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Procesos Sociales Contemporáneos

Documento De Cátedra:

CAPITALISMO Y DESIGUALDAD
EN ÉPOCA DE PANDEMIA

Autores: Bauzá, Lecaro, Abdala, Collado

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El mundo contemporáneo:
Punto de llegada de procesos sociales, punto de partida del interés histórico

En este último año y medio hemos vivido envueltos en una


enorme crisis sanitaria producto de la pandemia. El brote del
COVID-19 genera un panorama de incertidumbre a nivel
mundial, en los ámbitos científicos, académicos y políticos surgen
distintos debates en torno a los orígenes, las medidas tomadas y
las consecuencias de la pandemia sobre la economía, el empleo, la
salud, la educación, entre otras esferas. El nivel de propagación de
este virus y las limitaciones de los sistemas sanitarios para
responder ante una gran cantidad de contagiados nos impone un
desafío enorme resolver.

La sociedad contemporánea se presenta ante nuestros ojos como una abigarrada sucesión de fenómenos
vertiginosos que apenas si alcanzamos a describir, menos a comprender cabalmente, y aún a descifrar en
sus interrelaciones. Estudiar ciencias sociales es un camino rico pero atravesado de dificultades por la
complejidad de su objetode estudio, en continuo cambio y movimiento. La materia social tiene también su
historia: de comunidades primitivas relativamente simples y homogéneas llegamos a sociedades actuales
modernas y heterogéneas. Nuestra pretensión de aprehender para conocer, comprender, explicar y
transformar “lo social”, debe partir de reconocer la sociedad como una totalidad social compleja,
contradictoria y en movimiento.

Esta dinámica de la sociedad –expresión de contradicciones y conflictos entre los diversos sujetos sociales–
torna muchas veces en inasible el presente: cuando creemos conocer y comprender la sociedad en que
vivimos; cuando pensamos que hemos hallado la explicación de las acciones, de la naturaleza de los sujetos,
sus relaciones y sus contradicciones, todo ha cambiado de lugar. Nada permanece, nada es eterno, salvo
el propio movimiento y cambio.

Una forma de escapar a las dificultades teóricas ha sido, y es, la tentación de naturalizar el orden social (lo
que siempre ha escondido intencionalidades de índole política y económica), amparada en el hecho de que
ciertas estructuras parecen adquirir estabilidad duradera. Lo cierto es que cada tanto, se producen
convulsiones sociales (en sentido amplio: políticas, económicas, ideológicas, sanitarias, bélicas) nos
recuerdan que no es así.

Este presente en el cual vivimos ha naturalizado al capitalismo como algo eterno, y el único orden lógico
en que la humanidad puede vivir. Lo hizo de diferentes formas a lo largo de los siglos, pero reforzó esa
creencia a fines del siglo XX, luego de la caída del Muro de Berlín y de la derrota del socialismo en
prácticamente todo el mundo. Sin embargo, ya iniciada la tercer década del siglo XXI, ha sido sacudido por
una crisis sanitaria profunda y prolongada que puso al desnudo sus contradicciones y limitaciones internas:
todo el mundo capitalista, sin rivales aquienes culpar, asiste al espectáculo de millones de muertos.

Cuestionamos entonces, la perspectiva que llega a presentar los acontecimientos y procesos de claro
carácter histórico-social como si fueran “fenómenos propios de lanaturaleza humana” (es decir: eternos,
universales y a-históricos). Esa visión concibe lasociedad como eternamente igual a sí misma:
“siempre hubo pobres y los habrá”; o como fruto azaroso, fortuito, eternamente cambiante, pero en forma
casual, sin estar sujeto a ninguna lógica. Así, la relación, o la lógica del juego “pasado presente-futuro”,

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desaparecen de la explicación social.

Aquí aparecen dos tentaciones del “sentido común” que no provienen del aire, sino que han sido abonadas
por siglos de dominación ideológica: una es “naturalizar lo social”; la otra es “eternizar lo histórico”, las
relaciones histórico-sociales son transformadas en fenómenos naturales y eternos.

De manera sintética lo que nos interesa plantear es que el presente social no se comprende a simple vista,
que hay cierta opacidad que exige de la ciencia para pasar de las apariencias a la esencia; que en lo social
no hay nada “natural” o “eterno”, que son los sujetos sociales en sus luchas los que modifican la historia. El
análisis de lo social nos obliga a elaborar conceptos y teorías, y aplicar determinadas operaciones
metodológicas, lógicas y coherentes, para aprehender esa totalidad social compleja en el espacio y
cambiante en el tiempo.

El ejercicio de comprensión y análisis no solamente busca conocer, develar, cuestionar lo social, sino
necesariamente transformarlo. En Ciencias Sociales el conocimiento es un esfuerzo por entender el por qué
siempre ligado a un para qué/ para quienes. El conocimiento es situado, crítico y herramienta de
transformación.

Teniendo como base estas miradas del conocimiento sociológico, los invitamos a pensar el “capitalismo y la
desigualdad en época de pandemia”.

El origen de la pandemia: depredación y explotación


La crisis sanitaria que estamos atravesando, permite la caída de muchos velos que ocultan los mecanismos
de producción del sistema capitalista actual. Pone en cuestión el rol naturalizado del sistema alimentario
agro industrial, principal factor de producción de epidemias en décadas recientes.

Según Silvia Rivero, investigadora del grupo ETC (Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y
Concentración), la cría industrial de animales en confinamiento (avícola,
porcina, bovina) es una verdadera fábrica de epidemias animales y
humanas. Grandes concentraciones de animales, hacinados,
genéticamente uniformes, con sistemas inmunológicos debilitados, a los
que se administran continuamente antibióticos, por lo que, según la OMS
(Organización Mundial de la Salud), son la principal causa de generar
resistencia a antibióticos a escala global. Un perfecto caldo de cultivo para
producir mutaciones de virus más letales y bacterias multirresistentes a
los antibióticos, que con los tratados de libre comercio se distribuyen por
todo el globo.

El biólogo Rob Wallace, autor del libro “Grandes Granjas, Grandes Gripes”,
documenta este proceso analizando los brotes de nuevos virus de origen
animal, las gripes aviar y porcina, ébola, zika, VIH y otros. Gran parte se
originó en criaderos, otros en animales silvestres, como el nuevo
coronavirus que proviene de murciélagos.

Pero la relación entre la forma de explotación que genera la ganadería industrial en este modo de
producción, va más allá de los grandes criaderos, ya que se complementa con la depredación de hábitat
naturales y de biodiversidad (Desinformémonos, https://tinyurl.com/ydenks9z) que funcionan como
barreras de contención para evitar la expansión de virus e poblaciones de animales silvestres.
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La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura) denuncia al sistema alimentarios agroindustrial
como principal deforestador del mundo con la expansión de la
frontera productiva (en América latina causa el 70% de la
deforestación). A esta causa debemos sumarle el crecimiento
descontrolado de las ciudades y el avance de los megaproyectos
mineros o de corredores comerciales.

Es importante resaltar también el grado de concentración de la


producción, porque si bien la gran mayoría de pequeños
agricultores pierden en esta lógica de producción, también vemos
un puñado de empresas que se enriquecen. El “Mapa del poder
corporativo en la cadena alimentaria”
(https://tinyurl.com/y8bwd6k3) demuestra que en cada paso de
la cadena alimentaria agroindustrial, 4-5 grandes transnacionales
dominan más del 50% del mercado global 1

Nos urge pensar, por lo tanto, si esta lógica de explotación y depredación capitalista que está causando la
pandemia de Covid-19, puede ser transformada para evitar epidemias futuras.

El virus ¿no reconoce nacionalidades, clases sociales, géneros, etnias?


Los medios de comunicación afirman que este virus no reconoce nacionalidades, clases sociales, género ni
etnias, ya que todos nos podemos contagiar. Si bien, es verdad que cualquier persona puede contagiarse de
esta enfermedad respiratoria, las condiciones materiales de existencia van a determinar el abanico de
posibilidades con el que las personas, familias y sectores sociales afrontan o previenen el contagio. Esa
“igualdad” ante el contagio no hace más que poner en el tapete las profundas desigualdades preexistentes
en nuestra sociedad.

En cuanto al trabajo, según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) los/as
trabajadores poco cualificados tienen mayores dificultades y, por lo tanto, también se han visto más
perjudicados por las restricciones de la pandemia. Las mujeres y los jóvenes están entre los colectivos más
dañados. Además, las mujeres han tenido que redoblar el tiempo de trabajo en el cuidado del hogar y de la
familia, con nuevas obligaciones durante el confinamiento domiciliario. Gran parte de los trabajos en
América Latina son informales, si bien hay diferencias muy importantes entre países. Son personas que se
ganan la vida día a día, sin contratos ni derechos laborales; por esto, han estado, además, más expuestas al
coronavirus.

Según el artículo de la BBC “Coronavirus en América Latina: las cifras que muestran el brutal impacto de la
pandemia en las economías de la región” la crisis ha afectado a las empresas de forma diferente, según su
tamaño. Más de 2,6 millones de pequeñas y medianas empresas cerrarán. De hecho, desaparecerá el 20,7%

1 Por ejemplo, solamente tres empresas (Tyson, EW Group y Hendrix) controlan toda la venta de genética avícola en el planeta. Otras tres la mitad
de toda la genética porcina. Y unas pocas más la genética bovina. Esto causa una enorme uniformidad genética en los criaderos, que facilita la
trasmisión y mutación de virus. Igual sucede con las empresas del comercio mundial de commodities agrícolas (granos y oleaginosas), controlado casi
en totalidad por seis empresas: Cargill, Cofco, ADM, Bunge, Wilmar International y Louis Dreyfus Co, que comercian los forrajes que van a la cría
industrial de animales, principalmente soya y maíz transgénico.
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de las PYMES y solo el 0,6% de las grandes empresas. La gran mayoría son empresas dedicadas al comercio, a
servicios comunitarios, sociales y personales, y hoteles y restaurantes.

Por otra parte, la desigualdad que existe en torno al


acceso y distribución de la vacuna contra la Covid-19,
sigue siendo parte de las diferencias que existen entre
las grandes potencias mundiales y los países en
desarrollo, los más vulnerables. Los países más ricos
(sus gobernantes), aseguraron la salud de toda su
población, dejando sin vacuna a la mayor parte de los
países del mundo que ni siquiera podían proteger a su
población de riesgo. Esto se debe a que las grandes
potencias, además de tener el dinero suficiente para
adquirir el producto, han desabastecido el mercado de
las mismas, ya que ante la situación de emergencia los
laboratorios no logran abastecer el mercado. Sabiendo
que uno podrá vacunar a toda su población, mientras
que en el mundo seguirán muriendo personas por no
poder haber llegado a ser vacunados. Además, con
estas políticas, están impidiendo frenar la pandemia
que afecta a todo el mundo.

Según el especialista Horacio Micucci se puede demostrar que 8 países tienen el 75,5% de la existencia en
vacunas. Lo que implica una tremenda desigualdad en el acceso a un insumo vital de salud. Y demuestra
concentración monopólica y desigualdad entre los países… No es un mundo de países iguales, racionales y
respetuosos de los derechos de los demás. La vacuna se constituye entonces, en un elemento de chantaje
sobre los países oprimidos y dependientes

Estamos frente a un mundo cada más desigual, donde los países pobres, seguirán siendo afectados por la
pandemia, no solo por la economía, también en la salud, ya que no tienen acceso a la vacuna que debería ser
un derecho ante el escenario en el que nos encontramos. Mientras unos esperan poder ser vacunados para
volver a una vida “normal” y restablecer su economía, otros imposibilitan que esto suceda y solo piensan en
seguir dominando la economía mundial. La educación formal se realizó con grandes limitaciones y en modo
virtual en todos los niveles, aumentando en estos sectores también la brecha entre pobres y ricos.

Lo que se demuestra es que la actual forma de organizar económica, política y socialmente el mundo origina
una concentración donde el 1% de la población tiene la riqueza del 92% restante, y esto se torna inviable.
Es un espejismo que se pueda vivir en un mundo tan desigual sin que eso salpique de alguna manera.

Definitivamente hay que atacar las causas primeras. Por eso coincidimos con lo que plantea Micucci en su
texto “Pandemia, Politica Y Economía Mundial”:

(…) Demos pugnar por nuestra soberanía e independencia. La producción nacional o en colaboración
con los países dependiente como nosotros, en vacunas, como en otros insumos de salud, es parte de
la Seguridad y Soberanía Sanitaria. Y la Soberanía Sanitaria, Alimentaria, Industrial, Agrícola,
Energética, etc. es parte de una Defensa Nacional Patriótica y Popular, Integral e Integrada de una
Argentina Independiente de toda dominación extranjera, como dice el Acta de nuestra
Independencia.

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El legado de la pandemia.

Autora Silvia Ribeiro

Desde el inicio de la pandemia, los 10 hombres más ricos del planeta (siete de ellos dueños de plataformas y
empresas digitales) agregaron más de 500 mil millones de dólares a sus abultadas arcas. Al aumento brutal
de la desigualdad que ya existía, se sumó el hecho de que las medidas restrictivas para contener los
contagios dejaron una importante huella negativa en la interacción social y una ola de contención de las
luchas sociales, al no poder participar en forma presencial en protestas, reuniones, etcétera.

La pandemia también hizo patente la destrucción o falta de sistemas de atención de la salud accesibles para
las mayorías en muchos países. La educación formal se realizó con grandes limitaciones y en modo virtual en
todos los niveles, aumentando en estos sectores también la brecha entre pobres y ricos. La carga de trabajo
para las mujeres aumentó mucho más que para los hombres, también la violencia de género.

Para las grandes plataformas digitales y empresas tecnológicas, las


ganancias han sido indescriptibles, pero no sólo en dinero, también en
poder y control. Ya están presentes en todas las industrias –incluso
agricultura y alimentación– en el trabajo, educación, salud, comunicación,
sistemas de gobierno, redes sociales, sistemas financieros. Esta empresas
prácticamente no están reguladas en ninguna parte y apenas se ha
comenzado tímidamente a intentar supervisarlas en algunos países, solo
en aspectos parciales. No tiene precedente el peso y poder económico y
de cabildeo de estas empresas frente a gobiernos nacionales e
internacionales, sumado a que tienen control de sus datos e
instrumentos.

Oxfam explica en su informe que nueve de cada 10 personas en países


pobres no tendrán acceso a las vacunas en este año, aunque varios de los
países más ricos han comprado dosis para inocular a toda su población
tres veces. El debate de los muchos y diferentes impactos de esta
industria es urgente e impostergable.

Pese a la debacle global que la pandemia ha causado, prácticamente nada se ha tocado de sus causas, lo cual
afirma las bases para que sigan preparándose próximas pandemias. Por ejemplo, para parar la destrucción
de la biodiversidad que aumenta con megaproyectos mineros, de transporte, energía, expansión de la
frontera agrícola (https://tinyurl.com/1lydnlmh).

El panorama sin duda es sombrío. Que muchos aspectos del capitalismo hayan quedado al desnudo, también
ayuda a combatirlo. Existe un creciente tejido de debates y acciones entre comunidades, organizaciones y
movimientos populares que siguen actuando solidariamente, pensando, cuestionando, construyendo.

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La clase trabajadora global
en la reorganización del capitalismo
Kim Moody 16/02/2021 sinpermiso online

La clase obrera del siglo XXI es una clase en formación, en un mundo


en el que el capitalismo no ha llegado a ser universal hasta hace poco
tiempo. Las fuerzas motrices contemporáneas detrás de esta dinámica
han sido la globalización desigual del capitalismo y el surgimiento simultáneo de corporaciones
multinacionales después de la Segunda Guerra Mundial.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la fuerza laboral mundial aumentó en un 25% entre
2000 y 2019. La población "empleada" aumentó de 2.600 a 3.300 millones (un crecimiento del 25%). Es
probable que alrededor de dos tercios de ellos, o poco más de 2 mil millones, pertenezcan a la clase
trabajadora. Sin embargo, estos trabajadores no son solo empleados asalariados. Muchos son considerados
trabajadores por "cuenta propia" o independientes a menudo son clasificados así por los empleadores para
evitar impuestos, prestaciones y responsabilizarse de estos trabajadores. Las mujeres tienen muchas más
probabilidades que los hombres de tener un empleo informal.

Estas cadenas de suministro dominadas por las empresas no solo conectan las economías del Sur con las
multinacionales. Reconfiguran la economía local y la fuerza laboral de acuerdo con las necesidades de las
empresas. Aunque la mayoría de los trabajadores de un país no están directamente vinculados a una cadena
de valor empresarial, los niveles de informalidad, salarios, ritmo de trabajo y equilibrio de género son en su
mayoría fijados por la dinámica y ritmos de las multinacionales. Por ejemplo, en la India, el crecimiento del
sector manufacturero ha incrementado el sector informal porque es más barato abastecerse directamente
de los productores de materias primas y contratar trabajadores domésticos, un sector en el que las mujeres
proporcionan tanto trabajo (mal) remunerado como trabajo reproductivo no remunerado que reduce el
coste de cada trabajador.

La geografía de las desigualdades marca el desplazamiento y la desposesión han producido una creciente
población migrante internacional. El número de personas que viven fuera de su país de origen aumentó de
173.588.441 en 2000 a 271.642.105 en 2019, un aumento del 57%. Aproximadamente 111 millones de
personas están clasificadas por la Organización Internacional para las Migraciones como trabajadores
migrantes, y envían 689.000 millones de dólares en remesas a sus países de origen (cifras de 2018).

En cuanto al trabajo controlados digitalmente. Un estudio reciente de un centro logístico de Amazon en


California describió el contexto en el que trabajan lo empleados el trabajo es guiado por escáneres y
computadoras portátiles que rastrean, cronometran y guían a los trabajadores hasta el producto correcto.
Los trabajadores tienen derecho a treinta minutos "fuera de servicio" por turno, es decir, cuando no se están
moviendo.

La tecnología, los patrones de empleo y los flujos de bienes, servicios y capital que caracterizan la producción
y dan forma al mundo del trabajo, a su vez, dependen de una infraestructura física internacional cada vez
más extensa. Pero ahora incluyen enormes grupos de instalaciones y mano de obra de logística urbana,
kilómetros de cables de fibra óptica, centros de datos aplicados y almacenes reconfigurados para el
movimiento de los productos en lugar de su almacenamiento

El capital en su conjunto ha tenido éxito gracias a los cambios geográficos, los avances tecnológicos, la
reorganización de la producción y el proceso de trabajo e incluso las crisis del sistema en su conjunto. En
consecuencia, el de las rentas de capital ha aumentado. La participación en el ingreso nacional del 10% más
rico ha aumentado, mientras que la del 50% más pobre ha disminuido en todas las principales economías.
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La distribución desigual de vacunas entre países ricos y pobres significa
que el virus continuará propagándose y mutando
Lioman Lima

La carrera global por una vacuna contra el covid-19 ha sido, probablemente, una de las más decisivas y
frenéticas de nuestro tiempo. En menos de un año, farmacéuticas, gobiernos, aerolíneas, centros de
investigación y empresas de todo el mundo se han unido en un esfuerzo en común para materializar una
inyección que se ha vuelto la última esperanza para salir del
oscuro túnel de muertes, contagios y confinamientos que ha
sacudido el mundo de un extremo a otro.

La situación, de alguna forma, reproduce el actual sistema global:


los países más ricos han comprado ya la mayor cantidad de
vacunas que se producirá este año, mientras los más pobres no
tendrán dosis para administrar incluso ni a sus poblaciones más
vulnerables. Identificamos estas brechas por primera vez en
octubre de 2020 y aún no las hemos visto cerrarse, lo cual es muy
preocupante.

Los países ricos aprovecharon su poder adquisitivo e inversiones


en el desarrollo de vacunas para obtener un lugar en primera fila
y luego compraron la mayoría de las vacunas antes que otros
países.

Los países de ingresos altos tienen el 16% de la población


mundial, pero actualmente cuentan con el 60% de las dosis de
vacunas que se han vendido. Debido a que la capacidad de
fabricación global es limitada, esto deja menos dosis para todos
los demás, al menos a corto plazo.
VACUNAS, PAÍSES RICOS Y POBRES Foto Fisgón

Los países de ingresos medianos y bajos no pudieron realizar compras de gran volumen o comprar vacunas
cuando el riesgo de falla aún era muy alto, por lo que no obtuvieron acceso prioritario. Estos países están
claramente en peligro ahora. La principal preocupación es que los países de ingresos bajos y medianos
simplemente no tendrán suficientes vacunas y que las personas que viven en países ricos estarán protegidas
mientras el virus se propague en los países más pobres.

Si se desarrolla de esta manera, todos sufriremos más, tanto en términos de impacto sanitario como
económico. En ese sentido, hace semanas, la Organización Mundial de la Salud advirtió que el mundo se
enfrentaba a un "fracaso moral catastrófico" debido a las políticas desiguales de vacunación contra el covid-
19. La distribución desigual de las vacunas es peligrosa para todos. Ciertamente es un fracaso moral, pero
también nos enfrentamos a resultados económicos y de salud catastróficos.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-55911364

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Ante la epidemia de Coronavirus es hora de preguntarse algunas cosas:
LOS DETERMINANTES SOCIALES DE ENFERMEDAD

Por Horacio Micucci (febrero de 2020)

(…)¿Por qué hay reiteradas apariciones de nuevos virus? ¿y porqué reaparecen aquellos que creíamos
vencidos? ¿Por qué varios de ellos han surgido en el sudeste asiático? Y en zonas donde hay menos acceso a
servicios de salud o alimentación adecuada y dónde hay una convivencia intensa entre los pobladores, aves
domésticas (fácilmente contagiables por los virus de aves silvestres) y cerdos, que suelen ser la probeta
previa donde se mezclan virus “silvestres” que mutan y atacan a humanos.

Es bueno recordar que, en el libro de OMS de hace varias décadas atrás, “Desafíos de la Epidemiología” se
recuerda que la epidemia de peste negra o muerte negra, la pandemia de peste más devastadora en la
historia de la humanidad que afectó a Eurasia en el siglo XIV, se produjo cuando los graneros estaban llenos
de granos y el hombre vivía pegado a ellos y tomaba contacto con la rata portadora, que acudía para comer.

¿Por qué otros como el Ébola lo


hicieron en zonas pobres África
donde nuevas carreteras vincularon
estrechamente a humanos pobres
con monos y murciélagos
portadores? ¿Su pobreza humana
(el hambre) hizo que se buscaran
alimento en la carne de esos monos
y murciélagos que portaban el
virus? ¿Por qué nuestro Mal de los
Rastrojos se contagia más a peones
que trabajan en el campo en
condiciones no adecuadas y no a
patrones de estancia o rentistas?

Se nos dirá que en esta nueva epidemia


de coronavirus se han producido casos en cruceros donde viajaba gente que no es precisamente pobre.
Cierto, pero eso no anula la causa social del origen de la epidemia. Lo que si demuestra es que un mundo,
donde el 1% de la población tiene la riqueza del 92% restante, es inviable. Y que es un espejismo que se
pueda vivir entre tanto infortunio social sin que eso nos salpique de alguna manera. Los economistas (no
todos, pero sí aquellos empeñados en empañar la visibilidad de la desigualdad obscena) calculan datos de
pérdidas del Mercado. Ese inasible Mercado cuya identidad es difusa pero cuya voluntad, pareciera que es
superior a la de los pueblos. Aún desde esa visión “mercadista” ¿cuánto más barato hubiera sido prevenir?
¿Y cuanto más útil hubiera sido gastar antes el dinero que se está gastando para actuar después de los
hechos consumados? Y hacerlo en beneficio de aquellos que tienen una vida invivible. Desde los inicios de la
epidemiología y la medicina social, se ha debatido si sólo hay causas biológicas, bioquímicas y biofísicas de
las enfermedades o deben considerarse también factores sociales en las mismas.

El descubrimiento de los gérmenes hizo pensar que las condiciones sociales nada tenían que ver con la
enfermedad. Los sectores más conservadores de las sociedades aprovecharon ese avance científico para
postular que no era necesario ocuparse de la cuestión social para curar. La aparición de una amplia batería
terapéutica posibilitó la ilusión de que sólo con antibióticos se resolvía la cuestión. La pobreza, las
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condiciones de vida dejaron, para ellos, de ser motivo de investigación sanitaria. Sin embargo, la existencia
de enfermedades crónicas no infecciosas en las cuales no se encontró un germen causal fue la primera
desilusión para aquella teoría unicausal del germen. Pero, además, a poco de andar se comprendió que los
antibióticos permitían curar casos, pero no evitar que las epidemias surgieran. Metafóricamente, se actuaba
como si, ante un jarro agujereado, se agregara continuamente líquido para llenarlo sin tapar los orificios: el
vaso se vaciaba igual. Se curaba un caso y se producían cientos más. El caso de una epidemia de cólera en
Tailandia, tratada sólo con antibióticos sin modificar condiciones de vida, sólo consiguió empeorar la
situación al producir una cepa resistente.

El prestigioso epidemiólogo estadounidense Milton Terris, uno de los más reconocidos mundialmente,
sintetizando la situación y tratando de explicar por qué el cólera era endémico en la India y no en EE.UU.
escribió: “...las causas del cólera en la India se remontan a varios siglos de su historia: la invasión inglesa y la
destrucción de una industria textil que un día fue floreciente, la persistencia de sistemas arcaicos de
propiedad de la tierra, de métodos de labranza, del sistema de castas, de la increíble pobreza, hambre y
hacinamiento que padece la población; la consecuente incapacidad para financiar el desarrollo de
suministros de agua potable y drenaje y por último, casi incidentalmente, la presencia del vibrión del
cólera...”. Es inevitable intentar pensar con la misma concepción las causas de la epidemia que nos azota. En
la visión de Milton Terris el agente microbiológico es causa necesaria pero no suficiente. De la misma
manera que, para Salvador Mazza, el Trypanosoma cruzi era causa necesaria pero no suficiente y proponía,
entre otras cosas a los efectos de prevenir el Chagas, la sustitución de los ranchos por casas de material. Uno
de los más eminentes sanitaristas argentinos, Ramón Carrillo, decía: “...Frente a la miseria y la incertidumbre
social, los microbios como causa de enfermedad son unas pobres causas...”

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