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El Mundo del Subtexto de Xena Princesa Guerrera/Fan Fiction/Lluvia Celeste

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Disclaimers: Esta historia es un Uber basado en nuestras actrices favoritas.

Nota: Es el primer fic que escribo de mi escasa inspiración, espero que me tengan paciencia y no les
aburra mucho, me costó trabajo escribir porque considero que no es lo mío, no tengo tiempo y además
se me iba la inspiración, pero no quise mandarlo hasta que estuviera casi terminado. Debo confesar
hubo un momento en que me atoré tres meses y no pude escribir nada porque ya no sabía hacia dónde
dirigir la historia y estuve a punto de claudicar pero afortunadamente la imaginación me regresó y lo
terminé.

Agradecimientos: A Xena y Gabrielle que fueron mi inspiración.

A todos las y los bardos que escriben fanfics en esta página muchas gracias porque sus historias me
motivaron a que yo escribiera una, les admiro por la facilidad que tienen para escribir, claro que en nada
me comparo con ustedes, considero que mi historia es muy sencilla y a lo mejor no muy bien escrita
pero gracias a ustedes que me dieron motivos para escribir este fic y espero les guste.

Advertencias: Contiene subtexto y describe escenas de amor entre dos personas del mismo sexo. Tu
decides si leer o no.

Cualquier critica, reclamación, orientación para escribir o lo que sea, serán bien recibida. Espero sus
comentarios: vrieta_14@hotmail.com

LLUVIA CELESTE Por: Vrieta Primera parte

Ojos azules observaron el inmenso valle bañado por los rayos del sol para concluir a lo lejos en una aldea
formada por casas de Comanches que desde muchas décadas atrás se encontraban asentados en un
Valle de Oklahoma. Ahí habían soportado todo tipo de ataques y defendido sus tierras de otras tribus de
indios Sioux y Pies Negros, así como la guerra con los hombres blancos que buscaban minimizar a los
indios para incrementar sus territorios.

No obstante, como verdaderos guerreros los Comanches habían defendido sus terrenos al frente del
gran jefe Lobo Gris que con su sola presencia imponía a cualquier hombre que se le acercara. Su alta
figura de 1,90 cm, su piel morena curtida y su cara de pocos amigos le impregnaba cierto temor a su
personalidad, era un hombre respetado por los guerreros, las mujeres, los ancianos y toda la gente que
pertenecía a su tribu.
La aldea de los Comanches estaba conformada por no mas de 200 personas distribuidas en pequeñas
familias; destacaban los numerosos guerreros que eran los jóvenes entrenados exclusivamente para
defender a su gente, sus tierras y la parte de su gran río que era de donde surtían a su hermoso valle.
Las mujeres se dedicaban al hogar y labranza de algunas hortalizas para el sustento de sus familias.

Ese día el Gran Jefe Lobo Gris, salió de su tienda aspirando el aire de la hermosa mañana, a lo lejos
observó una polvareda que se levantaba, una manada de caballos se acercaba a gran velocidad, los
guerreros de su tribu regresaban de caza luego de tres días de haber perseguido una manada de búfalos,
estaban en plena temporada y había que aprovecharla, para la tribu era de gran fiesta que se lograra
una buena caza.

Conforme el polvo se levantaba más, las familias empezaron a salir de sus chozas para recibir a sus
hombres. El jefe indio sonrió satisfecho, al ver la primera imagen que logró identificar. En un brioso
caballo blanco y con una mano en alto al unísono de un grito, unos hermosos ojos azules le sonrieron
también al identificarlo, su cabello negro se agitaba con el viento encabezando al grupo que cabalgaba
detrás de ella.

"Mi dulce niña, -pensó Lobo Gris- ya es toda una mujer y pensar que hace unos años correteaba con los
demás niños de la tribu siempre manejándose como una gran líder, montando caballos, trepando a los
árboles mas altos y pescando en el río".

No había temporada de caza en la cual ella no estuviera presente, por ser la hija del Jefe de la tribu se le
respetaba y se le permitía acudir con los hombres a la cacería, además de que había demostrado ser una
excelente guerrera, siempre conseguía lo que quería, pese a que sus costumbres eran muy arraigadas se
salía con la suya y cumplía sus caprichos.

Pero eso pronto iba a terminar, estaba destinada a contraer matrimonio con Oso Negro, el mejor
guerrero de la tribu, el más fuerte, el más valiente y el que su padre había escogido porque además sería
un digno jefe de la tribu mas antigua de Comanches.
La joven estaba contenta con la decisión, después de todo Oso Negro era apuesto y valiente, la tribu lo
admiraba como el mejor guerrero, siempre la cuidaba cuando andaban de cacería y seguramente
formarían una pareja formidable y querida por toda la población.

El chaman de la tribu, Cuervo Viejo les había pronosticado años atrás que serían una buena pareja para
perpetuar y defender a su gente del odio del hombre blanco que se sentían cada vez más dueños de sus
tierras y extendían su territorio. buenos augurios, sin embargo el viejo sabio había ocultado una posible
desgracia que el mismo esperaba no ocurriera.

Con un salto firme la hermosa jinete desmontó del caballo enfrente de su padre con una sonrisa y quien
le extendió los brazos feliz por tenerla de regreso. Su cabello revuelto por el viento lucía brillante
contrastando con sus ojos que había heredado de su madre, una mujer blanca que muy joven se había
enamorado de Lobo Gris y decidió fugarse con él.

"Se habían conocido hace mas de 25 años cuando quedaron profundamente enamorados uno del otro.

Había dado a luz en una cueva lejos de toda atención médica, tan solo acompañada por Lobo Gris quien
no pudo hacer nada para salvarla y murió días después. Pese a todo la tribu lo recibió de nuevo cuando
se presentó con su pequeña en brazos y desfalleciente por la tristeza de haber perdido a su amada, la
intensa lluvia que azotó en el día de su nacimiento y los impresionantes ojos azules de la bebé habían
sido el parteaguas del origen de su nombre".

-¡Lluvia Celeste! ¿Cómo les fue de cacería?

-Bien padre, sabes que me encanta ir tras el búfalo en esta temporada.

"Los padres de Lobo Gris lo aceptaron con la pequeña porque era su único hijo y heredero de la tribu,
quien años después cuando Lluvia Celeste tenia 14 años contrajo nupcias con una mujer de su raza, con
quien logró un matrimonio armonioso por varios años para luego engendrar un hijo que ahora tenía
nueve años de edad".
Lobo Gris sabía que su hija era muy especial, tenía habilidades que no cualquier mujer comanche podía
poseer. Era físicamente muy fuerte, hábil con las armas y excelente estratega para la cacería, sonrío
satisfecho al verla controlar a los guerreros, su don de líder era evidente.

*****

En otra parte, en las costas de Norteamérica desembarcaba de un gran buque un grupo de gente que
había zarpado de Inglaterra, habían pasado semanas en alta mar y finalmente llegaban a su destino.
Unos ojos verdes miraron por vez primera esa tierra que a partir de ahora sería su hogar y el de su
familia. Jenny era una hermosa joven de 22 años, impetuosa, alegre y soñadora, pero con fuertes
decisiones a la vez y le gustaba defender sus ideales.

Traía la añoranza de dejar su tierra, pero sabía que no podía abandonar a su familia por eso al final
decidió que tenía que viajar con ellos hacia ese nuevo mundo. Acompañando a sus padres y su pequeño
hermano Peter de diez años de edad, tomaron un carruaje que los llevaría a su destino, en una pequeña
villa donde se ubicaba la hacienda, herencia de los abuelos de su padre, en donde se instalarían para
empezar una nueva vida.

Estaban cansados fueron más de dos horas de viaje en en un camino polvoso cuando finalmente
llegaron a la hacienda. Tenía una intensa vegetación y la estructura de la casa era demasiado grande,
Jenny se sorprendió no la había imaginado así y pensó que sería algo mas sencillo.

Un grupo de cinco empleadas y un velador les dieron la bienvenida, era el servicio que siempre había
tenido el abuelo en su hacienda desde hace años hasta que falleció dos meses atrás. El administrador
Mr. O´Meara mantuvo la hacienda en pie por órdenes testamentarias hasta que llegara su heredero.

Después de un breve recorrido Jenny entró a la que sería su habitación, grande confortable con un
tocador, un hermoso ropero, detalles por todos lados y un balcón que daba a la parte trasera de la casa,
se acercó y pudo ver la vegetación de un extenso jardín lleno de árboles y antes de acomodar sus cosas
se acostó en la gran cama y rememoró su vida en Inglaterra.

"Recordó a Albet su novio desde hace dos años quien al saber que la rubia se alejaría la pidió en
matrimonio a sus padres, lo cual le sorprendió mucho, lo quería pero pensaba que tendría otras
experiencias amorosas antes de comprometerse legalmente con alguien.
Prometieron que en seis meses mas se volverían a ver para fijar la fecha del matrimonio, de alguna
manera Jenny había aceptado porque quería regresar a Inglaterra, no le había agradado mucho la idea
de viajar a Norteamérica y quedarse ahí para siempre.

Albert era tierno y cariñoso, se había entregado a él, pero se dio cuenta que no era el hombre su vida,
no hubo magia, ni estrellas ni ese 'algo' que le habían mencionado sus amigas con mas experiencia.
Creía que otro sería el hombre de su vida, sin embargo ahora veía que ya no había muchas opciones y
estaba resignada a la que sería su vida con Albert".

*****

La india morena entró a la choza de su padre contándole todos los pormenores de la caza del búfalo.
Lobo Gris miraba con atención a su hija, su alegría y emoción eran contagiantes por todo lo vivido esos
tres días.

Al terminar de relatar sus aventuras, su padre le dijo que si estaba lista para la ceremonia del día
siguiente -hacía dos lunas que la habían pedido en matrimonio y estaba a un día de consolidar su unión-.
Ella lo tenía presente pero por un momento lo olvidó, cambió su semblante, sabía que empezaría una
nueva vida y que ese matrimonio significaba mucho para su progenitor.

Sonrió y dijo que estaba lista, salió de la tienda de su padre caminó unos metros cruzó otras chozas para
llegar a la suya a descansar, se acostó en sus pieles y empezó a recordar que dos semanas antes había
estado de manera íntima con Oso Negro, se había entregado por primera vez a un hombre, total poco
quedaba para legalizar su unión frente a la tribu.

A pesar de la pasión e intensidad del joven, ella se había quedado pasmada, no había sentido nada por
el ¿será que había sido muy rápido o muy tosco? Se desconcertó porque en nada se parecía a las
historias que le contaba su abuela, su espíritu no vibró y su corazón no brincó de alegría. Sacudió la
cabeza, pensó que tal vez asi se sentía la primera vez y que como mujer debía hacer disfrutar a su
hombre aunque para ella hubiera sido un momento de dolor.
¿Qué había pasado? Se lo repetía una y otra vez, sería que ¿Oso Negro no era el hombre de su vida?... se
levanto y salió de la tienda para ir con la tribu a festejar el festín por la cacería. Esa noche los danzantes
bailaron hasta el amanecer, una gran fogata permaneció encendida toda la noche y la mayoría de
hombres terminaron mas que ebrios.

La morena de ojos azules, había reído, platicado con algunas de sus amigas que la admiraban por ser tan
atrevida de ir a cazar con los hombres, además de que la respetaban por ser hija del gran jefe. Al final de
la noche se había ido a caminar con Oso Negro para intercambiar planes de su matrimonio que sería al
siguiente día por la noche, no había emoción en su cara, los rasgos endurecidos del guerrero le impedían
mostrar sus emociones, si es que los tenía por contraer matrimonio con semejante mujer que era
ambicionada por todos los hombres jóvenes de la tribu.

Se despidió de él y fue a la tienda de su abuela, una anciana de rasgos curtidos por la edad y cabello
blanco que amaba de sobre manera a Lluvia Celeste, sabía que era una chica diferente, muy fuerte y
atrevida para su edad y para ser mujer, de pequeña siempre le pegaba a todos los chicos que
aprendieron muy pronto a respetarla.

La anciana la miró con ternura y después de saludarla le preguntó si estaba lista para su matrimonio. Ella
contestó con un SI, sin emoción. La abuela la miró con curiosidad como urgando en sus ojos.

-¿Estas segura que quieres unirte a Oso Negro?

-Claro abuela Ya todo esta dicho y solo hay que esperar la ceremonia. -asentó molesta.-

-¿Pero tu pequeña como te encuentras, ¿estas contenta?, porque no veo brillo en tus ojos.

Lluvia Celeste miró hacia un punto fijo de la tienda y suspiró con resignación.

-¿Qué mas puedo pedir abuela? Ya tengo 25 años, es el mejor guerrero de la tribu, el mas valiente, no
tengo muchas opciones, ¿a qué más podría yo aspirar? Es Oso Negro o no es nadie, los demás hombres
de la tribu no me llaman la atención, no hay mucho de donde escoger, ¿no crees?
-Pero hija, no puedes pensar asi... dime Oso Negro platica contigo ¿te hace reír?, porque nunca los he
visto comportarse como una pareja de enamorados.

-Mmmm es de pocas palabras, pero todo lo sé de él y él todo lo sabe de mí, asi que no hay más de que
hablar.

La abuela suspiró preocupada, no era precisamente lo que quería para su nieta, la veía muy conforme
con su destino, muy resignada... nada emocionada y mucho menos enamorada, presentía que ese no
era el destino final de Celeste, vivir con un guerrero mal encarado por el resto de su vida.

La anciana empezó a recordar cuando su hijo Lobo Gris en su juventud llegó un buen día con un brillo
especial en los ojos, una sonrisa y una alegría nunca antes vista. Sabía que se había enamorado y ella
estaría ahí para apoyarlo en todo.

"A escondidas de su padre le había llevado a la novia, se sorprendió cuando la vio pero enseguida la
aceptó. Era una mujer blanca de cabello rubio cenizo y unos hermosos ojos azules. Esa belleza que había
heredado Celeste y que la hacia muy diferente en rasgos a todos los de su raza.

Lobo Gris se había enamorado profundamente de ella y estaba dispuesto a todo para tenerla a su lado,
aún cuando significaba problemas y hasta pensó en renunciar a su tribu, situación que en esos
momentos originó un fuerte conflicto con su padre que lo amenazó con no aceptar nunca a una mujer
blanca.

Fueron momentos difíciles los que atravesaron los jóvenes, pero estaban dispuestos a todo con tal de
estar juntos. Desafortunadamente la felicidad no duraría mucho y se vería enmarcada por la tragedia,
con la muerte de Christinne la madre de Celeste"...

-¡¡¡Abuela me oyes!!! -volvió a repetir la morena de ojos azules.-

-Perdón hija me quedé pensando -dijo la anciana mirando profundamente a la joven.-

-¿Y en qué? si se puede saber.


-Estaba recordando el brillo que vi en los ojos de tu padre cuando me habló por primera vez de tu
madre, estaba emocionado y reía.

-Mmm bueno abuela me voy a dormir. -Y sin decir mas le dio un beso en la cabeza y salió de su
vivienda.-

La abuela murmuró para si: "ese brillo que no tienes tú en esos hermosos ojos azules mi niña".

Celeste miró las estrellas de la madrugada y pensando que en unas horas estaría en la ceremonia de su
matrimonio, entró a su choza y se acostó en sus mantas. Estaba cansada y le esperaba un día muy
ajetreado, enseguida se durmió.

*****

Jenny había despertado esa mañana de buen humor, desayunó con sus padres y estaba dispuesta a
conocer el pueblo que estaba a un kilómetro de la hacienda. Había decidido que iba a disfrutar esos
meses y quería conocer gente, sus costumbres y todo lo que para ella era nuevo.

Su padre, Charles le pareció buena idea pero no la iba a dejar sola, asi que iría con ella y darían una
vuelta con la familia para ir socializando. Era domingo y asistirían a la misa del mediodía, sería una
oportunidad de conocer a la gente y empezar a relacionarse.

Después del desayuno se arreglaron para ir al pueblo visitaron algunas tiendas, el mercado, pasearon
por el parque principal. Mientras Peter emocionado salía corriendo al ver unos juegos infantiles, Jenny
se adentró en una pequeña feria que había cerca de ahí.

Un hombre vendiendo cuadros llamó su atención y se acercó con curiosidad, en la mayoría de las
pinturas había rostros de indios y paisajes de caballos.
Sus ojos verdes veían emocionada y le preguntó como tenía tanta imaginación para pintar algo asi,
porque eran muy hermosos, transmitían una esencia muy especial tanto los paisajes como los rostros.

-Gracias señorita, pero no es imaginación todas mis pinturas plasman la realidad de lo que he visto.

-¿Conoce a los indios? ¿los ha visto?

-Usted es nueva por aquí, ¿verdad?... Claro que los he visto y usted también los verá, la tribu mas
cercana a este pueblo es de unos Comanches quienes continuamente llegan al pueblo para comprar
provisiones y como hay una tregua de paz con ellos, ahora son mas aceptados entre nosotros.

-No los conozco, pero me causa un poco de temor, he escuchado que los indios son sanguinarios y no
tienen piedad con sus víctimas.

-Mire señorita, es como todo, también entre nosotros hay buenos y malos, prudentes y asesinos, justos
e injustos y pues también es igual con ellos entre las diferentes tribus y con todas las razas o culturas del
mundo. Pero los Comanches son una raza diferente.

Jenny seguía observando las pinturas, de pronto un cuadro al fondo llamó su atención, entró para verlo
mejor y se impactó al ver unos ojos profundamente azules como el mar, era un rostro de mujer que
miraba al horizonte, había melancolía y un 'algo' que llamó su atención.

-¿Quién es?... oohh... que bella... ¿existe esta mujer o es producto de su imaginación?

-¡Claro que existe!, hace unos meses me topé con ella, solo la vi una vez cuando cabalgaba por la
montaña, ella pasó a un lado mío con un grupo de indios a caballo, fue la mirada mas enigmática que he
visto en mi vida.

-¿Pero realmente tiene esos ojos tan bellos?... ¿cómo puede ser posible?
-Tanto como que los suyos son hermosamente verdes señorita y ojalá algún día me permita pintarla a
usted?

Jenny se sonrojó por el cumplido y escuchó la voz de su padre que la llamaba.

-Pero hija tengo rato buscándote, ¿qué haces aquí? ¿Vas a comprar alguna pintura?... y ¿de indios?...
-Dijo volteando a ver los cuadros que estaban expuestos.-

-Me llamó la atención papá, sabes que no conozco a los indios y tengo curiosidad. En Inglaterra todo es
diferente y ellos me parecen una raza única e interesante.

-Bueno, bueno pero es hora de ir a la iglesia después vendrás a contemplar otra vez estas pinturas.

Sin mas, Jenny se despidió del vendedor y asistieron al templo en donde conocieron a un sinfín de
familias que se acercaron a saludarlos. Ella solo tenía una imagen en su mente, la morena de ojos azules
y enigmáticos, ¿realmente sería asi? O el pintor había exagerado en su belleza?, mostraba una mezcla de
ternura y salvajismo, de tristeza y melancolía que habían llamado su atención.

Sin pensarlo mas, al salir del templo se dirigió nuevamente con el vendedor de pinturas y le dijo que le
compraría el cuadro de la mujer india, pensó que se vería muy bien en su recámara que había empezado
a acondicionar a su gusto, mientras el pintor le envolvía la pintura, encontró otra de un caballo azabache
plasmado en un brinco que le gustó para su hermanito y también decidió comprarla.

*****

Lluvia Celeste había despertado tarde, sus amigas la fueron a ayudar para la ceremonia del matrimonio
que sería por la noche. Platicaron y bromearon sobre lo que sería su vida de casada y después en una
choza las mujeres mas grandes le dieron un baño de flores para prepararla y una limpia con yerbas para
sanar su espíritu como era la costumbre.
No le estaba permitido ver al novio en todo el día hasta el momento de la ceremonia, asi que se relajó
en el baño de flores y tomó con calma todo el ritual que debía pasar antes de la ceremonia.

Oso Negro había salido temprano con el grupo de guerreros, les avisaron que un grupo de hombres
blancos habían atacado a una tribu de Sioux y por prevención estarían preparados por si intentaban
llegar a los linderos de los Comanches.

Efectivamente un grupo fuertemente armado de bandidos habían iniciado una pelea con los Sioux, Oso
Negro divisó a lo lejos que el tiroteo no terminaba y los caras pálidas sobrepasaban en número y
armamento a los indios. Dio la orden de ayudar y se abalanzaron en sus caballos para pelear contra esos
vaqueros sanguinarios, los Sioux no eran nada amigables, estaban en desacuerdo con los tratados de
paz pero finalmente los Comanches no los iban a dejar abandonados ante una situación asi.

Como verdaderos guerreros apoyaron a sus hermanos indios en una feroz pelea con los hombres
blancos.

Después de algunos rituales de rigor y ya ataviada con un hermoso vestido largo de algodón, el cabello
bien peinado y con algunas flores, Celeste se dirigió con su abuela para escuchar sus últimos consejos
antes de la ceremonia. La anciana la miró con admiración por la belleza que siempre tuvo desde que era
una niña, su fuerza y gran estatura de 1,80 cm. eran la envidia de las mujeres de la tribu, todos los
hombres jóvenes guerreros suspiraban por ella y finalmente el mejor de ellos había sido el elegido.

La anciana le preguntó como se sentía. Ella se encogió de hombros y dijo que estaba tranquila.

-Abuela no me darás ahora un sermón verdad? Que ya he escuchado bastante en las semanas anteriores
por parte tuya.
-No hija solo quiero saber si eres feliz y si sientes que esta unión es lo que habías pensado encontrar
para tu futuro. Todavía recuerdo cuando de pequeña venías a preguntarme como podrías identificar a la
otra mitad de tu alma.

-Es cierto y tu me decías que cuando mi corazón albergara amor, alegría, felicidad, angustia y dolor, todo
junto y al mismo tiempo, entonces sabría que estaría enamorada, pero sabes eso es algo que todavía no
entiendo, no es posible tener todos esos sentimientos por una sola persona. Se supone que si conoces a
la persona de tu vida solo te brinda felicidad y no tiene porque hacerte sufrir, eso no es posible.

-¿No lo has sentido...?

-Mmmm... es confuso, no se que siento, bueno mas bien es algo... es tan... bien yo creo que esas eran
estupideces de niña, no es posible llegar a sentir todo eso al mismo tiempo, es cierto que alguna vez lo
soñé, pero la realidad es otra abuela, eso no puede pasar...

-A tu padre le ocurrió hija... y a tu madre también, fueron muy felices un tiempo pese a las diferencias
raciales y de cultura. La prueba es que tu padre nunca ha podido olvidarla.

-Si lo sé... pero eso no nos ocurre a todos ya lo entendí, creo que todos tenemos destinos diferentes.

No había mas que decir, la abuela se dirigió a un pequeño cofre que guardaba atrás de unas pieles, con
mucho cuidado sacó una medalla en una cadena y se la entregó a su nieta.

-Era de tu madre, la puso en tu cuello cuando naciste creo que tiene que ver algo con su Dios porque
siempre la traía con ella. Cuando tu padre llegó contigo a la tribu la guardé para entregártela el día que
decidieras unir tu vida.

Celeste la miró con curiosidad, besó la medalla que tenía la imagen de una virgen y dejó que su abuela la
colocara en su cuello. Sabía de memoria la historia de sus padres, del amor tan grande que se habían
tenido y lo que habían padecido para estar juntos.
Se dejó abrazar por su abuela, caía el atardecer, en dos horas mas estaría celebrando su unión con Oso
Negro, un sentimiento de nostalgia la invadió y estaba a punto de llorar cuando escuchó bullería afuera
y los tambores empezaron a sonar.

Salió corriendo de la choza con la anciana tras ella, viendo que se acercaba el grupo de guerreros que
regresaban de la batalla, corrió entre la gente alcanzando a divisar como de un caballo descargaban un
cuerpo sin vida, lo depositaron en el suelo frente al Gran Jefe Lobo Gris que ya estaba ahí.

-¡Qué pasa padre! -Celeste llegó por detrás de su padre y él la tomo por los hombros.-

-Hija, lo siento tanto... -La abrazó. Sin entender volteo al piso para ver el cuerpo de Oso Negro con el
pecho ensangrentado.-

Se hizo un gran silencio, Celeste se arrodilló y tomó entre sus brazos el cuerpo del hombre, no lo podía
creer a unas horas de su matrimonio con el guerrero mas respetado de los Comanches y ahora estaba
ahora sin vida. Empezó a llorar, lanzo un grito de coraje y lo abrazo, su padre se acerco para brindarle
fortaleza.

-¡¡Quién fue!! ¡Quién lo mato?! ¡¡Fueron ellos verdad, los que no nos dejan vivir en paz!! ¡¡Los voy a
matar padre!!, a todos los hombres blancos los voy a matar, ¡voy a vengar la muerte de Oso Negro!.

-Celeste, los nuestros se metieron en una pelea entre blancos y Sioux... es algo...

Se levantó de golpe y se dirigió a su vivienda, no dejó que nadie la tocara, ni le dijera nada, se arrancó la
ropa, las flores y todos los adornos que tenía encima, se puso sus pantalones de gamuza, una camisa de
manga larga y salió echa una furia.

La abuela la intentó detener tomándola del brazo.


-¡Ahora no! Abuela, disculpa pero solo quiero ¡¡venganza!! -De un brinco trepo a su caballo y con un
grito de guerra salió a todo galope.-

Lobo Gris la miró partir y movió la cabeza tristemente comprendiendo su dolor. Enseguida dio la orden
para que preparan los funerales de los guerreros, otros dos más habían muerto también en el
enfrentamiento y no es que fueran menos importantes, pero la muerte del mejor guerrero de la tribu y
en el día de su boda había conmocionado a toda la comunidad de Comanches.

Lobo Gris sabía que estaban expuestos a estas situaciones, tenían firmado un tratado de Paz con el
pueblo más cercano, pero no dejaba de haber grupos de cuatreros o hacendados que no respetaban las
leyes, había grandes odios entre las dos razas y una u otra no dejaban pasar la oportunidad de empezar
una batalla.

*****

Jenny había llegado a arreglar su recámara, movió algunos muebles y puso todo a su gusto, estaba
emocionada con la pintura que había comprado y la colocó justo enfrente de su cama, caía el atardecer
y se recostó para contemplarla, había quedado perfecto. Trató de imaginar como sería esa mujer de
enigmática mirada que reflejaba ternura y odio al mismo tiempo, ¿sería muy salvaje? ¿sanguinaria? No
sabía el sentimiento que le producía ver esa pintura, pero era tan especial esa joven, sus rasgos no eran
totalmente como de los indios, su piel no era tan morena, pero esos ojos tan azules y fríos le producían
sensaciones extrañas.

"Donde vivirá, que estará haciendo", de pronto se vio imaginando como sería la vida de esa
desconocida, "viviendo en las montañas... al aire libre, sin ningún tipo de comodidades, debía ser
emocionante andar como una aventurera... ¿pero que rayos estoy pensando?"...

Estaba tan distante en sus fantasías que no oyó a su madre entrar a la recámara.

-Y te saliste con tu capricho al comprar una pintura de salvajes, ¿verdad?


-No es un capricho madre, son obras de arte, no ves que hermosos son, los trazos tan perfectos, el tipo
es un artista y deben ser reales o no serían tan perfectos.

-Mmm si tienes razón la mujer es bonita pero no puede ser real, las indias no tienen esos rasgos,
seguramente es una mujer blanca y solo la pintó con un atuendo indio, debe ser parte de las fantasías
de ese 'artista' hija.

-Pues me dijo que era real que la conoció... es muy hermosa ¿verdad?

-¡Hum! Pues no creas tanto esas historias... bueno y acompáñame para preparar la merienda te pasaste
toda la tarde acomodando tu recámara y bueno no te quedo tan mal -dijo mirando alrededor.-

Saltó de la cama y bajó con su madre hacia el comedor, fue al jardín a buscar a su hermano quien estaba
entretenido con un par de perros que corrían tras él y lo jalaban del pantalón. Los animales estaban
alegres por la atención del niño y disfrutaban empujándolo y dándole lengüetadas en la cara.

Decidió caminar y tomó una pequeña vereda que la llevó hasta donde un pequeño manantial pasaba al
final del terreno de la hacienda, el agua era cristalina y se acercó para tomar una flor de las que crecían
en la orilla. El lugar era hermoso y pensó que sería un sitio perfecto para inspirarse y escribir sus poemas
que eran su pasión.

Regresó y observó la fachada de la casa por la parte de atrás y vio que su recámara era la única que daba
hacia esa parte del jardín y cerca de su ventana crecía un enorme árbol. La tarde caía, entró corriendo a
la casa, se sintió contenta después de todo no había sido tan malo viajar con sus padres, el lugar era
lindo, el tipo de gente emocionante, nada parecido a lo que estaba acostumbrada en Inglaterra.

Lo iba a disfrutar hasta que el momento llegara y su prometido fuera por ella para casarse y regresar con
él. ¿Sería feliz al casarse? No quiso pensar mas en eso, realmente cada vez que se imaginaba casada con
Albert la invadía una sensación de incertidumbre y dudas que la estaban atormentando pero enseguida
diluía sus pensamientos y prefería enfocarse en otra cosa, no quería profundizar sobre sus sentimientos.
Una semana había pasado desde la muerte de Oso Negro, la aldea de Comanches seguía su vida
cotidiana, mientras Celeste había tomado el mando como guerrero principal de la tribu. Andaba todo el
día fuera en su caballo con un grupo de guerreros cuidando los linderos de las tierras y cualquier
hombre blanco que intentaba cruzar lo atacaba y sin piedad acababa con su vida. Se pintaba la cara para
que no la reconocieran como mujer e impregnar terror en sus ataques.

Llegaba al anochecer no hablaba con nadie y se encerraba en su choza. Su padre y la tribu entera
respetaban su dolor no acosándola con la forma de vida que había adquirido. La abuela estaba
preocupada por el rencor que había albergado su corazón contra los hombres blancos, sabía que no
eran de su agrado pero había aprendido a tolerarlos y de alguna forma a convivir con ellos.

Lobo Gris había logrado un tratado de Paz con el pueblo, que debía respetar, sin embargo ahora temía
que Celeste provocara nuevamente la guerra con los caras pálidas, sin embargo la joven había sido lo
suficientemente cuidadosa de no dejar rastros que pudieran culpar a los Comanches de esas muertes.

*****

Jenny se despertó esa mañana de buen humor, después de un mes de haber llegado a la hacienda y con
mas confianza entre la gente que había conocido en el pueblo saldría con un grupo de amistades de su
padre a conocer una ciudad mas grande. Estaría dos días alojada en casa de una familia y aprovecharía
su estancia para ir a comprar material para sus escritos, algunos libros y porque no, ropa también, no se
sentía cómoda con el vestuario que tenía y que no iba acorde con el nuevo estilo de vida que tenían en
la hacienda, más campirano.

Se recostó en el asiento del carruaje y se asomó por la ventanilla para ver el hermoso valle. De pronto
unos gritos la hicieron incorporarse, el carro empezó a ir mas rápido y divisó a un grupo de indios
cabalgando a toda velocidad. No lo podía creer, era la primera vez que los veía y sus rostros no se veían
nada amigables. Después de una loca carrera, gritos y disparos por parte de quienes conducían el
carruaje, una rueda terminó chispándose y volcando al vehículo, los viajeros trataron de enfrentar a los
atacantes que eran parte de una tribu Sioux que se dedicaba a atracar a los vehículos de hombre
blancos.
Desde un cerro cercano, Celeste veía tranquilamente el salvajismo con que los Sioux mataban a los
blancos, ningún remordimiento pasó por su cara, no era su asunto. De pronto sus ojos se abrieron más
una mujer con un niño intentaba escapar siendo alcanzados por uno de los guerreros Sioux que sin más
le corto la garganta a la mujer con su hacha y volteó para ir sobre el pequeño.

Lluvia Celeste dio la orden a sus diez guerreros de intervenir, después de todo ellos no mataban mujeres
o niños y menos indefensos 'aunque fueran blancos', para cuando llegó era demasiado tarde para el
menor, entonces los Sioux los atacaron y se enfrascaron en una lucha ahora por las pertenencias de los
blancos. Con el evidente dominio de los Comanches los indios Sioux iniciaron la retirada.

Lluvia Celeste bajó del caballo y aprovechó para esculcar el carruaje que permanecía volteado y ver si no
había mas menores de edad, entró y vio un bulto que se movía.

Alzó la manta para encontrar unos ojos aterrados que la vieron con pavor. Azul y verde se fundieron en
uno solo, por unos instantes se miraron Lluvia Celeste no lo podía creer, jamás había visto unos ojos tan
hermosos.

Jenny aterrada por los gritos que había escuchado y el salvajismo de los Sioux, reconoció esos ojos
azules, pese a la cara pintada que le imprimía una imagen de fiereza. ¡Era ella! La mujer de su pintura no
lo podía creer la tenía delante de ella, eso era lo menos que podía haber esperado, se perdió en sus ojos
y empezó a desaparecer el terror de su cara para dar paso a una de angustia. Se abalanzó a su cuello y la
abrazó: -¡¡Sálvame por favor!!- Fue todo lo que pudo decir y perdió el sentido.

Lluvia Celeste se quedó con la joven desmayada en sus brazos, le había entendido perfectamente y no
sabía porque la vio como su salvadora. No podía dejarla ahí, los Sioux podrían regresar y matarla, la sacó
cargando del carruaje y se la dio a uno de los guerreros, trepó a su caballo y la pidió para acomodarla en
sus brazos. Los Sioux ya habían huído e internado en el bosque con algunas de las pertenencias de los
blancos como botín. El resto lo recogieron los Comanches y marcharon para su aldea.

Durante el camino Celeste veía de reojo a la joven rubia, era hermosa y tenía una cara angelical, la
manera como se había dirigido a ella la había impresionado pero no tanto como sus profundos ojos
verdes. ¿Qué paso ahí? Porque se había quedado petrificada cuando se miraron, algo en su estómago
había saltado cuando la chica se arrojó a sus brazos pidiéndole ayuda.
Llegó a la aldea y volvió a tornar su mirara fría, llevó a la chica en brazos a su tienda y ahí la depositó.
Salió encontrándose con su padre.

-Que pasó hija, los guerreros me dijeron que se enfrentaron a los Sioux y que traes a una muchacha, la
única sobreviviente.

-Si ya lo sabes para que me preguntas. -Contesto cortante.-

-¿Y se puede saber qué vas a hacer con ella? Tu sabes que hay un tratado de paz y además...

-¡Será mi esclava, padre!, mi prisionera o como quieras llamarla y tendrá que servirme. Ella va a pagar la
muerte de todos los nuestros, de todo lo que la gente de su raza nos ha hecho y humillado.

-Pero hija, eso no es justo, esa chica no tiene la culpa de nada, ni siquiera la conoces, tu sabes que no
tomamos rehenes y menos para torturarlos.

-Solo la voy a asustar un poco -sonriendo- no te preocupes que no la voy a lastimar, quiero que los
blancos sepan lo dura que es nuestra vida aquí casi escondidos como animales, cuando ellos llegan y se
apropian de nuestras tierras.

Sin decir mas, dio la vuelta para ir a una pila de agua, se lavó la cara para quitar toda la pintura y tomó
un cuenco de madera para llenarlo de agua. Se dirigió a su choza, la joven todavía estaba sin sentido,
tomó un trozo de tela lo mojó un poco y le empezó a limpiar la cara. Jenny reaccionó y abrió los ojos, se
volvió a fundir en esa mirada, no había sido un sueño ahí estaban esos ojos azules, tan azules como el
cielo igual a los de su pintura, pero ahora tan reales como el dolor que sentía en todo el cuerpo, acepto
el agua que le ofrecía y bebió lentamente.

-¡Gracias! -le dijo tratando de sonreír.-


Celeste no contestó, se levantó y fue a acomodar unas pieles.

-Se que no me entiendes pero aún asi quiero que sepas que estoy muy agradecida porque me salvaste.
¡Díos! Tenía tanto miedo, pensé que me iban a matar esos indios, vi como atacaban a los demás
pasajeros, fue horrible, los masacraron sin piedad, les arrancaban el cabello, no puedo creer tanto
salvajismo... mmm pero no me entiendes... bueno fue horrible, por cierto tu eres india y no se por qué
me salvaste.

Lluvia Celeste volteó lentamente a mirarla y se agachó para decirle.

-Te entendí todo y no todos somos unos salvajes, pero ahora sabrás lo que se siente humillar a una raza,
¡serás mi prisionera y tendrás que servirme! -le gritó.-

Le tomó un pie y la ató con una soga a una estaca que estaba en el piso, enseguida salió, dejándola ahí,
asustada y sorprendida por la enorme frialdad que podía transmitir ese rostro tan bello.

Recordó su pintura, hacia unos días había fantaseado tener enfrente a la dueña de esa mirada y si
alguien le hubiera dicho que la conocería, no lo hubiera creído, pero ahora la tenía ahí en vivo y a todo
color y además era su prisionera o su esclava. Reconoció que era mas hermosa en persona, el pintor no
había captado ese magnetismo que transmitía ni el halo de misterio en su personalidad, pese al mal
genio de la comanche, Jenny estaba impresionada o ¿cautivada?, ¡¡pero que diablos!! Si solo es una
mujer, se recriminó ... y salvaje.

Caía la tarde, Celeste se dirigió con su abuela que tenía su choza cerca de un árbol y bajos sus ramas se
sentaba siempre a cocer o realizar sus actividades. Se acercó y le besó la frente.

-Hola abuela, no te había visto desde hace días.

-Será porque te la pasas cabalgando en los valles acechando a los blancos y ya no te acuerdas de esta
vieja. Se que tu dolor fue grande hija pero no puedes llenar tu corazón de odio y venganza..
-No estoy para sermones, solo quiero saber como estas -dijo secamente.-

-Yo bien... y la niña blanca que trajiste ¿cómo esta?

-¡Ah vaya! como vuelan los chismes en esta tribu, porque si lo sabes tu, ya lo sabe hasta el viento
-ironizó.-

-Puede ser... nunca pasa nada aquí, y cuando algo sale de lo común tu sabes que enseguida se sabe. ¿Y
se puede saber qué vas a hacer con esa jovencita?

Distraídamente la morena jalaba las hojas de una rama.

-Será mi esclava, abuela, ella pagará por todas las humillaciones que los blancos nos han hecho pasar.

-Sabes que eso no esta bien hija, ¿por qué tienes que reaccionar asi?...

Celeste se dio la vuelta y se alejó dejándola con la palabra en la boca, nadie iba a hacerla cambiar de
opinión ni echar a perder sus planes. Iba a hacer sufrir a la pequeña rubia con los trabajos mas pesados
de la tribu, la obligaría a que le sirviera y la humillaría cuantas veces quisiera. Aunque en el fondo no
quisiera reconocer que algo había pasado con ella, esa mirada la había trastornado y esas palabras
"¡Sálvame por favor!"

Caminó a donde estaban las mujeres repartiendo la comida, tomó un plato y empezó a comer. Sus
amigas la miraron con curiosidad pero no se acercaron, respetaban su dolor, tenía mas de un mes que
se había aislado y no hablaba con nadie. Celeste tomó un plato con comida y se dirigió a su vivienda,
Jenny se encontraba sentada en unas pieles, le acercó el plato y le dijo que comiera, lo tomó y empezó a
devorar la carne recién asada.

La guerrera se sentó enfrente y empezó a trenzar una cuerda.


-Como te llamas -le preguntó a la rubia.-

-¿Te importa? -sin dejar de comer. Ajá, así que tiene carácter la pequeña cara pálida pensó y torció la
boca en una sonrisa.-

-No, no me importa, pero de alguna forma debo llamar a mi esclava, pero si te da igual que te diga
cualquier nombre por mí esta bien. -dijo seriamente clavando su mirada en la de ella.-

-Me llamo Jenny... aunque no te importe.

Se hizo un silencio y Celeste estalló a carcajadas.

-¿¡Jenny... Jenny!?... Ja ja ja... ¡Qué ridículo!... ¿pero qué clase de nombre es ese? -preguntó divertida al
ver la cara de asombro de la joven.-

-Es Jennifer pero mis padres siempre me han dicho Jenny.

-Si que son ocurrentes ustedes... mira que acortar los nombres...

-¡¡Ah con que ocurrencias!! ¿Y por curiosidad tu cómo te llamas? Porque seguramente tienes el nombre
de un animal o ¿no es eso lo que hacen ustedes los indios?... haber déjame adivinar seguro eres algo así
como caballo viejo o zorra rabiosa o mapache malhumorado... mmmm ... pero también tienes cara de
ojos de lince o huracán devastador, no yo creo que te queda mas hiena hambrienta... pero seguro tus
padres se decidieron por ponerte aullido de perro...

Como habla, dioses donde tiene tantas palabras metidas, escuchaba asombrada Celeste y divertida a la
vez al observarla manotear y hacer diferentes gestos sin importarle que la jovencita trataba de
desquitarse insultándola.
De pronto Jenny paró de hablar pensando que ya se había pasado, se miraron fijamente, la morena sin
ninguna expresión en su rostro la observó arrugar la nariz e ignorándola se volteo a buscar unas cuerdas
en un costal.

Oh oh creo que se molesto, mas bien creo que me pase, tú y tu bocota Jenny que no puede quedarse
callada.

-Y bien, ¿no me vas de decir tu nombre? -preguntó.-

-Ya me dijiste varios, pues de todos los que mencionaste escoge uno y llámame así, total no creo que te
interese el verdadero. -Se levantó para disponerse a salir, estaba a punto de la risa por la cara de susto
que había puesto la rubia.-

-Oye no te vayas... no se como decirte esto, pero he estado todo el día aquí y necesito ir al baño
¿entiendes?... son necesidades fisiológicas, me urge si no quieres que moje aquí todas tus pieles que
intuyo forman parte de lo que es tu cama o donde duermes.

-¿Qué? -preguntó sorprendida, como esta niña blanca podía hablar tanto y además expresarse con tanta
rapidez, fingió no entender haber a donde llegaba.

-Si, que no entiendes, necesito hacer 'pipí', desalojar el agua que nos sobra, ejem... bueno otra palabra
sería orinar, no se como le llamen ustedes pero imagino que también lo hacen y deben tener un lugar
para hacerlo porque no creo que sea al aire libre ¿o sí?

La morena volvió a soltar una risotada, definitivamente la chica era increíblemente bella y se veía mejor
hablando y manoteando tratando de explicarse. Decidió hacerla sufrir un poco y salió de choza no
aguantaba reír delante de ella.

Caminó unos pasos y se topó con su abuela quien se sorprendió al verla con una sonrisa en el rostro, no
podría creer verla así, hacia tanto tiempo que su pequeña no reía, era tan seca, tan seria y después de la
muerte de Lobo Gris su odio hacia el hombre blanco se había incrementado tanto que en un mes se
había convertido en una especie de fantasma al que nadie quería acercarse porque sus ojos destellaban
odio.

-¿Se puede saber qué es tan gracioso que tus carcajadas se oyen desde una milla?

-Naa abuela... no es nada dijo sin dejar de sonreír, es esa chica blanca, creo que es muy graciosa -y bella-
no para de hablar, ¿cómo es posible que alguien hable tanto y tan rápido? Y dice cada cosa, se puso a
insultarme porque me burlé de su nombre.

La abuela la miró extrañada, había un brillo especial en los ojos de Lluvia Celeste que nunca le había
visto, ni cuando le vino a avisar que se uniría a Lobo Gris, debía ser muy especial para haber arrancado
de la cara de su nieta una sonrisa, mmmm interesante, pensó la anciana, ¿será posible que esta niña
logre lo que nadie ha hecho?...

-¿Y cómo se llama la joven que te causo tanta risa?

-Se llama Jenny... tu crees a alguien con un nombre así, ¿no es gracioso? Como los caras pálidas puedes
tener esas ideas de poner esos nombres tan ridículos...

-Cada raza es diferente hija, a ti te parece ridículo asi como a ellos les deben parecer ilógicos los
nuestros ¿no crees?... además te recuerdo que tu tienes un nombre de los blancos, porque tu madre
antes de morir le dijo a tu padre que te llamarías Marian...

-Sssssh abuela, -se pone seria- no tienes que recordármelo, que me gusta mas el que me dieron aquí.

-Espero mañana conocer a esa chica, debe ser muy especial para haber hecho reír a la temible guerrera
Lluvia Celeste... desde que eras niña que no escuchaba esa risa tuya, te has tomado muy en serio tu
papel de guerrera y hasta pensé que habías olvidado como sonreír...
-Ya viejita, no es para tanto además que de especial puede tener esa rubia no le des tanto crédito. -En
realidad es adorable, me encanta su pelo color del sol.-

Mmmjmm..., la abuela se fue a su choza, ya veremos, ojalá me equivoque mi querida niña pero creo que
esta joven... debe tener algo especial.

Ya estaba oscuro, casi todas las familias en sus respetivas casas y Celeste fue a checar el cuarto que
utilizaban como sanitario para ver que no hubiera nadie. Regresó a su choza y encontró a Jenny aun
amarrada de un pie que caminaba en círculos tratando de calmar sus ganas fisiológicas. Se arrodilló
junto a ella y la desamarró para jalarla hacia afuera, hasta ese momento la rubia se dio cuenta de la
altura de la mujer morena, ¡que alta guauuu nunca lo hubiera imaginado!, en silencio la condujo al
cuartito que utilizaban como baño que era de poco mas de un metro al cuadrado y la empujó hacia
adentro.

-Oye jirafa... y ¿cómo pretendes que haga pipí si tengo las manos amarradas?

Sonrió y la desató.

-Por tu bien no intentes nada rubia o la pagarás -y la miró fijamente. Jenny se vio en sus ojos azules que
a la luz de la luna tomaban un color mas intenso, que hermosos eran pensó y dejó de escuchar todas las
advertencias de la morena porque se había perdido en la inmensidad de ese azul... La guerrera también
se quedó petrificada mirando sus verdes ojos. Pero que me pasa, porque no puedo dejar de ver sus ojos.

La rubia entró al cuartito, mientras la guerrera la esperaba afuera.

Al salir la volvió a atar con las manos al frente y la condujo a su tienda, Jenny pudo observar a pesar de
la oscuridad la cantidad de chozas que se alzaban en la aldea, donde solo se escuchaba el bullicio
nocturno de los insectos. Tenía que estar soñando, ayer estaba acostada en su cama y hoy dormiría por
vez primera en el piso y en una aldea de indios, recordó a sus padres que estarían preocupados y
seguramente pensando que la habían matado.
Entraron a la vivienda de la morena y ésta le indico con una seña donde acostarse... al otro extremo la
guerrera acomodaba su lecho, tomó unas pieles acercándoselas por si tenía frío y regresó a su cama a
acostarse.

-¿Por qué me salvaste?... no entiendo primero nos atacaron asesinaron a todos y a mi no, ¿por qué?
-cuestiono la rubia sin entender porque a ella no la habían matado.-

-Mi tribu no los atacó, fueron los Sioux y si intervine fue porque vi a lo lejos que estaban torturando a
una mujer y a un niño que pensé alcanzaría a salvar. Aunque no lo creas somos tribus diferentes y no
todos actuamos igual aunque todos seamos indios. -dicho esto se volteó a dormir y Jenny supo que no
volvería a emitir palabra alguna, así que decidió descansar.-

*****

Ya había salido el sol cuando la joven rubia abrió los ojos desconcertada por un momento olvidó donde
estaba y vio a la morena doblar sus mantas.

-¡Levántate cotorra rubia! que hoy tienes mucho que trabajar para ganar tu alimento -y de un tirón la
saco de la choza.-

-Ya te oí jirafa y no tienes por qué gritarme que no soy sorda. -la enfrentó.-

-¿Así que jirafa?, ¿te decidiste por ese nombre? -la miró fijamente, pero Jenny no se atemorizó y le
contestó.-

-¿Así que cotorra rubia? ¿Tu te decidiste por ese?

Sin decir más la encaminó por la aldea, la joven miró como mujeres, niños y guerreros se desarrollaban
cada uno en sus labores, la llevó a donde unas mujeres cocinaban y le arrimó un plato con una especie
de sopa, no quiso saber que era pero se lo comió realmente no sabía mal, pero estaba segura que era un
alimento que nunca pensó degustar.

Celeste la miraba de reojo. "Buen apetito, quien pensaría que una personita como tu pueda meter tanta
comida en su cuerpo."

Estaba distraída sentada en una piedra comiendo que no se dio cuenta que el Gran jefe Lobo Gris se
acercó, imponente con su enorme adorno de plumas en la cabeza, al ver la sombra volteo de inmediato
y como un resorte se levantó, impresionada por la personalidad y estatura del hombre que enseguida
dedujo era el jefe de la tribu.

-Así que esta es tu prisionera hija... -La miró a los ojos acercándose y le dijo en su idioma- ¿cómo estas
pequeña cara pálida, mi hija te trató bien?

-"Guauu su hija es la jirafa maleducada esta, o sea que es una princesa india."- Si... siii... gra... gracias.

El hombre volteó a ver a su hija y le dijo:

-¿Y bien qué harás con ella?

-Es mi prisionera padre ya te lo dije y tendrá que servirme, asi que deberá trabajar para ganar su
alimento, es un hecho y no trates de convencerme de lo contrario. -El padre no volvió a hablar se dio la
vuelta y se retiró del lugar.-

Celeste dejó a la rubia en un lugar donde las mujeres pelaban mazorcas, estaba amarrada de un pie para
que no pudiera escapar y una de ellas había sido encargada de vigilar a Jenny y estarle proporcionando
trabajo. Celeste se fue con sus guerreros a los linderos de las tierras Comanches para realizar sus rondas
mientras su mente no podía olvidar los ojos color esmeralda de la joven rubia, rebelde y tierna a la vez...
de repente cayó en cuenta de la risa estúpida que tenía en su cara y que algunos guerreros la miraban
con curiosidad. Meneó la cabeza y dio a galope hasta la montaña para realizar algunos ejercicios de
entrenamiento para ellos.
Jenny había estado toda la mañana pelando mazorcas nadie le hablaba ni ella entendía lo que hablaban,
vio que una anciana caminaba hacia ella sentándose a su lado.

La miró con curiosidad y refiriéndose en el idioma de la joven, le dijo:

-¿Así que tu eres la jovencita prisionera de mi nieta?, eres bella y tienes bonitos ojos -tomó su cara con
las manos y la miro fijamente. "Sí eres como imaginé, un espíritu fuerte y noble a la vez, un corazón
limpio y transparente..."-

Jenny sonrió y le dijo:

-Usted es la abuela de... de... esa jirafa maleducada, ¿que ni sé cómo se llama?

-Ja ja ja -rió cascadamente la anciana- si soy la abuela de Lluvia Celeste, se que es testaruda y de mal
genio, pero es buena... y...

-¿Lluvia Celeste?... ¿Asi se llama?, que hermoso nombre, nunca imaginé que se llamaría así... humm
-sonrió- le queda, es hermosa...

-Je je... ¿mi nieta te parece hermosa?

Jenny se ruborizó por haber pensado en voz alta.

-Bueno quiero decir... sí es bonito ese nombre y ella también tiene unos ojos increíbles...

-Como los tuyos pequeña, no te quedas atrás eres muy hermosa por fuera y por dentro -La joven sonrió,
la abuela le inspiraba confianza, su rostro era dulce y su mirada inspiraba confianza.-
-Gracias señora y dígame por que la jirafa... errr... su nieta se llama Lluvia Celeste y tiene los ojos azules,
no es por ofender pero no veo a nadie aquí con ese color de ojos.

-¡Vaya si que eres curiosa!... en primer lugar -le dijo seriamente- no me digas señora, dime abuela y
estaremos en paz... y en respuesta a tu pregunta, es una historia larga, pero no me corresponde a mi
decirla, así que solo te diré que se llama Lluvia porque nació en una noche de fuerte tempestad y
Celeste por sus ojos que los tiene tan azules como los tenía su madre... ella murió cuando mi nieta nació
y es todo lo que puedo contarte.

-Gracias por decírmelo, ¿sabe? su nieta no se parece a usted, ella es enojona, ruda, tosca, de mal genio,
no le gusta hablar y grita por todo... además de salvaaa... ejemmm bueno...

-Sí dilo... ¡salvaje!, lo sé mi Celeste esta muy amargada, nuestra vida no es nada fácil... Pero tenle
paciencia ella no es mala, solo que su corazón esta triste porque ha sufrido, ha perdido su espíritu y el
rumbo de su camino, pero creo que muy pronto eso va a cambiar...

-¿Ha sufrido?... ¿Por qué?

-Hace un mes iba a casarse y los blancos mataron a su prometido, eso terminó de amargar su corazón
que de por si estaba vacío...

-¿Lo quería mucho?

-Mas bien fue el pretexto para llenar su corazón de odio hacia la gente de tu raza, ella ama esta tierra,
ama a su gente y siempre ha odiado la manera como nos han relegado... ¿ahora comprendes por qué
eres su prisionera? Se esta desquitando contigo del hombre blanco, que durante años han sido nuestros
enemigos, he visto caer a tantos de ambos lados, el odio entre las razas es muy fuerte... todavía pasará
mucho tiempo para que esto termine y dejemos de odiarnos unos con otros, y aún así las diferencias
raciales continuarán por los siglos .
-Pero yo no tengo la culpa de lo que le pasó, ni siquiera soy de este lugar... he venido de muy lejos, del
otro lado del mar a vivir aquí con mi familia, tengo un mes de conocer estas tierras.

-Sé que no tienes la culpa pero ella culpa a todos los hombres blancos del destino que estamos viviendo
los indios... y cuéntame de ti pequeña 'Cabello de Sol', ¿de donde dices que eres?

-Me llamo Jennifer y vivía en Inglaterra hasta hace poco, mi padre recibió una herencia cerca del pueblo
y llegamos a vivir a la hacienda Los Encinos que era de mi bisabuelo y después de mi abuelo.

Y así la joven de ojos verdes habló durante mas de dos horas con la abuela, que estaba muy interesada
por conocerla, cada vez le quedaba más claro el papel que tendría la rubia en sus vidas, principalmente
en la de su nieta.

*****

Ya caía el atardecer cuando Celeste regresó, Jenny estaba afuera de la choza tratando de mantener una
fogata prendida, misma que unos niños le habían ayudado a hacer, seguía con las manos atadas. La
guerrera rió porque su cara estaba tiznada de negro, el carbón de la fogata la había ensuciado sin ella
darse cuenta, se talló los brazos cansada, había lavado en el río toda la ropa de Celeste... fue una de las
indicaciones que había dejado como tarea obligatoria para la joven.

La morena se acercó, tomó un poco de agua de un recipiente que había cerca y se lavó la cara que como
costumbre traía pintada y la vio con curiosidad.

-¿Cómo estas?, cumpliste con tus obligaciones, ¿te dieron de comer...?

-Ja... ahora la jiraba quiere hablar -la miró a los ojos- y tiene ganas de conversar, pues yo no sabes, estoy
cansada y quiero dormir.
-Es lógico que no aguantes nada, una niñita consentida como tu acostumbrada a no hacer nada, que
bueno que te des cuenta que la vida en el campo no es fácil...

-No lo he tenido todo y a últimas a ti que te importa si eres una amargada.

-Mira niñita estúpida -la agarró de un brazo para enfrentarla con la mirada- a mi no me vas a hablar así,
por si no te has dado cuenta eres mi esclava y...

Jenny la interrumpió molesta.

-Eres una aprovechada, te crees mucho porque eres mas alta y fuerte, pero solo eres una ¡salvaje!

La cara de Celeste se llenó de furia.

-¡A mi no me dices salvaje oíste! -la acercó a su cara tanto que la rubia pudo sentir su respiración a unos
centímetros de su rostro, vio sus ojos azules de un color mas oscuro por la rabia y la invadió el temor.-

Cuando se dio cuenta ya había sido aventada hacia dentro de la choza y la morena se retiraba de ahí.
Supo que se había pasado en sus ofensas hacia la guerrera que había llegado en son de paz y la había
provocado, se empezó a sentir culpable ahora sabía que la guerrera atravesaba por momentos difíciles y
ni por eso había podido callar su bocota, lo que la abuela le contó le llegó al corazón y sintió lástima por
la morena.

Celeste prefirió ir a caminar un rato para despejarse y pasó cerca de la vivienda de su abuela
rápidamente, la anciana la vio y le gritó.

-Hija, que te pasa a donde vas con tanta prisa.

La morena detuvo su veloz paso para saludar a su abuela, estaba enojada y no lo podía disimular.
-Que te pasa ¿estas molesta por algo?

-Y como no voy a estarlo con esa niña consentida que se cree que lo sabe todo y todavía se atreve a
insultarme.

-¡Ah! la niña rubia... es muy simpática ¿sabes? Estuve charlando con ella por la mañana... pero haber
-sonrió- ayer estabas muy alegre y divertida con ella, pero ahora...

-¡Ahora me sacó de mis casillas! ¡es una engreída como todos los blancos... me dijo que soy una
salvaje... que se cree la muchachita estúpida, todos ellos se creen superiores a nosotros y siempre nos
llaman asi!... pero no se lo voy a permitir...

-Cálmate ya... y tómate esto -le dio en la mano una taza de té- te sentará bien y te recogerá el coraje, no
es bueno que te duermas asi. -La anciana sonreía para sus adentros. "La niña 'Cabello de Sol' podía
mover los ánimos de su nieta a su antojo y de eso Celeste ni se había dado cuenta."-

Más tarde regresó a su choza, Jenny estaba dormida y se acercó para observarla, se colaba la luz de la
luna y pudo ver su rostro, parecía un ángel. Se había pasado toda la mañana pensando en ella y ahora...
¿estaba de mal humor?

La morena se acostó y miró al techo cuando oyó una voz...

-Buenas noches Celeste.. mmm... bonito nombre y te pido disculpas porque fui grosera.

Se quedó paralizada, que bien sonaba su nombre en los labios de la rubia, lo dijo con tanta ternura, la
miró de reojo para decir algo... pero la rubia ya dormía placidamente. Sonrió, "me llamó por mi nombre,
¿pero quién se lo dijo?... Mmmm abuela por lo visto aprovechaste muy bien la mañana", cerró los ojos
para dormir y vio los verdes de la rubia iluminados por su ternura y así se quedó dormida.
Celeste se levantó temprano fue a traer algunas hiervas para hacer un té y llevó el desayuno. Jenny
abrió los ojos al sentir el aroma de la comida, se dio cuenta que estaba desamarrada y salió de la choza
para encontrar a la morena sentada afilando unas maderas.

-Puedes tomar de ese té, te caerá bien y te quitara los dolores del cuerpo que te ha provocado el trabajo
que me imagino no estabas acostumbrada a hacer.

La rubia se sirvió y lo tomó sin mirarla ni decir nada, empezaba realmente a despertar y el líquido le
estaba cayendo muy bien.

-Buenos días... ¿Y qué voy a hacer hoy? Porque imagino que su majestad quiere seguir torturando a su
esclava y que mejor que empezar de una vez.

Celeste la miró alzando una ceja "tiene su genio y parece que no amaneció de muy buen humor".

-Debo decirte que tu primera tarea por la mañana será bañar a mi caballo, yo salgo antes de que el sol
este en lo alto y me gusta que este limpio, así que lo llevarás hasta el río y allá lo bañarás y cepillarás.
Después tus tareas del día será con las demás mujeres y tener mi choza limpia.

-¿Y si tu eres mujer por qué no haces esas tareas?, ¿qué haces todo el día en el caballo?

-Yo soy una mujer guerrera y tengo las mismas obligaciones que un hombre por ahora, porque he
tomado el lugar de Oso Negro, el mismo que tu gente mató y que era el brazo derecho de mi padre. -Se
quedó mirando la fogata y su rostro se torno melancólico.-

No se dio cuenta cuando la rubia se acercó, le puso una mano en el hombro.

-Siento mucho que hayas perdido a tu novio, se que te ibas a casar con él y que por eso nos odias.
Se sentó junto a Celeste abrazando sus propias rodillas y continuó diciéndole.

-Sabes yo desconocía estas costumbres y este tipo de vida, no se de diferencias raciales y odios entre
blancos e indios porque yo acabo de venir a vivir a este pueblo. De donde vengo no hay nada de esto, en
mi país la civilización es un poco mas avanzada y nunca pensé que al venir a América me encontraría con
una situación así... es todo tan diferente y al mismo tiempo tan interesante, que no puedo creer estar
ahora mismo aquí, cuando hace dos meses vivía una vida tan apacible en Inglaterra con mis padres y mi
hermanito, tenía amigos y amigas, iba a la biblioteca y estudiaba, salía con Albert que aunque no era
muy divertido por lo menos le gustaba escucharme y... -en eso recordó que estaba comprometida, le
llegó el recuerdo de sus padres, que seguramente la creerían muerta y con lo exagerada que era su
madre ya se habría desmayado unas diez veces, sobre todo si les informaron que todos los de la carreta
habían sido asesinados.

Celeste observó que la rubia se había callado y estaba a punto de llorar... y preguntó:

-Un momento, ¿tú no vives en el pueblo? ¿No eres de una familia acomodada de ahí?

-No, mi familia y yo tenemos poco mas de un mes de llegar a radicar en la hacienda Los Encinos, fue una
herencia que le dejaron a papá y decidió que nos viniéramos a vivir a este continente.

Molesta la morena cuestiono:

-¿Y qué diablos hacías en esa carreta? ¿te escapaste de tu casa?

-No, iba a la ciudad a conocer y comprar algunas cosas. Además Albert me envió unos libros que me
dijeron estarían en el correo.

Ahora la morena se estaba sintiendo mal, se estaba desquitando con alguien que ni conocía los
problemas entre indios y blancos, de pronto reaccionó.
-¿Albert... quién... es?

-Es mi novio y prometido, me voy a casar con él y me regresaré a Inglaterra a vivir... bueno ese era el
plan, ahora ya no se, porque... bueno la situación en la que estoy, por... cierto cuando me dejarás
regresar o voy a estar... aquí por siempre... ¿seré tu prisionera siempre?...

Celeste ya no escuchó mas, sintió una revoltura en el estómago... tenía novio, la pequeña rubia estaba
comprometida a casarse como lo estuvo ella que de no haberse muerto Oso Negro ahora estaría casada
y viviendo con él, se sintió culpable de haber provocado una situación así con la niña rubia.

Pero a últimas que le importaba nada de su vida si solo era una cara pálida como cualquier otra.

Se levantó de golpe, su expresión cambió de tierna a dura y de manera brusca le dijo:

-Ya sabes tus deberes, espero que termines pronto y por hoy te salvaste de bañar a mi caballo, ya
alguien lo hizo temprano.

La rubia se sorprendió por el cambio repentino de actitud estaban empezando a platicar por primera
vez, se sintió tan bien hablando con ella.

-Pero ¿qué te pasa? ¿Por qué actúas así?, que te molesto porque no entiendo...

En ese momento, se acercó una joven mujer jalando el caballo recién bañado de Celeste. Trino de Pájaro
era la mejor amiga de Celeste y siempre que podía estar con ella aprovechaba para platicar pero hacía
ya tiempo que no hablaban, Celeste de por sí era muy seca, pero se había vuelto muy ermitaña después
de la muerte de Oso Negro. Ahora había aprovechado en bañar a Trueno el hermoso corcel blanco de la
morena para acercarse nuevamente a ella.
-Ya estuvo Celeste, este joven amigo tuyo está mas que limpio y listo para ser montado, ya está seco
-Celeste se acercó, agradeció a su amiga y palmeó al caballo, empezó a ponerle algunas mantas encima
para montarlo.-

Jenny se acercó.

-Oye no hemos terminado de hablar, que te pasa...

-¡Yo si! Y empieza a hacer tus labores o no querrás verme enojada, ¿verdad? -levantando un ceja, dio la
orden al caballo y salió a galope. La rubia se quedo desconcertada. "¡Pero qué se cree! ¿por qué cambio
de actitud?, no la entiendo." Su cara cambió cuando se dio cuenta que Trino de Pájaro la observaba con
una sonrisa burlona y con los brazos cruzados.

-¡¡Y tu qué!! ¡¡De qué te ríes!!

La joven india se dio la vuelta para retirarse, no entendía lo que Jenny le decía pero no tenía ningún
interés en acercarse a la rubia que por el momento sentía que le había robado la amistad de Celeste, ya
que pasaba más tiempo con ella.

*****

Jenny terminó ese mañana con todos sus deberes y fue a buscar a la abuela, no sabía por qué, pero le
gustaba hablar con la anciana sobre todo porque la entendía, las demás mujeres de la tribu no se abrían
con ella y si bien no eran groseras, tampoco tenían el interés de hacer mejor sus estancia ahí.

-Abuela quiero que me enseñes a hablar como ustedes, es decir quiero saber el significado de algunas
palabras para entender lo que dicen, me desespera ver que no puedo entender lo que me dicen las
mujeres y los niños -decía Jenny agitando las manos y con una arruga en la nariz.-

La anciana se sonrió.
-Bien te enseñaré algunas cosas, pero primero dime ¿cómo te ha tratado mi nieta? ¿esta mejor?

-Humm eso quisiera yo saber, hoy en la mañana pensé que ya nos llevaríamos mejor y cuando sentía
mas confianza para hablarle de mi, se levantó como un demonio, se trepó a su caballo y me dejo con la
palabra en la boca... ¿qué no estará loca?

-Je je no lo creo hija, no todavía, pero así reacciona cuando le dicen algo que no le gusta. -Jenny se
quedó pensando, "¿mmm qué de todo lo que le dije no le gusto?, como si fuera yo adivina, mira que
entender a esta mujer si es difícil, pero como es tan hermosa le perdono todo... ¡que diablos!, ¿yo dije
eso?... que me importa que se enoje la salvaje esa, total si..."

-¡Hija! ¿Me escuchas? -era la segunda vez que la anciana le hablaba- donde andas ¿he? ¿Ya no quieres
saber nuestro dialecto?...

Jenny reaccionó.

-Oh claro que si abuela, disculpa, ya estoy lista. Por cierto, ¿cómo es que tú, Celeste y su padre hablan
mi idioma?

-Verás pequeña, yo por necesidad mi ingles no era muy bueno pero lo perfeccioné con la madre de
Celeste, mi hijo lo aprendió con ella también y le ha servido mucho porque ser el Gran Jefe de una tribu
es una responsabilidad muy grande, además de que le sirve para comunicarse con el hombre blanco con
eso de los acuerdos y reglas que han impuesto. Y a Celeste le enseñamos desde pequeña porque era el
idioma de su madre y Lobo Gris siempre ha querido que este al tanto de poder entenderlos para
aprender a defenderse y comunicarse.

-¿Quiere decir que la madre de Celeste era blanca? -preguntó sorprendida-

-Así es niña, pero ahora te daré tu primera clase para que te sea fácil entendernos. -concluyó la abuela
no queriendo darle mas datos de la madre de Celeste.-
La morena había ido de cacería con los hombres, no se había quitado de la mente a la jovencita rubia,
que sentimientos le provocaba, el día anterior estaba divertida con ella y ahora tenía un inmenso coraje,
los celos de saber que tenía un prometido le nublaban la razón. "¿Celos?... ¿celos?, no, no es eso lo que
siento, que me importa la vida de esa niñita consentida... por qué me dio tanto coraje saber que tiene
novio... no sé... pero no la voy a dejar ir, ahora sentirá lo que yo sentí, se quedará conmigo para siempre,
sí la voy a hacer sufrir porque... porque... tiene una sonrisa encantadora y esos ojos tan verdes como el
follaje de los árboles..."

El grito de uno de los guerreros cazadores la sacó del trance, ya era la segunda ocasión que dejaba pasar
para atrapar un venado por estar sumida en sus pensamientos. Ansiaba llegar a la aldea, se había
portado grosera con la rubia y estaba arrepentida.

Empezaba a caer la tarde cuando regresó, puso a su caballo junto a un árbol y le dio agua, oyó un
griterío que llamó su atención y fue a una pequeña explanada donde jugaban los niños, sus ojos se
abrieron cuando vio a Jenny correteando a los pequeños, todos gritaban y la jalaban, se le colgaban de
la cintura y reían. La rubia trataba de comunicarse con ellos y los niños se divertían porque la joven
cambiaba unas palabras por otras.

La morena se quedó parada sorprendida, no lo podía creer, la rubia era un desastre tenía la cara tiznada,
el largo cabello enredado y su mirada transmitía una gran alegría... No escuchó que la abuela ayudada
por su bastón se paró junto a ella y le observó la cara de complacencia.

-¿Es muy bonita Cabello de Sol, verdad?

-¿Ehh? ¿Cabello de Sol?... ¿así le dicen, Abuela? -miró extrañada a la anciana y divertida a la vez con el
mote.-

-Sí -dijo la anciana- y parece que los niños se divierten con ella, les ha enseñado varios juegos, es
hermosa esa niña y tiene un alma limpia, no deberías ser tan ruda con ella Celeste.
-Bien abuela, ya no mas sermones, lo intentaré -dijo la mujer alta y dio un paso para retirarse de ahí.-

-No tienes que intentar nada hija y tampoco tienes por qué hacerte la fuerte, solo tienes que dejar fluir
tus sentimientos y no bloquearlos para parecer una mujer malhumorada siempre, de vez en cuando el
corazón necesita un descanso. Ojalá sepas reconocer lo que tienes ante tus ojos... por cierto esto lo hice
para ella -y le dio una pequeña bolsa de tela con una prenda adentro.-

Celeste lo tomó y no contestó, siempre que su abuela empezaba con sus filosofías la evitaba, sabía que
tenía razón y no le gustaba reconocer que la anciana la conocía como la palma de su mano, además
mostrar sus sentimientos no era su fuerte.

Caminó a la explanada para que la rubia la viera, los niños corrieron a saludar a Celeste quien los
despeinaba con las manos y salieron corriendo hacia una choza.

-Te diviertes por lo que veo, les has caído bien a los niños y mira que son difíciles de domar -Sonrío y eso
le transmitió confianza a Jenny quien enseguida se justifico.-

-Si eso parece... mira ya terminé con mis labores y me aburría en tu vivienda, asi que salí a conocer un
poco mas la aldea, por cierto hay una palabra que me repiten mucho que no entiendo, porque aunque
no lo creas ya entiendo algunas cosas...

-Cabello de Sol... te dicen Cabello de Sol, aqui te llaman con ese nombre. -La rubia sonrió.-

-En serio?, vaya nunca lo hubiera imaginado, tu abuela asi me dijo la primera vez que me vio, bueno
mmjmm creo que suena mejor que... ¿cotorra rubia?

-O que jiraba furiosa -agregó Celeste alzando una ceja. Se miraron y rieron a la vez para empezar a
caminar hacia la vivienda de la morena.-

-Celeste si no te molesta quisiera pedirte algo -la morena la miro fijamente esperando que continuara...-
-Tiene mas de dos días que no me baño y no estoy acostumbrada a estar así, mira parezco un carbón
toda llena de polvo, dime donde me puedo asear.

-Bien te llevaré donde puedas bañarte, vamos por algunas cosas, creo que necesitarás algo limpio que
ponerte ¿no crees? Porque pensándolo bien otro día así y tendrías que dormir con los caballos.

-¡Muy graciosa! ¿Pues tú no te quedas atrás ehh? Ya decía yo que me llegaba un olor a podrido y que....

La morena río.

-¿Pero cómo es que no puedes quedarte callada? -decidió hacer una tregua, haber que pasaba, la rubia
le cambiaba el humor y por mas que se quería mostrar ruda con ella, la estaba... ¿doblegando?-

Caminaron por la vereda y Celeste la llevó a un lugar apartado del río donde solo se bañaban las
mujeres, no había nadie porque la hora del baño era por la mañana, pero también era lugar prohibido
para los hombres. Una pequeña poza se ubicaba en donde caía la corriente de agua y que era el lugar
mas hondo, la vegetación rodeaba el lugar y hacía del lugar un paisaje único. La joven rubia, sonrió.

-¡Es hermoso este lugar y mágico!

Celeste tendió un pequeño campamento, prendió un fogata y sacó de la bolsa un vestido café de
gamuza que la abuela había confeccionado para Jenny.

-Este vestido es para ti, lo hizo la abuela esperando que te quede y te lo quieras poner, por el momento
es todo lo que te puedo ofrecer para que te cambies y laves tu vestido.

-¡Oh! que precioso es, -lo tomó y se midió encima- me quedará bien... ¡gracias! -sonrió iluminándose su
rostro.-
-Pues al agua, ¿no es lo que estabas esperando?...

Celeste caminó a la orilla y sin ningún pudor se sacó el pantalón y la camisa de manga larga que llevaba
puestas, hasta quedar completamente desnuda. Jenny no pudo abrir mas los ojos.

-¡Diablos! que cuerpo tan perfecto, -vio su piel dorada por el sol, admiró sus piernas firmes, su fina
cintura y... y los senos perfectos. No oyó que Celeste la llamaba.-

-¿Vas a entrar al agua o ya te arrepentiste? -La miraba fijamente y sonrió divertida, se había dado cuenta
del efecto que había causado en la rubia. Enseguida se aventó al agua de un clavado, salió en medio del
lago y volvió a gritar...-¡que pasó niña rubia, le tienes miedo al agua fría o no estas acostumbrada!

-"Dios no estoy acostumbrada a ver una mujer desnuda y tan hermosa delante de mí"- Mmmm no es
eso -le contestó- Es que no traigo ropa para meterme al agua y ahora me doy cuenta y no se como...
-"Que estupideces estoy diciendo, me quede como una idiota contemplándola."-

-¿Cómo?... ¿Ustedes los blancos se visten para bañarse?, y luego como le hacen para...

-"Tiene razon, Jenny a estar alturas te pones de pudorosa y quieres tu bañador"- Que caray, ¡esta bien
ahí voy!. -Y empezó a desnudarse lentamente queriendo llamar la atención de Celeste. "Vas a ver
morena, te voy a hacer lo mismo, después de lo que tu me hiciste a mi, porque estoy segura que fuiste
consiente que me dejaste medio idiota..." y asi, una a una fue poniendo sus prendas sobre la hierba,
tomándose su tiempo.-

Con la boca abierta, Celeste la observada desde la mitad del lago, el agua no estaba tan fría o que
pasaba, un calor empezaba a subir por todo su cuerpo sintiendo cosquillas en el estómago. "Es perfecta,
que hermosas piernas... guauuu... todo eso escondía debajo de tanto trapo, sus caderas son perfectas
y..." Sintió que la quijada se le caía cuando se paró de frente al lago y pegó un brinco para tirarse el
clavado.
La morena reaccionó y nadó al centro del lago para luego dirigirse atrás de la pequeña cascada. Jenny se
fue al otro extremo.

-Dios es maravillosa el agua, está riquísima -sonreía perversamente, se había fijado antes de tirarse al
agua la cara de asombro de la morena que la había contemplado sin ningún tapujo.-

"No puede ser, estoy flirteando con una mujer, pero que me pasa, además me complace haberla
impactado, que calor hace aquí, el agua no esta funcionando."

Celeste apareció en medio del lago con un enorme pez en la mano y lo aventó a la orilla.

-¡Excelente -dijo Jenny- me encanta el pescado! -La morena sonrió.-

-Y a mi me encanta pescar, es uno de mis pasatiempos favoritos, ¡veras que rico vamos a comer!.

Saco otros tres mas y se dirigió a la orilla para ponerlos al fuego en lo que se bañaban. La rubia se volteó,
no quería verla salir con toda su esplendorosa desnudez, el calor ya era demasiado. Oyó un chapuzón y
supo que ya estaba dentro del agua nuevamente.

-Por cierto con que se tallan aquí, no tienes jabón o algo parecido, -al voltear la morena ya estaba frente
a ella sonriendo y extendiéndole un tipo de estropajo y una especie de jabón. Las gotas de agua
resbalaban por su perfecta cara y los ojos más azules no podían verse mejor, se rozaron las manos y
sintieron una descarga de electricidad que las hizo ruborizarse.-

La rubia se volteo para tallarse el cuerpo, ya no quería verla, sentía que sus piernas no la sostendrían
mas, ese color de piel dorado que tenía Celeste la estaba volviendo loca y su perfecta figura, no era
posible que la tuviera así.

Se quedó pasmada cuando la morena se acercó y le pidió el estropajo, se lo entregó y todavía con el
cabello enjabonado se metió de lleno al agua nadando hacia la cascada, necesitaba alejarse de ahí o no
sabía de lo que sería capaz, estaba confundida, nunca había sentido atracción por una mujer y en
Inglaterra tenía amigas muy hermosas, pero ¡diablos! ninguna con la personalidad de Celeste.

Además la había impactado desde que vio su pintura por primera vez y ahora que la había conocido
sentía una irremediable atracción hacia ella, como si la conociera de antes, como si la hubiera
reencontrado.

Celeste vio que la joven estaba cerca de donde caía la cascada.

-¡Hey! ¡Ten cuidado de estar allí rubia! -dijo mientras se tallaba los brazos despreocupadamente- Justo
donde cae el agua la corriente es mas rápida, el piso se hace mas hondo y por momentos pierdes el
control porque la corriente te jala un poco, asi que no te vayas a espantar ya que si no tienes cuidado...
-volteo y no la vio, espero expectante con los ojos muy abiertos y nada.-

-¡Diantres! -y se abalanzó por debajo del agua.-

Jenny luchaba por salir la fuerza de la caída del agua, le impedían nadar o salir a flote, sintió como todo
se oscurecía y que la jalaban de la cintura. Celeste emergió a la superficie con ella casi sin sentido,
llevándola a donde el agua les llegaba a la mitad del cuerpo.

Celeste la tenía en su brazos.

-¡JENNY! ¡JENNY! ¡¡Me oyes!!, vamos despierta... -le daba palmadas en las mejillas, mientras le sujetaba
de la cintura con la otra mano y la recargada en su cuerpo.- ¡¡Jenny!!

La rubia empezó a toser y se abrazó a Celeste espantada.

-¡Estas bien? Tragaste un poco de agua.


-¡Cof,cof cof!... Si estoy bien gracias, perdí el piso y no podía salir por mas que lo intentaba, sentí pánico
fue horrible... escuche mal o... ¿me llamaste por mi nombre?

En ese momento volteo a verla, ojos verdes se fundieron con el azul y ambas sintieron que una corriente
eléctrica las recorría, sintió las manos de Celeste en su cintura sosteniéndola y su temperatura empezó a
subir, con su mano derecha se sostenía del hombro de la morena y con la izquierda le abrazaba la
espalda.

Celeste sintió que esas manos le quemaban la piel, estaban prácticamente pegadas, su pecho
descansaba sobre el de la rubia y la mente se le nubló, sentía el agua a punto de ebullición, la tenía tan
cerca que sentía su respiración.

Estaban hipnotizadas una con otra, Celeste le miro los labios, lentamente se acercó para rosarlos y un
segundo después ya estaba sobre ellos, eran tan perfectos y se amoldaban tan bien a su boca.

Jenny sintió que toco el cielo al sentir esos labios sobre los suyo, era apenas un roce pero que ella
intensifico abrazándose mas a ese perfecto cuerpo, abrió su boca para saborear la frescura de esos
labios, mientras sentía como su sexo respondía al estímulo del beso, se estaba excitando, su boca pedía
mas y la morena se lo estaba dando, quien con timidez toco sus labios con la lengua pidiendo permiso
para introducirla y enseguida la rubia se aferró a ella...

Celeste sintió como el placer bajaba por su estómago hacia su centro, mientras saboreaba la dulzura de
esa boca, su sangre recorría todo su cuerpo a mil por hora, mientras sentía también la lengua de Jenny
danzar por su boca, mismas que se juntaron, se enredaron en un baile armónico y se saborearon. Que
bien sabia esa boca, la abrazó más, no dejando ningún espacio entre ellas y Jenny se aferró más a su
cuerpo.

De pronto con lastimosa preocupación sintió que la rubia cerraba la boca para separarse, Jenny
necesitaba verla a los ojos, quería ver el azul de sus ojos sentía que desfallecería. Ambas coloradas por la
excitación se miraron...
Celeste estaba contrariada, no supo como reaccionar y una sonrisa tonta empezó a dibujarse en su
rostro. "¿¡Yo la bese!?, pero que pasó... no ella me besó... no, yo la bese, a una mujer blanca pero que
pass..." Sintió un golpe de lleno en su mejilla que le volteó la cara.

Jenny interpretó esa sonrisa como una burla y sin más le soltó tremenda bofetada.

-¡Idiota! -le gritó.-

Cuando Celeste reaccionó tocándose la mejilla, Jenny ya estaba saliendo del agua. "Se estaba burlando
de mí y yo que la besé con... ¿cariño? no, no puede ser", empezó a secarse con una manta y tomó su
vestido para ponérselo. "Dios acabo de besar a una mujer y ella me besó a mí, creí que le había gustado
pero no, solo se estaba burlando y yo que... ¿Jenny te gusta esta mujer morena? No es posible, a mi no
me gustan las mujeres... fue... ¿qué fue?... no se pero me movió todos mis sentidos."

Celeste salió del agua sin comprender que había pasado se vistió y sin mencionar nada, volteó los
pescados que ya estaban mas que cocinados, fue a su bolso y tomó una especie de cepillo para dárselo a
Jenny, ella lo tomó sin hablar y comenzó a peinarse.

Saborearon el pescado en silencio, estaba riquísimo, la rubia ya tenía hambre y su estómago recibió con
alegría los dos peces que la morena le había cocinado. Empezaron a hablar sobre el alimento, sin
mencionar el beso, evitaban mirarse a los ojos y cada una estaba sumida en sus pensamientos.

Celeste no sabía si disculparse y preguntar que había hecho enojar a la rubia, seguro fue porque la besó,
pero sintió que ella le había respondido o sería la manera como la besó que le molestó, si bien su
excitación había crecido en segundos y se perdió por un momento en el placer, había sentido que
estaban en la misma sintonía. Que sensaciones le había despertado la chica blanca, ufff no lo podía
creer, jamás había sentido algo parecido.

Oso Negro le pareció siempre el mas atractivo de los guerreros por su fuerte personalidad, pero nunca
tembló ante un toque suyo, además su mirada no le decía nada ni le provocaba sensaciones extrañas en
el estómago.
Jenny estaba más que desconcertada, miraba de reojo a la morena. "Como hubiera querido que me
siguiera besando, fue sensacional, emocionante, me vibró todo el cuerpo... si me gusta y es guapísima...
y que trancazo le metí todavía tiene la cara marcada, pero ¿cómo disculparme? A lo mejor no se estaba
burlando y estaba igual que yo de asustada."

Ahora sentía la diferencia. "No amo a Albert, ¡claro que no!, alguien que no provoca en mí todo lo que
acabo de sentir con un simple beso, no puedo estar enamorada de él y no puedo casarme con él... ¡ja!
Pero que idiota soy y como me voy a casar si estoy aquí prisionera en una aldea de indios y... quisiera
quedarme con ella porque... mmm que bien besa..."

Celeste habló por fin.

-Es hora de irnos, espero que te haya gustado el lugar y... ya estas limpia... y te quedo bien el vestido
parece de tu medida.

-Si gracias me gusta -dijo alisándose con sus manos la tela de gamuza café.-

Le quedaba justo a su cuerpo y la falda era corta terminada en dos picos uno al frente y otro atrás,
dejando ver sus bien torneadas piernas. Celeste llevaba uno parecido pero mas oscuro le quedaba corto.

"Mmm se ve mejor que en pantalón" -pensó Jenny.-

Caminaron hacia la aldea y al pasar cerca de la vivienda de la abuela vieron que estaba sentada bajo su
árbol preferido, se dirigieron hacia ella.

-Las veo contentas mis niñas -sonrió- y a ti pequeña ¿te quedó bien el vestido?

-Me encantó abuela muchas gracias -y besó efusivamente la cabeza de la anciana- es muy bonito, nunca
había tenido un vestido así -dio varias vueltas modelando.-
Celeste la miraba como hinoptizada, la niñita rubia le estaba alterando sus emociones. No pasó
desapercibida esa mirada para la abuela.

-¿Tu que opinas hija, le queda bien el vestido?

-Mmmm si, claro -se rascó la cabeza no sabía donde mirar, se estaba ruborizando y sentía que la abuela
la había descubierto admirando a Jenny.- Le quedó perfecto, abuela.

-Pues tu no te quedas atrás, ¿sabes que te ves muy bien de vestido? Solo te había visto con tu traje de
guerrera, pero definitivamente me gustas mas así... luces más... -"¡Qué dije! Dios la estas devorando con
la mirada"- más... mmjem bueno... bien.

La abuela sonrío. "O me equivoco o ¿hay algo raro entre este par?"

"¡Le gusto! dijo que ¿le gusto así?... si eso dijo, no escuché mal y se sonrojó pero ¿y entonces la
cachetada?... ya sé, se asustó tanto como yo lo estoy, bien pequeña rubia, me estas volviendo loca...
creo que te deseo, si la deseo, esa boca que no puedo dejar de ver..."

-Ahora vengo -dijo la morena- voy a ver a los guerreros para darles algunas indicaciones de nuestro
recorrido de mañana. Te quedas en buenas manos Jenny. -Le guiñó un ojo y se fue.-

"Que bien se oye cuando dice mi nombre y que bonito camina."

-¿Hija quieres que sigamos con nuestras clases de idiomas?

-Errr... ¿cómo?... si claro abuela, perdón me distraje.


Esa noche se habían acostado temprano, Jenny tenía en mente muchas cosas y quería descansar bien.

*****

Se levantó temprano sin hacer ruido para no despertar a la morena, la mañana era soleada y fue al
corral donde se guardaban los caballos, quería bañar a Trueno porque había escuchado que Celeste
saldría temprano y quería darle la sorpresa de tenerlo preparado. Se sorprendió de no encontrarlo ahí y
como pudo hacerse entender pregunto a un jovencito, quien le señaló al río.

Bajó corriendo y vio a lo lejos a Trino de Pájaro jalando al caballo hacia el agua. "¡¿Pero cómo?! ¡¡Nooo
ésta no me va a quitar mi trabajo ni a ganarse la simpatía de mi guerrera, ahora verá!!"

Decidida la enfrentó y con medias palabras empezaron a discutir... la chica india le decía algunas
palabras y Jenny le contestaba en su dialecto. Sin entenderse totalmente ninguna de las dos pero si con
el firme propósito de que ninguna le dejaría el caballo a la otra, se empezaron a empujar y a pelearse la
cuerda del corcel.

Celeste se levantó y se extrañó de no haber escuchado a la rubia, caminó preguntando por ella, hasta
que el jovencito que se había encontrado Jenny le salió al paso y le gritó que fuera rápido al lago. La
morena corrió pensando que algo le había sucedido a la rubia y grande fue su sorpresa cuando en ese
instante Trino de Pájaro empujaba a Jenny al agua y reía.

Fúrica salió empapada y la agarró de un brazo aventándola también, ambas se insultaban cada quien en
su idioma, salieron del agua y rodaron por el suelo en una feroz lucha jalándose los cabellos.

Los ojos azules no lo podían creer, su mejor amiga y su ¿prisionera?, estaban a punto de desbaratarse y
por un caballo... decidió que era hora de intervenir y caminó hasta ellas, jaló a Jenny por su ropa y la
levantó ya que prácticamente estaba montada en su contrincante, ambas con raspones y rasguños.
-¡¡Basta!!... -la india se echó encima de Jenny y Celeste tuvo que jalarla también de su ropa, teniendo
una en cada mano, quienes se tiraban patadas- ¡¡He dicho que basta!!... ¿qué están locas? ¡¿Por qué
están peleando?!

-¡¡Esta "Aullido de Buitre" que me quiere quitar mi trabajo!!, ¡¡yo tengo que bañar al caballo, estúpida!!!

-¡¡¡Maldita rubia, yo soy amiga de Lluvia Celeste como te agarre te despellejo!!!

-¡A callar las dos!... haber dime tú que pasó -dirigiéndose a Jenny, que en ese momento sus ojos verdes
se habían tornado de un color mas oscuro.-

-Ella se trajo tu caballo para bañarlo, me lo quería ganar y tu dijiste que ese es mi trabajo, cuando le
reclamé me empezó a empujar la muy imbécil y me echó al agua, pero yo soy mas astuta que ella...
jajajaja... mira como tiene la cara.

-Bien Trino de Pájaro, ¡se acabó! Jenny lavará mi caballo de ahora en adelante porque es una orden que
yo le di y es uno sus deberes porque es mi esclava y no quiero que vuelvan a pelear... ¡esta claro! ¡Ahora
retírate de aquí!

La chica se fue maldiciendo y Celeste volteó a ver a la rubia.

-¿Y por eso tenías que enojarte tanto?, ¿no lo entiendo, te peleas por bañar a mi caballo?

-Es que además tengo hambre, y no soy yo cuando no he desayunado -dijo divertida la rubia porque
Celeste la había apoyado- ¿qué quieres?, no me iba a dejar que esa Trino de Perro me aplastara a golpes
verdad?

Celeste movió la cabeza sonriendo.


-No ya veo que te defiendes muy bien, pues apúrate con el caballo y yo haré el desayuno, no quiero que
desgreñes a toda la tribu o intentes devorarlos. -Jenny le sacó la lengua y se agachó a recoger una
especie de cepillo para bañar al potro que ya esperaba impaciente con las patas dentro del agua.

La morena pasó a la choza de un guerrero y luego caminó a la suya y se puso a freír un trozo de carne
seca y fue por unos huevos, mientras silbaba recordando el altercado entre las dos mujeres empezó a
reír...

-Si que eres de cuidado mi pequeña rubia ¿eh? -dijo sin darse cuenta que la abuela estaba tras de ella.-

-Y ¿por qué tan contenta?... y ¿qué hizo ahora tu pequeña rubia?

-¡Buenos días abuela! -se sonrojó- err pues nada fue un decir... ¿qué crees? -evitó el comentario-
encontré a Jenny peleando en el río con Trino de Pájaro, se desgreñaron por querer bañar a Trueno,
ahora resulta que es muy trabajadora y acata todas las órdenes que le doy y ya sabes que Trino de
Pájaro es mi mejor amiga y anda molesta porque cree que ya no le tengo confianza y que Jenny se ha
convertido en mi amiga...

-¿Y no lo es?... dime hija ¿qué es Cabello de Sol para ti?

-Tu lo sabes abuela para que preguntas.

-¿Haber déjame adivinar estas haciendo el desayuno?... ¿tuuu?... ¿la patrona le hace de desayunar a su
esclava?... je je la pequeña blanca ha dejado de ser lo que tu llamas esclava y de eso se dan cuenta todos
en la aldea hija...

-Vamos abuela, no se a qué te refieres -levantando una ceja y temiendo que la anciana descubriera lo
que ella empezaba a sentir por la chica.-
-Je je si lo sabes... pero eso solo tu te lo puedes contestar. Me da gusto que estés contenta hija, en tres
días esa chica te ha hecho reír, enojar y gritar... ya no eres un fantasma que deambula por la aldea y eso
me da gusto.

Se callaron, en ese momento, Jenny aparecía todavía sacudiéndose el agua y pensando que ahora no
tendría ropa para ponerse, la suya estaba sucia y el vestido que le dio la abuela estaba totalmente
mojado. Saludó a la anciana cuando empezó a estornudar.

-Vamos Jenny entra a la casa y cámbiate porque vas a pescar un resfriado, hay algo adentro que creo es
tuyo.

Antes del desayuno Celeste había ido a casa de uno de los guerreros que el día que encontraron a la
rubia recogió las pertenencias de los blancos que los Sioux no pudieron llevarse, revisó y había una
pequeña bolsa con ropa de la talla de Jenny y se imaginó que era de ella.

La abuela sonrió y miró a su nieta, desde cuando tenía ese tipo de detalles para con alguien, nunca que
ella recordara.

-Ves a lo que me refiero mi niña... a eso precisamente... -le murmuró de cerca.-

La rubia se sorprendió cuando vio la bolsa... claro que era su ropa, no mucha, porque solo llevaba para
dos días pero ya era algo. Enseguida se cambió y se puso un vestido color azul de manga corta, se cepilló
y se agarró el cabello con unos listones del mismo color.

Salió muy contenta de la vivienda alisándose la tela de la falda con las manos y sin pensarlo corrió hacia
Celeste la abrazó y le dio un beso en la mejilla.

-¡¡Gracias!! Pero ¿cómo conseguiste mi ropa y mi libro donde escribo poemas?


Celeste se quedó paralizada, no esperaba esa reacción de la rubia y menos un beso, los Comanches no
eran por naturaleza cariñosos ni de muestras de afecto y ese detalle la ruborizó, vio de reojo a la abuela
que sonreía divertida por la contrariedad de su nieta.

-Eerrr... pues uno... de los guerreros recogió lo que dejaron los Sioux el día que te rescaté y lo guardó.
Como vi que estabas empapada fui a checar a su choza si había algo que te pudiera quedar y encontré
esa bolsa que imaginé era tuya... y pues que bueno que tengas ropa y donde escribir...

-Pues eres muy amable... oye y que vamos a desayunar ya muero de hambre, por poco y me como a tu
caballo.

-Ya estarías muerta -todas rieron.-

La abuela era la mas sorprendida, ver a su nieta bromear de esa manera con la chica rubia era algo
nuevo en su carácter o mas bien que recién descubría. Desayunaron las tres muy contentas entre
bromas y risas, hasta que la morena se levantó y se despidió para irse con sus guerreros que ya la
esperaban para la ronda matutina que realizarían por sus tierras.

Continuará...

El Mundo del Subtexto de Xena Princesa Guerrera/Fan Fiction/Lluvia Celeste

LLUVIA CELESTE Por: Vrieta Segunda parte

Pasaron varios días mas en un ambiente de armonía entre las dos, la esclava ya se había convertido en
amiga de la morena y quien cada vez pasaba menos tiempo con los guerreros y más con la rubia. Jenny
le había pedido que la enseñara a montar a caballo y Celeste le había conseguido una yegua mansa para
que aprendiera.

Por las tardes pasaban horas en el lago pescando y Jenny tratando de aprender. No habían vuelto a
coincidir en bañarse solas, porque siempre había otras mujeres de la tribu, lo cual de alguna manera era
un alivio para las dos, sin querer reconocer que el sentimiento estaba creciendo en ellas y que no sabían
como manejar, lo cual no pasaba desapercibido para los habitantes de la aldea.
Era obvio el cambio de la hija del Gran Jefe, quien ahora reía, bromeaba y jugaba con los niños de la
tribu.

La rubia estaba contenta porque había escrito varios poemas en sus ratos de soledad. A veces Celeste se
recostaba cerca de ella bajo un árbol y mientras dormitaba, ella se dedicaba a contemplarla mientras se
inspiraba en sus letras.

Un tarde la sorprendió, creyó que la morena dormía cuando escuchó su voz.

-Leéme algo que hayas escrito ahí.

-¿En serio?

-Mmmm si, me gustaría saber que escribes -sin abrir los ojos.-

-Puuess... son poemas de amor... de la vida... de la naturaleza, no sabría como describirlos.

-¿Y puedo conocer alguno?

-Esta bien... -ojeó su libro y escogió un pequeño poema:-

"La necesidad de verte se ha vuelto esencial para mí,

eres la luz que brinda a mi cuerpo la fuerza para vivir,

por primera vez mi corazón ya no se siente vacío.

Tus ojos iluminan mi camino,

tu voz es un canto celestial... mi alegría,

tus labios calman mi sed de amor y

tiemblo en tus brazos por la emoción,


amor mío."

Volteo a ver a Celeste que estaba pasmada con los ojos abiertos.

-¿Te gustó?

-Mmmm si, es hermoso... ¿estas muy enamorada de tu novio? -pregunto frunciendo el seño.-

-No se lo escribí a él y no, ahora me doy cuenta que no estoy enamorada de él.

Celeste suspiró recuperando la esperanza.

-¿Se lo escribiste a otra persona?...

-Yo errr... -Jenny ya no pudo contestar, unos pequeños llegaron corriendo e interrumpieron el
momento.-

Las dos chicas empezaron a jugar con ellos y muy a su pesar Celeste no volvió a preguntar por el origen
de los poemas, aún cuando le pedía continuamente que se los leyera, asombrada por el sentimiento que
imprima en tan hermosas palabras.

*****

Era tarde cuando regresaban del lago con un gran número de peces, cuando se les atravesó Trino de
Pájaro, pidiéndole a la morena hablar con ella. Jenny se adelanto pero volteaba a ver que ocurría.

-Mañana es el día que te vas y quiero saber si en esta ocasión me llevarás, dijiste que algún día lo harías
-mirando fijamente a la morena.-
-Sabes que este viaje me gusta hacerlo sola y no, no puedes ir, tal vez será en otra ocasión.

Dando por terminada la conversación se alejó, dejando a la india molesta, no quería mas preguntas y no
quería que su amiga echara a perder sus planes.

Entró a su choza, donde Jenny preparaba sus mantas para dormir, misma que ahora lucía ahora tan
diferente, la rubia se había esmerado en limpiarla cada día y acomodar las cosas poniendo un toque
especial a cada espacio, que no podía estar mejor.

-Jenny quiero que te prepares mañana para salir conmigo, estaremos dos días fuera de la aldea, así que
es mejor dormir de una vez -enredaba unas cuerdas.-

-A dónde iremos -preguntó emocionada.-

-Pronto lo sabrás es una sorpresa, nos iremos antes del mediodía -le gustaba ponerla en incertidumbre,
la cara de emoción de la rubia ante lo inesperado era único para la morena.-

Esa noche Jenny durmió con una sonrisa, su morena era cada vez mas amable con ella, tenía detalles,
soñaba con besarla de nuevo pero después de la bofetada no había ningún acercamiento por parte de
Celeste.

Al otro día, después de despedirse de su abuela y su padre marcharon cada una en un caballo. Jenny no
entendía a donde iban ni que harían pero el simple hecho de compartir a solas dos días con Celeste la
llenaba de emoción, cabalgaron durante horas y pararon para comer algo. Continuaron por un hermoso
valle montañoso, habían platicado mucho, la rubia le había contado historias y Celeste iba encantada
escuchando.

Continuaron por una vereda, ya estaba por oscurecer cuando pararon en una cueva, era grande y en la
entrada dentro de ella amarraron los caballos les dieron agua y comida, mientras en el fondo Celeste
encendía una fogata para calentar algo de alimento, salió a recoger leña y regresó cuando Jenny ya
había acomodado sus mantas. Comieron en silencio hasta que Jenny preguntó.

-¿Por qué me trajiste aquí, no entiendo a qué venimos?

-Todos los años justo en esta fecha vengo a acampar aquí, mañana lo sabrás, pero he de decirte que
siempre vengo sola, me gusta la soledad de este lugar, nunca he traído a nadie porque me gusta pensar,
pienso en mi madre y disfruto el silencio y el ruido de la naturaleza, de los animales...

-O sea que no puedo hablar -arrugando la nariz.-

Celeste sonrió.

-Claro que puedes, ya se que para ti es imposible estar callada.

-¿Entonces por qué me trajiste?

-Mmmm quería compartir este lugar contigo... no se, tuve ganas de que estuvieras aquí, de
enseñártelo... es mi secreto, nadie sabe a donde vengo y mi padre respeta mis deseos.

Descubrí este lugar hace años, cuando tenía 17 de edad y me encantó, desde ese momento vengo cada
año y nunca había tenido ganas de traer a nadie... hasta ahora -susurró.-

Sus ojos se miraron, la rubia sintió invadir su cara de calor y de emoción "si cuando quiere ser tierna lo
es, no cabe duda."

Se acostaron cada una al lado de la fogata, Jenny se acurrucaba, el frío empezaba a sentirse cada vez
mas y sentía que su manta no sería suficiente, cerró los ojos y trató de no pensar en el frío, sentía que
estaba al aire libre. Oyó un ruido pero no abrió los ojos, titiritaba y quería concentrarse en no sentirlo.
Cuando se dio cuenta Celeste estaba junto a ella y la tapó con su manta.
-Creo que si estamos juntas tendremos menos frío y así podemos taparnos las dos con nuestras mantas
-Jenny se dejó tapar.-

-Si te lo agradezco, no puedo dormir, está enfriando demasiado.

La morena se acurrucó junto a ella y la tomó por sorpresa al sentir su brazo rodearla, sonrió y cerró los
ojos no se quería mover, había demasiado frío a pesar de la fogata.

"Que bien se siente y que rico abraza, si tuviera valor me volteó y la abrazo también... mmmm dormiré
muy bien" y ya no supo mas.

Tenía dos horas de haber salido el sol, cuando Jenny abrió los ojos y vio como unos grandes azules la
observaban, su brazo descansaba sobre la cintura de la morena...

-¡Ouuu buenos dias! ¿Te dejé dormir?

-Si... estaba esperando que despertaras pequeña floja, ven... quiero enseñarte algo.

La tomó de la mano, se levantaron y se taparon con las pieles, al salir de la cueva los ojos de la rubia se
abrieron lo mas que pudieron, no lo podía creer, el valle montañoso estaba cubierto de nieve, era un
espectáculo único, jamás imaginó que pudiera ser testigo del una maravilla de la naturaleza de tal
magnitud.

-¿Te gusta?...

-¡¡Esss increíble!! ¡hermoso!


-Ahora sabes por qué no te dije nada, era necesario que lo vieras y ninguna palabra hubiera sido
suficiente para describirlo.

"Es maravilloso... es increíble... guauuu ¡qué paisaje es como un sueño!"

Estuvieron un largo rato admirando el hermoso paisaje, los rayos del sol que apenas asomaban por una
montaña le daban un toque espléndido a la nieve. La rubia volteó a ver a la morena, quien estaba
extasiada con la belleza del ambiente, realmente disfrutaba de ese lugar, su lugar que ahora había
compartido con ella. Se sintió bien, la princesa india no era tan dura como quería parecerlo, si tenía la
sensibilidad de complacerse con un paisaje y disfrutarlo tanto como a ella le gustaba escribir, es que
tenía un buen corazón.

-Bien es hora de desayunar, yo creo que tu estómago no tarda en reclamar algo de alimento, ¿no crees?

-Mmmm si... dijo la rubia -pero podría estar horas aquí contemplando este bello paisaje de la
naturaleza.-

Desayunaron y salieron a caminar con los caballos detrás de ellas, le iba mostrando los animales que
aparecían en su camino como venados, conejos, alces y ardillas, buscando alimento o guaridas para
refugiarse del frío. El manto blanco de nieve cubría todo lo que el día anterior era verde y para Jenny era
emocionante esa aventura, ya desde el momento que fue a dar a la tribu de los indios fue algo que
cambió su vida, nunca se había separado de sus padres ni de la mirada vigilante de su tutor que la
cuidaba mas que a una joya.

Y ahora que ya tenía muchos días sin verlos no se sentía mal, más bien libre fuera de regaños y órdenes.
Después de todo no le había ido tan mal comparado con la pobre gente que la acompañaba ese día en el
carruaje. Su morena la había rescatado, se sentía protegida por ella. "Es tan hermosa como este paisaje,
ahora la veo tal y como la imagine cuando la vi en esa pintura, pero ahora me doy cuenta que sus ojos
reflejan su alma."

-¡Sucede algo? -la sacó de sus pensamientos y Jenny un poco contrariada, dijo lo primero que se le
ocurrió para salir al paso...-
-No nada... este paisaje es avasallante... increíble, pienso que si no estuviera aquí contigo nunca lo
hubiera conocido, pensaba en mis padres, en mi hermanito, en que estarán haciendo -Celeste se quedó
seria sintiéndose culpable- porque yo, bueno he de decirte que... me... siento muy bien aquí... contigo
-la miró encontrándose la mirada mas tierna que pudiera hasta ahora haberle visto a la morena.
Sonrieron y siguieron caminando.-

Pasaron por un lago, recogieron algunos frutos, hierbas... vieron unos castores haciendo sus casas. Ya
caía la tarde cuando después de subir una vereda, llegaron a una pequeña choza de madera rodeada de
árboles.

-Te presento mi lugar secreto, es muy pequeña pero servirá para pasar la noche.

-Que hermosa es, pero como... ¿tu la?...

-Me gustó este lugar para tener una cabaña y desde hace años empecé a construirla, cada vez que venía
aquí le avanzaba y una vez no me fui hasta que la terminé, ahora la tengo para pasar algunos días
cuando quiero estar sola o simplemente aislarme un poco de mi gente. Como te habrás dado cuenta no
soy muy sociable y a veces la vida de la tribu me cansa, por eso tengo este lugar en donde puedo
realmente ser yo.

-¿Y cómo eres tú, Celeste?... -No le contestó, habían llegado al frente de la casita.-

-Que tal, ¿te gusta? Es muy pequeña y atrás puse un pequeño cuarto con techo para guardar los
caballos.

Los amarraron ahí, les dieron agua y alimento. Fueron a la puerta y entraron, el lugar era muy pequeño
pero indicado para resguardarse del frío, había una cama hecha de madera, una mesa, la chimenea que
usaba también como fogón para calentar sus alimentos.

Celeste fue a prender el fuego, tenía mucha madera apilada a un lado y en segundos ya estaba la fogata.
-Bien ahora vamos a comer, asaré el conejo que atrapamos y verás que quedara muy rico.

Después de la comida, Jenny se sentó junto al fuego y abrió su libro de poemas, tomó una pluma y se
puso a escribir. Celeste decidió salir al río para traer agua fresca y tenerla de reserva, de regreso pasó a
ver a los caballos para checar que estuvieran bien y entró a la choza con las bolsas de cuero llenas agua.

En silencio puso un poco de agua en la lumbre para hacer un té, no quería interrumpir a Jenny, la vio tan
concentrada en su libro que no quiso hablarle. La observaba de reojo, era tan bella, su cabello rubio
brillaba más con los reflejos de las llamas, se sentó cerca y puso las manos cerca del fuego para
calentarse, no podía creer que hubiera llevado a la niñita rubia a su lugar secreto, nadie había tenido el
privilegio de conocerlo y esta jovencita en unos días se había robado su confianza, su cariño, su
¿corazón?... había algo mas, algo que la había hecho llevarla ahí, no sabía porque pero quería compartir
con ella esos momentos, se sentía identificada con ella, con su personalidad tan rebelde y le encantaban
sus pucheros, sus caprichos y sus niñerías.

Jenny cerró su libro y la miró.

-¿Cómo eres tu, Celeste?

La miró y fue a recoger el té para servirlo en dos vasos gruesos de madera.

-¿Como soy de que? -le ofreció un vaso de té.-

La rubia insistió:

-Hace rato no me contestaste la pregunta que te hice cuando llegamos aquí.

-Mmmm pues... ¿Cómo crees que soy? -la miró interrogante.-


-No se vale, yo pregunte... pero bien, te diré y luego tu me dices. Creo que eres una mujer muy valiente,
con un carácter fuerte y capaz de soportar cualquier dolor. Quieres mucho a tu gente y la defenderías
por sobre todas las cosas, lo que habla bien de ti porque eso quiere decir que tienes un gran corazón,
me gusta lo que he conocido de ti, antes pensé que eras una amargada odiosa, pero ahora veo que eres
una mujer muy espiritual y noble. ¿Estoy bien?

-Mmmm estoy perdiendo créditos para espantar a la gente -dijo sorbiendo de su vaso y torciendo la
boca de un lado a manera de sonrisa.- No se, nunca me había planteado como soy y nadie me lo había
dicho, en la tribu como que esas cosas no importan... si se que no tengo buen carácter, pero esta vida
que nos toco vivir es así, tienes que ser fuerte o te acaban. Y dime Jenny... ¿cómo era tu vida en tu país?
¿eras feliz?

-Mmm, buena pregunta... Si creí que lo era, aunque siempre había sentido que algo faltaba en mi vida,
algo por conocer... no se como explicarlo pero es esa cosa que uno espera que pase y que sientes que si
no pasa no estarás completa... mi madre decía que estaba trastornada por mis libros y todas las historias
que he leído, pero sé que no... ¿Sábes que todos los seres humanos tenemos un alma gemela en algún
lado?

-Mmmm creo que sí, debe ser eso que dice mi abuela de encontrar tu espíritu.

-¿Por qué te gusta este lugar?

-Es difícil decirlo, pero me da tranquilidad, me siento bien, mas en contacto con la naturaleza o con ese
ser superior que nos dio la vida. A veces paso muchos días aquí... me gusta... es mi lugar, no tengo que
ver a nadie, es mi hogar, es parte de mí...

-Gracias por compartirlo conmigo -se miraron y sonrieron, la cabaña tenía el calor indicado como para
no sentir mucho el frío...- ¿Oye eso que tienes en el cuello significa algo?

-Es un medallón comanche -lo sacó de su cuello- me lo hizo mi padre cuando era adolescente -se lo
extendió para que lo tomara- ¿te gusta?
-Es muy bonito.

-Pues te lo regalo

-Oh gracias, es muy bello... pero no puedo aceptarlo si es un regalo tan especial...

-Cuando un indio te ofrece un regalo no puedes rechazarlo, es de mala suerte... -alzó una ceja con
mirada amenazante.-

-Bien... mmm, esta bien muchas gracias, es hermoso.... ¿Y esa medalla que tienes en tu cuello de qué
es?

-Era de mi madre y mi abuela me la entregó el día que iba a casarme, no se que significa pero decidí
quedarme con ella, porque siento a mi madre más cerca de mi.

-Es muy bella -la tomó entre sus dedos para observarla- es la virgen María y seguramente tu mamá te
encomendó con ella.

-¿Así se llama?... ¿María? -preguntó sorprendida.-

-Si, ¿por qué? -cuestionó la joven mirándola a los ojos.-

-Marian... Marian en el nombre que me dio mi madre antes de morir.

-¿Tienes otro nombre?


-No lo uso... mi padre es el único que a veces me llama así.

-Es muy bonito -ambas sonrieron.-

-Bueno, es hora de dormir, -dijo Celeste levantándose para acomodar el lecho.- No tengo mucho que
ofrecerte pero cabemos bien las dos aquí.

Se acostaron, Jenny en el rincón y Celeste en la orilla de espaldas ambas, un escalofrío las recorrió,
saberse tan cerca y no poderse tocar. La morena volteó para taparse y con la misma manta cubrir a
Jenny.

-El frío aumenta en la madrugada y no quiero que te enfermes.

La rubia se volteó y se miraron.

-Gracías -sin pensarlo abrazó a la morena y se acurrucó junto a ella recostándose en su hombro.

Celeste dudó pero terminó rodeándola con su brazo, su cabello rubio olía tan bien. Jenny pasó su brazo
alrededor de la cintura de la morena.

Se quedaron quietas solo oyendo sus respiraciones, hasta que...

-¿Sabes Lluvia Celeste que ya te conocía? -Le dijo Jenny sin levantar el rostro.-

-¿Ah si?... -incrédula- no te creo... no me digas que tuviste pesadillas.

-No precisamente... mmm te tengo en mi habitación, frente a mi cama.


- ¿Queeé? ¿Te estas burlando?

- No, ¡humm que sueño!... -bostezó- es verdad te tengo en mi recámara... en un cuadro pintado por un
artista... lo estaba vendiendo en la plaza y yo lo vi y me gustó...

-¿Y soy yo?... ¿no estarás confundida?

-¿Bromeas?, jamás podría confundir tus hermosos ojos azules y tu rostro... son únicos.

Jenny levantó la cabeza y lentamente rozó sus labios con los de Celeste quien se tardó en reaccionar por
el inesperado cariño, pero terminó apretándose contra esa boca que tantas noches había soñado desde
que la probó por primera vez, sintió que entraba a un paraíso nunca antes visto, el dulce sabor que
emanaba de la chica rubia le trastornaba sus sentidos. Jenny estaba igual, volvía a probar eso labios que
la habían enloquecido, era tan frescos y tan suaves, sus lenguas se volvieron a encontrar, fue un beso
tranquilo querían saborearse era tan mágico el momento y ambas no querían que concluyera como la
vez anterior.

Jenny se separó poco a poco y hundió su rostro en el cuello de la morena para aspirar su aroma, la
abrazó, más calmanda su respiración y se quedó profundamente dormida.

Celeste se había quedado acelerada, ese beso le había despertado sus sentidos, pero también temiendo
echarlo a perder pensó que lo mejor era dormir, la abrazó y recargó su mejilla en el cabello rubio. Sintió
como una placentera paz invadía su cuerpo y su mente, se sentía tan bien, lo que siempre había estado
buscando lo tenia precisamente en ese momento en sus brazos.

Ya tenía mas de tres horas que había amanecido, Celeste tenía minutos de haber despertado y miraba
hacia la ventana esperando el momento en que Jenny despertara, se sentía tan bien abrazada por la
joven rubia que no quería ni moverse, sentía su respiración en el cuello y su nariz le rozaba un poco,
empezando a alterar sus sentidos.
"Ese beso... no había sido un sueño, la rubia lo había empezado", recordó todo lo vivido el día anterior y
sonrió, era tan bella, sus comentarios, sus platicas, sus historias, todo de ella le encantaba... "¿extrañará
a su familia?, seguramente que sí, los mencionó con nostalgia... algún día se tendrá que ir -se angustió-
no puedo retenerla toda la vida aquí, no se lo merece. Oh Dioses no quiero perderla..."

Se dio cuenta de los sentimientos que estaba enfrentando, en tan pocos días Jenny le había hecho sentir
lo que nadie: alegría, enojo, emoción, angustia y ¿amor?... sintió que le dolía el corazón al pensar que
podría dejar de verla, que en algún momento ella quisiera regresar con los suyos.

"Ahora lo entiendo abuela, ahora entiendo que si se puede tener todos esos sentimientos por una
persona... ¡oh Dioses! No permitan que se vaya de mi lado, no puedo dejar que esto avance, no, no
quiero sufrir... pero yo tampoco puedo ser tan cruel para retenerla aquí donde no es su mundo."

Jenny respiró profundo entreabrió los ojos y se dio cuenta de la posición en que estaba. "Oh que bien"
sintió el olor de la piel de la morena y se hizo la dormida para disfrutar el momento, recordó el beso que
se habían dado y sintió mariposas en el estómago, ¿cuál sería la reacción de la guerrera ahora?

Celeste sabía que había despertado pero no se movió, le gustaba tenerla así, nunca había dormido
abrazada con alguien y esas dos noches habían sido perfectas, la rubia se amoldaba tan bien a su
cuerpo.

Pasaron largos minutos.

-¿Dormiste bien? -La rubia se sorprendió cuando hablo la morena.-

-Eeerr ouch si, gracias -Se desperezó y se alejó ruborizada no dándole importancia al abrazo.-

-Bien, es hora de levantarse.


Sin ninguna expresión mas Celeste se destapó y salió de la cama para preparar el desayuno, el fuego
estaba por apagarse y le puso mas leños. Estaba seria, sus pensamientos la habían angustiado y estaba
dispuesta a no sufrir, había aterrizado en la realidad, la joven rubia no formaba parte de su mundo, era
una locura... un sueño lo que había pensado, era mejor que no avanzaran más sus sentimientos y
decidió bloquearlos.

-¿Qué te pasa, dormiste mal?

-No, pero ya es hora de levantarse... hay que regresar y son muchas horas de camino.

Jenny se entristeció un poco, no esperaba esa reacción tenía ganas de abrazar a la morena, repetir ese
beso, decirle que le había gustado y que la ¿quería?... si la quería y no podía ocultarlo más, pero ¿qué le
pasaba?, sería que Celeste no sentía lo mismo o que no tenía los mismos sentimientos que ella, "pero si
yo la sentí vibrar en mi boca, le gustó, estoy segura, que le pasa ahora."

La sequedad de Celeste la detuvo para preguntarle y para destensar el ambiente decidió contarle una
historia.

Dos horas después habían empezado su camino de regreso a la aldea de los Comanches, bajaron el valle
montañoso pasando la región nevada y en donde el valle empezaba nuevamente su verdor. Llevaban
ratos de silencio, otros hablando de historias que Jenny contaba y que la morena escuchaba con
atención. Nada se mencionó de ese beso, volvieron a guardar sus sentimientos. La morena de ojos
azules le quería decir tanto pero tenía ¿miedo?, si la valiente guerrera tenía miedo de mostrar sus
sentimientos a esa chiquilla que se había robado su corazón.

Al atardecer llegaban a la tribu, metieron los caballos en el establo y se dirigieron a la choza. Celeste no
entró se dirigió con su padre para reportarse que ya estaba de regreso y luego fue a ver a la abuela,
quien como acostumbraba estaba bajo su árbol, cociendo alguna ropa.

-¡Abuela! Hemos llegado -dijo con alegría. La abrazó y la anciana la rodeó con ternura apretándola, el
abrazo se hizo mas intenso y de pronto lágrimas empezaron a rodar por los ojos azules, sin saber por
qué, tenía ganas de llorar y el abrazo de su abuela le había sacado el sentimiento, ahogó el sollozo, que
no paso desapercibido para la anciana quien se separó tomándole el rostro lleno de lágrimas y
levantándoselo.

-¿Qué te pasa mi niña?

-No lo se Abuela, solo tengo ganas de llorar y solo puedo hacerlo contigo...

-Mmmm a mi no me puedes engañar hija... te has enamorado de ella... ¿verdad? -Celeste se apretó mas
a la anciana y no respondió dejo escapar varios sollozos.-

-No se lo que siento abuela -agachando la cabeza.-

-No debes temer al amor... y si sabes lo que sientes, te lo dije hace días pero eres una cabeza dura.

-¿Pero como lo sabías, abuela?, ¿cómo podría imaginarlo siquiera?

-Ay hija, mas sabe el diablo por viejo... no hay mas que ver como se miran tu y esa chiquilla, sonríes por
cualquier cosa que dice, te hace reír, te hace enojar, te angustia.... Te ha cambiado por completo y tus
ojos... nunca había visto ese brillo en ellos, ahora ¿comprendes lo que te decía? Ahora entiendes todos
esos sentimientos de los que te hablé alguna vez?

Celeste asintió agachando la cabeza.

-¿Y no lo ves mal?

-Hija el amor es así, no importa que figura tenga lo importante es que llegues a conocerlo y debes
sentirte privilegiada por haberlo conocido, no todos tienen esa dicha... ¿Ya se lo dijiste?
-No abuela, no puedo... tengo miedo, me va a rechazar... sabes, nos besamos... nunca había sentido
tanta emoción, fue hermoso, por eso no puedo permitirme sufrir, no quiero... además ella no pertenece
aquí y...

-Si, algún día se tendrá que ir... pero ¿prefieres estar así?

Celeste no contestó, se levantó y se alejó a ver a los guerreros de la tribu para saber si habían cumplido
sus órdenes los días que no estuvo.

Pasó una semana en que la morena y la rubia se evitaban, hablaban bien, pero Celeste intentaba no
estar a solas con ella, llegaba a la choza cuando Jenny ya estaba acostada y se levantaba antes que ella
pudiera despertarse.

La abuela observaba todo, sabía que ambas estaban sufriendo, pero esa situación solo podían resolverla
ellas mismas cuando se dijeran sus sentimientos.

Esa mañana el Gran Jefe Lobo Gris fue hasta donde estaba Celeste quien afilaba una hacha, Jenny
acomodaba leña cerca de la vivienda.

-Hija que bueno que te encuentro, tenemos que hablar... Ave Pateando habló conmigo anoche para
pedirme tu mano, considera que tu luto por Oso Negro ya pasó y siendo ahora el mejor guerrero de la
tribu, dice que sería un buen esposo para ti.

-¿Queeeé? ¿Pero que estas diciendo?, que le contestaste padre... -vio de reojo a Jenny que se había
quedado petrificada, entendiendo todo y tomó a su padre por el brazo para alejarlo de ahí.

-No le contesté nada hija, ya sabes que primero lo iba a consultar contigo, ya aprendí que sobre ti no
puedo tomar decisiones... ¿qué piensas?

-No padre, ¡definitivamente no!... no quiero unirme a nadie por ahora.


-Pero Celeste, necesitas un marido, no puedes estar sola... además no quería decirte, pero hay rumores,
esa niña blanca que se supone tienes por esclava...

-¡¡¡Qué rumores!!!

-Pues la tribu dice que has adoptado un papel de guerrero y la chica parece tu mujer, ella hace las
labores de una esposa en la casa, te cocina, lava tu ropa y bueno eso no esta bien para ti que eres la hija
del jefe, ¡necesitas un marido!

-Lo sé padre, pero ahora no es el momento... por favor, mas adelante... no estoy ahora en condiciones,
dame tiempo... yo hablaré con Ave Pateando.

Celeste lo tranquilizó con esas palabras, no quería alterarlo confesándole sus sentimientos, sin decir más
se alejó con él para ir a la choza del guerrero. Jenny había alcanzado a oír algunas palabras pero no
entendió el sentido de la conversación, su corazón se angustió, iban a casar a Celeste, la habían pedido
en matrimonio y había escuchado que una petición de matrimonio era irrechazable en la tribu...

"Dios la voy a perder, se va a casar, yo no voy a soportar ver eso... no puedo." Y empezó a llorar cuando
vio a lo lejos que Celeste entraba a la vivienda de Ave Pateando.

Mas de dos horas tardó en regresar Celeste, tiempo en que Jenny lloró, se angustió y pensó lo peor, que
la morena había aceptado la propuesta de matrimonio y que fue a ver al guerrero para entregarse a él.
Imaginarla en otros brazos nubló su razón, montó en cólera y la rabia la cegó.

Celeste entró en la choza y el silencio era sepulcral.

-Jenny mmm... tengo que decirte algo, es sobre..., tal vez tu no entiendas porque suceden algunas cosas,
pero en este caso yo... yo...
-Tu te vas a casar con un guerrero -dijo acercándose y enfrentándola con furia- ¿crees que no lo
escuché?... pues cásate, ¿sabes?, no me importa lo que hagas con tu vida... pero si crees que yo les voy a
servir a los dos, estas muy equivocada, no voy a ser tu esclava mas y menos de él... así que me largo de
aquí, y no me importa sino me dejas ir de todos modos ¡me iré!, me escaparé, porque ya no soporto
más estar junto a ti... ¡¡entiendes!! ¡¡Quiero regresar a mi casa!!

Celeste no podía creer lo que escuchaba, lo que tanto temía, ahora se lo estaba diciendo... ¿quería
regresar a su casa?... La tomó de una mano para calmarla pero fue peor para la rubia que ya sollozaba.

-¡¡Déjame!! Que no entiendes que me quiero ir... me tienes harta... -trataba de soltarse.-

-Pero cálmate... solo quiero hablar contigo de esto.

-Pues yo no quiero y suéltame... ¡suéltame salvaje! -fue lo peor que le pudo haber dicho a la morena,
que la miró enfurecida.-

-¡¡Pues lárgate!! -le contestó- Te puedes ir a donde quieras, eres libre... porque tu también me tienes
harta...

Jenny la empujó y salió de la choza, dispuesta a irse... atravesó toda la aldea y Celeste la siguió con la
mirada, dejaría que se le pasara el coraje y la buscaría mas tarde. Caminó a la vivienda de su abuela.

-Que pasa hija, te veo molesta.

-Es Jenny... la corrí abuela, se puso como loca a gritar e insultarme.

-¿Y por qué fue?


-No se... le quería explicar sobre la proposición de Ave Pateando que le pidió a mi padre que me case
con él -con detalles le platicó todo.-

La abuela río.

-Si con eso no te das cuenta que la pequeña Cabello de Sol esta celosa, no se que quieres.

-Pero abuela me insultó, me dijo que quiere regresar a su casa y... que soy una salvaje.

-Si pequeña pero la niña esta enojada, cree que te va a perder y bien sabes que enojada uno dice cosas
sin pensar, ¿por qué has dejado pasar tanto tiempo sin decirle tus sentimientos?

-Pero que sentido tiene, abuela... para que... no creo que ella sienta nada...

-Porque eres tan necia Celeste, la pequeña blanca te adora y no lo quieres reconocer...

En eso estaban, cuando un adolescente llegó corriendo.

-¡Celeste!... Cabello de Sol se fue... -llegó corriendo y agitando los brazos.-

-Si ya lo se, pero regresará cuando no sepa por donde caminar y se canse.

-¡¡Pero es que no va caminando, sino en un caballo a todo galope y cuando me cruzó, iba directo a los
linderos de los Pies Negros!!

-¡¿Queee?! Trae mi caballo y ven conmigo... no digas nada a nadie... -volteó a ver a la abuela angustiada-
¡La van a matar abuela! ¡Los Pies Negros la van a matar!
-Corre hija, debes llegar antes de que ellos la encuentren.

Salió de prisa sintiendo que su corazón se oprimía más. Los Pies Negros eran una de las tribus mas
sanguinarias y no perdonaban la vida de nadie. Cabalgó con el jovencito quien le indicaba por donde fue
la última vez que la vio, mientras pensaba en todos los momentos que había vivido con la rubia, no la
podía perder, no ahora que había rechazado a Ave Pateando con sutileza para no herirlo y que la dueña
de los ojos verdes era la causa de ese rechazo.

Les llevaba mas de media hora de ventaja y eso angustiaba a Celeste, sabía que los Pies Negros estaban
siempre muy pendientes de su territorio y era obvio que la detectarían en cualquier momento.

Llegaron a los límites de las tierras de los Pies Negros y dejó ahí al joven indio, ella prosiguió con cautela
buscando y oyendo los ruidos del bosque.

Unos tambores la alertaron y se dirigió hacia un claro en donde lo que vio le oprimió el corazón. La rubia
estaba amarrada a un poste de madera, rodeada por guerreros Pies Negros y justo en ese momento un
hombre que la tenía tomada por el cabello le cortaba con una hacha mas de la mitad del cabello, sabía
que próximo golpe era para arrancarle el cuero cabelludo y no podía permitirlo, sintió un terror invadir
su cuerpo con la escena y quiso gritar y llorar de impotencia.

Cabalgando lo mas rápido que pudo, dió un brinco cayendo en medio del claro y al frente de Jenny que
estaba casi desmayada porque la habían arrastrado en un caballo hasta ese lugar.

-¡¡¡Alto!!! -gritó.-

El jefe de los Pies Negros se acercó molesto al reconocerla.

-¡Pero que haces!, Lluvia Celeste estás en nuestro territorio y no tienes derecho a meterte en nuestros
sacrificios.
-Si es cierto y le pido disculpas Gran Jefe... pero esta prisionera es mía y vengo a reclamarla. Se escapó
de mi aldea y no he de descansar hasta castigarla.

-¡Pruébalo! -dijo seriamente.-

-El caballo que trae es de mi tribu, esta marcado, pueden checarlo y ella trae en el cuello un amuleto de
los Comanches.

Después de comprobar ambas cosas.

-Dices la verdad... esta bien puedes llevártela -le dijo no muy contento.-

Celeste la desamarró y en ese instante la rubia se derrumbó en sus brazos desmayada, había visto con
terror que la iban a sacrificar y no pudo soportar mas.

La tomó y la montó en su caballo atravesada y boca abajo diciéndoles que les dejaba el caballo a
cambio.

Llegó a donde estaba el joven esperándola, cabalgaron y al llegar cerca de la aldea Comanche se separó
con rumbo al río, le dijo que no mencionara nada y que solo le dijera a la Abuela que todo estaba bien.
Llevaría a Jenny junto al río para curar sus heridas.

Cabalgó hasta lo mas alto, entró con ella en brazos por atrás de una cascada, ahí había una cueva que
solo ella conocía, tenía aguas termales en el fondo donde se hacía una laguna, preparó una cama con
pieles y mantas que tenía en ese lugar y la acostó para limpiarle los raspones visibles.

En ese momento la vio tan indefensa y tan solo pensar que la pudo perder la orillaron a derramar
algunas lágrimas, su pequeña rubia había estado a punto de ser asesinada, si no hubiera llegado a
tiempo ya estaría muerta, eso la angustió y por primera vez sintió miedo de perder algo. La abrazó
fuertemente.

-¡Dios casi te pierdo! -susurró cerca de su oído y le dio pequeños besos en la cabeza.-

-Pero no... me perdiste -Jenny abrió los ojos y la abrazó.- Gracias otra vez por salvar mi vida... Te quiero.

Celeste miró su cara, sus ojos verdes que la transportaban a un paraíso inimaginable, le gustaba
perderse en sus ojos, era tan perfecta, vio sus labios tan rojos como cuando la conoció, en tan pocos
días la jovencita le había robado el corazón, su razón y todos los sentidos, sabía que no era el momento
pero no podía soportar tenerla tan cerca y con ternura la acercó para rosar sus labios...

-Estoy... enamorada de ti, Jenny -y la besó otra vez.-

La rubia la tomó de la cabeza acercándola mas a ella y entreabriendo sus labios para permitirle entrar a
su boca. Celeste descargó toda la pasión contenida por días, introdujo su lengua y saboreó cada rincón
de la pequeña de ojos verdes que también disfrutaba de ese beso, quien le mordió el labio inferior, lo
chupó mientras su mano derecha bajaba lentamente por la espalda de Celeste.

La morena se separó un poco de su boca para susurrarle:

-No escaparas de mi vida, eres mi razón de ser y voy a luchar por ti.

Jenny emocionada la miró, lo que había soñado se le estaba cumpliendo, Celeste la quería y estaba
dispuesta a estar con ella, la abrazó fuertemente y le empezó a dar pequeños besos por toda la cara.

-No... quiero... separarme... nunca de... ti... mi amor...

Celeste la levantó tomándola de las manos.


-Ven te vendrá bien un baño tibio para curar esos raspones y que te relajes -le empezó a quitar la ropa.-

-Nunca había estado mas relajada y feliz -le seguía besando la cara.- Quiero que te metas conmigo al
agua -y decidida empezó también a desvestir a la morena.-

Entraron al agua que estaba mas que tibia y Celeste le dio un suave masaje en la espalda, le lavó las
heridas que tenía en los brazos, mientras la rubia se dejaba consentir, se tocó el cabello ahora corto.

-Te ves hermosa.

-¿En verdad te gusta? Me siento rara... pero...

-Pero estas viva y eso es lo que mas importa y no solo me gusta, me encanta como te ves, ya te lo
arreglaré después.

Se volteó para ver esos ojos azules que brillaban intensamente y que la veían con un amor desbordado.

-¿Celeste te... te vas a casar? -preguntó angustiada y temiendo la respuesta, quería saber antes de
entregarle todo su amor a la morena.-

-Nunca podría casarme con nadie, porque el amor de mi vida eres tu, ¿todavía no lo entiendes?

-Perdona pero me cegaron los celos... es que yo oí... y yo te vi...

-Entré a la cabaña de Ave Pateando para agradecerle su petición pero que no podía aceptarla porque yo
no estaba en condiciones de casarme, tuve que hablar mucho con él para convencerlo que no lo estaba
despreciando... desafortunadamente nuestras costumbres no admiten un desprecio Jenny, pero yo no
podía permitir que se desate una pelea entre mi padre y él... así que como pude evite todo ese
problema.

Emocionada la abrazó y la rubia se colgó de su cuello, sus cuerpos desnudos estaban pegados otra vez y
sintieron la reacción de estar unidos, Jenny empezó a besar el cuello de su amada y subió hasta la oreja
para morder el lóbulo y chuparlo, escuchó como Celeste dejaba escapar un gemido de placer, mientras
sus brazos que rodeaban a la rubia por la cintura empezaban a danzar por su cuerpo, la empujó de las
caderas hacia su sexo y le tomó uno de sus senos con la mano izquierda rodeando y apretando el pezón.

Jenny sintió un intenso calor que subía por todo su cuerpo y gimió -te deseo- le susurró al oído.

Fue el aviso que esperaba la morena, la tomó en sus brazos para sacarla del agua, mientras Jenny la
seguía llenando de besos por el cuello, la depositó con ternura en las pieles en donde momentos antes
la había acostado para curarla y la besó con pasión en la boca, mientras la rubia le acariciaba la espalda
deleitándose con sus curvas. De pronto sintió como Jenny se quedaba rígida.

-¿Pasa algo amor? -la miró con preocupación.-

-No, nada... es que nunca... he estado con una mujer y no se muy bien que hacer...

-Yo tampoco, pero solo déjate llevar... Jenny no voy a hacer nada que tu no quieras, solo quiero que te
sientas bien...

-Yo también quiero que tu te sientas bien conmigo... pero ¿si no te complazco? No se si pueda darte
placer...

-¡Oh! Claro que lo harás... si con tan solo besarme en la boca con esos labios tan suaves que tienes me
vuelves loca... imagínate lo demás... yo también te deseo, deja que tus instintos te guíen... ten la
seguridad que me harás la mujer mas feliz del mundo...
Continúo besándola mientras se acomodaba delicadamente sobre el cuerpo de la rubia para no dejarle
caer todo su peso.

-Te amo Jenny, creo que me enamoré de ti el día que te conocí -decía entre gemidos y sin dejar de
besarla por el cuello y bajando a sus hombros- tus ojos verdes me impresionaron... tu risa... tu voz...

Jenny gimió de placer y alzó una pierna para acomodarla entre las de su morena, al contacto con su sexo
Celeste gimió mas fuerte. Entonces Celeste de igual forma talló su pierna en el sexo de Jenny, quien
desesperada empezó a mover sus caderas al ritmo de la morena que se arqueaba tratando de contener
su pasión e ir al ritmo de la rubia. Jenny sentía la humedad de su amada en la pierna y aprovechó para
acariciarle ambos senos con las manos, se incorporó y los chupó, los succionó dándole un placer mayor a
Celeste que como fiera se abalanzó sobre la boca de Jenny para acaparar todos sus gemidos de placer,
siguió el ritmo de su pierna.

Ambas estaban a punto de estallar de pasión, sus movimientos eran frenéticos y sin dejar de besarse
sintieron como una explosión invadía sus cuerpos, se separaron gritando sus nombres y aferrándose una
a la otra, se abrazaron, Celeste se dejó caer sobre el cuerpo de Jenny sintiendo como su rubia clavaba las
uñas en su espalda, sus cuerpos todavía con las convulsiones del orgasmo se hacían uno solo.

Pasaron varios minutos sin moverse, la morena todavía invadida por la pasión empezó a besarle el
cuello, bajó por los senos los saboreó, chupó un pezón lo rodeó con su lengua, luego el otro y bajó a la
cintura para continuar una línea lateral por su cadera y llegando a la entrepierna ignorando su parte
íntima que pedía a gritos ser besada.

La morena la estaba torturando pero ella lo disfrutaba también, finalmente llegó al lugar tan ansiado y la
rubia se arqueó, dejando su sexo expuesto a la boca de Celeste quien gustosa lo tomó bebiendo todo su
sabor, le separó la piernas lentamente para acomodarse y la rubia la tomó de la cabeza empujándola
hacia ella.

-Mas... por favor... quiero sentirte dentro de mí...

Con delicadeza volvió a degustar su clítoris dándose su tiempo, la rubia jadeaba, con su lengua fue
abriendo lentamente sus pliegues y se introdujo probando toda su miel, volvió a tomar su clítoris con la
boca mientras introducía dos dedos moviéndolos al ritmo de la rubia, quien estaba disfrutando al
máximo de su pasión, sentía como todo su cuerpo se aceleraba cada vez mas. Empezó a jadear más
fuerte, acelerando los movimientos de su cadera, estaba al borde del orgasmo.

Jenny se arqueó para dejar escapar un fuerte quejido que la paralizó para después sentir como todo ella
de convulsionaba de pasión... Celeste subió para besarla, aún con sus dedos dentro de la rubia que la
abrazaba y sintiendo en su mano los latidos de ella, quien tenía los últimos espasmos del orgasmo tan
intenso que había experimentado, seguía jadeando, mientras la morena le cubría la cara de besos, Jenny
la abrazó aun más, escondiendo el rostro en su cuello disfrutando del momento. Lentamente Celeste
deslizó sus dedos hacia afuera, Jenny ahogó un sollozo y empezó a llorar, la morena se espantó quiso
verla, pero la rubia no la dejó porque seguía aferrada a su cuello.

-¡Jenny!... dioses... ¿te hice daño? -le besaba la mejilla- no llores por favor...

-Fue... -sollozaba- lo mas... hermoso que he... sentido en mi... vida... Te amo... y no, no me lastimaste.

Celeste se tranquilizó y la apretó más contra ella sin dejar de besarla, su pequeña rubia había vibrado en
sus brazos como tantas noches lo había deseado, sentía el sabor de ella en su boca y en ese momento
supo que nunca podría separarse de ese ser tan noble que ya había cambiado su vida.

Pasados varios minutos al fin Jenny levantó la cabeza para verla.

-Gracias, amor... fue hermoso... mmmm lo bueno es que no sabías ¿ehhh? Me hubieras matado si
supieras.

Celeste sonrió y la besó, sintió como la rubia intensificaba su pasión al introducir su lengua en ella para
saborear todos los rincones, la volteó quedando la morena debajo de la rubia. Jenny tomó el cuello de
su morena dándole pequeños mordiscos, siguiendo su recorrido tomó uno de los senos con una mano y
el otro con la boca, lamiendo el pezón, chupando y mordiéndole levemente, luego el otro.
Celeste sentía en cada mordisco corrientes de electricidad que llegaban a su estómago y sintió como la
rubia pegaba su sexo al suyo para luego abrir las piernas y sentarse sobre ella y empezó a danzar,
excitándola aún más.

Entreabrió los ojos y la vio sentada sobre ella en todo su esplendor ¡Que hermosa era!, sus perfectos
senos se movían con ritmo mientras se balanceaba hacia atrás para que sus sexos estuvieran más en
contacto y sin dejar de cabalgar sobre ella, Celeste sentía que no aguantaría mas, cerró los ojos
abandonándose al placer de tener a Jenny sobre ella, pero de repente se detuvo y sintió como
abandonaba esa posición.

-¿Qué haces?... no te vayas.

Sintió como la rubia tomaba una de sus piernas y le chupaba los dedos de los pies lentamente mientras
acariciaba sus piernas, lo mismo hizo con la otra y empezó a subir dejando una hilera de saliva que hacía
estremecer a la morena. Jenny contemplaba el perfecto cuerpo de su amada y lo acariciaba, quería darle
el mayor placer, que sintiera todo lo que ella había experimentado.

Llegó a la entrepierna de Celeste que inconscientemente abría las piernas para recibirla llegó al manjar
tan deseado, lo rozó con sus labios, lo acarició con su mejilla y escuchaba los gemidos placer que la
morena dejaba escapar. Con sus dedos abrió esa flor para probarla, disfrutándola, talló su lengua en sus
pliegues para beber el néctar que emanaba y chupó fuerte, la morena se arqueó soltando un quejido de
placer y la apretó con sus piernas meciéndose al ritmo que le marcaba esa lengua que la saboreaba.

Lo estaba disfrutando al máximo, su pequeña rubia la haría explotar en cualquier momento y no parecía
darse cuenta que la estaba torturando retrasando el momento. Jenny tomó el clítoris para chuparlo al
tiempo que introducía sus dedos en la morena, quien al sentir la estocada se aferró con ambas manos a
la cabeza, por inercia abrió mas las piernas a la rubia y empezó a moverse aceleradamente. Jenny estaba
mas que disfrutando el momento, sentir vibrar a su morena en ella, era lo mejor que hubiera soñado,
quería darle todo el placer que pudiera, así como ella lo había sentido.

Celeste estaba al máximo de su pasión, sentía palpitar su corazón por todo su cuerpo. La rubia chupó
con fuerza su clítoris, haciendo que la morena con un fuerte gemido se incorporara de golpe y se
aferrará mas a su cabeza moviéndose frenéticamente, de pronto se paralizó sintiendo como su cuerpo
explotaba en un intenso orgasmo mientras repetía el nombre de su amada.
Se dejó caer lentamente de espaldas disfrutando los espasmos y con el cuerpo perlado de sudor por el
esfuerzo, Jenny se incorporó para situarse encima de ella y besarle la cara una y otra vez. Celeste la
abrazó y detuvo su mano que intentaba sacar de dentro de ella.

-Nooo, todavía no amor -la rubia apretó su mano con sus dedos aún dentro de la morena, moviéndola
lentamente, escuchando los gemidos de Celeste que volvió a tener un orgasmo igual de intenso,- te amo
amor -le decía entre jadeos, enterró sus uñas en la espalda de la rubia y buscó su boca para besarla y
descargar su pasión, aflojó su abrazo agotada, mientras la rubia se acurrucaba en su cuello sintiendo
todavía en sus dedos las palpitaciones de su amada. Tomó la mano de Jenny para que no la moviera
mas.- Ya no te muevas, me vas a matar -sentía todavía vibraciones en su cuerpo del orgasmo y deslizó
lentamente la mano de la rubia hacia fuera. Pasaron unos minutos para que recuperara su respiración
normal.

-¿Estas bien?... ¿estuvo bien?

-¿Bromeas? Hmmmm fue delicioso, no podría describirte todo lo que sentí... eres sensacional... -besos-
¿quién era la que no sabía mi pequeña mentirosa? Me has dejado sin fuerzas... me voy a poner celosa...

-Ja... no tienes por qué... eres la primera persona que amo intensamente y con tanta pasión y serás la
única.

-¿Y ese novio tuyo?

-No amor... nunca fue así... solo estuvimos juntos una vez y no sentí nada... tu eres mi vida.

-Y tu la mía... yo también solo estuve una vez con Oso Negro y no sentí nada parecido a esto... me has
dejado exhausta... hummm... creo que no podré levantarme de aquí en dos días.

-Mmm mi princesa guerrera no aguanta nada... no que muy fuerte -bromeaba dándole besos en el
cuello y hombro- Y... ahora ¿tendremos que bañarnos nuevamente no crees?
-Si y mas vale que lo hagamos de una vez, porque ya se hizo tarde.

Pasado un rato se metieron nuevamente a las aguas termales, se secaron con una manta y se vistieron.

-Por cierto amor, ¿es este otro lugar secreto tuyo?, porque veo que tienes aquí todo preparado con
mantas y pieles.

-Asi es... nadie de las mujeres de la tribu sube hasta aquí, solo yo y como es el área de nosotros, los
hombres no se acercan y no conocen este lugar... ¿te gusta?

-Es hermoso, ¿vendremos otra vez?

-¡¡¡Claro!!! Cuantas veces quieras, será nuestro lugar -la abrazó- es el lugar donde te amé por primera
vez, donde fui tuya y fuiste mía... el lugar donde te entregué mi cuerpo, porque mi corazón ya lo tenías
desde que te conocí.

Jenny la miró intensamente y sonrió.

-Te amo princesa, soy tuya por siempre... nunca me dejes porque no sabría vivir sin ti -Se besaron por
largo rato.-

Hasta que Celeste levantó la cara.

-Bien vamos hmmmm... o te vuelvo a desvestir ahora mismo.


Abrazadas salieron de la cueva, bajaron por la vereda para buscar a Trueno y subieron a su lomo, Jenny
delante y Celeste atrás quien la abrazaba... iban comiendo unas frutas porque había pasado la hora de
comer y ya caía la tarde.

-Pasaremos primero a ver a la abuela estará preocupada por ti y se pondrá contenta por lo nuestro...

-¿Quéee? ¿Le vas a decir?

-Ay amor ella ya lo sabe... lo supo antes que nosotras... ¿Sabes que al otro día que llegaste me dijo que
serías especial en mi vida?

-¿De verdad?... me encanta platicar con ella, es muy sabia.

-Y tu le gustas a ella... siempre habla bien de tí.

Llegaron a la aldea, desmontaron y dejaron a Trueno con los demás caballos, pasaron por donde la
abuela que limpiaba unos frutos. Llegaron de la mano y sonriendo.

-¡Vaya! apareció la pequeña Cabello de Sol, ¿qué paso? Me tenían preocupada y veo que traes nuevo
corte de pelo.

-Logré llegar antes de que pasara lo peor abuela, aunque no pude impedir que cortaran su cabellera.

Jenny sonrió.

-Después de todo no se me ve tan mal abuela, bueno eso dice Celeste, pero creo que necesito un
pequeño arreglo. -Ambas se vieron y rieron.-
-Vaya veo que ya hablaron como debe de ser -fue a abrazarlas- les deseo lo mejor mis niñas se vienen
tiempos difíciles.

-Lo sé abuela pero estamos dispuestas a enfrentar todo.

-Si abuela, no pienso separarme de Celeste quiero estar junto a ella siempre.

-Que bien, espero que tengan la fuerza y fortaleza para soportar todas las pruebas que les ponga el
destino, por el momento te anda buscando tu padre hija... es mejor que vayan las dos...

-¿Pasa algo malo?

-Parece que quiere hablar de algunas cosas -evitó mirarlas a los ojos.-

Caminaron una al lado de la otra cruzando algunas chozas en su camino y saludando a la gente, esa
noche abría fiesta porque celebrarían la luna llena y el inicio de una buena cosecha.

El Gran Jefe Oso Gris estaba en la puerta de su choza, cuando ambas se acercaron.

-Padre, que quieres hablar con nosotras. -El las miró muy serio y pensativo, las llevó a un lado de la
vivienda para tener privacidad, lo cual preocupó a la morena de ojos azules.-

-Hija... hay problemas... la joven blanca debe regresar con los suyos mañana mismo. -Ambas se miraron
con sorpresa y angustia.-

-¿Por qué padre? No le estoy haciendo daño ahora somos... amigas... y esta contenta entre nosotros.
-Nosotros no somos el problema, es su gente, su familia la anda buscando y ha puesto una recompensa.
Hoy por la mañana estuve en el pueblo y el Comisario me preguntó por ella, hay un tratado de paz que
tenemos y que debemos respetar, no podemos tener rehenes blancos, si ellos se enteran que la
muchacha esta aquí, habrá problemas para nuestra gente... entraremos en un enfrentamiento
nuevamente... tu lo sabías ¡te lo dije cuando la trajiste aquí!

-Pero Gran Jefe yo no me quiero ir, estoy contenta entre ustedes y no me han hecho nada.

-Eso no lo van a entender ellos... negué que supiéramos algo de ti y me comprometí a ayudar a tu
búsqueda, pero si el Comisario se entera que todo este tiempo has estado en mi tribu pondré en riesgo
a toda mi gente y eso no lo puedo permitir.

-Padre no la puedes echar...

-¡Entiende que no soy yo! -le gritó- ¡la chica no puede permanecer mas aquí! Tendrá que irse mañana...

-Por favor Jefe deje quedarme dos días mas, hasta el festejo de Celeste y al otro día me iré para no
comprometerlos... pero deje quedarme Gran Jefe, si ya he estado más de un mes, que más da dos días
mas... por favor -rogaba la rubia con lágrimas en los ojos.-

Se rasco el mentón no entendiendo la angustia de la rubia que él había creído estaría ansiosa por
regresar con los suyos...

-Esta bien... dos días y ni uno mas.

-Gracias padre... -vio con angustia a la rubia y la tomó de la mano para irse de ahí, entraron a su choza y
se abrazaron.

Jenny lloraba sin parar y la morena sentía como su corazón se oprimía, ahora entendía más las palabras
de la abuela.
Por su cabeza pasaban miles de ideas para solucionar el problema pero no se atrevía a decir nada,
quería que Jenny tomara una decisión, no podía pedirle sin mas que regresara o raptarla y llevársela
lejos.

Hasta que Jenny habló.

-Te prometo que voy a regresar amor, hablaré con mis padres y les diré que ya no puedo vivir con ellos.

-¿Estas segura cariño? -la miró con sorpresa levantando su rostro- ¿Quieres regresar aquí conmigo?
donde no tienes comodidades, no verás a tu familia... y yo no puedo ofrecerte lo que te mereces...

La vio con lagrimas en los ojos.

-¿Todavía lo dudas?... Celeste quiero estar contigo, me entregue a ti... ¿crees que eso no significa nada
para mí?, ¿no sientes el amor que te tengo?

-Lo se amor y yo siento lo mismo por ti, pero es que aquí no hay nada... somos tan diferentes...

-Ssshhh -Le tapó la boca- Que te quede claro una cosa, te amo y no voy a renunciar a ti y quiero disfrutar
al máximo estos dos días contigo... hablaré con mis padres y cuando entiendan de mi decisión regresaré
aquí contigo.

Celeste la abrazó y sintió alivio.

-Yo te llevaré a tu casa, amor y te estaré esperando todos los días de mi vida y quiero que sepas estoy
dispuesta a superar cualquier problema que se nos presente pero no voy a dejarte, no ahora que te
encontré. -Se besaron apasionadamente.-
Esa noche estuvieron alegres en la fiesta, trataron de no pensar en su problema, bailaron con las demás
mujeres de la tribu, comieron todos los platillos que se habían realizado con motivo de la celebración y
discretamente se retiraron a la vivienda de Celeste, ansiaban estar solas para besarse, tocarse y
abrazarse, querían aprovechar todos los minutos y horas que les quedaban.

Jenny preparaba la cama era la primera vez que en la choza dormiría con su morena y estaba
emocionada. Celeste llegó por atrás y la abrazó, pegó su boca a la cabeza rubia.

-Nunca dudes de mi amor por ti, no permitiré que nada nos separe -Jenny se volteó para abrazarla y la
jaló hacia la cama, cayeron besándose con pasión.-

-¿Estas segura... de querer acompañarme hasta mi casa?

-Si, por qué lo dudas... ¿no quieres?

-¡Oh! Claro que sí, amor... además me encantará que conozcas a mi familia... ¿estas conciente de todo lo
que nos espera?

-Si mi vida... pero estoy dispuesta a todo por estar contigo.

-Yo también, no quiero que nunca dudes de mi amor por ti y de que quiero estar contigo... ¿me lo
prometes?

-Siempre -y besó sus labios con pasión, Jenny la abrazó y empezó a acariciar su espalda debajo de la
ropa, entre besos y palabras de amor se desvistieron.

La morena que estaba encima empezó a probar los senos de la rubia, los chupaba y mordisqueaba, pero
Jenny se zafó para quedar sobre ella, la volteó boca bajo a la cama y empezó a besar su dorada espalda,
recorrió toda su espina dorsal con la lengua hasta llegar a los glúteos que chupó y dio pequeños
mordiscos.
Celeste gemía de placer y con las manos apretaba las mantas mientras enterraba la cabeza para ahogar
sus gritos. La rubia bajó por la entrepierna pasando su lengua y la morena no aguantó mas, se incorporó
un poco tratando de voltearse boca arriba y pasando una pierna por encima de Jenny que ya la había
tomado de las caderas y se acomodaba justo en su sexo que al contacto con su lengua Celeste dio un
respingo lanzando un gemido.

-No me tortures mas... por favor.

La rubia lentamente la saboreaba con su lengua hasta que la penetró con ella empezando un ritmo que
su morena seguía moviendo sus caderas, sentía que no aguantaría mas, estaba llegando al máximo de su
pasión, sentía las estocadas de la lengua y le tomó la cabeza apretándose más contra ella... la quería, la
amaba por sobre todas cosas y no la perdería, no dejaría que nadie se la quitara, estaba dispuesta a
luchar por ella contra todos, con su tribu, con los blancos, con quien se le pusiera enfrente, pero ahora
sabía que no quería estar lejos de ella, era su razón de vivir, su alma gemela, su mujer.

Sintió como dos dedos se introducían en ella mientras la boca de Jenny se prendaba de su clítoris
haciéndola vibrar y llegando al máximo del orgasmo, fuertes gemidos salían de su boca y aguantando la
respiración sintió como todo su cuerpo temblaba una y otra vez, los suaves dedos dentro de ella, la jaló
para abrazarla hundiendo su cara en el cuello de la rubia, todavía con los últimos espasmos del intenso
orgasmo al que había llegado, no podía dejar de jadear, la sentía todavía dentro de ella, ahogo un
sollozo y de sus ojos brotaron lágrimas de emoción.

Jenny le cubrió el rostro de besos sin soltarla, sus dedos aprisionados todavía en Celeste acariciaban su
interior.

-Te amo... te amo tanto amor, no nos vamos a separar, regresaré para que estemos juntas, no me voy a
separar de ti ahora que te he encontrado. -Le besaba el rostro con ternura hasta que la morena se
calmó, alzo su rostro cubierto de lágrimas para verla y sonrió.

-Eres tan hermosa Jenny... no sabes lo que me has hecho sentir.


-Si lo sé... porque tu has hecho lo mismo conmigo, mi vida. -Se besaron y volvieron a hacer el amor hasta
la madrugada en que cayeron rendidas de cansancio.

*****

Celeste se levantó tarde no quería separarse del cuerpo de su amante, pero tenía que hablar con su
padre. Se dirigió a su choza para hablar con él, ya había tomado una decisión que sabría que provocaría
una fuerte discusión con su progenitor. Lo halló afilando las puntas de unas lanzas en la parte trasera de
su vivienda.

-Padre necesito hablar contigo.

-Sin discusiones Celeste, la chica blanca se ira al otro día de tu cumpleaños.

-Si eso ya lo sé... y estoy de acuerdo... sólo quería avisarte que yo la llevaré a su casa.

-¡Pero que estas diciendo!, como se te ocurre, los blancos se darán cuenta que estuvo aquí y tendremos
problemas, no estoy de acuerdo y no lo permitiré.

-Lo siento padre pero ya lo decidimos así... y ya nos pusimos de acuerdo en que vamos a decir para
evitar involucrar a la tribu y a ti... además no te estoy pidiendo permiso, te estoy avisando.

Lobo Gris la miró seriamente sabía que discutir con Celeste era una necedad que no los llevaría a ningún
lado y de todos modos la chica se saldría con su capricho.

-¿Y qué se supone que dirán?


-Que Jenny fue capturada por los Sioux y yo la rescaté, la escondí en una cueva hasta que ellos creyeron
que había muerto, luego la llevé a las montañas, lo cual es cierto, y por último cuando consideré que no
hubo peligro fui por ella para llevarla a su casa.

-Mmmm no es mala la historia... pero porque tienes que ir tu, que la lleven dos de los guerreros.

-¡No! La llevaré yo, ya esta decidido padre... además necesito asegurarme que ella contará esa historia y
no te comprometerá -agregó para convencerlo.-

-Bien... estoy de acuerdo, pero dime, ¿hay algún otro interés que tengas por esa chiquilla?

-No padre, es mi amiga y nos llevamos bien... además he de decirte que regresará aquí.

-¡Queeé! Que estas diciendo, como que va a regresar, ¿por qué?

-Porque ella quiere regresar y estar aquí -Sin querer ser mas cuestionada dio la vuelta y se retiró.

Lobo Gris se quedó pasmado, muchas preguntas rondaban en su cabeza, no podía creer eso, por qué la
chica blanca quería regresar si se supone que tenía familia.

Decidido camino a la choza de su madre, sabía que ella era la confidente de Celeste y la única que le
podría aclarar las cosas ya que su hija se negaba a darle mas información.

Entró a la vivienda de la anciana.

-Madre necesito hablar contigo y es urgente.


Ella volteó a verlo con curiosidad, se imaginó que el tema sería la nieta consentida y su hermosa amiga
rubia, suspiró con resignación pensando que había llegado el momento de enfrentar la realidad.

-Dime que pasa con Celeste... por qué tiene que llevar a la chica rubia a su casa y dice que va a
regresar... ¿a qué? Eso nos traerá problemas, porque mi hija está encaprichada con tener como amiga a
esa niña que no es de nuestra raza... tu sabes lo que eso significa, tienes que persuadirla para que no la
traiga de regreso.

-Pues bien, tu sabes que cuando a tu hija se le mete algo en la cabeza nadie puede hacerla cambiar de
opinión y sabes muy bien que no hará nada que no quiera.

-Mmmm lo sé, pero necesita regresar a su vida en la tribu, tiene que casarse y formar una familia, es la
tradición... ya no es una niña para que ande en aventuras con esa chica enseñándole a montar y a vivir
como nosotros, ¿sabías que desprecio a Ave Pateando? Estaba seguro que se había enamorado de él, su
cambio tan repentino de humor, ahora es alegre, ríe, juega con los niños, bromea, es algo que nunca
hizo... que le pasa madre, ¿de quién esta enamorada entonces?

La anciana suspiró con resignación y miró al Gran Jefe Comanche, se tomó su tiempo para contestar
buscando las palabras adecuadas para hacer entender a su también necio hijo.

-Como es posible que no te hayas dado cuenta quien es la persona que ha causado que tu hija haya
cambiado tanto y para bien... tu más que nadie sabe que el amor se presenta una vez en la vida, sabes
como te cambia, como te transforma, como hace brillar tus ojos y tu alma en todo su esplendor... tu lo
viviste hijo y nadie te comprendió ¿recuerdas?... ahora espero que tu sepas comprender a tu hija...
porque...

La cara de Lobo Gris se transformaba de seria en sorpresa al empezar a cuadrar en su mente todo lo que
su madre le decía, pero no podía ser lo que estaba pensado, tenía que estar equivocado.

-No me estarán diciendo que Celeste... ¡no puede ser!... que Celeste y esa chica...
-Si hijo... tu pequeña y esa chica rubia se quieren.

-¡¡Pero qué estas diciendo!! Eso es imposible -gritó iracundo levantándose- no lo puedo permitir, no la
dejaré ir a casa de esa chica ni permitiré que regrese aquí... ¡¡¡pero como pudo suceder esto!!!....

-Sucedió tal como sucedió lo tuyo hijo, no se porque te alebrestas, si tu...

-No es igual madre... no compares, ¡no me digas que la apoyas en esta locura!!

-Igual que te apoye a ti hijo, cuando tu padre y todos en la tribu dijeron que era una locura tu amor y
que no podías enamorarte de una chica blanca y recuerdas ¿qué te dije yo?... ¿y recuerdas qué hiciste
tu?...

-Pero no es igual madre, no puedes ayudarla en esto, tienes que aconsejarla que eso es imposible... -se
sentó abatido por la preocupación.-

-Eso hijo, es amor... es un amor tan puro como el que tu sentiste y nadie sabe como vendrá, si será
negro, blanco o indio... no te importa si esta prohibido o si es imposible, porque cual sean las barreras
estas dispuesto a librarlas y a luchar por ese amor, por esa persona que te hace sentir completo e
inmensamente feliz ¿no es cierto? A ti te pasó y ahora le sucede a tu hija y si no la apoyas de todos
modos ella luchara por ese amor y no dejará a la rubia porque sus almas están destinadas a estar
juntas...

La Abuela continuo:

-Un día te dije que ella no pertenecía a nosotros, que buscaría su camino porque ese no estaba aquí...
pues ese momento ha llegado, buscará su felicidad aunque sea lejos de nosotros si es que tu no la
apoyas.
El Gran Jefe se cubrió la cara con las manos, recordó todo lo que él padeció por la madre de Celeste,
todo las barreras que enfrentaron por los padres de ella, el suyo, su gente, el rechazo, los odios entre
razas y todo por ese gran amor, que para su desgracia duró muy poco.

-Pero madre no quiero que sufra todo lo que yo pase, será peor para ella... ¿no lo entiendes? Y mira
como terminó...

-¿Valió la pena?... dime hijo valió la pena todo lo que sufriste y padeciste por ella.

El jefe asintió.

-Claro que valió madre, Celeste me la recuerda todos los días, ella es el fruto de nuestro gran amor.

-Entonces deja a tu hija, sabe que no es fácil y que tendrá que sufrir por defender su amor, pero ambas
están dispuestas a eso y si tu la rechazas de todos modos seguirá luchando por estar con esa chica... la
conoces y sabes que es más necia que tu.

-Y que le voy a decir a la tribu, madre... esto no es cualquier cosa, nuestra gente nunca aceptará una
relación entre mujeres, tu sabes que nunca se había dado algo asi y...

-No tienes que darle explicaciones a nadie, deja que esto fluya como debe ser y, si no tiene que ser,
Celeste se dará cuenta y tendrá que tomar una decisión, no hay por qué hacer un escándalo.

El Gran Jefe se levantó, abrazó a la anciana y salió de la choza, recordó que había convocado al Consejo
Indio para hacerles saber algunos acuerdos logrados con los blancos y trató de no pensar mas en la
situación de su hija.
Esos dos días que tenía de plazo Jenny para estar en la aldea los disfrutaron al máximo, no se separaron
ni un instante y la rubia estaba emocionada por el cumpleaños de su morena, quería regalarle algo pero
no sabía qué. De pronto su cara se iluminó tenía el regalo perfecto para Celeste y sabía que le iba a
gustar.

Con un beso en los labios Jenny despertó a Celeste, que entreabrió los ojos al sentir la dulzura de sus
labios, sabían tan bien y la rubia era tan tierna que la pegó mas a su cuerpo.

-¡Felicidades mi princesa guerrera! Te deseo lo mejor del mundo -y llenó su cara de pequeños besos.-

-Mmmm este cumpleaños no lo olvidaré nunca, es el primero contigo de todos los que nos restan ¿no es
cierto?

-Si mi amor, hasta que seamos unas ancianitas. -La morena rió por la ocurrencia y besó la frente de su
amada que delicadamente deslizó por sus manos un pequeño envoltorio en un trocito de piel.-

-¿Y ésto?

-Es tu regalo, espero que te guste porque te lo doy con todo mi amor.

-Gracias cariño pero no era necesario que me dieras nada, veras aquí no se acostumbra eso, pero es un
hermoso detalle como toda tu... mmm haber veremos que es... -empezó a abrirlo con emoción, sus ojos
centellaron cuando vieron el contenido y miró a la rubia sorprendida.- Pero Jenny no puedo aceptarlo
es...

-Es tuyo -la rubia tomó el anillo con una pequeña esmeralda y lo colocó en uno de los dedos de Celeste-
y te voy a contar la historia... mi padre me lo regaló cuando cumplí 15 años me dijo que las esmeraldas
le recordaban mis ojos y por eso me había mandado hacer uno especial para mí. Este fue mi tesoro mas
importante durante todos estos años, la prenda mas valiosa que he tenido... pero ahora lo más valioso
que tengo eres tú, por eso quiero que lo tengas contigo para siempre me tengas presente, porque yo te
tengo a ti. -Lentamente le dio beso en los labios que Celeste intensificó, cuando se separaron sus ojos se
habían humedecido de emoción.-

-Sabes que eres muy tierna, nunca nadie me había dado algo con tanto significado, lo llevaré siempre
conmigo.

-Y te queda bien, a mi siempre me quedó un poco grande -se abrazaron y besaron apasionadamente.-

La tarde del festejo llegó con una gran danza de los guerreros y bailes de las mujeres, había exquisitos
guisos de venado y ternera que las mujeres habían preparado. Todo era alegría, los tambores no
dejaban de sonar ni las parejas de bailar y no faltaron aquellos guerreros que se atrevieron a bailar con
Celeste, pero que ella rechazó con mucha cortesía, no entendían por qué no quería bailar si era su fiesta.

Su padre se acercó a ella para felicitarla y aprovechando que Jenny le contaba un cuento a unos
pequeños le dijo:

-Hija quiero que sepas que te deseo lo mejor y que me gustaría que fueras muy feliz.

-Lo soy padre y voy a luchar por mantener mi felicidad. Sabes que ahora te entiendo, ahora se todas
esas palabras de la abuela, todo eso que pensé solo existía en su imaginación.

-Tu abuela es muy sabia... mmm... me contó lo tuyo con esa chica.

Celeste abrió los ojos espantada y esperando la reacción de enojo de su padre.

-Será difícil para ti hija, pero si estas decidida a luchar por eso te deseo lo mejor, como verás no puedo
apoyarte abiertamente pero sabes que de corazón te deseo lo mejor... obviamente si a la chica la dejan
regresar sus padres, espero que estés consiente por el bien de las dos que éste no será el mejor lugar
para vivir, estarán expuestas a todo y...
-Lo sé padre -dijo la morena tristemente- y gracias, es todo lo que necesitaba saber... de todos modos ya
había pensado que no viviríamos aquí... me alegra tener de alguna manera tu apoyo y no te pido que me
comprendas, pero quiero que sepas que estoy segura de lo que siento. -Ambos sonrieron y el Gran Jefe
se retiró.-

Celeste caminó hasta donde estaba la rubia y ahí llegó Trino de Pájaro que se acercó recelosa.

-No vas a bailar Celeste, los hombres te atacan por todos lados y tu los ignoras.

-Aja, ya me di cuenta, pero sabes que no es mi fuerte el baile y prefiero no hacerlo -miró de reojo a
Jenny le guiñó un ojo- además estoy muy a gusto aquí platicando con Jenny. -La india optó por retirarse,
había perdido las esperanzas de volver a tener la confianza de Celeste desde que la rubia se instaló en su
choza, un poco deprimida porque su amiga no la volvió a buscar para ser su confidente se fue a bailar
con su novio y próximo prometido.-

Entrada la noche y disimuladamente las dos jóvenes se apartaron del festejo para deslizarse a su choza
tomadas de la mano. Tras cerrar la puerta se abrazaron, era su última noche juntas, sentían angustia en
su corazón conforme habían pasado las horas.

-Te ves hermosa con ese traje ¿no te lo dije? -le dio un beso a la morena en la nariz y la abrazó por la
cintura.-

-No lo recuerdo -sonrió la morena.- Pero tu no te quedas atrás, pareces una auténtica Comanche con
ese atuendo, muy rubia por cierto para ser Comanche pero la mas hermosa de la noche, además la
abuela te cortó muy bien el cabello y que te queda excelente.

-¿Sabes? Me quedé con las ganas de bailar contigo... ¿puedo invitar a mi princesa guerrera esta pieza?
-Afuera se oía el barullo de la fiesta y la música sonar, se pegó a ella y la empezó a mover al ritmo de su
cuerpo.-
-Pero yo no se bailar asi... es como... dific...

-Tu abrázame y sígueme, yo te guiaré, te enseñaré a bailar como lo hacen los enamorados -la rubia cerró
los ojos y aspiró el olor del pecho de su morena sin dejar de moverla de un lado a otro lentamente y
dando vueltas.

Celeste se recargó en su cabello dorado disfrutando del momento, su pequeña la cautivaba a cada
momento con detalles tan tiernos, sentía su corazón cada vez mas lleno por el amor que sentía por ella,
miró su mano y vio brillar el anillo de Jenny, sentía raro porque nunca había usado nada en los dedos
pero le gustaba como se veía, además era parte de su gran amor y la sentía mas suya.

Disfrutó esos momentos moviéndose a un ritmo calmado. Jenny alzó la cabeza buscando los labios de la
morena y sin dejar de bailar se besaron lentamente, haciendo mas profundo ese beso, sintiendo sus
lenguas entrelazadas una con otra, aspirando una de la otra hasta lo mas profundo y sin dejar separar
sus bocas se encaminaron hasta la cama en donde pasarían su última noche de amor en la aldea.

-Nunca me dejes amor... porque yo siempre estaré contigo.

-Jenny ahora que te he encontrado no tengo la intención de perderte o dejarte ir... y si lo haces te
buscaré por todo el mundo hasta encontrarte. -Se abrazaron y entraron en un sueño profundo y
placentero.-

Ya había salido el sol cuando la abuela entró a la choza de las chicas quienes dormían profundamente,
las contempló abrazadas y tapadas pero enseguida se dio cuenta de la desnudez de ambas, un ruido que
hizo con su bastón alerto a la morena que se incorporó sobresaltada.

-¿Abuela qué haces aquí? -Se tranquilizo al ver que era la anciana y tallándose los ojos bostezó.-

Jenny abrió los ojos y jaló mas la manta para taparse.


-No se preocupen hijas, pensé que ya habían despertado y vine a invitarlas a desayunar, en un rato se
irán y quería estar con ustedes para hablar pero las espero en mi choza. -Se dio la vuelta y salió de la
vivienda.-

-¡Nos vio!, Celeste nos vio tu abuela abrazadas, que pena como la voy a ver ahora y...

-Y no hay ningún problema con la abuela, ya lo sabía y si tienes razón a mi también me dio pena, pero ya
ni para lamentarse, la abuela es así se mete por donde quiere y a la hora que quiere sin anunciarse...
Bueno, pero ahora mi amor, dame los buenos días -sonriendo y acercándose a la rubia para besarla.-

Jenny la abrazó.

-Mmm que ricos son tus besos, me tienes... -beso- ...muy mal acostumbrada princesa. -Su rostro se
tornó melancólico.- No quiero irme, te voy a extrañar, en lo que hablo con mis padres y les hago
entender que no me voy a casar con Albert, no podré aguantar mas de cinco días.

-¿Cómo que cinco días? Pensé que todo lo harías en un día y al otro iría por ti.

Sonriendo Jenny le comentó.

-Celeste no puedo llegar un día e irme al otro, necesito pasar unos días con ellos, no va a ser fácil y tiene
más de dos meses que no me ven, deben estar muy preocupados.

-¿Quieres decir que como siete días no te veré?... mmm de haber sabido no te dejo dormir, me vas a
deber una fuerte dosis de besos y abrazos.

Divertida la rubia la abrazó.

-Podrías quedarte conmigo en la casa, asi no me extrañarás ni yo te extrañaré y estaremos juntas.


-¿Lo dices en serio?... sabes que no puedo estar lejos de la tribu, además tu familia que diría, no creo
que lo acepten.

-Bueno es una posibilidad que puedes considerar, de igual forma amor, regresaré contigo.

Se besaron intensamente como no queriendo separarse, sabían que serían momentos difíciles para las
dos, quien sabe cuando podrían volver a estar juntas, pero estaban dispuestas a afrontarlo todo por su
amor, un escalofrío recorrió sus cuerpos tan solo pensar en lo desconocido y se abrazaron con fuerza.

-Vamos fuera de la cama cariño, la abuela nos esta esperando.

Se vistieron rápidamente y salieron con rumbo a la choza de la abuela que ya les tenía servido un
suculento desayuno, Jenny un poco mosqueada todavía por la pena de que la anciana las descubrió
abrazadas y desnudas no se atrevía a mirarla de frente.

La abuela se acercó y la besó en la cabeza.

-Vamos hija, empieza a comer que ya se que eres de buen apetito -sonriendo la rubia empezó a comer
diciéndole:

-Abuela quiero agradecerle todo su cariño la voy a extrañar mucho y quiero pedirle que cuide mucho a
Celeste.

-Claro que si mi niña, no necesitas pedirlo y no creo que yo la cuide mucho, para eso estarás tu aquí...
con ella. ¿Sabes que las almas que por fin se encuentran no pueden estar separadas mucho tiempo?

-Abuela ya vas a empezar con esas cosas... la realidad es que estaremos unos días sin vernos y eso claro
que nos preocupa y nos esta asfixiando.
-Mi consejo es el siguiente... saben que se van a enfrentar a todo y a todos ¿verdad? -las dos asintieron-
habrá odios, envidias, venganzas, mentiras y trataran de separarlas por todos los medios, pero nunca
deben dudar de ustedes mismas, de su gran amor y de querer estar por siempre juntas, es la única
manera de lograr su felicidad mis niñas... no va a ser fácil -aspiró aire y miró al cielo- tendrán muchas
pruebas y solo de ustedes dependerá si vale la pena que estén juntas, si realmente ese gran amor que se
tienen es tan importante y tan necesario como para estar juntas y superarlo todo.

Ellas se tomaron de la mano.

-Estamos seguras abuela que podremos superar todo eso que tengamos que enfrentar, no voy a perder
a Jenny por nada del mundo, no ahora que al fin encontré al amor de mi vida.

La rubia la miró y se recargó en su hombro pensando en todo lo que se venía en las próximas horas,
pero se sintió valiente y capaz de superar todo, si su morena estaba junto a ella tenía la fuerza para
enfrentar a quien sea.

*****

Ya estaban montadas a caballo cuando toda la tribu se despedía de ellas, dos guerreros las escoltarían
hasta el pueblo por cualquier cosa y por órdenes del Gran Jefe Lobo Gris que no quería arriesgar a su
hija, no sabía que reacción inmediata podrían tener los blancos al ver llegar a la chica con los
Comanches.

Jenny montaba delante de Celeste y juntos emprendieron el camino sintiendo ambas un


estremecimiento en su corazón ante lo desconocido, dejaban en la aldea todos sus recuerdos, sus
momentos felices, su primer beso y su primer encuentro amoroso.

La morena apretó el abrazo sobre la rubia, quien con ternura le acarició las manos y se recargo sobre
ella.
Ya pasaba el mediodía cuando vislumbraron a lo lejos el pueblo, bajaban por una vereda de la montaña
y apresuraron el paso de los caballos, media hora después entraban a la pequeña población, los
habitantes ni se inmutaron había un tratado de paz con los Comanches y estaban acostumbrados a que
visitaran la ciudad.

Se trasladaron hasta la comisaría de donde salía el Sherif en ese momento, abrió los ojos sorprendido al
ver a la rubia vestida de Comanche sobre un caballo y con la hija del Gran Jefe Lobo Gris, la conocía
desde hace años y como todos los hombres estaba impresionado con su belleza, aunque sabía que ella
era de pocas palabras y no le gustaba convivir con los blancos.

Tenían semanas de haber buscado a la chica sin ningún rastro de por medio y pensando que los Sioux le
habían dado muerte no le dieron esperanzas a su familia, aún así el padre de Jenny no había retirado la
recompensa por si alguien la encontraba o podría dar informes sobre ella.

Frunció el ceño pensando que los Comanches tenían a la joven rubia, cuando una semana atrás había
platicado con el Jefe Lobo Gris contándole la historia de la familia y pidiendo su ayuda para encontrarla,
lo cual significaba que ¿los Comanches no respetaban los acuerdos de paz? Alzando la mano se acercó al
grupo que se encaminaba hacia él.

-¡Qué pasa aquí! ¿Tu eres la hija de Charles Carrison?... y tu eres Lluvia Celeste -los pistoleros del sherif
apostados junto a él apuntaron a los indios cargando cartucho- ¡Quietos!, y ustedes -dirigiéndose a
Lluvia Celeste- sabes que hay un acuerdo de paz ¿qué haces con la chica?

Celeste lo miró sin ninguna expresión en su cara, su fría mirada transmitía el odio que sentía por esa
gente que de diferentes maneras siempre los rechazaba.

-Ella me rescató de la tribu Sioux -se adelanto a decir la rubia- los Comanches me ayudaron y me
protegieron de la barbarie de los Sioux y los Pies Negros, ahora me llevan a mi casa con mi familia y yo
estoy muy agradecida con ellos.

-Bien -suspiró el comisario- pues ya la han traído, déjenla aquí que nosotros la trasladaremos a su
hacienda. -Sonrió pensando en la recompensa ofrecida por el progenitor de la chica.-
-Gracias Sherif solo quisimos pasar aquí para avisar a las autoridades que estoy bien, pero ellos me
llevaran a mi casa, porque yo se los he pedido. -Sin mencionar nada mas siguieron su camino, Celeste los
vio de reojo sin decir ninguna palabra, mientras los hombres las miraban boquiabiertos, las dos mujeres
portaban unos hermosos vestidos cortos que dejaban ver sus hermosas piernas.-

Atravesaron el pueblo y tomaron una vereda hacia la hacienda de la joven que inconscientemente tomó
la mano de la morena y la apretó para darle fortaleza, ella sentía un hoyo en el estómago y pensaba que
Celeste debería sentirse peor y no estaba lejos de la realidad, conforme avanzaban pensaba que estaba
por perder a su rubia, ya que entrar en su mundo no era de su agrado pero estaba dispuesta a
enfrentarlo.

Al acercarse a la reja principal los vigilantes de la hacienda empuñaron sus rifles dirigiéndolos hacia ellos
en lo que identificaban a los jinetes Comanches, Jenny gritó identificándose y ellos se quedaron al
pendiente con las armas.

-¡Niña Jenny! ¡Esta usted viva! La hemos buscando hasta el cansancio, pero ellos... -un jovencito salió
corriendo hacia la casa.-

-Estoy bien José y ellos son mis amigos, me rescataron y no soy su prisionera, asi que no tienen de que
preocuparse, me vienen a dejar a la casa, así que les pido que los traten bien.

Con una seña del hombre mayor, los demás bajaron sus rifles tranquilizando la tensión que se había
generado y abrieron la reja para dejarlos pasar.

Atravesaron la entrada para tomar el camino a la casa, había árboles a los lados y al fondo se
vislumbraba la construcción, Jenny tragó saliva a pesar de que extrañaba a su familia, pensaba que le
hubiera gustado quedarse en la aldea de los Comanches y no tener que regresar a rendir cuentas a sus
padres, sintió un apretón en el hombro que le dio confianza y volteó hacia atrás para sonreírle a la
morena, sus ojos se miraron brindándose fortaleza para lo que viniera.
Su familia salía en ese momento de la casa corriendo y sorprendida, el hijo del vigilante había corrido al
interior de la hacienda para avisarles que Jenny llegaba con unos indios. Su padre los miró acercarse y
desconfiado pensando que la traían prisionera gritaba su nombre, su madre se tocaba la cara y lágrimas
de felicidad asomaban a sus ojos, no podía creer que su primogénita estuviera de vuelta después de mas
de dos meses de haber desaparecido.

A unos metros de la entrada, pararon los caballos, Lluvia Celeste desmontó de un brinco y la tomó de la
cintura para ayudarla a bajar, Jenny corrió a los brazos de sus padres que hacían mil preguntas, lloraban
la abrazaban, su pequeño hermano también se encaramaba en ella y la abrazaba de la cintura. Celeste
miraba la escena, saber que ella era quien realmente había raptado a la joven rubia por sus tontas
venganzas la hacía sentirse culpable, la había detestado cuando la capturó y pensar que ahora no podría
vivir sin ella, le dio la razón a su familia por tanto abrazo y lágrimas.

Entre llantos Jenny les explicó que los Comanches eran sus amigos y la habían rescatado de los Sioux y
los Pies Negros, pasadas las emociones la rubia volteó a ver a la morena.

-Les voy a presentar a mi amiga, es la hija del Gran Jefe de la tribu de los Comanches, se llama Lluvia
Celeste -extendió la mano llamándola- y quien me salvó la vida en dos ocasiones, si no hubiera sido por
ella creo que hubiera muerto como esa pobre gente.

-¿Guauuu es una princesa india? -dijo el pequeño hermano- ¿y los demás Jenny?

-Son guerreros de su tribu -Celeste soltó al caballo de la rienda y caminó para acercarse a ellos.

Vieron su enorme estatura, su bello rostro y sus ojos azules que los miraban con curiosidad.

-Es la chica de la pintura -murmuró la madre.-

Jenny ignoró los comentarios y le sonrió a la morena cuando se acercó.


-Celeste ellos son mis padres y mi hermano.

La morena se acercó a saludar temerosa, cuando sintió como el padre se le echaba encima abrazándola
fuertemente.

-¡Gracias muchacha! ¡¡Muchas gracias!!, casi perdemos las esperanzas de volver a ver a mi pequeño
tesoro, no sabes las noches que hemos pasado, los días buscándola, rezando para que no me la
mataran, yo no quería decir nada pero ya pensaba que nunca la volveríamos a ver -la soltó para mirarla.-

La madre de Jenny se acercó y también la abrazó fuertemente dándole un beso en la mejilla.

-¡Gracias por salvar a mi hija!, por ayudarla y por traérnosla sana y salva.

El pequeño se acercó y la abrazó por la cintura, sin que Celeste en todo ese maremoto de
agradecimientos pudiera decir nada. Ahora sabía por qué Jenny hablaba tanto y era tan cariñosa, tenía
una familia muy unida que efectivamente no tenía ningún problema con las diferencias raciales.

-Creo que no nos entiendes, pero de igual forma te damos las gracias y a tu gente también -dijo el
padre.-

La nana había salido de la casa y abrazaba fuertemente a Jenny sin dejar de llorar y decirle palabras
cariñosas.

-Si entiendo -habló por fin y sonrió- y no tienen nada que agradecer, los Comanches no tenemos ningún
problema con los blancos, ni tomamos rehenes, mi padre tiene un tratado de paz con ustedes que
respetaremos siempre, es un logro que ahora no haya guerra entre blancos y Comanches.

-Pues de igual forma muchas gracias por regresarnos a nuestra pequeña -volteó para abrazar a la rubia
que a su vez era abrazada por la madre nuevamente.-
El pequeño Peter se había acercado curioso a los otros dos guerreros que habían desmontado.

-Ohhh ¿¡son de verdad!? -preguntaba emocionado tratando de agarrar las flechas y el arco que llevaban
en la espalda.-

-Pero deben quedarse a comer me imagino que vienen hambrientos -dijo doña Helen.-

-Si deben quedarse por favor -añadió el padre- haber traído a mi hija a nuestras vidas no se paga con
nada, además tenemos que hablar de negocios, la recompensa que ofrecí es ahora de ustedes.-

-Si Celeste por favor quédense -suplicaba haciendo un puchero que sabía que la morena no podría
negarse.

-Esta bien, pero antes debo decirle -se dirigió al padre- que nada de recompensas, no queremos nada,
mi padre no estaría de acuerdo, fue para nosotros un placer poderlos ayudar.

Charles veía con admiración a la joven india que además se expresaba bastante bien.

-Como tu digas hija, -le palmeó la espalda- ¿me permites que te llame así? ustedes siempre serán
bienvenidos en nuestra casa y es un honor que se queden a comer.

Jenny la tomó de la mano.

-Vamos Celeste tengo algo que mostrarte -la morena se detuvo y le habló a sus acompañantes en su
dialecto para avisarles que comerían ahí.-
Los jóvenes ya eran asaltados por el pequeño Peter que les jalaba sus armas diciéndoles que le
enseñaran como se usaban.

La rubia jaló a la morena hacia dentro de la casa y la encaminó a las escaleras sin soltarla de la mano,
quien veía sorprendida lo enorme de la estancia, muebles y adornos de los muebles y paredes.
Caminaron a la recámara de Jenny quien abrió la puerta y cerrándola tras de ellas.

-Este es mi cuarto ¿te gusta? -la abrazó por la cintura y se recargó en su pecho- mmm ya quería
abrazarte -levantó la cabeza para rosar sus labios.-

-Jenny...alguien podría entrar...-beso.-

-No... mmm... cerré con llave -Se besaron apasionadamente.-

Se separaron y Celeste pudo observar la recámara, grande, de buen gusto, la cama grande y los muebles
que la conformaban. Se preguntaba como pudo la pequeña rubia acostumbrarse y sin quejarse a la falta
de toda comodidad que había en su aldea; pensó si valía la pena sacarla de su entorno, sería muy
egoísta de su parte privarla de todo eso.

-Mira te voy a enseñar algo -la jaló hacia la parte donde tenía la pintura colgada frente a su cama.-

Celeste se acercó asombrada.

-¡Soy yo!... pero como... es que, no entiendo...

-¡Ah! ¿Entonces no me creíste cuando te dije que te tenía en mi recámara y que ya te conocía? -la
abrazó- Eres muy hermosa, pero eres mas bella en vivo y me encantas.
-No es que no te haya creído pero pensé que era alguien parecido a mí... estoy sorprendida es idéntica a
mí.

-Será porque eres tu mi amor... ¿ya vez por qué me enamore de ti?, cuando te vi esa vez en la carreta no
lo podía creer, no te conocía pero sentí un alivio, eras una cara conocida para mí y eras mi salvadora.

-¿Y no pensaste que podía matarte? -la miró alzando una ceja.-

-No, tus ojos son tan bellos que no tuve miedo, al contrario me sentí protegida al verte, tu mirada me
transmitió algo -le puso las manos en el cuello para jalarla y besarla.-

-Tus ojos verdes también me impactaron, nunca había conocido a alguien con ese color como los
prados, eres tan hermosa.

Se volvieron a besar entrelazando sus lenguas, la rubia aspirando el sabor de la morena quien sentía
como las manos de Jenny recorrían su espalda buscando la piel. Tomó sobre la ropa uno de sus senos,
provocando un quejido de la morena que respingo por la corriente electrizante que sintió recorrer por
su cuerpo.

Unos golpes en la puerta las sobresaltaron.

-Mi niña la comida ya esta servida.

-Gracias nana, ahora vamos... bien es hora de comer, tengo mucha hambre.

-No es posible -riendo- no te lo puede creer.

Salieron mientras Jenny le mostraba la casa a Celeste indicándole los cuartos a quien pertenecían,
bajaron por la enorme escalera, le enseñó esa parte de la casa una gran sala, el amplio comedor, otro
mas pequeño, una biblioteca, la cocina en donde la presentó con las jóvenes que estaban ahí y
finalmente llegaron a la mesa para comer donde ya estaban sentados sus padres. Los guerreros se
habían quedado en el pequeño desayunador que estaba en un cuarto adjunto y ya comían alegremente.

-Pasa Celeste, siéntete cómoda -dijo doña Helen- ¿Ya te enseño Jenny la pintura que tiene en su cuarto?

-Errr si... es sorprendente y raro, nunca me había visto en un dibujo o algo asi.

-Pues el pintor se quedó corto -dijo Charles- eres muy hermosa en persona, tienes un rostro muy bello y
unos ojos impresionantemente azules.

-¡Aja! Pero solo era imaginación del pintor... ¿no padre? -sonriendo la rubia y recordando las palabras de
su progenitor sobre la supuesta existencia de una mujer así.-

-Je je si, he de admitir que dudé, la verdad nunca pensé que pudiera haber una... mujer... como tu
Celeste.

-Es cierto eres muy hermosa y... ¿cómo es que tienes esos ojos azules? -Doña Helen intervino.-

-Son herencia de su madre, mamá... ella era blanca -Jenny miró a la morena buscando la aprobación por
lo que había dicho y encontró una sonrisa que le confortó.

Doña Helen miró a su hija y dándose cuenta que no se había cambiado de ropa le dijo:

-Que bien todo eso, pero y tu ¿por qué no te cambiaste de ropa?... es decir, no digo que este mal -para
no ofender a Celeste- pero pensé que sería lo primero que harías al subir a tu recámara.
-Estoy bien asi mamá, además le tengo un cariño especial a este vestido... ¿sabes? Me lo hizo la abuela
de Celeste a mi medida y me gusta... -se quedó callada de momento al caer en cuenta de lo que había
dicho y tomó de su plato un bocado.-

-Por cierto hija, cuéntanos tu aventura que estamos deseosos de saber como te rescato Celeste y como
es eso que su abuela te hizo un vestido... ¿entonces estuviste en su aldea? ¿Pero cuánto tiempo?

Celeste tragó su bocado con dificultad era hora de dejar a la rubia hablar haber como salía del paso,
habían ensayado varias veces lo que iban a decir, pero nunca mencionar que estuvo viviendo en la aldea
Comanche.

Escuchó como su pequeña rubia se desenvolvía excelentemente con la historia y sus padres
emocionados oían todo el relato preparado un día antes por ellas y con algunos aditamentos de parte de
Jenny que después de todo encajaban muy bien en la historia.

Ya en el postre después de que la joven rubia acaparara la atención durante la comida la madre
intervino.

-¿Celeste se regresarán hoy a tu aldea? Por qué no se quedan para descansar.

-Errr mire... es que tenemos que regresar... -no pudo seguir porque intervino el padre.-

-Es muy buena idea Celeste ojalá se puedan quedar, además Jenny -dirigiéndose a ella- te tenemos una
sorpresa que sabemos te va a encantar y es una coincidencia que precisamente hoy aparecieras.

-¡Ah si! ¿y qué es?

-Albert llega en dos horas de Inglaterra, ya he mandado al cochero por él, estará en la casa por la noche.
Jenny sintió que la tierra se abría bajo sus pies, no quiso voltear a ver a la morena que de igual forma se
había quedado petrificada y con los ojos muy abiertos.

El padre continuó.

-Fíjate que cuando desapareciste le avisamos en un telegrama y nos mandó otro diciendo que hoy
llegaría porque te buscaría por cielo, mar y tierra... parece que el chico te quiere en serio y no esta
dispuesto a perderte.

-Podríamos aprovechar para organizar una fiesta de bienvenida el fin de semana para ti hija, y ahí
anunciar tu compromiso, que por lo ocurrido seguramente Albert querrá acelerar la fecha de la boda...
¿no crees?

Jenny ya no comía se había quedado estática, esa noticia venía a echar por tierra todos sus planes de
regresarse con Celeste, sintió la angustia de la morena en su estómago y por fin habló.

-Verán, no creo que sea buena idea anunciar nada de compromisos, primero tengo que hablar con
Albert... las cosas han cambiado... ya no me quiero ir de aquí... o sea no deseo regresar a Inglaterra.

Celeste pensaba a mil por hora, que haría ahora, las palabras de su padre le golpeaban el cerebro -Debes
dejarla ir a lo mejor prefiere quedarse con los suyos- Y también las de su abuela retumbaban en su
cabeza -tendrás que luchar por ella hija, pero no te rindas, defiende tu amor por sobre todo.- Las cosas
no estaban saliendo como ellas lo habían planeado, sintió un vuelco en el estómago tan solo de pensar
que podría perder al amor de su vida.

-Pero hija eso ya estaba hablado con Albert y fue decisión tuya regresar a Inglaterra, no creo que él
quiera vivir aquí, además su trabajo y propiedades están allá... ¿estas segura de lo que quieres?

-Si padre, por favor primero déjenme hablar con Albert y después les comunicaré que decidimos.
La morena perdió el hilo de la conversación estaba en sus propios pensamientos, una ira empezó a
invadirla tan solo de pensar que ese hombre desconocido para ella, llegaría a esa casa con toda la
disponibilidad y derechos para abrazar y besar a su rubia, los celos empezaron a subir por su estómago y
sintió los deseos de levantarse de la mesa y salir corriendo, tomar su caballo y regresar a su aldea.

Continuará...

El Mundo del Subtexto de Xena Princesa Guerrera/Fan Fiction/Lluvia Celeste

LLUVIA CELESTE Por: Vrieta Tercera parte

... sintió los deseos de levantarse de la mesa y salir corriendo, quería tomar su caballo e irse a su aldea.

La mano derecha de Jenny la detuvo de sus intenciones y la regresó a la realidad cuando apretó la suya
que descansaba en su regazo, concetraándose nuevamente en la plática.

-¿Entonces Celeste? -le preguntaba el padre.-

-Me distraje señor, ¿que me decía?...

-Que si te quedas esta noche y descansan aquí tú y tus compañeros.

La rubia la miró con tristeza había albergado la esperanza de convencer a Celeste de quedarse, pero
después de esa noticia las probabilidades eran nulas y lo sabía, cerró los ojos para escuchar la negativa.

-Gracias, pero mis compañeros tendrán que regresar ahora mismo tienen órdenes de estar hoy en la
aldea... Pero... estaré encantada de estar con ustedes un día más -Jenny volteó sorprendida a verla.-

La rubia sonreía, no podía creer que la morena estaba, pese a todo, había aceptado quedarse en su casa.

-Bien no se diga mas -dijo su madre- Jenny prepara una recámara para tu amiga.
-Ninguna recámara madre, se quedará conmigo -una gran felicidad inundaba su ser- mi cuarto es muy
grande y tengo muchas cosas que platicar con Celeste, asi como enseñarle fotografías, mis libros y esas
cosas. Además si Albert va a llegar la recámara que sobra será para él... ¿o no?

-Si tienes razón, las demás todavía no las tenemos acondicionadas -asintió Charles- Bueno pues
provecho, yo me retiro al campo para ver los pastizales -levantándose y dándole un beso a su esposa,
salió.-

Celeste se levantó excusándose para ir con los guerreros y explicarles que se quedaría. Peter la siguió
alegremente estaba impresionado con los Comanches, en el comedor la madre cuestionaba a la rubia.

-¿Hija estas segura de que la joven debe quedarse contigo?... ¿es de confianza? mira que no la
conocemos y ellos tienen otras costumbres.

-Mamáaa... claro que es de confianza ya la conozco y no tienes nada que temer.

-Esta bien, si tu lo dices, te creo -la madre salió para dar órdenes a la servidumbre.-

Parándose de su lugar Jenny caminó hacia el desayunador topándose con la morena que ya venía de ahí.
Sin pensarlo la abrazó dándole un beso en la mejilla.

-¡Gracias por quedarte!, no creí que fueras aceptar. -Celeste sonrió y la abrazó aprovechando que ya no
había nadie a la vista- Me sorprendiste con tu decisión... ¿por qué?...

-¿Crees que voy a dejarte a merced de tu prometido?... ni lo sueñes... tenía dos opciones... irme enojada
de aquí y rumiar mi coraje durante días con la abuela o quedarme y luchar por ti, asi que me decidí por
lo segundo... no te vas a deshacer tan fácilmente de mí pequeña rubia.
Jenny sonrió y atrevidamente la besó en la comisura de la boca.

-Mmmm debo pensar que estas celosa o ¿desconfías de mí?... porque he de decirte que no tienes nada
que temer... te amo -le susurró.-

-Digamos que no te dejaré sola en estos momentos y de todos modos si esta situación no estuviera
presente si me lo pedías me hubiera quedado... mmm y si estoy celosa... y no desconfío de ti...
¿contenta?

-Mucho... ven vamos a pasear al jardín.

-Y a despedir a mis compañeros, ya les di un mensaje para mi padre y que no se preocupe por mí.

Salieron al patio donde los guerreros ya se alistaban para salir, los ojos curiosos de Peter no los había
dejado ni un instante solos quien seguía impresionado con los Comanches, al fin los jóvenes montaron y
salieron a todo galope seguidos de las miradas de las dos mujeres y el niño, quien se abrazó a su
hermana.

-Jenny... ¿crees que papá me dejara algún día ir con los Comanches a su aldea?

-No lo creo enano, pero podrías empezar a intentarlo después de todo no lo veo muy lejano.

-¡¡En serio!! ¿¡Tu vas a regresar!?... ¿me llevarías contigo? -abriendo mucho los ojos expresaba su
alegría. Las dos jóvenes rieron cómplices.-

-Recuerda que Celeste es nuestra amiga y tal vez nos pueda invitar algunos días, ¿no lo crees?
-dirigiéndose a ella.-
-Cuando ustedes quieran... a mi padre le encantaría. -El chico salió corriendo a la casa, empezaría su
labor de convencimiento con su padre, aunque de sobra sabía que no lo escucharían.

Las chicas se internaron por el extenso jardín lleno de árboles hasta llegar al lugar preferido de la rubia
que había encontrado para escribir tranquilamente, se sentaron en las raíces del árbol cercano al
riachuelo que por ahí pasaba, Jenny se sentó en la raíces de un árbol y jaló a la morena entre sus piernas
para abrazarla por la espalda y recargarla sobre ella. Con su boca cerca del oído de Celeste le susurro.

-Eres tan hermosa que no me canso de decírtelo, gracias por quedarte un día más.

La morena tomó sus manos y las besó.

-Ojalá pudiéramos estar asi siempre y no preocuparnos de nada... cariño ¿estas segura que saldremos
de todo lo que tengamos que enfrentar?

-¿Tu lo dudas?... no estas segura...

-Claro que estoy segura, yo estoy segura que quiero estar contigo y voy a luchar por estarlo contra lo
que sea -se volteo para mirarla a los ojos.-

Jenny sonrió y le dio un tierno beso en los labios que la morena intensificó más saboreándola a placer.
Se separaron un poco.

-Pues no dudes nunca que yo también haré todo y me enfrentaré a quien sea para estar contigo.

Celeste se fue encima de ella, quedando la rubia abajo. Jenny separando unos cabellos negros de su
rostro miró sus ojos azules que tanto le encantaban la jaló para besarla con pasión y rodaron divertidas
por el césped y ahora la rubia quedando encima de Celeste que abrió las piernas para enredarlas sobre
el cuerpo de la rubia, quien se aferró al cuello de su amante y empezó un recorrido de besos, el contacto
de sus cuerpos empezó a hacer efecto en ellas, sus manos vagaban por sus cuerpos mientras sus caderas
se amoldaban a un vaíven de placer y entre su ofuscación la morena reaccionó cuando una traviesa
mano buscaba su centro. La paralizó deteniéndola y jadeando encaró a la rubia.

-No amor... cualquiera podría vernos... tu hermano anda por ahí corriendo.

-Pero no llega hasta aquí... te deseo tanto...

-Yo también, pero aquí no podemos cariño... detente por favor o no respondo.

Celeste la abrazaba tratando de que ya no se moviera más porque estaba a punto de no poder
detenerse y tomarla ahí mismo sin importarle nada. La rubia detuvo sus impulsos y se dejó caer sobre el
cuerpo de su amada, tratando de controlar su ya excitada respiración y pasados unos minutos en que las
dos se calmaron.

-Esta bien... pero en la noche no te me escapas cariño -la vio a los ojos recargada sobre su pecho y
sonrió.-

-Lo que tu digas, amor, pero ahora regresemos... por cierto tengo una duda... esos poemas que
escribes...tienen...

-Tu fuiste mi inspiración... ¿nunca te diste cuenta?... te los escribía a ti.

-Mmmm no sabes lo celosa que me ponía pensando que los hacías pensando en tu nov...

-Ya no lo es y... nunca había estado enamorada como ahora lo estoy de ti, cariño.

Se levantaron y en el trayecto a la casa tomadas de la mano, la rubia le contaba anécdotas de su infancia


y como era su vida antes de llegar a la hacienda. Celeste la miraba con adoración le encantaba ver como
platicaba, como se expresaba y ponía diferentes emociones a cada frase. Antes de llegar a la casa donde
alguien pudiera verlas, Jenny la jaló detrás de un gran árbol y le plantó un beso.

-Este es para calmar mis ansias de volver a besarte.

La morena río por las ocurrencia de la joven, le gustaba tanto que fuera así, tan espontánea y atrevida .

-Tu no sabes mi martirio -le contestó.-

Se soltaron de las manos y caminaron a la casa, entraron a la estancia y se toparon con la nana.

-Hija ya les preparé el agua para el baño, tu me dices a quien ayudo primero.

-Si gracias Nana, vamos Celeste a mi recámara para el baño. -Subieron por la escalera seguidas de la
nana que no perdía de vista las miradas entre las jóvenes.-

-Les puse toallas limpias y bueno te saqué algo de tu ropa, pero para tu amiga la verdad no se...

-No te preocupes Nana, ella trae otra ropa y puedes salir, yo le enseñaré lo del baño y en un rato
bajamos. -La buena mujer sonrió al darse cuenta que la jovencita no quería que se quedara.-

-Bien, pero si me necesitas me llamas por favor.

Jenny cerró la puerta con seguro y tomó de las manos a Celeste quien la siguió al cuarto de baño.

-Ven... ahora te voy a consentir.


Probó el agua de la tina y empezó a quitarle el vestido a la morena quien la veía con amor, la ayudó a
entrar al agua y de unas botellitas perfumó el agua, tomó el jabón y empezó a tallar la espalda dorada
de Celeste que se había recostado, la morena cerró los ojos sintiendo la tibieza del agua y dejó de sentir
las manos de la rubia en su espalda, cuando iba a protestar por su ausencia, sintió como el cálido cuerpo
se introducía a la tina y se acomodaba con las piernas abiertas atrás suyo rodeándole la espalda con las
manos y pasando las manos hacia delante para tallar el jabón en sus senos. El contacto del pecho
desnudo de Jenny en su espalda le aceleró el corazón y recargó su cabeza en el hombro de ella, dejando
que la rubia tomara el control de la situación mientras las manos volaban sobre su cuerpo.

-Mmmm que rico... me vas a mal acostumbrar y ya no me voy a querer bañar sola.

-Es lo que pretendo... -decía la rubia extasiada con el cuerpo moreno ante sus ojos- que no vuelvas a
bañarte lejos de mí, ahora sabes de lo que te pierdes, mmm -una de sus manos bajó al centro de Celeste
quien respingó al sentir el toque sobre su bello, se arqueo excitada y se volteo rápidamente para
encarar a la rubia.-

-No señorita, ahora me toca a mi enjabonarla.

Tomó la esponja y encuclillada frente a ella empezó a masajearle los hombros, los brazos. Jenny con los
ojos cerrados sentía el placer bajar por su cuerpo conforme las manos de la morena se deslizaban por su
espalda, su cintura y subieron a los senos, tallándolos delicadamente. Un pequeño escalofrío la recorrió
cuando sintió que la boca de Celeste tomaba uno de sus senos, abrió los ojos para verla sobre ella y la
abrazó por la cabeza para acercarla mas. La morena torturaba su pecho, mordió el pezón delicadamente
mientras chupaba lo mas que podía el seno, para luego pasar al otro, Jenny se arqueó de placer y
recargándose en el costado de la tina abrió las piernas para recibirla y acomodarse en ese cuerpo largo y
tan perfecto, sus manos acariciaban la espalda de la guerrera y bajaron hasta los glúteos para empujarla
hacia ella, el contacto de sus sexos las hizo lanzar un gemido, se tomaron en un ansiado beso
meciéndose a un mismo compás, la pasión contenida durante todo el día por ambas se desbordó en ese
momento.

Jenny besaba su cuello y cuando sintió la mano de la morena en su sexo tomó su hombro para chuparlo
y no gritar, sentía su cuerpo tensarse por las descargas de pasión que la recorrían y buscó también el
centro de la morena para introducir su mano. Celeste le besaba la oreja y alcanzaba a entender que le
susurraba su pasión estaba por desbordarse -más por favor- le pedía a la morena. Ella aceleró el ritmo al
tiempo que su cuerpo también se sacudía por el intenso orgasmo, la abrazó besándola con lujuria, buscó
su lengua para terminar y gemir los últimos espasmos de pasión en ella. Jenny se aferraba a esa boca
succionando con todas sus fuerzas la lengua de la morena, para luego quedar abrazadas esperando
calmar la agitación de sus cuerpos.

-Guauuu... lo bueno... es que estamos en el agua... o tendríamos que bañarnos... nuevamente -decía
Jenny con dificultad- Eres increíble...

-Y tu... no sabes, lo que me haces... sentir.

Una vez que se tranquilizaron terminaron de enjuagarse y salieron para vestirse. Jenny se puso un
sencillo vestido blanco, mientras que Celeste se acomodó en un pantalón y camisa color café de tela
muy delgada que había llevado en una bolsa. Sus arrumacos fueron interrumpidos por la nana que
llamaba a la puerta para indicarles que la cena estaba servida, las miró con curiosidad por las caras
sonrojadas que encontró cuando Celeste le abrió la puerta.

-Están bien niñas... o estaba el agua ¿muy caliente?

-Excelente Nana, gracias. -Dándole un beso en la mejilla a la mujer mayor, salió del cuarto tirando a la
morena de la mano.-

Amelia sonrió conocía tan bien a la joven y esa felicidad asi como la eterna sonrisa instalada en su rostro
desde que llegó, no eran normales aún cuando siempre se había caracterizado por ser una chica alegre.
Sabía que había algo más y no era precisamente que Albert llegara esa noche, lo percibía cuando ambas
estaban juntas, sin embargo sus padres no parecían notar ningún cambio en ella.

Poco después se sentaron con la familia para cenar, el pequeño Peter que no dejaba de acosar con
preguntas a Celeste, quería que le enseñara a tirar con el arco y prometiéndole que lo haría el niño se
conformó retirándose a su recamara. Ellas se levantaron despidiéndose también, cuando el padre dijo a
su hija sobre esperar la llegada de Albert.
-No papá, estoy muy cansada han sido unos días de muchas emociones, asi que quiero dormir
temprano, lo veré mañana, buenas noches...-Sin más se despido al igual que la morena.-

Se retiraron, Celeste detrás de ella sonreía para sus adentros, su pequeña rubia tenía decisión y ahora
sabía que nunca podría desconfiar de ella porque le brindaba tranquilidad, estabilidad y una conexión
tan fuerte que a ella misma la sorprendía.

Al cerrar la puerta se abrazaron.

-Ahora si pequeña rubia no te me escaparás.

-No pensaba irme a ningún lado que no fueran tus brazos, mmmm eres incansable por lo que veo.

-Igual que tu, pero si quieres te dejo dormir tranquilamente porque ya tuviste muchos días de
emociones y quieres descansar.

-¡Ah no! Ese fue un pretexto para mi padre, no para ti cariño, así que no pongas pretextos... ven aquí.

Cayeron a la cama, se desnudaron y volvieron a amarse con la misma intensidad, sus cuerpos se
volvieron a unir y fueron una sola al entregarse con la misma pasión de la primera vez. Antes de caer en
un profundo sueño Jenny miró el hombro desnudo de Celeste y apenada por la mancha morada que
había se disculpo.

-Amor creo que te deje una pequeña marca... mmm ves lo que me haces hacer, ¿me disculpas?...

-Te disculpo solo si tu no te enojas por la que yo te deje aquí... -le besó el pecho derecho. Ambas rieron
y abrazadas se durmieron.-

*****
Ya era mas de medianoche cuando la rubia escuchó ruidos, supo que su "prometido" había llegado, su
padre lo había pasado a la biblioteca y le había contado los pormenores de la últimas horas, la aparición
de Jenny con los Comanches y que estaba sana y salva.

El joven estaba extrañado que la rubia no lo hubiera esperado despierta pero su madre la disculpó
alegando todas las aventuras que había pasado y durmiendo en el suelo por tanto tiempo. Lo
trasladaron a una recámara ya mas tranquilo al saber que su prometida estaba bien y en su casa.

Celeste alerta como siempre, sintió cuando la rubia se movió acomodándose sobre su cuerpo y volvió a
quedarse quieta.

-¿Que piensas?- preguntó a la rubia, quien se sorprendió al saber que también no dormía.-

-¿Cómo sabes cuándo estoy despierta?

-Mmm. No se, creo que es por instinto que te siento...

-No quiero que te vayas y siento angustia de pensar en no tenerte cerca de mí -Le preocupaba también
el enfrentamiento con Albert, no se merecía lo que tendría que decirle, pero tampoco estaba dispuesta
a sacrificarse por alguien a quien no quería.-

-Voy a regresar en tres días amor, ya lo hablamos...

-¿Y te vas a atrever a dejarme sabiendo que Alber esta aquí? -Celeste la vio de reojo y sonrió de lado.-

-Me quieres chantajear ¿ehh? Pequeña tramposa... pues bien sabes no quisiera dejarte, pero tengo que
ir a la aldea a hablar con mi padre para informarle que no regresaré hasta que te vayas conmigo y...
sabes bien que no dormiré pensando que él esta aquí cerca de ti, pero por otro lado confío plenamente
en ti...
-Mmmm es lo malo de ser tan predecible.

-No, es lo bueno de querernos tanto y te prometo que solo serán unos días y no volveremos a
separarnos amor. -Sintió que era el momento de enfrentar lo que tanto temía y lo soltó- Quiero que
seas sincera siempre Jenny y si en algún momento no quieres regresar a la aldea... porque sientes que
no es tu lugar, me lo digas por favor, yo lo voy a entender y buscaremos una solución...

-¿Por qué me dices eso... crees que no quiero regresar contigo?

-Claro que no, mas bien creo... que podrías extrañar todo esto, tu familia, tu casa, tus comodidades, a lo
que estas acostumbrada... mira que allá...

-Sssssh -le tapó la boca con un dedo- ni se te ocurra decir que por comodidades... yo puedo estar
contigo en donde sea, aunque fuera una cueva... nunca pienses que voy a extrañar todo esto y dime...
de que me serviría tenerlo, ¿si no te tengo a ti?... asi que no andes pensando tonterías Princesa
Guerrera que no es fácil deshacerse de mí.

Celeste la abrazó con ternura.

-No tengo planeado deshacerme de ti en los próximos 5 mil años -sonrió segura ahora del amor de la
rubia y confiada en que estaba dispuesta a regresar con ella.-

Cuando la morena estaba por quedarse dormida sintió una corriente que recorrió su cuerpo y abrió los
ojos, para darse cuenta que una cálida boca le daba una atención especial a sus senos, sintió otra
corriente que aceleró su libido cuando mordió su pezón, lo rodeó, lo chupó, haciendo lo mismo con el
otro mientras con la otra mano acariciaba la morena silueta de su cadera.

Celeste empezó a dejar escapar suspiros de placer.


-Mmm oye traviesa... ¿me quieres matar?... a este ritmo no podré llegar a los 40... -La boca de Jenny
bajaba por su estómago dejando un rastro de saliva y acercándose a su sexo.-

-Si quieres me detengo y no... te molesto... -levantó la cabeza triunfante porque había logrado excitar a
la morena.-

Empujándole la cabeza hacia abajo para que continuara.

-Te ordeno que sigas pequeña tramposa o... suplicarás clemencia.

La rubia gustosa dio muestras de sus dotes pasionales que tanto gustaban a la morena guerrera.

-¿Te gustó?

-Fue maravilloso... lo haces para que recuerde que no podré estar lejos de ti o para reafirmar que tienes
un control absoluto de mi cuerpo.

-Porque te amo... mmm y porque eres deliciosa... ¿dormimos?

-Si amor... -y la abrazó con ternura.-

-Te amo guerrera, nunca me dejes... porque no podría vivir sin ti...

-Nunca amor... sería como quitarme la mitad de mi vida.

Durmieron abrazadas hasta el amanecer, la luz del sol ya se filtraba por la ventana anunciando un
hermoso día, sin embargo ninguna de las dos se quería mover de la cama, sería un día pesado y difícil
para las dos que tendrían que enfrentar problemas además de separarse por varios días. Jenny se
abrazó más a la cintura de la morena.

-Ya ni te acomodes, tenemos que levantarnos cariño... dale a bañarse -le dio un beso en la cabeza.

-Mmmm me niego a levantarme y a separarme de tus brazos -se estiraba y escondía su cara en el cuello
de Celeste- Pero tienes razón hay que levantarse.

Cuando ambas estuvieron listas para salir de la habitación después de un baño rápido se dieron un largo
beso y la morena apretó la mano de la rubia para darle valor, se enfrentaría a su ex prometido aunque él
aun no lo sabía. Bajaron por las escaleras para dirigirse al comedor cuando de la biblioteca salía una gran
cara sonriente abriendo los brazos.

-Jenny mi amor... que alegría saber que estas bien -la estrechó con fuerza abrazándola y tratando de
besarla en los labios, lo cual la rubia evito muy bien. Celeste sintió la punzada de los celos y con ganas de
aplastar la cabeza del joven atrevido.-

-Gracias Albert, mi padre me dijo de tu preocupación y te agradezco el detalle de venir hasta acá
-soltándose de su agarre y caminando hacia la morena que se había quedado paralizada observándolos.-
Mira te presento a Celeste, es mi amiga y quien me rescató de las tribus de los Siux y los Pies Negros.
-Albert se acercoó a saludarla impresionado por los fulminantes ojos azules que lo miraban y por la
altura de la joven.-

-Que bien, mucho gusto -le dio la mano- eres muy alta. Y bien querida yo creo que después de esto
tendremos que acelerar nuestro compromiso ¿no crees? -volteándose hacia la rubia- no estoy dispuesto
a dejarte en esta tierra de salvajes.

Ante esas palabras, que sabía calarían a su princesa, Jenny se dio cuenta que había llegado el momento
de la verdad y de hablar claramente con su "prometido".
Celeste se disculpó y salió molesta de la biblioteca para darles privacidad sabía lo que se vendría y no era
conveniente que ella estuviera ahí.

-No son salvajes Albert y que bueno que tocas el tema, quería hablar contigo después del desayuno pero
bueno veo que no tiene caso alargarlo... veras -tragó saliva- no voy a regresar a Inglaterra, quiero vivir
aquí...

-¿Quéee? Ese no era el plan... sabes que yo no puedo radicar aquí por mi trabajo, además allá están
nuestras amistades, nuestros amigos y todo lo que podamos necesitar.

-Mira Albert en este tiempo que estuve prisionera de los indios tuve muchos momentos para pensar,
analizar mi vida y mis ambiciones... me di cuenta de muchas cosas que antes no había tenido tiempo,
como mis prioridades y...

-¿Y...? -la miraba sin entender hacia donde iba.-

-Y decidí que no me voy a casar contigo porque no te amo lo suficiente... -se quedó paralizado- eres un
buen hombre, respetable, de buena familia, pero no seríamos felices... yo no estoy preparada todavía
para ser tu esposa y no te haría feliz... lo he pensado mucho y no me quiero comprometer contigo... -El
semblante del chico rubio empezaba a cambiar su cara se torno roja de ira y se abalanzó sobre ella
tomándola de la cara.-

-¿Qué estas diciendo?... ¡no lo voy a permitir! ¿Me oyes?... tu te vas a casar conmigo me quieras o no...
tu eres mía -le plantó un beso a fuerzas que Jenny trató de zafarse, lo separó y le plantó una bofetada-
¡Maldita!, tu no me vas a pegar a mi y tampoco me vas a dejar, no seré la burla de mis amigos.

La agarró por el cuello para volverla a besar, mientras ella se resistía gritándole que la soltara, el joven la
arrinconó sobre la pared y el forcejeo le rasgó el vestido del hombro, trataba de besarla en el cuello. No
supo en que momento fue tomado de su chaqueta para salir disparado a estamparse contra un mueble.
-¿Estas bien? -Celeste se acercó a la rubia que lloraba por la impotencia a que se vio sometida, mientras
asentía que estaba bien.-

Albert se recupero y sin ya importarle nada, se abalanzó sobre la alta india que en ese momento volteó y
lo detuvo con una patada en el estómago que lo hizo caer nuevamente. Lo tomó de la camisa y lo
levantó clavándole sus ojos azules.

-¡No la vuelvas a tocar!, oíste... ó te las verás conmigo y no sabes de lo que soy ca...

-¿Qué pasa aquí? -El padre de Jenny estaba en la puerta junto con doña Helen que habían escuchado los
gritos y golpes- ¿Hija que tienes?... ¡por Díos Celeste mira como tienes a Albert! -Ella lo soltó mirándolo
con despreció.-

-Mejor pregúntele que le hizo a su hija.

-Trato de besarme a la fuerza padre -subiéndose el vestido desgarrado de un hombro- y yo no quise...


me insultó y le pegue... Celeste me defendió...

-Aja pero diles que ya no te quieres casar conmigo, que estas rompiendo el compromiso y eso ¡¡¡no lo
voy a permitir!!!

Doña Helen abrazaba a su hija acomodándole el vestido y mirando decepcionada al joven que se
incorporaba tallándose el estomago, de su frente corría un hilo de sangre, se había golpeado contra un
mueble en el primer aventón que le dio la mujer alta.

-Haber vamos a calmarnos ¡yo no voy a permitir que maltrates a mi hija Albert! Y no es de caballeros
que te hayas portado así con ella... ¡salgan por favor que voy a hablar con él! - Las tres mujeres salieron
cerrando la puerta de la biblioteca, mientras Jenny se abrazaba a Celeste, caminaron hacia el comedor y
se sentaron, el desayuno estaba servido pero nadie tenía apetito en ese momento.-
-Gracias Celeste por defenderme, sino hubieras llegado, no se que hubiera hecho...

-Sabes que siempre te voy a defender de lo que sea -se miraron y sus ojos se mezclaron.-

-Es muy extraño que ese muchacho se haya exhaltado tanto hija, pero mira como te dejó el vestido...
Gracias Celeste... no se que le hiciste pero veo que eres muy fuerte.

La nana que entraba con una jarra de jugo de naranja intervino.

-Yo siempre te dije Helenita que ese muchacho no me inspiraba... tendrá mucho dinero pero ese orgullo
y desprecio que tiene por los demás lo hace ser arrogante... y no tiene buen corazón, que bueno que mi
niña ya puso los pies sobre la tierra y se dio cuenta de quien es -sirviéndole jugo a la rubia le guiñó un
ojo.-

-Gracias Nana...

-Bueno hija y por qué le cancelaste la boda, ¿es una broma?

-No madre... lo pensé mucho y Albert no es el hombre de mi vida, no estoy enamorada de él... me di
cuenta que solo me iba a casar por qué quería regresar a Inglaterra y no estaba conforme de venir a esta
tierra... pero ahora que tuve tanto tiempo para pensar, entendí mis sentimientos -volteó a ver a Celeste
y le sonrió.-

-Es que no le puedes hacer eso hija... él te quiere.

-Pero yo no mamá y no me pueden obligar... ya no me quiero ir de aquí y casarme significa irme a


Inglaterra... pero además ¡no lo amo y no sería feliz con él!

-Esta bien, cálmate y vamos a comer algo o nos hará daño por el coraje hecho en ayunas.
Ya estaban terminando el desayuno cuando el padre de Jenny entró al comedor y sin querer dar
explicaciones sobre la plática se dirigió a su hija.

-Albert se fue a caminar para asimilar las cosas... pero me puedes decir ¿por qué has cancelado la boda?

-Padre, me he dado cuenta que no lo amo y no quiero arruinar mi vida.

-Hija, seguro estas confundida, creo que ahora que regresaste debes pensar mejor las cosas y
reconsiderar tu posición, no es posible que...

-Mira padre... no trates de convencerme de lo contrario, ¡no me voy a casar con Albert! Ni ahora ni
después y quiero que les quede claro. -Sin querer escuchar más, se levantó y subió a su cuarto.-

Los ojos de ambos padres se dirigieron a la joven india como pidiéndole explicaciones por su actitud.

-Celeste ¿ocurrió algo con Jenny mientras estuvo con los tuyos? -preguntó preocupada doña Helen-
quiero decir algún miembro de tu tribu la pretende o ¿algo asi?

-Mmmmm no -haciendo una mueca de no saber nada-, nada de eso señora.

-Bueno -dijo don Charles- tal vez mas adelante cambie de opinión... he logrado convencer a Albert que
se tranquilice y la deje pensar unos días, tal vez para la fiesta cambie de opinión.

No se volvió a tocar el tema de la boda y antes del mediodía Celeste ya preparaba su caballo para salir
con rumbo a su aldea, Jenny no se había separado de ella y con cara triste la ayudaba. Después de
despedirse de los padres de la rubia y agradecer la hospitalidad salió al patio para montar su caballo, la
nana que había salido a despedirla se retiró para darles privacidad.
-Jenny voy a regresar en tres días... ya te lo prometí que llegaré para tu fiesta, no me pongas esa cara o
no podré irme -le tomó el rostro con ambas manos y le dio un beso en la frente.-

-Esta bien, es que no puedo evitarlo... será la primera vez después de dos meses que no estaré contigo...
y -tomó aire.- Te estaré esperando, ¡no lo olvides amor! -se acercó y le dio un beso en la mejilla.-

Celeste desabrochó la cadena con su medalla de la virgen y la puso en el cuello de Jenny.

-¿Qué haces? No puedo aceptar...

-Es para que te cuide y te acuerdes de mi... voy a regresar y esta medalla que me dejó mi madre es mi
tesoro mas preciado y quiero que lo tengas tu... por favor...

La rubia le sonrió y dejó que le terminara de acomodar la cadena. La india subió al caballo se despidió
con una seña y partió a todo galope levantando polvo del camino. Jenny se quedó parada hasta que se
perdió mientras una lágrima escurría por su rostro.

Todo eso lo había observado Albert desde una ventana entre intrigado y molesto por la presencia de la
Comanche que lo había humillado al azotarlo contra el suelo.

Cabizbaja Jenny entró a la casa por la cocina, su nana la abrazó fuertemente.

-Tranquila mi niña, ella regresará como te dijo.

-Es que ya la extraño Nana y siento que... -sin poder evitarlo sus ojos verdes se llenaron de lágrimas y se
quedó callada.

-Sientes que tu corazón esta vacío... pero ella te ama como tu a ella y nada debe preocuparte. -Jenny
sintió que la tierra se abría bajo sus pies, se separó asustada y la miró.- ¿Que dices Nana?
-Ay mi niña... soy vieja pero no tonta... esas miradas entre ustedes, esa energía que irradian cuando
están juntas, la manera como te defendió de Albert, solo indican una cosa... que se quieren... y no te
preocupes, que no diré nada. -La abrazó nuevamente y la rubia se aferró a ella.

-Nana yo... no se como pasó... solo sé que la amo.

-Lo sé niña, asi es el amor... lo encuentras donde menos lo esperas.

-Serán los días más largos de mi vida Nana, que voy a hacer sin ella...

-Pues tienes muchas cosas que hacer, -la mujer aplaudió varias veces y dijo en tono alegre- en primer
lugar fuera lágrimas y venga la alegría, tienes que buscar tu vestido para la fiesta y has pensado ¿qué se
pondrá ella?... la vas a llevar vestida de cuero o gamuza... vete de compras hija, y busca algo bonito para
ella.

-Pero Nana, ella no esta acostumbrada a esta ropa y no creo...

-Hay mi niña y ¿tu crees que se va a negar a ponerse algo que tu le has escogido?, ¿todavía no se dan
cuenta del poder que tienen una sobre la otra?... anda pon alegría y ve al pueblo a buscar ropa para ti y
para ella.

Dándole un sonoro beso en la mejilla a la mujer mayor, la rubia salió corriendo a buscar a su madre.

La nana se quedó pensativa, sabía que se venía una gran tormenta familiar cuando Jenny diera a
conocer sus sentimientos y lo peor, estaba segura que la rubia no tenía contemplado quedarse a vivir en
la hacienda sino irse con Celeste, no había de otra, en su casa jamás la aceptarían.
Esos días fueron largos y difíciles para ambas. Jenny que se la pasó evitando a Albert y casi todo el día
fuera de su casa en tiendas del pueblo, con la costurera y viendo lo que podría ponerse ella y su
princesa.

Celeste quien ya había hablado con su padre sobre regresar a la hacienda hasta que Jenny decidiera irse
con ella y con el apoyo de la abuela en todo momento, la situación se le hizo menos difícil.

Al tercer día Jenny se levantó temprano quería estar lista para cuando llegara Celeste, desayunó con
alegría, sus padres pensaron que la fiesta la tenía de muy buen humor y creyeron conveniente tocarle el
tema de la boda con Albert.

-Hija deberías hablar con Albert, podrías recapacitar y reconsiderar su propuesta de matrimonio.

-No padre, no me casaré con él y por favor no lo alientes a que me espere porque mi decisión es
determinante, además me sirvió para conocer algo de su carácter que desconocía... esa agresividad no
va conmigo.

-Pero Jenny es un buen partido -su madre insistía.-

-Aja, pero no para mi... yo tengo otras prioridades.

-¿Y cuáles son esas? -Don Charles se había quedado con el bocado a la mitad para escuchar la
respuesta.-

-Bueno, quiero escribir... ahora que estuve en todos esos lugares con paisajes tan hermosos me
inspiraron... pude pensar mucho sobre mi vida y lo que quiero... y estoy segura que no quiero casarme
con Albert... ¿Saben? esa gente en las praderas, en los bosques, con sus costumbres tan diferentes a las
nuestras tienen realmente un corazón fuerte.

Ambos la miraban sin comprender hacia donde se dirigían sus palabras.


-Espero que después de todo lo que te pasó no salgas con que te simpatiza esa gente, porque te habrás
dado cuenta que hay tribus mas civilizadas que otras como la de Celeste, pero otras que solo buscan
asesinar a los blancos.

-Igual que nosotros mamá... hay blancos que solo buscan matar indios por matar y porque tienen
problemas para aceptarlos como una cultura diferente que son.

-Bien y que quisiste decir con eso de querer escribir... ¿te vas a dedicar a eso?... ¿no puedes escribir en
Inglaterra y con un marido junto?

-Padre ¿qué parte no entendieron?... es un hecho que no me voy a casar porque no estoy enamorada de
Albert y... sobre lo de escribir, quiero avisarles que después de la fiesta me iré con Celeste a su aldea...
quiero vivir cerca de las montañas...

-¿Quéeee? ¿¿¿Estas loca??? -Charles se levantó de golpe.-

-Te van a matar esos indios salvajes... ¡¡No saldrás de aquí!! ¿Pero cómo vas a vivir?, a dormir en el
piso... a -su madre se soplaba con una servilleta.-

Muy tranquila Jenny terminaba su desayuno sin hacer caso a sus exaltaciones.

-Padre, mamá, no les estoy pidiendo permiso, soy mayor de edad y sé lo que hago... después de la fiesta,
mañana me iré a la aldea de los Comanches y no me importan las incomodidades, si sobreviví un mes
puedo estar más tiempo, créanme que no extrañé nada de esto.

La vieron como si estuviera loca, sabían que no tenía caso discutir por nada, la chica iba a terminar
haciendo lo que quería porque siempre había impuesto su carácter.
-Pero no entiendo -Charles sacudía la cabeza- y nosotros... ¿ya no quieres vernos?

-Claro que vendré a verlos, además la aldea de los Comanches está mas cerca que Inglaterra... y por qué
te preocupa no verme padre, si me fuera con Albert pasaría mucho tiempo antes de volver a verlos o tal
vez nunca podría viajar.

-Pero hija, ¿esa gente te va a aceptar?

-Si madre, Celeste me quiere, su abuela también y su padre es el jefe de la tribu y todos lo respetan.

Nadie dijo nada más. Jenny se levantó para ir al jardín encontrándose con Albert.

-¿Podemos hablar?... me has estado evitando estos días, te pido mil disculpas por lo que pasó, me
ofusqué.

-Dime que quieres -dijo secamente.-

-Yo te amo Jenny no puedes tirar por la borda todos estos años que estuvimos juntos y lo que pasó
entre nosotros.

-Mira Albert, se que te casabas conmigo por una apuesta que hiciste con tus amigos, lo supe desde hace
tiempo y no me importó porque pensé que te quería... pero ahora me doy cuenta que ya no me
interesas, no quiero estar contigo...

-¿Y si quieres estar con esa india? -Ella sonrió y movió la cabeza.-

-Se llama Celeste y si quiero estar con ella, porque me enseñó muchas cosas al igual que su gente, me di
cuenta que todo esto que nos rodea no es importante, no sirve si no tienes paz en tu alma.
-No te entiendo... ¿qué es lo que quieres Jenny?

-Albert -caminó hacia él y le dio un beso en la mejilla- quiero que seas feliz, pero esa felicidad no es
conmigo y deseo que encuentres a tu alma gemela algún día, entonces comprenderás mis palabras. Yo
no podría hacerte feliz porque tu y yo no estamos destinados a estar juntos, perdóname si te hago daño
pero con el tiempo me darás las gracias.

Sin decir más se fue hacía el jardín a preparar la llegada que tenía pensada para Celeste.

Ya tenía una hora sentada en una piedra a la orilla del camino y bajo un árbol, con ansias miraba hacía lo
lejos esperando ver la polvareda de un galope, su corazón se oprimía cada vez que pensaba que ella no
llegaría o que ya se hubiera arrepentido de ir por ella. El paso ya lo había dado, ya había hablado con sus
padres y con ex prometido, lo demás sería mas difícil pero no le importaba.

Oyó los cascos de un caballo a lo lejos y el polvo, se levantó y se paró en la piedra para ver mejor,
conforme se acercaba la figura fue divisando la alta y esbelta figura de Celeste. Empezó a brincar
haciéndole señas hasta que la morena llegó a ella y sin pensarlo de un brinco saltó del caballo y corrió a
abrazarla. Ambas sintieron que en ese momento entregaban sus vidas una a la otra y sin importarles
nada Celeste buscó los labios de la rubia aprisionándolos, saboreándola.

-¡Oh Dios! Te extrañe tanto, tenía tanto miedo que no llegaras -sin dejar de abrazarla le hablaba al oído-
no volveré a dejarte ir.

-Mi amor... y yo no volveré a separarme de ti... no cuando siento que dejé la mitad de mi corazón en
esta casa. -Abrazadas llegaron a la puerta de la propiedad y cruzaron la entrada con rumbo a la casa, un
chico empleado se acercó para tomar el caballo y llevarlo a los establos. Enseguida Jenny la tomó de la
mano.-

-Ven... te tengo una sorpresa. -Se internaron hacia el bosque y llegaron hasta su lugar favorito,
caminaron a la orilla del arroyo y llegaron a un claro, debajo de un árbol estaba un mantel puesto y una
canasta con comida.-
-¿Te gusta? Aquí vamos a comer... lejos de miradas curiosas y mi familia... solo tu y yo -La abrazó por la
cintura acercándose para darle un beso. Celeste la abrazó más, era tan tierna y la quería tanto.

-Esto me gusta de ti, tus detalles, tus sorpresas... eres increíble, ya no imagino mi vida sin ti.

Se sentaron, comieron y se platicaron todo lo que hicieron en los días en que no se vieron. Jenny le dijo
que ya había hablado con sus padres sobre irse de la casa y había hecho las paces con Albert. La morena
frunció el ceño, esperaba que el "noviecito" ya se hubiera retirado.

-¿Y qué dijeron tus padres?

-Pues no les gustó la idea cariño, pero no tienen otra opción... me iré contigo mañana.

-¡Mañana! ¿Estas segura? -Celeste pensaba que le costaría trabajo a la rubia irse de su casa y estaba
dispuesta a esperarla todo el tiempo que fuera posible.-

-Si ya lo hablé y no hay vuelta de hoja.

Celeste la abrazó y besó su cabello, lo cual aprovechó la chica para tumbarse sobre ella y besarla con
pasión, se acomodó sobre su cuerpo y empezó a besar su cuello.

-Me moría por besarte.

Las caricias se hicieron más intensas y Celeste sintió un escalofrío cuando las manos de su rubia se
deslizaron por debajo de su camisa alcanzando uno de sus senos, incorporándose la volteo para quedar
ella arriba.
-Jovencita, no creo que debamos aquí...

-Ah claro que si -hizo un puchero- ¿por qué crees que te traje aquí? Nadie viene, tengo todo
controlado... anda bésame -sus manos ya bajaban el pantalón de la morena que como una orden tomó
sus labios para aspirar todo el sabor que había extrañado.

*****

En la casa ya estaban todos los preparativos en el salón grande, los sirvientes corrían de un lado a otro
checando que todo estuviera en su lugar, mientras la madre de Jenny supervisaba todos los detalles y la
comida para la cena.

-Ya tenemos todo listo mi niña Helen -la nana satisfecha ponía las manos en jarras.-

-Es cierto Nana... por cierto donde esta mi hija, ya esta tarde y debe vestirse.

-Todavía hay tiempo no te preocupes... hmmm fue a esperar a Celeste a la entrada.

La madre se pasó el brazo por la frente preocupada.

-No puedo creer que la haya invitado, que va a decir la gente... -la nana la miró frunciendo el entrecejo-
no me mires asi Nana tu sabes que yo no desprecio las razas, pero temo que la hagan sentir mal, porque
¿Jenny no pensó en eso?... aquí las personas son muy injustas con los indios y...

-Tu hija sabrá defenderla... no te preocupes. -Doña Helen se sentó en una silla.-

-Si claro lo dices fácil y ahora como esta eso de que se va a regresar a esa tribu de Comanches... me la
van a matar... voy a hablar con esa chica para que me ayude a convencerla de no irse.
-Sabes Helen siempre he considerado que eres una mujer virtuosa, de buen corazón, tienes una familia
maravillosa... pero, creo que no debes meterte en las decisiones de tu hija.

-Como no voy a hacerlo si es mi niña... ¡cómo se va a ir a vivir con los indios! No entiendo por qué se
quiere ir... Nana que sentimiento la mueve a alejarse de nosotros e irse cuando estaba a punto de
casarse, formar su familia y tener una vida tranquila... a menos que este... ¡¡Nana debe ser eso... está
enamorada de un indio!! -se levantó de golpe- ¡¡Es eso verdad? Y tu lo sabes, dime por favor...

-Yo solo puedo decirte que debes respetar las decisión de tu hija, ya no es una niña y sabe lo que hace.

-Pero quiere regresarse a esa aldea porque ¿esta enamorada de un comanche?

La nana caminó hacia la ventana, no sabía si decirle a doña Helen, sería muy complicado y no quería
causar un pleito antes de la fiesta. Vio a lo lejos a las chicas caminando hacia la casa y evitó responder...

-Por cierto allá viene con su amiga Celeste.

Se acercó también a observarlas, platicaban animadamente, la morena tenía captada la atención de la


rubia con una anécdota y Jenny encantada la contemplaba como agitaba sus manos y hacia malabares.
De pronto empezaron a corretearse para ver quien entraba primero a la casa.

Doña Helen se quedó paralizada mirando la escena, esas miradas, esa alegría, esa sonrisa permanente
que solo se apagó en los días que la chica morena no estuvo, su repentina decisión de no volver a
Inglaterra cuando era uno de sus objetivos, los ojos de Jenny brillaban de una manera tan especial y
ahora la veía como el ser mas feliz de la tierra.

Se volteó mirando a la nana con los ojos muy abiertos.


-¡No puede ser!... Nana ¡¡no puede ser lo que estoy pensando!!

La nana torció la boca sabiendo que la madre había adivinado los sentimientos de su hija.

-¿Qué estas pensando?

-Jenny esta enamorada de... de...

-Hija si tu niña este enamorada sabes muy bien que no podemos hacer nada... tu mas que nadie sabe
muy bien lo que es el amor, no mira razas ni condiciones sociales y... cuando te enamoras estas
dispuesta a todo y luchar por ese amor, no hay barreras no hay imposibles ¿recuerdas?

-Pero -ahogó un sollozo- va a sufrir Nana... ¿con una chica?... pero como...

-Y necesitará nuestro apoyo en todo momento... tú como su madre debes estar con ella, tú sabes que si
no es su destino no será, pero si es... nadie podrá separarlas.

En ese momento entraron corriendo a la casa y riendo. Jenny se dirigió a su madre y nana que seguían
paralizadas viéndolas, la morena caminaba atrás de ella.

-¡Mamá ya llegó Celeste! -abrazó a su madre- y ahora nos vamos a preparar para arreglarnos... que les
pasa porque están tan calladas.

Doña Helen tomó aire.

-Bienvenida nuevamente Celeste -sonrió y fue a abrazarla- Esta es tu casa y... me da mucho gusto que
estés aquí. -La miró y los profundos ojos azules la vieron extrañada por la reacción de cariño que tuvo
con ella.-
-Gra... gracias por recibirme nuevamente señora y... -sacó de su bolso un hermoso collar hecho con
pedrería- esto es para usted... mi abuela lo elaboró y le manda sus respetos.

Helen lo tomó sonriéndole.

-Es muy hermoso... gracias... ojalá algún día pueda conocer a tu abuela.

Jenny veía la escena y no lo podía creer, su madre estaba como sensibilizada y lo que nunca... quería
hablar con su amiga. Se disculpó diciendo que iría preparar el agua para el baño, mientras la nana le
guiñaba un ojo.

-Cuéntame Celeste... ¿cómo era tu madre?

-Nunca la conocí señora... ella murió poco después que yo nací... mi padre la amaba demasiado y
siempre me ha dicho que era muy hermosa. -La madre de la rubia escuchó atenta la historia de los
padres de la Comanche que no supo como se vio envuelta platicando una historia que conocía de
memoria y que de cierta forma le hacía daño, pero ahora era diferente no sabía que sentimiento le
había orillado a hablar sobre la historia de amor de sus padres a esas dos mujeres tan importantes en la
vida de Jenny.

Al cabo de un rato la nana y doña Helen tenían lágrimas en los ojos, mientras a Celeste también se le
habían humedecido los suyos, sintió como la madre de la rubia tomaba sus manos.

-Ese fue un gran amor... y tú eres producto de él, ¡Eres muy hermosa Celeste! Gracias por defender a mi
hija... espero que lo hagas siempre y... cuídala mucho porque es mi tesoro.

-No tiene que decírmelo señora, la cuidaré mas que a mi vida. -En ese momento entró la rubia quien no
podía creer el espectáculo de las tres llorando.-
-¿Qué pasa?... que les hiciste Celeste... se hace tarde, anda vamos a cambiarnos... mamá, Nana, ¿están
bien?

-Celeste nos contó la historia de sus padres y es muy emotiva... anda vayan a vestirse que se hace tarde
-limpiando su rostro les sonrió mientras ellas se perdían al subir por las escaleras. Sintió que una mano
se posaba en su hombro.-

-Nunca me equivoqué contigo hija, eres un excelente ser humano -Le dijo al oído la nana.- Ya ves que el
amor no es fácil mi niña, todos lo sufren, todos tienen su historia, así como tú y los padres de esa chica
-la abrazó- Ahora les toca a ellas vivir la suya.

-Va a ser muy difícil Nana... mi niña va a sufrir mucho... no es justo, uno quisiera que sus hijos no
sufrieran por nada... ¿no será un capricho, un deslumbramiento?, la chica es muy hermosa... pero a lo
mejor es algo pasajero.

-Aja, como lo tuyo con Charles ¿no?, eso dijeron tus padres y mira que felices han sido ustedes... Helen
eso se nota, se ve a leguas... el brillo en sus ojos es inconfundible... cuando estas dispuesta a todo y
aquello que eran tus prioridades pasan a un segundo plano... es porque la persona que amas ocupa tu
corazón y es el motivo que tienes para vivir... cualquiera que sean las condiciones, no te importa nada
mas...

-Tienes razón nana, no te importa nada más... ¿cuándo te diste cuenta?

-El día que llegaron... tu pequeña no venía preocupada, ni asustada ni triste por haber estado lejos de
ustedes... todo lo contrario irradiaba una felicidad interna que ustedes por la alegría de volver a verla no
podían detectar... nunca había visto sus ojos brillar de esa manera y cada vez que se ven entre ellas hay
una especie de magia... siempre me preocupé que fuera tan seria, tan metida en si misma, en sus libros
y... en estos días he conocido a una Jenny tan diferente, tan llena de felicidad que es difícil de creer.

En ese momento Charles entró a la estancia, venía del campo y dispuesto a cambiarse, saludó a las dos
mujeres y se dirigieron a su alcoba. En el trayecto preguntó por sus hijos y doña Helen le informó los
pormenores del día, estaba emocionado con la recepción así que ella no comentó nada más. Lo de Jenny
no se lo diría en un buen tiempo, sabía que no lo comprendería ni aceptaría y tampoco tenía caso
enfrentarlo con su hija.

En la recámara de Jenny ambas chicas estaban en pleno arreglo, Celeste salía de bañarse envuelta en
una toalla, la rubia estaba emocionada por darle una sorpresa.

-Cierra los ojos te tengo un regalo...

-Mmmm Jenny sabes que no soy buena para recibir regalos... tenemos que apurarnos...

-¡Ya! Puedes abrirlos.

Sobre la cama había un hermoso vestido azul turquesa con adornos blancos, un diseño sencillo pero
elegante. La morena abrió los ojos sorprendida.

-Es muy bonito... ¡te veras hermosa!...

-No es mío... es para ti... tu te lo vas a poner y te vas a ver preciosa.

-¿Quéee? No Jenny... yo no puedo usar eso, no va conmigo... no, no podría...

-Por favor... amor -la abrazó- lo compré para ti... eres muy bonita con tu ropa, pero me gustaría verte
con esta, lo hago con mucho cariño -haciendo un puchero- me podrías dar ese gusto... pero si crees que
te sentirás incómoda...

Celeste sonrió, finalmente su pequeña siempre lograba convencerla con una sonrisa, al día siguiente se
iría con ella, no podía negarle nada.
-Esta bien... me lo pondré, pero no respondo si me enredo y azoto delante de todos.

-No, yo te ayudaré, además los zapatos que te compre son bajitos...

-Y como supiste mi tamaño en el vestido y zapatos.

-Mmmm... verás -haciendo señas con las manos tratando de dibujar la silueta de su cuerpo- tengo buen
tacto y buena memoria. -Celeste sonrió moviendo la cabeza de un lado a otro, era increíble que la
convenciera con una sonrisa, mientras dejaba que la rubia la ayudaba a ponerse el vestido.-

Ya vestidas las dos, Jenny con un vestido en tonalidades verdes, una peinadora entró a ayudarlas su
cabello. Peinó a la morena con un chongo sencillo pero elegante, dejando suelto la parte de atrás de su
cabello y le ajustó un adorno de pedrería sobre su cabeza que hacia juego con su vestido.

A la rubia le atoró su corto cabello hacia atrás en un peinado de surcos con pequeñas flores que también
hacían juego con su vestido y zapatillas.

Abajo ya se oía el barullo de gente que empezaba a llegar, cuando entró doña Helen a la recámara,
enfundada en un largo vestido color ocre y elegantemente peinada.

-¿Ya están listas?... ¡vaya! se ven... ¡realmente hermosas! -Vio admirada a la morena que enfundada en
ese vestido resaltaba su hermosura. Por la figura de Celeste no había un solo rastro físico de que fuera
Comanche, no cabía duda que había heredado la belleza de su madre.-

-Bien si ya están listas bajemos -les dio un beso a cada una en la mejilla y las observó, la nana tenía
razón, cuando se miran irradiaban felicidad y pensó que su hija era inteligente porque con la morena
vestida así, nadie cuestionaría su presencia ni les estarían preguntando a ellos porque estaba ahí.-

Al bajar por las escaleras los rostros de las familias que ya se encontraban con el padre de Jenny
voltearon sorprendidos por la belleza de las tres mujeres. Celeste fue presentada como una amiga de
Jenny y nadie más preguntó sobre su vida, aún cuando no podía pasar desapercibida la belleza de ambas
que eran presentadas por el padre con sus diversos conocidos y cuestionaban a la rubia por su aventura
con los indios y feliz regreso a su hogar.

Después de la cena, vino el momento del baile, Jenny había estado rechazando a varios jóvenes lo cual
no pasaba desapercibido por su ex prometido que de lejos observaba el desenvolvimiento de las chicas,
una venganza se estaba gestando en su mente, sonreía, que diría la gente si supiera que esa hermosa
mujer de ojos azules era la hija del Jefe de la tribu Comanche, la mujer que le había robado la atención
de su prometida, era obvio que había algo raro ahí, sus actitudes, sus miradas no eran normales.

Charles fue por su hija para llevarla a bailar mientras que Celeste se quedó sentada mirando como se
movían en la pista. Albert aprovechó para sentarse junto a ella e invitarla a bailar.

-Hola Celeste... ¿bailas conmigo?

-No gracias... sabes que no se bailar.

-¡Ah si! se me olvidaba que tu solo bailas al ritmo de los tambores -ya estaba medio ebrio y comenzaba a
hacer impertinente- y dime princesa india... ¿cómo le hiciste para robarme a Jenny?

Ella lo miró con desprecio y sin contestar volteó hacia otra parte.

-¡Vaya! Te has quedado muda... que diría la gente si supiera quien eres. -Celeste supo que era momento
de ponerle un alto o llegarían a mayores.-

-¿Mira muchachito por qué no aceptas la decisión de Jenny?... ¿te gustaría casarte con una mujer que
no esta enamorada de ti?... serían infelices si tu a fuerza...

-¡Ah ya entiendo! La quieres para ti... no me digas que esta enam...


-No permitiré que la ofendas, así que mejor ¡cállate!, y no vayas a hacer aquí un escándalo del que luego
de arrepientas.

-¡Mira maldita! No voy a permitir que me la quites...

-Yo no te he quitado lo que nunca has tenido...

Se levantó de golpe y caminó al otro extremo del salón. Jenny la alcanzó en ese momento.

-Celeste mi padre quiere bailar contigo y no pongas pretextos ya le dije que no sabes pero él te guiara...
ven... -La jaló de la mano y la llevó a la pista para dejarla con Charles que la vio impresionado por su
belleza.-

-No cabe duda que es mi noche de suerte, miren que bailar con las dos muchachas más bellas de la
fiesta, debo ser la envidia de todos los caballeros -la tomó para empezar a bailar suavemente y
diciéndole que solo se dejara llevar.-

La rubia observaba desde un rincón con una copa de vino en la mano, estaba feliz de tener ahí a su
amada, se veía tan hermosa y le encantaba que todos la admiraran, su porte, su altura y su belleza la
hacían verse tan imponente.

Tan absorta estaba admirándola que no sintió cuando Albert se colocó junto a ella.

-¡Felicidades! Transformaste a la india en una mujer de sociedad y nadie sospecha que es ¡una
Comanche! -Ella lo miró secamente- Y ¿puedes bailar conmigo o no te da permiso la india, porque he
visto que has rechazado a todos o debo pensar que estabas esperando a que yo viniera por ti.
-No bailo porque no quiero Albert y por favor aléjate ya estas borracho. -Quiso alejarse pero la tomó de
un brazo y se acercó a su oído.

-A mi no me vas a despreciar ¿¡esta claro!? No lo voy a permitir. -Celeste quien bailaba veía la escena
con preocupación y pendiente de que la rubia no tuviera problemas.-

-Alber ya hablamos... tu no me amas... lo escuché, soy un capricho para ti y lo he sabido desde hace
tiempo, ahora tu orgullo te hace reaccionar así... por favor entiéndelo yo no soy tu felicidad ni podré
hacerte feliz, si nos casamos solo destrozaríamos nuestras vidas y vamos a terminar odiándonos.

-Es que no me diste la oportunidad de demostrarte que yo estaba equivocado y que...

-Y quieres que me case contigo no amándote, quieres tener junto a ti por capricho a una mujer que
jamás te podrá entregar su corazón... Albert tu no eres así, solo recapacita y entiéndelo.

-La quieres a ella... ¿no es cierto?... ¿estas enamorada de ella? -Jenny bajó la vista y no habló.- Esta bien
ya entendí que no podré convencerte, me iré mañana de aquí y no volverás a saber de mi. -Sin decir más
se alejó y se fue a la barra por otra copa de licor, ya no era necesario decir más y tampoco hacer un
escándalo, los padres de Jenny no se merecían un espectáculo que echaría a perder su fiesta.-

Había concluido la pieza de baile y Celeste se acercó a la rubia un poco preocupada.

-¿Te hizo daño? -Jenny vio con ternura esos ojos tan azules de preocupación y sonrió por tenerla ahí en
esa fiesta junto a ella, sintió ganas de abrazarla, significaba mucho que Celeste hubiera aceptado estar
con ella y vestirse con ropa que no estaba acostumbrada "cuando haces cosas que nunca habías hecho
por el ser amado es que estas enamorada" le había dicho en alguna ocasión la nana y se llenó de
satisfacción al pensar que era correspondida. Le tomó la mano y la jaló hacia la salida de la casa,
caminaron por el jardín a la parte trasera de la mansión.

-No me hizo daño amor, creo que ya entendió que te amo -la abrazó.- Ahora quiero bailar contigo aquí
-Celeste acarició su rostro mirando esos ojos verdes que tantas veces la derretían.- Te amo -Jenny se
acercó para rosar sus labios primero y luego profundizar el beso. Se abrazaron y empezaron a moverse
al ritmo de la música romántica que se escuchaba hasta el jardín, ahí bajo el manto de estrellas y la luna
llena volvieron a jurarse amor.-

Nunca se dieron cuenta que la nana las miraba desde una ventana, estaba a la expectativa por si alguien
las pudiera descubrir y sonreía al verlas tan contentas, quería guardar esa imagen porque no sabía
cuando las volvería a ver.

Ahora venía lo peor, lo más difícil para ambas porque Celeste no cabía en el mundo de Jenny ni
viceversa, eran tan diferentes sus costumbres pero a ellas parecía no importarles eso, ¿estaban tan
seguras de su cariño y su amor como para superar cualquier barrera?... Solo el tiempo tenía la última
palabra.

*****

Ya amanecía cuando la morena trato de estirarse, la cabeza rubia descansaba sobre su pecho y para no
despertarla la abrazó más, olía tan bien, sintió la mano de Jenny sobre su cintura desnuda y recordó
como había terminado la noche, nunca regresaron al baile, se escabulleron a la recámara, en donde se
habían vuelto a amar con pasión.

Celeste recordó como cariñosamente le quitó el vestido a la rubia al mismo tiempo que ella
desabrochaba el de la comanche, sus pieles se encontraron expuestas sentían el calor emanar de sus
pieles al juntarse, una vez en la cama se abrazaron no dejando espacio entre ellas.

Jenny aprisionó las caderas de la morena y las acercó hacia ella, restregándose al mismo tiempo en el
cuerpo de Celeste quien soltó un gemido de placer e intensificó el beso, para luego tomar el cuello de la
rubia.

Entrelazaron sus piernas mientras Jenny se colocaba sobre ella tallando su centro en el de la morena
quien sentía que su sangre se agolpaba en su cabeza, oleadas de placer corrían por su cuerpo al sentir el
líquido de la rubia sobre ella, quien se abrió a horcajadas para tener un mayor contacto entre sus sexos
y aceleró sus movimientos. Jenny gemía con pasión sintiendo las corrientes placenteras que recorrían su
cuerpo cada vez que su clítoris rozaba el de su amada, sus senos se tocaban. Celeste aceleró los
movimientos de su cadera marcando el ritmo que la rubia seguía jadeante, su pulso corría a mil por
hora, ambas estaban por llegar al máximo placer, dos movimientos mas y explotaron en un largo
orgasmo que provocó a la rubia sentarse sobre su amada pegándose con mas fuerza a Celeste, quien
como impulsada por un resorte también se incorporó y tomándola de la cadera la acercó mas a ella.
Jenny la abrazó disfrutando del orgasmo e intentado hacerlo mas intenso su mano buscó el sexo de la
morena e introdujo sus dedos, Celeste saltó y soltó un gemido de placer, mientras con su mano también
entró en el centro de Jenny, comenzaron a acariciarse nuevamente sin dejar de abrazarse, la rubia tomó
su boca para desbordar su pasión en un beso.

-Maas... amor quiero... sentirte.

Sin dejar de mover ella también su mano en el sexo de la morena llegaron a otro orgasmo que las
sacudió por completo, se abrazaron escuchando los fuertes latidos de sus propios corazones.

Abrazadas con sus cuerpos perlados de sudor, fueron calmando sus respiraciones...

La morena sonrió, tapó sus cuerpos desnudos con la sábana, la mañana estaba un poco fría y habían
dejado la ventana abierta, besó el cabello rubio y sonrió, quería tanto a esa pequeña mujer que le había
robado el corazón, observó el cuadro con su pintura enfrente de ellas, no cabía duda que su destino era
conocer y amar a Jenny, ahora todo giraba alrededor de ella y lo que le pidiera, pensó en su abuela que
nunca le creería que se había puesto un vestido y había convivido con los blancos como si fuera una de
ellos.

Oyó unos pequeños golpes en la puerta y su corazón se paralizó al ver girar la perilla, ¡se les había
olvidado cerrar con llave! Cerró los ojos y esperó lo peor, no podía aventar hacia un lado a la rubia que
todavía dormía, era demasiado tarde, así como la desnudez de ambas apenas cubiertas por la sábana.

Helen entró y pese a la sorpresa no hizo ningún ruido, se acercó y vio a su hija profundamente dormida
en los brazos de la morena, se veía tan tranquila, tan feliz, dio la vuelta para salir, mientras la morena
entreabría los ojos alcanzando a verla cerrando la puerta.

Oh Dios ahora si se van a complicar las cosas. Empezó a mover a la rubia.


-Amor despierta... Jenny -besaba su rostro.-

-Mmmm... así quiero despertar siempre... con tus besos...

-Pues yo espero que no así... ¡acaba de salir tu madre de la recámara!... olvidamos cerrar bien la puerta.

-¿¡Quéeee!? -se incorporó de golpe- ¿mi mamá entró? ¿Y qué te dijo?

-Pues no dijo nada, solo nos vio... pero no quiero ni imaginar todo lo que te va a decir... por lo menos
estamos cubiertas con la sábana o su grito se hubiera escuchado hasta mi aldea.

Jenny no dijo nada y se volvió a acurrucar en el cuerpo de la morena abrazándola.

-Bueno lo que sea que truene, no me voy a preocupar ni a romper este mágico momento.

Sorprendida y divertida Celeste la abrazo.

-¿Serás capaz de volver a dormirte?

-Mmmm si... yo estaba muy cómoda y soñando contigo. -Dándole pequeños besos en el pecho,
volvieron a caer profundamente dormidas por una hora más.

Pese a la desvelada de la fiesta, los padres de Jenny se habían levantado temprano. Doña Helen estaba
nerviosa porque su hija se iría ese día con la morena y temerosa de que hubiera escapado durante la
noche había entrado a la recámara, lo que vio la había sorprendido pero se tranquilizó cuando las vio
ahí.
Se había dado cuenta que su hija era feliz, no era precisamente lo que hubiera deseado para ella, pero
finalmente ya era mayor de edad y ahora tendría que apoyarla, sabía que para Charles sería difícil
aceptarlo.

Estaban terminando de desayunar comentando algunos detalles de la fiesta y lo bien que había salido
todo. Albert se había ido muy temprano sin despedirse de nadie y con rumbo a Inglaterra.

-Las chicas ¿no se han levantado Helen?... ya es tarde...

-No deben tardar...

-Por cierto que bonitas se veían anoche, fueron la sensación aunque no las ví bailar con nadie. ¿Sabes
que Celeste podría pasar muy bien como una chica blanca?... te fijaste... Nadie se dio cuenta de su
verdadero origen.

-Aja... si... es muy bonita.

-¿Qué te pasa?... estas pensativa.

-Char... estaba pensando... que no debemos hacer mas lío a la niña por su partida a la aldea de los
Comanches.

-¡Ah! Ya te pusiste de su parte con esa loca idea...

-Charles ella es mayor de edad y sabe lo que hace... déjala, si le prohibimos que se vaya mas se va a
encaprichar... de todas formas se irá, estará enojada y no vendrá a vernos... en cambio así tenemos la
oportunidad de que vea su error, que no le guste estar con incomodidades y se regrese. -Charles miraba
sorprendido a su esposa sin comprender como podía decir todo eso tan tranquilamente.-
-Mmm tiene sentido lo que dices pero los indios de otras tribus pueden volver a secuestrarla.

-Cariño... ¿y tu crees que Celeste lo va a permitir?... me duele decirlo pero creo que nuestra hija no
podría estar mejor defendida, que por ella.

-Y que sugieres, ¿que solo le demos la bendición? -Sonrió al hombre de su vida, pese a todo su esposo
tenía buenos sentimientos y siempre terminaba dejándose dominar por ella, nunca se había arrepentido
de oponerse a la decisión de sus padres de casarse con "un pobretón", sabía que era el amor de su vida
y por todo ese amor ahora comprendía a su hija.-

En ese momento las chicas hicieron acto de presencia en el comedor, saludaron alegremente, la rubia
besó a sus padres, sabía que venia un momento difícil: decirle a su padre que se marcharía con Celeste,
pero ahora más que nunca tenía la fuerza de enfrentar cualquier cosa. Dialogaron durante el desayuno
sobre detalles de la fiesta, hasta que el momento de tensión empezó a formarse con un largo silencio.

-Papá quiero hablar contigo... verás yo.

-Ya se lo que quieres decir hija... no vamos a oponernos a que te vayas.. sólo ten en cuenta que esta es
tu casa y que siempre estaremos esperándote. -La rubia se levantó y abrazo a su padre.-

-Dale las gracias a tu madre que intervino a favor tuyo... no se que le hiciste que esta de tu lado y contra
dos no puedo luchar. -Helen las observó y ambas se sonrojaron, Celeste se sentía incómoda y
descubierta ante los ojos de Helen.- ¿Pero vendrás hija? y ¿luego te quedarás un tiempo aquí? -insistió
el padre.-

-Si papá vendré... bueno ahora voy a preparar mis cosas, en realidad no necesito mucho pero si quiero
llevar algunas cosas. -Terminaron el desayuno y fueron a la recámara para hacer una pequeña maleta,
en donde la rubia quería meter todo.-

-¿Qué te parece si nos llevamos tu retrato para ponerlo en la cabaña de las montañas?
-No se... como tu digas, no me gusta mucho verme, pero si tu quieres esta bien...

-En ese momento entró doña Helen al cuarto, abrazó a su hija mientras unas lágrimas se asomaban en
sus ojos.

-¿Estas segura que quieres irte?

-Si mamá... yo creo, quiero escribir y ese lugar me inspira y me brinda paz... bueno es difícil... explicarlo.

-Ya se que la amas -ambas se paralizaron- no tienes que darme pretextos y si tu crees que vas a ser feliz,
te apoyo. -La rubia la vio agradeciéndole con la mirada su comprensión, intuyó que la Nana había
intercedido para que su madre tuviera esa actitud.-

-Gracias mamá... mmm no te pido que entiendas pero...

-Sabes que será difícil, tienes todo en contra hija... pero ojalá encuentres la felicidad que buscas -Doña
Helen se dirigió a Celeste y la abrazó.- Cuida a mi hija porque es mi tesoro.

-Si señora... siempre... la protegeré con mi vida.

Antes de partir las chicas decidieron recorrer el pueblo y pasaron al parque en donde se ponían los
puestos de ropa, comida y artesanías. Jenny jaló a la morena de la mano para llevarla al lugar donde
había comprado el cuadro, quería presentarle al pintor que había plasmado su belleza con solo verla una
vez. Llegaron y el propietario estaba tan concentrado en una pintura que no las vio.

-Hola ¿se acuerda de mí? -el volteó a verla- yo le compré el cuadro de una hermosa mujer india.
-¿Si es cierto pequeña cómo estas? -volvió a concentrarse en su pintura.-

-Muy bien... solo quería decirle que su musa es más hermosa en persona.

-¿Cómo? La conociste... pero...

-Si la conozco y es mi amiga -jalándola de la mano y poniéndola delante de él- Mira Celeste este señor es
el artista que te pintó -El hombre no lo podía creer tenía delante de sus ojos a la mujer que en una
ocasión solo vio por unos instantes, sus ojos estaban abiertos al máximo y totalmente sorprendido, veía
a la morena como si fuera una aparición.-

-Señorita... es un placer -le extendió la mano- es muy hermosa...

Celeste ya no lo escuchaba sus ojos se habían posado en una pintura y sin decir nada se acerco a verla
ignorando al hombre.

-¿Y esto?... ¿usted se pone a pintar a todas las mujeres que encuentra en su camino? -preguntó molesta
y miró fijamente al pintor que de momento se intimidó ante el azul de sus ojos tan penetrante.-

Jenny se acercó y sonrió.

-¡Vaya! nunca pensé que yo podría ser la inspiración de un artista.

El rostro de la rubia estaba plasmado como si estuviera mirando hacia un hermoso paisaje de mar que
hacia contraste con sus hermosos ojos verdes, los trazos perfectos de su rostro realzaban su belleza,
tenía el cabello largo tal como la había conocido el artista y su aire infantil en su sonrisa la hacían
parecer como un ángel.
Celeste estaba maravillada con la hermosa pintura pero estaba contrariada y los celos empezaron a
apoderarse de ella cuando dos jóvenes se acercaron también y empezaron a decirle piropos a la rubia
que ruborizada agradecía los elogios. Ellos hacían planes en comprar la pintura y decían que era un
privilegio conocer a la protagonista de la pintura sin dejar de alabar su belleza.

Celeste les daba la espalda, había escuchado todo y no iba a permitir que esos vaqueros se llevaran el
retrato del amor de su vida, sin mas lo descolgó y le dijo al propietario.

-¡Me lo llevo yo! Porque yo lo vi primero.

Los jóvenes vieron su fulminante mirada y la gran estatura de la mujer Comanche que se sintieron
intimidados, vestía uno de sus trajes de pantalón y camisa café que la hacían parecer más alta de lo que
ya era.

-Pero Celeste ¿estas segura? -Jenny sabía que la morena no tenía dinero y ella no llevaba mucho, había
sentido que se había molestado cuando vio la pintura y mas cuando los jóvenes le lanzaban piropos y se
sintió contenta porque la comanche se había puesto celosa.-

-¡Claro que estoy segura! ¡¡que diantres!! o ¿crees que no puedo pagarlo?

-Se... se lo obsequio- tartamudeaba el pintor al ver como los ojos se Celeste se habían oscurecido.-
Tómelo como... un tributo a la belleza de ambas... por fa... favor. -Los jóvenes se habían retirado
discretamente sin despedirse y respetando a la guerrera que no se veía nada amigable.-

-Esta bien, gracias -contestó Celeste.- Y te advierto que no quiero que nos vuelvas a pintar... búscate
otras... ¿entendido?

-Si... si Princesa -el pobre hombre se había puesto blanco del susto.-
-¡Celeste! Has asustado al señor -La morena ya le llevaba varios pasos adelante con su cuadro bajo el
brazo, con una sonrisa volteó a ver a la pequeña rubia que entre dientes se había despedido y trataba de
darle alcance.-

-¿Qué? -volteo a mirarla-

-No me lo puedo creer que hayas hecho eso... intimidaste al pintor, ¡Celeste!

-¿Y?... era lo menos que se merecía... ¿¡cómo se atreve a pintarte sin tu permiso!?... además me lo
regaló, yo no lo obligué - satisfecha con cara de niña regañada.-

-Ja... ¡eres terrible!

La morena le pasó un brazo por encima tomándola por los hombros y sin detener su paso.

-¿Tu crees que iba a permitir que esos idiotas se llevaran tu pintura?

-Ya vi que no y que cuando quieres algo lo logras... ¿siempre eres así Princesa Guerrera?

-Mmmm tengo muchas habilidades... ya lo sabes -rió satisfecha de haber logrado su objetivo.

Estaban en el momento de las despedidas, Jenny abrazaba a sus padres prometiendo que regresaría a
verlos en cuanto pudiera, Celeste esperaba montada en el caballo, ya había escuchado las miles de
recomendaciones de ambos progenitores de la rubia y el hermanito que se quejaba de no poder ir en
ese momento a conocer su aldea. Helen sabía que su hija no regresaría pronto, no sabía cuánto tiempo
estaría sin verla, no obstante el verla tan feliz le daba tranquilidad.

Un fuerte ruido de cascos de caballos llegando a la Hacienda rompieron con la tranquilidad del
momento, diez jinetes enmascarados entraron a todo galope mientras la familia y empleados miraban
sorprendidos, no dio tiempo de nada, cuando quisieron reaccionar los hombres ya disparaban sus
pistolas al aire y con un objetivo.

Celeste cayó pesadamente desde el caballo, Jenny corría hacia ella pero uno de los cuatreros la levantó
en el aire montándola con él, dispararon a dos empleados mas que sacaron rifles y balaceando las
ventanas de la casa se marcharon con la misma rapidez con la que entraron.

Gritos, llantos de Helen por su hija que veía como se la llevaban. Charles ya estaba junto a Celeste que
tenía un balazo en el hombro y que en ese momento reaccionaba con un gesto de dolor y tratando de
levantarse angustiada por Jenny.

La llevaron dentro de la casa para curarla, así como a los empleados heridos. De pronto todo fue un caos
en la hacienda, gritos de la servidumbre, fueron por el doctor, el alguacil y su gente que llegaron
rapidamente.

En unos minutos el doctor sacó la bala del hombro de Celeste terminando de curarla y ella ya se estaba
levantando, no haciendo caso a las recomendaciones del médico de reposar, tomó sus armas con una
mano y salió no pudiendo doña Helen detenerla.

Al escuchar los gritos de su esposa Charles corrió.

-¿Qué pasa?

-Celeste se va a buscar a Jenny y mira como esta de herida.

-Jovencita es una tontería lo que pretendes... las autoridades la van a encontrar, además estas débil.

-La voy a buscar y nadie me va a detener, voy a encontrar a esos malnacidos y los voy a destrozar
-Azorados por sus palabras, padres y criados la vieron montar a su caballo y salir a galope tendido.-
Con el caballo casi reventado llegó a su aldea alterada buscando a su padre y explicando lo que había
pasado, enseguida fue auxiliada con un grupo de guerreros que salieron nuevamente junto con ella
hacia la parte norte del pueblo y en donde presentía que se habían llevado a la rubia.

*****

Jenny despertó con un terrible dolor de cabeza y amarrada de pies y manos, estaba en un cuartucho de
madera y ahora recordaba lo que había pasado, todo fue muy rápido pero había alcanzado a ver que su
amada morena había sido baleada, una tremenda desesperación recorrió su cuerpo no saber que había
pasado con ella. Escuchaba voces de hombres que hablaban en el cuarto de al lado, oyó cascos de
caballos y la puerta se abrió.

La luz de golpe en su cara le impedía distinguir quien estaba frente a ella, hasta que se fue
acostumbrando su vista....

¡¡Albert!! No lo podía creer, ahí estaba con una sonrisa burlona. Jenny no podía expresar nada, estaba
amordazada y sus ojos destilaban odio hacia el joven ahora comprendía que era el autor de todo y de
haber baleado a Celeste.

-Como verás mi querida novia, no me conformé, serás mía a costa de lo que sea, ya lo fuiste una vez y
ahora será para siempre, vendrás conmigo a Inglaterra quieras o no, porque yo no seré objeto de burlas
ante mi familia y amigos. -Se agachó para quitarle la mordaza.-

-Eres un desgraciado Albert... ¿dónde esta Celeste? ¿Qué le hiciste?

-Ja ja ¿es lo único que te interesa? ¿La Princesa India? Pues no se que fue de ella ni me importa y espero
que ya este bien muerta porque uno de los hombres que contraté tenía órdenes de balacearla.

Con lágrimas en los ojos Jenny lo cuestionaba.


-¿Por qué? Albert... ¿no te das cuenta que así nunca te voy a querer?, así no son las cosas...

-Pues mis cosas son así... y no me interesa lo que pienses pero yo no voy a quedar en ridículo y
prepárate porque zarpamos para Inglaterra donde tendrás que casarte conmigo. - Y sin dejarla emitir
una palabra más, la volvió a amordazar.-

La rubia veía en los ojos del joven el odio y rabia contenida, como pudo creer que se iba a conformar tan
fácil. Uno de los cuatreros la levantó para ponerla en un carruaje y arrancaron con rumbo al pueblo en
donde se encontraba el embarcadero. Ahí el joven inglés ya tenía preparado todo para el viaje, tuvo
varios días para planear su ataque y contratar a la gente indicada para hacer ese "trabajo", ahora ya
tenía a Jenny en sus manos y llegaría hasta el final con su objetivo.

Mientras, Celeste acompañada por guerreros de su tribu habían cabalgado todo el día en busca del
rastro de la rubia, su desesperación por encontrarla le nublaba la mente por momentos y el solo el
hecho de imaginarse perderla le oprimía el corazón.

Sospechaba que Albert estaba atrás de todo eso, no podía haberse quedado tan tranquilo como para
dejarlas vivir en paz y ella se había confiado, no estuvo alerta y perdió la dimensión del problema, se
recriminaba ese error una y otra vez.

Llegaron a la cabaña donde dos horas antes había estado Jenny secuestrada y siguieron el rastro con
rumbo al puerto, se imaginó que se la llevaría en barco y tenía que llegar antes de que zarpara.

Dio un grito de guerra y le encajó las piernas a su caballo para apurarlo más en su loca carrera contra el
tiempo, tenía que alcanzar a Jenny, sentía que su vida se iba en ese barco y la angustia la atormentaba,
empezó a recordar todos los momentos vividos con su amada en los últimos meses y de tan solo pensar
que no la volvería a ver sintió un vacío en su alma. Recordó las palabras de su padre antes de salir de la
aldea. -¡¡No la sigas!! Déjala ir con lo suyos, debes entender que este no es su mundo, ni su lugar y
nunca será feliz.-
-¡¡No es cierto!! -Se repetía una y otra vez- ella es mi felicidad y yo la suya, tenemos que estar juntas o
nunca seremos felices... no es el lugar -se decía- somos nosotras y no me perdonaré nunca si la pierdo...
-Oh Dioses permítanme llegar, que la encuentre porque no podría vivir sin ella.-

Se vio el anillo con la esmeralda y apuro más al caballo.

El horario de salida del buque se había retrazado, Albert estaba nervioso, no se sabría tranquilo hasta
estar en marcha y ansiaba como nunca ya estar en el barco.

Habían desatado a Jenny y la llevaba del brazo, le había advertido no gritar ni tratar de escaparse o sería
peor. La rubia mantenía la calma pero veía hacia todos lados con disimulo, tenía la esperanza que
llegarían a rescatarla, que alguien la salvaría, no sabía que había pasado con Celeste pero su corazón le
decía que estaba viva. Con su mano derecha se tocó la medalla de Celeste que siempre cargaba en su
cuello y suspiró.

Para no llamar la atención, Albert encaminó a la rubia a un pequeño establecimiento de comida para
que pudieran esperar la salida del barco, ella no había querido comer nada y evitaba en todo momento
hablar con él, ya no valían sus suplicas.

En ese momento silbó el buque anunciando a los pasajeros que podían embarcar porque en algunos
minutos mas zarparían, la levantó de un jalón en el brazo pero solo pudieron caminar unos pasos, en el
marco de la puerta había una imponente figura que obstruía el paso.

-Si eres inteligente nos dejarás pasar, ella es mi prometida y no te conviene hacer un escándalo aquí...
eres una india que no tiene ninguna ventaja y fácilmente te puedo mandar a encerrar.

Celeste pudo ver a Jenny un poco atrás de Albert, con la mirada se dieron cuenta que estaban bien y
ahora venía la parte mas difícil enfrentar la situación a como diera lugar.

Una parte de Jenny se relajó, su morena estaba aparentemente bien y sabía que no se iría de ahí sin
luchar por ella.
-No estés tan seguro, secuestraste a Jenny en contra de su voluntad -alzando una ceja- y no creo que
ella quiera irse contigo o ¿es tu manera de "convencer" a una mujer para que te acepte en matrimonio?

-¡¡Oh claro!! tú tienes otros métodos ¿no es cierto?, pero no tengo tiempo de escucharlos, así que
quítate de la puerta porque nos vamos.

En ese momento se oyeron disparos afuera, caballos y gritos de gente que corría. Celeste se tiró al piso
justo en el momento que unas balas pasaban silbando cerca de su cabeza y se arrastró por la parte de
afuera, buscando con la mirada a los guerreros de su tribu, tenían órdenes de no intervenir para no
hacer escándalo, ¿pero que había pasado?

Después de varios minutos de disparos, los cuatreros que acompañaban a Albert fueron doblegados, el
alguacil apareció y entró al establecimiento.

-Suelte a la joven Mr. Albert ó queda detenido por secuestro.

-¡Quéee! Esta usted loco es mi prometida y nos vamos a Inglaterra -extrajo una pistola de su saco y le
apuntó a Jenny en la cabeza- Un paso más alguacil y será responsable de la muerte de mi novia, a un
lado porque nos vamos.

Empezó a tirar de ella para sacarla del lugar.

-Es mejor que la suelte joven, hay una denuncia de su familia por secuestro y no la puede llevar contra
su voluntad.

-¡Callese de una vez por todas Sherif de tercera!


Un golpe en su cabeza lo hizo soltar a Jenny pero no para derribarlo se volteó para disparar a su
atacante, pero Celeste había sido más rápida y ya había desaparecido, regresó nuevamente para tomar
a Jenny pero el alguacil ya la estaba tomando de un brazo sin pensarlo Albert le disparó y una lluvia de
balas rociaron su cuerpo, la gente del alguacil que estaba a la expectativa había reaccionado en cuanto
vieron a su jefe en peligro de ser acribillado y quien solo había recibido un rozón en el brazo derecho.

Albert agonizaba cuando Jenny se acercó con lágrimas en los ojos, muy a su pesar no quería que las
cosas hubieran terminado así, el joven ya no pudo decir nada cuando dejó de respirar.

Jenny levantó la cara en cuando vio que le ofrecían una mano, su rostro se iluminó al ver al amor de su
vida, se levantó y se abrazaron.

-¡Te extrañe Jenny! No sabes que angustia he vivido al no saber de ti -le dijo en el oído y se derrumbó
encima de ella, había cabalgado con fiebre por la herida de bala y ahora que sus emociones se habían
juntado, las pocas fuerzas que le quedaban después de la cansada cabalgata se habían esfumado.-

Jenny la agarró como pudo, siendo auxiliada por el alguacil y uno de los guerreros comanches, se abrazó
con fuerza a ella.

Dos días después Celeste recobraba el conocimiento, había pasado la fiebre y el delirio porque su herida
se había infectado, sintió los ojos muy pesados para abrirlos y pestañeo varias veces, una mano acaricio
su mejilla y sonrió al percibir el olor a flores de Jenny.

-Hola bella durmiente... -le besó la mano- ya me tenías preocupada... cariño como es posible que hayas
cabalgado tanto con una herida así, ¿sabes que pudiste morir?

-No me sermonees... don... ¿dónde estamos? -Celeste trataba de tener los ojos abiertos pero su
debilidad todavía se lo impedía.-
-Estamos en tu casa y en tu aldea, te trajimos en cuanto te desmayaste para curarte, fui a mi casa para
ver a mis padres y regresé para cuidarte, esperar a que despertaras y no separarme de ti... la abuela ha
estado curando tu herida... -la abrazó con ternura y le dio un beso en la mejilla.-

Celeste sonrió.

-Gracias por estar conmigo, no habría podido tener mejor despertar... como esta todo, tu familia...

-Todo bien, amor... no te preocupes y ahora tienes que comer si quieres sanar rápido.

En cuatro días más Celeste se había recuperado totalmente, ya caminaba, su herida estaba casi
completamente sana y se sentía la mujer mas feliz del mundo con su pequeña rubia junto a ella.

Habían platicado mucho sobre donde vivir y habían decidido irse a la cabaña de Celeste en donde
vivirían por siempre. Regresarían cada seis meses para visitar a sus familias.

Una tarde emprendieron el viaje hacia su felicidad, la abuela las despidió con un beso en la frente a cada
una y vio como en el atardecer se perdían dos figuras a caballo. ¿Regresarían? Solo si ellas lo querían así,
sus espíritus aventureros estaban expuestos a cualquier cambio.

Caminaban tranquilamente abrazadas.

-Amor así no vamos a llegar pronto.

-Quiero disfrutar Jenny... el camino, el aire, a ti... no puedo creer que estés conmigo y rumbo a nuestro
hogar... tengo miedo que te arrepientas, que te aburras de esta vida sin comodidades...
-Shhh Princesa, no podría aburrirme nunca contigo, pero podríamos estar siempre viajando ¿no crees?
Venir mas seguido a tu aldea, a mi casa y... no te lo dije pero algún día te llevaré a Inglaterra para que
conozcas como es mi país.

-¿En serio?... quieres que vaya a...

-Solo si tu lo quieres, es otra vida, es otro mundo, pero también nadie nos conoce y no habrá nadie que
nos juzgue.

-Tal vez mi pequeña "Cabello de Sol"... sabes que solo tienes que pedirlo y estaré donde tu quieras.

-Y yo siempre donde tu estés.

Se besaron felices y satisfechas de sentir que cualquier lugar en donde decidieran vivir, serían siempre
ellas dos por siempre unidas.

FIN

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NOTA: Espero les haya gustado esta historia y que si tienen algún comentario me lo digan. Gracias a
todos los bardos que hacen fics, pues por todo lo que han escrito me motivaron a realizar este mi primer
escrito relacionado con nuestras heroínas favoritas ¡Sean Felices!. Cualquier crítica la aceptare gustosa
a: vrieta_14@hotmail.com

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