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INTRODUCCIÓN:
Cada 28 de julio los peruanos celebramos el Día de la Independencia Nacional, conmemorando la
Proclamación de la Independencia que realizó don José de San Martín el 28 de julio de 1821 en la
Plaza Mayor de Lima, hace 196 años. Aquel día el general argentino pronunció las siguientes
palabras:
EL GRAN LIBERTADOR
El ideario de San Martín estaba asociado al objetivo de liberar a las
naciones americanas del absolutismo y de la tiranía extranjera. No es
casual, en este sentido, que sea definido como un “Libertador” de
pueblos. Algunas de sus máximas son:
– “Soy americano, republicano por principios e inclinación”
– “Todo buen ciudadano tiene la obligación de sacrificarse por la
libertad de su país”
– “Tiempo a que no me pertenezco a mí mismo, sino a la causa del
continente americano”
– “Cada gota de sangre americana que se vierte por nuestros
disgustos me llega al corazón”
El Salvador del Mundo también es llamado "Libertador," "Redentor," y
"el Cristo". El título Cristo en realidad significa "Mesías" o "el ungido."
Sólo Él puede proporcionar el único camino para la salvación eterna y la
entrada al Reino de Dios. Él dijo:
– El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para
dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los
quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y
vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el
año agradable del Señor… y los ojos de todos en la sinagoga
estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta
Escritura delante de vosotros.
EL PRECIO DE LA LIBERRTAD
Nuestra independencia se logró gracias al ímpetu, de naturales, criollos y mestizos, quienes
artos del brutal yugo que habían impuesto los españoles decidieron hacerles frente, muchos de
ellos ofrendaron sus vidas por sus ideales y aspiraciones. No fue fácil, porque el dominador y
amo quería aún gobernar sobre ellos. Hubo sangre y sacrificio para lograrlo.
Nuestra libertad en Cristo también tuvo un precio y batallas que librar. Cristo las libró por
nosotros en el desierto, resistiendo al diablo, y luego en la cruz del calvario. El precio de nuestra
libertad en Cristo fue su sangre. Cristo tuvo que dejar su trono, abandonar lo que le era propio y
venir a esta tierra, dejarse clavar en la cruz, dar su vida y su sangre. Pero eso no es el mayor
precio; el mayor precio fue que tuvo que cargar tu culpa y mi culpa sobre sí. Nos libró del
pecado, del diablo, de la ruina, de la cárcel, de tantas cosas que pudieron haber sido, nos libró
como familia, de desastres. Él apareció en nuestras vidas para cambiar nuestro destino, nuestro
futuro. Él nos libró y nos dio vida. Nuestro destino era la muerte, no la muerte física, era la
muerte eterna y el infierno.
CONCLUSIÓN:
Gracias a Dios por la libertad con que nos ha libertado, es una libertad para servir a Cristo y vivir para
Él. Pablo en su carta a los Romanos, indica que esta libertad no es un pretexto para hacer lo malo,
sino que es para vivir como hijos del Rey, para que su nombre sea exaltado y glorificado en nuestras
vidas.
Gálatas 5:1 Reina-Valera 1960 (RVR1960) “Estad, pues, firmes en la libertad con que
Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
"Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libre". (Juan 8:36) "Porque el Señor es el
Espíritu; y donde hay el Espíritu del Señor, allí hay libertad". (2a Corintios 3:17) "Porque el pecado
no se enseñoreará de vosotros..." (Romanos 6:14) "Cristo nos hizo libres, y no volvéis otra vez á ser
presos en el yugo de servidumbre". (Gálatas 5:1)
Nosotros, éramos esclavos del pecado, hacíamos lo que el pecado nos decía, no podíamos
negarnos. No se le podía decir al pecado: – Tú no me vas a mandar –. Éramos esclavos del pecado
y de Satanás. Satanás era nuestro dueño, él se había apropiado de los hombres.
Pero el Señor nos libertó de la esclavitud del pecado. Colosenses 1 menciona: “nos rescató de la
potestad de las tinieblas y nos trasladó al reino de su amado Hijo”. Cristo nos libertó; estábamos
bajo el poder del enemigo, del diablo, del pecado y de nuestra propia carne.
Gracias a Dios por la libertad con que nos ha libertado, es una libertad para servir a Cristo y vivir
para Él. Pablo en su carta a los Romanos, indica que esta libertad no es un pretexto para hacer lo
malo, sino que es para vivir como hijos del Rey, para que su nombre sea exaltado y glorificado en
nuestras vidas.