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Relación entre palabra y Filosofía:

Para Platón consiste en saber si el lenguaje representa con exactitud y rectitud la realidad.

Según Platón las cosas no tienen su nombre por naturaleza alguno, sino por convención y
hábito. Por tanto, hay que corregir la palabra desde la cosa y no a la inversa.

Habrá que buscar en los seres en sí mismos más que a partir de los nombres, puesto que
estos, en tanto que son imágenes, pueden deformar la realidad. Hay pues, una vinculación
entre lenguaje y realidad. Pero esta vinculación no la expresa la poesía sino la Filosofía.

Peculiaridad de la Filosofía Platónica: Diálogo

El diálogo platónico es pensamiento haciéndose; intentando superar la radical equivocidad


del lenguaje puesta de manifiesto por los sofistas, es un conjunto de preguntas y respuestas
que tienen un objeto transcendente: la Idea de Bien.

Dialogando y contestando a las distintas preguntas de los interlocutores pasamos de las


opiniones expresadas a las del “eidos” donde no es posible el error.

El Saber y la Opinión

Para Platón (discípulo de Sócrates) la participación en la vida pública representa a sus ojos
el cometido más noble y natural del individuo (un saber que permita construir una polis
buena y justa).

La política, en tanto que el hombre es alma, debe estar orientada al bien del hombre, al Bien
espiritual. El verdadero saber político se define como una “therapia” del alma, ya que puede
curar el alma porque conoce su naturaleza. Por tanto, es inevitable la distinción entre el
verdadero saber político - que busca la salvación del alma -, y el falso saber político – que es
retórica sofista y busca el placer del cuerpo -. Se nos aparece como conclusión la
identificación entre teoría y praxis.

Pasar de la Opinión (doxa) al Saber (episteme)

Es posible alcanzar el verdadero conocimiento porque el alma, a partir de lo que ya sabe,


puede continuar sabiendo “más y mejor” (anamnesis). Conocer es recordar: existen ideas
innatas. El hombre ya viene con un conocimiento inconsciente a causa de su vida anterior.
Los sentidos están limitados a lo que sienten. Es entonces necesario una educación
adecuada para el alma, para que tenga una tendencia natural a preguntarse por las cosas
(preguntarse por algo que los sentidos son incapaces de responder), y para que el alma
pueda así descubrir de nuevo las ideas.

Por consiguiente, anamnesis es por un lado investigación, y por otro aprendizaje (“tiene
opiniones verdaderas que, despertándose con las preguntas [Diálogo] se convierten en
saberes”).
Menón

Únicamente descubrimos lo que inconscientemente ya conocíamos. De esta manera se


soluciona la aporía 1 del conocimiento que mantiene que no se puede conocer nada porque,
o bien no se sabe lo que se busca y entonces no se puede descubrir, o si ya se conocía,
para qué se va a buscar.

De esta manera, la posibilidad de un saber absoluto (superador del relativismo de los


sofistas) apunta dos horizontes:

- En un primer momento, la teoría del anamnesis apunta a un horizonte mítico – teológico


(cuando conocemos, lo que hacemos es recordar lo que vimos antes de nacer; el alma,
por tanto, preexiste.
- Ahora bien, lo anteriormente señalado está en función de un interés epistemológico 2,
aunque el verdadero saber dependa de la inmortalidad del alma, no implica que debe
desaparecer la voluntad de conocer. “De modo que es necesario que lo que ahora no
conozcas (no recuerdes) te pongas inmediatamente a buscarlo”. De aquí que quede
perfectamente indicada la importancia de la búsqueda e investigación (mediante el
diálogo).

El camino hacia la Idea de Bien

El sujeto que conoce necesita una teoría del alma que conoce (Fedro). Teoría del alma que
conoce y carácter trascendente del saber buscado.

En primer lugar se establece la tesis de la inmortalidad del alma y su naturaleza.

En el Mito del Áuriga se establece la división del alma en tres especies:

- racional (áuriga)
- irascible (caballo bueno)
- concupiscible (caballo malo)

El alma es arrastrada y cae a la tierra encarnándose en un cuerpo y olvidando lo visto a


causa de la conmoción.

Sin embargo, a partir de la división de lo sensible, el alma puede recordar. En El Banquete


se describe el proceso que lleva de lo sensible a lo suprasensible:

- La visión de un cuerpo bello despierta la idea de belleza en sí, que contemplamos en


nuestra anterior vida, a su vez también el deseo de tener un conocimiento claro, pasando
de la belleza del cuerpo a la belleza del alma. Posteriormente uno se da cuenta que la
belleza también reside en las normas de conducta y las leyes, pasando o evolucionando
a la belleza de las ciencias.

El objeto conocido necesita una teoría de aquello conocido por el alma. Conocer implica
recordar, así pues, lo recordado son las Ideas (República).

1
Dificultad lógica que presenta un problema especulativo.
2
Relativo a la teoría del conocimiento.
En la República Platón distingue entre los filósofos que admiten la teoría de las Ideas y las
distinguen de las cosas sensibles (noesis3 ); las personas aficionadas a los espectáculos y
audiciones (doxa4) que no admiten la existencia de las Ideas. Seguidamente encontramos
tres pasajes referidos a la teoría de las Ideas: El Pasaje Del Sol Y La Idea de Bien, El
Pasaje Sobre La Línea Dividida y El Símil De La Caverna.

El pasaje del Sol

En este pasaje Sócrates comienza afirmando que las definiciones tradicionales de las
virtudes son insuficientes, pues no podemos saber qué es la justicia a menos que sepamos
en qué sentido es “buena”. Por tanto, la Justicia (virtudes) depende de “algo mayor”: la Idea
de Bien.

A continuación, Sócrates compara la Idea de Bien con el sol, en el sentido que la función
que cumple el sol respecto de la naturaleza (mundo sensible) es la misma que cumple la
Idea de Bien respecto del mundo inteligible. El sol, cumpliendo un doble sentido, ilumina las
cosas sensibles y da a nuestros ojos la posibilidad de ver, siendo a su vez fuente de
crecimiento y nutrición.

Por tanto, se entiende la Idea de Bien como la única fuente de conocimiento y


cognoscibilidad, haciendo las realidades inteligibles y susceptibles de ser aprendidas.

El símil de la caverna

Este símil representa el camino que recorre el alma desde el mundo sensible hacia el mundo
inteligible.

En este camino lo último que se percibe, y con dificultad, es el Sol (del mundo eidético 5): la
Idea de Bien.

El Pasaje de la Línea

Este pasaje introduce el problema de los grados del saber. Platón traza una línea y la divide
proporcionalmente en cuatro subsecciones. En correspondencia con cada una de estas
cuatro subsecciones distingue cuatro niveles de conocimiento:

eikasía Conjetura
Estados

pistis Creencia
dianoia Pensamiento discursivo
nous Inteligencia

Estos cuatro estados mentales se agrupan, a su vez, en dos niveles:

3
Conocimiento, ciencia.
4
Opinión
5
De Eidos: el eidos es un “aspecto esencial” que parece ofrecer a su vez dos aspectos esenciales: el de la
realidad y el de la aprehensión, inteligible, conceptual, etc. de la realidad. Para Platón el eidos es separable de
los individuos que participan en el eidos, mientras para Aristóteles está encarnado o realizado en los individuos.
Doxa Opinión: su objeto es lo visible
Niveles
Comprende en pensamiento discursivo (intermedio entre lo
Episteme sensible y lo inteligible) y la inteligencia (cuyo objeto es lo
inteligible puro, es decir, las ideas)

Por consiguiente, la razón de la proporción señalada anteriormente es indicar que la


conjetura es a la creencia como el pensamiento discursivo a la inteligencia, y como la
opinión es a la ciencia, o sea, como el mundo sensible es al inteligible.

Subir por la línea significaría un proceso de depuración de todo lo sensible, que prepara
nuestra mente para que capte intuitivamente lo más elevado y, ya en su cima, la Idea de
Bien.

Filósofo es, en efecto, aquél que ha ascendido a la contemplación de la Idea de Bien. Sin
embargo, y aún a precio de su propia felicidad, no puede quedarse aquí, sino que tiene que
volver a bajar al fondo de la caverna, pues la misión del filósofo platónico no es individual,
sino colectiva. El orden social debe recaer, por lo tanto, en los filósofos gobernantes que
construyen a partir del conocimiento absoluto – no de la convención como pensaban los
sofistas -, conocimiento que permite la Teoría de las Ideas.

La inteligibilidad de lo real

Analizando en un segundo momento la comparación entre el sol y la Idea de Bien,


observamos: la Idea de Bien sin ser ella misma “ser” será lo que otorga el ser a todo aquello
que es conocido. En esta medida debe ser concebida como arjé de todo.

Ahora bien, el principio es diferente “separado” de aquello de lo que es, en efecto, principio.
De esta forma se plantea el problema de cómo dar respuesta a la escisión entre el mundo
fenoménico y el mundo de las Ideas.

El Parménides pone de manifiesto que esta relación está llena de dificultades, a saber:
Imagen y modelo conforman dos esferas de ser radicalmente separadas entre las que no
cabe trazar ningún puente.

¿Qué relación hay, pues, entre lo inteligible y lo sensible?

En algunos textos Platón habla de mimesis (imitación), en otros de methexis


(participación). La palabra methexis implica la representación de partes; de partes que
pertenecen a un todo. Nos encontramos, pues, con una participación que no toma una parte,
sino que participa del todo.

Comprendemos ahora que, al hablar de methexis (participación) podrían existir tanto ideas
de conceptos, como “lo justo”, como también ideas como “suciedad”, o ideas de conceptos
relacionales como “similitud”.
En términos de methexis el eidos6 está en parte en lo mucho y sin embargo, no está
desmembrado, sino que sigue siendo un todo - como sucede en las relaciones de carácter
matemático -. El cambio terminológico (mimesis / methexis) es significativo, puesto que
refleja una importante evolución en el pensamiento platónico en la dirección de entender el
mundo eidético como mundo de relaciones matemáticas que guardan una relación de
participación (methexis) con el mundo fenoménico o sensible.

¿Qué ocurre entonces con la trascendencia de la Idea de Bien?

El tema del Filebo es saber qué vida mejor (con relación al bien):

- la vida dedicada al placer, o bien


- la vida dedicada al saber y regida por la racionalidad práctica (phronesis)

En primer lugar, habrá que distinguir placeres, pues si el placer es el placer, entonces es
uno. ¿Cómo, pues, puede ser uno si es a la vez muchos?

Volvemos al problema entre lo uno que es uno, pero, que es mucho, puesto que está en
todo.

Arropando su explicación con un lenguaje místico, Sócrates habla de un don que han
recibido los hombres de los dioses: todos los seres son desde lo uno y lo mucho y contienen
en unidad el límite y lo ilimitado.

Planteadas así las cosas, el diálogo consiste en mostrar metódicamente la unidad de lo


mucho, que es en una misma cosa, y a continuación, conceptualizarla bajo tal forma que sea
única y omiabarcadora; luego conceptualizar, en dos o más formas ulteriores, y así
sucesivamente hasta el final, esto es, hasta el eidos indivisible.

De esta forma, no sólo se muestra que lo uno es mucho, sino, más bien, cuántos unos hay
en lo uno, pues no se trata meramente de dividir lo uno, sino de dividir lo uno en nuevas
unidades, cada una de las cuales sea a su vez una nueva determinación (en una
conceptualización más precisa y rica) de la cosa investigada dialécticamente.

Pero como Protarco todavía no ha entendido bien lo que Sócrates quiere decir, este último
se ve obligado a ejemplificar recurriendo al arte de la música. El sonido es, en cierto sentido
uno, pero, en otro es múltiple, puesto que, el mismo sonido puede ser percibido en varios
tonos distintos. Los músicos expertos conocen estas combinaciones a través de las
relaciones numéricas.

¿Qué tiene que ver todo esto con el tema que se supone se discute en el Filebo, y que no es
otro que saber qué tipo de vida es mejor?

Piensa Sócrates que el “Bien en sí” es completo, no necesita nada más. Ahora bien, ni la
vida de acuerdo con el placer, ni la vida de acuerdo con el saber cumplen esta condición.

Queda claro que lo que se busca es una vida “mezcla” de ambas. El problema se desplaza:

6
El eidos es un “aspecto esencial” que parece ofrecer a su vez dos aspectos esenciales: el de la realidad y el
de la aprehensión, inteligible, conceptual, etc. de la realidad. Para Platón el eidos es separable de los
individuos que participan en el eidos, mientras para Aristóteles está encarnado o realizado en los individuos
¿Cuál es la causa del (aitía) ser - bueno de la mezcla, el saber o el placer?

En este punto el Filebo abandona el plano ético y pasa a un plano ontológico, en el que
afirma Sócrates la existencia de cuatro géneros:

- el límite
- lo ilimitado
- la mezcla
- la causa de la mezcla

El placer se adscribe a lo ilimitado, y el saber (nous) a la causa de la mezcla (pues si la


inteligencia no fuera causa nos veríamos abocados al mecanicismo determinista). El saber
(nous) es causa de que lo limitado e ilimitado se mezclen en una unidad ordenada,
prevaleciendo la vida de acuerdo con el saber.

Queda además solucionado el problema del Filebo, el de la relación entre lo uno inteligible y
la multiplicidad concreta de la experiencia.

Platón distingue entre lo que es causa y lo que es producto de la causa, y añade que la
racionalidad matemática de la causa debe superar el momento de necesidad que acompaña
al producto de la causa.

En Timeo, explica Platón que el mundo fenoménico puede ser interpretado como una
gigantesca construcción matemática en el que la inteligencia acaba por dominar la materia
informe (chora).

Platón construye una teoría que permite hablar de la multiplicidad concreta de la experiencia
(uno – mucho). En el Filebo esta teoría adopta la forma de la teoría de los cuatro géneros,
en el Timeo esta misma teoría se sustenta en la hipótesis mítica, especulativa del demiurgo
(creador del mundo).

Platón, en su vejez, introduce importantes matizaciones en su Teoría de las Ideas, en la


dirección de una compresión matemática de lo real. La Idea del Bien ya no puede ser
entendida como la “Uno”, sino más bien como lo que unifica, y en consecuencia, su
trascendencia, su estar más allá del ser, debe ser interpretada como causa del ser – bueno
de toda mezcla: tanto en el nivel ético concreto, como en el cósmico y en el político.

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