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República Bolivariana de Venezuela

U.E Alfredo Armas Alfonzo


Asignatura: Castellano

Cuentos
Fábulas
y Leyendas

Alumno:
Cesar Escalona
Año: 3ero

Maracaibo, marzo 2023

Índice

1
Introducción 3
1.- Cuentos 4
1.1.- El espanto de la calle Carabobo. 4
1.2.- Otra mentira más… 6
2.- Fábulas 8
2.1- El gato, el lagarto y el grillo. 8
2.2.- La araña y el gusano de seda. 10
2.3.- La mosca que soñaba que era un águila. 12
3.- Leyendas 13
3.1- María Lionza. 13
3.2.- La Sayona. 15
Glosario 17

Introducción

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El presente trabajo es una pequeña recopilación de las diferentes formas de
narraciones que existen, como lo son: El cuento, la fábula y la leyenda, las mismas
le van a permitir al lector maravillarse con las historias de la Maracaibo de antaño,
un poco de misterio y enseñanzas a través de las moralejas y también cuentos
creados por el autor bajo su puño y letra e inspiración.

CUENTOS

3
1.1. El espanto de la calle carabobo
Había una vez una niña que vivía en la calle Carabobo junto con su abuela y su
mama se llamaba Luzmila era de cara redonda y pelo hirsuto, ella había crecido
escuchando que en su calle salía un espanto en las noches con luna llena, que no
todo el mundo había tenido los encuentros cercanos con el espanto, pero las
personas que lo habían hecho lo describían como algo espelúznate.

Luzmila siempre pensó que eran cuentos de viejos y soslayaba la idea de no


sentarse en la acera a altas horas de la noche siempre lo hacía.

Un día en la noche Luzmila estaba sentada en el enlozado y sintió una brisa que
recorría todo su cuerpo, ella se levantó rápidamente y corrió hacia su casa llegando
hasta el zaguán y muerta de miedo recordó el espanto que tanto hablaba su abuela
y los habitantes de la calle Carabobo con una mirada impertérrita esperando que
algo pasara, pero no fue así la brisa fría se fue disipando, Luzmila con sus piernas
que todavía temblaban pudo cerrar la puerta y correr a su habitación.

Al día siguiente le conto a la abuela y a su mama lo que le ocurrió, su mama se


persigno y le dijo deja de estar a tan altas horas de la noche en el enlozado y
además sola.

Pasaron semanas y a Luzmila se le olvido lo ocurrido volvió a sentarse en el


enlozado, la calle inhóspita, Luzmila miraba taciturna la luna cuando de repente una
figura fulgurosa se refleja en la pared de la casa del frente, Luzmila se quedó sin voz
no podía ni gritar, una disfonía momentánea se apodero de ella por causa del terror
que le embargaba la sombra que se acercaba a ella y mientras tanto solo podía
pensar que la hora menguada había llegado y nadie podía salvarla, de repente se
acordó que su abuelita le decía que siempre cuando se encontrara en una dificultad
rezara un padre nuestro, así lo hizo con sus ojos cerrados y cuando comenzó a abrir
sus ojos vio que la figura se alejaba de ella y que desaparecía en la noche oscura.

Cuando todo pasó Luzmila corrió hacia su casa y nunca más volvió a sentarse en el
enlozado.

Autor: Cesar Escalona

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1.2. Otra mentira más …

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Un día muy soleado, de esos donde el sol está a todo lo que da, venia Roñoquero
caminando por el salidillo y más allá venia Mamblea, estos dos eran los mitómanos
más grandes que Maracaibo había visto nacer, la hipérbole era parte de su retórica.

Como todos los días la señora Honoria estaba parada en la esquina para instalar la
tertulia con el que pasara; Mamblea la ve y pensó: Ya le voy a sacar un real a la
vieja Honoria

¿Como esta? Señora mía, como me la trata el sol, la señora Honoria le contesta:
Bien, mijo, ¿De dónde venís vos?

Mamblea: No me lo vais a creer Honoria, pero vengo de la Rita a pie, y eso no es lo


peor adivina tuve que atravesar el puente nadando porque había mucha cola y no
tanto eso cuando voy llegando a la orilla sale un cocodrilo y tuve que matarlo a
cabezazos.

Exclama Honoria: ¡Oh! Y no seréis hablachento

Mamblea: No me creéis, fue verdad, pero será que me podéis prestar un real para
comprar un agua de coco y calmar la sed que traigo a causa de tal hazaña.

En eso dice Roñoquero que estaba tranquilo escuchando la mentira de Mamblea, no


mejor que nos preste real y medio y así compramos dos.

Autor: Cesar Escalona

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FÁBULAS
2.1. El gato, el lagarto y el grillo 

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Tomas de Iriarte

Ello es que hay animales muy científicos 


en curarse con varios específicos 
y en conservar su construcción orgánica, 
como hábiles que son en la Botánica; 
pues conocen las hierbas diuréticas,
catárticas, narcóticas, eméticas, 
febrífugas, estípticas, prolíficas, 
cefálicas también y sudoríficas. 
En esto era gran práctico y teórico 
un gato, pedantísimo retórico,
que hablaba en un estilo tan enfático 
como el más estirado catedrático. 
Yendo a caza de plantas salutíferas, 
dijo a un lagarto: «¡Qué ansias tan mortíferas! 
Quiero, por mis turgencias semi-hidrópicas,
chupar el zumo de hojas heliotrópicas». 
Atónito el lagarto con lo exótico 
de todo aquel preámbulo estrambótico, 
no entendió más la frase macarrónica 
que si le hablasen lengua babilónica;
pero notó que el charlatán ridículo 
de hojas de girasol llenó el ventrículo, 
y le dijo: «Ya, en fin, señor hidrópico, 
he entendido lo que es zumo heliotrópico». 
¡Y no es bueno que un grillo, oyendo el diálogo,
aunque se fue en ayunas del catálogo 
de términos tan raros y magníficos, 
hizo del gato elogios honoríficos! 
Sí; que hay quien tiene la hinchazón por mérito, 
y el hablar liso y llano por demérito.
Mas ya que esos amantes de hiperbólicas 
cláusulas y metáforas diabólicas, 

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de retumbantes voces el depósito 
apuran, aunque salga un despropósito, 
caiga sobre su estilo problemático
este apólogo esdrújulo-enigmático.

2.2. La araña y el gusano de seda

José Joaquín Fernández de Lizardi

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A un Gusano de seda que vivía
dentro de una morera muy hermosa
una Araña decía:
—Soy una tejedora primorosa.
Hago ruedas, florones
y otros bellos dibujos a millones,
y no te cansarías
de alabar que, en sólo cuatro días,
con mis industrias raras,
tejo una tela de catorce varas.
—De tal trabajo —respondía el Gusano—
la corta duración no me acomoda.
—Ése es un miedo vano;
¿no ves que yo trabajo de la moda?
—la Araña contestaba—
y aunque es verdad que en un instante acaba
mi afán, a otro, infructuoso,
yo buena vida gozo
a costa de mis telas;
y no tú, que te afanas y desvelas
hilándote la vida con constancia
sin esperar más premio que la muerte.
—Parece una ignorancia
—dijo el Gusano—;
pero si se advierte,
en general los hombres aprovechan
lo que mis fauces echan.
—Cierto; ¿más qué dijeras
—decía la Araña— si a tus ojos vieras
hacer de tus entrañas
a esos hombres que citas, telarañas,
que llaman ellos puntos, muselinas,
encajes o velillos
y otras mil telas finas,
firmes cuales ya ves son mis hilillos?
Pues así lo hacen, hijo, y te aconsejo,
si tienes ganas de llegar a viejo,
que trabajes para hoy, asegurado
que ya tendrás el premio de contado,
pues este mundo loco
la moda aprecia más que dure poco.

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2.3. La mosca que soñaba que era un águila

Augusto Monterroso

Había una vez una Mosca que


todas las noches soñaba que era un Águila
y que se encontraba volando por los

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 Alpes y por los Andes.
En los primeros momentos esto
la volvía loca de felicidad; pero pasado
un tiempo le causaba una sensación de angustia,
pues hallaba las alas demasiado grandes,
el cuerpo demasiado pesado,
el pico demasiado duro y las garras demasiado
fuertes; bueno, que todo ese gran
aparato le impedía posarse a gusto sobre
los ricos pasteles o sobre las inmundicias humanas,
así como sufrir a conciencia dándose topes
contra los vidrios de su cuarto.
En realidad, no quería andar en las grandes
alturas, o en los espacios libres, ni mucho menos.
Pero cuando volvía en sí lamentaba con toda
el alma no ser un Águila para remontar
montañas, y se sentía tristísima de ser una Mosca,
y por eso volaba tanto, y estaba tan inquieta,
y daba tantas vueltas, hasta que lentamente,
por la noche, volvía a poner las sienes
en la almohada.
 

LEYENDAS

3.1. María Lionza

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“Hace muchos años, en la época de la conquista española, uno de los líderes de los
indios caquetíos tuvo una hija de ojos claros con una mujer blanca. Según las
creencias de su aldea y el chamán de la tribu, la niña de ojos claros debía ser
sacrificada al dios anaconda o bien traería la desgracia a su pueblo. El padre de la
niña se negó a sacrificarla y optó por encerrarla en una choza, con 22 guerreros
protegiéndola y ocupándose de mantenerla en el hogar.

Pasaron los años y la niña se hizo mujer. Un día y a pesar de que era mediodía,
todos los guardianes se durmieron, momento en que la joven aprovechó para ir al
río. Allí pudo contemplar por primera vez su reflejo. Pero también la vio el gran dios
Anaconda, señor del río, quien se enamoró de la pequeña y se le comió,
queriéndola para sí mismo.

El padre y el pueblo quisieron castigar al espíritu, pero este empezó a


hincharse hasta que provocó que las aguas del río de desbordaran provocando una
gran inundación. La tribu desapareció.

Tras el suceso y al no dejar de expandirse la sierpe reventó, dejando salir de nuevo


a la joven, María Lionza (también conocida como Yara). Pero no salió como mortal,
sino que se convirtió en diosa y protectora de las aguas, los peces, la naturaleza y el
amor”.

Yara es una antigua diosa protectora de los pueblos indígenas de Venezuela y otros
países de Sudamérica que se vincula a la protección de la naturaleza, el amor y la
paz. La llegada del catolicismo modificó su nombre a María Lionza (María de la
Onza del Prado de Talavera de Nivar), siendo un culto que sigue vigente y
extendido en parte del país.

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3.2. La Sayona

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“Hace mucho tiempo había una joven mujer que vivía con su esposo, con el cual
recientemente había tenido un bebé. La joven tenía por costumbre bañarse en el río,
pero era espiada a menudo por un hombre del pueblo. Un día descubrió al mirón y
le preguntó que qué estaba haciendo. El hombre, que había sido sorprendido, optó
por mentirle diciéndole que estaba allí para anunciarle que su marido le era infiel
con otra.

Durante la noche, estando ya la familia en casa, el marido musitó en sueños el


nombre de su madre. La mujer, celosa y suponiendo que su propia madre era
amante de su esposo, prendió fuego a la casa matando al marido y al bebé. Acto
seguido, con un cuchillo en la mano, la joven se dirigió a casa de su madre. Tras
reclamarle una infidelidad que su progenitora negó, la acuchilló hasta la muerte.

La madre, con su último aliento, le indicó que jamás había sido amante de su
esposo y la maldijo por los crímenes que había cometido. Desde entonces la sayona
vaga eternamente, persiguiendo a los hombres infieles que caen en sus intentos de
seducción acabar con ellos”.

La sayona (cuyo nombre proviene de la prenda que llevaba, un sayo) o la mujer del
llano nos habla de desconfianza y de celos, así como de la necesidad de respetar y
cuidar a las madres. Se dice que la figura de la sayona seduce a los hombres con
su belleza para luego llevarles a la llanura. Allí adopta su verdadera forma, con
colmillos y garras enormes y afiladas y ojos de color de la sangre, a menudo
provocándoles la muerte o la locura.

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Glosario
Disfonía: Perdida del timbre normal de la voz.

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El real: Primera moneda de curso legal en Venezuela.

El real y medio: era conocido como el valor y medio del real.

Enlozado: acera de las afueras de las casas, de la calle Carabobo.

Fulguroso: Resplandecer que desprende luz o brillo de un cuerpo.

Hablachento: Palabra que utilizan los marabinos para referirse a las personas que
hablan de más.

Hazañas: Acción de gran esfuerzo y valor.

Hipérbole: Exageración de un hecho, una circunstancia o un relato.

Hirsuto: Es un pelo tieso y duro.

Impertérrita: Implica o denota impasibilidad inhóspita.

Inhóspito: Dicho de un lugar poco acogedor.

La hora menguada: Tiempo fatal o de desgracia.

Mamblea: Inventor de cuentos exagerados que no eran ensayados si no los creaba


de la cotidianidad marabina, su nombre era Manuel Salvador Prieto.

Mitómano: persona que miente e inventa para evitar castigo, obtener admiración o
atención.

Retórica: Manera convencional de usar la palabra para otorgar mayor expresividad


para generar algún tipo de emoción en el receptor.

Roñoquero: Hombre más embustero del universo, llamado Carlos Vernal quien
conquisto a los marabinos de antaño con sus mentiras.

Soslayar: Evitar o pasar por alto algo.

Taciturna: Callado o silencioso.

Tertulia: Reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar sobre


algún tema.

Zaguán: Sala de una casa inmediata a la puerta principal de entrada.

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