Hace poco publiqué en el magazín de mayo un artículo llamado de “la
cautividad a la restitución”, y me llamó la atención un correo que recibe donde se me pedían orientación sobre algo referente al tema, y me pareció bien por el bien de muchos abrir la pregunta y plantear una respuesta. “¿Quiero preguntar: La salida de la cautividad es por la Fe de Cristo, en creer a esta promesa, o por revelación de la clase de cautiverios que hay en cada vida, la fe mía no ha alcanzado…?”
La pregunta me ha parecido muy valiosa porque creo que esa es la realidad
de muchos en la iglesia hoy, hablamos de libertad, pero no vivimos la libertad. ¿Dónde está el problema? ¿Será que la obra de Cristo quedo corta en algunas áreas del ser humano? ¿Será que la libertad de Cristo está condicionada a cierta clase de creyentes? ¿Cuál será la causa de que muchos siendo creyentes aún no sean libres?
Dos aclaraciones valiosas.
Al hablar de esclavitud, lo estamos enfocando en esa realidad de cada persona, donde aún no ha experimentado la libertad que Cristo prometió. Ejemplo: Adicción a la pornografía, a alguna sustancia alucinógena, dependencia excesiva de otra persona, incurrir continuamente en hábitos inapropiados, etc. La libertad solo proviene de Cristo, ningún esfuerzo humano es mayor que el poder divino.
Frente a la pregunta, quiero iniciar diciendo que la libertad es un acto Divino,
y la esclavitud una decisión humana. Sonará terrible para muchos escuchar esto, pero esa es la perspectiva Bíblica. Dios nos libera de un mundo que esclaviza. Mientras Satanás viene a matar, hurtar y destruir, Cristo vino para que tuviéramos vida, vida en abundancia. Juan 10:10.
Dónde está el problema entonces. Sí la libertad que Cristo nos ofrece es
completa, por qué algunos aún no la experimentan. Permítame darles algunas perspectivas muy mías a esta pregunta: A. Los que no quieren ser libres. Jeremías 29:1-10. El texto anterior nos ubica en el entorno de la cautividad de Israel en babilonia, Jeremías fue el pastor de los que quedaron en medio de las ruinas, y Ezequiel el pastor de los cautivos. Jeremías después de varios años, y entendiendo que el tiempo se alargaría, envió una carta a los cautivos, diciéndoles que lo mejor era que ellos rehicieran sus vida en medio da la cautividad, porque la espera sería larga. Lo paradójico del caso es que cuando terminó el tiempo de la cautividad y Ciro dio el edicto de salir, Esdras 1:1-4. Solamente 42,000 hombres y sus familias salieron de Babilonia. Ellos regresaron a Jerusalén con lloro y gran ruego. Allí, ellos repararon el altar e instituyeron los sacrificios diarios. Pero hubo un gran número que no quiso salir porque estaban cómodos en la esclavitud, Ni Dios, ni Ciro, ni el júbilo de los libres los movió. ¿Por qué? Porque el ser esclavo se convirtió en un estilo de vida, porque le tenían miedo a la libertad, porque aunque suene raro, se sentían libres, en medio de su esclavitud. Esa es la misma realidad de algunos hoy, les es mejor la vida que han construido durante los últimos años, así sea en esclavitud, que aceptar la propuesta libertadora de Cristo. B. Los que pisan la tierra de la libertad, pero su mente y corazón siguen esclavos. Números 11:1-10. El escritor del libro de Números cuenta una triste realidad, que los que salieron de Egipto, los que experimentaron el Poder de Dios, los que vieron las señales y proezas de Dios, están renegando. ¿Por qué? Porque sus pies eran libres, pero sus mentes no. Estaba en la tierra de la “leche y la miel”, a puertas de su promesa, con la nube de Jehová sobre ellos, pero con su corazón y pensamiento en Egipto. La libertad no es salir del mundo y pisar la iglesia, sino morir a Egipto y nacer en Cristo. Muchos hoy no han podido hacer este ejercicio en sus vidas, y aún están amando al mundo y lo que ofrece, y renegando de lo que Dios nos ha dado. La razón es sencilla, su mente y su corazón no ha sido aún crucificado. El apóstol Pablo sí que entendió este secreto y dijo en la carta a los Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más Cristo vive en mí…” Mientras no aprendamos a morir, no aprenderemos a vivir. Esa muerte es al yo, esa vida es al ÉL. C. Los que abusan de la libertad. Gálatas 5:13. El apóstol Pablo sí que entendió el concepto de libertad, por el trasfondo del que venía. Un fariseísmo esclavizante y alienante, y cuando conoció la propuesta liberadora de Cristo, la abrazó, amó y enseñó. Pero el apóstol entendió que algunos creyéndose libres mostraron su carnalidad, pues usaros la libertad de Cristo para justificar su propia carnalidad. Porque quien pretende usar la libertad de Cristo para pecar, nunca ha sido libre, porque quien descubrió la libertad de Cristo, por causa de su obra en nosotros no puede pecar. 1 Juan 5:18, “No practica el pecado…” No planifica el pecado, no peca deliberadamente, no juega con el pecado. La libertad de Cristo no es ni más, ni menos, que la libertad del pecado, y la libertad para amarlo y vivir en santidad para él. D. Los que disfrutan de la libertad de Cristo. Juan 8:31-32. Nos habla de lo que produce la libertad que Cristo ofrece. Una verdad que nos hace libres, que maravilla poder experimentar esa verdad en nuestra vida. La verdad que libera son las palabras de Cristo, son los resultados su obra en la cruz, es su Gracia inagotable, es su perdón vivificador, es su amor incondicional. Solo su amor nos hace libres. Esta simple verdad se convierte en la llave de nuestra libertad. Su amor.
¿A QUÉ LIBERTAD HEMOS SIDO LLAMADOS?
A. Debemos entender que sí podemos vivir en libertad, aunque
estemos en un mundo esclavizado. Jesús lo hizo. B. La claridad que Jesús tenía “del amor de Dios”, lo llevó a vivir como un hombre libre. Y a esa libertad nosotros hemos sido llamados. ¿Cómo vivir en la libertad en que vivió Jesús? Viva del amor de Dios, no del criterio de las personas. (Juan 17:24,26) (A Jesús lo trataron de loco, mentiroso, endemoniado, hijo bastardo.) Viva del amor de Dios, no del materialismo de las personas. (Mateo 6:31-33) Viva del amor de Dios, no de la amargura de los demás. (V.10- 11) (Las llaves) Viva del amor de Dios, no de la religión de otros. (V.38) C. Hemos sido llamados a vivir en libertad, pero esta libertad solo proviene de Jesús, a través del amor de Dios. CONCLUSIÓN.
Los colombianos entendemos el concepto de perder la libertad. Pero aún,
más triste que el secuestro, es el creyente que vive la vida creyendo que es libre, pero la verdad es que aún es un esclavo con Biblia en mano. La libertar de Cristo sí es real, la obras de Cristo sí es completa, la propuesta de Cristo sí es alcanzable, solo falta que usted la crea, la viva y la disfrute. Esfuércese por conocer la verdad “El amor de Dios”, para que pueda disfrutar la libertad que Jesús ya determinó para usted.