de aval una de sus
empresas. Allí fue el primer soborno porque la empresa no
bastaba para el aval —Foncho se toma medio octubre sin
respirar y se lame el bigote—. Allí mismo empieza un proceso
de descapitalización de la tal empresa, tanto del pisto como de
sus inventarios, a través de transferencias y supuestos pagos de
deudas contraídas con otras empresas de don Pedro. Total,
cuando quisieron cobrar el dinero de la CONADI...
—Sí, la CONADI y toda esa robancina que hasta el sol
de hoy está pagando el mero pueblo con tanta política actual de
recorte de los beneficios sociales estatales y con más impuestos
y otras cosas... —interrumpo molesto, pero Foncho ni me oye.
—Cuando quisieron cobrar, como te digo, la tal empresa
estaba en quiebra y no sacaron ni el diez por cierto del préstamo
con la venta de las cuatro papadas que tenía aún... —y acaba de
un sorbo el resto del dulce guarito.
—¡Puta!, pero si era quiebra fraudulenta se podía
probar —exclamo indigesto. Tratando de sacarle más a mi
amigo, pido el otro. Como que hoy me va a tocar pagar sólo a
mí, pues ya me cantó Foncho que no anda mucha plata y
además, estoy cosechando su lengua relajada... y yo, que me
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 65

sentía muy a gusto con mis tres octavos, pero ahora estoy
molesto por la robancina y me falta el otro, aunque mi cabeza
da suaves vueltas y mis ojos empiezan a desenfocar...
—De fachada no parecía fraudulenta, había que escarbar
su poquito —me replica, ya con la mirada perdida y la lengua
torpe—; pero para eso se tiene la amistad de los chafas, que
mandaban en ese tiempo, y de los políticos de siempre, y de no
sé quien putas más. Pero como hay un montón de grandes
pailas en ese lío, mirá los añales que pasan y todos se hicieron
los pendejos....
Foncho, en un ataque, derrama sus carcajadas sobre la
mesa, pringándome de paso. Me paro, temiendo un vómito
gigante como el de la otra vez, pero calma su escándalo y me
siento nuevamente. El local se bambolea, y Foncho babea
mientras empina el codo; con sus ojitos saltones bailando por la
lunas de sus cubot, y con sus dientes de roedor bigotudo,
prosigue:
—Es lo que te digo. Esos hijueputas son bien cabrones:
tienen familia en todos los partidos, y buenos amigos entre los
altos militares. Y si no, le tienen amarrada la cola a un montón
con sobornos o participaciones en negocios raros. Sí, te digo
que sí, que son vivos —y sus ojitos de ratón lagrimean de
admiración...
Me enervo. En los ojos de Foncho no hay crítica, como
yo creía, sino admiración. Sí, Foncho es tan corrupto como don
Pedro, y si pudiera, haría lo mismo que él hace: abusaría de sus
empleados, robaría al país todo lo posible sin importarle joder a
tanta gente inocente y se metería en cualquier negocio, por
66 WALDINA MEJÍA

sucio que fuera, con tal de hacer pisto... Hasta allí me fijo en
que sus ojos no son de ratón, sino como de rata... sí, una de esas
ratas que salen de las alcantarillas, para engordar, si tienen
chance, en la mierda mayor de los malos políticos, los negocios
sucios y lo que dé pisto... Una rata gorda, asquerosa y dientuda,
con bigotes gruesos y anteojos de culo de botella... La rata se
ríe a carcajadas mirándome extrañada por quién sabe qué cara
que pongo... me levanto rápido, buscando el baño o la letrina o
lo que sea, y corro tambaleando por el asco que me da la rata;
pero no me da tiempo, no me da, y vomito en medio del único
estanco de veras limpio que he conocido en mi vida.
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 67

TRES EN UNO

¿Qué estábamos haciendo en la universidad pública tres


hijitos de papi millonario? “Está claro por Quique y Miguel”,
me decían mis parientes y amigas, “pero vos, ¿por qué?, si,
con tu inteligencia, es mejor que administrés las empresas de
tu papi”, y yo los calmaba con aquello de que me gusta leer
y, que sólo en la pública existía la carrera de Letras, y por ahí
me iba... y ya ves que terminé de catedrática allí y que me
gusta el trabajo, aunque no necesito el salario, como sabés; y
además, si es difícil hallar gente con plática interesante o por
lo menos instruida en la misma U, ya te imaginás en el medio
normal...
¡Y qué bien la pasamos! Para mí era comodísimo irme
con Miguel y Coquique, pues yo vivo en la mansión contigua
y prácticamente me crié con Miguel y con Mery, la chiquita,
al religioso cuidado de doña María, pues mis padres pasaban
todo el día fuera de casa. Por eso yo también perdí a mi
madre cuando ella murió. Siempre tan previsor, al salir de la
jáiscul, Miguel decidió especializarse en ingeniería eléctrica,
que solo existía en la pública, y hasta después buscarse un
68 WALDINA MEJÍA

postgrado en Europa. También fue idea de él irnos a la U. en


la carcacha del chofer de la casa y no en el Mercedes, para
evitar que se lo robaran y porque, en ese tiempo, ser rico en la
U pública era pecado mortal; tanto, que hasta Coque, tan dado
a alardear, se callaba el detalle. Incluso usábamos la ropa más
vieja que teníamos.

La otra razón de Albita, –la doctora se iba llamar


Blanca, pero ciertamente “Alba” es más connotativo– la más
importante razón para irse a la universidad pública, es la de
cualquier mortal ignorante y con páncreas. Miguel es el
inteligente y el guapo de la familia: moreno claro y no pan
blanco como Mery, narizoncito –ni modo, con esos genes–,
con unos ojos grandes y pestañudos color miel profunda y un
alma del mismo tono. Fueron compañeros de juegos y de
escuela desde niños, y juntos leían y compartían todos los
muchos libros que sus padres tenían de adorno en sus
hermosas bibliotecas de finos muebles tallados...

¡Pucha!, Alba, ¡cómo la estamos gozando en este


carcacho desvencijado! Pero el que más la goza es Coquique,
porque, parecido a papá también en lo mujeriego, siempre
consigue muchachas, pues aunque narizón, ya panzoncito y
con la calva incipiente, es alto y simpático. Y es que estas
muchachas se conforman con tan poco... Pero mirános a
nosotros, ¿cuándo nos íbamos a meter por estos barrios
misérrimos con el Mercedes? Seguro nos volaban la gallina...
Mirá cuánta pobreza, cuánto dolor, y en el campo
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 69

están todavía peor. ¿Te fijaste dónde vive Luis? Un cuarto


para sala-comedor-cocina y, paradas detrás de una cortina,
dos camas y colchones para la noche. Pero qué ordenado y
limpio tenía la mamá. Dice Luis que estudia todas las noches
debajo del foco de la calle y se va a pata todo esto hasta poder
tomar el bus directo a la U. ¡Y así es buen alumno!... ¿Vas a
venir a la celebración de su cumpleaños? Yo quiero saber
cómo celebra esta pobre gente con tan poco dinero y
espacio...

Sí, aunque no lo crean, Pedro es el segundo hijo; el


mayor es Francisco Enrique –Coquique, como le dicen
Miguel y Mery–. Quico Quique fue a dar a la pública por
razones un tanto prosaicas: don Pedro no quiso pagarle la
universidad privada, pues el famoso Francisco Enrique, cuya
estridente carrera de expulsiones pasó de la jáiscul más cara
hasta la más barata, –y que expulsen a uno tan pistudo, es que
ya de veras...– terminó el bachillerato a rajatabla en uno de
esos colegios-pulperías en la jornada nocturna, tantos años
después que lo alcanzaron Alba y Miguel, quien es su
hermano menor penúltimo. Le salió cheque porque se iba y
volvía con ellos en el carcacho, aunque no sacó muchas clases
antes del secuestro...

¿Sabés, Alba, cómo nos han clavado las


creativísimas lenguas de nuestros compañeros por usar este
carcacho?: “Tres en Uno” –sí, como el aceite de máquinas de
70 WALDINA MEJÍA

coser–, o sea, “tres resbalosos en lata”; también nos dicen


“Tres en Trasto”. Pero este trasto nos está abriendo el mundo,
con los aventones a los compañeros, estamos conociendo
barrios tan míseros, gente tan pobre, que me doy cuenta cuán
urgente es luchar contra todo esto.
Por desgracia, es cierto: demasiados de los males
sociales provienen de los ricos corruptos y corruptores y sus
secuaces. Como dicen tantos pensadores: “la explotación
deshumaniza tanto a los pobres como a los ricos...” Pero tanta
violencia, ¿de veras es un “mal necesario”? Yo no quiero
ningún daño para nadie, y menos para mis parientes y
conocidos ricos. ¿Estamos tan deshumanizados los ricos que
no queremos compartir nuestra riqueza por el bien del
prójimo más necesitado? Y muchas veces es una riqueza que
no hemos trabajado ni merecemos, demasiadas veces
obtenida con robo, abusos y negocios sucios. Cristo lo dijo:
“Vende tus riquezas, reparte el dinero entre los pobres y
sígueme...”

Noten bien la diferencia, porque Mery, la sacaleche de


la familia, a pesar de tener un alma bondadosa y sensible, no
pudo sustraerse a la corrupción de su medio. Pero este
Miguel es un personaje demasiado bueno, inteligente,
considerado, prudente, estudioso, honesto y con principios
sólidos, a pesar de las malas influencias familiares y sociales.
¡Y hasta guapo es! ¡Si el nombre que le dio su mamá lo dice:
“Miguel Arcángel”. ¿No les parece que está demasiado
perfecto?, especialmente siendo hombre. “Aquí hay un serio
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 71

problema de verosimilitud”, pueden decir los censores. Es


más, siendo rico, vive de su trabajo, de su esfuerzo personal;
¿saben que hace con la herencia y los envíos mensuales que le
corresponden de las empresas que dejó don Pedro?: los dona
íntegros a las organizaciones humanitarias y ecológicas que le
consta que de verdad ayudan. Si ya ha recibido
reconocimientos internacionales por eso. Me tiene quieta
porque de él no puedo hablar ni un poquito mal; aunque,
aquello que nos hizo...

Fue así como Miguel y yo, criados tan en la caridad


cristiana por obra y gracia de su difunta madre, y convencidos
por un discurso tan coherente y tan distinto del que estaba
acostumbrada en la jai y que se parecía más al amor al
prójimo de nuestras catequesis y al humanismo y la
humanidad de las grandes obras literarias que compartimos
desde niños, que nos hicimos activistas. Y no era sólo
emoción; los dos estudiamos mucho sobre los problemas
socioeconómicos del país, y nos convencimos de que este
sistema social es injusto para la gran mayoría. Imaginate:
sinceramente estábamos dispuestos a renunciar a nuestros
privilegios jamás ganados por nuestro esfuerzo personal, a
cambio de una sociedad más equitativa para todos...

¡Ayer reventó, Alba!: si a los izquierdistas de folletín de


nuestros compañeros no les cabe en el esquema que alguien de
clase media –perdón, me corrijo, “pequeño burgués”– tenga
real sensibilidad y conciencia social, mucho menos pueden
72 WALDINA MEJÍA

creerlo de un miembro de la “gran burguesía”. Imaginate


entonces la que se armó ayer en la casa, pues mi papá descubrió
que somos activistas de un frente de izquierda... Con nuestras
excelentes notas, no van a hallar excusa para sacarnos y
tampoco nos van a sobornar con nada; pero al “estudioso” de
Coquique le va a quitar el pisto y rapidito lo va a doblar.

Ya sé que a pesar de tu humor negro y tu malidicencia,


sos buena gente, así que no me vas a decir que soy obsoleta y
hasta ilusa. Bien me podría hacer la tonta, pues las cosas han
dado tanta vuelta, más después del descalabro de la Unión
Soviética, mirá cuántos de aquellos grandes marxistas están
ahora medrando del Estado o de los organismos privados que
prácticamente se agotan el presupuesto en sueldazos y lujos,
de modo que poco les queda para ayudar de verdad a la pobre
gente. Algunos incluso justifican y promueven
descaradamente esta sociedad injusta y se declara partidarios
del neoliberalismo y de la “cultura lait” (entiéndase: “me vale
todo” mientras “ande yo caliente...”, el “valipeneísmo”, –y
burlate cuanto querás de este término pazguato, porque no
me gusta usar palabrotas–). Uno se desmoralizaría, como
tantos, si no fuera que la cosa es sencilla: siempre hay
oportunistas y corruptos y siempre hay y habrá gente sincera y
honesta, que de verdad quiere ayudar al más necesitado de la
mejor manera que pueda. Si no podemos de un modo, pues
de otro; pero es un deber social y un mandamiento cristiano el
ayudar al más pobre. Yo creo que es un pecado enorme poder
ayudar y no hacerlo...
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 73

¡Y quién lo creyera¡: Alba sobrelleva muy bien su


dicotomía explotador-explotado. Los gerentes de su empresas
tienen instrucciones de dar buenos sueldos y mejores tratos. Y
se ha ganado con justicia la fama de ser el mejor empleador
del país. Claro –como ella dice–, esto es mas fácil en
empresas ya desarrolladas, como las dejó su papá; pero en la
pequeña empresa, si no se puede con los sueldos, no hay
excusa para que no haya buen trato.

Me impresionaste, Coque, no te creía capaz de despegarte


del pisto y salirte de la casa y del mando de papá. Hasta pensé
que ibas a trabajar. Pero ya me enteré de que te le fuiste a
arrimar a un camarada y que te consiguieron una beca –y es
que siempre has sido especialista en conseguir pisto “al
suave”–, y además, bien sé que a la Federación de Estudiantes
Universitarios entran fondos y sólo ustedes saben cómo los
manejan. Pero, oíme, hermano, te estás dando mucho “color" y
por nada. Porque hay muchos compañeros serios y honestos,
que creen sinceramente en que así mejorarán el mundo... pero
vos, Coquique, andás jodiendo el bote y vengándote del viejo...
Por favor, escuchame: estás corriendo el riesgo de que te
secuestren los escuadrones de la muerte, como a otros muchos
estudiantes, profesores, obreros y campesinos...”

¡Vieras cómo torturaron esos desgraciados a Coquique: le


quebraron los dientes a culatazos, le arrancaron las uñas, le
quemaron el cuerpo, los testículos y las tetillas con picanas
74 WALDINA MEJÍA

eléctricas, lo molieron a patadas y le provocaron muchas


hemorragias internas. Y sólo lo tuvieron dos días. Cuando lo
reaparecieron, estuvo interno más de un mes en el hospital más
caro, con una semana en cuidados intensivos. Luego nos contó
Coque que eran como diez los que estaban mal matando en esa
cárcel clandestina! Del hospital, Coquique pasó directo a
Alemania y al fin se quedó viviendo en Francia. Tuvo suerte,
porque sin la amistad de don Pedro con el mero Jefe de las
Fuerzas Armadas, sus restos estarían en algún cementerio
clandestino.

Francisco Enrique soltó a las primeras lo poco que sabía,


pero le metieron una torturada salvaje pensando que sabía más.
Lo tiraron ya medio muerto en donde don Pedro, bien
informado por el General, lo fue a recoger, ya con ambulancia y
todo. Con eso a Quico Quique se le fue el alma, los ideales y las
consignas, a donde normalmente se va el alma en estos casos.
Cuando le dieron de alta, don Pedro lo mandó con todos sus
huesos buenos para nada, pero simpáticos y enteritos, a Europa,
pues los gringos no lo aceptaron por ñángara. Y allá Quico
Quique consiguió el estatus de refugiado político. Y se la pasa
súper bien con lo que le tocó de la herencia, sin trabajar, como
el “blanquito del batey”...

Mi querida Alba:
No te había escrito porque he estado muy ocupado, pero,
por primera vez, no en trabajo. Toda la vida has sido mi amiga
íntima, la hermana de mi corazón, y por eso sos la primera en
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 75

saberlo: ¡¿Podés imaginarte?! ¡Estoy enamorado! ¡Jamás me


había sentido así! Vos nunca te has enamorado ¿verdad? Es
cierto todo lo que cuentan: anda uno como en una nube
pensando todo el día en esa persona y sintiéndose tan bien; si te
corresponden, eso sí...
Se llama Anais y trabaja de secretaria en la oficina del
proyecto. Ella tomó la iniciativa, pues, como sabés, no soy
muy hábil para eso y allá, no sé por qué, las mujeres no se me
acercaban. Anais es linda por dentro y por fuera. ¡Oh, Alba, si
las cosas siguen así, habrá casorio! Te envío una foto de los
dos, ella quiere conocerte en persona, pues ya te conoce de tanto
que le he platicado de vos... Pero no podremos ir allá. Tal vez
vos te podés venir... Sos la única de mi familia que de veras me
importa que esté en mi boda...

La única dificultad de la doctora era que su indudable papá


tenía una muy típica morfología corpórea, no tan extraña, que
yo llamo triángulo inverso: carianchos, chatos, cuello corto y
grueso con papada frecuente; brazos gruesos y largos, espalda y
tórax ancho y con tendencia a engordar; cadera estrecha, nalgas
planas, piernas delgadas; muchas veces de pelo claro y espeso
y piel blanca payula con tonos anaranjados y con pecas color
naranja tostada. Y con el agravante de ser mujer, Albita tenía,
según el tipo, enormes pechos, que acentuaban aún más la
estrecha cadera con nalgas de sapo. (Y no me vayan a
tergiversar entendiendo que digo que es un agravante ser mujer;
lean bien: digo que el tipo corporal de triángulo invertido se
intensifica en el cuerpo femenino.) Así que la doctora Albita
76 WALDINA MEJÍA

era la feliz poseedora de ese glorioso cuerpo en nuestra estúpida


cultura racista y consumista, que exige que la mujer por fuerza
sea “bella” y al estilo impuesto por el negocio de la moda. ¿No
me creen? Es que ustedes no la conocieron antes, pero nosotras
fuimos compañeras de estudio como ahora lo somos de trabajo.
La pobre tenía que encontrar uno de esos escasos hombres que
valoran el espíritu sobre la carne, o que no se dejan de las
imposiciones culturales del consumismo...

¿Y Miguel y yo? Pues seguimos estudiando mucho y, sin


usar los contactos de nuestros padres, ambos conseguimos
becas para buenas universidades en Europa. Miguel, que a la
par de ingeniería eléctrica, estudió física, sacó un doctorado y
un post doctorado y curso tras curso, y consiguió finalmente un
puesto en ese instituto científico tan importante. Yo, pues ya
sabés: tuve que volver a administrar los negocios familiares,
porque mi padre enfermó y con mi Doctorado en Literatura
entré a trabajar en la U. Casi me quedo solterona porque mi
queridísimo Miguel se me casó allá, no con una de sus
compañeras científicas, sino que con la secretaria piernuda.
Hasta allí creía conocerlo bien y me anonadé muchísimo con
esto. Sólo volvió al país cuando mataron a don Pedro y ya casi
no tenemos relación y nos escribimos poco, pero siempre nos
queremos y recordamos...

Pero, confieso, lo mío es envidia: ¿por qué no nos


hallamos nosotras uno así?, ¿por qué Miguel se fue a quedar
con la piernuda?, ¿por qué no conmigo o con la doctora, que
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 77

lo queremos desde chiquito? Y, la verdad, cuando Miguel se


casó, algo se quebró en el interior de Albita. Ella, que no
creía en eso, gastó muchísimo dinero en cirugías plásticas,
liposucciones, lipoimplantes, maquillajes, depilaciones y todo
artilugio inventado para forzar a la moda a tantos cuerpos
díscolos; y –pruebe lo que esto pruebe– el truco resultó, y
hasta pudo escoger lo menos peor de entre los candidatos. Sí,
se quedó sin el amor de su vida, pero me consta que es
bastante feliz.
Y es que terminó convenciéndose de que a los hombres –y
discúlpenme si ustedes son honrosas excepciones– por muy
intelectuales que sean, los traiciona el macho que
fisiológicamente por fuerza son y –aparte de los que andan
buscando un sustituto de la mamá–, prefieren, si pueden
escoger, una buena pantorrilla que un buen cerebro, unos lindos
senos a un hermoso espíritu, una silueta de modelo a una
persona humana, una piel fresca que los muchos años
acumulados cuidándolos a ellos y los hijos y siendo la piedra
angular del hogar. Y eso sin incluir otras consideraciones
materiales y espirituales... En el fondo o en la orilla, prefieren
una mujer que no sea igual o superior intelectualmente, aunque
supongo –espero– que si encuentran la belleza exterior e
interior juntas, no la despreciarán, como tampoco lo hice yo.
Porque ya ven, eso es tan escaso tanto en hombres como en
mujeres...
78 WALDINA MEJÍA

BISNES AR BISNES

Yo pensaba que estaba bien que anduvieran perdiendo


comunistas en carros sin placas y con hombres fuertemente
armados, porque de los ñángaras había que cuidarse y
controlarlos a como diera lugar. Por eso, cuando, al volver a
mi casa de noche, me interceptaron con una camioneta sin
placas y vidrios polarizados y me sacaron de mi auto a
culatazos y patadas sin dejarme decir nada, pensé que me
habían confundido con alguien y rogué poder hablar con algún
jefe cuando me quisieran “interrogar”. No, si fue algo
espantoso. Les decía suplicando que yo no era el que
buscaban, mientras iba en el piso de la camioneta aguantando
patadas, culatazos e insultos, ya atado de pies y manos atrás y
encapuchado; ya me parecía que me llevaban directito a
matarme y perderme en alguno de los cementerios clandestinos
de los que se rumoraba. “Hoy sí te jodieron” —me decía—,
mientras rezaba las oraciones que recordaba, rogándole a Dios
con toda mi alma y prometiéndole cambiar si me sacaba de ésa.
Cuando sentí que salíamos de la ciudad, allí sí que me aflojé
todito y rogué que por lo menos encontraran mi cuerpo para
que mi esposa y mis hijos pudieran cobrar el seguro.
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 79

Pararon la camioneta y siempre a golpes me sacaron del


auto y me metieron en algún lugar de piso de madera. Me
empujaron algunos pasos y aventaron a un hoyo de tierra
recién removida, “¡Ay, mamita —me dije—, una fosa!” y
traté de hacer la señal de la cruz con mis manos atadas,
esperando una descarga sobre mí. Pero no, me insultaron más
y se rieron, y me dijeron que ahorita iban por mi esposa y mis
hijos, que además estaban bien buenos. “¡Por Dios bendito, por
Dios bendito! —les suplicaba llorando—, a mis hijos y mi
esposa no!, ¡hagan conmigo lo que quieran, pero dejen a mi
familia!”, les gritaba y suplicaba, hasta que bajó alguno y me
metió tal patada en el estómago que me dejó sin respirar y me
desmayé. Me desperté al golpe de hielo de un baldazo de agua,
y de otro y de otros más, hasta que quedé empapado y helado,
retorciéndome entre el lodo, ya sin poder gritar siquiera. Debía
ser de madrugada por el frío tremendo y porque después
comenzaron a cantar los pajaritos, tan felices y tan ajenos a lo
que me estaban haciendo.
Me volví a desmayar de puro frío. Creo que pasé así todo el
día, sin beber ni comer nada, aterido y molido por los golpes de
la noche anterior. Cuando desperté, me costaba respirar por mi
boca y garganta resecas, me ardían de sed, clamé por agua entre
el lodo espeso en el que estaba, pero casi no me salía voz, los
que me vigilaban me oyeron y se rieron.
Sería casi noche cuando alguno bajó y me pateó
nuevamente, más suave, creo, pero más doloroso por los golpes
pasados. Entonces me sentó bruscamente y me quitó la
capucha. Una luz intensísima, directa hacia mí, me obligó a
80 WALDINA MEJÍA

desviar los ojos; pero el que me sostenía agarró mi pelo y me


hizo levantar la cara. Fue cuando oí:
—¡Bueno, hijueputa, te ,mandé advertencias y no hiciste
caso!, ¡ya sabés lo que te podemos hacer si no dejás de meterte
en negocios ajenos! Así que buscate otro rubro en que invertir,
pues ése en el que te estás metiendo es de mi propiedad
exclusiva. Negocios son negocios y yo cuido los míos. ¿Te
quedó claro? ¡La próxima vez no será para platicar!
No distinguía nada, apenas unos bultos que se movían entre
la luz, arriba, fuera del hoyo donde estaba. Me volvieron a
poner la capucha, me sacaron a rastras, otra vez me pusieron
en el piso del auto y me llevaron a una cuadra de mi casa.
Dando tumbos y caídas llegué hasta allí. Mi esposa no se había
preocupado mucho porque creía que yo andaba mujereando
otra vez y hasta había hablado ese mismo día con el abogado
para arreglar el divorcio. Mi auto apareció desarmado como
dos semanas después.
Para qué poner la denuncia? Ya sabíamos de dónde venía
el secuestro y sería inútil. Tal vez si pudiera probar, si pudiera
probar que fue don Pedro, el famoso y exitoso industrial —que
siempre está muy bien conectado con los militares y políticos
—, haría la denuncia ahora. Pero el hecho de que él haya
sacado dos grandes tiendas con mi línea de trabajo precisamente
una semana después de todo esto, no prueba nada; y eso que la
voz de don Pedro es igualita con la voz que oí. Si hasta creo
que algún cómplice de él compró todos los implementos de mi
negocio que yo mal vendí, para seguirme dedicando a la
compraventa de granos y productos agrícolas, como había
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 81

hecho toda la vida. Porque trabajando honestamente y


administrando muy bien, puede uno llegar a tener dinero; claro,
no tan rápido como don Pedro.
A mí me gustaría que aprobaran la “Ley contra el
Enriquecimiento Injustificado”, que le propusieron al Congreso
unos grupos sociales. Allí sí que don Pedro y un montón más la
verían seria. Pero los mismos diputados le hicieron las cruces a
la propuesta... con tanta cola larga que hay entre políticos,
militares y señorones, ¡qué la van a aprobar por su gusto!
Además, ni Probidad Administrativa ni la Fiscalía funcionan
como se debe, y eso sin la tal Ley...
En cuanto a mí, cumplí con la promesa que le hice a Dios
ese día que casi me matan, y ahora trato de ser buen padre y
buen esposo y hasta buen católico, y le doy precios un poco
mejores que los otros compradores a los campesinos, porque
ver la pelona tan de cerca lo hace a uno recapacitar. Por eso,
ahora sé bien que a nadie, absolutamente a nadie, por muy
ñángara que sea, se le debe hacer eso que me hicieron. No se
puede contar lo horroroso que es, y eso que a mí sólo me
tuvieron un día y no me sacaron las uñas ni me metieron
cortadas, ni toques eléctricos ni quemadas en las partes tiernas,
en los pezones, en los testículos... porque sabían que me iban a
reaparecer al día siguiente. ¿Y los que han tenido semanas y
meses?, ¿y los que terminaron matando a puras torturas? Yo
todavía me despierto con pesadillas horribles...
82 WALDINA MEJÍA

DOÑA ESPERANZA

No es que quiera yo llevar la contraria, pero les puedo


decir, yo que he trabajado años en casa de ricos, que sí tienen
sus problemas, que no es así de fácil ser rico. Aquí en
confianza, voy a soltar la lengua, porque no quiero que mis
hijos crean que lo único en la vida es llegar a tener pisto. Eso
que sale en las telenovelas de que las vidas de los ricos están
llenas de problemas, pues a saber si será cierto, pero yo les
puedo decir de la familia donde trabajo desde hace años, tiene
sus gustazos pero también sus cosas bien feas. Cuando mataron
a don Pedro padre, por ejemplo, como no se pensaba morir
todavía, no tenía bien arreglado lo de la herencia y hubieran
visto las peleas entre los hijos por la repartición; hasta el
perdido del niño Quique, que hacía tiempo ni escribía, vino a
meter la cuchara, a decir que vendieran las fábricas y le dieran
su parte, y don Pedrito se puso bien bravo y le dijo que era un
mantenido y cosas peores, que él pensaba que el dinero no había
que trabajarlo porque toda la vida sólo había estirado la mano
para sacarle al viejo, pero que ya no era así; y la niña Mery que
lloraba y lloraba, pero que estaba bien atenta a la repartición; y
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 83

Miguelito, que también vive en Uropa como Quique, les dijo


que disimularan por lo menos hasta que se enfriara el viejo en la
tumba...
Bueno, un ambiente bien feo... y también para
nosotros, los empleados de la casa, sin saber a quiénes nos iban
a echar a la calle. Y ya ven que el primero que corrieron fue el
guardaespaldas de don Pedro, que llevaba añales trabajando con
él; pero don Pedrito no le tenía tanta confianza porque andaban
diciendo que también era culpa del chofer la muerte de don
Pedro, porque estaba enredado con un pisto que faltaba y que
fue él quien le echó la culpa al hijo del que mató a don Pedro...
bueno... un relajo que no sé muy bien, lo importante es que a
mí me dejó trabajando don Pedrito, quien al fin se quedó
manejando las empresas con el compromisos de darles sus
pistos mensuales a los demás hermanos, y no creás que todos
quedaron contentos; el que sí no dijo nada fue don Miguelito,
que al fin tiene su propio trabajo bien pagado en Uropa y como
que nada le falta.
Por eso es que digo que no quiero ser rica porque no
quiero que mis hijos se vayan a pelear por la herencia antes de
que me haya enfriado; porque es feo eso de que lo quieran a
uno sólo por el dinero... y luego eso de que los hijos salen
malcriados y ladrones y hasta asesinos... ya ven lo de Maiquito.
No, no, mejor seguir tranquilamente así como ahora vivo, como
dijo don Miguelito. Aunque es cierto que casi todos los ricos
que conozco de la vida real viven tan bien y tan felices con sus
carrazos, hijos, mujeres y negocios y no tienen problemas con la
ley aunque roben y abusen, pues para pagar abogados o apurar
84 WALDINA MEJÍA

los trámites a su favor les sobra el pisto; aunque, miren qué


mala suerte, don Pedrito y la niña Mery y ninguno de los
amigos pudo hacer algo por Maiquito cuando hizo aquello de
matar una muchacha por robarle el carro, como si tuviera
necesidad. ¿Se acuerdan? Y es que ese muchacho llevaba mal
camino desde chiquito, pero la niña Mery le consentía y
justificaba todo con el conque de que pobrecito, que era
huerfanito de madre y que el tata ni caso le hacía; y con la
influencia del General, su padrino, que desde cipote le enseñó a
usar todo tipo de armas...
Y fíjense que si un rico hace tal o cual picardilla, allí
lueguito están lo periodistas y la gente curiosa hurgándole a uno
la vida —vea usté la diferiencia, pues a uno de pobre si acaso
le sacan una notita— y luego hay que convencer y pagar a los
periodistas para que los dejen arreglar sus cosas sin bulla.
Vieran cuánto costó que se callaran con lo de Maiquito. Y lo
mismo, los pobres tienen que andar cuidándose la facha y la
moda, tienen que estar vistiéndose siempre con ropa tan cara y
estrenando a cada rato, y tienen que estar saliendo del país a
hacerse los exámenes médicos, a comprar y a pasear, porque si
no, los miran mal en la jai lai. Puras tonteras, digo yo, pero
creen en eso como padrenuestro. Y luego que los hijos se van a
una universidad de afuera y estarles mandando los miles de
dólares que los señoritos necesitan para vivir como
acostumbran, pues ya sabe cómo es de caro todo por allá y
cómo gastan ellos. Y todo eso no sale gratis pues hay que estar
cuidando que en las fábricas o los negocios no se pongan a
robarle a uno esos empleados malagradecidos que ni siquiera
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 85

reconocen que les han quitado el hambre, como ellos dicen. Y


si no es el patrón, es uno de los hermanos o de los sobrinos o de
los tíos que andan metidos en política y hay que apoyarlo y con
plata, para que cuide los negocios de todos, pues en estos
tiempos en que todavía existen sindicatos tienen que tener
alguien que esté cuidando de que las leyes y la justicia se hagan
como les conviene a ellos; por ejemplo, pasan en la casa
renegando que no se suba más el salario mínimo pues a esos
pobres malagradecidos les parece que sólo ellos sufren la
inflación y que no han aumentado los pasajes de avión y la ropa
importada, los colegios en inglés, los güisquis y licores finos y
montón de cosas más que ellos compran para ser bien vistos en
sociedad. ¡Así es la gente —dicen— sólo ve sus propias cosas
y no se pone a pensar en los problemas de los demás...!
Yo por eso, mejor no quiero ser rica. Yo y mis hijos
estamos trabajando con don Pedro y la verdad es que a nosotros
nos paga mejor porque somos de confianza, y añales hace que
trabajo con ellos de cocinera y mesera y de adentro, hasta de
madrugada cuando tiene fiestas en la casa o en el chalet de la
playa. Con eso vivimos humildes pero tranquilos, y mis nietos
están estudiando y a lo mejor salen buenos, así como salió
Miguelito, y consiguen un trabajo en que les paguen bien por
ellos mismos y no por ser hijo de sutano o mengano, y no vayan
a estar de mantenidos como Quique.
Pero es cierto que don Pedro se porta muy bien conmigo
y hasta a veces me da dinero de más y creo que si sigo
trabajando así, saldré de esa casa ya viejita, y espero que me dé
una pensión por mientras me muero...
86 WALDINA MEJÍA

Regionalismos y giros coloquiales

Añales: muchos años.


Apenitas: apenas
Bolos: borrachos.
Bulla: ruido fuerte y continuo.
Chamba: empleo, trabajo.
Chupacirios: persona en extremo religiosa o fanática.
Cipotes: niños o jóvenes.
Cubot: contracción de las palabras “culo de botella” que se
usan refiriéndose a anteojos muy gruesos (neologismo popular).
De plano: obviamente, con seguridad.
Diferiencia: diferencia.
Dineral: mucho dinero
Dineral: mucho dinero.
Estanco: expendio de aguardiente.
Estar ido: estar concentrado en algo sobre todo cuando se
requiere la atención en otra cosa.
Ficha, la: “me tapo la ficha”, la cara.
Golillear: ¨...le golilleo...¨
Gordulento, gordulencia: neologismo, composición de gordo y
lento.
Grandes Pailas: personas muy influyentes o conocidas por su
poder político y/o económico.
Humaral: mucho humo
Jalar: Halar “para jalarle la lengua....”: para que dé
información.
Joder el bote: molestar; pasar el rato.
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 87

Juquita. Juca: “con esta juquita tan sabrosa...” cerveza.


Lloverle a uno: Le llovían los pretendientes: Tener muchos,
ser muy frecuentes o numerosos.
Mecate: soga o cabuya.
Metiche: entrometido.
Ñángaras: comunistas (peyorativo)
Octubres, octubrinos: octavos de aguardiente o guaro.
Oría: orilla
Palanqueados, “con palanca”: con amigos o conocidos en
posiciones de poder.
Pan sin sal: referido a una persona, alguien muy simple y sin
gracia.
Payula: extremadamente pálida o blancuzca.
Pelarse. “me las pelo”: irse o huir rápidamente.
Pelona, la: “ver la pelona de cerca”: la muerte, estar cerca de la
muerte.
Picardilla: picardía.
Pisto: dinero.
Robancina: robo continuado y/o cuantioso.
Rocola: tocadiscos automático que funciona con monedas en el
que los clientes seleccionan las canciones.
Ruca: madre.
Sacaleche: el o la hija menor.
Soplar, “soplo como nunca”: correr muy rápido.
Tostón: moneda de cincuenta centavos.
Trompa socada: boca bien cerrada.
Turulato: atontado, mareado, obnubilado. Posiblemente del
latín: “taurus latus”, refiriéndose, en tauromaquia, al
88 WALDINA MEJÍA

momento después de clavarle la espada al toro y


antes de que éste caiga.
Usté: usted.
Volar la gallina: matar
Zopes, zopilotes: especie de buitre.
LA TÍA SOFI Y LOS OTROS CUENTOS 89

ÍNDICE

PRESENTACIÓN

MAIQUITO, ALIAS MIGUEL…………………


LA TÍA SOFI….
DON PEDRO….
HELIODORA…
DORA CORAZÓN…
PISTO ES PISTO..
LA TÍA MERY..
EL COMPADRE CHICO..
LOS DESCONOCIDOS..
HOJA DE SERVICIO..
EL RATA..
TRES EN UNO…
LA PISTECHA…
BISNES AR BISNES..
DOÑA ESPERANZA..

También podría gustarte