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5 Rimas
1. David tiene un bonito lapicero, que siempre escribe en su cuaderno con esmero.
5 Fábulas
1. El Adivino
Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su oficio. De repente se le acercó un
vecino, anunciándole que las puertas de su casa estaban abiertas y que habían robado todo lo
que había en su interior.
El adivino se levantó de un salto y salió corriendo hacia su casa, desencajado y suspirando,
para ver lo que había sucedido.
Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr le dijo:
-Oye, amigo, tú que te vanaglorias de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por qué no has
previsto lo que te sucedería a ti?
El adivino no supo qué responder.
Moraleja: no hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el futuro de los
demás. Tan sólo pretenden estafarnos y quitarnos nuestro dinero.
2. La Bruja
Érase una vez una bruja que se ganaba la vida vendiendo encantamientos y fórmulas para
calmar la cólera de los dioses.
Con esta promesa a la bruja no le faltaban clientes y conseguía grandes cantidades de dinero
de este modo de vida.
Pero un día fue acusada de ir contra las leyes y la llevaron ante los jueces supremos del país.
Así, tras un juicio muy corto, la culparon y la hicieron condenar a muerte.
Viéndola salir de la sala del juicio, una de las personas presentes le dijo:
- Bruja, tú que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿Cómo no has podido persuadir a
los hombres?
Moraleja: hay que ser precavido con quienes prometen solucionar todo problema que tengas
a cambio de dinero, pero son incapaces de arreglar los suyos.
4. La Lechera
La hija de un granjero llevaba un recipiente lleno de leche a vender al pueblo, y empezó a
hacer planes futuros:
- Cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos, descartando los que no
nazcan, me darán al menos doscientos pollos.
Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto,
de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para
asistir a las fiestas.
Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a uno.
Pero en ese momento tropezó con una piedra, cayendo junto con la vasija de leche al suelo,
regando su contenido.
Y así todos sus planes acabaron en un instante.
Moraleja:
No seas ambiciosa de mejor y más próspera fortuna, que vivirás ansiosa sin que pueda
saciarte cosa alguna. No anheles impaciente el bien futuro, mira que ni el presente está
seguro.
3. Un señor gordito,
muy coloradito,
no toma café,
siempre toma té
Respuesta: el tomate.
5. Lo come Pancracio,
está en el champán;
si piensas despacio
sabrás que es el...
Respuesta: el pan.
5 Trabalenguas
El Gato Dormilón
El Gato Dormilón
Había una vez un gato muy dormilón que se pasaba los días y las tardes enteras echado en el sofá.
Siempre se preguntaban que es lo que hacía para quedar tan exhausto, pero nadie lo veía haciendo
otra cosa que no fuera descansar.
Una noche su dueño tuvo la idea de ir a buscarlo y ver si también dormía toda la noche, pero
mientras bajaba la escalera pudo verlo… ahí estaba él, sentado frente al acuario, viendo cómo
dormía la tortuga. Sólo se quedó allí mirando en silencio a su gato, despierto y sereno estaba
cuidando el sueño de su amiga tortuga.
Al día siguiente pudo verlo como de costumbre, durmiendo en el sofá y entonces pudo comprender
el porqué de su sueño durante el día, pero no notó que la tortuga también lo cuidaba desde su sitio.
La Mariquita Rica
Lupita era una mariquita, que soñaba con volar sola hasta lo más alto, para distinguirse de las
demás. Tras la suculenta herencia de su padre Epafrodito, que en paz descanse, Lupita se convirtió
en la mariquita más rica de Pueblobichito, su humilde ciudad.
Al verse con tanto dinero, Lupita se volvió tan caprichosa, que incluso se cansó de andar, y decidió
invertir su fortuna en viajes para al fin conseguir volar, como ninguna otra mariquita lo había hecho
jamás. viendo a aquellas mariquitas luchar por no perder la sonrisa de los suyos, con su propio
esfuerzo y sin ayuda de los demás, comprendió Lupita que no eran ellos los pobres y se avergonzó
de su codicia y su vanidad.
Decidió en aquel momento Lupita, depositar en aquel lugar todo su capital,Lupita había
comprendido al fin que, en volar hasta lo más alto, no se encontraba la felicidad.
Tres Ratones Envidiosos
Había una vez tres ratones muy envidiosos, querían todo para ellos solos. Pero cuando llegaba a
visitarlo un vecino, ellos escondían todo el queso que tenían guardado.
De pronto se acercó un gato muy peludo, asomó su nariz en el agujero y los ratones envidiosos se
arrinconaron muy asustados. Cuando gritaron, el vecino los escuchó y se acercó al gato lleno de
valor y como pudo lo alejó de la puerta. Quedó tan cansado el pobre ratón que los envidiosos
salieron a agradecerle el favor y por fin lo invitaron a comer.
Todos felices disfrutaron de un estupendo platillo de queso y entre risas recordaban al gato que
corrió muy enojado.
Mi Zapato Viejo
Tenía un hueco en la punta de mi zapato, estaba roto por un lado, machacado por detrás, ya no
servían para nada.
– ¡Lo tiraré a la basura!, – pensé
Y por un rato dejé allí mi zapato, mientras hacía mis tareas de la escuela. Cuando terminé me
dispuse a tirar mis viejos e inservibles zapatos, pero me llevé una gran sorpresa cuando vi un lindo y
calentito huevo de mi patita Loló dentro de uno de ellos.
– ¡Puede servirle de nidito!, -pensé.
– ¡Que alegre estaba! ¡Ya mi patito Loló tenía su camita para nacer!
Nunca mas pensaré en tirar algo sin antes pensar para que puede servir y les contaré a mis amiguitos
de la escuela y a mi maestra.
– ¡Viva! ¡que llegue mañana!
El Leñador Honrado
Érase una vez, un leñador humilde y bueno, que después de trabajar todo el día en el campo,
regresaba a casa a reunirse con los suyos. Por el camino, se dispuso a cruzar un puente pequeño,
cuando de repente, se cayó su hacha en el río.
“¿Cómo haré ahora para trabajar y poder dar de comer a mis hijos?” exclamaba angustiado y
preocupado el leñador. Entonces, ante los ojos del pobre hambre apareció desde el fondo del río una
ninfa hermosa y centelleante. “No te lamentes buen hombre. Traeré devuelta tu hacha en este
instante” le dijo la criatura mágica al leñador, y se sumergió rápidamente en las aguas del río.
Poco después, la ninfa reapareció con un hacha de oro para mostrarle al leñador, pero este contestó
que esa no era su hacha. Nuevamente, la ninfa se sumergió en el río y trajo un hacha de plata entre
sus manos. “No. Esa tampoco es mi hacha” dijo el leñador con voz penosa.
Al tercer intento de la ninfa, apareció con un hacha de hierro. “¡Esa sí es mi hacha! Muchas
gracias”. Y el hada le regaló la de oro y plata por su honradez.