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APUNTES

PERCEPCIÓN Y
CONCIENCIA

Sáez, M. (2021). Percepción y conciencia. Universidad


Andrés Bello, Santiago, Chile
Percepción y conciencia
PSIA106 - Procesos Psicológicos y Neurociencias

En el presente apunte nos adentraremos a dos procesos psicológicos de mucha relevancia en nuestras
vidas y que afectan la manera en que nos relacionamos con el medio. Estos procesos son básicos incluso
para el funcionamiento de otros procesos. Comenzaremos aproximándonos al proceso de conciencia.

CONCIENCIA
Pese a lo que se podría considerar, la conciencia es un concepto complejo y difícil de definir. Si realizamos
una descripción histórica del concepto, nos encontramos con que su primera utilización fue realizada por
Francis Bacon en el Siglo XVII. En este contexto, la palabra proviene del latín cum scientia y significa “con
conocimiento”. En el mismo siglo, en 1960 John Locke la definió como la percepción de lo que ocurre en
nuestra propia mente. En el surgimiento de la Psicología como disciplina, se decidió definirla como la
ciencia de la conciencia. No obstante, cuando se empieza a desarrollar el Conductismo al interior de la
Psicología, fue su fundador, John Watson quien propuso con énfasis, que la Psicología debía alejarse de
toda referencia a la conciencia, posicionando a la conducta como objeto de estudio. Podemos indicar que,
en el siglo XX la conciencia y su estudio vuelven a retomarse al interior de la Psicología.
Desde un punto de vista neurofisiológico, se ha considerado a la conciencia como el estado que permite
al organismo, tanto activar como mantener el estado de vigilia, es decir, el estado que nos permite estar
y mantenernos despiertos, seguir estímulos e instrucciones para estar en contacto y responder a los es-
tímulos del ambiente. Por ello, la conciencia se ha vinculado al estado de alerta o “arousal”, que consiste
en una activación general del organismo. Tomando en cuenta estas características del estado consciente,
podemos considerar que corresponde a una capacidad de darnos cuenta tanto de nosotros mismos como
del entorno que nos rodea como una definición relativamente consensuada. Esta definición nos permite
comprender la importancia de la conciencia para el adecuado funcionamiento de nuestra conducta.
En relación con el estudio de la conciencia, podemos señalar que este se ha centrado en investigar aque-
llos estados que no necesariamente corresponden al estado normal que hemos definido, sino más bien
a determinadas condiciones en que la conciencia presenta cambios que no permiten lo que, en general
consideramos su normal y adecuado funcionamiento. En este sentido, la literatura ha definido dos tipos
de alteraciones de la conciencia: las alteraciones de tipo cuantitativas y las de tipo cualitativas.
Las alteraciones cuantitativas son aquellas en que el individuo pierde la capacidad, en menor o mayor
grado de activar y mantener la vigilia. Estos trastornos involucran un compromiso en el grado en que la
persona mantiene su estado de alerta y, por lo tanto, pueden involucrar desde un compromiso leve como
puede ser una persona somnolienta, que no logra mantenerse vigil hasta el coma, en que la persona no
responde a estímulos provenientes del ambiente.
Las alteraciones cualitativas de la conciencia involucran no solamente un compromiso en el grado en que
la persona puede mantenerse vigil, sino también involucran una clase diferente de conciencia. No es tan
solo relacionado con estar más o menos despierto, sino que el funcionamiento de diversos procesos psi-
cológicos es diferente al del estado normal. Ahora bien, esta normalidad que se indica tiene relación con
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aspectos que pueden ser diferenciales de persona a persona e incluso de acuerdo con aspectos sociales
y culturales del medio en que se encuentran los individuos. No obstante esta aclaración, dentro de este
grupo, se han considerados dos tipos de estados diferentes:
• Los estados alternativos de la conciencia son aquellos que las personas experimentan al dormir, a los
que ocurren cuando soñamos o cuando se tienen fiebres elevadas.
• Los estados alterados de la conciencia se refieren a aquellos que no aparecen de manera espontá-
nea como una respuesta fisiológica, sino más bien requieren ser provocados de forma deliberada,
como por ejemplo en estados profundos de meditación o por el uso de sustancias como cualquier
tipo de droga. En otro sentido, alteraciones del estado de conciencia pueden generarse por trastor-
nos psiquiátricos o por enfermedades que estén afectando el sistema nervioso central como en los
denominados “estados crepusculares” en los cuales se genera confusión, desorientación temporal y
espacial y puede cursar con presencia de comportamientos automáticos con impulsividad.

En términos generales, podemos indicar que, existen algunas características comunes a ambos grupos
de estados, que pueden aparecer con mayor o menor relevancia dependiendo del contexto en que éstos
se presenten:
• Alteraciones del pensamiento: Grados diferentes de atención, memoria y capacidad de juicio que
en un estado de conciencia normal.
• Pérdida de noción del tiempo: Percepción que el tiempo pasa más rápido o más lentamente.
• Pérdida de control: Se puede presentar tendencia a perder el autocontrol o un aumento de éste en
cualquiera de ambos estados.
• Cambios en la expresión emocional: Mayor labilidad, o bien, mayor o menor expresión de las emo-
ciones experimentadas en el momento.
• Cambios en la imagen corporal: Sensación de sentirse más alto o bajo, estar fuera del propio cuerpo,
rigidez o laxitud, entre otros.
• Alteraciones perceptivas: ver visiones o sonidos que no están presentes o bien distorsión de lo
percibido.
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PERCEPCIÓN
Si hemos definido a la conciencia como la capacidad de darnos cuenta, tanto de nuestro entorno interno
como externo y de responder de forma adecuada a estos estímulos, podemos establecer que, el proceso
de percepción que revisaremos a continuación requiere de la conciencia para su funcionamiento.
La percepción es uno de los temas inaugurales de la psicología como ciencia y ha sido objeto de estudio
desde diferentes aproximaciones para lograr explicar sus mecanismos. Iniciaremos nuestra aproximación
a este proceso definiendo a los sistemas sensoriales.
Los sistemas sensoriales pueden definirse como un conjunto de órganos altamente especializados que
permiten al organismo captar señales tanto del ambiente externo e interno para lograr homeostasis, es
decir, la autorregulación del organismo. Estos sistemas poseen receptores sensitivos que transforman la
energía de los estímulos en información para ser procesada por el organismo la cual corresponde a se-
ñales nerviosas, las que transportan dicha información por vías específicas hasta centros nerviosos. Los
sistemas sensoriales mencionados, básicamente poseen las mismas propiedades: Los estímulos de una
determinada modalidad sensorial activan ciertos receptores que corresponden a estructuras altamente
especializadas del sistema nervioso o de otras células relacionadas con él, los que activan a campos re-
ceptivos de una neurona sensorial.
Este proceso da origen a lo que denominamos como sensación. Los sistemas sensoriales son los que dan
origen a la audición, visión, tacto, olfato, gusto y equilibrio.
El análisis de la información que es generada por estos centros incide en el origen de la percepción. Por
esto, podemos definir que este proceso requiere que el cerebro organice la información sensorial que
recepciona desde el entorno. Sin embargo, se ha considerado que la percepción tiene mayor complejidad
dado que involucra más que la suma de sensaciones generadas por los sistemas sensoriales. El significado
de lo que percibimos requiere de una organización de esta información.
Se ha considerado al interior de la psicología al movimiento Gestalt, nacido en Alemania durante las décadas
iniciales del siglo XX, como uno de los esfuerzos más sistemáticos por explicar los procesos perceptivos y
cómo se generaría la organización perceptual. Adicionalmente, la Gestalt consideró a la percepción como
el proceso fundamental de la actividad mental, y suponen que las demás actividades psicológicas como
el aprendizaje, la memoria, el pensamiento, entre otros, dependen de su adecuado funcionamiento.
La Gestalt realizó una revolución en psicología al plantear que la percepción es un proceso inicial de la
actividad psicológica y no un derivado cerebral de estados sensoriales, sino que la consideró como un
estado subjetivo, a través del cual se realiza una abstracción del mundo externo o de hechos relevantes.
El primer supuesto básico desarrollado por la Gestalt es la afirmación de que la actividad mental no es una
copia exacta del mundo. Se puede considerar entonces que, de la enorme cantidad de estímulos e infor-
mación que obtenemos a través de la experiencia sensorial, los sujetos a través de la percepción toman
solo aquella información susceptible de ser agrupada en la conciencia para generar una representación
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mental. La percepción, según la Gestalt, no está sometida sólo a la información proveniente de los órganos
sensoriales, sino que es la encargada de regular y modular la sensorialidad. La Gestalt definió la percepción
como una tendencia al orden mental. Inicialmente, la percepción determina qué información ingresa y,
además, garantiza que esta información obtenida del ambiente permita la formación de abstracciones
como juicios, categorías y conceptos.
Este movimiento además consideró que la percepción no es una actividad pasiva del sujeto.
Durante los siglos XVIII y XIX, se había considerado que el organismo funcionaba como una tábula rasa,
teoría planteada por el filósofo John Locke en el siglo XVII (Boring, 1992), según la cual la mente es una hoja
en blanco sobre la cual se escribe la experiencia y donde la mente es una blanda masa sistemáticamente
moldeada por la influencia de las sensaciones y de los estímulos provenientes del medio ambiente. Por el
contrario, es el interés de los fundadores de la Gestalt era demostrar que la percepción no es el resultado
de la recepción y acumulación de impresiones producidas por el mundo circundante sino aquello que
corresponde a un proceso de organización psíquica. La psicología de la Gestalt intenta demostrar que
la actividad perceptual no es sólo un resultado de un proceso que se genera desde el ambiente hacia el
sujeto sino que es un proceso propio que se desarrolla en el sujeto mismo.
De acuerdo a estos planteamientos, es posible considerar que la labor de la percepción consiste en un
intento de agrupar la información circundante dentro de unidades simples que le permitan a la conciencia
adquirir una noción del objeto y con ello afinar su capacidad de abstracción. La percepción es entendida
como un permanente acto de conceptualización. Los eventos del mundo externo son organizados a través
de juicios categoriales que se encargan de encontrar una cualidad que represente de la mejor manera
posible a los objetos. El principal esfuerzo histórico del movimiento gestáltico fue demostrar experimen-
talmente la íntima relación entre percepción y conceptualización. Para ello se recurrió al trabajo dentro
del laboratorio que arrojó como resultados los principios de la Gestalt.

Los principios gestálticos: las leyes de la percepción

• Forma: El término Gestalt es traducido como “forma o contorno”. Esta ley indica que los límites de
un objeto constituyen una información relevante para la generación de abstracciones.
• Pregnancia: La tendencia de la actividad mental a la abstracción dentro de la mayor simplicidad
posible recibe el nombre de pregnancia.
• Proximidad: Una forma de agrupamiento de la información proveniente del mundo externo es el
principio de proximidad. Este principio indica que los elementos próximos tienden a ser vistos como
constituyendo una unidad antes que los elementos alejados. De acuerdo a este planteamiento, la
distribución espacial de los objetos es uno de los criterios más importantes para realizar el trabajo
de abstracción. La distancia como variable entre los elementos permite llevar a cabo la organización
perceptual.
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• Semejanza o igualdad: Este principio perceptual afirma que si son varios los elementos de diferente
clase, entonces hay, en idénticas condiciones, una tendencia a reunir en grupos los elementos de
igual clase. De esta manera, la percepción clasifica la información según el grado de semejanza que
mantengan los estímulos entre sí, considerando que uno de los criterios empleados por el aparato
perceptual para la construcción de representaciones psíquicas es la búsqueda de la homogeneidad.
En este orden de ideas, aquella información que tienda a repetirse con mayor frecuencia es predo-
minantemente atendida y captada, por encima de aquella que es difusa, poco frecuente y diferente.
• Tendencia al cierre: La ley del cierre guarda una íntima relación con el concepto de pregnancia; toda
información que contribuya a la conformación del concepto de contorno es privilegiada por sobre
aquella que no contribuye a darle bordes o límites definidos a los objetos.
• Relación de figura y fondo: Este principio ha sido considerado por diversos autores como el más
importante en el estudio de la percepción por reunir a los anteriores y permitir explicar gran parte
de los agrupamientos. Los principios perceptuales hasta ahora mencionados describen la forma en
que la actividad perceptual se encarga de constituir noción de objetos; sin embargo, la relación figu-
ra-fondo se ocupa de establecer la organización externa e interna de las formas. Se denomina como
“fondo” al elemento de homogeneidad que ofrece un grado de información constante e invariable
que le permite al sujeto tener una impresión sensorial fácilmente constatable. Se denomina como
“figura” a todo elemento que ofrece un alto nivel de contraste o de ruptura y permite encontrar una
variación que le dé sentido, límites y características a ese elemento de homogeneidad que es el fondo.
Se han desarrollado otros principios perceptuales, pero los anteriormente mencionados constituyen una
muestra representativa del estilo de abordaje y explicación que hace la Gestalt de la actividad perceptual.

¿Cómo se produce la percepción?: Los mecanismos de la percepción visual


Para ejemplificar el proceso de la percepción nos centraremos en el proceso que ocurre para percibir
visualmente los objetos que nos rodean. La información visual sobre cómo son los objetos, personas y
lugares, es diversa tanto en sus formas como colores. Las señales lumínicas que llega a nuestros ojos, son
convertidas en señales eléctricas y enviadas al cerebro para generar la percepción visual. No obstante,
aquellas que somos capaces de procesar son un estrecho rango de ondas dentro del espectro electro-
magnético, entre los 400 y los 750 nanómetros.
En el sistema visual se realizan tres tareas antes de que podamos ver. Primero, llegan las ondas lumínicas
a los receptores. Segundo, realizar el proceso de transducción convirtiendo la información de la luz en
señales eléctricas. Y tercero, procesar dichas señales para reconocer la características del estímulo. Las
dos primeras tareas se producen en el ojo.
Una vez realizado el proceso de transducción en la retina, la información de cada ojo viaja a través del
nervio óptico o segundo par craneal. Posteriormente, aproximadamente un 60% de la fibras cruzan la
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línea media en el quiasma óptico. Específicamente, la información de la retina nasal (la parte interna más
cercana a la nariz) traspasa al hemisferio cerebral del lado opuesto, mientras que la retina temporal, la
parte más externa continúa su trayecto hacia el hemisferio correspondiente al mismo lado. A partir del
quiasma óptico, por tanto, información de ambos ojos transita de manera conjunta a lo largo del tracto
óptico, el cual se introduce en el encéfalo hasta el núcleo geniculado lateral del tálamo.
La información proyectada desde la vía del tracto óptico alcanza la corteza visual a través de la radiación o
cintilla óptica, con dos proyecciones que rodean las astas occipitales de los ventrículos laterales –una que
recorre el lóbulo temporal y otra el lóbulo parietal– hasta llegar al propio lóbulo occipital. De esta manera,
cada hemisferio recibe información de ambos ojos, pero de un único hemicampo visual: la corteza visual
izquierda recibe solo información del hemicampo derecho, y viceversa.
Las fibras que parten del tálamo llegan a la corteza visual ubicada el lóbulo occipital. La estimulación
alcanza la corteza visual primaria también denominada córtex estriado o V1. La corteza visual primaria
genera una representación inicial sobre la forma y localización de los objetos que se envía a la corteza
visual secundaria –también denominada corteza preestriada o V2– y a la corteza visual terciaria –o V3–,
en las que las neuronas comienzan a responder ante combinaciones, cada vez más complejas, de caracte-
rísticas estimulares. En último lugar, la información alcanza la corteza extraestriada donde se procesarán
los diferentes aspectos de la visión, como el color, la profundidad, el movimiento o el tamaño. También
se localizan áreas de asociación que finalmente integrarán toda esa información e identificarán estímulos
de mayor complejidad como los objetos, las caras o los lugares.
El proceso descrito y las estructuras que lo componen se han indicado como “Sistema retino-genículo-es-
triado”, en donde se procesa la información desde la retina hasta las áreas corticales visuales primarias
(Ver figura 1).
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FIGURA 1.
El sistema retino-gestículo-estriado:
las proyecciones neurales desde
la retina a través de los núcleos
geniculados laterales de la corteza
primaria visual izquierda y derecha
(corteza estriada). Los colores indican
el flujo de información desde varias
partes de los campos receptores de
cada ojo a diversas partes del sistema
visual. (Modificado de netter, 1962)

Pinel, J. P., Platón, M. J. R., y García, M. N. (2007). Biopsicología. Pearson Educación

Alteraciones de la percepción
Tradicionalmente han sido distinguido dos grandes grupos de alteraciones perceptivas:
1.- Distorsiones perceptivas: Se definen porque se mantiene una fidelidad básica entre el estímulo
percibido y lo que es percibido, de tal modo, que la imagen perceptiva sigue subordinada, aunque no
plenamente, al objeto que se percibe generando por ejemplo una imagen distorsionada. En este grupo
se pueden distinguir tres tipos distintos de alteraciones en función de la intensidad, la integración y la
egoimplicación de la imagen perceptiva.
a) La intensidad de la imagen perceptiva puede alterarse en mayor o en menor grado. Por ejemplo,
aquellas situaciones en las que la persona percibe los estímulos con una intensidad mayor o menor
de la normal como cuando ocurre una pérdida de visión, una menor sensibilidad en alguna parte del
cuerpo o una hipersensibilidad a determinados ruidos. Las alteraciones en la intensidad perceptiva
son causadas por lesiones o por disfunciones en algunas de las estructuras receptoras de las vías
sensitivo-sensoriales, pero también pueden tener causas psicológicas.
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b) Las alteraciones en la integración hacen referencia a trastornos en la forma de la imagen perceptiva


que se genera. El sujeto experimenta los estímulos de un modo deformado o desorganizado, como
lo que sucede al ver los objetos alargados o más pequeños de lo normal, al oír los sonidos distorsio-
nados o al observar teñidos de un color los objetos.
c) El tercer tipo de distorsiones perceptivas son las ocasionadas a una alteración en la egoimplicación,
es decir, en la vinculación que se establece entre la actividad perceptiva y el sujeto. La vivencia que
el sujeto tiene de su propia actividad perceptiva es anómala, lo que puede involucrar desde una
sobreimplicación perceptiva, en la cual se percibe todo como familiar o plenamente conocido, hasta
una enajenación perceptiva, pasando por la experiencia de extrañeza y perplejidad frente a la propia
percepción.

2.- El segundo grupo lo forman los trastornos perceptivos, en los que se rompe la relación entre el objeto
que se percibe y el percepto generado. Esta disociación es tan marcada que no se puede evidenciar una
precisa actividad perceptiva, aunque la vivencia del sujeto sea la de una verdadera percepción.
En este grupo se encuentran las denominadas como pseudopercepciones, que son fenómenos intermedios
entre las auténticas imágenes perceptivas y las representaciones. Algunas de ellas no son necesariamente
patológicas ya que pueden experimentarse en las situaciones de cansancio psicofísico y, dentro de la pa-
tología, en los estados obsesivos. Las ilusiones se caracterizan por ser percepciones anómalas vinculadas
a un estímulo sobre el que la imagen perceptiva no guarda ninguna fidelidad. En las ilusiones, se produce
una completa distorsión del estímulo hasta generar una imagen totalmente diferente a la del objeto. Este
tipo de trastornos se pueden dar en situaciones de deprivación sensorial y en algunas patologías dege-
nerativas del sistema nervioso central.
Las alucinaciones pueden considerarse como percepciones sin objeto, ya que el sujeto percibe un objeto
o estímulo proveniente del medio externo que son inexistentes, experimentándolo como real.
Considerando la complejidad de este proceso, podemos señalar que, la percepción es biosociocultural
porque, por un lado, depende de los estímulos físicos y sensaciones que estos originan, pero también de la
selección y organización que se realice de ellos por parte del sujeto. Las experiencias sensoriales se inter-
pretan y adquieren significado moldeadas por pautas culturales y sociales que han sido aprendidas desde
la infancia. La selección y la organización de las sensaciones están orientadas a satisfacer las necesidades
tanto individuales como colectivas de los seres humanos, mediante la búsqueda de estímulos útiles y de
la exclusión de estímulos que resultan como irrelevantes en función de la supervivencia y la convivencia
social, orientando la manera en que los grupos sociales se apropian del entorno. En correspondencia con
este planteamiento, también se puede considerar que la percepción es un proceso flexible y cambiante,
ya que posibilita la reformulación tanto de las experiencias como de las estructuras perceptuales, mol-
deándose de acuerdo con las diferentes circunstancias ambientales.
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Como ha sido expuesto, la percepción es un proceso organizador de los estímulos que reciben nuestros
sentidos que proviene del entorno, en el que influye la propia experiencia y biografía de cada persona
que nos permite captar los objetos y, en general, tener conocimiento del mundo que nos rodea. Corres-
ponde a una acción cognitiva en donde la información es utilizada por el individuo para la organización
presente de su conducta, aun cuando la conducta no ha sido iniciada. Requiere además la separación
de elementos de una escena, para ser contrastados con un contexto, por lo que se hace necesaria la de-
finición de un objeto o de un suceso lo que implica la utilización de sistemas sensoriales. El sujeto que
percibe requiere de la detección de las características, no sólo del objeto o situación, sino que además
de sus cambios para contrastarlo con las modificaciones que pueden producirse en el contexto. Por lo
tanto, es un proceso que involucra la historia sensorial y también la historia de las experiencias y de las
acciones del individuo, por lo que debemos considerar que los perceptos son entidades transitorias, en
cambio y movimiento continuo.
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Referencias Bibliográficas

Cabanyes Truffino, J. (2000). Percepción normal y patológica: una aproximación a sus implicaciones peda-
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Pinel, J. P., Platón, M. J. R., y García, M. N. (2007). Biopsicología. Pearson Educación.
Triviño Mosquera, M., Bembibre Serrano, J. y Arnedo Montoro, M. (2019). Neuropsicología de la percepción.
Sintesis.

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