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La tasa es un tributo exigible con ocasión de un servicio público, divisible, estatal, y

efectivamente prestado directa o indirectamente por el Estado; siendo necesario que exista
una razonable equivalencia entre el costo total de este servicio y el monto total de la tasa, y
debiendo destinarse el producto de este tributo, en primer lugar, a la financiación de dicho
servicio, admitiendo que de haber un superávit razonable y proporcionado este debe ir
primeramente al mantenimiento y mejora del mismo servicio, y posteriormente a cumplir los
fines del Estado tanto fiscales como extrafiscales

+Las tasas y los precios públicos

La cercanía entre estas dos figuras es indudable, por lo que establecer las diferencias no es
tarea fácil. Luego de haber revisado las opiniones doctrinarias más importantes consideramos
que las principales distinciones radican en los siguientes puntos. Partimos de que los precios
públicos son una especie del género precio financiero, «denominación restringida a los que
constituyen ingresos públicos, para diferenciarlos de los precios que tienen su origen y destino
en actividades y sujetos de derecho privado»;140 mientras que las tasas son una especie del
género tributo. Por demás está decir que a cada especie le corresponden las características del
género al que pertenecen. En primer lugar, los precios públicos son contraprestaciones que
suponen ventajas recíprocas para ambas partes, mientras que las tasas son prestaciones que
establece el Estado unilateralmente en virtud de su poder de imperio sin que deba existir
necesariamente una ventaja para el obligado al pago. Entonces el carácter del precio público
es retributivo, la tasa tiene un carácter contributivo. En segundo lugar, la nota de coactividad
no existe en el precio público mientras que en la tasa al ser un tributo sí. En el precio público
está presente la voluntad del obligado, aunque en el caso de los servicios monopólicos el
particular no tenga ninguna otra alternativa, sin embargo, siempre conlleva una expresión de
voluntad pues se establece contractualmente. En el caso de la tasa, la voluntad del
contribuyente respecto del nacimiento de la obligación y del pago correspondiente es
inoperante, pues es una obligación ex lege, e inclusive el particular puede ser compelido al
pago mediante la coacción. En tercer lugar, las tasas al ser tributos están sometidas al principio
de legalidad, es decir la fuente de obligación de esta figura es la ley, matizado este aspecto en
el caso de la legislación ecuatoriana pues las tasas pueden crearse vía ordenanza.141 En
cambio, la fuente de obligación del precio público es un contrato, aunque según el criterio de
algunos autores como Martín Fernández,142 cuando los servicios son ofrecidos por
monopolios estatales, y son esenciales para el particular, los precios públicos que por estos se
pagan se convierten en prestaciones patrimoniales impuestas que deben estar sujetas al
principio de legalidad, pese a lo cual, sin duda lo pagado sigue siendo la remuneración
conmutativa del servicio. Finalmente, la que a nuestro criterio constituye otra distinción
relevante y que debe tomar en cuenta el legislador, al momento de elegir entre tasa y precio
público, es el régimen jurídico aplicable a cada una de estas figuras. El optar por la segunda
institución implica la pérdida de privilegios de la Administración, entre los cuales se destacan:
la posibilidad de ejecución mediante vía de apremio administrativa (coactiva), crédito
preferente, facultades probatorias especiales, etcétera.

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