Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La tradición de nuestro magisterio indica que una de las consultas más frecuentes remite a la
forma en que hay que planificar. Incluso sobre cuál es la manera de registrar la planificación.
Entendemos que, al explicitar esta preocupación -que surge con mayor frecuencia a nivel
aula- podemos contribuir a despejar algunas incertidumbres para poner foco en lo que
verdaderamente importa. Es decir, darnos el tiempo para pensar en lo que nuestras infancias
demandan y lo que debemos proponer para avanzar hacia la igualdad de oportunidades en el
aprender.
La planificación como proceso mental que conjetura, que hipotetiza lo que puede suceder en
el seno de un aula o a nivel institucional, en diferentes momentos, ha sido y sigue siendo
esencial para el logro de aprendizajes significativos. La construcción de conocimientos
aplicables en diferentes contextos, característica primordial en un enfoque competencial,
supone movilizar diversas capacidades cognitivas de orden superior (analizar, aplicar,
interpretar, inferir, entre otros).
La historia de la formación docente en nuestro país ha trazado una forma de pensar la
enseñanza, el aprendizaje, el interjuego entre ambas. Destacar algunos mojones didáctico-
pedagógico que se han sostenido en el proceso, puede ayudar a seguir pensando la
planificación:
- la capacidad de escucha a cada niño y niña desde sus necesidades, gustos, historias,
expectativas;
- la importancia dada a la motivación para que devengan las preguntas, las hipótesis, los
comentarios, los ejemplos, las anécdotas que se incorporan mientras transcurre la
propuesta;
- el estudio profundo del contenido a enseñar que da luz a las decisiones didácticas;
- el ejercicio de pensar objetivos de enseñanza;
- la visión de trayectoria y continuidad educativa de cada estudiante, como factor
orientador de la acción docente;
- la intención de involucramiento constante en sus procesos de aprendizajes,
adueñándose del mismo como actor y sujeto de derecho
- la habilidad para preguntar y elaborar consignas;
- la capacidad para pensar y plantear un desarrollo de cada actividad;
- la iniciativa para impulsar una metodología que involucre el hacer, el pensar, el sentir
- la apertura para que las familias se integren a la tarea, aportando desde su experiencia
y formación;
- la voluntad y curiosidad para integrar en el “hacer pedagógico” lo que emerge desde la
tecnología;
- la cultura de la colaboración, el intercambio, el encuentro para construir un colectivo
docente que todo lo puede.
Desde este punto de vista creemos que es posible y necesario permitirnos pausas para
pensar colectivamente.
Entendemos que el desafío está en afianzar “el arte de la docencia” desde lo que se puede y
lo que se sabe hacer, sin renunciar a la posibilidad de proponer e impulsar aquellos cambios
que resulten necesarios.
Proponemos una forma de mirar la planificación que responda a las siguientes interrogantes:
- ¿Conozco en profundidad el estilo de aprendizaje de mis estudiantes? ¿Considero en
mi propuesta aquello que los diferencia? ¿Y qué tienen en común?
- ¿Cuál es la meta de aprendizaje que espero alcance cada uno de ellos?
- ¿Qué contenido de enseñanza activa el proceso de aprendizaje? ¿Tiene relación con
el interés de mis estudiantes? Si considero que es imprescindible su enseñanza
¿cómo activo el interés en ellos?
- ¿Cómo se relaciona esta decisión con la anterior y la posterior? ¿Cómo voy
elaborando la secuencia didáctica?
- ¿He asociado la meta de aprendizaje que establecí con el criterio de logro?
- ¿De qué manera plantearé la intervención para que se genere la aproximación al
contenido y por ende impulse el desarrollo de habilidades cognitivas?
- ¿Qué lugar le daré a la sorpresa, al humor, al juego?
- ¿Cómo imagino que se irá sucediendo? ¿Cómo prepararé el espacio? ¿Qué tiempos
estarán en juego? ¿Qué recursos serán de apoyo? En este punto, el ejercicio de
pensar a modo de guión conjetural el devenir de cada momento, impulsa la necesaria
toma de conciencia sobre las decisiones didácticas adoptadas.
- ¿Cuánto y cuándo se considera la voz de los niños y de las niñas?
- ¿Estaré disponible para introducir cambios?
- ¿Es posible planificar la propuesta de manera interdisciplinar?
- ¿Qué lugar ocupa la autoevaluación, la evaluación y la coevaluación? En la
intervención de enseñanza, en los aprendizajes, en el clima escolar, entre otros.
- ¿Puedo visualizar la competencia específica y general que subyace? ¿Es posible
afirmar que se propende a desarrollar otras competencias de manera tangencial?
Cada colectivo docente podrá afirmar que es posible seguir realizando preguntas al momento
de pensar la planificación. Y es lo deseable en clave de actitud reflexiva y profesional.
También es maravilloso saber que en nuestra profesión estas cuestiones están incorporadas
al hacer cotidiano, porque tenemos el ejercicio intelectual para hacerlo.
¿Hay una única forma de registrar la planificación? Por supuesto que no. La libertad para
elegir la forma de organizar el contenido de la planificación constituye una seña de identidad
de la escuela uruguaya. Como producción intelectual profesional, requiere ser singular,
porque es producto de un proceso mental reflexivo y comprometido.
Convencerse que “nuestro traje” tiene historia, viene de un largo proceso sostenido por
principios de justicia social, de igualdad de oportunidades, de atención a las trayectorias.
Convencerse de lo que somos para fortalecer los lazos, esos que conforman una red densa
que contiene a las infancias desde la ética, la escucha y la empatía.
Daniela Zabala
Inspectora Regional