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Zapata, A., & Rojas, R. (2013). ¿ Desiguales desde siempre?

Miradas históricas sobre la desigualdad. Lima.


162 Rolando Rojas

y fortalecían, fue surgiendo una suerte de programa de demandas de libertades


comerciales y de seguridad jurídica de los bienes que restringieran las facultades
del rey para imponer contribuciones o confiscar los capitales.
En medio de estos cambios aparece la figura de John Locke (1632-1704), pen-
sador que contribuyó con las ideas que inspiraron la Revolución Gloriosa (1688-
1689), así como con las reformas políticas que limitaron aún más las atribuciones
del rey, elevaron al Parlamento como el primer poder político de la sociedad in-
glesa y consagraron en la “Declaración de derechos” las libertades y los derechos
ciudadanos.35 En su Segundo tratado sobre el gobierno civil (1689), Locke planteó
que la soberanía emanaba del pueblo, y, apelando a la tradición del derecho na-
tural, sostuvo que todos los hombres tenían derechos universales e inmutables,
como eran a la vida, la libertad y la propiedad. Locke partió de la idea de que
hubo un tiempo, antes de la aparición de la “sociedad política”, en que los hom-
bres vivían en el “estado de la naturaleza” o “estado natural”, cuando eran libres e
iguales. Este “estado natural” fue definido como un “estado de perfecta igualdad
en el que no hay superioridad ni jurisdicción de uno sobre otro, cualquier cosa
que uno pueda hacer para que se cumpla esa ley, será algo que todos los demás
tendrán también el mismo derecho de hacerlo”.36 Sin embargo, como los indi-
viduos tomaban la justicia en sus manos, pues no existía “sociedad política” y la
codicia de algunos hombres generó una incontrolable violencia, el “estado natu-
ral” devino “estado de guerra” y anarquía. Esta situación hizo necesario que los
hombres convengan en elegir a un gobernante que garantice la vida, la libertad y
los bienes de los contratantes, y asimismo que se delegue a un cuerpo de magistra-
dos la redacción de las leyes y a un cuerpo autónomo de jueces la administración
de las controversias judiciales.37 Cuando esto ocurre los hombres se constituyen
en una sociedad civil o política. Evidentemente, la elección de las autoridades
suponía una comunidad de iguales, de individuos con los mismos derechos que
realizan un contrato político. El hombre tuvo que renunciar a su libertad, pero el
Gobierno le garantizó “la igualdad en que todos los hombres se encuentra relati-
vamente a la jurisdicción”.38 Ahora bien, Locke planteó que los gobernantes eran
elegidos para aplicar las leyes, y si estos no cumplían ese mandato se producía
la ruptura del contrato político, y podía revocarse su autoridad, retornando el

35. Trevelyan 1996: 103-134.


36. Locke 1994: 33.
37. Várgany 2000: 59.
38. Locke 1994: 86.

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