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Asignatura:
Medicina Preventiva y Social
SALUD OCUPACIONAL
Equipo Docente:
Jefes de Trabajos Prácticos: Artaza, Gisela - Coronel, María Florencia- Méndez, Lorena -
Nieva, Natalia Jorgelina
SALUD OCUPACIONAL
También es definido como la “Rama de la Salud Pública que tiene como finalidad promover y mantener el
mayor grado de bienestar físico, mental y social de los trabajadores en todas las ocupaciones; prevenir todo
daño a la salud causado por las condiciones de trabajo y por los factores de riesgo; y adecuar el trabajo al
trabajador, atendiendo a sus aptitudes y capacidades”.
El trabajo es fuente de salud. Mediante el trabajo, las personas logramos acceder a una serie de cuestiones
favorables para la mantención de un buen estado de salud. Una comunidad o un país mejoran el nivel de
salud de su población cuando aseguran que todas las personas en condiciones de trabajar puedan acceder a
un empleo que satisfaga no sólo sus necesidades económicas básicas, sino que llene también los otros
aspectos positivos del trabajo, de los cuales aquí sólo se enumeran algunos.
Las condiciones sociales y materiales en que se realiza el trabajo pueden afectar el estado de bienestar de
las personas en forma negativa. Los daños a la salud más evidentes y visibles son los accidentes del trabajo.
De igual importancia son las enfermedades profesionales, aunque se sepa menos de ellas. Los daños a la
salud por efecto del trabajo resultan de la combinación de diversos factores y mecanismos.
1
Parra M (2003). Conceptos básicos en salud laboral. Organización Internacional del trabajo. Primera
Edición. Santiago. Chile.
Existe un riesgo intrínseco de materiales, máquinas y herramientas: pueden ser muy pesadas o de mucho
volumen, las superficies pueden ser cortantes e irregulares, la complejidad de máquinas y herramientas
puede hacer muy difícil su manejo. También influyen las características fisicoquímicas de máquinas y
herramientas y las formas de energía que utilizan. Los pisos húmedos, resbalosos y/o en mal estado, locales
mal iluminados, ausencia de normas de trabajo seguro; falta de elementos de protección personal y de
maquinaria segura o en buen estado, son factores de riesgo que generan gran cantidad de accidentes. Las
características de temperatura, humedad, ventilación, composición del aire ambiental, etc. son factores que
influyen en accidentes y enfermedades.
Al conjunto de factores nombrados hasta aquí les llamaremos factores materiales de riesgo, porque
dependen de características materiales del trabajo, independientes de las personas que usen los elementos
de trabajo. Pero son los seres humanos quienes aportan un conjunto de factores que llamamos factores
sociales del riesgo. Dentro ellos consideramos aspectos individuales de las personas: cuánto han aprendido y
son capaces de aplicar adecuadamente para realizar su trabajo (calificación), edad, sexo, actitud hacia el
trabajo y actitud frente al riesgo.
Otro aspecto que se determina en la relación con otras personas, lo llamaremos riesgo dependiente de la
organización del trabajo y de las relaciones laborales. Factores de la organización del trabajo pueden ser
determinantes del daño a la salud. Una jornada extensa (o un ritmo acelerado) puede resultar en fatiga del
trabajador que se ve así expuesto a una mayor probabilidad de accidentarse. Los excesivos niveles de
supervisión y vigilancia pueden terminar por desconcentrar al trabajador de su tarea. Otro factor importante
es la claridad de las órdenes de trabajo y la coherencia entre los distintos niveles de mando.
Un trabajo intenso demanda mayor esfuerzo respiratorio que implica mayor probabilidad de aspirar
sustancias tóxicas. El horario en que se desarrolla la jornada influye también en las capacidades de respuesta
a eventos imprevistos y de tolerancia a agentes nocivos. De las relaciones de trabajo, un factor
determinante puede ser la forma y el nivel de salarios. El salario a trato o por pieza es un factor importante
de accidentes laborales en muchos talleres. Los bajos salarios, además de producir descontento y poca
adhesión al trabajo (lo que lleva a descuidar las normas), inducen al trabajador a prolongar su jornada en
horas extra que resultan en fatiga y menor capacidad de responder a eventualidades. Además, limitan el
acceso a bienes que mantienen o mejoran la salud.
Como se ve, existen muchas formas a través de las cuales el trabajo puede afectar negativamente la salud,
no solamente produciendo accidentes del trabajo y enfermedades profesionales. Sin embargo, la legislación
diseñada para proteger la Salud Laboral generalmente sólo considera estas dos formas de daño.
El trabajo también puede agravar un problema de salud previamente existente. Existen muchas
enfermedades causadas por más de un agente directo. En una enfermedad cardiovascular (hipertensión
arterial, por ejemplo) intervienen factores como el cigarrillo, el exceso de colesterol y el sedentarismo que,
por sí mismos, pueden gatillar la enfermedad, pero características del trabajo como los turnos de noche, la
jornada extensa o el exceso de calor o de frío pueden ser agravantes del problema.
Las llamadas “enfermedades comunes” muchas veces tienen una causa directa en el trabajo. Cuestión que,
si se analiza con precisión, puede aplicarse a la gran mayoría de patologías del adulto que reconocen
factores ambientales. En este campo de la salud laboral es necesario desarrollar y profundizar
investigaciones que logren precisar los mecanismos causales y las relaciones entre trabajo y salud tanto
física como mental. Otra forma de daño importante es la aparición de malestares persistentes que no se
constituyen en una enfermedad precisa, aunque alteran el estado de bienestar. Por ejemplo, dolores de
cabeza después de trabajar en ambientes mal ventilados o con poca luz, la vista cansada, la fatiga muscular.
A la larga, estos malestares crónicos van limitando las capacidades de tolerancia, de respuesta y de trabajo
mismo y es probable que el desgaste que llevan asociado implique una reducción en las expectativas de
vida. En el mismo sentido opera la posibilidad de contar con una alimentación adecuada o con tiempo para
recrearse.
Epidemiologia
Los trabajadores constituyen la mitad de la población del mundo y son los máximos contribuyentes al
desarrollo económico y social. Su salud no está condicionada sólo por los peligros en el lugar de trabajo, sino
también por factores sociales e individuales y por el acceso a los servicios de salud.
En muchos países, más de la mitad de los trabajadores están empleados en el sector no estructurado, en el
que carecen de protección social para recibir atención sanitaria y no existen mecanismos de aplicación de las
normas sobre salud y seguridad ocupacionales.
Los servicios de salud ocupacional encargados de asesorar a los empleadores respecto del mejoramiento de
las condiciones de trabajo y el seguimiento de la salud de los trabajadores abarcan principalmente a las
grandes empresas del sector estructurado, mientras que más del 85% de los trabajadores de empresas
pequeñas, del sector no estructurado, el sector agrícola y los migrantes de todo el mundo no tienen ningún
tipo de cobertura de salud ocupacional.
Algunos riesgos ocupacionales tales como traumatismos, ruidos, agentes carcinogénicos, partículas
transportadas por el aire y riesgos ergonómicos representan una parte considerable de la carga de
morbilidad derivada de enfermedades crónicas: 37% de todos los casos de dorsalgia; 16% de pérdida de
audición; 13% de enfermedad pulmonar obstructiva crónica; 11% de asma; 8% de traumatismos; 9% de
cáncer de pulmón; 2% de leucemia; y 8% de depresión.
Anualmente, 12,2 millones de personas, mayormente de países en desarrollo, mueren en edad laboral a
causa de enfermedades no transmisibles.
En la mayoría de los países, los problemas de salud relacionados con el trabajo ocasionan pérdidas que van
del 4 al 6% del PIB. Los servicios sanitarios básicos para prevenir enfermedades ocupacionales y relacionadas
con el trabajo cuestan una media de entre US$18 y US$60 (paridad del poder adquisitivo) por trabajador.
Aproximadamente un 70% de los trabajadores carecen de cualquier tipo de seguro que pudiera
indemnizarlos en caso de enfermedades y traumatismos ocupacionales.
Las investigaciones han demostrado que las iniciativas en el lugar de trabajo pueden contribuir a reducir el
ausentismo por enfermedad en un 27% y los costos de atención sanitaria para las empresas en un 26%.
Los centros de atención primaria de salud pueden dispensar algunas intervenciones esenciales para proteger
la salud de los trabajadores, especialmente el asesoramiento para mejorar las condiciones de trabajo, la
detección de enfermedades ocupacionales y la vigilancia de la salud de los trabajadores, si bien en la
mayoría de los países la atención se centra todavía en el tratamiento médico, más que en la prevención.
La Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) es un organismo creado en 1995 por la Ley N° 24557,
dependiente de la Secretaría de Seguridad Social del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la
Nación. Esta institución se encarga, entre otras funciones, de supervisar y fiscalizar el ejercicio de las
Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (ART), mantener el Registro Nacional de Incapacidades Laborales y
elaborar los índices de siniestralidad. De acuerdo a cifras de la SRT, durante el año 2010 se notificaron
630.766 casos a los Registros de Accidentes y Enfermedades Laborales, de un total de 7.966.922
trabajadores cubiertos. Estas cifran estarían marcando un aumento del número de casos con respecto a
1997, año en que fueron notificados 365.395 (SRT, 2010b). No obstante, si se analiza la incidencia de
accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, la tasa del año 2010 fue de 54,9 casos cada mil
trabajadores cubiertos, y muestra un descenso con respecto a 1997 donde la tasa fue de 70,9 (SRT, 2010a).
El análisis de los indicadores también muestra que hubo un abrupto descenso en la incidencia de accidentes
de trabajo y enfermedades profesionales entre los años 2001 y 2003, que en el 2002 alcanzó el valor de 51,7
casos por mil trabajadores cubiertos, el más bajo de la serie histórica. Este marcado descenso coincide con la
crisis económica, política y social en Argentina, cuando el índice de desocupación en el país había alcanzado
un máximo histórico (Bertranou y Paz, 2007).
A partir del año 2004, la incidencia de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales se mantiene
estable hasta el 2008, cuando se registra un nuevo proceso de descenso que llega a 54,9 casos cada mil
trabajadores cubiertos en el año 2010. En ese año, se notificaron 466.565 accidentes en el trabajo y 111.608
en el trayecto; asimismo, se notificaron 22.013 casos de enfermedades profesionales, número que como se
mencionó anteriormente podría estar subestimado (Tabla 3). En el 2010 la SRT (2010a) registró, además,
871 casos de trabajadores fallecidos, de los cuales 491 fueron en ocasión del trabajo. A pesar de las
limitaciones propias del registro, las cifras revelan que, en la Argentina, muere un trabajador cada dos horas
a causa del trabajo y cada 15 segundos se produce un accidente laboral. La mayoría de los accidentes de
trabajo fatales en Argentina ocurren en la población masculina; solo el 6% de los casos corresponden a
mujeres (Biasi, 2011). El grupo de edad entre 14 y 24 años registra las tasas más altas de accidentes
laborales, tanto para hombres como para mujeres (Biasi, 2011). Asimismo, según datos de la Primera
Encuesta Nacional de Empleo, Trabajo, Condiciones y Medio Ambiente Laboral de la Argentina, los
trabajadores menos cualificados y los inmigrantes presentan los porcentajes más altos de accidentes y
enfermedades laborales dentro del conjunto de los trabajadores (Iñiguez, 2010).
Según la forma de ocurrencia de los casos notificados, cabe destacar que el 60% de las causas más
frecuentes corresponden a pisadas, choques o golpes de objetos (31%), caídas de personas (18%) y
esfuerzos excesivos (12%) (Tabla 2).
Los tres grupos de enfermedades más frecuentes, entre las que se encuentran las enfermedades del oído,
osteomusculares y respiratorias, concentran el 77% de los casos (Tabla3).
Al indagar sobre las posibles causas de dichas enfermedades y su vínculo con el trabajo, se encontró que
algunas investigaciones internacionales identifican al ruido ocupacional como la principal causa de pérdida
auditiva en la población adulta (Hernández Díaz, González Méndez, 2007; Ferrite, 2009). En Argentina, el
ruido constituyó el agente causal del 32% de las enfermedades profesionales notificadas en el año 2010
(SRT, 2010a).
Las enfermedades del aparato respiratorio conformaron el tercer grupo más informado a la SRT en el 2010
en el país (21,9% de los diagnósticos). Existe una amplia gama de trastornos respiratorios asociados al
trabajo que abarcan el asma, la tuberculosis y las enfermedades producidas por la inhalación de polvo de
diversa índole, denominadas neumoconiosis (Martínez González, Rego Fernández, 2000; Cascante, Hueto,
2005; López Espinosa et al., 2005). Dentro de estas últimas se destaca la silicosis, causada por la aspiración
de polvo de sílice, y la asbestosis, causada por la inhalación de fibra de amianto (Gibbs, Berry, 2007; Artieda,
Beloqui y Lezaun, 2005; ISC-UFBA, 2012). Algunos tipos de cáncer, como el mesotelioma, también asociado a
la exposición a amianto, y el cáncer de pulmón producido por intoxicación por benceno (Carvalho et al.,
1995; Rodríguez, 2005) constituyen a su vez enfermedades respiratorias con alta prevalencia a nivel
internacional, sobre todo en el sector industrial (Artieda, Beloqui y Lezaun, 2005; ISC-UFBA, 2012).
A continuación, clasificaremos los riesgos del trabajo de un modo que permita su identificación en un local
de trabajo cualquiera. En primer lugar, denominaremos riesgo laboral a todo aquel aspecto del trabajo que
tiene la potencialidad de causar un daño. Esta potencialidad se conoce ya sea por el historial de la empresa
en donde se encuentra presente el riesgo o por los antecedentes tomados de otras realidades. Un riesgo
profesional es aquella situación de trabajo que puede romper el equilibrio físico, mental y social de las
personas.
De un adecuado análisis de los riesgos se desprenden medidas de prevención apropiadas para reducirlos o
eliminarlos. Existen muchas formas de clasificar los riesgos y en este documento se considerarán tanto los
aspectos materiales y técnicos del local y del puesto de trabajo como los aspectos sociales que afectan al
trabajador o trabajadora, según el cuadro siguiente:
En cuanto a la carga de trabajo, el trabajo requiere la utilización de energía humana, que se traduce en la
realización de un esfuerzo físico y mental determinado. Podemos definir la carga de trabajo como “el
conjunto de requerimientos mentales y físicos a que se ve sometido un trabajador o una trabajadora para la
realización de su tarea”. Acotar la carga de trabajo exclusivamente a los requerimientos “durante la jornada”
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Parra M (2003). Conceptos básicos en salud laboral. Organización Internacional del trabajo. Primera
Edición. Santiago. Chile.
excluye una situación bastante frecuente en muchos trabajos (y en particular a los que acceden mujeres):
los requerimientos físicos y mentales directamente relacionados con la tarea se continúan más allá de la
jornada, en el espacio del hogar. Por ejemplo, el trabajo docente.
La carga de trabajo como factor de riesgo se va a estudiar en dos aspectos: la demanda de esfuerzo físico y
las demandas mentales o psicológicas del trabajo. Como factores de riesgo, ambos aspectos pueden agravar
o ayudar en la recuperación de enfermedades profesionales y enfermedades comunes no laborales. Cuando
producen fatiga y malestares inespecíficos, aumentan el riesgo de accidentes; cuando se controlan
adecuadamente, aumentan la productividad y la satisfacción con el trabajo.
En el trabajo se da una combinación de posturas, movimientos y fuerzas que se traducen en esfuerzo físico.
Para mantener una postura determinada, el organismo necesita realizar un esfuerzo sostenido, que es más
intenso mientras más estática es la postura y mientras mayor fuerza debe sostener. Realizar movimientos
también demanda un esfuerzo físico: son más exigentes los movimientos que se realizan a mayor velocidad,
usando menos grupos musculares, en postura estática y venciendo una mayor fuerza que se le opone. La
fuerza que se realiza en el trabajo también implica esfuerzo físico: el levantamiento de objetos pesados
obliga a realizar fuerzas, pero también mantener una postura en contra de objetos que oponen resistencia y
en contra de la fuerza de gravedad.
Los problemas aparecen cuando se le exige a las personas que permanezcan en una misma postura durante
un tiempo excesivo, en malas posturas o que realicen movimientos y fuerzas más allá de sus capacidades.
El trabajo, como actividad orientada al fin de obtener un producto o producir un servicio siempre produce
una demanda de actividad mental. Esta demanda es clara en trabajos en que las personas deben aplicar
mucho esfuerzo a interpretar datos, pero también es clara en los denominados “trabajos manuales”. En
ellos las personas deben percibir su entorno y estar atentos a las señales que éste entrega, interpretando la
información dada por las características de los materiales o procesando instrucciones. Incluso el trabajo más
simple obliga a pensar, a recordar los conocimientos adquiridos, a resolver problemas de manera creativa.
Se considera que un esfuerzo mental excesivo o inadecuado, requerido por algunos trabajos, implica un
mayor riesgo, porque además de aumentar la probabilidad de accidentes y enfermedades, generan bajas de
productividad y mayor insatisfacción con el trabajo.
CONTROL DE SALUD DEL TRABAJADOR
A las prácticas del control de salud habitual según grupo etareo y de riesgo se deberá tener en cuenta otros
aspectos específicos de la actividad laboral:
Antecedentes laborales del trabajador: constituyen una condición binaria de causa-efecto para diagnosticar
enfermedad ocupacional. Interesa interrogar cuánto tiempo el trabajador ejerce la ocupación actual, y en
forma retrospectiva y cronológica frente a cada ocupación ejercida se indagará tipo de riesgo y de
protección, tiempo de exposición y posible patología asociada
Sistema Nervioso: mareos, vértigos, sincopes, pérdidas de conocimiento, neuralgias, etc. Respiratorio: tos y
broncoespasmo con esfuerzos físicos, disnea, fatiga.
Cardiocirculatorio: palpitaciones, dolor torácico, fatiga con el ejercicio, síntomas de insuficiencia venosa, etc.
Metabólico: metabolopatias conocidas, obesidad.
Genitourinario: incontinencia de orina con el esfuerzo.
Piel: lesiones que impidan el correcto uso de EPIs o de Equipos de trabajo.
Osteomuscular: Presencia de dolor y descripción del mismo (intensidad, localización, irradiación,
características), inflamaciones o deformaciones articulares, limitaciones de movimiento, pérdida de fuerza.
Estado Psicológico: alteraciones del ánimo, trastornos del sueño, etc.
Examen Físico
Examen físico completo, que abarque todos los aparatos y sistemas, similar al de control de salud del adulto
normal, pero también debe dirigida según los síntomas manifestados durante la anamnesis y el tipo de
trabajo, por ejemplo, la exploración de las regiones anatómicas implicadas en el caso de ser un trabajador
expuesto a Carga Física.
Tener en cuenta:
Valoración antropométrica: Peso, Talla, Índice de Masa Corporal (IMC), medición de pliegues cutáneos.
Examen osteoarticular. Observar los contornos articulares y ver si son normales o existen deformidades.
Anotar la presencia de atrofias, cicatrices y amputaciones. La existencia de tumefacción, posturas,
desviaciones, dismetrías. Palpación y percusión de puntos dolorosos. Exploración de la Movilidad Activa y
Pasiva. Fuerza Muscular. Valoración de la marcha.
Exploración neurológica. Exploración de pares craneales.
Exploración cardiovascular general: TA, auscultación cardiopulmonar, pulsos periféricos.
Exploraciones complementarias
Son dispositivos, materiales e indumentaria personal destinados a cada trabajador para protegerlo de uno o
varios riesgos presentes en el trabajo y que puedan amenazar su seguridad y salud. Los EPP son una
alternativa temporal y complementaria a las medidas preventivas de carácter colectivo.
Los Elementos de Protección Colectiva y Personal, tienen como función principal proteger diferentes partes
del cuerpo, para evitar que un trabajador tenga contacto directo con factores de riesgo que le pueden
ocasionar una lesión o enfermedad. El empleador está obligado a proporcionar a sus trabajadores EPP
(Equipos de protección personal), con la finalidad de evitar accidentes de trabajo y enfermedades
profesionales. Es importante señalar que los EPP deben ser adecuados a las labores que realizan los
trabajadores y en función a los riesgos a los que están expuestos durante sus labores. Asimismo, se deben
tener en cuenta las medidas antropométricas del trabajador que los utilizará y deben ser de buena calidad.
Los cascos pueden proteger a sus empleados de impactos al cráneo, de heridas profundas y de choques
eléctricos como los que causan los objetos que se caen o flotan en el aire, los objetos fijos o el contacto con
conductores de electricidad. Asimismo, el reglamento de OSHA requiere que los empleadores se cercioren
de que los trabajadores cubren y protegen el cabello largo con el fin de evitar que se agarre en piezas de
maquinaria como las correas y las cadenas
Además del equipo de protección de pies y del zapato de seguridad, las polainas (de cuero, de rayón
aluminizado u otro material adecuado, por ejemplo) pueden ayudar a evitar lesiones y proteger a los
trabajadores de objetos que se caen o que ruedan, de objetos afilados, de superficies mojadas o resbalosas,
de metales fundidos, de superficies calientes y de peligros eléctricos.
Las gafas de seguridad pueden ayudar a proteger a los trabajadores de ser impactados por fragmentos, las
astillas de gran tamaño, las chispas calientes, la radiación óptica, las salpicaduras de metales fundidos, así
como los objetos, las partículas, la arena, la suciedad, los vapores, el polvo y los resplandores.
Utilizar tapones para oídos u orejeras puede ayudar a proteger los oídos. La exposición a altos niveles de
ruido puede causar pérdidas o discapacidades auditivas irreversibles así como estrés físico o psicológico. Los
tapones para oídos de material alveolar, de algodón encerado o de lana de fibra de vidrio son fáciles de
ajustar correctamente. Limpie los tapones con regularidad y reemplace los que no pueda limpiar.
3
Extraido el 27- 07-2019 de http://virtual.senati.edu.pe/pub/cursos/sstr/UNIDAD_1/MANUAL-U1.pdf
Los trabajadores expuestos a sustancias nocivas mediante absorción por la piel, a laceraciones o cortes
profundos, abrasiones serias, quemaduras químicas, quemaduras térmicas y extremos de temperatura
nocivos deben proteger sus manos.
En ciertos casos los trabajadores deben proteger la mayor parte de su cuerpo contra los peligros en el lugar
de trabajo, como en el caso de exposición al calor y a la radiación así como contra metales calientes, líquidos
hirvientes, líquidos orgánicos, materiales o desechos peligrosos, entre otros peligros. Además de los
materiales de algodón y de lana que retardan el fuego, materiales utilizados en el equipo de protección
personal de cuerpo entero incluyen el hule, el cuero, los sintéticos y el plástico.
Cuando los controles de ingeniería no son factibles, los trabajadores deben utilizar equipo respiratorio para
protegerse contra los efectos nocivos a la salud causados al respirar aire contaminado por polvos, brumas,
vapores, gases, humos, salpicaduras o emanaciones perjudiciales. Generalmente, el equipo respiratorio tapa
la nariz y la boca, o la cara o cabeza entera y ayuda a evitar lesiones o enfermedades. No obstante, un ajuste
adecuado es esencial para que sea eficaz el equipo respiratorio. Todo empleado al que se le requiera hacer
uso de equipos respiratorios debe primero someterse a un examen médico.
Es aquella que tiene como fin proteger a un colectivo de trabajadores, por lo que se traduce en protección
de zonas específicas del centro de trabajo. Estas protecciones se deben establecer en el punto donde se
haya identificado el peligro, actuando de esta manera sobre el origen del riesgo. También, en ocasiones, se
puede actuar sobre el medio de transmisión del peligro, evitando la exposición de los trabajadores a los
agentes que puedan producir daño a la salud. Ejemplo de estos serían las barandas, sistemas de extracción
de aire, paneles de absorción acústica
Para prevenir la fatiga y la aparición de problemas musculo esqueléticos derivados del esfuerzo físico, se
deben adoptar medidas de control sobre:
• Postura: Promover variedad de posturas y movimientos.
• Tiempo de exposición: Promover esquemas de pausas y rotación a tareas que aumenten la variedad y el
dinamismo de posturas, fuerzas y movimientos.
• Movimientos en forma repetitiva: Cualquier parte del cuerpo que se hace trabajar muchas veces en cortos
períodos de tiempo, se daña por la falta de reposo adecuado entre un movimiento y otro.
• Exigencia de fuerzas excesivas: Cada grupo muscular se encuentra capacitado para realizar fuerzas dentro
de un cierto rango; se debe promover el uso de equipos de apoyo.
• Forma de realización de las fuerzas: La capacidad de una zona muscular para realizar una fuerza también
depende de la postura en que se realice dicha fuerza: mientras más mala es la postura, más disminuye la
capacidad de realizar fuerzas; se debe entrenar a las personas en la realización de esfuerzos físicos.
El personal de la salud abarca tanto los profesionales como no profesionales que tienen contacto con los
pacientes y/o con materiales potencialmente infectantes. Por sus características laborales, este personal
está expuesto a contraer enfermedades infecciosas a través de la vía aérea (sarampión, rubéola,
tuberculosis, influenza, tos convulsa, difteria, varicela), por contacto con sustancias contaminadas (hepatitis
A) o por transmisión parenteral (hepatitis B, hepatitis C, VIH). Por esta razón, es fundamental que el equipo
de salud tenga las vacunas al día, incorpore prácticas de cuidado de la salud e implemente medidas de
bioseguridad, precauciones estándares y precauciones basadas en la transmisión. Todas las buenas prácticas
y procedimientos esenciales asumidos en forma personal e institucional, salvaguardan la salud de los
trabajadores y protegen a los pacientes.
Vacuna Antihepatitis B.
El personal de la salud puede adquirir hepatitis B a través de la inoculación parenteral o la exposición al virus
por mucosas o piel no intacta, siendo mayor el riesgo por inoculación y su frecuencia dependerá del estado
de la fuente. En el caso de contacto con antígeno de superficie (AgHBs) positivo, la probabilidad de
enfermedad clínica es del 1 al 6% y del 23 al 37% de presentar evidencia serológicas de infección. Entre el 5
y el 10% del personal infectado desarrollará formas crónicas que pueden derivar en serias complicaciones y
comprometer la vida (cirrosis y hepatocarcinoma) si no se diagnostican y tratan con los antivirales indicados.
Indicaciones para el personal de salud: Esquema de 3 dosis y dos meses después de administrada la 3ª dosis,
debe comprobarse la presencia de anticuerpos protectores (Anti HBs cuantitativo). El 90% del personal de la
salud vacunado presenta títulos protectores (AntiHBs ≥10 mUI/ml). Los niveles de anticuerpos pueden
disminuir con el tiempo, pero la protección persiste por un fenómeno de memoria inmunológica, por lo que
no son necesarios nuevos controles serológicos ni refuerzos cuando haya respondido inicialmente a la
vacunación y no presente inmunocompromiso. En el caso que no respondiera a la vacunación, debe
repetirse el esquema y determinar de nuevo el anti-HBs cuantitativo para verificar la respuesta.
No respondedores: Aquellas personas que luego de haber recibido por segunda vez un esquema completo
de la vacuna hepatitis B persistiendo una serología negativa; o título inferior 10 mUI/ml, son considerados
como “no respondedores”. En estos casos ante una situación de riesgo o contagio, siempre deberán recibir
profilaxis postexposición con gammaglobulina específica contra la hepatitis B (IGHB). En caso de sufrir
herida percutánea o exposición de mucosas con fuente positiva o de alto riesgo no se deben indicar
esquemas adicionales de vacunación, en estos casos, se sugiere además investigar la presencia de HBsAg y
anti core IgG. En todos los casos de exposición a material biológico debe evaluarse la fuente de la misma y
el estado inmunológico del personal expuesto, a fin de decidir la implementación de profilaxis post-
exposición para la infección por hepatitis B.
En Argentina, debido a la baja circulación del virus de hepatitis A, no se considera dentro de la vacunación
de rutina para el personal de la salud. Es importante destacar que la prevención de la transmisión en las
instituciones de salud se basa en la adherencia a las precauciones estándares, especialmente el lavado de
manos y el uso de guantes para el manejo de pacientes y sus secreciones.
Indicaciones para el personal de salud: La vacunación de hepatitis A consiste en un esquema de dos dosis,
separadas entres si por 6 meses. Solo se recomienda para grupos de alto riesgo como el personal de
laboratorio que trabaje con muestras que contengan virus, investigación con primates salvajes,
manipuladores de alimentos y empleados de maestranza que manejen residuos y servicios sanitarios. Se
recomienda realizar estudio serológico (hepatitis A IgG) para descartar infección previa dada la alta
frecuencia de formas asintomáticas; en estos casos no es necesaria la vacunación.
Vacuna Antigripal
El personal de salud infectado es un agente activo en la transmisión del virus a pacientes con riesgos de
desarrollar complicaciones. Estudio realizado en Argentina durante la pandemia por Influenza AH1N1 2009
mostró que el personal de la salud tuvo mayor tasa de internación por infección respiratoria aguda grave
que la población general.
Indicaciones para el personal de salud: Se debe administrar todos los años en época preepidémica. Por
tratarse de una vacuna a virus inactivados trivalente (Influenza A H1N1 y H3N2 e Influenza B), puede
utilizarse en embarazadas y en huéspedes inmunocomprometidos.
Si bien la incidencia de estas enfermedades ha descendido desde la incorporación de la vacuna triple y doble
viral al CNV, sigue existiendo posibilidad de transmisión en las instituciones de salud. La vacuna triple viral
debe administrarse a todo el personal que no esté inmunizado.
Indicaciones para el personal de salud: El esquema recomendado es de 2 dosis de triple viral separadas por
un intervalo mínimo de 1 mes. Está contraindicada durante el embarazo. Para el personal sin carnet de
vacunación debe administrarse en las siguientes situaciones:
a. Evidencias serológicas de inmunidad (sarampión IgG, rubeola IgG). En el caso que no se disponga del
recurso y no haya otras evidencias de inmunidad previa se podrá realizar la vacunación sin estudio previo.
b. Otra documentación por escrito de esquema completo de vacunación (dos dosis de triple viral, la primera
luego de cumplir un año de vida y la segunda al menos un mes más tarde o una dosis de triple viral y otra de
doble viral).
Pautas ante el contacto con pacientes que cumplen los criterios de caso sospechoso de sarampión
El personal de salud no vacunado o con serología negativa, debe realizarse la profilaxis post-exposición
administrando 1 dosis de vacuna triple o doble viral dentro de las 72 horas de producido el contacto.
Cuando se entra en contacto con un paciente de caso sospechoso de sarampión, estando embarazada o
inmunodeprimido se deberá utilizar gammaglobulina sérica humana (0.25ml/kg o 0,5 ml/kg
respectivamente, máximo 15 ml) dentro de los 6 días de la exposición. Ante la exposición a un caso de
rubeola o parotiditis, la profilaxis post exposición no garantiza una efectividad adecuada.
El virus varicela zóster es responsable de la varicela y el herpes zóster. Su transmisión se produce por
contacto con secreciones respiratorias, líquido vesicular o por aerosoles. Se han descripto brotes
nosocomiales originados en pacientes, personal de la salud o visitas. Si bien es considerada una enfermedad
moderada en niños puede presentar formas graves y ser causa de muerte en adultos e
inmunocomprometidos.
Indicaciones para el personal de salud: El esquema es 2 dosis separadas por 4 a 8 semanas. No debe
administrarse a mujeres embarazadas o personal con algún factor de inmunocompromiso. Se considera que
el personal no es susceptible y no requiere vacunación en las siguientes situaciones: - Antecedente clínico de
varicela. - Evidencia serológica de enfermedad previa (varicela zóster IgG) - Constancia de vacunación
documentada por escrito con 2 dosis.
Todo el personal que refiera contacto con casos de varicela o zóster debe ser evaluado para determinar su
susceptibilidad al virus. En caso de no ser inmune deberá ser vacunado dentro de las 72 horas del contacto.
La vacuna no es eficaz si se administra más allá de los 5 días.
Está indicada 1 dosis de refuerzo con dTpa cada 5 años a todo personal de salud que asista niños menores
de 1 año de vida. La evaluación de la evidencia científica respecto a la duración de la protección en jóvenes
y adultos sanos ha demostrado una caída significativa de los títulos de anticuerpos en un período de 3-5
años post vacunación.
La inmunización contra tétanos y difteria (vacuna dt) debe completarse con 1 dosis cada 10 años de vacuna
doble adulto. En caso de haber pasado más de 10 años de la última dosis se aplicará un refuerzo, no siendo
necesario repetir un nuevo esquema primario.
El personal de salud está expuesto a infecciones por meningococo en el caso de contacto con secreciones
respiratorias durante la realización de maniobras de riesgo de pacientes con infecciones meningococicas
(microbiólogos , personal de laboratorio etc). La vacuna deberá ser seleccionada en base a los serogrupos de
meningococo más frecuentes según los datos epidemiológicos y a la efectividad de las vacunas.
.
PROMOCIÓN DE AMBIENTES SALUDABLES DE TRABAJO
La Organización Mundial de la Salud define un ambiente de trabajo saludable como aquel donde se tienen
en cuenta:
• Temas de salud y seguridad en el entorno físico del trabajo
• Temas de salud, seguridad y bienestar en el entorno psicosocial del trabajo
• Recursos de salud personal en el lugar de trabajo
• Maneras de participar en la comunidad para mejorar la salud de los trabajadores, sus familias y otros
miembros de la comunidad.
Cada vez más, el lugar de trabajo es usado como un entorno para promover la salud y las actividades de
salud preventivas, no solo para prevenir accidentes laborales, sino para evaluar y mejorar la salud general de
los empleados.
Hay cuatro escenarios clave donde se pueden tomar acciones para promover los ambientes de trabajo
saludables.
El ambiente físico de trabajo se refiere a la estructura, aire, maquinaria, mobiliario, etc. Estos factores
pueden afectar la seguridad y la salud física de los trabajadores.
El entorno psicosocial de trabajo incluye la organización del trabajo y la cultura institucional que pueden
afectar el bienestar mental y físico de los empleados.
Los recursos personales de salud consisten en el entorno propicio, los servicios de salud, la información, los
recursos, las oportunidades y la flexibilidad que brinda una institución para apoyar los esfuerzos de sus
empleados de mejorar o mantener sus prácticas de estilos de vida saludable y para apoyar su estado actual
de salud física y mental.
La participación de la institución en la comunidad comprende las actividades que ésta realiza para mejorar la
seguridad, el bienestar y la calidad de vida de los trabajadores y sus familias.
A lo largo de los años se ha visto que la salud individual está claramente ligada a la salud comunitaria, es
decir la salud de la comunidad y el entorno donde una persona vive, trabaja y pasa su tiempo libre. La salud,
la seguridad y el bienestar son fundamentales para los trabajadores y sus familias y también para la
productividad, la competitividad y las sostenibilidad de las empresas y por ende para la economía de los
países. Los cambios medioambientales y socioeconómicos de las últimas décadas como ser la masificación
del consumo y el desarrollo tecnológico, han promovido estilos de vida no saludables incluyendo el
sedentarismo, la obesidad y el consumo de tabaco. También ha aumentado claramente el estrés relacionado
con el trabajo, factor clave en el ausentismo laboral. Un gran número de adultos trabaja y pasa 8 horas o
más de su día en un ambiente laboral. Por esto, es importante que el mismo sea un espacio que ayude a
contrarrestar esta tendencia y promueva actividades saludables como ser la actividad física, la alimentación
saludable y el no consumo de tabaco.
El principal antecedente en nuestro país está relacionado con la promoción de espacios laborables libres de
humo de tabaco. Dentro del marco del Programa Nacional de Control de Tabaco, el Ministerio de Salud y
Ambiente de la Nación lanzó en septiembre del 2004 la iniciativa “Registro de Instituciones y Empresas libres
de humo de tabaco” con el objetivo de fomentar los ambientes de trabajo libres de tabaco. Se publicó en
ese momento un manual para implementar ambientes libres de humo de tabaco. Los adultos pasan la
mayor parte del día en el ambiente laboral y esta estrategia ha demostrado ser enormemente efectiva en
mejorar la salud de los trabajadores, disminuir el consumo en fumadores y promover la cesación.
Otra iniciativa llevada a cabo por el Plan Nacional Argentina Saludable ha sido la promoción de las
universidades saludables a través de la capacitación del personal y los alumnos. En septiembre del 2009 se
realizó el primer taller en la ciudad de Jujuy y en noviembre se repitió el taller en la ciudad de San Juan. En
junio de 2010, se realizó un taller en la ciudad de Neuquén y otro en Río Grande. Se capacitaron hasta la
fecha más de 100 funcionarios y 200 estudiantes.
Beneficios de Los Lugares de Trabajo Saludables
- Parra M (2003). Conceptos básicos en salud laboral. Pp 1-19, Organización Internacional del
trabajo. Primera Edición. Santiago. Chile.
- Ministerio de Economía y Competitividad (2015). Guía Práctica de Salud Laboral para la valoración
de: aptitud en trabajadores con riesgo de exposición a carga física. Ed: Escuela Nacional de
Medicina del Trabajo Instituto de Salud Carlos III –Madrid. España.
http://www.msal.gob.ar/images/stories/bes/graficos/0000000482cnt-2013-01_manual-lugares-
trabajo-saludables.pdf
http://www.msal.gob.ar/index.php/home/salud-ocupacional
- Organización Mundial para la Salud (2007). Salud de los trabajadores: Plan de Acción Mundial.
Recuperado el 18 de Julio de 2019 de:
https://www.who.int/occupational_health/WHO_health_assembly_sp_web.pdf
https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/protecting-workers'-health
- OPS- OMS (2013). La salud de los trabajadores de la salud .Recuperado el 25 de Julio de 2019 de:
https://www.paho.org/arg/images/gallery/pub69.pdf?ua=1
- OPS- Ministerio de Salud de la Nación Argentina. Vacunas en la práctica Médica. Módulo 6. Otros
grupos Poblacionales.
http://virtual.senati.edu.pe/pub/cursos/sstr/UNIDAD_1/MANUAL-U1.pdf