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El término psicología proviene de las palabras griegas psyche y logos, pudiendo traducirse como
estudio del alma. Durante la edad antigua se creía que los trastornos mentales eran consecuencia
de las posesiones por parte de espíritus y demonios. Los tratamientos consistían en conjuros y
encantamientos, a los cuales se atribuían efectos curativos. Entre el siglo IV y V a.C , filósofos como
Sócrates y Platón realizaron aportaciones que serían claves para el desarrollo de la psicología,
además del de la filosofía, mientras que Sócrates sentó los fundamentos del método científico,
Platón concebía el cuerpo como el vehículo del alma, verdadera responsable de la conducta
humana.
En la Edad Media, el pensamiento europeo quedo dominado por el cristianismo, esto provocó
retrocesos claros en el progreso científico, aunque las teorías grecorromanas de los humores
seguían vigentes, se combinaban de nuevo con lo mágico y lo diabólico. Los trastornos mentales
atribuían a la comisión de pecados y se trataban mediante rezos y exorcismos.
Renacimiento e ilustración.
Entre los siglos XVI y XVIII en el mundo occidental, convivieron las concepciones demológicas de la
enfermedad mental y el humanitarismo. La recuperación de la influencia de los autores clásicos
griegos y romanos tuvo un papel fundamental en esta segunda vertiente que relacionaba a los
trastornos psicológicos con alteraciones físicas y no morales. La palabra psicología se empezó a
popularizar durante el período histórico. En este sentido, fueron especialmente importantes las
obras de Marko Marulic y Christian Wolf. Cabe destacar la influencia de filósofos como René
Descartes, que contribuyó a la concepción dualista que separaba el cuerpo y el alma, Espinosa que
la cuestionó, o John Locke, quien afirmó que la mente depende de influencias ambientales.
Asimismo, el médico Thomas Willis atribuyó los trastornos mentales a alteraciones en el sistema
nervioso.
A finales del siglo VXII también fueron muy influyentes Franz Joseph Gall y Franz Anton Mesmer. El
primero introdujo la frenología según la cual las funciones mentales dependen del tamaño de las
áreas concretas del cerebro, mientras que el mesmerismo atribuía las alteraciones físicas y
psicológicas a la acción de energías magnéticas sobre los fluidos corporales.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, el aumento de los conocimientos sobre la anatomía
cerebral hicieron que los procedimientos mentales se entendieran en mayor medida como
consecuencia de la biología. Destacamos las apariciones de la psicofisiología de Gustav Theodor
Fechner y de Pierre Paul Broca y también de Carl Wernicke en el campo de la neuropsicología, por
ellos los nombres de las áreas del cerebro Broca y Wernicke. También fue muy importante la
influencia de las teorías de la evolución de Darwin. El evolucionismo sirvió de excusa en eugenistas
como Francis Galton y Benedict Morel, que defendían la inferioridad de las personas de clases
bajas y de las que tenían trastornos mentales a través de la sobrevaloración del peso de la
herencia.
En 1879 Wundt fundó el primer laboratorio de Psicología experimental, donde se combinarían los
conocimientos de distintas ramas de la ciencia. Si bien antes de un investigadores de la psicología
como Fechner ya habían preparado el camino para el surgimiento de esta disciplina, Granville
Stanley Hall fue el creador de un laboratorio similar en Estados Unidos y fundó la asociación
americana de Psicología. Entre los antecedentes de la psicología actual también es necesario
mencionar el fundamentalismo y el estructuralismo, dos escuelas muy influyentes en los últimos
años del siglo XIX y la primera etapa del siglo XX, mientras que el funcionalismo de William James
estudiado funciones mentales, el estructuralismo de Edward Titchener se centraba en contenidos
como las sensaciones o los pensamientos. Mientras tanto, en Rusia apareció la reflexología de la
mano de Iván Pavlov y Vladimir Bekhterev. Con estas aportaciones se establecieron las bases del
psicoanálisis y el conductismo, las dos orientaciones que dominarían la psicología de la primera
mitad del siglo XX.
El desarrollo en el siglo XX
El desarrollo de las ciencias del comportamiento y de los procesos mentales ha estado marcado
por el desarrollo de las neurociencias y el diálogo constante con las ciencias cognitivas en general.
Esto ha hecho que actualmente prime una concepción de la psicología en la que la neurociencia y
la psicología cognitivista, como muchas aportaciones del conductismo, intercambien entre ellas,
herramientas y conocimientos tanto en la investigación como en otras intervenciones.
No obstante, las críticas que el conductismo realizó contra las concepciones mentalistas y
subjetivistas de la psicología, que son aquellas que tratan la mente como algo separado del
contexto de una persona y las que parten desde las opiniones de la persona acerca de lo que le
pasa por la cabeza, respectivamente, siguen estando vigentes. Esto hace que tanto el cognitivismo
como el psicoanálisis y otras perspectivas pertinentes a la psicología humanista sean duramente
criticadas.
Entre otras cosas, por trabajar a partir de conceptos muy abstractos y poco definidos, bajo las
cuales pueden colocarse significados muy diversos y poco relacionados entre sí. De todos modos,
el conductivismo sigue siendo una filosofía minoritaria en la psicología, mientras que el
cognitivismo goza de muy buena salud. Esto si la gran mayoría de las investigaciones en psicología
cognitiva de tipo experimental son realizadas partiendo del conductismo metodológico, lo cual
lleva algunas contradicciones. Por un lado, se tratan los fenómenos mentales como elementos
situados dentro del cerebro de la persona. Esto hace referencia al mentalismo y por otro lado se
trata de estudiar este elemento creando estímulos y midiendo respuestas objetivas.