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LA GRAN CIUDAD

Comparación de la mirada romántica i la mirada contemporánea

Carmina Civil García


Literatura de Tradición Europea II
Curso 2021-2022

Ilustración de la portada: Ramiro Ernesto Jijón Franco (2012)


Carmina Civil García
NIA: 230399
ESQUEMA DEL TRABAJO

1. Introducción: contexto histórico y se exponen las obras que se pondrán en


relación: Londres, El puente de Westminster, El crepúsculo vespertino, y Ciudad
sin sueño (Nocturno de Brooklyn Bridge).

2. Parte 1: Presentación y comentario de Londres de William Blake

3. Parte 2: Presentación y comentario El crepúsculo vespertino de Charles


Baudelaire.

4. Parte 3: Presentación y comentario de El puente de Westminster de William


Wodsworth.

5. Parte 4: Presentación y comentario de Ciudad sin sueño (Nocturno de Brooklyn


Bridge) de Federico García Lorca

6. Conclusión: Se analizará si ha habido un cambio respecto a la Gran Ciudad del


siglo XVIII y XIX con la del siglo XX.

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La ciudad es un fenómeno que, a lo largo de la historia de la literatura se ha vuelto


protagonista de novelas, obras pictóricas y ha sido estudio de los pensadores filosóficos.
Es por eso por lo que ha condicionado la vida de las personas y ha sido objeto de
transformación.

Para la realización de este trabajo se parte de una hipótesis inicial: la idea de la Gran
Ciudad moderna sigue siendo la misma que a día de hoy en la época contemporánea.

En un primer lugar, es importante destacar que, el desarrollo de la hipótesis se centrara


exclusivamente en el mundo occidental, para delimitar un tanto e, trabajo. El trabajo sigue
una línea discursiva clara. Primero, se introducirá el contexto histórico en el cual se
encuentra el Romanticismo, hecho que, permitirá entender el fenómeno de la
Urbanización. En segundo lugar, se verá como la historia ha impregnado el arte del siglo
XVIII y XIX a partir de los autores Charles Baudelaire con su obra El crepúsculo
vespertino; William Blake con Londres y William Wordsworth con El puente de
Westminster. Además, a lo largo del trabajo, se utilizará como referencia Le Mondain de
Voltaire. Finalmente, se seguirá el mismo esquema pero des de una mirada
contemporánea a partir de Ciudad sin sueño (Nocturno de Brooklyn Bridge) de Federico
García Lorca.

El romanticismo significó una revuelta contra el orden establecido, aunque, fue, en gran
medida un movimiento escapista asociado a las novelas. Se asoció con la disolución
provocada por la violencia y el terror de la Revolución Francesa y el periodo Napoleónico.
En consecuencia, poetas, pintores, novelistas y folcloristas se interesaron y buscaron
consuelo en la naturaleza, en el mundo medieval y en la exploración de su alma interior
y sus emociones.

Es un movimiento que coincide con la Ilustración, un momento histórico que Kant lo


definió como “el progreso del conocimiento y la emancipación definitiva de la conciencia
del hombre de un estado de ignorancia y error” (Kant, 1784: 249). Hablamos de la edad
de la razón. Los filósofos opinaban que la experiencia y la experimentación eran las claves
del verdadero conocimiento. Su método consistía en utilizar la inteligencia para estudiar,
comprender y elaborar las leyes básicas de la naturaleza humana y del mundo natural. Es

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por eso por lo que, la ilustración significó la emancipación de la humanidad de las cadenas
de ignorancia, superstición y dogma teológico a modo de conocimiento, educación y
ciencia. Sin embargo, el romanticismo, representó un rechazo contra el racionalismo de
la Ilustración, el empirismo y la ciencia de la naturaleza, y, en su lugar trató de encontrar
la liberación de la naturaleza, las emociones, la conciencia, el pasado medieval, el
cristianismo y la pertenencia.

La clave de la ilustración fue el surgimiento de la esfera y la opinión públicas. Ambas


existieron fuera de la institución del estado y formaron un contrapeso para el poder
político –en Europa predominaba el absolutismo político– y las jerarquías sociales. Por
eso mismo, la ilustración, no fue un movimiento dirigido por una vanguardia de
intelectuales, sino por unos fenómenos culturales liderados por un mayor grupo de clase
media y alta alfabetizados y cultos. La ciudad, durante el romanticismo, se convierte en
un escenario de confrontación entre la burguesía y la clase social alta ante la población
más humilde y trabajadora. Este contexto de urbanización provoca muchos cambios en la
relación entre los hombres y con ellos mismos. Aparece la idea de individualidad: el
hombre refugiado en sí mismo. Este concepto, se va a ver reflejado en las diferentes ramas
artísticas, puesto que ellos, también se van a refugiar en ese individualismo en las artes.
El cuadro que, por excelencia, representa más este carácter de refugio en uno mismo y en
la naturaleza es El caminante sobre el mar de nubes de David Friedrich [Ver figura 1 en
Anexo]. Un hombre que escapa de las calles, de la urbanización, de la industrialización,
y se refugia en lo más preciado que le ha dado la vida: la naturaleza.

En el siglo XVIII la ciudad se convirtió en el lugar donde se llevaban a cabo todas las
actividades humanas: en este caso, la industria y la cultura. La Primera Revolución
Industrial (1760-1840) vino acompañada de un crecimiento urbano masivo. Muchos de
los trabajadores vinieron del campo a la ciudad, hecho que provocó que el aumento de
población superase la demanda de mano de obra. Sin embargo, este crecimiento conllevó
a la construcción de pubs, cafés, tabernas y lugares de sociabilidad donde los trabajadores
leían los periódicos en voz alta y discutían sus condiciones. “la escuela de pôlitese […]
atrajeron a los jóvenes arrancándolos de las tabernas y proponiéndoles los placeres de la
conversación y la lectura” (Schorske, 2006: 26).

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La ciudad también fue signo de desigualdad. En un mismo espacio convivían ricos y
pobres. Los primeros años de la industrialización se caracterizaron por la insuficiencia de
viviendas, el hacinamiento de las familias en las habitaciones, los problemas con los
desechos, la presencia de excrementos humanos, la baja esperanza de vida –debido a las
crisis, epidemias y guerras– y la elevada mortalidad infantil. Sin embargo, la élite y las
clases medias, aunque se encontrasen conviviendo en el mismo espacio que los
trabajadores, vivían en calles arboladas y urbanizadas, gozando de los privilegios que la
ciudad les otorgaba.

Londres de William Blake permite que conozcamos la capital de Gran Bretaña. Él nos lo
presenta como un espacio frío i oscuro. Londres era una ciudad sumamente importante
en la Europa moderna: en ella se respiraba libertad, era un espacio dónde tenían lugar
intercambios comerciales importantes –gracias al comercio triangular que establecieron
con Asia– y también era un espacio artístico importante.

“Voyez-vous pas ces agiles vaisseaux Qui, du Texel, de Londres, de Bordeaux,


S'en vont chercher, par un heureux échange, De nouveaux biens, nés aux sources
du Gange, Tandis qu'au loin, vainqueurs des musulmans, Nos vins de France
enivrent les sultans ?” (Voltaire, 1736, v. 24-29)

Así describe Voltaire en Le Mondain el mundo del cual hablamos, un mundo en el cual
la industrialización y el placer producían la civilización. Londres era la cuna de la
movilidad social. William Blake retrata muy bien la ciudad londinense en esa época a
partir de su obra Londres, que solamente con el título nos da a entender de qué no está
hablando; sin embargo, la mayoría de ciudades europeas se encontraban bajo la misma
situación: en París también se respiraba oscuridad en medio de los barrios obreros, se
respiraba pobreza e infelicidad entre los niños que cada día se levantaba para iniciar una
nueva jornada de doce horas en la fábrica; se escuchaban los llantos de miles de familias
desesperadas por el contexto en el que se encontraban.

William Blake fue un poeta considerado el primer romántico inglés. Su obra se


caracterizó por la muestra de sentimientos en su totalidad y sobre todo, porque fue muy
crítico de los gustos, costumbres y de la sociedad en la que vivía en general. Londres
pertenece a la obra Canciones de Experiencia que escribió en 1794. En el poema nos

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retrata la capital inglesa en los momentos en que la industrialización empieza a adoptar
importancia. El poema es narrado por un yo poético solitario que divaga por las calles de
una ciudad oscura y fría. Podríamos decir, incluso, que es él mismo el personaje solitario
que anda de noche por la ciudad. Blake escribe esta obra en un momento donde los artistas
están alabando la ciudad cosmopolita y emprendedora del momento. Se trata de una
composición muy visual y llena de imágenes muy concisas, permitiéndote así, crearte la
imagen en la mente como si de un cuadro se tratara.

Por lo que respecta a la composición, está formado por cuatro estrofas de cuatro versos
cada una que contienen una rima consonante encadenada. Las estrofas se estructuran
como si de una cámara fotográfica se tratara, cada vez que bajamos de estrofa, el foco de
la cámara se vuelve más preciso.

En el poema London, El autor deambula por las calles nocturnas de Londres; calles y ríos
alquilados. Describe una ciudad que está explotada comercialmente, una ciudad vacía por
dentro pero por fuera muestra su máxima esplendor. “Passejo a través dels carrers llogats
prop d’on el Tàmesi llogat flueix” (Blake, v.1-2) Blake retrata un momento en el cual la
ciudad se encuentra en silencio, sólo se escuchan llantos niños atemorizados y de algún
adulto que maldice su condición de trabajador “en cada crit de cadascun dels homes, en
cada lament infantil d’espant, en cada veu i prohibició, sento el grilló que la ment forja”
(v. 5-8). Estos grilletes («grilló») indica el cautiverio mental que sufren los habitantes de
la ciudad, y es una de las causas que les impide una vida feliz. Blake ejemplifica a partir
de imágenes muy claras cómo es vivir con grilletes forjados por la mente: el joven que se
ve obligado a limpiar la chimenea sucia y negra de una iglesia debido al polvo y a la
suciedad que levanta la industrialización. La limpieza de chimeneas era un empleo que
llevaban a cabo los más pequeños de la sociedad obrera. Se trataba de algo sacrificado y
peligroso. Esto se trata de algo paradójico: la iglesia era uno de los estamentos que más
poder tenía en la sociedad europea occidental, y era una de las fuerzas que permitía la
explotación y el trabajo infantil. Blake también presenta el otro estamento poderoso a
partir de la imagen del soldado abatido suspirando, recordando la guerra. “així el sospir
del Soldat infeliç amara amb sang les parets del Palau” (v.11-12). El soldado es un vasallo
más del sistema absolutista y capitalista londinense. Finalmente, al terminar el poema, el
autor vuelve a describir lo que oye mientras divaga por las calles de la ciudad, esta vez,
se sitúa en los rincones más empobrecidos y oscuros, literal y figuradamente. Blake

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escucha el grito de una prostituta que maldice la llegada de su hijo no deseado y ve como
la sífilis se apodera de los más desfavorecidos “I el que més sento pels carrers nocturns
com el renec de la jove Bagassa maleeix el plor de l’Infant nou nat i afecta amb plagues
el marital sepeli” (v.13-16)

El arzobispo de París en 1843 en el sermón de Pascua denunció este sometimiento de los


trabajadores y lo llamó “la nueva esclavitud del pauperismo”. Los corazones de los
trabajadores hervían de odio hacia los acomodados. Voltaire en su obra Le Mondain
retrata la vida que llevaban los londinenses de clase alta: vivían en espacios lujosos,
saboreaban la vida tan acomodada que tenían, disfrutaban de sus carros dorados mientas
paseaban por las plazas alzadas con edificios arquitectónicos imponentes. "Mais du logis
j'entends sortir le maître : Un char commode, avec grâces orné, Par deux chevaux
rapidement traîné, Paraît aux yeux une maison roulante, Moitié dorée, et moitié
transparent” (Voltaire, 1736, v. 80-85). Los pobres, en cambio, desarrollaron su sentido
del ahorro para mejorar su estado.

El trabajo se volvió el centro de la existencia y generaba desconsuelo. La religión perdió


el papel de institución consoladora y la población necesita un nuevo mundo donde
agarrarse para salir de la burbuja de tristeza que estaban viviendo. El romanticismo
impregna una época de transformación masiva de los modelos de consumo y de
experiencia.

Baudelaire en Las flores del mal (1840) también trató el tema de La Gran Ciudad.
Baudelaire introdujo la ciudad en la poética. Creía que, para entender lo que sucedía en
las ciudades tenía que perder su identidad e introducirse en las calles y sumergirse en la
multitud para ganar experiencias más amplias. El artista es el único que puede captar la
belleza y los estímulos de las ciudades y de esas experiencias irrepetibles. El paisaje de
Baudelaire no se trata de un campo rodeado de naturaleza, sino que él nos retrata escenas
envueltas de edificios y construcciones de hormigón y ladrillos y en ellos encuentra la
multitud y dinamismo.

El crepúsculo vespertino describe una noche cualquiera en París, nos permite ver cómo
de malviviente y criminal es la calle nocturna de París.

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El poema está distribuido en seis estrofas, y cada una contiene un número diferente de
versos, eso se debe a que cada una de ellas se centra en una temática diferente. Utiliza la
técnica del pareado y los versos son de estilo alejandrino, que ayudan a proporcionar un
ritmo pausado.

Igual que en el caso de Londres, la noche es el momento más esperado para los obreros,
puesto que, significa descanso de todo lo que han trabajado durante la jornada; sin
embargo, por mucho que la noche duerma al obrero, despierta a la prostituta y al rico que
va a ver la última ópera, al burgués que va al casino o al ladrón que entra en las cocinas
buscando alimento que llevarse a la boca. “Aquí y allá se escucha silbar a las cocinas,
gruñir a los teatros, zumbar a las orquestas; las mesas, de las cuales el juego es la delicia”
(Baudelaire, v. 21 -23) En la primera estrofa, Baudelaire indica la llegada de la noche –
que es amiga del diablo– con una metáfora muy visual “el cielo como una gran alcoba se
cierra” (v. 2-3). Es decir, las puertas se cierran impidiendo que entre algún rayo de luz y
dejando que la oscuridad impregne la ciudad y permite salir a aquellos que la desean. “Oh
noche, amable noche, deseada por ésos cuyos brazos pueden decir: «¡Hoy trabajamos!»”
(v. 5-6). En la segunda estrofa nos ofrece una visión panorámica de la ciudad, haciendo
hincapié en todos los vicios que se encontraban en la ciudad parisina. Parece que tenga la
oportunidad de entrar en las viviendas, como un ser omnipresente o incluso un fantasma.
“el obstinado sabio cuya frente se abruma, y el obrero curvado que retoma su lecho” (v.
8-9). Es decir, tiene la capacidad de describir detalles, aparentemente insignificantes:
‘frente abrumada’ o ‘obrero encorvado’.

Baudelaire describe al detalle las perversiones de la ciudad: la prostitución es una de ellas.


Es el negocio que despierta las calles por la noche y es la que mueve más dinero. Las
prostitutas se apoderan de los hombres parisinos, como una droga que engancha. Las
rameras como las que retrató Boldini en 1889 en la obra Escena de fiesta [Ver figura 2
en Anexo] engatusan a los hombres para poder salir adelante con sus vidas tan mal
consideradas. “se llenan de busconas y tahúres” (v. 24). El autor condena este amor en
venta, describe a las prostitutas como “cual gusano que al Hombre lo que come le roba”
(v. 20). En la quinta estrofa vemos al autor dirigiéndose a sí mismo “Recógete, alma mía,
en este instante grave y cierra tus oídos a este rugido” (v. 29). se advierte a si mismo del
peligro de caer en la tentación del vicio: “la noche los agarra por el cuello; terminan su
destino y se van a la fosa común” (v. 32-33). La noche como instrumento asesino. Muchos

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hombres de la noche están en el hospital recogidos entre gemidos de dolor. Más de uno
se irá esta noche, y no volverá a su hogar. Finalmente, Baudelaire compadece a todos
aquellos que viven en el París oscuro, se apiada de ellos puesto que, “la mayoría aún no
ha conocido nunca el dulzor del hogar, y no ha vivido nunca” (v. 37-38). El autor a raíz
de este poema hace una clara crítica de la sociedad parisina de finales del siglo XVIII y
principios del XIX. Pretende abrir los ojos al espectador. De la misma manera que Blake,
lo describe tan detalladamente que facilita que el lector componga un cuadro en su mente
lleno de minuciosidades. Baudelaire se vuelve cómplice de las masas, entra en ella e
intenta salvar lo que la envenena, mientras, al mismo tiempo, sufre la apatía y su aspecto
amenazador.

Sin embargo, a medida que iba pasando el tiempo, sobre todo, a partir de 1850 los salarios
aumentaron y eso conllevó a una mejora de nivel de vida. Los pobres se enriquecieron y
pudieron consumir más. A medida que aumentaba la urbanización y se incrementaban los
salarios, los urbanistas comenzaron a embellecer los centros de las ciudades. Dichos
planes consistían en derribar las murallas medievales, reformar las ciudades para disponer
de bulevares arbolados y crear barrios residenciales con sistemas de alcantarillado
modernos. La ciudad de Barcelona es un ejemplo muy visual y cercano. La planificación
de ciudades vino unida a un amento de segregación: la desigualdad continuaba presente.
“La ciudad […] se convirtió en […] la guerra […] entre el rico irresponsable e indiferente
y los corrompidos habitantes de barrios miserables” (Schorske, 2006: 29). Por lo tanto,
se pasó de la idea de ciudad como agente civilizador a ciudad como cobijo de la miseria
urbana.

William Wordsworth, autor inglés, se dedicó también en algunas de sus obras a describir
su ciudad. En este caso, las descripciones no tienen nada que ver con Blake y Baudelaire.
Wordsworth en Westminster bridge (1802) describe un instante del día, no muy largo, se
trata de minutos o incluso segundos. A través de su don, que es la escritura, convierte
algo instantáneo, como es la mañana, en algo eterno.

Se trata de una composición en forma de soneto, por lo tanto, hay dos cuartetos y dos
tercetos de rima consonante encadenada, según la versión traducida de M. Manent; la
versión original tiene rima consonante cruzada.

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Wordsworth retrata una ciudad bonita y harmoniosa: aún no se han levantado los obreros
para ir a trabajar, pero la noche ya ha terminado. “la beutat del matí” (Wordsworth, v.5)
Quedarán unos minutos de sueño hasta que suenen los despertadores de las casas. Nos
habla de Londres como una ciudad limpia, sin contaminación, una ciudad “com una vesta
pura” (Wordsworth, v.4). Los teatros, las óperas, los barcos están en silencio: la fiesta ya
ha terminado: el hombre duerme, pero la naturaleza despierta. Según el autor, el sol no
había brillado nunca tanto, “Mai no és tan bell el sol” (v. 9) y nunca había sentido tanta
calma al contemplar este espacio “mai no sentía aquesta calma ardent” (v. 11). El río que
navega debajo del puente de Londres se desliza dulcemente por la ciudad, mientras las
casas siguen dormidas y el corazón de la ciudad se mantiene quieto. “El riu s’esmuny,
com un dolç esment; semblen dormir les cases, oh talment! I el gran cor poderós reposa
encara” (v. 12-14). A la hora de leer el poema nos puede acompañar la obra de Canaleto
Westminster Bridge from the North on Lord Mayor's Day que pintó en 1746: una pintura
que retrata muy acuradamente lo que nos está describiendo el autor inglés: un instante
donde todos descansan y la cuidad brilla por sí misma [Ver imagen 3 en anexo]. El lector,
a la hora de leer el poema le puede dar la sensación de estar contemplando un cuadro en
cualquier museo de una ciudad. Wordsworth igual que Baudelaire o Blake, se ayuda de
muchos adjetivos tan precisos y minuciosos.

La Ciudad está sometida a constantes cambios y transformaciones. Hemos visto que,


industrialización fue, para muchos, un cambio muy fortuito y malicioso, y en cambio,
para otros, fue una desgracia que los llevó a la ruina.

El Siglo XX también estaba lleno de transformaciones, la ciudad se iba modernizando


cada vez más, las ciudades iban creciendo, pero la desigualdad, la oscuridad y la crueldad
seguía estando presentes en las calles de las potencias mundiales. Federico García Lorca
pasó unos años de su vida en la ciudad de Nueva York, a la que llamó “ciudad sin sueño”,
tal y como título el poema que analizaremos ahora. Ciudad sin sueño (Nocturno de
Brooklyn Bridge) escrito en 1929, pertenece a la obra poética de Un poeta en Nueva York.
En este caso, hablamos de un poema de estilo surrealista. Las imágenes y visiones que
describe son propias de este movimiento, como veremos a continuación.

Es un poema compuesto de seis estrofas: estas no siguen ningún patrón, es decir, los
versos no tienen las mismas sílabas, por tanto, hablamos de un poema de verso libre. No

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hay ningún tipo de rima concreta. Encontramos muchas metáforas, personificaciones y
anáforas que reiteran este estilo surrealista.

Lorca, igual que Blake o Baudelaire, se convierte en un habitante de la ciudad y describe


cómo se vive en una ciudad que nunca duerme. “No duerme nadie por el cielo. Nadie,
nadie. No duerme nadie” (Lorca, v.1-2) un paralelismo que se va repitiendo a lo largo del
poema. En la primera estrofa, el poeta describe las gentes de la ciudad, que se encuentran
en un estado de insomnio, ya que temen ser atacados por las criaturas peligrosas que hay
escampadas por la ciudad, escrito a través de un hipérbaton que altera la sintaxis de la
oración “vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan y el que huye
con el corazón roto encontrará por las esquinas” (v. 4-5). Nueva York era la ciudad por
excelencia, la novedad, donde se daban todos los avances tecnológicos: el lugar de
soñadores. Sin embargo, Lorca lo critica y nos muestra la realidad: en esa ciudad no se
puede soñar a lo grande, no se puede descansar. En la segunda estrofa, el yo poético
describe escenas tristes y un tanto terroríficas que van sucediendo por la ciudad: “un
muerto en el cementerio más lejano que se queja tres años” (v. 9) o un niño que llora
porqué ha sido enterrado. Por lo que, insiste con la idea de que en Nueva York no se
puede descansar, ni dormir, ni soñar, incluso, los muertos, no pueden estar en paz. Al
principio de la tercera estrofa nos encontramos con un guiño que hace el autor a otro
poema: “no es sueño la vida” (v.14). Esto nos recuerda a la obra La vida es sueño de
Calderón de la Barca. Lorca, de una manera u otra, responde al poeta del siglo XVII,
negándole que en la vida se pueda soñar, sino que se trata de algo espantoso, donde la
crueldad prevalece ante la felicidad. Describe diferentes sueños o pensamientos que la
gente tiene “Nos caemos por la escaleras para comer la tierra húmeda o subimos al filo
de la nieve con el coro de las dalias muertas” (v. 15-16). Insiste el poema en la idea que
tampoco existe el olvido en esas tierras, y esto nos lleva a pensar que, la gente está
constantemente reviviendo el miedo. Utiliza una imagen muy simbólica como es “Los
besos atan las bocas en una maraña de venas recientes” (v.18-19), los besos en vez de
liberar a las personas y colocarlas en un estado de éxtasi, no les permiten huir del dolor.
En la cuarta estrofa, hace una descripción premonitoria: “un día los caballos vivirán en
las tabernas”, es decir, los que lo han pasado mal en el mundo, como los caballos que han
sido objetos de guerra, descansarán tranquilamente, mientras que las hormigas serán
condenadas a pedir descanso sin parar después de su muerte “y las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas” (v. 24-25). En la

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quinta estrofa, también hay una premonición, “otro día” (v. 26) las mariposas que han
sido disecadas, es decir, manipuladas por los científicos serán libres. Una imagen que nos
recuerda mucho al cuadro New York Central Park Winter from Currier and Ives Suite de
Dalí, donde retrata una escena de personas disfrutando de la nieve, pero estas se
encuentran atrapadas dentro de un cubo, mientras que las mariposas vuelan libres a su
alrededor. [Ver imagen 4 en anexo]

Siguiendo con el comentario, Lorca indica que también “veremos brillar nuestro anillo y
manar rosas de nuestra lengua” (v. 29), anillo como símbolo de alianza y de amor. El
autor vuelve a pedir atención por segunda vez; previamente lo hizo cuando afirmó que la
vida no era sueño. En este caso, alerta que quienes aún sientan temor, les espera, detrás
de los muros, animales de lo más terroríficos. “a los que guardan todavía huellas de zarpa
y aguacero […] hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpres esperan, donde espera
la dentadura del oso” (v. 31-35). Finalmente, en la última estrofa, hace una repetición de
los versos utilizados en la primera: “no duerme nadie por el cielo, Nadie, nadie. No
duerme nadie” (v. 38-39). El poeta advierte que se castigará a los que osen cerrar los ojos
“pero si alguien cierra los ojos, ¡azotadlo, hijos míos, azotadlo! (v. 40-41), es decir, todo
el mundo debe estar sufriendo y vivir sin ningún descanso. Y si alguno decide cerrar los
ojos en algún momento de la noche, pide que se le enseñe la realidad de la vida, “Pero si
alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes, abrid los escotillones para que
vea bajo la luna las copas falsas, el veneno y la calavera de teatros” (v. 47- 49).

Esta vez, vemos otra vez la idea de la Gran Ciudad como algo atroz y cruel. Algo que,
aparentemente nos tendría que llevar a la felicidad, solo nos proporciona terror y espanto.
¿a qué se puede deber esto? A raíz de esta comparación entre diferentes obras propias del
siglo XVIII y XIX con una del siglo XX podemos observar que, la Gran Ciudad se sigue
describiendo de la misma manera. Podemos decir, pues, que es algo que se repite a lo
largo del tiempo: lo grande y lo novedoso, lo que podría significar un avance para la
sociedad, acaba devastándonos. Parece un método de autodestrucción por parte de los
humanos. Es paradójico decir que la historia del progreso sea una historia de destrucción.
Aparentemente, tanto la modernidad como la contemporaneidad acogía procesos de
modernización económica, política, social y cultural, pero, la razón ha llevado a la
barbarie.

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Bibliografía

Baudelaire, C. “Las flores del mal”. Trad. Luis Martinez de Mendro. Cátedra: Letras
Universales.

Blake, W. Londres. Trad. A. Turull. Pág. 46 dosier

Boldini, G. (1889). Escena de fiesta

Canaleto (1746). Westminster Bridge from the North on Lord Mayor's Day

Dalí S (1971). New York Central Park Winter from Currier and Ives Suite.

Friedrich C. (1818). El caminante sobre el mar de nubes

Kant, E (2009, Qué es la Ilustración. Foro de Educación, no. 11. pp. 240-254.
López, F. (2014). Segunda antología de poesía española. La Galera, pp. 171-172

Rodríguez, M. (1996). Baudelaire, el romanticismo y la modernidad. Ensayos: Historia


y Teoría del Arte, (3), pp. 117–128.
https://revistas.unal.edu.co/index.php/ensayo/article/view/46485
[visitado el 11 de junio de 2022]

Schorske, C. E. (2006). “La idea de la ciudad en el pensamiento europeo: de Voltaire a


Spengler”. Tram[p]as de la Comunicación y la Cultura.

Voltaire. (1736). Le Mondain.

https://eweb.furman.edu/~ballen/frn430/textes/le-mondain.pdf

[Visitado el 20 de junio de 2022]

Wordsworth, W. El pont de Westminster. Trad. M.Manent. Pág. 48 dosier

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Anexo de imágenes
Figura 1: Caspar David Friedrich (1818). El caminante sobre el mar de nubes

Figura 2: Giovanni Boldini (1889). Escena de fiesta

Figura 3: Canaleto (1746). Westminster Bridge from the North on Lord Mayor's Day

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Figura 4: Salvador Dalí (1971). New York Central Park Winter from Currier and Ives
Suite.

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