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La expresión “inteligencia emocional” está incluida hoy en el léxico de muchos, tanto de la gente
corriente como de los intelectuales o los famosos.
Ante cualquier acontecimiento que suceda en tu vida, las emociones, tanto positivas como negativas,
van a estar ahí, y pueden servirte de ayuda y hacerte feliz o hundirte en el dolor más absoluto, según
cómo sea tu capacidad para manejarlas.
Las personas con una alta inteligencia emocional no necesariamente tienen menos emociones
negativas, sino que, cuando aparecen, saben manejarlas mejor. Tienen también una mayor capacidad
para identificarlas y saber qué es lo que están sintiendo exactamente y también una alta capacidad para
identificar qué sienten los demás. Al identificar y entender mejor las emociones, son capaces de
utilizarlas para relacionarse mejor con los demás (empatía), tener más éxito en su trabajo y llevar vidas
más satisfactorias.
“La capacidad de percibir los sentimientos propios y los de los demás, distinguir entre ellos y servirse
de esa información para guiar el pensamiento y la conducta de uno mismo”.
El psicólogo de Yale y precursor del concepto de inteligencia emocional, Peter Salovey, en su primer
modelo, enumera las 5 competencias intelectuales que constituyen a la inteligencia emocional; tres de
ellas tienen efecto directo al individuo, también conocidas como Competencias Internas; y las otras dos
tienen efecto más social, también conocidas como Competencias Externas.
Los principales autores de la inteligencia emocional toman las emociones y los sentimientos como
sinónimos, posiblemente para simplificar el análisis y descripción del concepto de inteligencia
emocional. En este sentido, temor, ira, alegría, tristeza, amor, ternura, simpatía, cariño, remordimiento,
envidia, frustración; todos ellos se engloban en las emociones.
Conocer las emociones propias es la capacidad de ser conscientes de uno mismo y que en palabra de
Mayer es: “ser conscientes de nuestros estados de ánimo y de los pensamientos que tenemos acerca
de esos estados de ánimo”. Los principales autores de la inteligencia emocional afirman que las
emociones son siempre útiles y necesarias para el ser humano, en tanto existen para una función
naturalmente necesaria, aún aquellas emociones que generalmente son consideradas negativas.
Una técnica sencilla para conocer nuestras emociones y en especial las que suelen salirse de nuestro
control, es tratar de recordar varias situaciones en las que nuestras emociones se han salido de
nuestro control y nos han causado problemas internos o con otras personas y luego escribirlas.
Las emociones consideradas positivas como la alegría pueden ser mal interpretadas por otros, si
exceden en intensidad a lo esperado y si las expresamos en un contexto inapropiado.
La tristeza intensa y prolongada afecta nuestra eficiencia laboral. El enojo intenso, aún con uno mismo,
no nos permite tomar decisiones correctas. Se considera entonces importante primero conocer
nuestras emociones y sus desencadenantes y a partir de allí y más importante aún, es poder
controlarlas para que las emociones nos proporcionen beneficios y no problemas.
En las relaciones de parejas cuando uno de ellos hace algo que provoca un disgusto al otro. La parte
afectada lo puede interpretar como intención deliberada de causar molestia, y en la medida de que
sigue analizando las posibles razones de esa acción lo relaciona con una posible infidelidad.
El fenómeno colegial conocido como buylling o acoso escolar es en parte resultado de la falta de
control de la ira de algunos adolescentes que lo expresan con comportamientos agresivos hacia otros.
En el caso de las familias, la falta de control de la ira en la relación de los padres con los hijos es
quizás unas de las principales causas de la ira acumulada de éstos últimos que luego se desquitan con
sus compañeros de colegio y sin lugar a duda es la causa principal de la violencia a las mujeres por
parte de sus cónyuges.
La automotivación es una capacidad relacionada a la del control de nuestras emociones. Una vez que
logramos tener conocimiento de cuándo y por qué se nos presentan las diferentes emociones y
podemos controlarlas en intensidad y en las circunstancias que lo ameritan, ya podríamos confiar en
que hemos recorrido un buen tramo del camino para poder auto motivarnos. Hacer las cosas con
motivación es imprimirles energía, entusiasmo, perseverancia y determinación a nuestras tareas.
Una manera de lograr las experiencias gratificantes antes de alcanzar la meta final, es estableciendo
metas incrementales. La dopamina fluirá como resultado del refuerzo o feedback positivo de nuestro
cerebro cada vez que completemos un paso y cumplamos una meta.
La auto motivación transmite un mensaje positivo de nosotros a los que nos rodean.
Todos estos aspectos se encuentran representados en nuestros ecosistemas laboral y nos acompañan
a lo largo de nuestra trayectoria.
Cada vez que tenemos una experiencia, nuestro cerebro se estimula y se desencadenan procesos
neuroquímicos para dar una respuesta conlleva la creación de nuevas conexiones neuronales o la
repetición de conexiones previamente creadas por experiencias similares anteriores. también existen
conexiones cerebrales con las que ya nacemos y que nos predispone a determinadas respuestas antes
de haber experimentado situaciones personales previas, pues han sido transmitidas genéticamente.
Nuestro cerebro ya trae programado una serie de respuestas antes ciertos tipos de estímulos. Estas
reacciones están relacionadas a las necesidades básicas de sobrevivencia y las sentimos en forma de
emociones: ira, miedo, alegría, tristeza, etc.
Daniel Goleman asigna la responsabilidad del origen de las emociones a la amígdala, ubicada una en
cada hemisferio del cerebro, basado en que se ha comprobado que, si se extirpa esta estructura del
sistema límbico, el ser humano pierde la capacidad de experimentar emociones y de reconocer
sentimientos. En pocas palabras la amígdala es la primera en reaccionar a las situaciones externas, y
ésta activa la segregación de hormonas para inducir una acción apropiada según lo que se percibe de
manera instintiva. De esta manera, la amígdala puede desencadenar una respuesta antes de que los
centros corticales hayan comprendido completamente lo que está ocurriendo.
No podemos decir que hay personas con elevada inteligencia emocional en las competencias internas,
pero a la vez con una deficiente inteligencia emocional en las competencias externas. Es más
apropiado limitar la inteligencia emocional a lo que Gardner llama inteligencia intrapersonal y dejar a lo
que llaman competencias externas a otro tipo de inteligencia.
Esta es la forma en que nos damos cuenta de nuestras emociones y somos capaces de evaluarlas. La
mayoría de nosotros estamos tan ocupados con la rutina diaria, que rara vez nos paramos a pensar en
cómo estamos respondiendo a las situaciones y cómo nos encontramos. La otra forma de conciencia
de uno mismo es el reconocer las emociones de los demás hacia nosotros. Esto a menudo es difícil
debido a que tendemos a ver lo que queremos ver y solemos evitar pedir a las demás opiniones si
creemos que van a resultar incómodas para nosotros.
Mejorando nuestra autoconciencia emocional podremos ser capaces de comprender muchas más
cosas de nuestro día a día. También es interesante saber recoger los comentarios de personas que se
muestran honestas con nosotros y cuyas ideas valoramos.
Se trata de ser capaz de interactuar correctamente con quienes nos rodean, independientemente del
lugar y la situación. La verdadera comprensión emocional implica algo más que la comprensión de
nuestras propias emociones y los sentimientos de los demás, también tiene que ver con ser capaz de
poner en práctica esta información en nuestras interacciones y comunicaciones diarias.
En los entornos profesionales, las personas con buenas habilidades sociales son capaces de construir
buenas relaciones y conexiones con los compañeros de trabajo, saben desarrollar una fuerte relación
con líderes, iguales y subordinados. Algunas habilidades sociales importantes incluyen la escucha
activa, habilidades de comunicación verbal, habilidades de comunicación no verbal, liderazgo y
capacidad de persuasión.
5. Automotivación
La motivación intrínseca también juega un papel clave en la Inteligencia Emocional. Las personas que
son emocionalmente inteligentes suelen estar motivadas por cosas más allá de las meras
recompensas externas, como la fama, el dinero o el reconocimiento social. Pueden sentir una genuina
pasión que les lleva a cumplir con sus propias necesidades y objetivos internos. Buscan cosas que les
conducen a recompensas internas y se involucran en experiencias que les lleven a sentirse bien
consigo mismas. Las personas que son competentes en esta área tienden a estar orientadas hacia la
acción. Se fijan metas, tienen una alta necesidad de logro y siempre están buscando maneras de
hacerlo mejor. También tienden a mostrarse muy comprometidas con los temas sociales y son buenas
tomando la iniciativa para llevar a cabo gran diversidad de tareas.
Conclusiones
Destacar la importancia de una formación integral que incluya el desarrollo de los aspectos
emocióneles y de relaciones interpersonal junto a los matices, cognitivos y de inserción
social.
Como profesiones de la educación, tenemos una enorme repercusión en el desarrollo de las
habilidades emocionales de nuestros estudiantes, tanto en el trato directo como la utilización
de la inteligencia emocional en las distintas esferas de la vida de los centros educativos,
contribuyendo a crear un clima institucional en las distintas esferas de la vida de los centros
educativos, contribuyendo a crear un clima institucional emocionalmente saludable.
ANEXOS
Bibliografía:
https://www.psicoactiva.com/blog/la-inteligencia-emocional/
Libro: Inteligencia Interpersonal (Más allá de la Inteligencia Emocional) Adriana M. Escobar- Lincoln Escobar
páginas: 27 -59
Libro: Maestría en Educación y Aprendizaje Segunda Edición (Proyecto de vida II) MSC. Eva Romano Urbina
Páginas: 15 -24