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CONSTITUCION APOSTOLICA

“DIVINAE CONSORTIUM NATURAE”


sobre el sacramento de la Confirmación*

PABLO OBISPO

Siervo de los siervos de Dios


en memoria perpetua de este acto

Vida natural y vida sobrenatural

La participación de la naturaleza divina que los hombres reciben como


don mediante la gracia de Cristo tiene cierta analogía con el origen, el
crecimiento y el sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos
en el Bautismo se fortalecen con el sacramento de la Confirmación y,
finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida
eterna, y así, por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana,
reciben cada vez con más abundancia los tesoros de la vida divina y avan­
zan hacia la perfección de la caridad. Con toda razón han sido escritas las
siguientes palabras: “Se lava la carne para que se purifique el alma; se unge
la carne para que se consagre el alma; se marca la carne para que también
sea protegida el alma; se somete la carne a la imposición de la mano para
que también el alma sea iluminada por el Espíritu; se alimenta la carne con
el Cuerpo y Sangre de Cristo para que también el alma se sacie de Dios.” 1
El Concilio ecuménico Vaticano II, consciente de su responsabilidad
pastoral, ha puesto particular cuidado y atención en estos sacramentos de
la iniciación, prescribiendo que sus ritos respectivos fuesen oportunamente
revisados y así se adapten mejor a la comprensión de los fieles. Habiendo
entrado ya en vigor el Ritual del bautismo de niños, renovado según lo
dispuesto por el mismo Concilio ecuménico y publicado por nuestro man­
dato, se ha creído conveniente publicar ahora el Rito de la Confirmación,
para que de esta forma quede más clara la unidad de la iniciación cristiana.

* Texto tomado del “ E n c h ir id io n ” (Documentación Litúrgica Posconciliar). Editorial “Re­


gina” 1992, (pp. 484-489, nn. 1668-1678).

1. T e r t u l ia n o , De resurrectione mortuorum, 8, 3: COL 2, p. 931.


10 RITUAL PARA LA CONFIRM ACION

Conexión de la Confirmación con todo el ciclo


de la iniciación cristiana

En el curso de estos años se ha dedicado realmente un enorme y


cuidadoso trabajo a la revisión de las modalidades de la celebración de este
sacramento; la intención ha sido, obviamente, la de procurar poner más en
claro la íntima conexión de este sacramento con todo el ciclo de la iniciación
cristiana.2Ahora bien, el vínculo que une la Confirmación con los demás
sacramentos del mismo ciclo no se pone suficientemente de manifiesto por
el solo hecho de que los ritos estén más coordinados entre sí, sino también
por el gesto y las palabras con los que se confiere la Confirmación. De esta
forma se conseguirá que los ritos y las palabras de este sacramento "expre­
sen con mayor claridad las cosas santas que significan y, en lo posible, el
pueblo cristiano pueda comprenderlas fácilmente y participar en ellas por
medio de una celebración plena, activa y comunitaria”.3
Para conseguir esto, hemos querido que en este trabajo de revisión se
incluyesen también aquellos elementos que pertenecen a la esencia misma
del rito de la Confirmación, por el cual los fieles reciben el Espíritu como
Don.

El Espíritu Santo y la misión de Cristo

El Nuevo Testamento deja bien claro en qué modo el Espíritu Santo


asistía a Cristo en el cumplimiento de su función mesiánica. Jesús, en
efecto, después de haber recibido el bautismo de Juan, vio descender sobre
sí el Espíritu Santo,4que permaneció sobre él.5 Fue también impulsado por
el mismo Espíritu, confortado con su presencia y ayuda, al dar comienzo
públicamente el ministerio mesiánico. Cuando Jesús impartía sus saluda­
bles enseñanzas al pueblo de Nazaret, dio a entender con sus palabras que
era a él a quien se refería el oráculo de Isaías: “El Espíritu del Señor está
sobre mí”.6
Prometió además a sus discípulos que el Espíritu Santo les ayudaría
también a ellos, infundiéndoles aliento para dar testimonio de la fe, incluso
delante de sus perseguidores.7 La víspera de su pasión aseguró a los Após­
toles que enviaría de parte del Padre el Espíritu de verdad,8 el cual "estaría
siempre con ellos”9 y les ayudaría eficazmente a dar testimonio de sí mis­

2. Cfr Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada litur­
gia, núm. 71.
3. Ibid., núm. 21.
4. Cfr Me 1, 10.
5. Cfr Jn 1, 32.
6. Cfr Le 4, 17-21.
7. Cfr Le 12, 12.
8. Cfr Jn 15, 26.
9. Jn 14, 16.
CONSTITUCION APOSTO LICA 11

m o.10 Finalmente, después de la Resurrección, Cristo prometió la inminen­


te venida del Espíritu Santo: “Cuando el Espíritu Santo descienda sobre
ustedes, los llenará de fortaleza y serán mis testigos”.11

Pentecostés
La transmisión del don mediante la imposición de manos

El día de la fiesta de Pentecostés, el Espíritu Santo descendió realmen­


te, de un modo extraordinario, sobre los Apóstoles reunidos con María,
Madre de Jesús, y con los demás discípulos: quedaron tan llenos de él,12
que, inflamados por el soplo divino, comenzaron a proclamar las maravillas
de Dios. Pedro declaró además que el Espíritu que descendió así sobre los
Apóstoles era el don de los tiempos mesiánicos.13 Fueron entonces bauti­
zados los que habían creído en la predicación apostólica, y recibieron ellos
también “el don del Espíritu Santo".14 Desde aquel tiempo, los Apóstoles,
en cumplimiento de la voluntad de Cristo, comunicaban a los neófitos,
mediante la imposición de manos, el don del.Espíritu Santo, destinado a
completar la gracia del B au tism o^ Esto explica por qué en la Carta a los
Hebreos se recuerda, entre los primeros elementos de la formación cristia­
na, la doctrina del Bautismo y de la imposición de manos.16 Es esta impo­
sición de manos la que ha sido con toda razón considerada por la tradición
católica como el primitivo origen del sacramento de la Confirmación, el cual
perpetúa, en cierto modo, en la Iglesia la gracia de Pentecostés.

Bautismo, Confirmación, Eucaristía

De todo esto aparece clara la importancia peculiar de la Confirmación


respecto a la iniciación sacramental, por la cual “los fieles, como miembros
de Cristo viviente, son incorporados y asemejados a él por el Bautismo, por
la Confirmación y por la Eucaristía”.17 En el Bautismo, los neófitos reciben
el perdón de los pecados, la adopción de hijos de Dios y el carácter de
Cristo, por el cual quedan agregados a la Iglesia y se hacen partícipes
inicialmente del sacerdocio de su Salvador.18 Con el sacramento de la Con­
firmación los renacidos en el Bautismo reciben el don inefable, el mismo

10. Cfr Jn 15, 26.


11. Hech 1, 8; Cfr Le 24, 49.
12. Cfr Hech 2, 4.
13. Cfr Hech 2, 17-18.
14. Hech 2, 38.
15. Cfr Hech 8, 15-17; 19, 5ss.
16. Cfr Hb 6, 2.
17. Concillo Vaticano II, Decreto Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia,
núm. 36.
18. Cfr 1 Pedro 2, 5. 9.
12 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Espíritu Santo, por el cual “se enriquecen con una fortaleza especial”19 y,
marcados por el carácter del mismo sacramento, “se vinculan más estre­
chamente a la Iglesia”,20 y “se obligan con mayor compromiso a difundir y
defender la fe, con su palabra y sus obras, como verdaderos testigos de
Cristo”.21 Finalmente, la Confirmación está tan vinculada con la Eucaris­
tía22 que los fieles, marcados ya por el Bautismo y la Confirmación, son
injertados de manera plena en el Cuerpo de Cristo mediante la participa­
ción de la Eucaristía.23

Ritos diversos para conferir el don del Espíritu Santo

Ya desde los primeros tiempos, el don del Espíritu Santo era conferido
en la Iglesia con diversos ritos. Estos han ido sufriendo, tanto en Oriente
como en Occidente, múltiples modificaciones, pero han conservado siempre
el significado de la comunicación del Espíritu Santo.
En muchos ritos de Oriente parece que, ya antiguamente, prevaleció
para la comunicación del Espíritu Santo el rito de la crismación, el cual no
se distinguía aún claramente del Bautismo.24 Tal rito conserva todavía hoy
su vigor en la mayor parte de las Iglesias orientales.
En Occidente se encuentran testimonios muy antiguos sobre aquella
parte de la iniciación cristiana, en la que más tarde se ha reconocido
claramente el sacramento de la Confirmación. Efectivamente, después de
la ablución bautismal y antes de recibir el alimento eucarístico, se indican
otros gestos a realizar como la unción, la imposición de la mano y la
consignatio,25 los cuales se hallan contenidos tanto en los documentos
litúrgicos26 como en muchos testimonios de los Padres. Desde entonces, y
a lo largo de los siglos surgieron discusiones y dudas acerca de los elemen­
tos indispensables a la esencia del rito de la Confirmación.

19. Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, núm.
11.
20. Ibid., núm. 11.
21. Ibid., núm. 11; Cfr Decreto Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia,
núm. 11.
22. Cfr Concilio Vaticano II, Decreto Presbyterorum ordinis, sobre el ministerio y vida de
los presbíteros, núm. 5.
23. Cfr Ibid., núm. 5.
24. C f r O r íg e n e s , De Principiis, I, 3, 2: G C S 22, 49s.; Commentarius in Epistolam ad Ro­
manos, v , 8: PG 14, 1038; S . C ir il o d e J e r u s a l é n , Catecheses, XVI, 26; XXI, 1-7; PG 33, 956;
1088-1093.
25. Cfr T e r t u l ia n o , De Baptismo, 7-8: CCL 1, 282s.; B B o t t e , La tradition apostolique de
saint Hippolyte (“Liturgiewlssenschaftliche Quellen und Forschungen” 39). Múnster de Westfa-
lia 1963, pp. 52-54; S. A m b r o s io , De Sacramentis, II, 24; III, 2, 8; VI, 2, 9: CSEL 73, 36, 42, 74-
75; De Mysteriis, VII, 42: ibid., 106.
26. Liber Sacramentorum Romanae Aeclesiae Ordinis Anni Circuli, edic. L. C. Mohlberg
("Rerum Ecclesiasticarum Documenta", Fontes IV), Roma 1960, p. 75; Das Sacramentarium
Gregorianum nach dem Aachener Urexemplar, edic. H. Lietzmann (“Llturgiegeschichtliche Que­
llen” 3), Múnster de Westfalia 1921, pp. 53s.; Liber Ordinum, edic. M. Férotin “Monumenta Eccle-
siae Litúrgica” V), París 1904, pp. 33s.; Missale Gallicanum Vetus, edic. L. C. Mohlberg (“Rerum
CONSTITUCION APOSTOLICA 13

Es oportuno recordar, por lo menos, algunos de aquellos testimonios


que, desde el siglo XIII, contribuyeron no poco en los Concilios ecuménicos
y en los documentos de los Sumos Pontífices a ilustrar la importancia de
la crismación, sin olvidar por eso la imposición de las manos.

Importancia de la crismación
Inocencio III, nuestro predecesor, escribió: “Con la crismación en la
frente se designa la imposición de la mano, que también se llama Confir­
mación, ya que, por medio de ella, se da el Espíritu Santo para el crecimien­
to y robustecimiento”.27
Otro predecesor nuestro, Inocencio IV, recuerda que los Apóstoles
comunicaban el Espíritu Santo ”con la imposición de la mano, representa­
da por la Confirmación o la crismación en la frente”.28 En la Profesión de
fe del emperador Miguel Paleólogo, leída en el segundo Concilio de Lyon, se
hace mención del sacramento de la Confirmación “que los obispos confie­
ren mediante la imposición de las manos, ungiendo con el crisma a los
bautizados”.29 El Decreto Pro Armenis, del Concilio de Florencia, afirma que
“la materia del sacramento de la Confirmación es el crisma, confeccionado
con aceite... y bálsamos”,30 y citando las palabras de los Hechos de los
Apóstoles que se refieren a Pedro y Juan, los cuales confirieron el Espíritu
Santo con la imposición de las manos,31 añade: “En lugar, pues, de aquella
imposición de la mano, en la Iglesia se da la Confirmación”.32 El Concilio
de Trento, aunque de ninguna manera intenta definir el rito esencial de la
Confirmación, sin embargo, lo designa con el solo nombre de sagrado cris­
ma de la Confirmación.33 Benedicto XIV declaró: “Por lo tanto, hay que
afirmar esto, que está fuera de discusión: que en la Iglesia latina se confiere
el sacramento de la Confirmación usando el sagrado crisma, o sea, aceite

Ecclesiasticarum Documenta", Fontes III), Roma 1958, p. 42; Missale Gothicum, edlc. L C. Mohl-
berg (“Rerum Ecclesiasticarum Documenta”, Fontes V), Roma 1961, p. 67; C. Vogel-R. Elze, Le
Pontifical Romano-Germanique du dixiéme siécle, Le Texte, II (“Studi e Testi”, 227), Ciudad del
Vaticano 1963, p. 109; M-Andrieu. Le Pontifical Romain au Moyen-Áge, t. 1, Le Pontifical Romain
duX IIe siécle (“Studi e Testi” 86). Ciudad del Vaticano 1938, pp. 247s. y 289; t. 2, Le Pontifical de
la Curie Romaine au XlIIe siécle (“Studi e Testi” 87), Ciudad del Vaticano 1940, pp. 452s.
27. Carta Cum venisset: PL 215, 285. La profesión de fe impuesta por el mismo Pontífice a
los valdenses incluye estas palabras: “Admitimos que hay que aceptar como algo santo y venera­
ble la confirmación hecha por el Obispo, esto es, la imposición de las manos”: PL 215, 1511.
28. Carta Sub Catholicae professione: M a n s i , Conc. Coll., t. 23, 579.
29. M a n s i , Conc. Coll., t. 24, 71.
30. Epistolae Pontijiciae ad. Concilium Fíorentinum spectantes: edic. G. Hofmann, Concilium
Florentinum, vol. I, serie A, parte II, Roma 1944, p. 128.
31. Cfr Hech 8, 17.
32. Epistolae Pontijiciae ad Concilium Fíorentinum spectantes: edic. G. Hofmann, Concilium
Fíorentinum, vol. I, serie A, parte II, Roma 1944, p. 129.
33. Cfr Concilii Tridentini Actorumpars altera: edic. S. Ehses, Concilium Tridentinum, V, act.
II, Friburgo de Brisgovia 1911, p. 996.
14 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

de oliva mezclado con bálsamo y bendecido por el obispo y haciendo el


ministro la señal de la cruz en la frente del confirmando mientras el mismo
ministro pronuncia las palabras de la forma”.34
Muchos teólogos, teniendo en cuenta estas declaraciones y tradicio­
nes, sostuvieron que para la administración válida de la Confirmación se
requería solamente la unción del crisma, hecha en la frente con la impo­
sición de la mano; sin embargo, en los ritos de la Iglesia latina se prescribía
siempre la imposición de las manos antes de la unción de los confirmandos.

La fórmula sacramental

Respecto a las palabras del rito con que se comunica el Espíritu Santo,
hay que advertir que, ya en la naciente Iglesia, Pedro y Juan, al terminar
la iniciación de los bautizados en Samaria, oraron por ellos para que reci­
biesen el Espíritu Santo, y después impusieron las manos sobre ellos.35 En
Oriente, durante los siglos IV y V, aparecen en el rito de la crismación los
primeros indicios de las palabras: signaculum doni Spirítus Sancti.36 Bien
pronto tales palabras fueron recibidas por la Iglesia de Constantinopla y
son empleadas todavía por las Iglesias de rito bizantino.
En Occidente, al contrario, las palabras de este rito, que completa el
Bautismo, hasta los siglos XII y XIII no estaban claramente determinadas.
Pero en el Pontifical Romano del siglo XII aparece por primera vez la fór­
mula que después se hizo común: “Yo te marco con el signo de la cruz y te
confirmo con el crisma de salvación. En el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo”.37

La crismación ocupa el primer puesto en la administración


de la Confirmación

Está claro, por todo lo que hemos recordado, que en la administración


de la Confirmación en Oriente y en Occidente, aunque de modo diverso, el
primer puesto lo ocupó la crismación, que representa de alguna manera la
imposición de las manos usada por los Apóstoles. Y dado que aquella
unción con el crisma significa convenientemente la unción espiritual del
Espíritu Santo que se da a los fieles, Nos queremos confirmar su existencia
e importancia.

34. Carta Ex quo primum tempore, 52: Benedlcti XTV... Bullarium, t. III, Prato 1847, p.
320.
35. Cfr Hech 8, 15-17.
36. S. C ir ilo d e J e r u s a l é n , Catecheses, XVIII, 33: PG 33, 1056; A s t e r io , Obispo de Ama-
sea, In parabolam de filio prodigo, en “Photti Bibliotheca”, Cod. 271: PG 104, 213. Cfr también
Epístola cuiusdam Patriarchae Constantinopolitani ad Martyrium Episcopum Antiochenum: PG
119, 900.
37. M. A n d r ie u , Le Pontifical Romain au Moyen-Áge, t. 1, Le Pontifical Romain du Xlle
siécle ( “Studi e Testi” 86), Ciudad del Vaticano 1938, p. 247.
CONSTITUCION APOSTOLICA 15

Acerca de las palabras que se pronuncian en el acto de la crismación,


hemos apreciado en su justo valor la dignidad de la venerable fórmula
usada en la Iglesia latina; sin embargo, creemos que a ella se debe preferir
la fórmula antiquísima, propia del rito bizantino, con la que se expresa el
don del mismo Espíritu Santo y se recuerda la efusión del Espíritu en el día
de Pentecostés.38 En consecuencia, adoptamos esta fórmula traducida casi
literalmente.

Esencia del sacramento de la Confirmación

Por lo tanto, a fin de que la revisión del rito de la Confirmación tam­


bién comprenda oportunamente la esencia misma del rito del sacramento,
con nuestra suprema Autoridad Apostólica decretamos y establecemos que,
en adelante, sea observado en la Iglesia latina cuanto sigue:

E l sacram ento de la C o n f ir m a c ió n s e c o n f ie r e m e d ia n t e l a u n c ió n d e l c r is m a

EN LA FRENTE, QUE SE HACE CON LA IMPOSICIÓN DE LA MANO, Y MEDIANTE LAS PALABRAS:


“A c c ip e s ig n a c u l u m D oni S p ir it u s S a n c t i ( R e c ib e po r esta señal el D on del E s­

p ír it u S anto)” ,

Sin embargo, la imposición de las manos sobre los elegidos, que se


realiza con la oración prescrita antes de la crismación, aunque no pertene­
ce a la esencia del rito sacramental, hay que tenerla en gran consideración,
ya que forma parte de la perfecta integridad del mismo rito y favorece la
mejor comprensión del sacramento. Está claro que esta primera imposición
de las manos, que precede, se diferencia de la imposición de la mano con
la cual se realiza la unción crismal en la frente.

La promulgación y la entrada en vigor del nuevo rito

Establecidos y declarados todos estos elementos referentes al rito


esencial del sacramento de la Confirmación, aprobamos también, con nuestra
Autoridad Apostólica, el Ritual del mismo sacramento revisado por la Sa­
grada Congregación para el Culto divino, después de consultar a las Sagra­
das Congregaciones para la Doctrina de la Fe, para la Disciplina de los
Sacramentos y para la Evangelización de los Pueblos, en todo lo que atañe
a materia de su competencia.
La edición latina del Ritual, que contiene el nuevo rito, entrará en vigor
apenas sea publicado; mientras que las ediciones en lengua vulgar, prepa­
radas por las Conferencias Episcopales y confirmadas por la Santa Sede,
entrarán en vigor a partir del día que sea establecido por cada Conferencia;
el antiguo Ritual podrá ser usado hasta finalizar el año 1972. Sin embargo,

38. C fr H ech 2, 1-4. 38.


16 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

a partir del 1® de enero de 1973 deberá ser usado solamente el nuevo


Ritual.

Todo lo que hemos establecido y prescrito queremos que tenga, ahora


y en el futuro, pleno vigor en la Iglesia latina; sin que obsten, aunque
hubiese lugar, las Constituciones y Normas apostólicas dadas por nuestros
predecesores y demás disposiciones, incluso dignas de especial mención.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 15 de agosto, festividad de la
Asunción de la Santísima Virgen María, del año 1971, IX de nuestro pon­
tificado.

P ablo PP. VI
OBSERVACIONES PREVIAS
I. I m p o r t a n c ia de la C o n f ir m a c ió n

La Confirmación en la iniciación

1. Los bautizados avanzan por el camino de la iniciación cristiana por


medio del sacramento de la Confirmación, por el que reciben la efusión del
Espíritu Santo, que fue enviado por el Señor sobre los Apóstoles en el día
de Pentecostés.

El don del Espíritu

2. Por esta donación del Espíritu Santo los fieles se configuran más
perfectamente con Cristo y se fortalecen con su poder para dar testimonio
de Cristo y edificar su Cuerpo en la fe y la caridad. El carácter o el signo
del Señor queda impreso de tal modo, que el sacramento de la Confirma­
ción no puede repetirse.

II. F u n c io n e s y m in is t e r io s e n l a c e l e b r a c ió n de la C o n f ir m a c ió n

Función del pueblo de Dios y de los pastores

3. Al pueblo de Dios le corresponde principalmente preparar a los bau­


tizados para recibir el sacramento de la Confirmación. Y los pastores deben
procurar que todos los bautizados lleguen a la plena iniciación cristiana,
y, por lo tanto, se preparen con todo cuidado para la Confirmación.
Los catecúmenos adultos, que han de recibir la Confirmación inmedia­
tamente después del Bautismo, gozarán de la ayuda de la comunidad cris­
tiana y principalmente de la formación que reciben durante el tiempo del
catecumenado y a la que contribuyen los catequistas, los padrinos y los
miembros de la Iglesia local, y también de la catequesis y de las celebra­
ciones rituales comunitarias. La organización de este mismo catecumenado
se adaptará oportunamente a los que, bautizados de niños, se acercan a la
Confirmación en edad adulta.

Papel de los padres

A los padres cristianos corresponde ordinariamente mostrarse solíci­


tos por la iniciación de los niños a la vida sacramental, bien formando en
ellos el espíritu de fe y aumentándoselo gradualmente, bien preparándolos
a una fructuosa recepción de los sacramentos de la Confirmación y de la
Eucaristía, siendo ayudados, oportunamente, por las instituciones que se
dedican a la formación catequística. Esta función de los padres se mani­
fiesta también por medio de su activa participación en la celebración de los
sacramentos.
18 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Celebración festiva y comunitaria

4. Se procurará que la acción sagrada sea festiva y solemne, pues ésta


es su significación para la Iglesia local; principalmente se obtendrá si todos
los candidatos se reúnen en una celebración común. Todo el pueblo de
Dios, representado por los familiares y amigos de los confirmandos y por
los miembros de la comunidad local, será invitado a participar en esta
celebración; y se esforzará en manifestar su fe con los frutos que ha pro­
ducido en ellos el Espíritu Santo.

El padrino

5. Según costumbre, a cada uno de los confirmandos lo asiste un padri­


no, que lo lleva a recibir el sacramento, lo presenta al ministro de la Con­
firmación para la unción sagrada y lo ayuda después a cumplir fielmente
las promesas del Bautismo, según el Espíritu Santo que ha recibido.
Teniendo en cuenta las circunstancias pastorales de hoy día, es con­
veniente que el padrino del Bautismo, si está presente, sea también el
padrino de la Confirmación. Así se manifiesta más claramente la unión
entre el Bautismo y la Confirmación, y se hace más eficaz el ministerio y
la misión del padrino.
Sin embargo, de ningún modo se excluye la facultad de elegir un
padrino propio de la Confirmación. También los mismos padres pueden
presentar a sus hijos. Al Ordinario del lugar le compete, teniendo en cuenta
las circunstancias locales, establecer el modo de proceder que se ha de
observar en su diócesis.

Dotes del padrino

6. Los pastores de almas procurarán que el padrino, elegido por el con­


firmando o por su familia, sea espiritualmente idóneo para el oficio que
recibe, y esté revestido de estas dotes:
a) tenga madurez suficiente para cumplir esta función;
b) pertenezca a la Iglesia Católica y esté iniciado en los tres sacra­
mentos: Bautismo, Confirmación y Eucaristía;
c) no esté impedido por el derecho a ejercer la función de padrino.

El ministro de la Confirmación

7. El ministro ordinario de la Confirmación es el obispo. Ordinariamente


el sacramento es administrado por él mismo, con lo cual se hace una
referencia más abierta a la primera efusión del Espíritu Santo en el día de
Pentecostés. Pues, después de que se llenaron del Espíritu Santo, los mis­
mos Apóstoles lo transmitieron a los fieles por medio de la imposición de
las manos. Así la recepción del Espíritu Santo por el ministerio del obispo
O BSERVACIO NES PREVIAS 19

demuestra más estrechamente el vínculo que une a los confirmados a la


Iglesia, y el mandato recibido de dar testimonio de Cristo entre los hom­
bres.
Además del obispo, por el mismo derecho tienen facultad de confir­
mar:
a) El prelado territorial y el abad territorial, el vicario apostólico y el
prefecto apostólico, el administrador apostólico y el administrador diocesano,
dentro de los límites de su territorio y durante su ministerio.
b) Respecto a la persona de que se trata, el presbítero que, por razón
de su oficio o por mandato del obispo diocesano, bautiza a quien ha sobre­
pasado la infancia, o admite a un adulto bautizado a la plena comunión de
la Iglesia.
c) Para los que se encuentren en peligro de muerte, el párroco, e
incluso cualquier presbítero.

Ministros “asociados”

8. El obispo diocesano debe administrar por sí mismo la Confirmación,


o cuidar de que la administre otro obispo; pero si la necesidad lo requiere,
puede conceder facultad a uno o varios presbíteros determinados, para que
administren este sacramento.
Por causa grave, como sucede algunas veces por razón del gran núme­
ro de confirmandos, el obispo, y asimismo el presbítero dotado de facultad
de confirmar por el derecho o por concesión de la autoridad competente,
pueden, en casos particulares, admitir a otros presbíteros, que administren
también el sacramento.
Se aconseja que se invite a aquellos presbíteros que:
a) O bien tengan un ministerio o cargo peculiar en la diócesis, a
saber: sean vicarios generales o episcopales, o arciprestes.
b) O bien sean párrocos del lugar en que se administra la Confirma­
ción, o párrocos del lugar al que pertenecen los confirmandos, o presbíteros
que han trabajado especialmente en la preparación catequética de los
confirmandos.

III. C e l e b r a c ió n del S acram ento

El signo sacramental

9. El sacramento de la Confirmación se confiere por la unción del crisma


en la frente, que se hace con la imposición de la mano, y por las palabras:
“N., recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo”.
La imposición de las manos, que se hace sobre los confirmandos con
la oración: “Dios todopoderoso...”, aunque no pertenece a la validez del
sacramento, tiene, sin embargo, gran importancia para la integridad del
rito y para una más plena comprensión del sacramento.
20 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Cuando algunos presbíteros acompañan al ministro principal en la


administración del sacramento, hacen al mismo tiempo que él la imposi­
ción de las manos sobre todos los candidatos, pero en silencio.

Doble significado del rito

Todo el rito tiene una doble significación. Por la imposición de las


manos sobre los confirmandos, hecha por el obispo y por los sacerdotes
concelebrantes, se actualiza el gesto bíblico, con el que se invoca el don del
Espíritu Santo de un modo muy acomodado a la comprensión del pueblo
cristiano. En la unción del crisma y en las palabras que la acompañan se
significa claramente el efecto del don del Espíritu Santo. El bautizado,
signado por la mano del obispo con el aceite aromático, recibe el carácter
indeleble, señal del Señor, al mismo tiempo que el don del Espíritu, que lo
configura más perfectamente con Cristo y le confiere la gracia de derramar
“el buen olor” entre los hombres.

10. El sagrado crisma es consagrado por el obispo en la Misa que ordina­


riamente se celebra el Jueves Santo con esta finalidad.

La edad de la Confirmación

1 1 . Los catecúmenos adultos y los niños que en edad de catequesis son


bautizados deben ser admitidos también en la misma celebración del Bau­
tismo, como siempre ha sido costumbre, a la Confirmación y a la Eucaris­
tía.
Si esto no puede hacerse, recibirán la Confirmación en otra celebra­
ción comunitaria (Cfr núm. 4). Del mismo modo en una celebración comu­
nitaria recibirán la Confirmación y la Eucaristía los adultos que, bautiza­
dos en la infancia, después han sido preparados oportunamente.
Por lo que se refiere a los niños, en la Iglesia latina la Confirmación
suele diferirse hasta alrededor de los siete años. No obstante, si existen
razones pastorales, especialmente si se quiere inculcar con más fuerza en
los fieles su plena adhesión a Cristo, el Señor, y la necesidad de dar tes­
timonio de él, las Conferencias Episcopales pueden determinar una edad
más idónea, de tal modo que el sacramento se confiera cuando los niños
son ya algo mayores y han recibido una conveniente formación.
En este caso tómense las debidas cautelas, para que, si se presentase
peligro de muerte o cualquier otra grave dificultad, los niños sean confir­
mados en su tiempo oportuno, incluso antes del uso de razón, para que no
se vean privados del bien del sacramento.

Preparación del sacramento


/

12. Para recibir la Confirmación se requiere estar bautizado. Además, si


el fiel tiene ya uso de razón, se requiere que esté en estado de gracia,
O BSERVACIO NES PREVIAS______________________________________________________________ 21

convenientemente instruido y dispuesto a renovar las promesas bautis­


males.
Corresponde a las Conferencias Episcopales determinar con más pre­
cisión con qué ayudas pastorales los candidatos, principalmente los niños,
han de ser preparados para la Confirmación.
En lo que se refiere a los adultos, manténganse los principios, opor­
tunamente adaptados, que están vigentes en cada una de las diócesis para
admitir a los catecúmenos al Bautismo y a la Eucaristía. Cuídese princi­
palmente que a la Confirmación preceda una catequesis adecuada y que se
facilite a los candidatos una convivencia eficaz y suficiente con la comuni­
dad cristiana y con cada uno de los fieles, para que reciban la ayuda
necesaria, de tal modo que los candidatos puedan adquirir la formación
adecuada para dar testimonio de vida cristiana y ejercer el apostolado; así
su deseo de participar en la Eucaristía podrá ser sincero.1
A veces, la preparación de un adulto bautizado para la Confirmación
coincide con su preparación para el matrimonio. Siempre que en estos
casos se prevea que no pueden cumplirse las condiciones que se requieren
para una fructuosa recepción de la Confirmación, el Ordinario del lugar
juzgará si es más oportuno retrasar la Confirmación para una fecha pos­
terior a la celebración del matrimonio.
Cuando se ha de administrar la Confirmación en peligro de muerte a
un fiel dotado de uso de razón, procúrese que, en la medida de lo posible,
se haga una conveniente preparación espiritual.

La Confirmación dentro de la Misa o fuera de ella

13 La Confirmación se tiene normalmente dentro de la Misa, para que se


manifieste más claramente la fundamental conexión de este sacramento
con toda la iniciación cristiana, que alcanza su culmen en la comunión del
Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Por esa razón, los confirmados participan
de la Eucaristía, que completa su iniciación cristiana.
En el caso de que los confirmandos sean niños que aún no han reci­
bido la Eucaristía y que en esta acción litúrgica no van a hacer la primera
Comunión, o cuando otros motivos particulares lo aconsejen, confiérase
fuera de la Misa. Cuando la Confirmación es administrada sin Misa, debe
preceder una celebración sagrada de la palabra de Dios.
Siempre que la Confirmación se confiera dentro de la Misa, es conve­
niente que el ministro de la Confirmación celebre la Misa, más aún, la
concelebre principalmente con los presbíteros que lo acompañan para la
administración del sacramento.
Si la Misa es celebrada por otro, es conveniente que el obispo presida
la Liturgia de la Palabra, haciendo todo lo que compete ordinariamente al
celebrante; al final de la Misa dará la bendición.

1. Cfr Observaciones previas de la Iniciación cristiana de adultos, núm. 19.


22 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Debe darse el mayor relieve a la celebración de la palabra de Dios, con


que comienza el rito de la Confirmación. De la escucha de la palabra de
Dios proviene la multiforme acción del Espíritu Santo sobre la Iglesia y
sobre cada uno de los bautizados o confirmandos, y se manifiesta la volun­
tad del Señor en la vida de los cristianos.
Debe darse gran importancia a la recitación de la oración dominical
(Padrenuestro), que hacen los confirmandos juntamente con el pueblo, ya
sea dentro de la Misa antes de la Comunión, ya fuera de la Misa antes de
la bendición, porque es el Espíritu el que ora en nosotros, y el cristiano en
el Espíritu dice: “Abbá, Padre”.

Inscripción de los confirmados

14. Deben inscribirse los nombres de los confirmados en el libro de con­


firmaciones de la Curia diocesana, dejando constancia del ministro, de los
padres y padrinos, y del lugar y día de la administración de la Confirma­
ción, o, donde lo mande la Conferencia de los obispos o el obispo diocesano,
en el libro que se guarda en el archivo parroquial; el párroco debe notifi­
carlo al párroco del lugar del Bautismo, para que se haga la anotación en
el libro de Bautismos, según manda el derecho.

Hacerlo saber al párroco

15. Si el párroco del lugar no ha estado presente, el ministro que ha


conferido la Confirmación, bien por sí mismo o bien por otro, se lo debe
hacer saber lo antes posible.

IV. A d a p t a c io n e s q u e p u e d e n h a c e r s e e n e l r it o de la C o n f ir m a c ió n

Los Rituales particulares

16. Compete a las Conferencias Episcopales, en virtud de la Constitución


sobre la sagrada liturgia,2 preparar en los Rituales particulares el rito de
la Confirmación que corresponda al rito de la Confirmación del Pontifical
Romano y se adapte a las necesidades de cada región, para que, reconocido
por la Sede Apostólica, se pueda usar en las regiones pertinentes.3

Circunstancias de los lugares y tradiciones de los pueblos

17. Teniendo en cuenta las circunstancias de los lugares y la idiosincrasia


y tradiciones de los pueblos, la Conferencia Episcopal considerará si es
oportuno:

2. Cfr Concillo Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada litur­
gia, núm. 63, b.
3. Cfr Observaciones generales de la Iniciación cristiana, núms. 30-33.
O BSERVA CIO N ES PREVIAS 23

a) Adaptar convenientemente las fórmulas de renovación de prome­


sas y de profesión de fe bautismal, bien sea proponiendo el mismo texto del
Ritual del Bautismo, bien acomodando las fórmulas para que respondan
mejor a la condición de los confirmandos.
b) Determinar otro modo para que el ministro dé la paz después de
la unción, ya sea a cada uno de los confirmados, ya a todos juntos.

El ministro podrá introducir algunas moniciones

18. El ministro podrá, en cada uno de los casos y teniendo en cuenta la


condición de los confirmandos, introducir en el rito algunas moniciones, y
acomodar oportunamente las ya existentes, por ejemplo, proponiéndolas en
forma dialogada, principalmente cuando se trata de niños, etc.
Cuando la Confirmación es administrada por un ministro extraordina­
rio, bien sea por concesión del derecho general, bien por un peculiar indul­
to de la Sede Apostólica, conviene que en la homilía recuerde que el obispo
es el ministro originario del sacramento, y explique la razón por la que el
derecho o la Sede Apostólica concede la facultad de confirmar a los pres­
bíteros.

V.. C o sas q ue h ay que preparar

Vestiduras, sedes y demás cosas

19. Para la administración de la Confirmación prepárense:


a) Las vestiduras sagradas requeridas para la celebración de la Misa,
tanto para el obispo como para los presbíteros que le ayudan -si los hay-
y concelebran, cuando la Confirmación es administrada dentro de la Misa;
si la Misa es celebrada por otro, conviene que el ministro de la Confirma­
ción y los presbíteros que lo acompañan en la administración del sacra­
mento participen en la Misa revestidos con los ornamentos prescriptos para
la Confirmación, es decir, alba, estola y, para el ministro de la Confirma­
ción, pluvial; estas vestiduras se utilizan también cuando la Confirmación
es administrada fuera de la Misa.
b) Sedes para el obispo y para los presbíteros que le ayudan.
c) Una vasija (o vasijas) con el sagrado crisma.
d) El Pontifical Romano o el Ritual.
e) Todo lo necesario para la celebración de la Misa y la Comunión
bajo las dos especies -si se distribuye de esta forma-, cuando la Confirma­
ción es administrada dentro de la Misa.
J) Lo necesario para lavarse las manos después de la unción de los
confirmandos.
CAPITULO I

CELEBRACION DE LA CONFIRMACION
DENTRO DE LA MISA

20. La Misa con los textos eucológicos propios de la Confirmación se dice


cuando en la misma celebración eucarística o inmediatamente antes o
después de ella, se confiere el sacramento de la Confirmación. Los textos
eucológicos se encuentran en el Misal Romano y al final de este Ritual.
Puede utilizarse cualquier día del año, fuera de los domingos de Ad­
viento, de Cuaresma y de Pascua, de las solemnidades, del Miércoles de
Ceniza y de la Semana Santa.
Color litúrgico rojo o blanco.

21. MONICION DE ENTRADA


Hermanos: Nos hemos reunido para celebrar la confirma­
ción de algunos miembros de nuestra comunidad de bauti­
zados. La confirmación es uno de los tres sacramentos de la
iniciación cristiana. El obispo, como representante princi­
pal de Jesucristo en la diócesis, preside esta asamblea, en
la cual el Espíritu Santo, que ya habita en el corazón de los
bautizados, se les infundirá con mayor plenitud, a fin de
hacerlos madurar y crecer como cristianos.

Renovemos nuestra fe en la presencia del Espíritu del Se­


ñor en medio de su asamblea, y dispongámonos a recibir,
tanto los que se han de confirmar, como los que ya lo esta­
mos, una nueva efusión de sus dones.
26 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

LITURGIA DE LA PALABRA

LECTURAS

22. La Liturgia de la Palabra se desarrolla según las normas comunes. Las


lecturas pueden tomarse, todas o en parte, de la Misa del día o del Leccionario
paira la celebración de la Confirmación (pp. 107).

ANTIGUO TESTAMENTO

1. Is 11, 1-4 (n. 93)


El espíritu del Señor se posará sobre él.
2. Is 42, 1-3 (n. 94)
Yo he puesto mi espíritu en mi siervo.
3. Is 61, 1-3. 6. 8-9 (n. 95)
El Señor me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva
a los pobres y a llenarlos con perfume de alegría.
4. Ez 36, 24-28 (n. 96)
Les infundiré un espíritu nuevo.
5. Joel 2, 23. 26-3, 1-3 (n. 97) (Hebr 2, 23; 3, 1-3)
Derramaré mi espíritu sobre mis siervos y siervas.

NUEVO TESTAMENTO

1. Hech 1, 3-8 (n. 98)


El Espíritu Santo los llenará de fortaleza y serán mis testigos.
2. Hech 2, 1-6. 14. 22-23. 32-33 (n. 99)
Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros
idiomas.
3. Hech 8, 1. 4. 14-17 (n. 100)
Impusieron las manos sobre ellos, y ellos recibieron el Espíritu Santo.
4. Hech 10, 1. 33-34. 37-44 (n. 101)
Descendió el Espíritu Santo sobre todos los que estaban escuchando el
mensaje.
5. Hech 19, 1-6 (n. 102)
¿Han recibido el Espíritu Santo cuando abrazaron la fe ?
6. Rom 5, 1-2. 5-9 (n. 103)
Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu
Santo, que él mismo nos ha dado.
7. Rom 8, 14-17 (n. 104)
El Espíritu Santo, ju n to con nuestro propio espíritu, da testimonio de que
somos hijos de Dios.
DENTRO DE LA MISA 27

8. Rom 8, 26-27 (n. 105)


El Espíritu intercede por nosotros con gemidos que no pueden
expresarse.
9. 1 Cor 12, 4-13 (n. 106)
Uno solo y el mismo Espíritu distribuye sus dones según su voluntad.
10. Gál 5, 16-17. 22-23. 24-25 (n. 107)
Sí tenemos la vida del Espíritu, actuemos conforme a ese mismo
Espíritu.
11. Ef 1, 3. 4. 13-19 (n. 108)
Han sido marcados con el Espíritu Santo prometido.
12. Ef 4, 1-6 (n. 109)
Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.

SALMOS

1. Salmo 21, (n. 110)


R. Contaré tu gloria a mis hermanos.
O bien:
R. Cuando venga el Espíritu Santo, ustedes darán testimonio de mí.
2. Salmo 22, (n. 111)
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
3. Salmo 95, (n. 112)
R. Cantemos la grandeza del Señor.
4. Salmo 103, (n. 113)
R. Envía, Señor, tu espíritu a renovar la tierra.
5. Salmo 116, (n. 114)
R. Ustedes serán mis testigos hasta los últimos rincones de la tierra.
O bien: R. Aleluya.
6. Salmo 144, (n. 115)
R Bendeciré al Señor eternamente.

ACLAMACIONES ANTES DEL EVANGELIO

1. Jn 14, 16 (n. 116)


Yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador, que se quedará para
siempre con ustedes, dice el Señor.
2. Jn 15, 26. 27 (n. 117)
El Espíritu de verdad dará testimonio de mí, dice el Señor, y también
ustedes serán mis testigos.
3. Jn 16, 13: 14, 26 (n. 118)
Cuando venga el Espíritu de verdad, él les enseñará toda la verdad y
les recordará todo cuanto yo les he dicho, dice el Señor.
28 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

4. Cfr A poc 1, 5. 6 (n. 119)


Jesucristo, testigo fiel, primogénito de los muertos, tú has hecho de
nosotros un reino de sacerdotes para nuestro Dios y Padre.
5. (n. 120)
Ven, Dios Espíritu Santo, u envíanos desde el cielo tu luz para iluminarnos.
6. (n. 121)
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos
el fuego de tu amor.

EVANGELIOS

1. Mt 5, 1-12 (n. 122)


De ellos es el Reino de los cielos.
2. Mt 16, 24-27 (n. 123)
El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo.
3. M t 25, 14-30 (n. 124)
Puesto que has sido fie l en cosas de poco valor,
entra a tomar parte en la alegría de tu señor.
4. Me 1, 9-11 (n. 125)
Jesús vio que el Espíritu descendía sobre él.
5. Le 4, 16-22 (n. 126)
El Espíritu del Señor está sobre mí.
6. Le 8, 4-10. 11-15 (n. 127)
Lo que cayó en tierra buena representa a los que conservan la palabra
y dan fru to por su constancia.
7. Le 10, 21-24 (n. 128)
Te doy gracias, Padre, porque has revelado los misterios del Reino a la
gente sencilla.
8. Jn 7, 37-39 (n. 129)
Brotarán ríos de agua viva.
9. Jn 14, 15-17 (n. 130)
El Espíritu de verdad permanecerá con ustedes.
10. Jn 14, 23-26 (n. 131)
El Espíritu Santo, les enseñará todas las cosas.
11. Jn 15, 18-21. 26-27 (n. 132)
El Espíritu de la verdad, que procede del Padre,
él dará testimonio de mí.
12. Jn 16, 5-7. 12-13 (n. 133) (Gr 5-7. 12-13)
El Espíritu de verdad los irá guiando hasta la verdad plena.
DENTRO DE LA MISA 29

LITURGIA DEL SACRAMENTO

Presentación de los confirmandos

23. Después del Evangelio, el obispo se sienta en la sede preparada (y los


presbíteros que van a ayudarle en la administración de la Confirmación se
sientan en los lugares preparados para ellos). A continuación, los que han
de ser confirmados son presentados al obispo por el párroco o por otro
presbítero o por un diácono o, también, por un catequista, según la cos­
tumbre de cada lugar. Cada confirmando, si es posible, es llamado por su
nombre, y cada uno avanza hasta el presbiterio; si los confirmandos son
niños, los acompaña uno de los padrinos o uno de los padres, y permane­
cen en pie delante del obispo.
Si los confirmandos son muchos, no se los llama nominalmente, sino
que se colocan en un lugar adecuado ante el obispo.

El párroco o el catequista responsable puede decir estas o semejantes


palabras:

Estos niños (jóvenes) fueron bautizados con la promesa de


que serían “educados en la fe”, y de que “un día recibirían
por la Confirmación la plenitud del Espíritu Santo”. Ese fue
el compromiso que sus papás y padrinos adquirieron en el
Bautismo. Como responsable de la instrucción catequética,
tengo la satisfacción de poder decir a toda la comunidad
aquí presente (y también a su pastor, nuestro padre y obis­
po) que estos niños (jóvenes) han recibido la catequesis con­
veniente a su edad.
Homilía o alocución

24. Luego, el obispo hace una breve homilía, explicando las lecturas pro­
clamadas, a fin de preparar a los que se van a confirmar, a sus papás y
padrinos y a todos los fieles reunidos para que entiendan más profunda­
mente el significado del sacramento de la Confirmación. La puede hacer
con las siguientes palabras u otras semejantes:

Hermanos: Hoy se renueva entre nosotros el misterio de


Pentecostés. En ese día el Señor envió sobre los Apóstoles al
Espíritu Santo, como se lo había prometido, y les confirió el
poder de perfeccionar la obra comenzada en el Bautismo,
mediante el don del Espíritu Santo. Así lo leemos en el libro
30 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

de los Hechos de los Apóstoles. Cuando san Pablo impuso


las manos sobre algunos bautizados, descendió sobre ellos
el Espíritu Santo y empezaron a hablar en diversas lenguas
y a profetizar.

Los obispos, como sucesores de los Apóstoles, han recibido


también este poder y así, ya sea por sí mismos, ya por me­
dio de presbíteros designados legítimamente para este mi­
nisterio, comunican el don del Espíritu Santo a los fieles,
que en el Bautismo han renacido como hijos de Dios a la
vida nueva en Cristo.

Si bien en nuestros días la venida del Espíritu Santo no se


manifiesta por medio de prodigios extraordinarios, como el
don de lenguas, la fe nos enseña que este mismo Espíritu
nos es dado de una manera real, aunque invisible. El es
quien infunde en nuestros corazones el amor de Dios; él es
quien nos congrega en un solo cuerpo, pues aunque son
muchos los carismas, y las vocaciones, es una e idéntica la
fe; él es quien va haciendo progresar a la Iglesia en unidad y
santidad.

El don del Espíritu Santo que ahora van a recibir, como un


sello espiritual, completará en ustedes la semejanza con
Cristo y los hará miembros más perfectos de la Iglesia. En
efecto, Cristo nuestro Señor fue ungido por el Espíritu San­
to en el bautismo que recibió de Juan, y así fue enviado
para realizar su obra y encender por toda la tierra el fuego
del Espíritu.

Ustedes, pues, que ya han sido consagrados a Dios por el


Bautismo, van a recibir ahora la fuerza del Espíritu santo y
serán marcados en su frente con el signo de la cruz. Por
consiguiente, deberán dar ante el mundo testimonio de la
muerte y resurrección de Cristo. Esto lo conseguirán si su
vida diaria es ante los hombres como el buen olor de Cristo,
DENTRO DE LA MISA 31

de quien la Iglesia recibe constantemente aquella diversi­


dad de dones que el Espíritu Santo distribuye entre los miem­
bros del pueblo de Dios, para que el cuerpo de Cristo vaya
creciendo en la unidad y en el amor.

Procuren, pues, queridos hermanos, ser siempre miembros


vivos de la Iglesia y esfuércense, conducidos por el Espíritu
Santo, en ser los servidores de todos los hombres, a seme­
janza de Cristo, que no vino a ser servido sino a servir.

Si el obispo, en vez de leer la exhortación precedente, hace una homi­


lía, concluye siempre con estas o parecidas palabras, que destacan la
relación del Bautismo con la Confirmación:

Ahora, antes de recibir el don del Espíritu Santo, conviene


que renueven personalmente la profesión de fe, que sus
papás y sus padrinos hicieron, en unión con toda la Iglesia,
el día de su Bautismo, y renuncien a todo lo que aparta del
Reino de Dios, prometiendo seguir a Jesucristo con la fide­
lidad de los Apóstoles y los mártires.

Renovación de los compromisos bautismales

25. Después, el obispo pregunta simultáneamente a todos los confirmandos,


que se han puesto de pie: 1

■ Primera fórmula:

¿Renuncian ustedes a Satanás, y a to­


das sus obras y seducciones?

Los confirmandos, conjuntamente, responden:

Sí, renuncio.
32 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

El obispo: ¿Creen en Dios, Padre todopoderoso,


creador del cielo y de la tierra?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen en Jesucristo, su único Hijo,


nuestro Señor, que nació de Santa Ma­
ría Virgen, padeció, fue sepultado, resu­
citó de entre los muertos y está sentado
a la derecha del Padre?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen en el Espíritu Santo, Señor y da­


dor de vida, que hoy les va a ser comuni­
cado de un modo singular por el sacra­
mento de la Confirmación, como fue dado
a los Apóstoles el día de Pentecostés?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen en la santa Iglesia católica, en la


comunión de los santos, en el perdón de
los pecados, en la resurrección de los
muertos y en la vida eterna?

Los confirmandos: Sí, creo.

Sigue el ASENTIMIENTO DE LA COMUNIDAD, pág. 43.


I
DENTRO DE LA MISA 33

■ Segunda fórmula:

El obispo: ¿Renuncian ustedes al pecado para


vivir en la libertad de los hijos de
Dios?

Los confirmandos: Sí, renuncio.

El obispo: ¿Renuncian ustedes a todas las se­


ducciones del mal para que el pe­
cado no los esclavice?

Los confirmandos: Sí, renuncio.

El obispo: ¿Renuncian ustedes a Satanás, pa­


dre y autor de todo pecado?

Los confirmandos: Sí, renuncio.

El obispo: ¿Creen ustedes en Dios Padre to­


dopoderoso, creador del cielo y de
la tierra?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen ustedes en Jesucristo, su


único Hijo, Señor nuestro, que na­
ció de María Virgen, padeció, fue
sepultado, resucitó de entre los
muertos y está sentado a la dere­
cha del Padre?

Los confirmandos: Sí, creo.

BIBLIOTECA INSTITUTO SUPERIOR SALESiAi^O


34 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

El obispo: ¿Creen ustedes en el Espíritu San­


to, Señor y dador de vida, que hoy,
por el sacramento de la Confirma­
ción, se les da de manera excelen­
te, como a los apóstoles en el día
de Pentecostés?
Los confirmandos: Sí, creo.
El obispo: ¿Creen ustedes en la santa Iglesia
católica, en la comunión de los san­
tos, en el perdón de los pecados,
en la resurrección de los muertos
y en la vida eterna?
Los confirmandos: Sí, creo.

Sigue el ASENTIMIENTO DE LA COMUNIDAD, pág. 43.

■ Tercera fórmula:

El obispo: ¿Están ustedes dispuestos a luchar


contra el pecado, que se manifies­
ta entre otras cosas en:
- el egoísmo;
- la envidia;
- la venganza;
- la mentira, etc?
Los confirmandos: Sí, estoy dispuesto.
El obispo: ¿Están ustedes dispuestos
- a perdonar a quienes los ofendan;
- a amar incluso a quienes no los
quieren bien;
#
- a ayudar a quienes lo necesiten
aunque no sean sus amigos?
Los confirmandos: Sí, estoy dispuesto.
DENTRO DE LA MISA 35

El obispo: ¿Creen ustedes en Dios, Padre to­


dopoderoso, creador del cielo y de
la tierra?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen ustedes en Jesucristo, su


único Hijo, nuestro Señor, que na­
ció de Santa María Virgen, murió,
fue sepultado, resucitó de entre los
muertos y está sentado a la dere­
cha del Padre?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen ustedes en el Espíritu San­


to, Señor y dador de vida, que hoy
les será comunicado de un modo
singular por el sacramento d e ”la
Confirmación, como fue dado a los
Apóstoles el día de Pentecostés?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen ustedes en la santa Iglesia


católica, en la comunión de los san­
tos, en el perdón de los pecados,
en la resurrección de los muertos
y en la vida eterna?
Los confirmandos: Sí, creo.
El obispo: Y de acuerdo con el Evangelio de
Jesucristo, ¿van a confiar siempre
en Dios, en todas las circunstan­
cias de la vida?
Los confirmandos: Sí, confiaré.
36 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

El obispo: ¿Tratarán a los demás como her­


manos suyos?

Los confirmandos: Sí, los trataré.

El obispo: ¿Procurarán imitar en todo a Je­


sucristo?

Los confirmandos: Sí, lo procuraré.

El obispo: ¿Trabajarán por la salvación de to­


dos los hombres?

Los confirmandos: Sí, trabajaré.

Sigue el ASENTIMIENTO DE LA COMUNIDAD, pág. 43.

■ Cuarta fórmula:
(Para ninos de siete a ocho anos de ambiente cristiano)

El obispo: Para ser verdaderos cristianos ten­


drán ustedes que:
- ser generosos;
- saber perdonar;
- ser sinceros;
- evitar el pecado;
- no dejarse llevar de la ira;
- no ser vengativos ni envidiosos;
¿están dispuestos a hacer todo
esto?

Los confirmandos: Sí, estoy dispuesto.


DENTRO DE LA MISA 37

El obispo: Para ser verdaderos cristianos hay


que creer en Dios, Creador y Padre
de todos los hombres; en Jesucris­
to, Hijo de Dios y hermano nues­
tro; en el Espíritu Santo, que está
presente en la Iglesia y cuya fuer­
za hoy van ustedes a recibir.
¿Lo creen de verdad?

Los confirmandos: Sí, lo creo.

El obispo: Para ser verdaderos cristianos tie­


nen ustedes que comprometerse:
- a querer a todos como hermanos;
- a prestarse sus cosas;
- a ayudarse en todo;
- a hablar con Dios en la oración;
- a ir a Misa los domingos;
¿se comprometen a todo esto?

Los confirmandos: Sí, me comprometo.

Sigue el ASENTIMIENTO DE LA COMUNIDAD, pág. 43.

■ Quinta fórmula:
(Para adolescentes)

El obispo: ¿Renuncian ustedes a Satanás y a


todas sus obras y seducciones, en
concreto:
- a vivir como si Dios no existiera;
- a creerse los mejores y a despre­
ciar a los demás;
- a pensar que no necesitan de
nada ni de nadie;
- a suponer que ya lo saben todo?
Los confirmandos: Sí, renuncio.
38 RITUAL PARA LA CONFIRM ACION

El obispo: ¿Renuncian ustedes a Satanás y a


todas sus obras y seducciones, en
concreto:
- a engañar a los demás;
- a decir mentiras;
- a ser hipócritas?

Los confirmandos: Sí, renuncio.

El obispo: ¿Renuncian ustedes a Satanás y a


todas sus obras y seducciones, en
concreto:
- a preocuparse sólo de ustedes;
- a no ayudar a los demás;
- a no compartir lo que tienen con
los otros?

Los confirmandos: Sí, renuncio.

El obispo: La fe que recibieron ustedes en el


Bautismo y que vienen ahora a ra­
tificar, exige que se comprometan:
- a vivir de acuerdo con el Evangelio;
- a acudir a Dios por medio de la
oración;
- a celebrar el día del Señor y la
Eucaristía;
- a ser apóstoles, mediante el tes­
timonio de una vida verdaderamen­
te cristiana;
- a trabajar por mejorar las condi­
ciones de la vida humana.
¿Se comprometen a todo esto?

Los confirmandos: Sí, me comprometo.


DENTRO DE LA MISA 39

El obispo: Juntos, pues, profesemos la fe:

Creo en Dios, Padre todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,


la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.

Sigue el ASENTIMIENTO DE LA COMUNIDAD, pág. 43.


40 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

■ Sexta fórmula:
(Para jóvenes)

El obispo: Para ser verdaderos cristianos, de­


ben ustedes esforzarse por evitar
todo aquello que lleva al pecado,
que es negación de Dios, renun­
ciando:
- al egoísmo, que no tiene en cuenta
el interés de los demás;
- a la violencia y la venganza, como
contrarias a las enseñanzas de
Cristo;
- a la mentira y la hipocresía, como
contrarias a la doctrina de Cristo;
- a la envidia y al odio que pueden
llevar a causar daño a los demás;
- a toda injusticia que lesiona los
derechos de los demás;
¿renuncian ustedes a todo esto?
Los confirmandos: Sí, renuncio.
El obispo: ¿Evitarán ustedes todo aquello que
lleva al pecado, buscando la ayu­
da de Dios para vencer las propias
debilidades:
- su pereza, sus indiferencias;
- sus cobardías y complejos;
- su inclinación a la vida cómoda y
a la sensualidad;
- sus desalientos, su escepticismo,
sus desconfianzas?
¿Tratarán ustedes de vencer todas
estas debilidades?
Los confirmandos: Sí, trataré.
DENTRO DE LA MISA 41

El obispo: ¿Evitarán ustedes todo aquello que


lleva al pecado y es negación de
Dios, amando a los demás a ejem­
plo de Cristo:
- reconociendo lo bueno que haya
en los demás:
- perdonando sus errores, aunque
les hayan causado a ustedes algún
daño;
- no burlándose de las deficiencias
de sus compañeros;
- respetando las opiniones diferen­
tes a las de ustedes,
- y ayudando a todo aquel que lo
necesite?
¿Se comprometen ustedes a amar
así a los demás?

Los confirmandos: Sí, me comprometo.


El obispo: Ahora bien, una vez que se han
comprometido a vivir como verda­
deros cristianos, ¿están dispuestos
a llevar el Evangelio a los demás?

Los confirmandos: Sí, estoy dispuesto.


El obispo: Entonces, hagamos ahora con esta
comunidad cristiana que hoy los
recibe, una profesión pública y so­
lemne de nuestra fe:
¿Creen ustedes que Dios es nues­
tro Padre, y que creó el cielo y la
tierra?

Todos: Sí, creo.


42 RITUAL PARA LA CONFIRM ACION

El obispo: ¿Creen ustedes que Jesucristo es


Hijo único de Dios, que nació de la
Virgen María, que es nuestro her­
mano, que murió y resucitó por no­
sotros?

Todos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen en el Espíritu Santo, envia­


do a los hombres como dador de
vida y que hoy les será comunica­
do a ustedes de un modo especial
por el sacramento de la Confirma­
ción, como les fue comunicado a
los Apóstoles el día de Pentecostés?

Todos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen en la Iglesia católica; en la


comunión de los santos; en el per­
dón de los pecados, que nos da la
esperanza de vivir con Dios para
siempre?

Todos: Sí, creo.

El obispo: De acuerdo con esta fe que uste­


des han proclamado:
- ¿Prometen confiar en Dios en to­
das las circunstancias de la vida y
tratar de cumplir siempre su vo­
luntad?

Confirmandos: Sí, prometo.


DENTRO DE LA MISA 43

El obispo: ¿Prometen evitar caer en la idola­


tría del dinero, del poder, de la fuer­
za, del placer, de la fama?

Confirmandos: Sí, prometo.

El obispo: ¿Prometen tratar a todos los hom­


bres como hermanos?

Confirmandos: Sí, prometo.

El obispo: ¿Prometen compartir con los más


necesitados los dones que Dios les
ha dado?

Confirmandos: Sí, prometo.

El obispo: ¿Prometen dar ejemplo de vida cris­


tiana a todos los hombres?

Confirmandos: Sí, prometo.

Asentimiento de la comunidad

El obispo: Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la


Iglesia, que nos gloriamos de profesar,
en Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

Si parece conveniente, estas palabras de asentimiento pueden cam­


biarse por otras semejantes, o bien se puede entonar un canto apropiado,
con el que la comunidad exprese su fe.
44 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Imposición de las manos

26. MONICION
El día de Pentecostés, los Apóstoles recibieron una presen­
cia muy especial del Espíritu Santo. Los obispos, sus conti­
nuadores, transmiten desde entonces el Espíritu Santo como
un don personal por medio del sacramento de la Confirma­
ción, que ahora va a comenzar con la imposición de manos
del obispo. La imposición de manos es uno de los gestos
que aparecen habitualmente en la historia de la salvación y
en la liturgia para indicar la transmisión de un poder o de
una fuerza o de unos derechos.

O bien esta otra monición:

Después de la profesión de fe de los confirmandos, el obis­


po, repitiendo el mismo gesto que usaban los Apóstoles, va
a imponer sus manos sobre ellos pidiendo al Espíritu Santo
que los consagre como piedras vivas de la Iglesia. Unámo­
nos a su plegaria y oremos en silencio al Señor.
27. Luego, el obispo (teniendo a ambos lados a los presbíteros que van a
ayudarle), de pie y con las manos juntas, exhorta al pueblo, diciendo:

Oremos, hermanos, a Dios, Padre todopoderoso,


por estos hijos suyos,
que renacieron ya a la vida eterna en el Bautismo,
para que envíe abundantemente sobre ellos
al Espíritu Santo,
a fin de que este mismo Espíritu
los fortalezca con la abundancia de sus dones,
los consagre con su unción espiritual
y haga de ellos imagen fiel de Jesucristo.

Todos oran en silencio unos instantes.


DENTRO DE LA MISA 45

28. Luego, el obispo (y los presbíteros que lo ayudan) impone las manos
sobre todos los confirmandos. El obispo, él solo, dice:

Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que has hecho nacer de nuevo a estos hijos tuyos
por medio del agua y del Espíritu Santo,
librándolos del pecado,
escucha nuestra oración
y envía sobre ellos al Espíritu Santo Consolador:
espíritu de sabiduría y de inteligencia,
espíritu de consejo y de fortaleza,
espíritu de ciencia, de piedad
y de tu santo temor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

Unción con el santo crisma

29. MONICION
Hemos llegado al momento culminante de la celebración. El
obispo les impondrá la mano y los marcará con la cruz glo­
riosa de Cristo para significar que son propiedad del Señor.
Los ungirá con óleo perfumado. Ser crismado es lo mismo
que ser cristo, ser mesías, ser ungido. Y ser mesías y cristo
comporta la misma misión que el Señor: dar testimonio de
la verdad y ser, por el buen olor de las buenas obras, fer­
mento de santidad en el mundo.

30. Un diácono presenta al obispo el santo crisma. Cada uno de los


confirmandos se acerca al obispo (o a uno de los presbíteros), o, si parece
más conveniente, el obispo (y los presbíteros) se acerca a cada confirman­
do.
Quien presenta al confirmando le coloca la mano derecha sobre el
hombro y dice el nombre de éste al obispo o, si se prefiere, el mismo
confirmando dice su nombre.
46 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

31. El obispo (y los presbíteros) moja el pulgar derecho en el crisma y traza


el signo de la cruz en la frente del confirmando, mientras dice:

N., recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo.

El confirmado responde: Amén.

El obispo añade: La paz esté contigo.

El confirmado: Y con tu espíritu.

32. Si hay varios presbíteros que ayudan al obispo en la administración


del sacramento, un diácono o uno de los ministros entrega al obispo todos
los vasos con el santo crisma, y el obispo entrega personalmente el crisma
a cada uno de los presbíteros, que se acercan a él. Así aparece visiblemente
que los presbíteros actúan en nombre del obispo.
Cada uno de los confirmandos se acerca al obispo, (o a uno de los
presbíteros), o, si parece más conveniente, el obispo (y los presbíteros), se
acerca a cada uno de los confirmandos, que son ungidos del modo antes
descrito (n. 31).

33. Mientras dura la unción, se puede entonar algún canto adecuado.


Terminada la unción, el obispo (y los presbíteros) se lava las manos.

34. Se omite el Credo, pues ya se hizo la profesión de fe antes de la


celebración del sacramento de la Confirmación.

Oración de los fíeles

35. Terminada la unción de los confirmados, sigue la oración universal o de


los fieles, para la cual se puede usar la siguiente fórmula u otra adecuada:

El obispo invita a los fieles a orar, diciendo:

Queridos hermanos, oremos a Dios Padre todopoderoso,


unidos en la misma fe, en la misma esperanza, en la misma
caridad, que proceden del Espíritu Santo.
DENTRO DE LA MISA 47

A continuación, el diácono, u otro ministro, propone las siguientes


intenciones:

Por estos hijos de Dios,


que han sido confirmados
por el Espíritu Santo,
para que, arraigados en la fe
y fundamentados en la caridad,
den verdadero testimonio de Cristo,
roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

El diácono o ministro:

Por sus padres y padrinos,


responsables de su fe,
para que, con su palabra y ejemplo,
los ayuden a seguir fielmente a Cristo,
roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

Si las peticiones las hace uno de los recién confirmados, las dos
invocaciones precedentes se hacen de la siguiente forma:

El recién confirmado:

Por nosotros, los que acabamos de ser confirma­


dos, para que el don del Espíritu Santo que nos
ha hecho miembros más perfectos del pueblo de
Dios, nos arraigue en la fe y nos haga crecer en el
amor, y así demos con nuestra vida testimonio de
Jesucristo, roguemos al Señor.

Te rogamos, óyenos.
48 RITUAL PARA LA CONFIRMACIC

El recién confirmado:

Por nuestros padres y padrinos, para que con s


palabra y ejemplo nos ayuden a seguir a Cristo y
ser fieles a la fe, roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

El diácono o ministro:

Por la santa Iglesia de Dios,


congregada por el Espíritu Santo
en la unidad de la fe y de la caridad, para que,
en comunión con nuestro santo padre el Papa N.
con nuestro obispo N.,
y con todos los obispos del mundo,
crezca y se difunda entre todos los pueblos,
roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

El diácon o o m inistro:

Por los hombres del mundo entero,


que tienen un solo Creador y Padre,
para que se reconozcan como hermanos
y, sin discriminación de raza o de nación,
busquen, con sincero corazón,
el reino de Dios,
que es paz y gozo en el Espíritu Santo,
roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.


DENTRO DE LA MISA 49

Finalmente, el obispo concluye con la siguiente oración:

Dios y Padre nuestro,


que enviaste el Espíritu Santo a los apóstoles
y estableciste que,
por medio de ellos y sus sucesores,
ese mismo Espíritu se transmitiera a todos los ñeles,
escucha benévolo nuestra oración
y concede a estos hijos tuyos,
que han sido confirmados,
participar, también ahora,
de los dones que tu misericordia dispensara
al iniciarse la predicación del Evangelio.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

36. OTRO FORMULARIO DE ORACION DE LOS FIELES


Oremos a Dios Padre, por mediación de su Hijo, Jesucristo,
para que conserve su Espíritu en estos confirmados.

El diácono o ministro:

Por estos hermanos nuestros que acaban de ser


confirmados, para que el sacramento que han re­
cibido sea en ellos fuente de santidad, roguemos
al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.


El diácono o ministro:

Por sus padres, padrinos y catequistas, para que


continúen siendo ejemplo, consejo y aliento de su
vida cristiana, roguemos al Señor.
Todos: Te rogamos, óyenos.
50 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Si las peticiones las hace uno de los recién confirmados, las dos
invocaciones precedentes se hacen de la siguiente forma:

El recién confirmado:

Por nosotros los confirmados, para que el sacra­


mento recibido sea en nosotros fuente de santi­
dad, roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

El recién confirmado:

Por nuestros padres, padrinos y catequistas, para


que continúen siendo ejemplo, consejo y aliento
de nuestra vida cristiana, roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

El diácono o ministro:

Por esta parroquia (o comunidad), para que el Es­


píritu Santo sea realmente su corazón, su fuer­
za y su guía, roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

El diácono o ministro:

Por la Iglesia extendida por toda la tierra, para que


el Espíritu Santo sea en ella lazo de unión y de
caridad, y así pueda dar al mundo luz y testimo­
nio de Cristo, roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.


DENTRO DE LA MISA 51

El diácono o ministro:

Por el mundo entero, para que el Espíritu Santo


mueva los corazones de tantos hombres que in­
culpablemente no lo conocen, pero que quieren
obrar en la vida con buena voluntad, roguemos al
Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

El diácono o ministro:

Por todos los hombres que están en pecado, para


que el Espíritu Santo les haga comprender lo equi­
vocado de su camino, se conviertan y vuelvan a la
gracia de Dios, roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

Obispo: Dios nuestro,


que aumentas siempre tu Iglesia
con nuevos hijos,
y a los que han nacido del agua del Bautismo
les das también la plenitud de tu Espíritu,
concede a cuantos han recibido hoy
el sacramento de la Confirmación,
y a toda tu familia santa,
manifestar en su vida
los sacramentos que con la fe han recibido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos: Amén.

37. Se pueden utilizar otros formularios para la Oración de los fieles aco­
modados a las circunstancias de la comunidad.
52 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

LITURGIA EUCARISTICA

38. Acabada la Oración de los fieles, sigue la Liturgia de la Eucaristía, en


la que todo se realiza como de ordinario, excepto lo siguiente:
a) Algunos de los confirmados pueden llevar al altar el pan, el vino y
el agua para la Eucaristía.
b) En las Plegarias eucarísticas ténganse en cuenta las variantes
propias.

39. Los confirmados adultos y, según las circunstancias, los padrinos,


padres, cónyuges y catequistas, y, si parece oportuno, los demás partici­
pantes, pueden recibir la Comunión bajo las dos especies.

Nota: los textos de la Liturgia Eucarística se encuentran en el Anexo I (nn.


75-90).

RITO DE CONCLUSION

Bendición final y despedida

40. El obispo, con las manos extendidas sobre los recién confirmados y
sobre el pueblo, los bendice. En lugar de la bendición habitual al terminar
la Misa (Cfr Anexo I, n. 91), se puede usar la siguiente fórmula, o bien la
oración sobre el pueblo que viene después.

El obispo: Que Dios Padre todopoderoso,


que los ha adoptado como hijos,
haciéndolos renacer del agua
y del Espíritu Santo,
los bendiga
y los haga siempre dignos
de su amor paternal.
Todos: Amén.

El obispo: Que el Hijo unigénito de Dios,


que prometió a su Iglesia
la presencia continua del Espíritu de verdad,
los bendiga y los confirme
en la confesión de la fe verdadera.
Todos: Amén.
DENTRO DE LA MISA 53

El obispo: Que el Espíritu Santo,


que encendió en el corazón de los discípulos
el fuego del amor,
los bendiga y,
congregándolos en la unidad,
los conduzca,
a través de las pruebas de la vida,
a los gozos del Reino eterno.
Todos: Amén.

El obispo toma el báculo y prosigue:

Y que a todos ustedes aquí presentes


los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
Todos: Amén.

Oración sobre el pueblo

41. En vez de la fórmula anterior de bendición, se puede emplear la si­


guiente oración sobre el pueblo.

El diácono, u otro ministro, dice:

Inclínense para recibir la bendición.

O bien otra monición semejante.


Luego, el obispo, con las manos extendidas sobre el pueblo, dice:

Confirma, Señor,
lo que has realizado en nosotros
y conserva en el corazón de tus fieles
los dones del Espíritu Santo,
para que nunca se avergüencen
de dar testimonio de Jesucristo
y cumplan siempre con amor tu voluntad.
Todos: Amén.
54 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

El obispo toma el báculo y prosigue:

Y que a todos ustedes aquí presentes


los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.

Todos: Amén.

El diácono: Pueden ir en paz.

Todos: Demos gracias a Dios.


CAPITULO II

CELEBRACION DE LA CONFIRMACION
FUERA DE LA MISA

RITO DE ENTRADA

42. Reunidos los confirmandos, con sus padrinos y padres y con todo el
pueblo, el obispo, con (los presbíteros que van a ayudarle en la adminis­
tración de la Confirmación y) uno o varios diáconos y ministros, se dirige
al presbiterio.
Mientras tanto, los fieles, si parece oportuno, pueden entonar algún
salmo o canto apropiado.

43. Ante el altar, el obispo y los ministros hacen la debida reverencia.

Saludo del obispo

Luego, el obispo saluda al pueblo, diciendo:

La paz esté con ustedes.

Todos: Y con tu espíritu.

Oración

A continuación, el obispo dice una de las siguientes oraciones, prece­


dida de la monición Oremos:

Concédenos, Dios todopoderoso y clemente,


que el Espíritu Santo venga a habitar en nosotros
y nos transforme en templos de su gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo.
56 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACION

O bien:

Cumple, Señor, tu promesa


y envíanos a tu Espíritu Santo,
para que podamos dar testimonio
ante el mundo con nuestra vida,
del Evangelio de Jesucristo, nuestro Señor,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.

O bien:

Envía, Señor, sobre nosotros a tu Santo Espíritu,


para que caminemos todos
en la unidad de la fe
y, sostenidos por la fuerza de su amor,
podamos llegar a la madurez de la vida en Cristo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

O bien:

Te pedimos, Señor,
que el Espíritu Santo, que procede de ti,
ilumine nuestras mentes
y las guíe hacia la verdad completa,
como nos lo prometió tu Hijo Jesucristo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.
FUERA DE LA MISA 57

LITURGIA DE LA PALABRA

44. Enseguida se hace la Liturgia de la Palabra, en la cual se proclamarán


una, dos o tres lecturas, que pueden tomarse del Leccionario para la cele­
bración de la Confirmación (pág. 107).

45. Si se hace más de una lectura, se seguirá el orden establecido para la


Liturgia de la Palabra, es decir, una lectura del Antiguo Testamento, una
lectura del Apóstol y una del Evangelio. Después de la primera y de la
segunda lectura, seguirá un salmo u otro canto, en cuyo lugar podrán
observarse unos instantes de silencio sagrado.
(Ver las lecturas citadas en el n. 22, págs. 26-28).

LITURGIA DEL SACRAMENTO

Presentación de los confirmandos


' f
46. Después de las lecturas, el obispo se sienta en la sede preparada (y los
presbíteros que van a ayudarle en la administración de la Confirmación se
sientan en los lugares preparados para ellos). A continuación, los que han
de ser confirmados son presentados al obispo por el párroco o por otro
presbítero o por un diácono o, también, por un catequista, según la cos­
tumbre de cada lugar. Cada confirmando, si es posible, es llamado por su
nombre, y cada uno avanza hasta el presbiterio; si los confirmandos son
niños, los acompaña uno de los padrinos o uno de los padres, y permane­
cen en pie delante del obispo celebrante.
Si los confirmandos son muchos, no se los llama nominalmente, sino
que se colocan en un lugar adecuado ante el obispo.
El párroco o el catequista responsable puede decir estas o semejantes
palabras:

Estos niños (jóvenes) fueron bautizados con la promesa de


que serían “educados en la fe”, y de que “un día recibirían
por la Confirmación la plenitud del Espíritu Santo”. Ese fue
el compromiso que sus papás y padrinos adquirieron en el
Bautismo. Como responsable de la instrucción catequética,
tengo la satisfacción de poder decir a toda la comunidad
aquí presente (y también a su pastor, nuestro padre y obis­
po) que estos niños jóvenes) han recibido la catequesis con­
veniente a su edad.
58 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Homilía o alocución

47. Luego el obispo hace una breve homilía, explicando las lecturas pro­
clamadas, a fin de preparar a los que se van a confirmar, a sus papás y
padrinos y a todos los fieles reunidos para que entiendan más profunda­
mente el significado del sacramento de la Confirmación. La puede hacer
con las siguientes palabras u otras semejantes:

Hermanos: Hoy se renueva entre nosotros el misterio de


Pentecostés. En ese día el Señor envió sobre los Apóstoles al
Espíritu Santo, como se lo había prometido, y les confirió el
poder de perfeccionar la obra comenzada en el Bautismo,
mediante el don del Espíritu Santo. Así lo leemos en el libro
de los Hechos de los Apóstoles. Cuando san Pablo impuso
las manos sobre algunos bautizados, descendió sobre ellos
el Espíritu Santo y empezaron a hablar en diversas lenguas
y a profetizar.

Los obispos, como sucesores de los Apóstoles, han recibido


también este poder y así, ya sea por sí mismos, ya por me­
dio de presbíteros designados legítimamente para este mi­
nisterio, comunican el don del Espíritu Santo a los fieles,
que en el Bautismo han renacido como hijos de Dios a la
vida nueva en Cristo.

Si bien en nuestros días la venida del Espíritu Santo no se


manifiesta por medio de prodigios extraordinarios, como el
don de lenguas, la fe nos enseña que este mismo Espíritu
nos es dado de una manera real, aunque invisible. El es
quien infunde en nuestros corazones el amor de Dios; él es
quien nos congrega en un solo cuerpo, pues aunque son
muchos los carismas, y las vocaciones, es una e idéntica la
fe; él es quien va haciendo progresar a la Iglesia en unidad y
santidad.

El don del Espíritu Santo que ahora van a recibir, como un


sello espiritual, completará en ustedes la semejanza con
Cristo y los hará miembros más perfectos de la Iglesia. En
FUERA DE LA MISA 59

efecto, Cristo nuestro Señor fue ungido por el Espíritu San­


to en el bautismo que recibió de Juan, y así fue enviado
para realizar su obra y encender por toda la tierra el fuego
del Espíritu.

Ustedes, pues, que ya han sido consagrados a Dios por el


Bautismo, van a recibir ahora la fuerza del Espíritu Santo y
serán marcados en su frente con el signo de la cruz. Por
consiguiente, deberán dar ante el mundo testimonio de la
muerte y resurrección de Cristo. Esto lo conseguirán si su
vida diaria es ante los hombres como el buen olor de Cristo,
de quien la Iglesia recibe constantemente aquella diversi­
dad de dones que el Espíritu Santo distribuye entre los miem­
bros del pueblo de Dios, para que el cuerpo de Cristo vaya
creciendo en la unidad y en el amor.

Procuren, pues, queridos hermanos, ser siempre miembros


vivos de la Iglesia y esfuércense, conducidos por el Espíritu
Santo, en ser los servidores de todos los hombres, a seme­
janza de Cristo, que no vino a ser servido sino a servir.

Si el obispo, en vez de leer la exhortación precedente, hace una homi­


lía, concluye siempre con estas o parecidas palabras, que destacan la
relación del Bautismo con la Confirmación:

Ahora, antes de recibir el don del Espíritu Santo, conviene


que renueven personalmente la profesión de fe, que sus
papás y sus padrinos hicieron, en unión con toda la Iglesia,
el día de su Bautismo, y renuncien a todo lo que aparta del
Reino de Dios, prometiendo seguir a Jesucristo con la fide­
lidad de los Apóstoles y de los mártires.
60 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Renovación de los compromisos bautismales

48. Después, el obispo pregunta simultáneamente a todos los confirmandos,


que se han puesto de pie:

¿Renuncian ustedes a Satanás y a todas


sus obras y seducciones?
Los confirmandos, conjuntamente, responden:

Sí, renuncio.
El obispo: ¿Creen en Dios, Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra?

Los confirmandos: Sí, creo.


El obispo: ¿Creen en Jesucristo, su único Hijo,
nuestro Señor, que nació de Santa Ma­
ría Virgen, padeció, fue sepultado, resu­
citó de entre los muertos y está sentado
a la derecha del Padre?
Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen en el Espíritu Santo, Señor y da­


dor de vida, que hoy les va a ser comuni­
cado de un modo singular, por el sacra­
mento de la Confirmación, como fue dado
a los Apóstoles el día de Pentecostés?

Los confirmandos: Sí, creo.

El obispo: ¿Creen en la santa Iglesia católica, en la


comunión de los santos, en el perdón de
los pecados, en la resurrección de los
muertos y en la vida eterna?

Los confirmandos: Sí, creo.


Otras fórmulas (ver pág. 33 y ss.).
FUERA DE LA MISA 61

Asentimiento de la comunidad

El obispo: Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la


Iglesia, que nos gloriamos de profesar,
en Jesucristo, nuestro Señor.

Todos dicen: Amén.

Si parece conveniente, las palabras Esta es nuestra fe... se pueden


cambiar por otras semejantes, o bien se puede entonar un canto apropiado,
con el que la comunidad exprese su fe.

Imposición de las manos

49. Luego, el obispo (teniendo a su lado a los presbíteros que van a ayu­
darle), de pie y con las manos juntas, exhorta al pueblo, diciendo:

Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso


por estos hijos suyos,
que renacieron ya a la vida eterna en el Bautismo,
para que envíe abundantemente sobre ellos
al Espíritu Santo,
a fin de que este mismo Espíritu
los fortalezca con la abundancia de sus dones,
los consagre con su unción espiritual
y haga de ellos imagen fiel de Jesucristo.

Todos oran en silencio unos instantes.


62 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

50. Luego, el obispo (y los presbíteros que lo ayudan) impone las manos
sobre todos los confirmandos. El obispo, él solo, dice:

Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que has hecho nacer de nuevo a estos hijos tuyos
por medio del agua y del Espíritu Santo,
librándolos del pecado,
escucha nuestra oración
y envía sobre ellos al Espíritu Santo Consolador:
espíritu de sabiduría y de inteligencia,
espíritu de consejo y de fortaleza,
espíritu de ciencia, de piedad
y de tu santo temor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.
Unción con el santo crisma

51. Un diácono presenta al obispo el santo crisma. Cada uno de los


confirmandos se acerca al obispo (o a uno de los presbíteros), o, si parece
más conveniente, el obispo (y los presbíteros) se acerca a cada confirman­
do.
Quien presenta al confirmando le coloca la mano derecha sobre el
hombro y dice el nombre de éste al obispo o, si se prefiere, el mismo
confirmando dice su nombre.

52. El obispo (y los presbíteros) moja.el pulgar derecho en el crisma y traza


el signo de la cruz en la frente del confirmando, mientras dice:

N., recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo.

El confirmado responde: Amén.

El obispo añade: La paz esté contigo.

El confirmado: Y con tu espíritu.


53. Si hay varios presbíteros que ayudan al obispo en la administración
del sacramento, un diácono o uno de los ministros entrega al obispo todos
FUERA DE LA MISA 63

los vasos con el santo crisma, y el obispo entrega personalmente el crisma


a cada uno de los presbíteros, que se acercan a él. Así aparece visiblemente
que los presbíteros actúan en nombre del obispo.
Cada uno de los confirmandos se acerca al obispo, (o a uno de los
presbíteros), o, si parece más conveniente, el obispo (y los presbíteros), se
acerca a cada uno de los confirmandos, que son ungidos del modo antes
descrito (n. 52).

54. Mientras dura la unción, se puede entonar algún canto adecuado.


Terminada la unción, el obispo (y los presbíteros) se lava las manos.

Oración de los fíeles

55. Terminada la unción de los confirmados, sigue la oración universal o


de los fieles, para la cual se puede usar la siguiente fórmula u otra adecua­
da:

El obispo invita a los fieles a orar, diciendo:

Queridos hermanos, oremos a Dios Padre todopoderoso,


unidos en la misma fe, en la misma esperanza, en la misma
caridad, que proceden del Espíritu Santo.

A continuación, el diácono, u otro ministro, propone las siguientes


intenciones:

Por estos hijos de Dios,


que han sido confirmados
por el Espíritu Santo,
para que, arraigados en la fe
y fundamentados en la caridad,
den verdadero testimonio de Cristo,
roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.


64 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

El diácono o ministro:

Por sus padres y padrinos,


responsables de su fe,
para que, con su palabra y ejemplo,
los ayuden a seguir fielmente a Cristo,
roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

Si las peticiones las hace uno de los recién confirmados, las dos
invocaciones precedentes se hacen de la siguiente forma:

El recién confirmado:

Por nosotros, los que acabamos de ser confirma­


dos, para que el don del Espíritu Santo que nos
ha hecho miembros más perfectos del pueblo de
Dios, nos arraigue en la fe y nos haga crecer en el
amor, y así demos con nuestra vida testimonio de
Jesucristo, roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

El recién confirmado:

Por nuestros padres y padrinos, para que con su


palabra y ejemplo nos ayuden a seguir a Cristo y a
ser fieles a la fe, roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.


FUERA DE LA MISA 65

El diácono o ministro:

Por la santa Iglesia de Dios,


congregada por el Espíritu Santo
en la unidad de la fe y de la caridad, para que,
en comunión con nuestro santo padre el Papa N.,
con nuestro obispo N.,
y con todos los obispos del mundo,
crezca y se difunda
entre todos los pueblos,
roguemos al Señor.
Todos: Te rogamos, óyenos.
El diácono o ministro:

Por los hombres del mundo entero,


que tienen un solo Creador y Padre,
para que se reconozcan como hermanos
y, sin discriminación de raza o nación,
busquen, con sincero corazón, el reino de Dios,
que es paz y gozo en el Espíritu Santo,
roguemos al Señor.
Todos: Te rogamos, óyenos.
Obispo: Dios y Padre nuestro,
que enviaste el Espíritu Santo a los apóstoles
y estableciste que,
por medio de ellos y sus sucesores,
ese mismo Espíritu se transmitiera a todos los fíeles,
escucha benévolo nuestra oración
y concede a estos hijos tuyos,
que han sido confirmados,
participar, también ahora,
de los dones que tu misericordia dispensara
al iniciarse la predicación del Evangelio.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
66 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

56. OTRO FORMULARIO DE ORACION DE LOS FIELES:


Oremos a Dios Padre, por mediación de su Hijo, Jesucristo,
para que conserve su Espíritu en estos confirmados.
El diácono o ministro:

Por estos hermanos nuestros que acaban de ser


confirmados, para que el sacramento que han re­
cibido sea en ellos fuente de santidad, roguemos
al Señor.
Todos: Te rogamos, óyenos.

El diácono o ministro:

Por sus padres, padrinos y catequistas, para que


continúen siendo ejemplo, consejo y aliento de su
vida cristiana, roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

Si las peticiones las hace uno de los recién confirmados, las dos
invocaciones precedentes se hacen de la siguiente forma:

El recién confirmado:

Por nosotros los confirmados, para que el sacra­


mento recibido sea en nosotros fuente de santi­
dad, roguemos al Señor.
Todos: Te rogamos, óyenos.

El recién confirmado:

Por nuestros padres, padrinos y catequistas, para


que continúen siendo ejemplo, consejo y aliento
de nuestra vida cristiana, roguemos al Señor.
Todos: Te rogamos, óyenos.
FUERA DE LA MISA 67

El diácono o ministro:

Por esta parroquia (o comunidad), para que el Es­


píritu Santo sea realmente su corazón, su fuerza y
su guía, roguemos al Señor.

Todos: Te rogamos, óyenos.

El diácono o ministro:

Por la Iglesia extendida por toda la tierra, para que


el Espíritu Santo sea en ella lazo de unión y de
caridad, y así pueda dar al mundo luz y testimo­
nio de Cristo, roguemos al Señor.
Todos: Te rogamos, óyenos.
El diácono o ministro:

Por el mundo entero, para que el Espíritu Santo


mueva los corazones de tantos hombres que in­
culpablemente no lo conocen, pero que quieren
obrar en la vida con buena voluntad, roguemos al
Señor.
Todos: Te rogamos, óyenos.
El diácono o ministro:

Por todos los hombres que están en pecado, para


que el Espíritu Santo les haga comprender lo equi­
vocado de su camino, se conviertan y vuelvan a la
gracia de Dios, roguemos al Señor.
Todos: Te rogamos, óyenos.
68 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Obispo: Dios nuestro,


que aumentas siempre tu Iglesia
con nuevos hijos,
y a los que han nacido del agua del Bautismo
les das también la plenitud de tu Espíritu,
concede a cuantos han recibido hoy
el sacramento de la Confirmación,
y a toda tu familia santa,
manifestar en su vida
los sacramentos que con la fe han recibido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

57. Se pueden utilizar otros formularios para la Oración de los fieles aco­
modados a las circunstancias de la comunidad.

Recitación de la oración dominical

58. Dicen todos el Padrenuestro que puede introducir el obispo con estas
o parecidas palabras:

El amor de Dios ha sido derramado


en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
digamos con fe y esperanza:

Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
FUERA DE LA MISA 69

Bendición final y despedida

59. Entonces el obispo, con las manos extendidas sobre los recién confirma­
dos y sobre el pueblo, los bendice. En lugar de la bendición habitual (Cfr
Anexo I, n. 91), se puede usar la siguiente fórmula, o bien la oración sobre
el pueblo que viene después.

El obispo: Que Dios Padre todopoderoso,


que los ha adoptado como hijos,
haciéndolos renacer del agua
y del Espíritu Santo,
los bendiga
y los haga siempre dignos
de su amor paternal.
Todos: Amén.
El obispo: Que el Hijo unigénito de Dios,
que prometió a su Iglesia
la presencia continua del Espíritu de verdad,
los bendiga y los confirme
en la confesión de la fe verdadera.
Todos: Amén.
El obispo: Que el Espíritu Santo,
que encendió en el corazón de los discípulos
el fuego del amor,
los bendiga y,
congregándolos en la unidad,
los conduzca,
a través de las pruebas de la vida,
a los gozos del Reino eterno.
Todos: Amén.

El obispo toma el báculo y prosigue:

Y que a todos ustedes aquí presentes


los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
Todos: Amén.
70 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Oración sobre el pueblo

60. En vez de la fórmula anterior de bendición, se puede emplear la si­


guiente oración sobre el pueblo.

El diácono, u otro ministro, dice:

Inclínense para recibir la bendición.

O bien otra monición semejante.

Luego, el obispo, con las manos extendidas sobre el pueblo, dice:

Confirma, Señor,
lo que has realizado en nosotros
y conserva en el corazón de tus fieles
los dones del Espíritu Santo,
para que nunca se avergüencen
de dar testimonio de Jesucristo
y cumplan siempre con amor tu voluntad.

Todos: Amén.
El obispo toma el báculo y prosigue:

Y que a todos ustedes aquí presentes


los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.

Todos: Amén.

El diácono: Pueden ir en paz.

Todos: Demos gracias a Dios.


CAPITULO III

LO QUE DEBE OBSERVARSE


CUANDO UN MINISTRO EXTRAORDINARIO
ADMINISTRA LA CONFIRMACION

61. Los ministros extraordinarios que administran la Confirmación, ya


sea por concesión general o por indulto especial de la Santa Sede, deben
seguir el rito descrito anteriormente.

62. Si por razón del gran número de confirmandos, se admite a algunos


presbíteros a administrar la Confirmación, elíjanse siguiendo las normas
establecidas en el n. 8. Conviene que estos presbíteros concelebren la
Eucaristía, si se administra dentro de la Misa.

CAPITULO IV

CONFIRMACION DE UN ENFERMO
EN PELIGRO DE MUERTE

63. Normalmente todo bautizado debe llegar a la plenitud de la iniciación


cristiana por medio de los sacramentos de la Confirmación y de la Euca­
ristía; por lo tanto, el fiel cristiano que está enfermo en peligro de muerte,
si ha llegado al uso de la razón, debe ser exhortado a que, antes de recibir
el viático, sea fortalecido también con el sacramento de la Confirmación,
previa una necesaria catequesis, según las posibilidades.
Sin embargo, la Confirmación en peligro de muerte y la unción de los
enfermos no se deben conferir, de ordinario, en un solo rito conjunto.
Al niño que no ha llegado aún al uso de la razón se le debe conferir
la Confirmación observando los principios y normas indicados en el Ritual
del Bautismo de los niños.

64. Siempre que las circunstancias lo permitan, debe celebrarse el rito en


su totalidad, tal como se ha descrito anteriormente.
72 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

En caso de urgente necesidad

65. En caso de urgente necesidad, el ministro de la Confirmación impone


las manos sobre el enfermo, diciendo:

Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que has hecho nacer de nuevo a este hijo tuyo
por medio del agua y del Espíritu Santo
librándolo del pecado,
escucha nuestra oración
y envía sobre él al Espíritu Santo Consolador;
espíritu de sabiduría y de inteligencia,
espíritu de consejo y de fortaleza,
espíritu de ciencia y de piedad,
y de tu santo temor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

66 . Luego, moja el pulgar derecho en el crisma y traza el signo de la cruz


en la frente del confirmando, mientras dice:

N ., recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo.

El confirmado, si puede, responde:

Amén.
Según las circunstancias de cada caso particular, pueden añadirse
algunos elementos de preparación y de conclusión.

En caso de extrema necesidad

67. En caso de extrema necesidad, basta con hacer la unción con el santo
crisma y pronunciar la fórmula sacramental:

N., recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo.


ANEXO

TEXTOS
PARA LA MISA DE LA CONFIRMACION

A - RITOS INTRODUCTORIOS

68 . ANTIFONA DE ENTRADA Ez 36, 25-26


1. Esto dice el Señor:
Derramaré sobre ustedes agua pura;
les daré un corazón nuevo
y les infundiré un nuevo espíritu (T. P. Aleluya).
O bien: Cfr Rom 5, 5; 8, 11

2. El amor de Dios
ha sido infundido en nuestros corazones
por medio del Espíritu Santo
que habita en nosotros (T. P. Aleluya).

69. SALUDO
La paz esté con ustedes.
O bien:

1. El Señor esté con ustedes.


2. La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos ustedes.
3. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre,
y de Jesucristo, el Señor,
estén con todos ustedes.
74 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

4. El Señor, que dirige nuestros corazones


para que amemos a Dios,
esté con todos ustedes.

5. La paz, la caridad y la fe,


de parte de Dios Padre,
y de Jesucristo, el Señor,
estén con todos ustedes.

6. El Dios de la esperanza,
que por la acción del Espíritu Santo
nos colma con su alegría y con su paz,
permanezca siempre con todos ustedes.

OTRAS FORMULAS DE SALUDO PROPIAS


PARA LOS DIVERSOS TIEMPOS LITURGICOS

Tiempo de Adviento:
El Señor, que viene a salvarnos,
esté con ustedes.
Tiempo de Navidad:
La paz y el amor de Dios, nuestro Padre,
que se han manifestado en Cristo,
nacido para nuestra salvación,
estén con ustedes.
Tiempo de Cuaresma:
La gracia y el amor de Jesucristo,
que nos llama a la conversión,
estén con todos ustedes.
Cincuentena Pascual
El Dios de la vida,
que ha resucitado a Jesucristo,
rompiendo las ataduras de la muerte,
esté con todos ustedes.
ANEXO I: TEXTOS PARA L A MISA DE LA CONFIRMACION 75

70. ACTO PENITENCIAL

FORMULARIO I
Hermanos:
para celebrar dignamente estos sagrados misterios,
reconozcamos nuestros pecados.
O bien:

El Señor Jesús,
que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía,
nos llama ahora a la conversión.
Reconozcamos, pues, que somos pecadores
e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
O bien, pero sólo en los domingos, y durante la Octava de Pascua:
En el día en que celebramos
la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte,
reconozcamos que estamos necesitados
de la misericordia del Padre
para morir al pecado
y resucitar a la vida nueva.

Yo confieso ante Dios todopoderoso


y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios,
nuestro Señor.

Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
76 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

FORMULARIO II

Al comenzar esta celebración eucarística,


pidamos a Dios que nos conceda
la conversión de nuestros corazones;
así obtendremos la reconciliación
y se acrecentará nuestra comunión
con Dios y con nuestros hermanos.

O bien:

Humildes y penitentes, como el publicano en el templo,


acerquémonos al Dios justo,
y pidámosle que tenga piedad de nosotros,
que también nos reconocemos pecadores.

V. Señor, ten misericordia de nosotros.


R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
ANEXO I: TEXTOS PARA LA MISA DE LA CONFIRMACION 77

FORMULARIO III

Jesucristo, el justo, intercede por nosotros


y nos reconcilia con el Padre.
Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento,
para acercarnos a la mesa del Señor.

O bien:

El Señor ha dicho:
El que esté sin pecado, que tire la primera piedra.
Reconozcámonos, pues, pecadores
y perdonémonos los unos a los otros
desde lo más íntimo de nuestro corazón.

- Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos:


Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

- Tú que has venido a llamar a los pecadores:


Cristo ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.

- Tú que estás sentado a la derecha del Padre


para interceder por nosotros:
Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.
78 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

71. RITO DE LA BENDICIÓN Y ASPERSION DEL AGUA


EN LOS DOMINGOS

Este rito puede hacerse en todas las Misas dominicales, incluso en las
celebradas en las últimas horas de los sábados por la tarde.

La bendición y aspersión del agua se hace después del saludo inicial


y ocupa el lugar y la función del acto penitencial del comienzo de la Misa.

FORMULARIO I

El celebrante invita al pueblo a la plegaria, con estas palabras u otras


semejantes.

Invoquemos, queridos hermanos, a Dios Padre todopodero­


so, para que bendiga esta agua, que va a ser derramada
sobre nosotros en memoria de nuestro bautismo, y pidá­
mosle que nos renueve interiormente, para que permanez­
camos fieles al Espíritu que hemos recibido.
Después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos
juntas:

Dios todopoderoso y eterno,


que por medio del agua,
fuente de vida y medio de purificación,
quisiste limpiarnos del pecado
y darnos el don de la vida eterna,
dígnate bendecir + esta agua,
para que sea signo de tu protección
en este día consagrado a ti, Señor.
Por medio de esta agua
renueva también en nosotros la fuente viva de tu gracia,
y líbranos de todo mal de alma y cuerpo,
para que nos acerquemos a ti
con el corazón limpio
y recibamos dignamente tu salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
ANEXO I: TEXTOS PARA LA MISA DE LA CONFIRMACION 79

O bien:

Dios todopoderoso,
fuente y origen de la vida del alma y del cuerpo,
bendice + esta agua,
que vamos a usar con fe
para implorar el perdón de nuestros pecados
y alcanzar la ayuda de tu gracia
contra toda enfermedad y asechanza del enemigo.
Concédenos, Señor, por tu misericordia,
que las aguas vivas siempre broten salvadoras,
para que podamos acercarnos a ti
con el corazón limpio
y evitemos todo peligro de alma y cuerpo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

O bien, en tiempo pascual:

Señor, Dios todopoderoso,


escucha las oraciones de tu pueblo,
ahora que recordamos
la acción maravillosa de nuestra creación
y la maravilla, aún más grande, de nuestra redención;
dígnate bendecir + esta agua.
La creaste para hacer fecunda la tierra
y para favorecer nuestros cuerpos
con el frescor y la limpieza.
La hiciste también instrumento de misericordia
al librar a tu pueblo de la esclavitud
y al apagar con ella su sed en el desierto;
por los profetas la revelaste
como signo de la nueva alianza
que quisiste sellar con los hombres.
80 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Y, cuando Cristo descendió a ella en el Jordán,


renovaste nuestra naturaleza pecadora
en el baño del nuevo nacimiento.
Que esta agua, Señor,
avive en nosotros
el recuerdo de nuestro bautismo
y nos haga participar
en el gozo de nuestros hermanos
bautizados en la Pascua.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Cuando las circunstancias locales o la costumbre popular acon­


sejen conservar el rito de mezclar la sal en el agua bendita, el
celebrante bendice la sal, diciendo:

Te pedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que te dignes bendecir + esta sal,
del mismo modo que mandaste al profeta Eliseo
que la arrojase al agua
para remediar su esterilidad.
Concédenos, Señor,
que allí donde se derrame
esta mezcla de sal y agua,
sea ahuyentado el poder del enemigo
y nos proteja siempre
la presencia del Espíritu Santo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
ANEXO I: TEXTOS PARA LA MISA DE LA CONFIRMACION 81

Terminada la bendición, el celebrante toma el hisopo, se rocía a sí mismo


y, luego, rocía a los ministros, al clero y los fieles. Si le parece conveniente,
puede recorrer la iglesia para la aspersión de los fieles.

Mientras tanto, se canta un canto apropiado. Por ejemplo:

Antífona (fuera del tiempo pascual) Sal 50, 9

Rocíanos, Señor, con agua


y purifícanos de todos nuestros pecados.
Lávanos y quedaremos más blancos que la nieve.

O bien: Ez 36, 25-26

Derramaré sobre ustedes agua purificadora


y quedarán purificados;
los purificaré de toda mancha
y les daré un corazón nuevo, dice el Señor.

Himno: Cfr 1 Pe 1, 3-5

Bendito sea Dios,


Padre de nuestro Señor Jesucristo,
por su gran misericordia.
Porque al resucitar a Jesucristo de entre los muertos,
nos concedió renacer
a la esperanza de una vida nueva
que no puede corromperse
y que él mismo nos tiene reservada
como herencia en el cielo.

Antífona (en el tiempo pascual) Cfr Ez 47, 1. 2-9

Vi brotar agua del lado derecho del templo, aleluya.


Vi que en todos aquellos que recibían el agua,
surgía una vida nueva y cantaban con gozo:
Aleluya, aleluya.
82 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

O bien: Cfr Dan 3, 77. 79

Manantiales y todo lo que vive en las aguas,


canten himnos al Señor. Aleluya.
O bien: Cfr 1 Pe 2, 9

Ustedes son estirpe elegida,


sacerdocio real, nación consagrada a Dios,
para que proclamen las obras maravillosas
de aquel que los llamó de las tinieblas
a su luz admirable. Aleluya.

O bien:

Señor Jesús, de tu costado abierto


brota una fuente de agua
que purifica al mundo de sus pecados
y renueva la vida. Aleluya.

Una vez acabado el canto, el sacerdote, de pie y de cara al pueblo, con las
manos juntas, dice:

Que Dios todopoderoso nos purifique del pecado


y, por la celebración de esta Eucaristía,
nos haga dignos de participar
del banquete de su reino, por los siglos de los siglos.

R. Amén.
A continuación se dice o se canta Gloria a Dios, si lo hay en la Misa.
ANEXO I: TEXTOS PARA L A MISA DE LA CONFIRMACION 83

FORMULARIO II

El celebrante invita al pueblo a la plegaria, con estas palabras u otras


semejantes:

Queridos hermanos: En este domingo (del tiempo de Pascua)


en el que, unidos a todos los cristianos del mundo, recorda­
mos llenos de gozo la resurrección del Señor, vamos a iniciar
nuestra celebración evocando cómo Dios, por medio del bau­
tismo, nos injertó simbólicamente en la muerte y resurrec­
ción de su Hijo y, con ello, nos otorgó el perdón de todos
nuestros pecados. Pidamos, pues, al Señor que el agua que
vamos a bendecir y derramar sobre nosotros reavive nuestro
bautismo y el perdón que en aquel día se nos otorgó.

Después de una breve oración en silencio, el celebrante prosigue, diciendo:

Oh Dios, creador de todas las cosas,


que por el agua y el Espíritu
diste forma y figura al hombre y al universo.
R. Bendice y purifica a tu Iglesia.

O bien:

R. Bendito seas por siempre, Señor.

Oh Cristo, que de tu costado abierto en la cruz,


hiciste manar los sacramentos de salvación.
R. Bendice y purifica a tu Iglesia.

O bien:

R. Bendito seas por siempre, Señor.

Oh Espíritu Santo, que del seno bautismal de la Iglesia


nos haces renacer como nuevas criaturas.
R. Bendice y purifica a tu Iglesia.
84 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

O bien:

R. Bendito seas por siempre, Señor.

Oh Dios, que en el domingo


día memorial de la resurrección,
reúnes a tu Iglesia, esposa y cuerpo de Cristo;
bendice a tu pueblo
y, por medio de esta agua,
reaviva en todos nosotros
el recuerdo y la gracia del bautismo,
nuestra primera Pascua.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Terminada la bendición, el celebrante toma el hisopo, se rocía a sí mismo


y, luego, rocía a los ministros, al clero y los fieles. Si le parece conveniente,
puede recorrer la iglesia para la aspersión de los fíeles.
Mientras tanto, se canta un canto apropiado.
Una vez acabado el canto, el celebrante, de pie y de cara al pueblo, con las
manos juntas dice:

Que Dios todopoderoso nos purifique del pecado


y, por la celebración de esta Eucaristía,
nos haga dignos de participar
del banquete de su Reino por los siglos de los siglos.
R. Amén.
A continuación se dice o se canta Gloria a Dios, si lo hay en la Misa.

FORMULARIO III

Este formulario está indicado especialmente para la Cincuentena pascual.


El celebrante invita al pueblo a la plegaria, con estas palabras u otras
semejantes:

Queridos hermanos: Invoquemos la bendición de Dios, nues­


tro Padre, y pidámosle que la aspersión de esta agua reavi­
ve en nosotros la gracia del Bautismo, por medio del cual
fuimos sumergidos en la muerte redentora del Señor para
resucitar con él a una vida nueva.
ANEXO I: TEXTOS PARA LA MISA DE LA CONFIRMACION 85

Después de una breve oración en silencio, el celebrante prosigue, diciendo:

Oh Padre celestial, que del Cordero inmolado en la cruz


haces brotar una fuente de agua viva.
R. Bendice y purifica a tu Iglesia.

O bien:

R. Bendito seas por siempre, Señor.

Oh Cristo Jesús, que renuevas la juventud de la Iglesia


en el baño del agua con la palabra de la vida.
R. Bendice y purifica a tu Iglesia.

O bien:

R. Bendito seas por siempre, Señor.

Oh Espíritu Santo, que nos haces renacer


de las aguas del bautismo
como primicia de la humanidad nueva.
R. Bendice y purifica a tu Iglesia.

O bien:

R. Bendito seas por siempre, Señor.

Dios todopoderoso,
que por medio de los sacramentos de la fe
renuevas las maravillas de la creación
y de la redención,
ben + dice esta agua
y concede que todos los renacidos en el Bautismo
sean mensajeros y testimonios de la Pascua,
que se renueva incesantemente en tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
86 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Terminada la bendición, el celebrante toma el hisopo, se rocía a sí mismo


y, luego, rocía a los ministros, al clero y a los fieles. Si le parece convenien­
te, puede recorrer la iglesia para la aspersión de los fieles.
Mientras tanto, se canta un canto apropiado.
Una vez acabado el canto, el celebrante, de pie y de cara al pueblo, con las
manos juntas, dice:

Que Dios todopoderoso nos purifique del pecado


y, por la celebración de esta Eucaristía,
nos haga dignos de participar
del banquete de su reino, por los siglos de los siglos.

R. Amén.
A continuación se dice o se canta Gloria a Dios, si lo hay en la Misa.

72. KYRIE

V. Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.


V. Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad.
V. Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.
73. GLORIA

Gloria a Dios en el cielo,


y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos, te bendecimos,
te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
ANEXO I: TEXTOS PARA LA MISA DE L A CONFIRMACION 87

tú que quitas el pecado del mundo,


atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre.
Amén.

74. ORACION COLECTA

1. Concédenos, Dios todopoderoso y clemente,


que el Espíritu Santo venga a habitar en nosotros
y nos transforme en templos de su gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.
O bien:

2. Cumple, Señor, tu promesa


y envíanos a tu Espíritu Santo,
para que podamos dar testimonio
ante el mundo con nuestra vida,
del Evangelio de Jesucristo, nuestro Señor,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.
88 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

O bien:

3. Envía, Señor, sobre nosotros a tu Santo Espíritu,


para que caminemos todos
en la unidad de la fe
y, sostenidos por la fuerza de su amor,
podamos llegar a la madurez de la vida en Cristo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
O bien:

4. Te pedimos, Señor,
que el Espíritu Santo, que procede de ti,
ilumine nuestras mentes
y las guíe hacia la verdad completa,
como nos lo prometió tu Hijo Jesucristo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.

B - LITURGIA DE LA PALABRA (Cfr Anexo II)


C - LITURGIA EUCARISTICA

75. PREPARACION DE OFRENDAS

Patena

Bendito seas, Señor, Dios del universo,


por este pan,
fruto de la tierra y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros pan de vida.

Infusión del agua

El agua unida al vino


sea signo de nuestra participación en la vida divina
de quien ha querido compartir nuestra condición humana.
ANEXO I: TEXTOS PARA LA MISA DE L A CONFIRMACION 89

Cáliz

Bendito seas, Señor, Dios del universo,


por este vino,
fruto de la vid y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros bebida de salvación.

Oración en silencio

Acepta, Señor, nuestro corazón contrito


y nuestro espíritu humilde;
que éste sea hoy nuestro sacrificio
y que sea agradable en tu presencia,
Señor, Dios nuestro.

Lavabo

Lava del todo mi delito, Señor,


limpia mi pecado.

Invitación a orar

Oren, hermanos,
para que este sacrificio, mío y de ustedes,
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

O bien:
En el momento de ofrecer
el sacrificio de toda la Iglesia,
oremos a Dios, Padre todopoderoso.

O bien:
Oren, hermanos,
para que, llevando al altar
los gozos y las fatigas de cada día,
nos dispongamos a ofrecer el sacrificio
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
90 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

R. El Señor reciba de tus manos este sacrificio,


para alabanza y gloria de su nombre,
para nuestro bien
y el de toda su santa Iglesia.

76. ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

1. Recibe, Señor, las oraciones y ofrendas de tus fieles,


y tú que has perfeccionado
en ellos la semejanza con tu Hijo,
haz que por la participación
en el memorial de su sacrificio,
que nos mereció a tu Espíritu Santo,
puedan dar con su vida testimonio del Señor resucitado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
O bien:

2. Acepta, Señor, en unión con el sacrificio de Cristo,


a estos hijos tuyos
que han sido marcados con el signo de la cruz
y con la unción del Espíritu Santo,
para que, ofreciéndose con Cristo,
reciban cada día con mayor abundancia
los dones de tu Espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien:

3. Recibe, Señor, la ofrenda de tu pueblo


y haz que tus hijos,
que acaban de recibir el don del Espíritu Santo,
sepan conservarlo fielmente
y lleguen a obtener los premios eternos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANEXO I: TEXTOS PARA LA MISA DE LA CONFIRMACION 91

77. PREFACIO DE LA CONFIRMACION


V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,


es bueno cantar tu gloria,
Padre santo,
fuente y origen de todo bien.

Tú, en el bautismo, das nueva vida a los creyentes


y los haces partícipes
del misterio pascual de tu Hijo.

Tú los confirmas con el sello de tu Espíritu,


mediante la imposición de manos
y la unción real del crisma.
Así, renovados a imagen de Cristo,
el ungido por el Espíritu Santo
y enviado para anunciar
la buena nueva de la salvación,
los haces tus comensales en el banquete eucarístico
y testigos de la fe
en la Iglesia y en el mundo.

Por eso nosotros,


reunidos en esta asamblea festiva
para celebrar los prodigios de un renovado Pentecostés,
y unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, D ios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
H osan n a en el cielo.
B endito el que vien e en nom bre del Señor. H osan n a en el cielo.
92 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

PLEGARIA EUCARISTICA I
o Canon romano

78. El celebrante, con las manos extendidas dice:

Padre misericordioso,
te pedimos humildemente
por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,

Junta las manos y dice:

que aceptes y bendigas


Traza, una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan y el vino conjun­
tamente, diciendo:

estos + dones,
este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,

Con las manos extendidas, prosigue:

ante todo, por tu Iglesia santa y católica,


para que le concedas la paz, la protejas,
la congregues en la unidad
y la gobiernes en el mundo entero,
con tu servidor el Papa N ,
con nuestro Obispo N.,

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:


conmigo, indigno siervo tuyo,
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de
conmigo, indigno siervo tuyo,

'Puede hacerse también mención de los obispos coadjutores o auxiliares y, en las conce­
lebraciones, del Obispo que preside la celebración.
PLEGARIA EUCARISTICAI 93

y todos los demás obispos que, fieles a la verdad,


promueven la fe católica y apostólica.

Conmemoración de los vivos

Al decir: Acuérdate, Señor, de tus hijos, se hace mención de los padrinos:

Acuérdate, Señor, de tus hijos N y N.


Puede decir los nombres de aquellos por quienes tiene intención de orar, o
bien junta las manos y ora por ellos unos momentos. Después, con las
manos extendidas, prosigue:
y de todos los aquí reunidos,
cuya fe y entrega bien conoces;
por ellos y todos los suyos,
por el perdón de sus pecados
y la salvación que esperan,
te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen,
este sacrificio de alabanza,
a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.
Conmemoración de los santos

Reunidos en comunión con toda la Iglesia


veneramos la memoria
ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María,
Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;
la de su esposo, san José;
la de los santos apóstoles y mártires
Pedro y Pablo, Andrés,
[Santiago y Juan,
Tomás, Santiago, Felipe,
Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo;
Lino, Cleto, Clemente,
Sixto, Cornelio, Cipriano,
Lorenzo, Crisógono,
Juan y Pablo,
Cosme y Damián,]
y la de todos los santos;
por sus méritos y oraciones
concédenos en todo tu protección.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]
94 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Con las manos extendidas, prosigue:

Acepta, Señor, en tu bondad,


esta ofrenda de tus siervos
y de toda tu familia santa,
que hoy te ofrecemos especialmente por N y N. (aquellos)
que, renacidos en el bautismo,
han sido confirmados hoy por el Don del Espíritu Santo;
recíbela en tu bondad
y conserva en tus hijos el Don que les has dado.

Junta las manos.

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén],

Extendiendo las manos sobre las ofrendas, dice:

Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda,


haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti,
de manera que sea para nosotros
Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado,
Jesucristo, nuestro Señor.

Junta las manos.


En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronun­
ciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

El cual, la víspera de su Pasión,


Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan en sus santas y venerables manos,

Eleva los ojos.

y, elevando los ojos al cielo,


hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso,
dando gracias te bendijo,
lo partió,
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
PLEGARIA EUCARISTICA I 95

Se inclina un poco.

“Tomad y comed todos de él


porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros” .

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena


y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice:

tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos,


dando gracias te bendijo,
y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

“Tomad y bebed todos de él,


porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para el perdón de los pecados.

Haced esto en conmemoración mía” .

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora


haciendo genuflexión.
Luego dice una de las siguientes fórmulas:
96 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Este es el Sacramento de nuestra fe.


O bien:
Este es el Misterio de la fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!

ii

Aclamen el Misterio de la redención.


Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan


y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor,
hasta que vuelvas.

Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección


nos has salvado, Señor.

Después el celebrante, con las manos extendidas, dice:

Por eso, Padre,


nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo,
al celebrar este memorial de la muerte gloriosa
de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor;
de su santa resurrección del lugar de los muertos
y de su admirable ascensión a los cielos,
PLEGARIA EUCARISTICAI 97

te ofrecemos, Dios de gloria y majestad,


de los mismos bienes que nos has dado,
el sacrificio puro, inmaculado y santo:
pan de vida eterna
y cáliz de eterna salvación.
Y prosigue:

Mira con ojos de bondad esta ofrenda


y acéptala,
como aceptaste los dones del justo Abel,
el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe,
y la oblación pura
de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Inclinado, con las manos juntas, prosigue:

Te pedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que esta ofrenda sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo,
por manos de tu ángel,
para que cuantos recibimos
el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
al participar aquí de este altar,
Se endereza y se signa, diciendo:

seamos colmados
de gracia y bendición.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

Conmemoración de los difuntos

Acuérdate también, Señor,


de tus hijos N. y N.,
98 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Puede decir los nombres de los difuntos por quienes se quiere orar.

que nos han precedido con el signo de la fe


y duermen ya el sueño de la paz.
Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene
intención de orar.

Después, con las manos extendidas, prosigue:

A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo,


concédeles el lugar del consuelo,
de la luz y de la paz.

Junta las manos.


[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo:

Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos,

Con las manos extendidas prosigue:

que confiamos en tu infinita misericordia,


admítenos en la asamblea
de los santos apóstoles y mártires
Juan el Bautista, Esteban,
Matías y Bernabé,
[Ignacio, Alejandro,
Marcelino y Pedro,
Felicidad y Perpetua,
Agueda, Lucía,
Inés, Cecilia, Anastasia,]
y de todos los santos;
y acéptanos en su compañía,
no por nuestros méritos,
sino conforme a tu bondad.
PLEGARIA EUCARISTICAI 99

Junta las manos y prosigue:

Por Cristo, Señor nuestro,


por quien sigues creando todos los bienes,
los santificas, los llenas de vida,
los bendices y los repartes entre nosotros.

Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos


elevados, dice:

Por Cristo, con él y en él,


a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.
100 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

PLEGARIA EUCARISTICA II

79. Esta plegaria eucarística tiene un prefacio propio que forma parte de
su misma estructura. Con todo, se pueden usar también con esta plegaria
otros prefacios, especialmente aquellos que presentan una breve síntesis
del misterio de la salvación.

V. El Señor esté con ustedes.


R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.

Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas;


tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María, la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.
El, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte
y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.

Por eso,
con los ángeles y los santos,
proclamamos tu gloria, diciendo:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.


Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
PLEGARIA EUCARISTICA II 101

El celebrante, con las manos extendidas, dice:

Santo eres en verdad, Señor,


fuente de toda santidad;

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas,


dice:

por eso te pedimos que santifiques estos dones


con la efusión de tu Espíritu,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz


conjuntamente, diciendo:

de manera que sean para nosotros


Cuerpo y + Sangre
de Jesucristo, nuestro Señor.

Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronun­
ciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

El cual,
cuando iba a ser entregado a su Pasión,
voluntariamente aceptada,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan, dándote gracias, lo partió


y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

“Tomad y comed todos de él,


porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros” .
102 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena


y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz,
y, dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

“Tomad y bebed todos de él,


porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para el perdón de los pecados.

Haced esto en conmemoración mía”.

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora


haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:

Este es el Sacramento de nuestra fe.


O bien:
Este es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:


PLEGARIA EUCARISTICA II 103

Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección
¡Ven, Señor Jesús!

ii

Aclamen el Misterio de la redención

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan


y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor,
hasta que vuelvas.

Cristo se entregó por nosotros

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección


nos has salvado, Señor.
Después el celebrante, con las manos extendidas, dice:

Así, pues, Padre,


al celebrar ahora el memorial
de la muerte y resurrección de tu Hijo,
te ofrecemos
el pan de vida y el cáliz de salvación,
y te damos gracias
porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

Te pedimos humildemente
que el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
104 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

■ Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra;

En los domingos, cuando no hay otro recuerdo más propio,


puede decirse:

■ Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda


la tierra y reunida aquí en el domingo, día en que
Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partí­
cipes de su vida inmortal;

y con el Papa N.,


con nuestro Obispo N.1,

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:


conmigo, indigno siervo tuyo,
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,
conmigo, indigno siervo tuyo,

y todos los pastores que cuidan de tu pueblo,


llévala a su perfección por la caridad.

Acuérdate también de tus hijos (N. y N.) que,


regenerados en el bautismo,
hoy has confirmado, marcándolos con el sello del
Espíritu Santo:
custodia en ellos el don de tu amor.

'Puede hacerse también mención de los obispos coadjutores o auxiliares y, en las conce­
lebraciones, del Obispo que preside la celebración.
PLEGARIA EUCARISTICA II 105

Acuérdate también de nuestros hermanos


que se durmieron en la esperanza
de la resurrección,
y de todos los que han muerto en tu misericordia;
admítelos a contemplar la luz de tu rostro.

Ten misericordia de todos nosotros,


y así, con María, la Virgen Madre de Dios,
los apóstoles
y cuantos vivieron en tu amistad
a través de los tiempos,
merezcamos, por tu Hijo Jesucristo,
compartir la vida eterna
y cantar tus alabanzas.

Junta las manos.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos


elevados, dice:

Por Cristo, con él y en él,


a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.
106 RITUAL PARA LA CONFIRM ACION

PLEGARIA EUCARISTICA III

80. El celebrante, con las manos extendidas, dice:

Santo eres en verdad, Padre,


y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor
un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas,


dice:

Por eso, Padre, te suplicamos


que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz


conjuntamente, diciendo:

de manera que sean


Cuerpo y + Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,

Junta las manos.

que nos mandó celebrar estos misterios.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronun­
ciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Porque él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,
PLEGARIA EUCARISTICAIII 107

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan,
y dando gracias te bendijo,
lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

“Tomad y comed todos de él,


porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros” .

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena


y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue.

Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

“Tomad y bebed todos de él,


porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para el perdón de los pecados.

Haced esto en conmemoración mía” .


108 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora


haciendo genuflexión.
Luego dice una de las siguientes fórmulas:

Este es el Sacramento de nuestra fe.


O bien:
Este es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
ii

Aclamen el Misterio de la redención.


Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan


y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor,
hasta que vuelvas.
ni

Cristo se entregó por nosotros.


Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección


nos has salvado, Señor.
PLEGARIA EUCARISTICA III 109

Después el celebrante, con las manos extendidas, dice:

Así, pues, Padre,


al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.

Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia,


y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación
quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos
con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo
un solo cuerpo y un solo espíritu.

Que él nos transforme en ofrenda permanente,


para que gocemos de tu heredad
junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios,
los apóstoles y los mártires,
(san N.: Santo del día o patrono)
y todos los santos,
por cuya intercesión
confiamos obtener siempre tu ayuda.
110 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Te pedimos, Padre,
que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa N.,
a nuestro Obispo N 1.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:


a mí, indigno siervo tuyo,
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
a mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,
a mí, indigno siervo tuyo,

al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,


y a todo el pueblo redimido por ti.
Ayuda a tus hijos (N y N.),
que hoy has confirmado
marcándolos con el sello del Espíritu Santo;
custodia en ellos el don de tu amor.

■ Atiende los deseos y súplicas de esta familia


que has congregado en tu presencia.

En los domingos, cuando no hay otro recuerdo más propio, puede


decirse:

■ Atiende los deseos y súplicas de esta familia


que has congregado en tu presencia,
en el domingo, día en que Cristo,
ha vencido a la muerte
y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal.

"Puede hacerse también mención de los obispos coadjutores o auxiliares y, en las conce­
lebraciones, del obispo que preside la celebración.
PLEGARIA EUCARISTICA III 111

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,


a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,

Junta las manos.

por Cristo, Señor nuestro,


por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos
elevados, dice:

Por Cristo, con él y en él,


a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:

Amén.
112 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

PLEGARIA EUCARISTICA IV

81. Esta plegaria euearística forma un todo con su prefacio, el cual nunca
puede cambiarse. Por consiguiente, no puede decirse cuando está prescrito
un prefacio propio. En los otros casos puede decirse, incluso cuando las
rúbricas prescriban un prefacio del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes.


R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias


y deber nuestro glorificarte, Padre santo,
porque tú eres el único Dios vivo y verdadero
que existes desde siempre
y vives para siempre;
luz sobre toda luz.

Porque tú sólo eres bueno y la fuente de la vida,


hiciste todas las cosas
para colmarlas de tus bendiciones
y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria.

Por eso,
innumerables ángeles en tu presencia,
contemplando la gloria de tu rostro,
te sirven siempre y te glorifican sin cesar.

Y con ellos también nosotros, llenos de alegría,


y por nuestra voz las demás criaturas,
aclamamos tu nombre cantando:

Todos:Santo, Santo, Santo es el Señor,


Dios del Universo.
PLEGARIA EUCARISTICA IV 113

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.


Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en nombre del Señor.


Hosanna en el cielo.

El celebrante, con las manos extendidas, dice:

Te alabamos, Padre santo,


porque eres grande
y porque hiciste todas las cosas con sabiduría y amor.

A imagen tuya creaste al hombre


y le encomendaste el universo entero,
para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador,
dominara todo lo creado.

Y cuando por desobediencia perdió tu amistad,


no lo abandonaste al poder de la muerte,
sino que, compadecido, tendiste la mano a todos,
para que te encuentre el que te busca.

Reiteraste, además, tu alianza a los hombres;


por los profetas
los fuiste llevando con la esperanza de salvación.
Y tanto amaste al mundo, Padre santo,
que, al cumplirse la plenitud de los tiempos,
nos enviaste como salvador a tu único Hijo.

El cual se encarnó por obra del Espíritu Santo,


nació de María, la Virgen,
y así compartió en todo nuestra condición humana
menos en el pecado;
anunció la salvación a los pobres,
la liberación a los oprimidos
y a los afligidos el consuelo.
114 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Para cumplir tus designios,


él mismo se entregó a la muerte,
y, resucitando, destruyó la muerte
y nos dio nueva vida.

Y porque no vivamos ya para nosotros mismos,


sino para él, que por nosotros murió y resucitó,
envió, Padre, al Espíritu Santo
como primicia para los creyentes,
a fin de santificar todas las cosas,
llevando a plenitud su obra en el mundo.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas,


dice:

Por eso, Padre, te rogamos


que este mismo Espíritu
santifique estas ofrendas,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz


conjuntamente, diciendo:

para que sean


Cuerpo y + Sangre
de Jesucristo, nuestro Señor,

Junta las manos.

y así celebremos el gran misterio


que nos dejó como alianza eterna.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronun­
ciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Porque él mismo,
llegada la hora en que había de ser glorificado
por ti, Padre santo,
habiendo amado a los suyos
que estaban en el mundo,
PLEGARIA EUCARISTICA IV 115

los amó hasta el extremo.


Y, mientras cenaba con sus discípulos,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan,
te bendijo,
lo partió
y se lo dio, diciendo:

Se inclina un poco.

“Tomad y comed todos de él,


porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros” .
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la pate­
na y lo adora haciendo genuflexión:
Después prosigue:

Del mismo modo,


Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz lleno del fruto de la vid,


te dio gracias
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

“Tomad y bebed todos de él,


porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para el perdón de los pecados.

Haced esto en conmemoración mía” .


116 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora


haciendo genuflexión.
Luego dice una de las siguientes fórmulas:

Este es el Sacramento de nuestra fe.


O bien:
Este es el Misterio de la fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
ii

Aclamen el Misterio de la redención.


Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan


y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor,
hasta que vuelvas.
m
Cristo se entregó por nosotros.
Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección


nos has salvado, Señor.
Después el celebrante, con las manos extendidas, dice:

Por eso, Padre,


al celebrar ahora el memorial de nuestra redención,
recordamos la muerte de Cristo
y su descenso al lugar de los muertos,
PLEGARIA EUCARISTICAIV 117

proclamamos su resurrección y ascensión a tu derecha;


y mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre,
sacrificio agradable a ti
y salvación para todo el mundo.

Dirige tu mirada sobre esta Víctima


que tú mismo has preparado a tu Iglesia,
y concede a cuantos compartimos
este pan y este cáliz,
que, congregados en un solo cuerpo por el
Espíritu Santo,
seamos en Cristo
víctima viva para alabanza de tu gloria.

Y ahora, Señor, acuérdate


de todos aquellos por quienes te ofrecemos
este sacrificio:
de tu servidor el Papa N.,
de nuestro Obispo N 1.,

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:


de mí, indigno siervo tuyo,
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
de mi hermano N , Obispo de esta Iglesia de N.,
de mí, indigno siervo tuyo,

del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos,


de los oferentes y de los aquí reunidos,
de tus hijos (N. y N.),
que hoy has confirmado
marcándolos con el sello del Espíritu Santo,

‘Puede hacerse también mención de los obispos coadjutores o auxiliares y, en las conce­
lebraciones, del Obispo que preside la celebración.
118 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

de todo tu pueblo santo


y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Acuérdate también
de los que murieron en la paz de Cristo
y de todos los difuntos,
cuya fe sólo tú conociste.
Padre de bondad,
que todos tus hijos nos reunamos
en la heredad de tu reino,
con María, la Virgen Madre de Dios,
con los apóstoles y los santos;
y allí, junto con toda la creación
libre ya del pecado y de la muerte,

Junta las manos.

te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro,


por quien concedes al mundo todos los bienes.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos


elevados, dice:

Por Cristo, con él y en él,


a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.
COMUNION 119

82. PADRENUESTRO

Fieles a la recomendación del Salvador


y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:

O bien:

Llenos de alegría por ser hijos de Dios,


digamos confiadamente
la oración que Cristo nos enseñó:

O bien:
El amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
digamos con fe y esperanza;

O bien:
Antes de participar en el banquete de la Eucaristía,
signo de reconciliación
y vínculo de unión fraterna,
oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
120 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Líbranos de todos los males, Señor,


y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
R. Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

83. RITO DE LA PAZ

Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
“La paz les dejo, mi paz les doy“,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
R. Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
R. Y con tu espíritu,
Dense fraternalmente la paz.

O bien:
Como hijos de Dios, intercambien ahora
un signo de comunión fraterna.
O bien:
En Cristo, que nos ha hecho hermanos con su cruz,
dense la paz como signo de reconciliación.
O bien:
En el Espíritu de Cristo resucitado,
dense fraternalmente la paz.
COMUNION 121

84. PARTICULA

El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,


unidos en este cáliz,
sean para nosotros
alimento de vida eterna.

85. FRACCION DEL PAN

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,


ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.

86. PREPARACION EN SILENCIO

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,


que por voluntad del Padre,
cooperando el Espíritu Santo,
diste con tu muerte la vida al mundo,
líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre,
de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos
y jamás permitas que me separe de ti.

O bien:

Señor Jesucristo,
la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre
no sea para mí un motivo dejuicio y condenación,
sino que, por tu piedad,
me aproveche para defensa de alma y cuerpo
y como remedio saludable.
122 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

87. COMUNION

Este es el Cordero de Dios,


que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Señor, no soy digno


de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.

El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.

La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.

88. ANTIFONA DE LA COMUNION Cfr Hech 6, 4


Alégrense en el Señor todos ustedes,
los que han sido iluminados,
los que han gustado del don celestial,
los que han sido partícipes del Espíritu Santo (T. P. Aleluya).

O bien: Salmo 33, 6. 7

Acudan al Señor y quedarán tranquilos;


hagan la prueba y verán qué bueno es el Señor (T. P. Aleluya).

89. PURIFICACION DE LOS VASOS SAGRADOS

Haz, Señor,
que recibamos con un corazón limpio
el alimento que acabamos de tomar,
y que el don que nos haces en esta vida
nos aproveche para la eterna.
COMUNION 123

90. ORACION DESPUES DE LA COMUNION


1. Bendice, Señor, sin cesar a estos hijos tuyos,
que has consagrado con la unción del Espíritu Santo
y alimentado con el sacramento de tu Hijo,
para que superen todas las adversidades,
alegren a tu Iglesia con la santidad de su vida,
y con su trabajo y con su amor
la extiendan por todo el mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

O bien:

2. Señor, a estos hijos tuyos recién confirmados,


a quienes has colmado con los dones de tu Espíritu
y alimentado con el Cuerpo de tu Hijo,
concédeles vivir en el amor la plenitud de tu ley,
para que manifiesten al mundo la libertad
que les da ser hijos tuyos
y muestren, con la santidad de su vida,
el carisma profético de tu pueblo santo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

O bien:

3. Padre Santo,
infunde en nuestros corazones tu Espíritu de amor,
para que todos aquellos que hemos sido alimentados
con el Cuerpo de tu Hijo, podamos vivir como hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
124 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

D. RITOS CONCLUSIVOS

91. BENDICION FINAL

El obispo, con las manos extendidas sobre los recién confirmados y sobre
el pueblo, los bendice.

El Señor esté con ustedes.


R. Y con tu espíritu.

1. V. Bendito sea el nombre del Señor.


R. Ahora y por todos los siglos.
V. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
R. Que hizo el cielo y la tierra.
V. La bendición de Dios todopoderoso,
Pa + dre, Hijo + y Espíritu + Santo,
descienda sobre ustedes.
R. Amén.

2. V. Que el Señor los bendiga y los guarde.


R. Amén.
V. Que haga resplandecer su rostro sobre ustedes
y les muestre su misericordia.
R. Amén.
V. Que vuelva su mirada hacia ustedes
y les conceda su paz.
R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,


Pa + dre, Hijo + y Espíritu + Santo,
descienda sobre ustedes.
R. Amén.

En lugar de la bendición habitual al terminar la Misa, se puede usar la


siguiente fórmula, o bien la oración sobre el pueblo que viene después.
CONCLUSION 125

3. Que Dios Padre todopoderoso,


que los ha adoptado como hijos,
haciéndolos renacer del agua
y del Espíritu Santo,
los bendiga
y los haga siempre dignos
de su amor paternal.
R. Amén.

Que el Hijo unigénito de Dios,


que prometió a su Iglesia
la presencia continua del Espíritu de verdad,
los bendiga y los confirme
en la confesión de la fe verdadera.
R. Amén.

Que el Espíritu Santo,


que encendió en el corazón de los discípulos
el fuego del amor,
los bendiga y,
congregándolos en la unidad,
los conduzca,
a través de las pruebas de la vida,
a los gozos del Reino eterno.
R. Amén.

El obispo toma el báculo y prosigue:

Y que a todos ustedes aquí presentes


los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.
R. Amén.
126 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

4. Oración sobre el pueblo

- Confirma, Señor,
lo que has realizado en nosotros
y conserva en el corazón de tus fieles
los dones del Espíritu Santo,
para que nunca se avergüencen
de dar testimonio de Jesucristo
y cumplan siempre con amor tu voluntad.
R. Amén.

- Y que a todos ustedes aquí presentes


los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo.

r. Amén.

92. DESPEDIDA

1. Pueden ir en paz.
2. La alegría del Señor sea nuestra fuerza.
Pueden ir en paz.
3. Glorifiquen al Señor con su vida.
Pueden ir en paz.
4. En el nombre del Señor, pueden ir en paz.
Especialmente en los domingos de Pascua:

5. Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado.


Pueden ir en paz.

R. Demos gracias a Dios.


ANEXO
II

LECCIONARIO PARA LA CONFIRMACION

I. LECTURAS BIBLICAS

Lecturas del Antiguo Testamento (En el tiempo Pascual no se utilizan)

93

El espíritu del Señor se posará sobre él.

Lectura del libro del profeta Isaías


11, 1-4

En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,


un vástago florecerá de su raíz.
Sobre él se posará el espíritu del Señor,
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de piedad y temor de Dios.

No juzgará por apariencias,


ni sentenciará de oídas;
defenderá con justicia al desamparado
y con equidad dará sentencia al pobre.
Palabra de Dios.
128 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

94

Yo he puesto mi espíritu en mi siervo.

Lectura del libro del profeta Isaías


42, 1-3

Esto dice el Señor:


“Miren a mi siervo, a quien sostengo;
a mi elegido, en quien tengo mis complacencias.
En él he puesto mi espíritu,
para que haga brillar la justicia sobre las naciones.
No gritará ni clamará,
no hará oír su voz en las plazas,
no romperá la caña resquebrajada,
ni apagará la mecha que aún humea.
Proclamará la justicia con firmeza”.
Palabra de Dios.

95

El Señor me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva


a los pobres y a llenarlos con perfume de alegría.

Lectura del libro del profeta Isaías


61, 1-3. 6. 8-9

El espíritu del Señor está sobre mí,


porque me ha ungido
y me ha enviado para anunciar
la buena nueva a los pobres,
a curar a los de corazón quebrantado,
a proclamar el perdón a los cautivos,
y la libertad a los prisioneros;
a pregonar el año de gracia del Señor,
el día de la venganza de nuestro Dios.
ANTIGUO TESTAMENTO 129

El Señor me ha enviado a consolar a los afligidos,


los afligidos de Sión,
a cambiar su ceniza en diadema,
sus lágrimas en aceite perfumado de alegría
y su abatimiento, en cánticos.
Ustedes serán llamados “sacerdotes del Señor”;
“ministros de nuestro Dios” se les llamará.

Esto dice el Señor:


“Yo les daré su recompensa fielmente
y haré con ellos un pacto perpetuo.
Su estirpe será célebre entre las naciones,
y sus vástagos, entre los pueblos.
Cuantos los vean reconocerán
que son la estirpe que bendijo el Señor”.
Palabra de Dios.

96

Les infundiré un espíritu nuevo.

Lectura del libro del profeta Ezequiel


36, 24-28

Esto dice el Señor: “Los sacaré de entre las naciones, los


reuniré de todos los países y los llevaré a su tierra. Los ro­
ciaré con agua pura y quedarán purificados; los purificaré
de todas sus inmundicias e idolatrías.

Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nue­


vo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un
corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y los haré vivir
según mis preceptos, y guardar y cumplir mis mandamien­
tos. Habitarán en la tierra que di a sus padres; ustedes se­
rán mi pueblo y yo seré su Dios”.
Palabra de Dios.
130 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

97

Derramaré mi espíritu sobre mis siervos y siervos.

Lectura del libro del profeta Joel


2, 23. 26-3, 1-3

Esto dice el Señor:


“Alégrense, hijos de Israel,
y festejen al Señor, su Dios.
Comerán hasta saciarse
y alabarán al Señor, su Dios,
que hizo prodigios en bien de ustedes.
Y mi pueblo no quedará defraudado jamás.

Entonces sabrán que yo estoy en medio de Israel,


que yo soy el Señor, su Dios, y que no hay otro.
Y mi pueblo no quedará defraudado jamás.

Derramaré mi espíritu sobre todos;


profetizarán sus hijos y sus hijas,
sus ancianos soñarán sueños
y sus jóvenes verán visiones.
También sobre mis siervos y mis siervas
derramaré mi espíritu en aquellos días”.
Palabra de Dios.
NUEVO TESTAMENTO 131

Lecturas del Nuevo Testamento

98

El Espíritu Santo los llenará de fortaleza y serán mis testigos.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles


i, 3-8

Jesús se les apareció a sus apóstoles después de la pasión,


les dio numerosas pruebas de que estaba vivo y durante
cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de
Dios.

Un día, estando con ellos a la mesa, les mandó: “No se ale­


jen de Jerusalén. Aguarden aquí a que se cumpla la prome­
sa de mi Padre, de la que ya les he hablado: Juan bautizó
con agua; dentro de pocos días ustedes serán bautizados
con el Espíritu Santo”.

Los ahí reunidos le preguntaban: “Señor, ¿ahora sí vas a


restablecer la soberanía de Israel?” Jesús les contestó: “A
ustedes no les toca conocer el tiempo y la hora que el Padre
ha determinado con su autoridad; pero cuando el Espíritu
Santo descienda sobre ustedes, los llenará de fortaleza y
serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría
y hasta los últimos rincones de la tierra”.
Palabra de Dios.
132 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

99

Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros


idiomas.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles


2, 1-6. 14. 22-23. 32-33

El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reuni­


dos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido
que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte,
que resonó por toda la casa donde se encontraban. Enton­
ces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se
posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y
empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los
inducía a expresarse.

En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de


todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa
y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar
en su propio idioma.

Entonces Pedro, junto con los Once, se presentó ante la


multitud, y levantando la voz, dijo; “Israelitas, escúchenme,
Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante
ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios
realizó por medio de él y que ustedes bien conocen. Confor­
me al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entre­
gado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la
cruz.

Pues bien, a este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos


nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de
Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido a él y lo
ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo”.
Palabra de Dios.
NUEVO TESTAMENTO 133

100

Impusieron las manos sobre ellos, y ellos recibieron el Espíritu Santo.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles


8, 1. 4. 14-17

El mismo día de la muerte de Esteban, se desató una vio­


lenta persecución contra la comunidad cristiana de Jerusa-
lén, y todos menos los apóstoles, se dispersaron por Judea
y por Samaría.

Los que se habían dispersado, al pasar de un lugar a otro,


iban difundiendo el Evangelio.

Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén se entera­


ron de que Samaría había recibido la palabra de Dios, en­
viaron allá a Pedro y a Juan. Estos, al llegar, oraron por los
que se habían convertido, para que recibieran el Espíritu
Santo, porque aún no lo habían recibido y solamente ha­
bían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Enton­
ces Pedro y Juan impusieron las manos sobre ellos, y ellos
recibieron el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.

lO l

Descendió el Espíritu Santo sobre todos los que estaban escuchando el


mensaje.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles


10, 1. 33-34. 37-44

En aquellos días, vivía en Cesarea un hombre llamado Cor-


nelio, oficial del batallón Itálico, el cual le dijo a Pedro: ‘T e
mandé llamar y tú me has hecho el favor de venir. Ahora,
todos nosotros estamos reunidos en la presencia de Dios,
para escuchar lo que el Señor te ha mandado decirnos”.
134 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: “Ya saben ustedes lo


sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, des­
pués del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió
con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret, y cómo
éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos
por el diablo, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en


Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo
resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo,
sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había
escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él
después de que resucitó de entre los muertos.

El nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que


Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimo­
nio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él
reciben, por su medio, el perdón de los pecados”.

Todavía estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu Santo


descendió sobre todos los que estaban escuchando el men­
saje.
Palabra de Dios.

102

¿Han recibido el Espíritu Santo, cuando abrazaron la fe?

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles


19, 1-6

En aquellos días, mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo


atravesó las regiones altas de Galacia y Frigia y bajó a Efe-
so. Encontró allí a unos discípulos y les preguntó: “¿Han
recibido el Espíritu Santo, cuando abrazaron la fe?” Ellos
respondieron: “Ni siquiera hemos oído decir que exista el
Espíritu Santo”. Pablo replicó: “Entonces, ¿qué bautismo
han recibido?” Ellos respondieron: “El bautismo de Juan”.
NUEVO TESTAMENTO 135

Pablo les dijo: “Juan bautizó con un bautismo de arrepenti­


miento, pero advirtiendo al pueblo que debían creer en aquel
que vendría después de él, esto es, en Jesús”.

Al oír esto, los discípulos fueron bautizados en el nombre


del Señor Jesús, y cuando Pablo les impuso las manos, des­
cendió sobre ellos el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.

103
*

Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíri­


tu Santo, que él mismo nos ha dado.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos


5, 1-2. 5-9

Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, man­


tengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Se­
ñor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada
al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos: por él,
podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en
la gloria de Dios.

La esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor


en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él
mismo nos ha dado. En efecto, cuando todavía no teníamos
fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecado­
res en el tiempo señalado.

Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo,


aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por
una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios
nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando
aún éramos pecadores. Con mayor razón, ahora que ya he­
mos sido justificados por su sangre, seremos salvados por
él del castigo final.
Palabra de Dios.
136 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

104

El Espíritu Santo, junto con nuestro propio espíritu, da testimonio de


que somos hijos de Dios.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos


8, 14-17

Hermanos: los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios,


ésos son hijos de Dios. No han recibido ustedes un espíritu
de esclavos, que los haga temer de nuevo, sino un espíritu
de hijos, en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios.

El mismo Espíritu Santo, a una con nuestro propio espíri­


tu, da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos
hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con
Cristo, puesto que sufrimos con él para ser glorificados jun­
to con él.
Palabra de Dios.

105

El Espíritu intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresar­


se.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos


8, 26-27

Hermanos: El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, por­


que nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; pero el
Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no
pueden expresarse con palabras. Y Dios, que conoce pro­
fundamente los corazones, sabe lo que el Espíritu quiere
decir, porque el Espíritu ruega conforme a la voluntad de
Dios, por los que le pertenecen.
Palabra de Dios.
NUEVO TESTAMENTO 137

106

Uno solo y el mismo Espíritu distribuye sus dones según su voluntad.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corin­


tios
12, 4-13

Hermanos: Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mis­


mo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay
diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos,
es el mismo.

En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.


Uno recibe el don de la sabiduría; otro, el don de la ciencia.
A uno se le concede el don de la fe; a otro, la gracia de hacer
curaciones, y a otro más, poderes milagrosos. Uno recibe el
don de profecía; y otro, el de discernir los espíritus. A uno
se le concede el don de lenguas; y a otro, el de interpretar­
las. Pero es uno solo y el mismo Espíritu el que hace todo
eso, distribuyendo a cada uno sus dones, según su volun­
tad.

Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros


y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuer­
po, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos
judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados
en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos
se nos ha dado a beber del mismo Espíritu.
Palabra de Dios.
138 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

107

Si tenemos la vida del Espíritu, actuemos conforme a ese mismo Espíri­


tu.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los gálatas


5, 16-17. 22-23. 24-25

Hermanos: Los exhorto a que vivan de acuerdo con las exi­


gencias del Espíritu; así no se dejarán arrastrar por el des­
orden egoísta del hombre. Este desorden está en contra del
Espíritu de Dios, y el Espíritu está en contra de ese desor­
den. Y esta oposición es tan radical, que les impide a uste­
des hacer lo que querrían hacer.

Los frutos del Espíritu Santo son: el amor, la alegría, la paz,


la generosidad, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la
mansedumbre y el dominio de sí mismo.

Y los que son de Jesucristo ya han crucificado su egoísmo,


junto con sus pasiones y malos deseos. Si tenemos la vida
del Espíritu, actuemos conforme a ese mismo Espíritu.
Palabra de Dios.

108

Han sido marcados con el Espíritu Santo prometido.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios


i, 3. 4. 13-19

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,


que nos ha elegido en Cristo, antes de crear el mundo.
En él, también ustedes,
después de escuchar la palabra de la verdad,
el Evangelio de su salvación,
y después de creer,
han sido marcados con el Espíritu Santo prometido.
NUEVO TESTAMENTO 139

Este Espíritu es la garantía de nuestra herencia,


mientras llega la liberación del pueblo adquirido por Dios,
para alabanza de su gloria.

Me he enterado de su fe en el Señor Jesús y del amor que


demuestran a todos los hermanos, por lo cual no dejo de
dar gracias por ustedes, ni de recordarlos en mis oraciones,
y le pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la
gloria, que les conceda espíritu de sabiduría y de reflexión
para conocerlo. Le pido que les ilumine la mente para que
comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamien­
to, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que
son suyos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder
para con nosotros, los que confiamos en él.
Palabra de Dios.

109

Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios


4, 1-6

Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los


exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que
han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean com­
prensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense
en mantenerse unidos en el espíritu con el vínculo de la
paz.

Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu,


como es también sólo una la esperanza del llamamiento que
ustedes han recibido. Un solo Señor, una sola fe, un solo
bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que reina sobre
todos, actúa a través de todos y vive en todos.
Palabra de Dios.
140 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Salmos responsoriales

110

Del salmo 21

R. Contaré tu gloria a mis hermanos. (T. P. Aleluya)

O bien:

R. Cuando venga el Espíritu Santo,


ustedes darán testimonio de mí. (T. P, Aleluya)

A mis hermanos contaré tu gloria


y en la asamblea alabaré tu nombre.
Que alaben al Señor los que lo temen.
Que el pueblo de Israel siempre lo adore. R.

Le cumpliré mis promesas al Señor


delante de sus fieles.
Los pobres comerán hasta saciarse
y alabarán al Señor los que lo buscan:
su corazón ha de vivir para siempre. R.

Recordarán al Señor y volverán a él


desde los últimos lugares del mundo;
en su presencia se postrarán
todas las familias de los pueblos. R.

Mi descendencia lo servirá
y le contará a la siguiente generación,
al pueblo que ha de nacer,
la justicia del Señor
y todo lo que él ha hecho. R.
SA LM O S RESPO N SO RIALES 141

111

Del salmo 22

R. El Señor es mi pastor, nada me faltará. (T. P. Aleluya)

El Señor es mi pastor, nada me falta;


en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce
para reparar mis fuerzas.
Por ser un Dios fiel a sus promesas,
me guía por el sendero recto. R.

Así, aunque camine por cañadas oscuras,


nada temo, porque tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R.

Tú mismo me preparas la mesa,


a despecho de mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume
y llenas mi copa hasta los bordes. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán


todos los días de mi vida;
y viviré en la casa del Señor
por años sin término. R.

112

Del salmo 95

R. Cantemos la grandeza del Señor. (T. P Aleluya)

Cantemos al Señor un nuevo canto,


que le cante al Señor toda la tierra;
cantemos al Señor y bendigámoslo. R.
142 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Proclamemos su amor día tras día,


su grandeza anunciemos a los pueblos,
de nación en nación, sus maravillas. R.

Adoren al Señor aquí en su templo;


tiemble la tierra toda en su presencia,
“Reina el Señor”, anuncien a los pueblos. R.

Alégrense los cielos y la tierra,


retumbe el mar y el mundo submarino.
Salten de gozo el campo y cuanto encierra,
manifiesten los bosques regocijo.

113

Del salmo 103

R. Envía, Señor, tu espíritu a renovar la tierra. (T. Aleluya)

Bendice al Señor, alma mía.


¡Dios mío, qué grande eres!
¡Señor, qué numerosas son tus obras,
y en todas tu sapiencia resplandece!
Llena de ellas está la tierra toda. R.

Todos los seres vivos de ti esperan


que les des, a su tiempo, el alimento;
apenas se los das, ellos lo toman,
abres tu mano, y quedan satisfechos.

Cuando envías tu espíritu, los creas


y renuevas la cara de la tierra.
Gloria a Dios para siempre,
que el Señor en sus obras se recree. R.
SA LM O S RESPO NSO RIALES 143

Al Señor cantaré mientras yo viva,


toda mi vida alabaré al Señor.
Que le sean agradables mis palabras,
y yo me alegraré con el Señor. R.

114

Del salmo 116

R. Ustedes serán mis testigos


hasta los últimos rincones de la tierra. (T. P. Aleluya)

O bien:

R. Aleluya.

Que alaben al Señor todos los pueblos,


que todas las naciones lo festejen. R.

Porque grande es su amor hacia nosotros


y su fidelidad dura por siempre. R.

115

Del salmo 144

R. Bendeciré al Señor eternamente. (T. P. Aleluya)

Yo te bendeciré día tras día


y alabaré tu nombre hasta que muera.
Muy digno de alabanza es el Señor,
pues es incalculable su grandeza. R.

Que una generación pondere a la otra


tus obras y proezas;
que hable de tu esplendor y de tu gloria
y anuncie tu grandeza. R.
144 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

El Señor es clemente y bondadoso,


lento al enojo y lleno de ternura;
bueno es el Señor para con todos,
cariñoso con todas sus creaturas. R.

Que te alaben, Señor, todas tus obras,


y que todos tus fieles te bendigan;
que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas. R.

Todos vuelven sus ojos hacia ti


y les das, a su tiempo, la comida.
Abres tu mano generosa
y colmas de favores toda vida. R.

Que mis labios alaben al Señor


y que todo viviente
bendiga el santo nombre del Señor
por siempre y para siempre. R.

Aclamaciones antes del Evangelio


(En Cuaresma la R. es propia de ese tiempo)

116
Jn 14, 16

R. Aleluya, aleluya.
Yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador,
que se quedará para siempre con ustedes, dice el Señor.
R. Aleluya.

117
Jn 15, 26. 27

R. Aleluya, aleluya.
El Espíritu de verdad dará testimonio de mí, dice el Señor,
y también ustedes serán mis testigos.
R. Aleluya.
■C LA M A C IO N E S ANTES DEL EVANGELIO 145

118
Jn 16, 13; 14, 26

Aleluya, aleluya.
Cuando venga el Espíritu de verdad,
él les enseñará toda la verdad
y les recordará todo cuanto yo les he dicho, dice el Señor.
Aleluya.

119
Cfr Apoc 1, 5. 6

R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, testigo fiel, primogénito de los muertos,
tú has hecho de nosotros un reino de sacerdotes
para nuestro Dios y Padre.
R. Aleluya.

120

R. Aleluya, aleluya.
Ven, Dios Espíritu Santo,
y envíanos desde el cielo
tu luz para iluminarnos.
R. Aleluya.

121

R. Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
R. Aleluya.
146 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

Evangelios

122

De ellos es el Reino de los cielos.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo


5, 1-12

En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, su­


bió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discí­
pulos. Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así:

“Dichosos los pobres de espíritu,


porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos los que lloran,
porque serán consolados.
Dichosos los sufridos,
porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque obtendrán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón,
porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos.

Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y


digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y
salten de contento, porque su premio será grande en los
cielos”.
Palabra del Señor.
EVANGELIOS 147

123

El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo


16, 24-27

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera


venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y
me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero
el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve
a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué
podrá dar uno a cambio para recobrarla?

Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria


de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces dará a
cada uno lo que merecen sus obras”.
Palabra del Señor.

124

Puesto que has sidojiel en cosas de poco valor, entra a tomar parte en
la alegría de tu señor.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo


25, 14-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:


"El Reino de los cielos se parece también a un hombre que
iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores
de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco
millones; a otro dos; y a un tercero, uno, según la capaci­
dad de cada uno, y luego se fue.

El que recibió cinco millones fue enseguida a negociar con


ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y
ganó otros dos. En cambio, el que recibió un millón hizo un
hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor. Des­
148 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

pués de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuen­


tas a sus servidores.

Se acercó el que había recibido cinco millones y le presentó


otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco millones me dejaste, aquí
tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le
dijo : T e felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel
en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor.
Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.

Se acercó luego el que había recibido dos millones y le dijo:


‘Señor, dos millones me dejaste; aquí tienes otros dos, que
con ellos he ganado’. Su señor le dijo: T e felicito, siervo
bueno y fiel. Puesto que has sido ñel en cosas de poco valor,
te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la
alegría de tu señor’.

Finalmente se acercó el que había recibido un millón y le


dijo. ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres
cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has
sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu millón
bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo’.

El Señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que


cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembra­
do. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco,
para que a mi regreso lo recibiera yo con intereses? Quíten­
le el millón y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se
le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun
eso poco que tiene. Y a este hombre inútil, échenlo fuera a
las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’ ”.
Palabra del Señor.
EVANGELIOS 149

O bien: Forma breve:

Lectura del santo Evangelio según san Mateo


25, 14-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:


“El Reino de los cielos se parece también a un hombre que
iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores
de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco
millones; a otro dos; y a un tercero, uno, según la capaci­
dad de cada uno, y luego se fue.

El que recibió cinco millones fue enseguida a negociar con


ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y
ganó otros dos. En cambio, el que recibió un millón hizo un
hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor. Des­
pués de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuen­
tas a sus servidores.

Se acercó el que había recibido cinco millones y le presentó


otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco millones me dejaste, aquí
tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le
dij o: T e felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel
en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor.
Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.

Se acercó luego el que había recibido dos millones y le dijo:


‘Señor, dos millones me dejaste; aquí tienes otros dos, que
con ellos he ganado’. Su señor le dijo: T e felicito, siervo
bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor,
te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la
alegría de tu señor’ ”.
Palabra del Señor.
150 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

125

Jesús vio que el Espíritu descendía sobre él.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos


1, 9-11

Por aquellos días, vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue


bautizado por Juan en el Jordán. Al salir Jesús del agua,
vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en figura de
paloma, descendía sobre él. Se oyó entonces una voz del
cielo que decía: ‘T ú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis
complacencias”.
P alabra del Señor.

126

El Espíritu del Señor está sobre mí.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas


4, 16-22

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había cria- •


do. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo
los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el
volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasa­
je en que estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nue­
va, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a
los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el
año de gracia del Señor.

Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los


ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él.
Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha
cumplido este pasaje de la Escritura, que ustedes acaban
de oír”.
EVANGELIOS 151

Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de


las palabras que salían de sus labios.
Palabra del Señor.

127

Lo que cayó en tierra buena representa a los que conservan la palabra


y dan fruto por su constancia.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas


8, 4-10. 11-15

En aquel tiempo, mucha gente se había reunido alrededor


de Jesús, y al ir pasando por los pueblos, otros más se le
unían. Entonces les dijo esta parábola:

“Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir sembrando,


unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los
pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedrego­
so, y al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros ca­
yeron entre espinos, y al crecer éstos, los ahogaron. Los
demás cayeron en tierra buena, crecieron y produjeron el
ciento por uno”. Dicho esto, exclamó: “El que tenga oídos
para oír, que oiga”.

Entonces le preguntaron los discípulos: “¿Qué significa esta


parábola?” Y él les respondió: “La semilla es la palabra de
Dios. Lo que cayó en el camino representa a los que escu­
chan la palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de
sus corazones, para que no crean ni se salven. Lo que cayó
en terreno pedregoso representa a los que, al escuchar la
palabra, la reciben con alegría, pero no tienen raíz; son los
que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prue­
ba, fallan. Lo que cayó entre espinos representa a los que
escuchan la palabra, pero con los afanes, riquezas y place­
res de la vida, se van ahogando y no dan fruto. Lo que cayó
en tierra buena representa a los que escuchan la palabra,
152 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan


fruto por su constancia”.
Palabra del Señor.

128

Te doy gracias, Padre, porque has revelado los misterios del Reino a la
gente sencilla.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas


10, 21-24

En aquel tiempo, Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu San­


to y exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la
tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los
entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias,
Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entre­
gado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre;
ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo
quiera revelar”.

Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “Dichosos los


ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que
muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y
no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.
Palabra del Señor.

129

Brotarán ríos de agua viva.

Lectura del santo Evangelio según san Juan


7, 37-39

El último día de la fiesta exclamó Jesús en voz alta: “El que


tenga sed, que venga a mí; y beba, aquel que cree en mí.
Como dice la Escritura: Del corazón del que cree en mí brota­
rán ríos de agua viva”.
EVANGELIOS 153

Al decir esto, se refería al Espíritu Santo que habían de re­


cibir los que creyeran en él.
Palabra del Señor.

130

El Espíritu de verdad permanecerá con ustedes.

Lectura del santo Evangelio según san Juan


14, 15-17

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si me aman,


cumplirán mis mandamientos: yo le rogaré al Padre y él les
enviará otro Consolador que esté siempre con ustedes, el
Espíritu de verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no
lo ve ni lo conoce: ustedes, en cambio, sí lo conocen, porque
habita entre ustedes y estará en ustedes”.
Palabra del Señor.

131

El Espíritu Santo, les enseñará todas las cosas.

Lectura del santo Evangelio según san Juan


14, 23-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que me


ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos
a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no
cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es
mía, sino del Padre, que me envió.

Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el


Consolador, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en
mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará
todo cuanto yo les he dicho”.
Palabra del Señor.
154 RITUAL PARA LA CO NFIRM ACIO N

132

El Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de


mí.

Lectura del santo Evangelio según san Juan


15, 18-21. 26-27

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si el mundo


los odia, sepan que me ha odiado a mí antes que a ustedes.
Si fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya;
pero el mundo los odia porque no son del mundo, pues al
elegirlos, yo los he separado del mundo.

Acuérdense de lo que les dije: ‘El siervo no es superior a su


señor’. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los
perseguirán, y el caso que han hecho de mis palabras lo
harán de las de ustedes. Todo esto se lo van a hacer por mi
causa, pues no conocen a aquel que me envió.

Pero, cuando venga el Consolador, que yo les enviaré a us­


tedes de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede
del Padre, él dará testimonio de mí y ustedes también darán
testimonio, pues desde el principio han estado conmigo”.
Palabra del Señor.

133

El Espíritu de verdad los irá guiando hasta la verdad plena.

Lectura del santo Evangelio según san Juan


16, 5-7. 12-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Me voy ya al


que me envió y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿A dónde
vas?’.
EVANGELIOS 155

Es que su corazón se ha llenado de tristeza porque les he


dicho estas cosas. Sin embargo, es cierto lo que les digo: les
conviene que me vaya; porque si no me voy, no vendrá a
ustedes el Consolador; en cambio, si me voy, yo se lo enviaré.

Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las


pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de ver­
dad, él los irá guiando hasta la verdad plena”.
Palabra del Señor.

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