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Los últimos días no están claros en mi memoria,/ ciclos, círculos interminables de

material idéntico se retuercen conmigo entre las sábanas,/ repta un zumbido/ que
proviene del televisor,/ no importa si está anochecido,/ el mismo zumbido proviene
del radio,/ surge en la lectura, ciclos, círculos interminables de zumbidos.
Ya no recuerdo/ quién soy,/ ignoro/ hasta qué punto estoy formado de zumbidos,/ lo
ignoro/ como ignoro/ qué parte de mi ser se ha ido con ellos, con los zumbidos,/ o
será, tal vez,/ que los zumbidos son las partes,/ y yo, rezagado,/ en la ignorancia soy
otra de las tantas,/ una pieza perdida en el ruido idéntico de los círculos.
Cuando apago los sentidos/ los temores se multiplican en mi alma circular.
Entiendo que la incapacidad de recuerdo/ proviene de la repetición, ciclos, ciclos
repetitivos de información circular.
La mente está formada de información,/ la información real (eso no lo he olvidado)/
asume varias formas geométricas,/ la información que anida en mi almohada,/ que
rezuma en zumbidos,/ es circular, ciclos.
Si no podemos confiar en la mente y mucho menos en la información circular,/ es
deber del hombre/ convertirse/ en lo que quiere ser;/ círculos, aureolas, cestas, bocas,
círculos que no dejan espacio/ a la información que construye la realidad.
En este punto no hay limitaciones para la geometría.
Soy/ un televisor que observa el mundo en los ojos de una cabeza.

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¡Toc toc! ¿Quién soy? La sala 7.


Soy la sala 7: una sola puerta, tres ventanales, techo, suelo de
granito,/ soy una figura cúbica vacía, una caja para los
juguetes.
Soy la sala 7: el patíbulo de los hombres sin cabeza.

La garganta del padre contiene el mensaje, las escrituras de propiedad.


¿De quién ha sido la primera garganta?/ ¿De la voz? ¿Del primer hombre que reclamó
su derecho al sonido?/ La primera garganta ha sido primeramente del eco./ Si el
hombre no hubiera escuchado el eco en las paredes de la placenta,/ la garganta no
hubiera podido clonar su resonancia.
¡Córtale la garganta a tu padre!/ Dice en la sagradas escrituras del barrio./ ¡Córtale la
garganta a tu padre/ si aspiras/ a ser rey./ ¿Y si lo que quiero/ es una democracia?/
¡Córtale la garganta a la democracia!/ Estás a tiempo, monarca,/ estás a tiempo.
Pero el niño adulto cortó la garganta a su padre niño,/ y el eco enturbió las aguas/
adonde fue/ a desovar el Vencejo.
En el fin del mundo no existen los niños póstumos./ Todos los niños asesinan a sus
padres/ y les suceden en el trono./ ¿El trono? ¿Y qué hay de la democracia?/ Los
tronos en el fin del mundo vienen de todas las medidas y colores./ ¡Hágase usted un
trono rojo/ si lo desea,/ pero degüelle a su padre!
Pasemos a los esclavos.

La libertad, bróder, la libertad.

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