WALDON, Jeremy Is dignity the foundation of human rights?

En Philosophical foundations human rights.

Capítulo 5

5 5
¿Es la dignidad la base de los derechos Is Dignity the Foundation of Human Rights?
humanos?
jeremy waldron
Jeremy Waldron
I. Fundación y Exploración
I. FoundationandExploration
En este capítulo me gustaría examinar, en parte con ojos de pedante, la
In this chapter I would like to examine, in part with the eye of a pedant, the
proposición de que la dignidad humana es el fundamento de los derechos
proposition that human dignity is the foundation of human rights. That
humanos. Esa proposición, o algo parecido, se encuentra en los
proposition, or something like it, is found in the preambles of the major human
preámbulos de las principales convenciones de derechos humanos, y
rights conventions, and it is quite common too in the rhetoric of scholars
también es bastante común en la retórica de los académicos que abordan
addressing the subject of rights. It bears examining for all sorts of reasons:
el tema de los derechos. Merece la pena examinarlo por todo tipo de
first, on account of the recent revival in the philosophical study of dignity;1
razones: primero, debido al reciente resurgimiento del estudio filosófico
second, because people continue to disagree about human rights and it is worth
de la dignidad;1 segundo, porque las personas continúan en desacuerdo
looking into any thesis that promises to help us with these disagreements;
acerca de los derechos humanos y vale la pena investigar cualquier tesis
third, because claims about dignity, if put forward as foundational, may pro-
que prometa ayúdanos con estos desacuerdos; tercero, porque las
vide a basis for challenging other values or principles that have also claimed to
afirmaciones sobre la dignidad, si se presentan como fundacionales,
occupy this foundational ground (like the principle of utility, for example);2
pueden proporcionar una base para desafiar otros valores o principios que
and fourth (and this is a reason that takes us in a different direction) because
también han afirmado ocupar este terreno fundacional (como el principio
the very idea of foundations for our political ideals has been called in question,
de utilidad,
and what we find out about dignity may confirm (or refute) the proposition that
searching for foundations is more trouble than it is worth.3
Me apresuro a agregar que estoy realizando esta investigación, no para
desacreditar el concepto de dignidad, sino para aclarar su papel en la
I hasten to add that I am undertaking this inquiry, not to discredit the concept
teoría de los derechos humanos. Algunas de las cosas que diré en varias
etapas pueden parecer críticas, incluso desdeñosas. Pero no es el objetivo
de este capítulo denigrar la idea de dignidad en relación con los derechos.
Incluso si resulta que no se puede defender una interpretación estricta de
la reivindicación fundacionalista, puede haber otras formas en las que la
dignidad resulte importante en nuestra comprensión de los derechos
humanos. Someter la afirmación fundacionalista a un escrutinio crítico
puede tener el beneficio secundario de revelar algunos de estos.
1 Para ver una muestra, véase: Jeremy Waldron, “Dignity and Rank,” European Journal of
Sociology, 48 (2007): 201; Michael Rosen, Dignity: Its History and Meaning (Harvard
University Press, 2012), George Kateb, Human Dignity (Harvard University Press, 2011),
Christopher McCrudden, “Human Dignity in Human Rights Interpretation,” European
Journal of International Law, 19 ( 2008): 655. Véase también el inmenso volumen de
treinta y nueve ensayos de una conferencia reciente sobre la dignidad humana en Oxford:
Christopher McCrudden (ed.), Understanding Human Dignity (Oxford University
Press/British Academy, 2013).
2 George Fletcher, “La dignidad humana como valor constitucional”, Revista de derecho
de la Universidad de Western Ontario, 22 (1984): 178.
3 Véase, por ejemplo, Richard Rorty, Contingency, Irony and Solidarity (Cambridge
University Press, 1989), 44–5 y 52–7.
118 ¿Es la dignidad la base de los derechos humanos?
II. Los Documentos Básicos de Derechos Humanos
Se nos dice en el preámbulo del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos (PIDCP) que los derechos que contiene “derivan de la
dignidad inherente de la persona humana”. El Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) dice algo similar,
aunque ambas convenciones también proclaman que “el reconocimiento
de la dignidad inherente y de los derechos iguales e inalienables de todos
los miembros de la familia humana es el fundamento de la libertad ,
justicia y paz en el mundo”, como si los dos fueran principios
of dignity, but to clarify its role in human rights theory. Some of the things I
will say at various stages may seem critical, even dismissive. But it is not the
aim of this chapter to denigrate the idea of dignity in relation to rights. For
even if it turns out that a strict understanding of the foundationalist claim
cannot be defended, still there may be other ways in which dignity will turn out
to be important in our understanding of human rights. Subjecting the
foundationalist claim to critical scrutiny may have the side-benefit of revealing
some of these.
1 For a sample, see: Jeremy Waldron, “Dignity and Rank,” European Journal of Sociology, 48
(2007): 201; Michael Rosen, Dignity: Its History and Meaning (Harvard University Press,
2012), George Kateb, Human Dignity (Harvard University Press, 2011), Christopher
McCrudden, “Human Dignity in Human Rights Interpretation,” European Journal of
International Law, 19 (2008): 655. See also the immense vol- ume of thirty-nine essays from a
recent conference on human dignity at Oxford: Christopher McCrudden (ed.), Understanding
Human Dignity (Oxford University Press/British Academy, 2013).
2 George Fletcher, “Human Dignity as a Constitutional Value,” University of Western Ontario
Law Review, 22 (1984): 178.
3 See, eg, Richard Rorty, Contingency, Irony and Solidarity (Cambridge University Press,
1989), 44–5 and 52–7.
118 Is Dignity the Foundation of Human Rights?
II. The Basic Human Rights Documents
We are told in the preamble to the International Covenant on Civil and
Political Rights (ICCPR) that the rights it contains “derive from the inherent
dignity of the human person.” The International Covenant on Economic, Social
and Cultural Rights (ICESCR) says something similar, though both
conventions also proclaim that “rec- ognition of the inherent dignity and of the
equal and inalienable rights of all members of the human family is the
foundation of freedom, justice and peace in the world,” as though the two were
coordinate principles. We see this second formulation also in the Universal
Declaration of Human Rights (UDHR); there it is unaccompanied by the claim
coordinados. Vemos esta segunda formulación también en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (DUDH); allí no está acompañado
por la afirmación de las dos convenciones de que los derechos se derivan
de la dignidad.
¿Son importantes estas diferencias? La primera afirmación, que “los
derechos se derivan de la dignidad inherente de la persona humana”,
parece directamente fundamental. Suena como si el objetivo de los
derechos humanos fuera proteger y promover la dignidad humana, y
parecería que la mejor manera de averiguar qué derechos tenemos es
averiguar cuál es la dignidad inherente del ser humano. implica la persona
y lo que es necesario para la protección y promoción de esa dignidad. La
segunda afirmación, por el contrario, trata los derechos y la dignidad
como ideas coordinadas en lugar de derivar una de la otra: esta impresión
se refuerza en el primer artículo de la DUDH: “Todos los seres humanos
nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
Probablemente sea un error dar demasiada importancia a la lógica y los
detalles de cualquiera de estas formulaciones del preámbulo. Están
pensados como piezas preliminares de retórica; no se destacan por su
rigor filosófico; probablemente representan compromisos políticos;4 y no
siempre son consistentes, al menos no a los ojos de un pedante. Pero si
los descartamos, probablemente deberíamos descartar ambas
formulaciones; no está claro que tengamos derecho a descartar
simplemente una de las formulaciones porque es incongruente con lo que
ahora es nuestra idea —más que algo expresado inequívocamente en las
convenciones— a saber, que la dignidad es el fundamento de los
derechos.
tercero Contenido Versus Fundamento de Derechos
Siguiendo con este análisis puramente textual, es interesante que ambos
pactos también parecen presentar la dignidad como parte del contenido de
of the two conventions that rights derive from dignity.
Are these differences important? The first claim, that “rights derive from the
inher- ent dignity of the human person,” seems straightforwardly foundational.
It makes it sound as if the whole point of human rights is to protect and
promote human dignity, and it would seem to follow that the best way to find
out what rights we have is to fig- ure out what the inherent dignity of the
human person involves and what is necessary for the protection and promotion
of that dignity. The second claim, by contrast, treats rights and dignity as
coordinate ideas rather than deriving one from the other: this impression is
reinforced in the first article of the UDHR: “All human beings are born free
and equal in dignity and rights.”
Probably it is a mistake to put too much weight on the logic and detail of any
of these preambular formulations. They are intended as prefatory pieces of
rhetoric; they are not noted for their philosophical rigor; they probably
represent political compromises;4 and they are not always consistent, at least
not to the eye of a pedant. But if we discount them, we should probably
discount both formulations; it is not clear that we are entitled just to sweep
away one of the formulations because it is inconsist- ent with what is now our
idea—rather than something expressed unequivocally in the conventions—
namely, that dignity is the foundation of rights.
III. Content Versus Foundation of Rights
Continuing with this purely textual analysis, it is interesting that both
covenants also seem to present dignity as part of the content of certain rights.
Article 10(1) of the ICCPR says: “All persons deprived of their liberty shall be
ciertos derechos. El artículo 10(1) del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos dice: “Toda persona privada de su libertad será tratada
con... respeto a la dignidad inherente a la persona humana”. (Esto es
similar al requisito del derecho internacional humanitario de que los
detenidos, en particular, estén protegidos de, entre otras cosas, “atentados
contra la dignidad personal”).5 La dignidad también está implicada en
ciertas afirmaciones particulares sobre derechos socioeconómicos. El
artículo 13(1) del PIDESC reconoce el derecho a la educación y establece
que “la educación estará dirigida al pleno desarrollo de la personalidad
humana y del sentido de su dignidad”, y en la DUDH el artículo 23(3)
proclama que “[t]odo el que trabaja tiene derecho a una vida justa y
4 Ver Johannes Morsink, La Declaración Universal de Derechos Humanos: Orígenes,
Redacción e Intención (University of Pennsylvania Press, 1999), 281ff.
5 Convenios de Ginebra, Artículo Común III.
jeremy waldron119
remuneración favorable que le asegure a él y a su familia una existencia
digna de la dignidad humana”. ¿La particularidad de estas afirmaciones
sobre la dignidad es coherente con la opinión de que la dignidad es el
fundamento general de todos los derechos humanos?
Algunos académicos perciben aquí una contradicción.6 Otros infieren que
“dignidad” debe significar cosas diferentes en estos contextos diferentes.7
Creo que están equivocados. Supongamos que la dignidad es la base de
nuestros derechos y que el papel de las demandas de derechos
particulares es señalar lo que la dignidad requiere en áreas particulares
(expresión, culto, privacidad, atención médica, etc.). Para algunas de
estas áreas particulares, puede Es bien sabido que la dignidad requiere φ
(digamos, libertad de culto o libertad de tortura) y por eso hablamos
directamente de un derecho a φ sin mencionar la dignidad. En otras áreas,
treated with...respect for the inherent dignity of the human person.” (This is
similar to the requirement in international humanitarian law that detainees, in
particular, be protected from, among other things, “outrages upon personal
dignity.”)5 Dignity is also implicated in certain particular claims about socio-
economic rights. Article 13(1) of the ICESCR recognizes a right to education
and lays it down that “education shall be directed to the full development of
the human personality and the sense of its dignity,” and, in the UDHR, Article
23(3) proclaims that “[e]veryone who works has the right to just and
4 See Johannes Morsink, The Universal Declaration of Human Rights: Origins, Drafting and
Intent (University of Pennsylvania Press, 1999), 281ff.
5 Geneva Conventions, Common Article III.
Jeremy Waldron 119
favourable remuneration ensuring for himself and his family an existence
worthy of human dignity.” Is the particularity of these claims about dignity
consistent with the view that dignity is the general foundation of all human
rights?
Some scholars perceive a contradiction here.6 Others infer that “dignity” must
mean different things in these different contexts.7 I think they are wrong.
Suppose dignity is the foundation of our rights and that the role of particular
rights claims is to point to what dignity requires in particular areas (speech,
worship, privacy, health care, and so on.) For some of these particular areas, it
may be well known that dignity requires φ (say, freedom of worship or
freedom from torture) and so we talk directly of a right to φ without
mentioning dignity. In other areas, there may be no familiar benchmark, so we
simply refer to dignity itself as the criterion of what is required: that is what
seems to be going on in the UDHR’s insistence on “remuneration ensuring . . .
puede que no haya un punto de referencia familiar, por lo que
simplemente nos referimos a la dignidad misma como el criterio de lo que
se requiere: eso es lo que parece estar sucediendo en la insistencia de la
DUDH en “garantizar la remuneración. . . una existencia digna de la
dignidad humana.
Asimismo, en un conjunto de derechos basados generalmente en la
dignidad, pueden existir algunos requisitos que comprometan más o
menos directamente la base dignitaria. Las prohibiciones del trato
“degradante” son así: abordan las formas más directas y alarmantes en las
que se puede atentar contra la dignidad humana, por ejemplo, los intentos
conscientes de tratar a las personas como si tuvieran un estatus
infrahumano. Considere una analogía. Los miembros del poder judicial
tienen cierta dignidad en la mayoría de los sistemas legales, y no es
inverosímil decir que marcar y proteger esa dignidad es la base de
muchos de los derechos que tienen los jueces. Tienen derecho a
presentarse con sus togas judiciales en ocasiones estatales y, como lo
expresa una constitución nacional, tienen derecho a “una remuneración
acorde con la dignidad de su cargo. . . ”8 Además de esto, tienen derecho
a no sufrir afrentas directas a su dignidad en los tribunales; esta es la base
de la ley sobre el desacato al tribunal. Ahora bien, el hecho de que este
último derecho se refiera más o menos directamente a su dignidad no
excluye la posibilidad de que la dignidad judicial sea el fundamento de
todos sus derechos. La ley que prohíbe el desacato al tribunal
compromete directamente la dignidad judicial; pero no es todo lo que hay
en la dignidad judicial. Y algo similar puede ser cierto para la dignidad
humana. Es posible que podamos distinguir entre la dignidad humana en
general y ciertos derechos particulares que la protegen explícita y más o
menos directamente. Como hemos visto, algunos de estos derechos
particulares son afirmativos y otros negativos. Ambos tipos de protección
son importantes, pero no son todo lo que hay para la dignidad humana. La
presencia de la dignidad como criterio para determinar el trato adecuado
puede ser explícita en algunos casos e implícita en otros. No hay
an exist- ence worthy of human dignity.” We don’t say what the required level
of remuneration is: but we point to dignity as a way of pinning it down.
Also, in a set of rights based generally upon dignity, there may be some
require- ments which engage the dignitarian foundation more or less directly.
Prohibitions on “degrading” treatment are like this: they address the most
direct and alarming ways in which human dignity might be assaulted—for
example, conscious attempts to treat people as having a sub-human status.
Consider an analogy. Members of the judiciary have a certain dignity in most
legal systems, and it is not implausible to say that marking and protecting that
dignity is the foundation of many of the rights that judges have. They have the
right to appear in their judicial robes on state occa- sions and they have, as one
national constitution puts it, a right to “remuneration consistent with the
dignity of their office . . . ”8 As well as this, they have right not to suffer direct
affronts to their dignity in court; this is the basis of the law on con- tempt of
court. Now the fact that this latter right refers more or less directly to their
dignity does not preclude the possibility that judicial dignity is the foundation
of all their rights. The law forbidding contempt of court engages judicial
dignity directly; but it is not all there is to judicial dignity. And something
similar may be true for human dignity. We may be able to distinguish between
human dignity in general and certain particular rights that protect it explicitly
and more or less directly. As we have seen, some of these particular rights are
affirmative and some are negative. Both kinds of protection are important, but
they are not all there is to human dig- nity. Dignity’s presence as a criterion for
determining appropriate treatment may be explicit in some cases and implicit
in others. There is no contradiction here and we have not had to assign
different meanings to different occurrences of “human dig- nity” to prevent a
contradiction from arising.
6 LuisRobertoBarroso,“Here,There,andEverywhere:HumanDignityinContemporaryLawandin
the Transnational Discourse,” Boston College International and Comparative Law Review, 35
(2012): 331, 357: “It would be contradictory to make human dignity a right in its own, however,
because it is regarded as the foundation for all truly fundamental rights and the source of at least
contradicción aquí y no hemos tenido que asignar diferentes significados
a diferentes ocurrencias de “dignidad humana” para evitar que surja una
contradicción.
6 LuisRoberto Barroso,
“Here,There,andEverywhere:HumanDignityinContemporaryLawandin the Transnational
Discourse,” Boston College International and Comparative Law Review, 35 (2012): 331,
357: “Sería contradictorio hacer de la dignidad humana un derecho en sí mismo, sin
embargo, porque se considera como el fundamento de todos los derechos verdaderamente
fundamentales y la fuente de al menos una parte de su contenido esencial”.
7 Rosen, Dignidad: su historia y significado, 59–60. 8 La Constitución de Polonia,
Artículo 178(2).
120 ¿Es la dignidad la base de los derechos humanos?
IV. Pluralismo fundacional
Por otro lado, no debemos descuidar la posibilidad de que la dignidad
resulte ser fundante de unos derechos y no de otros. Los derechos
humanos, notoriamente, se nos presentan en forma de lista más que como
una teoría unificada,9 y una lista nos alienta (aunque no nos obliga) a
pensar pluralistamente sobre los derechos. Tal vez deberíamos decir que
hay todo tipo de derechos, con todo tipo de fundamentos: la libertad de
expresión tiene un tipo de fundamento; el trato humano a los detenidos
tiene un fundamento diferente; el derecho a la educación otro más; y así
sucesivamente.10
Alguien puede protestar: el hecho de que todos estos derechos se
presenten como derechos humanos, ¿no significa que deben estar
unificados en sus fundamentos por una sola teoría de lo que se necesita
para que algo sea un derecho de ese tipo? Posiblemente; pero la
caracterización de un conjunto de derechos como derechos humanos
puede no significar más que que son derechos que se atribuyen
part of their core content.”
7 Rosen, Dignity: Its History and Meaning, 59–60. 8 The Constitution of Poland, Article 178(2).
120 Is Dignity the Foundation of Human Rights?
IV. FoundationalPluralism
On the other hand, we should not neglect the possibility that dignity might turn
out to be foundational for some rights and not others. Human rights,
notoriously, present themselves to us in the form of a list rather than as a
unified theory,9 and a list encour- ages us (though it does not require us) to
think pluralistically about rights. Maybe we should say that there are all sorts
of rights, with all sorts of foundations: free speech has one sort of foundation;
humane treatment for detainees has a different foundation; the right to
education yet another; and so on.10
Someone may protest: doesn’t the fact that all these rights are presented as
human rights mean that they must be unified in their grounds by a single
theory of what it takes for something to be a right of that kind? Possibly; but
the characterization of a set of rights as human rights may mean no more than
that they are rights which are properly attributed on a universal basis to all
human beings. This presumably means that each of them is based on some fact
about human nature. But human nature is multi-faceted and right R 1 may be
propiamente sobre una base universal a todos los seres humanos. Esto
presumiblemente significa que cada uno de ellos se basa en algún hecho
sobre la naturaleza humana. Pero la naturaleza humana es multifacética y
correcta R1puede basarse en la característica C (que comparten todos los
humanos), derecha R2puede basarse en la característica D (que comparten
todos los humanos), y la R correcta3puede basarse en la característica E
(que todos los humanos comparten). Para que todos estos se consideren
derechos humanos, no es necesario que haya una sola teoría de la
humanidad —o de la dignidad humana— que dé sentido a C, D y E
juntos.
Después de todo, el hecho de que la dignidad sea importante no significa
que otros valores fundacionales no sean también importantes. La
importancia de la dignidad no la convierte necesariamente en un valor
maestro, eclipsando cualquier otro valor que pueda ocupar un papel
fundamental. Algunos derechos pueden basarse directamente en la
libertad o la autonomía, sin importar el lugar que esas ideas tengan, a su
vez, en el análisis de la dignidad. Algunos podrían basarse en la igualdad
y la justicia social. Algunos incluso podrían estar basados indirectamente
en la utilidad.11
La dignidad no figura en la Constitución de los Estados Unidos, pero es
invocada esporádicamente en la doctrina constitucional estadounidense.
Una vez más, esto es cierto para algunos derechos más que para otros.
Parece ser particularmente importante con respecto a la prohibición de la
Octava Enmienda sobre castigos crueles e inusuales;12 pero uno no
esperaría verlo citado, digamos, en interpretaciones de la Tercera
Enmienda (el derecho a no tener tropas acuarteladas en la propia casa).
Incluso cuando se cita en apoyo de los asuntos de la Segunda Enmienda
(el derecho a portar armas), la dignidad se cita tendenciosamente como
una respuesta ad hominem a la sugerencia de los jueces liberales de que
solo los derechos que protegen “aspectos fundamentales de la
based on characteristic C (which all humans share), right R 2 may be based on
characteristic D (which all humans share), and right R 3 may be based on
characteristic E (which all humans share). For these all to be regarded as
human rights, it is not necessary for there to be a single theory of humanity—
or human dignity—that makes sense of C, D, and E together.
After all, the fact that dignity is important does not mean that other foundation-
ish values are not also important. Dignity’s importance does not necessarily
make it into a master-value, overshadowing every other value that might
occupy a foundational role. Some rights may be based directly on liberty or
autonomy—without regard to the place those ideas have, in turn, in the
analysis of dignity. Some might be based on equality and social justice. Some
might be even based indirectly on utility.11
Dignity does not figure in the Constitution of the United States, but it is
invoked sporadically in American constitutional doctrine. Again this is true of
some rights rather than others. It seems to be particularly important with regard
to the Eighth Amendment prohibition on cruel and unusual punishment;12 but
one would not expect to see it cited, say, in interpretations of the Third
Amendment (the right not have troops quartered in one’s home). Even when it
is cited in support of Second Amendment mat- ters (the right to bear arms),
dignity is cited tendentiously as an ad hominem response to the suggestion of
liberal justices that only rights protecting “fundamental aspects of personhood,
dignity, and the like” are incorporated into the meaning of “liberty” (as against
the states) in the Fourteenth Amendment.13 More generally, it is possible
personalidad, la dignidad y la como” se incorporan al significado de
“libertad” (en contraposición a los estados) en la Decimocuarta
Enmienda.13 En términos más generales, es posible
9 Para una reflexión sobre el aspecto de lista, ver John Rawls, Political Liberalism
(Columbia University Press, 1986), 292 y Jeremy Waldron, “Socio-economic Rights and
Theories of Justice,” San Diego Law Review, 48 (2011) : 773, 793.
10 Tampoco debemos descartar la posibilidad de que lo que consideramos como un
mismo derecho pueda tener múltiples fundamentos o múltiples elementos fundacionales.
11 Sería un error pensar que debido a que la lógica triunfante de los derechos parece
desplazar los cálculos utilitaristas directos, las ideas utilitaristas no pueden tener ningún
lugar en una teoría de los derechos.
12 cf. Trop v. Dulles 356 US 86, 100 (1958): “El concepto básico que subyace a la Octava
Enmienda es nada menos que la dignidad del hombre”.
13 McDonald v. Chicago 130 S.Ct. 3020, 3051 y 3055 (2011), Scalia J., concurrente.
jeremy waldron121
leer la Declaración de Derechos sin tener la impresión de que todos los
derechos particulares se derivan de un solo fundamento. Nada en su
historia sugiere que lo sean. Particularmente en circunstancias en las que
los derechos se agregan con el tiempo a una lista, proyecto de ley o carta
de derechos —del mismo modo que se agregaron las Enmiendas
Decimotercera, Decimocuarta, Decimoquinta y Decimonovena a la
Declaración de Derechos de los Estados Unidos—, es perfectamente
posible que la las preocupaciones que motivaron la lista original pueden
no ser las mismas que motivaron las adiciones posteriores. Ciertamente,
muchas de las enmiendas no relacionadas con los derechos han sido
añadidas ad hoc, sin prestar particular atención a ninguna unidad teórica:
la enmienda de la prohibición, las elecciones al Senado, la legalidad del
impuesto sobre la renta, la reducción de la edad para votar a 18 años,
9 For some reflection on the list-ish aspect, see John Rawls, Political Liberalism (Columbia
University Press, 1986), 292 and Jeremy Waldron, “Socio-economic Rights and Theories of
Justice,” San Diego Law Review, 48 (2011): 773, 793.
10 We should also not rule out the possibility that what we regard as one-and-the-same right
may have multiple foundations or multiple foundational elements.
11 It would be a mistake to think that because the trumping logic of rights seems to displace
direct utilitarian calculations that therefore utilitarian ideas can have no place at all in a theory of
rights.
12 cf Trop v. Dulles 356 U.S. 86, 100 (1958): “The basic concept underlying the Eighth
Amendment is nothing less than the dignity of man.”
13 McDonald v. Chicago 130 S.Ct. 3020, 3051 and 3055 (2011), Scalia J., concurring.
Jeremy Waldron 121
to read the Bill of Rights without getting any impression that the particular
rights are all derived from a single foundation. Nothing in their history
suggests that they are. Particularly in circumstances where rights are added
over time to a list or bill or char- ter of rights—in the way that the Thirteenth,
Fourteenth, Fifteenth, and Nineteenth Amendments were added to the
American Bill of Rights—it is perfectly possible that the concerns that
motivated the original list may not be the same as the concerns that motivate
the later additions. Certainly many of the non-rights amendments have been
added in an ad hoc way, without particular regard to any theoretical unity—the
pro- hibition amendment, elections to the senate, legality of the income tax,
reduction of the voting age to 18, and so on. It is perfectly possible that the
rights listed among the amendments have an ad hoc character as well. I am not
actually arguing for this plu- ralistic approach, but I do not think we can rule it
out as a possible reason why dignity seems more germane to some rights than
etcétera. Es perfectamente posible que los derechos enumerados entre las
modificaciones tengan también un carácter ad hoc. En realidad, no estoy
defendiendo este enfoque pluralista, pero no creo que podamos
descartarlo como una posible razón por la cual la dignidad parece más
relacionada con algunos derechos que con otros.
V. Dificultades de definición
Las posibles dificultades con la idea de que la dignidad es el fundamento
de los derechos humanos surgen también desde otra dirección. Quizás la
frase “dignidad humana” es demasiado vaga para tener un uso
fundacional.
Un respetado jurista de derechos humanos, Oscar Schachter, ha
observado que no existe una definición explícita de “dignidad humana”
en ninguna de las cartas que la invocan. “Su significado intrínseco se ha
dejado a la comprensión intuitiva”, dice Schachter, lo cual es poco
satisfactorio en lo que se refiere al papel fundacional del concepto: “Sin
una idea general razonablemente clara de su significado, no podemos
dibujar fácilmente implicaciones específicas para la conducta
relevante.”14 Christopher McCrudden ha argumentado que esta falta de
definición no es un descuido. La dignidad se escribió en los preámbulos
de los grandes pactos de derechos humanos no para transmitir ningún
significado en particular, sino para operar como una especie de marcador
de posición en circunstancias en las que los redactores querían sonar
filosóficos pero no podían ponerse de acuerdo sobre qué decir.15
Fuera del área de los derechos humanos, los comentaristas se han
mostrado bastante escépticos sobre el significado de “dignidad”. Al
abordar su uso en los debates de bioética, Stephen Pinker lo llamó una
noción “subjetiva blanda” y Ruth Macklin observó que “el concepto sigue
siendo irremediablemente vago. . . [E]l invocar el concepto de dignidad
sin aclarar su significado es utilizar un mero slogan.”16
to others.
V. Definitional Difficulties
Potential difficulties with the idea that dignity is the foundation of human
rights crop up also from another direction. Perhaps the phrase “human dignity”
is too vague to be of any foundational use.
A respected human rights jurist, Oscar Schachter has observed that there is no
explicit definition of “human dignity” in any of the charters that invoke it. “Its
intrin- sic meaning has been left to intuitive understanding,” says Schachter,
which is hardly satisfactory so far as a foundational role for the concept is
concerned: “Without a rea- sonably clear general idea of its meaning, we
cannot easily draw specific implications for relevant conduct.”14 Christopher
McCrudden has argued that this lack of defini- tion is not an oversight. Dignity
was written into the preambles of the great human rights covenants not to
convey any particular meaning, but to operate as a sort of place-holder in
circumstances where the drafters wanted to sound philosophical but couldn’t
agree on what to say.15
Outside the area of human rights, commentators have been quite skeptical
about the meaning of “dignity.” Addressing its use in bioethics debates,
Stephen Pinker called it “a subjective squishy” notion and Ruth Macklin
observed that “the concept remains hopelessly vague . . . [T]o invoke the
concept of dignity without clarifying its meaning is to use a mere slogan.”16
En algunas versiones, el carácter amorfo de la dignidad es simplemente
una señal de que estamos en las primeras etapas de su elaboración:
nuestra comprensión de su significado es un trabajo en progreso. Esto no
es incompatible con el funcionamiento de la dignidad como fundamento
de los derechos, ya que nuestra comprensión de los derechos humanos,
que no tiene más de setenta años en su encarnación moderna, también es
un trabajo en progreso. Todavía no existe un consenso establecido sobre
lo que significa decir que el derecho a φ es un derecho humano, aparte de
los mínimos
14 Oscar Schachter, “Human Dignity as a Normative Concept”, American Journal of
International Law, 77 (1983): 848, 849.
15 McCrudden, “La dignidad humana en la interpretación de los derechos humanos”,
675–8.
16 Steven Pinker, “The Stupidity of Dignity”, The New Republic, 28 de mayo de 2008 y
Ruth Macklin, “Dignity is a Useless Concept”, British Medical Journal, 327 (2003): 1419.
122 ¿Es la dignidad la base de los derechos humanos?
afirman que es un derecho que todos los humanos ahora se supone que
tienen. Y todavía no estamos de acuerdo sobre qué derechos son derechos
humanos. No debería sorprender entonces que el disenso sobre los
derechos esté asociado con la indeterminación en los fundamentos de los
derechos. Construir una teoría determinada va a involucrar trabajo en
ambos niveles. Por este motivo, la afirmación de que la dignidad es el
fundamento de los derechos no nos remite a una premisa determinada.
Más bien, nos instruye a prestar atención a las cuestiones sobre la
dignidad al tratar de abordar las cuestiones sobre los derechos; implica
una línea de investigación en la otra. Por ejemplo, al abordar cuestiones
sobre los límites de los derechos y la posibilidad de desarrollar conceptos
como el abuso de los derechos, se nos invita a explorar debates recientes
sobre la dignidad humana que abordan su carácter moralista o no
On some accounts, the amorphous character of dignity is simply a sign that we
are in the early stages of its elaboration: our understanding of its meaning is a
work-in- progress. This is not inconsistent with dignity operating as a
foundation for rights, for our understanding of human rights, no more than
seventy years old in its mod- ern incarnation, is a work-in-progress also. There
is still no settled consensus about what it means to say that the right to φ is a
human right, apart from the minimum
14 Oscar Schachter, “Human Dignity as a Normative Concept,” American Journal of
International Law, 77 (1983): 848, 849.
15 McCrudden, “Human Dignity in Human Rights Interpretation,” 675–8.
16 Steven Pinker, “The Stupidity of Dignity,” The New Republic, May 28, 2008 and Ruth
Macklin, “Dignity is a Useless Concept,” British Medical Journal, 327 (2003): 1419.
122 Is Dignity the Foundation of Human Rights?
claim that it is a right that all humans are now conceived to have. And we still
disagree about which rights are human rights. It should not be surprising then
that dissensus about rights is associated with indeterminacy in rights’
foundations. Building a deter- minate theory is going to involve work at both
levels. On this account, the claim that dignity is the foundation of rights does
not point us to a determinate premise. Rather, it instructs us to pay attention to
questions about dignity in trying to address ques- tions about rights; it
implicates the one line of inquiry in the other. For example, in addressing
issues about the limits on rights and the possibility of developing concepts like
emancipatorio,
En otras versiones, lo que un observador podría ver como un lío de
definiciones puede ser una indicación de que la dignidad es, de hecho, un
concepto en disputa, con concepciones razonablemente determinadas,
opuestas entre sí, ya bien cristalizadas.19 Porque no hay solo una
proliferación de usos. del término “dignidad”; hay en la filosofía política
moderna una proliferación de teorías dignatarias. Existe la teoría kantiana
basada en la capacidad moral autónoma, existe la teoría católica basada
en que los seres humanos fueron creados a imagen de Dios, existe una
teoría desarrollada por mí y por otros sobre la dignidad como un estatus
más que como un valor (más de esto más adelante), y está la teoría de la
dignidad desarrollada por Ronald Dworkin en Justice for Hedgehogs.20
Estos relatos rivales se confrontan entre sí, y la cacofanía de la
contestación puede hacernos perder la esperanza de que haya algún
terreno común para actuar como fundamento de los derechos. Al menos
un académico ha argumentado que si tratamos la dignidad como el
fundamento de los derechos, es probable que terminemos con diferentes
concepciones de derechos que coincidan con diferentes concepciones de
dignidad. Esto, sugiere, ya puede estar sucediendo en lo que respecta a las
alternativas constitucionales a ambos lados del Atlántico.21
Por supuesto, esta no será la primera vez que las ideas fundamentales de
la teoría política se presenten como conceptos en disputa. La disputa
sobre el significado de la libertad es notoria.22 La democracia fue citada
como un caso paradigmático de un
17 Véase, por ejemplo, Stephanie Hennette-Vauchez, “A Human Dignitas? El Principio
Contemporáneo de la Dignidad Humana como una Reevaluación de un Concepto Legal
Antiguo”, Revista Internacional de Derecho Constitucional, 9 (2011): 32.
18 Jeremy Waldron, “Dignidad, derechos y responsabilidades”, Arizona State Law
Journal 43 (2011): 1107.
abuse of rights, we are invited to explore recent discussions of human dignity
that address its moralistic or non-emancipatory character, ideas of human
dignity that explore the responsibility that each individual has in respect of the
human dignity embodied in his or her person.17 My point is that these
responsibility characteriza- tions of dignity are, at this stage, works-in-
progress, just like the idea of responsibility rights that they appear to
underpin.18
On other accounts, what an observer might see as a definitional mess may be
an indication that dignity is in fact a contested concept—with reasonably
determinate conceptions, opposed to one another, already well crystallized.19
For there is not just a proliferation of uses of the term “dignity”; there is in
modern political philosophy a proliferation of dignitarian theories. There is the
Kantian theory based on autono- mous moral capacity, there is the Catholic
theory based on humans’ being created in the image of God, there is a theory
developed by me and others about dignity as a status rather than a value (more
of this later), and there is the theory of dignity devel- oped by Ronald Dworkin
in Justice for Hedgehogs.20 These rival accounts confront one another, and the
cacophany of contestation may make us despair that there is any common
ground to act as a rights foundation. At least one scholar has argued that if we
treat dignity as the foundation of rights, we are likely to end up with different
conceptions of rights matching different conceptions of dignity. This, she
suggests, may already be happening so far as constitutional alternatives on the
two side of the Atlantic are concerned.21
Of course this won’t be the first time that foundational ideas in political theory
have presented themselves as contested concepts. Contestation about the
meaning of lib- erty is notorious.22 Democracy was cited as a paradigm case
of an essentially contested
17 See, eg, Stephanie Hennette-Vauchez, “A Human Dignitas? The Contemporary Principle of
Human Dignity as a Mere Reappraisal of an Ancient Legal Concept,” International Journal of
19 Para la idea de concepciones bien definidas en relación con un concepto en disputa,
véase Ronald Dworkin, Taking Rights Seriously (Harvard University Press, 1977), 134–6.
Véase también McCrudden, “Human Dignity in Human Rights Interpretation,” 679–80.
20 Immanuel Kant, Bases de la metafísica de la moral, ed. Mary Gregor (Cambridge
University Press, 1997), 42–6; Juan Pablo II, Evangelium Vitae (25 de marzo de 1995);
Jeremy Waldron, Dignidad, Rango y Derechos (Oxford University Press, 2012), 30–6;
Ronald Dworkin, Justicia para los erizos (Harvard University Press, 2010), 202–14.
21 Véase Neomi Rao, “Sobre el uso y abuso de la dignidad en el derecho constitucional”,
Columbia Journal of European Law, 14 (2008): 201 y Neomi Rao, “Tres conceptos de
dignidad en el derecho constitucional”, Notre Dame Law Review, 86 (2011): 183.
22 Isaiah Berlin, “Two Concepts of Liberty,” en su colección Four Essays on Liberty
(Oxford University Press, 1969), 118.
jeremy waldron123
concepto, por el filósofo que nos introdujo a esta última idea.23 Y la
igualdad y el estado de derecho han presentado en su momento la
impugnación como su principal característica definitoria.24 Presentar
estos valores como fundacionales plantea lo que está en juego en la
impugnación están debidamente concebidos. No debería sorprender que
la controversia sobre el significado correcto de la dignidad haya
aumentado desde que la gente comenzó a tomarse en serio las
afirmaciones fundamentales presentadas en los preámbulos de las grandes
cartas de derechos humanos.
VI. ¿Los derechos humanos realmente necesitan una base
(como la dignidad)?
Por otro lado, la dificultad para definir la palabra “dignidad” plantea la
pregunta de si realmente necesitamos una teoría fundamental para nuestro
compromiso con los derechos humanos. ¿Estamos mejor con tal base o
Constitutional Law, 9 (2011): 32.
18 Jeremy Waldron, “Dignity, Rights, and Responsibilities,” Arizona State Law Journal 43
(2011): 1107.
19 For the idea of well-defined conceptions in relation to a contested concept, see Ronald
Dworkin, Taking Rights Seriously (Harvard University Press, 1977), 134–6. See also
McCrudden, “Human Dignity in Human Rights Interpretation,” 679–80.
20 Immanuel Kant, Groundwork to the Metaphysics of Morals, ed. Mary Gregor (Cambridge
University Press, 1997), 42–6; John Paul II, Evangelium Vitae (25 March 1995); Jeremy
Waldron, Dignity, Rank, and Rights (Oxford University Press, 2012), 30–6; Ronald Dworkin,
Justice for Hedgehogs (Harvard University Press, 2010), 202–14.
21 See Neomi Rao, “On the Use and Abuse of Dignity in Constitutional Law,” Columbia
Journal of European Law, 14 (2008): 201 and Neomi Rao, “Three Concepts of Dignity in
Constitutional Law,” Notre Dame Law Review, 86 (2011): 183.
22 Isaiah Berlin, “Two Concepts of Liberty,” in his collection Four Essays on Liberty (Oxford
University Press, 1969), 118.
Jeremy Waldron 123
concept, by the philosopher who introduced us to that latter idea.23 And
equality and the rule of law have both in their time presented contestation as
their leading defini- tive characteristic.24 Presenting these values as
foundational raises the stakes in the contestation about how they are properly
conceived. It should be no surprise that con- testation about the proper
meaning of dignity has increased since people began tak- ing seriously the
foundational claims presented in the preambles of the great human rights
charters.
VI. Do Human Rights Actually Need a Foundation (Like
Dignity)?
estamos peor porque ahora hemos enredado derechos (sobre los cuales
alguna vez fuimos razonablemente claros) con una supuesta idea
fundacional que plantea más problemas de los que parece valer? Como
dice George Kateb (aunque en realidad no lo apoya),
[C]ualquiera que haya sido el caso hace algunos siglos, la defensa de los
derechos en la actualidad requiere poca articulación teórica. ¿Por qué crear
problemas defendiendo los derechos durante mucho tiempo y empeorar los
problemas al afirmar que la dignidad humana es la base, o parte de la base, de los
derechos humanos? La defensa teórica invita al escepticismo filosófico, que a
veces es útil para estimular el pensamiento, pero hoy en día no hay mucha teoría,
aunque alguna, que sale y dice que los derechos humanos son, en frase de Jeremy
Bentham, “tonterías sobre pilotes”. ”, y que la idea de la dignidad humana añade
todavía más despropósitos.25
Desde varios puntos de vista pragmáticos, esta posición puede parecer
sensata. Si nuestro pragmatismo es solo una cuestión de los resultados
que estamos tratando de promover como activistas de derechos humanos,
entonces probablemente deberíamos admitir que el fundacionalismo,
particularmente el fundacionalismo digno, es más problemático de lo que
vale. Deberíamos seguir enviando dinero a Amnistía Internacional, etc.
Una vez más, si nuestro pragmatismo es el de la defensa de los resultados
finales, es posible que tampoco encontremos muy útiles las proposiciones
sobre el estado fundamental de la dignidad. Bajo ninguna circunstancia es
probable que tales proposiciones generen argumentos legales claros y
convincentes para reclamos de derechos particulares. Abogados y jueces
discreparán sobre la supuesta premisa fundacional, discreparán sobre su
carácter y definición, y ciertamente no estarán de acuerdo sobre cómo
sacar inferencias de él y sobre cuáles son sus implicaciones finales. No
está del todo claro que esta maraña de desacuerdos represente una mejora
en un entorno para la abogacía de derechos legales que está desprovisto
de fundamentos filosóficos.
23 WB Gallie, “Essentially Contested Concepts”, Actas de la Sociedad Aristotélica, 56
On the other hand, the difficulty in defining the word “dignity” raises the
question of whether we actually need a foundational theory for our
commitment to human rights. Are we better off with such a foundation or are
we worse off because we have now entangled rights (about which we were
once reasonably clear) with an allegedly foundational idea which poses more
problems than it seems to be worth? As George Kateb puts the point (though
he does not actually endorse it),
[W]hatever was the case some centuries ago, the defense of rights at present requires
little theoretical articulation. Why make trouble by defending rights at length and make
worse trouble by claiming that human dignity is the basis, or part of the basis, for
human rights? Theoretical defense invites philosophical skepticism, which is
sometimes useful to stimulate thought, but there is these days not very much the- ory,
though there is some, that comes out and says that human rights are, in Jeremy
Bentham’s phrase, “nonsense upon stilts,” and that the idea of human dignity adds yet
more nonsense.25
From a number of pragmatic points of view, this position might sound
sensible. If our pragmatism is just a matter of the outcomes that we are trying
to promote as human rights activists, then probably we should concede that
foundationalism, particularly dignitarian foundationalism, is more trouble than
it is worth. We should just get on with sending money to Amnesty
International, etc. Again, if our pragmatism is that of bottom-line lawyering,
then we may not find propositions about the foundational status of dignity
much use either. On no account are such propositions likely to gener- ate clear
and compelling lines of legal argument for particular rights claims. Lawyers
and judges will disagree back and forth about the alleged foundational premise,
they will disagree about its character and its definition, and they will certainly
disagree about how to draw inferences from it and about what its bottom-line
implications are. It is not at all clear that this tangle of disagreements
represents any improvement on an environment for legal rights lawyering that
is bereft of philosophical foundations.
23 W.B. Gallie, “Essentially Contested Concepts,” Proceedings of the Aristotelian Society, 56
(1955–56), 167, 168 y 183.
24 Véase Ronald Dworkin, “¿Qué es la igualdad? I y II”, Philosophy and Public Affairs,
10 (1981): 185 y 283 y Jeremy Waldron, “Is the Rule of Law a Contested Concept (in
Florida)?” Derecho y Filosofía, 21 (2002): 137.
25 Kateb, Dignidad humana, 1–2.
124 ¿Es la dignidad la base de los derechos humanos?
Pero las fundaciones no se investigan por sus beneficios pragmáticos. A
veces se persiguen solo por el bien de una mejor comprensión, donde
"mejor" significa "más profundo", no "más efectivo en la práctica". La
física cuántica es la base de nuestra comprensión de la naturaleza
material; y aunque se podría argumentar que, para todo tipo de propósitos
prácticos, tenemos una comprensión mucho más clara de la naturaleza y
el comportamiento de los objetos ordinarios de tamaño mediano que la
que tenemos de las partículas subatómicas, aun así somos conducidos
intelectualmente a el mundo subatómico para un nivel de comprensión
que es más profundo que eso. E incluso si la física cuántica ofrece más
preguntas que respuestas, creemos que plantear esas preguntas y luchar
con ellas es la mejor manera de comprender cómo funciona realmente el
mundo material. Algo similar puede ser cierto del fundacionalismo en la
teoría moral y política. Incluso si nuestras indagaciones fundamentales no
prometen producir ningún tipo de prueba de fuego para evaluar las
reclamaciones de derechos, las preguntas que enfrentamos al realizar
estas indagaciones ayudan a profundizar y enriquecer nuestra
comprensión de los derechos humanos. Creo que esto es cierto para la
investigación de valores en general; ciertamente es cierto de lo que
Richard Primus ha llamado el “resurgimiento del fundacionalismo
normativo” en el estudio de los derechos. la sala del tribunal
Nada de esto muestra, por supuesto, que la dignidad humana sea el tipo
de base que estamos buscando, en la búsqueda de esta comprensión
(1955–56), 167, 168 and 183.
24 See Ronald Dworkin, “What is Equality? I and II,” Philosophy and Public Affairs, 10 (1981):
185 and 283 and Jeremy Waldron, “Is the Rule of Law a Contested Concept (in Florida)?” Law
and Philosophy, 21 (2002): 137.
25 Kateb, Human Dignity, 1–2.
124 Is Dignity the Foundation of Human Rights?
But foundations are not inquired into for their pragmatic benefits. Sometimes
they are pursued just for the sake of better understanding, where “better”
means “deeper,” not “more practically effective.” Quantum physics is the
foundation of our under- standing of material nature; and although a case could
be made that for all sorts of practical purposes we have a much clearer grasp of
the nature and behavior of ordi- nary middle-sized objects than we do of sub-
atomic particles, still we are led intellec- tually into the sub-atomic world for a
level of understanding that is deeper than that. And even if quantum physics
offers more in the way of questions rather than answers, we believe that posing
those questions and wrestling with them is the best way to understand how the
material world really works. Something similar may be true of foundationalism
in moral and political theory. Even if our foundational inquiries do not promise
to yield any sort of litmus test for assessing rights claims, still the ques- tions
we face in pursuing these inquiries help to deepen and enrich our understand-
ing of human rights. I think this is true of value-inquiry generally; it is
certainly true of what Richard Primus has called the “resurgence of normative
foundationalism” in the study of rights.26 Legal theorists do not pursue
foundational inquiries just in order to equip their more practical-minded
colleagues with impressive sounding arguments that will work in the
courtroom. They pursue them because it is intrinsically impor- tant to have a
deep and abstract as well as a surface-level and practical understanding of
these rights that we claim to take so seriously.
None of this shows, of course, that human dignity is the sort of foundation we
profunda. La dignidad podría ser un callejón sin salida en esta empresa
fundacional. Pero no creo que se deba descartar de plano con el
argumento de que, hablando pragmáticamente, es más problemático de lo
que vale.
El mismo punto se puede poner de otra manera. No inventamos el
concepto de dignidad para ser inmediatamente útil. Ha surgido de todos
modos como una idea aparentemente importante en ética y filosofía
política. No podemos revertir y no debemos ignorar la herencia de la
teología moral, la teorización de la ley natural y la filosofía kantiana que
ha puesto esta idea frente a nosotros. Algunos filósofos afirman que la
dignidad agrega poco a conceptos que ya son razonablemente bien
entendidos, como la autonomía y el respeto por las personas.27 Puede
que tengan razón. Pero sería imprudente descartar la dignidad a menos
que estuviéramos seguros de que no agrega nada ni modifica nuestra
comprensión de esos otros conceptos. nos corresponde explorar su
contenido y sus relaciones con otras ideas morales.
No solo eso, sino que nos guste o no, una herencia más reciente, esta vez
una herencia de proclamaciones de derechos humanos, nos ha cargado
con afirmaciones sobre el papel fundamental de la dignidad para explorar.
Aquellos de nosotros que queremos explorar la conexión entre
26. 26 Richard A. Primus, The American Language of Rights (Cambridge
University Press, 1999), 178–9.
27. 27 Véase Macklin, “Dignity is a Useless Concept”, y Pinker, “The Stupidity of
Dignity”.
28 Ni Macklin ni Pinker presentan nada más que una mera afirmación de que el
significado
El contenido de “dignidad” se agota en referencia a la autonomía y uno o dos de los
requisitos basados en el respeto de la ética médica.
are looking for, in pursuit of this deep understanding. Dignity might be a cul-
de-sac in this foundational enterprise. But I do not think it should be dismissed
out of hand on the grounds that, pragmatically speaking, it is more trouble than
it is worth.
The same point can be put another way. We did not invent the concept of
dignity to be immediately useful. It has emerged anyway as an apparently
important idea in eth- ics and political philosophy. We cannot reverse and we
should not ignore the heritage of moral theology, natural-law theorizing, and
Kantian philosophy that has put this idea in front of us. Some philosophers
claim that dignity adds little to concepts that are already reasonably well-
understood, like autonomy and respect for persons.27 They may be right. But
we would be unwise to dismiss dignity unless we were sure that it neither
added anything to nor modified our understanding of those other concepts.28
Being (so to speak) stuck with this concept by the legacy of our moral and
political philosophy, it is incumbent on us to explore its content and its
relations to other moral ideas. I don’t pretend there are easy answers here: the
legacy of our discipline has given us something of a conundrum to unravel
rather than a conception already resplend- ent in its clarity.
Not only that, but whether we like it or not, a more recent heritage—this time a
heritage of human rights proclamations—has saddled us with claims about
dignity’s foundational role to explore. Those of us who want to explore the
connection between
28. 26  Richard A. Primus, The American Language of Rights (Cambridge University
Press, 1999), 178–9.
29. 27  See Macklin, “Dignity is a Useless Concept,” and Pinker, “The Stupidity of
Dignity.”
28 Neither Macklin nor Pinker presents anything other than a bare assertion that the meaningful
content of “dignity” is exhausted by reference to autonomy and one or two of the respect-based
jeremy waldron125
la dignidad y los derechos humanos no hacían esa conexión. El mundo
(por así decirlo) se comprometió con reclamos sobre una conexión
fundamental entre la dignidad y los derechos humanos. Esas afirmaciones
pueden resultar falsas, mal concebidas, confusas o simplemente retóricas.
Los escépticos pueden tener razón cuando dicen que es una mera
decoración en las grandes cartas, o un marcador de posición para ocultar
una controversia intratable. Pero no podemos estar seguros de esto de
antemano. De todos modos, para quienes practican la filosofía, no queda
más remedio que explorar estas afirmaciones. El hecho de que los
hombres de acción de buen corazón puedan tener otras prioridades no
afecta a la misión del filósofo. A menudo es nuestro trabajo, en la gran
división del trabajo, explorar afirmaciones como esta mucho después de
que una persona de mentalidad más pragmática se haya dado por vencida
y haya vuelto al campo. La exploración puede emprenderse con un
espíritu moderadamente escéptico (como el mío en este capítulo). Pero
debe llevarse a cabo, no obstante, de buena fe.
VIII. ¿QuéesFundación?
Parte de esta exploración implica preguntarse: ¿qué es, de todos modos,
para que algo sea el fundamento de los derechos? ¿Las afirmaciones
fundacionales son solo simbólicas? ¿Es esta afirmación fundacional solo
una afirmación sobre la importancia de la dignidad? Por ejemplo, la
proclamación de “la dignidad humana como un derecho tan fundamental
que ninguna sociedad decente, o sistema legal, le negaría una protección
sólida”. ¿Qué dignidad puede considerarse como “el manantial del que se
derivan los derechos iguales del hombre”?30
La idea de cimientos puede entenderse de muchas maneras. Voy a
explorar (y aplicar a la relación entre dignidad y derechos) cuatro
explicaciones posibles de lo que podría significar decir que un concepto,
require- ments of medical ethics.
Jeremy Waldron 125
dignity and human rights did not make that connection up. The world (as it
were) committed itself to claims about a foundational connection between
dignity and human rights. Those claims might turn out to be false,
misconceived, confused, or merely rhetorical. The skeptics may be right when
they say it is mere decoration in the great charters, or a place-holder to conceal
intractable controversy. But we cannot be sure of this in advance. Anyway, for
those who practice philosophy, there is no option but to explore these claims.
The fact that good-hearted men of action may have other priorities does not
affect the philosopher’s mission. It is often our job, in the great division of
labor, to explore claims like this long after a more pragmatic-minded per- son
has thrown up his hands and gone back out into the field. The exploration may
be undertaken in a moderately skeptical spirit (as mine is, in this chapter). But
it needs to be undertaken nevertheless in good faith.
VII. WhatisaFoundation?
Part of this exploration involves asking: what is it, anyway, for something to
be the foundation of rights? Are foundational claims just symbolic? Is this
foundational claim just a claim about dignity’s importance?—for example, the
proclamation of “human dignity as a right so fundamental that no decent
society, or legal system, would deny it strong protection.”29 Or is there a real
sense in which dignity may be regarded as “the fountainhead from which the
equal rights of man follow”?30
The idea of foundations can be understood in many ways. I am going to
explore (and apply to the relation between dignity and rights) four possible
accounts of what it might mean to say that one concept, α, is the foundation of
another concept, β. It might mean that
α, es el fundamento de otro concepto, β. podría significar que
1. (i) como cuestión de historia y genealogía, β se generó a partir de
α;
2. (ii) α es la fuente de β, en la forma en que la aplicación de una
proposición jurídica puede ser la fuente de la validez de otra;
3. (iii) β puede derivarse lógicamente de α, ya sea de forma
deductiva o con la ayuda de premisas empíricas; o
4. (iv) α arroja alguna luz indispensable sobre β o ayuda en la
interpretación de β.
A medida que buscamos estas posibilidades para {α = dignidad humana,
β = derechos humanos}, probablemente valga la pena señalar que el
término β, derechos humanos, también podría entenderse de diferentes
maneras. No solo existen todavía desacuerdos sustantivos sobre el
contenido y el carácter de los derechos humanos, sino que la idea de las
fundaciones podría relacionarse con los derechos humanos en varios
niveles diferentes. Podría entenderse que los “derechos humanos”
describen un concepto, una lista de derechos y una práctica para
afirmarlos y aplicarlos; y el concepto,
29 Esta frase está tomada de Norman Rosenberg, Dignity, Rights, and Recent Legal
Scholarship, American Quarterly, 45 (1993): 429, 430 (revisión de Michael J. Meyer y
WA Parent (eds.), The Constitution of Rights: Human Dignity y valores americanos).
30 Yehoshua Arieli, “Sobre las condiciones necesarias y suficientes para el surgimiento
de la doctrina de la dignidad del hombre y sus derechos”, en D. Kretzmer y E. Klein
(eds.), The Concept of Dignity in Human Rights Discourse (Kluwer Law International,
2002), 1, 8.
126 ¿Es la dignidad la base de los derechos humanos?
la lista y la práctica, pueden entenderse en términos morales o jurídicos.
En consecuencia, lo que se supone que la dignidad humana es
5. (i)  as a matter of history and genealogy, β was generated out of α;
6. (ii)  α is the source of β, in the way that the application of one legal
proposition may be the source of the validity of another;
7. (iii)  β can be derived logically from α, either deductively or with the
help of empirical premises; or
8. (iv)  α throws some indispensable light on β or helps in the
interpretation of β.
As we pursue these possibilities for {α = human dignity, β = human rights}, it
is proba- bly worth noting that the β-term, human rights, might also be
understood in different ways. Not only are there still substantive disagreements
about the content and char- acter of human rights, but the idea of foundations
might engage with human rights at a number of different levels. “Human
rights” might be understood to describe a con- cept, a list of rights, and a
practice of asserting and applying them; and the concept,
29 This phrase is taken from Norman Rosenberg, Dignity, Rights, and Recent Legal
Scholarship, American Quarterly, 45 (1993): 429, 430 (reviewing Michael J. Meyer and W. A.
Parent (eds.), The Constitution of Rights: Human Dignity and American Values).
30 Yehoshua Arieli, “On the Necessary and Sufficient Conditions for the Emergence of the
Doctrine of the Dignity of Man and his Rights,” in D. Kretzmer and E. Klein (eds.), The
Concept of Dignity in Human Rights Discourse (Kluwer Law International, 2002), 1, 8.
126 Is Dignity the Foundation of Human Rights?
the list and the practice, may be understood in moral or legal terms.
Accordingly, what human dignity is supposed to be foundational to (or for, or
of) may vary depending on whether we claim it to be foundational vis-a-vis a
moral or legal proposition, a moral or legal concept or theory, or a moral or
legal practice. My pedantry in these matters usually knows no bounds, but I
will not explore these variations systematically. As we consider options (i)
through (iv), I hope it will be clear which level of human rights talk I am
fundamental para (o para, o de) puede variar dependiendo de si
afirmamos que es fundamental frente a una proposición moral o legal, un
concepto o teoría moral o legal, o un práctica moral o legal. Mi
pedantería en estos asuntos normalmente no tiene límites, pero no
exploraré estas variaciones sistemáticamente. Mientras consideramos las
opciones (i) a (iv), espero que quede claro a qué nivel de conversación
sobre derechos humanos me estoy dedicando.
A. Orígenes y genealogía
Cuando las personas dicen que los derechos humanos se basan en la
dignidad humana, una posibilidad es que quieran decir que nuestro
discurso sobre los derechos humanos surgió de un discurso preexistente
sobre la dignidad humana. La afirmación sería que esto último es
fundacional en un sentido genealógico, que la prevalencia o el poder de
hablar sobre la dignidad humana nos ayuda a explicar, de manera
histórica, de dónde provienen nuestras ideas sobre los derechos humanos.
La genealogía del discurso sobre los derechos humanos es un tema
importante: es una tarea interesante en la historia de las ideas relacionarla
con un discurso mucho más antiguo sobre los derechos naturales y
explicar por qué, cuando la noción de derechos naturales está en barbecho
o desacreditada en muchos círculos. durante más de cien años
(aproximadamente desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo
XX), fue tan fácilmente revivido bajo esta nueva etiqueta.31
Ciertamente, había un discurso preexistente sobre la dignidad humana
antes del surgimiento del discurso sobre los derechos humanos en su
forma moderna. Pero, como argumentó Oscar Schachter, es inverosímil
suponer que los derechos humanos surgieron del discurso de la dignidad:
El Acta Final de Helsinki declara en el Principio VII que todos los derechos
humanos y las libertades fundamentales “derivan de la dignidad inherente a la
persona humana”. Esta afirmación debe entenderse en un sentido filosófico más
engaging.
A. Origins and genealogy
When people say that human rights are based on human dignity, one
possibility is that they mean that our discourse of human rights grew out of a
pre-existing discourse about human dignity. The claim would be that the latter
is foundational in a genealog- ical sense, that the prevalence or power of talk
about human dignity helps us explain, in an historical way, where our ideas
about human rights came from. The genealogy of human rights talk is an
important topic: it is an interesting task in the history of ideas to relate it to
much earlier talk of natural rights, and to explain why, when the notion of
natural rights lay fallow or discredited in many circles for more than a hundred
years (roughly from the end of the eighteenth until mid-way through the
twentieth century), it was so easily revived under this new label.31
There was certainly a pre-existing discourse of human dignity before the
emergence of human rights talk in its modern form. But, as Oscar Schachter
has argued, it is implausible to suppose that human rights grew out of the
discourse of dignity:
The Helsinki Final Act declares in Principle VII that all human rights and fundamen-
tal freedoms “derive from the inherent dignity of the human person.” This statement
should be understood in a philosophical rather than historical sense. As history, it
would probably be more correct to say the opposite: namely, that the idea of dignity
reflects sociohistorical conceptions of basic rights and freedoms, not that it generated
them.32
No doubt existing dignity discourse had some effect on the way in which
human rights discourse emerged. But it would be wrong to treat the former as
the historical precursor of the latter. And in many respects, the reverse story
seems more plausible, as Schachter suggests. Our modern dignity discourse
owes more to the human rights discourse that has emerged since 1948 than the
que histórico. Como historia, probablemente sería más correcto decir lo
contrario: a saber, que la idea de dignidad refleja concepciones sociohistóricas de
derechos y libertades básicos, no que ella los haya generado.32
Sin duda, el discurso de la dignidad existente tuvo algún efecto en la
forma en que surgió el discurso de los derechos humanos. Pero sería un
error tratar al primero como el precursor histórico del segundo. Y en
muchos aspectos, la historia inversa parece más plausible, como sugiere
Schachter. Nuestro discurso moderno de la dignidad le debe más al
discurso de los derechos humanos que ha surgido desde 1948 que lo que
este último le debe al primero.
B. Fuente y legitimidad
En un ensayo reciente, Klaus Dicke ha sugerido que en la DUDH “la
dignidad de los seres humanos es una norma formal trascendental para
legitimar las reivindicaciones de derechos humanos.”33 Esto
31 Véase, por ejemplo, Jeremy Waldron, “The Decline of Natural Right”, en Allen Wood
y Songsuk Susan Kahn (eds.), The Cambridge History of Philosophy in the Nineteenth
Century (Cambridge University Press, 2012), 62, y Samuel Moyn , La última utopía: los
derechos humanos en la historia (Harvard University Press, 2012).
32 Schachter, “La dignidad humana como concepto normativo”, 853.
33 Klaus Dicke, “La función fundacional de la dignidad humana en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos” en Kretzmer y Klein (eds.), El concepto de dignidad
en el discurso de los derechos humanos, 111, 118.
jeremy waldron127
la terminología es bastante opaca, pero Dicke parece estar invocando una
idea kelseniana. Así como la “grundnorm” de un ordenamiento jurídico
—la norma que dice que se deben respetar las disposiciones de la más
latter owes to the former.
B. Source and legitimacy
In a recent essay, Klaus Dicke has suggested that in the UDHR “the dignity of
human beings is a formal transcendental norm to legitimize human rights
claims.”33 This
31 See, eg, Jeremy Waldron, “The Decline of Natural Right,” in Allen Wood and Songsuk Susan
Kahn (eds.), The Cambridge History of Philosophy in the Nineteenth Century (Cambridge
University Press, 2012), 62, and Samuel Moyn, The Last Utopia: Human Rights in History
(Harvard University Press, 2012).
32 Schachter, “Human Dignity as a Normative Concept,” 853.
33 Klaus Dicke, “The Founding Function of Human Dignity in the Universal Declaration of
Human Rights” in Kretzmer and Klein (eds.), The Concept of Dignity in Human Rights
Discourse, 111, 118.
Jeremy Waldron 127
terminology is rather opaque but Dicke seems to be invoking a Kelsenian idea.
Just as the “grundnorm” of a legal system—the norm that says that the
provisions of the high- est constitution are to be respected—is the source of
legal validity and, in that sense, of legitimacy in that system for all statutory
and regulative norms,34 so a norm regarding human dignity might be an
ultimate source for the legitimacy of human rights norms. The validity of a
statute derives from the constitutional norms that empower a given legislature
and lay down the basic procedures for enactment; and, on Kelsen’s account, in
order to preclude unanswerable questions about where the validity of the
relevant constitutional provisions derive from, we posit a final and
transcendental norm to underpin the validity of the constitution, rather than
trying to locate a still higher positive norm (say, the empowering statute of a
former colonial power) to validate it. In a moment, I shall say something about
alta constitución— es fuente de validez jurídica y, en ese sentido, de
legitimidad en ese ordenamiento para todos los actos estatutarios y
legales. normas regulativas,34 por lo que una norma relativa a la dignidad
humana podría ser una fuente última de legitimidad de las normas de
derechos humanos. La validez de una ley deriva de las normas
constitucionales que facultan a una determinada legislatura y establecen
los procedimientos básicos para su promulgación; y, en la cuenta de
Kelsen, para evitar preguntas sin respuesta sobre de dónde deriva la
validez de las disposiciones constitucionales relevantes, postulamos una
norma final y trascendental para sustentar la validez de la constitución, en
lugar de tratar de localizar una norma positiva aún más alta (digamos, el
estatuto de empoderamiento de una antigua potencia colonial) para
validarlo. En un momento, diré algo sobre la diferencia entre esta historia,
que se refiere a lo que Kelsen llamó la “dinámica” de un sistema legal, y
el tipo de historia que sospecho que tiene en mente Dicke, que parece
tener más en común con lo que Kelsen llamó la derivación “estática” de
una norma a partir del contenido de otra.35
Pero primero exploremos qué podría significar aquí. Dicke
presumiblemente no quiere negar el estatus de los grandes pactos de
derechos humanos como fuentes de derecho, válidos por su firma y
ratificación por un gran número de países. Pero creo que quiere negar que
las personas tengan los derechos mencionados en esos pactos solo porque
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, por ejemplo, se
promulgó como un tratado multilateral. El Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos por su cuenta no crea los derechos; reconoce
y proclama los derechos que ya tienen los humanos. ¿Por qué la
invocación de la dignidad humana es una manera de decir esto, o qué
añade a esto? Dicke cree que la invocación de la dignidad humana es una
referencia a la naturaleza especial de los seres humanos, su valor
inherente, lo que explica por qué realmente tienen los derechos que
proclaman los pactos,
the difference between this story, which con- cerns what Kelsen called the
“dynamics” of a legal system, and the sort of story that I suspect Dicke has in
mind, which seems to have more in common with what Kelsen called the
“static” derivation of one norm from the content of another.35
But first let us explore what could possibly be meant here. Dicke presumably
does not want to deny the status of the great human rights covenants as sources
of law, valid on account of their signature and ratification by a large number of
countries. But I think he wants to deny that persons have the rights mentioned
in those covenants just because the ICCPR, for example, was enacted as a
multi-lateral treaty. The ICCPR on his account does not create the rights; it
recognizes and proclaims the rights that humans already have. Why is the
invocation of human dignity a way of saying this, or what does it add to this?
Dicke believes that the invocation of human dignity is a refer- ence to the
special nature of human beings, their inherent worth, which explains why they
really do have the rights that the covenants proclaim, prior to and independent
of the positive law proclamation.
Oscar Schachter seems to infer something similar, at least in a negative way:
“as a philosophical statement, the proposition that rights derive from the
inherent dignity of the person . . . implies that rights are not derived from the
state or any other external authority.”36 Again, Schachter, one of the first
generation of great human rights jurists, need not be interpreted here as
denying the authority of positive international law. He is merely insisting on
the “suprapositive” element that lies behind the law’s recognition of these
rights.37 More affirmatively, the invocation of dignity may suggest that there
is a suprapositive explanation for our according the importance to human rights
that we do, for our insistence on their universality, inalienability, and non-
forfeitability. It is not simply a matter of our having decided to create positive
law in this form; our crea- tion of laws with these features presents itself as an
affirmative response to facts about human specialness that we recognize in our
ethical talk of human dignity.
Oscar Schachter parece inferir algo similar, al menos de manera negativa:
“como afirmación filosófica, la proposición de que los derechos derivan
de la dignidad inherente a la persona. . . implica que los derechos no se
derivan del estado ni de ninguna otra autoridad externa.”36 De nuevo,
Schachter, uno de los grandes juristas de derechos humanos de la primera
generación, no necesita interpretarse aquí como que niega la autoridad del
derecho internacional positivo. Simplemente está insistiendo en el
elemento “suprapositivo” que se encuentra detrás del reconocimiento de
estos derechos por parte de la ley.37 Más afirmativamente, la invocación
de la dignidad puede sugerir que existe una explicación suprapositiva
para nuestro reconocimiento de la importancia que hacemos para los
derechos humanos, para nuestra insistencia en su universalidad,
inalienabilidad e irrenunciabilidad. No se trata simplemente de que
hayamos decidido crear el derecho positivo de esta forma; nuestra
creación de leyes con estas características se presenta como una respuesta
afirmativa a los hechos sobre la especialización humana que reconocemos
en nuestro discurso ético sobre la dignidad humana.
Creo que esto es lo más lejos que puedo llevar esta versión de la
afirmación fundamental. Supongo que uno podría ir un paso más allá y
decir que la legitimidad de nuestra ley de derechos humanos es
34. 34 Hans Kelsen, Teoría pura del derecho, trad. Max Knight (Prensa de la
Universidad de California, 1967), 198–205.
35. 35 Kelsen, Teoría Pura del Derecho, 108ff.
36. 36 Schachter, “La dignidad humana como concepto normativo”, 853.
37 Para el “elemento suprapositivo”, véase Gerald Neuman, “Human Rights and
Constitutional Rights:
Armonía y disonancia”, Stanford Law Review, 55 (2003): 1863.
I think this is about as far as I can take this version of the foundational claim. I
sup- pose one could go a step further and say that the legitimacy of our human
rights law is
37. 34  Hans Kelsen, Pure Theory of Law, trans. Max Knight (University of California
Press, 1967), 198–205.
38. 35  Kelsen, Pure Theory of Law, 108ff.
39. 36  Schachter, “Human Dignity as a Normative Concept,” 853.
37 For “suprapositive element,” see Gerald Neuman, “Human Rights and Constitutional Rights:
Harmony and Dissonance,” Stanford Law Review, 55 (2003): 1863.
128 Is Dignity the Foundation of Human Rights?
derived from a higher law respecting human dignity—God’s law, for example,
or some natural law conception. Certainly the belief in such a higher law
explains the positive law-creating actions of many who drafted and subscribed
to the human rights cove- nants. But I think this is better conveyed by saying,
as I said in the last paragraph, that the covenants represent themselves as
positive law responses to suprapositive ideas, rather than that the legitimacy or
validity of human rights norms can be traced to non-positive law. Some will
concede the point readily enough so far as legal validity is concerned; like me
they may be unable to make good sense of Dicke’s implicit compar- ison of the
value of human dignity with a Kelsenian grundnorm. But “legitimacy” is a
looser term—it can mean anything from legal validity through popular
acceptance to moral appeal. If it means “moral appeal,” then, yes, we can say
that the legitimacy of human rights ideas owes a lot to the legitimacy of
dignitarian ideas (and vice versa).
In his legal theory, Hans Kelsen distinguished between the dynamics and the
statics of a legal system.38 In a dynamic sense, validity is a matter of higher
laws empowering the making of laws or legal orders at a lower level. The
128 ¿Es la dignidad la base de los derechos humanos?
derivado de una ley superior que respeta la dignidad humana: la ley de
Dios, por ejemplo, o alguna concepción de la ley natural. Ciertamente, la
creencia en tal ley superior explica las acciones creadoras de leyes
positivas de muchos de los que redactaron y suscribieron los pactos de
derechos humanos. Pero creo que esto se transmite mejor diciendo, como
dije en el último párrafo, que los pactos se representan a sí mismos como
respuestas de derecho positivo a ideas suprapositivas, en lugar de que la
legitimidad o validez de las normas de derechos humanos se pueda
atribuir al derecho no positivo. . Algunos concederán el punto con
bastante facilidad en lo que se refiere a la validez legal; como yo, pueden
ser incapaces de entender bien la comparación implícita de Dicke del
valor de la dignidad humana con una norma general kelseniana. Pero
“legitimidad” es un término más amplio: puede significar cualquier cosa,
desde la validez legal hasta la aceptación popular y el atractivo moral. Si
significa “atractivo moral”, entonces, sí, podemos decir que la legitimidad
de las ideas de derechos humanos debe mucho a la legitimidad de las
ideas dignas (y viceversa).
En su teoría legal, Hans Kelsen distinguió entre la dinámica y la estática
de un sistema legal.38 En un sentido dinámico, la validez es una cuestión
de leyes superiores que autorizan la elaboración de leyes u órdenes
legales en un nivel inferior. La constitución faculta a los legisladores;
dictan estatutos que facultan a las autoridades municipales; las
autoridades municipales promulgan ordenanzas que facultan a los
magistrados locales para condenar tal o cual casa en ruinas.39 Un análisis
estático, por otra parte, es una relación entre proposiciones jurídicas que
se asemeja más a una derivación que a una habilitación y promulgación.
Un análisis estático mostrará por qué si herir está mal, entonces apuñalar
está mal: la idea de apuñalar ya está comprendida en la idea más general
de herir y la conexión se establece más o menos por deducción. 40 Creo
que el enfoque de Dicke desdibuja inútilmente esta distinción entre
constitution empowers legisla- tors; they enact statutes which empower
municipal authorities; municipal authorities enact ordinances which empower
local magistrates to condemn this or that dilapi- dated house.39 A static
analysis, on the other hand, is a relation between legal proposi- tions which is
more like derivation than like empowerment and enactment. A static analysis
will show why if wounding is wrong, then stabbing is wrong: the idea of stab-
bing is already comprised in the more general idea of wounding and the
connection is established more or less by deduction.40 I think the Dicke
approach unhelpfully blurs this distinction between static and dynamic
approaches. But of course, this does not mean that a static analysis of the
relation between human dignity and human rights is impossible. Maybe one
can be derived from the other; it is to this possibility that we now turn.
C. A genuine basis for derivation
The sense of “foundation” that promises the most is the suggestion that
knowing what the foundation of rights is would enable us to generate or derive
human rights claims. We could then build up an account of human rights on a
more rigorous basis than the list of rights given in a legal charter; and this
foundationalism would also provide a sort of litmus test for assessing what
people say about human rights. People make all sorts of suggestions as to what
rights we have or what human rights there are: a foun- dation of the kind now
being contemplated would give us a basis on which we could test such claims,
by looking to see whether the content of a given claim could indeed be derived
from the foundation.
Of course this foundational power could not be bought cheaply. Slight
variations in the way the foundation is specified—variations in our conception
of dignity, for example—might lead to significant differences in the claims
about rights that are generated or certified by this method. People will be
tempted to rig their conception
38 Kelsen, Pure Theory of Law, 195–8. 39 Kelsen, Pure Theory of Law, 221–8. 40 Kelsen, Pure
enfoques estáticos y dinámicos. Pero, por supuesto, esto no significa que
sea imposible un análisis estático de la relación entre la dignidad humana
y los derechos humanos. Tal vez uno pueda derivar del otro; es a esta
posibilidad a la que nos dirigimos ahora.
C. Una base genuina para la derivación
El sentido de “fundamento” que más promete es la sugerencia de que
saber cuál es el fundamento de los derechos nos permitiría generar o
derivar reclamos de derechos humanos. Entonces podríamos construir
una descripción de los derechos humanos sobre una base más rigurosa
que la lista de derechos dada en una carta legal; y este fundacionalismo
también proporcionaría una especie de prueba de fuego para evaluar lo
que la gente dice sobre los derechos humanos. La gente hace todo tipo de
sugerencias sobre qué derechos tenemos o qué derechos humanos existen:
un fundamento del tipo que ahora se contempla nos daría una base sobre
la cual podríamos probar tales afirmaciones, observando si el contenido
de de hecho, una pretensión dada podría derivarse de la fundación.
Por supuesto, este poder fundacional no podía comprarse a bajo precio.
Ligeras variaciones en la forma en que se especifica el fundamento —
variaciones en nuestra concepción de la dignidad, por ejemplo— pueden
dar lugar a diferencias significativas en los reclamos sobre derechos que
se generan o certifican por este método. La gente se verá tentada a
manipular su concepción
38 Kelsen, Teoría pura del derecho, 195–8. 39 Kelsen, Teoría pura del derecho, 221–8. 40
Kelsen, Teoría Pura del Derecho, 195.
jeremy waldron129
del valor fundacional para que genere los tipos de reclamos de derechos
que ya favorecen; y los antagonistas estarán listos para acusar a los
Theory of Law, 195.
Jeremy Waldron 129
of the foundational value so that it generates the kinds of rights claims they
already favor; and antagonists will stand ready to accuse rights theorists of
doing this. In other words, this foundational approach does not ease the burden
involved in the defense of particular claims about human rights. Instead it
shifts the burden to the foundational level, by implying that that is the level at
which rights controversies really arise. Still, in the spirit of the way we have
been proceeding, this shifting of controversies is not necessarily disreputable.
It may be sensible and illuminating to relocate our contro- versies about human
rights in this way. Perhaps we will be better able to see what is at stake in the
assessment of (say) claims about socio-economic rights, by seeing the
distinctive form of dignity-foundation that is needed to generate rights of this
kind.
Formally, the sort of derivations I have in mind are going to be partly
deductive and partly empirical. On a deductive approach, we begin with our
conception of the foundational value—say, human dignity—and we unpack it
analytically to see what it involves.
James Griffin’s argument in On Human Rights is an example. Griffin begins
with “the dignity of the human person” and he argues that that idea is best
understood in terms of the importance of normative agency in the life of a
human being.41 The value of the normative agency of a human being discloses
itself in that being’s autonomy, that is, in her ability to determine for herself
what the shape of her life will be and what it is for her life to go well.42 And
that ability in turn requires liberty in certain key areas—indeed certain basic
rights embodying liberty, to guarantee that the person in question is the one
who makes the key decisions about her life without coercive inter- ference.
Griffin believes we can also infer from the importance of autonomy that the
key choices must be educated choices and must be made from an array of
teóricos de los derechos de hacer esto. En otras palabras, este enfoque
fundacional no alivia la carga que implica la defensa de reclamos
particulares sobre derechos humanos. En su lugar, traslada la carga al
nivel fundacional, al implicar que ese es el nivel en el que realmente
surgen las controversias sobre los derechos. Aún así, en el espíritu de la
forma en que hemos estado procediendo, este cambio de controversias no
es necesariamente de mala reputación. Puede ser sensato y esclarecedor
reubicar nuestras controversias sobre los derechos humanos de esta
manera. Tal vez podamos ver mejor lo que está en juego en la evaluación
de (digamos) reclamos sobre derechos socioeconómicos,
Formalmente, el tipo de derivaciones que tengo en mente serán en parte
deductivas y en parte empíricas. En un enfoque deductivo, comenzamos
con nuestra concepción del valor fundamental, digamos, la dignidad
humana, y lo desarrollamos analíticamente para ver lo que implica.
El argumento de James Griffin en On Human Rights es un ejemplo.
Griffin comienza con “la dignidad de la persona humana” y argumenta
que esa idea se entiende mejor en términos de la importancia de la
agencia normativa en la vida de un ser humano.41 El valor de la agencia
normativa de un ser humano se revela en la autonomía de ese ser, es
decir, en su capacidad para determinar por sí misma cuál será la forma de
su vida y qué es para que su vida vaya bien.42 Y esa capacidad, a su vez,
requiere libertad en ciertas áreas clave, de hecho, ciertos derechos
básicos. encarnando la libertad, para garantizar que la persona en cuestión
sea quien tome las decisiones clave sobre su vida sin interferencias
coercitivas. Griffin cree que también podemos inferir de la importancia
de la autonomía que las elecciones clave deben ser elecciones educadas y
deben hacerse a partir de una serie de opciones significativas
disponibles.43 Todo esto, creo, se supone que debe establecerse más o
menos analíticamente. , con la dignidad siendo constituida por la agencia
normativa, con la agencia normativa siendo caracterizada definitivamente
por la autonomía, y con varias formas de libertad negativa y positiva
meaningful available options.43 All of this, I think, is supposed to be
established more or less ana- lytically, with dignity being constituted by
normative agency, with normative agency being characterized definitionally by
autonomy, and with various forms of negative and positive liberty being
derived from what is necessary to protect autonomy. And of course it can be
challenged by someone who denies that dignity is the foundation of human
rights, or that dignity (if it is the foundation) is connected successively to the
value of normative agency, the importance of autonomy, and the right to
liberty, in the way that Griffin argues.
Some of the derivations that Griffin has in mind are mediated in part by
empirical premises. (These operate, presumably, as minor premises, with
dignitarian proposi- tions or propositions deduced from or associated
constitutively with dignitarian prop- ositions as major premises.) So they too
are open to challenge—but now empirical challenge as well as analytic
challenge. In his argument that human rights include cer- tain welfare rights,
Griffin suggests that there may be points about what is needed to protect and
promote autonomy that cannot be established a priori but only by obser- vation
of how autonomy flourishes or withers in particular kinds of political econ-
omy. He says that not all arguments for welfare rights are of this character
—“There are forms of welfare that are empirically necessary conditions of a
person’s being
41 James Griffin, On Human Rights (Oxford University Press, 2008), 152.
42 Griffin, On Human Rights, 150–1. 43 Griffin, On Human Rights, 159–69.
130 Is Dignity the Foundation of Human Rights?
autonomous and free, but there are also forms that are logically necessary.”44
Still a rights foundationalist has to be ready to work both sides of this street.45
I have gone on at length about Griffin’s theory because it illustrates, better than
any other, what might be involved in this third, most robust kind of rights
derivadas de lo que es necesario para proteger la autonomía. Y, por
supuesto, puede ser cuestionado por alguien que niega que la dignidad sea
el fundamento de los derechos humanos, o que la dignidad (si es el
fundamento) esté conectada sucesivamente con el valor de la agencia
normativa, la importancia de la autonomía y el derecho a la libertad. , en
la forma en que argumenta Griffin. se supone que debe establecerse más
o menos analíticamente, con la dignidad siendo constituida por la agencia
normativa, con la agencia normativa siendo caracterizada definitivamente
por la autonomía, y con varias formas de libertad negativa y positiva
derivadas de lo que es necesario para proteger la autonomía. Y, por
supuesto, puede ser cuestionado por alguien que niega que la dignidad sea
el fundamento de los derechos humanos, o que la dignidad (si es el
fundamento) esté conectada sucesivamente con el valor de la agencia
normativa, la importancia de la autonomía y el derecho a la libertad. , en
la forma en que argumenta Griffin. se supone que debe establecerse más
o menos analíticamente, con la dignidad siendo constituida por la agencia
normativa, con la agencia normativa siendo caracterizada definitivamente
por la autonomía, y con varias formas de libertad negativa y positiva
derivadas de lo que es necesario para proteger la autonomía. Y, por
supuesto, puede ser cuestionado por alguien que niega que la dignidad sea
el fundamento de los derechos humanos, o que la dignidad (si es el
fundamento) esté conectada sucesivamente con el valor de la agencia
normativa, la importancia de la autonomía y el derecho a la libertad. , en
la forma en que argumenta Griffin.
Algunas de las derivaciones que Griffin tiene en mente están mediadas en
parte por premisas empíricas. (Estos operan, presumiblemente, como
premisas menores, con proposiciones dignas o proposiciones deducidas o
asociadas constitutivamente con proposiciones dignas como premisas
principales.) Por lo tanto, también están abiertas al desafío, pero ahora
tanto empírico como analítico. En su argumento de que los derechos
humanos incluyen ciertos derechos de bienestar, Griffin sugiere que
puede haber puntos sobre lo que se necesita para proteger y promover la
foundational- ism. I do not mean either to endorse it or to criticize it. I do think
it is important to see it as one account among several of what it means to say
that something like dignity lies at the foundation of human rights.
D. The key to interpretive understanding
The approach we have just been considering envisages the foundation of rights
as a very abstract major premise from which we derive particular rights,
perhaps also with the help of minor empirical premises. We start with the
foundation and we generate rights out of that. An alternative approach would
be more inductive or “bottom-up,” and goes as follows.46
We begin with an understanding of the rights we have—maybe not a complete
or fully elaborated understanding, but something like one of the lists of human
rights that is already widely accepted. And then we try to make sense of that,
perhaps by con- sidering the values that would have to be presupposed in order
for this list of rights to be sensible. We may try to hook up with the approach
described in section C by first asking what would have to be postulated as a
foundation in order to generate all or most of the items on our list, and then
treating the value that we have postulated as a major premise for the formal
derivation of what we had assumed as our rights already. Or the bottom-up
approach may be looser than that. We might think of the postu- lated value as
helping us make sense of the rights on our list, whether we then go on to assign
a formally foundational role to it or not. Michael Rosen says this about the
connection between human dignity and human rights:
Human rights are obviously deeply puzzling—almost everyone nowadays professes
commitment to them, yet few people would claim that they had a good, principled
account of what they are and why we have them. Could a modern understanding of
dignity meet that need?47
Giving a good, principled account of what rights we have and why we have
them need not involve linear derivation on the model outlined in section C.
autonomía que no se pueden establecer a priori, sino solo mediante la
observación de cómo la autonomía florece o se marchita en tipos
particulares. de la economía política. Él dice que no todos los argumentos
a favor de los derechos de bienestar son de este carácter: “Hay formas de
bienestar que son condiciones empíricamente necesarias para que una
persona sea
41 James Griffin, Sobre los derechos humanos (Oxford University Press, 2008), 152.42
Griffin, Sobre los derechos humanos, 150–1. 43 Griffin, Sobre los derechos humanos,
159–69.
130 ¿Es la dignidad la base de los derechos humanos?
autónomos y libres, pero también hay formas que son lógicamente
necesarias.”44 Aun así, un fundacionalista de derechos tiene que estar
preparado para trabajar en ambos lados de esta calle.45
Me he extendido sobre la teoría de Griffin porque ilustra, mejor que
cualquier otra, lo que podría estar involucrado en este tercer y más sólido
tipo de fundacionalismo de los derechos. No pretendo aprobarlo ni
criticarlo. Creo que es importante verlo como una descripción entre varias
de lo que significa decir que algo como la dignidad se encuentra en la
base de los derechos humanos.
D. La clave para la comprensión interpretativa
El enfoque que acabamos de considerar contempla el fundamento de los
derechos como una premisa mayor muy abstracta de la cual derivamos
derechos particulares, quizás también con la ayuda de premisas empíricas
menores. Comenzamos con la fundación y generamos derechos a partir
de eso. Un enfoque alternativo sería más inductivo o de “abajo hacia
arriba”, y es el siguiente.46
Understanding why we have human rights involves understanding the point of
the rights we have. But
46. 44  Griffin, On Human Rights, 180.
47. 45  If I read him rightly, Arthur Chaskalson, “Human Dignity as a Constitutional
Value,” in Kretzmer
and Klein (eds.), The Concept of Dignity in Human Rights Discourse, 133, 135, gives the
impression that the whole of the dignitarian case for rights is instrumental. He says that having
introduced dignity into the picture, the idea is that all of the remaining rights “can be analyzed
and defended as being necessary for the protection or promotion of human dignity.” But this
may be to ignore the constitutive and deduc- tive element.
46 I owe the distinction between top-down and bottom-up approaches in this context, to Griffin,
On Human Rights, 29–30. Griffin claims that his own account is a bottom-up account, but I
think this is misleading in light of the great emphasis he gives to premises of personhood,
dignity, and normative agency at 30–48 and 149–58.
47 Rosen, Dignity, 54.
Jeremy Waldron 131
again, the point of rights need not be understood in a rigidly teleological sense
—a sense that would license the derivation of other rights from a statement of
the telos. The sort of understanding I have in mind in this section (D) may be
loosely oriented to a class of human rights that is in some sense given, and our
understanding of it need not be conceived in a way that permits any expansion
of the list of rights beyond what we started with. This of course is definitely
the case when human rights are under- stood as legal rights. We cannot always
show that something is law by showing that it can be derived from what seems
necessary for understanding other legal propositions.
Still, the fact that rights have a legal presence (in constitutional law or in
human rights law) does not obviate the need for an understanding of the kind I
Comenzamos con una comprensión de los derechos que tenemos, tal vez
no una comprensión completa o totalmente elaborada, pero algo así como
una de las listas de derechos humanos que ya es ampliamente aceptada. Y
luego tratamos de darle sentido a eso, tal vez considerando los valores
que deberían presuponerse para que esta lista de derechos sea sensata.
Podemos tratar de conectarnos con el enfoque descrito en la sección C
preguntando primero qué tendría que postularse como fundamento para
generar todos o la mayoría de los elementos de nuestra lista, y luego tratar
el valor que hemos postulado como un premisa mayor para la derivación
formal de lo que ya habíamos asumido como nuestros derechos. O el
enfoque de abajo hacia arriba puede ser más flexible que eso. Podríamos
pensar que el valor postulado nos ayuda a dar sentido a los derechos de
nuestra lista, si luego le asignamos un papel formalmente fundacional o
no. Michael Rosen dice esto sobre la conexión entre la dignidad humana
y los derechos humanos:
Obviamente, los derechos humanos son profundamente desconcertantes: hoy en
día casi todo el mundo profesa su compromiso con ellos, pero pocas personas
afirmarían tener una buena explicación basada en principios de lo que son y por
qué los tenemos. ¿Podría una comprensión moderna de la dignidad satisfacer esa
necesidad?47
Dar una buena explicación basada en principios de qué derechos tenemos
y por qué los tenemos no necesita implicar una derivación lineal del
modelo descrito en la sección C. Comprender por qué tenemos derechos
humanos implica comprender el sentido de los derechos que tenemos.
Pero
44. 44 Griffin, Sobre los derechos humanos, 180.
45. 45 Si lo leo correctamente, Arthur Chaskalson, “Human Dignity as a
Constitutional Value”, en Kretzmer
y Klein (eds.), The Concept of Dignity in Human Rights Discourse, 133, 135, da la
impresión de que todo el caso de los derechos de los dignatarios es instrumental. Dice que
am talking about. Even our most clearly established rights may still be
bewildering. As Ronald Dworkin put it,
The institution of rights against the government is not a gift of God, or an ancient rit-
ual, or a national sport. It is a complex and troublesome practice that makes the gov-
ernment’s job of securing the general benefit more difficult and more expensive, and it
would be a frivolous and wrongful practice unless it served some point. Anyone who
professes to take rights seriously, and who praises our government for respecting them,
must have some sense of what that point is. He must accept, at the minimum, one or
both of two important ideas. The first is the vague but powerful idea of human dignity.
This idea, associated with Kant, but defended by philosophers of different schools,
supposes that there are ways of treating a man that are inconsistent with rec- ognizing
him as a full member of the human community, and holds that such treat- ment is
profoundly unjust. The second is the more familiar idea of political equality. This
supposes that the weaker members of a political community are entitled to the same
concern and respect of their government as the more powerful members have secured
for themselves, so that if some men have freedom of decision whatever the effect on
the general good, then all men must have the same freedom. I do not want to defend or
elaborate these ideas here, but only to insist that anyone who claims that citizens have
rights must accept ideas very close to these.48
We need not accept Dworkin’s account of the alternatives to appreciate the
point that he is making. What we need—and what we sometimes loosely call a
“foundation”— is a way of understanding the point of rights that will help us
interpret particular rights provisions as well as help us determine the spirit in
which we should proceed in advancing rights-based claims, as well as the way
in which we deal with possible con- flicts of rights and the question of their
limitation.49
If dignity were treated as the foundation in the sense of this section (D), it
might have a greater or a lesser impact depending on how robust the
conception of dig- nity was taken to be. In the German Airliner Case, the
German Constitutional Court considered the right to life in the context of a
statute that would empower the armed forces to shoot down a passenger plane
habiendo introducido la dignidad en el cuadro, la idea es que todos los demás derechos
“puedan ser analizados y defendidos como necesarios para la protección o promoción de
la dignidad humana”. Pero esto puede ser ignorar el elemento constitutivo y deductivo.
46 Debo la distinción entre los enfoques de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba en
este contexto a Griffin, On Human Rights, 29–30. Griffin afirma que su propio relato es
de abajo hacia arriba, pero creo que esto es engañoso a la luz del gran énfasis que le da a
las premisas de personalidad, dignidad y agencia normativa en 30–48 y 149–58.
47 Rosen, Dignidad, 54.
jeremy waldron131
de nuevo, el punto de los derechos no necesita ser entendido en un
sentido rígidamente teleológico—un sentido que autorizaría la derivación
de otros derechos de una declaración del telos. El tipo de interpretación
que tengo en mente en esta sección (D) puede estar vagamente orientada
a una clase de derechos humanos que, en cierto sentido, se dan, y nuestra
comprensión de ellos no necesita concebirse de manera que permita
cualquier expansión de la lista. de derechos más allá de lo que
comenzamos. Por supuesto, este es definitivamente el caso cuando los
derechos humanos se entienden como derechos legales. No siempre
podemos demostrar que algo es derecho demostrando que puede
derivarse de lo que parece necesario para comprender otras proposiciones
jurídicas.
Aun así, el hecho de que los derechos tengan una presencia legal (en el
derecho constitucional o en el derecho de los derechos humanos) no
obvia la necesidad de una comprensión del tipo de la que estoy hablando.
Incluso nuestros derechos más claramente establecidos pueden resultar
desconcertantes. Como dijo Ronald Dworkin,
La institución de los derechos contra el gobierno no es un don de Dios, ni un rito
antiguo, ni un deporte nacional. Es una práctica compleja y problemática que
in a 9/11 type of situation. The Court insisted on viewing the right to life
through the lens of dignity and since it was using a strongly
50. 48  Ronald Dworkin, Taking Rights Seriously (Harvard University Press, 1977), 198.
51. 49  For a good account of how dignity works to structure our understanding of legal
rights, see Barroso,
“Here, There, and Everywhere.”
132 Is Dignity the Foundation of Human Rights?
Kantian notion of dignity, it was able to insist that the innocent passengers and
crew of the airliner could not be destroyed simply to save the lives of a greater
number of other innocent people (for example, in a building targeted by the
hijackers).50 On a less robust conception of dignity, however, approach (D)
might simply indicate that we are to take individuals and their autonomy
seriously in interpreting rights and not treat them as heuristics for the
advancement of the general good. It would not tell us much more than that.
VIII. Foundations and Characteristics
The looser our approach to the alleged foundational role of dignity, the more
we need to be alert to another possible worry. We need to be alert to the fallacy
of mistaking a feature common to all rights for something that plays one of
these foundational roles.
This often happens with rights on account of their rather complex formal
structure. The idea of a right (let alone a human right) is a not a simple one. In
the discourse of rights, a given content is not just presented normatively; it is
presented in a particu- larly demanding normative mode. The demand is
peremptory and the demand is for the securing not just the adventitious
satisfaction of the norm. Moreover, the demand is presented in a way that
relates it essentially to the interests and perhaps also to the choices of an
hace más difícil y costosa la labor del gobierno de asegurar el beneficio general,
y sería una práctica frívola e ilícita a menos que sirviera para algo. Cualquiera
que profese tomar los derechos en serio y que elogie a nuestro gobierno por
respetarlos, debe tener alguna idea de cuál es ese punto. Debe aceptar, como
mínimo, una o ambas de dos ideas importantes. El primero es la vaga pero
poderosa idea de la dignidad humana. Esta idea, asociada a Kant, pero defendida
por filósofos de diferentes escuelas, supone que existen formas de tratar al
hombre que son incompatibles con reconocerlo como miembro pleno de la
comunidad humana, y sostiene que tal trato es profundamente injusto. La
segunda es la idea más familiar de igualdad política. Esto supone que los
miembros más débiles de una comunidad política tienen derecho a la misma
preocupación y respeto de su gobierno que los miembros más poderosos se han
asegurado a sí mismos, de modo que si algunos hombres tienen libertad de
decisión cualquiera que sea el efecto sobre el bien general, entonces todos los
hombres deben tener la misma libertad. No quiero defender o elaborar aquí estas
ideas, sino solo insistir en que cualquiera que afirme que los ciudadanos tienen
derechos debe aceptar ideas muy cercanas a estas.48 de modo que si algunos
hombres tienen libertad de decisión cualquiera que sea el efecto sobre el bien
general, entonces todos los hombres deben tener la misma libertad. No quiero
defender o elaborar aquí estas ideas, sino solo insistir en que cualquiera que
afirme que los ciudadanos tienen derechos debe aceptar ideas muy cercanas a
estas.48 de modo que si algunos hombres tienen libertad de decisión cualquiera
que sea el efecto sobre el bien general, entonces todos los hombres deben tener la
misma libertad. No quiero defender o elaborar aquí estas ideas, sino solo insistir
en que cualquiera que afirme que los ciudadanos tienen derechos debe aceptar
ideas muy cercanas a estas.48
No necesitamos aceptar la descripción de Dworkin de las alternativas
para apreciar el punto que está planteando. Lo que necesitamos, y lo que
a veces llamamos vagamente un "fundamento", es una forma de entender
el punto de los derechos que nos ayudará a interpretar las disposiciones
de derechos particulares, así como a determinar el espíritu con el que
debemos proceder en el avance de los derechos basados en derechos.
pretensiones, así como la forma en que tratamos los posibles conflictos de
individual. Finally, if we are talking about human rights, we are also talking
about equality—that is, we are talking about rights that are held equally, rights
such that if any person has them, then everybody has them.
These features of human rights can be established by analysis. They are impor-
tant and their ubiquity might lead us to mistake them for foundational
elements. But though they are structural components characteristic of all rights,
it is a mistake to infer anything foundational on this basis.
For example, on some approaches, having a right means being able to control
anoth- er’s duty by one’s choice.51 This is not the place to discuss the detail of
the “Choice Theory” of rights, beyond saying that even if the theory were true,
it would be wrong to infer that free choice is therefore the foundation of rights
or that rights exist in order to protect and promote autonomy. I do not mean
that these latter claims are false; I mean rather that this formal move is not the
right sort of way to establish such foun- dational claims. The substance of a
given right might have nothing to do with free- dom: it may be a human right
to health care for example. All that the Choice Theory implies is that even for a
right like this (which does not directly concern liberty), the right-bearer has the
privilege of choosing whether the duty-holder is held liable for a breach. It is
up to her (her choice) whether a law-suit is brought. That is not enough to
establish a foundation in liberty for the right to health care.
50 Bundesverfassungsgericht, 15 February 2006, 115 BVerfGE 118, at §122: “By their killing
being used as a means to save others, they are treated as objects and at the same time deprived of
their rights; with their lives being disposed of unilaterally by the state, the persons on board the
aircraft, who, as victims, are themselves in need of protection, are denied the value which is due
to a human being for his or her own sake.”
51 For the “Choice Theory” of rights, see H.L.A. Hart, “Are There Any Natural Rights?” in
Jeremy Waldron (ed.), Theories of Rights (Oxford University Press, 1984), 77.
Jeremy Waldron 133
derechos y la cuestión de su limitación.49
Si la dignidad fuera tratada como la base en el sentido de esta sección
(D), podría tener un impacto mayor o menor dependiendo de qué tan
sólida se considere la concepción de la dignidad. En el caso del avión de
pasajeros alemán, el Tribunal Constitucional alemán consideró el derecho
a la vida en el contexto de un estatuto que facultaría a las fuerzas armadas
para derribar un avión de pasajeros en una situación similar a la del 11 de
septiembre. La Corte insistió en ver el derecho a la vida a través de la
lente de la dignidad y dado que estaba utilizando un
48. 48 Ronald Dworkin, Tomando los derechos en serio (Harvard University Press,
1977), 198.
49. 49 Para una buena descripción de cómo funciona la dignidad para estructurar
nuestra comprensión de los derechos legales, véase Barroso,
"Aquí allí y en todas partes."
132 ¿Es la dignidad la base de los derechos humanos?
kantiana de la dignidad, fue capaz de insistir en que los pasajeros y
tripulantes inocentes del avión comercial no podían ser destruidos
simplemente para salvar la vida de un mayor número de personas
inocentes (por ejemplo, en un edificio atacado por los secuestradores).50
Sin embargo, en una concepción menos robusta de la dignidad, el
enfoque (D) podría simplemente indicar que debemos tomar en serio a los
individuos y su autonomía al interpretar los derechos y no tratarlos como
heurísticas para el avance del bien general. No nos diría mucho más que
eso.
VIII. Fundamentos y Características
Cuanto más flexible sea nuestro enfoque del supuesto papel fundacional
For a second example, consider that it is often supposed to be a feature of
rights that they must secure the goods or freedoms that they promise, not just
bring them about adventitiously. I do not have a legal right to φ unless φ is in
some way guaranteed to me beyond the day-to-day vicissitudes of public
policy. But again we should not make too much of this, at least for
foundational purposes. From the fact that security (of some interest or liberty)
is what one demands when one demands one’s rights, we can- not infer that all
rights are based on security. Those who make this inference use it sometimes
as a basis for saying that civil liberties cannot be set up against security or
against the activity of the security state, because they are all in the end
dependent on security.52 There may be something to this if it is meant in the
spirit of Henry Shue’s claim that one cannot enjoy one’s rights except in
circumstances of security.53 But it is not persuasive if the inference is drawn
simply from the fact that it is the point of rights to establish the goods or
freedoms they protect securely.
A third example involves equality. If there are any human rights, they are
presum- ably to be secured to all humans equally. But that doesn’t license us to
say that equal- ity is the foundation of all rights, though again there may be
independent arguments to that effect.54 Nor does it license us to make the
more foundational-sounding claim that it is the point of human rights to see
that all persons are treated as equals.
Might the claim that dignity is the foundation of human rights be based on an
analogous mistake? It may be. It is sometimes said that there is a certain
dignity just in being a right-holder. Joel Feinberg who has long insisted on the
importance of the analytic point that exercising a right means making a claim
has suggested that “what is called ‘human dignity’ may simply be the
recognizable capacity to assert claims. To respect a person, then, or to think of
him as possessed of human dignity simply is to think of him as a potential
maker of claims.”55 This is a relatively weak conception of dignity and even if
it is implicated with rights in the way Feinberg suggests, it cannot plausibly be
regarded as foundational for rights. It is just one of the features that all rights
de la dignidad, más debemos estar alertas a otra posible preocupación.
Debemos estar atentos a la falacia de confundir una característica común
a todos los derechos con algo que desempeña uno de estos roles
fundamentales.
Esto sucede a menudo con los derechos debido a su estructura formal
bastante compleja. La idea de un derecho (por no hablar de un derecho
humano) no es simple. En el discurso de los derechos, un contenido dado
no se presenta simplemente normativamente; se presenta en un modo
normativo particularmente exigente. La demanda es perentoria y la
demanda es para asegurar no solo la satisfacción accidental de la norma.
Además, la demanda se presenta de una manera que la relaciona
esencialmente con los intereses y quizás también con las elecciones de un
individuo. Finalmente, si estamos hablando de derechos humanos,
también estamos hablando de igualdad, es decir, estamos hablando de
derechos que se tienen por igual, derechos que si alguien los tiene, todos
los tienen.
Estas características de los derechos humanos pueden establecerse
mediante análisis. Son importantes y su ubicuidad puede llevarnos a
confundirlos con elementos fundacionales. Pero aunque son componentes
estructurales característicos de todos los derechos, es un error inferir algo
fundacional sobre esta base.
Por ejemplo, en algunos enfoques, tener un derecho significa ser capaz de
controlar el deber de otro por elección propia.51 Este no es el lugar para
discutir los detalles de la “Teoría de la elección” de los derechos, más allá
de decir que incluso si la teoría fuera Cierto, sería erróneo inferir que la
libre elección es por tanto el fundamento de los derechos o que los
derechos existen para proteger y promover la autonomía. No quiero decir
que estas últimas afirmaciones sean falsas; Más bien quiero decir que este
movimiento formal no es la forma correcta de establecer tales
afirmaciones fundamentales. La sustancia de un derecho dado puede no
possess.
IX. Dignity as a Status
Sometimes it is said—correctly in my view—that dignity is a status-concept,
not a value-concept.56 If we think carefully about status, it may seem that this
opens up yet another possibility for a mistake about dignity’s alleged
foundational role.
52 For discussion of this misconception, see Liora Lazarus, “Mapping the Right to Security,” in
Benjamin Goold and Liora Lazarus (eds.), Security and Human Rights (Hart Publishing, 2007),
325. See also Jeremy Waldron, “Safety and Security,” Nebraska Law Review, 85 (2006): 454
(reprinted in Jeremy Waldron, Torture, Terror and Trade-Offs: Philosophy for the White House
(Oxford University Press, 2010), 111).
53 Henry Shue, Basic Rights: Subsistence, Affluence, and U.S. Foreign Policy (Princeton
University Press, 1980). See the discussion in Jeremy Waldron, “Security as a Basic Right (after
9/11),” in Charles Beitz and Robert Goodin (eds.), Global Basic Rights (Oxford University
Press, 2009), 207 (reprinted in Waldron, Torture, Terror, and Trade-Offs, 166).
54 See, eg, Dworkin, Taking Rights Seriously, 272–8.
55 Joel Feinberg, “The Nature and Value of Rights,” Journal of Value Inquiry, 4 (1970): 243,
252.
56 For argument to this effect, see Jeremy Waldron, Dignity, Rank and Rights (Oxford
University Press,
2012), 57–61.
134 Is Dignity the Foundation of Human Rights?
In law, a status is a particular package of rights, powers, disabilities, duties,
privi- leges, immunities, and liabilities accruing to a person by virtue of the
condition or situation they are in. Bankruptcy, infancy, royalty, being an alien,
being a prisoner, being a member of the armed forces, being married—these
are all statuses, each of them comprising its particular package of rights,
tener nada que ver con la libertad: puede ser un derecho humano a la
atención médica, por ejemplo. Todo lo que implica la teoría de la elección
es que incluso para un derecho como este (que no concierne directamente
a la libertad), el titular del derecho tiene el privilegio de elegir si el titular
del deber es responsable por un incumplimiento. Depende de ella (su
elección) si se presenta una demanda. Eso no es suficiente para
fundamentar en la libertad el derecho a la salud.
50 Bundesverfassungsgericht, 15 de febrero de 2006, 115 BVerfGE 118, en §122: “Al
utilizarse su muerte como un medio para salvar a otros, son tratados como objetos y al
mismo tiempo privados de sus derechos; con sus vidas siendo dispuestas unilateralmente
por el Estado, las personas a bordo de la aeronave, quienes, como víctimas, necesitan
protección, se les niega el valor que se le debe a un ser humano por sí mismo”.
51 Para la “teoría de la elección” de los derechos, véase HLA Hart, “Are There Any
Natural Rights?” en Jeremy Waldron (ed.), Teorías de los derechos (Oxford University
Press, 1984), 77.
jeremy waldron133
Para un segundo ejemplo, considérese que a menudo se supone que es
una característica de los derechos que deben garantizar los bienes o
libertades que prometen, no solo provocarlos accidentalmente. No tengo
un derecho legal a φ a menos que φ me esté garantizado de alguna
manera más allá de las vicisitudes cotidianas de la política pública. Pero,
de nuevo, no deberíamos darle demasiada importancia a esto, al menos
con fines fundacionales. Del hecho de que la seguridad (de algún interés
o libertad) es lo que se exige cuando se exigen los propios derechos, no se
puede inferir que todos los derechos se basen en la seguridad. Quienes
hacen esta inferencia la utilizan a veces como base para decir que las
libertades civiles no pueden oponerse a la seguridad oa la actividad del
estado de seguridad, porque al final todas dependen de la seguridad.
Un tercer ejemplo involucra la igualdad. Si hay algún derecho humano,
powers, etc. In Britain, the monarch has distinctive powers and duties; in most
countries, a bankrupt has distinctive dis- abilities; so do convicts (often they
cannot vote, for example); a serving member of the armed forces has
distinctive duties and a few distinctive privileges; and infants have few, if any,
of the legal rights and powers that adults have; and so on. In all these cases, the
status word operates rather like an abbreviation for the list of rights, pow- ers,
etc. that a person in one of these situations has. We could, if we liked,
laboriously spell out each of these incidents. For infancy, we could say: (a) if
X is under eighteen, then X has the right to support from X’s parents; and (b) if
X is under eighteen, then X does not have the power to enter into certain
contracts; and so on. Or, for bankruptcy, we could say: (a) if Y’s liabilities
have been adjudged to exceed his assets or he does not have the wherewithal to
pay his debts as they fall due, then he is forbidden from incurring any further
debts; and (b) if Y’s liabilities have been adjudged to exceed his assets or he
does not have the wherewithal to pay his debts as they fall due, then he is
entitled to protection from his creditors; and so on. But instead we summarize
all this information by saying that in law X is an infant and Y is a bankrupt,
and our under- standing of the technical legal meanings of those terms—
bankruptcy and infancy, respectively—carries with it knowledge of the details
of the legal position that people with this status are in.
It can easily appear that the status term does not introduce any new
information. John Austin thought this. As he wrote in his Lectures on
Jurisprudence, “[t]he sets of rights and duties, or of capacities and incapacities,
inserted as status in the Law of Persons, are placed there merely for the sake of
commodious exposition.”57 A sta- tus term, he said, is “an ellipsis (or an
abridged form of expression),” purely a mat- ter of expository convenience.58
It is nothing but an abbreviation, a “device of legal exegetics.”59
If all this is true, and if dignity is a status, then it will be a mistake—a sort of
cat- egory mistake—to talk of dignity as the foundation of rights. Instead, we
may say that dignity is a status that comprises a given set of rights. The old
notion of dignitas was like this: the dignitas of a noble was a different status
presumiblemente debe garantizarse a todos los seres humanos por igual.
Pero eso no nos autoriza a decir que la igualdad es el fundamento de
todos los derechos, aunque nuevamente puede haber argumentos
independientes en ese sentido.54 Tampoco nos autoriza a hacer la
afirmación más fundacional de que es el punto de los derechos humanos
para asegurar que todas las personas sean tratadas como iguales.
¿Podría estar basada en un error análogo la afirmación de que la dignidad
es el fundamento de los derechos humanos? Puede ser. A veces se dice
que existe cierta dignidad simplemente por ser titular de un derecho. Joel
Feinberg, quien ha insistido durante mucho tiempo en la importancia del
punto analítico de que ejercer un derecho significa hacer un reclamo,
sugirió que “lo que se llama 'dignidad humana' puede ser simplemente la
capacidad reconocible de hacer valer reclamos. Respetar a una persona,
entonces, o pensar en él como poseedor de la dignidad humana es
simplemente pensar en él como un potencial autor de reclamos.”55 Esta
es una concepción relativamente débil de la dignidad e incluso si está
implicada con los derechos en el Como sugiere Feinberg, no puede ser
plausiblemente considerado como fundamental para los derechos. Es sólo
una de las características que poseen todos los derechos.
IX. La dignidad como estatus
A veces se dice, correctamente en mi opinión, que la dignidad es un
concepto de estatus, no un concepto de valor.56 Si pensamos
detenidamente en el estatus, puede parecer que esto abre otra posibilidad
para un error sobre el supuesto papel fundamental de la dignidad. .
52 Para una discusión sobre este concepto erróneo, ver Liora Lazarus, “Mapping the Right
to Security,” en Benjamin Goold and Liora Lazarus (eds.), Security and Human Rights
(Hart Publishing, 2007), 325. Ver también Jeremy Waldron, “Safety and Security”,
Nebraska Law Review, 85 (2006): 454 (reimpreso en Jeremy Waldron, Torture, Terror
and Trade-Offs: Philosophy for the White House (Oxford University Press, 2010), 111).
from the dignitas of a priest and the difference consisted simply in the detail of
the rights associated, respectively, with the status of nobility or the status of
being in holy orders. And so too, perhaps, with our notion of human dignity.
To say of an entity that it has the status of human dignity is certainly to imply
that it has human rights.60 But that is because human dignity as
57 John Austin, Lectures on Jurisprudence, or The Philosophy of Positive Law, 5th edn, ed.
Robert Campbell (John Murray, 1885), vol. II, Lecture XL, 687–8.
58 Austin, Lectures on Jurisprudence, 700.
59 This is the rendering of Austin’s position in C.K. Allen, Legal Duties and Other Essays in
Jurisprudence (Oxford: Clarendon Press, 1931), 34.
60 Some jurists maintain that, strictly speaking, the status of a human person is a sort of
oxymoron. R.H. Graveson, Status in the Common Law (Athlone Press, 1953), 2, defines “status”
as “a special con- dition of a continuous and institutional nature, differing from the legal
position of the normal person,
Jeremy Waldron 135
a status term is just a short way of conveying that information. Like every
other sta- tus term, it abbreviates a list of rights. We do not have human rights
because we have human dignity; our having human dignity is our having
human rights. This is what one might think.
But perhaps this is not the end of the matter. On Austin’s view, a status term is
just an abbreviation for a list of rights, powers, disabilities, duties, privileges,
immunities, and liabilities. But perhaps it is also worth insisting that the list is
not arbitrary; it is supposed to be a list that makes sense relative to some
underlying idea that informs the status in question. And the meaning of the
status term embraces this idea as well.61 In the example of infancy,
propositions (a) and (b) are not arbitrary legal proposi- tions. Each of them
makes sense in terms of the underlying idea that human children are much less
53 Henry Shue, Derechos Básicos: Subsistencia, Afluencia y Política Exterior de los
Estados Unidos (Princeton University Press, 1980). Véase la discusión en Jeremy
Waldron, “Security as a Basic Right (after 9/11)”, en Charles Beitz y Robert Goodin
(eds.), Global Basic Rights (Oxford University Press, 2009), 207 (reimpreso en Waldron,
Torture , Terror y compensaciones, 166).
54 Ver, por ejemplo, Dworkin, Taking Rights Seriously, 272–8.55 Joel Feinberg, “The
Nature and Value of Rights,” Journal of Value Inquiry, 4 (1970): 243, 252.56 Para un
argumento en este sentido, ver Jeremy Waldron, Dignity , Rango y Derechos (Oxford
University Press,
2012), 57–61.
134 ¿Es la dignidad la base de los derechos humanos?
En derecho, un estatus es un conjunto particular de derechos, facultades,
inhabilidades, deberes, privilegios, inmunidades y responsabilidades que
corresponden a una persona en virtud de la condición o situación en la
que se encuentra. Quiebra, infancia, realeza, ser extranjero , ser
prisionero, ser miembro de las fuerzas armadas, estar casado: todos estos
son estados, cada uno de los cuales comprende su paquete particular de
derechos, poderes, etc. En Gran Bretaña, el monarca tiene poderes y
deberes distintivos; en la mayoría de los países, una persona en
bancarrota tiene discapacidades distintivas; también los convictos (a
menudo no pueden votar, por ejemplo); un miembro en servicio de las
fuerzas armadas tiene deberes distintivos y algunos privilegios
distintivos; y los bebés tienen pocos, si es que tienen alguno, de los
derechos y poderes legales que tienen los adultos; etcétera. En todos estos
casos, la palabra estatus opera más bien como una abreviatura de la lista
de derechos, facultades, etc. que tiene una persona en una de estas
situaciones. Si quisiéramos, podríamos explicar laboriosamente cada uno
de estos incidentes. Para la infancia, podríamos decir: (a) si X es menor
de dieciocho años, entonces X tiene derecho a la manutención de los
padres de X; y (b) si X es menor de dieciocho años, entonces X no tiene
el poder de celebrar ciertos contratos; etcétera. O, para la quiebra,
capable of looking after themselves and much more vulnerable to dep- redation
or exploitation by others than adults are. And they make sense together, as a
package, in response to that idea—ie, they make sense jointly as well as
severally. The underlying idea—that being an infant (in the ordinary-language
meaning of that term) requires special solicitude from society—is what makes
sense of infancy in its technical legal meaning. We can say something similar
about bankruptcy, alienage, royalty, being a prisoner, and all the other status
terms I mentioned. Each of them is not just an abbreviation of a list of legal
“if-then” propositions; it packages a list of propositions deemed to make sense,
jointly and severally, in virtue of a certain under- lying idea about a particular
circumstance or vicissitude of the human condition.
This is not just a matter of each item (in the list abbreviated by a given status)
hav- ing some rationale.62 It is a matter of their having a common rationale
which explains how the various rights, duties, and so on hang together, ie, the
underlying coherence of the package. So, for example, the contractual
incapacities of infants are understood in relation to the duties of their parents to
make the provision for them that for most of us is made by our own ability to
enter into contracts. Because an infant lacks con- tractual capacity, someone
else must make provision for them. Abstracted from the
which is conferred by law . . . whenever a person occupies a position of which the creation,
continuance or relinquishment and the incidents thereof are a matter of sufficient social
concern.” I disagree with this: it compares unfavorably with Roman law notions, which
included, as one status among others, the status of the ordinary free man.
61 Austin was not unaware of this account. He associated it with the work of his own mentor
Jeremy Bentham, and he offered rare criticism of the master in this regard, at Austin, Lectures
on Jurisprudence, 690, complaining that “Mr. Bentham...appears to me to be inconsistent and
obscure in all he says on the subject.”
It is remarkable that Bentham (who has cleared the moral sciences from loads of the like
rubbish) adopts this occult quality under a different name. In the chapter in the Traités de
Législation, which treats of États (or of status or conditions), he defines a status thus: Un état
domestique ou civil n’est qu’une base idéale, autour de laquelle se rangent des droits et des
podríamos decir: (a) si se ha determinado que las responsabilidades de Y
exceden sus activos o no tiene los medios para pagar sus deudas a su
vencimiento, entonces tiene prohibido contraer más deudas; y (b) si se ha
determinado que las responsabilidades de Y exceden sus activos o no
tiene los medios para pagar sus deudas a su vencimiento, entonces tiene
derecho a la protección de sus acreedores; etcétera.
Fácilmente puede parecer que el término de estado no introduce ninguna
información nueva. John Austin pensó esto. Como escribió en sus
Lectures on Jurisprudence, “[l]os conjuntos de derechos y deberes, o de
capacidades e incapacidades, insertos como estatus en el Derecho de las
Personas, se colocan allí meramente en aras de una cómoda
exposición.”57 A sta Este término, dijo, es “una elipsis (o una forma
abreviada de expresión)”, puramente una cuestión de conveniencia
expositiva.58 No es más que una abreviatura, un “dispositivo de
exegética legal”.59
Si todo esto es cierto, y si la dignidad es un estatus, entonces será un error
—una especie de error de categoría— hablar de la dignidad como
fundamento de los derechos. En cambio, podemos decir que la dignidad
es un estatus que comprende un conjunto dado de derechos. La antigua
noción de dignitas era así: la dignitas de un noble era un estatus diferente
de la dignitas de un sacerdote y la diferencia consistía simplemente en el
detalle de los derechos asociados, respectivamente, con el estatus de
nobleza o el estatus de estar en ordenes Sagradas. Y también, quizás, con
nuestra noción de dignidad humana. Decir de una entidad que tiene el
estatus de dignidad humana es ciertamente implicar que tiene derechos
humanos.60 Pero eso es porque la dignidad humana como
57 John Austin, Lectures on Jurisprudence, or The Philosophy of Positive Law, 5ª ed., ed.
Robert Campbell (John Murray, 1885), vol. II, Conferencia XL, 687–8.
devoirs, et quelquefois des incapacités.
Austin, Lectures on Jurisprudence, 699. Austin is quoting from a work we know now as Jeremy
Bentham, The Theory of Legislation, ed. C.K. Ogden (Kegan Paul, Trench, Trubner & Co.,
1931), but which in Austin’s day was published only in French.
62 I do not just mean someone’s particular opinion as to why a given set of legal provisions is
justi- fied. I mean something more like a legally established justification—like a legally
recognized purpose or policy—something which is not just present in politics to persuade people
that the law is good and right, but rather suffuses the law itself with a sense of purpose.
136 Is Dignity the Foundation of Human Rights?
whole package, a given incident of a given status may not make much sense.
But, in the package, it makes sense in relation to the underlying idea which it
shares with all the other incidents.
Accordingly, if human dignity is a status, then we should say that it comprises
not just a set of human rights, but an underlying idea which explains both the
importance of each of these rights in relation to our being human and the
importance of their being packaged together in this regard. If this is so, then
the objection we considered early on in this section is a mistake. It is wrong to
criticize a claim that dignity is the foundation of rights by saying that all that
dignity does is abbreviate a set of rights. It doesn’t just abbreviate them, it
refers to the idea that underlies and unifies them.
X. The Grounds of Dignity
My aim in this chapter has been to explore some of the difficulties that might
seem to stand in the way of a claim that rights are derived from dignity or that
human dignity is the foundation of human rights. One last objection needs to
be entertained.
When we say that dignity is the foundation of human rights, we often give the
58 Austin, Conferencias sobre Jurisprudencia, 700.
59 Esta es la interpretación de la posición de Austin en CK Allen, Legal Duties and Other
Essays in Jurisprudence (Oxford: Clarendon Press, 1931), 34.
60 Algunos juristas sostienen que, en rigor, la condición de persona humana es una
especie de oxímoron. RH Graveson, Status in the Common Law (Athlone Press, 1953), 2,
define “status” como “una condición especial de naturaleza continua e institucional, que
difiere de la posición legal de la persona normal,
jeremy waldron135
un término de estado es solo una forma breve de transmitir esa
información. Como cualquier otro término de estatus, abrevia una lista de
derechos. No tenemos derechos humanos porque tenemos dignidad
humana; el que tengamos dignidad humana es que tengamos derechos
humanos. Esto es lo que uno podría pensar.
Pero quizás este no sea el final del asunto. Desde el punto de vista de
Austin, un término de estatus es solo una abreviatura de una lista de
derechos, facultades, discapacidades, deberes, privilegios, inmunidades y
responsabilidades. Pero quizás también valga la pena insistir en que la
lista no es arbitraria; se supone que es una lista que tiene sentido en
relación con alguna idea subyacente que informa el estado en cuestión. Y
el significado del término estatus abarca también esta idea.61 En el
ejemplo de la infancia, las proposiciones (a) y (b) no son proposiciones
jurídicas arbitrarias. Cada uno de ellos tiene sentido en términos de la
idea subyacente de que los niños humanos son mucho menos capaces de
cuidar de sí mismos y mucho más vulnerables a la depredación o
explotación por parte de otros que los adultos. Y tienen sentido juntos,
como un paquete, en respuesta a esa idea, es decir, tienen sentido tanto en
conjunto como en forma separada. La idea subyacente, que ser un infante
(en el sentido del lenguaje común de ese término) requiere una especial
solicitud por parte de la sociedad, es lo que da sentido a la infancia en su
impression that dignity is an irreducible value, that we have burrowed deep
below the rights that are recognized in the familiar human rights charters, and
that once we burrow down to dignity, it is not necessary to go any further. But
when dignity is discussed in other settings, it is often accepted that dignity is
an idea with founda- tions of its own and that it is sensible to ask what dignity
is based on and from what features of the human person or the human species
human dignity is derived. For example, some say that our dignity consists in
God’s claim upon us, or our being created in His image.63 Others say, with
Kant, that our dignity is based on the meta- physical significance of our
possession of moral capacity, the ability to act on prin- ciple even when every
empirical impulse or inclination, every sentiment, and every element of self-
interest pressures us to the contrary.64 Others say that dignity is based on our
ordinary non-metaphysical ability to take responsibility for our lives and our
recognition of similar abilities in others.65 Others still, say it is rooted partly in
the specialness of the human species, of which every individual partakes qua
human even if he or she does not actually share the qualities and achievements
that distinguish the species.66 As I said in section V, a rights theorist’s
foundational claim about dig- nity directs us, not to a clear conception, but to
questions and controversies about that idea—questions and controversies that
can’t be answered without going much deeper than the alleged foundation
itself.
Is this a problem—that our alleged foundational idea turns out to be in quest of
foundations for itself? I don’t think so. That X is a foundation for Y may be a
rela- tive rather than an absolute claim; the claim is that X illuminates Y in an
interesting
63 For the former conception, see Jürgen Moltmann, On Human Dignity: Political Theology and
Ethics (Fortress Press, 1984). For the latter, see Jeremy Waldron, “The Image of God: Rights,
Reason, and Order,” in John Witte and Frank Alexander (eds.), Christianity and Human Rights:
An Introduction (Cambridge University Press, 2010), 21.
64 Kant, Groundwork of the Metaphysics of Morals, 42–6.
significado legal técnico. Podemos decir algo similar sobre la bancarrota,
la extranjería, la realeza, ser un prisionero y todos los demás términos de
estatus que mencioné. Cada uno de ellos no es solo una abreviatura de
una lista de proposiciones legales "si-entonces"; empaqueta una lista de
proposiciones que se considera que tienen sentido, conjunta y
separadamente, en virtud de una cierta idea subyacente sobre una
circunstancia o vicisitud particular de la condición humana. Podemos
decir algo similar sobre la bancarrota, la extranjería, la realeza, ser un
prisionero y todos los demás términos de estatus que mencioné. Cada uno
de ellos no es solo una abreviatura de una lista de proposiciones legales
"si-entonces"; empaqueta una lista de proposiciones que se considera que
tienen sentido, conjunta y separadamente, en virtud de una cierta idea
subyacente sobre una circunstancia o vicisitud particular de la condición
humana. Podemos decir algo similar sobre la bancarrota, la extranjería, la
realeza, ser un prisionero y todos los demás términos de estatus que
mencioné. Cada uno de ellos no es solo una abreviatura de una lista de
proposiciones legales "si-entonces"; empaqueta una lista de proposiciones
que se considera que tienen sentido, conjunta y separadamente, en virtud
de una cierta idea subyacente sobre una circunstancia o vicisitud
particular de la condición humana.
Esto no es solo una cuestión de que cada elemento (en la lista abreviada
por un estado dado) tenga algún fundamento62. Se trata de que tengan un
fundamento común que explique cómo los diversos derechos, deberes,
etc. , es decir, la coherencia subyacente del paquete. Así, por ejemplo, las
incapacidades contractuales de los infantes se entienden en relación con
los deberes de sus padres de proveer para ellos lo que para la mayoría de
nosotros está hecho por nuestra propia capacidad para celebrar contratos.
Debido a que un infante carece de capacidad contractual, alguien más
debe proveer para él. Abstraído de la
que le confiere la ley. . . cuando una persona ocupe un cargo cuya creación, continuación
o renuncia y sus incidencias sean motivo de suficiente interés social”. No estoy de
acuerdo con esto: se compara desfavorablemente con las nociones del derecho romano,
65 Dworkin, Justice for Hedgehogs, 202–14. 66 See Kateb, Human Dignity, 174ff.
Jeremy Waldron 137
way or that claims like Y can be derived from X; it is not necessarily a claim
that X is rock-bottom, as it were. It does not preclude the possibility of there
being an even deeper value W that in turn illuminates X or from which
conceptions like X can be derived. I suppose it might mean that, strictly
speaking, dignity is redundant: one could just go all the way down to the
deepest foundational idea, bypassing dignity en route. But this would sell short
the role of dignity in organizing and explaining the relation between rights, on
the one hand, and certain distinctive aspects (and not oth- ers) of the deepest
foundational idea.
Alternatively, we may use the framework discussed in the previous section to
con- vey the thought that the invocation of dignity points not just to the rights
that consti- tute a particular status but to the underlying idea that unifies them.
That underlying idea may be thought of as what dignity ultimately amounts to
or as what dignity is ultimately based on or as what the rights that dignity
comprises are ultimately based on. It might even convey the idea that dignity
and rights are co-foundational, which will be unsurprising if the grammar of
dignity is that of a status concept, along the lines I set out in section IX. It is
probably wise not to be too fussy about this. Section IX dealt with status in a
technical legal way. But moral philosophers and others use status—particular
in relation to dignity—in a much looser sense. Once we understand that the
technical analysis does not disclose any insuperable objection to talk of dig-
nity (the status) as a foundation for the rights it comprises, then we can afford
to be accommodating of the looser sense and relatively indiscriminate as
between the mod- els indicated in sections A to C.
I said at the beginning of this chapter that my aim was to explore the claim that
human rights are based on human dignity, not with a view to refuting the
claim, but in order to see what obstacles the claim might face. The claim is
que incluían, como un estatus entre otros, el estatus del hombre libre ordinario.
61 Austin no desconocía este relato. Lo asoció con el trabajo de su propio mentor Jeremy
Bentham, y ofreció una rara crítica del maestro a este respecto, en Austin, Lectures on
Jurisprudence, 690, quejándose de que “Mr. Bentham... me parece inconsistente y oscuro
en todo lo que dice sobre el tema”.
Es notable que Bentham (quien ha limpiado las ciencias morales de un montón de basura
similar) adopta esta cualidad oculta bajo un nombre diferente. En el capítulo de los Traités
de Législation, que trata de los estados (o del estado o de las condiciones), define un
estado así: Un état domestique ou civil n'est qu'une base idéale, autour de laquelle se
rangent des droits et des devoirs, et quelquefois des incapacités.
Austin, Lectures on Jurisprudence, 699. Austin cita una obra que ahora conocemos como
Jeremy Bentham, The Theory of Legislation, ed. CK Ogden (Kegan Paul, Trench,
Trubner & Co., 1931), pero que en la época de Austin sólo se publicaba en francés.
62 No me refiero simplemente a la opinión particular de alguien sobre por qué se justifica
un determinado conjunto de disposiciones legales. Me refiero a algo más como una
justificación legalmente establecida, como un propósito o una política legalmente
reconocidos, algo que no solo está presente en la política para persuadir a la gente de que
la ley es buena y correcta, sino que infunde a la ley misma un sentido de propósito.
136 ¿Es la dignidad la base de los derechos humanos?
often made loosely; sometimes it is barely more than a piece of decorative
rhetoric. Other times, it seems to convey a quite precise (and controversial)
proposition. I don’t want to make a fet- ish of precision; part of the point of my
analysis is to see where we can afford loose talk in this regard and where it is
important to tighten up the claim about the rela- tion between dignity and
rights. Philosophers tend to think that precision is always important; but they
have known since Aristotle that that may not always be wise.67 Sometimes the
quest for precision blinds us to certain insights that we can as yet only
formulate haltingly; sometimes it blinds us to the importance of pursuing cer-
tain questions (and linking them to other questions) even when there is not yet
an answer in sight.
It has not been my intention to defend any particular version of the claim that
human dignity is the foundation of human rights. For what it is worth, I think
some such claim is true and helpful. Mostly I have wanted to see whether there
is room for any such claims. I think there is; there are all sorts of pitfalls and
fallacies, but the pro- pounding of a foundational relation between human
rights and human dignity is not always a matter of confusion.
67 Aristotle, Nichomachean Ethics, Bk. I, ch. 3 (1094b13).

paquete completo, un incidente dado de un estado dado puede no tener

mucho sentido. Pero, en el paquete, tiene sentido en relación con la idea
subyacente que comparte con todos los demás incidentes.

En consecuencia, si la dignidad humana es un estatus, entonces

deberíamos decir que comprende no solo un conjunto de derechos
humanos, sino una idea subyacente que explica tanto la importancia de
cada uno de estos derechos en relación con nuestro ser humano y la
importancia de su ser empaquetados juntos en este sentido. Si esto es así,
entonces la objeción que consideramos al principio de esta sección es un
error. Es erróneo criticar la afirmación de que la dignidad es el
fundamento de los derechos diciendo que todo lo que hace la dignidad es
abreviar un conjunto de derechos. No sólo los abrevia, sino que remite a
la idea que los subyace y los unifica.

X. Las bases de la dignidad

Mi objetivo en este capítulo ha sido explorar algunas de las dificultades

que podrían parecer que se interponen en el camino de la afirmación de
que los derechos se derivan de la dignidad o que la dignidad humana es el
fundamento de los derechos humanos. Es necesario considerar una última
objeción.

Cuando decimos que la dignidad es el fundamento de los derechos

humanos, a menudo damos la impresión de que la dignidad es un valor
irreductible, que nos hemos atrincherado muy por debajo de los derechos
reconocidos en las cartas familiares de derechos humanos, y que una vez
que nos adentramos en la dignidad , no es necesario ir más lejos. Pero
cuando se habla de dignidad en otros escenarios, a menudo se acepta que
la dignidad es una idea con sus propios fundamentos y que es sensato
preguntarse en qué se basa la dignidad y a partir de qué rasgos de la
persona humana o del género humano. se deriva la dignidad. Por ejemplo,
algunos dicen que nuestra dignidad consiste en que Dios nos reclama, o
que somos creados a Su imagen.63 Otros dicen, con Kant, que nuestra
dignidad se basa en el significado metafísico de nuestra posesión de
capacidad moral,

¿Es esto un problema, que nuestra supuesta idea fundacional resulte estar
en busca de fundamentos para sí misma? No me parece. Que X sea un
fundamento para Y puede ser una afirmación relativa más que absoluta;
la afirmación es que X ilumina Y en un interesante

63 Para la primera concepción, véase Jürgen Moltmann, On Human Dignity: Political

Theology and Ethics (Fortress Press, 1984). Para lo último, véase Jeremy Waldron, “The
Image of God: Rights, Reason, and Order”, en John Witte y Frank Alexander (eds.),
Christianity and Human Rights: An Introduction (Cambridge University Press, 2010),
pág. 21.

64 Kant, Fundamentos de la metafísica de la moral, 42–6.65 Dworkin, Justice for

Hedgehogs, 202–14. 66 Véase Kateb, Human Dignity, 174ff.

jeremy waldron137

manera o que afirmaciones como Y pueden derivarse de X; no es

necesariamente una afirmación de que X está por los suelos, por así
decirlo. No excluye la posibilidad de que exista un valor W aún más
profundo que a su vez ilumine a X o del cual se puedan derivar
concepciones como X. Supongo que podría significar que, estrictamente
hablando, la dignidad es redundante: uno podría simplemente ir hasta la
idea fundamental más profunda, pasando por alto la dignidad en el
camino. Pero esto vendería por poco el papel de la dignidad en la
organización y explicación de la relación entre los derechos, por un lado,
y ciertos aspectos distintivos (y no otros) de la idea fundacional más
profunda.

Alternativamente, podemos usar el marco discutido en la sección anterior

para transmitir la idea de que la invocación de la dignidad apunta no solo
a los derechos que constituyen un estatus particular sino a la idea
subyacente que los unifica. Esa idea subyacente puede concebirse como
lo que en última instancia equivale a la dignidad o en qué se basa en
última instancia la dignidad o en qué se basan en última instancia los
derechos que comprende la dignidad. Incluso podría transmitir la idea de
que la dignidad y los derechos son cofundacionales, lo que no sería
sorprendente si la gramática de la dignidad es la de un concepto de
estatus, en la línea que establecí en la sección IX. Probablemente sea
prudente no ser demasiado quisquilloso con esto. La Sección IX trata del
estatus de una manera legal técnica. Pero los filósofos morales y otros
usan el estatus, en particular en relación con la dignidad, en un sentido
mucho más amplio.

Dije al comienzo de este capítulo que mi objetivo era explorar la

afirmación de que los derechos humanos se basan en la dignidad humana,
no con miras a refutar la afirmación, sino para ver qué obstáculos podría
enfrentar. El reclamo a menudo se hace de manera vaga; a veces es poco
más que una pieza de retórica decorativa. Otras veces, parece transmitir
una proposición bastante precisa (y controvertida). No quiero hacer de la
precisión un fetiche; parte del objetivo de mi análisis es ver dónde
podemos darnos el lujo de hablar sueltamente al respecto y dónde es
importante endurecer la afirmación sobre la relación entre dignidad y
derechos. Los filósofos tienden a pensar que la precisión siempre es
importante; pero han sabido desde Aristóteles que eso no siempre puede
ser sabio. 67 A veces, la búsqueda de la precisión nos ciega a ciertas
intuiciones que hasta ahora sólo podemos formular vacilantemente; a
veces nos ciega a la importancia de seguir ciertas preguntas (y vincularlas
a otras preguntas) incluso cuando aún no hay una respuesta a la vista.

No ha sido mi intención defender ninguna versión particular de la

afirmación de que la dignidad humana es el fundamento de los derechos
humanos. Por lo que vale, creo que tal afirmación es cierta y útil. Sobre
todo, he querido ver si hay espacio para tales afirmaciones. creo que hay;
hay todo tipo de trampas y falacias, pero la propuesta de una relación
fundamental entre los derechos humanos y la dignidad humana no
siempre es motivo de confusión.

67 Aristóteles, Ética a Nicómaco, lib. yo, cap. 3 (1094b13).