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Texto de Klimovsky

El modelo estadístico de explicación

Al igual que en el caso nomológico


deductivo, la explicación estadística es la
explicación de un hecho singular, pero
utiliza una inferencia estadística y leyes
estadísticas en lugar de una deducción y de
leyes en sentido estricto.
Las leyes sociológicas o políticas son, en general, leyes de tendencia
que encubren leyes estadísticas, según las cuales, por ejemplo,
cuando la estructura social y económica adquiere ciertas
características tiende a producirse un estallido social y un cambio
de estructura. Poco cuesta advertir que tales enunciados ocultan la
afirmación según la cual tal cosa sucederá con una gran
probabilidad, aunque no se diga explícitamente cual.
En el modelo estadístico de explicación se presenta otro
tipo de dificultad, que ocurre cuando un
hecho presenta varios rasgos y hay leyes estadísticas con
números probabilísticos distintos
asociados a cada uno de ellos. En una palabra, las
explicaciones estadísticas parecen ser una
especie de comodín que permite explicar cualquier
hecho según se adopte uno u otro rasgo del
mismo.
La explicación parcial
a) La explicación parcial es, al fin de cuentas, la explicación
nomológico deductiva o estadística de un aspecto parcial del hecho; y b) no evita el uso de teorías
y de leyes, por lo que sigue siendo un ejemplo de lo que pudiéramos denominar la filosofía
hempeliana respecto de la naturaleza de la explicación: nada puede ser explicado sin un marco
teórico adecuado. La explicación estadística indica cierta tendencia a admitir que debió ocurrir el
hecho realmente ocurrido y la explicación parcial nos dice que algo similar al hecho debía
acontecer. Indicar la probabilidad de que acontezca un hecho no permite predecir que este
ocurrirá. Podemos predecir que algo parecido al hecho ha de producirse, pero no predecir el
hecho mismo.
La explicación genética
La explicación genética consistiría en tratar de comprender un hecho histórico señalando una
sucesión de hechos anteriores, encadenados de tal manera que indicaran un proceso cuyo final
consiste en el hecho que queremos explicar. Pero Hempel objetaría que descubrir cuáles son los

hechos pertinentes, entre la infinidad de hechos históricos que se ofrecen, implica: a) la necesidad
de hacer explícito un criterio de pertinencia de los hechos que constituirán la explicación; y b) que
se ubique a estos en cierto orden, lo cual supone subrepticiamente la indicación de que si a un
hecho subsigue otro, el segundo sucedió a consecuencia del primero.
otro. Más bien, ante una sucesión de hechos
conocidos, se construye el encadenamiento indicando que algunos de ellos se explican
parcialmente por los anteriores. En una palabra, la explicación genética no es “fatal”.
Consistiría mas bien en señalar que, si se toman tales hechos conocidos y se los considera
ordenados de cierta manera (tanto en el tiempo como lógicamente), se advierte que, en cada
eslabón, el hecho correspondiente se explica por los anteriores; por consiguiente, el hecho que
se
quiere explicar se hace inteligible en virtud del proceso y de las conexiones encontradas. De
cualquier modo, debido a la naturaleza de los eslabones de esa explicación genética, el
empleo de
leyes y teorías es inevitable.
Las explicaciones teleológicas
En estos modelos se intenta explicar un hecho que ocurre en el presente en virtud de algo que
ocurrirá en el futuro. La palabra telos, que significa “fin” u “objetivo”, indica en este caso que se
presupone la existencia de algún agente responsable de lo que acontece ahora, que tiene algún
propósito y que intenta preservar para el futuro una determinada situación.
Esto se entiende muy fácilmente si nos
preguntamos, por ejemplo, porque existe el ejército; podría responderse que ha sido concebido
para preservar el territorio y la unidad nacional.
Explicaciones parecidas podrían ser ofrecidas a propósito de la existencia de otras
instituciones. La
Iglesia, por caso, existiría porque ofrece un respaldo moral a cierta clase de actividades
que
desarrolla la sociedad. En términos más modernos, el funcionalismo adscribe a una
sociedad un
comportamiento homeostático, en el sentido de que existen elementos en ella que, si se

produjera cierta alteración de las variables o factores que caracterizan su


funcionamiento, se
produciría un proceso que le permitiría recobrar su estructura.

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