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Moreno - Las obligaciones de hacer, no hacer y entregar:

 Ejecuciones en forma específica, es decir, aquellas que consisten en las diligencias para hacer cumplir una obligación
de hacer, no hacer o entregar alguna cosa diferente del dinero
 Tal vez el factor diferencial básico entre ambas pueda encontrarse en la facilidad o dificultad de satisfacción in natura
del acreedor ejecutante, de modo que obtenga al fin justamente aquello que el titulo le reconoce y a lo que obliga al
deudor
 Porque, en efecto, en la ejecución dineraria, por constituir el dinero el bien fungible por naturaleza, pueden
conseguirse del patrimonio del deudor elementos susceptibles de realización en metálico, procediéndose a entregar al
acreedor la cantidad de dinero y satisfaciendo ale ejecutante su crédito del modo prevenido en el titulo
 Cuando se trata de obligaciones o deberes de hacer, no hacer o dar alguna cosa distinta del dinero, se requiere para su
cumplimiento especifico, para la satisfacción del derecho del ejecutante, una actividad u una omisión del propio
deudor, o la obtención de un concreto bien, sea que esté en poder del ejecutado, sea que deba adquirirse de un tercero
 La ejecución puede resultar imposible para satisfacer in natura al acreedor cuando se trata de actividades no
sustituibles o bienes infungibles. En tal caso, la solución ha de buscarse por equivalente: mediante el resarcimiento de
los daños e indemnización de los perjuicios ocasionados al acreedor
 Solo pueden contener prestaciones especificas los títulos jurisdiccionales y arbitrales, pues los demás solamente
pueden reflejar obligaciones de pago de dinero para ser considerados como títulos ejecutivos
 Es claro que una escritura pública o un contrato mercantil que figure en una póliza pueden contener una obligación de
pago de dinero, pero también una prestación de otra naturaleza, y en este último caso la LEC rechaza su carácter de
título ejecutivo
 Solo son títulos ejecutorios de prestaciones de hacer, no hacer o entregar cosa determinada - y solo ellos permiten
entrar en las actividades de ejecución forzosa que ahora se estudian-, las sentencias judiciales, los autos que aprueben
transacciones o convenios (los demás autos ejecutivos contienen prestaciones dinerarias) y los laudos arbitrales, pues
si estas obligaciones constataran en otro título habría de seguirse previamente un proceso declarativo
 En nuestro ordenamiento regia un mecanismo de conversión prácticamente automática de la ejecución especifica por
una ejecución de pago de dinero, dándole al ejecutante no aquello a lo que es acreedor, sino un equivalente
pecuniario. Esta ejecución por el equivalente, si bien no supone vulneración ni quebranto alguno del derecho
fundamental a obtener la tutela efectiva de los juzgados y tribunales, sí representa el reconocimiento palmario por
parte del sistema jurídico de un cierto fracaso, pues con sus propios medios, con toda la coerción que es capaz de
realizar el Estado a través de los órganos judiciales, no consigue proporcionar a quien tiene derecho - porque así lo ha
reconocido el propio sistema- exactamente aquello que le corresponde.
 La condena es sustituida por su equivalente pecuniario o por otro tipo de prestación
 El reconocimiento judicial de una obligación introduce un elemento importante a considerar: el respeto y acatamiento
debidos a las sentencias y demás resoluciones judiciales y a los mandatos de la autoridad judicial; pues este es el
único criterio válido para acordar el inicio de un proceso penal por desobediencia.
 Pero nótese que el posible sometimiento a un proceso penal, y condena por desobediencia, ha de operar de modo
completamente independiente del interés del ejecutante, porque en ningún caso el órgano judicial de la ejecución se
convierte en un mandatario de aquel, sino que debe tutelar tanto sus derechos como los del deudor ejecutado
 A partir de la LOPJ, además de fijar una posible indemnización, el tribunal debe adoptar las medidas que aseguren el
efectivo cumplimiento de la sentencia, pero lo cierto es que, antes de la LEC de 2000, en nuestro ordenamiento solo
podía recurrirse al CP, aplicando la desobediencia
 Así la cosas, la ejecución especifica pocas veces lograba su objetivo, resultando una actividad frustrante, cuando no de
pura negación del derecho, que burlaba las condenas judiciales, de modo que quien debía hacer o no hacer, si carecía
de bienes, en la realidad o, aunque solo fuera formalmente, quedaba con frecuencia exonerado del cumplimiento de su
obligación
 Cuando se trataba de la transformación de las ejecuciones especificas en pecuniarios la jurisprudencia venia exigiendo
en lo que respecta a la indemnización de daños y perjuicios la prueba de su producción, de su cuantía y del nexo de
causalidad, lo que hacía sumamente difícil obtener el equivalente en dinero por incumplimiento de una condena a
hacer, no hacer o dar cosa determinada, a pesar de que la jurisprudencia podía haber entendido y aplicado el referido
art. 18. 2 de la LOPJ como una norma que produce una inversión legal en la carga de la prueba en beneficio del
acreedor, al ordenar al juez que fije la indemnización procedente por el incumplimiento (de todos modos, subsiste la
dificultad de determinar el quantum)
 La jurisprudencia había recurrido en contadas y justificadas ocasiones a la exacción de responsabilidad penal por
desobediencia producida como consecuencia del incumplimiento especifico en ejecuciones civiles
 La doctrina había venido demandando desde tiempo atrás la instauración en nuestro ordenamiento jurídico de
mecanismos foráneos tendentes a constreñir la voluntad del deudor para que el acreedor obtenga un cumplimiento en
forma específica, ponderando dese luego en esta problemática los dos bienes jurídicos que se cuestionan: el del
acreedor ejecutante a que se cumpla la sentencia o el título en forma específica y el deudor realice la actividad, se
abstenga de ello o entregue la cosa a que venía obligado; y el interés del deudor, cuya esfera de libertad ha de
respetarse
 La LEC dispone ahora que, cuando la sentencia contenga condena de hacer, no hacer o entregar alguna cosa, se
requerirá al ejecutado para que cumpla en sus propios términos lo que establezca el titulo ejecutivo, y en ese mismo
requerimiento le podrá apercibir con el empleo de apremios personales o multas pecuniarias
 En todo caso, los apremios personales, multas pecuniarias, o conversión en indemnización de daños y perjuicios solo
se pondrán en funcionamiento de modo subsidiario de las disposiciones expresas que el titulo pudiera contener para el
caso de incumplimiento del deudor, pues entonces se estará a lo dispuesto en el título.
 Además, consciente sin duda el legislador de la demora y la problemática de la ejecución por obligaciones no
dinerarias, ha establecido unas medidas complementarias de garantía, disponiendo que cuando se proceda por
condenas de este tipo y no puede tener inmediato cumplimiento el requerimiento, cualquiera que sea la causa que lo
impida, podrán acordarse las medidas de garantía que resulten adecuadas para asegurar la efectividad de la condena
 Se decretará en todo caso el embargo de bienes a instancia del acreedor en cantidad suficiente, a juicio del juez, para
asegurar el pago de las eventuales indemnizaciones sustitutorias y las costas de la ejecución; de este embargo podrá
librarse el deudor dando caución suficiente a satisfacción del juez
 Caso de que la ejecución en forma específica deviniera imposible, en todo o en parte, dicho embargo se podría
convertir en ejecutivo, afectándose los bienes - o destinándose la fianza que hubiera constituido- a la responsabilidad
que resulte de la transformación en una ejecución pecuniaria de la originaria condena de hacer, no hacer o entregar
cosa determinada y al pago de las costas causadas

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