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El aborto como problema moral en la

actualidad: estado de la cuestión.

José Javier Gómiz Ruiz


Grado en Filosofía
Curso 2020/21
Corrientes actuales de la ética
El objetivo principal de este trabajo consiste en obtener un estado de la cuestión
sobre el tema del aborto. Al respecto existen argumentos a favor y argumentos en
contra. Se trata de un tema en ética que a día de hoy es muy controvertido: suele
apelarse a una posición en favor de la vida para argumentar en contra y a una cuestión
de derechos de la mujer en relación a poder decidir sobre su cuerpo para argumentar a
favor.
En ningún caso en este trabajo se manifestará una opinión personal al respecto;
por lo tanto, el alcance de este escrito es muy limitado dado que tan solo aportará una
breve panorámica al respecto del tema, desde finales del siglo XX hasta principios del
siglo XXI.
Los objetivos secundarios a la realización de esta actividad son: aprender a
buscar información en bases de datos especificas, realizar un diario de seguimiento de la
actividad para llevar un autocontrol del trabajo y confeccionar una lista de la
bibliografía utilizada acorde a un sistema de citación elegido (en este caso, APA sexta
edición).

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El aborto es una cuestión que actualmente no cuenta con un cierre satisfactorio
desde el ámbito de la ética. Así como legalmente, cada país suele disponer de un estatus
para dicha acción (legal o ilegal), la discusión que se mantiene en la sociedad no alcanza
una conclusión que termine con la controversia al respecto.
En el ámbito académico se intentan exponer distintas razones para dar soporte o
para rechazar la acción de abortar. A continuación se exponen los siguientes
argumentos, esgrimidos en artículos académicos, en los que se encuentran diferentes
posiciones al respecto. Dentro de este debate, los artículos de Thomson (1971) y
Marquis (1989) generaron ciertas controversias que recibieron réplicas al respecto.
Judith J. Thomson, en su artículo A defense of abortion (Thomson, 1971)
apuesta por una defensa del aborto como una práctica moralmente aceptable si el
contexto lo permite. Utiliza un argumento por analogía en el que compara la conexión
entre la madre y el bebé con la que nosotros podríamos tener con un famoso violinista si
nos enlazasen los sistemas circulatorios para mantener vivo a dicho violinista (cuyos
riñones no funcionan) durante nueve meses. Añade además, a esta analogía, la premisa
en la que nuestra vida correría peligro si nos mantenemos durante ese tiempo
conectados a la otra persona, o que nos estan secuestrando para mantener a otra persona
viva. Así, Thomson enfatiza que no es suficiente con el concepto de persona aplicado a
un feto para argumentar que el aborto es inmoral por considerar el derecho a la vida de
una persona (puesta que la madre también es persona y tal situación no permite dar una
solución). Desde su posición, si la madre corre peligro debe poder abortar con garantías.
De igual manera lo sugiere para el caso de una violación o para el caso en el que una
pareja, tomando precauciones anticonceptivas, estas fallan en algún momento. El único
caso en el que no considera moralmente aceptable un aborto es en el que una pareja, no
tomando precauciones y manteniendo relaciones intimas de forma voluntaria sabiendo
lo que puede ocurrir, dado un embarazo, decide intentar abortar. En ese caso, Thomson
se inclina por una defensa moral del aborto ante actuaciones responsables de la madre y
situaciones de peligro para ella.
Por su parte, Michel Tooley, en su publicación en forma de ensayo Abortion
and Infanticide (Tooley, 1972) también considera el aborto como una práctica
moralmente aceptable, incluso con menos restricciones que la concepción de Thomson.
Sin embargo, su defensa no viene por una argumentación por analogía, ni tampoco en

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relación al contexto en el que se pueda dar un aborto. En su ensayo, recoge una serie de
características que le aportan a un organismo el derecho a la vida (autoconciencia y
conciencia de sus estados mentales). La principal distinción que Tooley realiza para
poder hablar del aborto como practica aceptable consiste en no utilizar los términos
``ser humano´´ y ``persona´´ de forma intercambiable. En este sentido, en su ensayo
hace referencia directa al artículo de Thomson indicando que ella utiliza los términos
con demasiada pobreza filosófica y que al no distinguirlos, su trabajo resulta tan solo en
una defensa parcial del aborto. Desde su posición liberal, Tooley ofrece una defensa
total a la práctica del aborto e incluso una defensa parcial del infanticidio (el quitar la
vida a un recién nacido que aún no tiene autoconciencia), porque en su ensayo concluye
que el derecho a la vida no proviene del ser o no humano, sino que se desprende del
concepto de persona. Este estadío (el de ser persona) llega mucho más tarde en el
desarrollo de un organismo, cuando este alcanza una conciencia de sí mismo y de sus
estados mentales, y por lo tanto, el aborto no debería presentar objeción alguna a nivel
moral, con independencia total del contexto.
En On the moral and legal status of abortion (Warren, 1973) Mary A. Warren
toma como punto de partida el argumento utilizado por Thomson en su articulo de 1971
para realizar un desarrollo en clave feminista que permita soslayar la conclusión de
aceptar el aborto solo en función de unos contextos. Para ello, hace hincapié en primer
lugar, en que un feto no es de hecho una persona resaltando de nuevo que el error de
Thomson es utilizar la terminología de forma ambigua y poco precisa que lleva a
conclusiones erróneas al otorgar una serie de derechos al feto que, tal y como defiende
Warren, en realidad no tiene. Estos derechos, como es el derecho a la vida, vienen
cuando se participa de la comunidad moral, y el feto no realiza tal acción, dado que en
él tan solo existe la potencialidad y para Warren, dicha potencialidad no debe
condicionar la toma de decisión en relación a si se trata (el aborto) de una acción
moralmente reprobable. En su lugar, deben prevalecer los derechos de la mujer
embarazada, a saber: los de su salud, felicidad, libertad e incluso a la vida si esta corre
peligro. En ningún caso el aborto, concluye Warren, debería considerarse desde el punto
de vista moral como algo censurable, sino que se trata de una opción que debería tener
toda mujer, dado que debería ser igual de respetable un aborto por un embarazo no

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deseado como un aborto por decidir a lo largo de un embarazo deseado la interrupción
de dicho proceso por cualquier motivo que la embarazada considerase oportuno.
Desde la Universidad de Carolina del Norte, Jane English presenta su artículo
Abortion and the concept of a Person (English, 1975) en el que realiza una reflexión
algo más profunda y de corte escéptico en relación a la toma de decisión que representa
el aborto. Señala que tanto desde posiciones conservadoras (criticando directamente a
Thomson) como desde posiciones liberales (tal y como sucede con Tooley) se cometen
varios errores que llevan a la toma de malas decisiones en relación al aborto. English
apunta que el error de los conservadores consiste en asumir como asesinato el acto de
abortar, dado que otorgan el derecho a la vida al organismo que se crea en el momento
de la concepción (considerando al feto como persona), sin embargo, la autora señala que
no todo acto de arrebato de una vida es asesinato (por ejemplo, en el caso de una
defensa de la vida propia). Por su parte, los liberales se equivocan, según English, al
considerar que la mujer puede hacer lo que quiera con su cuerpo porque el feto no es
persona, en este caso la autora aporta dos aspectos que invalidan la argumentación
liberal, el primero, que en cualquier caso no es permisible el hacer lo que uno quiera con
su cuerpo si con ello daña a terceras (existiendo incluso una legislación al respecto) y
segundo, el hecho de que un feto no sea persona, no significa que se pueda acabar con
su vida, tal y como no se hace tampoco con los animales. En relación al concepto de
persona, que es central en ambas posiciones, English trata de elucidarlo para ver si es
posible trazar una línea clara, tal y como lo hacen los conservadores y los liberales. En
sus conclusiones, la autora considera que el concepto de persona no debería
involucrarse en la cuestión del aborto, pues considera que tanto la posición que defiende
Thomson, como la que defiende Tooley son equivocadas, aunque por razones distintas
(antes señaladas). Por lo tanto, English no acaba por situarse de forma dogmática en
relación al aborto, aunque conciba ocasiones en las que sea aceptable y ocasiones en las
que no (sin comprometerse con una visión conservadora, ni con una liberal).
Hasta el momento, uno de los artículos que mayores replicas había recibido es el
Judith J.Thomson, en 1971 (el primer artículo utilizado para este trabajo). Don Marquis,
en Why abortion is immoral (Marquis, 1989) supone otro momento de impacto en
relación al debate sobre el aborto. Su argumento pro vida se fundamenta en la ética
relacionada con el acto de matar. Su enfoque no redunda sobre aspectos relacionados

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con la libertad del feto o de la madre, sino que el autor sostiene que el aborto, en
cualquier situación, es una acción inmoral por el hecho de la realización del acto de
matar. Marquis manifiesta claramente que no entrará en disquisiciones sobre los casos
de violación o los casos en los que la madre corre peligro (además, los métodos
anticonceptivos entran dentro de una práctica moral adecuada dado que no se está
matando, sino que se está previniendo dicha situación conflictiva):
‘‘(...)abortion when the life of a woman is threatened by a pregnancy or abortion
after rape, may be morally permissible. This essay will not explore the casuistry of these
hard cases.’’ (Marquis, 1989, p. 183)
Por ello, el autor pone el foco en lo que denomina aborto deliberado, discutiendo
que desde un comportamiento moralmente adecuado, se trata de una acción equiparable
a matar. Marquis señala que desde una posición anti abortista no se apunta de forma
correcta a los motivos por los cuales abortar es inmoral: derechos del feto como
persona. Él opta por señalar, como se ha dicho, que lo inmoral radica en el acto de
matar, al negar todo futuro posible a un organismo (por definición, vivo). Así, se sitúa
en cierta manera, en el argumento pro vida de la potencialidad, aunque él mismo afirme
que lo inmoral es matar, no el negar una potencialidad. Marquis argumenta lo siguiente:
‘‘Since a fetus possesses a property, the possession of which in adult human
beings is sufficient to make killing an adult human being wrong, abortion is
wrong.’’(Marquis, 1989, p. 202)
Para otorgar una propiedad al feto que hace controvertido e inmoral el hecho de
abortar (dado que por esa propiedad, matar al feto sería lo mismo que matar a un
adulto). Marquis finaliza señalando que el problema real radica en si se le otorga
realmente o no dicha propiedad al feto (algo que el autor sí hace), dado que de no
hacerse, el problema parece disolverse.
En 1990, Marquis recibe una respuesta directa por parte de Ann E. Cudd. En su
artículo Sensationalized Philosophy: A Reply to Marquis's "Why Abortion is Immoral"
(Cudd, 1990) Ann Cudd realiza unas duras críticas a la visión expuesta por Marquis,
incidiendo especialmente en que parece que lo único que importa es el estatus moral del
feto. Cudd adopta una posición similar a la de Warren (1973) en la que el feminismo
adopta un rol preponderante para reflotar la cuestión de los derechos de la mujer en esta
situación conflictiva (la de abortar o no abortar). Para ella, el supuesto estado moral del

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feto no puede opacar el estado moral de la mujer, que lejos de ser una potencialidad
(como la del feto), se trata de un acto, y que por lo tanto, es más importante a la hora de
tener en cuenta. Cudd afirma:
‘‘Even if we might ultimately agree that the fetus is the sort of thing
whose killing is so morally wrong as to overwhelm completely a woman's rights
to privacy, health, medical care, and even life, the point surely needs argument. Nothing
that has been said in the abortion debate to date has come close to settling this issue
against the woman. So at most Marquis can claim to have shown "Why Abortion is
Killing a Being-Like-Us."’’ (Cudd, 1990, p. 264)
Lo que significa que en cualquier caso, Marquis no está atajando de lleno la
cuestión moral del aborto propiamente dicho, sino que como mucho, lo que llega a
demostrar es por qué abortar sería como matar a un semejante. Por lo tanto, para Cudd,
el argumento de Marquis es algo débil y en ningún caso soluciona la situación en la que
no solo se ve involucrado un feto, sino también una madre.
Así como Marquis hace referencia al futuro que pueda tener un feto para
igualarlo moralmente a una persona, Peter McInerney en Does a fetus already have a
future-like-ours? (McInerney, 1990) realiza una reflexión que le sirve como réplica para
tal afirmación. Su apoyo para rechazar la tesis de Marquis se basa en lo siguiente:
‘‘Philosophical investigations of personal identity through time have revealed
the complexity of the biological and psychological connections between the earlier and
later stages of one person. These significant differences invalidate the claim that a fetus
has a personal future in the same way that a normal adult human has a personal future.’’
(McInerney, 1990, p. 265)
Por lo tanto, si se atiende a la razón del autor, Marquis estaría equivocado. Esto
se debe a que las diferencias a las que se apuntan son demasiadas como para considerar
como un semejante a un feto. Estas diferencias entre un adulto y un feto son:
‘‘A fetus at an early stage of development has neither a mental life of feelings,
beliefs, and desires nor a developed brain and nervous system. There are none of the
main relations with a personal future which exist in persons.’’ (McInerney, 1990, p.
266)
Lo que nos llevaría a pensar, como mucho, que en un feto puede existir cierta
continuidad biológica con un adulto, pero en absoluto la posibilidad para poder

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considerarlo un igual, y mucho menos, que dicho organismo pueda tener un futuro
como el de un adulto. Es por ello que McInerney considera que moralmente, acabar con
un feto es algo muy diferente a acabar con una persona, aunque no llega a adoptar una
posición a favor o en contra del aborto sino que sencillamente se limita a señalar que
son dos problemáticas diferentes.
Alastair Norcross carga contra la distinción moral que realiza Marquis entre
abortar y el uso de los métodos anticonceptivos. En Killing, Abortion, and
Contraception: A Reply to Marquis (Norcross, 1990) Alastair Norcross defiende una
posición conservadora en la que directamente extiende la inmoralidad del aborto al uso
de métodos anticonceptivos. Para el autor, no tiene sentido distinguir entre el momento
de la concepción, del parto o de las células reproductivas por separado (óvulos y
espermatozoides) debido a que la potencialidad ya aparece en un posible encuentro
entre dichas células. Si se priva de esta posibilidad, se está realizando una inmoralidad
por extensión, al impedir que pueda darse lugar la concepción y por ello no tiene sentido
distinguir, a nivel moral, el aborto, del uso de anticonceptivos (entre los cuales,
considera a la abstención sexual misma). Norcross se sirve de un ejemplo en el que dos
personas corren la una hacia la otra, y que al encontrarse se fusionarán y formarán una
nueva entidad. El autor se pregunta entonces: ¿Qué hace que sea correcto matar a las
partes mientras corren a encontrarse pero por el contrario esté mal matar a la nueva
entidad? Para Norcross, a fin de cuentas, no tiene sentido entre distinguir la cosa, de
aquello que la va a hacer posible, y afirma:
‘‘we should be, at the very least, uncomfortable with allowing moral weight to
the distinction between thing and no-thing, and thus the distinction between abortion
and contraception.’’ (Norcross, 1990, p. 277)
En definitiva, Norcross replica a Marquis el hecho de no poder abarcar toda la
complejidad del asunto, aduciendo tan solo a la ética relacionada con matar:
‘‘I shall say that I consider the main weakness of Marquis's account of the
wrongness of a standard killing to be that it does not take into consideration the full
range of consequences of such an act.’’ (Norcross, 1990, p. 277)
Así, en Norcross se encuentra la posición más conservadora hasta el momento,
en la que ni siquiera la abstinencia sexual practicada como opción anticonceptiva es
moralmente correcta.

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Patrick Lee, en su artículo The pro-life argument from substantial identity: A
defence (Lee, 2004) adopta una posición conservadora clásica en la que considera que
en el momento de la concepción da inicio la formación de la persona, lo que hace
moralmente inadecuada la práctica del aborto. Lee resume su argumento en cinco pasos:
‘‘(1)You and I are intrinsically valuable (in the sense that makes us subjects of
rights). (2)We are intrinsically valuable because of what we are (what we are
essentially). (3)What we are, is each a human, physical organism. (4)Human physical
organisms come to be at conception. (A bio- logical proposition: a new and distinct
human organism is generated by the fusion of a spermatozoon and an oocyte.)
(5)Therefore, what is intrinsically valuable (as a subject of rights) comes to be at
conception.’’ (Lee, 2004, p. 250)
Sirviéndose de dicho argumento, extiende aquello que hace inmoral matar a un
adulto a un feto, en una regresión temporal en el desarrollo de una persona: lo que hace
que esté mal matarme ahora, estaba presente cuando era adolescente, niño, bebé y
comenzó cuando yo era un feto o un embrión, en el momento de la concepción. Esto
vuelve al embrión una entidad cuya sustancialidad contiene todas la capacidades de un
adulto plenamente desarrollado, lo que hace que, desde la posición que defiende Lee, el
embrión ya cuenta con las capacidades de razonar y de tomar decisiones de forma libre,
aunque dichas capacidades aún no hayan florecido. De esta manera, Lee critica lo
defendido por Thomson en el 1971 y su postura se ajusta, o resulta más cercana, a lo
defendido por Marquis. Sin embargo, en este autor se encuentra una posición
conservadora que por desgracia solo aborda la cuestión desde una de las partes
implicadas (el feto), mientras que no aparece mención a la otra parte (la madre), lo que
en definitiva es una apuesta por el derecho a la vida del embrión que no contempla
situaciones factibles y complicadas como el caso de una violación o de que la vida de la
madre corra peligro con el embarazo y el parto.
Tal y como se puede apreciar y como se avanzaba al principio del trabajo, la
cuestión del aborto es un tema abierto y de muy difícil cierre. Es posible que esto sea
así, y que nunca se llegue a cerrar, por la cosmovisión que nos otorga la ética en función
del espectro ideológico que se adopte (conservador, liberal, progresista, feminista…).
Parecen posiciones de difícil conciliación dada la disparidad en aquello que es
importante para evaluar la acción del aborto como buena o mala, en función de lo que

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sea importante para cada cosmovisión: los derechos del feto, los de la madre, si el feto
es o no es persona, si debe prevalecer la potencialidad fetal sobre la actualidad de la
madre…
Puede que el problema radique en adoptar una ética que establece relaciones de
poder en la que se da una normatividad que establece la dicotomía entre lo bueno y lo
malo. Quien sabe si, tal vez, sería mejor una ética basada, no tanto es una normatividad,
sino basada en estar ahí, para quien lo necesite. De este modo, la realidad se mostraría
como una infinita variedad de grises y no como dos tonos únicos, blanco y negro.

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Bibliografía utilizada

Cudd, A. E. (1990). Sensationalized philosophy: a reply to Marquis’s "Why abortion is


immoral. The journal of philosophy, 87(5), 262-264.
https://doi.org/10.2307/2026833
English, J. (1975). Abortion and The Concept of A Person. Canadian Journal of
Philosophy, 5(2), 233-243. https://doi.org/10.1080/00455091.1975.10716109
Lee, P. (2004). The pro-life argument from substantial identity: A defence. Bioethics,
18(3), 249-263. https://doi.org/10.1111/j.1467-8519.2004.00393.x
Marquis, D. (1989). Why abortion is immoral. The Journal of Philosophy, 86(4), 183-
202. https://doi.org/10.4324/9781315097176
McInerney, P. K. (1990). Does a Fetus Already have a Future-Like-Ours? The Journal
of Philosophy, 87(5), 264-268.
Norcross, A. (1990). Killing, Abortion, and Contraception: A Reply to Marquis. The
Journal of Philosophy, 87(5), 268-277.
Thomson, J. J. (1971). A defense of Abortion. Philosophy and Public Affairs, 1(1), 47-
66. https://doi.org/10.3917/rai.012.0003
Tooley, M. (1972). Abortion and Infanticide. Philosophy & Public Affairs, 2(1), 37-65.
Warren, M. A. (1973). On the moral and legal status of abortion. The Monist, 57(1), 43-
61. https://doi.org/10.4324/9781315097176

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