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NEUROSIS OBSESIVA

HOSPITAL DURAND
GABRIELA ZADRA
18/8/2015

En la tercera clase del 26/11/58, del Seminario El deseo y su


interpretación, Lacan nos recomendó lo que "debemos tener en cuenta
cuando nos ocupamos de escuchar los discursos, las confidencias, la
asociación libre de un sujeto bajo la experiencia de un análisis”...aquel
que él llama "semi-muerto", “un sujeto que, con todas las apariencias
de un comportamiento socialmente satisfactorio parece desear desde el
punto de vista del interés, pero es alguien que está muerto, muerto y
momificado...Y puede introducir en nosotros una reacción mucho más
importante a medir, mucho más presente, que esa suerte de precaución
que nos hace tomar para no hacer destacar al semi-muerto que allí
donde está, donde está a punto de hablarnos, está a medias presa de la
muerte. Y eso porque en nosotros tal audacia de intervención no dejaría
de comportar algún contragolpe; que es precisamente contra lo que nos
defendemos más, que es lo que hay de más ficticio en nosotros, de más
repetitivo, a saber, la semi-muerte”
El deseo, se sabe, es distinto del interés. Pero qué quiere decir
"parecen desear"? Parecen desear y no desean? Se puede, acaso, no
desear? La función de la negación nos permite afirmar que desear y no
desear son una y la misma cosa. Hay solidaridad entre el deseo y el
concepto de inconsciente -estructurado como un lenguaje-.

Constitución del síntoma


Vamos a comentar las últimas clases (XX a XXIII) del Seminario
La Angustia:
Luego de hablar de la angustia en relación a la culpabilidad –la
culpa como una forma de resolución de la angustia: primero angustia
por encuentro con el deseo del Otro, inscripción de ese deseo como
Superyó, formación del mandamiento, y de ahí culpa, castigo,
autopunición, etc.-.
Y de introducir el sacrificio, como forma de atrapar, de introducir al Otro
en la red del deseo: le ofrezco un sacrificio porque el Otro (dios, etc.) lo
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desea, así obturo su deseo con una parte mutilada de mí: a. Volveremos
sobre esto.
“…un dato de nuestra experiencia que aparece desde las primeras
observaciones de Freud y que constituye quizás el paso más esencial en
lo que avanza en la neurosis obsesiva: que Freud, bueno, todos los días
lo reconocemos, podemos reconocer este hecho que la marcha”, el
camino “analítico no parte del enunciado del síntoma, tal como vengo de
describirlo, es decir, según su forma clásica, la que estaba ya definida
desde siempre, -la compulsión con la lucha ansiosa que la acompaña-,
sino”, parte “del reconocimiento de esto: que eso funciona así”, es decir,
reconocer que funciona, que funciona como defensa contra la angustia,
quiero partir de eso.
Este reconocimiento no es un efecto separado del funcionamiento
de ese síntoma. El síntoma no se constituye sino cuando el sujeto se da
cuenta de eso”, es decir, nosotros partimos del reconocimiento de la
ligazón del síntoma con la cuestión de la angustia, otra cosa es que es
como síntoma -síntoma solamente está constituido cuando el sujeto se
da cuenta, de que ya es mucho-; “porque sabemos por experiencia que
hay formas de comportamiento obsesivo donde el sujeto ni se dio
cuenta de sus obsesiones, sino que ni las constituyó como tales”, es
decir, no cree que sean obsesiones. “Y el primer paso, en ese caso, del
análisis -hay pasajes célebres de Freud- es que el síntoma se constituya
en su forma clásica. Sin eso, no hay medio de salir, y no simplemente
porque no hay medio de hablar sobre eso”, no va a hablar sobre eso si
no lo considera importante; “sino porque no hay medio de atraparlo por
las orejas. ¿Qué es lo que…, cuál es la oreja en cuestión? Es algo que
podemos llamar lo no asimilado por el sujeto del síntoma”, ven que aquí
dice asimilado, no incorporado, sino no asimilado por el sujeto del
síntoma, es decir, que el sujeto lo reconozca como síntoma, reconozca
que le molestan las obsesiones, si no, no es síntoma.

“Para que el síntoma salga del estado de enigma que no sería


todavía formulado”, es decir, no todavía síntoma, no todavía asumido
por el sujeto como síntoma; “el paso no es que él se lo formule, es que
en el sujeto algo se esboza cuyo carácter es que le es sugerido que hay
una causa para eso”, digamos, no es que uno lo nombre como síntoma,
formule, piense, enuncie: ‘esto ya es un síntoma’, sino que algo le
sugiere que esto tendría que tener alguna causa, uno siempre se

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pregunta por qué, por qué lo hace. “Esa es la dimensión original”,
aquella por la cual Lacan entonces puso a minúscula como causa, no
que la causa es que mi papá, mi mamá, mis abuelos, pone como causa
a minúscula, o cómo…, como el culpable, la culpa la tiene…el a
minúscula.
Todas esas construcciones que hacemos siempre, esas
construcciones son novela, otra cosa es la causa: a minúscula, lo único
que hay como causa. Es eso mismo lo que uno llena con novela familiar.
Después Lacan lo llamó “mito individual”, texto desestimado por él
mismo.

Esta dimensión -hay una causa para eso-, esta ruptura y esta
complementación necesaria para que el síntoma nos sea abordable”, es
decir, para abordar el síntoma en la experiencia analítica. “Lo que
entiendo mostrar es que ese signo no constituye un paso en lo que
podría llamar la inteligencia de la situación, sino que es algo más”, no es
simplemente entender, es algo más; “hay una razón para que ese
paso”, este paso que tiene que ver con que el síntoma puede ser
abordable porque la causa es a minúscula; entonces hay una razón para
que ese paso “sea esencial en la cura del obsesivo”, y en la cura de la
neurosis en general, por supuesto.
Esto implica una ruptura, porque pongo la causa en a minúscula,
(en algo inespecularizable), no en la novela, entonces hay…, tiene que
haber desconcierto, es decir, tiene que haber enigma en el síntoma.

‘Esta ruptura y este complemento necesario’, es decir, ruptura


entre sujeto y algo del orden de su conducta, enigma, puesto en el
síntoma, complemento es el que pone Lacan, a minúscula como causa,
‘para que el síntoma sea abordable en la experiencia analítica. Lo que
entiendo mostrar es que ese signo no constituye un paso en la
inteligencia de la situación, es algo más, hay una razón’, que tendrá que
explicar Lacan, por la cual dice que es ‘esencial en la cura’.

“Ven entonces el interés de marcar, de volver verosímil que esta


dimensión de la causa indica”, y sólo indica, “la presentificación, en los
datos del punto de partida del análisis del obsesivo”, sólo indica,
digamos, si empiezo con la cuestión de la causa eso me indica alrededor
de lo cual el análisis debe girar.

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Lo cual quiere decir que introducir la pregunta por la causa de
entrada implica la cuestión del a y del fantasma. O sea que no es que
empiezo por el síntoma y termino por el fantasma, sino que esto está de
entrada, al interrogarme sobre la causa.

Fantasma

En el seminario El deseo y su interpretación, distingue el


imaginario especular del imaginario del fantasma, cuyo objeto a, no es
especularizable.
Relación entre el a minúscula en el fantasma, y el a minúscula en
la relación especular, y si hay relación especular imaginaria, es porque
la mirada como objeto a es elidida, pero es en esta función, es siendo
elidida, habiendo sido elidida, que sostiene lo imaginario, sin ese a
minúscula no habría constitución de lo imaginario especular, ni, por
supuesto del fantasma.
Lacan hace una especie de metáfora de la causa primordial con el
a minúscula como anterior, y si hay pregunta o pensamiento acerca de
la causa es por a minúscula. “Al a minúscula lo hemos definido como el
resto de la constitución del sujeto en el lugar del A mayúscula en tanto
tiene que constituirse el sujeto parlante, el sujeto barrado, sujeto
dividido”, no hay sujeto dividido si no hubo a minúscula anterior.

“Si el síntoma es lo que decimos, es decir, todo entero implicable


en ese proceso de la constitución del sujeto en tanto tiene que hacerse
en el lugar del A mayúscula”, es decir, no estoy hablando solamente de
la neurosis, estoy diciendo el síntoma, cualquiera que sea, depende,
está implicado en que el sujeto se constituye así; “la implicación de la
causa en el advenimiento sintomático, tal como lo definí antes, forma
parte legítima de este acontecimiento”, llama acontecimiento a la
constitución del sujeto, forma parte de la constitución del sujeto en el
campo del Otro.
No es que primero el sujeto tiene que constituirse, después hablar,
después pasar al imaginario, y después tener síntoma; el síntoma ya
implica esta constitución del sujeto. “Esto quiere decir que la causa
implicada en la cuestión del síntoma es literalmente una cuestión, pero

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de la que el síntoma no es el efecto, sino el resultado”, va a diferenciar
efecto de resultado. “El efecto es el deseo”, el resultado es el síntoma.
El a es la causa.

Un fantasma que, para Lacan, caracteriza al obsesivo, que es esto


que llama: “El fantasma ubicuista”, de poder estar en varios lugares a la
vez; “el fantasma que es también el soporte sobre el cual van y vienen
la multiplicidad -que siempre se empuja cada vez más lejos-, de sus
deseos”, viene el fantasma de omnipotencia, cubre la angustia, entonces
a expensas de eso hay un fantasma ubicuista que desarrolla una
multiplicidad en el campo de los deseos, multiplicidad que, por
supuesto, es el origen de la noción de conflicto en Freud, de conflicto
entre deseos, en Freud tiene que ver con la constitución del síntoma; es
allí donde busca y encuentra”, en el fantasma de ubicuidad; “lo que le
es necesario para constituirse como deseo”, entonces va a hablar de
potencia para pasar a decir: espejismo de omnipotencia, que eso me
funciona en la formación del circuito narcisista, de Introducción al
narcisismo: Yo - Yo ideal - Ideal del Yo, y a su vez origina ese fantasma
de ubicuidad que le es imprescindible para constituirse, al sujeto, como
deseo.
El testimonio de un obsesivo con respecto a eso, si no es
extirpado de su estructura obsesiva, queden bien persuadidos que si es
en tanto que obsesivo”, es decir, si es en tanto que neurótico ¿no?, “él
cree siempre en Dios”, porque si no se angustia. Algún dios, algún Otro
no barrado, tiene que haber; “quiero decir que cree en dios del que todo
el mundo entre nosotros, en nuestra área cultural, quiero decir en el
dios en que todo el mundo cree sin creer, ese ojo universal” ¿no?, el
dios en el que creemos es ese ojo universal, sin el cual no habría
fantasma, sin el cual no habría constitución de fantasma; “planteado
sobre todas nuestras acciones”, no actuamos si no es en tanto damos
por supuesto que somos vistos, si no para qué voy a ser moral, no tiene
ningún sentido, digamos: no hay acción humana que no implica esta
creencia en que hay algo que me ve.
Esta dimensión es tan firme en su cuadro”, por eso insistía antes:
bueno, no hay fantasma sin esto, se acuerdan el cuadro; en su cuadro,
“como la ventana del fantasma de la que hablaba el otro día”, es decir,
esta idea de ser visto es lo que arma el cuadro, el fantasma. “Es
también por su necesidad, incluso para los más grandes creyentes de

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que no creen para nada”, es muy necesario, incluso para los que
creemos que no creemos.

“Esa es la dimensión verdadera del ateísmo: aquél que hubiera


logrado eliminar el fantasma de omnipotencia”, este fantasma de un ojo
que ve todo sería un verdadero ateísmo.

La creencia que puede estar en el Yo, en el Yo ideal, o que puede


efectivamente lograr en el Ideal del Yo, cumplir con el ideal: puede estar
en todas partes, puede estar en muchas partes al mismo tiempo, puede
hacer muchas cosas al mismo tiempo en un ideal muy grande de poder
estar haciendo muchas cosas al mismo tiempo.

“El ateo en tanto combatiente, en tanto revolucionario, no es


aquél que niega a Dios en su función de omnipotencia, es aquél que se
afirma como no sirviendo a ningún dios”.

No habría motivo para el deseo si no hubiera fantasma de


omnipotencia en términos de un ojo que todo lo ve. Pensemos tan solo
en la posibilidad de no ser mirados nunca.

Demanda anal y deseo anal

Fálica
Anal escópica

Oral Super Yo

Las cinco etapas, si puedo expresarme así, de la constitución de a


minúscula.
“En la segunda etapa, objeto anal, la demanda”, porque va a
poner: oral = demanda al Otro; en el objeto anal = demanda “del Otro,
la demanda educativa… en tanto se relaciona con el objeto anal”, es
decir la educación de los esfínteres, etc.; ahí pone demanda del Otro.
“No hay medio de entender la verdadera función del objeto anal si no lo
ven como siendo el resto, pero en la demanda del Otro”, no el resto
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como cosa fea, no la toques, caca, y todo eso, sino en la demanda del
Otro, es una estructura, no es lo mismo; “que llamo aquí ‘demanda en
el Otro’”, (después siempre va a decir: demanda del Otro).
Para lo anal, hay disyunción entre el sujeto y el a (como en la oral
en relación a la dependencia del Otro), pero en relación a una demanda
del Otro, es decir, una demanda educativa; para la fálica -menos phi-
pone falta para el goce en el A mayúscula.
“En la etapa escópica, que es lo propio”, subraya, “del fantasma,
aquello con lo que tenemos que ver en el nivel del A mayúscula”, está
todo el tiempo el A mayúscula como campo donde está el sujeto
dividido, por eso empezó por ahí, entonces es en ese campo de A
mayúscula que se produce disyunción sujeto dividido con a minúscula…,
por eso pone demanda en el Otro en vez de demanda del Otro,
subrayando que todo esto lo pone en el campo del A mayúscula porque
es en el A mayúscula que aparece el a minúscula, y está hablando de
etapas de constitución del a minúscula. (Para la voz: deseo del Otro)
La etapa escópica es la del fantasma, entonces otra vez: “en A
mayúscula se trata de la potencia en el A mayúscula”, ¿a qué llama
potencia?: “esta potencia en A mayúscula que es el espejismo del deseo
humano, que condenamos, en lo que es para él la forma dominante
mayor de cualquier posesión, la posesión contemplativa, al desconocer
aquello de lo que se trata, es decir, un espejismo de potencia”.
Para hablar, como lo hace Freud, de impotencia, tiene que haber
habido espejismo de potencia, porque si no por qué va a haber
impotencia o por qué se va a llamar a eso impotencia.

“Un obsesivo constituido con deseos sobre el único modo que


puede llegar a constituirlos es en el registro de la potencia: de los
deseos imposibles, en ese sentido que, cualquier cosa que haga para
realizarlos, no lo consigue”, entonces, pone potencia como eje.

Recién cuando se conjugan no poder con no saber, el sujeto se


pregunta por la causa, y ese saber se lo supone a Otro.

El fantasma de omnipotencia, el fantasma de potencia, es uno de


los fantasmas más difíciles de hacer caer, lo mismo que el de
reconocimiento, de querer reconocimiento del Otro, y todo eso lo pone a
cuenta, Lacan, de la mirada como objeto a, pero que en tanto elidida
sostiene la constitución de lo imaginario, y lo imaginario es esencial para

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el campo de la neurosis. Siempre vamos a imaginar un Otro que puede
más, que él sí se anima y yo no, siempre.

“Observen a un obsesivo en su comportamiento biográfico, lo que


llamé hace un momento sus tentativas de pasaje al sitio del deseo. Sus
tentativas, por más que sean audaces, están siempre marcadas por una
condena original para poder reunirse con su objetivo, con su fin”, y es
esto, otra vez insisto, para cualquier neurótico. “Por refinadas,
complicadas, lujuriantes e incluso perversas que sean sus tentativas de
pasaje, siempre le hace falta hacerse autorizar”, es decir, si le dan
permiso va; “es necesario que A mayúscula se lo demande”.

Si el deseo del Otro es incognoscible porque es inconsciente, por


supuesto que voy a poner la demanda en el lugar del deseo. En
Subversión del sujeto, lo dice así. Es un hecho de estructura. Lo que nos
obliga a estar atentos a la cuestión.

“Ese es el resorte de lo que se produce en un cierto giro de


cualquier análisis de obsesivo”, por eso hay que tener mucho cuidado
con cualquier intervención que implique algo del orden del dar permiso,
por ejemplo, con el: “-¿Y por qué no?”

“La evitación del obsesivo es lo que cubre el deseo en el Otro por


la demanda en el Otro”, -y acá pareciera poner la cuestión fóbica del
lado obsesivo-, el evitamiento es cubrir el deseo por la demanda; “es en
esta medida que a minúscula, el objeto como causa, viene a situarse allí
donde la demanda domina, es decir, en el estadio anal”, es decir, lo que
dice Freud: represión - regresión, no es que el neurótico se quedó en la
fase anal, sino que pasó a la fálica; y represión implica regresión,
entonces, si represión implica regresión cualquier neurótico, la histérica
también, o sea que siempre algún síntoma obsesivo va a aparecer.

Regresión a la anal, entonces regresión a la etapa donde lo que


domina es la demanda del Otro, por eso a minúscula viene allí donde la
demanda domina, es decir, en el estadio anal, es decir, por eso Freud
también puso las equivalencias simbólicas partiendo del excremento,
caca, regalo, dinero, niño, pene, es decir, también lo puso para la
histérica, niño equivalente a pene es…“no simplemente el excremento
puro y simplemente, sino el excremento en tanto demandado”. Algo en
tanto demandado, es en tanto demandado que es el lugar del comercio

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–la ley de la oferta y la demanda-; como lo llama Lacan: de la
transmutación simbólica. La función que cumple la educación higiénica
en el sostenimiento del capitalismo, como dice Sara Glasman en
Conjetural 62.

Incluso Lacan habla de la guerra como modo de reducir a “masas


humanas enteras a la función de excremento”.

Lo que el Otro demanda, cualquier cosa que demande, se


transforma en excremento. El sujeto sólo puede satisfacer la demanda
del Otro rebajándolo, haciendo de este Otro, objeto de su deseo. La
degradación de la vida amorosa.

Mientras que en la etapa oral hay una relación de la demanda con


el deseo velado del Otro, en la anal se trata de la entrada en juego para
el deseo, de la demanda del Otro. La relación se invierte, pero se trata
siempre de la demanda en relación al deseo.

El objeto anal es demandado, a diferencia de la etapa fálica donde


la falta adquiere el modo de la pura negatividad: “no hay” es igual a
castración. El enlace de la función del resto con la de la falta permite
hablar del deseo anal.

Lo que el Otro demanda, cualquier cosa que demanda es caca.


“Para comprender la fuente de lo que se puede llamar la angustia anal”,
en vez de la angustia de castración; “en tanto que un análisis de
obsesivo es seguido hasta allí -lo que no sucede nunca-“, es decir,
seguirlo hasta verdaderamente el objeto demandado; “el verdadero
dominio, el carácter de núcleo irreductible y casi indominable de la
aparición de la angustia, en este punto que debe aparecer es en este
punto llevado a la mayor angustia que debe aparecer un término”, un
punto término; “es lo que sólo vamos a poder reparar la próxima vez, a
condición de articular todo lo que resulta de la relación con el objeto
anal como causa del deseo con la demanda que lo requiere, demanda
que no tiene nada que ver con el modo de deseo determinado por esta
causa”.
El deseo como lo que no se pide, implica, en el análisis, apuntar a
lo que no se pide.

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Una cosa es el objeto anal demandado y otra cosa es el objeto
anal como causa del deseo, van a ser cosas distintas; “que no tiene
nada que ver con ese modo de deseo que es, por esta causa,
determinante”, es decir, el objeto demandado no tiene nada que ver con
el modo de deseo que es determinante, si me quedo todo el tiempo en
el pedido de: -Demandame esto para que yo obedezca o me rebele.

Sobre el objeto demandado, nunca voy a abordar la cuestión del


deseo y voy a terminar simplemente angustiando y nada más o
interpretando todo en función de defensa contra la angustia, eso es lo
que está subrayando.

Qué modo de deseo es el deseo en términos anales que implica el


a minúscula como causa del deseo?, -no como objeto demandado-.
Entonces, una cosa es que aborde el objeto anal como objeto a
minúscula, causa del deseo, y otra cosa es abordarlo como modelo de lo
que el Otro demanda, que es lo más fácil ¿no?, por la demanda
educativa, el control de esfínteres, es lo más fácil verlo así.

“Se trata de ilustrar, de explicar la función de un cierto objeto que


es, si ustedes quieren, la mierda, para llamarlo por su nombre, en la
constitución del deseo anal. En lo cual subrayé que aquí se marca la
necesidad por la cual la causa puede subsistir en su función mental”,
para que esto suceda, para que subsista en su función mental; “necesita
siempre la existencia de una hiancia entre ella y su efecto, hiancia tan
necesaria que allí donde arriesga ser colmada, hace falta que hagamos
subsistir un velo sobre cualquier determinismo estrecho”, esto sucede
por tal cosa, velo, no, ahí hay que romper, que sucede en todos los
análisis.

No se puede confundir el deseo anal. “El excremento no juega el


rol de efecto de lo que situamos como deseo anal”, es decir, el
excremento puede aparecer como resultado de la demanda del Otro,
pero si es como deseo anal es la causa del deseo, y entonces un efecto
no efectuado.

Efectivamente, ¿cómo puede ser el objeto causa de un deseo?, y


sin embargo es más causa de un deseo que el falo o el pecho. Por
alguna razón las equivalencias, Freud las hace a partir del objeto anal.

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“El análisis del obsesivo ilustra para nosotros una vez más cómo
conviene concebir que subsistan diversos modos del objeto a
minúscula”, siempre la misma función y diversos modos.

“En las formas siempre más o menos paradójicas -y digo


paradójicas en su natural supuesto- de lo que se llama el deseo”. El
deseo introduce paradojas en el campo de la razón, no hay deseo
razonable.

“En la particularidad de los casos que hace que el excremento


pueda funcionar en ese punto determinado por la necesidad, que tiene
el sujeto, de constituirse primero en el significante”, que –lo dijo antes-,
funciona como objeto a, causa del deseo, y el objeto a depende de la
necesidad del sujeto para constituirse en el campo significante. Pero qué
tiene que ver el excremento con eso?

Por qué la función del excremento puede jugar ese rol privilegiado
en este modo de la constitución subjetiva en la que damos el término de
‘deseo anal’? Ejemplo de los chimpancé, los elefantes, que el
excremento que marca territorio. Pero la demanda anal es distinta que
el deseo anal.

Existe un deseo anal, por más que Lacan subrayó que el deseo
comienza con lo fálico, pero para Freud represión es igual a regresión de
lo fálico a lo anal, es decir que hay un deseo de lo fálico a lo anal.

“El excremento se caracteriza como algo que se tira”, como


basura. “Y es más bien en el sentido corriente, en el flujo de aquello con
respecto a lo cual el ser viviente tiende a desinteresarse”. Le decimos al
niño: “Eso es basura, no se toca, tiralo, qué asco”.

“Lo que le interesa es lo que entra”, es decir, lo oral, la cuestión


del alimento; “lo que sale parece implicar, en la estructura, que no haya
tendencia a retenerlo”, en la estructura, -obviamente- biológica.

Sin embargo en el seminario El deseo y su interpretación, usando


la metáfora del avaro y el cofre, habla del deseo de retener. Suspender
la satisfacción, guardando, conservando el objeto del deseo. Ello es lo
que introduce la retención anal. “Hace falta que el objeto subsista en
una cierta retención del objeto, haciendo intervenir la metáfora anal.
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Pero es en tanto que este objeto retenido no es en sí mismo el objeto
de ningún otro goce, que esta retención es útil como soporte del deseo”.
Marx y el valor de uso y de cambio. Metáfora del usufructo.

Esto implica como precondición para la subsistencia del deseo, que


haya cierta retención del objeto. Ejemplo del hipopótamo. El hombre, en
cambio, guarda el excremento como instrumento para otra cosa (no
para delimitar el territorio como el hipopótamo): la subsistencia del
deseo.

Cuando el sujeto está impedido de sostenerse en el deseo de


retener, es la compulsión. El síntoma de la compulsión, del que
hablamos en un comienzo es eso. Impedimento (nivel del impedimento
en el cuadro de la angustia) de sostenerse en el deseo de retener, de
retener el deseo.

“¿Por qué vía el excremento entra en la subjetivación?

Es claro, por lo menos en todas las referencias analíticas”, de Melanie


Klein, Abraham, etc., “que es por el intermediario de la demanda del
Otro, representada en esta ocasión por la madre”.

“Cuando hemos encontrado eso, estamos todos contentos”, dice


Lacan, y listo, nos deshacemos del problema; “-tenemos datos de
observaciones”.

“Esta parte deviene valorizada en esto de que da a la demanda


del Otro su satisfacción”, entonces, por un lado se le pide al nene que
retenga, por otro lado, después que la entregue.

“Vemos cómo la caca toma fácilmente esta función que yo llamé,


muy bien”, dice, “mi dios”, “de la ágalma”. El objeto es apreciado como
objeto (agalma) depreciado como deseo, o sea como sujeto. El deseo es
el sujeto, afirma en el seminario El deseo…

El pasaje a lo nauseabundo es parte de lo valioso que se volvió el


objeto. En Introducción del narcisismo, “los objetos más preciados de
los hombres, sus Ideales, tienen origen en los más repudiados”.

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“Añado que no podemos comprender nada de la fenomenología de
la neurosis obsesiva si no aprehendemos de un modo más íntimo, la
ligadura entre excremento no sólo con el menos phi fálico, sino con las
otras formas de objeto a minúscula”.

La caca se transforma rápidamente en símbolo. Incluso en el


seminario, es relacionada con la sublimación: las plastilinas, etc.

Eso es él, es de él y a la vez no es él, no es de él. Entra en juego


la dialéctica de la negación. En el nivel anal, el sujeto tiene por primera
vez la oportunidad de reconocerse en un objeto. Es determinante
destacar los dos tiempos de la demanda: primero el objeto es admirado,
y en un segundo tiempo, repudiado. Todos somos, a la vez, aes
maravillosos y asquerosos. Por eso el texto de la negación empieza con
la neurosis obsesiva, porque Freud ahí descubre su función defensiva.
Aquí está el origen de la ambivalencia obsesiva. Lacan lo formula en
estos términos: (a ◊ $), donde a es la causa de esta ambivalencia, de este
sí y no. Es mío, síntoma, y sin embargo no es mío”, pone al síntoma no
solamente en ‘es mío’, sino que pone: es mío - síntoma, y sin embargo
no es mío. Los malos pensamientos que tengo con respecto a usted, el
analista, evidentemente yo los señalo, pero, en fin, no es sin embargo
verdadero que yo lo considero como una mierda, por ejemplo. En fin,
vemos allí un orden, en todo caso, de causalidad, que se esboza que no
podemos para nada componer como siendo la del deseo”, todavía no
puedo componerlo como perteneciendo al registro del deseo, a esta
ambivalencia, al soy-no soy, o usted es una mierda o yo soy una
mierda, etc., etc.

Angustia y deseo

Se revela la verdad de la fórmula que la angustia es lo que no


engaña. La prueba es que cuando ustedes vean los animales agitarse de
ese determinado modo en los encuentros donde esos incidentes pueden
producirse, ustedes harán bien tener en cuenta antes de advertirse
ustedes mismos, de lo que ellos señalan de lo que está pasando, que lo
que va a pasar es inminente”, (ejemplo de los elefantes se fueron todos

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y después vino el tsunami, y no se encontraron restos de animales
salvajes muertos por el desastre natural, todos lograron huir antes).

“Lo ven en el ejemplo del que hemos partido”, es un ejemplo”, a


saber, el obsesivo, es la dominancia aparente de la angustia en su
fenomenología”, porque siempre en la fenomenología lo que decimos del
obsesivo es que todo lo que hace es defensa contra la angustia, (por eso
aparente). “Es el hecho estructural con respecto al cual nos damos
cuenta en cierto momento del análisis que, cualquier cosa que haga,
cualquier refinamiento que desemboque construyendo su fantasma y su
práctica, lo que el obsesivo aprehende es siempre el deseo en el Otro”,
y había empezado el seminario subrayando la angustia en el borde de la
relación con el deseo del Otro; “-deseo en tanto esencialmente
reprimido-”, como efectivamente está cualquier deseo en Freud; “que
todo es comandado en la sintomatología del obsesivo, y especialmente
en los síntomas, donde la dimensión de la causa se entre percibe como
angustiante”, siempre es defensa contra la angustia. “La solución se la
conoce, ya la dijimos: para cubrir el deseo del Otro el obsesivo tiene
una vía, es el recurso a su demanda”. (Por eso no hay que cortarle
demasiado pronto la fobia a los niños, para que no sean obsesivos).

La demanda se transforma en mandato por la voz del Super Yo.

“Es porque aquí el objeto a está dado en un momento original,


porque a minúscula es eso en su producción original, que puede luego”,
por esta producción primera, que puede luego “funcionar en la dialéctica
del deseo que es la dialéctica del deseo en el obsesivo”.
Noción de trauma en este seminario: hay cesión del objeto;
simplemente porque dijo ya que el objeto es cedible, y por lo tanto,
retroactivamente puedo reconstruir una anticipación.

“La angustia revela que ella es efectivamente lo que no engaña,


en el momento en que el campo del Otro se hiende y se abre sobre su
fondo: ¿Qué es ese a? ¿Cuál es su función con respecto al sujeto?”, eso
que está poniendo anterior al sujeto mismo.
“Si podemos aprehenderlo de algún modo. de modo puro con respecto a
esta pregunta, es justamente en la medida en que en esta confrontación
esencial, traumática, lo que importa es que el sujeto cede a la
situación”.

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No hay sujeto en ese momento, sólo hay una operación de cesión.
Sin esa operación, no hay sujeto.

Este ceder es un sacrificio, sin el cual no hay constitución del


sujeto, a causa del trauma, y lo que Lacan le añade al trauma es un a
minúscula cedido. El trauma implica este sacrificio. Ejemplo del Hombre
de los lobos. Implica cesión del objeto, y no es que el Otro (o Dios) me
lo pida.
Está poniendo el objeto a primero que nada, entonces, lo puso igual en
el campo del Otro, lo que pasa es que es más fácil verlo como
demandado por el Otro, acá no lo pide nadie, es que si no, no va a
haber sujeto. Éste es lugar del a de la angustia.

“Lo que el sujeto obsesivo busca en lo que llamé hace un


momento recurrencia en el proceso del deseo, es reencontrar la causa
de todo este proceso”, explica con esto siempre la cuestión de la
pregunta por la causa, por el origen, a ver cómo empezó todo esto.

“Pero entonces, como esta causa es el objeto último”, el a


minúscula, “que por eso él queda en esta búsqueda en suspenso”, es
decir, no puede encontrar la causa última, es un objeto
inespecularizable, queda en suspenso; por eso es que “siempre se
manifiesta en el nivel del acting out, lo que va a dar a esta búsqueda del
objeto sus tiempos de suspensión, sus falsas rutas, sus falsas pistas,
sus derivaciones laterales, que harán a esa búsqueda”, otra vez: “girar
indefinidamente, y que se manifiestan”, esto del acting; “en ese síntoma
fundamental de la duda, que va a golpear, para él, el valor de todos los
objetos de sustitución”, ¿por qué de los objetos?: porque en la causa
hay un objeto, que sea inespecularizable y no lo pueda encontrar, de
todas maneras, como es un objeto que está en el lugar de la causa, la
duda va a golpear a todos los objetos de sustitución. La compulsión es
aquí la de la duda”. Por eso Lacan pone en la fórmula del deseo en el
obsesivo –en el seminario de La Transferencia- el desplazamiento indefinido de
objetos en el lugar de la falta: A/ ◊Փ (a, a’, a’’, a’’’…).

No puede dejar de impedirse, impedir pasa a la emoción, de la


emoción por la recurrencia etc., al acting out, del acting out al síntoma,

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del síntoma va al embarazo, Lacan, dice que, en realidad, es en el
embarazo donde va a poner la angustia, habría que llegar al embarazo
para en serio ver de qué se trata en ese objeto último.

Deseo no poder causa


inhibición impedimento embarazo

No saber síntoma pasaje al acto


emoción

a acting out angustia


turbación

El deseo del obsesivo no es concebible, en su instancia y en su


mecanismo, si no es porque se sitúa en suplencia de lo que es imposible
de suplir en su lugar”, de lo que es imposible de suplir en el lugar del
objeto a, del objeto perdido. Hay que hacer notar todo lo que hace
Lacan para darle un fundamento a una relación de objeto, nada que ver
con que Eros, o el instinto, lleva a desear algún objeto predeterminado.
Cualquier objeto, más o menos deseable y siempre dudoso, no sólo es
sustitutivo sino que actúa como suplencia, después va a marcar más
suplemento, no complemento, suplemento; suplencia de lo imposible de
suplir en su lugar. “El obsesivo, como todo neurótico, ya accedió al
estadio fálico, pero es con respecto a la imposibilidad de satisfacer en el
nivel de ese estadio”, el fálico, o la imposibilidad de la relación sexual;
“que su objeto, el a excremencial, el a causa del deseo de retener”, es
decir, el a causa del deseo de retener, puso en el cuadro el deseo de
retener en la inhibición.

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El objeto, que toma valor significante, sustitutivo, da lugar al
fantasma de la oblatividad: objetos sustitutivos.

“Ya dije y repetí que es un fantasma la oblatividad”. “Porque, por


supuesto, todo el mundo quisiera que la unión genital sea un don -Yo
me doy, tú te das, nosotros nos damos”. “Desgraciadamente, por más
que ustedes se lo puedan tratar de imaginar, no hay huella de don en
un acto genital, copulatorio. No hay don más que allí donde al nivel
anal”, sólo hay don en el nivel anal, es Freud el que le dio el valor
sublime a la mierda; “en la medida en que aquí algo se perfila, se dirige
de lo que es justamente en este nivel está destinado a satisfacer, a
detener al sujeto sobre la realización de la hiancia, del agujero central,
que en el nivel genital impide aprehender cualquier cosa que pueda
funcionar como objeto de don”, como allí hay imposibilidad, el lugar en
donde mejor estamos es el lugar del deseo anal, hay suplemento, hay
tapón, hay sustituciones, hay… le puedo dar valores a miles de cosas.

Lo escópico venía ya antes, correlativo con lo del deseo anal,


porque si no cómo se sustituye….“Aquí se introduce la posibilidad de la
función, -en ese terreno donde se juega la suerte del destino del deseo
obsesivo, de sus síntomas, de sus sublimaciones- de algo que tomará su
sentido por ser lo que contornea, si puedo decir, la hiancia central del
deseo fálico”. Recordar que en la construcción de la curva que hizo, voz
está al mismo nivel que pecho, y escópico con anal; lo que contornea la
hiancia central, “lo que pasa en el nivel escópico, en tanto la imagen
especular entra en función ‘análoga’”, pone entre comillas, “porque está
en posición, con respecto al estadio fálico, correlativa”. La imagen
especular entra en función análoga, entre comillas, como correlato del
estadio fálico, es el colorcito erótico de cualquier imagen especular.
“Todo lo que venimos de decir de la función de a como objeto de don
‘análogo’”, otra vez entre comillas; “destinado a retener al sujeto sobre
el borde del agujero castrativo”, todo lo que venimos de decir, todo,
“podemos transponerlo a la imagen”, es decir, por eso mismo ya dije
que lo escópico venía ya antes, correlativo con lo del deseo anal, porque
si no, no es posible sustituir.
“Y aquí interviene esta ambigüedad del sujeto obsesivo, de la
función del amor”, ya viene hace rato hablando del amor del narcisista,
en relación con la imagen, desde el seminario Los escritos técnicos.

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“El excremento es la fuente para encontrarse objeto amable.
Les ruego aclarar con vuestra linterna la posición del obsesivo con
respecto a esto. No es la duda lo que aquí prevalece”, la duda la deja en
relación a la cuestión del deseo, y el problema de la causa del deseo;
“es que él prefiere incluso ni mirar. Esta prudencia la van a encontrar
siempre. Y sin embargo, si el amor toma para él esas formas de un lazo
exaltado”, ya habló del amor cortés en el seminario de La ética, en el
sentido del ideal, del objeto idealizado; “es porque lo que entiende que
se ama es de él una cierta imagen, que esta imagen él se la da al otro”,
(Está lo de ’quedar bien’, frente al otro, frente a los demás); “y de tal
modo que él se imagina que si esta imagen viniera a faltar el otro no
tendría más de qué colgarse. Esa es la dimensión altruista”, para amar,
tienen que ser un poco altruistas, religiosos, buena persona; “de este
amor mítico fundado sobre una mítica oblatividad”, porque es la imagen
de él, no la del partenaire la que importa, la que está en juego. La
ecuación es niña igual falo, es para la comedia sexual, para el amor no,
y también se fundamenta, según Lacan, en el amor a la caca, lo dijo, en
donde se funda ya no la oblatividad sino el altruismo, en un amor
idealizado, etc., es decir, religioso.
“El mantenimiento de esta imagen de él es lo que hace que el
obsesivo persista en mantener toda una distancia respecto de sí mismo,
que es precisamente, lo más difícil de reducir en el análisis. Cuando se
habla de la distancia del obsesivo, se trata de la distancia consigo
mismo. Todo lo que hace, beneficia a ese otro que es la imagen de sí
mismo.

En el seminario El deseo… caracteriza al obsesivo como aquél que


está siempre fuera del teatro de operaciones, fuera de la escena.
“Ustedes verán que su verdadero deseo es el de ser alguien que no está
nunca allí, en el sitio donde está en juego algo que pueda ser calificado
como su deseo.” Lacan ironiza diciendo que el obsesivo es aquel que
deja el objeto en la sala de espera, y jamás lo hace entrar al
consultorio.

“Cuando digo que el obsesivo sostiene su deseo como imposible,


quiero decir que sostiene su deseo en el nivel de las imposibilidades del
deseo. La imagen del agujero del que se trata, les ruego que ustedes
tomen como referencia, y por eso insistí durante mucho tiempo,

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referencia a la topología del toro”, el agujero central del toro; “el círculo
del obsesivo es uno de esos círculos que en razón de su sitio topológico
no puede nunca reducirse a un punto”. De lo oral a lo anal, de lo anal a
lo fálico, de lo fálico a lo escópico, y de ahí a lo vociferado, eso no
vuelve sobre sí mismo”.

La neurosis obsesiva –al igual que la histeria, por otro lado- no es


más que un intento de resolver un problema insoluble: cómo sostenerse
como deseante frente al deseo del Otro. El síntoma es un modo de
simbolizar esta situación, y, en ese sentido, el síntoma lo sostiene aún
más que el fantasma.

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