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Teoría de la

Constitución

Lcda. Leyla Lemus Arriaga

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DERECHO CONSTITUCIONAL
TEORIA DE LA CONSTITUCION
Noción de Constitución
1. DEFINICION DE CONSTITUCIÓN
a. Conceptos doctrinarios de constitución
b. Constitución en sentido material y constitución en sentido formal
2. PODER CONSTITUYENTE Y PODERES CONSTITUIDOS
a. ¿Qué es el poder constituyente?
b. Características del poder constituyente
i. Es originario
ii. Es independiente
iii. Es permanente
iv. Es inalienable
c. Legitimidad del poder constituyente
d. Teorías sobre el poder constituyente
i. Teoría Racional idel de Emmanuel Siey’es
ii. Teoría fundacional-revolucionaria de Maurice Houriou
iii. Teoría Normativista de Hans Kelsen
iv. Teoría Existencial-decisionista de Carl Schmitt
v. Teoría Materialista de Marx, Lenin y Lasalle
e. Poder constituyente originario, poder constituyente derivado y poderes constituidos
i. Poder constituyente originario
ii. Poder constituyente derivado
iii. Poderes constituidos
3. SUPREMACÍA, IMPERATIVIDAD Y LEGITIMIDAD CONSTITUCIONAL
4. ESTRUCTURA DE LA CONSTITUCIÓN
a. Objeto de la Constitución
i. Organización del Ejercicio del poder
ii. Señalamiento de los principios que deben inspirar la acción pública
5. CONTENIDO DE LA CONSTITUCIÓN
a. Normas relativas a la organización del Estado o parte orgánica
b. Declaraciones de Derechos o parte dogmática
c. Normas ajenas a la organización del Estado o neutras
6. CLASIFICACIÓN DE LAS CONSTITUCIONES
a. Constitución Rigida y Constitución Flexible
b. Constitución Escrita y Constitución Consuetudinaria
c. Constitución Originaria y Constitución Derivada
d. Constitución Programática y Constitución Utilitaria
e. Constitución Normativa Constitución Nominal y Constitución Semántica
f. Otras variedades
g. Valor jurídico de la costumbre constitucional
7. FUNCIONES DE LA CONSTITUCIÓN
a. Función Legisladora
b. Función Política
c. Función Organizativa
d. Función jurídica
e. Función ideológica
f. Función Transformadora

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8. INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
a. La razón de ser de la interpretación constitucional
b. Organo competente para la interpretación constitucional “por vía de autoridad”
c. Definición de la interpretación constitucional
d. Reglas de interpretación constitucional
i. Fin supremo de la constitución
ii. Interpretación amplia o extensiva
iii. Sentido de las palabras de la Constitución
iv. La Constitución como un todo orgánico
v. La Constitución como instrumento de gobierno permanente
vi. Privilegios y excepciones
vii. Presunción de constitucionalidad
viii. Principio de unidad de la Constitución
ix. Principio de concordancia práctica
x. Principio de corrección funcional
xi. Principio de fuerza normativa de la constitución
xii. Principio de presunción de constitucionalidad de los actos normativos
xiii. Principio de argumentación
e. Métodos de interpretación Constitucional
i. Según la fuente
1. Interpretación auténtica
2. Interpretación doctrinaria
3. Interpretación judicial
ii. Según los métodos empleados
1. Interpretación literal o gramatical
2. Interpretación sistemática
iii. Según la amplitud y eficiencia
1. Interpretación restrictiva
2. Interpretación extensiva
3. Interpretación analógica
f. Según los antecedentes, referencias o indicadores
i. Interpretación Histórica
ii. Interpretación Política
iii. Interpretación evolutiva
iv. Interpretación teleológica o finalista
9. MEDIOS DE DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN
a. Concepto
b. Categorías de defensa Constitucional
i. La protección de la Constitución
ii. Las garantías constitucionals
c. Instrumentos de defensa constitucional
i. Políticos
ii. Económicos y hacendariios
iii. Sociales
iv. Estrictamente jurídicos/rígidez constitucional
10. REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN
a. Definición
b. Clasificación doctrinaria de las reformas a la Constitución
i. Innovadoras
ii. Actualizadoras de una institución

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iii. Actualizadoras de un texto
iv. Explicativas
v. Correctivas
c. Órganos facultados para realizar reformas constitucionales
i. Asamblea nacional constituyente
ii. El congreso de la república
iii. Artículos pétreos
11. CRISIS CONSTITUCIONAL. ESTADOS DE EXEPCIÓN
a. Definición
b. Suspensión de garantías
c. Naturaleza jurídica
d. Regulación constitucional
e. Regulación internacional
i. Carta de las Naciones Unidas
ii. Declaración Universal de Derechos Humanos
iii. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
iv. Convención Americana sobre Derechos Humanos
12. LOS TRATADOS INTERNACIONALES Y LA CONSTITUCIÓN

Nota:
Los temas desarrollados en este texto fueron extraídos de los libros sugeridos por la cátedra
de Derecho Constitucional:
Alberto Pereira-Orozco, Marcelo Richter. -DERECHO CONSTITUCIONAL-
Dr. Rene Arturo Villegas Lara. -TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN
Vladimiro Naranjo Mesa. -TEORÍA CONSTITUCIONAL E INSTITUCIONES POLÍTICAS

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Noción de Constitución1
El término constitucion, en su sentido más general y extensivo, designa la esencia y las calidades de algo o de alguien,
diferenciándolas de las demás especie, en este sentido, todo lo imaginable tiene una constitución, los hombres, los
animales, los objetos inanimados. Para intentar con posiblidades de éxito la determinación de su sentido específico, resulta
ineludible ubicar el término dentro del recinto de lo político, con particular referencia a la Constitución del Estado, debe
entonces especificarse que cuando se habla de la Constitución de un Estado, necesariamente ha de dársele un calificativo,
el de política, para distinguirla de las demás especies de constitución

En la antigüedad, los griegos denominaban POLITEIA a la constitución del Estado, aludiendo a la “unidad coporativa del
total de los ciudadanos o a la estructura sociojurídica que ordena en una entidad a la ciudadania, a la vez que el derecho
del ciudadano a decidir en las cuestiones de la polis. Aristóteles hablaba ya de constitución como del principio según el
cual está ordenada la autoridad política. Constitucion política o ogobierno, dice, es la organizaci´n o el orden establecido
entre los habitantes de la ciudad. La Constitución en el pensamiento aristotélico, tiene por objeto garantizar las
magistraturas, la distribución de los poderes, los atributos de la soberanía y la determinación del fin específico de cada
asociación política. Constitución equivale a régimen, a estructura: es el modo de ser de la ciudad, su compostura o
naturaleza total.

El significado del término Constitución.2 El término Constitución fue utilizado por Aristóteles, como la forma de
cohesionar la existencia social, es el régimen que ordena la vida de la comunidad dentro de una institucionalidad
democrática. Recordemos que fue Aristóteles quien clasificó originalmente a las constituciones y a los gobiernos en
Monarquía, Aristocracia y República, como formas normales de gobernar, pero, también predijo que tales gobiernos
corrían el riesgo de degenerarse en tiranía, oligarquía y democracia, idea que antes había sido expuesta por Platón ,
polibio y Cicerón.

En el histórico documento conocido como Carta Magna, encontramos un remoto antecedente de las constituciones
posteriores especialmene en el tema del control del poder que ejercía el rey, siendo precisa en cuanto a los aspectos
siguientes: a) el rey debía respetar los derechos de la sociedad obedeciendo la ley y las costumbres imperantes. B) no
podía decretar impuestos que no se hubiese discutido con los representantes de la comunidad y c) nadie podía ser
condenado, sin haberle seguido un juicio legal de sus pares y conforme a la ley. Estos son las iniciales manifestaciones
de los que hoy conocemos como debido proceso, principio de legalidad tributaria y gobierno monárquico constitucional,
tal como se practica hoy en algunos ugares de Europa, especificamente en España.

A finales de la edad media y principios de la edad moderna, el Monarca emitía leyes que cumplían la funcion de una
Constitución. Cartas, estatutos, ordenanzas o contituciones eran términos que se utilizaban para denominar a los
instrumentos que normaban la vida de las instituciones, tal es el caso de las universidades que fundaron en América los
colonizadores españoles, a las que el monarca les imponía sus “estatutos” y “constituciones”. A este desarrollo
coonceptual e institucional del término Constitución contribuyo el aporte de pensadores como Montesquieu, con su obra
elEspiritu de las Leyes o Rousseau con el Contrato Social, pues muchas de sus ideas formaron y forman parte del
pensamiento político originario y siguen vigentes en la actualidad, como la división del poder público y los derechos que
se reserva la persona al “negociar”, hipotéticamente, el pacto social que da origen a toda sociedad jurídica y políticamente
organizada.

1
VLADIMIRO NARANJO MESA. Teoría Constitucional e Instituciones Políticas. Pág. 332
2
RENE ARTURO VILLEGAS LARA. Teoría de la Constitución. Pág. 59
5
En el siglo XVIII el constitucionalismo se consolida en los Estados Unidos de América con la Constitución decretada en
Filadelfia en 1787. Casi al mismo tiempo, en 1789 con la Revolución Francesa, que previamente produjo la Declaración
de los Derehos del Hombre y el Ciudadano, posteriormente consagrados en la Constitución Francesa de 1791,
estableciendo el principio pilar del Constitucionalismo: que para que haya Constitución, el ejercicio del poder
debe estar dividido y los derechos individuales garantizados .

Estas dos constituciones, especialmente la de Estados Unidos de Amércia fue ejemplo para redactar las constituciones
que se promulgaron posteriormente en el resto del contienente americano, pues algunos Estados adoptaron el sistema
federal siguiendo el modelo republicano de dividir el ejercicio del poder político. Precisamente, la Constitución Federal de
las Provincias de Centroamérica estuvo calcada en la Constitución estadounidense.

Actualmente, todo Estado tiene una Constitución, que puede ser escrita o no escrita, y aunque la mayoría de estados
adoptan la forma escrita, hay algunos que se rigen por constituciones no escritas, tal es el caso de Inglaterra; incluso hay
estados que no tienen Constitución, como sucede con el Estado de Israel, que se rige por algunos instrumentos legales
llamadas “leyes Básicas” que tienen cierta jerarquía superior, pero que no conforman una Constitución en el sentido de
las que rigen en los países occidentales. El caso de Israel es especial, porque siento un Estado que surgió de una decisión
de Naciones Unidas, en los años 1948-19, existen limitantes pro las que a la fecha no tiene una Constitución, no obstante
que era el propósito inicial cuando fue creado ese Estado, por lo que ha resultado el proceso constituyente más largo de
la historia.

1. DEFINICION DE CONSTITUCIÓN

a. Conceptos doctrinarios de Constitución

El tratadista italiano Ricardo Guastini, al desarrollar el CONCEPTO de Constitución distingue cuatro significados del
término: CONSTITUCIÓN:
✓ …Denota todo ordenamiento político de tipo liberal;
✓ …Denota cierto conjunto de normas jurídicas, el conjunto de normas –en algún sentido fundamentales- que
caracterizan e identifican todo ordenamiento;
✓ …Denota simplemente un documento normativo que tiene ese nombre –o un nombre equivalente-
✓ …Denota un particular texto normativo dotado de ciertas características formales o de un peculiar régimen jurídico.

El concepto moderno de Constitución3: Jellinek hace coincidir la Constitución con el principio de ordenación conforme la
cual el Estado se constituye y desarrolla su actividad. Hegel refiere este concepto a la idea de un código superlegal que
ordena coercitivamente la composición y las tendencias de desarrollo de la estructura dominante de poder, o sea a la
organización del Estado y al progreso de su vida, la que depende del odo y formación de la conciencia que tenga el pueblo
de sí mismo.
Para Carlos Marx, la Constitución es la organización del Estado como modo de existencia y actividad de las cualidades
sociales de los hombre sy no de su naturaleza abstracta o cualidad particular.

Para Kelsen la Constitución es la norma que regula la creción de las demás normas jurídicas esenciales del Estado,
determina los órganos que legislan y los procedimientos para hacerlo y, que además, establece las relaciones básicas
entre los asociados y las formas de aplicación del derecho, esto es, que contiene una superlegalidad.

3
VLADIMIRO NARANJO MEZA. Teoría Constitucional e Instituciones Políticas. Pág. 334-337
6
Para Eduardo Couture la Constitucion es el cuerpo de normas jurídicas fundamentales del Estado, relativas a la
institución, organización, competencia y funcionamieto de las autoridades públicas, a los deberes, derechos y garantías
de los individuos y al aseguramiento delorden jurídico que en ellas se establece.

Para Rudolf Smend la Constitución es “la ordenación juridica del Estado, mejor dicho, de la dinámica vital en la que se
desarrolla la vida del Estado, es decir, de su proceso de integración. La finalidad de este proceso es la perpetua
reimplantación de la realidad total del Estado: Y la Constitución es la plasmación legal o normativa de aspectos
determinados de este proceso”.

Las corrientes de pensamiento socialista han sostenido la tesis de que la Constitución no es sino el complejo de
relaciones de poder resultantes del cuadro de fuerzas sociales, políticas y económicas que existen en cada momento, en
una sociedad, de un pueblo o de una Nación, ya que no podría haber un Estado sin una Constitución, sin algún modelo
de existir.

Las corrientes de pensamiento liberal señalan que la Constitución requiere para merecer la consideración de tal, que
su contenido se ajuste a los principios de la ideología liberal. En esa línea de Pensamiento, García Pelayo señala que el
concepto de Constitución trata de ser monopolizado por una determinada tendencia: “Solo vale como Constitución aquello
que realiza el programa del Estado liberal burgués, aquello que establece una limitación de la actividad del Estado…; así
pues, no es constitucional cualquier ordenación fundamental del Estado sino precisamente aquella que reúne estas dos
condiciones: a) la garantía de los derechos individuales y b) la división de poderes que sirva a la actividad de aquellos”.

b. Constitución en sentido material y constitución en sentido formal

La palabra Constitución puede tener dos sentidos, según se tome en consideración el aspecto puramente normativo, o
sea las reglas de derecho que ella contiene, o se refiera a las formalidades que revisten la elaboración y la modaficiación
de esas mismas reglas. En el primer caso se habla de Definición material de Constitución o de Constitución en Sentido
material; en el segundo se habla de Definición Formal o de Constitución en sentido formal.
EN SENTIDO MATERIAL: Por constitución entenderemos el conjunto de reglas fundamentales relativas a la organización
y actividad del Estado. Lo que se toma en consideración aquí es, el contenido, la materia misma de la Constitución. De
acuerdo con esta definición, serían reglas constitucionales, por ejemplo, las que determinan la forma que ha de revestir el
Estado, el sistema de gobierno que lo regirá, los órganos del poder público, su conformación y funciones principales y los
derechos civiles y políticos de los ciudadanos
EN SENTIDO FORMAL: Puede entenderse por Constitución el documento que reglamenta el funcionamiento de las
instituciones políticas, cuya elaboración o modificación no puede hacerse sino mediante el cumplimiento de ciertas
formalidades especiales y a través de un procedimiento diferente al establecido por las demás reglas del derecho. Lo que
interesa aquí es la forma y no el contenido de la regla jurídica.
Estas dos definiciones pueden coincidir por cuanto generalmetne consagran en testos escritos, solemnemente adoptados,
las reglas fundamentales de la organización del Estado, con lo cual se aplicará tanto el criterio material como el formal.
Pero la coincidencia no es necesaria: por una parte, puede no existir Constitución en sentido formal, como en la Gran
Bretaña, o por otra, puede suceder que la Constitución formal contenga reglas cuyo objeto no tenga nada de constitucional,
o, a la inversa, que reglas cuyo objeto es manifiestamente constitucional, no sean consagradas en la Constitución.

2. PODER CONSTITUYENTE Y PODERES CONSTITUIDOS

Tomando en consideración la naturaleza y la trascedencia que revisten las disposiciones de la Constitución, se considera
que ellas deben emanar de un órgano político especial, investido de autoridad superior a las de los órganos
gubernamentales que de ellas se derivan; ese órgano es el llamado PODER CONSTITUYENTE. De tal manera que el
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poder constituyente es, en términos generales, el poder CREADOR DEL ESTADO. Es el que se manifiesta en el momento
mismo de Constituir el Estado.

a. ¿Qué es el poder constituyente?

Tratar el tema del origen de la Constitución implica la necesidad de explicar el tema del PODER CONSTITUYENTE
ORIGINARIO. ¿Qué es el poder constituyente originario? De acuerdo con el principio de razón suficiente, no existe un
fenómeno que no tenga una causa, que no tenga un origen. En ese sentido, una Constitución lo tiene: su origen primario,
su causa inmediata, es el poder constituyente originario.

La historia de este concepto básico del derecho constitucional, el de poder constituyente originario, se debe a Emmanuel
Sieyés, un ideólogo de la revolución francesa, a quien se le atribuye la formulación de ideas esenciales de la democracia
liberal, como son el poder constituyente originario que reside en la Nación, llamado el Tercer Estado; la diferencia entre
poder Constituyente y PODER CONSTITUIDO, y, la doctrina del Estado de Derecho.

Recordemos que en la historia anterior a la revolución francesa, la sociedad en Francia se estratificaba en tres estados
generales convocados por el rey: La nobleza, el primer estado, el clero, el segundo estado, y los representantes de las
ciudades por nombramiento del rey, el tercer estado, que en realidad era la burguesía que no representaba al sector
popular, aunque se suponía que al decir tercer estado se trataba del pueblo, por lo menos en teoría. Sieyés escribió una
obra titulada: ¿Qué es el Tercer Estado?, en ella afirma que el tercer estado es la Nación que tiene un poder propio que
se denomina SOBERANÍA, de la que el pueblo es su depositario natural y que se hace representar utilizando un
mecanismo de democracia representativa, representación que ejerce un órgano deliberativo llamado regularmente
“asamblea” que es quien emtie, en nombre del pueblo la Constitución. Sieyés desarrollo:

“en toda nación libre, y toda nación debe ser libre, no hay sino una manera de terminar con las diferencias que se
produzcan con respecto a la Constitución, no es a notables a quien hay que recurrir; es a la Nación misma.”.

Conforme esta idea originaria de la doctrina política de la revolución francesa, el poder constituyente originario radica en
la voluntad popular la voluntad del pueblo, que es el depositario de la soberanía y expresa su voluntad política en el
ejercicio del derecho soberano al darse una Constitución que define las características del Estado, su régimen político y
los derechos fundamentales que este debe proteger y garantizar en su ejercicio.

En el caso de Guatemala, la existencia de ese poder del pueblo para darse su Constitución esta reconocida en los
primeros térrnimos del artículo 141 Constitucional, al decir “Que la soberanía radica en el pueblo”. Este poder soberano
del pueblo es anterior a la exsitencia de la Constitución y se manifiesta, no como un fenómeno jurídico, sino como un
hecho político y sociológico, que puede ser un movimiento revolucionario, una conmoción popular, un golpe de fuerza o
cualquier otro hecho ajeno al orden jurídico. Por eso se ha dicho en teoría constitucional que el poder constituyente no es
jurídico ni no jurídico, simplemente son circunstancias de hecho que se explican con más propiedad desde las
perspectivas de la ciencia política y la sociología, pues a esas esferas del conocimiento pertenecen los acontecimientos
determinantes de la promulgación de una Constitución.

Por ejemplo, la revolución liberal de 1871, condicionó la Constitución de 1879, la revolución de octubre de 1944 condicionó
la Constitución de 1945; el movimiento de liberación nacional en 1954 la Constitución de 1956 y así, cada Constitución de
Guatemala ha estado precedida de fenómenos politicos de hecho, no provenientes de un régimen constitucional.

En la actualidad, el concepto de “nación” que utilizó Sieyés, ha sido sustituido por el de “pueblo”, como depositario de la
soberanía para darse una Constitución. Esta sustitución se ha dado porque el concepto de “nación” que utilizo Sieyés,
más se le considera como de naturaleza sociológica y cultural, aunque, debe entenderse que Sieyés se estaba refiriendo
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al pueblo, a la masa popular que no encajaba ni en la nobleza ni en el clero ni en el llamado tercer estado general nombrado
por el rey, el cual estaba integrado por la burguesía.

Por consiguiente, el titular del poder constituyente es el pueblo el que ejerce tal poder soberano, delegando en los
constituyentes la representación y la potestad de emitir la Constitución, en un sistema de democracia liberal representativa.
Linares Quintana, al dar el concepto de poder constituyente dice: “El poder constituyente es la facultad inherente a
toda comunidad política soberana a darse su ordenamiento jurídico-político fundamental originario por medio de
una constitución y a reformar a esta total o parcialmente, cuando sea necesario. En el primer caso el poder
constituyente es originario. En el segundo es constituido, instituido o derivado”.

En otras palabras el poder constituyente no tiene su fundamento en un contexto normativo, es decir conferido por una
norma anterior. Si esa norma existiera o se justificara, no sería poder constitiyente originario, sino poder constituido.

b. Características del poder constituyente:

Es muy importante entender ciertas características del poder constituyente que lo hacen singular y lo distinguen a efecto
de no confundir y pensar que es el órgano a quien se le da la potestad de elaborar el texto constitucional es decir, a la
ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE, pues ésta lo que hace es la Constitución, en nombre del PODER
CONSTITUYENTE ORIGINARIO, ese poder constituyente originario es la voluntad popular y sus características son las
siguientes:

i. Es originario: en tanto que es la primera manifestación soberana del pueblo para que se dé una Constitución, ya
sea porque es la carta fundamental con la que se inicia la vida de un Estado cuando nace a la vida política y jurídica o
porque es consecuencia de un rompimiento del orden constitucional.

No se fundamenta en ningún texto anterior de igual naturaleza, porque se trata de un nuevo orden. El poder legislativo
(Congreso de la República) y la denominada Asamblea Nacional Constituyente, que puediera ser electa dentro de la
vigencia de la Constitución de 1985, integran el llamado PODER CONSTITUYENTE DERIVADO Y cada uno de esos
entes, con poder de reformarla, tiene delimitado lo que puede reformar.

Por ejemplo, la Asamblea Nacional Constituyente, es el único ente que tiene facultades para reformar todo lo que esta
normado en el capítulo I del título II que regula los llamados derechos humanos de primera generación o garantías
individuales, según lo preceptuado en el artículo 278 de la Constitución y lo hace como poder constituyente derivado,
excepción hecha de las llamadas normas pétreas, que en ningún caso pueden reformarse. Además, no obstante ser una
Asamblea Nacional Constituyente, debe concretarse a conocer y reformar los artículos que el Congreso de la República
le haya señalado en el decreto en que se le convoca por medio del Tribunal Supremo Electoral.

No toda la doctrina reconoce esta división entre poder constituyente originario y poder constituyente derivado, pues sólo
se habla de poder constituyente originario y poder constituido, sin el agregado de Constituyente.

El Congreso de la Repúblida también tiene potestad de reforma como poder constituido, con facultades para reformar el
texto fundamental a partir del artículo 47 constituional en adelante, excepto las normas pétreas; en ningún caso puede
reformar las reglas o normas referentes a los derechos humanos o garantías individuales que integran la parte dogmática.

La conclusión que se deriva del texto constitucional de Guatemala, es que ni el Congreso de la República, ni la Asamblea
Nacional Constituyente tienen libertad absoluta de reformar lo que quieran, sino que sólo poseen potestades limitadas y
en los término que les dejó permitido el poder constituyente originario representado por el entre creador de la Constitución.
En el caso del Congreso de la República, el reformar los artículos para los que tiene facultad, posteriormente debe someter
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las reformas aprobadas al procedimiento consultivo o consulta popular, para que sean confirmados por la voluntad popular,
entren en vigencia y surtan efecto en definitiva; o sea que la aprobación de reformas que hace el Congreso de la República
están sujetas en sus efectos a una especie de “condición suspensiva” dicho en términos latinos “ad referéndum”. En el
caso de la Asamblea Nacional Constituyente, que debe ser electa por el pueblo para que haga las reformas a la parte
dogmática, sus facultades están limitadas por lo que indica la Constitución según lo estableció el constituyente originario
y lo que le indique el decreto en que se le convoque para el efecto

ii. Es independiente: Ya que no esta supeditado a ningún otro poder que le dicte lo que debe y lo que no debe
hacer, como lógica consecuencia de su origen: la voluntad popular. Lo anterior no quiere decir que las facultades que se
le dan a los representantes consituyentes originarios no tengan límites, pues sus determinaciones no pueden vulnerar los
principios y valores que la sociedad ha hecho parte de su vida comunitaria. “…toda comunidad política, al ejercitar tan
esencial facultad soberana (se refiere al poder constituyente originario) está naturalmente constreñida a respetar
ciertos valores naturales y absolutos -como la libertad y la dignidad del hombre, la justicia- que está por encima
del constituyente y del legislador.

iii. Es permanente: permanece siempre como potestad del pueblo; esta latente en su existencia, lo que desaparece,
una vez se haya hecho la constitución, es la Asamblea Nacional Constituyente originaria, pues termina el poder de
representación que le dio la voluntad popular, para emitir la Constitución. La Asamblea Nacional Constituyente originaria
termina o llega a su fin y los diputados constituyentes dejan de serlo en la fecha en que aprueba la Constitución y decretan
la disolución de la asamblea. Similar fenónemo afecta la Asamblea Nacional Constituyente como poder constituido, pues
aprobadas las reformas que se le encomendaron realizar, concluye su existencia y su función.

iv. Es inalienable: así como la soberanía que ejerce el pueblo no se puede enajenar, el poder constituyente originario
tampoco se puede enajenar, salvo la delegación que se da dentro de un sistema de democracia representativa que es la
posibilidad práctica que exsite para el ejercicio de ese poder. Otro es el caso de la democracia directa, en donde sería el
mismo pueblo quien directamente emitiriía la Constitución, sistema de difícil funcionamiento y control, dado el número de
ciudadanos que integran la población con derechos y deberes de orden político.

c. Legitimidad del poder constituyente:

En la teoría general del Derecho, el tema de la legitimidad de las normas jurídicas apunta a establecer que tengan
correspondencia con los intereses de la comunidad en donde van a regir, y esta legitimidad también se requiere en el
poder que produce la Constitución. En teoría se habla de la legitimidad social del poder que dicta la norma, entendida
como la concordancia entre el contenido normativo y los intereses generales de la sociedad, o sea que en el tema del
poder constituyente al igual que en la norma ordinaria, debe juzgarse la legitimidad de acto o actos realizados para la
promulgación de una Constitución. Este segundo enfoque de la legitimidad del orden normativo superior es importante en
el caso de la Constitución, porque ella es definida como un pacto político que hace viable la vida de la comunidad, por lo
que en su nacimiento deben participar todos los sectores humanos que la integran. A este respecto Linares Quintana
señala: “el problema de la legitimidad de la Constitución es esencialmente política y debe resolver remontándonos hasta
la naturaleza constituyente. Para que la Constitución sea legítima, el acto constituyente debe ser expresión de la genuina
voluntad del pueblo, surgida de una libre determinación mayoritaria, y no hallarse viciada por el fraude, el soborno o la
violencia”.
Soriano señala:
“…legitimidad del procedimiento de elaboración de las normas conforme a los criterios y reglas del discurso ético, y
legitimidad de resultado, o correspondencia del sentido de la norma con los criterios ético sociales dominantes; ambas
facetas se complica, puesto que el respeto a las reglas de la primera es un seguro para la correspondencia de la segunda”.

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Los textos constitucionales que han regido en Guatemala, incluyendo la Constitución ahora vigente, puede decirse
que las de 1945 y 1985 son las que más se acercan a las carácterísticas de legitimidad a que se refieren los
doctrinarios. La Constitución de 1945 fue producto de una manifestación popular hastiada del régimen dictatorial del
Presidente Jorge Ubico y en su elaboración cofluyeron todas las fuerzas políticas y sociales de la época, incluyendo
constituyentes de pensamiento conservador que se habían formado al alero ideológico del liberalismo decimonónico;
y la Constitución del año 1985 la determinó el convencimiento del gobierno miitar de facto, en el sentido de que era
imperativo retornar al régimen constitucional en aras de normalizar la vida política y jurídica del Estado, convocándose
a una Asamblea Nacional Cosntituyente que fue electa con libertad, aunque paralelamente existiera una situación
conflictiva armada interna, cuyos protagonistas alzados en armas carecían de un vehículo electoral que le spermtieira,
si esa era su voluntad, manfiestarse políticamente y someterse al escrutinio de la población. No obstante, el clima
político y bélico imperante en esa década no permitió su participación. Existió predisposición de algunos diputados
constituyentes, por decisión personal y en razón de sus convicciones, para plasmar en el textomuchas de las ideas
de la teoría constitucional actual, especialmente en materias de derechos humanos, especialmente en las bases
axiológicas que la Constitución le da a todo el ordenamiento jurídico nacional, en la garantía jurisdiccional de la
Constitución y en la positivación de los derechos humanos, avances que a ninguna Asamblea Constituyente anterior
le habian preocupado. Estas características de nuestro texto constitucional, entre otras, colocan a la Constitución de
1985 como un instrumento fundamental a la altura de las mpas avanzadas en América Latina y la acercaron en mucho
a esa legitimidad originaria a que se refiere el maestro Soriano, aunque algunas de sus disposiciones, despues de
más seis lustros ya no concuerdan con el sentir de la sociedad actual, pues mcuhas leyes ordinarias previstas en el
texto no se han emitido por el Congreso de la República y algunas normas de la parte orgánica deben ser revisadas
para el adecuado funcionamiento de los organismos del Estado y el lgoro efectivo del control del poder político

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d. Teorías sobre el poder constituyente: Breves menciones sobre los desarrollos doctrinarios de:

i. Teoría Racional - ideal de Emmanuel Sieyés4: Plantea


la idea de la separación entre el poder constituyente y los
poderes constituídos, -que es la piedra angular del
constitucionalismo- . señala que “la nación existe ante todo, es
el origen de todo. Su voluntad es siempre legal, es la ley
misma. Antes que ella y por encima de ella solo existe el
derecho natural. Si queremos una idea justa de la serie de
leyes positivas que no pueden emanar sino de su voluntad,
vemos en primer término las leyes constitucionales, que se
dividen en dos partes: las unas regulan la organización y las
funciones del cuerpo legislativo; las otras determinan la
organización y las funciones de los diferentes cuerpos activos.
Estas leyes son llamadas fundamentales, no en el sentido
de que puedan hacerse independientes de la voluntad
nacional, sino porque los cuerpos que existen y actúan
por ella no pueden tocarla. En cada parte, la Constitución no
es obra del poder constituido sino del poder constituyente.
Ninguna especie de poder delegado puede cambiar nada en
las condiciones de su delegación. Es en este sentido en el que
las leyes constitucionales son fundamentales. Las primeras,
aquellas que la establecen la legislatura, están fundadas por la voluntad nacional antes de toda
Constitución, forman su primer grado. Las segundas deben ser restablecidas por una voluntad
representativa especial. Así todas las partes del gobierno se remiten y dependen en último análisis
de la nación”.

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Emmanuel-Joseph Sieyès, Conde Sieyès (Fréjus, 3 de mayo de 1748 - París, 20 de junio de 1836) fue un político,
eclesiástico, ensayista y académico francés, uno de los teóricos de las constituciones de la Revolución francesa y de
la era napoleónica. Nació en Fréjus, en el sur de Francia, y se formó en el seminario de Saint-Sulpice, París, y en
la Sorbona. Se vio imbuido de las enseñanzas de John Locke, Étienne Bonnot de Condillac y otros pensadores políticos
con especial preferencia por la teología. Sacerdote a pesar de sus pocas convicciones, su aprendizaje le permitió una
rápida promoción a vicario general y canciller de la diócesis de Chartres. Sin embargo, era consciente de que al no ser
noble, tenía pocas oportunidades de promoción en el seno de la iglesia.
En el seno del Comité para la Constitución, Sieyès tiende hacia el sufragio universal pero se opone a la abolición de los
títulos y la confiscación de las tierras de la Iglesia. Se opuso al derecho de veto absoluto del Rey, veto el cual apoyó
infructuosamente Honoré Mirabeau. Para la mayor parte de los asuntos, guardó para sí sus opiniones en la Asamblea,
hablando muy raramente y generalmente con brevedad y ambigüedad oral. Tuvo una considerable influencia en la
división administrativa del territorio nacional en departamentos, pero tras la primavera de 1790, fue eclipsado por otros.
Sólo una vez más fue elegido presidente bisemanal de la Asamblea Nacional Constituyente. Renunció al sacerdocio
para obedecer a la constitución civil del clero en 1790.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Emmanuel-Joseph_Siey%C3%A8s

12
ii. Teoría fundacional-revolucionaria de Maurice Houriou5: Este autor parte de la
afirmación de una “SUPERLEGALIDAD CONSTITUCIONAL” que abarca algo más que la
constitución escrita, e incluye todos los principios fundamentales del régimen. Estos principios
integran una especie de legalidad constitucional, colocada por encima de la Constitución escrita.
La organización de esa superlegalidad constitucional,
según el autor, debe reunir dos condiciones: 1) la
organización de una operación constituyente, con un
poder constituyente que esté por encima de los
poderes gubernamentales ordinarios -los cuales
ocupan el rango de poderes constituidos- y con un
procedimiento especial de revisión que da a la
Constitución un carácter rígido; 2) la organización de
un control jurisdiccional de la constitucionalidad de
las leyes ordinarias. La llamada operación
constituyente es la suma del poder y del
procedimiento, siendo el primero el que recibe el
nombre del poder constituyente, porque es el poder
del fundador.

5
Maurice Hauriou (Ladiville, Charente, 17 de agosto de 1856 — Toulouse, Alto Garona, 12 de marzo de 1929) fue un jurista y sociólogo francés.
Político, jurista, sociólogo y educador francés, Maurice Hauriou contribuyó poderosamente con su obra al desarrollo del derecho administrativo. Hauriou
nació en Ladiville, Charente, Francia, en 1856. Profesor de derecho administrativo de la Universidad de Toulouse, consideró las instituciones del estado
como un instrumento cuyo objetivo fundamental era la defensa de la vida civil y de la libertad. Hauriou defendió el orden individualista de la empresa y
la propiedad privada, y contribuyó al desarrollo de procedimientos legales que protegieran a los ciudadanos de actuaciones administrativas indebidas,
oponiendo así a la teoría de la soberanía nacional un sistema fundamentado sobre los derechos del individuo. Figuran entre sus principales obras
Principes du droit public (1910; Principios de derecho público), Précis du droit constitutionnel (1923; Compendio de derecho constitucional) y Précis du
droit administratif (Compendio de derecho administrativo), libro este último que reelaboró en profundidad en cada una de sus numerosas ediciones.
Maurice Hauriou, que fue también uno de los primeros teóricos de la sociología jurídica, murió en Toulouse, Francia, el 12 de marzo de 1929. Maurice
Hauriou buscaba la síntesis entre el idealismo y el realismo como base de la sociología del derecho.
Fuente https://es.wikipedia.org/wiki/Maurice_Hauriou
13
iii. Teoría Normativista de Hans Kelsen6: La función constituyente positiva no puede
derviar, como poder cualitativamente específico, de la esencia del
derecho o de la Constitución, no pude ser una verdad teórica, como
no lo es tampoco la validez superior de la Constitución. Piensa el
creador de la teoría pura del derecho que la doctrina del poder
constituyente no puede tener otro sentido que el de poner
dificultades a la modificación de las normas que fundamentan
ciertos casos del derecho positivo.
Kelsen habla de la “norma fundamental” como origen lógico
de la Constitución y que como hipótesis jurídica tendrá la
virtualidad de establecer la autoridad constituyente; en cambio
el contenido de la Constitución proviene del acto de la voluntad
empírica de la autoridad constituyente: pero reconoce Kelsen que
es puro derecho natural justificar el planteamiento de la reforma
ante una asamblea constituyente elegida al caso, o directamente
ante el pueblo, afirmando que solo al pueblo le compete la

6
Hans Kelsen (Praga, 11 de octubre de 1881 – Berkeley, California, 19 de abril de 1973) fue un jurista y filósofo austríaco. Es considerado el jurista más
influyente del siglo XX. Estudió derecho en la Universidad de Viena en 1911, ahí mismo completó su habilitación en derecho constitucional y filosofía del
derecho. Cursó un seminario complementario en la Universidad de Heidelberg, bajo la dirección de Georg Jellinek.
En 1919 se convierte en profesor de derecho administrativo en la misma casa de estudios vienesa, a la vez que el Canciller Karl Renner le encarga un
diseño de una nueva Constitución que es finalmente terminada en el año 1920. Después de eso, Kelsen es nombrado como miembro vitalicio del Tribunal
Constitucional austríaco. Al clima de conservadurismo que se notaba en Austria en 1930, se añade lo suscitado a raíz de la laguna legal en torno al
divorcio en la legislación austriaca, conflicto que el tribunal constitucional, presidido por Kelsen, resolvió detectando un conflicto de competencias del
ámbito administrativo respecto al jurisdiccional. Esto ocasionaría la sustitución de Kelsen como miembro de dicho tribunal.
Entonces, debido a los incidentes suscitados en torno a su destitución como juez y al ambiente que se vivía en la Universidad de Viena, Kelsen decidió
dejar Austria y empezar tratos con universidades extranjeras para buscarse un nuevo espacio de desenvolvimiento. En 1930, obtuvo una cátedra en
la Universidad de Colonia, pero la ascensión del nazismo le llevó a dejar Alemania debido a su origen judío (1933). Tras partir a la Suiza francesa y
algunos años enseñando en la Universidad de Ginebra publica su obra Teoría pura del Derecho (Reine Rechtslehre) y partió a la Universidad de
Praga (1936). Es en estas nuevas cátedras donde Kelsen entra en contacto con una nueva materia: el derecho internacional. Este acercamiento le
depararía reconocimiento debido a sus trabajos en este ámbito, y también durante su posterior desempeño como profesor en la Academia de la Haya.
Sumado a esto, su virtual nombramiento como juez del Tribunal de la Haya (nombramiento que no se concreta debido a que Austria no lo postula)
patentan un reconocimiento de la comunidad internacional respecto a Kelsen en este ámbito.
Finalmente, el estallido de la segunda guerra mundial lo llevó a abandonar Europa, llegando a los Estados Unidos (1940) gracias a la fundación
Rockefeller. Allí ejerció la docencia en la Universidad de Harvard en donde fue titular de la cátedra «Oliver Wendell Holmes». En esta nueva etapa,
Kelsen entra en contacto directo con la ciencia jurídica anglosajona: la Common law. Fruto de esto es su trabajo The General Theory of Law and
State (1945), publicado precisamente en inglés.
Transcurridos dos años, la subvenciones otorgadas por la fundación Rockefeller y los tratos con la Universidad de Harvard se agotan, en parte, debido
a que la permanencia de un año más en la cátedra que Kelsen ocupaba llevaría a un compromiso de conservarlo, por parte de la directiva, en la
universidad; cuestión que no se podían permitir puesto que no había una cátedra para otorgarle. Entonces, Kelsen empieza nuevos tratos y un antiguo
discípulo suyo, el jurista americano Roscoe Pound, lo acerca a la Universidad de California, Berkeley donde ejercería como profesor titular del
departamento de ciencia política.
La Universidad de California, Berkeley le depararía un ambiente más sosegado, además de incursiones a Washington como asesor del gobierno en
torno a asuntos jurisdiccionales relacionados con los Juicios de Núremberg. Asimismo, en 1945 se firma la Carta de las Naciones Unidas en EE. UU.,
precisamente, en California. Respecto a este acontecimiento fundamental se sabe que Kelsen no tomó parte, oficial al menos, en ella. Sin embargo,
muchas delegaciones de distintos países buscaron asesoría en él antes de las sesiones que se llevarían al cabo, así: Roland Lebeau, de Bélgica; Eenco
Van Kleffens, de Holanda; y Vladimir Vochoc, de Checoslovaquia lo consultaron; por lo demás su libro, El Derecho de las Naciones Unidas, tomó parte
directo en los debates durante las sesiones. En 1965, ya bordeando los 85 años, Kelsen se dedica, en Berkeley, a escribir la última de sus grandes
obras: Teoría general de las normas (1994) que, sin embargo, quedó incompleta.

14
enmienda constitucional, porque él constituye la fuente última de todo derecho.

iv. Teoría Existencial-decisionista de Carl Schmitt7: El concepto


que desarrolla este autor sobre el poder constituyente es secuencia
lógica de su concepto de Constitución positiva. Para Schmitt la
Constitución, en sentido positivo, surge mediante un acto del poder
constituyente. El acto constituyente contiene esa unidad por un
único momento de decisión la totalidad de la unidad política, pero
esta unidad política es anterior, y el acto constituyente “constituye”
la forma y el modo de esa unidad. Siempre hay en el acto
constituyente un sujeto con voluntad de obrar.
La Constitución positiva es una decisión consciente que la unidad
política adopta y se da a sí misma por medio del titular del poder
constituyente. Pero la Constitución no es absoluta, por cuanto no
surge de sí misma. Tampoco vale por virtud de su justicia normativa
o de su cerrada sistemática, no se da a sí misma, sino que es dada
por una unidad política concreta. La Constitución vale en virtud de
la voluntad política existencial de aquel que la da.
Además de amoldarse al concepto de poder constituyente del jurista
alemán, el de Constitución positiva, antes descrito, también es
resultado de su concepción general del orden jurídico. Schmitt
reacciona contra el normativismo y el racionalismo y señala como el

7
Carl Schmitt (Plettenberg, 11 de julio de 1888-Plettenberg, 7 de abril de 1985) fue un jurista alemán, teórico político y miembro destacado del Partido
Nazi. Schmitt escribió extensamente sobre el ejercicio efectivo del poder político. Teórico conservador, 1 destaca como crítico de la democracia
parlamentaria, el liberalismo y el cosmopolitismo, y su obra ha ejercido una gran influencia en la teoría política, la teoría jurídica, la filosofía continental y
la teología política posteriores, pero su valor y su importancia son controvertidos, principalmente debido a su apoyo intelectual y a su participación activa
en el nazismo.
Escribió centrado en el conflicto social como objeto de estudio de la ciencia política, y más concretamente la guerra. Su obra atraviesa los avatares
políticos de su país y de Europa a lo largo del siglo XX.
Militó en el Partido Nacionalsocialista y ejerció diversos cargos bajo el régimen nazi entre 1933 y 1936, pero las amenazas de las SS, que le consideraban
un advenedizo, le apartaron del primer plano de la vida pública. No obstante, lo anterior, su fuerte compromiso con el régimen de Hitler condujo a que
se lo tildara de "Kronjurist" del Tercer Reich.
Schmitt fue uno de los principales ideólogos del Movimiento Revolucionario Conservador de Alemania. Su teorización se basa en la necesidad de
instaurar un poder de «decisión» adecuado que termine con la lucha de clases, cosa que no es posible en un Estado liberal, en el cual no se puede
justificar la exigencia del sacrificio de la vida en favor de la unidad política.
Schmitt concibe la «acción política» como «decisión» que debe tener la talla de producir un «mito» que comprometa a los individuos: tal «producción»
solo puede resultar de la guerra. El Estado ya no es el portador del monopolio político, pues se ha visto reducido en importancia a tan solo una
«asociación» más y que no se encuentra por encima de la sociedad.
Schmitt propone una pluralidad, con el Estado como comunidad suprema y más intensa. Concibe la idea de «comunidad» con «personas esencialmente
ligadas» y no una sociedad de «personas esencialmente separadas». Schmitt mantuvo una polémica con Hans Kelsen acerca de la concepción del
Estado, la defensa de la Constitución y demás formas jurídicas democráticas.
Esa «comunidad» es la que puede llevar a superar la degradación que al Estado ha producido el liberalismo que, con su negación de la política, lo ha
convertido en un «sirviente burocrático armado». Su rechazo a las democracias parlamentarias pluralistas, en cuanto incapaces de controlar los nuevos
potenciales surgidos de la socialización creciente del siglo XX, lo hacen optar por la dictadura como forma de gobierno.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Schmitt

15
acto esencial de la creación jurídica estatal la “decisión política”, es decir, un acto volitivo de Estado. De ahí que su
tendencia denominada “decisionismo” no separa lo politico de lo jurídico; por el contrario considera que lo político
antecede necesariamente a lo jurídico, y el momento de la decisión es el momento político de todo derecho.

v. Teoría Materialista de Karl Heinrich Marx8 y


Vladimir Illich Uliànov “Lenin”9: Es importante destacar
que el marxismo-leninismo no se ocupa especificamente
del poder constituyente, en cuanto noción propia de la
ciencia jurídica. No existe una teoría comunista del poder
constituyente en cuanto competencia constitucional de
revisión, pero en cambio se puede hallar una noción del
poder constituyente originario a través de los conceptos de
expuestos por Marx, Engels y Lenin, principalmente, en la
construcción doctrinal. La razón por la cual no exsite un
tratamiento específico del tema en la doctrina marxista -
leninista radica en la desatención general que esa doctrina
ha dado a los problemas constitucionales, los cuales han
sido considerados problemas de poder y no cuestiones de derecho, de acuerdo con la afirmación de Ferdinand
Lasalle.

8
Karl Heinrich Marx (Tréveris, 5 de mayo de 1818-Londres, 14 de marzo de 1883), que del alemán se traduce al castellano como Carlos Enrique Marx,
fue un economista, filósofo, sociólogo, periodista, intelectual y político comunista alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra abarca diferentes
campos del pensamiento en la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía; aunque no limitó su trabajo solamente a la investigación,
pues además incursionó en la práctica del periodismo y la política, proponiendo siempre en su pensamiento una unión entre teoría y práctica. Junto
a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, comunismo moderno, marxismo y materialismo histórico. Sus obras más conocidas son
el Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels) y El capital (publicados los tomos II y III póstumamente).
Marx es normalmente citado junto a Émile Durkheim y a Max Weber como uno de los tres principales arquitectos de la ciencia social moderna; a la vez,
junto con Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud, es visto como uno de los tres maestros del siglo XIX de la "escuela de la sospecha" por Paul Ricoeur.
También ha sido descrito como una de las figuras más influyentes y controvertidas de la historia.
Las teorías de Marx sobre la sociedad, la economía y la política, que se conocen colectivamente como el marxismo, sostienen que todas las sociedades
avanzan a través de la dialéctica de la lucha de clases, sistema basado en la dialéctica de Georg Hegel pero con un enfoque materialista y de praxis.
Fue muy crítico de la forma socioeconómica vigente de la sociedad, el capitalismo (a la que Lenin llamó la "dictadura de la burguesía"), afirmando que
se llevaba a cabo por las acaudaladas clases dueñas de los medios de producción para su propio beneficio. Teorizó que, como en los anteriores sistemas
socioeconómicos, inevitablemente se producirían tensiones internas, producidas por las leyes dialécticas, que lo llevarían a su reemplazo por un nuevo
sistema a cargo de una nueva clase social, el proletariado. Sostuvo que la sociedad bajo el socialismo sería regida por la clase obrera en lo que llamó
la "dictadura del proletariado" (a la que posteriormente se llamará "socialismo" o "Estado socialista"). Creía que el socialismo sería, a su vez, finalmente
reemplazado por una sociedad sin Estado y sin clases llamada comunismo. Junto con la creencia en la inevitabilidad del socialismo y del comunismo,
Marx luchó activamente por la aplicación del primero (el socialismo), argumentando que los teóricos sociales y las personas desfavorecidas debían
realizar una acción revolucionaria organizada para derrocar el capitalismo y lograr un cambio socioeconómico.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Karl_Marx#cite_note-11

9
Vladímir Ilich Uliánov (en ruso, Владимир Ильич Ульянов, romanización Vladimir Il'ič Ul'janov, pronunciación [vlɐˈdʲimʲɪr ɪˈlʲitɕ
ʊˈlʲanəf] (?·i)), alias Lenina (Ле́нин, [ˈlʲenʲɪn]; Simbirsk, 10 de abriljul./ 22 de abril de 1870-Gorki, 21 de enero de 1924), fue un político, revolucionario,
teórico político, filósofo y líder comunista2 ruso. Líder del sector bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, se convirtió en el principal
dirigente de la Revolución de Octubre de 1917. En 1917, fue nombrado presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo (Sovnarkom), convirtiéndose
en el primer y máximo dirigente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922. Políticamente marxista, sus contribuciones al
pensamiento marxista reciben el nombre de leninismo, o más conocido como marxismo-leninismo, ideología socialista que se expandiría por la mayor
parte del «bloque comunista» y en el «segundo mundo» durante la Guerra Fría.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Lenin
16
Los fundadores del socialismo científico comparten el reconocimiento a la supremacía o prevalencia de los fenómenos
económicos en el desenvolvimiento de la sociedad, por lo cual su teoría es, ante todo económica y no jurídica ni
constitucional. Consecuente con ello, Marx se preguntaba ¿Acaso las relaciones económicas son reguladas por los
conceptos jurídicos? ¿no surgen por el contrario, las relaciones jurídicas de las relaciones económicas? Y afirmaba
que “el derecho no puede eser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por
ella condicionado”.

No obstante, en “El Estado y la Revolución” pueden extraerse importantes elementos para comprender la teoría
marxista-leninista sobre el Estado y el poder político. Pero es más concretamente en las nociones de
“infraestructura” y “supraestructura” donde se encuentra el ambito preciso del poder constituyente y de sus
relaciones con las formas constitucionales. Para el marxismo, en la infraestructura -o base- se encuentran las
relaciones de producción y su consecuencia, que son las relaciones de clases; ella es la estructura económica dela
sociedad. Por otra parte en la superestructura se sitúan las instituciones y las ideologpias, incluidos el Estado y el
Derecho. El marxismo pone todo el énfasis para dastacar la importancia de la infraestructura y en hacer depender de
ella a la superestructura. Cuando los autories marxistas abordan el estudio de la estructura jurídico -política de la
sociedad, parte, pues, de la premisa de que esta pertenece al ámbito de la superestructura de la sociedad. Para
Lenin, siguiendo a Marx, el poder politico es la expresión oficial del antagonismo de clases en la sociead burguesa:
cuando desaparezcan las clases no habrá más poder político; mientras que el Estado es laorganización especial dela
fuerza, organización de la violencia para reprimir a una clase cualquiera. El marxismo distingue los conceptos de
“poder político” y de “Estado” ya que mientras este es el aparato represivo, aquel consiste en utilizar dicho aparato
para alcanzar los objetivos de la clase dominante.

e. Poder constituyente originario, poder constituyente derivado y poderes constituidos

i.Poder constituyente originario: como ya he mencionado, se llama poder constituyente originario cuando el nuevo
orden jurídico que él establece nace sin apoyarse en una norma positiva anterior, es decir, cuando surge por primera
vez, ello puede tener lugar en el caso del nacimiento o conformación de un nuevo Estado, al darse este su propia
constitución independiente, o como consecuencia de la ruptura del orden jurídico anterior, bien sea como resultado
de un cambio revolucionario, de un golpe de Estado, de una trasnformación institucional en las estructuras políticas
del Estado o de conquista militar, en estos casos la operación constituyente se presenta como una renovación dela
fundación del Estado, efectuada esta vez con la participación activa y consciente de la nación.

ii.Poder constituyente derivado: se llama poder constituyente derivado cuando el ordenamiento jurídico nuevo surge
de un sistema constitucional ya establecido, basado en compoetencias y mediante procedimientos ya existentes en
vigor. Su funcionamiento está previsto en disposiciones de la Constitución anterior, la cual dispone procedimientos
especiales para su revisión o reforma. De ahí que una de sus características sea la legalidad, esto es, la sujeción al
derecho establecido del cual deriva su eficacia. Al contrario del poder constituyente originario, el derivado está situado
en el interior y no en el exterior del orden jurídico preexistente. Por esta razón la puesta en marcha del poder
constituyente derivado no ofrece mayor dificultad, ya que remite a los procedimientos que para el efecto han sido
establecidos previamente en la Constitución.
En realidad en la mayoría de los casos es el poer constituyente derivado el que actúa, tanto para establecer como
para reformar el ordenamiento jurídico-político de un Estado. Y lo hace, a su vez, a través de poderes constituidos,
es decir de instituciones ya consagradas en la Constitución, o por medio de aquellas que para el efecto establezca el
titular del poder constituyente originario. Este, en cambio, rara vez actúa en la práctica, pese a ser permanente; cada
vez resulta más difícil que la voluntad política del constituyente originario se traduzca en la actuación directa suya,
bien para establecer o bien para reformar la Constitución.

17
iii.Poderes constituidos: Son todos aquellos que la Constitución consagra como titulares de las distintas funciones del
Estado

(Juez Jhon Marshall)10


3. SUPREMACÍA, IMPERATIVIDAD Y LEGITIMIDAD
CONSTITUCIONAL

La supremacía de la constitución tiene su origen principal en la


fuente de la que proviene, entendiendo que dicha fuente es el
poder constituyente y esto es lo que le da carácter de superioridad
sobre toda otra clase de normas que no tienen esa fuente
originaria dentro del ordenamiento jurídico. Dicha supremacía se
inspira en los principios políticos, constitucionales y sociales que
son determinantes: la soberanía popular como base de la
organización política de la comunidad, la primacía de la persona
humana sobre las instituciones del Estado y el régimen de
legalidad solamente justificado por su legitimidad.

La doctrina que consagró el principio de la supremacía normativa


de la Constitución fue el resultado de análisis y estudios reiterados
que tuvieron como resultado fundamental la instrumentación del
principio de la JUDICIAL REVIEW, que reconocerá el poder de los
tribunales de declarar nulas, a efectos de su inaplicación, las leyes
que contradigan a la Constitución. Esta doctrina arriba a su punto
culminante cuando se da la sentencia de la Corte Suprema de los Estados unidos en el año 1803, en el caso Marbury

10
John Marshall (24 de septiembre de 1755 – 6 de julio de 1835) fue
un abogado, juez, político, diplomático, legislador, estadista, jurista y militar estadounidense, Marshall era originario de la Commonwealth de Virginia y
líder del partido federalista. También fue Secretario de Estado con el presidente John Adams, desempeño esta labor hasta su nombramiento el 4 de
febrero de 1801 en la Corte Suprema de Estados Unidos. Su labor y su figura fue muy destacada, por ocupar el cargo Presidente de la Corte Suprema
de los Estados Unidos hasta su muerte, en el que se dio una gran transformación en el sistema jurídico y judicial, y procesos judiciales trascendentes
como fueron: Marbury v. Madison en 1803, que pasa por ser la sentencia más famosa de la historia, conforme a la cual la función de los jueces es decir
lo que es Derecho y en la que se dice -textualmente- que "una ley contraria a la Constitución es nula, y que los tribunales, además de los demás poderes,
están sometidos a la Constitución", además, también se encuentran los casos McCulloch v. Maryland en 1819 y Cohens v. Virginia en 1821.134 Siendo
el Juez Presidente con más tiempo en el cargo (34 años), y el cuarto con más tiempo en función de la corte.
Participó activamente en la Revolución Americana como parte de los esfuerzos para la Independencia de los Estados Unidos, estando presente durante
la Guerra de Independencia, con tan solo 20 años se alistó en el Ejército Continental o Patriota, inspirado por la personalidad de George Washington,
un amigo de su padre, quién fue una figura decisiva en la Revolución.
En 1801, el presidente Adams le propone a Marshall, otra vez, que ocupe un puesto en la Corte Suprema, aceptando el puesto esta vez, y el 4 de
febrero de 1801, es juramentado para ejercer sus funciones de Juez Presidente.1 Comenzando con una carrera que reconstruyó a los sistemas judiciales
y jurídico, siendo además era un modelo de juez y siendo el denominado "Padre de la constitucionalidad" o "Padre del control de constitucionalidad".
Jon Jay, el primer hombre en ocupar el cargo declino la propuesta de presidente Adams, al afirmar que la corte carecía de "Peso, energía, dignidad y
respeto", algo que después de Marshall es difícil de suponer o imaginar; entonces Adams buscó rápidamente a Marshall para que ocupara la vacante.
El congreso estaba esperando la postulación del juez de Nueva Jersey, William Paterson, lo cual suponía un cambio dentro de la formación de la corte.
De acuerdo con el senador de Nueva Jersey, Jonathan Dayton: el senado cedió finalmente "por temor a que otro no tan calificado y más repugnante en
el banquillo, debería ser sustituida, y porque parecía que este caballero [Marshall] no se entere de su propia candidatura".
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/John_Marshall

18
Versus Madison11, obra del juez Marshall que concreta definitivamente en los términos de la sentencia que…”The
constitution is superior to any ordinary act of the legislature …(la Constitución es superior a toda ley ordinaria de la
legislatura).

Una Constitución es de hecho una ley fundamental y así debe ser considerada por los jueces. A ellos pertenece, por lo
tanto deerminar su significado, asi como el de cualquier ley que provenga del cuerpo legislativo, y si ocurriere que entre
las dos hay una discrepancia, debe preferirse, como es natural, aquella que posee fuerza obligatoria y validez superiores;
en otras palabras, debe preferirse la Constitución a la ley ordinaria, la intención del puebloa la intención de sus
mandatarios. Esto significa que el poder del pueblo es superior a los poderes constituidos y que si la voluntad del legislador,
declarada en sus leyes, se haya en oposición con la del pueblo, declarada en la Constitución, los jueces deberán dar
preferencia a esta última.

Toda Constitución es jurídica; es norma jurídica, es derecho y, por ende, vincula a los poderes públicos y a los particulares,
obliga, debe ser aplicada y es aplicable, tiene que funcionar, ha de encarnarse en la realidad sociológica de las conductas
humanas. No ha de sorprender esta versión contemporánea cuando todos hemos aprendido la doctrina de la supremacía
de la Constitución desde los albores del constitucionalismo moderno. Y no debe sorprender porque si la Cosntitución es
suprema, encabeza y preside el ordenamiento jurídico del Estado y, en caso de desajustes con ella en los planos
infraconstitucionales, acusa inconstitucionalidad, es lógico dar como premisa indivitable la fuerza normativa de la
Constitución. Uno de los principios rectores delordenamiento jurídico guatemalteco es el de la supremacía de la
Constitución. Ello implica que en la cima del sistema legal esta la Constitución, como ley suprema o superior. Ella es
vinculante tanto para gobernantes como para gobernados; esto con el fin de lograr y establecer la consolidación del Estado
de Derecho.

La supralegalidad constitucional se pone de manifiesto claramente en tres artículos de nuestra Constitución Política, es
decir: 44, que manifiesta en su tercer párrafo: “serán nulas ipso jure las leyes y disposiciones gubernativas o de cualquier
otro orden que disminuyan, restrinjan o tergiversen los derechos que la constitución garantiza.” El artículo 175 en su primer
párrafo: “ninguna ley podrá contrariar sus disposiciones, y las que violen o tergiversen sus mandatos serán nulas ipso
jure”. Y el 204: “los tribunales de justicia en toda resolución o sentencia observarán obligadamente el principio de que la
Constitución de la República prevalece sobre cualquier ley o tratado”.

11
El caso Marbury contra Madison (5 U.S. 137 1803) es un proceso judicial abordado ante la Corte Suprema de los Estados Unidos y resuelto en 1803.
El mismo surgió como resultado de una querella política a raíz de las elecciones presidenciales de 1800, en las que Thomas Jefferson, quien era un
republicano demócrata, derrotó al entonces presidente John Adams, el cual era federalista. En los últimos días del gobierno saliente de Adams, el
Congreso, dominado por los federalistas, estableció una serie de cargos judiciales, entre ellos 42 jueces de paz para el Distrito de Columbia. El Senado
confirmó los nombramientos, el presidente los firmó y el secretario de Estado estaba encargado de sellar y entregar las actas de nombramiento. En el
ajetreo de última hora, el secretario de Estado saliente no entregó las actas de nombramiento a cuatro jueces de paz, entre los que se contaba a William
Marbury.
El nuevo secretario de Estado del gobierno del presidente Jefferson, James Madison, se negó a entregar las actas de nombramiento porque el nuevo
gobierno estaba irritado por la maniobra de los federalistas de tratar de asegurarse el control de la judicatura con el nombramiento de miembros de su
partido justo antes de cesar en el gobierno. Sin embargo Marbury recurrió a la Corte Suprema para que ordenara a Madison entregarle su acta.
Si el Tribunal fallaba a favor de Marbury, Madison todavía podría negarse a entregar el acta y el Tribunal Supremo no tendría manera de hacer cumplir
la orden. Si la Corte se pronunciaba contra Marbury, se arriesgaba a someter el poder judicial a los partidarios de Jefferson al permitirles negar a Marbury
el cargo que podía reclamar legalmente. El presidente del Tribunal John Marshall resolvió este dilema al decidir que el Tribunal Supremo no estaba
facultado para dirimir este caso. Marshall dictaminó que la Sección 13 de la Ley Judicial, que otorgaba a la Corte estas facultades, era inconstitucional
porque ampliaba la jurisdicción original del Tribunal de la jurisdicción definida por la misma Constitución. Al haber decidido no intervenir en este caso en
particular, el Tribunal Supremo aseguró su posición como árbitro final de la ley.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Caso_Marbury_contra_Madison

19
SUPREMACÍA Y BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD:

Con esta idea de la supremacía jerarquíca de los tratados y convenciones en materia de derechos humanos, ha surgido
una polémica sobre la naturaleza de sus normas y especialmente su jerarquía en el ordenamiento jurídico. La discución
gira en torno al discutivo concepto de bloque de constitucionalidad o núcleo de constitucionalidad, como lo denomina
el profesor argentino Ricardo Haro. Este concepto de bloque o núcleo nació en la Doctrina del Consejo Constitucional de
Francia, y explica que es un conjunto de normas que estando fuera del texto constitucional, tienen jerarquía suprema, a
la par de las que formalmente están contenidas en el documento formal constitucional. El concepto de bloque de
constitucionalidad es de origen francés y fue Georges Vedel quien lo formuló a raíz de las disposiciones de la Constitución
francesa de 1958 y fue difundido en la teoría jurídica por el jurista Louis Favoreau.

La idea del bloque de constitucionalidad, según Haro, nunca fue utilizada expresamente por el Consejo
Constitucional, pero tiene su lugar en la doctrina constitucional francesa, al resolver que en Francia forman parte del
bloque de constitucionalidad las normas de la Constitución, el Preámbulo de la misma, es decir la de 1958, el Preámbulo
de la Constitución de 1946, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, los principios
fundamentales reconocidos por las leyes de la República y los principios generales de valor constitucional. No obstante,
según Haro, con el tiempo la idea del bloque de constitucionalidad se ha reducido como concepto y afirma:
“la concepción doctrinaria del citado Consejo ha tendido a reducir el concepto del llamado Bloque y dejando de
lado los reglamentos de las asambleas y las leyes orgánicas, limita el núclero central que está integrado sólo por
las reglas constitucionales , es decir, que el contenido conceptual de la citada expresión comprende ahora,
específicamente, a las disposiciones de tal naturaleza constitucional”.

Conforme a lo anterior, se deduce que los mismos teóricos franceses no tienen la misma idea original del bloque y su
fundamentación ha ido disminuyendo. Anteriormente al utilizar el concepto de bloque de constitucionalidad en esta
materia, existió en la doctrina francesa el llamado BLOQUE DE LEGALIDAD, que se usaba en el derecho administrativo.
Este bloque de legalidad, comenta Orozco Solano, citando a Favoreau:

“permitía designar, por encima de las leyes, a todas las reglas que se imponía a la administración en razón del
principio de legalidad y que no compartían, ciertamente, la misma situación que las primeras, en la medida en que
algunas poseían un origen jurisprudencial, particularmente las referidas a los principios generales del derecho.
A partir de ella se ha desarrolla por la doctrina francesa la noción de bloque de constitucionalidad”.

La Constitución francesa de 1958 a la que se debe la V República, regula con especial énfasis, la organización política y
administrativa del Estado, sin que contenga lo que nosotros conocemos como PARTE DOGMÁTICA que suele contener
las normas de los derechos individuales, derechos humanos o derechos fundamentales, salvo lo que establece su
preámbulo, en donde el constituyente francés exige el respeto a los derechos humanos y la obligación de respetar el
contenido de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1779 y al Preámbulo de la Constitución de
1946, con el propósito de evitar que, como la Constitución sólo norma la organización del poder público y podía ser tachada
de ser una Constitución utilitaria, en un país tradicionalmente comprometido con los derechos humanos.

Así, fue necesario complementarla con una parte dogmática, no en el sentido formal de nuestras constituciones, pero si
recurriendo a otros documentos normativos con el mismo fin de una parte dogmática. Eso explica, (en parecer del autor,
Doctor René Arturo Villegas Lara) haber recurrido a la idea de un bloque de constitucionalidad como parte de su
Constitución, aunque en ella no se haga alusión a que los tratados internacionales de derechos humanos que Francia
haya celebrado forman parte de dicho bloque. Entonces, si por bloque de constitucionalidad se entiende que a la par de
la Constitución existen otras normas jurídicas que integran la maeria normativa formal de la estructura constitucional, sería
un concepto que ptetende explicar lo que en su origen no tuvo ese significado en la legislación francesa.

20
Según la teoría del bloque de constitucionalidad, las disposiciones normativas que forman el llamado derecho
convencional, junto a las que contiene el documento formal que conocemos como Constitución política, integran un mismo
ordenamiento de rango supremo, que goza de preeminencia y jerarquía de primer orden, de manera que, en conjunto,
constituirían una unidad formal de naturaleza constitucional, siendo este derecho convencional el conjunto de normas o
reglas contenidas en los tratados y convenciones de derechos humanos. No obstante, las previsiones legales al respecto
varían de un Estado a otro. Hay constituciones que no dudan en constitucionalizar expresando el derecho convencional,
como el caso de la Nación Argentina, que en su Constitución expresamente establece que los tratados y convenciones de
derechos humanos que acepta el Estado, forman parte del texto constitucional y los designa por su nombre, previendo
incluir otros que se celebren en el futuro. En el caso del Estado Plurinacional de Bolivia, la Constitución Política del 7 de
febrero del año 2009 en el artículo 410 II dispone que:

“el bloque de constitucionalidad está integrado por los Tratados y Convenciones internacionales en materia de
derechos humanos y las normas de derecho comunitario, ratificados por el país.
No obstante la claridad de redacción de esta norma transcrita, el Presidente del Tribunal Constituicional de Bolivia ha
escrito y señalado que:

“Al respecto, es importanet puntualizar que se trata de ordenamientos jurídicos autónomos y diferencias uno del
otro, uno de carácter nacional y otro de carácter internacional, codyuvante y complementario este último respecto
del nacional, cada uno con fuentes, reglas y principios propios para su observancia y cumplimiento, procesos
que asumen interacciones e interdependencias más complejas, principalmente partiendo del reconocimiento de
que esos derechos esenciales del hombre, “no nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado, sino que
tiene como fundamente los atributos de la persona humana”.

21
4. ESTRUCTURA DE LA CONSTITUCIÓN

a. Objeto de la Constitución
El objeto de una constitución es, por regla general, doble:
✓ De un lado organiza el ejercicio del poder en el Estado, desde este punto de vista puede afirmarse que ella
establece las reglas del juego de la vida institucional;
✓ De otro lado, la Constitución consagra los principios que servirán de guía para la acción de los órganos del poder
público; desde este punto de vista, ella refleja una determinada filosofía política

i. Organización del Ejercicio del poder


La organización del ejercicio del poder en el Estado -o como podría también decirse, la fijación del las reglas del
juego-, puede descomponerse en cierto número de normas que determinan el status de los gobernantes así como
la naturaleza y fines de su actividad política. En esta forma de Constitución designa, de un lado, los individuos a
quienes corresponderá la adopción de las decisiones, fijando su competencia y las modalidades del ejercicio de
sus funciones; y, de otro lado, los procedimientos según los cuales serán designadas las autoridades públicas

ii. Señalamiento de los principios que deben inspirar la acción pública


Aunque generalmente se pone énfasis en el aspecto relativo a la organización del ejercicio del poder en el Estado
por parte de la Constitución, su aspecto filosófico o ideológico no es menos trascedental. Podría decirse que el
primero es el aspecto formal, en tanto que este es el aspecto de fondo de una Constitución. Se trata, ni más ni
menos, que de determinar los principios que deben inspirar la acción del Estado y el funcionamiento de los órganos
del poder público. Es así como se señalan metas precisas a la actividad de los gobernantes a los cuales se
confiere poder. Estos principios se fijan, por regla general, en las llamadas declaraciones de derechos que se
incuyen en casi todas las constituciones, aunque también ellos pueden ir, de hecho van, implícitos en las reglas
generales de organización del ejercicio del poder. Así por ejemplo al estipular la Constitución que el poder
legislativo se ejercerá por los representantes directos del peblo o que el poder ejecutivo será encabezado por un
individuo elegido directamente por aquel, se está indicando que esa Constitiución se inspira en una concepción
democrática del orden jurídico y político, totalmente distinta de aquella según la cual el poder legislativo se ejerce
al arbitrio del gobernante absoluto, el cual no debe su elección al pueblo, sino a otras fuentes, como la herencia o
el respaldo de la fuerza.

Doctrinariamente es común identificar dentro de las constituciones dos partes o divisiones principales, es decir: la
parte dogmática y la parte orgánica; podemos advertir que una buena parte de la doctrina se decanta por agregar
la parte práctica.

En ese sentido, dentro de nuestra Constitución Política de la República identificaremos, tres partes esenciales
LA DOGMÁTICA Contenida en los artículos del 1 al 139

22
Preámbulo

La persona
humana, fines y
deberes del
Estado

• DERECHOS INDIVIDUALES
• DERECHOS SOCIALES
Derechos • DEBERES Y DERECHOS
CIVICOS Y POLÍTICOS
HUMANOS • LIMITACIONES A LOS
DERECHOS
CONSTITUCIONALES

LA ORGÁNICA Contenida en los artículos del 140 al 262

• El Estado y su
forma de
Gobierno
• Nacionalidad y
EL ESTADO ciudadanía
• Relaciones
internacionales
del Estado
• Ejercicio del Poder
Público
• Organismo legislativo
PODER • Organismo Ejecutivo
PÚBLICO • Organismo Judicial

ESTRUCTURA Y • Régimen Político Electoral


• Régimen Administrativo

ORGANIZACIÓN • Régimen de Control y Fiscalización


• Régimen Financiero
• Ejército
DEL ESTADO • Ministerio Público y Procuraduría General de la Nación
• Régimen Municipal

23
LA PRÁCTICA Contenida en los artículos 263 al 281

✓Exhibición personal
✓Amparo
GARANTIAS ✓Inconstitucionalidad de
CONSTITUCIONALES leyes
✓Corte de Constitucionalidad
Y DEFENSA DE LA ✓Comisión y Procurador de
Derechos Humanos
CONSTITUCIÓN ✓Ley de Amparo, Exhibición
Personal y de
Constitucionalidad
• Iniciativa
• Asamblea Nacional
Constituyente
• Diputados a la
REFORMAS A LA Asamblea Nacional
Constituyente
CONSTITUCIÓN • Reformas por el
Congreso y Consulta
Popular
• Artículos no
Reformables

LA PARTE DOGMÁTICA: es aquella en donde se establecen los principios, creencias y fundamentalmente los
derechos humanos, tanto individuales como sociales, que se le otorgan -reconocen- al pueblo como sector
gobernado frente al poder público como sector gobernante, para que este último respeto estos derechos

La parte dogmática reconoce y otorga derechos a los individuos de un Estado, limitando con ello la acción del
poder público sobre losmismos. Todo ese catágolo de derechos que encontramos en la parte dogmática de
nuestra Constitución, son derechos que los individuos han arrebatado al Estado, logrando con ello limitar, en lo
posible, las facultades del mismo. Además, en esta parte se establece la orientación filosófica y teleológica en la
cual encuentra su razón de ser el Estado. En tal virtud se considera por los doctrinarios que la parte DOGMÁTICA
de la Constitución Política de la República de Guatemala esta integrada por:
✓ Preámbulo
• TITULO I (1-2)
✓ La persona humana, fines y deberes del estado
• TITULO II (3-139)
✓ Derechos humanos
▪ CAPÍTULO I (3-46
o Derechos individuales
▪ CAPÍTULO II (47-134)
o Derechos sociales
▪ CAPITULO III (135-137)

24
o Deberes y derechos cívicos y políticos
▪ CAPITULO IV (138-139)
o Limitación a los derechos constitucionales

LA PARTE ORGÁNICA es la que establece como se organiza Guatemala, la forma de organización del poder, es
decir las estructuras jurídico-políticas del Estado y las limitaciones del poder público frente a la persona, o sea, la
población.

El fin supremo del Estado de Guatemala, con base en el artículo 1 de la Constitución es la realización del bien
común; además, es su deber el garantizarle a sus habitantes, la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz,
el desarrollo integral de la persona -artículo 2-. Para ello es necesario establecer: la estructura y forma de
funcionamiento de la maquinaria estatal; demarcar la competencia de sus diferentes organismos, así como de las
diversas instituciones que lntegran el Estado; establecer las relaciones de supraordinación, coordinación o
subordinación entre dichos organismos e instituciones, los medios de control inter e intra orgánicos, etcétera.

Así, la parte orgánica de la Constitución Guatemalteca se integra por:


• TITULO III (140-151)
✓ El estado
▪ CAPÍTULO I (140-143)
o El estado y su forma de gobierno
▪ CAPÍTULO II (144-148)
o Nacionalidad y ciudadania
▪ CAPITULO III (149-151
o Relaciones internacionales del Estado
• TITULO IV (152-222
✓ Poder público
▪ CAPITULO I (152-156)
o Ejercicio del poder público
▪ CAPITULO II (157-181)
o Organismo Legislativo
▪ CAPITULO III (182-202)
o Organismo Ejecutivo
▪ CAPITULO IV (203-222)
o Organismo Judicial
• TITULO V (223-262
✓ Estructura y Organización del Estado
▪ CAPITULO I (223)
o Régimen Político Electoral
▪ CAPITULO II (224-231)
o Régimen Administrativo
▪ CAPITULO III (232-236)
o Régimen de Control y de Fiscalización
▪ CAPÍTULO IV (237-243)
o Régimen Financiero
▪ CAPITULO V (244-250)
o Ejército

25
▪ CAPITULO VI (251-252)
o Ministerio Público y Procuraduría General de la Nación
▪ CAPITULO VII (253-262)
o Régimen Municipal

LA PARTE PRÁCTICA “es la que establece las garantías y los mecanismos para hacer valer los derechos
establecidos en la Constitución y para defender el orden Constitucional.

La inclusión de esta tercera parte no es compartida por todos los doctrinarios, pero se hace referencia a la misma
en tanto que facilita los medios para hacer efectivos el catálogo de derechos establecidos en la parte dogmática
y el respeto a la organización del Estado establecida en la parte orgánica En suma, brinda los medios para la
defensa del orden Constitucional y establece la manera en que se pueden realizar reformar a la Constitución.

Así, la parte práctica de la Constitución Guatemalteca se integra por


• TITULO VI (263-275)
✓ Garantías Constitucionales y Defensa del Orden Constitucional
▪ CAPITULO I (263-264)
o Exhibición personal
• CAPITULO II (265)
o Amparo
• CAPITULO III (266-267)
o Inconstitucionalidad de leyes
• CAPITULO IV (268-272)
o Corte de Constitucionalidad
• CAPITULO V (273-275)
o Comisión y Procurador de Derechos Humanos
• CAPITULO VI (276)
o Ley de Amparo, Exhibición Personaly de Constitucionalidad
• TITULO VII
• CAPÍTULO UNICO (277-281)
✓ Reformas a la Constitución
• TITULO VIII
• CAPÍTULO UNICO (1-27)
o Disposiciones transitorias y finales

26
5. CONTENIDO DE LA CONSTITUCIÓN

a. Normas relativas a la organización del Estado o PARTE ORGÁNICA


Lineamientos esenciales, normas que definen al Estado mismo, la forma que este adopta, su sistema de gobierno y su
régimen político, su división territorial, las referencias a la población, la nacionalidad, la ciudadania, las que determinan la
titularidad del poder público, su distribución en ramas u órganos, los procedimientos para la designación de los
gobernantes y sus atribuciones, las reglas sobre el ejercicio del poder, los controles y limitaciones a que están sometidos
los gobernantes, los términos de su mandato y, en general, las condiciones en las cuales debe organizarse el Estado y
ejercerse el poder soberano. Como es lógico, estas normas varían en cada constitución, según el estado de que se trate.
No obstante, se ha cirticado la manera como este tipo de normas tienden a repetirse en los textos constitucionales.

b. Declaraciones de Derechos o PARTE DOGMÁTICA


Se suele llamar genéricamente a la parte dogmática de la Constitución como DECLARACIONES DE DERECHOS, por
cuanto, en los albores del Constitucionalismo, los derechos del individuo frente al Estado, se solían promulgar en un
documento especial que recibía esta denominación; así sucedió, como se ha visto, con el Bill Of Rights inglés, con el Bill
Of Rights norteamericano y con la Declaración de los Derechos del Hombre y el Cidadano de la Revolución Francesa.

Cabe señalar que antes de la era del constitucionalismo también se había promulgado declaraciones de derechos en
documentos especiales, por parte de los monarcas en distintos lugares y épocas. Pero tales declaraciones tenían unas
características que las distinguen de las promulgadas en la época moderna y contemporánea:
o Eran concesiones graciosas del rey
o Tenían un carácter individual, y no universal
o Beneficiaban únicamente a un grupo de súbditos generalmente a la mediana y alta burguesía

27
o Implicaban ciertas restricciones a la autoridad del rey
o Se mantenía el principio del absolutismo monárquico

Las declaraciones de derechos modernas y contemporáneas, por el contrario, se caracterizan por ser de carácter
universal, es decir, que benefician a toda persona y a todo ciudadano, son obtenidas no por la voluntad omnipotente del
gobernante de turno sino como resultado de las conquistas políticas logradas por el movimiento constitucionalista, tanto
liberal como social, e implican una concepción democrática y no absolutista del poder público.

c. Normas ajenas a la organización del Estado o neutras


Al lado de las normas puramente constitucionales, en sentido material, las constituciones incluyen frecuentemente una
serie de normas que no se refieren directamente a la organización del Estado y que tampoco hacen parte de las llamadas
declraciones de derechos, o parte dogmática, pero que por la importancia de las materias que regulan, el constituyente
ha considerado necesario y conveniente incorporar dentro de la ley fundametnal, a fin de hacerlas más estavleces y
torogales una categoría superior a la de la ley ordinaria.
Dentor de esta categoría puede incluirse todas aquellas disposiciones referentes al régimen de familia, al ejercicio de
ciertas profesiones oficios, al régimen de propiedad, en general, normas de carácter social o económico distintas de las
que consagran derechos específicos en estos campos.

6. CLASIFICACIÓN DE LAS CONSTITUCIONES

a. Constitución Rigida y Constitución Flexible


Esta clasificación obedece a la existencia o no existencia de un proceso especial para reformar el texto constitucional. Si
la Constitución prevé un procedimiento especial para reformar la Constitutción, para adicionar, modificar o suprimir
normas, se dice que la Constitución es rígida. Por el contrario, si para reformar la constitución se sigue el mismo
procedimiento utilizado para reformar una ley ordinaria o infraconstitucional, entonces esa Constitución es flexible. La
rigidez puede ser absoluta en algunas normas y se da cuando la Constitución contiene normas que bajo ninguna
circunstancia se pueden modificar. La Constitución de Guatemala, al igual que otras constituciones, contiene normas
pétreas o irreformables, que obedecen a razones históricas, como la de la alternabilidad en el ejercicio del poder o no
reelección del Presidente y Vicepresidente de la República o la de prevalencia del sistema republicano. En la historia
constitucional de Guatemala hay un caso de rigídez de todo el texto y es el de la Constitución del Estado de Guatemala
de 1825, que en el artículo 256 decía que el texto era inmodificable durante los primeros cinco años de su vigencia o seis
hasta 1830. Este era un caso de petrificación absoluta, pero temporal.

b. Constitución Escrita y Constitución Consuetudinaria

Esta clasificación obedece a la forma de comprobar la existencia de la Constitución. Una constitución escrita o codificada
consta, regularmente, en un documento o código único y una constitución no escrita, en leyes dispersas y en costrumbres
inveteradas, como el caso de Inglaterra, que carece de constitución escrita o documentada en un solo cuerpo
constitucional y en algunas materias, en ningún documento. Por este motivo se ha preferido hablar de constituciones
codificadas y constituciones dispersas o no codificadas, las que constan en diversos instrumentos jurídicos y en las
costumbres que la sociedad ha practicado y respetado por su jerarquía suprema. En Guatemala ya se dio este fenómeno
de contar con leyes superiores no codificadas y que rigieron como una especie de Consitución, lo que sucedió durante el
gobierno conservador de los 30 años, en las administraciones de Mariano Rivera Paz, Rafael Carrera y Vicente Cerna,
pues no había una Constitución, pero se emitieron las Leyes Fundamentales del Organismo Ejecutivo, del Organismo
Judicial y las de Garantías de los Derechos del Estado y del Ciudadano, que se refería a los derechos individuales.

28
c. Constitución Originaria y Constitución Derivada

Originaria sería una Constitución que tuviera una normatividad sin ninguna similitud o derivación de otro texto
constitucional y cuya validez no se asentara en un texto precedente. La verdad es que la realidad estaría en contra de tal
originalidad, pues en el mundo de lo jurídico opera una especie de ley de vasos comunicantes, por los cuales las
instituciones jurídicas migran de un país a otro, como efecto del estudio de la legislación comparada, de manera que todas
las constituciones serían derivadas, como sucedió con la Constitución de los Estados Unidos de América, de la que se
derivaron muchas constituciones en el continente americano, especialmente en los Estados que adoptaron un sistema de
gobierno federal. Esta clasificación nos parece de poca relevancia, aunque no son pocos los científicos del Derecho que
justifican que se tomen en cuenta las experiencias de legislación constitucional de otros Estados, siempre que la recepción
se haga de acuerdo a la idiosincrasia y cultura del estado receptor. Además, debe tenerse en cuenta que cuando en un
Estado ha regido varias constituciones, muchas previsiones de la que está vigente, ya existían en las constituciones
anteriores.

d. Constitución Programática y Constitución Utilitaria

Según Loewestein, si entendemos por ideología una visión de la realidad que permite interpretarla según ciertas ideas
predominantes, una constitución es ideológica si responde en su contenido a la manera de pensar de la sociedad.

Con el aparecimiento del liberalismo como concepción del mundo y de la vida, las constituciones son de ideología liberal
en la medida que se dan para controlar el ejercicio del poder político y para garantizar los derechos individuales frente al
poder público; al mismo tiempo son programáticas porque contienen normas que le fijan tareas o programas al Estado
para el cumplimiento de fines específicos. Junto a las constituciones de inspiración liberal, existen constituciones
ideológicas que en alguna medida son programáticas casi en su totalidad, con ideas opuestas a las liberales y son las de
inspiración socialista, como el caso actual de la Constitución de Cuba.

Más antes también pueden considerarse como ideológicas la Constitución de México de 1917 o la de Guatemala de 1945,
que introdujeron la ideas democráticas y las sociales, desconocidas hasta entonces. Así mismo, las constituciones de
1956, de 1965 y la de 1985, también pueden clasificarse como ideológicas: las de 1956, de 1965 y la de 1965, por su
expreso contenido anticomunista, producto de la llamada Guerra Fría; y la de 1985, que también puede calificarse como
ideológica por su inspiración humanista y finalista, orientada a la prevalencia de los derechos humanos, que en definitiva
es una concepción ideológica de las relaciones intersubjetivas. En cambio, son constituciones utilitarias aquellas que no
contienen ninguna ideología manifiesta y más bien parecen, en palabras Loewenstein, una “guía telefónica”. Una
constitución que sólo tuviera normas referentes organizar el poder público, sin parte dogmática, sin normas de naturaleza
social por ejemplo, lo cual es fatible sería una Constitución utilitaria.

Esta clasificación, a mi juicio, no tiene mucho sustento. Unamuno decía que todos tenemos una concepción del
mundo y de la vida y eso guía nuestro actuar individual y social, por lo que considero que toda Constitución expresa una
posición ideológica.

e. Constitución Normativa, Constitución Nominal y Constitución Semántica

Esta clasificación especial de constituciones es propia de Karl Loewenstein, que aparece en su importante texto de Teoría
Constitucional. Por su importancia, la trataremos por separado en cada una de ellas.

Constituciones Normativas
La Constitución se conforma por un conjunto de normas de jerarquía superior dentro de un ordenamiento jurídico y a éstas
deben sujetar su conducta los “detentadores” del poder y los “destinatarios” del poder, términos que utiliza Loewenstein
29
para referirse a gobernantes y gobernados. En ese sentido la Consitutcion normativa es la que se observa, la que se
cumple, lo que constituye la esencia de su vida jurídica. Dice Loewenstein: “Para que una constitución sea viva, no es
suficiente que sea válida en sentido jurídico. Para ser real y efectiva, la constitución tendrá que ser observada realmente
por todos los interesados y tendrá que estar integrada en la sociedad estatal… Solamente en este caso cabe hablar de
una constitución normativa: sus normas dominan el proceso político, o, a la inversa, el proceso del poder se adapta a las
normas de la constitución y se somete a ellas. Para usar una expresión de la vida diaria: la constitución es como un traje
que sienta bien y que se lleva realmente” (1996:217).

La constitución normativa existe en la conducta de sus destinatarios que realmente la observan. No es, utilizando la
expresión de Recaséns Siches, “vida humana objetivada”, sino, como decía Carlos Cossio, “vida humana viviente”. El
protector de la normatividad constitucional es el control jurisdiccional de la Constitución, como lo pregonó Hans Kelsen.

Constituciones Nominales
Contrariamente a las constituciones normativas, que sí se observan, las constituciones nominales son aquellas en que el
ejercicio del poder no se adapta a sus previsiones o supuestos o se aparta de lo prescrito en sus normas. Pero ese
nominalismo constitucional, que es inobservancia de sus mandatos, no se debe sólo a fenómenos de un abuso de poder.
Según Loewenstein, la falta de educación, el subdesarrollo social y económico, la ignorancia de la Constitución, pueden
contribuir a que se dé la Constitución nominal.

Constituciones Semánticas
Las constituciones semánticas se dan cuando ocurre una perversión en el ejercicio del poder y, por lo tanto, a esa situación
se llega por la conducta de los detentadores del poder. En un Estado regido por una Constitución democrática liberal, el
poder debe ejercerse dentro de la esfera que limita la Constitución, sin el menor asomo de concentración del mismo en
una persona, en un grupo de personas o en un partido político. Dice Loewenstein:

“…la tarea original de la constitución escrita fue limitar la concentración del poder, dando la posibilidad a un libre juego de
las fuerzas sociales de la comunidad dentro del cuadro constitucional, la dinámica social, bajo el tipo constitucional aquí
analizado. Tendrá restringida su libertad de acción y será encausada en la forma deseada por los detentadores del poder.
La conformación del poder está congelada en beneficio de los detentadores fácticos del poder… En lugar de servir a la
limitación del poder, la constitución es aquí el instrumento para estabilizar y eternizar la intervención de los dominadores
fácticos de la localización del poder político… El traje (entonces) no es en absoluto un traje, sino un disfraz”.

A esto se refiere el jurista mexicano, Miguel Carbonell, cuando en una conferencia dictada en Bogotá, Colombia, advierte
el peligro que ya se está dando, especialmente en América Latina, de disfrazar a la dictadura con un traje de aparente
democracia. Una constitución semántica, es aquella que siendo de corte democrático, pues consagra las garantías
individuales y la división y control del poder, se utiliza con subterfugios para concentrarlo en una persona, grupo de
personas o en un partido político.

f. Otras variedades

Otras Clasificaciones
Existen en la doctrina constitucional otras clasificaciones de menor impacto teórico. Por ejemplo, se habla de
constituciones breves o cortas y desarrolladas o extensas, en razón del número de normas que contengan, que no se
mediría por la cantidad de artículos, porque se dan casos en que un solo artículo contiene muchas disposiciones
relacionadas, pero con supuestos independientes. También se dice que hay constituciones codificadas y no codificadas,
según que consten en un solo documento o en varios documentos, como se explicó en líneas anteriores. La Constitución
Política de Guatemala la podemos clasificar como una Constitución escrita, rígida, desarrollada o extensa y, a la vez,
codificada, principiando su texto en el artículo 1 y concluyendo en el artículo 281. Además, el constituyente decretó 27
30
artículos finales y transitorios, muchos de ellos ya sin vigencia porque cumplieron su cometido y se auto-derogaron por
esa circunstancia.
Como una particularidad que ha sido constante en nuestra historia jurídica, la última Asamblea Nacional Constituyente
decretó cuatro leyes básicas conocidas como “leyes constitucionales”: la Ley de orden Público, la Ley de Emisión del
Pensamiento, la Ley Electoral y de Partidos Políticos y la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad,
que se relaciona con temas muy ligados a la materia constitucional; pero, que no forman parte formal de la Constitución
por no estar ubicadas dentro del texto constitucional. Así, el calificativo de “constitucionales” es eso: un calificativo. Estas
leyes gozan de cierta jerarquía dentro del ordenamiento jurídico, especialmente porque desarrollan temas que contempla
específicamente la Constitución y para ser reformadas existe un procedimiento diferente al que se utiliza para reformar
las leyes ordinarias, de manera que no puede pensarse en una Constitución no codificada.

Constitución En Sentido Material Y Sentido Formal

El tema de la Constitución en sentido formal y en sentido material, es recurrente en los autores de teoría constitucional, lo
que ya notamos al referirnos a las tesis de Hans Kelsen. Veamos en qué consisten estos sentidos, aunque es una
distinción que la doctrina explica desde diferentes perspectivas.

Constitución En Sentido Material


La constitución en sentido material, según Bidart Campos, citado por Naranjo Meza, es el conjunto de reglas
fundamentales relativas a la organización y la actividad del Estado. Estas reglas se refieren a la materia de la Constitución,
dentro de la cual se contienen las competencias de las tres funciones fundamentales del Estado: función legislativa, función
ejecutiva y función judicial, Lo que cada organismo ejecuta dentro su función específica son sus atribuciones y es el ámbito
de su competencia acorde con el principio de legalidad. Por ejemplo, qué hace el Congreso de la República o qué le
compete al Presidente de la República, son temas del ámbito material de la Constitución.

Constitución En Sentido Formal

La constitución en sentido formal se dice que es la forma que se adopta para que exista esa ley fundamental, es el
documento que contiene la Constitución; y también se argumenta que son las reglas procedimentales para el actuar de
los organismos y órganos del Estado, la que, a mi juicio, incluye las de formación de la ley y las de reforma constitucional.
Es decir, toda norma que regule un procedimiento dentro del texto constitucional o la forma que presente, es parte de la
Constitución en sentido formal.

Debe advertirse que esta división de los sentidos de una Constitución, no necesariamente coincide con la realidad
normativa. En la doctrina española, precisamente, se nos habla de normas materialmente constitucionales que tienen tal
naturaleza, pero que no están formalmente en la Constitución; y de normas que no son constitucionales por su materia,
pero sí lo son al haber sido incluidas en el texto, por una falta de técnica de formulación y desconocimiento de lo que debe
contener una Constitución, tal el caso de la regla que obliga a los propietarios de empresas periodísticas a obtener un
seguro de vida para sus reporteros, disposición que obviamente no debiera ser materia constitucional, pero que sí lo es
por haber sido incluida en la Constitución de 1985, en el último párrafo del artículo 35. En cambio, la norma del artículo 2
de la Ley del organismo Judicial, que establece cuáles son las fuentes del Derecho, sí debiera estar en la Constitución,
por lo que autores españoles de la teoría general del Derecho la estiman como una norma materialmente constitucional,
al menos como clasificación teórica.

En la literatura jurídica alemana ha surgido la discusión si puede existir la inconstitucionalidad de las normas
constitucionales, cuyo razonamiento tiene relación con la constitución en sentido formal. Resulta que para autores como
Otto Bachof, existe un derecho fuera de los textos positivos; un campo metajurídico formado por los principios y los valore
que se encuentran o no literalizados o escritos en el texto constitucional. Si se acepta la existencia de este derecho
31
suprapositivo, idea que el positivismo rechaza, la contradicción entre una norma constitucional y un principio o un valor
jurídico, esa norma sería inconstitucional. Conforme esta corriente de Bachof, normas en sentido formal son las que ha
producido el poder constituyente y normas en sentido material serían aquellas que, junto a las que regulan aspectos
sustantivos constitucionales, se refieren a las reglas de naturaleza axiológica: principios, valores y normas de naturaleza
moral que constan en el documento (2010:57).

g. Valor jurídico de la costumbre constitucional

Los usos nacidos de la vida política en el interior del Estado es lo que comúnmente se califica como costumbre
constitucional, diferente de la Constitución consuetudinaria, puesto que esta resulta de tradiciones a las cuales no se
opone ningún texto escrito anterior, en tanto que aquella surge dentro de un Estado regido por una Constitución escrita.
Lo que sucede es que el desenvolvimiento de la vida política en estos casos, hace aparecer, como anota Burdeau, lo que
hay de artificial en la Constitución dogmática, e introduce entonces usos y prácticas que a veces la complementan y en
otras la deforman o contradicen. Como ejemplos de aplicación de la costumbre constitucional, podrían citarse la institución
del presidente del Consejo, durante la III República francesa, la cual se impuso por la práctica mucho antes de ser
consagrada en la Constitución; igualmente en Francia, el papel atribuido al jefe del Estado bajo la V República, que
contradice la disposición de la Constitución de 1958 que confía al gobierno la conducción política de la Nación, o el uso
introducido por los residentes de Estados Unidos, como muy raras excepciones, durante largo tiempo, de no postularse
sino para una sola reelección. En cuanto hace al valor jurídico de la costumbre constitucional, el profesor Burdeau explica
que una gran parte de la doctrina admite que la costumbre constitucional debe ser clasificada entre las fuentes del derecho
positivo y que a este título podría intervenir contra legem, es decir, modificar o aun abrogar disposiciones contenidas en
una ley constitucional. Entre las razones que se aducen para ello, están las de que su flexibilidad permite corregir el rigor
de los textos escritos para adaptarlos a las circunstancias, y que su modo de formación garantiza su oportunidad en un
dominio en el cual la experiencia es a menudo más fecunda que el dogmatismo.

El mismo Burdeau refuta, en los siguientes términos, estos argumentos: “Observemos, dice él, que, en materia
constitucional, la costumbre es casi siempre una creación de los gobernantes, la masa no intervine sino para aceptar
tácitamente las consecuencias. Si entonces los gobernantes adoptan ciertas prácticas por fuera de las reglas previstas
por la Constitución, nada se opone a que se reconozca como obligatorio el uso que no contradice ningún texto. Si, por el
contrario, la práctica se establece contra legem, ¿puede admitirse que ella tiene el poder de abrogar la ley?”. El eminente
jurista responde explicando la primacía de la regla escrita sobre la costumbre: “Cuando el legislador constituyente inscribe
una regla en la Constitución, obedece a una convicción jurídica existente en el grupo en cuanto a la importancia de esta
regla. Si ella es consagrada de una manera especial es, de una parte, para que ella sea precisa y, de la otra, para que
escape a las intervenciones del legislador ordinario, La redacción cristaliza arbitrariamente la regla del derecho, pero este
arbitrario es querido porque se le considera necesario a una cierta seguridad política. La regla podrá ser cambiada por
un procedimiento especial de revisión, pero la costumbre no prevalecerá contra ella… En definitiva, concluye BURDEAU,
aparece que “la costumbre constitucional puede valederamente influir para complementar un texto insuficiente o para
interpretarlo, pero no para corregirlo. Por su parte el profesor VEDEL afirma que al conceder fuerza a la costumbre sobre
la Constitución escrita, se llegaría a la concepción de que toda constitución y todo sistema de derecho no vale sino como
formulación de reglas consuetudinarias, que perderían su valor al encontrar usos repetidos opuestos, lo cual equivaldría
a rehacer todas las concepciones del derecho público y el sentido clásico de Constitución, porque se convertirían en fuente
de derecho constitucional no solo sus prescripciones sino sus violaciones.

32
7. FUNCIONES DE LA CONSTITUCIÓN

La idea de contrato social que propugna Juan Jacobo Rousseau en el siglo XVIII está presenta en la mayor parte de los
textos constitucionales, los individuos que pertence a una comunidad deciden libremente establecer las reglas del juego
que van a regular la vida social.

Actualmente está asumido por todos los analistas que la Constitución es la norma promulgada que permite la pacífica
convivencia de los ciudadanos en el marco de un Estado de Derecho.

La Constitución en el momento de su aparición como concepto moderno tenía como función básica la limitación del poder
ejercido hasta entonces de manera incontrolada por unas minorías privilegiadas, reducidas élites, y a veces por una sola
persona.

Con la implantación del sistema constitucional, la burguesía hizo prevalecer las libertades y derechos individuales de un
sector social más amplio, que en líneas generales coincidía con las clases medias (un sector bastante reducido en el siglo
XIX). Este sector puedo mantenerse en el poder en el marco del estado liberal a lo largo de todo el siglo con la ayuda del
sufragio censitario, que le permitía neutralizar a un tiempo a los antiguos privilegiados y al proletariado.

Cuando se adoptó el sufragio universal, la Constitución perdió su antigua significación de instrumento de la burguesía al
servicio de unos intereses de clase. Ahora se introducen nuevas formulaciones y en consecuencia las funciones
responden a nuevas necesidades. Jorge de Esteba, en su obra Las Constituciones de España (Madrid, Taurus, 1981)
resume estas funciones:

a. Función Legisladora

Que entra en vigor cuando se introduce un cambio político básico o se crean nuevos estados (descolonización). En
España, en el siglo XIX y primer tercio del XX cada cambio político iba acompañado de un cambio constitucional.
La Constitución da legitimidad al Estado que la posee. En aquellos países que están lejos de la democracia, da apariencia
de legitimidad, aunque esté carente de operatividad.

b. Función Política

Que responde a la propia esencia de la Constitución, pues clarifica la problemática central de toda política; es decir, quién
dirige a quién, en qué sentido, con qué fin, por qué medios y con qué limitaciones. En efecto, las constituciones como
normas escritas y promulgadas surgieron para limitar el poder absoluto y asegurar los derechos de los ciudadanos. Así el
Artículo 16 de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano manifiesta: Toda sociedad en donde la garantía
de derechos no se encuentra asegurada no tiene Constitución.

c. Función Organizativa

Ya ese es un reglamento o código a base del cual se articula la organización de Estado. En este sentido toda Constitución
consta de una parte dogmática en la que se define todo lo que se refiere a la soberanía, y una parte organizativa en la
que se reglamenta la convivencia pública mediante el reparto de las competencias oportunas.

d. Función jurídica

Se da esta función desde el momento en que cualquier forma de gobierno se sujeta al funcionamiento de esta ley
fundamental. Por eso se habla de Estado de Derecho.

33
e. Función ideológica

Se da porque la Constitución es una declaración programática que refleja la ideología del grupo o grupos que la realizan,
aunque sea en función de todos los ciudadanos. Fluctúan desde posiciones liberales (Estados Unidos) a posiciones
socialistas (República Popular de China)

f. Función Transformadora

En tanto no debe ser rígida, ni de un grupo o una generación, sino que debe evolucionar de acuerdo con las exigencias
sociales del momento. En este sentido la Constitución de Estados Unidos, con más de doscientos años, es un buen
ejemplo de ley fundamental dinámica, capaz de sobrevivir al paso el tiempo.

8. INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL

a. La razón de ser de la interpretación constitucional


La interpretación de la norma constitucional -también llamada hermenéutica12 o exégesis- consiste en la labor,
adelantada por autoridad competente, de averiguar o desentrañar el sentido de las reglas plasmadas en el texto de la
Constitución Política de un Estado, para cotejarlas con otras normas del derecho positivo interno, tomando en cuenta
la realidad sobre la cual han de aplicarse, con objeto de hacer prevalecer aquellas, como resultado del principio de la
supremacía constitucional, antes estudiado.
La interpretación constitucional plantea problemas de diversa índole. Para comenzar, está el de la determinación de
la autoridad u órgano del Estado al cual se debe confiar tan importante y compleja labor. Luego, el de si esta
interpretación debe ceñirse a los mismos parámetros o criterios de la interpretación de la ley. Otro, en fin, es el de los
métodos o sistemas que deben aplicarse en la interpretación constitucional.

b. Organo competente para la interpretación constitucional “por vía de autoridad”:


Se entiende por interpretación “por vía de autoridad” aquella que se adelanta por el órgano competente del Estado
para tal efecto, y que por tanto tiene el carácter de definitiva y de obligatoria; esto es, tiene fuerza vinculante para
todos los demás órganos del Estado y, en general, para toda la población del mismo. Como se estudió en el capítulo

12
La hermenéutica (del griego ἑρμηνευτικὴ τέχνη [hermeneutiké tekhne], 'arte de interpretar y, asimismo, explicar o traducir’) es el
arte de la interpretación, explicación y traducción de la comunicación escrita, la comunicación verbal y, ya secundariamente,
la comunicación no verbal. Su concepto central de constitución moderna es el de comprensión (Verstehen) de textos escritos
importantes.
La necesidad de una disciplina hermenéutica viene determinada por las complejidades del lenguaje, que frecuentemente conducen a
conclusiones diferentes e incluso contrapuestas en lo que se refiere al significado de los textos. La hermenéutica, eminentemente
desde Schleiermacher, su fundamentador moderno, responde a la máxima célebre de alcanzar a comprender al autor mejor de lo que
él mismo alcanzaba a comprenderse. La hermenéutica intenta descifrar el significado complejo, oculto o no evidente que subyace en
el discurso y, a este fin, intenta la exégesis de la razón misma sobre el significado.1
A veces «exégesis» y «hermenéutica» se usan como términos sinónimos, pero la hermenéutica es una disciplina metodológica más
amplia por cuanto resulta difícil fijar sus límites y puede abarcar no solo la comunicación escrita, verbal, sino también no verbal.
'Hermenéutica', como sustantivo singular, se refiere a un método particular de interpretación (a diferencia de un criterio de 'doble
hermenéutica'). La exégesis se centra especialmente en las escrituras sagradas y los textos filosóficos y artísticos.
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Hermen%C3%A9utica#:~:text=Significa%20que%20alguna%20cosa%20se,comunicaci%C3%B3n%20y%
20el%20entendimiento%20humano.

34
anterior, el control de la constitucionalidad de las leyes se ha confiado, según los países, las épocas o los sistemas, o
bien a un cuerpo de naturaleza política -generalmente el Congreso o Parlamento- o bien a un cuerpo de naturaleza
jurisdiccional. Cuando este control se confía a un cuerpo político, es natural que a este -que como se ha dicho es
generalmente el propio órgano legislativo encargado de hacer las leyes-, se le confíe al mismo tiempo la labor de
interpretar “por vía de autoridad” la constitucionalidad de la ley que él mismo hace. Es decir, que con estos sistemas
al Parlamento o Congreso -salvo que se haya establecido otro cuerpo político para el efecto- le corresponde al mismo
tiempo la interpretación de la Constitución y de la ley.

En cambio, cuando el control de constitucionalidad se ha confiado a un cuerpo de naturaleza jurisdiccional -los jueces
y tribunales ordinarios, o un tribunal especial- la interpretación constitucional se les confía a estos. En tales casos,
entonces la titularidad de la función de interpretación puede estar, por así decirlo, repartida entre los jueces y
tribunales, según su competencia, o concentrada en un solo órgano, un tribunal especialmente revestido de esta
facultad, que suele ser el máximo tribunal de la jurisdicción ordinaria -la Corte Suprema de Justicia-, o un tribunal
especial de constitucionalidad -una Corte o Tribunal Constitucional-. También puede darse el caso de que esta
atribución sea compartida con otro tribunal especial, como podría ser el máximo tribunal de lo contencioso-
administrativo (en el caso colombiano, el Consejo de Estado y en el caso de Guatemala, la Corte de
Constitucionalidad).

c. Definición de la interpretación constitucional


Todo Estado como su ordenamiento jurídico, es diseñado con ánimo de permanencia en el tiempo. Esto implica que
su normativa debe ser dinámica para poder afrontar los deferentes fenómenos que la organización política afronte en
su devenir histórico. Esa necesidad de adecuación a la dinámica social es también resentida por la norma
constitucional, aunque en menor medida que la normativa ordinaria pues las normas de la primera se encuentran en
el mayor campo de generalidad que posee el ordenamiento jurídico.

Así, una Constitución cambia y necesita cambiar para adecuarse a la dinámica realidad. Dichos cambios pueden
producirse, primordialmente, a través de: a) la reforma constitucional: b) la interpretación constitucional; c) la
costumbre constitucional; y, d) los movimientos violentos.

En lo que refiere a la interpretación constitucional, podemos indicar que constituye un proceso de adecuación de la
norma a la realidad y viceversa. Ese proceso sigue las mismas reglas que le son generales al demás orden jurídico,
sin embargo, estimamos que no por ello las reglas de la misma se deban encontrar en una norma ordinaria. Así, la
interpretación constitucional responde a sus particularidades de norma suprema.

Gran parte de las constituciones no contienen reglas de interpretación que señalen la manera en que han de ser
interpretados sus preceptos. Sin embargo, ello no implica que se deba interpretar conforme a las reglas establecidas
en una ley ordinaria (la Ley del Organismo Judicial, para el caso guatemalteco), pues la misma es emitida por un
legislador ordinario, inferior al legislador constitucional. En razón de lo anterior, se han formulado una serie de
métodos o sistemas de interpretación constitucional para orientar al juez y magistrado en su tarea interpretativa.

d. Reglas de interpretación constitucional


Como estudioso e intérprete de la Constitución de la República Argentina, el maestro Segundo V. Linares Quintana
estableció una serie de normas o principios que nos ayudan o nos facilitan la tarea interpretativa. A las enunciadas por el
autor citado le hemos agregado algunos comentarios personales a los efectos de su mejor explicación. Dichas normas
son las siguientes:

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i. Fin supremo de la constitución

En la interpretación siempre debe prevalecer el contenido teleológico de la Constitución, que, si es instrumento de


gobierno, también y principalmente es restricción de poderes en amparo de libertad individual. La finalidad suprema y
última de la norma constitucional es la protección y la garantía de la libertad y la dignidad del hombre. Por consecuencia,
la interpretación de la Constitución debe orientarse siempre hacia aquella meta suprema.

ii. Interpretación amplia o extensiva

Interpretación amplia o extensiva: La Constitución debe ser interpretada con un criterio amplio, liberal y practico, y nunca
estrecho, limitado y técnico, de forma que en la aplicación práctica de sus disposiciones se cumplan cabalmente los fines
que la informan.

La intención que se manifiesta con esta regla es que las normas constitucionales siempre deber ser interpretadas de
manera tal que los derechos y las garantías que expresan sean aplicadas con la mayor amplitud posible, sin poner límites
ficticios que restrinjan y hagan estrecha a la Norma Fundamental.

iii. Sentido de las palabras de la Constitución

Las palabras que emplea a Constitución deben entenderse en su sentido general y común, a menos que resulte claramente
de su texto que el constituyente quiso referirse a su sentido legal técnico; y en ningún caso ha de suponerse que un
término constitucional es superfluo o está de más si no que su utilización obedeció a un designio preconcebido de los
autores de la Constitución.

El vocabulario utilizado por el constituyente al momento de discutir y plasmar en normas sus pensamientos e ideas, debe
estar orientado a que las mencionadas normas sean asequibles a toda la población.
Por ello es necesario que el lenguaje aplicado sea común, que represente el conocimiento cotidiano de la comunidad.

iv. La Constitución como un todo orgánico

La Constitución debe interpretarse como un conjunto armónico y orgánico, en el cual el significado de cada parte debe
determinarse en armonía con el de las partes restantes: ninguna disposición debe ser considerada aisladamente y siempre
debe preferirse la interpretación que armonice y no la que coloque en pugna a las distintas partes de la ley suprema.
La Constitución, como plan de gobierno de una comunidad organizada, tiene que ser interpretada en su conjunto. Sus
normas tienen que ser analizadas como parte de un sistema, esto es, en forma integral.
Para ilustrar aspectos de esta regla, se puede hacer referencia a lo manifestado por la Corte de Constitucionalidad, que
respecto a la Constitución como un todo orgánico indicó:
“…parte del principio hermenéutico de que la Constitución debe interpretarse como un conjunto armónico, en el
significado de cada parte debe determinarse en forma acorde con las restantes, que ninguna disposición debe
ser considerada aisladamente y que debe preferirse la conclusión que armonice y no la coloque en pugna a las
distintas cláusulas del texto”.

v. La Constitución como instrumento de gobierno permanente

La Constitución, en cuanto instrumento de gobierno permanente, cuya flexibilidad y generalidad le permite adaptarse a
todos los tiempo y circunstancias, ha de ser interpretada teniendo en cuenta, no solamente las condiciones circunstancias
y necesidades existente al momento de su sanción, sino también las condiciones, circunstancias y necesidades sociales,
económica y políticas que existen al tiempo de su aplicación e interpretación, de manera que siempre sea posible el cabal
cumplimiento de los grandes fines que informan a la Constitución.

36
Para que esta regla sea mejor aplicada, también se deben tener en cuenta los antecedentes que le dieron vida a la
Constitución que está vigente; esos antecedentes le dieron visos de realidad a la Ley Suprema, todo esto, con el fin de
que dentro de su elasticidad y generalidad le impida envejecer con la modificación de ideas, el incremento o redistribución
de intereses, y de esta manera siga siendo el instrumento de la ordenación política y moral de la República.

vi. Privilegios y excepciones

Las excepciones y privilegios deben interpretarse con criterio restrictivo.


Los privilegios siempre causan malestar en una comunidad, y son más resistidos, fundamentalmente, aquellos cuya
utilización afecta intereses o derechos de otros, por lo que estos privilegios deben recibir una interpretación restrictiva.
Un clásico ejemplo de privilegio o excepción, son las exenciones tributarias. La Corte de Constitucionalidad ha establecido:

“Por la exencion se excluyen por razones determinadas, a quienes de acuerdo con los términos de la ley alcanza
el gravamen; es especial porque priva el principio de que el impuesto debe ser general cubriendo a la totalidad
de los contribuyentes; por ello, una exención tiene una razonabilidad, ya sea a favor del Estado para impulsar el
desarrollo o a favor de ciertas actividades útiles.”(…) “De ahí que las exenciones se encuentran establecidas en
la ley con carácter de excepción a la obligación impositiva tributaria cuya determinación compete fijar al Congreso
de la República por mandato de la propia Constitución. Corresponde a sus propias facultades de valoración,
establecer quiénes están exentos del pago de la obligación tributaria y quiénes no…”

vii. Presunción de constitucionalidad

Los actos de los poderes públicos se presumen constitucionales en tanto mediante una interpretación razonable de la
Constitución puedan ser armonizados con esta.
Debemos afirmar, que los poderes públicos en su accionar cotidiano no efectúan actos que tengan como fin la violación
sistemática y deliberada de la Carta Magna de la República. Es por ello que los jueces deben presumir que los actos
realizados por cualesquiera de los poderes públicos en el cumplimiento de sus funciones sos constitucionales mientras no
se demuestre lo contrario.
La Corte de Constitucionalidad, en lo referente al asunto ha expresado:
“Los actos y las normas que tienen una presunción de constitucionalidad, lo que trae como consecuencia el
considerar como excepcional la posibilidad de invalidarlos; situación que especialmente se manifiesta cuando se
trata del órgano legislativo, el cual dispone de distintas alternativas a la hora de legislar, siempre dentro del marco
fijado por el constituyente. Puede declararse la inconstitucionalidad cuando es evidente la contradicción con la
Constitución y existan razones sólidas para hacerlo.

Además de la clasificación expuesta precedentemente, el jurista alemán Hesse propone la siguiente sistematización de
principios de la interpretación constitucional que como se podrá advertir, comulga en muchos aspectos con la clasificación
desarrollada:

viii. Principio de unidad de la Constitución

Según Hesse, la relación e interdependencia existente entre los diversos elementos de la Constitución obligan a no
contemplar una norma aisladamente sino siempre en el conjunto en el que debe ser situada, evitando justamente, la
contradicción con otras normas constitucionales. La interpretación de un precepto ha de ser coherente con las decisiones
básicas de la Constitución, de ahí que en el ámbito de la interpretación constitucional juegue un papel muy relevante el
método sistemático.

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ix. Principio concordancia práctica

Según estén los bienes constitucionalmente protegidos han de ser coordinados de tal modo que la solución interpretativa
al caso concreto haga que todos ellos conserven su entidad. PoR ello, cuando se produce colisión entre diversos bienes
o valores constitucionalmente protegidos (por ejemplo, la libertad frente a la igualdad) el conflicto no debe solucionarse
mediante una precipitada “ponderación de bienes” o “ponderación de valores”. La ponderación de bienes no proporciona
un criterio orientador y, por otro lado, implica el peligro de sacrificar una parte de la Constitución, es decir, no realizar su
unidad. Por el contrario, el principio de unidad de la Constitución exige una labor de “optimización”, es decir, de establecer,
por ejemplo, los límites de ambos bienes con el fin de que ambos alcancen su efectividad óptima. Se trata, pues, de una
labor de “proporcionar” a partir del caso concreto.

x. Principio de corrección funcional

En virtud de este principio, el órgano que interpreta ha de mantenerse en el ejercicio de su tarea dentro del marco de las
funciones a él encomendadas por la Constitución y, por lo tanto, le está vedada la alteración de tales funciones a través
del modo y del resultado de dicha interpretación. Dicho de otro modo, al intérprete constitucional no le está permitido, por
vía interpretativa, variar o modificar las potestades atribuidas por la Constitución a los diferentes órganos constitucionales.
Esto es aplicable a las relaciones entre el legislador y el tribunal constitucional: puesto que a este último le está
encomendada la potestad de controlar la ley, le está vedada una interpretación que reduzca la libertad conformadora del
legislador, o a establecer por ejemplo cuál es la única interpretación constitucionalmente correcta de una determinada ley.

xi. Principio de fuerza normativa de la constitución

Este principio parte de la afirmación de que la Constitución tiene vocación de ser constantemente actualizada, Dado que
las posibilidades y condicionamientos jurídicos de dicha actualización son cambiantes, es preciso dar preferencia a
aquellos puntos de vista que ayuden a las normas de la Constitución a obtener la máxima eficacia, a tenor de las
circunstancias de cada caso.

xii. Principio de presunción de constitucionalidad de los actos normativos

Se trata, como ya hemos indicado, de una regla interpretativa vinculada al principio democrático. En virtud de ella, las
leyes, y en general las normas que emanan de los órganos constitucionalidad. En consecuencia, el intérprete ha de buscar,
en primer lugar, la interpretación constitucionalmente adecuada de la norma.

xiii. Principio de argumentación

Hoy se admite pacíficamente que no existe ni puede existir una única y excluyente interpretación de la norma, sino que
“la norma presenta siempre un marco abierto a varias posibilidades” (Kelsen). Pero lo que verdaderamente importa es
que la consecuencia del proceso interpretativo sea el resultado de una argumentación jurídica que pueda calificarse por
sí misma; esto es, que no sea arbitraria. El proceso interpretativo, por las razones que ya expusimos, no puede ser
caótico, sino racional, y en esa medida, para facilitar su control público y la posibilidad crítica, han de mostrarse
explícitamente los pasos que han guiado el proceso interpretativo merced al cual se puede alcanzar una conclusión.

e. Métodos o sistemas de interpretación constitucional

Son diferentes y numerosos los sistemas o métodos que se emplean en la interpretación de la norma constitucional.
Vamos a adoptar la clasificación que enuncia el autor Vladimiro Naranjo Mesa, quien establece las siguientes categorías:
1) Según la fuente (interpretación auténtica, doctrinaria y judicial). 2) Según los métodos empleados (interpretación literal
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y sistemática). 3) Según la amplitud y la eficiencia (interpretación restrictiva, extensiva y analógica). 4) Según los
antecedentes, referencias o indicadores (interpretación histórica, política, evolutiva y teleológica).

i. Según la fuente:
1. Interpretación auténtica: Este sistema de interpretación, llamado también “por vía de autoridad”, consiste
en que aquella proviene del órgano al que la Constitución le confiere dicha facultad.
Esta función compete al tribunal al cual la Carta Política le ha asignado tal función; en los países en donde
existe Tribunal o Corte Constitucional, es, pues, a esta corporación a la cual corresponde la interpretación
auténtica de sus normas.
2. Interpretación doctrinaria: Es la que hacen los juristas en sus obras al analizar el contenido y los
alcances de las normas, y también de la jurisprudencia de los tribunales. En esta interpretación teórica,
los autores se basan en su apreciación de los principios jurídicos y de la teoría del derecho, y pueden
utilizar diversos criterios de interpretación.
3. Interpretación judicial: Es aquella que realizan los jueces y magistrados dentro de la órbita de su función.
En el caso concreto de la interpretación constitucional es entonces la que realiza el órgano u órganos
competentes para ello. Esta interpretación se traduce en decisiones; particularmente en sentencias.

ii. Según los métodos empleados:


1. Interpretación literal o gramatical: Este sistema consiste en asignar a las palabras empleadas en las
normas constitucionales el significado exacto que dichos vocablos tienen en el lenguaje ordinario,
conforme a las definiciones que de ella se den en los diccionarios más reputados, o en el lenguaje técnico-
jurídico usualmente utilizado en la respectiva área del conocimiento. La interpretación literal o gramatical
resulta particularmente útil cuando se trata de desentrañar el significado de términos utilizados en forma
aparentemente ambigua o confusa, o cuando se trata de términos de carácter técnico o científico que no
son propiamente jurídicos.
La Corte de Constitucionalidad, a partir de una Opinión Consultiva, en referencia a la interpretación literal,
indicó:
“Partiendo del principio de su interpretación literal, es evidente que la prohibición contenida en el
inciso a) del artículo 186 de la Constitución Política de la República, se refiere en concreto a: (i) El
caudillo y los jefes de un golpe de Estado, revolución armada o movimiento similar, que haya
alterado el orden constitucional, y a (ii) quienes como consecuencia de tales hechos asuman la
jefatura de Gobierno. Esto significa que el caudillo y los jefes de los hechos descritos, aunque no
hubieren asumido la jefatura de gobierno, tienen prohibición para optar a los cargos de Presidente
o Vicepresidente de la República, y también la tienen quienes como consecuencia de tales hechos
asuman la Jefatura de Gobierno.
Establece el precepto la prohibición para dos tipos de personas: a) los que hubieren participado
decisivamente en actividades que condujeron a la alteración del orden constitucional,
denominados caudillos o jefes; y b) los que hubieren asumido la jefatura del Gobierno como
consecuencia de tales hechos.”
El Tribunal Constitucional español también se ha pronunciado sobre el asunto, y ha expresado que existe
la necesidad de “respetar el sentido semántico de los términos”. (STC, 50/1983)
2. Interpretación sistemática: El método sistemático de interpretación puede ser definido como la
comparación que se hace de determinada norma con el texto de la Carta Fundamental, considerando este
como un todo.
Muchos autores sostienen que el método sistemático de interpretación constitucional es el más útil. Desde
la Carta Magna, que tiende a constitucionalizar el ordenamiento, la certeza del derecho se fundamenta en
la certeza de la Constitución, lo cual no quiere decir que se eleve a rango constitucional todo el
ordenamiento, sino que este se encuentra férreamente sometido a los preceptos de la Constitución.
Para ello se utilizan principalmente dos procedimientos.

39
• El primero consiste en prevenir el contenido de leyes futuras, asegurando la regularidad de un
precepto.
• El segundo, adopta el mecanismo sistemático en el sentido de interpretar todo el ordenamiento
jurídico conforme a la Constitución, de tal manera que ninguna ley pueda ser interpretada en forma
aislada de los textos contenidos en la Ley Fundamental.

La sistematicidad debe ser entendida a partir del momento en que en un país se da una Constitución,
forzando al resto del ordenamiento jurídico a ser interpretado conforme a los preceptos de ella. En un
sistema de Constitución rígida, tal sistematicidad es jerárquica, pues las relaciones entre sus
componentes no revisten el carácter de igualitarias.
En síntesis, la interpretación sistemática surge de la comprensión de todo el orden jurídico, conforme a la
Constitución.
En referencia a esta categoría, el Tribunal Constitucional español ha establecido: “Para el Tribunal
Constitucional el criterio sistemático es esencial, puesto que es la consecuencia de la comprensión de
todo el orden jurídico conforme a la Constitución”. (STC, 67/1983)

iii. Según la amplitud y eficiencia


1. Interpretación restrictiva: La forma restrictiva de interpretación consiste en entender y aplicar las normas
en su sentido más limitado o reducido.
2. Interpretación extensiva: La aplicación extensiva busca entender y utilizar en el sentido más amplio
posible la norma, y su procedencia depende, igualmente, del carácter del texto analizado; por ello, algunos
autores consideran que en materia de libertades personales fundamentales las normas que las consagran
deben ser interpretadas en forma extensiva.
3. Interpretación analógica: En cuanto a la interpretación analógica, cabe anotar que con ella se busca que
el intérprete establezca la semejanza entre un caso claramente cubierto por la norma y otro no previsto
por ella, para proceder a investigar cuál es el criterio con que la norma enfoca el caso previsto y así aplicar
el mismo criterio al que no lo está.

f. Según los antecedentes, referencias o indicadores

i. Interpretación histórica: Este sistema consiste en indagar los antecedentes o raíces históricas de la norma
constitucional para desentrañar su espíritu. Para ello se tiene en consideración las motivaciones y circunstancias que en
su momento llevaron a su adopción por parte del constituyente, así como el proceso realizado para tal efecto. Se tienen
en cuanta también las circunstancias sociopolíticas y, según el caso, económicas y culturales que rodean el momento de
la consagración de la norma. Se trata de un método de interpretación muy útil que permite arrojar luz sobre la voluntad
que animó al constituyente a la consagración de la norma.

ii. Interpretación política: Este método hace particular énfasis en los valores o sentido político de la Constitución, los
cuales sirven de guía al intérprete para resolver los asuntos de índole constitucional que le han sido sometidos, aunque
sin excluir los métodos de la hermenéutica jurídica.
Toda Constitución implica la preponderancia de un determinado régimen político, así como de una determinada forma de
Estado. Con base en lo anteriormente expresado, el intérprete constitucional dispone de un margen de creatividad que le
permite fallar no solo dentro de los estrictos límites de la ley positiva, sino consultando el espíritu y el alcance político de
la norma constitucional, y también las realidades de la sociedad en la cual ha de cumplirse su decisión.

iii. Interpretación evolutiva: En estrecha relación con el concepto de Constitución en sentido material, se encuentra el
principio de la interpretación evolutiva, el cual tiende a superar la mera identificación del objeto de interpretación con el

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texto o documento formal, para hacer una interpretación según el modo de aplicar el contenido de la norma, atendiendo a
las circunstancias cambiantes del momento.
A juicio de quienes siguen este método de interpretación, la Constitución debe aplicar el intérprete es aquella que refleja,
pues, las condiciones socioeconómicas y políticas que se viven al momento de su aplicación.

iv. Interpretación teleológica o finalista: Este método se inspira en el fin perseguido por la norma constitucional.
Toda Constitución consagra jurídicamente una finalidad que es, en definitiva, la idea política dominante en la sociedad
que determina su creación y funcionamiento. La finalidad de toda Constitución democrática generada por el movimiento
constitucionalista reside en limitar y controlar el poder en salvaguarda de la libertad y dignidad del hombre.
El Tribunal Constitucional español ha sumido en ocasiones este criterio de interpretación, declarando que “el orden
jurídico, por su propia naturaleza, se resiste a ser congelado en un momento histórico determinado” (STC. 20 de julio de
1981). Asimismo, ha expresado que “la evolutividad del derecho y la necesidad de una interpretación de este tipo es
también, para el Tribunal, consecuencia de los objetivos marcados en la Constitución, como es el alcanzar un orden social
y económico justo” (STC, 1/1982).

9. MEDIOS DE DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN

a) Concepto: todos aquellos instrumentos encaminados a proteger el orden constitucional.

Tal y como lo señala García Laguardia, el inicio de la defensa constitucional propiamente dicha se puede ubicar en el
constitucionalismo liberal. “Sin embargo, el desarrollo de la teoría es reciente. En su inicio, el sistema de judicial review de
tipo difuso norteamericano, formulado jurisprudencialmente por la Suprema Corte, en los primeros años del siglo XIX; la
recepción de la institución inglesa del hábeas corpus; y la configuración del juicio de amparo mexicano como institución
protectora, son los antecedentes decimonónicos de la teoría, que ha tenido diversos desarrollos. Y, en 1920, en la
Constitución austriaca, la creación de la Corte de Justicia Constitucional como sistema concentrado, bajo la inspiración
directa de Hans Kelsen.

Así, del parágrafo anterior podemos evidenciar que los pilares que fundamentaron la moderna teoría de la defensa
constitucional fueron, esencialmente:
• El sistema de control constitucional de tipo difuso norteamericano;
• La institución inglesa del Hábeas Corpus;
• El Juicio de Amparo mexicano;
• La Corte de Justicia Constitucional como sistema de control constitucional de tipo concentrado.

Con el fin de proveernos de una definición precisa sobre la teoría de la defensa de la constitución citaremos a Fix Zamudio,
quien al definirla afirma:

“La defensa de la Constitución está integrada por todos aquellos instrumentos jurídicos y procesales que se han
establecido tanto para conservar la normativa constitucional como para prevenir su violación, reprimir su desconocimiento,
y lo que es más importante, lograr el desarrollo y la evolución de las propias disposiciones constitucionales en un doble
sentido: desde el punto de vista de la Constitución formal lograr su paulatina adaptación a los cambios de la realidad
político-social y desde el ángulo de la Constitución material, su transformación de acuerdo con las normas programáticas
de la propia Carta Fundamental.”

Evidenciamos, de la anterior exposición, que la defensa de la Constitución no se limita a un sentido exclusivamente


conservador, sino que también abarca su aspecto dinámico, necesariamente. Sus objetivos son tanto el mantenimiento
de las normas fundamentales como su evolución y adaptación a la realidad social.

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Por este motivo nos atrevemos a sostener que una verdadera defensa constitucional es la que puede lograr la
aproximación entre esos dos sectores, que en ocasiones pueden encontrarse muy distanciados: la Constitución formal y
la Constitución material.

Del anterior parágrafo evidenciamos que la idea central es hacer derecho viviente a la Constitución formal; ello es, que el
texto escrito que fue sancionado por la Asamblea Nacional Constituyente sea efectivamente acatado tanto por
gobernantes como por gobernados, y eso se logrará, en buena parte, cuando ese texto plasme el sentir y las aspiraciones
de la mayoría de la sociedad.

b. Categorías de defensa de la constitución

i. La protección de la Constitución
Esta se integra por “todos aquellos instrumentos políticos, económicos, sociales y de técnica jurídica que han sido
canalizados a través de normas de carácter fundamental e incorporados a los documentos constitucionales, con el
propósito de limitar el poder y lograr que sus titulares se sometan a los lineamientos establecidos en la propia Constitución,
instrumentos que se refieren al aspecto fisiológico de la ley fundamental.

ii. Las garantías constitucionales


Esta segunda categoría está integrada por los medios jurídicos, predominantemente de carácter procesal, que están
dirigidos a la reintegración del orden constitucional cuando el mismo ha sido desconocido o violado por los propios órganos
del poder, a pesar de los instrumentos protectores, instrumentos destinados a la corrección de una patología
constitucional.
Las garantías constitucionales que contempla la Constitución Política son: la Exhibición Personal; el Amparo; y la
Inconstitucionalidad de las leyes.

c. instrumentos de defensa constitucional

i. Políticos
• División de poderes
• Controles intraórganos e interórganos:
o Procedimiento legislativo
o Refrendo ministerial
o Organización del Poder Judicial
o Veto presidencial
o Interpelación ministerial

ii. Económicos
Son instrumentos que se establecen para garantizar la pureza en el manejo de los recursos y su utilización dentro de los
límites constitucionales.

iii. Sociales
Régimen constitucional de los partidos políticos. Estos son instrumentos de carácter social que se orientan a la
preservación del orden constitucional a través de los grupos intermedios, especialmente los partidos políticos y los grupos
de presión, a los que se les da participación en los procesos de poder.

iv. Estrictamente jurídicos/rigidez constitucional

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Consecuencia de la supremacía constitucional es su rigidez. Un dificultoso procedimiento de reforma constitucional
contribuye a su defensa, a su estabilidad, para preservar el texto de circunstancias críticas, y además para incorporar al
proceso de su enmienda al titular de la soberanía a través del Poder Constituyente.

10. REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN

a. Definición: Todo cambio o incorporación que se realiza a las normas, instituciones, derechos o garantías
contenidos en la Constitución y las leyes que tengan dicha jerarquía; con el fin de actualizar el contenido constitucional a
la realidad social, encontrando su legitimación en la soberanía ejercida por el pueblo.

b. Clasificación doctrinaria de las reformas a la Constitución

i. Innovadoras, que son las que introducen o suprimen elementos que no existían o que desaparecen de la carta
fundamental, para dar lugar a un tipo de institución verdaderamente original dentro del sistema constitucional;

ii. Actualizadoras de una institución, cuyo objetivo es, bien reforzar o remozar el carácter de una institución ya existente,
o bien suprimirle elementos que ya no tienen razón de ser por su propia evolución;

iii. Actualizadoras de un texto, que tienen por objeto hacer corresponder el supuesto normativo con la realidad imperante;

iv. Explicativas, cuyo fin es explicitar el alcance y contenido de la norma y que generalmente se contentan con decir algo,
que de otro modo, ya estaba expresado en la Constitución; y

v. Correctivas, que son aquellas que o bien pretenden enmendar las deficientes expresiones o modificar la colocación de
los artículos sin alterar su contenido.

c. Órganos facultados para realizar reformas constitucionales

i. Asamblea Nacional Constituyente. Se podría definir a la misma como un ente colegiado, especialmente integrado
para elaborar un texto constitucional para un estado en formación, para reemplazar una Constitución ya existente o para
introducirle a la vigente, modificaciones sustanciales relacionadas con la organización del Estado y el reconocimiento de
nuevos derechos a los habitantes del país. Dentro de los estados constitucionales y democráticos, la Asamblea se
constituye como un mecanismo participativo y democrático, por medio el cual el pueblo ejerce su soberanía.
Naturaleza Jurídica: La Asamblea Nacional Constituyente es un ente que realiza un procedimiento extra constitucional,
que solo se utiliza de manera excepcional. Es la única que posee facultad para reformar los artículos contenidos en el
Capítulo I del Título II de la Constitución (del 3° al 46), que regula lo relativo a los Derechos Humanos. Por consiguiente,
se infiere que el Artículo 278 también requiere de dichos requisitos para su reforma.
- Artículo 278 y 279 de la Constitución Política de la República de Guatemala

ii. El Congreso de la República, que es un órgano ordinario y permanente;


Por exclusión, ya que existen artículos cuya competencia para su reforma es exclusiva de una Asamblea Nacional
Constituyente y otros que son pétreos, el Congreso podrá reformar los siguientes artículos: 1 y 2; 47 a 139; 142 a 164;
165 excepto el inciso g); 166 a 185; 188 a 277; 279 y 280. Para ello deberá contar con el voto de las dos terceras partes
del total de diputados (mayoría calificada) debiendo ser ratificadas las reformas por el pueblo mediante consulta
popular.
- Artículo 280 de la Constitución Política de la República de Guatemala.

iii Artículos pétreos. Dichos artículos regulan lo relativo a: el Estado de Guatemala, su soberanía, la facultad del
Congreso para desconocer al Presidente de la República si este continuara ejerciendo u cargo habiendo vencido el período
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para el cual fue electo; las prohibiciones para optar a los cargos de Presidente y Vicepresidente de la República. También
se infiere que el mismo Artículo 281 es pétreo.
- Artículo 281 de la Constitución Política de la República de Guatemala.

10. CRISIS CONSTITUCIONAL. ESTADOS DE EXCEPCIÓN

a. Definición

|Bidart Campos señala que la dinámica constitucional del Estado o del régimen político es continua, pero no siempre es
estable; hay cambios que rompen la estabilidad según la forma y la intensidad con que se realizan. La estabilidad no
excluye el cambio, pero requiere absorberlo sin padecer fisuras o quebrantamientos. Continúa expresando el autor
mencionado que en la dinámica constitucional se habla de situaciones normales y de situaciones anormales o patológicas.
Las situaciones de excepción, singulares, difíciles, anormales, reciben el nombre de emergencias. Las emergencias son,
pues, situaciones anormales o casos críticos, de carácter extraordinario, que perturban la dinámica constitucional (por ej.:
la guerra, el desorden doméstico o la conmoción interna, la crisis económica). Para remediar las emergencias, el Derecho
Constitucional establece institutos de emergencia (por ej.: el estado de guerra, la ley marcial, el estado de sitio, etc.). Las
emergencias son, entonces, acontecimientos o episodios reales, en tanto los institutos de emergencia son medidas de
prevención, seguridad y remedio, para contener, atenuar o subsanar las emergencias.

Si bien las constituciones son emitidas para perdurar en el tiempo, también dentro de estas se reconoce la posibilidad de
existencia de fenómenos políticos, sociales, naturales, económicos, bélicos, tanto internos como externos, que afecten de
tal manera el funcionamiento del Estado y sus instituciones que hagan peligrar la continuidad del ordenamiento
constitucional.

Los temas de la Crisis constitucional, de los estados de excepción y de la suspensión de garantías, encuentran sus
antecedentes remotos en la dictadura romana (501 a.C.), la cual reconocía una situación, de cierto modo reglada, a través
de la que se instauraba una dictadura transitoria que otorgaba amplios poderes a un solo hombre, que era designado por
el Senado. Dicha dictadura no podía exceder de seis meses; najo esta no se suspendía el funcionamiento de los
principales órganos del Estado; se restringían las libertades públicas reconocidas para los romanos. Resueltos los
problemas que motivaban la instauración de la dictadura transitoria, o vencido el plazo señalado, el dictador debía abdicar.
La dictadura temporal y la dictadura permanente (tiránica) siguieron presentes en la Edad Media. En la primera, se trataba
de la asunción de facultades amplias necesaria en momentos de conflictos internos y externos, que tenían una duración
limitada. La segunda, era ejercida por un tirano que usurpaba o distorsionaba estos poderes de manera permanente.

Durante el Renacimiento, se distinguía entre el jura imperii, que comprendía los atributos del soberano, rey o emperador,
y que comprendía la expedición de la legislación y su aplicación, en relación con el jura dominationes, que se ejercitaba
durante la guerra y la insurrección, en interés de la existencia estatal y de la tranquilidad social, situación durante la cual
el soberano podía apartarse del ius comune. Tanto en la hipótesis de una situación normal como en las de excepción, las
atribuciones del soberano, al menos teóricamente, estaban reguladas jurídicamente, en el primer supuesto por el ius
imperii, y en el segundo por el ius especiale.

Durante el período que Europa estuvo bajo el gobierno de regímenes absolutos, que oscila entre los siglos XIV a XVIII
(Ancien Régime: Francia; Viejo Régimen: Inglaterra; Antiguo Régimen: España), las situaciones de emergencia hacían
referencia muy específicamente a levantamientos populares originados por la escasez de alimentos. Por tal razón, no
existía una legislación específica para el tema, y, en todo caso, sus medidas eran del tipo preventivas, amén de evitar las
revueltas.

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En el siglo XVIII, bajo el influjo de los postulados del constitucionalismo clásico, se suceden la independencia de los
Estados Unidos de América y la Revolución francesa. En este momento, la normativa referida a los estados de emergencia
adquiere carácter constitucional y pasa de ser arbitraria a ser normada, y de ser preventiva a ser esencialmente represiva.
Su fin esencial era permitir al gobierno hacer frente a las convulsiones internas y a las amenazas externas.

El resurgimiento de los estados de emergencia, en el contexto de lo modernos estados constitucionales, nuevamente


concentra facultades extraordinarias en el Ejecutivo, por un tiempo y para un fin determinado, solamente que el ejercicio
de esas facultades debía coexistir con el reconocimiento del catálogo de derechos civiles realizado en sus respectivas
Cartas fundamentales.

Posteriormente su fundamentación pasó del derecho penal en préstamo al Derecho constitucional, con las nociones
propias de aquél, como son el estado de necesidad y la legítima defensa, entendido el primero como la necesidad de
proteger un derecho propio o ajeno de un peligro actual o inminente, y el segundo como la reacción ante una agresión
injusta con iguales características de actualidad o inminencia, aplicadas a las anteriores instituciones jurídico penales a la
protección del Estado.

Así, dentro del contexto de un Estado constitucional de Derecho, donde gobernantes y gobernados se encuentran
sometidos a la supremacía de la Constitución y esta es producto de la soberanía popular, no es inoportuno hablar de
estados de excepción; muy por el contrario, estos son la válvula de escape que permitirá al Estado cumplir en todo
momento con su obligación principal, la protección y materialización de los derechos fundamentales de la persona
humana, para lo cual debe proveer seguridad y bienestar en circunstancias extraordinarias.

Entonces, los estados de excepción vienen a ser un mal necesario dentro de un Estado constitucional de Derecho, ya que
este necesita estar dotado de herramientas suficientes para afrontar los cambios y hechos extraordinarios que puedan
atentar contra su existencia y estabilidad. Ya lo señalaba Bodenheimer: “…el Derecho quiebra a veces en épocas de crisis
y cambio social, dejando vía expedita a nuevos reajustes de poder. En tales épocas el Derecho solo tiene posibilidad de
conservarse dando pruebas de gran flexibilidad y adaptabilidad.”

b. Suspensión de Garantías

Citando a Elisur Arteaga Nava definimos la suspensión de garantías de la siguiente manera: “Es un acto complejo,
principal, formalmente legislativo y materialmente ejecutivo, en virtud del cual se hace cesar, de modo temporal, el goce
de ciertos derechos o garantías que, a favor de los habitantes del país, existen en la Constitución.”

Siguiendo las ideas expuestas por Arteaga Nava, analizaremos la anterior definición expuesta e indicaremos que: a) es
un acto complejo, ya que deriva necesariamente de la combinación o coincidencia de dos voluntades y de diversos puntos
de vista: la del Presidente de la República en Consejo de Ministros y la de los diputados del Congreso; b) es principal, ya
que una vez ratificado no requiere de otro acto para su existencia y validez; c) es formalmente legislativo ya que es el
Congreso el que lo ratifica, modifica o imprueba, y materialmente ejecutivo ya que las facultades que derivan de estos se
concentran y son atribuidas al Presidente de la República quien las ejecuta; d) son temporales, ya que la suspensión de
garantías posee límites tanto materiales como temporales que impiden su duración indefinida.

Indispensable resulta entender los estados de excepción, su declaratoria y ejecución, son actos sometidos a controles
políticos (a la voluntad de los diputados, también se suma su control por parte del PDH y de la Comisión de Investigación
específica que designe el CRG), judiciales (mediante la activación de las garantías constitucionales), e internacionales
(conforme a las obligaciones adquiridas internacionalmente: informes detallados a diferentes instituciones).

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Podemos complementar lo expuesto citando a Alzate Ríos, quien indica: “Las constituciones políticas de los estados
modernos tienen por objeto principal la regulación de las relaciones humanas entre sí, su interacción con el Estado y la
correlación de los órganos y ramas de este en situaciones de normalidad. Sin embargo y dada la imprevisibilidad a al que
se encuentra sujeta la vida humana, las mismas contemplan regulaciones para las épocas en las que se presenten actos
y hechos anormales, que pueden afectar la aplicación del orden normativo existente y cuyo objeto final es la preservación
de la vigencia de las instituciones ordinarias y el restablecimiento de su pleno vigor. Dicha regulación se conoce con el
nombre de estados de excepción. La declaratoria de los mismos conlleva, por lo general, a la concentración de poder por
parte de una de las ramas del Estado y en particular del Presidente como cabeza de la rama ejecutiva, produciendo con
ello la posibilidad de abusos por parte del mismo ante la fragilidad de lo derechos fundamentales de los simples
ciudadano”.

La Corte de Constitucionalidad del Estado de Guatemala reconoce la necesidad de la existencia de la figura de la


suspensión de garantías, pero, mejor aún, evidencia que la aplicación de este régimen debe ser excepcional y responder
a situaciones reales y no a un deseo antojadizo o conveniente del Organismo Ejecutivo.
“En el Estado constitucional de Derecho el régimen de excepción es parte del sistema de legalidad; si no existiera un
sistema de derecho no sería imaginable un régimen de excepción, dado que este -pese a que puede limitar severamente
el ejercicio de los derechos individuales- solamente opera reconocido por la misma ley fundamental, de manera que
invocar sin más las ideas de calamidad pública o perturbación de la paz daría lugar a la posibilidad de serias
arbitrariedades, ya que cualquier situación desfavorable para fines ilegítimos de un gobierno podría ser tachada con tales
calificativos, permitiéndole hacer uso de medios represivos en plena vigencia del sistema de garantías constitucionales.
Por ello es que el régimen de excepción solamente puede tener vigencia cuando existan circunstancias realmente muy
graves, previstas con mucha exactitud en el texto constitucional y aplicadas a través de un riguroso formalismo legal; debe
ser eminentemente temporal y de la menor duración posible y en el ámbito territorial estrictamente necesario, aspectos
que desarrolla la Ley de Orden Público”. (Expediente número 164-87).

c. Naturaleza Jurídica

Cuando se habla de naturaleza jurídica de una institución, como lo son los estados de excepción, se está determinando
qué es lo que hace que la misma sea lo que es y no sea otra cosa. Una primera aproximación, de la mano de García
Cuadrado, nos lleva a preguntarnos ¿qué tipo de norma es la que permite los estados de excepción? Dentro de un Estado
constitucional y democrático de Derecho, esta norma no puede ser inferior a la Constitución; debe, necesariamente, estar
o formar parte del mismo texto constitucional.

Otro elemento a tener en cuenta será si la norma constitucional autoriza la suspensión de solo unos artículos específicos
de la Constitución (y por un tiempo celosa y fatalmente determinados), o si autoriza la suspensión de toda la Constitución.
El segundo supuesto resultaría contradictorio, pues haría emerger una cláusula de plenos poderes que detendría todo el
andamiaje de controles que es especialmente necesario para evitar que el estado de excepción degenere en una
dictadura. Ya en este ensayo se ha sido enfático en señalar que durante la vigencia del estado de excepción no se
suspende el funcionamiento de los órganos del Estado, pues los actos realizados durante su vigencia son sometidos a
controles parlamentarios y jurisdiccionales (además de los controles ejercidos por los órganos extra poder y por
organismos internacionales) que van de los previos, pasando por los concurrentes, a los posteriores.

Como se verá, la naturaleza jurídica de los estados de excepción es la de ser una garantía institucional extraordinaria y
provisoria, pues está destinada a atender acontecimientos anormales, a regimentar la anormalidad social.
Independientemente de si dentro del concepto estado de excepción se incluya todos aquellos regímenes excepcionales o
si se les aborde de manera independiente, Borja coincide con García Cuadrado en lo que se refiere a la naturaleza jurídica
de estas regulaciones y regímenes.

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El Estado constitucional ha desarrollado dos instituciones jurídicas excepcionales a fin de hacer frente a situaciones de
emergencia: el estado de sitio y la ley marcial. Las situaciones de emergencia pueden ser de orden político o de orden
natural. Las alteraciones del ordenamiento público o las agresiones del exterior pertenecen a la primera categoría, y las
epidemias, terremotos, desbordamientos y otros hechos de la naturaleza, a la segunda.

Quizá es García-Pelayo quien de mejor manera expresa la contradicción aparente entre el Estado de Derecho y los
estados de excepción, cómo se relacionan dialécticamente estos conceptos antípodas en principio pero que a su misma
dialéctica evidencia su complementariedad. Para este autor, el Estado de Derecho lleva en su propia dialéctica la
necesidad de un derecho excepcional, es decir, de prever la excepción y de normativizar la misma excepción. Y, al igual
que lo hace García Cuadrado, García-Pelayo indica que toda normatividad implica una normatividad en su ejercicio, y
sentencia:
“No hay norma aplicable a un caos y, en cualquier caso, la posibilidad de vigencia del Derecho está condicionada por una
situación social estable, es decir, por una situación en la que se dan los supuestos sobre los que se edificó la normatividad
jurídica en cuestión. Por consiguiente, la estructura jurídica a través de la que se rige el Estado de Derecho tiene una
vigencia condicionada por la normalidad de su cumplimiento, por el orden a la sociedad a la que se aplica, por la realización
espontánea en la mayoría de los casos de la conducta fijada como típica por la ley y, en fin por la permanencia de la
situación sobre la que se estableció. Cuando esto no sucede estamos ante el caso excepcional al que, por su misma
naturaleza, no se le puede aplicar la norma general”.

Así deducida, la naturaleza jurídica de los estados de excepción es la de ser un ordenamiento excepcional, pues para
proteger a su mismo fundamento, el Estado de Derecho tiene que disminuir derechos fundamentales, amén de evitar un
mal mayor y catastrófico, como lo sería la pérdida de vigencia definitiva del orden jurídico y la misma destrucción del
modelo de Estado (democrático) que lo ha instaurado.

Hasta acá se ha adelantado que la naturaleza jurídica de los estados de excepción es la de ser instituciones excepcionales.
Los estados de excepción son, por su contenido que busca restituir la normalidad institucional alterada, garantías
constitucionales institucionales. No son garantías constitucionales, en principio, dirigidas a proteger los derechos de los
individuos; están dirigidas a proteger la institucionalidad del Estado:

La opción del constituyente por regular aquellas situaciones en las que quiebra la normalidad del funcionamiento del
Estado bien por hechos naturales o por circunstancias sociopolíticas que determinan la exigencia de medidas
excepcionales, obligando a restringir el contenido de algunos derechos, es una garantía de que las situaciones de crisis
quedan constitucionalmente canalizadas y de que aun dentro de la excepcionalidad y la restricción de los derechos, no
pueden arbitrariamente conculcarse, ni ir más allá de las limitaciones constitucionalmente impuestas. Estas situaciones
excepcionales quedan taxativamente regulas en la Constitución; están orientadas a la restauración de la normalidad y
rodeadas de garantías.

Finalmente, es con Badeni que determinamos taxativamente cuál es la naturaleza jurídica de los estados de excepción:
El estado de sitio es una garantía constitucional de carácter extraordinario, cuya finalidad es la de preservar la vigencia
del sistema constitucional frente a situaciones graves de emergencia…No se trata de una garantía individual y directa de
las libertades constitucionales. Es una garantía institucional que, a través de una limitación parcial y de interpretación
esencialmente restrictiva de las garantías constitucionales individuales, procura defender el sistema político en situaciones
grabes y anómalas que no pueden ser remediadas mediante la aplicación de remedios ordinarios.

Concluido que la naturaleza de los estados de excepción es la de ser una garantía institucional extraordinaria y
provisoria. Ahora es imprescindible atender el carácter político que casi de forma necesaria (no me atrevo a decir natural)
se apareja al acto que declara el estado de excepción. Este último aspecto constituirá un insumo fundamental que nos
permitirá entender y evidenciar el uso debido o indebido de los estados de excepción en latitudes como la latinoamericana
47
(tan cercana a las dictaduras y tan lejana de las democracias consolidadas), particularmente de la implementación de los
estados de excepción en el Estado de Guatemala.

Ya en el punto anterior se abordaron las circunstancias que pueden dar lugar, o justificar, la declaración de los estados de
excepción. A lo expuesto es necesario entender que las causas que dan origen al estado de excepción podrían clasificarse
en legales y extralegales, según se encuentren consignados en normas expresas o procedan del arbitrio de quien lo
impone.

La facultad para declarar o no un estado de excepción, es eminentemente política, pues las existencias de las causas, por
ejemplo, un desastre natural no implica que necesaria o indefectiblemente se tenga que declarar, por ejemplo, el estado
de calamidad. Esto es evidente cuando se da lectura al artículo 14 de la Ley de Orden Publico (que más adelante se
transcribe): El estado de calamidad pública ´podrá´ ser decretado… Lamentablemente, esta facultad política, por su
carácter abstracto permite que, a la inversa, se pueda decretar un estado de excepción sin que las causas, legalmente
establecidas como supuestos, realmente existan.

Aunque los controles se hayan reforzado (de 1974 a la fecha, que es cuando Valadés escribe estas palabras), las
advertencias del autor parecen seguir vigentes, ya que la declaración del estado de excepción continúa siento un acto
materialmente potestativo (ejecutivo-potestativo, político) que es difícilmente impugnable argumentando la ausencia de
sus pretendidas causas legalmente establecidas.

«Todas las constituciones latinoamericanas precisan los casos en que procede declarar el estado de excepción; pero
ninguna escapa, aunque parezca haber intentos en ese sentido, a la extrema vaguedad conceptual. En el sustrato de
todas las normas estudiadas se encontraría que la principal causa de estado de excepción es la voluntad de los
detentadores del poder... no basta que se hayan producido los supuestos constitucionales para que se genere un estado
de excepción, siempre se hace necesario que así lo decidan las autoridades facultadas para hacerlo. Esto no excluye que
esas mismas autoridades se valgan de la excepción aun cuando no existan condiciones objetivas para corroborar que se
ha dado el supuesto constitucional«

d. Regulación constitucional

La Constitución guatemalteca y la Ley de Orden Público prevén la forma en que el Estado debe responder en los
momentos de crisis constitucional ante la presencia de dichos fenómenos. En estos momentos de crisis serán limitados
los derechos constitucionales, estableciéndose para cada situación particular la gradación de los estados de excepción,
en razón de los cuales se verán disminuidos los derechos constitucionales en forma creciente.

Entonces las leyes mencionadas parten del principio de que el Congreso de la República no puede modificar la
Constitución ni suspender su imperio [en lo concerniente a los derechos que esta garantiza] pro lo facultan para sancionar
leyes que limiten transitoriamente los derechos, en relación con el peligro que amenaza a la sociedad.

En lo relativo a la limitación de los derechos constitucionales y los estados de excepción, la Constitución guatemalteca
establece lo siguiente:

Título II. Derechos Humanos

Capitulo IV. Limitación a los derechos constitucionales

Articulo 138 Limitación a los derechos constitucionales. Es obligación del Estado y de las autoridades, mantener a los
habitantes de Nación, en el pleno goce de los derechos que la constitución garantiza. Sin embargo, en caso de Invasión
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del territorio, de perturbación grave de la paz de actividades contra la seguridad del Estado o calamidad pública, podrá
cesar la plena vigencia de los derechos a que se refieren los artículos 5, 6, 9, 26, 33, primer párrafo del artículo 35, segundo
párrafo del artículo 38 y segundo párrafo del artículo 116.

Al concurrir cualquiera de los casos que se indican en el párrafo anterior, el Presidente de la República, hará la declaratoria
correspondiente, por medio de decreto dictado en Consejo de Ministros y se aplicarán las disposiciones de la Ley de
Orden Público. En el estado de prevención, no será necesaria esta formalidad.

El decreto especificará:
a) Los motivos que lo justifiquen;
b) Los derechos que no puedan asegurarse en su plenitud;
c) El territorio que afecte; y
d) El tiempo que durará su vigencia.

Además, en el propio decreto, se convocará al Congreso, para que dentro del término de tres días, lo conozca, lo ratifique,
modifique o impruebe. En caso de que el Congreso estuviere reunido, deberá conocerlo inmediatamente.

Los efectos del decreto no podrán exceder de treinta días por cada vez. Si antes de que venza el plazo señalado, hubieren
desaparecido las causas que motivaron el decreto, se le hará cesar en sus efectos y para este fin, todo ciudadano tiene
derecho a pedir su revisión. Vencido el plazo de treinta días, automáticamente queda reestablecida la vigencia plena de
los derechos, salvo que se hubiere dictado nuevo decreto en igual sentido. Cuando Guatemala afronte un estado real de
guerra, el decreto no estará sujeto a las limitaciones de tiempo, consideradas en el párrafo anterior.

Desaparecidas las causas que motivaron el decreto a que se refiere este artículo, toda persona tiene derecho a deducir
las responsabilidades legales procedentes, por los actos innecesarios y medidas no autorizadas por la Ley del Orden
Público.

Artículo 139. Ley de Orden Público y Estados de Excepción. Todo lo relativo a esta materia, se regula en la Ley
Constitucional de Orden Público. La Ley de Orden Público, no afectará el funcionamiento de los organismos del Estado y
sus miembros gozarán siempre de las inmunidades y prerrogativas que les reconoce la ley; tampoco afectará el
funcionamiento de los partidos políticos.

La ley de Orden Público establecerá las medidas y facultades que proceden, de acuerdo con la siguiente gradación:
prerrogativas que les reconoce la ley; tampoco afectará el funcionamiento de los partidos políticos.

La Ley de Orden Público, establecerá las medidas y facultades que procedan, de acuerdo con la siguiente gradación:
a) Estado de prevención;
b) Estado de alarma;
c) Estado de calamidad pública;
d) Estado de sitio; y
e) Estado de guerra.

e. Regulación internacional

En este apartado, que por su naturaleza tendrá que ser una transcripción fiel, se presenta el contenido de los artículos de
los más relevantes cuerpos normativos internacionales que regulan la implementación de los estados de excepción en
todas sus incidencias previas, concurrentes y posteriores.

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i. Carta de las Naciones Unidas
La relevancia de esta Carta, para nuestro tema, radica el en vínculo que obliga a los Estados miembro al respeto de las
obligaciones que se derivan del Derecho internacional, de una de sus mayores manifestaciones, de los tratados.
Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos [...]
a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados
y de otras fuentes del derecho internacional, [...]

ii. Declaración Universal de Derechos Humanos


Artículo 29
En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones
establecidas por la ley, con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los
demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general de una sociedad
democrática.

iii. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP)

Artículo 4 1.
En situaciones excepcionales que pongan en peligro la vida de la nación y cuya existencia haya sido proclamada
oficialmente, los Estados Partes en el presente Pacto podrán adoptar disposiciones que, en la medida estrictamente
limitada a las exigencias de la situación, suspendan las obligaciones contraídas en virtud de este Pacto, siempre que tales
disposiciones no sean incompatibles con las demás obligaciones que les impone el derecho internacional y no entrañen
discriminación alguna fundada únicamente en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen social.

2 la disposición precedente no autoriza suspensión alguna de los artículos 6, 7, 8 (párrafos 1 y 2), 11, 15, 16 y 18.

3. Todo Estado Parte en el presente Pacto que haga uso del derecho de suspensión deberá informar inmediatamente a
los demás Estados en el presente Pacto, por conducto del Secretario General de las Naciones Unidas, de las disposiciones
cuya aplicación haya suspendido y de los motivos que hayan suscitado la suspensión. Se hará una nueva comunicación
por el mismo conducto en la fecha en que se haya dado por terminada tal suspensión.

La trascendencia de la suspensión de derechos por parte de los Estados ha llevado a que el Comité de Derechos Humanos
de las Naciones Unidas realice una declaración general del contenido del artículo 4 de este Pacto, con la cual se especifica,
aún más, los límites para la declaración de estos regímenes especiales o excepcionales. Declaración que también servirá,
adelante, para delimitar los principios que rigen en su declaración y aplicación.

Otro artículo que se apareja al ya citado es el 40, que refiere al compromiso de presentar informes...

Artículo 40
1. Los Estados Parte en el presente Pacto se comprometen a presentar informes sobre las disposiciones que haya
adoptado y que den efecto a los derechos reconocidos en el Pacto y sobre el progreso que haya realizado en cuanto al
goce de esos derechos:
a) En el plazo de un año a contar de la fecha de entrada en vigor del presente pacto con respecto a los Estados Partes
interesados;
b) En lo sucesivo, cada vez que el Comité lo pida.
2. Todos los informes se presentarán al Secretario General de las Naciones Unidas, quien los transmitirá al Comité para
examen.
Los informes señalarán los factores y las dificultades, si los hubiere, que afecten a la aplicación del presente Pacto.

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3. El Secretario General de las Naciones Unidas después de celebrar consultas con el Comité, podrá transmitir a los
organismos especializados interesados copias de las partes de los informes que caigan dentro de sus esferas de
competencia.
4. El Comité estudiará los informes presentados por los Estados Partes en el presente Pacto. Transmitirá sus informes, y
los comentarios generales que estime oportunos, a los Estados Partes.
El Comité también podrá transmitir al Consejo Económico y Social esos comentarios, junto con copia de los informes que
haya recibido de los Estados Partes en el Pacto.
5. Los Estados Partes podrán presentar al Comité observaciones sobre cualquier comentario que se haga con arreglo al
párrafo 4 del presente artículo.

3. El Comité opina que las medidas adoptadas de conformidad con el artículo son de carácter excepcional y temporal y
sólo pueden durar mientras corra, pero la vida de la nación interesada, y que, en situaciones excepcionales es sumamente
importante la protección de los derechos humanos, particularmente aquellos que no pueden ser objeto de suspensión. El
Comité estima también que es igualmente importante que, en situaciones excepcionales, los Estados Partes informen a
los demás Estados acerca de la índole y el alcance de la suspensión de derechos que hayan llevado a cabo, y las razones
para ello y que cumplan, además, sus obligaciones de presentar informes de conformidad con el artículo 40 del Pacto,
indicando la índole y medida de cada derecho suspendido, y que faciliten al mismo tiempo la documentación pertinente.

iv. Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH)

Esta Convención regional es quizá la de mayor relevancia para nuestro ordenamiento en materia de suspensión de
garantías. En su contenido fija límites más extensos que cualquier otra convención o tratado respecto de un catálogo de
derechos humanos que no pueden suspenderse por parte de los Estados. Si lo anterior es importante, igual o mayor
relevancia reviste la cláusula que cierra el numeral 2 del artículo IV, que establece la imposibilidad para los Estados de
suspender los instrumentos procesales indispensables para la protección de los derechos humanos.

27. SUSPENSIÓN DE GARANTÍAS

1. En caso de guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la independencia o seguridad del Estado
parte, éste podrá adoptar disposiciones que, en la medida y por el tiempo estrictamente limitados a las exigencias de la
situación, suspendan las obligaciones contraídas en virtud de esta Convención, siempre que tales disposiciones no sean
incompatibles con las demás obligaciones que les impone el derecho internacional y no entrañen discriminación alguna
fundada en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen social. 2. La disposición precedente no autoriza la
suspensión de los derechos determinados en los siguientes artículos: 3 (Derecho al Reconocimiento de la Personalidad
Jurídica); 4 (Derecho a la Vida); 5 (Derecho a la Integridad Personal); 6 (Prohibición de la Esclavitud y Servidumbre); 9
(Principio de Legalidad y de Retroactividad); 12 (Libertad de Conciencia y de Religión); 17 (Protección a la Familia); 18
(Derecho al Nombre); 19 (Derechos del Niño); 20 (Derecho a la Nacionalidad), y 23 (Derechos Políticos), ni de las garantías
judiciales indispensables para la protección de tales derechos.
3. Todo Estado parte que haga uso del derecho de suspensión deberá informar inmediatamente a los demás Estados
Partes en la presente Convención, por conducto del Secretario General de la Organización de los Estados Americanos,
de las disposiciones cuya aplicación haya sido, de los motivos que hayan suscitado la suspensión y de la fecha que haya
dado por terminada tal suspensión.

Causas o circunstancias para declarar un estado de excepción

De la lectura del articulado constitucional respectivo, inferimos que las causas o circunstancias que habilitan al Presidente
de la República para declarar un estado de excepción son las siguientes:

51
Invasión del territorio;
Perturbación grave de la paz;
Actividades contra la seguridad del Estado; o
Calamidad pública.

Además, en dicha declaratoria se convocará al Congreso para que dentro del término de tres días lo conozca, lo ratifique,
modifique o impruebe. En caso de que éste estuviere reunido, deberá conocerlo inmediatamente.

Derechos que no son garantizados plenamente


Los derechos que el Estado no garantiza plenamente durante un estado de excepción son los siguientes:
Libertad de acción (Art. 5 constitucional);
Detención legal (Art. 6);
Interrogatorio a detenidos o presos (Art. 9);
Libertad de locomoción (Art. 26);
Derecho de reunión y manifestación (Art. 33);
Libertad de emisión del pensamiento (Art. 35 primer párrafo);
Tenencia y portación de armas (Art. 38 segundo párrafo);
Huelga de trabajadores del Estado (Art. 116 segundo párrafo)

Respecto a los efectos de los estados de excepción, estos no afectarán el funcionamiento de los organismos del Estado;
tampoco afectará el funcionamiento de los partidos políticos.

En lo que concierne al tiempo de vigencia, la norma indica que el estado de la excepción no podrá exceder de treinta días
por cada vez, cesando sus efectos, antes de dicho plazo, si desaparecen las causas que lo motivaron. Sin embargo, si el
Estado afronta un estado real de guerra, el decreto no estará sujeto a limitaciones de tiempo; este encontrará su límite en
el cese de dicha circunstancia.

Por último, es necesario aclarar dos aspectos esenciales de los estados de excepción. Primero, la vigencia de un estado
de excepción no presupone otorgar un poder omnipotente a las autoridades. Estas deberán rendir cuentas sobre las
acciones realizadas durante dicho período y serán responsables por los actos innecesarios y medidas no autorizadas por
la Ley del Orden Público. Segundo, los derechos que el Estado no garantiza plenamente durante la vigencia de un estado
de excepción también son reconocidos en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Dicho Pacto, en su
Artículo 4 señala: "En situaciones excepcionales que pongan en peligro la vida de la nación y cuya existencia haya sido
proclamada oficialmente, los Estados Parte en el presente Pacto podrán adoptar disposiciones que, en la medida
estrictamente limitada a las exigencias de la situación, suspendan las obligaciones contraídas en virtud de este Pacto...".

12. LOS TRATADOS INTERNACIONALES Y LA CONSTITUCIÓN

En el presente capítulo, en el punto destinado a la supremacía, imperatividad y legitimidad constitucional, se ha adelantado


bastante sobre el presente tema. Además, en el capítulo destinado al Constitucionalismo Guatemalteco se indicó que la
Constitución Política de la República de Guatemala de 1985 contiene normas de gran avance, tales como la incluida en
su Artículo 46, en el que reconoce la preeminencia del derecho internacional en materia de Derechos Humanos sobre el
derecho interno.

Sin embargo, el tema de los Convenios y Tratados Internacionales en materia de Derechos Humanos implica el principio
de supremacía constitucional desde el punto de la soberanía del Estado. Este último, a su vez, "supone supremacía en lo
52
interior e independencia en lo exterior"

Ahora es necesario establecer cuál es el lugar que ocupan los Convenios y Tratados Internacionales en materia de
Derechos Humanos ratificados por el Estado de Guatemala y, de consiguiente, que debemos entender por derecho interno
según la Corte de Constitucionalidad.

A continuación, se enuncian los principales artículos constitucionales que hacen referencia a este tema, y se transcriben
algunas de las sentencias que la Corte de Constitucionalidad ha emitido al respecto.

Artículo 44. Derechos inherentes a la persona humana. Los derechos y garantías que otorga la Constitución no excluyen
otros que, aunque no figuren expresamente en ella, son inherentes a la persona.
El interés social prevalece sobre el interés particular.
Serán nulas ipso jure las leyes y las disposiciones gubernativas o de cualquier otro orden que disminuyan, restrinjan o
tergiversen los derechos que la Constitución garantiza.

“Uno de los principios fundamentales que informa al Derecho guatemalteco es el de supremacía constitucional, que implica
que en la cúspide del ordenamiento jurídico está la Constitución, y esta, como ley suprema, es vinculante para gobernantes
y gobernados a efecto de lograr la consolidación del Estado Constitucional de Derecho. La superlegalidad constitucional
se reconoce, con absoluta precisión, en tres artículos de la Constitución Política de la República: el 44… el 175… y el
204…” Expediente No. 330-92, sentencia 01-02-94.

Previo a enunciar el Artículo 46 de la Constitución y la interpretación que del mismo ha realizado la honorable Corte de
Constitucionalidad, resulta pertinente anotar que, de la lectura del Diario de Sesiones de la Asamblea Nacional
Constituyente, que lo formuló, se infiere que la intención de la misma fue la de conceder carácter supraconstitucional a los
Tratados y Convenios sobre Derechos Humanos ratificados por Guatemala; sin embargo, la Corte de Constitucionalidad
no abrazó dicha postura, ya que consideró que esta la colocaría en pugna con las demás normas contenidas en la
Constitución y el ordenamiento jurídico guatemalteco. Criterio que no compartimos, en virtud de que consideramos, en
congruencia con los postulados y principios que inspiran a los Derechos Humanos y las doctrinas que anteponen el
ejercicio de los mismos al ejercicio de la soberanía por parte de los estados, que estos son superiores a la Norma
Constitucional.

Artículo 46. Preeminencia del Derecho Internacional. Se establece el principio general de que en materia de derechos
humanos, los tratados y convenciones aceptados y ratificados por Guatemala, tienen preeminencia sobre el derecho
interno.

"...esta Corte estima conveniente definir su posición al respecto. Para ello parte del principio hermenéutico de que la
Constitución debe me interpretarse como un conjunto armónico, en el significado de que cada parte debe determinarse
en forma acorde con las restantes, que ninguna disposición debe de ser considerada aisladamente y que debe preferirse
la conclusión que armonice y no la que coloque en pugna a las distintas cláusulas del texto. En primer término, el hecho
que la Constitución haya establecido esa supremacía sobre el Derecho interno debe entenderse como su reconocimiento
a la evolución que en materia de derechos humanos se ha dado y tiene que ir dando, pero su jerarquización es la de
ingresar al ordenamiento jurídico con carácter de norma constitucional que concuerde con su conjunto, pero nunca con
potestad reformadora y menos derogatoria de sus preceptos por la eventualidad de entrar en contradicción con normas
de la propia Constitución, y este ingreso se daría no por vía de su Artículo 46, sino -en consonancia con el Artículo 2. de
la Convención por la del primer párrafo del 44 constitucional... El artículo 46 jerarquiza tales derechos humanos con rango
superior a la legislación ordinaria o derivada, pero no puede reconocérsele ninguna superioridad sobre la Constitución,
porque si tales derechos, en el caso de serlo, guardan armonía con la misma, entonces su ingreso al sistema normativo
no tiene problema, pero si entraren en contradicción con la Carta Magna, su efecto sería modificador o derogatorio, lo cual
53
provocaría conflicto con las cláusulas de la misma que garantizan su rigidez y superioridad y con la disposición que
únicamente el poder constituyente o el refrendo popular, según sea el caso, tienen facultad reformadora de la Constitución.
(Artículos 44 párrafo tercero, 175 párrafo primero, 204, 277, 278, 279, 280 y 281 de la Constitución Política). Por otro lado,
la pretensión de preeminencia sobre la Constitución tendría sentido si la norma convencional entrase en contravención
con la primera, puesto que la compatibilidad no ofrece problemas a la luz de lo establecido en el Artículo 44 constitucional,
pero resulta que el poder público guatemalteco está limitado a ejercer sus funciones dentro del marco de la Constitución,
por lo que no podría concurrir al perfeccionamiento de un convenio o tratado internacional que la contravenga...".
Expediente No. 280-90, sentencia: 19-10-90.

Artículo 149. De las relaciones internacionales. Guatemala normará sus relaciones con otros Estados, de conformidad con
los principios, reglas y prácticas internacionales con el propósito de contribuir al mantenimiento de la paz y la libertad, al
respeto y defensa de los derechos humanos, al fortalecimiento de los procesos democráticos e instituciones
internacionales que garanticen el beneficio mutuo y equitativo entre los Estados.

"el principio pacta sunt servanda* que se encuentra contenido dentro los principios del Derecho Internacional que reconoce
el artículo 149 constitucional, se refiere a la obligación de cumplir lo pactado de buena fe…” Expediente 3846-2007,
sentencia: 05/06/2008.

“ese compromiso obedeciendo al principio pacta sunt servandaque es clave del ordenamiento jurídico internacional, debe
ser honrado por Guatemala, no solo por lo que es conveniente a los fines del propio Estado, sino porque así lo dispones
el 149 de la Constitución." Expedientes acumulados 1477-2010, 1478-2010, 1488-2010, 1602-2010 y 1630-2010. Auto:
10/06/2010.

"la República de Guatemala, organizada como Estado democrático na nece a la comunidad de países que se rigen por
los valores, principios y normas del Derecho Internacional (convencional y consuetudinario) Ha plasmado su adhesión a
este sistema suscribiendo -como parte fundacional- la Carta de las Naciones Unidas y varios instrumentos de
organizaciones internacionales regionales. Asimismo, ha celebrado tratados, acuerdos, o convenciones multilaterales y
bilaterales con otros Estados. Al interior, reconoce, por mandato del artículo 149 de la Constitución, su deber de normar
sus relaciones con otros Estados de conformidad con los principios, reglas y prácticas internacionales. Reconoce
explícitamente la validez del Derecho internacional convencional en los preceptos contenidos en los artículos 46 y 204 del
máximo código jurídico del país... que las disposiciones convencionales de Derecho Internacional deben interpretarse
conforme los principios pacta sunt servanda y de buena fe, por lo que, salvo una confrontación abierta con el texto
constitucional interno, su intelección deberá hacerse del modo que más armonice con la finalidad del instrumento que las
contiene." Expediente 482-98. Opinión consultiva: 04/11/1998.

Convención de Viena Sobre el Derecho de los Tratados


PARTE III. Observancia, aplicación e interpretación de los tratados. SECCIÓN PRIMERA. Observancia de los tratados.
Artículo 26. "Pacta sunt servanda". Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe.
Artículo 27. El derecho interno y la observancia de los tratados. Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho
interno como justificación del incumplimiento de un tratado. Esta norma se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el
artículo 46.]
Artículo 175. Jerarquía constitucional. Ninguna ley podrá contrariar las disposiciones de la Constitución. Las leyes que
violen o tergiversen los mandatos constitucionales son nulas ipso jure.
Las leyes calificadas como constitucionales requieren para su reforma, el voto de las dos terceras partes del total de
diputados que integran el Congreso, previo dictamen favorable de la Corte de Constitucionalidad.
"...debe repararse en la gradación de leyes que integran nuestro sistema legal, en el que, teniendo como pináculo la ley
suprema, a ésta le siguen las leyes constitucionales y luego las ordinarias, que admiten también, en atención a la votación

54
- calificada y simple- que ha merecido en el Congreso, advertir la prevalencia de unas -generalmente leyes orgánicas-
frente a las restantes, cuando entre ellas se denuncie colisión..." Expediente; No. 1048-99, sentencia: 02-08-00333.

Artículo 204. Condiciones esenciales de la administración de justicia. Los tribunales de justicia en toda resolución o
sentencia observarán obligadamente el principio de que la Constitución de la República prevalece sobre cualquier ley o
tratado.
"Uno de los principios fundamentales que informa el derecho guatemalteco es el de supremacía constitucional, que implica
que en la cúspide del ordenamiento jurídico está la Constitución, y esta, como ley suprema, es vinculante para gobernantes
y gobernados, a efecto de lograr la consolidación del Estado Constitucional de Derecho. Esa superlegalidad se reconoce,
con absoluta precisión, en tres artículos de la Ley Fundamental: el 44, que dispone que serán nulas ipso jure las leyes y
disposiciones gubernativas o de cualquier otro orden que disminuyan, restrinjan o tergiversen los derechos que la
Constitución garantiza; el 175 que afirma que ninguna ley podrá contrariar sus disposiciones y que las que violen o
tergiversen sus mandatos serán nulas ipso jure; y el 204, que establece que los tribunales de justicia en toda resolución o
sentencia observarán obligadamente el principio de que la Constitución prevalece sobre cualquier ley o tratado...".
Expediente No. 639-95, sentencia: 11-1296.334

Artículo 268. Función esencial de la Corte de Constitucionalidad. La Corte de Constitucionalidad es un tribunal permanente
de jurisdicción privativa, cuya función esencial es la defensa del orden constitucional; actúa como tribunal colegiado con
independencia de los demás organismos del Estado y ejerce funciones específicas que le asigna la Constitución y la ley
de la materia…
Artículo 272. Funciones de la Corte de Constitucionalidad de Constitucionalidad. La Corte de Constitucionalidad tiene las
siguientes funciones:
a) Conocer en única instancia de las impugnaciones interpuestas leves o disposiciones de carácter general, objetadas
parcial o totalmente de inconstitucionalidad; ...
d) Conocer en apelación de todas las impugnaciones en contra de las leyes objetadas de inconstitucionalidad en casos
concretos, en cualquier juicio, en casación o en los casos contemplados por la ley de la materia; …
e) Emitir opinión sobre la constitucionalidad de los tratados, convenios y proyecto de ley, a solicitud de cualquiera de los
organismos del Estado; …
Bloque de constitucionalidad
“Mediante una serie de decisiones emitidas a partir de 1971, el Consejo Constitucional francés estableció que el control
de constitucionalidad normativa debía efectuarse, no sólo a la luz de la Constitución vigente (1958), sino del preámbulo
de la anterior (1946), de los principios fundamentales reconocidos en las leyes de la República y de la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789); por remisión del preámbulo de la primera de las mencionadas."
"La doctrina denominaría a esa suma de elementos normativos como bloque de constitucionalidad, quedando asentada
así la connotación primigenia de esa expresión, para designar al conjunto de normas y principios superiores con los que
deben cotejarse las disposiciones que se someten al control de constitucionalidad."
El bloque de constitucionalidad está compuesto por aquellas normas y principios que, sin aparecer formalmente en el
articulado del texto constitucional, son utilizados como parámetros del control de constitucionalidad de las leyes, por cuanto
han sido normativamente integrados a la Constitución, por diversas vías y por mandato de la propia Constitución. Son
pues verdaderos principios y reglas de valor constitucional, esto es, son normas situadas en el nivel constitucional, a pesar
de que puedan a veces contener mecanismos de reforma diversos al de las normas del articulado constitucional stricto
sensu (...). Corte Constitucional de Colombia. Sentencia número C-225/95, de 18 de mayo de 1995.
En Guatemala, después de haber sostenido durante toda su historia jurisprudencial la tesis de que la Constitución Política
de la República constituía el único parámetro para evaluar la constitucionalidad de las disposiciones normativas internas,
en 2012 la Corte de Constitucionalidad decidió acoger expresamente la idea del bloque de constitucionalidad,
reconociendo a los instrumentos internacionales sobre derechos humanos como parte integrante de aquel parámetro:

55
(...) para dar respuesta a la problemática acerca de la recepción en el orden interno de los tratados en materia de derechos
humanos, otros ordenamientos han acudido a la figura del bloque de constitucionalidad (...) Ello implica realizar el análisis
confrontativo que requieren acciones de inconstitucionalidad como ésta, por el que
se posibilite verificar si en el ejercicio de la función legislativa, existe conformidad (...). Corte de Constitucionalidad.
Inconstitucionalidad General. Expediente: 1822-2011.
(...) no sólo conforme a normas de la Constitución Política de la República de Guatemala, sino también con los estándares
internacionales en materia de derechos humanos (...) cuestión que ha sido consentida por la doctrina y la jurisprudencia
constitucional extranjera (...) institución que ha permitido realizar dicha integración de la Constitución material (...) conjunto
normativo que contiene principios o disposiciones materialmente constitucionales, tanto las contenidas expresamente en
el Texto Fundamental como las existentes fuera de éste, pero que desarrollan o complementan el catálogo de derechos
fundamentales contenidos en la Constitución formal. Su función esencial es la de valerse como herramienta de recepción
del derecho internacional, garantizando la coherencia de la legislación interna con los compromisos exteriores del Estado
y, al mismo tiempo, servir de complemento para la garantía de los Derechos Humanos (...). Corte de Constitucionalidad.
Inconstitucionalidad General. Expediente: 1822-2011.

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UNIDAD 4
LA CONSTITUCIÓN DE
GUATEMALA

Lcda. Leyla Lemus Arriaga

1
DERECHO CONSTITUCIONAL
LA CONSTITUCIÓN DE GUATEMALA
LA CONSTITUCIÓN DE GUATEMALA
Sumario
1. Generalidades
2. Clasificación
3. Su integración
4. La fórmula política y el techo ideológico
i. Su orientación personalista
ii. Sus elementos liberales, democráticos y sociales
5. Estado Constitucional de derecho
Desarrollo sobre la estructura de la Constitución
6. Sobre la normatividad constitucional
7. El preámbulo
8. Protección de la persona humana y de los deberes fundamentales del Estado
9. Parte dogmática de la Constitución
10. Los derechos fundamentales
11. Los derechos fundamentales en la Constitución Política de Guatemala
12. Garantías individuales
13. Derecho fundamental a la vida
14. Derecho fundamental de libertad e igualdad
15. Derecho fundamental de libertad de acción
16. Derecho fundamental de defensa
17. Derecho fundamental a la salud
18. Derecho fundamental de presunción de inocencia y publicidad del proceso
19. Derecho fundamental de los menores de edad
20. Derecho fundamental al equilibrio ecológico
21. Derecho fundamental al agua
22. Derecho a la tutela judicial efectiva
23. Otros derechos fundamentales
24. Derechos Humanos Sociales
25. Parte orgánica de la Constitución
26. Organismo Legislativo
27. Organismo Ejecutivo
28. Organismo Judicial
29. Otros órganos regulados en la parte orgánica
30. Garantías y defensa del orden constitucional

Nota:
Los temas desarrollados en este texto fueron extraídos de los libros sugeridos por la cátedra de Derecho Constitucional:
Alberto Pereira-Orozco, Marcelo Richter. -DERECHO CONSTITUCIONAL-
Dr. Rene Arturo Villegas Lara. -TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN
Vladimiro Naranjo Mesa. -TEORÍA CONSTITUCIONAL E INSTITUCIONES POLÍTICAS

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1. Generalidades
El proceso constituyente que da lugar a la formulación de la Constitución Política de la República de
Guatemala de 1985 se remonta a la proclama del Ejército "que anunciaba el golpe de Estado del 23
de marzo de 1982, -la que- era explícita al apuntar sus motivaciones: el abuso de prácticas electorales
fraudulentas, el fraccionamiento de las fuerzas democráticas y el desorden y corrupción en la
administración pública. Una parte del ejército ejercía una acción punitiva contra la cúpula de la
institución a quien responsabilizaba del desastre."
Resultado de este Golpe de Estado se hace con el poder un triunvirato, que luego es desplazado por
uno de sus miembros: Efraín Ríos Montt que, durante su gestión emitió tres Decretos que viabilizaran
el retorno al orden constitucional: la Ley Orgánica del Tribunal Supremo Electoral; la Ley del Registro
de Ciudadanos; la Ley de Organizaciones Políticas.
En agosto del año 1983, es depuesto Ríos Montt, asume el poder Oscar Mejía Víctores. Este se
compromete a continuar el proceso de retorno al orden constitucional. En efecto, el primero de julio
de 1984 se realiza la elección de diputados (88) para integrar la Asamblea Nacional Constituyente.
Dicha Asamblea fue integrada por una pluralidad de partidos políticos y tendencias ideológicas. Dentro
de ella no existía una bancada mayoritaria cuestión que obligó a la búsqueda de consensos. El 31 de
mayo de 1985 promulga la nueva constitución que contenía 281 artículos y 22 disposiciones
transitorias, y entró en vigencia el 14 de enero de 1986. Esta Asamblea también dicta la Ley Electoral
y de Partidos Políticos (Decreto 1-85) y la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad
(Decreto 1-86)
Así, el nuevo presidente, al igual que los diputados al Congreso electos democráticamente inician
funciones con la también nueva Constitución. Los gobernantes son acogidos con gran expectativa por
la sociedad. Cinco años después, la frustración era por demás evidente. Los guatemaltecos
iniciábamos, así, un nuevo y tibio recorrido hacia la democracia. Sin embargo, los satisfactores
sociales evadían dicho proceso.

2. Clasificación
Con base en la clasificación de las Constituciones que hemos desarrollado en el capítulo anterior,
podemos afirmar que la actual Constitución Política de la República de Guatemala es de tipo racional-
normativa, escrita, desarrollada, mixta y democrática.
Es racional-normativa, pues concibe un complejo normativo establecido de una sola vez y en el que
de una manera total, exhaustiva y sistemática se establecen las funciones fundamentales del Estado
y se regulan los órganos, el ámbito de sus competencias y las relaciones entre ellos. Además, posee
rasgos de una Constitución de tipo histórico-tradicional. Ello se puede evidenciar en preámbulo de
esta que en su parte conducente expresa: … inspirados en los ideales de nuestros antepasados
y recogiendo nuestras tradiciones y herencia cultural…
Es escrita, ya que contiene una serie de normas precisas, legisladas, solemnemente promulgadas, a
las cuales debe de ajustarse la conducta del Estado, estatuyendo en un documento todas las
instituciones y principios de convivencia social.

3
Es desarrollada, porque expone los fundamentos de la organización política del Estado y toma en
cuenta disposiciones relativas a otras materias, con el objeto de afianzar el sistema y asegurar su
funcionamiento.
Consideramos que es mixta, aunque diversos autores no lo consideran así ya que una parte de ella
puede ser reformada por el legislativo ordinario; otra de sus partes ofrece dificultad para su reforma
porque tiene que se realizada por una Asamblea Nacional Constituyente, y además contiene normas
pétreas.
Es democrática, ya que la dicta el pueblo, en ejercicio de su facultad soberana, por medio de sus
representantes integrados en Poder Constituyente. Se caracteriza por ser un documento jurídico
solemne, que limitan las atribuciones del poder público y que reconoce y garantiza una inviolable
esfera de libertad a favor de cada individuo. Este tipo de constituciones resulta de una decisión
unilateral del pueblo y corresponde históricamente a la consagración del principio de la soberanía
popular.
3. Su integración
Sobradamente hemos desarrollado las partes que integran la Constitución Política de la República
de Guatemala de 1985 (dogmática, orgánica y práctica). En este apartado simplemente reiteramos
dicha integración.
La parte dogmática se encuentra formada por:
• El preámbulo
• Título I: La persona humana, fines y deberes del Estado.
• Título II: Derechos Humanos.

La parte orgánica se encuentra formada por:


• Título III: El Estado
• Título IV: Poder Público
• Título V: Estructura y organización del Estado

La parte práctica se encuentra formada por:

• Título VI: Garantías constitucionales y defensa del orden constitucional


• Título VII: Reformas a la Constitución
• Título VIII: Destinado a las disposiciones transitorias y finales.

4. La fórmula política y el techo ideológico


Conforme lo enuncia Lucas Verdú, la fórmula política es la expresión ideológica jurídicamente
organizada en una estructura social. Gaetano Mosca (Italia, 1058-1941), creador del concepto fórmula
política lo explica más detalladamente y encierra en este el evidente temor de la clase media europea
del siglo XX ante el posicionamiento del marxismo en la región:

4
"la minoría gobernante justificará su poder en principios abstractos que tienen arraigo en la
historia de una sociedad determinada. Esta abstracción permite que el fundamento del poder
no sea constantemente cuestionado por parte de los gobernados; a la par que la relación con
la historia de la sociedad permite efectuar fáciles y accesibles referencias al contexto en el cual
se enmarca, lo que supondría una más grande aceptación de la misma por parte de la mayoría
gobernada."
"El carácter abstracto de esta fórmula posibilita que la posición de privilegio de la minoría sea
aceptada en grandes extensiones territoriales, tales como los modernos Estados nacionales.
Además, la fórmula política posee aspectos concretos que posibilita a la clase política ganar la
adhesión y reforzar el consenso entre gobernantes y gobernados; son las acciones palpables
que la minoría gobernante lleva a cabo para el resto de la sociedad. En este sentido la fórmula
política se nutre y beneficia con la eficiente burocracia del Estado Moderno que permite llevar
a cabo en tiempo y forma, las decisiones tomadas por la clase política y que son aceptadas
gracias a la formula política."
Vemos cómo la fórmula política es explicada por Mosca desde una teoría de las élites, y entendemos
que un siglo después de su formulación su argumento puede tamizarse aunque no abandonarse. Y
esto es lo que hace precisamente el maestro Lucas Verdú (España, 1923-2011) quien toma el
concepto de Mosca y suma a lo ideológico lo jurídico y lo social. Así, para Lucas Verdú, los
componentes de la fórmula política son:
a) Un techo ideológico: demoliberal, fascista, socialista, comunista, etcétera, que inspira
todo el ordenamiento jurídico.
b) Una organización juridicopolítica: parlamentaria, convencional, presidencialista,
soviética, unitaria, regional, federal,
c) Una estructura social: capitalista, neocapitalista, socializada, colectivista,
subdesarrollada, semidesarrollada, desarrollada, superdesarrollada.
Explica Tajadura Tejada que "en cierta medida la noción de fórmula política no está muy lejos del
concepto de decisión política fundamental. Ambas expresiones persiguen el mismo fin: explicar la
unidad de sentido que informa todo texto constitucional, comprender la Constitución como una unidad,
como una totalidad.

En lo que refiere propiamente al techo ideológico (también conocido como principios inspiradores,
espíritu de la Constitución, programa político de la Constitución, filosofía de la Constitución este guarda
una relación casi siempre directa, con el preámbulo de la Constitución. Esto debido a que “los
preámbulos de las constituciones expresan una síntesis de las “decisiones políticas fundamentales”,
de lo que deriva su valor político”.
"Toda constitución, en efecto, responde a determinadas pautas doctrinales o ideológicas. Sus
preceptos no nacen de la nada, ni se dictan para cualquier fin, sino que son tributarios de
intereses y demandas sociales, económicas, culturales, etc., reflejadas y defendidas en
concreto por doctrinas e ideologías políticas. Sobre cualquier constitución, entonces, hay un
techo ideológico (según la feliz expresión de LUCAS VERDÚ) que la cubre y determina.
"Ese techo ideológico no siempre es uniforme. En algunos casos responde nítidamente al estilo
de una ideología que impera de modo incuestionable sobre las demás; pero en otros deja de

5
ser homogéneo, al tener tramos de determinada orientación, y otros sectores de distinta
doctrinl. La integración de tales segmentos no siempre es armónica ni perfecta, y de allí los
desajustes ideológicos que puede haber en cualquier documento constitucional."

Es nuestro entender que el techo ideológico de la Constitución Política de la República de Guatemala


es decididamente personalista, propugna un modelo de Estado liberal-democrático, en lo económico
y lo político, y en lo que refiere a lo social guarda una fuerte aspiración hacia el modelo de Estado de
bienestar. También entendemos que el techo ideológico comúnmente se encuentra en el preámbulo,
pero que esto no es así con exclusividad, pues también se halla disperso y desarrollado en el texto
constitucional que le sigue. A este respecto, el Doctor García Laguardia manifiesta: "En el Preámbulo
y en otros artículos dispersos en el texto podemos encontrar los principios, la filosofía de la
Constitución, la ideología que la inspira… Probablemente hubiera sido conveniente introducir –como
en otros textos- una forma explícita que definiera el nuevo régimen como un Estado social y
democrático de derecho como parece ser el sentido de las disposiciones comentadas y otras que las
refuerzan a lo largo del articulado.

INVOCANDO EL NOMBRE DE DIOS


Nosotros, los representantes del pueblo de Guatemala, electos libre y democráticamente,
reunidos en Asamblea Nacional Constituyente, con el fin de organizar jurídica y
políticamente al Estado; afirmando la primacía de la persona humana como sujeto y fin
del orden social; reconociendo a la familia como génesis primario y fundamental de los
valores espirituales y morales de la sociedad y, al Estado, como responsable de la
promoción del bien común, de la consolidación del régimen de legalidad, seguridad,
justicia, igualdad, libertad y paz; inspirados en los ideales de nuestros antepasados y
recogiendo nuestras tradiciones y herencia cultural; decididos a impulsar la plena
vigencia de los Derechos Humanos dentro de un orden institucional estable, permanente
y popular, donde gobernados y gobernantes procedan con absoluto apego al Derecho.

4.1. Su orientación personalista


Al pretender comprender el carácter personalista de la Constitución guatemalteca vigente, es
necesario aclarar nuestros criterios en razón de si consideramos que el fin del individuo es el bienestar
de la colectividad (estados socialistas) o si, por el contrario, el fin de la colectividad es el bienestar del
individuo (estados liberales-democráticos). Claro está que el adoptar dichos postulados como dogmas
nos hará caer en un grave error. El bienestar individual encuentra su límite en el bienestar colectivo,
ya que este último debe implicar el bienestar de todos sus miembros.
La orientación personalista de nuestra Constitución la distingue De León Carpio al evidenciar que
"nuestra Constitución y todas las leyes giran alrededor de la persona humana en forma individual que
habita en nuestro país y de la familia guatemalteca y de todos sus habitantes que forman nuestra
sociedad. Nuestra Constitución Política en su primer artículo protege a la persona al establecer
claramente que el Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; y que
el fin supremo del Estado es la realización del Bien Común. De tal manera que la razón fundamental
del Estado guatemalteco, es lograr el bienestar de todos los guatemaltecos."

6
Como lo señala la misma Corte de Constitucionalidad: si bien la Constitución de 1985
"pone énfasis en la primacía de la persona humana, esto no significa que esté inspirada en los
principios del individualismo y que, por consiguiente, tienda a vedar la intervención estatal, en
lo que considere que protege a la comunidad social y desarrolle los principios de seguridad y
justicia a que se refiere el mismo preámbulo.

4.2. Sus elementos liberales, democráticos y sociales


Con el fin de comprender, medianamente, los elementos liberales, democráticos sociales de la
Constitución Política de la República de Guatemala de 1985, iniciaremos despejando algunos
conceptos previos.
Para distinguir los elementos liberales primero conoceremos a qué se le denomina liberalismo: El
liberalismo es un movimiento de ideas que pasa por diversos autores, como Locke, Montesquieu,
Kant, Adam Smith, Humboldt, Constant, John Stuart Mill, Tocqueville, entre otros.
Dentro del liberalismo pueden distinguirse tres aspectos principales: su concepción filosófica del
mundo; su teoría económica, y su doctrina política.
"La filosofía liberal afirma que la autoridad suprema, en cuanto a la búsqueda y calificación de la
verdad y en cuanto a la moralidad de una opinión o de una acción, es para cada individuo su propio
juicio, concienzudo y razonado."
"El liberalismo, como teoría económica, es partidario de la economía de mercado; como teoría política
es simpatizante del Estado que gobierne lo menos posible o, como se dice hoy, del Estado mínimo
(es decir, reducido al minimo indispensable)
Los liberalistas sostienen que la actividad económica tiene sus propias leyes, en las que no debe
intervenir el Estado, pues es preciso dejar actuar por sí al libre juego de las fuerzas económicas aun
más allá de los límites nacionales.
Así, "el Estado liberal es el Estado que permitió la pérdida del monopolio del poder ideológico,
mediante la concesión de los derechos civiles, entre los cuales destacan el derecho de libertad
religiosa y de opinión política, y la pérdida del monopolio del poder económico, por medio de la
concesión de la libertad económica, v terminó por conservar únicamente el monopolio de la fuerza
legítima, cuyo ejercicio está limitado por el reconocimiento de los derechos humanos, y de las diversas
obligaciones jurídicas que dieron origen a la figura histórica del Estado de Derecho."
"El liberalismo tiene una idea racional y finalista del Estado, al que considera como instrumento del
bienestar humano, que cobra sentido en cuanto sirve a los fines para los que han sido concebido como
medio. Con tal criterio ha distribuido sus partes y planificado su funcionamiento, de modo que con las
menores fricciones garantice al hombre los valores esenciales de su existencia. Para alcanzar estos
fines, el liberalismo ha impuesto una estricta limitación jurídica alcanzar estos fines, el liberalismo ha
impuesto una estricta limitación jurídica al poder público al que considera como el mayor enemigo de
la libertad individual y ha señalado una esfera de la libertad personal ante la cual es Estado es
incompetente.

En este punto es necesario repasar los principios ya expuestos del constitucionalismo liberal, muy
puntualmente y dentro de su aspecto económico, el principio de derecho de propiedad como derecho

7
natural, y en consecuencia, sagrado e inviolable- Consagrar, de modo particular, el derecho de
propiedad como un derecho natural de la persona, no sujeto a limitaciones por el gobernante.
Algunas de las características liberales, antes enunciadas, se pueden evidenciar dentro de nuestra
Constitución: Libertad de religión (36); Libertad de emisión del pensamiento (35); Propiedad
privada (39); Libertad de industria, comercio y trabajo (43); Limitación a los derechos
constitucionales (138).
Para lo que concierne a los elementos democráticos, comenzaremos por definir lo que entendemos
por democracia, tanto la denominada democracia de los antiguos como la denominada democracia
moderna.
Así, la democracia como forma de gobierno ha tenido dos estadios importantísimos, los cuales
podríamos denominar como la democracia de los antiguos y la democracia de los modernos. La
primera de ellas corresponde a la Asamblea propiamente dicha, y la segunda a la democracia
representativa. Evidenciamos la evolución del término democracia partiendo de su concepción clásica:
"gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo [al de] gobierno elegido por el
pueblo, ejercido por representantes del pueblo que pueden aplicar políticas públicas de
mayor o menor beneficio para el pueblo".
Dicha evolución resulta de la imposibilidad de que, por la misma cantidad de habitantes, todo el pueblo
ejerza el gobierno. Así, en las democracias se considera legítimo el poder político cuando se origina y
proviene del consentimiento mayoritario del pueblo. Pero el poder no se ejerce directamente por el
pueblo sino por medio de mandatarios, por eso las democracias modernas son democracias
representativas en las que los detentadores de poder son designados mediante elecciones periódicas
en las que participan la mayoría de los ciudadanos que se inscriben en una lista o registro de electores,
los cuales forman el o electoral que selecciona por votación a quienes ejercerán los cargos electivos
de entre candidatos previamente presentados e inscritos. Los candidatos he resultan elegidos se
convierten en los representantes políticos del pueblo.
“Las elecciones democráticas se fundamentan en los siguientes supuestos: que el ejercicio legítimo
del poder requiere del consentimiento de los gobernantes que hay un cargo a ocupar poderes y
deberes; que existen normas y procedimientos electorales; que cada individuo posee oportunidad y
libertad para elegir quién lo ejercerá; que las preferencias individuales pueden irse agregando en un
elegir social; que hay posibilidad para la oposición de llegar al poder; que hay igualdad de
oportunidades para presentar candidaturas y para hacer campaña; que regularmente se presentan
alternativas de elección; en la etapa electiva, que hay por lo menos dos opciones entre las cuales
escoger, y finalmente, que los elegidos por el hecho de haberlo sido, poseen la legitimidad y la
representatividad de los electores."
El concepto democracia tendrá diferentes alcances al abordarse desde una perspectiva liberal o una
socialista: "en el binomio liberalismo más democracia, la democracia significa principalmente sufragio
universal, y por consiguiente un medio de expresión de la libre voluntad de los individuos; en el binomio
democracia más socialismo, democracia significa ideal igualitario que sólo la reforma de la propiedad
propuesta por el socialismo será capaz de realizar. En el primer binomio la democracia es
consecuencia; en el segundo, presupuesto."
Los elementos democráticos mencionados los podemos encontrar dentro de nuestra Constitución:
Derecho de libre sindicalización (102 g); Derecho de elegir y ser electo, optar a cargos públicos,
participar en actividades políticas (136); sufragio universal (136 y 147) (12 L.E.P.P.); derecho de
8
petición en materia política (137); democracia representativa (140); libertad de pluralismo
político (223).
Por último, como preámbulo a los elementos sociales, estableceremos que, como lo afirma Borja, "el
instinto socialista es tan antiguo como el hombre, pero su sistematización teórica es relativamente
reciente. El hombre nació socialista. en la colectividad primitiva no hubo mío ni tuyo. Las cosas
pertenecían a quien las necesitaba. Fue después, cuando los medios de producción crearon
excedentes, que nació la dependencia económica. Entonces el hombre se transformó en lobo del
hombre -homo homini lupus, decía Hobbes- y se disipó el socialismo original de la sociedad primitiva
para convertirse en un estado de lucha implacable de todos contra todos, en el cual el ser humano,
núcleo de apetitos, contrajo un ansia insaciable de poder y también de riqueza, que es una forma de
poder."
"La sistematización teórica de la protesta humana contra los vicios de la organización social asumió
diversas modalidades a través de la historia. Hay muchas clases de socialismo: desde el socialismo
utópico, de principios del siglo XIX, hasta la socialdemocracia contemporánea, pasando por múltiples
versiones del marxismo, que empieza con el marxismo de Marx y de Engels y sigue con las
interpretaciones soviética, yugoslava, albanesa, china -en su etapa maoísta y en la actual-, húngara,
cubana, eurocomunista, y otras.
Para efectos de este tema evidenciamos que el socialismo crea una nueva concepción de la sociedad,
contrapuesta a la concepción liberal. Los postulados socialistas nutrirán la segunda generación de los
derechos humanos e inspirarán el movimiento denominado constitucionalismo social. Así, considera
una nueva mentalidad, según la cual es necesario que el Estado no se limite a mantener el orden
público y el cumplimiento de los contratos, sino que actúe positivamente para que los derechos de la
primera generación no sean un privilegio de unos pocos, sino una realidad para todos, constituyéndose
en un conjunto de exigencias de igualdad.
Los elementos sociales que promueven esas exigencias de igualdad y buscan su positividad los
podemos evidenciar en los siguientes artículos constitucionales: La realización del bien común
como fin supremo del Estado (1°.); Preeminencia del interés social sobre el interés particular
(44); Protección a la familia (47); Derecho a la cultura (57); Protección de grupos étnicos (66);
Derecho a la educación (71); Derecho a la salud (93); Derecho a la asistencia social estatal (94);
Derecho a la seguridad social (100); Derecho al trabajo (101); tutelaridad de las leyes de trabajo
(103) Derecho a la huelga (104); Irrenunciabilidad de los derechos laborales (106); el régimen
económico y social se funda en principios de justicia social (118); acceso a vivienda (119 g));
etcétera.

5. Estado constitucional de Derecho


Producto de la incesante evolución del Derecho constitucional en el transcurso de la historia es que
comienzan a consolidarse conceptos básicos para la materia y se enriquecen los ya existentes. Es por
ello que se ha producido el salto cualitativo de la concepción de Estado de Derecho a la de Estado
constitucional de Derecho.

Ya hemos señalado que por Estado de Derecho se entiende, en general, a aquel Estado en el que los
poderes públicos y su actividad son regulados por normas generales (las leyes fundamentales o

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constitucionales). Así, los gobernantes, dentro de un Estado de Derecho, no son superiores a la ley,
mejor aún, deben adecuar sus actuaciones y el ejercicio del poder, a los límites que ellas les
establecen.

La mayoría de autores considera que existe una plena identificación entre los conceptos: Estado de
derecho y Estado constitucional de Derecho. Postura que, si bien consideramos acertada, permite la
siguiente distinción entre dichos términos: la legitimidad del ordenamiento jurídico-constitucional debe
estar basada en el libre ejercicio de la soberanía del pueblo. Así existen estados que poseen un orden
constitucional bajo el cual se rigen y respetan; sin embargo, el origen del mismo deviene de actos de
fuerza o imposiciones que han anulado la soberanía popular.
Conforme a lo expuesto y con base en nuestros criterios, podemos definir al Estado constitucional
de Derecho como aquel Estado en el que los poderes públicos y su actividad son regulados por
normas generales (las leyes fundamentales o leyes constitucionales que han sido emitidas con base
en la soberanía popular). Así, los gobernantes, dentro de un Estado constitucional de Derecho no
son superiores a la ley; mejor aún, deben adecuar sus actuaciones y el ejercicio de poder a los límites
que ella les establece, siendo la fuente de dicha ley la soberanía popular.

DESARROLLO DE LA ESTRUCTURA DE LA CONSTITUCIÓN

La finalidad del presente resumen, además de informar sobre la doctrina más reconocida en materia
de teoría constitucional, es explicar la Constitución Política de la República de Guatemala, según su
estructura formal y material, la que desarrollamos en diferentes subtítulos, explicándola tal como está
presentado formalmente el texto: Preámbulo, parte dogmática, parte orgánica, reforma constitucional
y disposiciones finales y transitorias. Esta modalidad de exposición no se aparta de ser una teoría de
la Constitución, pues como tal tiene ingredientes temáticos que encontramos en toda ley fundamental
de corte liberal y democrático, pero cada una tiene matices que son propios de una u otra en particular
y también de nuestro texto, que es lo que queremos evidenciar.
Existe la idea de que, además de las partes antes señaladas, la Constitución también tiene una parte
pragmática, llamada así por algunos constitucionalistas, o parte procesal por otros. Esta idea surge
porque regula aspectos procesales muy generales para la justicia protectora de la Constitución y del
ordenamiento jurídico restante; pero, estimamos que dicha parte, pragmática o procesal, se integra
en la parte orgánica de los órganos jurisdiccionales y da los lineamientos de la justicia constitucional
que se desarrollan en la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, pues
técnicamente la Constitución no debe referirse a detalles de procedimiento, pues para ello existe una
ley ordinaria específica. Con esta explicación sistemática, veremos que esta división tradicional admite
algunas subdivisiones, pues el título de los derechos humanos comprende dos unidades capitulares
en donde están reguladas las garantías individuales y los derechos sociales, mientras que la parte
orgánica, no solo regula a los tres poderes del Estado, sino que atiende también el tema electoral, el
poder local y todo el régimen administrativo del Estado.

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6. SOBRE LA NORMATIVIDAD CONSTITUCIONAL
Tratamos aquí un tema importante y primario para explicar la estructura de la Constitución, porque
cualquiera que sea la forma en que se divida el texto, al final la unidad que en conjunto forman la ley
fundamental, es la norma jurídica constitucional, que constituye lo elemental, como dijera Aristóteles
en la Metafísica, que juntas en todas sus especies integran la universalidad del ordenamiento jurídico
constitucional. Lo anterior significa que una Constitución es un texto que contiene normas jurídicas;
la Constitución es un texto normativo. Sin norma jurídica no puede concebirse el Derecho, aspecto
epistemológico en el que tiene razón el positivismo jurídico.
La norma jurídica constitucional reúne una serie de características que la diferencian de las normas
ordinarias o infra-constitucionales.
Entre ellas se distinguen las siguientes:
a) Una de las principales es el peldaño que ocupa la norma constitucional dentro de la jerarquía
del ordenamiento jurídico, pues ella, ocupa la cúspide de la pirámide jurídica que dibuja la
conformación de todo el sistema, según el artículo 44 párrafo 3. Esta escala superior, conforme
al artículo 46 de la Constitución Política, también la ocupan las normas contenidas en los
tratados y convenciones en materia de derechos humanos suscritos por Guatemala, porque
tienen preeminencia sobre el derecho interno, lo que amplió la materia que ocupa esa cúspide
o peldaño superior, de manera que la normatividad constitucional y la normatividad
convencional ocupan el máximo grado de la jerarquía normativa. Por derecho interno debe
entenderse e interpretarse todo el conjunto de normas ordinarias o infra-constitucionales, sin
incluir a las normas constitucionales.
b) La norma constitucional la emite el legislador constituyente, mientras que las normas ordinarias,
el legislador ordinario, que son los diputados que integran el Congreso de la República. Este
legislador ordinario puede desempeñarse como legislador constitucional cuando emite normas
constitucionales como poder constitucional constituido, en el caso de una reforma constitucional
que sea de su competencia, pero no lo hace dentro de su potestad común de emitir leyes, sino
en ejercicio de facultades no ordinarias que expresamente le confirió el poder constituyente
originario.
c) La norma constitucional, además de su contenido jurídico, tiene trascendencia política en
cuanto a organizar al Estado y establecer los derechos cívicos y políticos de los ciudadanos.
d) Si bien los métodos de interpretación de las leyes ordinarias son valederos en la interpretación
de la Constitución, los que se utilizan para esta tienen matices especiales por su finalidad y
contenido.
e) La norma constitucional es “la norma de las normas” y a ella deben someterse todas las leyes
ordinarias en su forma y en su materia.
f) La norma constitucional solo se funda en la potestad del constituyente por delegación del poder
soberano del pueblo y no tiene otra norma superior a ella que la fundamente, pues vale por sí
misma.
g) Para poder modificar una norma constitucional se sigue un procedimiento distinto al que se
utiliza con las leyes ordinarias.

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Las normas constitucionales las clasifican los autores atendiendo a los propósitos que les asigna
la Constitución, dadas las finalidades que le son esenciales: los derechos individuales y la
organización y control del ejercicio del poder público. Y aun cuando hay diferentes clasificaciones,
pueden identificarse las siguientes clases:
a) Normas operativas o de aplicación inmediata, son aquellas cuya aplicación no necesitan de una
ley ordinaria posterior para surtir efectos, ya que su eficacia depende de ella misma. Son de
eficacia directa.
b) Normas de aplicación diferida, son las que, para poder surtir sus efectos plenos, es decir, su
eficacia, es necesario que el poder constituido emita una ley específica sobre la materia, pues
de lo contrario, sus efectos están en suspenso. Este es el caso de muchas leyes que están
ordenadas en la Constitución, pero que la legislatura no las ha emitido. A estas normas también
se les conoce como “normas programáticas”. Hay casos en que la norma no es dependiente de
la emisión de una ley ordinaria, sino que, su eficacia requiere que el Gobierno de turno realice
una tarea específica o un programa de gobierno; por ejemplo, las que ordenan alfabetizar o
electrificar el área rural. Estas normas, que a mi juicio también son programáticas, establecen
un deber para el Estado. Las normas programáticas son las que permiten la llamada
inconstitucionalidad por omisión, porque si se incumple un mandato contenido en una norma
constitucional programática, el Estado incurre en una omisión. La omisión puede ser del
Organismo Legislativo o del Organismo Ejecutivo, según el caso. Las omisiones legislativas
pueden ocurrir cuando se dejan de emitir leyes ordenadas por la Constitución; pero, un tribunal
constitucional se ve limitado en cuanto a ordenar que se repare la omisión emitiendo la ley
demandada, porque el Congreso, como ente soberano, no puede ordenársele judicialmente
que legisle, concretándose la jurisdicción constitucional a dictar una sentencia exhortativa. En
el caso del Organismo Ejecutivo, incurre en omisión cuando no realiza los programas que le
estatuye una norma constitucional. El problema que confronta este Organismo es que para
realizar lo que está ordenado, se debe contar con recursos del presupuesto y muchas veces
hay carencia de fondos destinados a un programa específico.
c) Normas declarativas o de principios, son aquellas que prevén propósitos, valores o principios
que rigen la vida de la sociedad, como cuando se dice que el sistema de gobierno es
republicano, democrático y representativo; o la que afirma el espíritu centroamericanista de
Guatemala.
d) Normas de organización son aquellas que regulan cómo se organizan los tres poderes del
Estado y algunas instituciones descentralizadas como la Junta Monetaria. En cuanto a los
organismos del Estado, estas normas se desarrollan en las leyes orgánicas de cada uno.
e) Normas de atribución de competencias, que establecen lo que puede hacer cada titular de un
organismo o un órgano del Estado. Estas normas fortalecen el principio de legalidad, en el
sentido de que los funcionarios públicos solo pueden hacer lo que les permite la ley. Aquí
estarían todas las que adjudican funciones y atribuciones y se complementan con las leyes
ordinarias específicas de cada institución.
f) Normas sancionadoras. Aunque una de las características de las normas constitucionales es la
de carecer de consecuencias sancionatorias. Cuando una norma ordinaria contradice a la
Constitución, se le sanciona con su no aplicación en los casos concretos o con su nulidad

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absoluta y expulsión del ordenamiento jurídico en los casos abstractos, con efecto derogatorio.
No existe otro tipo de sanción ante una violación a la Constitución.
La tendencia actual en la aplicación de las normas constitucionales es que todas las reglas de la
Constitución son de aplicación directa, sin necesidad de que haya normas ordinarias que las
desarrollen. Este criterio, a mi juicio, debe aplicarse también a las normas convencionales, que tienen
la misma jerarquía de las constitucionales, pues hay convenios o tratados internacionales de derechos
humanos que encuentran escollos para su ejecución, con la excusa de no haber sido reglamentados,
tal el caso del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, especialmente en el tema
de la consulta a los pueblos, cuando es necesario.
El maestro argentino, doctor Humberto Quiroga Lavié, da otra clasificación de las distintas normas
jurídicas que pueden existir en una Constitución, así:
a) En primer lugar, se dice que hay normas formalmente constitucionales, cuya clase depende del
hecho de estar incluidas en el texto constitucional, aunque su materia, teóricamente, no sea de
naturaleza constitucional. Y hay normas materialmente constitucionales que lo son, porque la
teoría constitucional ha establecido que su materia debe estar contenida en la Constitución.
Con anterioridad ya dimos ejemplos de normas que no debieran estar en la Constitución y otras
que si debieran estarlo.
b) Normas condicionales son las que en la anterior clasificación se les nombró como normas
programáticas que, según Lavié son las que “ponen eficacia bajo condición…la condicionalidad
de la eficacia es la cualidad específica de las normas programáticas” (1973:77-78). Por el
contrario, las normas incondicionales que son las que hemos denominado operativas, no
dependen para su eficacia de una ley ordinaria. La condición es en cuanto a su efectividad,
pues dependen de que el legislador ordinario emita la ley que desarrolle el precepto
constitucional. Pero, actualmente se dice en la teoría que todas las normas, condicionales o no,
son de aplicación directa. Para entender esta clasificación, ponemos como ejemplo la ley de
aguas, cuyo recurso está previsto en la ley superior, pero que no se aplica porque el Congreso
de la República, pasados más de 25 años de haberse promulgado la Constitución, la ley de
aguas no ha sido emitida.
c) Normas discrecionales y normas imperativas. Las primeras contienen un poder jurídico y el
destinatario puede o no cumplir con su contenido; en cambio, las imperativas contienen un
deber y es necesario cumplir lo previsto en ella. En la teoría general del Derecho se les conoce
como normas potestativas y normas imperativas.

7. EL PREÁMBULO
Las constituciones suelen iniciarse con un preámbulo que cumple el papel de los considerandos
en las leyes infra-constitucionales u ordinarias. En él se expresa el espíritu y la filosofía de la
Constitución, así como los propósitos esenciales del cuerpo normativo que se está promulgando.
En el caso del preámbulo de la Constitución de Guatemala, los constituyentes lo iniciaron
invocando el nombre de Dios, que para algunos puede resultar la expresión de un iusnaturalismo

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teológico, pero, en realidad se trata de un legado de la cultura cristiana que se inició con la
conquista. Los constituyentes, titulares de la voluntad popular por representación, afirman que
actúan en nombre del pueblo de Guatemala, depositario único del poder constituyente originario.
Expresan esa intención humanista como finalidad del Estado, pues colocan a la persona humana
como sujeto y fin del orden social, lo cual significa que desde aquí está expresado el principio pro
persona; reconoce a la familia como génesis primario de los valores espirituales y morales de la
sociedad; y como ingrediente axiológico del régimen jurídico y político que organiza, indica los
valores que lo inspiran: el bien común, el régimen de legalidad, la seguridad, la justicia, la igualdad,
la libertad y la paz, que son la parte filosófica de todo el ordenamiento jurídico de Guatemala, así
como los derechos fundamentales o propios de la persona humana. Además, reitera el respeto y
la protección a los derechos humanos y el reconocimiento a nuestra herencia cultural y
tradicionales ancestrales, lo que apunta hacia la consolidación de una sociedad multiétnica,
pluricultural y multilingüe.
No todas las constituciones tienen preámbulo y hay algunas que, teniéndolo, no invocan a Dios
como fuente de su inspiración normativa. Así sucedió en la Constitución de Guatemala de 1945,
pues en ella no se hace esa invocación. A partir de la Constitución de 1956, en todas las posteriores
(1965 y 1985) los constituyentes siempre han invocado a Dios al momento de redactar el
preámbulo, lo cual obedece a criterios ideológicos de cada época, al momento histórico en que se
emite o a herencias culturales existentes en toda sociedad.
La invocación a Dios también la encontramos en las constituciones actuales de Honduras, El
Salvador, Panamá, Argentina, Brasil y Colombia. En la Constitución de Guatemala de 1879, no se
hizo esa invocación, pues el texto era producto de la efervescencia liberal de la Revolución de
1871, encabezada por Justo Rufino Barrios y Miguel García Granados, que profesaban la ideología
liberal del siglo XIX, contraria a la iglesia católica, expresada incluso en el cierre de conventos y
expulsión de órdenes religiosas, aunque en su vida privada fueran creyentes cristianos. Incluso,
esta Constitución liberal no tiene preámbulo, sino una especie de considerando introductorio al
desarrollo del texto.
El preámbulo, dice Naranjo Meza:
“…es esa fórmula solemne colocada, a manera de introducción, en el encabezamiento de la
Constitución, y que resume las grandes directrices que inspiran la promulgación de esta, y
que deben servir de pauta o guía para gobernantes y gobernados en la vida del estado”.
Puede definirse también, según D. Thomsom, citado por Naranjo Meza como la
“…enunciación previa contenida en las constituciones, donde se exponen los grandes
principios y fines que han guiado al constituyente para redactar las normas básicas de la
organización política del país” )1997:338).
El jurista guatemalteco Alejandro Maldonado Aguirre, quien además de ser un científico del
Derecho es un hombre muy versado en la cosa pública, se refiere al preámbulo de la Constitución
en los términos siguientes:
“El preámbulo de la Constitución contiene las aspiraciones ideales a las que el
ordenamiento jurídico debe tender, expresadas en conceptos políticos, que definen un

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objeto. Se discute ampliamente en la doctrina su valor jurídico, abriéndose dos corrientes
principales: una, negativa, que les otorga un carácter metajurídico, fronterizo con la moral,
y por tanto importantísimas como elementos para la interpretación, pero no para su
aplicación concreta. Se dice por esta tendencia que, al no tener carácter legal, no son
ejecutorios, siendo necesario desarrollarlos en la legislación para que adquieran
positividad. Otra escuela, la afirmativa, les reconocen efectividad como partes integrantes
de la Constitución, y el hecho de que se haya formulado por escrito es que se han trasladado
del derecho natural al derecho positivo, de donde deriva su aplicabilidad” (Reflexiones
Constitucionales: p.14, sin año de edición).
El preámbulo de la Constitución de 1985 no constituye una norma jurídica en el estricto sentido del
término, según lo que enseña la teoría normativa; pero, sí es una valiosa fuente de interpretación
de sus normas y las de todo el ordenamiento jurídico, especialmente cuando hay dudas en cuanto
al sentido de una regla o norma jurídica que debe interpretarse. Creo que utilizando la terminología
de Roberto Alexi, al igual que los principios, el preámbulo es una “regla de optimización” para
orientar la interpretación de las normas constitucionales y las del derecho ordinario, pues hay en
él una pauta interpretativa que inspira la tarea de encontrar la esencia del ordenamiento jurídico y
la justa aplicación de la ley.
Sobre el tema del preámbulo en un texto normativo, como lo es la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, se muestra la importancia que tiene en materia de interpretación de todas las
normas constitucionales y las del derecho ordinario. En el estudio realizado sobre esta Convención
editado por la Fundación Conrad Adenauer, se lee lo siguiente:
“Se ha aceptado que los preámbulos tienen un significado textual e ideológico. Su
significado textual es parte del aparato para seleccionar y modificar el significado de los
términos ordinarios utilizados. Por otra Parte, cuando se establecen las intenciones y
objetivos de un tratado, los preámbulos, por lo regular, ayudan a identificar el objeto y el
propósito del tratado. Sin embargo, no debe ser asumido que todos los preámbulos poseen
el mismo valor. Algunos son negociados muy cuidadosamente; otros, por el contrario, son
puesto sin tantas previsiones. En el caso de los tratados multilaterales moderno más
importantes, donde hay buenos registros de la historia de la negociación, los trabajos
preparatorios pueden revelar el cuidado que se ha puesto en la elaboración del
preámbulo…Sin embargo los preámbulos pueden imponer compromisos interpretativos…”
Si surgiere una duda sobre el significado de una provisión sustantiva, el preámbulo podría
justificar una interpretación más amplia de dicho precepto, o al menos podría servir como
fundamento para realizar una interpretación” (2014:35).
El criterio de la Corte de Constitucionalidad de Guatemala, sobre el significado del preámbulo de la
Constitución de 1985, lo encontramos en el expediente 12-86. Sentencia de 17-9-86, publicada en la
Gaceta 1. P. 3, en la que dice lo siguiente:
“… El preámbulo de la Constitución contiene una declaratoria de principios por la que se
expresan los valores que los constituyentes plasmaron en el texto, siendo además una
advocación que solemniza el mandato recibido y el acto de promulgación de la carta

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fundamental. Tiene gran significación en orden a las motivaciones constituyentes, pero en sí
no contiene una norma positiva ni menos sustituye la obvia interpretación de disposiciones
claras. Podría, eso sí, tomando en cuenta su importancia, constituir fuente de interpretación
ante dudas serias sobre el alcance de un precepto constitucional (…) Si bien (…) si bien pone
énfasis en la primacía de la persona humana, eso no significa que esté inspirada en los
principios del individualismo y que, por consiguiente, tienda a vedar la intervención estatal, en
lo que considera que protege a la comunidad social y desarrolle los principios de seguridad y
justicia a que se refiere el mismo preámbulo(…)”

Esta sentencia transcrita en parte, data de 1986, con la primera magistratura que inauguró el
novedoso tribunal constitucional superior y se discutían algunas medidas administrativas que
afectaban a las empresas en sus actividades diarias. Lo resuelto en esta sentencia, a la luz del
paradigma neo-constitucional de los últimos años, estimo que no concuerda con esta tendencia.

El tema de utilizar recursos extranormativos en la vida del Derecho es discutido en el nivel teórico,
sobre todo por quienes no están de acuerdo con el llamada activismo judicial, por el cual lo jueces
crean derecho cuando interpretan la ley. Se argumenta en contra de ese activismo que si las normas
están redactadas de manera clara, no puede soslayarse su cumplimiento y aplicación, debiendo
interpretárseles tal como se leen, pues de lo contrario se corre el riesgo de violar el principio de
legalidad y el valor seguridad jurídica. Afirman que en un sistema político republicano, la función de
crear leyes es competencia exclusiva del Organismo Legislativo, así como la potestad reglamentaria
es propia del Organismo Ejecutivo. Además, debemos recordar que el artículo 51 de la Ley del
Organismo Judicial, preceptúa:
“El Organismo Judicial en ejercicio de la soberanía delegada por el pueblo, imparte justicia
conforme a la Constitución Política de la República y los valores y normas del ordenamiento
jurídico del país”.
Los valores a que se refiere la Ley del Organismo Judicial se encuentran identificados en el preámbulo
de la Constitución, y por eso la Corte de Constitucionalidad, en sentencia de fecha 19 de octubre de
1990, expediente 280-90, dijo:
“…esta Corte, consistente con fallos anteriores emitidos en asuntos diversos, parte de la
afirmación del principio de constitucionalidad, que reconoce que la constitución es una norma
que incorpora los valores los valores y principios esenciales de la convivencia política que
conforman todo el ordenamiento jurídico. Por ello, todos los poderes públicos y los habitantes
del país están ligados a su impero y el derecho interno sometido a su supremacía.”

En resumen, se puede decir que el preámbulo de la Constitución establece el por qué y el para qué
de la Constitución y de todo el ordenamiento jurídico y en él está delineado su espíritu y su filosofía.
Si a eso le sumamos el contenido del artículo 51 de la Ley del Organismo Judicial ya citado, recurrir
al preámbulo no es una posibilidad como lo sugiere la Corte de Constitucionalidad, sino un deber de

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la judicatura cuando es necesario tenerlos en cuenta para aplicar las normas constitucionales o del
derecho ordinario.

8. PROTECCIÓN DE LA PERSONA HUMANA Y LOS DEBERES


FUNDAMENTALES DEL ESTADO
Como técnica de formulación existen diversas maneras de dividir las materias sustantivas que se
contemplan en las normas de una ley en general: libros, títulos, capítulos, secciones, artículos, incisos
y párrafos, como en el Código Civil. En el caso de la Constitución de 1985, el constituyente escogió
la división en títulos, capítulos, secciones y artículos. Así que nos referiremos en concreto al Título I,
que versa sobre la persona humana y los fines y deberes del Estado de Guatemala, con un capítulo
único que contiene solo dos artículos: el 1 y el 2.

Las constituciones anteriores de Guatemala principiaban por referirse a la República, a la Nación o al


Estado, lo cual alejaba al texto de hacer de la persona humana el centro del orden jurídico. En cuanto
al término República a que aludía la Constitución de 1945, ya no se menciona en la actual, y hoy solo
indica que el sistema de gobierno es republicano, democrático y representativo (artículo 140); pero,
la unidad política y jurídica se le denomina el “Estado de Guatemala”, que en definitiva es el ente que
el Código Civil reconoce como persona jurídica (artículo 15 inciso 1). De esta manera la Constitución
concuerda con las disposiciones del Código Civil.
En cuanto al uso del término “Nación”, la actual Constitución lo abandonó, porque en él se encierra
un significado sociológico y cultural, no jurídico, y solo aparece en algunos artículos, como cuando
se refiere a los habitantes de la Nación (artículo 138); luego habla de bienes del Estado (artículo 121)
y de la enajenación de bienes nacionales (artículo 124), lo que denota imprecisión en la identificación
del Estado, pues en todo el Ordenamiento Jurídico se da una pluralidad de términos: unas veces se
le llama Estado, en alguna ley ordinaria se le identifica como país, en otras república, como en el
mismo título de la Constitución, y, por último, el de nación, cuando lo correcto es nombrarlo como
Estado de Guatemala.
El artículo 1°., y por eso la Constitución es calificada de humanista, pone en el centro del universo
político y jurídico a la persona humana, en vez del Estado, la Nación, la República o el País. Además,
coloca a la familia como núcleo de la sociedad y a ella el Estado debe procurarle y hacerle realidad el
bien común. La familia se compone o integra conforme a las disposiciones del Código Civil, Libro
Primero, Título II, en donde están reguladas todas las instituciones del Derecho de familia.
En cuanto al artículo 2 de este Título Único constitucional, se establecen los deberes esenciales del
Estado de Guatemala, que consisten en garantizar a los habitantes de la República, la vida, la libertad,
la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona. Esta norma del artículo 2 contiene
una finalidad programática e ideológica para el Estado de Guatemala y en torno a esa finalidad debe
desarrollarse todo el accionar de los detentadores del poder, como nombra Loewestein a quienes
ejercen el poder público.

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El hecho que de este artículo se desprendan deberes programáticos, no quiere decir que ellos
pertenezcan al “deber ser” del accionar del Estado, ya que conforme las corrientes modernas de la
teoría constitucional, todas las normas constitucionales, incluyendo las programáticas, son de
obligado cumplimiento para el poder público y de aplicación directa.
Si se leen con detenimiento los artículos 1 y 2, observamos que tienen concordancia plena con el
preámbulo de la Constitución, y sobre su contenido la Corte de Constitucionalidad ha expresado los
criterios que sustentan al respecto, conforme a las sentencias siguientes:

“La responsabilidad del bien común ha sido debidamente consagrada en el preámbulo de


la Constitución, y prevista como fin supremo dentro de los fines y deberes del Estado”.
Sentencia del 26 de septiembre de 1991, gaceta 21.
“La Constitución Política dice en su artículo 1 que el Estado de Guatemala protege a la
persona, como lo asienta el peticionario, pero añade inmediatamente que su fin supremo
es la realización del bien común, por lo que las leyes que se refieren a materia económica,
como la que se examina, pueden evaluarse tomando en cuenta que los legisladores están
legitimados para dictar las medidas que, dentro de su concepción ideológica y sin infringir
preceptos constitucionales, tiendan a la consecución del bien común. Al respeto conviene
hacer presente que la fuerza debe perseguir objetivos generales y permanentes, nunca
fines particulares”. Sentencia del 19 de septiembre de 1986, Gaceta 1.

Un valor a que se refiere el artículo 2 es el de la seguridad, que se divide en seguridad de la persona


individual y la seguridad jurídica, que es la seguridad de las normas. Sobre el significado de la
seguridad jurídica, Radbruch dice que significa que las normas jurídicas contenidas en leyes y
reglamentos sean estables, para que los destinatarios sepan qué reglas o normas rigen su conducta
dentro de la vida en sociedad. A eso se refiere la Corte de Constitucionalidad, cuando dice:

“El principio de seguridad jurídica que consagra el artículo 2°. de la Constitución,


consiste en la confianza que tiene el ciudadano, dentro de un Estado de Derecho, hacia
el ordenamiento jurídico; es decir, hacia el conjunto de leyes que garantizan su
seguridad, y demandan que dicha legislación sea coherente e inteligible; en tal virtud,
las autoridades en el ejercicio de sus facultades legales, deben actuar observando dicho
principio, respetando las leyes vigentes, principalmente la Ley Fundamental”. Sentencia
del 10 de julio de 2001, Gaceta 61.

9. PARTE DOGMÁTICA DE LA CONSTITUCIÓN


Ya se dijo que las constituciones tienen una parte dogmática que trata de los derechos
individuales frente al poder público, que a veces se les denomina derechos humanos o garantías
individuales o derechos políticos o derechos fundamentales. En la doctrina constitucional se discute

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si estos términos son equivalentes o si cabe alguna distinción entre ellos, tema que trataremos de
dilucidar según lo establece la teoría y el mismo derecho positivo constitucional de Guatemala.
En lo que se refiera a la Constitución Política nuestra, el Título II denominado DERECHOS
HUMANOS, que se inicia con el artículo 3°. Este título se desarrolla en CUATRO capítulos: El Capítulo
I, comprende las “Garantías Individuales” y consta de 46 artículos, que regulan los derechos humanos
conocidos como “de primera generación” o derechos fundamentales según la doctrina. La
enumeración de estos derechos es abierta, ya que en la realidad social van apareciendo otras
pretensiones con base en derechos no contenidos en la ley, como el llamado “derecho a la
Constitución”, el “derecho a la democracia, “el derecho a la felicidad” o el “derecho al olvido” a los que
se les atribuye la categoría de derechos fundamentales, aunque algunos los califiquen como “derechos
imposibles”, pues no se pueden hacer efectivos con certeza y seguridad.
Los derechos humanos o garantías individuales aparecen en las constituciones en un número
que varía de una a otra y dependen del criterio de los autores de la Constitución, aunque hay muchos
que son insoslayables en todo texto constitucional liberal y democrático, como la libertad, la seguridad,
el bien común, la justicia, etc.
El tema de los derechos humanos plantea una serie de interrogantes, que el filósofo
guatemalteco, doctor Jorge Mario Rodríguez Martínez, plantea así:

¿Qué son los derechos humanos?


¿Cuáles son los fundamentos de su validez?
¿Son los derechos humanos válidos universalmente o sólo otra manifestación del
dominio conceptual de la cultura occidental?
¿Constituyen los derechos humanos una posibilidad real para el mejoramiento de la
humanidad en su conjunto o se reducen a un discurso de buena voluntad que se
encuentra limitado ante el ejercicio real de los distintos tipos de poder o antes los
privilegios que ya han sido concedidos con anterioridad de manera injusta?
¿Es válido creer que los derechos humanos, como piensan muchos en América Latina,
un recurso al que acuden aquellos que, habiendo violado la ley, piensan en ellos para
suavizar su castigo después de haber robado, asesinado o mentido?” (2010:17).

Alguna de las anteriores interrogantes se tratará de responder en este subtítulo.


En el capítulo II del mismo Título, se regulan los llamados derechos sociales, conocidos como
“Derechos humanos de segunda generación “, los que tienen como materia el derecho al trabajo, el
derecho a la cultura, el derecho al ocio, el derecho a la seguridad social, el derecho a la salud, etc.
Por último, aunque no en forma sistematizada, están los “Derechos humanos de tercera
generación”, que son los derechos de los pueblos, el derecho a un ambiente sano o el derecho a la
paz, que aparecen diseminados en otros artículos de nuestra Constitución.
Cuando se utiliza el término “derechos fundamentales”, tenemos que explicarlos recurriendo a
la teoría y a la doctrina constitucional, pues en las normas constitucionales positivas, como es nuestro
caso, sólo se les identifica como derechos humanos y no utiliza el término derechos fundamentales,
salvo, como veremos, el derecho a la salud que si está reconocido como derecho fundamental.
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La Constitución Política de República divide los derechos humanos den dos grupos: a) Las
garantías individuales y b) Los derechos sociales. Dichas garantías son para la persona
individualmente considerada; y los derechos sociales son para la generalidad, para grupos sociales.
Ahora bien ¿Todas estas garantías individuales y todos estos derechos sociales son derechos
fundamentales? Estudiemos esta interrogante con más detalle.
10.Los Derechos Fundamentales
Dice Antonio Pérez Luño, que:
“El constitucionalismo actual no sería lo que es sin los derechos fundamentales. Las
normas que sancionan el estatuto de los derechos fundamentales, junto a aquellas que
consagran la forma de Estado y las que establecen el sistema económico, son las
decisivas para definir el modelo constitucional de sociedad” (2011:15)

Nuestra Constitución Política sólo utiliza el término “derecho fundamental”, en el artículo 93,
que califica expresamente el derecho a la salud como “derecho fundamental”. Tampoco se utiliza este
término en la Declaración Americana de Derechos Humanos. Ante este contenido terminológico y
parcial o de nuestra ley constitucional, ¿Cuándo se puede decir que un derecho humano reglado como
garantía individual o como derecho social es un “derecho fundamental?

La doctrina del conocido jurista italiano, Luigi Ferrajoli, sobre lo que son los derechos
fundamentales, y que citaremos más adelante, ayuda a responder la pregunta que nace del silencio y
la forma con que se trata el tema de nuestro texto constitucional. En la teoría se ha desarrollad este
tema desde diversos puntos de vista. Por ejemplo, Antonio Pérez Luño dice:

“Los términos “derechos humanos” y “derechos fundamentales” son utilizados, muchas


veces, como sinónimos. Sin embargo, no han faltado tentativas doctrinales
encaminadas a explicar el respectivo alcance de ambas expresiones. Así, se ha hecho
hincapié en la propensión doctrinal y normativa a reserva el término “derechos
fundamentales” para designar los derechos positivados a nivel interno, en tanto que la
fórmula “derechos humanos” sería lo más usual para denominar los derechos naturales
positivados en las declaraciones y convenios internacionales, así como a aquellas
exigencias básicas relacionadas con la dignidad, libertad e igualdad de las personas que
no han alcanzado un estatuto jurídico positivo”(201:39 y 40).

Lo que expone Pérez Luño advierte la dificultad que existe para diferenciar los derechos
humanos y dentro de éstos, los derechos fundamentales, pues la circunstancia de que los primeros
provengan de tratados y convenciones internacionales y los segundos del derecho interno o nacional
de cada Estado, no es un parámetro aplicable en común a todos los ordenamientos jurídicos. En el
caso del Estado de Guatemala, su Constitución sí tiene positivados los derechos humanos, para que
se puedan aplicar a sus destinatarios, como deberes para el poder público y como derechos para la
persona humana, es necesario que hayan ingresado al ordenamiento jurídico cumpliendo el
procedimiento formal establecido en la Constitución Política de la República, de manera que, aunque

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provengan de instrumentos internacionales tienen que encontrarse formando parte del sistema jurídico
de Guatemala para su positividad y vigencia, según la corriente dualista que caracteriza a nuestro
sistema. O sea que el criterio de distinción que expone Pérez Luño no nos permite utilizarlo para
calificar un derecho como fundamental y poderlo diferenciar de un derecho humano no fundamental.
Si se quiere formular un concepto más preciso de los derechos fundamentales, debemos recurrir a la
doctrina constitucional y no al derecho positivo.

Conforme al Título II de la Constitución Política, todos los derechos a que se refieren los artículos de
los capítulos I y II, son derechos humanos. Entonces ¿Cuáles de ellos son realmente fundamentales?
El aspecto semántico del término creo que podría ayudar a esclarecer la interrogante. ¿Qué significa
fundamental? Este término, desde la perspectiva gramatical tiene como sinónimos los siguientes:
sustancial, vital, importante, básico, primordial, principal. Por estos sinónimos se puede sostener que
un derecho fundamental es aquel que no puede estar ausente de la persona humana bajo ninguna
circunstancia. En ese orden de ideas, cuando el artículo 138 de la Constitución establece que en
determinadas situaciones y de conformidad con la Ley Constitucional de Orden Público, se pueden
limitar los derechos constitucionales a que se refieren los artículos 5,6,9,26,33, primer párrafo del
artículo 35, segundo párrafo del artículo 38 y segundo párrafo del artículo 116, se nos está indicando
y quiere decir que esos derechos referidos en tales artículos no son fundamentales, aunque sí
derechos humanos, porque el Estado, aunque sea por tiempo corto, puede limitar su goce y ejercicio
n aplicación de la Ley Constitucional de Orden Público. ¿Cuáles son esos derechos que pueden
limitarse? Pues, el derecho a la libertad de acción; el derecho a no ser detenido sin orden de juez
competente; el derecho de detenido o preso a ser interrogado únicamente por autoridad judicial; el
derecho a la libre locomoción; el derecho de asociación; el derecho a la libre emisión del pensamiento;
el derecho de portación de armas; y, el derecho de huelga de los trabajadores del Estado.
Puede también argumentarse con más consistencia, y en la doctrina suele hacerse esta consideración,
que hay derechos humanos o derechos fundamentales absolutos porque en ningún caso pueden
restringirse; y derechos humanos o fundamentales no absolutos, que son aquellos que pueden
restringirse o disminuirse. En mi criterio esta es la distinción más certera en cuanto a los derechos
fundamentales: absolutos o no absolutos.
Como los derechos antes señalados en las normas constitucionales pueden restringirse
temporalmente, se colige que la persona puede vivir sin ellos, pues no son vitales ni sustanciales para
la existencia de la persona humana, de manera que no deben tenerse como derechos fundamentales
absolutos, aunque siguen siendo garantías individuales, derechos humanos o derechos
fundamentales no absolutos. En sentido contrario, los derechos a la vida, a la libertad, a la justicia, al
debido proceso, al derecho de defensa, a vivir en un ambiente sano, a la salud, al agua, etc., sí son
derechos fundamentales absolutos, porque no pueden restringirse y el Estado debe protegerlos.
Recurriendo a Ferrajoli en una monografía publicada en la Revista Cuestiones Constitucionales de la
UNAM, se refiere a este tema en un ensayo titulado: “Sobre los Derechos Fundamentales y la
Globalización”, y dice que para responder a la pregunta sobre cuáles son esos derechos y porqué
fundamentales nos encontramos con tres respuestas, a saber:
a) La que da la teoría general del derecho que identifica a los derechos fundamentales como
aquellos que tienen como titulares a todas las personas con capacidad de obrar y que son por

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tanto, indisponibles e inalienables. Esta respuesta, dice Ferrajoli, responde a la pregunta sobre
qué son los derechos fundamentales, pero no nos indica cuáles son.
b) Otra respuesta a la que da el derecho positivo vigente en un Estado, afirmando que los
derechos fundamentales son aquellos universales e indisponibles que están previstos en las
normas jurídicas que forman el ordenamiento o sistema, ya sea que consten en el texto
constitucional o en los tratados y convenciones en materia de derechos humanos. En esta
respuesta, para nuestro ordenamiento, se podría decir que el derecho a la salud se derivaría
de la interpretación de la Constitución y del goce necesario e ineludible para la persona humana.
c) La tercera respuesta se obtiene de la filosofía política, en donde se establecen "cuáles derechos
deben ser garantizados como fundamentales". Agrega Ferrajoli, que responder a esta pregunta
implica recurrir a tres criterios axiológicos:
• El primer criterio establece un nexo entre derechos humanos y paz, según aparecen en
la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. En ese orden, todo derecho
que condiciona y hace posible la paz, será un derecho fundamental: derecho a la vida,
a la integridad personal, los derechos civiles y políticos, los derechos de libertad y los
derechos sociales, para la supervivencia como la salud, la educación, la subsistencia y
la previsión social.
• El segundo criterio afirma que son derechos fundamentales los derechos de las minorías
y que tienden a lograr la igualdad entre las personas reduciendo las asimetrías
económicas y sociales entre las personas; y,
• El tercer criterio sostiene que son derechos fundamentales aquellos que protegen al más
débil dentro de la estructura social. Si en el ordenamiento jurídico hay derechos que
tienden a darle protección a una de las partes de las relaciones jurídicas, por estar en
desventaja material frente al más fuerte, esos son derechos fundamentes. (2006:118)

La Corte Constitucional de Colombia, reconocida por su activismo judicial constitucional en América


Latina, en la sentencia T596 de 1992, al referirse a los derechos fundamentales, estableció lo
siguiente:
"Los derechos fundamentales no incluyen solo derechos subjetivos y garantías
constitucionales a través de los cuales el individuo se defiende frente a las actuaciones de las
autoridades públicas; también incluyen deberes positivos que vinculan a todas las ramas del
poder público. No sólo existe la obligación negativa por parte del Estado de no lesionar la
esfera individual, también existe la obligación positiva de contribuir a la realización efectiva de
tales derechos. La razón jurídica que explica este compromiso positivo del Estado se
encuentra en el mandato constitucional según el cual, el Estado… se funda en el valor de la
dignidad humana, el cual determina no sólo un deber negativo de no intromisión sino también
un deber positivo de protección y mantenimiento de condiciones de una vida digna.”

En concordia con esta sentencia, la Corte Interamericana de derechos Humanos ha opinado que:
"La protección de los derechos humanos, en especial los derechos civiles y políticos en
la Convención, parte de la afirmación de la existencia de ciertos atributos inviolables de la

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persona humana que no pueden ser legítimamente menoscabados por el ejercicio del poder
público. Se trata de esferas individuales que el Estado no puede vulnerar o en los que sólo
puede penetrar limitadamente. Así, en la protección de los derechos humanos, está
necesariamente comprendida la noción de la restricción al ejercicio del poder estatal” (Opinión
consultiva OC-8/86 de 9 de mayo de 1986, 2014:47).

11. LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA CONSTITUCION


POLÍTICA DE GUATEMALA
Siguiendo las ideas de Ferrajoli y Pérez Luño, nos referiremos a los derechos contenidos en el Título
II, capítulos I y II de la Constitución Política de la República, para encontrar el significado de los
derechos humanos que a nuestro juicio equivalen a derechos fundamentales, según nuestro
ordenamiento jurídico.
El jurista y maestro nicaragüense, doctor Enrique Peña Hernández, expresa lo siguiente:
"Las garantías constitucionales son los derechos fundamentales del hombre, los derechos
públicos subjetivos, los llamados derechos del gobernado o del administrado.
En realidad, estos términos - garantías y derechos diferentes- no denotan conceptos diferentes,
ofrecen idéntica significación: en este particular toda garantía es un derecho; y todo derecho es una
garantía.
En el léxico político o constitucional las garantías o derechos son llamados garantías de la libertad,
libertades públicas o simplemente libertades, también son denominadas garantías individuales; y
cuando se refieren al ámbito de la sociedad o comunidad, se les conoce como garantías sociales o
derechos sociales.
Los derechos y garantías que establece la Constitución Política de la República de Guatemala, “no
excluyen otros que, aunque no figuren expresamente en ella, son inherentes a la persona humana”
(1996:7)
Peña Hernández clasifica o agrupa los derechos humanos previstos en la Constitución, así:
• Garantías del individuo;
• Garantías de integración social;
• Garantías económicas; y,
• Garantías procesales.

Por la finalidad de este texto, desarrollaremos aquellas garantías y derechos sociales que deben
considerarse como fundamentales y que, sin serlo, son derechos humanos, según se desprende del
texto de la Constitución Política.
Debe recordarse, además, que el artículo 44 de la Constitución Política de la República, en cuanto a
las garantías individuales como derechos humanos, establece lo que la doctrina denomina "principio
de cláusula abierta", inspirada en el derecho natural, en el sentido de que los derechos enumerados
en el Capítulo I del Título II, no excluye otros que son propios de la persona humana, aunque no

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aparezcan enumerados, ni en la Constitución ni en los tratados y convenciones de Derechos humanos
vigentes en Guatemala.
Sobre la interpretación del artículo 44, la Corte de Constitucionalidad de Guatemala, el 11 de octubre
del año 2006, en sentencia contenida en el expediente 1356-2006, Gaceta 82, hizo la consideración
siguiente:
"Las doctrinas modernas que preconizan la vigencia y respeto debido a los derechos
humanos, sostienen un criterio vanguardista respecto a que el catálogo de derechos
humanos reconocidos en un texto constitucional puede quedar agotado en éste, ante el
dinamismo propio de derechos, que propugna por su resguardo, dada la inherencia que
él es incita a la persona humana. Esto es así, porque es también aceptado que los
derechos fundamentales no solo garantizan los derechos subjetivos de las personas,
sino que, además, principios básicos de un orden social establecido, que influyen de
manera decisiva sobre el ordenamiento jurídico y político de un Estado, creando así un
clima de convivencia humana, propicio para el libre desarrollo de la personalidad. En
una Constitución finalista, como lo es aquella actualmente vigente en la República de
Guatemala, que propugna por el reconocimiento de dignidad humana como su
fundamento, no puede obviarse que los derechos fundamentales reconocidos en dicho
texto no son los únicos que pueden ser objeto de tutela y resguardo por las autoridades
gubernativas. Existen otros derechos que por vía de la incorporación autorizada en el
artículo 44 de la Constitución Política de la República o de la recepción que también
autoriza el artículo 46 del texto matriz, también puede ser objeto de protección,
atendiendo, como se dijo, su carácter de inherentes a las personas humanas, aun y
cuando no figuren expresamente en este último texto normativo”.
Los derechos no enumerados o de cláusula abierta, no pueden aparecer escritos en algún documento
legal, porque ingresarían al catálogo de los derechos enumerados. De esa manera, estimamos que
ellos se irán singularizando en casos concretos y su concepción va a depender del criterio del juzgador
y de su cultura jurídica y filosófica, para determinar razonablemente que nos encontramos ante un
derecho humano que no consta expresamente en ley.

12.Garantías Individuales
En el entendido de que las garantías individuales, junto a los derechos sociales, constituyen
derechos humanos y algunos de ellos son derechos fundamentales, unos de manera absoluta y otros
no, el jurista mexicano Jorge Carpizo establece como características o principios que inspiran a los
derechos humanos, los siguientes:
a) Universalidad, por la cual el ser humano posee una serie de derechos fundamentales con
independencia del país en que haya nacido o habite y de su condición humana en cuanto a
raza, sexo, posición económica, etc. Recordemos que el primer instrumento jurídico
internacional es la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, ratificada 45 años
después en la Declaración Bangkok.
b) Historicidad, en el sentido de que los derechos humanos han ido evolucionando con el
transcurso del tiempo y van apareciendo otros conformes nuevas necesidades y retos que
presenta la evolución de la sociedad.

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c) Progresividad, pues los derechos de los que goza el ser humano reconocidos por el Estado
siempre irán en aumento, son irreversibles y no se puede disminuir.
d) Protectores, ya que sus efectos se dan para toda persona, sin toma en cuenta su posición social
o económica.
e) Indivisibles e interdependientes, porque los derechos, humanos, civiles, políticos, económicos,
culturales etc., forman una unidad y no se pueden fraccionar. Además, algunos son
interdependientes, tal el caso del derecho al agua o a un ambiente sano que están ligados al
derecho a la vida.
f) De eficacia directa, porque los que están reconocidos en la Constitución y en los tratados y
convenciones de derechos humano, vinculan obligatoriamente a todos los poderes públicos y
sus funcionarios están obligados a observarlos y respetarlos, ya sea de oficio o a petición de
parte.
Hay autores, como Marcos del Rosario Rodríguez, que agregan como característica de los
derechos humanos la de ser inalienables o sea que no se pueden renunciar. Eso no significa que en
algunos casos puedan limitarse y que en el campo de aplicación de la ley pueda optase entre uno u
otro derecho como manifestación de la técnica de la ponderación que estudiaremos en otro capítulo.
Este mismo autor agrega el principio pro persona como principio interpretativo. El principio pro persona
significa que en la selección de la norma aplicable al caso y para su interpretación, debe optarse por
la que mejor protege los derechos humanos de la persona (2016:264 a 275)
Conforme a lo expuesto, expondré mi opinión sobre los derechos humanos regulados en la
Constitución y cuáles de ellos deben catalogarse como derechos fundamentales absolutos, por la
característica ya señalada de ser indispensables para la existencia de la persona humana, tanto física
como la espiritual.
Antes de precisar esos derechos, recordemos que la Teoría General del Derecho enseña que en toda
relación jurídica hay un sujeto del deber, que es sujeto pasivo, y el sujeto del derecho, que es el sujeto
activo. Pues bien, si conforme al artículo 2° de la Constitución, el Estado de Guatemala tiene el deber
de garantizarle a los habitantes la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y su desarrollo
integral, que son deberes fundamentales del Estado, como contrapartida a esos deberes existen los
derechos fundamentales de la persona humana a la vida, a la libertad, a la justicia, a la seguridad
individual y jurídica, a la paz y a su desarrollo integral, derechos que también están protegidos por
otras normas constitucionales que los tratan de manera más específica y con la misma finalidad de
garantizar el cumplimiento de esos deberes públicos del Estado, quien, además debe asegurar su
goce y su ejercicio.
Existen otros derechos de naturaleza social que como derechos humanos se encuentran
regulados en otros artículos constitucionales relacionados con el constitucionalismo social, como el
derecho al ambiente, al equilibrio ecológico, al agua, a la salud, al ocio, etc.
La variedad de derechos fundamentales ha permitido que en la doctrina se hable de derechos
fundamentales de contenido negativo o sean los derechos civiles y políticos, que implican una
restricción para el Estado, pues éste no puede limitar el derecho a la vida de los ciudadanos, a su
libertad persona, a su libre expresión, etc., que el Estado y la sociedad debe procurara para que los
individuos los gocen.

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En el desarrollo normativo de nuestra Constitución y sin agotar todos los que de su lectura
pueden singularizarse, se señalan como derechos fundamentales, según las normas que regulan las
garantías individuales y los derechos sociales, los siguientes:

13. Derecho Fundamental a la Vida


En el artículo 3° de la Constitución se garantiza y protege el derecho a la vida humana, desde
la concepción, así como la integridad y la seguridad de la persona. Este artículo concuerda en parte
con el artículo 3° de la Declaración Universal de Derechos humanos y con la Convención Americana
de Derechos Humanos o Pacto de San José, en su artículo 4°, en donde se establece la protección a
la vida humana a partir de la concepción o sea desde que se forma el cigoto (unión del espermatozoide
con el (óvulo) aclarando así la antiquísima discusión jurídica que viene desde el Derecho romano,
entre proculeyanos sabinianos sobre el hecho de determinar desde cuándo existe la persona humana.
Tal como está redactado el artículo 3° constitucional, para algunos intérpretes está vedado en
definitiva la presentación del aborto, incluido el aborto terapéutico contemplado en nuestro Código
Penal, aunque Peña Hernández sostiene que el tipo penal del aborto terapéutico está derogado
porque la ley no hace distinción y entonces regiría el principio de que “donde la ley no distingue no les
es dado distinguir al hombre”, no obstante que el accionar del médico en ese caso, se haría para
proteger la vida de otro ser humano: la madre, y eso amerita otra reflexión de distinta transcendencia
axiológica. Con respecto a esta posición sobre cuándo principia la vida humana, concuerda también
el artículo 1 de nuestro Código Civil, en donde se establece que “el que está por nacer se le considera
como nacidos en todo lo que le favorece.”
En el caso de los “Niños de la Calle”, relacionado con el Estado de Guatemala, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos se refirió a este derecho fundamental y dice:
“El derecho a la vida que tiene toda persona humana es la condición previa y necesaria
para la realización y disfrute de todos los demás derechos. En efecto, de no ser garantizado y
respetado el derecho a la vida, todos los demás derechos de la persona se desvanecen, ya que
se afecta la existencia misma de su titular. Como consecuencia de ello, no son aceptables las
restricciones del derecho a la vida; por tanto, una violación a la Convención
Americana…comprometen la responsabilidad internacional de los Estados parte” (2014:113).
En cuanto a la seguridad de la persona a que se refiere el mismo artículo 3°, se trata de la
seguridad individual, a su seguridad e integridad física, ya que la seguridad jurídica como valor,
contemplado en el artículo 2 constitucional, como ya lo explicamos, es la seguridad del ordenamiento
jurídico en cuanto a su certeza y estabilidad, para que las personas no sean sorprendidas con cambios
introducidos en las leyes sin cumplir los procedimientos de formación de la ley, tanto en su aspecto
formal como en su aspecto material. O sea que la seguridad tiene dos significados: la seguridad
individual de la persona humana y la seguridad jurídica del régimen legal.
Al tratar el derecho fundamental a la vida es obligado referirse al artículo 18 constitucional en
el que está prevista la pena de muerte, dando por supuesto que la existencia jurídica de esta sanción
está tipificada en el Código Penal, de manera que la Constitución únicamente regula los casos en que
no se puede aplicar, lo que a mi entender, es un reconocimiento de la existencia de esa pena. No
obstante, la Constitución faculta al Congreso de la República, para abolirla cuando lo considere
prudente y necesario. Esta pena, que los abolicionistas no aceptan, es una excepción al deber que

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tiene el Estado de respetar la vida, excepción que al estar prevista en la misma Constitución, determina
que la norma que prevé tal sanción de tan extremado rigor, es válida y puede aplicarse, aunque las
autoridades encargadas de sancionar y ejecutar lo juzgado han ido soslayando su aplicación por el
conflicto moral que la misma produce. Sobre esta contradicción entre el derecho a la vida y la pena
de muerte, en iguales circunstancias se argumentaría en contra de la pena de prisión, porque
supuestamente contradice el derecho a la libertad, razonamiento que conduciría a un anarquismo en
el Derecho Penal e incertidumbre en la vida de la sociedad.
Sobre el delicado tema de la pena de muerte, en el seno de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos se han dado opiniones sobre esta sanción que se contempla en el artículo 4 del
Pacto de San José relacionado con el derecho a la vida. La Corte ha expresado lo siguiente:
“El derecho a la vida que tiene toda persona humana es la condición previa necesaria para la
realización y disfrute de todos los demás derechos. En efecto, de no ser respetado y garantizado el
derecho a la vida, los demás derechos de la persona se desvanecen ya que se afecta la existencia de
su titular” (201:113)
Establecido lo que para la Corte Interamericana de Derechos Humanos es el derecho a la vida,
sobre la pena de muerte hace las siguientes consideraciones:
“…El asunto está dominado por un principio sustancial expresado por el primer párrafo (artículo
4 de la Convención), según el cual toda persona tiene derecho a que se respete su vida y por un
principio procesal según el cual nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.
La regulación sobre la pena de muerte demuestra la falta de consenso entre los Estados que
participaron en la redacción del mismo (artículo 4) en la abolición por completo de la pena de muertes,
sin embargo, de la lectura de los mismos, se evidencia el sesgo abolicionista de la consagración y la
tendencia limitativa de la pena de muerte, ya que según el artículo 4 numeral 2 tampoco se extenderá
su aplicación a delitos a los cuales no se les aplique actualmente y según el artículo 4 numeral 3 no
se restablecerá la pena de muerte en los Estados que la han abolido.
En esta materia la Convención expresa una nota de progresividad, consistente en que, sin llegar a
decidir la abolición de la pena de muerte, adopta las disposiciones requeridas para limitar
definitivamente su aplicación y su ámbito, de modo que ésta se vaya limitando hasta su supresión
final.
…La Corte interamericana ha agrupado en tres categorías las limitaciones para la aplicación de la
pena de muerte en los países en donde todavía está vigente:
I) La aplicación de la pena está sujeta a reglas procesales, cuyo respeto debe vigilarse y
exigirse de modo estricto;
II) Sólo debe aplicarse a los más graves delitos comunes y no conexos con delitos políticos; y,
III) Deben tomarse en cuenta ciertas consideraciones propias de la persona del reo” (2014:120)
Del derecho fundamental a la vida se desprenden otros derechos como el derecho al agua o el derecho
al equilibrio ecológico, que por su relación directa con el derecho a la vida, devienen también en
derechos fundamentales absolutos.
Sobre el significado del derecho a la vida, la Corte de Constitucionalidad de Guatemala, ha resuelto:
“Este Tribunal Constitucional refiere que el deber del estado de garantizarles a los
habitantes de la República la vida conlleva el derecho de éstos a una vida digna, lo cual

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involucra una serie de factores de que establecen condiciones de existencia en sociedad, como
la libertad, la integridad y la dignidad humana, la salud, la seguridad jurídica, la confianza en el
futuro, la estabilidad económica, el ingreso económico, el bienestar, la cultura, el medio
ambiente sano, la satisfacción por el trabajo desempeñado y el buen uso del tiempo libre, entre
otros valores” Sentencia del 11 de septiembre de 2006, Gaceta 85.

Lo anterior significa que el derecho a la vida es un derecho omnicomprensivo, en el sentido de


que hay una serie de satisfactores que deben protegerse y fomentarse en provecho de la existencia
de la persona individual, especialmente en el campo de los derechos prestacionales o sociales.
Además, en lo que al Derecho Penal y Penitenciario se refiere, se han ampliado las figuras de
protección con respecto a las desapariciones forzadas, las ejecuciones extrajudiciales o las
condiciones de las cárceles, etc.

14. Derecho Fundamental de Libertad e Igualdad


Estos derechos están normados en el artículo 4, no obstante que el en 2 ya se establece como
deber del Estado garantizar la libertad, que es lo más preciado para el ser humano, quedando
prohibida cualquier forma de esclavitud. Al derecho a la libertad se le suma el de la igualdad, que
juntos contribuyen a la paz según refiere Ferrajoli. Todos los seres humanos son libres e iguales en
dignidad y derechos y por estos derechos fundamentales el hombre y la mujer tienen iguales
oportunidades y responsabilidades, estando prohibido discriminar en razón de la raza, de la edad, de
la religión, del sexo, de la condición económica; además nadie puede ser sometido a servidumbre u
otra condición que menoscabe su dignidad.
El término dignidad tiene muchos efectos jurídicos en la vida real. Por ejemplo, el jurista guatemalteco,
Jorge Mario Castillo González (2011:15) trata el problema del llamado “derecho al olvido” por el cual
se obligaría a quien ha causado un daño a la dignidad de otro a borrar cualquier vestigio informativo
que mantenga la ofensa que causa daño.
Este derecho al olvido, del que nos habla el maestro Castillo González, el jurista mexicano Diego
Valadés lo relaciona los insultos y denigraciones que utilizan las redes sociales para ofender la
dignidad de las personas, de manera que a los medios que facilitan su difusión se les puede obligar a
borrar todo vestigio ofensivo y hasta generarles responsabilidad civil por moral.
Agrega también esta norma un deber de solidaridad, al establecer que los seres humanos deben
guardarse entre sí una conducta fraterna. En el caso de un desastre natural, por ejemplo, la autoridad
puede requerir el cumplimiento de ese deber por parte de la población, que debe brindar su ayuda
solidaria.
Los fallos de la Corte de Constitucionalidad sobre libertad y la igualdad a que se refiere el
artículo 4 constitucional, son considerables en su número y provienen de distintas controversias
jurídicas. Reseñaremos dos de ellos:
"Es absolutamente innegable que los asuntos que conciernen a la protección de la dignidad de
las personas, tienen carácter fundamental y prioritario, por lo que debe condenarse todo acto
de discriminación racial que viole los derechos humanos y fundamentales; todo ello con el
objeto de promover la comprensión y tolerancia, dentro de los habitantes de la República, bajo
el insoslayable principio de que todos somos iguales en dignidad y derechos e impulsando la
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plena vigencia de los Derechos Humanos protegidos por nuestra Constitución y por los
convenios aprobados por el Estado de Guatemala". Sentencia del 27 de octubre de 2003, Gaeta
70.
"Esta Corte estima que la libertad personal es un derecho humano que la Constituci6n de la
República garantiza, de tal suerte que únicamente por los motivos y en la forma que la misma
Constitución y la ley específica de la materia señalan, puede ser restringida". Sentencia del 24
de septiembre
de 1990, Gaceta 17.

15.DERECHO FUNDAMETAL DE LIBERTAD DE ACCION


Contrariamente a lo que está previsto para quienes ejercen el poder público, que solo pueden hacer
lo que la ley les permite, lo que constituye el principio de legalidad, Ios administrados tienen libertad
de acción con fundamento en el principio que afirma "que lo que no está jurídicamente prohibido, está
jurídicamente permitido". Además, ninguna persona está obligada a acatar órdenes que no estén
basadas en la ley y emitidas y emitidas conforme a ella, pues el poder público deviene ilegitimo cuando
se incurre en abuso de poder, que consiste en ejercerlo fuera de la ley; y cómo actuar también es
manifestar una opinión o hacerlo sin infringir la ley, el derecho a la libertad de pensamiento. Una
particularidad de este derecho, a mi juicio, es que indirectamente también gozan de él las personas
jurídicas, no así la libertad de pensamiento, porque la ley no distingue entre personas individuales y
personas jurídicas. Esto último es un reto para la doctrina y para la jurisprudencia porque la ley no
distingue entre personas individuales y personas jurídicas. Esto último es un reto para la doctrina y
para la jurisprudencia porque ya se ha dado controversias, especialmente en Europa, en donde se
han reclamado derechos humanos de personas jurídicas, reclamaciones que de alguna manera se
ha tratado de conocer y resolver dependiendo de la naturaleza de la reclamación, al extremo que los
criterios de solución se han ido flexibilizando. No obstante, lo más aceptable es lo que los derechos
humanos fundamentales, especialmente los absolutos, son derechos del individuo, del ser humano,
del hombre de carne y hueso y no de las personas jurídicas.
La Corte de Constitucionalidad se ha pronunciado sobre este derecho, en el fallo siguiente:

“…toda persona tiene derecho a hacer lo que la ley no prohíbe, la disposición fundamental
utiliza el concepto de ley en sentido material, no formal, es decir, atendiendo no al órgano
emisor del precepto normativo de que se trata, sino a la naturaleza de éste, comprendiendo
toda norma jurídica de carácter general emitida con el objeto de regular las relaciones sociales
a fin de asegurar la pacífica convivencia, siendo indiferente el órgano del que haya emanado.
De esa cuenta, dentro del concepto de ley contenido en el artículo 5° de la Constitución, tienen
cabida, además de los Decretos del Congreso de la República (leyes ordinarias) , entre otras
clases de normas, los reglamentos emitidos por la autoridad municipal como el que se
impugna, deviniendo de la libertad de acción consagrado por el citado precepto fundamental
puede ser limitada por aquellas prohibiciones que aquél imponga a los administrados”
Sentencia del 18 de marzo de 2009, Gaceta 91.

16.DERECHO FUNDAMENTAL DE DEFENSA


La defensa de la persona y sus derechos es inviolable, por lo que esta garantía debe considerarse
como un derecho fundamental. El artículo 12 constitucional establece que nadie podrá ser condenado

29
sin haber sido citado, oído y vencido en proceso legal ante juez competente y prestablecido,
funcionario judicial a quien la doctrina lo califica como “juez natural”. Está prohibida la existencia de
tribunales especiales o secretos y a la persona debe juzgársele conforme a un proceso previamente
establecido. Además, debe gozar de la asistencia profesional en el ejercicio de su defensa conforme
al artículo 8 constitucional. Este derecho fundamental al debido proceso y al derecho defensa, se
complementan con otras garantías individuales judiciales contempladas en los artículos
6,7,8,9,10,11,13 y 16 de la Constitución.
Con respecto al derecho humano fundamental de defensa, hay distintos fallos que lo desarrollan,
siempre relacionándolo con el debido proceso, pues éste se integra con otros de igual naturaleza que
si se ven conculcados, constituyen violaciones al debido proceso. Por ejemplo, en uno de esos fallos,
la Corte dijo:
“El debido proceso constituye el medio sine qua non, para arbitrar la seguridad jurídica,
de esa cuenta, su institución se ha constitucionalizado con la categoría de derecho
fundamental propio y como garantía de los demás derechos, especialmente el de
defensa. No es, entonces, una cuestión meramente técnica, sino incluye una especial
consideración garantista. El desvío de los principios esenciales del proceso agrava los
derechos de las personas en la medida en que su inobservancia impide la aplicación de
la justicia”. Sentencia del 27 de enero de 2002, Gaceta 95.

En los repertorios de fallos que ha emitido la Corte de Constitucionalidad de Guatemala, cuando se


leen los que se refieren al derecho de defensa y del debido proceso, nos damos cuenta que son de
número considerable las resoluciones que han ocupado la atención del alto tribunal. Esto es así
porque en países como el nuestro, existe una constante violación al debido proceso y al derecho de
defensa de las personas, especialmente en el ámbito administrativo central y en el descentralizado.

17. DERECHO FUNDAMENTAL A LA SALUD


Anteriormente dijimos que el derecho a la salud es el único que la constitución califica expresamente
como derecho fundamental, según reza el artículo 93, ubicado dentro de los derechos humanos de
naturaleza social o derechos prestacionales. La salud, tal como está prevista del artículo 93 al 100,
inclusive, de la Constitución, se integra con otros derechos, a saber:
a) Prevención, promoción, recuperación y rehabilitación con acciones de salud;
b) Protección del medio ambiente;
c) Calidad de los productos que consume el ser humano;
d) Calidad de alimentación y la nutrición;
e) Seguridad social

El derecho fundamental a la salud es de los menos protegidos por parte del Estado y las condiciones
precarias en que se ejecutan los programas de salud explican la cantidad considerable de fallos que
la Corte de Constitucionalidad ha dictado al respecto. En uno ellos, dice:

“…esta Corte considera importante señalar que en reiteradas oportunidades ha


sostenido el criterio que el derecho a la salud es fundamental, debido a que surge del
derecho a la vida, que como el más elemental de los derechos humanos, se despliega en
todos los demás… su desarrollo conlleva la posibilidad real de una persona, de recibir
atención médica oportuna y eficaz por el solo hecho de sr humano derecho dentro del

30
cual se incluye la prevención de enfermedades y rehabilitación de éstas mediante la
prestación de servicios médicos hospitalarios o de atención médica, todo ello con el
objeto de que a quien le aqueje una enfermedad tenga la posibilidad adicional de
preservar su vida..” Sentencia del 8 de diciembre de 2022. Gaceta 102.

18.DERECHO FUNDAMENTAL DE PRESUNCIÓN DE INOCENCIA Y


PUBLICIDAD DEL PROCESO
Por este derecho fundamental a que se refiere el artículo 14 constitucional, toda persona individual
acusada de haber cometido un delito, se le presume inocente, mientras su culpabilidad y
responsabilidad no haya sido declarada judicialmente; y, las partes y abogado actuantes en el proceso
tiene el derecho de enterarse de las constancias procesales del mismo, para la adecuada dilación
procedimental y ejercer la defensa. Este derecho, no obstante, su naturaleza, es violado
constantemente por la vindicta pública, pues el acusado es “condenado” mediáticamente ates del
pronunciamiento judicial.

19.DERECHO FUNDAMENTAL DE LOS MENORES DE EDAD


Según el artículo 20 constitucional, si un menor de edad transgrede de la ley penal, debe
considerársele inimputable y cualquier medida correctiva tenderá a su reeducación. Además, no
deben ser recluidos en centros carcelarios para adultos. En realidad, social de Guatemala, existen
supuestos centros de reeducación de menores, pero regularmente el personal que los atiende están
lejos de la capacidad necesaria para lograr esa readaptación y quienes tiene a su cargo celar el orden
dentro de tales centros, actúan como empleados carcelarios de la reclusión de adultos.

20. DERECHO FUNDAMENTAL AL EQUILIBRIO ECOLÓGICO


En el artículo 97 constitucional está previsto este derecho que es indispensable para la vida humana
y animal, el cual tiene una serie de componentes que son deberes públicos y privados, así como
derechos de las personas para desarrollar la vida humana y proteger la vida animal y la flora. EL
equilibrio ecológico es hoy una necesidad para la supervivencia de todo ser viviente en la tierra.

21. DERECHO FUNDAMENTAL AL AGUA


Aunque el derecho positivo no lo tiene expresamente regulado como derecho fundamental, una
interpretación extensiva permite tenerlo como un derecho fundamental, pues está ligado a la vida.
Ningún ser viviente puede vivir sin el agua y hasta las plantas que viven sin consumirla, la naturaleza
las ha dotado de mecanismos naturales para captar sus componentes del aire que respiran. El agua,
según la Constitución, es un bien público.

22.DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA


El derecho a la tutela judicial efectiva está relacionado con el concepto del debido proceso. Se debe
considerar como un derecho fundamental, puesto que a ninguna persona puede privársele, en
ninguna circunstancia, de su derecho a defenderse en los tribunales o a pretender la satisfacción de

31
un derecho mediante una acción procesal en que se observen las garantías que brinda un
procedimiento previamente establecido. Esta garantía constitucional procesal vale tanto para los
órganos jurisdiccionales como para las dependencias administrativas del Estado y se integra por los
artículos 12 y 29 de la Constitución, comprendiendo el derecho a la acción, el derecho de petición y
que las actuaciones que de su ejercicio provengan se realicen conforme las reglas procesales
establecidas.
Los derechos a ser oído, a ser notificado, de ofrecer pruebas y diligenciarlas, a que se le dé audiencia
en la sustanciación del procedimiento, de obtener una sentencia motivada y otros más, son elementos
que integran el debido proceso dentro de una tutela judicial efectiva.
¿Cuál es la naturaleza jurídica de la tutela judicial efectiva? Indudablemente es de naturaleza
procesal, de manera que no se refiere a las pretensiones que se discutan judicialmente, porque
resolverlas es atribución de la jurisdicción ordinaria y el juez resolverá sobre ellas, según su “leal saber
y entender”. No observar el debido proceso en todos sus aspectos es denegación de justicia y por lo
mismo es una tutela judicial no efectiva. En cambio, no acoger la pretensión está fuera de esa tutela
de conformidad con el párrafo tercero del artículo 29 de la Constitución Política.
Y esto es muy importante tomarlo en cuenta para la justicia constitucional ante las acciones de
amparo, pues estimamos que en materia judicial el amparo solo se puede utilizar cuando el proceso
es irregular, cuando no es debido proceso, de manera que, si mediante esta acción el Tribunal
Constitucional se pronuncia sobre la pretensión, no solo no es de su competencia, sino que convierte
al amparo en una tercera instancia, que no está prevista y la prohíbe la Constitución Política.
En la legislación peruana sí está establecido con mucha contundencia que el amparo en materia
judicial solo procede en los casos en que el proceso se desarrolle de forma irregular, es decir, sin
observar los actos contenidos en las reglas procesales. Si estas normas fueran interpretadas así por
la Corte de Constitucionalidad, se evitarían muchas acciones de amparo malicioso, al pretender que
en ese nivel se discutan pretensiones que son de naturaleza sustantiva.
Con respecto al tema de la tutela judicial efectiva, la Corte de Constitucionalidad ha fallado en los
términos siguientes:

“Como derecho fundamental reconocido en el artículo 29 de la Constitución Política de


la República, la positividad del derecho a la tutela judicial efectiva, impone que este
derecho no puede ser objeto de restricciones arbitrarias, y que, en situaciones de
dubitación respecto a su efectividad, la interpretación que del acceso al mismo hayan de
realizar los órganos jurisdiccionales, debe propender, como todo derecho fundamental,
a lograr la máxima efectividad del mismo. Así ha sido sostenido en la jurisprudencia
constitucional comparada, citándose como ejemplo aquella emanada del Tribunal
Constitucional Español cuya jurisprudencia se ha inclinado por el criterio de una
interpretación más favorable al ejercicio de derechos fundamentales, a manera de
garantizar la efectividad de éstos…” Sentencia del 26 de mayo de 2005, Gaceta No. 76.

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23. OTROS DERECHOS FUNDAMENTALES
Advertimos que junto a los derechos fundamentales que hemos expuesto, también deben tenerse
como tales el derecho que tenemos todos de que
• la ley no se aplique retroactivamente (artículo 15);
• el que garantiza que ninguna persona puede ser obligada a declarar contra sí misma ni contra
sus parientes (artículo 16), que incluye los consanguíneos o por afinidad, según el principio
de que donde la ley no distingue, no le es dable distinguir al intérprete;
• y el que establece que no hay delito ni pena sin que exista una ley anterior que así lo tipifique
(artículo 18).
Los anteriores derechos a que nos hemos referido, y que están previstos en el texto constitucional, se
pueden calificar como derechos fundamentales; y son únicamente algunos ejemplos, pues de la
lectura de la Constitución se pueden identificar otros de la misma naturaleza, bajo el criterio de que si
resultan negados, se atenta contra la existencia individual y social de la persona humana. Además,
algunos de los que se han explicado, en la Convención Americana de Derechos Humanos se les
conoce como “garantías judiciales”, pues son los que tienen que ver con la administración de justicia.

24.DERECHOS HUMANOS SOCIALES


En cuanto a los derechos humanos de naturaleza social, positivados en la Constitución como
derechos humanos, están regulados en el capítulo II del Título II de la Constitución y se pueden
agrupar así:
a) Derechos humanos sociales de la familia;
b) Derechos humanos sociales referentes a la cultura;
c) Derechos humanos sociales referentes a las comunidades indígenas;
d) Derechos humanos sociales referentes a la educación;
e) Derechos humanos sociales sobre el deporte;
f) Derechos humanos sociales sobre la salud, seguridad y asistencia social. Aquí se incluyen los
que ya singularizamos como adheridos o dependientes del derecho a la salud, como lo son el
derecho al saneamiento del ambiente o equilibrio ecológico y el derecho al agua;
g) Derechos humanos sociales sobre el trabajo.
Sobre los derechos humanos sociales, llamados también derechos prestacionales, la Corte de
Constitucionalidad ha conocido casos en los que ha dictado fallos que interpretan lo que debe
entenderse como tales. En la sentencia de fecha 17 de septiembre de 1986, Expediente 12-86 Gaceta
1, la Corte hizo la consideración siguiente:

“La Constitución en su desarrollo, no se limita, en cuanto a la protección de derechos, a las


anteriormente llamadas garantías individuales, sino se refiere extensamente a los Derechos
Sociales siguiendo la corriente reformista iniciada en Guatemala por la Constitución de mil
novecientos cuarenta y cinco”,

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Con referencia a la importancia de los derechos humanos de naturaleza social, en sentencia de fecha
6 de octubre de 2011, Expediente 910-2008, Gaceta 90, la Corte dijo:
“(…) su relevancia jurídica estriba en que constituyen derechos a prestaciones de bienes o
servicios, principalmente exigibles frente al Estado y que tienden a satisfacer las necesidades
básicas que permiten a los individuos desarrollar sus propios planes de vida, tales como la
educación profesional universitaria y la superación moral, científica, técnica y material…”

Los derechos humanos de naturaleza social, económica y cultural como se les conoce, aparecen en
los textos constitucionales a partir de las primeras décadas del siglo XX y son de tanto impacto, que
es rara la Constitución que no lo contemple, habiéndose incrementado ostensiblemente en la
Constitución de Guatemala de 1985.

Estos derechos sociales tienen una justificación en la normatividad constitucional, cuando rige en
sociedades con evidentes asimetrías en el desarrollo humano. Ante ese panorama, se justifica la
existencia de derechos humanos de naturaleza social, cuya efectividad apunta hacia conseguir que
la población viva en condiciones dignas, con trabajo, salud, educación, vivienda, acceso a la cultura
y tantos otros satisfactores que permitan una vida digna y plena.

Los derechos humanos sociales son derechos subjetivos de la población y son obligaciones
prestacionales del Estado para satisfacer necesidades sociales. Eso implica muchas cosas y dentro
de sus características, se señalan las siguientes:
a) Las normas constitucionales y convencionales que regulan los derechos humanos
sociales no deben tenerse simplemente como normas programáticas o condicionales,
cuya efectividad dependa de leyes ordinarias o de otros actos del poder público, sino
previsiones normativas que pueden ser exigidas de manera directa, o sea que pueden
reclamarse como obligaciones puras, para decirlo en términos de Derecho Civil, y el poder
público, legislatura o poder ejecutivo, debe realizar programas que cubran la satisfacción de
tales derechos. La inactividad al respecto de la protección y cumplimiento de los derechos
sociales, da lugar a la acción de inconstitucionalidad por omisión que puede hacerse valer ante
un tribunal constitucional como vía para lograr satisfacer esas necesidades, aunque, como
comentamos en capítulos anteriores, aún se está lejos de conseguir el objetivo deseado, porque
las legislaturas aducen que como poderes soberanos ningún otro poder les puede negar su
derecho a fijar su política legislativa, al grado que al Tribunal Constitucional no le queda otro
camino que dictar sentencias exhortativas en las cuales se “invita” a la autoridad a cubrir la
omisión, pues la autoridad respectiva puede excusarse con el manto del sistema de la división
de poderes o en la carencia de presupuesto para cubrir una obligación prestacional cuando se
trata del Organismo Ejecutivo.
b) En el orden presupuestario y con relación a los derechos humanos sociales, el Estado
debe hacer las previsiones y provisiones presupuestarias para cumplir con sus
obligaciones prestacionales que significan desarrollo humano..

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c) Hay que señalas que los derechos sociales son progresivos y no regresivos. Una vez
establecidos, se pueden aumentar, pero no disminuir.
No obstante lo dicho en el último inciso, esta característica de los derechos humanos sociales, según
la interpretación que ha hecho la Corte de Constitucionalidad, no es absoluta. Hay casos en los que
un funcionario que actúa en representación del Estado, por comodidad política resulta concediendo
derechos prestacionales fuera de la racionalidad o de las posibilidades presupuestarias del Estado,
que a la larga afectan a toda la gestión gubernamental. O bien suceden circunstancias objetivas para
el Estado o sus instituciones autónomas que, como ocurre con la teoría de la imprevisión en materia
de obligaciones civiles, resulta imposible cumplir con algunas prestaciones, por el cambio que pueden
darse en la realidad social que determina la prestación, especialmente en materia de recursos,
corriendo el riesgo de caer en incumplimiento. Ante situaciones de esas características, en sentencia
de fecha 6 de septiembre del año 2012, Expedientes 3-2011, 4-2011 y 52.2011, Gaceta 105, la Corte
de Constitucionalidad, dijo:
“Por ello los principios de progresividad y de no regresividad constituyen parámetros de
control de constitucionalidad para actualizar las medidas adoptadas por los entes reguladores
en relación con los derechos sociales, para determinar la inconstitucionalidad de ciertas
medidas normativas, pues una vez alcanzado determinado nivel de protección, el amplio del
poder de configuración de los entes reguladores en materia de derechos sociales se ve
restringido; sobre todo, cuando se afectan derechos sociales de personas o grupos de
personas especialmente protegidos por la Constitución, tales como la niñez, la maternidad, la
discapacidad y la tercera edad, de conformidad con los artículos 51, 52 y 53 constitucionales.
No obstante, esta Corte está consciente de que, en determinado momento histórico, las
dificultades financieras que el Estado enfrente puedan dar lugar a establecer medidas que
disminuyan una protección alcanzada a un derecho social, lo cual debe ser racional y
proporcional al fin que se pretende alcanzar. Ante tales circunstancias, para que un retroceso
pueda ser constitucionalmente justificable y no resultar discriminatorio, la regulación debe
atender a los principios de razonabilidad y proporcionalidad”.

Sobre este importante criterio relacionado con la no regresividad de los derechos sociales y la
posibilidad de que en casos muy especiales sí se dé la regresividad, la Corte Interamericana también
se ha pronunciado al respecto, acudiendo a los criterios interpretativos que ha dado el Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, sobre la noción del llamado
“desarrollo progresivo”, en el sentido de que la exigencia de la efectividad de una prestación está
sujeta a “los recursos económicos y financieros que (se) disponga para el cumplimiento del respectivo
compromiso…” (2014:659).
En concordancia con lo que al respecto ha resuelto la Corte de Constitucionalidad de Guatemala, la
Corte Interamericana ha dicho algo similar:

“… (el) deber de no regresividad… no siempre deberá ser entendido como una prohibición de
medidas que restrinjan el ejercicio de un derecho. Al respecto el Comité de Derechos

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Económicos y Culturales de las Naciones Unidas ha señalado que las medidas de carácter
deliberadamente regresivo en este aspecto requerirán la consideración más cuidadosa y
deberán justificarse plenamente por referencia a la totalidad de los derechos previstos en el
Pacto (Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales) y en el contexto del
aprovechamiento pleno del máximo de los recursos de que el Estado disponga. En la misma
línea, la Comisión Interamericana ha considerado que para evaluar si una medida regresiva es
compatible con la Convención Americana, se deberá “determinar si se encuentra justificada
por razones de suficiente peso”. Por todo lo expuesto cabe afirmar que la regresividad resulta
justificable cuando de derechos económicos, sociales y culturales se trate” (2014:659-660).

25. PARTE ORGÁNICA DE LA CONSTITUCIÓN


La parte orgánica de la Constitución se inicia en el artículo 140 y en ella se regulan temas
fundamentales para la existencia del Estado de Guatemala: sus características y elementos, su forma
de gobierno, la soberanía y el territorio, el estatus de la nacionalidad, las directrices de sus relaciones
internacionales, etc. Se norma también lo atingente a la organización del ejercicio del poder público,
estableciendo los organismos que tienen a su cargo, en forma separada, las tres funciones esenciales
del Estado: función legislativa, función ejecutiva y función judicial.

El Estado de Guatemala es libre, independiente y soberano. La soberanía a que se refiere el artículo


140, es la soberanía externa, en el sentido de que lo demás Estados de la Comunidad Internacional
lo reconocen como sujeto de derechos y obligaciones en el ámbito internacional, libre e independiente
para organizarse como convenga a los intereses de su población, que es el depositario de la
“soberanía interna”, la cual significa que solo al pueblo le compete decidir el régimen político y jurídico
que plasma en su Constitución Política.

El sistema de gobierno previsto en la Constitución es republicano, democrático y representativo,


dentro de la tradición democrática liberal. Republicano significa que el ejercicio del poder público no
está concentrado en un solo ente, sino se divide en los tres poderes ya identificados, como expresión
esencial de un Estado de Derecho.

Democrático significa que el pueblo es depositario de la soberanía interna; que dicho pueblo delega
el ejercicio de tal soberanía en los organismos del Estado, entre los cuales no hay subordinación; y
que las grandes decisiones o las que el poder político estime que son de trascendental importancia,
debe someterlas a su conocimiento y aprobación mediante el procedimiento consultivo o consulta
popular. Y, representativo, porque el pueblo no participa directamente en la toma de decisiones, sino
lo hace por medio de sus representantes que designa en eventos electorales: Presidente y
Vicepresidente de la República, Diputados al Congreso de la República y alcaldes y concejales. Esto
es lo que se conoce como “democracia representativa”, en contraposición a la democracia directa,
en donde el pueblo delibera y toma sus decisiones de forma directa, sin utilizar la representatividad,
como era factible por su pequeñez, en el Estado-Ciudad de la antigua Grecia o como ha sucedido en

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los cantones suizos. En los últimos años, el sistema de democracia representativa es discutido debido
a la crisis de legitimidad de quienes ejercen el poder público y como consecuencia de su mal ejercicio,
pues a veces no cumplen con las atribuciones para las que el pueblo los eligió, planteándose a nivel
teórico la conveniencia de pasar a la democracia directa como mecanismo sustituto. Sin embargo,
como dice Norberto Bobbio (1994:40-41), y lo sostiene también el jurista mexicano, Miguel Carbonell,
esa es una práctica imposible de llevar a cabo por la cantidad de población que tendría que participar
directamente para expresar su opinión en todo acto de gobierno o en actos de legislación, siendo lo
más práctico, según Bobbio, un sistema dual, en donde haya democracia representativa y democracia
directa, según el caso, a efecto de no dar lugar a los hechos que han demeritado a la democracia
representativa. O como dice Linares Quintana: “Una gran nación no puede reunirse toda ella en
asamblea todas aquellas veces que lo exijan las circunstancias…es preciso que ella confíe a unos
representantes…los poderes necesarios…”

En nuestro medio, aunque no se llega a ese sistema dual, hay algunos actos de democracia directa
previstos en la Constitución y en leyes ordinarias, como es el caso del procedimiento consultivo para
tomar decisiones de gran importancia, la consulta para aprobar o improbar una reforma constitucional
decretada por el Congreso de la República, la consulta y participación ciudadana prevista en el Código
Municipal, que tradicionalmente han sido conocidos como cabildos abiertos, o las consultas a los
pueblos a que se refiere el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo.

En la legislación constitucional comparada, especialmente en Venezuela, Bolivia y Perú, se ha


legislado sobre lo que se conoce como “referéndum revocatorio”, que consiste en que la autoridad
electoral pregunta a la población si determinado funcionario electo debe o no continuar en el ejercicio
de un cargo público. Si el resultado es que no, el funcionario cesa en el cargo y debe entregarlo. Este
procedimiento exige que haya una norma constitucional que lo permita y una ley ordinaria que fije el
procedimiento que debe cumplirse para el efecto. La consulta popular o procedimiento consultivo
previsto en el artículo 173 de la Constitución Política, establece que se utilizará para tomar decisiones
políticas de especial trascendencia. La norma no establece qué clase de decisiones políticas puede
someterse a ese procedimiento y queda a criterio de la autoridad que puede solicitarlo, juzgar cuáles
serían esas decisiones. De esta manera, creo que este procedimiento consultivo podría funcionar
como un referéndum revocatorio de mandatos que provengan de elecciones, per ose requeriría una
previa consulta a la Corte de Constitucionalidad para obtener su opinión sobre si ese procedimiento
se puede utilizar con ese fin, aunque es ilusorio pensar que la autoridad que lo solicita lo haga para
retirarse del cargo que se encuentra desempeñando.

26.ORGANISMO LEGISLATIVO
La potestad legislativa, o sea el poder de crear leyes en sentido formal y material, le compete a un
organismo denominado en nuestro sistema como Congreso de la República. En Guatemala el
organismo legislativo es unicameral, o sea que solo existe una instancia para la emisión de las leyes
y se encuentra regulado del artículo 157 al 181, inclusive, de la Constitución Política, además de su

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ley orgánica y reglamentos internos. En otros países existe el sistema bicameral, pues después del
Congreso funciona el Senado, que participa en el ejercicio de la potestad legislativa como una especie
de segunda instancia. La existencia de un senado, cuando Guatemala perteneció a la federación de
Centroamérica, no nos es desconocida, según la Constitución Federal de la República de las
Provincias, a partir de 1823; pero, esa modalidad estructural de este poder no se siguió en la
Constitución del Estado de Guatemala de 1825, de manera que nuestro sistema legislativo siempre
ha sido unicameral.

El Congreso, en Guatemala, se integra por diputados electos conforme la Constitución y la Ley


Constitucional Electoral y de Partidos Políticos. La Constitución le fija a este Organismo la función
esencial de legislar, determinando otras atribuciones o competencias dentro de las cuales hay tres
grupos de singular importancia:
a) El control político con respecto a los otros dos organismos, especialmente sobre el
Ejecutivo;
b) La emisión de las leyes ordinarias o infra-constitucionales y la reforma de algunas normas
de la Constitución: las de la parte orgánica: y,
c) El nombramiento de los magistrados del poder judicial, uno de la Corte de
Constitucionalidad y del otros funcionarios en órganos del Estado, como la Junta Monetaria.

El hecho de que solo la Constitución prevé el proceso de la formación de la ley ordinaria, en el que
también participa el Organismo Ejecutivo como un mecanismo de control de poder, ha significado un
cambio en el enfoque de las fuentes formales del Derecho, pues, hoy se afirma que la fuente unitaria
del Derecho, como ordenamiento jurídico total no está en las leyes ordinarias, que solo lo son en sus
materias específicas, sino en la Constitución.
Además, la norma constitucional es de jerarquía suprema y con ella deben ser congruentes todas las
leyes ordinarias, tanto en su aspecto formal como material. Una norma ordinaria o infra-constitucional
que no ha sido creada conforme al procedimiento de formación de la ley previsto en la Constitución,
no solo es inválida, sino nula de pleno derecho, efecto que también se da cuando su materia es
contraria a lo que establece la Constitución.

Las leyes que crea el Congreso de la República, reiteramos, se conocen como leyes en sentido formal
y material. Formal porque la Constitución establece el procedimiento que la legislatura debe observar
para producirlas; y material porque según su política legislativa, los legisladores son quienes deciden
las materias sobre las cuales proceden a reglar o normar, siempre en concordancia con la
Constitución Política de la República, siendo característica esencial de toda ley que sea general y
abstracta.

La doctrina reconoce también las leyes en sentido material, no formal, términos que se utilizan para
calificar a los reglamentos que puede emitir el Organismo Ejecutivo para la operatividad de las leyes,
de manera que, con excepción de los reglamentos autónomos, que organizan el funcionamiento de

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un órgano de la administración, a todo reglamento le antecede la existencia de una ley ordinaria. Un
reglamento, como ley en sentido material, también se caracteriza por su generalidad y su abstracción.
Sobre el control político que ejerce el Congreso de la República sobre el Organismo Ejecutivo, el
sistema constitucional de Guatemala se basa en un sistema semiparlamentario. Por este, los
diputados tienen el derecho de citar a los ministros o viceministros en ejercicio del cargo, para
cuestionarlos sobre actos de gobierno concernientes a su despacho y, si fuere el caso, emitir un voto
de falta de confianza en su desempeño, con el fin de separarlos del cargo después que se haya
agotado el procedimiento establecido en la Constitución. Este mecanismo de control también está
previsto para citar a otros funcionarios o empleados públicos, quienes deben acudir al Congreso
cuando son llamados por sus comisiones o bloques parlamentarios, aunque en este caso no se trata
de una interpelación ni es un mecanismo propio del sistema semiparlamentario, sino un control del
poder. En resumen, este sistema “semiparlamentario” debe ser calificado así únicamente por la
facultad del Congreso de ejercer control sobre el poder ejecutivo mediante la interpelación de los
ministros y pretender su eventual dimisión, como un componente del control inter-orgánico en el poder
público. Fuera de esta previsión, no existe otro procedimiento que le dé esa característica.

27.ORGANISMO EJECUTIVO
En el origen del poder político, el primer organismo que existió fue el poder ejecutivo, ejercido por un
rey, un consejo o cualquier ente que tuviera las funciones de legislar, administrar o gobernar y juzgar
al mismo tiempo. Originalmente, pues, no existía lo que hoy conocemos como división del poder: todo
estaba concentrado en una misma persona.
El sistema político de Guatemala, en lo que al Organismo Ejecutivo se refiere, es presidencialista,
siguiendo la corriente de la Constitución de los Estados Unidos de América, en donde, desde su
nacimiento como Estado constitucional, se creó una forma de presidencialismo dentro de la
separación estricta entre los tres poderes del Estado. Quien preside el Organismo Ejecutivo es electo
por sufragio universal, del artículo 182 al 202, inclusive, como consecuencia de un legado histórico
que viene desde el mismo origen de nuestra vida política. El hecho de que el Presidente de República
sea electo directamente por la población, le da legitimidad en el ejercicio del poder político y su
prestancia se manifiesta en una serie de actos de gobierno y de políticas administrativas que solo
este organismo y quien lo preside, puede ejecutar: Nombrar a los principales funcionarios públicos,
especialmente a los ministros y viceministros, a los gobernadores departamentales, administrar la
hacienda pública, dirigir la política exterior del Estado, ejercer como jefe del Estado y jefe del gobierno
al mismo tiempo, lo que el jurista italiano, Giuseppe De Vergonttini, denomina “Ejecutivo monista”
(2004:468), por esa dualidad de dos titularidades concentradas en un mismo funcionario.
Las tareas ejecutivas las cumple el Presidente con la asistencia de un Vicepresidente de la República,
quien también es electo en sufragio universal, juntamente con el Presidente, quien desempeña
atribuciones ejecutivas en ausencia del Presidente, según la Constitución y las que el Presidente le
encomiende.
Según el jurista mexicano, Jorge Carpizo (2012:303), caracteriza al régimen presidencial, lo siguiente:

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a) El poder ejecutivo es unitario y está depositado en un presidente, que puede o no tener
vicepresidente.
b) El presidente es electo por el pueblo.
c) El presidente nombre o remueve a los ministros de Estado.
d) El presidente no es responsable ante el Congreso, aunque en nuestro medio, los ministros si
son responsables, utilizando el mecanismo de la interpelación.
e) Ni el presidente ni los ministros pueden ser miembros del Congreso. En Guatemala, si el
Presidente nombra como ministro a un diputado, esa decisión no es parlamentaria y el
nombrado debe abandonar la legislatura.
f) El presidente puede pertenecer a un partido político que no tiene mayoría en el Congreso e
incluso no estar ligado a un partido.
g) El presidente no puede disolver el Congreso.
A lo anterior debe agregarse que el Presidente ejerce un mecanismo de control sobre el Congreso
de la República, al tener la facultad de vetar las leyes cuando considere que no convienen a los
intereses del Estado, de la población o lesionan un precepto constitucional.

La Constitución establece que el Presidente y el Vicepresidente, juntamente con el Consejo de


Ministros y demás funcionarios de la administración pública, constituyen el Organismo Ejecutivo,
cuyas atribuciones ordinarias las establece una ley conocida como Ley del Organismo Ejecutivo.
La tarea esencial del Organismo Ejecutivo es la dirección y ejecución de la administración pública,
que consiste, según Carre de Malberg, en “…proveer por actos inmediatos e incesantes a la
organización y funcionamiento de los servicios públicos” (1986:428). Lo dicho por el autor francés
es importante, porque significa que el Organismo Ejecutivo debe garantizar la continuidad o no
interrupción de los servicios públicos.

Tanto en la Constitución Política como en la ley ordinaria, está prevista la existencia de un Consejo
de Ministros, dirigido por el Presidente o el Vicepresidente en ausencia del primero, existiendo
actos de gobierno que el Presidente o el Vicepresidente en ejercicio del cargo, solo pueden resolver
actuando en Consejo de Ministros. Hay autores que al Consejo de Ministros lo denominan
“Gabinete de Gobierno”; pero, en nuestro ordenamiento jurídico son dos órganos distintos: el
Consejo de Ministros es uno y lo integran todos los ministros, el Presidente y el Vicepresidente;
mientras que un gabinete es la agrupación de determinados ministros, a veces con otros
funcionarios relacionados con los temas que se tratan en cada uno, los que tienen distinto fin según
lo disponga el Presidente y las necesidades políticas de la administración. Por ejemplo, puede
haber gabinete de seguridad, gabinete de salud, gabinete de problemas económicos, etc. Los
gabinetes son coordinados por el Vicepresidente de la República.

Toda la administración pública corresponde al Poder Ejecutivo y se divide en administración


centralizada y administración descentralizada
La primera, la centralizada, la atiende el Organismo Ejecutivo y sus dependencias;

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y la segunda, la descentralizada, todos los entes autónomos con personalidad jurídica propia, cuya
autonomía puede provenir de la Constitución Política o de una ley ordinaria.
En el primer caso se habla de autonomía constitucional porque la otorga la Constitución y la
segunda es autonomía legal porque la otorga una ley del Congreso de la República. Estos entes
autónomos también tienen atribuciones propias del Organismo Ejecutivo en su conjunto, solo que
en forma autónoma y descentralizada; incluso administran un patrimonio propio, que siempre es
patrimonio estatal. En los casos de los entes autónomos por disposición constitucional, como la
Universidad de San Carlos, las municipalidades, la Confederación Deportiva Autónoma, el Comité
Olímpico y la Escuela Nacional de Agricultura, se rigen por leyes especiales y están sujetos al
control político en cuanto a los negocios de gobierno que su institucionalidad legal les asigna, al
control de la administración de su patrimonio y al control jurisdiccional. En los últimos años, con la
idea de reducir el accionar del Estado, han aparecido diversos entes privados que manejan fondos
públicos y realizan actividades relacionadas con los intereses de la población, fenómeno que
juristas como Diego Valadés, califican como "estado intangible" (2006:167) Estos entes, dice
Valadés, en una video conferencia generada en la UNAM, en quienes se delegan funciones
públicas, son un despropósito institucional, porque mediante ellos se crean verdaderas "ínsulas”
que pretenden estar fuera del control del poder público, especialmente del control que debe ejercer
la legislatura, opinando que es necesario limitar esa práctica para que opere el control político del
poder, tan necesario en un Estado de Derecho. Esta pretendida irregularidad de la falta de control
no se da en nuestro nuestro medio porque la Ley Orgánica del Organismo Legislativo, artículo 4,
establece la potestad de los diputados para citar individuales o jurídicas vinculadas a los negocios
del Estado o que manejen fondos públicos.

En el artículo 168 segundo párrafo de la Constitución se establece que todo funcionario o empleado
público está obligado a acudir a informar al Congreso la gestión administrativa que tiene a su cargo,
cuando se le requiera. Esta norma ameritaría una interpretación de la Corte de Constitucionalidad,
para aclarar si dentro de los términos "funcionario o empleado público", para los efectos de una
citación del Congreso, deben comprenderse a los titulares del gobierno del Municipio, pues se trata
de un gobierno local resultante de un electoral. En efecto, hay duda si los funcionarios municipales
electos son sujetos del deber de concurrir al Congreso ante una citación que hace una comisión, un
bloque o el mismo Congreso de la República. Soy de la opinión que no están obligados y argumento
por qué: El artículo 253 de la Constitución Política establece que los municipios de la República de
Guatemala, son instituciones autónomas, cuyo funcionamiento se coordinará con la política general
del Estado. En concordancia con ese artículo 253, el segundo párrafo del artículo 3 del Código
Municipal establece que "ninguna ley o disposición legal podrá contrariar, disminuir o tergiversar la
autonomía municipal establecida en la Constitución Política de la República". Y es sobre esta
afirmación legal que los autores Montserrat Vendrell Tornabell y el licenciado Hugo Haroldo Calderón
Morales, excatedrático de la Universidad San Carlos, han dicho:

"La autonomía municipal excluye los controles administrativos de oportunidad de otras


administraciones públicas, sobre la actividad de los municipios, y únicamente serán admisibles los
controles de legalidad realizados por los tribunales y perfectamente determinados en la legislación del
régimen local. Esta exclusión de controles administrativos sólo la garantiza la autonomía local cuando
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los municipios actúan ejerciendo competencias propias y no cuando realizan competencias delegadas
por el Estado como las previstas en el artículo 134 de la Constitución.”

En efecto, este artículo 134 constitucional sólo establece como vínculos de las municipalidades con
los Organismos Ejecutivo y Legislativo, las obligaciones de remitirles para su información sus
presupuestos detallados, ordinarios y extraordinarios, y sus memorias de labores realizadas. Fuera
de estas dos vinculaciones, la autonomía debe funcionar en toda su plenitud. Eso no quiere decir
que el gobierno municipal no esté sujeto a controles en el ejercicio del poder local: está sujeto al
control jurisdiccional en lo contencioso administrativo y mediante acciones de naturaleza
constitucional, como el amparo y la inconstitucionalidad; al control de sus finanzas por parte de la
Contraloría General de Cuentas; y, al control popular por medio del procedimiento de consulta a los
vecinos que se han conocido como cabildos abiertos.
Con base en los anteriores argumentos, estimo que los miembros del gobierno del municipio, no
pueden ser citados al Congreso de la República en los términos que sí puede serlo cualquier otro
funcionario o empleado público. Otra cosa sucede cuando un gobierno municipal ejecuta una obra
pública por convenio con el Estado, quien provee los fondos para el efecto, porque en ese caso sí
pueden ser citados por el Congreso como un mecanismo de control del ejercicio del poder.
En los fallos que ha dictado la Corte de Constitucionalidad sobre este derecho parlamentario
de poder citar a los funcionarios y empleados públicos, no encontramos ninguna sentencia que se
refiera concretamente a los alcaldes municipales y sí a funcionarios de la administración centralizada.
Y llama la atención lo resuelto por la Corte en la sentencia del 20 de enero del 2009, pues en ella se
evidencia la conducta exégeta de la Corte, al resolver que el Secretario Privado de la Presidencia de
la República, por ser un funcionario público, sí está sujeto a cumplir con el deber de acudir a las
citaciones que le haga el Congreso, sin reparar que este funcionario atiende asuntos privados del
Presidente, que a mi juicio no deben calificarse en esencia como actos de gobierno, distintos a los
negocios que atiende el Secretario General, Por ejemplo. Me parece que esta sentencia es una
expresión del más rancio positivismo jurídico, en donde los juzgadores no hicieron más que atenerse
al texto legal, sin mayor esfuerzo interpretativo.

En la doctrina se habla de tres modalidades de presidencialismo, siendo ellas los siguientes:

a) Presidencialismo puro, que se da en aquellos casos en que el poder ejecutivo actúa por encima
de los otros dos poderes del Estado.
b) Presidencialismo atenuado: en esta modalidad el Presidente tiene limitaciones en el ejercicio
del poder, ya sea por controles inter-orgánicos o controles intra-orgánicos. En este segundo
caso, en Guatemala, el hecho de estar obligado a actuar siempre con los ministros ya sea en
Consejo o con uno o más de ellos, conforme el artículo 182 de la Constitución, hace que nuestro
presidencialismo pueda ser catalogado como “presidencialismo atenuado”
c) Presidencialismo endeble: sucede cuando se introducen en el sistema político algunas
características del régimen parlamentario, obligando al Presidente a tener responsabilidad ante
el legislativo y poder ser interpelado por su labor de gobierno; o bien cuando se da una
presidencia colegiada, porque así desaparece lo unipersonal que caracteriza al
presidencialismo tradicional.

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28.ORGANISMO JUDICIAL
El tercer organismo del Estado, conocido como Organismo Judicial, está regulado del artículo 203 al
222, inclusive de la Constitución, y le está encomendada la función jurisdiccional que genéricamente
significa el poder de juzgar y ejecutar lo juzgado. Sólo existe una función jurisdiccional y dentro de
ella se dan las diversas competencias atendiendo a las distintas ramas del derecho: penal, civil y
mercantil, laboral, contencioso administrativo etc., que resuelven los conflictos de intereses según lo
prescrito en sus leyes especiales que, en conjunto integran la totalidad del ordenamiento jurídico del
Estado de Guatemala.
El Organismo Judicial también se rige por una ley ordinaria denominada Ley del Organismo
Judicial, cuya materia es organizar dicho poder y establecer las normas que, juntamente con la
Constitución, le dan coherencia y unidad a todo el ordenamiento jurídico.
El Organismo Judicial imparte justicia en dos instancias y en la cúspide de su administración
está la Corte Suprema de Justicia, único ente supremo por indicación de la ley, que tiene a su cargo
el control de la correcta aplicación e interpretación de la ley ordinaria, al resolver los recursos de
casación que plateen los interesados en materia civil mercantil, penal y contencioso administrativo. El
tribunal de casación no es una tercera instancia y hay materias, como la laboral, que no llegan al
conocimiento de este alto tribunal, siendo definitivo lo que resuelve un tribunal de apelación.

29.OTROS ORGANOS REGULADORES EN LA PARTE ORGANICA


Además del régimen constitucional que establece la Constitución con respecto a los tres
poderes del Estado, dentro de la parte orgánica se encuentra el Título V, en donde se regula la
estructura y la organización del Estado, con respecto al régimen constitucional de los órganos
siguientes:

a) Régimen político electoral;


b) Régimen administrativo;
c) Régimen de control y fiscalización;
d) Régimen del ejército;
e) Régimen del Ministerio Público y de la Procuraduría General de la Nación; y
f) Régimen municipal

En los capítulos de este título están desarrollados los temas electorales y de los partidos políticos,
la decisión administrativa del Estado; la función de la Contraloría General de Cuentas; lo relativo
al presupuesto general de ingresos y egresos del Estado y los principios de la tributación; la
estructura constitucional del Ejército; las atribuciones del Ministerio Público y de la Procuraduría
General, como entes independientes: el primero, para el ejercicio de las acciones de tipo penal; y
la segunda, para ejercer la representación del Estado; y, por último el régimen de los municipios.

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Cada una de estas instituciones se rige, a la vez, por una ley específica que desarrolla los
preceptos constitucionales de este título.

30. GARANTIAS Y DEFENSA DEL ORDEN CONSTITUCIONAL

El Título VI del texto constitucional desarrolla los mecanismos procesales que se utilizan para
garantizarle a las personas el goce de sus derechos constitucionales y legales. Para ello están
regladas las acciones de
• exhibición personal, para garantizar el derecho a la libertad individual cuando se le limita de
manera arbitraria;
• el amparo, para garantizar los derechos que otorga la Constitución y las leyes,
• la inconstitucionalidad en casos concretos y, la de inconstitucionalidad general, cuando se
dictan normas generales, legales o reglamentarias, que violan los derechos constitucionales o
contradicen a la Constitución en su forma o en su materia.

En los artículos 266 y 267 de la Constitución, se regula el tema de la defensa del orden
constitucional, para lo cual organiza e instituye un tribunal de jurisdicción privativa denominado Corte
de Constitucionalidad, que es el órgano jurisdiccional competente para conocer las
inconstitucionalidades de carácter general (control concentrado) sin perjuicio de que cualquier juez
debe controlar el cumplimiento de la Constitución en casas concretos (control difuso).
El aspecto procesal de la defensa de la Constitución está reglado en la Ley de Amparo,
Exhibición Personal y de Constitucionalidad, pero este es un aspecto del Derecho Procesal
Constitucional y no de la teoría de la Constitución.
El capítulo V del Título VI, se refiere a otra institución de especial importancia para la defensa
y protección de los derechos fundamentales que regula la Constitución y los que devienen de los
tratados y convenciones de Derechos Humanos. Esa institución es la Procuraduría de los Derechos
Humanos, que tiene al frente un Procurador de Derechos Humanos, electro por el Congreso de la
República y dependiente de éste, quien actúa de oficio o a requerimiento de parte en cualquier acto o
hecho que vulnere los derechos humanos de las personas individuales. Por la naturaleza de su
función, emite resoluciones en sentido exhortativo y conminatorio, por lo que se considera como un
juez de conciencia. Casi todos los Estados que se rigen por un sistema democrático liberal y que
practica y respeta el Estado de Derecho, tiene instituido en su Ordenamiento Jurídico al Procurador
de los Derechos Humanos, aunque con otras denominaciones.

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