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Cuatro investigadores del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra conversaron acerca del
aborto durante un encuentro en la Biblioteca de Humanidades del campus pamplonés. Con el objetivo de contribuir a
desentrañar la complejidad de este fenómeno, arrojaron luz sobre él desde diversas perspectivas del conocimiento: la
filosofía, la educación, el lenguaje y la ética en la vida pública.
En la reunión participaron David Thunder, del proyecto "Religión y sociedad civil"; Carlos Beltramo, de "Educación
de la afectividad y de la sexualidad humana", Inés Olza, de "Discurso público"; y Mariano Crespo, de "Ley
natural y racionalidad práctica".
¿En qué estado se encuentra el debate acerca del aborto?
Mariano Crespo (MC): El aborto implica la decisión sobre una vida nueva que se encuentra en un estado de
inocencia absoluta. Cuando en los años 80 se empezó a hablar en España de su despenalización en tres casos
concretos, Julián Marías publicó una serie de artículos en los que lamentaba la falta de un debate estrictamente
racional acerca de esta cuestión. Este diagnóstico sigue vigente en la actualidad. No es infrecuente que las
discusiones acaben en descalificaciones de las posturas de los otros, acusando de querer imponer determinadas
convicciones subjetivas válidas solo individualmente o para un determinado grupo.
"Hay que combatir la idea de que una ley que proteja al nonato es un retroceso en el campo de los derechos"
Con respecto a la cuestión de la libertad de decidir, ¿se debe considerar el aborto como un derecho?
IO: Las dos grandes palabras que se utilizan para defenderlo son "libertad" y "derechos" de la mujer. En España se
ha asociado el avance de los progresivos supuestos del aborto a una consecución de libertades, a algo de lo que
antes se nos privaba. Se ha expandido la idea de que en los años 80, en los inicios de la democracia, se empezó a
conquistar un derecho que poco a poco se ha consolidado, y se considera que limitarlo es antidemocrático. Se pone
el foco en esto y se ocultan los derechos que tiene el nonato.
DT: Mary Ann Glendon, catedrática de la Universidad de Harvard y colaboradora del ICS, ha comentado más de una
vez que el concepto de derecho domina el debate en la vida pública en el mundo anglosajón. Pero tal y como señala,
cuando se plantea una cuestión en términos de derechos, el debate se silencia y se corta: si yo creo que tengo un
derecho y el otro me lo niega, percibo que me está atacando. En EE. UU. ese concepto ha desempeñado un gran
papel en la defensa de las personas negras y es algo admirable. Pero cuando se extiende a cualquier debate público,
inclusive el del aborto, no facilita abordar todos los aspectos de la cuestión.
¿Los derechos de la madre deben anteponerse a los del hijo?
DT: Observamos una paradoja: cuando es un hijo deseado, el niño tiene derechos, pero estos desaparecen cuando
se trata de un embarazo no esperado. Nuestra sociedad se asienta en una base llena de incoherencias; una de ellas
consiste en proclamar que todos los seres humanos tienen la misma dignidad, a la vez que se trata al no nacido
como si no fuera un ser humano digno. El nonato presenta una situación de gran vulnerabilidad: resulta casi invisible
socialmente y no puede defenderse con su propia voz. Precisamente, resulta llamativo ver cómo los grupos que han
perdido su valor en la esfera pública a lo largo de la historia han sido colectivos que, por diversas circunstancias, no
aparecían en los lugares destacados de la sociedad o no tenían un espacio para defender públicamente sus
derechos, como ocurrió con los esclavos de EE. UU. Una serie de mecanismos sociales y políticos garantizan esa
inferioridad y poco a poco hay que desmontarlos.
CB: Una de las principales barreras con las que nos encontramos para defender los derechos del no nacido es el
continuo cuestionamiento y relativización acomodadiza de en qué momento podemos hablar de que estamos ante un
ser humano. Esta debería ser una de las principales herramientas con las que contamos para establecer límites de
acción, pero cuesta hacer que la sociedad reaccione adecuadamente frente a la evidencia científica. Si agregamos
que el embrión no se ve y que en la cultura actual se ha tendido a invisibilizarlo socialmente, el problema se agrava.
He ahí la importancia de educar desde la infancia para que todo el mundo sea consciente de que, antes de
convertirse en adulto, pasó por las etapas de cigoto, embrión y feto, y que su vida continuará sin solución de
continuidad hasta la muerte. En el proyecto "Educación de la afectividad y de la sexualidad humana" somos
conscientes de la importancia de lo visual en la cultura actual y en el material escolar que elaboramos trabajamos
mucho con ilustraciones que ayudan a generar en los niños, los padres y los docentes un sustrato emocional sobre el
que se asienten los conocimientos. Porque una cosa es que la embriología sepa de sobra que allí hay una persona y
otra muy distinta que el niño aprenda a apreciar al hermanito "desde el primer momento" o que conozca que él fue un
cigoto y que eso es muy bueno.
"Es incoherente proclamar que todos tenemos la misma dignidad y tratar al no nacido como si no fuera un ser
humano digno"