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MOTIVACIÓN LABORAL

Existe una importante cantidad de información teórica y práctica acerca de la


motivación en las personas. Su desarrollo conceptual es histórico e involucra el
aporte de diversas disciplinas. Su origen se encuentra en la filosofía y en los
aportes de autores como Sócrates, Platón, Aristóteles y Tomás de Aquino, entre
otros. Aquí, el énfasis estaba en la naturaleza irracional e impulsiva de los motivos
y en la división entre el alma y el cuerpo. En la era moderna, Descartes distinguió
entre aspectos pasivos (cuerpo) y activos (mente) de la motivación. Más tarde,
Charles Darwin propuso la idea de instinto y su origen genético y William James
popularizó la teoría del instinto de la motivación humana, idea que los etólogos
modernos denominaron patrones de acción fija.

Otros autores, desde perspectivas humanistas, proponen modelos integrados y


jerarquizados donde diversos procesos son analizados a la luz de su fuerza
motivacional. Los psicólogos sociales abordan el tema de los incentivos y
aspectos cognitivos que median la conducta en contextos reales, y los
conductistas, harán énfasis en los reforzadores ambientales y en las contingencias
que afectan el comportamiento de las personas. Ya en la década de los setenta, el
modelo sistémico y su cibernética de primer orden destierran conceptos como el
de motivación, para hablar de autorregulación.

Por otra parte, se puede concebir a la motivación como aquellos "procesos que
dan cuenta de la intensidad, dirección y persistencia del esfuerzo de un individuo
para conseguir una meta" (Robbins, 2004). Esta definición posee tres elementos
principales: intensidad, esfuerzo y persistencia. La intensidad consiste en la
medida de esfuerzo que la persona utiliza para lograr su objetivo. Este esfuerzo
deberá canalizarse en la dirección de la meta deseada. La persistencia se refiere a
la medida tiempo en que una persona sostiene dicho esfuerzo. Los seres
humanos tienen muchos motivos que impulsan la conducta; es más, algunos
autores afirman que "la conducta no la provoca nunca un solo motivo, sino que
está en función de una pluralidad de motivos dominantes y subordinados que
actúan juntos en forma compleja" (Reeve, 1994). Cada uno de dichos motivos
existe siempre en alguna magnitud distinta de cero y varía en su intensidad a lo
largo del tiempo. El motivo más fuerte tendrá la mayor influencia en la conducta.

Prácticamente todo el comportamiento de los seres humanos es motivado. Las


necesidades e impulsos crean estados de tensión interna que funcionan como
input para que el organismo analice su entorno y procure satisfacer dicha
necesidad.

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